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Otto, Rodolfo; “Lo Santo, lo racional y lo irracional en la

idea de Dios”.
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Cap. II
Lo Numinoso

Lo Santo es, en primer lugar, una categoría explicativa y valorativa que como tal se
presenta y no es exclusivamente en la esfera religiosa.
Estamos habituados a emplear la palabra santo en sentido translaticio y no en su
sentido primigenio. Santo, suele aplicarse como predicado absoluto moral, que
significa la bondad perfecta, la bondad suma. En realidad, debería llamarse,
simplemente, “voluntad moral perfecta”.
Santo contiene algo más: un excedente de significación. La palabra santo designaba
ante todo ese excedente de significación; pero no comprendía en absoluto, y nunca
exclusivamente el sentido moral.
Pero como nuestro sentimiento actual de la lengua incorpora sin duda la moral a lo
santo, será conveniente inventar, al menos provisionalmente, una palabra
destinada a designar lo santo menos su componente moral, y –añadimos- menos
cualquier otro componente racional.
A este forjo, desde luego, un neologismo: lo numinoso; y hablo de una categoría
peculiar, lo numinoso, explicativa y valorativa, y de una disposición o temple
numinoso del ánimo, que sobreviene siempre que aquella se aplica.

]Los aspectos de lo numinoso (cap. III )[/font]


Quedan todavía sin expresar los rasgos propios de la emoción religiosa, la
solemnidad de esta emoción singular, que solo se presenta en el terreno de lo
religioso.
Schleivermacher ha sacado a luz un elemento muy notable de esta emoción: el
sentimiento de la “absoluta dependencia”. Pero este sentimiento es mucho más y
harto distinto de los sentimientos “naturales” de dependencia.
Busco también un nombre para él y lo llamo “sentimiento de criatura”, es decir
sentimiento de la criatura que se hunde y anega en su propia nada y desaparece
frente a aquel que esta sobre todas las criaturas.
Pero este, no consiste solamente, como haría creer el nombre, en ese componente
de abnegación frente a cualquier prepotencia, sino exclusivamente frente a “esa”
prepotencia determinada. Pero lo indecible es justamente cual es “esa” prepotencia
determinada.
El segundo defecto de la definición de Schleiermacher es que con ella solo se hace
patente la categoría religiosa de la valoración del sujeto por sí mismo (mejor dicho,
desvalorización, desestima), y sin embargo se pretende definir con ella el
sentimiento propiamente religioso.
A su juicio, el sentimiento religioso seria inmediatamente, y desde luego, un
sentimiento de mí mismo, el sentimiento de una peculiar condición mía, a saber de
mi independencia; y solo por conclusión lógica, refiriendo mi estado a una causa
exterior a mí es, según Shleiermacher, como yo encuentro lo divino.
Pero esto es totalmente contrario a la realidad psicológica. El sentimiento de
criatura es más bien un momento concomitante, un efecto subjetivo, por decirlo así,
la sombra de otro sentimiento, el cual, desde luego, y por modo inmediato, se
refiere a un objeto fuera de mí. Y este precisamente es lo que llamo numinoso.
Mysterium Tremendum.[/u]
Lo numinoso, es aquello que aprehende y conmueve él ánimo con tal o cual
tonalidad. Nuestro problema consiste en indicar cuál es esa tonalidad sentimental
consideramos lo más hondo e intimo de toda conmoción religiosa intensa, por
cuanto es algo más que fe en la salvación eterna, amor o confianza, consideramos
aquello que, prescindiendo de estos sentimientos conexos, puede agitar y henchir
el ánimo con violencia conturbadora.
La expresión más próxima se nos ofrece para compendiar todo esto es la de
Mysterium Tremendum.
El Tremendum Mysterium puede ser sentido de varias maneras. Puede penetrar con
suave flujo él ánimo, en la forma del sentimiento sosegado de la devoción absorta.
Puede pasar como una corriente fluida que dura algún tiempo y después se ahíla y
tiembla, y al fin se apaga, y deja desembocar de nuevo el espíritu en lo profano.
Puede estallar de súbito en el espíritu, entre embates y convulsiones. Puede llevar a
la embriaguez, al arrobo, al éxtasis. Se presenta en formas feroces, demoniacas.
Puede hundir el alma en horrores y espantos casi brujescos. Tiene manifestaciones
y grados elementales, toscos y bárbaros, y evoluciona hacia estadios más
refinados, más puros y transfigurados. En fin, puede convertirse en el suspenso y
humilde temblor, en la mudez de la criatura ante... sí ante quien? Ante aquello que
se cierne sobre las criaturas.
Se comprende que nuestro intento de definir por conceptos ha de ser puramente
negativo; pues el concepto de misterio no significa otra cosa que lo oculto y
secreto; lo que no es público, lo que no se concibe ni entiende, lo que no es
cotidiano y familiar, sin que la palabra pueda caracterizarlo y denominarlo con
mayor precisión en sus propias cualidades afirmativas. Sin embargo, con ello nos
referimos a algo positivo. Esta característica del Mysterium se experimenta solo en
sentimientos. Y estos sentimientos los podemos poner en claro, por analogía y
contraposición haciéndolos resonar sintónicamente.

Biografia:
Rodolfo Otto (Peine, Prusia, 25 de septiembre de 1869 - Marburgo, Alemania, 6 de
marzo de 1937), teólogo protestante alemán, filósofo e historiador de las religiones.
Enseñó en las Universidades de Gotinga y Breslau, y en 1917 se asentó en
Marburgo, donde permanecería el resto de su vida. Sus teorías sobre la religión
fueron influenciadas por sus viajes a África y Asia para estudiar las religiones no
cristianas y por los escritos de Manuel Kant y Federico Schleiermacher. En Lo santo.
Lo racional y lo irracional en la idea de Dios (1917), Otto acuñó el término numinoso
para designar el elemento irracional de la experiencia religiosa: el temor,
fascinación, ilusión y exultación inspirada por la percepción de lo divino. Creía que
la religión es una comprensión del mundo más allá de la ciencia. Según Otto, la
esencia de lo religioso está en la intuición que nos pone en contacto con Dios sin
necesidad de raciocinio, sentimentalismo luterano puro. Sus otros libros incluyen El
misticismo oriental y occidental (1926), La religión hindú de la Gracia y el
cristianismo (1930), y El Reino de Dios y el Hijo del Hombre (1938).

Fuente
Otto, Rodolfo; “Lo Santo, lo racional y lo irracional en la idea de Dios”; trad.
Fernando Vela.
Revista de Occidente, Madrid 1925; 218 pág. (pag. 11 a 19).

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