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¿Es suficiente 3.096 días de humillación, miedo y violencia para doblegar a alguien?
Ese tiempo es el que da título a la película sobre los ocho años de secuestro de
Natascha Kampusch, una historia de dominación y resistencia.
“Estaba claro que solo uno de nosotros sobreviviría. Y al final fui yo. Y no él". La
frase con la que inicia la película es la clave de ese enfrentamiento, la película
detalla sin efectismo, pero sin esconder la violencia que sufrió Kampusch.
Mientras ella estuvo encerrada, le tenía que dar siempre la razón, le tenía que hacer
las tareas del hogar. Cuando el secuestrador pensó que después de 6 años de
encierro ya estaba lo suficientemente amaestrada, le permitía subir a la casa, pero
siempre tenía que estar al lado de él, no podía levantar la mirada, tenía que
cocinarle, limpiarle, prácticamente hacerle todo y para ella nada. Incluso a veces
tenía que dormir junto a su secuestrador, atada de manos a él.
Aunque hacía más de 6 años que el caso se había dado por perdido, el secuestrador
pensaba que aún podía ser atrapado.