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Ensayo

Violencia de género y derecho:


Aportes para la comprensión de la ley 1257 de 2008 ley sobre la no violencia
contra las mujeres

IRIS NUDITH TABARES OSORIO

Asesor Temático
Geovanna Andrea Vallejo Jiménez

Universidad de San Buenaventura


Facultad de Derecho
Bello 2014
Contenido
INTRODUCCIÓN.............................................................................................................................1
1. Violencia contra las mujeres y discriminación de género: aportes de la antropología
y la sociología. .............................................................................................................................5
2. Violencia contra las mujeres y derechos humanos.........................................................7
3. Antecedentes Nacionales: leyes favorables para las mujeres ......................................9
4. Ley 1257 de 2008: Ley de No violencia contra las mujeres ........................................12
5. Conclusiones ......................................................................................................................20
Bibliografía .....................................................................................................................................23
INTRODUCCIÓN

En el marco de la sociedad y del derecho, durante muchos siglos las mujeres


fueron consideradas una propiedad y objeto de sus esposos, familias y Estado y
no como sujetos de derecho plenos. En efecto la subordinación y discriminación
contra las mujeres ha sido una constante presente tanto en la realidad social como
en las legislaciones de múltiples países, como Colombia, donde solo hasta la
primera mitad siglo XX se introducen cambios jurídicos en el marco de los
derechos civiles y políticos que posibilitan su real participación en igualdad de
condiciones con los hombres como la ley 8 de 1922 que permitió a la mujer
casada la administración y el uso exclusivo de los bienes determinados en las
capitulaciones matrimoniales y los de uso persona; la ley 83 de 1931 que estipuló
pago y recepción directa del salario a las mujeres trabajadoras; la ley 28 de 1932
que reconoció la capacidad de las mujeres casadas para administrar tanto los
bienes propios como los adquiridos en vigencia de la sociedad conyugal y para
asumir su representación legal; el decreto 227 de 1933 que permitió su ingreso al
bachillerato; el artículo 8 de la Constitución de 1936 que le permitió acceder al
derecho ocupar cargos públicos y solo hasta 1954 con la resolución 640 de la
Asamblea General de las Naciones Unidas obtiene el derecho al voto el cual
permitió por primera vez el acceso al estatus ciudadano.

Estas transformaciones jurídicas fueron generando cambios importantes que se


plasmaron en el rol social de la mujer y en su desarrollo personal, profesional y
emocional y en particular el acceso a la educación, su ingreso masivo al mercado
laboral y su participación en escenarios de decisión y poder. A pesar de estos
avances, la realidad ha permitido comprobar que no siempre los cambios
normativos han implicado la desaparición de las discriminaciones y practicas
sexistas hacia las mujeres, como lo muestra Soto Romero “En algunas
experiencias comparadas, bajo la aparente igualdad se ocultan situaciones en las
cuales se sigue manteniendo la segregación laboral, evidenciada en bajos
1
salarios, mayores tasas de desempleo para este género, peores formas de
contratación, desprotección social o la simple ubicación en categorías bajas de
puestos de trabajo respecto a la mano de obra masculina. De forma más concreta,
algunas diferencias entre mujeres y hombres en el acceso al mercado de trabajo,
se evidencia en su empleabilidad en puestos directivos o que involucran toma de
decisiones; siendo excepcional la presencia de mujeres en los mismos” (Soto
Romero, 2013, pág. 7).

Por tanto, la presencia de inequidad se expresa con mayor fuerza en la


sistematicidad de las violencias físicas, sexuales, psicológicas y económicas que
viven las mujeres en el espacio privado y público “cuando se piensa en la violencia
contra la mujer, en la mayoría de los casos, vienen a la memoria la multitud de
víctimas que han sido agredidas en el contexto de la violencia intrafamiliar, las
relaciones de pareja o en las que media un vínculo erótico afectivo o las
resultantes de los asaltos o agresiones sexuales. No obstante, se reconoce que
existen diversas formas o tipos de violencia contra la mujer, unas más visibles que
otras, unas que producen secuelas más devastadoras que otras y unas más
prevenibles que otras” (Concejería Presidencial para la equidad de la Mujer, 2009,
pág. 16).

Estos mecanismos de sometimiento de las mujeres, las imposibilitan de gozar de


los derechos obtenidos y de las propias oportunidades de desarrollo social,
político, económico y cultural que se han venido ganando con estas
transformaciones jurídicas. Es así, que este tipo de violencias no son ajenas a
nuestra realidad siendo sus principales manifestaciones “las lesiones personales,
el homicidio, la violación, el abuso y acoso sexual, la trata de personas, la
prostitución forzada, el secuestro, la tortura y las diversas formas de
discriminación. En efecto, esta problemática constituye un atentado al derecho a
la igualdad que existe entre hombres y mujeres y un desconocimiento de la
equiparación de derechos políticos, civiles, económicos, culturales y jurídicos que
existen entre ambos” (Humanas, 2008, pág. 10).
Estos hechos se ven reflejados en cifras de violencia que afectan directamente a
las mujeres por su condición de género como la violencia intrafamiliar, la violencia
sexual, los homicidios. Es de notar que en Colombia para el año 2010, según la
Consejería Presidencial para la equidad de la Mujer en Colombia (Concejería
Presidencial para la equidad de la Mujer, 2009, pág. 4) durante el periodo
comprendido entre 2004 y 2008 se presentaron en materia de violencia
intrafamiliar un total de 206.735 casos de mujeres que fueron violentadas
físicamente por su pareja contra un 22.589 casos de hombres, registrándose un
aumento promedio del 6,9% en este período de mujeres víctimas. Para el año
2008 el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF)
conoció la ocurrencia de 5.824 casos de maltrato a niñas.

Frente a la problemática del delito sexual que es uno de los principales campos de
violencias de género, el Sistema Médico Legal Colombiano valoró durante este
periodo (2004-2008) 87.360 víctimas, de las cuales, 84% fueron mujeres. Los
casos corresponden principalmente a abuso sexual en un 75% (48.021) y los
restantes se asocian a asaltos sexuales. La tasa de víctimas mujeres muestran un
incremento significativo del 109% a lo largo del quinquenio, encontrándose la tasa
más alta en niñas de 10 a los 14 años, presentándose 256 casos por cada
100.000 niñas. En materia de agresores se logró identificar como los principales
agresores a los familiares en el 36% de los casos, otros conocidos 37%,
desconocidos 16% y finalmente 11% sin información sobre el victimario.

Se destaca también como el Instituto Nacional de Medicina Legal identificó que en


el caso de violencia homicida ejercida contra las mujeres, se dieron en el
quinquenio 6.042 casos de mujeres asesinadas en distintas circunstancias en el
territorio nacional. Aunque en un 64% de los casos se desconocen las
circunstancias alrededor de la muerte de mujeres, se reconoció que 12% se
produjeron por causas sociopolíticas, 14% por violencia común impulsiva, (dentro
de esta categoría en 47 casos se identificó delito sexual asociado al homicidios),
3% de atracos, y de manera alarmante se encontró que 437 mujeres (7%) fueron
asesinadas en el contexto de la violencia intrafamiliar.

En el caso de Colombia, estas violencias han venido visibilizándose


paulatinamente a través de las mujeres que en la historia han transcendido las
tradiciones, han roto el silencio y tomado un rol activo y representativo en la
reivindicación de sus derechos y la consecución de cambios sociales orientados a
mejorar sus condiciones de seguridad y ejercicio libre de sus derechos y erradicar
toda forma de discriminación y violencia contra ellas, como lo muestra Correa
(2009) al afirmar que parte de estos cuestionamientos han surgido también a partir
de la reivindicación de los derechos de la mujer, que en Colombia comenzaron a
hacerse visibles en el siglo XX cuando se adquieren ganancias jurídicas como “la
libre administración de sus bienes, el reconocimiento del derecho elemental a
recibir su salario, el ingreso a las aulas universitarias, la protección especial a la
maternidad, el derecho al sufragio, el acceso a la patria potestad de sus hijos e
hijas, como la eliminación de la obediencia al marido, entre otras importantes
medidas” (Correa, 2009, p. 23).

También se puede reconocer con la promulgación de la ley 1257 de 2008 que


posibilita definir un marco comprensivo y de interpretación en la cual define qué
es la violencia contra las mujeres y clases de delitos que se cometen contra ellas,
mecanismos que permiten proteger a las víctimas y posibilitan el acceso a la
justicia y que demarcan limites frente a comportamientos que transgredan los
derechos humanos y la dignidad de las personas, en este caso de las mujeres.

Este trabajo busca realizar un corto repaso histórico de las leyes que han servido
de fundamento para la protección de los derechos de la mujer hasta la
promulgación de la ley 1257 de 2008 en Colombia a partir de una revisión
conceptual desde el derecho, la sociología y antropología respecto a qué se
entiende por género y hacer más comprensivo los referentes sociales, políticos y
normativos que integra dicha ley y un recuento del contenido en esta frente a los
actuales tipos penales que existen en Colombia para sancionar dichas
problemáticas como es la violencia intrafamiliar, la violencia sexual y homicidios. .

1. Violencia contra las mujeres y discriminación de género: aportes de la


antropología y la sociología.

La violencia contra las mujeres es ante todo un hecho y una realidad social que ha
estado presente en las diversas sociedades de forma silenciada y normalizada en
la cultura asumido como algo común, habitual y consentido en la vida privada y
pública sustentada en las relaciones de poder desiguales entre mujeres y hombres
en los distintos ámbitos de la vida de la mujer ya sea en la vida de pareja, en la
familia, en la escuela, en el trabajo, como lo muestra Sisma Mujer cuando afirma
que “durante la época de la esclavitud era impensable una sociedad que pudiera
subsistir sin esclavos, en la edad media la pertenencia a un estamento era
inamovible, sin embargo alguien comenzó a pensar que podía ser diferente.
Durante gran parte de la historia de la humanidad, la desigualdad entre mujeres y
hombres ha sido una constante en medio de la cual muchas mujeres se han
ubicado en la resistencia. La violencia física, psicológica, sexual, económica o
simbólica ha sido el recurso más usual para perpetuar orden patriarcal, para
advertir, para aleccionar, para acallar las resistencias. La violencia, especialmente
la simbólica, cumple la función de hacer ver lo habitual, lo establecido, como algo
incuestionable” (Sisma Mujer, 2010, pág. 3).

Es así como paulatinamente se ha visibilizado y reconocido las desigualdades


entre hombres y mujeres como sujeto de opresión. Según antropólogas como
Marcela Lagarde, este proceso ha sido posible gracias al propio proceso de
emancipación de las mujeres y su toma de posición frente a la continuidad de las
violencias: “Mediante los esfuerzos de investigación sobre la presencia de las
mujeres, su participación, sus vidas y los procesos que las envolvieron se ha
remontado el pasado. Así se ha develado otro pasado a pesar de que las señales,
las evidencias y huellas históricas fueron dejadas por quienes ya excluían a las
mujeres. En diversos países florece la historia con perspectiva de género y
contribuye a valorar a las mujeres y también a desbancar algunos mitos” (Lagarde,
pág. 2)

Este proceso emancipatorio ha implicado también la producción de


cuestionamientos como las propias prácticas de construcción de desigualdades de
género en torno los marcos explicativos y categorías analíticas de las
discriminaciones, siendo relevante los aportes de la antropología y la sociología
del género. En efecto como concepto, el género nace a mediados del siglo xx,
cuando se utiliza por primera vez en el campo de la psicología por el investigador
Robert Stoller para designar las diferencias en los trastornos sexuales según las
diferencias sexuales. En este marco, el género designó por primera vez los roles a
mujeres y hombres, partía de prácticas socioculturales como ritos y costumbres
que marcaban la identidad y comportamientos de hombres y mujeres y no en si el
sexo biológico. Esta noción fue creciendo en las ciencias sociales hasta llegar en
los años 60 a ser definida por antropólogas como Gaylen Rubin introduce la
noción de “sistema sexo-genero”, como un sistema propio a cada sociedad donde
se define el ser mujer y el ser hombre desde las normas sociales.

El concepto entonces de sexo/genero ha venido desarrollándose para explicar la


diferencia entre sexo biológico y género, entendido este último según Marta
Lamas citada por García, como “una construcción simbólica e imaginaria que
comporta atributos asignados a las personas a partir de la interpretación cultural
de su sexo: distinciones biológicas, físicas, económicas, sociales, psicológicas,
eróticas, afectivas, jurídicas, políticas y culturales impuestas. A su vez, la
sexualidad se vive en función de una condición de género que delimita las
posibilidades y potencialidades vitales. El orden fundado sobre la sexualidad
(genero), se constituye entonces en un orden de poder” (García, 2006, pág. 12).

El marco conceptual de género, ha sido fundamental para darles un lugar a las


mujeres en la sociedad y comprender la manera como ellas históricamente han
estado en una condición de subordinación. En este sentido, el género no es un
hecho social, cultural, político y jurídico natural sino, una construcción social de
relaciones de poder. Ahora bien, estas relaciones no han sido simétricas sino por
el contrario asimétricas, atribuyéndole a las mujeres una condición y posición de
poder inferiorizada respecto a las varones. Así, se entiende actualmente de forma
mayoritaria que desde esta perspectiva de género, se “reconoce la diversidad de
géneros y la existencia de las mujeres y los hombres, como un principio esencial
en la construcción de una humanidad diversa y democrática. Sin embargo, plantea
que la dominación de género produce la opresión de género y ambas obstaculizan
esa posibilidad. Una humanidad diversa democrática requiere que mujeres y
hombres seamos diferentes de quienes hemos sido, para ser reconocidos en la
diversidad y vivir en la democracia genérica” (Giberti, 1989, pág. 16).

En este sentido es importante considerar que este reconocimiento social de la


violencia de género no ha estado desarticulado de una reflexión general frente a la
violencia como fenómeno humano y la necesidad de establecer límites, normas y
prácticas que permitan identificar, tratar y sancionar los diversos comportamientos
que afectan la sociedad.

2. Violencia contra las mujeres y derechos humanos.

El reconocimiento de la violencia contra las mujeres dentro de un largo proceso


histórico poco a poco ha ido enmarcando cambios sociales, culturales,
económicos y políticos en los cuales ha puesto en evidencia el papel de las
mujeres, las formas de desigualdad, discriminación y violencias que se ejercen
contra ellas en todas las dimensiones de vida pública y privada. De forma
particular se han generado normativas internacionales y nacionales en torno a la
atención a la violencia contra las mujeres en el marco de los derechos humanos,
como lo afirma el Secretario General de la ONU “La violencia contra la mujer ha
recibido una creciente atención en las Naciones Unidas como una forma de
discriminación y una violación de los derechos humanos de las mujeres. La
comunidad internacional se ha comprometido a proteger los derechos y dignidad
de las mujeres y los hombres a título individual mediante numerosos tratados
internacionales” (Escobar & Uribe Martinez, 2011, pág. 10). ha sido desde la
segunda mitad del siglo XX y en el marco de internacional de derechos humanos
que la noción de violencia contra las mujeres, va desarrollándose como parte
fundamental en términos del derecho, visibilizándose e integrándose al discurso
jurídico a partir de diversos instrumentos normativos y políticos que reconocen la
inclusión de las mujeres como sujetos de derecho humanos y reprueban la
discriminación y violencia contra ellas por su condición de mujeres en especial
desde 1945 cuando “los instrumentos internacionales de las Naciones Unidas
entre ellos, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se oponen a toda
discriminación contra las mujeres. Como lo afirma el artículo 2: “toda persona
tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta declaración, sin
distinción alguna de raza, color, sexo…. En su preámbulo la Carta de derechos
Humanos proclama su fe “…en la igualdad de derechos de hombres y mujeres”
(Longoño Argelia, 2003, pág. 3).

Según el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) para


Colombia, sostiene que “se ha desarrollado un importante cuerpo de instrumentos
jurídicos sobre Derechos Humanos de las mujeres, que han sido aprobados por
los Estados miembros en Naciones Unidas y de la Organización de Estados
Americanos que son obligatorio acatamiento por parte de los Estados que los han
suscrito y ratificado” (PNUD Colombia, pág. 8).

Fue hasta 1979 cuando la Asamblea General de la ONU aprobó la Convención


sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, que
estableció en su preámbulo que por discriminación se entiende "toda distinción,
exclusión o restricción basada en el sexo en las esferas política, económica,
social, cultural y civil o en cualquier otra esfera" (ONU, 1979, pág. 1).
La Resolución 1990/15 del Consejo Económico y Social alude que se deben
asignar recursos orientados hacia la aplicación de estrategias para el adelanto de
la mujer y donde la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer debe
examinar temas prioritarios fundamentales como la igualdad el desarrollo y la paz.

Estos hechos van consolidando la aprobación de la Declaración sobre la


eliminación de la violencia contra la mujer, también se constituye un instrumento
jurídico el cual define la violencia contra las mujeres y se formulan los derechos
que han de aplicarse a fin de lograr la eliminación de la violencia contra la mujer
en todas sus formas, el marco de compromisos por parte de los Estados para
asumir sus responsabilidades y el compromiso de la comunidad internacional para
eliminar la violencia contra la mujer (ONU, 1993) Artículo 1.

Esta declaración será adoptada también por todos los países pertenecientes a la
OEA, como Colombia a través de la Convención de Belem do Pará o Convención
Interamericana para Prevenir, sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer,
que fue suscrita en 1994 durante el período ordinario de sesiones de la Asamblea
General de la OEA y adoptada por el Estado colombiano en diciembre de 1996 en
virtud de la Ley 248, “al ratificarla el Estado colombianos reconoce que la violencia
contra las mujeres es una violación de los derechos humanos y se compromete,
entre otras cosas al modificar las leyes necesarias para hacer efectiva la
convención, adoptar políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar la
violencia esta violencia y abstenerse de cualquier acción o práctica de violencia
contra la mujer y velar porque las autoridades, sus funcionarios, agentes e
instituciones se comporten de conformidad con esta obligación” (PNUD Colombia,
pág. 9).

3. Antecedentes Nacionales: leyes favorables para las mujeres

De forma general, en Colombia ha existido un marco normativo en el cual se ha


venido evolucionando leyes favorables a las problemáticas de las mujeres y la
protección de sus derechos humanos, especialmente el derecho a una vida libre
de violencia, tanto desde sus compromisos internacionales como desde las
propias transformaciones producto de las reformas constitucionales de 1991. Es
así, que en lo que respecta a la normativa y a la sanción, en Colombia se han
generado cambios importantes en materia de la violencia de género durante fines
del siglo XX y principios del XXI, cuando la Constitución del 1991 abre la
posibilidad de existencia normas específicas que protejan los derechos de las
mujeres, como lo afirma la Corporación Humanas Colombia “en particular, la
instauración del Estado colombiano como Social y Democrático de Derecho
significó de forma relevante la protección de los Derechos Humanos y un sistema
de gobierno basado en los valores de la Declaración Universal de Derechos
Humanos”. Así el artículo 43 de la Carta Magna señala: “La mujer y el hombre
tienen iguales derechos y oportunidades. La mujer no podrá ser sometida a
ninguna clase de discriminación. Durante el embarazo y después del parto gozará
de especial asistencia y protección del Estado, y recibirá de éste subsidio
alimentario si entonces estuviere desempleada o desamparada. El Estado apoyará
de manera especial a la mujer cabeza de familia” (Humanas, 2008).

Igualmente la Constitución abrió posibilidades para generar la expedición de leyes


que atienden problemáticas de violencias como es la violencia intrafamiliar, siendo
relevante el artículo 42 de la Constitución Política que dispuso: “Cualquier forma
de violencia en la familia se considera destructiva de su armonía y unidad, y será
sancionada conforme a la Ley”. Esto significa que desde entonces el Estado
colombiano tiene la obligación de sancionar la violencia doméstica, y que ésta,
hace parte de las agendas y responsabilidades de las políticas públicas” (Sáenz,
2007, pág. 6)

Hasta 1995 la problemática de la violencia contra las mujeres va a encontrar un


gran avance con la expedición de la Ley 248 de 1995 en la cual se ratificó la
“Convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia
contra la mujer” más conocida como “Convención de Belém do Pará”. Esta ley si
bien en principio no generó una legislación propia en materia de violencia contra
las mujeres permitiría el desarrollo de una serie de trasformaciones de leyes
activas en Colombia en materia de violencias como la violencia intrafamiliar,
sexual y el homicidio.

Según la Corporación humanas (Humanas, 2008) algunos de estos cambios


fueron la promulgación de la Ley 294 de 1996 o Ley de Violencia Intrafamiliar,
donde se modificó el código penal, estableciendo por primera vez la violencia
intrafamiliar y el maltrato constitutivo de lesiones como delitos para la protección
del bien jurídico de “la familia”. También esta ley activaría la jurisdicción civil para
proteger a las víctimas estableciendo la posibilidad de solicitar medidas para su
protección ante los/as jueces civiles o de familia.

En lo que respecta a la violencia sexual influyó en la expedición de la Ley 360 de


1997, por medio de la cual se redefinió el código penal en los casos de delitos
sexuales y se aumentó la pena, entre otros, para el delito de acceso carnal. Antes
de la reforma el bien jurídico protegido era “el pudor y la libertad sexual”, con esta
ley se redefinió como bien jurídico a proteger en los casos de delitos sexuales “la
libertad sexual y la dignidad humana”, además aumentó la pena de 2 a 8 años por
una de mínimo 8 hasta un máximo de 20 años de prisión.

Igualmente se establecieron cambios en el código penal a través de la Ley 599


del 2000, que reflejaron un mayor compromiso de protección a las mujeres a partir
de la ampliación de las penas para los delitos que se cometan inspirados en un
móvil de intolerancia o discriminación en razón del sexo, se amplió el rango del
vínculo hasta los compañeros permanentes para calificar los delitos de homicidio y
lesiones personales como agravados y se cambió en los casos de acceso carnal
violento, el bien jurídico a proteger por el de la “libertad, dignidad y formación
sexual”, eliminando la “dignidad humana” como bien jurídico a proteger.
Estos cambios, manifiestan como las violencias contra las mujeres han venido
integrándose a los marcos normativos y tipologías existentes en el código penal
colombiano, generando reformas que de una u otra manera guardan relación con
la violencia contra la mujer, otro aspecto a resaltar en la tipología de la violencia
intrafamiliar, sexual y el homicidio, el sujeto pasivo es indeterminado, también
las cifras vistas revelan que son las mujeres quienes más denuncian los abusos y
violación a los derechos humanos.

4. Ley 1257 de 2008: Ley de No violencia contra las mujeres

Como mostramos anteriormente, en Colombia las leyes han venido integrando a


las mujeres como sujetos de derecho, en especial a través de transformaciones
jurídicas que se centraban en el cambio y/o promulgación de leyes favorables a
las mujeres, en especial de leyes existentes de forma general para toda la
sociedad como las de familia, sexualidad y homicidios. Fue por tanto hasta 2008,
que se produce un cambio importante en materia legislativa, cuando se proclama
la ley 1257 de 20081, y se produce por primera vez un marco normativo en
términos de los derechos de segunda generación para sancionar, prevenir,
erradicar la violencia contra las mujeres. Esta ley definirá a nivel legislativo por
primera vez en Colombia la violencia contra las mujeres como “cualquier acción u
omisión, que le cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico,
económico o patrimonial por su condición de mujer, así como las amenazas de
tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, bien sea que se
presente en el ámbito público o en el privado.”2.

1
Reglamentada por el Decreto Nacional 4463 de 2011, Reglamentada parcialmente por el Decreto Nacional
4796 de 2011, Reglamentada parcialmente por el Decreto Nacional 4798 de 2011, Reglamentada
parcialmente por el Decreto Nacional 4799 de 2011
2
Para efectos de la presente ley, y de conformidad con lo estipulado en los Planes de Acción de las Conferencias de
Viena, Cairo y Beijing, por violencia económica, se entiende cualquier acción u omisión orientada al abuso económico, el
control abusivo de las finanzas, recompensas o castigos monetarios a las mujeres por razón de su condición social,
económica o política. Esta forma de violencia puede consolidarse en las relaciones de pareja, familiares, en las laborales
o en las económicas.
Según la corporación Sisma Mujer “La ley 1257 exige repensar la violencia contra
las mujeres. Ésta ha sido considerada tradicionalmente por la familia, la sociedad,
el Estado y las mismas mujeres como natural, como algo que les pasa a las
mujeres y que además está en sus manos evitar. A partir de esta concepción, se
ignora una realidad en la que las mujeres junto con las niñas y los niños son las
mayores víctimas de violencia y en general son los hombres los principales
agresores. De manera consciente o inconsciente se ‘neutraliza´ esa realidad como
si ocurriera de igual manera para todas las personas, como si no estuviera
directamente ligada a un problema de discriminación (...) La ley se ubica en el
lugar del cuestionamiento a esta conducta, se propone la desnaturalización de las
violencias contra las mujeres en ámbitos como la familia, la escuela, el trabajo y
los medios de comunicación y enmarca toda forma de violencia contra las mujeres
como una violación a sus derechos humanos. Esto implica para el Estado el
ejercicio de su deber de debida diligencia es decir que debe prevenir, proteger,
atender, investigar y sancionar, así como reparar a la víctima de dicha violación”
(Sisma Mujer, 2010, pág. 12).

Es así que precisamente la ley entró a definir ciertas violencias visibles e invisibles
contra las mujeres por su condición de mujeres, que habían estado por fuera de la
legislación colombiana, por considerarse como naturales, desconociendo que
actos como la violencia sexual de esposos, novios, familiares contra las mujeres, o
bien de la violencia económica como la privación de patrimonio, el control de los
recursos, entre otros. En este sentido la ley 1257 entró a definir 5 tipos de daños
contra la mujer, es decir, que se infringen a las mujeres por su condición de
sexo/género como:

a. Daño psicológico: Consecuencia proveniente de la acción u omisión destinada


a degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de
otras personas, por medio de intimidación, manipulación, amenaza, directa o
indirecta, humillación, aislamiento o cualquier otra conducta que implique un
perjuicio en la salud psicológica, la autodeterminación o el desarrollo personal.
b. Daño o sufrimiento físico: Riesgo o disminución de la integridad corporal de
una persona.
c. Daño o sufrimiento sexual: Consecuencias que provienen de la acción
consistente en obligar a una persona a mantener contacto sexualizado, físico o
verbal o a participar en otras interacciones sexuales mediante el uso de fuerza,
intimidación, coerción, chantaje, soborno, manipulación, amenaza o cualquier otro
mecanismo que anule o limite la voluntad personal.
Igualmente, se considerará daño o sufrimiento sexual el hecho de que la persona
agresora obligue a la agredida a realizar alguno de estos actos con terceras
personas.
d. Daño patrimonial: Pérdida, transformación, sustracción, destrucción, retención
o distracción de objetos, instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes,
valores, derechos o económicos destinados a satisfacer las necesidades de la
mujer.

La ley proporciona un marco de derechos de las mujeres frente a estas violencias,


establece medidas de sensibilización y prevención en el ámbito gubernamental, en
el ámbito laboral, en el ámbito de salud; define los deberes de la familia y las
obligaciones de la sociedad; establece medidas de protección y atención a las
víctimas y miembros de sus familias.

En el artículo 6 la ley define varios principios pilares sobre los cuales se debe
interpretar y aplicar la ley. Entre estos principios encontramos el reconocimiento
de los derechos de las mujeres como derechos humanos y una serie de principios
que abarcan precisamente la integralidad del problema de violencia contra las
mujeres como un problema general de toda la sociedad, que atraviesa tanto las
relaciones personales como las relaciones institucionales, en este sentido se
definen principios de responsabilidad y acción integral importante de parte de
actores sociales fundamentales como el Estado, el propio derecho, la sociedad, la
familia, las políticas públicas, las mujeres, las entidades que atienden las mujeres,
pero también las diferentes culturas-etnias. Entre estos principios encontramos:
Igualdad real y efectiva, Derechos humanos, Principio de Corresponsabilidad,
Integralidad, Autonomía, Coordinación, no Discriminación, Atención Diferenciada.

En este marco la ley va a fortalecer profundamente el reconocimiento y acciones


de responsabilidad de la familia y diversos sectores de la sociedad, así por un lado
define “el conjunto de deberes que la ley 1257 impone a la familia y a la sociedad,
pues por primera vez se reconoce que la prevención de la violencia contra las
mujeres sólo será posible si hombres, mujeres, familias y en general todos los
ámbitos de la sociedad, se comprometen en la transformación cultural que ello
implica. De esta manera, la familia tendrá el deber de promover los derechos de
las mujeres en todas sus etapas vitales, de prevenir, abstenerse de realizar y
eliminar todas las formas de violencia y desigualdad contra la mujer en el entorno
de la familia” (Concejería Presidencial para la equidad de la Mujer, 2009, pág. 9).
Igualmente “en cumplimiento del principio de corresponsabilidad las
organizaciones de la sociedad civil, las asociaciones, las empresas, el comercio
organizado, los gremios económicos y demás personas jurídicas y naturales,
tienen la responsabilidad de tomar parte activa en el logro de la eliminación de la
violencia y la discriminación contra las mujeres” (Concejería Presidencial para la
equidad de la Mujer, 2009, pág. 9)3

Igualmente la ley desarrolla elementos como el de atención y prevención.


Además de la formulación, aplicación y actualización de estrategias, planes y
programas nacionales integrales para la prevención y la erradicación de todas las
formas de violencia contra la mujer tanto a nivel central como descentralizado de
los departamentos y municipios4, al tiempo que ordena en ámbitos como el de la
salud “la salud la elaboración o actualización de los protocolos y guías de
actuación; la reglamentación del Plan Obligatorio de Salud para que incluya las
actividades de atención a las víctimas y la promoción del respeto a las decisiones
de las mujeres sobre el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos”

3
Art. 15 de la ley 1257 de 2008
4
Art. 10 de la ley 1257 de 2008
(Concejería Presidencial para la equidad de la Mujer, 2009). Adicionalmente la ley
amplia medidas de protección y estabilización en los casos de violencia
intrafamiliar para la víctima, sus hijas e hijos y en los ámbitos diferentes al familiar.

Para finalizar la ley su capítulo VII sobre las sanciones, realiza una serie de
modificaciones y adiciones legislativas al código penal, que se refiere a las
sanciones que tienen que ver con las normativas de violencia intrafamiliar y
sexual, y de forma relevante en su artículo 26 donde se adiciona a la tipología de
homicidio la circunstancia de agravamiento si “se comete contra una mujer por el
hecho de ser mujer”. De esta manera, por primera vez se incluye una reforma al
código penal que propone agravante bajo el tipo de violencia contra la mujer por
ser mujer” en el caso de homicidio, lo cual integra de manera importante el sujeto
de derecho que se ha consagrado en la constitución política y que designa el lugar
de desigualdad y discriminación cultural de las mujeres por su condición de
sexo/género.

En lo que respecta en términos sancionatorios existe un marco en Colombia


sobre la violencia sexual, violencia intrafamiliar y violencia homicida y es
importante tener claro que estas violencias pueden ser cometidas por cualquier
persona y, aunque el sujeto pasivo sea indeterminado, en muchos eventos, en su
gran mayoría las víctimas son mujeres. A continuación presento un cuadro
comparativo de las leyes que son el soporte jurídico de protección de violencia
contra la mujer:

TABLA COMPARATIVA DE LA 1257 DE 2008 Y LEY 599 DE 2000

LEY 1257 DE 2008 LEY 599 DE 2000


Violencia intrafamiliar articulo 24 Adiciónense al Artículo 43: Las penas privativas de otros derechos.
artículo 43 de la Ley 599 de 2000 los numerales 10 y Son penas privativas de otros derechos, (se
11 adicionaron los parágrafos 10 y 11).
10. La prohibición de aproximarse a la víctima y/o a
integrantes de su grupo familiar.
11. La prohibición de comunicarse con la víctima y/o
con integrantes de su grupo familiar.

Articulo 25 Adiciónese al artículo 51 de la Ley 599 Artículo 51: Duración de las penas privativas de
de 2000 el siguiente inciso: La prohibición de otros derechos. <Inciso adicionado por el
acercarse a la víctima y/o a integrantes de su grupo artículo 25 de la Ley 1257 de 2008. El nuevo texto es
familiar y la de comunicarse con ellos, en el caso de el siguiente:> La prohibición de acercarse a la
delitos relacionados con violencia intrafamiliar, estará víctima y/o a integrantes de su grupo familiar y la de
vigente durante el tiempo de la pena principal y hasta comunicarse con ellos, en el caso de delitos
doce (12) meses más relacionados con violencia intrafamiliar, estará
vigente durante el tiempo de la pena principal y hasta
doce (12) meses más.
Artículo 52 y Artículo 53. Las penas privativas de
otros derechos concurrentes con una privativa de la
libertad, se aplicarán y ejecutarán simultáneamente
con ésta.
Medidas de Protección en Casos de Violencia
Intrafamiliar El artículo 5° de la Ley 294 de 1996,
modificado por el artículo 2° de la Ley 575 de 2000
quedará así:
1. Ordenar al agresor el desalojo de la casa de
habitación
2. Ordenar al agresor abstenerse de penetrar
en cualquier lugar donde se encuentre la
víctima,
3. Prohibir al agresor esconder o trasladar de
la residencia a los niños, niñas y personas
discapacitadas en situación de indefensión
4. Obligación de acudir a un tratamiento
reeducativo y terapéutico
5. Ordenará al agresor el pago de los gastos
de orientación y asesoría jurídica, médica,
psicológica y psíquica que requiera la
víctima;
6. Cuando la violencia o maltrato revista
gravedad y se tema su repetición la
autoridad competente ordenará una
protección temporal especial de la víctima
por parte de las autoridades de policía, tanto
en su domicilio como en su lugar de trabajo,
si lo tuviere;
7. Ordenar a la autoridad de policía, previa
solicitud de la víctima el acompañamiento a
esta para su reingreso al lugar de domicilio
cuando ella se haya visto en la obligación de
salir para proteger su seguridad;
8. Decidir provisionalmente el régimen de
visitas, la guarda y custodia de los hijos e
hijas si los hubiere, sin perjuicio de la
competencia en materia civil de otras
autoridades,
Violencia Sexual: Articulo 211 modificado por el
artículo 7 de la ley 1236 de 2008 “Circunstancias de
agravación punitiva de los delitos de acceso carnal y
otros actos sexuales abusivos o violentos”.

Articulo 29 Adiciónese al Capítulo Segundo del Título Acoso Sexual: articulo 210 A adiciona “El que en
IV del libro Segundo de la Ley 599 de 2000, el beneficio suyo o de un tercero y valiéndose de su
siguiente artículo: Artículo 210 A. Acoso sexual. superioridad manifiesta o relaciones de autoridad o
de poder, edad, sexo, posición laboral, social,
familiar o económica, acose, persiga, hostigue o
asedie física o verbalmente, con fines sexuales no
consentidos, a otra persona, incurrirá en prisión de
uno (1) a tres (3) años”.
Artículo 30 ley 1257. Modifíquese el numeral 5 y Artículo 211 “La conducta se realizare sobre
adiciónense los numerales 7 y 8 al artículo 211 pariente hasta cuarto grado de consanguinidad,
de la Ley 599 de 2000. cuarto de afinidad o primero civil, sobre cónyuge o
compañera o compañero permanente” en
concordancia con la Sentencia de la Corte
Constitucional C-029- 09 Magistrado Ponente Dr.
Rodrigo Escobar Gil
Artículo 27, Homicidio en Persona Protegida Homicidio en Persona Protegida: artículo 135
Adiciónese al artículo 135 de la Ley 599 de 2000, el Penas aumentadas por el artículo 14 de la Ley 890
siguiente inciso: de 2004, “El que, con ocasión y en desarrollo de
La pena prevista en este artículo se aumentará de la conflicto armado, ocasione la muerte de persona
tercera parte a la mitad cuando se cometiere contra protegida conforme a los Convenios Internacionales
una mujer por el hecho de ser mujer sobre Derecho Humanitario ratificados por Colombia,
incurrirá en prisión de cuatrocientos ochenta (480) a
seiscientos (600) meses, multa dos mil seiscientos
sesenta y seis punto sesenta y seis (2.666,66) a
siete mil quinientos (7.500) salarios mínimos legales
mensuales vigentes, e inhabilitación para el ejercicio
de derechos y funciones públicas de doscientos
cuarenta (240) a trescientos sesenta (360) meses.

Inciso adicionado por el artículo 27 de la Ley 1257 de


2008. La pena prevista en este artículo se aumentará
de la tercera parte a la mitad cuando se cometiere
contra una mujer por el hecho de ser mujer

Artículo 26. Modifíquese el numeral 1 y adiciónese el Homicidio, Articulo 103 y articulo 104
numeral 11 al artículo 104 de la Ley 599 de 2000 así: Circunstancias de Agravación <Penas aumentadas
por el artículo 14 de la Ley 890 de 2004, a partir del
1. En los cónyuges o compañeros permanentes; en el 1o. de enero de 2005….
padre y la madre de familia, aunque no convivan en un
mismo hogar, en los ascendientes o descendientes de los
anteriores y los hijos adoptivos; y en todas las demás CONDICIONALMENTE exequible> <Numeral
personas que de manera permanente se hallare integrada a modificado por el artículo 26 de la Ley 1257 de 2008.
la unidad doméstica. El nuevo texto es el siguiente. En los cónyuges o
compañeros permanentes; en el padre y la madre de
11. Si se cometiere contra una mujer por el hecho de ser familia, aunque no convivan en un mismo hogar, en
mujer. los ascendientes o descendientes de los anteriores y
los hijos adoptivos; y en todas las demás personas
que de manera permanente se hallaren integradas a
Artículo 28. Modifica El numeral 4 del artículo 170 de la
Ley 599 de 2000 quedará así: la unidad doméstica..

. Circunstancias de Agravación Punitiva. Articulo


170 El numeral 4. Si se ejecuta la conducta respecto
de pariente hasta cuarto grado de consanguinidad,
cuarto de afinidad o primero civil, sobre cónyuge o
compañera o compañero permanente, o contra
cualquier persona que de manera permanente se
hallare integrada a la unidad doméstica, o
aprovechando la confianza depositada por la víctima
en el autor o en alguno o algunos de los partícipes.
Para los efectos previstos en este artículo, la afinidad
será derivada de cualquier forma de matrimonio o de
unión libre.
Como podemos evidenciar, se han venido integrando y transformado las tipologías
penales a favor de las mujeres pasando de ser sanciones disciplinarias a
sanciones penales donde se logra la incorporación de agravaciones punitivas
como por ejemplo el acoso sexual, como lo afirma Sisma Mujer, “hasta antes de la
ley 1257 el acoso sexual tenía un tratamiento meramente disciplinario, previsto en
los reglamentos del sector educativo y en la normatividad laboral - ley 1010 de
2006 sobre acoso laboral que incluía la modalidad de acoso laboral sexual-. A
partir de la ley 1257 quien ejecute la conducta prevista, en cualquier espacio,
público o privado, se hace acreedor o acreedora a una sanción penal que si bien,
debido al monto de la pena es excarcelable, cumple adicionalmente una
importante función educativa al transmitir el mensaje social de que se trata de una
conducta delictiva” (Sisma Mujer, 2010, pág. 86).

También encontramos que una de las grandes ganancias fue por primera vez
insertar al homicidio el agravante punitivo por el hecho de cometerse en contra de
una mujer. En este sentido, en cuanto a la violencia homicida, es fundamental
tener en cuenta que estos cambios permiten la adición a las circunstancias de
agravación punitiva del homicidio y va más allá, el cual busca incorporar en la
legislación penal colombiana la figura del feminicidio que se define como el
asesinato de una mujer por el hecho de serlo. La dificultad reside en la obtención
del acervo probatorio para los entes de investigación y de juzgamiento de los
hechos por esto que las acciones deben ser definidas y coordinadas desde
diversos organismos de justicia; corresponde al Instituto Nacional de Medicina
Legal y Ciencias Forenses incorporar esta variable dentro de sus Protocolos. En la
Fiscalía es necesario avanzar en capacitación al respecto retomando experiencias
de otros países en la aplicación de este tipo de disposiciones, en la Rama Judicial
la capacitación deberá incorporar el conocimiento de jurisprudencia internacional y
de otros países así como el intercambio con administradores de justicia a nivel
internacional entre otras medidas” (Sisma Mujer, 2010, pág. 86).
5. Conclusiones

Hemos visto que la ley 1257 ha sido un hito para la democracia Colombia con
rostro de mujer, ha sido posible gracias a un proceso histórico en el cual Colombia
ha incorporado a una serie de normatividades internacionales que han posibilitado
la legitimidad jurídica necesaria para una serie violencias históricas asumidas por
la sociedad y la propia ley como naturales. Estos cambios igualmente han sido
inscritos en la propia dinámica de transformaciones políticas y jurídicas de
Colombia como la Constitución colombiana y la ampliación de un marco de leyes
favorables a las mujeres. Por tanto fue realmente gracias a un cumulo de fuerzas
sociales, de activistas, juristas y mecanismos jurídicos comprometidos con la
democracia y la igualdad, que medidas de equidad hacia las mujeres se
promulguen en Colombia con el fin de erradicar toda forma de violencia contra
mujeres.

Estos hechos son relevantes porque generan un marco de entendimiento y


referencia en el cual se considera la violencia contra las mujeres como un
problema cultural, que necesita de la inclusión de toda la sociedad, de la
comprensión del problema que data de discriminaciones históricas que viven las
mujeres en las relaciones de pareja, en las familias, en el trabajo, en los colegios,
en universidades, en las instituciones públicas y privadas, al tiempo que posibilitan
un efectivo acceso a la justicia de mujeres víctimas violencias. Es por tanto
indispensable para el derecho comprender a cabalidad cuál es el vínculo que
existe entre legislación y realidad sociocultural sobre la cual se establecen los
cambios normativos y sancionatorios que introduce la ley frente a tipologías
importantes de violencia para el derecho como la violencia intrafamiliar, sexual y
el homicidio.
En particular vemos que a nivel de la ley, la inclusión de derechos y deberes frente
a las mujeres que abarquen transversalmente todas las relaciones, espacios e
instituciones sociales son el logro de la ley 1257 frente a la violencia como un
problema cultural que debe ser atendido de manera integral, tanto desde la
prevención y atención, como de la sanción.

En cuanto a los tipos penales, ya existían en la ley penal, sin embargo, lo que hizo
la ley 1257 de 2008 fue retomarlos y ajustarlos a una evidente necesidad y el
clamor un grupo social que clamaban por una ley fuese exclusivamente para ellas.
Una ley que protegiera a las mujeres frente a unos comportamientos demasiado
evidentes relacionados con actos de violencia física, sexual, psicológica,
económica y patrimonial. También, es de resaltar que uno de los logros evidentes
es la inclusión de las mujeres en el propio Código Penal colombiano, ha sido la
definición del agravante de homicidio cuando este se “Si se cometiere contra una
mujer por el hecho de ser mujer”. Sin embargo a diferencia de la explicación que
da Sisma Mujer, nombrando esta inclusión como feminicidio, vemos que esta
categoría como tal no fue inscrita en la ley. En este sentido, es fundamental
entender que existen diferencias con países como Costa Rica u Honduras donde
dicha categoría ha sido incorporada al código penal, dándole autonomía como
crimen y no como agravante.

En este sentido, autoras como Zuluaga, han mostrado como la categoría


feminicidio5 que parte como un concepto explicativo a nivel académico y político
del movimiento social de mujeres, no ha logrado ser incluido en Colombia como
tipología penal. Según la autora “Para concluir, decimos que la reforma a nuestra

5
“El concepto de Feminicidio fue desarrollado en América Latina por la etnóloga y antropóloga
Marcela Lagarde, específicamente para el caso de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez
México). El término se ha ido extendiendo en otros países y en Colombia se trató de incluir en la
reforma al Código Penal (Ley 1257 de 2008) que adiciona al artículo 104 del Código Penal (CP) el
numeral 11, así: el homicidio se agrava si “se comete contra una mujer por el hecho de ser mujer”,
lo cual es insuficiente en tanto se debe estipular más como un tipo penal independiente que como un
agravante de la pena” (Zuluaga Muñoz, pág. 1)
legislación en este tema es un avance importante, pero no otorga el contenido y el
alcance del término que se pretende generalizar ya que se ha relacionado, como
se expuso antes, como una agravante y no como un tipo penal autónomo e
independiente del Homicidio” (Zuluaga Muñoz, pág. 2), ya que sigue siendo
alarmante la situación de violencia generalizada hacia las mujeres, donde se sigue
presentando estos crímenes como hechos de locura y pasión, aislado de la real
historicidad de violencia de género latente en cada relación de las mujeres con
cualquier persona de la sociedad, y en especial con sus relaciones en la vida
doméstica y familiar.

Considero que los cambios normativos también deben ir acompañados de


seguimiento y análisis por parte del Estado, especialmente analizar el impacto de
la ley que indiquen que evidentemente de violencias contra las mujeres ha o no
disminuido. Sin embargo sostengo que son cambios de larga duración que
implican educar a las nuevas generaciones que por lo pronto se debe continuar la
incansable lucha frente al reconocimiento de la igualdad y libertad de las mujeres,
sobre todo una real construcción de derecho pleno y efectivo desde quien y para
quién se legisla.
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