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POSMODERNISMO Y DESCONTRUCTIVISMO

Hubo un momento en la historia donde se consideraba que a través de la ciencia,


la técnica y la razón se podía crear un mundo nuevo, un mundo mejor, había una
visión positivista muy típica de la época. Llegó un punto en el que algunos dicen
que esa ciencia y esa técnica cayeron en manos de personas que pudieron
entenderlas, creyendo en el progreso ilimitado de la humanidad y se apoderaron
de ellas, dando como resultado en algunos casos la destrucción de las ciudades.

Entonces fue ahí cuando las personas comenzaron a desconfiar y mirar hacia otro
lado, encontrando seguridad en lo pasado, en la tradición. Llamamos
posmodernismo a esa desilusión frente a algunos paradigmas del movimiento
moderno. Este pensamiento dio lugar a una serie de conceptos que habían sido
olvidados, como por ejemplo la comunicatividad de las formas, las diferencias por
sobre las similitudes, el gusto (el “porque sí”), pero especialmente esto de la
comunicación va a pasar a ser algo importante.

En el año 1959 se reúne el CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna),


y aparece un nuevo concepto en el debate de arquitectos y urbanistas, el de
“identidad”. Lo que plantean es que la carencia de identidad es uno de los peores
males que le puede ocurrir a una ciudad, existente o por planificarse – esto es en
realidad un ataque contundente a los criterios canónicos del movimiento moderno,
que hablaba de “universalidad”.

Heidegger también va a hablar del “espacio del habitar”, diciendo que este va a
estar determinado por la percepción, construido a partir de la experiencia de cada
individuo, y es por eso que es necesario entender cada cultura, cada tradición,
pensar desde el único individuo. Esto también será un ataque al pensamiento
moderno, a las ideas de “máquina de habitar”, y “hombre universal”.

Desde la lingüística, surge una nueva corriente (que luego influencia a la


arquitectura) que es el Estructuralismo, y plantea un entendimiento de las disciplinas
como textos, desde la relación entre dos términos: el significado (que sería la
imagen que uno se hace de un objeto) y el significante (la denominación de este
objeto) a través de la comunicación, la significación.

Si hacemos una comparación entre las obras producto de la modernidad, como


por ejemplo la Ville Savoye, y las de la posmodernidad, podríamos decir que los
modernos “implantaban” el edificio en el terreno como un objeto, mientras que en
esta nueva corriente el paisaje, el entorno así como el contexto van a pasar a
dominar. Para el racionalismo era importante la abstracción, las obras debían estar
desprovistas de ornamentos; mientras que los posmodernos buscan recuperarlos,
debido a que vuelven a cobrar importancia la cultura, la historia, el pensamiento.
Quien volver al arte figurativo, la narración – la arquitectura busca comunicar. Para
el movimiento moderno la forma seguía a la función, pero para el posmodernismo
más bien se piensa desde la forma, la arquitectura habla, comunica.

Hubo un caso en Estados Unidos donde un edificio diseñado bajo las reglas del
racionalismo fue demolido, ya que la planta baja libre no funcionó – muchos
consideraron este hecho como la “muerte del movimiento moderno”.
Surge una teoría crítica – las producciones artísticas comienzan a poner en
evidencia que la ciencia y la técnica generan la destrucción, se iniciaron
movimientos como el Pop Art donde los artistas toman elementos cotidianos y lo
convierten en “arte para todos” utilizando recursos como la distorsión, la repetición,
el cambio de colores.

Otro ejemplo de estas nuevas corrientes fue el grupo Archigram, con su obra “The
Walking City”, pensada también para transmitir un mensaje. Ellos buscaban una
respuesta a las ciudades destruidas después de la segunda guerra mundial, y
plantearon un futuro cibernético, con máquinas que se iban trasladando de lugar a
lugar. Se podía ver claramente a la tecnología dejando ruinas, siendo éste un
ataque más a la modernidad.

Incluso el mismo Le Corbusier con el tiempo se va alejando de sus ideas racionales,


siendo uno de los primeros que va dejando el movimiento moderno: en sus obras
comienza a incorporar colores, buscando provocar algo.

Robert Venturi, un arquitecto estadounidense comienza a plantear su diseño a


función de la cultura. Utilizando recursos como la yuxtaposición va tomando cosas
de la arquitectura clásica, algo muy distinto a la idea de que “la forma sigue a la
función” que habíamos visto era de los modernos. Él impulsa dos teorías, la primera
habla sobre la relevancia de la historia, tomando elementos del barroco (cobra
importancia lo que se ve hacia afuera), acercándose a la idea de complejidad y
contradicción, muy alejada del “menos es más” del racionalismo. Para esto
también toma recursos de la fachada con la intención de comunicar, el eje de
simetría, incorpora el ático, como parte de la cultura y elemento que resalta el
techo. Su otra teoría, mencionada en su libro “Aprendiendo de Las Vegas” le da
gran importancia a la “fachada cartel”, ahora los carteles tenían un mayor tamaño
y elegancia. Un ejemplo de esto eran las tiendas “Best” con una fachada
decorada, estudiada para comunicar adelante en cada edificio, y la función atrás
– no era lo más importante.

Philip Johnson, también estadounidense es otro ejemplo de un arquitecto que en


principio era más bien funcionalista/racionalista pero comenzó a incursionar en el
posmodernismo. Esto se puede ver en sus últimas obras, como el edificio AT&T,
donde ya se pueden ver influencias de esta corriente.
Charles Moore fue responsable del diseño de la “Plaza de Italia”, caracterizada por
una composición en forma de collage, tomando cosas del pasado y utilizando
también este recurso de la yuxtaposición.

Michael Graves hizo algo similar en su Edificio Portland (Portland Building), donde se
pueden ver recortes de figuras, con una serie de elementos juntos, sin embargo no
articulados.

Graves, desde la descomposición de la estructura y su búsqueda del comunicar, así


como otros arquitectos como Charles Gwathmey e incluso, Richard Meier, son más
ejemplos de arquitectos que, si bien seguían en lo moderno sus ideas iban
cambiando. Éste último, siendo racionalista comienza a tomarlo como una estética,
desde una actitud más posmoderna.

La Wall House, de John Hejduck también va a tener esto de un elemento


importante que comunica, con una idea de planos, si bien este arquitecto también
tomaba ideas del racionalismo.

Peter Eisenman, desde obras como la Casa VI, o el centro Wexner de artes visuales,
analiza una “caja metodológica”, y no le preocupa lo que piensa su cliente.

Frank Gehry, también desde Estados Unidos, comienza a innovar con las formas en
sus obras, utilizando este recurso Pop de tomar cosas cotidianas, llegando a darles
formas particulares a sus obras según la función que van a tener. También, en el
caso de su residencia en Santa Mónica, toma una casa ya existente y la modifica,
también desde la yuxtaposición, en este caso, de distintos materiales. Él termina
siendo una figura importante en una nueva corriente: el descontructivismo.
Si nos dirigimos hacia Holanda, Rem Koolhaas es un arquitecto influyente, con obras
como la Villa dall’Ava, con su idea de recorrido más contemporánea, de
velocidad, una sumatoria de movimientos; o la “Two Patio Villas”. Este arquitecto
buscaba “sistematizar la confusión”, y contribuir a un descrédito total del mundo de
la realidad.

Los suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron, tampoco buscaban comunicar


realmente, sino confundir al espectador, hay más bien una asemantización (no
significado). Esto se puede ver en obras como el Forum de las Culturas, (objetual,
minimalista y abstracto) o las bodegas Dominus, donde se resignifica un material
como la piedra que es un elemento estructural y pasa a dar iluminación y
ventilación, como una ventana. En otra de sus obras no se termina de entender
tampoco que es piso, que es techo y qué pared: todo es similar.

En la lingüística, así como en las artes plásticas surge más adelante es Post
Estructuralismo, donde pasa a ser relevante la velocidad del tiempo
contemporáneo: todo es rápido y desaparece, se descompone y vuelve a
componer. No hay cultura ni historia, ni arte sin duración, todo se va modificando, el
arte es efímero.

Peter Eisenman, para quien los modernos no habían cambiado nada, comienza a
estudiar estas nuevas ideas, buscando “desmembrar” la estructura en sus obras, por
ejemplo una viga deja de ser viga, utiliza otro tipo de formas, planos, inclinaciones,
difíciles de distinguir. La estructura desaparece visualmente, creando una sensación
de inseguridad en el espectador.

Frank Gehry, tomando la teoría de que “el mundo es informe”, busca darle forma a
lo informe, a través de elementos como la horizontalidad, la yuxtaposición de
volúmenes, alteración de las formas, quiere mostrar la descomposición orgánica.
Ejemplo de esto son el Museo Guggenheim de Bilbao, o la Casa Lewis.

Zaha Hadid, discípula de Koolhas, y creadora de obras como las viviendas IBA en
Berlín, o la estación de bomberos Vitra, no busca descomponer, sino que ya trabaja
con planos distorsionados en sí mismos, quiere “ir contra la fuerza de la gravedad”.
Utiliza el recurso de la luz, dando una sensación de hostilidad.

Daniel Libeskind, en el Museo judío de Berlín, busca transmitir el vacío que han
dejado los judíos berlineses desaparecidos durante el Holocausto, se busca
comunicar una sensación agobiante, con poca iluminación y alturas exageradas.

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