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Entonces fue ahí cuando las personas comenzaron a desconfiar y mirar hacia otro
lado, encontrando seguridad en lo pasado, en la tradición. Llamamos
posmodernismo a esa desilusión frente a algunos paradigmas del movimiento
moderno. Este pensamiento dio lugar a una serie de conceptos que habían sido
olvidados, como por ejemplo la comunicatividad de las formas, las diferencias por
sobre las similitudes, el gusto (el “porque sí”), pero especialmente esto de la
comunicación va a pasar a ser algo importante.
Heidegger también va a hablar del “espacio del habitar”, diciendo que este va a
estar determinado por la percepción, construido a partir de la experiencia de cada
individuo, y es por eso que es necesario entender cada cultura, cada tradición,
pensar desde el único individuo. Esto también será un ataque al pensamiento
moderno, a las ideas de “máquina de habitar”, y “hombre universal”.
Hubo un caso en Estados Unidos donde un edificio diseñado bajo las reglas del
racionalismo fue demolido, ya que la planta baja libre no funcionó – muchos
consideraron este hecho como la “muerte del movimiento moderno”.
Surge una teoría crítica – las producciones artísticas comienzan a poner en
evidencia que la ciencia y la técnica generan la destrucción, se iniciaron
movimientos como el Pop Art donde los artistas toman elementos cotidianos y lo
convierten en “arte para todos” utilizando recursos como la distorsión, la repetición,
el cambio de colores.
Otro ejemplo de estas nuevas corrientes fue el grupo Archigram, con su obra “The
Walking City”, pensada también para transmitir un mensaje. Ellos buscaban una
respuesta a las ciudades destruidas después de la segunda guerra mundial, y
plantearon un futuro cibernético, con máquinas que se iban trasladando de lugar a
lugar. Se podía ver claramente a la tecnología dejando ruinas, siendo éste un
ataque más a la modernidad.
Michael Graves hizo algo similar en su Edificio Portland (Portland Building), donde se
pueden ver recortes de figuras, con una serie de elementos juntos, sin embargo no
articulados.
Peter Eisenman, desde obras como la Casa VI, o el centro Wexner de artes visuales,
analiza una “caja metodológica”, y no le preocupa lo que piensa su cliente.
Frank Gehry, también desde Estados Unidos, comienza a innovar con las formas en
sus obras, utilizando este recurso Pop de tomar cosas cotidianas, llegando a darles
formas particulares a sus obras según la función que van a tener. También, en el
caso de su residencia en Santa Mónica, toma una casa ya existente y la modifica,
también desde la yuxtaposición, en este caso, de distintos materiales. Él termina
siendo una figura importante en una nueva corriente: el descontructivismo.
Si nos dirigimos hacia Holanda, Rem Koolhaas es un arquitecto influyente, con obras
como la Villa dall’Ava, con su idea de recorrido más contemporánea, de
velocidad, una sumatoria de movimientos; o la “Two Patio Villas”. Este arquitecto
buscaba “sistematizar la confusión”, y contribuir a un descrédito total del mundo de
la realidad.
En la lingüística, así como en las artes plásticas surge más adelante es Post
Estructuralismo, donde pasa a ser relevante la velocidad del tiempo
contemporáneo: todo es rápido y desaparece, se descompone y vuelve a
componer. No hay cultura ni historia, ni arte sin duración, todo se va modificando, el
arte es efímero.
Peter Eisenman, para quien los modernos no habían cambiado nada, comienza a
estudiar estas nuevas ideas, buscando “desmembrar” la estructura en sus obras, por
ejemplo una viga deja de ser viga, utiliza otro tipo de formas, planos, inclinaciones,
difíciles de distinguir. La estructura desaparece visualmente, creando una sensación
de inseguridad en el espectador.
Frank Gehry, tomando la teoría de que “el mundo es informe”, busca darle forma a
lo informe, a través de elementos como la horizontalidad, la yuxtaposición de
volúmenes, alteración de las formas, quiere mostrar la descomposición orgánica.
Ejemplo de esto son el Museo Guggenheim de Bilbao, o la Casa Lewis.
Zaha Hadid, discípula de Koolhas, y creadora de obras como las viviendas IBA en
Berlín, o la estación de bomberos Vitra, no busca descomponer, sino que ya trabaja
con planos distorsionados en sí mismos, quiere “ir contra la fuerza de la gravedad”.
Utiliza el recurso de la luz, dando una sensación de hostilidad.
Daniel Libeskind, en el Museo judío de Berlín, busca transmitir el vacío que han
dejado los judíos berlineses desaparecidos durante el Holocausto, se busca
comunicar una sensación agobiante, con poca iluminación y alturas exageradas.