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Seminario de Expresión Musical Infanto Juvenil. Profesorado en Artes Plásticas. Facultad de Arte y Diseño.

Profesora Silvia
Hedman. Año 2018

La música en la clase de Artes Plásticas o Visuales

La propuesta de incluir la música en la enseñanza de la Plástica parte de una concepción creativa y


activa de parte de docentes y alumnos. Así, se pueden realizar actividades de motricidad y de relajación;
plantear tareas secuenciadas en las que los alumnos aprendan por descubrimiento utilizando todos los
sentidos (vista, olfato, oído, etc.), de forma que lo aprendido quede grabado en instancias más profundas
de su personalidad; comprometiendo en la asimilación del conocimiento el mayor número de capacidades
mentales, incluyendo la fantasía y la imaginación.

Para transmitir conocimientos se puede recurrir tanto a la vía racional y lógica como a la emotiva.
Según los distintos usos que hagamos de la música y el sonido, podremos crear una atmósfera propicia
para el trabajo, fomentar la comunicación y la cohesión de los miembros del grupo, favorecer el
reconocimiento y la catarsis de las emociones personales, hacer aflorar en la mente los deseos y anhelos
más íntimos, fomentar la autoestima, estimular la imaginación, etc.

La música es un medio de valor incalculable a la hora de hacer más efectivos la relajación, el


estímulo, la concentración, y dada su capacidad para desarrollar la fantasía y la imaginación, también para
la introducción a un contexto imaginario.

Los alumnos no son capaces de concebir un mundo sin sonido; por eso la música es nuestra gran
aliada en el aula. Todos nosotros, inmersos en la cultura de lo audiovisual, tenemos registrados en la
memoria determinados esquemas sonoros unidos a estados emocionales: así se habla de música de amor,
de suspenso, de miedo… Cuando se usa asiduamente la música en el aula, el ambiente se vuelve relajado y
alegre. Los alumnos consideran que ésta pertenece a su mundo, que respecto a ella “tienen algo que
decir”. Se sienten seguros, conocen el modo de comunicación, vía emocional, que ella propicia. Hablan,
preguntan, intercambian opiniones con el profesor, le dan a conocer nuevas músicas. A menudo, al cabo
de unas semanas de estar aplicando esta metodología, los alumnos traen, para compartirlos, sus propios
temas, y suelen pedir permiso al profesor para utilizarlos. En este caso, hay que dejar claro que no todas
las músicas valen y que hay que escucharlas previamente para valorarlas y determinar si son adecuadas.
Los alumnos han de saber que lo que hacemos con la música en clase es algo serio, controlado, con una
finalidad; no un puro entretenimiento.

La elección de la música.

A la hora de elegir un tipo u otro de música y decidir el uso que de ella haremos, hay que tener en cuenta
algunas cualidades

La intensidad: Una música con un sonido fuerte produce en sí misma un grado de satisfacción mayor que
una música suave. Para crear el clima sonoro la música debe tener un nivel aceptable. Un cambio de nivel
sonoro es adecuado para acentuar un momento climático y puede tener muchas implicaciones
emocionales. Los estudiantes suelen estar acostumbrados a altos niveles de sonoridad. Al comenzar las
actividades con música es conveniente utilizar un nivel de medio a fuerte, pues esto evita distracciones,
pero, poco a poco, hay que enseñarles a concentrarse para captar los contrastes y apreciar los sonidos más
suaves. No obstante, no conviene abusar de los cambios de intensidad en el sonido. Lo fuerte se asocia
visualmente a lo grande y lo suave a lo pequeño.
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Hedman. Año 2018

La altura: Las frecuencias altas (agudas) suponen un estímulo nervioso intenso, mientras que las bajas
(graves) tienen un efecto relajante. También se asocia lo agudo a lo brillante y claro, y lo grave a lo oscuro,
opaco.

El timbre: Es la cantidad de armónicos que contiene un sonido. Cada instrumento y cada voz tienen esta
cualidad especial y única. A veces, asociados al timbre, pero también a la altura o a la tonalidad de una
determinada música, pueden aparecer fotismos, un caso de sinestesia consiste en asociar colores a los
sonidos. Algunos alumnos, al cerrar los ojos y escuchar la música, pueden tener percepciones visuales de
diferentes colores. También se hacen naturalmente asociaciones con texturas táctiles (áspero,
aterciopelado) o visuales (metálico, brillante, opaco, chillón).

El ritmo: Es el fluir de la música en el tiempo. Puede ser más o menos dinámico, según el efecto que
pretendamos crear. Un ritmo muy rápido y acentuado mueve a la acción y al movimiento; un ritmo lento,
en cambio, favorece la relajación. Uno repetitivo puede enervar, deprimir o llevar a una especie de trance.
Se pueden asociar ritmos musicales a ritmos visuales.

El silencio: El silencio es la ausencia de sonido. A veces, los silencios, por contraste con la música, se cargan
de significaciones emocionales, simbólicas o culturales. Una larga pausa entre dos músicas es un medio de
unir al grupo que comparte el sentimiento de expectación y emoción ante lo que, en ese momento, ahí,
está pasando. Pero el silencio absoluto no existe, ya que los seres vivos, por el mero hecho de estarlo
producimos sonidos. Un ejercicio interesante es pedir a los alumnos que escuchen sus sonidos internos. Se
les pide que con las dos manos se tapen los ojos y con cada uno de sus pulgares los oídos, y que escuchen
“los sonidos de dentro”. Percibirán un pitido agudo (su tensión nerviosa) y por debajo, un zumbido grave
(el sonido de la circulación sanguínea).

Funciones de la música en el aula

Temas para iniciar y fomentar las actividades de motricidad

Un tema musical rítmico estimula el movimiento y la actividad muscular, por eso, en la fase de
entrar en calor o estimular a algún grupo somnoliento son buenos los temas de ritmo rápido o en las que
se usen instrumentos de percusión. Las obras que elijamos para este momento deben cumplir varias
funciones: han de permitir la descarga de las emociones, activar la actividad corporal e ir instalando
algunos elementos del contexto imaginario que vamos a proponer posteriormente. Así, se puede
ambientar la acción en distintos tiempos o espacios lejanos según escojamos, por ejemplo, música
espacial, danzas del Renacimiento, música de cine mudo, música de áfrica u oriente, etc.

Temas para inducir y facilitar la relajación

Una música lenta y con ritmo poco marcado tranquiliza e induce a la fantasía estética, por eso es
recomendable utilizar en estos momentos música tranquila, tanto clásica como de otro tipo. Funcionan
bien las “nuevas músicas”: Enya, Madredeus, etc. Ya que, dependiendo de la formación musical de los
alumnos, estos pueden no aceptar fácilmente ciertas piezas académicas, de más complejidad, aunque
siempre es recomendable incorporarlas.

Temas para crear un clima emocional

Aquí el número de temas que pueden utilizarse es infinito: composiciones académicas o populares que se
elegirán en función de las emociones que suscitan: amor, ira, miedo, alegría, etc… y que nos servirán de
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fondo musical para motivar a la expresión plástica. Son muy útiles, por sus connotaciones exóticas, las
músicas étnicas: africana, india, etc… Siempre es importante elegir temas instrumentales o en un idioma
desconocido, así evitamos el anclaje en un tipo de emoción que sugiere la letra, y dejamos aflorar las
sensaciones propias del estudiante.

Música como elemento disparador para la producción de imágenes

En este punto es necesario que el docente haga acopio de temas musicales que ayuden a evocar paisajes,
lugares, o bien remitan a contextos imaginarios, o provoquen analogías visuales, o sugieran un relato o
suceso. No deben tener letra, ya que entonces sería la letra la que sugiera la imagen visual y no la música.
Los temas musicales académicos del siglo XX y XXI, y muchas “músicas para la imagen” (para cine, teatro, o
simplemente evocativas) son adecuadas para esta experiencia.

Disparador de imágenes por analogía: significa que relacionamos un concepto musical (timbre, altura,
intensidad, ritmo, forma, textura, etc.) con un concepto visual (color, valor, punto, línea, ubicación
espacial, dirección, tamaño, forma, ritmo, textura visual y táctil, planos, figura-fondo, transparencia,
superposición, yuxtaposición, etc.)

Disparador de imágenes por remisión: significa que la música nos lleva a pensar en algo que vimos, que
vivimos, algún lugar o tiempo real o imaginario, una historia real o imaginario, personajes reales o
imaginarios, o bien nos remite a un concepto, una idea.

Disparador de imágenes por la letra: en éste caso debemos ser muy cuidadosos en la elección de los
temas musicales, ya que la letra de los mismos debe tener un valor poético o bien relatar una historia
interesante, que provoque distintas imágenes.

Temas para salir de la relajación

Los temas musicales que usemos para salir de la relajación han que tener un ritmo más movido,
pero no excesivamente rápido. Se eligen también en función de la emoción que movilizan: por ejemplo, si
en la relajación hemos hablado de la alegría, el cierre puede ser una canción de niños africanos en su
idioma nativo, en la que acaban riéndose y chapoteando en el agua. Cuando utilizo este tema, es común
que los alumnos salgan de la relajación sonriendo y que, durante un rato, mientras hacen las tareas,
canturreen la melodía.

Canciones para introducir la educación en valores

En ocasiones resulta muy efectivo aprovechar las canciones, cantadas en español, cuando la letra
remite a ciertos valores que se pretenden trabajar en el aula, como la equidad, la igualdad de género, la
solidaridad, etc. Así, por ejemplo, si queremos desarrollar la cohesión del grupo, la motivación y la
autoestima, podemos usar como cierre de la relajación un tema que hable de ello.

Si el objetivo es que acepten sin ansiedad los cambios que se están produciendo en su cuerpo, se
puede utilizar Cambia, todo cambia, de Mercedes Sosa:
Cambia lo superficial,/ cambia también lo profundo,/ cambia el modo de pensar,/ cambia todo en este
mundo./ Y lo que cambió ayer/ tendrá que cambiar mañana,/ así como cambio yo/ en estas tierras lejanas.
Cambia todo cambia,/ cambia, todo cambia… etc.
(Mercedes Sosa. 30 años. Cara 1, corte 4.)
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A veces, algunas joyas musicales sirven al mismo tiempo para ambientar el contexto imaginario, trabajar
los valores e introducir contenidos.

Temas para fondo musical y concentración.

La música que suena mientras los alumnos realizan sus tareas no debe tener letra o en su caso,
estará cantada en un idioma no conocido. Ha de ser suave y tranquila, pero elegida con toda la intención
para facilitar la actividad que les hemos propuesto. Hay que evitar que el fondo musical sea algo anodino, o
un ruido más. En estos momentos de trabajo individual la música favorece la concentración.

Música para cerrar la sesión


Tiene como finalidad marcar el final de la actividad, la salida. Ha de ser una “despedida hasta el
próximo encuentro” y debe favorecer los sentimientos de unión entre los miembros del grupo, así como
ayudar al orden y la limpieza del salón. Por eso son muy adecuados los ritmos de danzas circulares, por
toda la carga simbólica que conllevan: como ejemplo podría servir, Zorba el griego, de Teodorakis. También
pueden ser canciones y ritmos muy alegres.

Finalmente hay que tener en cuenta que la música, igual que los otros recursos que utilizamos en clase,
debe mantener respecto a los alumnos “la distancia óptima”, es decir, no estará tan lejos de su universo
cultural y de su capacidad intelectual que estos no puedan entenderla ni apreciarla; pero tampoco será tan
conocida que queden atrapados por ella. Los temas y las canciones han que seguir la norma general de ni
tan cerca ni tan lejos. Deben remitir a algo conocido y, al mismo tiempo, sonar a algo nuevo, ya que la
música desconocida provoca reacciones más profundas. Cuando usamos, por ejemplo, la banda sonora de
una película de moda, ésta evocará todo el universo narrativo del film y, si no lo hemos controlado,
interferirá con el contexto imaginario que nosotros estamos proponiendo. Pero si lo utilizamos bien, el
contraste entre uno y otro puede ser muy efectivo. Por otra parte, los temas musicales se gastan, por eso
hay que reponerlos y variarlos. Es bueno trabajar con temas nuevos cada trimestre. Este cambio sirve para
marcar el paso del tiempo y el crecimiento personal de los alumnos.

El uso de sencillos instrumentos musicales

Además de música grabada, es muy sugerente, utilizar algún tipo de instrumento musical sencillo
del que se disponga, tales como campanitas, cuencos tibetanos o japoneses, tambores, palos de agua,
crótalos, triángulos, claves , cajas chinas, sistros , cascabeles, castañuelas, reclamos de aves , etc.
Siempre serán utilizados por el profesor, como un elemento casi ceremonial, durante la relajación o para
salir de ella. Pueden ser muy útiles para marcar un momento intenso, para crear una atmósfera sonora o
un efecto de sonido especial. El timbre agudo y cristalino de los crótalos o triángulos, usados en el
momento oportuno, elevan la autoconciencia y la concentración; la profunda resonancia y la riqueza de
armónicos de los cuencos tibetanos favorecen una relajación profunda; el palo de lluvia puede ser muy
tranquilizador; etc. Pero hay que recordar que para que estos instrumentos sencillos sean realmente
efectivos no conviene abusar de ellos.

Apunte armado por la profesora Silvia Hedman en base al siguiente texto:

Usos de la música en el Modelo QuadraQuinta Por Natalia Bernabeu Morón en www.quadraquinta.org

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