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DOCTRINA KANTIANA DE

LOS PRINCIPIOS TRASCENDENTALES

"
EDICIONES ORBIS, S. A.
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Chile. Paraguay y Uruguay

CID·
LOS DISTINTOS MODOS
PREGUNTAR POR COSA

1. EL PREGUNTAR FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO

En estas lecciones planteamos una pregunta de las que pertenecen al


ámbito de las. preguntas fundamentales de la metafísica. Reza así:
({¿Qué es una cosa?». La pregunta ya es vieja. Lo único permanente-
mente nuevo en ella, es que debe ser renovadarnente preguntada.
"Acerca de esta pregunta ¡¡¿Quées una cosa?», se podría iniciar por de
pronto una amplia conversación, aun antes de que esté realmente plan-
teada. Estaría justificado en qerto sentido, ya que la filosofía está en ~
situación desfavorable cada vez que comienza. No así las ciencias; ellas
siempre poseen, a partir del representar, del opinar y del pensar cotidia-
nos, un acceso y un tránsito inmediatos. Si se toma como única medida
de todas las cosas el representar cotidiano, entonces la filosofía será
siempre un desvarío. La comprensión de este desvarío de la actitud pen-
sante, sólo se puede lograr por un desplazamiento repentino. Por el con-
trario, las exposiciones científicas pueden comenzar inmediatamente
con la presentación de su objeto. En este caso, el plano elegido no se
abandona más, aun cuando las preguntas lleguen a ser cada vez más
complejas y difíciles.
La filosofía, al contrario, varia constantemente sus puntos de vista y
sus planos. En ella, por eso, no sabe uno con frecuencia en qué se está.
Para que esta confusión inevitable y a menudo saludable, no se acentúe
demasiado, es necesaria una reflexión preliminar sobre aquello que
debe ser preguntado. Por otro lado, esto trae consigo el peligro de que se
hable extensamente de la filosofía, sin pensar conforme a su manera.
Emplearemos esta primera lección, y sólo ésta, en reflexionar sobre
nuestro propósito.
La pregunta reza: «¿Qué es una cosa?» Se presenta en seguida una
duda. Se siente uno tentado a decir: usar y gozar las cosas disponibles,
apartar las cosas que obstaculizan, proveerse de las cosas necesarias, ciplin§¡ No es una disciplina, porque aunque el escolar es en
...........-
todo eso tiene sentido; pero no se puede hacer nada con la pregunta ciertos limites imprescindible, nunca es sobre todo porque en
«(¿Qué es una cosa?», Así es. Con ella no se puede hacer nada. Entende- la filosofía cualquier cosa a una división del se vuelve
ríamos muy mal la pregunta si quisiéramos demostrar que con ella se en seguida sin sentido. Por eso queremos mantener separado de la pala-
puede hacer algo. No; con ella no se puede hacer nada. Esta afirmación bra «metafísica». en lo posible, todo lo que se le adhirió histórícamente.
acerca de nuestra pregunta es tan verdadera, que la debemos entender Significará para nosotros sólo aquel por el que se corre especial
hasta como una determinación de su esencia. «(¿Qué es una cosa?» Es peligro de caer en el pozo. Luego de esta podemos
una pregunta con la que no se puede hacer nada. En verdad, no es nece- ahora caracterizar nuestra pregunta con más precisión. ;,Qué es una
sario decir más acerca de esta pregunta. cosa?
Dado que esta pregunta es ya muy vieja, tan vieja como el comienzo de
la filosofia occidental en la Grecia del siglo VIl a. C' será útil caracterizar
o

brevemente la pregunta también en su aspecto histórico. la tradición


nos ofrece una pequeña historia acerca de esta pregunta. Platón la ha
conservado en su diálogo Teeteto (174 a sq.): «wcrm:p KCd. 8a.t...í"¡v úcrpo-
vouoñvrc... xcl dvw pMn:ov-ra, necóvta Ei~ epécp, 8pa.T'tá. n~ S¡l¡lü...T¡~
xci xapíwcra t}Epaica.lví~ un:OC'Kw~m Akwcm úx; "tu ¡l8V év o0pa.vw Por de pronto: ¿En qué pensamos cuando decimos «una cosa»? Menta-
n:POODllOtto eiS¿vat, "tu Mj.J.n:pocrBev aU'toi3 xni n:apa n:ÓÓUC; AuvBáv01 mos un trozo de madera, una piedra; un un una
uúróv. una lanza; una tuerca o un alambre; pero también al gran vestíbulo
«8.e cuenta de Tales. que mientras se ocupaba de la bóveda celeste y una estación lo llamamos una «cosa inmensa»: lo mismo a un
miraba hacia arriba, cayó en un pozo. A raíz de eso, una ingeniosa y bo-
nita criada de Tracia se burló de él, y dijo que pretendía apasionada-
rr:ente llegar a conocer las cosas del clelo, mlentras se le ocultaba aque-
- gante. Hablamos de las múltiples cosas que en una pradera estival:
de los pastos y hierbas, de las mariposas los insectos;ambién llama-
mos cosa aquella cosa en la pared -es decir. el cuadro- y un escultor
,l¿o que tenía ante sus pies y sus naricest tiene en su taller varias cosas acabadas e inacabadas.
Platón agrega al relato de esta historia la frase: Al contrario, dudamos ya llamar cosa al número 5. No se puede tocar
«rcúróv ce UPKBi C'KWJlJlU ¿ni náv,ac; 0001 ¿v ¡pv..ocrb<pía btáyoU(Jl)), ni oír el número. Del mismo modo, no se considera cosa la frase «Hace
"La misma burla se aplica a todos los que se ocupan con la filosofía». mal tiempo», y tampoco la palabra aislada «casa». Diferenciamos
De ese modo, tendríamos que caracterizar la pregunta «¿Qué es una sarnente la cosa «casan y la palabra que la nombra. Tampoco considera-
cosa?». como una pregunta de la cual las criadas se ríen. Y una criada mos como cosa una actitud y una que asumimos o abando-
también debe tener de qué reírse. namos en una oportunidad cualquiera.
Sin notarlo, hemos llegado, por la caracterización de la pregunta por la Pero si, por ejemplo, en alguna parte se urde una deci-
cosa, a una indicación sobre la índole de la filosofía que plantea aquella mos sin embargo: «Pasa alguna cosa rara.» no mentamos ni trozos
pregunta. La filosofia es aquel pensar con el cual esencialmente no se de madera, ni utensilios, ni cosas semejantes. Ysi para una decisión
puede hacer nada. y del cual las criadas necesariamente se ríen. que "tener en cuenta sobre todo esas cosas", las otras cosas, que se ex-
Esta determinación del concepto de la filosofía no es una mera broma, cluyen, no son piedras y cosas por el sino otras consideraciones y
sino que invita a reflexionar. Hacemos bien en acordarnos, ocasional- decisiones. Tampoco cuando que «las cosas no andan bien».
mente, de que tal vez en nuestra marcha podemos caer alguna vez en un Ahora usamos «cosa)) en un sentido más amplio oue al comienzo de la
pozo, en el que tardaremos en encontrar el fondo. inumeración, es decir, en el sentido que nuestra D~labra alemana (Djna)
Todavía nos queda por decir ahora por qué hablamos de las preguntas tenía al principio. «Dingn 1 significa lo mismo que «tJ1.i"1Q1l: causa judicial,
fundamentales de la metafísica. Esta palabra "Metafísica») indica aquí tratatíva, asunto en general. Lo mismo cuando «pasamos las cosas en
s;?lamente que las preguntas que se tratan están en el núcleo y en el cep-
rro de la filosofía. Con «metafísica)), no estamos aludiendo a una disci- ~ Cosa, del latín causa, <causa. motivo, asunto, cuestión>, ue en latin vulgar paniendo
d¡=l sequnco slgnll1caao tomo e senn o e "cosa" va en e S1910 IV ce nuestra el.!l';;l. Coromi·
plina especial dentro de la filosofía, a diferencia de la Lógica o de la nas, Breve Dtcaonerio Etimológico. CL también M. Heidegger, Voruáge und Auisetze, pág.
2ti'::;" Er. la filosofía no hay disciplinas ¡2orgu") ella misma DO es Jl~is- 172 Y siguientes.
UmpIO)) , o cuando el dicho dice: «No hay que apurar las cosas.» Todo, 2. Cosa en el sentido de lo antedicho pero además, planes, decísío-
aun lo que no es madera piedra, sino tarea y empresa, necesita su ~s, reflexiones, mentalidad, hechos lo histórico
tiempo. a quien las cosas van es aquel que tiene en orden sus 3. To0do esto, y además todo lo otro que es un algo cualquiera y nc
asuntos, y trabajos.
~
Ya está claro: comprendemos la oalabra ~cosa~ en dos significadQ¡¡" Los límites en los que fijamos el significado de la palabra cosa, SOl"'
uno más restringido y otro más amplio. Cosa en el sentido más restrín- siempre arbitrarios. Conforme a ellos cambia el ámbito y la dirección de
gi:;to es lo tangible, visible, etc., lo presente fáctico (Vorhandene) cli,a nuestro preguntar.
en sentido más amplio es todo asunto dispuesto de una u otra mane¡a, Entender la palabra cosa en su primer significado (más restringido),
,.,las cosas que ocurren en elllMundoll, acontecimientos, suceso§iPor úl- está más cerca de nuestro uso actual del lenguaje. De acuerdo a éste,
timo, hay todavía un uso de la palabra en el sentido más amplio posi- cada una de esas cosas (piedra, reloj, manzana, rosa) es siempre algo,
sentido se hace ya mucho tiempo y se hizo usual so- pero no todo 'algo (número 5, la suerte, la valentía) es una cosa.
bre todo en la filosofía del XVITI. De acuerdo a él, habla por ejemplo En la pregunta «¿Qué es una cosa?», nos atenemos al primer signifi·
!$ant de "cosa en si», distinguiéndola de «cosa para nosotros)), es decir, cado. No sólo por cierto para quedamos en la proximidad del uso lin-
de la cosa como {<fenómeno». Una cosa en sí es aquella que no nos es güístico, sino también porque la pregunta por la cosa, aun cuando se 12
accesible por la experiencia como lo son las piedras, las plantas y los entienda en sentido amplio y en eernas amplio, apunta generalmente a
ammaJes. Toda cosa para nosotros es como cosa también cosa en sí, es este ámbito más estrecho, y parte de él. Preguntando: «¿Qué es una
decIr, es conocida absolutamente en el conocimiento absoluto de Dio;; cosa?» nos referimos ahora a las cosas a nuestro alrededor. Dirigimos
pero no toda cosa en si es una cosa para nosotrgsJUna cosa en sí es ,Por nuestra mirada a lo más próximo, a lo asible. Al hacerlo, se ve que hemos
Dios, entendiendo la palabra como la entiende Kant, en aprendido evidentemente algo de la burla de la criada. Ella quiere decir
el sentido de la cristiana. Cuando Kant dice que Dios es una que ante todo hay que tener los ojos bien abiertos a lo que nos rodea.
cosa, no quiere decir sea una giga.'1tesca formación gaseosa,
que actúe en parte oculta. (Cosa) significa aquí. según un uso
estricto del lenguaje, nada más que (¡algo» tal como no es naq.atfLa pa-
labra y el concepto «Dios» nos permiten pensar algo, pero no podemos 3. EL CAR.Á.CTER DISTINTO DE LA PREGUNTA POR LA COSID,¿D,
experimentar a Dios mismo corno a esta tiza, sobre la que enunciamos FRENTE A LOS MÉTODOS CIENTÍFICOS Y TÉCNICOS
entre nosotros como por ejemplo: .Suelta cae con una
determinada velocídad.»
Dios es una cosa en tanto es en general algo, una X. Así también el Sin embargo, tan pronto como nos disponemos a determinar estas co-
número es una cosa, lo mismo que la fe y la fidelidad. Del mismo modo sas, nos sentimos perplejos. Pues todas estas cosas están determinadas
es el > <', el «Y~, el ¡IO...o». de hecho ya hace mucho, y si no lo están, hay métodos seguros (cien-
Planteemos ahora otra vez nuestra pregunta: -¿Qué es una cosa?" Se cias) y modos de proceder, por los cuales se llega a eso. Lo que es una
ve en que la pregunte no está en orden porque aquello que es piedra nos lo dicen con la mayor facilidad y exactitud la mineralogía y 12
cuestionado, la cosa, varia en su significación; porque justamente lo química, lo que es una rosa y un arbusto nos lo informa con seguridad la
que se quiere cuestionar debe estar suficientemente determinado en si botánica, lo que es una rana y un halcón nos lo dice la zoología; sobre 10
ser cuestionado correctamente. «¿Dónde está el perro?» Ni que es un zapato o una herradura o un reloj nos dan la mejor información
empezar a buscar «el perro», si no sé si es el perro del vecino o especializada el zapatero, el herrero y el relojero.
es una cosa? ¿Cosa en qué sentido, restringido, amplio, Nos percatamos de que con nuestra pregunta siempre llegamos tarde,
o en el más I;?iferenciamos los tres significados, aun cuando,~l y que nos vemos remitidos en seguida a informantes que tienen prepa-
o de delimitación oueda todavía . rada una respuesta mucho mejor, o que por lo menos tienen experiencias
Cosa en el sentido de 10 objetivamente DIeS8nte (des voibenae- y métodos para darnos rápidamente tales respuestas. Esto no es más
Hiedra, trozo de madera, tenaza, reloj, manzana, pedazo de pan; que una confirmación de lo que ya habíamos concedido, es decir, que

avispa...
.
las cosas animadas y las inanimadas, rosa, arbusto, haya, pino, lagarto, con la pregunta ((¿Quées una cosa?» no se puede hacer nada. Pero como
nos proponemos explicar esta pregunta, sobre todo en relación a las co-

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sas más próximas, es necesario aclararqué es lo que aún queremos sa- piedra, lo que es un lagarto que se escurre sobre ella, lo que es una
ber a diferencia de las ciencias. hierba que crece a su lado, lo que es un cuchillo que tenemos en la mano,
Con nuestra pregunta ((¿Qué es una cosa?» no queremos saber aparen- sentados en la hierba. Queremos saber eso, algo que tal
temente qué es un granito, un sílex, una piedra calcárea, o una arenisca, vez ni los minerólogos y botánicos, ni los ni los cuchilleros
sino qué es la piedra como cosa. No queremos saber cómo se diferencian ren saber, aunque crean que quieren mientras en el fondo
musgo, helechos, hierbas, arbustos y árboles, y lo que cada uno es, sino quieren otra cosa: favorecer el progreso de la ciencia, o satisfacer el ansia
lo que es la planta como cosa, y lo mismo nos ocurre con los animales. de descubrimientos, o mostrar la utilidad técnica de las cosas, o ganar
Tampoco queremos saber lo que es una tenaza a diferencia de un marti- su sustento. Eso queremos saber, lo que no sólo no sa-
llo, un reloj a diferencia de una llave, sino lo que son estos utensilios e ber, sino que tal vez nunca saber, a pesar de toda
instrumentos como cosas. Por cierto, no es de por sí claro lo que quere-
mos decir con esto, pero una vez que concedemos que se puede pregun- bilidad a~t~~¡~;~~~~;ff;~:~:~~~~;;=U:~:~
Por cierto no
tar de este modo, entonces subsiste evidentemente una exigencia: que como tampoco nuestra duda acerca del poder el querer saber de la
J2Qra saber lo que las cosas son tenemos que atenemos a los hechos ya ciencia no se dirige contra la actitud o mentalidad de personas indivi-
qU exacta observación. Lo que las cosas son no se puede inventar en el duales, ni mucho menos contra la utilidad y la necesidad de la ciencia.
escritorio, ni prefijar por afirmaciones generales. Sólo se decide en los la- La pretensión de saber qué encierra nuestra pregunta es modo
b.9ratonos de investigación de la ciencia y en los talleres. Si no nos ate- de arrogancia que está en toda decisión esencial. Ya conocemos
nemos a eso quedamos expuestos a la burla de las criadas. Preguntamos esta decisión, lo que no quiere decir que ya la hayamos asumido plena-
por las cosas, pero pasamos por alto los datos y las ocasiones que según mente. Se trata de decidirse si queremos saber aquello con lo cual no se
la opinión general nos proporcionan la información adecuada sobre to- puede hacer nada. Si renunciamos a este saber y no la pre-
das estas cosas. gunta, todo quedará como está. Sin esta pregunta aprobaremos igual
En efecto parece así. Con nuestra pregunta ({¿Qué es una cosa?» no pa- nuestros exámenes, y tal vez mejor. Por otra parte, si planteamos esta
samos por alto sólo las piedras y los minerales individuales, las plantas pregunta, no nos convertiremos de la noche a la mañana en mejores bo-
individuales y sus especies, los animales individuales y sus especies, tánicos, zoólogos. historiadores, o médicos. tal vez nos
los utensilios e instrumentos individuales. Hasta pasamos por alto los convertiremos en mejores o -hablando con cautela- en todo caso en dife-
ámbitos de lo inanimado, lo animado y 10 instrumental, y sólo queremos rentes maestros, médicos y jueces, aun cuando -en la
saber: ",Qué es una cosa?» En tanto preguntamos de este modo, busca- no se puede hacer nada con la pregunta.
mos aquello que hace que la cosa como cosa, no como piedra ni como No queremos ni sustituir ni las ciencias con nuestra preguI'lta.
maC:'2~3.. sea taL lo que cosifica y condiciona (be-dínifl)l la cosa. No pre- Sin embargo, quisiéramos colaborar en la de una decisión.
guntamos por una cosa de especie determinada, sino por la cosidad de la Esta decisión reza: ¿Será la ciencia una medida para el saber, o un
cosa Aquello que cosifica y condiciona la cosa como cosa, no puede ser a saber en el que se determinará el fundamento y el limite de la ciencia y
su vez una cosa. es decir. algo cosificado, condicionado (Bedingtes). La con ello su verdadera eficiencia? auténtico saber será necesario,
casidad debe ser algo no cosificado, incondicionado (Un-bedingtes). para un pueblo histórico, o se de él y con
Con la pregunta «¿Qué es una cosa?» preguntamos por lo no cosificado, otro?
incondicionado. Preguntamos por lo asible que nos rodea, y al hacerlo -__ Pero las decisiones no se elaboran hablando sobre ellas, sino creando
nos distanciamos todavía mucho más de las cosas más próximas que Ta- situaciones y asumiendo posiciones en las que la decisión se vuelve ine-
les, quien sólo miraba las estrellas. quisiéramos llegar, más allá de estas ludible Situaciones y decisiones en las que el no tomar decisión, sino
cosas. de toda cosa. a lo no cosificado, incondicionado. allí donde no hay eludirla. es una de las decisiones más esenciales.
cosas que sirvan de fundamento y sostén. Lo característico de estas decisiones es que ellas se preparan por un
Sin embargo, sólo planteamos esa pregunta para saber lo que es una preguntar, con el que no se puede hacer nada el juicio corriente y
la perspectiva de las criadas. Este preguntar parece siempre ser un
1 Hemos traducido be-dingt como «cosíñca y condiciona. para que resuenen sus dos "querer saber mejor». frente a las ciencias. una
senudcs, el usual (Bedingung, condición; bedingen, condicionar) y el que extrae Heidegger diferencia de grado dentro del mismo ámbito. Pero con nuestra pregunta
de la cornposicíón be-dinq, aprovechando la raíz ding y el prefijo be- (carácter de transítí-
vidad) estamos fuera de las ciencias, el saber al que tiende nuestra pre-

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gunta no es ni mejor ni peor, sino completamente diferente. Distinto de Descartemos ahora estas distintas concepciones sobre nuestras rela-
la ciencia, pero también de aquello se llama «concepción del ciones con las cosas y sobre la verdad de estas relaciones. Pero por otra
mundo»
parte no debemos olvidar que de ningún modo es suficiente invocar la
verdad y la seguridad de la experiencia cotidiana. Precisamente, si la
experiencia cotidiana lleva en sí una verdad, y aun una verdad de pri-
mer orden, ésta debe ser fundamentada, es decir, su fundamento debe
4.~~~~=j ser puesto como tal, concedido y asumido. Loque será tanto más necesa-
rio cuando se ponga de manifiesto que las cosas cotidianas muestran to-
davía otro aspecto. Lo muestran desde hace mucho, y nos lo muestran
hoy en una amplitud y un modo que apenas hemos comprendido y me-
La pregunta; Qué es una cosa? parece ahora aclarada. Por lo menos re- nos asumido.
suelta en sus grandes rasgos: L 10 que fue puesto en cuestión; 2. aque!10 Un ejemplo corriente: el Sol se pone detrás de la montaña, un disco
~por lo que se pregunta con respecto a 10 cuestionado. Lo cuestionado e§. resplandeciente con un diámetro que tiene como máximo de medio me-
la {(cosa)) en su significado estrecho que nos remite a lo presente fáctico tro a un metro. No es necesario describir ahora todo lo que este Sol es
• (Vorhandene'lAquello que preguntarnos e inquirimos acerca de la cosi" para el pastor que retoma con su rebaño desde el campo; es el 801 real,
es la cosídad, que determina a la cosa como tal a ser una cosa. ese que el pastor espera ver la mañana siguiente. Pero el Sol real ya de-
A pesar del ordenamiento de la pregunta volveremos a encontramos sapareció pocos minutos antes; lo que vemos es sólo una apariencia cau-
perplejos si intentamos determinar esta cosidad de la cosa. ¿«Dónde)) sada por determinados procesos ópticos. Pero esta apariencia es tam-
captamos, pues, la cosa? Además, no encontramos en lado «la bién sólo apariencia, pues en «realidad» -así decimos- el Sol-dose pone;
cosa", sino siempre la cosa individual. ésta o aquélla. ¿Por es así? no se mueve sobre la Tierra y a su alrededor, sino que, a la inversa, la
¿Será porque nosotros chocamos casi siempre y en forma inmediata con Tierra se mueve alrededor del Sol. A su vez este Sol no es el último centro
lo individual, extrayendo y abstrayendo luego lo general, en este caso la del cosmos. Pertenece a sistemas más amplios, que hoy conocemos
cosídad, de lo individual? es que esto, encontrar siempre sólo cosas como sistemas de la Via Láctea y galaxias, que son de un orden de mag-
individuales, proviene de las cosas mismas? ¿Y si este salirnos al en- nitud frente al cual la extensión del sistema solar debe considerarse
cuentro proviene de las cosas, se basará en algo razonable o en un capri- como algo diminuto. Y el Sol que diariamente sale y se pone se enfría
cho ccasional? nos salen al encuentro como individuales, porque cada vez más; para conservar el mismo calor nuestra Tierra debía apro-
ellas en si. como cosas que son, son individuales? ximársele cada vez más; pero lo que hace es alejarse. Esto nos arrastra
Nuestra experiencia y nuestra opinión cotidiana de las cosas se incli- hacia una catástrofe, por cierto que en lapsos en comparación con los
nan sin duda hacia esto último. Antes de proseguir la marcha de nuestro cuales los pocos milenios de la historia humana sobre la Tierra no repre-
preguntar, es necesario intercalar una consideración sobre nuestra ex- sentan ni un segundo.
periencia cotidiana. Ni mediata ni inmediatamente hay una razón con- ¿Cu~l. es el Sol real? ¿Cuál es el verdadero. el Sol del pastor o el Sol del
sistente para poner en duda nuestra experiencia cotidiana. Por cierto, no astrónomo? ¿O es que la pregu.nta está mal planteada, y sí es así. por
basta afirmar simplemente que lo que la experiencia cotidiana nos qué? ¿Cómo se puede resolver esto? Evidentemente es necesario saber
muestra de las cosas es lo verdadero. Tampoco basta afirmar de un qué es una cosa, qué significa ser-cosa, y cómo se determina la verdad
modo aparentemente más crítico y cauteloso que como hombres indivi- de una cosa. Ni el pastor ni el astrónomo pueden informar sobre estas
duales somos propiamente y yoes individuales, y que lo que re- preguntas; ellos no pueden ni necesitan plaI1tear las preguntas para ser
presentamos son sólo imágenes subjetivas que llevamos en nosotros, y "8 hecho lb que son.
que nunca salir hacia las cosas mismas. A su vez, esta concep- Otro ejemplo: El físico y astrónomo inglés Eddínqton habla de su
en caso de ser no se supera con decir como se dice ahora en mesa y dice que toda cosa de esta especie, mesa, silla, etc., tiene un do-
de «yo», «nosotros», la comunidad en lugar del individuo. ble. La mesa número 1 es la mesa conocida desde la infancia, la mesa
Aun así queda todavía la de que sólo intercambiemos imá- número 2 es la mesa «científíca». Esta mesa cientifíca, es decir, la mesa
genes subjetivas de las cosas, que no serán más verdaderas por ser inter- que la ciencia determina en su cosídad. no consiste, según la actual fí-
cambiadas colectivamente. sica atómica, de madera, sino en su mayor parte de espacio vacío; en
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este vacio hay cargas eléctricas esparcidas que se mueven con gran ve- lagarto, la hierba y el cuchillo son ero cada caso concreto cosas aisladas.
locidad en distintas direcciones. ¿Cuál es, pues, la mesa verdadera? ¿La Además: la piedra es una piedra completamente individualizada, preci-
número 1 o la número 2, o ambas son verdaderas? ¿En qué sentido de samente ésta; el lagarto no es el en sino precisamente
verdad? ¿Qué verdad.media entre ambas? Debe haber entonces una ter- éste, y así también la hierba y el cuchillo. No hay una cosa en general,
cera verdad, en relación a la cual la número 1 y la número 2 son verdade- sino sólo cosas particulares, y las particulares son además en cada caso
ras a su modo, y presentan modificaciones de la verdad. No podemos és- concreto éstas. Toda cosa es un esto concreto y no otro.
capamos por el camino que se toma cómodamente diciendo: lo que se Imprevistamente tropezamos con algo que pertenece a una cosa como
afirma sobre la mesa científica número 2, y las galaxias, y el Sol que se cosa. Es una distinción que las ciencias dejan de lado. aunque parezcan
enfría, son sólo puntos de vista y teorías de la física. A esto hay que repli- ser aquello que más se aproxima a las cosas con su afán por los hechos.
car: sobre esta física se fundan nuestras presas, los aviones, la radio y la Un botánico al examinar las flores labiadas no se ocupa nunca de una
televisión, toda la técnica que ha transformado la Tierra, y con ello, más planta particular en cuanto ésta ella es siempre sólo un ejem-
de lo que se sospecha, al hombre. Éstas son realidades, no teorías, que plar. Lo mismo ocurre con los animales. por ejemplo las innumerables ra-
sostienen algunos investigadores «alejados de la vida». ¿O es que se nas y lagartijas que son sacrificadas en un instituto. La ciencia pasa por
quiere tener la ciencia todavía más cerca de la vida? Creo que está ya tan alto el «esto concreto» que distingue cada cosa. ¿Tendremos, pues, que
cerca que nos aplasta. Más bien precisamos una adecuada lejanía para considerar las cosas en este aspecto? Debido a la innumerable cantidad
alcanzar otra vez el distanciamiento y poder medir qué es lo que nos de cosas no llegaremos nunca a un término. y repetiremos continua-
pasa como hombres. mente afirmaciones sin importancia Sin embargo. no nos en
Nadie lo sabe hoy. Por eso debemos preguntar y repreguntar para sa- forma sucesiva y exclusivamente a las cosas particulares, a estas cosas
berlo, o siquiera para saber por qué y hasta qué punto no lo sabemos. concretas, sino a la determinación general de cada cosa de ser un "esto
hombre y los pueblos han entrado sólo en este cosmos a tropezones, para concreto»: a la estidad concreta (Jediesheir), si se nos permite esta ex-
ser arrojados luego de la misma manera? ¿O no? Lo que por mucho presión.
tiempo importará todavía será algo más provisional: Antes debemos «<2ada cosa es un esto concreto y no otro.}) ¿ Tendrá esta afirmación una
ap[ende[nuevamente a preguntar. Esto sólo ocurre cuando se plantean validez sin excepciones? Hav cosas elle no se diferencian unas de otras,
preguntas, por cierto no preguntas cualesquiera. Elegimos la pregunta: e<¡sasexactamente iguales. dos cubos o dos hojas de nino. Que no node-
«¿Qué es una cosa?» Ahora se ve que las cosas están en el ámbito de dis- mas distinguir en nad2\ P.odríamos decir ahora' el hecho de que no poda-
tintas verdades. ¿Qué es la cosa para que le pase eso? ¿Desde dónde de- mos diferenciar dos cosas exactamente iGuales no Guiere decír que nQ
bemos decidir la cosidad de la cosa? Tomemos como punto de referencia sean diferentes en último término. Pero aun cuando se admita que dos
la experiencia cotidiana, con la reserva de que también su verdad exi- cosas particulares son absolutamente iguales, sin embargo cada una es
girá un día una fundamentación esta cosa concreta, pues cada una de las dos de pino está en dis-
tinto lugar, y si ocupasen el mismo eso sólo podría acontecer en un
instante distinto. L:JCalización e instante hacen aue dos cosas ab;
mente iguales sean estas concretas. es decir. diferentes. Pero en tant!J
5. PARTICULARIDAD Y ESTIDAD CONCRETA' ESPACIO cada cosa tiene su localización v su instante v su du"::>ri0n pl¡nCa hay
Y :rIEMPO COMO DETERMINACIONES DE LA COSA dos cosas iguales. La momentaneidad (Jeweiligkeitl de las localizacio-
~es y su multiplicidad está fundada en el espacio. v la rnomentaneidad
de los instantes en el tiemps, El carácter fundamental de la cosa, es de-
En la experiencia cotidiana tropezamos siempre con cosas particula- cir.Ia determinación esencial de la cosidad de la cosa de ser un esto con-
res. Después de la reflexión intercalada anteriormente, retomamos con creto, se funda en la esencia del espacio y del tiempo.
esta indicación el camino de nuestra pregunta. Por eso, nuestra pregunta es la cosa?" las preguntas:
Las cosas son particulares. Esto quiere decir por lo pronto: la piedra, el «¿Qué es el espacio?»: «¿Qué es el Es corriente que nos .íncline-
mos a nombrarlas juntas. Pero y por espacio y están
1. Nos hemos perrnitido este neologlsrno «estidad concreta- para el neologismo alemán recíprocamente acoplados? realmente acoplados, extrínseca-
Jediestieit, compuesto de dies. esta/e/o. je. que Significa la individualidad temporal y heit;
-idad. mente con-juntos e intercalados, o están originariamente unidos?

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gen de una raíz común, de un tercero, o más bien de algo primero, que no dura; la puerta está cerrada. Pero tales cornprobacíons¿ no nos llevan a
es ni espacio ni por ser más originariamente ambos? Nos ocupa- nuestra meta. Quisiéramos considerar las cosas en ('11;::¡ntQ a $11 cosjda d
rán estas y similares prequntas, es decir, que no nos daremos por satisfe-
chos de que espacio y y de que a ambos se los una con el to-
..
es decir, en cuanto aquello que mesumiblemente conyjene a todas las
cosas y a cada cosa como t"l.!, Si las consideramos asi encontraremos: las
lerante «y" -espacíc y como a perro y gato. Para fijar estas ~sas son particulares, una puerta, una tiza, un pizarrón, etc. Ser, pues,
preguntas un titulo las llamaremos (a pregunta espacio-temporal. particular es evidentemente un rasgo general y permanente de las co-
Usualmente entendemos espacio-temporal una determinada ex- sas. Si miramos con más detención encontramos además: Estas cosas
tensión de y decimos: en el espacio temporal de cien años; sólo particulares son estas concretas, esta puerta, esta tiza, estas cosas aquí y
aludimos con ello a Junto a este uso corriente del len- ahora, no aquellas del aula 6, ni las del semestre anterior.
fructífero para la usaremos la expresión espacio-tempo- Ya tenemos así una respuesta a nuestra pregunta (el Qué es una cosa?».
ral en un sentido que apunta a la íntima unión de tiempo y espacio. La "Una cosa es siembre un esto concreto.» Tratemos de comprender con
.- ,j

pregunta dicha se dírícírá al «y». El hecho de que ponga- mB.S exactitud en qué consiste el carácter esencial de la cosa que hemos
mos como término determinante el tiempo, diciendo espacio-temporal y ~ncontrado. Resulta que la mencionada caracteristica de las cosas, ser
no tiempo-espacial, indica que en esta pregunta el tiempo desempeña estas concretas, un ((esto concreto;>, está en conexión con el espacio y el
especial. Esto no de níncuna manera que el espacio se tiempo4Cada cosa es ínconfundiblernents esta concreta y no otra, por su
derivar del ni que sea frente a él algo de rango secun- momentánea posición espacial y temporal. Sin embargo, surgen dudas
dario. si al relacionar las cosas a una momentánea posición espacial y temporal
Le meaunta .¿Qué es una cosa?» incluve en sí la pregunta acerca de se dice algo sobre ellas mismas. Tales indicaciones de sitio e instante
uées el espacio-temporal, la enigmática unidad de espacio y tiempo en conciernen sólo. iCI fin, al marco en el que las cosas están, y al cómo, es
la que aparentemente se determina aquel carácter fundamentar de la decir, al dónde y al cuándo de su estar. Se podría señalar que cada cosa
cosa, ser solo un esto concreto.!, -tal como la conccemos- tiene siempre su posición espacial y temporal y
.. Puesto que la caracterización dada de la cosidad de la cosa también que por lo tanto esta relación de la cosa al espacio y al tiempo no puede
provoca dudas, no podemos por eso mismo eludir la pregunta por la ser arbitraria. ¿Estarán las cosas necesariamente en esta relación espa-
esencia del espacio y del Decíamos: localización e instante con- cio-tiempo, y cuál será el fundamento de esta necesidad? ¿Estará este
vjerten también a las cosas absolutamente iguales, en estos concretos, fundamento en las cosas mismas? SI éste fuera el caso la mencionada ca- •
es decir, concretamente distintosjPero, en general, ¿son espacio :L racterística tendría que decirnos algo sobre las cosas mismas, sobre la
tiemoo determinaciones de la cosa misma? Se dice que las cosas están cosidad.
e.,n verdad en el espacio y en el tiempo. Espacio y tiempo son un marco, Sin embargo, urca primera imnresión nos dice que espacio v tiemQo
,un án1bito de ordenación, con cuya ayuda fijamos e indicamos la Iocalí- son algo «exterior, a las cosas. ¿Nos engañará esta impresión? Veamos
lación y el instante de las cosas particularesAPodrá ocurrir que toda !pejor. Este trozo ce tiza: El espacio -mejor dicho el esoacio de esta aula-
cosa, si es determinada con respecto a su sitio y a su tiempo, sea esta rodea esta cosa, si se nos permite hablar, a falta de una expresión mejor,
concreta, inconfundible con otra. Pero éstas sólo son determi- de un «rodear». Decimos que este trozo de tiza ocupa un espacio; el espa-
naciones que se agregan y se añaden a la cosa desde fuera, por la rela- cio ocupado está delimitado por el plano superior del trozo de tiza.
ción espacio-temporal. Con esto no se ha dicho todavía nada sobre la ¿Plano? ~l mismo trozo de tiza es extenso; no sólo a su alrededor hay es-
cosa misma y sobre que la convierte en un esto concreto. Pode- pacio, sino también sobre éL y aun en él: sólo que este espario está ocu-
mos ver fácilmente que detrás de esta dificultad se oculta la rln"lTI'n1'" pado, lleno; ~a misma tiza consiste de esoacio en su interior por eso ~_
sólo un marco para las cosas, un sis- Simas quejo zncluve. lo.encierra Dar SU plano superior (sllperfit"ie) dentro
tema de coordenadas, que como medio para poder qe sí como su interior. Por tanto el espacio no es para la tiza un marco pu-
hacer indicaciones suficientemente exactas sobre las cosas, o espacio y ramente exterior. Pero ¿qué significa aquí interior? ¿Cómo es este inte-
distinto? LLa relación de las cosas con ellos no será más rior de la tiza? Veamos. Rompamos este trozo. ¿Estamos ahora en su in-
terior? Estamos igual que antes, otra vez fuera; nada ha cambiado. Los
el habitual modo cotidiano paseamos nuestra mirada sobrelo trozos de tiza son más pequeños; pero ahora no nos interesa si son más
que nos rodea. Podemos esta tiza es blanca; esta madera es grandes o más pequeños. Las superficies quebradas no son tan lisas

22 23
como la superficie restante; tampoco interesa esto. En el momento en blando con riqor, en el espacio no hay ni exterior ni interior.
que queremos abrir la tiza, al quebrarla y destrozarla, para captar su in- habrá exterior e interior si no es en el Tal vez el espacio es sola-
terior, ya se ha encerrado ella, y podemos continuar así hasta que toda la mente la posibilidad de lo exterior y interior, sin ser el mismo un exte-
tiza se convierta en un mantoncito de granitos. Bajo una lupa y un mi- ríor o un interior. La afirmación: «Elespacio es la de lo exte-
croscopio podemos continuar dividiendo los diminutos granitos. Nunca rior y lo interior» podrá ser verdadera; sin ernbargo, lo que llamarnos
se puede establecer unívocamente dónde está, de hecho, el límite de «posíbílídad» está aún indeterminado. «Posibilidad» puede si\¡nifi<:ar
r ~ esta partición llamada «mecánica»; en todo caso este desmenuzamiento muchas cosas. No creemos que con dicho se decidido el pro-
.,;7\ no llega fundamentalmente a algo diferente de lo que partió. Que el blema de la relación de cosa y espacio; tal vez la pregunta no está
t::' {trozo tenga 4 cm o sólo 41! (0,004 mm), será siempre una mera diferencia teada en forma satisfactoria. En lo que respecta en particular al espacio
~~~ en el cuánto, y no en el qué (Esencial. ---' de cosas tales corno esta tiza, es decir, de útiles de escribir, o utensilios
¡ Al desmenuzamiento mecánico podía seguir ahora la descomposición en general, no hemos tomado en consideración lo que llamamos el espa-
molecular química; luego de ésta, podríamos remontarnos a la estruc- cio instrumental.
tura atómica de la molécula. Pero de acuerdo al punto de partida de Nos hemos propuesto orientar la reflexión al de si espacio y
nuestra pregunta queremos permanecer en el ámbito más inmediato de tiempo son exteriores o no a las cosas. Ahora se ve que también
las cosas que nos rodean. Aunque sigamos el camino de la química y de cío que parecía estar relativamente más en el interior de la cosa, visto
la física, éste no nos conducirá nunca más allá de un ámbito mecánico, desde la cosa corporal y sus es exterior.
es decir, más allá de una región en la cual algo material se desplaza de El tiempo es aún más exterior a las cosas. La tiza tiene también sus
un sitio a otro, o reposa en un sitio. Sobre el fondo de los resultados de la momentos, los instantes en que ahora está aquí y allá. la pre-
actual física atómica -desde que Niels Bohr construyó en 1913 su mo- g-clnta por el espacio parecía haber una posibilidad encontrarlo en la
delo del-átomo-Tes relaciones entre materia y espacio, aunque ya no son cosa misma. Con el tiempo ni eso ocurre. pasa sobre las cosas como el
tan simples, no son en principio diferentes. Loque ocupa un lugar, lo que torrente sobre los guijarros; tal vez ni eso, pues en el movimiento del
llena un espacio, debe ser extenso. Nuestra pregunta era acerca del inte- agua las piedras se mueven, se frotan una contra otra, y se gastan. Pero
rior del cuerpo extenso, más exactamente, qué ocurre «allí» con el espa- la corriente del tiempo deja las cosas incólumes. El hecho de que el
cio. Resulta que este interior es siempre un exterior para los corpúsculos tiempo transcurra desde las 5.15 a las 6 horas no le hace nada a la tiza. Es
cada vez más pequeños. cierto que decimos: las cosas cambian «con»el tiempo y «en el curso" del
Mientras tanto nuestra tiza se ha convertido en un montón de polvo. tiempo. La malhadada «rueda» del tiempo se dice que (roen hasta las co-
Aun si suponemos que no se ha perdido nada de la masa y que todavía sas. No se puede negar que las cosas cambian en el curso Sin
todo está allí, ya no es más nuestra tiza, es decir, no podemos escribir embargo, nadie todavía observó al tiempo roer las cosas, es decir. afec-
con ella sobre el pizarrón como acostumbrábamos. Para esto hay con- tarlas de alguna manera.
suelo. Pero no podemos consolarnos de no haber encontrado el espacio Pero tal vez el tiempo de las cosas se puede constatar umcarnente en
buscado en el interior de la tiza que pertenece a ella misma. Pero tal vez objetos muy especiales. Los conocemos: son los Muestran el
no hemos actuado bastante rápido. Rompamos otra vez el trozo de tiza. tiempo. Veamos este reloj: ¿dónde está el Vemos un cuadrante
La superficie de ruptura y sus trozos correspondientes están ahora fuera; y las agujas, pero no el tiempo. Podemos abrir el buscar dentro.
pero la misma superficie que hace un momento era interna es justa- ¿Dónde está el tiempo? Este reloj indica sin embargo el en
mente aquella en la cual las partículas están ordenadas, y que siempre forma inmediata; está regulado por los datos del observatorio ale-
fue externa para esas particulas. ¿Dónde empieza el interior de la tiza y mán de Hamburgo. Si viajamos allá precuntamos a la cante dónde tie-
dónde termina lo exterior? ¿Consistirá la tiza de espacio? ¿ü es el espa- nen el tiempo, sabremos tanto como antes.
cio sólo un continente, es decir, lo que rodea aquello en que consiste la Entonces, si no podemos encontrar el ni en la cosa que lo in-
tiza, aquello que la tiza es en si misma? La tiza sólo ocupa el espacio; de- dica, parece que de hecho no tiene nada que ver con las cosas mismas.
cimos que a la cosa se le concede un lugar. La concesión del espacio dice Por otro lado no es una mera fórmula decir que el tiempo con el
'"~ justamente que el espacio queda fuera. Lo que ocupa el espacio forma reloj. Si quisiéramos negar esto, mames a No sólo se des-
momentáneamente el límite entre algo exterior y algo interior. Pero lo moronaría el orden cotidiano, sino también se haría imposible todo
interior es en último término solamente algo exterior anterior. cálculo técnico; desaparecería la historia, toda memoria

24 25
Sin ¿en relación están las cosas con el tiempo? En todo nifica nada, de modo que sólo vacilamos en el desconcierto? ¿Quién de-
intento de determinar esa relación se refuerza la impresión de que espa- cidirá qué pasa con el ser y su determmabilidad?
cio y son únicamente ámbitos que recogen las cosas y son neu- Por ahora preguntamos nada más que por las cosas más próximas que
trales frente a ellas. Pero son útiles para indicar en cada caso concreto la nos rodean. Ellas se muestran como particulares y concretamente éstas.
posición de las cosas. Dejemos por ahora en suspenso De la referencia a Leibniz resultó que aquel carácter de las cosas, ser es-
la cuestión acerca de cómo son y dónde están esos ámbitos. Lo que es tas concretas, puede estar fundamentado no sólo en la relación a la posi-
cierto es que las cosas particulares se convierten en estas concretas en ción espacio-temporal, sino también de otro modo, en el ser de las cosas
virtud de esta Hay sin embargo, por lo menos como posibles, mismas.
muchas cosas Precisamente si se contempla la pregunta a partir
de las cosas mismas y no a partir de su marco, se ve que cada cosa no es
necesariamente un (esto concreto" insustituible; sólo lo es con respecto
a espacio tiempo. 6. LA COSA COMO ESTA CONCRETA
Es cierto que uno de los más grandes pensadores alemanes -Leíbníz-
que existir jamás dos cosas iguales. A este respecto, Leib-
niz estableció un especial que domina toda su filosofía, de la Dejemos en suspenso la pregunta acerca del modo en que se deter-
que apenas tenemos noción. Es el pr:incipium identitatis indiscemi- mina el carácter de las cosas, ser un «esto concreto», y planteemos una
bilium, el de identidad de las cosas indíscernibles. Éste dice: pregunta mucho más preliminar, que está envuelta en las anteriores.
dos cosas es dos cosas iguales, no pueden ser dos Decíamos: las cosas particulares a nuestro alrededor son estas concre-
cosas, deben ser la misma, esto es, una cosa. ¿Por qué?, preguntaremos. tas. Si decimos de algo que encontramos que es esto, ¿decimos algo so-
La fundamentación que da Leibniz es tan esencial para el principio bre la cosa misma? Esto, es decir, lo que está aquí, es decir, aquello que
como para la fundamental de toda su filosofía. Las dos cosas ahora señalamos. En el «esto» hay un mostrar, un señalar. Así damos a
iguales no ser dos, es decir, cada cosa es insustituiblemente otros que están con nosotros y con los que estamos, una indicación hacia
esta concreta, porque no pueden existir en general dos cosas iguales. algo. Precisamente una indicación en el ámbito del «aquí», este aquí. El
¿Por no? El ser de las cosas es un ser creado por Dios, en tendido este «este» significa con mayor exactitud: aquí en la proximidad inmediata,
término en el sentido de la teología cristiana. Si existieran alguna vez mientras que con el «aquel» significamos algo más alejado, pero aún en
dos cosas iguales, Dios habría creado dos veces lo mismo, repitiendo el ámbito del aquí y el allí -este aquí, aquel allí. La lengua latina tiene
simplemente algo eterno. Pero tal acción exterior y mecánica contradice diferencias todavía más netas: be significa «este aquí», iste ((ese allí», e
la perfección del creador absoluto, la perfectio Dei. Así pues, en razón de ille «aquel muy lejos»: el griego h:Et -con el que los poetas nombran tam-
la esencia del ser, en el sentido de ser creado, nunca puede haber dos co- bién aquello que está del otro lado. 10que nosotros llamamos el Más allá.
sas iguales. tiene como fundamento principios y con- Palabras como «esto», «aquel», se llaman en la gramática demostrati-
cepciones del ente en general y de su ser, más o menos expresas, y ade- vas; las palabras demuestran, señalan hacia algo ... El carácter general
más determinadas representaciones de la perfección de la creación y de de estas palabras indicativas se expresa en la denominación pronombre,
la en gene:raI. nombre-para (Für-Wort); los griegos, es decir. los gramáticos que dieron
Ahora no estamos suficientemente preparados para poder tomar una la pauta de toda la gramática occidental, decían úvtülWlliu. 'Avreevo-
posición frente al enunciado por Leibniz y su fundamentación. oeu::nlCut. En esta denominación de palabras como «este» y «aquel»
Lo que importa es ver de nuevo a qué ámbitos remotos nos conduce la hay una interpretación Y concepción muy determinada de su esencia.
pregunta es una cosa?» apenas se la plantea. Podría ser que aque- Aunque esta concepción sea característica de la gramática occidental
lla fundamentación teológica del principio fuera para nosotros írnposí- -que a pesar de todo todavía hoy nos domina- nos lleva al error. La de-
dejando de lado la cuestión de la verdad de fe del cristianismo. Sin nominación pro-nombre -es decir, nombre como nombre propio y co-
embarco queda más aún, ahora sale a luz que la pregunta por el ca- mún- indica que palabras tales como «este» vienen a reemplazar los sus-
rácter de las cosas, ser y estos concretos, depende comple- tantivos. Tienen esa función, aunque no exclusivamente. Hablamos de
" tamente de la pregunta por el ser. ¿Ser significa todavía para nosotros la tiza y no decimos siempre el nombre sino que usamos en su reemplazo
ser creado por Dios? Si no, significa? ¿Será que el ser ya no nos sig- la expresión «esta»: pero sin embargo. el papel reemplazante no es la

26 27
esencia original del pro-nombre. Su función nominativa es más origina" verdad del «esto» es algo impenetrable en su esencia.
ria. La comprendemos en seguida cuando nos percatamos que los artícu- tendemos decir algo sobre la cosa, sin estar suficientemente enterados
los, «el, la, lo» se han originado en los demostrativos. acerca de la verdad que le corresponde? Al mismo ?'c,~~~
El artículo lo ponemos antes del sustantivo. La nominación indicativa plantear la contrapregunta: ¿cómo saber algo acerca de la
del artículo apunta más allá que el sustantivo. El nombrar del sustantivo verdad propia de la cosa, si no conocemos la cosa misma para de-
se cumple siempre sobre el fondo de un señalar. Esto es un «demostrar», cir qué verdad puede y debe corresponderle?
un dejar ver aquello que está presente y nos sale al encuentro. La acción De ese modo se pone de manifiesto que no se acceder directa-
nominativa que se cumple en el demostrativo pertenece a las acciones mente a las cosas. No porque seamos detenidos en el camino, sino por-
más originarias del decir en general; no es una mera acción sustitutiva, que aquellas determinaciones a las que llegamos y que referimos a las
es decir, de segundo rango y subordinada. cosas mismas -espacio, el «estoll- se dan como determinacio-
Para una justa apreciación del «esto» es importante considerar lo di- nes que no pertenecen a las cosas mismas.
cho. De algún modo está presente en toda nominación como tal. Las co- Por otra parte, tampoco podemos a la información superficial
sas en cuanto nos salen al encuentro, tienen el carácter del «esto». Pero que dice que si las determinaciones no son entonces son
con esto decimos sin embargo que el "esto» no es un carácter de la cosa «subjetivas)). Podría ocurrir que no fueran ni una cosa ni la otra, que la
misma. El «esto» afecta a las cosas solamente en cuanto éstas son objeto diferenciación de sujeto y objeto, con ella la misma relación
de una indicación. Los hombres, que al hablar y al mentar usan tales pa- objeto no fuera otra cosa que un refucio usual, aunque muy cuestiona-
labras demostrativas, siempre son sujetos particulares. En lugar de ser ble, de la filosofía.
un carácter de la cosa misma el «esto» es sólo un agregado subjetivo Parece que estamos ante una situación poco reconfortante. Sin un sa-
nuestro. ber acerca de la clase de verdad en la que está la cosa, no
conocimiento sobre la cosidad de la cosa. Pero sin un saber acerca de la
cosidad de la cosa, cuya verdad está en cuestión, no hav conocimiento
sobre esta verdad de la cosa.
7 Sl.'BETIVO-OBJETIVO: LA PREGUNTA POR LA VERDAD ¿Dónde haremos pie? Nos quedamos sin base. Tal vez ya estamos
próximos a caer en el pozo; ya se ríen las criadas; a lo mejor nosotros
mismos somos esas criadas, es decir, nos hemos confesado en lo íntimo
Con la afirmación de que el "esto» es sólo una determinación «subje- que tcdo este hablar del «esto» y de cosas semejantes, es en último tér-
uva» de la cosa, no hemos adelantado mucho. Con el mismo derecho po- mino fantástico Y vaCUO.
demos decir que ella es «objetiva»; pues objectum significa lo arrojado al Por cierto que lo peor -no para nuestra marcha cotidiana pero si para
encuentro. El "esto» se refiere a la cosa en tanto ella se nos contrapone, la ñlosofía- sería que nos quisiéramos escapar por camino sub-
es decir, es objetiva. Lo que es un "esto» no depende de nuestro humor ni repticio de la emergencia señalada. Podríamos decir: a pesar de todo la
de nuestro capricho: si depende, será tanto de nosotros como de la cosa. experiencia cotidiana es digna de confianza; esta tiza es esta tiza, la
Lo que se pone de manifiesto es esto: determinaciones tales como el tomo si la necesito y la dejo si no la necesito. Esto es claro como el
"esto», que usamos en la experiencia cotidiana de las cosas, no son com- agua. Así es, cuando se trata del uso cotidiano. Pero ahora pregunta-
prensibles, en si, aunque lo parezcan. Sigue siendo cuestionable qué mos en qué consiste la cosídad de la cosa, si el «esto» es una verda-
clase de verdad sobre la cosa está contenida en la determinación de ser dera determinación de la cosa misma. Tal vez no hemos comiJI€mclid.o
un «esto».Se vuelve cuestionable qué clase de verdad es la que tenemos todavía con suficiente claridad del «esto». otra vez.
en la experiencia cotidiana de las cosas; objetiva o subjetiva, ambas ¿Cómo y desde dónde se determina la verdad acerca de la cosa como
mezcladas, o ninguna de ellas. un "esto concreto"? Llegamos así a una que ya realizó
Hasta ahora vimos sólo que las cosas, más allá del ámbito de la verdad Hegel en su Fenomenología del lí. si bien el
cotidiana, se encuentran además en el ámbito de otras verdades Sol de partida, el plano, y la intención de la reflexión en Heael eran de otra
del pastor y del astrónomo, la mesa común y la científica). Ahora vemos índole.
que también la verdad del Sol para el pastor, la verdad acerca de la mesa Puesto que la determinación de la cosa como un «esto concretan de-
cotidiana -por ejemplo, la determinación de «este 80b y «esta mesa»-: la pende del punto de vista del axoer imentador V del instante en que el

29
28
sujeto tiene en cada caso concreto la experiencia de la cosa, surgió la ob- - limpiar el pizarrón; leerá la verdad «ahora es de tarden, y encontrará que
de que esta determinación es sólo «subjetiva». esta proposición es falsa y que este profesor se ha equivocado. Por la no-
es lo que hace que esta tiza sea esta concreta y no otra? Sólo la che la verdad se ha vuelto falsedad.
Circunstancia que ella esté justamente aquí. además ahora aquí. El ¡Notable verdad! Tanto más notable, cuanto que cada vez que busca-
el ahora la convierten en ésta. Con la deterrriínacíón indicativa mes una información segura sobre la tiza, ella misma está aquí y en cada
-ésta- establecemos una relación al aquí. es decir, a un sitio, es decir, al momento concreto ahora aquí, es una cosa que está aquí y ahora. Lo
espacio, y del mismo modo al ahora, al tiempo. Esto ya lo sabemos, por lo único que cambia es siempre la determinación del aquí y el ahora, y por
menos en general. Pero ahora prestamos atención a la verdad de la tiza consiguiente, de la cosa; sin embargo la tiza permanece como un «esto».
en está la tiza". Esto es una verdad; el aquí y el. ahora Así pues, esta determinación pertenece a la cosa misma. El esto es, en
determinan l.a tiza de tal modo que acentuamos: la tiza, lo que quiere de- consecuencia, una determinación universal de la cosa, pertenece a su
cir: ésta. Pero todos éstos son lugares comunes casi ofensivos. Pero que- casi dad. Pero la universalidad del «esto» exige que se la determine en
remos dar otro paso, y exprimir aún más la verdad vulgar acerca de la cada caso como momentánea. La tiza no podría ser para nosotros lo que
cosa. Hasta vamos a anotar la verdad sobre la tiza para que esta perla no es, es decir, una tiza, es decir, ésta y no otra, si no tuviera el carácter del
se nos escape. aquí y del ahora. Cierto, diremos. la tiza para nosotros es siempre un
Para esto tomamos un papelito y anotamos la verdad: «Aquí está la «esto»;pero al fin nosotros queremos saber qué es la tiza por sí. Con este
tíza.» Colocamos esta verdad escrita junto a la cosa cuya verdad es. Ter- propósito, hemos independizado de nosotros la verdad sobre la tiza, y la
minada la clase se abren las dos puertas, se ventila el aula, hay corrien- hemos confiado al papel y al pizarrón. Y henos aquí: mientras que en la
tes de aire y -suponcarnos- el papelito se vuela al pasillo. Un estudiante verdad se pretendía conservar algo sobre la misma tiza, la verdad se
lo encuentra en su camino al comedor, y lee la frase: «aquí está la tiza", y transformó en falsedad.
constata que eso es completamente falso. Por la corriente de aire la ver- Esto nos da 'un indicio para buscar la verdad sobre la cosa por otro ca-
dad se ha transformado en falsedad. Es notable que una verdad .de- mino, es decir, buscarla de modo que en lugar de confiar las verdades al
penda de una corriente de aire. No cuentan acaso los filósofos que la ver- papelito y al pizarrón, las retengamos en nosotros, las guardemos, mu-
dad es algo que vale en que es supratemporal y eterna; y ¡ay de quien cho más que hasta ahora, en nosotros, eliminando o aun soportando ese
que la verdad no es eterna' Esto significa relativismo, que ensena extraño miedo ante el subjetivismo. Podría ocurrir que cuanto más com-
que todo es sólo relativamente verdadero; en parte si y en parte no; nada prendamos la verdad de la tiza como una verdad nuestra, más nos apro-
queda firme. Se llama a esas doctrinas, nihilismo. Nihilismo, nada, filo- ximamos a lo que es la tiza por sí. Se ha mostrado repetidamente que la
soí.a de la antíheroíco, filosofía de la cura y del verdad sobre la cosa está en conexión con espacio y tiempo. De acuerdo
desconsuelo -el de estos títulos banales es inagotable. El hom- a eso se puede suponer que al penetrar profundamente en la esencia de
bre de la calle se siente aterrado al oír estos nombres, y con ayuda de ese espacio y tiempo nos aproximamos más a la cosa misma, si bien aún se
pavor se refuta la filosofía en cuestión. [Espléndidos tiempos, en que ni conserva la apariencia de que espacio y tiempo son solamente marcos
siquiera en la filosofía se necesita ya la reflexión, tiempos en los que para la cosa.
~
cualquiera se encarga, por orden superior. de provocar tales pavores! Por último surgirá la pregunta si la verdad de la cosa no es más que
después de todo esto se pretende todavía que la verdad dependa de una algo que se le agrega a la cosa y se le añade con ayuda de un papelito -o
corriente de aire! pretende? Me pregunto si no será así. si a la inversa será la cosa misma la que está suspendida en la verdad,
En último esto ocurre tal vez sólo porque hemos anotado me- 1
l
como lo está en el espacio y en el tiempo; si la verdad es tal que ni pende
dia verdad, confiándola a un fugaz. Aquí está la tiza, y está ade- de la cosa, ni está en nosotros, ni en alguna parte en el cielo.
más ahora. Determinaremos el ahora con mayor exactitud. Para que la
l
~ Todas las reflexiones anteriores no han servido probablemente más
verdad anotada no librada a un golpe de viento, escribiremos la t que para confundirnos acerca de la cosa y provocar un torbellino en
~
verdad sobre el ahora con ello sobre la tiza, sobre este sólido pizarrón. nuestra cabeza. Por cierto, éste era el propósito. No para quedarnos en
Ahora ahora? Escribimos en el pizarrón: «Ahora es de tarde.»
f~ esa confusión. claro está, sino para hacer notar que el trato despreocu-
Bueno, precisamente
mos, se cerrará el
esta tarde. Después de la lección, supone-
para que nadie pueda acercarse a la verdad ano-
i
g
pado y ligero con las cosas se vuelve otro asunto en el momento en que
querernos saber qué pasa con la cosídad de la cosa.
~
~
tada, alterarla secretamente. Mañana temprano entrará el bedel para Si recordamos ahora nuestra actitud inicial podemos apreciar en base
~
30 f
I
al ir Yvenir particular e intencionado del preguntar. por qué nos hemos concretamente: ¿Como qué se nos muestran las cosas? Dejemos de
aproximado tan poco a la cosa misma. Comenzamos con la afirmación de lado que sea rosa. perro, u otra cosa. sólo
que las cosas a nuestro alrededor son particulares. y estas cosas particu- lo que las cosas son constantemente: que tiene tales y
lares son estas concretas. Con esta última caracterización nos hemos in- cuales propiedades. algo que tiene tal o cual conformación. Este
troducido en el ámbito de la indicación de las cosas. Visto a la inversa, es el soporte de las propiedades; el en cierto modo a las
en el ámbito del modo en que las cosas nos salen al encuentro. Indica- conformaciones; este algo es lo permanente hacia lo cual retornamos,
ción y salir al encuentro significan en general el ámbito en que también como hacia lo mismo, al las propiedades. Así son pues las cosas.
nos hallamos nosotros, los pretendidos «sujetos». Si queremos captar ¿Qué es por consiguiente una cosa? Un núcleo rodeado por muchas
este ámbito. nos encontramos siempre con el espacio y el tiempo; lo he- propiedades cambiantes, un soporte que sustenta estas propiedades,
mos llamado el ámbito espacio-temporal que posibilita la indicación y el algo que posee. que tiene en si lo otro. Por más que le demos vueltas
salir al encuentro; el ámbito que rodea las cosas, que se manifestó en la estructura de las cosas se nos muestra de esta manera; y alrededor
cada caso por la forzosa remisión al espacio y al tiempo. de ellas está el espacio y el como su marco. Todo esto es tan
evidente Y natural que casi da vergüenza exponer ta-
les lugares comunes. Todo esto es tan patente que no se ve por
damos tantos rodeos, y hablamos del «esto», de
8. LA COSA COMO SOPORTE DE PROPIEDADES metafísicos cuestionables, de de verdad y cosas por el estilo.
Decíamos que la consideración debía mantenerse en el ámbito de la
experiencia cotidiana. ¿Qué está más cerca, que el tomar las cosas
Tal vez la única manera en que podemos averiguar y saber algo de las como son? Podríamos continuar con la descripción de las cosas y de-
cosas es manteniéndonos en el ámbito en que ellas nos salen al encuen- cir: si una cosa cambia sus esto puede tener sus efectos
tro..Mientras tanto no nos libramos de esta duda: ¿será que por lo menos sobre otra. Las cosas actúan y ofrecen resistencias entre de tales
dentro de este ámbito accedemos a las cosas mismas. y que dentro de él relaciones entre las cosas surgen entonces otras propiedades, que
nos encontramos junto a ellas? Si es así, entonces a partir de aquí podre- cosas también «tienen».
mos averiguar algo sobre las cosas mismas, es decir, obtener una repre- Esta caracterización de las cosas su conexión coincide con lo que
sentación de su misma estructura. Por eso es aconsejable dejar de una llamamos la «concepción natural del mundo». «Natural» porque en
vez de lado. decididamente. el marco que rodea las cosas, y fijarse exclu- ella seguimos siendo enteramente "naturales". y descartamos toda
sivamente en su estructura. La pretensión de recorrer este camino es tan metafísica vacíladora y todas las teorías inútiles y raras sobre el cono-
justificable como la anterior.
cimiento. Seguimos siendo «naturales» y deiamos a las mismas cosas
Preguntamos otra vez: «¿Qué es una cosa? ¿Cómo es su aspecto>, Si su propia «naturaleza).
bien hemos apuntado a la cosidad de la cosa, procedemos ahora con cau- y si dejamos intervenir la filosofía buscamos información en ella,
tela, nos detendremos por lo pronto en las cosas particulares, las obser- se ve que tampoco la filosofía otra cosa desde sus comienzos. Lo
varemos y retendremos lo observado. Una piedra: es dura, gris, de su- que dijimos sobre la cosa -que es un soporte de muchas propiedades-
perficie rugosa, tiene una figura desigual, es pesada, y consiste de tales lo dijeron ya Platón, y sobre todo Aristóteles. Más tarde se lo ha ex-
y cuales materias. Una planta: tiene una raíz, tallo, y hojas; éstas son ver- presado tal vez con otras palabras y conceptos; pero en el fondo siem-
des. dentadas, el tallo de la hoja es corto, etc. Un animal tiene ojos y pre se quiere decir lo mismo, aun cuando los "puntos de vista» filosó-
oídos; puede moverse de un lado a otro, tiene además de los sentidos, ficos son tan distintos como por los de Kant.
aparatos digestivo y reproductor, órganos que usa, produce, yen cierto Kant en la Crítica de la razón pura lo enuncia como príncípío:
modo renueva. Llamamos a esta cosa -ícual que a la planta que también «Todos los fenómenos [es decir, todas las cosas para contie-
tiene órganos- un organísmo. Un reloj tiene un juego de ruedas, un re- nen lo permanente (sustancia) como mismo. y lo mutable como
sorte. y un cuadrante, etcétera. su mera determinación, es decir, un modo en que existe el objeto».
Podíamos proseguir indefinidamente. Lo que observamos de ese ¿Qué es, pues, una cosa? Una cosa es el exis-
modo es correcto. Los datos que recogemos son tomados fielmente de tente de muchas propiedades que están presentes en él y cambian.
aquello que las cosas mismas nos muestran. Preguntemos ahora más Esta respuesta es tan «natural» que domina también el pansa-
32
33
miento científico, y no sólo el pensamiento «teorético», sino todo trato la estructura de la esencia de la cosa a partir de la esencia de la misma
con las cosas, su cálculo y valoración.
verdad
La tradicional de la esencia de la cosidad de la cosa Verdad es adecuación a las cosas. coincidencia con las cosas. Pero,
la cedemos Iiiar en los siguientes términos, conocidos y corrientes: "qué carácter tiene aquello que se adecua? ¿Qué es lo coincidente? ¿Qué
es aquello de lo cual se dice que es verdadero o falso? La comprobación
1.
de aquello que es verdadero o falso, resulta tan «natural» como la com-
sustrato - lo que desde siempre está ya con, lo que también prensión de la verdad en cuanto coincidencia con las cosas. Lo verda-
se ha presentado con dero. lo que encontramos. establecemos. difundimos y defendemos. lo
2. substanría - accidens formulamos con palabras. Pero una palabra particular -puerta, tiza,
3. soporte
grande, pero, y- no es ni verdadera ni falsa. Sólo es verdadera o falsa una
unión de palabras: la puerta está cerrada; la tiza es blanca. A esta unión
de palabras la llamamos un enunciado simple. Éste es o verdadero o
falso. Por lo tanto el enunciado es el sitio y la sede de la verdad. Por eso
decimos simplemente: talo cual enunciado es una verdad. Verdades y
9. ESTRUCTURA ESENCIAL DE LA DE LA COSA falsedades son enunciados.
Y DE LA PRi:)Pi:)S][Clí:)N
¿Cómo está constituida una verdad en cuanto enunciado? ¿Qué es un
enunciado? El nombre «enunciado» es multívoco. Distinguimos cuatro
significados estrechamente unidos, y que únicamente en esa unidad
La pregunta H¿Uué es una cosa?» está decidida desde hace mucho ofrecen el cuadro completo de la estructura de un enunciado:
con aprobación general, es la pregunta, evidentemente, ya no
es más una pregunta.
enunciados de ... proposición
Además la respuesta a la pregunta, esto es, la determinación de la enunciados sobre... información
cosa como soporte existente de las propiedades presentes en ella, enunciados a .. comunicación
está fundamentada en una manera que no puede ser superada, al expresarse... expresión
que la de su verdad. Pues también la funda-
mentación es tan «natural», y por eso tan corriente, que se la debe ex- Alquien que es llamado al tribunal como testigo rehúsa declarar. Esto
presamente destacar para que sea notada.
significa por de pronto que él no dice nada, se guarda para sí lo que sabe.
qué reposa esa fundamentación de determinación corriente de Declaración está tomado aquí en el sentido de comunicación enuncia-
la esencia de la cosa? En nada menos que en la esencia de tiva. como opuesto a ccultarnientó. Cuando se hace una declaración,
la misma verdad. Verdad -¿qué significa eso? Verdadero es lo que ésta no consiste por lo general en palabras particulares aisladas, es un
vale. Vale que coincide con los hechos. Coincide cuando se relato. El testigo que se decide a declarar cuenta. En este relato se hacen
orienta según los es decir. se adecua al modo en que las mis- declaraciones sobre hechos. Las declaraciones presentan el caso, por
mas cosas son. En consecuencia. verdad es adecuación a las cosas, Es ejemplo el proceso y las circunstancias de un intento de robo presen-
evidente que no sólo las verdades particulares deben adecuarse a las ciado. El testigo declara: la casa estaba oscura, las celosías estaban ce-
cosas sino también la esencia de la misma verdad. Si rradas. etcétera.
verdad es exactitud. a..., entonces, evidentemente, esto La declaración e11 el sentido amplio de comunicación consiste ella
debe valer con más razón para la determinación de la esencia de la misma en «enunciados» en sentido más estricto, es decir, en proposicio-
verdad: ella debe adecuarse a la esencia de las cosas (a la cosidad). A nes. Enunciar (aussagen) en el sentido más estricto no significa pronun-
partir de la esencia de la verdad como adecuación se hace necesario ciar (heraussagen), sino el decir (sagen) que da información sobre la
que la estructura de la cosa se refleje en la estructura de la verdad. casa, su estado, y toda la situación de las cosas. Enunciar significa ahora
Si en la estructura de la esencia de la verdad encontramos la decir algo sobre.... en vista a la situación y circunstancias, desde ellas y
misma ordenación que en la estructura de la esencia de la cosa, en- a partir de ellas; enunciado, es decir, información sobre... Esta informa-
tonces se codrá comnmh:n la verdad de la determinación corriente de ción se da haciendo enunciado de aquello sobre lo cual se habla, sobre lo
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que recae la información. Enunciar significa en tercer término tomar de 10. HISTOmCIDAD DE LA lJ:,fUYU,\l,r.vlur..¡ DE LA COSA
loque se habla, por ejemplo, de la casa, algo que le conviene, y esto, con-
ferirselo y adjudicárselo expresamente como lo que le con-viene. Lo
enunciado en este sentido, lo llamamos predicado. El enunciado en el Ya se mostró que la contestación a la pregunta es una cosa?"
tercer sentido es «predicativo»: es la proposición. reza: Una cosa es el soporte de y la verdad que le corres-
El enunciado es por lo tanto esa triplicidad: una proposición que in- ponde tiene su sede en el enunciado, en la que es una unión
forma, convirtiéndose esa información, cumplida expresamente con res- de sujeto y predicado. Esta respuesta, así 10 dijimos, es completamente
pecto a otros, en comunicación. La comunicación es acorde, cuando la «natura1» , lo mismo que su fundamentación. Ahora sólo preguntaremos:
información es correcta, es decir, cuando la proposición es verdadera. El ¿Qué significa aquí «natural»?
enunciado como proposición, como enunciar a, b, de H, es la sede de la Llamamos «natural» lo que se entiende sin más en el ámbito del en-
verdad. En la estructura de la proposición, es decir, de una verdad sim- tendimiento cotidiano "por si mismo». Para un ingeniero italiano, por
ple, distinguimos sujeto y predicado y cópula. La verdad consiste en que ejemplo, la construcción de un gran bombardero se sí. Pero
el predicado conviene al sujeto, y está puesto y dicho como conveniente para un abisinio de una aldea montañesa, tal cosa no es para nada «natu-
en la proposición. La estructura y los componentes de la estructura de la ral»; no se entiende por sí, es decir, no se entiende sin más a de lo
verdad, es decir, de la proposición verdadera (sujeto y predicado), están que es evidente para ese hombre y su por comparación con lo co-
exactamente adecuados a la cosa como soporte y a sus propiedades, en nocido cotidianamente. Para la época de la Ilustración, «natural» era 10
la cual se orienta la verdad como tal. que se podía comprobar y a de determinados
La esencia de la verdad, es decir, la estructura de la proposición ver- pios de la razón fundada en sí misma, y que por eso pertenecía a todo
dadera, nos proporciona una prueba inequívoca para la verdad de la de- hombreen si y a la humanidad en general. Para el Medievo fue natural
terminación que se atribuye a la estructura de la cosa. todo lo que recibe su esencia, su natura, de Dios, pero que luego se confi-
Sí revisamos una vez más todo lo que caracteriza la respuesta a nues- gura a sí mismo y en cierto modo se puede sustentar en virtud de ese ori-
tra pregunta «¿Qué es una cosa?», podemos señalar tres determina- gen sin posterior intervención de Dios. Loque era natural para el hombre
ciones. del siglo xvm. lo racional de una razón universal en liberada de toda
1. La determinación de la cosa como soporte de propiedades se da otra atadura, le hubiera parecido completamente antinatural al hombre
con toda «naturalidad» desde la experiencia cotidiana. medieval. Pero también ocurrió le contrario como lo muestra la Revolu-
2. Esta determinación de la cosidad se formuló en la filosofía ya desde ción Francesa. De todo esto resulta que lo que es «natural», no es nada
la antigüedad, porque ella misma se ofrece evidentemente como «na- «natural», es decir, autocomprensible para exista
tural». jamás. Lo «natural» es siempre histórico
3. La validez de esta determinación de la esencia de la cosa está final- Inadvertidamente nos invade una sospecha: ¿y si esta determinación
mente comprobada y fundamentada en la esencia de la misma verdad. de la esencia de la cosa que nos parece tan natural, no fuera de
esencia de la verdad que es, de igual modo, evidente por sí, es decir, «na- modo evidente, ni «natural»? En ese caso debió existir una época en la
tural». cuaHa esencia de la cosa no estaba todavía determinada de esta ma-
Una pregunta que se puede contestar de una manera tan natural y que nera. Además de acuerdo a esto, debió existir una época en la que esta
puede fundamentarse en todo momento con la misma naturalidad, no es determinación esencial de la cosa fue elaborada. Así pues, el estableci-
ya en serio una pregunta. Querer mantener en pie la pregunta sería una miento de esta determinación de la esencia de la cosa no habría caído
obstinación ciega o una especie de locura que se empecina en estre- del cielo ya hecho en algún momento, sino que se fundaría en supuestos
llarse contra lo «natural», y contra lo incuestionable. Haremos bien en bien determinados.
abandonar la pregunta de por sí ya decidida «¿Qué es una cosa?". Antes Así es en efecto. Todavía en Platón y Aristóteles podemos segun en
de abandonar expresamente esta pregunta liquidada, intercalaremos sus rasgos principales el devenir de esta determinación de la esencia de
otra pregunta. la cosa. No sólo esto. En la misma yen el mismo contexto con el
descubrimiento de la cosa, se descubre también la proposición
y también que la verdad como adecuación a la cosa tiene su sitio en la
Proposición. Esta determinación de la esencia de la verdad, llamada

'l'7
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«natural», que nos una prueba para la certeza de la determi- no, no ocurren junto al tranvía y la motocicleta, sino en otra parte -en el
nación de la esencia de la cosa, este concepto natural de la verdad tam- ámbito de la libertad histórica, es decir, allí donde una existencia histó-
poco es «natural" sin más. rica se decide por su razón fundamental, y allí donde decide qué grado
Por eso la «visión natural del mundo» a la que nos referíamos perrna- de libertad de saber elegirá, y lo que podrá como libertad.
nenternente, no es evidente por sí. Sigue siendo cuestionable. Lo «natu- Estas decisiones son diferentes en diferentes épocas y en diferentes
rain, tan es en un sentido primordial algo histórico. Podría ser pueblos No pueden ser forzadas. Con el grado de la libertad momentá-
que en nuestra visión natural del mundo estemos dominados por una in- nea de saber, libremente escogido, es decir, con la inexorabilidad del
teroretación secular de la cosidad de la cosa, y que entre tanto las cosas preguntar, un pueblo siempre crea su propio rango de existencia. Los
nos al encuentro de un modo completamente distinto. La pre- griegos vieron en el poder preguntar toda la nobleza de su existencia; su
gunta que hemos intercalado, sobre lo que significa «natural» , nos írnpe- poder preguntar fue. para ellos la medida de la delimitación frente a
después de la respuesta anterior, considerar irreflexivamente como aquellos que no pueden ni quieren preguntar. A éstos los llamaron bár-
resuelta la pregunta' es una cosa?». Parece que sólo ahora la pre- baros.
se determina con mayor concreción. La misma pregunta se ha Podemos dejar en paz la pregunta de nuestro saber acerca de las co-
vuelto histórica. En la medida en que nos díriqmos hacia las cosas, apa- sas, y creer que un día se arreglará por sí mismo. Podemos admirar los
rentemente libres desprejuícíados, y decimos que son soportes de pro- éxitos de las ciencias y la técnica actuales sin saber cómo se llegó a ellas.
piedades, no somos nosotros quienes observamos y hablamos, sino una Sin saber por ejemplo, que la ciencia moderna fue posible sólo por una
anticua tradición histórica. ¿por qué no querernos dejar en paz esta disputa con la sabiduría antigua, sus conceptos y principios, realizada
historia? Ella no nos Con aquella concepción de la cosa nos en- desde aquella primigenia pasión por el preguntar. No necesitamos sa-
contramos cómodos. aun en el caso de que aceptemos la historia del ber nada de eso, y podemos creer que somos tan magníficos que todo eso
descubrimiento la de la cosidad de la cosa, no cambia- tiene que venir como regalo del cielo.
eso las cosas. El tranvía seguirá marchando igual que antes. la Pero también debemos estar convencidos de lo ineluctable de un pre-
tiza será tiza, la rosa rosa, y el gato gato. guntar que debe superar todo lo anterior en alcance, profundidad y se-
Ya en la clase: la filosofa es aquel pensar con el guridad, porque sólo de ese modo dominaremos loque de otra manera
cual no se hacer nada inmediatamente. Pero tal vez sí mediata- avanza sobre nosotros con su naturalidad cotidiana.
mente, es decir, ciertas condiciones y por caminos que no parezcan Las decisiones no se deciden con frases, sino sólo por el trabajo. Nos
sin más abiertos y por la filosofía. decidimos por el preguntar, por un preguntar circunstanciado y prolon-
Bajo determinadas condiciones: si nos sometemos por ejemplo al, es- gado, que durante decenios será únicamente un preguntar. Entretanto,
fuerzo de pensar a fondo la situación interna de la ciencia actual, tanto otros podrán difundir tranquilamente sus verdades. Nietzsche escribió
de lo inanimado como de animado, y si pensamos a fondo la relación una vez en uno de sus paseos solitarios:
de la técnica industrial y nuestra existencia, se nos aclarará esto: el sa- «Terrible reflexión: volverse consciente no como individuo sino como
ber y el preguntar han llegado a límites que muestran que falta una humanidad. Meditemos sobre nosotros mismos, retornemos con el pen-
¡
relación a las cosas, que por el progreso de los descubri- samiento: recorramos los pequeños y los grandes caminos» (La voluntad
mientos y los éxitos técnicos, sólo se produce la ilusión de' esa relación. de dOJl1Jnio, n. 585).

I
Sentimos que ser cierto lo que la zoología y la botánica investigan Aquí recorremos sólo un pequeño camino, el pequeño camino de la
sobre los animales y las y la forma en que lo hacen. Pero, ¿son pequeña pregunta (¿Qué es una cosa?». Resultó que las determinacio-
ésos todavía animales serán máquinas arregladas de an- nes aparentemente evidentes no son «naturales». Las respuestas que
temano, a las que se les concede a lo sumo que son «más listas que ! damos, surgieron ya en épocas antiguas. Cuando en apariencia pregun-
I
nosotros»? ! tamos en forma natural y-desprejuícíada por la cosa, ya hay en la pre-
Podríamos ahorrarnos por cierto el esfuerzo de pensar hasta el fondo gunta un pre-juicio sobre la cosidad de la cosa. En la forma de la pre-
estos caminos. Podríamos seguir ateniéndonos a lo que encontramos
«natural», es decir, a
nada. Podríamos
con respecto a lo cual no se piensa más
que la irreflexión se convierta en la medida de las
I
,
\
gunta habla ya la historia. Por eso dijimos que la pregunta es histórica.
Encontraremos allí una indicación determinada para nuestro proceder,
si es que queremos plantear la pregunta con suficiente comprensión.
cosas. El tranvía seouírá corriendo ícual. Pues las decisiones, se tomen o ¿Qué debemos hacer si la pregunta es histórica? ¿Qué significa aquí
\
;
1
38 ¡
(
39
«histórico»? En una primera aproximación afirmábamos: la respuesta co- 11 VERDAD-PROPOSICIÓN
rriente a la pregunta por la cosa tiene su origen en una época anterior,
pasada. Pudimos mostrar que desde entonces el tratamiento de la pre-
gunta sufrió diversas, aunque no decisivas alteraciones; que en el correr La quietud del acontecer de los pasados, puede tener diferen-
de los siglos surgieron diversas teorías sobre la cosa, sobre la proposi- tes figuras y fundamentos. Veamos más de cerca pasa a este res-
ción y sobre la verdad relativa a la cosa. Se puede mostrar por eso, que la pecto con nuestra pregunta. Decíamos que en la de y Aris-
pregunta y la respuesta tienen, como se dice, una historia, es decir un tóteles se formó la determinación de la cosa como soporte de propíeda-
pasado. Pero cuando decimos que la pregunta «¿Qué es una cosa?» es des. En la misma época se llegó al decubrírníento de la esencia de la
histórica, no es eso precisamente lo que queremos decir. Aquel relato so- proposición. Contemporánea a ellas nació la caracterización de la ver-
bre el pasado, en cierto modo sobre los pasos previos de la pregunta por dad como adecuación del percibir a las cosas, verdad que tiene su sitio
la cosa, trata de algo que yace inmóvil; esta forma del relato histórico es en la proposición. Todo esto puede mostrarse en forma clara y detallada
una inmovilización expresa de la historia, mientras que ésta es un acon- en los diálogos y tratados de Platón Aristóteles. También podernos
tecer. Preguntamos históricamente cuando preguntamos por lo que to- mostrar cómo estas doctrinas sobre la cosa, la y la VCJlU<'U.
davía acontece, aun cuando en apariencia ya ha pasado. Preguntamos cambiaron en la Stoa, cómo en la escolástica aparecen de nuevo diferen-
por lo que todavía acontece y si estamos a la altura de este acontecer, de ciaciones, Y otras aun en la época moderna, y en el idealismo ale-
modo que él pueda desenvolverse. mán. De este modo contaríamos una «historia» sobre la pregunta, pero
Por eso no preguntamos por opiniones, ni posiciones, ni proposiciones de ningún modo preguntaríamos históricamente, es decir, que quedaría
anteriores sobre la cosa, para ordenarlas sucesivamente como las lanzas sin tocar la pregunta «¿Qué es una cosa?». El movimiento sólo consistirá
de distintos siglos en una colección de armas. No preguntamos en abso- en la contraposición de teorías por medio de un relato. Pero sacaremos la
luto por la fórmula y la definición de la esencia de la cosa. Estas fórmulas pregunta «¿Qué es una cosa?» de su si introducimos en determi-
son el residuo y el precipitado de posiciones fundamentales que asumió nadas posibilidades las determinaciones platónico-aristotélicas sobre la
y adoptó la existencia histórica en medio del ente en su totalidad. Pero cosa, la proposición y la verdad, y las sometemos a una decisión. l-'u'l"l1ln-
preguntamos por estas posiciones fundamentales, por el acontecer en tamos: ¿es por casualidad que son contemporáneas la pe
ellas, por los movimientos tUoo3m.entales que acontecen en la existen- la esencia de la cosa y la determinación de la esencia de la proposición y
cia, movimientos que aparentemente ya no lo son porque han pasado. la determinación de la esencia de la verdad, o se interrelacionan todas
Pero si un movimiento no escornprobable. no por eso ha desaparecido, ellas necesariamente? Si así ocurre, ¿cómo se interrelacionan estas de-:
puede estar en el estado de quietud. terminaciones? Habremos dado una respuesta a esta pregunta, si nos re-
Lo que nos parece pasado, es decir, un acontecer que no existe más, ferimos a aquello que mencionamos para la fundamentación de la cer-
puede ser quietud. Y esta quietud puede tener una plenitud de ser y de teza de la determinación de la esencia de la cosa. Hemos visto que la
realidad, que al fin supera esencialmente la realidad de lo real en el sen- determinación de la estructura esencial de la verdad tiene que orien-
tido de la actualidad. tarse -sobre la base de la esencia de la verdad como certeza- en la es-
Esta quietud del acontecer no es ausencia de la historia, sino una tructura esencial de las cosas. Con ello se ha concretado una determi-
forma básica de su presencia. Loque conocemos generalmente como pa- nada conexión entre la esencia de la cosa la esencia de la proposición y
sado y lo que nos representamos en primer término como tal, es casi la esencia de la verdad. Esto se ve también en el aspecto exterior de la
siempre sólo la «actualidad» de un momento pasado, lo que en aquel mo- ordenación de la determinación de la cosa y de la proposición, en la cual
mento suscitó el interés o hizo mucho ruido, lo que pertenece siempre a la relación sujeto-predicado está en cuarto pág. No debe-
la historia pero no propiamente historia. El mero pasado no agota lo sido. mos olvidar, sin embargo, que hemos introducido la indicación sobre la
Éste está presente (west) todavía, y su forma de ser es una peculiar quie- conexión así considerada. como la común y «natural» de la
tud del acontecer, cuya forma se determina a partir de aquello que acon- pregunta. Pero esta concepción «natural» no es en absoluto Esto
tece. La quietud es sólo un movimiento que se detiene en sí, y es con fre- significa que su supuesta solidez se disuelve en una serie de precuntas,
cuencia más inquietante que éste Éstas rezan: ¿la estructura de la esencia de la verdad de la proposícíón
fue adecuada a la estructura de la cosa? O a la inversa, ¿se la
estructura de la esencia de la cosa como soporte de propiedades de

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acuerno a Ph)I:O':;lClon corno i.~rlldQd de «sujeto» y «pre- que se reflejan mutuamente, porque ambas determinan en común
¡Extrajo el hombre la estructura de la proposición de la estruc- desde una raíz más profunda? ¿Qué será y dónde estará este funda-
introdujo la estructura de la proposición en las cosas? mento común para la esencia de la cosa yde la proposición, y para su ori-
Si ocurriese esto último en seguida esta cuestión más amplia: gen? ¿Lo incondicionado? Dijimos al comienzo: lo que condiciona la
<,~'v",,~la el enunciado, llega a ser la medida y el modelo se- esencia de la cosa en su cosidad no puede ser ya una cosa y algo condi-
cual las cosas son determinadas en su casidad? Puesto que la pro- cionado, debe ser algo in-condicionado y no-cosificado. Pero la esencia
posícion, el el poner y el decir, son acciones del hombre, re- de lo incondicionado se determina también por aquello que se establece
sultana que no es el hombre se rige por las cosas, sino las cosas las como cosa y como condición cosífícante (Be-dingungy. Si la cosa es con-
que se por el hombre, por el sujeto humano, modo en el cual se siderada como ens creatum, como ente creado por Dios, entonces Dios es
comprende usualmente el Esta interpretación de la relación gené- lo incondicionado en el sentido del Antiguo Testamento. Si la cosa es
tica entre la determinación de la cosa y de la proposición parece invero- considerada como aquello que está frente al yo, corno objeto, es decir,
por lo menos entre los griegos. Pero, ¿no es que ya se sabe que el como no-yo, entonces lo incondicionado es el «yO». el yo absoluto del
punto de vista del yo es moderno y por lo tanto no griego? ¿No es la idealismo alemán. Que lo incondicionado se busque más allá o detrás de
que da la medida entre los griegos? Hoy día todo el mundo habla las cosas, o en ellas, dependerá de lo que se entienda como condición y
de la Ahora bien, entre los griegos, pueblo de pensadores, ser condicionado.
aíouien acuñó la frase: mivttov écriv ñvef'xDil:O<;, 'trov Con esta pregunta penetrarnos en la dirección de un posible funda-
mento de la determinación de la cosa, yde la proposición yde su verdad.
hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto De este modo se han conmovido los puntos de partida de la pregunta ini-
son, de las que no son en cuanto no son». Se dice que el hombre que pro- cial por la cosa. Aquel acontecer de la determinación anteriormente nor-
nunció esta sentencia, escribió una obra con el simple titulo ~ 'AAi¡eeta., mativa de la cosa, que parecía pertenecer a un lejano pasado, pero en
la verdad, El momento en que se pronunció esta sentencia no está'dema- realidad sólo estaba estancado y reposaba desde entonces, ha sido per-
siado de la época de Platón. Tal vez, el hecho de que la estructura turbado en su reposo. La pregunta por la cosa se moviliza de nuevo
de la cosa se por la estructura de la proposición, y no a la inversa, no desde su comienzo.
implica ningún son subjetivas únicamente las opiniones Con esta indicación sobre la cuestionabilidad interna de la pregunta
posteriores sobre el de los griegos. Si la medida para la de- por la cosa, quisimos aclarar únicamente en qué sentido retomamos la
\.t::iH!Hl<1<"'lVU de la cosa son la proposición y la verdad comprendida en pregunta, como pregunta histórica. Preguntar históricamente significa
ella y entendida como certeza, y si la situación es distinta e inversa de lo liberar y movilizar el acontecer apresado y latente en la pregunta.
que la opinión natural cree, entonces surgirá una nueva pregunta. Tal proceder está expuesto sin embargo a una mala interpretación. Se
¿Dónde está el fundamento y la garantía de que se ha encontrado tam- podría pensar que se trata de computar a la determinación inicial de la
bién realmente la esencia de la proposición? ¿Desde dónde se determina cosa, errores, insuficiencias o imperfecciones. Esto sería un juego infan-
lo que es verdad? til de la superioridad vacua y vanidosa que pueden arrogarse en todo
Así vemos que lo que en la determinación de la esencia de la momento aquellos que han llegado después. sólo por llegar después,
cosa, no es de modo algo pasado y acabado. A lo sumo es algo frente a aquellos que llegaron antes.
que se ha estancado que que poner de nuevo en marcha; por lo En la medida en que en nuestra pregunta se trata de una crítica. no se
tanto, que todavía es problemático. Si no queremos repetir opi- dirige ésta contra el comienzo, sino contra nosotros mismos, en cuanto
niones; si queremos lo que nosotros mismos decimos y no asumirnos este principio como tal sino que lo arrastramos con noso-
mentamos, entraremos en seguida en un torbellino de preguntas. tros como algo «natural», es decir, como algo indiferente y falsificado.
La pregunta con respecto a la cosa suena ahora así: ¿se determina la La concepción de la pregunta ,,¿Oué es una cosa?», como pregunta his-
esencia de la de la verdad desde la esencia de la cosa, o se tórica, no tiene nada que ver con una intención de relatar en forma mera-
determina la esencia de la cosa desde la esencia de la proposición? La mente historiográfica las doctrinas aparecidas anteriormente. Tampoco
pregunta reposa sobre una Pero aquí surge la pre- tiene nada que ver con la manía de criticar aquellas doctrinas, para ofre-
gunta decisiva: misma será suficiente? ¿La esencia de
la cosa y la esencia de la nrocosición están construidas como imágenes 1 eL nota 1. pág. 13

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..
cer una nueva formada por la adición de lo valedero de cada una de las y la proposíción. Tendríamos que incluir más la totalidad de la
anteriores. Antes bien, es necesario movilizar el acontecer inicial e in- existe:1cia griega. sus dioses, su arte. su estado. su saber, para experi-
terno de esta pregunta conforme a su dinamismo más elemental, aun- mentar qué significa un descubrimiento como el de la cosa. En el marco
que inmovilizado en una quietud, un acontecer que no está alejado de de estas lecciones faltan todos los supuestos para recorrer este camino.
nosotros en alguna época pretérita, sino que está presente en cada pro- Pero aun si estos supuestos estuviesen dados, no recorrer
posición y en cada opinión cotidiana, y en cada acceso a las cosas. este camino al comienzo, de acuerdo a la tarea propuesta. Ya lo hemos
indicado: una mera definición de la cosa no dice mucho, ni cuando la de-
senterramos del pasado, ni aun en el caso de que tuviéramos la ambi-
ción de construir una «nueva». La respuesta a la pregunta es una
12. HISTORICIDAD Y DECISIÓN cosa?» tiene otro carácter. Esta respuesta no es una un
cambio de posición fundamental o -para decirlo mejor con más caute-
la- el cambio incipiente de la asumida hasta ahora con respecto
Lo que dijimos sobre el carácter histórico de la pregunta ((¿Quées una a las cosas, un cambio de preguntar y del valor. del ver del en
cosa?», es válido para toda pregunta ñlosofante que planteemos ahora o suma: del ser-ahí (Da-sein) en medio de los entes. Determinar el cambio
en el futuro; srsmpre que supongamos que la filosofía es un preguntar de posición fundamental dentro de la relación al ente es la tarea toda
que se pone en cuestión a sí mismo, y que por eso se mueve en todo mo- una época. Pero para esto es necesario que veamos con mirada más
mento en un círculo. clara. precisamente aquello que más nos aprisiona y nos de
Al comienzo vimos cómo se determinó en primer término la cosa como tad en la experiencia y determinación de las cosas. Es la moderna cien-
particular y como un «esto». Aristóteles lo llama ...óos el «esto aquí». cia natural. en la medida en que se ha transformado. según ciertas ca-
Pero la determinación de la particularidad depende también en su con- racterísticas, en una forma general de pensar. También en ésta domina
tenido del modo en que se conciba la universalidad de lo universal, del por cierto. si bien transformado, el comienzo griego. aunque no exclu-
cual lo particular es un caso y un ejemplo. También a este respecto en- siva ni preponderantemente. Pero la pregunta acerca de nuestras rela-
contramos en Platón y Aristóteles ciertas decisiones que tiene todavía ciones como tal, acerca de nuestro dominio sobre la naturaleza, no es
bajo su influencia nuestra lógica y nuestra gramática. Además, vimos una pregunta de la ciencia natural. Esta pregunta está cuestionada ella
que para una delimitación más exacta del «esto» recurrimos a la relación misma en aquella que pregunta: Gnos habla todavía el ente como tal en
espacial y temporal. También en relación a la deterrnírración de la esen- su totalidad? Ysi nos habla ¿en meco? Tal cuestión no se decide en
cia de espacio y tiempo, Platón y Aristóteles señalaron rumbos en los una lección. sino en todo caso en un SIglo, y aun así sólo si ese siglo no
que todavía hoy nos movemos duerme, y no únicamente cree estar despierto Sólo en la controversia se
Pero la verdad. nuestra existencia histórica está en vías de una trans- somete a decisión la pregunta.
formación. En caso que ésta se frustre, sufrirá ese destino sólo porque no Una determinada concepción de la cosa alcanzó una preeminencia
puede reencontrar sus propios fundamentos, puestos por ella misma, única en conexión con el desarrollo de la ciencia moderna. De acuerdo a
para fundarse nuevamente a -partír de ellos. esto, la cosa es el punto material movido en la pura ordenación espacio-
Se ve con facilidad, por todo lo dicho. cuál será nuestro trabajo si que- temporal. o una composición correspondiente de tales puntos. La cosa
remos movilizar la pregunta (¿Qué es una cosa?», como pregunta his- así determinada vale en adelante como fundamento y base de todas las
tórica. cosas y ce su determinación e Lo viviente se concibe
En primer término tendríamos que movilizar el comienzo de la deter- como una superestructura y un agregado de lo no viviente, aun cuando
minación de la esencia de la cosa y de la proposición entre los griegos, se crea que nunca será explicable a de la materia inerte, con
no para saber cómo era antes, sino para someter a decisión en qué forma de la química coloidal. es decir aun cuando se conserve su carácter pro-
todavía hoy rige esencialmente aquella determinación. Por dos razones pio. De la misma manera se considera al utensilio y al instrumento como
tenemos que dejar de lado en estas lecciones la explicitación de esta ta- cosa material, sólo que conformada exteriormente de tal modo que ad-
rea fundamental. Una es aparentemente más externa. La mencionada quiera un valor especial. Pero este dominio de la cosa material como ver-
tarea no quedaría cumplida por el hecho de que reuniéramos algunas ci- dadera infraestructura de todas las cosas, más allá del ámbito de
tas de lo que Platón y Aristóteles dijeron en una u otra parte sobre la cosa las cosas en general, hasta la de lo para decirlo vul-

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garrnente, por hasta el ámbito de la interpretación del lenguaje, misma, el ser soporte de propiedades, en forma completamente general
de la historia, de la obra de arte, etc. ¿Por por ejemplo, es tan árida, y vacía, constituir lo uno para una multiplicidad.
desde hace la e interpretación de los poetas en En segundo lugar, se intentó caracterizar la pregunta con respecto al
nuestras escuelas Respuesta: porque los profesores no sa- modo en que debe ser preguntada. Resultó que la pregunta es histórica.
ben nada acerca de la diferencia entre una cosa y una poesía, porque tra- Se aclaró lo que esto quiere decir. La reflexión preliminar sobre nuestra
tan los poemas como cosas, esto porque nunca se han preocupado por pregunta aclara que en ella vibran permanentemente dos preguntas di-
pregunta sobre lo que una cosa es. Que se lea más el poema de los rectrices, que por lo tanto también deben ser preguntadas. La primera
Nibelunqos y menos Homero, tendrá sus razones; pero esto no cambia reza: ¿dónde se encuentra algo así como una cosa? La otra: ¿de dónde to-
es la misma antes en griego, ahora en alemán. Pero los mamos la determinación de su casidad? Sólo de estas preguntas involu-
profesores no son de esta situación, tampoco los profesores cradas en la anterior, surgió el hilo conductor y la pauta que debemos se-
profesores, sino toda una época, es decir, nosotros mismos si no guir para que no Se tambalee todo en la pura casualidad y confusión, y
de una vez. para que la pregunta por la cosa no se quede estancada.
es una cosa?" es una pregunta histórica. En su his- Pero, ¿sería esto una desgracia? Esto es lo mismo que preguntar:
toria la determinación de la cosa como lo materialmente existente tiene ¿plantear tales preguntas tiene al fin y al cabo un sentido real? Sabemos
un rango Si preguntamos realmente la pregunta, es decir, que no se puede hacer nada con su discusión. Las consecuencias de no
si sometemos a decisión las de determinación de la cosa, plantear o escuchar la pregunta acaban en lo mismo. Si pasamos por alto
no podemos pasar por alto la respuesta de la época moderna, así como la advertencia de un cable de alta tensión y tocamos los hilos, morimos.
tampoco debemos olvidar el comienzo de la pregunta. 4
Si no prestamos oídos a la pregunta «¿Qué es una cosa?", «no pasa nada".
al mismo ante teda, debemos preguntar esta inocente Si un médico da un tratamiento equivocado a algunos enfermos existe
pregunta de modo que la sintamos como nuestra; de modo que no nos el peligro de que pasen a mejor vida. Si un profesor interpreta ante sus
suelte más, ni siquiera cuando no tengamos ya más oportunidad de es- alumnos un poema en forma absurda, «no pasa nadan. Pero tal vez sería
cuchar conferencias sobre ella. Sobre todo porque éstas no tienen la mi- mejor hablar aquí con más cautela: si no prestamos oídos a la pregunta
sión de anunciar revelaciones ni aplacar angustias, sino que por la cosa, y si interpretamos mal un poema, parecería que no pasa
sólo sirven para tal vez, lo que cayó en el olvido, y quizás para nada. Un dia -tal vez dentro de 50 100 años- habrá pasado algo sin em-
ó

aclarar lo que se ha confundido. bargo.


La pregunta «¿Qué es una cosa?» es una pregunta histórica. Es más
importante que hablar sobre el carácter histórico de la pregunta, actuar
al plantear la pregunta de acuerdo a este carácter. Teniendo en Cuenta
13. los fines y las posibilidades de estas lecciones debemos contentarnos a
este respecto con un compromiso.
No podemos exponer el gran comienzo de la pregunta entre los grie-
a una delimitación de nuestro propó- gos, ni nos es posible presentar en un contexto coherente aquella deter-
sito. comienzo que en la filosofía, a diferencia de las cien- minación de la cosa que llegó a ser predominante por la ciencia mo-
cias, no es nunca un acceso inmediato a las preguntas. Siempre derna. Pero si queremos estar a la altura de la pregunta, es imprescindi-
y necesariamente se una introducción. Las reflexiones prelimi- ble, por otra parte, tanto el conocimiento de aquel comienzo, como de las
nares a nuestra pregunta es una cosa?" llegan ahora a su término. épocas decisivas de la ciencia moderna.
La pregunta se ha caracterizado dos respetos esenciales:
se pone en cuestión cómo se prequnta?
Primero se vio lo que está en cuestión -Ia cosa. Hemos iluminado con
una cierto bastante el horizonte en el que se encuentra tra-
dicionalmente la cosa la su cosidad. Se asi a un
doble por el marco de la cosa, lo espacio-temporal, y
el modo de darse la cosa, el «esto»: por otro, la estructura de la sosa

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