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El ella real

Ignacio Uranga
“Lugar que siempre será un límite”

No creo haber visto, entre lo que se escribe hoy en la Argentina, una poesía más
lúcida que la de Ignacio Uranga, o, para decirlo con otras palabras, más realista. No
porque se ocupe de eso que se suele llamar “la realidad” (aunque lo hace también) sino por
cómo cualquier posibilidad de ilusión o idealización que uno pueda tener respecto de la
relación entre uno y el mundo, o entre uno y las palabras, o entre las palabras y el mundo,
queda puesta amable, casi natural e irreparablemente en crisis apenas uno entra en el juego
–fascinante, a mi ver– que propone en El ella real, su primer libro. Y por cómo se dedica
empecinada, tranquila y no sé si hasta alegremente a eso, como si fuera lo único que se
puede hacer cuando se escribe un libro de poemas, y leyéndolo me da, efectivamente, la
sensación de que es lo único que se puede: me ganó. Ahora bien: si ser realista es no
engañarse, y si es verdad que uno no deja de sentir cierto orgullo al saberse comprometido
con una decisión de no engañarse, es también cierto que el empeño en no ilusionarse, no
entramparse, no confundir cosa con palabra o visión de la cosa con cosa, o pensamiento
con su concreción, a nada va a conducirlo a uno más que a fracasos: no puede hacer otra
cosa, y Uranga parece exhibir cada fracaso como un triunfo. O, mejor dicho: triunfa –esa
es su mejor posibilidad de triunfo– cuando arriba, nítido, a descubrir, ciertamente, que
algo no es. A una decepción. Si fuera cierto que “la única verdad es la realidad”, acá se
puede replicar que la única realidad es saber que no hay más que ilusiones, pero también
que aun así persiste un algo que no nos obedece ni nos pide permiso y de lo que no
estamos a salvo, y así vamos.
“¿Cómo se lee una mujer?” pregunta la escritura de Uranga, y la pregunta es un
hallazgo, un triunfo, que no tendrá jamás respuesta, ya que toda respuesta sería
infinitamente inferior al hecho de lanzar el interrogante. “Ahora que sufre porque de las
palabras no se vuelve”, consigna la escritura de Uranga: un hallazgo, un triunfo, porque es
verdad que de las palabras no se vuelve y porque es verdad que el que descubrió que de las
palabras no se vuelve sufre, y Uranga nos condena a hacernos cargo de ese sufrimiento
que tarde o temprano, si aceptamos su lucidez, será el nuestro. Y la escritura de Uranga
habla también con cierta insistencia de un “error de los sentidos o del entendimiento” para
que nos hagamos cargo de él (¿O no es casi siempre un error lo que nos traen los sentidos
y el entendimiento? ¿Y por qué debería ser de otro modo?), y nos dice, con mucha e
inapelable razón, que “nadie vuelve a ninguna parte”, nos guste o no nos guste. “Existir es
estar fuera”, anota, como si no lo dijera la propia palabra “existir”, pero al decirlo lo
vuelve aun más fatal de lo que ya es, acrecienta nuestra lucidez hasta la soledad más
desnuda. O bien se dedica a tomar nota casi pavorosamente de modificaciones semánticas,
de lo que al ser dicho queda afuera, de lo que hace el contexto en el sentido, de modo que
ya no sabemos de qué se está hablando o si estamos hablando de lo que creemos hablar y
etcétera, etcétera, etcétera.
¿Es poesía esto entonces? ¿Y por qué no? Por otra parte, en un gran tramo, quizá en
la mayor parte, los textos que componen el libro se inscriben de una manera u otra en la
gran tradición de la poesía del hombre que escribe herido por algún tipo de pena de amor
hacia una mujer. ¿Lo hizo el autor para ganar visa de entrada en los territorios del género
“poesía” y, a ese amparo permitirse lo que quizá le esté importando más, que sería ejercer
gozosamente ese “aire de suficiencia letrada” que alguien le reprochó? ¿O, por el
contrario, Uranga creyó necesario intelectualizar, complejizar y adensar con reflexión
filosófica o erudiciones ad hoc lo que habría sido pura efusión lírica para, por ejemplo, no
quedar pagando ante sesudos ceños académicos? Ni una cosa ni la otra, me animo casi a
jurarlo. Y si me animo es por lo que veo en los resultados, quiero decir en los poemas.
Porque hay algo en el “modo de ser” de esta escritura que no miente, o que yo creo que no
miente, o que me doy cuenta de que no miente [más: miente mucho menos que la mayor
parte de las escrituras que se presentan como poesía, aun las más autorizadas, si mentir es
hablar desde un cálculo en el que se busca la palabra socialmente más conveniente, en vez
de obedecer a lo que manda en su propia existencia la palabra o algo que hay en torno de
la palabra, o en la palabra, o detrás de ella, o Dios sabrá dónde, no importa]: no podría, al
menos, aguantar a lo largo de todo un libro como este de la manera en que se sostiene esta
escritura. Hay acá –y es cuestión que se percibe en la experiencia de leer– un “algo a lo
que enfrentarse”, y que tiene su razón de ser. Algo con su propia y consistente estructura
interna, necesitado de abrirse paso por algún motivo, deseoso de existir en la letra: no
tengo cómo probarlo, insisto, me consta cuando lo leo. Y al fin y al cabo, qué importa si se
le llama “poesía” o cómo se le llama, si alguien fue capaz de escribir esto: “nadie es hasta
que abre la boca o la letra, y cae en el abismo, la abertura por la distancia el no puente, y
siente al caos en carne viva, tras el esfuerzo y el dolor, el esfuerzo y el dolor de intentar
decir y caer y caer y venir a darse cuenta de que el grito sería más: entonces el lenguaje
se vuelve cicatriz, lugar que siempre será un límite, a la vez que marca que quema,
individual, intransferible, entre la imagen objetiva y subjetiva del mundo, un camino
imposible, un surco que marca un no camino, una construcción equivocada insuficiente.”
Que sea o no sea poesía importa poco o más bien nada, si lo comparo con el hecho
de advertir que el haberme encontrado con estas palabras marca algo así como el punto
entre un antes y un después, como cuando se pierde la inocencia o se asiste a una
revelación o se cae una máscara. A ver qué poeta de entre los que escriben hoy puede
producirme esa sensación de vértigo, de entrar en contacto con algo que consigue sacarme
“de todos los lugares que solía frecuentar”, y no por la vía de la fantasía ni del ensueño,
precisamente, sino del encarnizamiento en la develación. Importa poco, entonces, también,
que estemos, como a primera vista pareceríamos estar, ante otra muestra de cierta
tendencia a que hacer poesía sea hacer prosa interrumpiendo la línea en alguna parte para
que parezca un verso: esa afiliación a la onda de la “no poeticidad” o el “antilirismo” que
quizá se le pueda encontrar, para bien o para mal, a Uranga, sospecho que tiene que ver
más bien con un muy saeriano o pasoliniano –Pasolini y Saer, dos nombres de mi
devoción personal que Uranga cita– desdén por la división estrecha en géneros que
resuelve en “poesía” todo trabajo con la escritura, si “poesía” es al fin y al cabo un peso
específico del significante ejercido y expuesto en todas sus dimensiones, posibles e
imposibles, y de ahí que lo que en Uranga hay de prosa sea casi una parodia de prosa
cercana al sarcasmo, una cáscara formal y más o menos convencional para cierto espesor
de la escritura, o –digámoslo como hay que decirlo– una impenetrabilidad de la escritura,
una irreductibilidad. Sin consuelo, como corresponde. Estamos, por lo tanto, sobre todo en
los primeros textos, ante lo que podríamos llamar una “poesía prosística”, si aceptamos
que es prosa cierta prosa que hace tiempo decidió hacerse cargo irónica o resignadamente
de la prosa para ejercer en ella la poesía, y ahí podemos armar una larga lista que
tranquilamente puede incluir, para tirar nombres al voleo, a Joyce, Beckett, Néstor
Sánchez, Sara Gallardo y Saer. Lo que importa, en todo caso, o lo que me importa, es el
tipo de trabajo o juego al que me tengo que enfrentar cuando entro a estos textos: como
cuando entro a los grandes poemas, uno no sabe dónde está, uno no sabe qué le pasa, las
coordenadas de tiempo y espacio empiezan a estar en peligro, todo sentido es transitorio y
condicional. ¿A eso se llama prosa? No jodan.
Y a eso quería ir, estimado lector, mi semejante, mi hermano: no estamos a salvo de
nada, sépalo. Eso ocurre en el mundo, en la vida. Pero cuando se meta en el libro de
Uranga no sólo no se va a distraer de eso, no sólo no va a olvidarlo: va a sentirlo todavía
más. No tenemos descanso ni sosiego, no hay certeza, nada es sólido ni hay de qué
agarrarse, salvo de la certidumbre de que todo es transitorio, limitado y relativo. Quien
espere librarse de la confusión y del error, que no intente acercarse a este libro, pero aun
así, quien se interne en él podrá disfrutar de un placer enorme, intenso e incomparable. Si
abandona dantescamente toda esperanza y se mete nomás en esta selva oscura (no tan
oscura, a decir verdad) y se deja llevar por los susurros de sus ramas y se interna en las
picadas que se abren en la espesura y va viendo qué hay por ahí, no sin tropiezos, no sin
desandar pasos, va a disfrutar de verdad mucho. En principio, del placer de pensar y de
pensarse, y en ese proceso, el de ir haciendo contacto con núcleos de lo que uno llama la
verdad, o más bien ciertas verdades, núcleos, hallazgos, momentos que uno se da cuenta
de algo. Y después, pero de ningún modo en último término, de la escritura. Eso me
faltaba decir: Uranga es poeta. No me gusta esa palabra, “poeta”, porque se presta a
cualquier mistificación y termina por no decir nada interesante, pero si ser poeta fuera
hacer de las palabras materia significativa por sí misma, como un músico vuelve por sí
mismos significativos los sonidos, Uranga es poeta: su escritura es al fin y al cabo la que
decide. Quiero decir, la música de su escritura. Y quiero decir, cuando digo música, el
imperio de los sonidos, del ritmo, de la disposición, las fuerzas que se ponen en marcha
cuando la escritura se pone en marcha. Ya sabemos de qué estoy hablando.: cómo van
ordenándose las sílabas, los tonos, las subidas de tono, los momentos en que el discurso
sube o baja, o se enlentece o trastabilla o se aplana. Nada hay que no se subordine a esa
legalidad: poesía, música, o cualquiera de las dos. ¿Pero no era que aquí había una
reflexión, etcétera, etcétera? ¿Y una visión del mundo, y del lenguaje, etcétera, etcétera?
Sí, y en Beethoven también.

Daniel Freidemberg
:
El ella real

Ignacio Uranga
Y así fue ella quien primeramente me dio la idea de que una persona no
se presenta, como yo había creído, clara e inmóvil ante nosotros, con
sus cualidades, sus defectos, sus proyectos, sus intenciones con respecto
a nosotros (como un jardín que se mira, con todos sus senderos, a través
de un enrejado), sino que es una sombra en la que jamás podremos
penetrar, para la cual no existe conocimiento directo, respecto a la cual
nos hacemos numerosas suposiciones con ayuda de las palabras y de las
acciones, mientras unas y otras sólo nos dan datos insuficientes y por
otra parte contradictorios, una sombra en la que podemos cada vez
imaginar, con igual verosimilitud, que brillan tanto el odio como el
amor.

Marcel Proust, En busca del tiempo perdido


Asma
Deinde adopinamur de signis maxima paruis
ac nos in fraudem induimus frustraminis ipsi.

[Luego, forjamos de pequeños indicios máximas cosas:


nosotros mismos creamos nuestra propia ilusión]

Lucrecio, de rerum natura IV,v. 816-817


El sueño de Laura

Ahora, a dieciséis años de no escupir al caminar


a dieciséis de no mear en los potreros, ahora que
el Lito espera un hijo, que Haroldo va por el
segundo; ahora que el Preso se mudó y no lo
veo; ahora, que caigo en la cuenta de que al Rodi
hace diez años lo mataron dos veces: la primera
por error, la otra jugando; ahora, que no puedo, que
no puedo: al barrio no vuelvo por miedo a mí
mismo, porque ahora el chico es un ilustrado que
asiste a la academia y evita ensuciarse los zapatos; ahora
que la licenciada en ciencias psicológicas Erzetic Paula
diagnosticó neurosis, y el psiquiatra no se pone de acuerdo
con la enfermedad y la droga para la cura; ahora, que es
un intelectual convertido, un converso pibe del barrio Colón
que antes escupía y meaba el portón de cualquier vecino, ahora
que sufre porque de las palabras no se vuelve: el siete de octubre
Laura soñó le decía: no quiero más esto, Laura, no quiero más esto
À la recherche du temps perdu

Butaca 48: serie de imágenes que producen una ilusión


de movimiento: del latín illusio, de illudere: engañar:
error de los sentidos o del entendimiento que nos hace
tomar lo aparente por real: concepto o representación
carente de veracidad: pero también quimera:
ensueño sueño esperanza: vivir de ilusiones: víctima
de una ilusión: sin embargo sabemos: el cinematógrafo está fundado
en la persistencia de la proyección sobre la retina: la muchacha de la 49
pensó el amor como film: simplificación de geminadas:
una de las partes se retira: queda ilusión: Bahía Blanca: cinema-
center: 15.000 kilómetros: Alcalá de Henares:
una cartelera pasada de moda: diciembre 2004:
el regreso es también una ilusión: un error
del entendimiento: una palabra imposible:
nadie vuelve a ninguna parte
Alegoría

No estando preparada todavía para el mundo


teniendo que esperar la dosis segunda de C.
Distemper-Adenovirus Type 2-Parainfluenza y
demás sustancias, pero deseando, imaginando
todo el tiempo el otro lado de las paredes
hemos tenido con suma coherencia que
reproducir en el interior la otredad aún
inaccesible: de modo que ella ve de momento
sólo sombras de lo que espera, como
encadenada con fuego a la espalda, como un
lejano y largo sueño, hipotético y discutible
En el nombre del padre

Tú que quitas el pecado del mundo:


ten piedad de los otros: defini-
tivamente creo existes, de ex - sistere:
estar fuera: conforme con lo cual voy
a exigir siquiera el pan: papá fue hoy
como hijo, flores en las manos, al
cementerio y no halló la jardinera
en el mármol negro donde la lápida de
su padre: debió pintar, naturalmente, otra
de blanco y en color grabar el apellido: es
la ilusión, sin embargo, el caso se revierta:
existan las causas generadoras de dolor
y dejes tú, en cambio, de hacerlo, de suerte
tal las plegarias se perpetren: lo mismo
va para la muerte, a pesar de la sintaxis. Sea
Interacción comunicacional

Sí, dijo esa noche con el vaso de ron vacío, después de


la conversación que derivó en temáticas no adecuadas
para el fin sexual que la reunión tenía como propósito:
porque después del diálogo, después de comprar el diario
de madrugada al chico de 6 años, después de años de
no comer monedas de chocolate, después de ella y de mí
es decir después de nosotros que parecíamos para siempre
la idea de llegar hasta su cuarto a desordenar las sábanas
empezaba a convertirnos en objetos: quizá por eso la deci-
sión de tomarla de la mano en calle Mitre y caminar hasta
Alem, para subirme al colectivo y dejarla ahí en la esquina
parada, diciendo ahora con la mirada un auténtico sí, un sí
legítimo: el sí que había sido no empezaba, con sus íconos
gestuales o metalingüísticos, en el momento menos indicado
a ser sí: la palabra del otro, el habla ajena introducida en otro
contexto, sea cual fuere la exactitud de su transmisión, se ve
sometida, siempre, a determinadas modificaciones semánticas:
cuando yo recupero el sí que dijo, inevitablemente dejo fuera
una constelación de lo que también dijo con sus ojos: quiero
decir que el lenguaje nunca tuvo la facultad de ser la forma
absoluta del pensamiento: lo supe después, cuando ella quedó
sola en la esquina diciendo sí, mientras yo me preguntaba
sobre la ventanilla de la 500 cómo se lee una mujer
Nota al paso

En la libreta Norte que había caído en desuso y reactivé al escribir


tu número telefónico al lado de los preceptos estéticos renacentistas
de Giraldi perchè non è cosa né sopra il cielo, nè sotto, nè nell’istesso
profondo dell’abisso, che non sia tutto in mano ed in arbitrio del
giudizioso poeta, y de una pequeña nota de Tasso, que creyó que
el poeta creaba, como dios, de la nada; y abajo, más abajo, de no sé
quién, una que dice algunos escritores sugieren que hay cosas que
no admiten un tratamiento poético, pero que la opinión general es
que no existe nada que el poeta no pueda describir libremente; y en
el anverso de la hoja “lo difícil es dar forma a lo que la naturaleza
ofrece y conseguir una obra de arte”; y renglón de por medio una
de Pedro de Navarra, que dice prudente libertad; y debajo, un
renglón en blanco, para que hablara Tommaso de Messina: en la
imitación procédase como las abejas, que combinando néctares
florales producen cera y miel: pero lo que más, lo que más quemaba
ahí, en la libreta Norte, que ofrecía un apoyo en todo momento, un
soporte de escritura, era que ella estaba, íntegra; sin preguntas se
brindaba para que yo anotara el sistema de números que, discados
una vez en el teléfono público, me llevaban hasta tu voz, del otro
lado, para que las preguntas fueran hechas por mí, y dijeras bueno
aunque opinara dejarte; y en realidad, eras vos la que empezaba a
dejarme, o era yo dejándome desde vos, y la cabeza no entendía
la que retuvo tu número por unos segundos hasta llegar a la libreta
Norte para anotar esa cifra donde podía encon-parcialmente-trarte
como siempre: un poco de vos por 25 centavos, y cuando sabía
que después de esa no había más moneda: arriesgaba, aunque la
posibilidad de que fuera tragada para siempre estuviera: hay una
eternidad en el salto de arriesgar en el otro; pero después, después
del bueno, del bueno que diste a la opción de irnos, entre quedarnos
o irnos, volví a mi libreta Norte, busqué la hoja, y sin mirar, para
retraer la memoria, pasé la goma hasta borrar la mínima marca del
lápiz que había pasado por ahí una y otra vez escribiendo tu nombre
y tu número, el que ya no marco porque, ahí donde estaba la palabra
que te identifica y el acceso directo al sonido de tus cuerdas vocales
temblando, por ejemplo, la última vez, volví a apoyar el lápiz
previamente borrado todo para evitar el palimpsesto, y escribí:

había asistido a los inicios de una empresa


Patíbulo:

Ella: amarla
Qué es el alma

En caso de que la mujer por otro, en el peor de los casos, o por


lo que fuere, decidiera irrumpir en la construcción, patológica e
inevitable, del sujeto activo en el amor, es decir el amante, para
comenzar a dedicarse a otra cosa o por el simple hecho de que
su marco epistémico, a la hora de considerar la toma de postura
frente a los acontecimientos que la importunan, la hiciera repensar
y repensar el cómo, la forma para matar la situación, bajo la
pretensión de pensar como identidad neutra, en la coyuntura del
género, procediendo luego, un poco por impulso y otro por esencia
misma, a aplicar todas sus fuerzas a la hora de cerrar la puerta
intentando el cierre para siempre, y tomando como apoyatura para
el fundamento el agua que cae de sus ojos, el sujeto de amor activo
sentirá y resentirá que para poner, quimérica e ilusoria, la comu-
nicación, tan deseada, en funcionamiento y hacer manifiesto todo
aquello que su cerebro maquina tras los hechos adversos acontecidos
recientemente, a causa de divergentes e irreconciliables perspectivas
individuales que nunca conseguirán la unidad en la visión del
mundo, grave sería el error, y la distancia, si en la elección para el
caso optara por el tradicional sistema comunicativo, en el que, al
menos la mayoría de, la humanidad, a ciegas, deposita plena
confianza en su supuesta operatividad al momento de decir, salv-
ándose de la crisis que produce representar la cosmovisión en estos
signos que por arbitrarios, poco satisfactorios. Así, el paciente (del
lat. patior) solo en sí mismo y consigo mismo, revisará la noche de
los enamorados, y ya no pensará en la velocidad de la luz estelar, en
la armonía o las canciones que el movimiento deja oír en el universo
sino que considerará cómo, de qué modo resolver el problema del
dolor, la angustia, la imposibilidad de decir: dónde hallar el
elemento, el hacha de Walt Whitman para no hacer ningún tipo de
pacto y entrar a darle y darle, al lenguaje, hasta arrancarle los
caprichos, la manía, esa puta costumbre que tiene el hijo de mil puta
de fingir amistad y después, en el momento menos oportuno:
enmudecer, ocultar, dejarnos solos. En ese momento en que la
respiración se corta y cuesta, cuando todo el sufriente duele y duele
pensará que el hacha en su camino a la palabra ha equivocado la ruta
deteniéndose del lado interno, en el medio del medio, el pecho, donde
presuntamente la esencia reside, según el creyente: entonces, el
enamorado, desestimando toda existencia sobrenatural, mística:
Alprazolam 0,50mg: triazolobenzodiazepina de vida intermedia
agonista directo de los receptores benzodiazepínicos asociados al
complejo-receptor GABA-A, para lograr la acción inhibitoria del
GABA: 3 a 4 veces diarias según sintomatología o des-ilusión:

Dios salve a los hombres tristes de las mujeres hermosas


Asma

Intentando saltar el alambre en 1988, la línea divisoria


empezaba a recorrer el camino hacia la cicatriz, la
marca para siempre, con todo lo que para siem-pre
implica: suturada una vez la herida, se pretendió que dos
partes desiguales fueran convocadas en una integridad
armónica: la conciencia debida que una línea divi-
soria merece no fue considerada: una simple cicatriz pero
detrás se oculta y se muestra a la vez una causa, el sistema
de condicionamientos que contextualmente operaron para
que ahí las cosas no quedaran iguales: un componente más
en el proceso de gestación de la identidad: una huella que
no es más que otro lenguaje: porque nadie es hasta que abre
la boca o la letra, y cae en el abismo, la abertura por la distancia
el no puente, y siente al caos en carne viva, tras el esfuerzo y el
dolor, el esfuerzo y el dolor de intentar decir y caer y caer y venir
a darse cuenta de que el grito sería más: entonces el lenguaje se
vuelve cicatriz, lugar que siempre será un límite, a la vez que
marca que quema, individual, intransferible, entre la ima-
gen objetiva y subjetiva del mundo, un camino imposible, un
surco que marca un no camino, una construcción equivocada
insuficiente: una auto-herida que el hombre se ha hecho
Lenguaje, amor, traducción: bajo continuo:

Tensión
entre
la conservación
y
la pérdida
Amaretango

La vez que alcohol y luna: ahora tango:


versus qui non versat: illa: tango ahora la
vez que: y a la mar: la vez que: y al amar
ala mar: la vez que: la vez que alcohol: qui
non se: la vez: quae non se: que et non
redit: y ahora: luna quae non versat:
alcohol et non illa: tango la vez que ahora:
et non: que alcohol y luna la vez y: la que:
et non nunc: et non redit: et non versat:
y ahora tango: y ahora tango: y ahora tango
Anulado

21 hs Buenos Aires: canal 58: la chica del momento


sobre las costas de Méjico en una lujosa habitación
que exige el caso, con vistas al mar bebe un zumo de
frutas especialmente traídas del corazón del Amazonas
para que la dieta no opere en contra del paradigma de
belleza: es la manera completa de hacer entender, fijar
y calar hondamente la doctrina: el medio para distribuir
y alimentar con el actual parámetro de la estética
mentes estacionarias: barroco: la etimología es muy
oscura: en cualquier caso no hay duda de que su origen
oscila entre la palabra portuguesa barro+co, con que se
alude a determinadas perlas de forma irregular, y
barocco, nombre con que los escolásticos designaban
una de las figuras del silogismo: al mismo tiempo nos
sentimos animados de otro impulso que nos mueve en
sentido horizontal hacia lo terreno, la realidad, hacia lo
humano: no podemos quedar indiferentes al descubrir
bajo la vestidura del estilo el íntimo drama que vive el
hombre de la época: supone sentir en carne viva la
angustia de lo humano, porque el tema por excelencia
del barroco es el desengaño, el sueño opuesto a la vida
la máscara a la verdad: luego reconocemos no ya una
nueva manera o técnica sino una nueva estética, de un
distinto concepto del objeto artístico radicalmente
contrario al ideal clasicista de belleza: esto: 47 emisoras
abajo: canal local: el mundo en directo: en los basurales
del chaco argentino despreocupados del marketing y de
las cámaras de televisión hombres y mujeres disputan el
menú por la salvación de la vida individual: el grito del
barroco: el grito de la naturaleza desordenada: los del
canal 58 leen estas imágenes desde la pedagogía de un
jesuita del siglo XVI, padre Bonifacio, que refería sobre
la recepción del planctus mariae: lo de los desmayos
hay que interpretarlo piadosamente diciendo que son
meras hipérboles que no tienen otro fin que el de
exagerar la grandeza del dolor(…)para que los niños
y la gente ruda puedan de alguna manera sentir lo que
padeció al pie de la cruz: barroco: conciliación de
opuestos: partes que la única proporción que guardan
es la oposición: cadena televisiva: barroco siglo XXI
El papel

Ahí, un papel en el cuarto escalón de la entrada principal


de la Universidad Nacional del Sur: tirado, solo, diciendo
nada a los estudiantes que, en la carrera de horarios impuesta
por el rígido calendario del sistema, siquiera al pasar lo miran:
un papel, un papel que podría haber participado quizá en la
composición de un músico apurado por impulsos románticos
tardíos, en el desvarío del lápiz de un niño, en el exilio del perro
que durmió anoche en el escalón de al lado, en el arqueo del
quiosco de la esquina, en la mediación de la mesa y el pocillo:
deberíamos saberlo: en y por él, excluido ahora del campo propio
de la utilidad, han sucedido catástrofes no específicas de la
existencia sino ajustadas a los actuales parámetros de la
humanidad: en principio ha muerto un árbol, y junto con él su
sombra y la flora y fauna que al hombre le parecieron autónomas
y la rama que brindaba un sitio donde anudar la angustia al suicida
o al feliz atar la rueda, también excluida, y hamacarse, o al pájaro
hacer ahí su domicilio y ponerse a cantar para siempre, y también
a la flor o al fruto que, cooperando con la cadena o círculo
vital, pensaba dejarse caer y nacer otra vida, o quizá colorear el
paisaje para que el trabajador, tan agobiado por su tarea, despejara
el sitio del cerebro donde residen sus preocupaciones, y pudiera
ingresar en las leyes ajustadas al mercado, conforme con las cuales
decidiría el lugar adecuado donde dar el conjunto de golpes para
que la madera se rompa y caiga lo más cerca posible del camión
que irá hasta el lugar indicado a dejar la carga y recibir el pago
semejante al que está ahora acá tirado en el cuarto escalón de la
entrada a la Universidad Nacional del Sur: un papel, un simple papel
Lo que la máquina civilización o urbanidad ha olvidado:

Somos
Identidad o del mundo como voluntad y representación

El limonero de
Avellaneda 540
ha perdido
la libertad de ser
un árbol
cualquiera
Concepción del proceder del sastre lector de Tynianov en la creación textil

Mide, corta, prueba, tira, vuelve a comenzar el sastre recapitulando dónde


estuvo la falla, intentando detectar el error en los cálculos diagramados
milímetro a milímetro, noche a noche, mañana a mañana, minuciosamente
trabajados como si, por la delicadeza del trato, palabras el caso incumbiera
en los planes pensados para construir, construir y construir con alta precisión
absolutamente todo pensado de antemano, para erradicar el equívoco del azar
porque es sabido: el sastre no crea como dios- si lo hubiera- de la nada, así
como nadie nunca creyó que el poeta no ganaba y perdía luchas establecidas
con el material de que dispone para la construcción del artefacto que a su vez
establecerá luchas, luchas y más luchas sucesivas en un sistema despiadado
como el campo de batalla del arte, literatura y len-
guaje en este preciso caso: qué falta de respeto, qué atropello, pensaba el alfayate, en
la antigua tienda Gath & Chaves, a la razón: esa cómoda idea que reduce lo de uno a
un fuego divino, que, por supuesto, reservado a unos pocos, presupone crear y crear
poniendo el alma como medio y fin, como si existiese o se supiera a plena consciencia
dónde, en qué lugar reside la inagotable fuente que elige al obrero, sin entender que el
material son las telas, no las del corazón sino las que mes a mes compra el patrón en
rollos, rollos y más rollos que, directamente, van a parar al depósito para que luego el
sastre estando con plena seguridad dé un tijeretazo de una buena vez y empiece, aunque
caiga en la cuenta, acto seguido, de que el error se ha producido y tenga que asumirlo
o, considerar, si se le ocurriera, la callida iunctura, en el mejor de los casos
De la relativo-labilidad en el vínculo óculo-hermosura (poesía, belleza, “sic”):

El color de la ventana es
el del otro lado
sin embargo, deberíamos, también
arar en el verso un campo que dé
pan para todos: decir lo indecible:
como sea: poesía un
He aquí el problema

Asimilación verbal de lo real


asimilación verbal de la intimidad
(
expulsión verbal de la intimidad
expulsión verbal de la realidad
Parole

En el puesto de la plaza el flaco frena la bicicleta para llevar a la muchacha


que ama una margarita, y evita el choque con el hombre del traje gris que se
apura a comprar el mejor bouquet a la que le tocará esa noche, muy amable
gracias, guarde el cambio, prendiendo el cigarrillo con lo mismo que usó la
chica que compró las violetas que soñaba llevar hacia el altar y que interrumpió
a la angustiada que encargaba una corona, crisantemos y claveles, aconsejada
por la mujer que adornaría su mesa con las últimas fresias que guardaba en
su bolsa, comentando la desgracia de las hortensias a la señora que buscaba una
especie colorida, para llegar a la iglesia y agradecer a su dios, mientras la nena
le tironeaba de la blusa mostrándole la anaranjada que había arrancado del
cantero: una asimilación verbal de lo real para tener un punto de referencia, un
consenso que permitiría el entendimiento en la interacción reglamentaria; pero:
hay un mundo debajo, humanidades enteras, hablando, gritando y cantando: en
la palabra flor está la flor misma, pero también se está casando la de las violetas
y está la señora de rodillas ante dios y la que en un cuarto de hotel recibe el
mejor ramo y la nena sobre el cantero y la angustiada llorando al muerto y el
flaco con la margarita amando con mucho más que la palabra amor está tocando
el timbre de la muchacha que sueña sea su mujer y debajo de la palabra mujer
está la madre la hija el homosexual la monja la más linda la fea la más puta de
todas soñando con el amor; y debajo del amor está la viuda la nena la secretaria
el flaco la triste la que canta mientras se baña el empresario la florista y sus
flores el jardinero el padre el hijo y el espíritu santo diciendo amen y con ellos
multitudes de gente hablando diciendo multitudes de palabras: debajo de toda
palabra están los que estuvieron y los que estamos: junto con el sermón del
párroco el político el filósofo el loco gritando la plegaria del desamparado el
feliz que ríe el nene intentando decir su primera palabra articulando sus
primeros sonidos junto conmigo al lado tuyo también diciendo entre todos
golpeando desde adentro para que alguien escuche, alguien que, de una buena
vez, se anime, empiece a decir, a decir de verdad, y abra para siempre
Acá se deja el espacio para que todos añadan sus voces:
El ella real
Sin embargo tus ojos ardían recientes bajo las drogas
fugaces y livianos como dos cirios en las sombras.
Acunabas un lobo por corazón, oh queridísima Clodia, oh Lesbia.

Juan José Saer


El ella real

Decididamente sintomáticas y divididas mi mente y psique


por el límite producto de la involuntaria violencia
ordenadora que estructura y jerarquiza sin tenerme en
cuenta, y sin piedad ensueña y golpea, golpea y ensueña
al punto tal de dolorosamente situarme a luz plena subalterno
indefenso frente al ella real y la pre-mujer, temporalmente frágiles
ambas; desesperadamente amando no la totalidad sino mínimas partes:
me refiero claro a ésta que no es no es: y no es: que canta no cantando
cuando extiende y no extiende sus manos que no son manos y
las abre cerrándolas para despedirse sin irse ni haber llegado
para luego finalmente lejana hacer las típicas señales del adiós
hasta que yo mucho más allá de lo inevitablemente preciso
incierto como la letra, como lo oscuro a los ojos, vuelvo arrodillado
a la construcción escritural, a dar sentido a esta vida, fundando un
territorio en el que comprensión y pregunta se desleen: como aquélla
que ni canta ni extiende ni cierra ni abre porque no hay ni canto ni
llegada ni manos para las típicas señales del que puede partir:
han fundado una y otra dialógicamente dis-cordia en mi pobre corazón
æ† Nihil aut de gemina elegeia: funus æ†

Después de todas las teorías, Caroline


literarias, después de todos los
movimientos de avanzada, ahora, septiembre
dos mil seis, ahora, que la litera-
tura no existe, ahora, que el poema se nos vuel-
ve tan íntimo, porque, repito
hoy, ahora, la lit no existe, elijo el poema
para construir, así en la forma
como en el fondo, este signo, estético, que
muestra la nada que hay, hoy, en sus prin-
cipios, lo imposible que se vuelve el verso
para arar con el lenguaje la re-
presentación, Caroline, de tus ojos, fe-
roces, por ejemplo, regresando
mansos, al presente, de las drogas; un a-
gravio, una imprudencia, un ultraje, el tu-
yo, Caroline, dejarme, así, como si nun-
ca, así, como si nada, así, como
hoy la lit, de suerte tal que deba, en nuestros
tiempos, recurrir a esto, lo que, ahora
septiembre, dos mil seis, no es, meramente, más
que, de momento, cicatriz, recuer-
do, esto que, hoy, no es, repito, ahora, septiembre, nue-
ve, dos mil seis, cuando la lit no exis-
te, y yo me lo apropio para, con la forma
decir, también, no hay, no queda, acá, nada


Mnémica emotivo-involuntaria o del azul imposible

Tus ojos
tus ojos, la puta, tus ojos
Sýmbolon

El último invierno, agosto, miércoles, 11 pm


ella partió, dejó, la ciudad, un pacto, el am-
or, roto en el café de las siete: un sím-
bolo de la antigua Grecia: la hospi-
talidad de sus ojos: la mitad de mi tristeza
Contingencia

Pienso ahora a tres años de distancia en las


β-fenil etil aminas, reloj biológico del amor:
pero también si el aura de Walter Benjamin es
pasible de ser pensada en estos tus ojos que
acaso están casi en esta foto que intenta
técnicamente legitimar esa boca que ríe
Crítica y cínica

“AFILANdO EL LÁPIZ / PARA ESCRIbIR LA


hISTORIA”
Escrito sobre la pared de la escuela de enseñanzas media
número trece: soporte no convencional pero legitimado:
arte de existencia efímera: en rojo: fuerte matiz
ideológico (lucha): historia: destacada formalmente en
verso aparte, en minúscula, difiriendo del resto (aunque
bien podría ser mera distracción o apuro del escritor): ¿el
sujeto poético?: no aparece: para hablar de historia elige
esconderse: formas verbales no personales: tampoco
pronombres ni señales deícticas: acciones: afilar: verbo con
roce: violencia: se afila el lápiz como el cuchillo: afilando:
gerundio: presente que perdura: por tanto: idea de fricción
y lucha constante: para escribir: circunstancial de fin de
afilar: toda finalidad implica futuro, algo a cumplirse- pero
sabemos-: se afila para escribir: poder de la palabra que
labra y penetra: el verbo escribir se subordina (depende de)
a afilar: escribir la historia resulta consecuencia del roce
y la violencia: historia que se escribe desde la fricción, la
lucha: ¿las comillas?: otra voz, otra historia: lo alternativo
la alteridad: referir la ‘otra’ historia, la que se deja fuera de
lo institucional y lo institucionalizado, por tanto recurre a
otro soporte, fuera del libro, a lo marginal: introducción de
oralidad: si esta es la oral, se opone a la escrita, la oficial, la
del libro, la que pretende mayúscula: se analizó el poema-
grafitti en el nivel semántico: el sentido de afilar: morfológico:
las formas verbales: sintáctico: subordinación y lo contextual:
soporte, color, ubicación: sin embargo dijiste, Caroline, luego
otra historia, la tuya: afilando el lápiz para delinear mis ojos
Glossas

La flecha hacia el margen izquierdo certificando el blanco


de la hoja ahora interrumpido: porque además de la tipografía
dispuesta, participaba, en forma marginal, tu letra, y, yo, al dar
frente al poema en que Pasolini se situaba frente al mundo
reparé simultáneo, como decisión de lectura, sobre los márgenes
que fueron soporte, también, Caroline, de tu palabra indicando
por ejemplo conoc. marxista, porque Pier Paolo detuvo sus
palabras en las fuerzas productivas explotadas: y no pude
contener mi deseo de ver qué leen, Caroline, tus ojos: como
principio o punto de partida que haga materialmente posible
entender la forma de asimilar verbalmente lo real que opera
recorta, procesa, reclama y elimina, tu entendimiento, Caroline:
seamos honestos, el pasaje que aduce la unidad nacional es mera
ilusión, puesto que el aparato lingüístico jamás volvió a ser
homogéneo desde Babel, incluso en zonas geográficas que
presenten elementos con similar distribución social, merece
según creo, la flecha y no el débil subrayado: el lenguaje debería
ser pensado con menos confianza: constancia de ello deja el
portazo que hizo caer la llave y cerrar los ojos, para que, incluso
en medio de tu furia pudiera dar con la otra, la construida, la
conocible: deberías, dijiste, ilusionarte despacio: sin embargo:
si cierro, Caroline, y vuelvo, hacia adentro, los ojos, es prima-
vera en tu nombre: la palabra se abre y es todo lo que quiero:
dulce y suave: cuando abro, Caroline, los ojos, y cierro, las
telas, las del corazón, y veo, azules y fríos, los tuyos, y te
escucho junto a mi nombre desequilibrada gritando: entonces
cierro las telas, las de mis ojos, y abro, serenamente, las que dan
a la floración de tu nombre, Caroline, que se abre, cuando cierro
los ojos, y doy con la conocida, tierna y frágil: entonces amo
hacia adentro y pienso este verso trigésimo, volviendo
autológico el poema, en el hemistiquio inicial, porque aclara
como si amar no fuera personas dialécticamente desplazadas
mirando adentro, afuera: estoy sitiado, Caroline, viajo de la
primavera, cuando cierro, cuando abro, al invierno de tu
nombre, de mis ojos, de tan poco que se puede que
El grito final
Vaium et mutabile semper/femina

Eneida, v569-570

Quo magis in dubiis hominem spectare periclis


conuenit aduersisque in rebus noscere qui sit:
nam uerae uoces tum demum pectore ab imo
eliciuntur, et eripitur persona ibi ab ore.

[Es conveniente ver al hombre en la inseguridad de los peligros


y en casos adversos conocer quién es: sólo entonces deja huir
del corazón sinceras voces: cae la máscara, queda la verdad]

Lucrecio, de rerum natura III, v.55-59


Grito mesódico o anular

Luz y paz de dios por los siglos de los siglos


se propagan, en perpetuo solsticio que alumbra
ternuras y amores, sobre este paraíso donde reina
el milagro, los peces y los panes, y la risa que da
el riesgo de vivir sin lugar a la violencia del recuerdo:
luz, que marca un camino negado al ver de los ojos:
luz, misma aquella que a hombres y mujeres dio
salvando juzgará a los muertos al fijar su morada
luego de la muerte primera: et mors ultra non
erit, neque luctus, neque clamor, neque
dolor erit ultra, quia prima abierunt
Vivamos, Antonia mía, y bailemos
y en el olvido caigan antiguos odios
y violencias que vinculen y alejen
los peces y las paces, panes y amores:
vivamos honestamente estas reservas de
amor y abandonemos a la música de tus
piernas los cuerpos, y depongamos toda ira
que impida el equilibrio de tu espalda y mi
mano: bailemos y vivamos arriesgando al
encuentro, sin sospechas de futuros sufrires en
los ocultos compases que resten a estas vidas
Ocúltese el sentir en la noche y muera de olvido:
sea liberada del amor mi alma por Antonia
o bien arda de su cuerpo al fondo mi estilo de querer
y duela en su pecho de amar lo que mira en mis ojos:
pierda Antonia de la risa la fuerza que rige
el girar de los astros y signos del cielo
o de su forma de besar quede roto el misterio
y una única música eterna sea danzada por nosotros:
cuida, dios, te lo pido, de esta mujer y de sus piernas
o tristes los hombres sufrirán en la tierra
el poder que en las noches su nombre ejerce
el dolor de un fuego que se instala y ahoga
Por las fuerzas de la razón hacia la diversidad
y la lejanía, arrastradas son las almas de los hombres
y conducidas, a una atomizada realidad en individuales
caminos, que con el plan del equilibrio en el origen establecido
concluyeron: así, por los cismáticos detractores de la unicidad
místico/mítica, advertido es cuando la noche de los enamorados
revisan, que a millones y millones de años luz en el tiempo ven, al
considerar ciertas proposiciones científicas que aducen, que la
propagación de los fotones sobre el vacío, una velocidad de
trescientos mil kilómetros por segundo constante mantienen: pero
todo comienza, honestamente, a formar parte de sueños
secundarios, no en el preciso instante en que como verdad única se
adoptan aquellos apotegmas que estiman que oscuros los ojos claro
verán, sino en el punto exacto en que el hombre logra comprender
que la más alta razón está en el riesgo de amar a alguien
Hace millones y millones de años, se supone
vertical en fuga dispuestos los átomos
en matemática distancia sobre el vacío lloviendo
inorgánicas moléculas por desvío lograron
mas luego orgánicos cuerpos primeros
y así hasta dar con ella, a la que amo
con amor que no muere en los siglos
con simétricas inclinaciones de ternura y violencia
mas también surgidas en único desvío
hace millones y millones de años, se supone
Así como el posicionamiento de los astros, regido está
el destino de la vida humana en un estelar sistema que
participa, como el amor de los hombres, de la violencia
de la expansión conformada por paralelos circuitos de
comunicación que advertirán jamás la presencia de odios
y amores diversos, condicionados bajo una constante
propagación circular, de un universo encausado desde
el origen, en un mapa de vida que se detendrá en el
olvido, por fuerza del enfriamiento invariablemente
Muéstrese el sufrir a Antonia y ahogue
ese mismo dolor el pecho de ella y líe
su alma a oscuras sombras ocultas, líe
su nombre al nombre del amor y se
enamore Antonia en noche sin estrellas
lejos de la influencia de las constelaciones
liadas al olvido; líe su cuerpo a un fuego
que líe a la muerte de la risa y la alegría:
líe el ardor a su piel liada al odio en
todas sus formas, líe la paz y el amor a
la lejanía liada a la tristeza, líe el cielo a
la luz y se oculte, líe el infierno a las
sombras y se muestre: líe el aire, el agua
líe, líe el fuego y la tierra líe, líe el norte
y toda coordenada liada al regreso
ligeramente en el recuerdo y liada a lo
lejano quede: de Antonia el cuerpo
a esta maldición liado sea
Muerto ha Antonia por lágrima que no corre:
en función esto de ingenuo plan de la debilidad
oculta: en oscura noche sin estrellas amor y risa
ahogó por temor al corazón y los sentires: grabadas
dejó las vías del alejarse por placer de la violencia y
los odios: del mapa que muestran los signos de los
astros su ocaso he leído: y a pesar del dolor advertí
no sólo la eficacia del olvido sino la justeza de este
final necesario para individuales paces y plurales:
también para esta ardida alma mía, que aun sobre los
alcoholes más ácidos del sufrir, en su entendimiento concluye:

Muerta Antonia muerto ha un pedazo de la muerte


Sobre los fuegos del infierno, donde se extienden
la violencia y los odios para el suplicio de los
réprobos, destinados a sufrires por causas
diversas, inversamente proporcionales a como en
el mundo amaron, sin lugar a paces y amores ni a
peces y panes ( pars illorum erit in stagno ardenti
igne et sulphure: quod est mors secunda), la cándida
y ardida alma pura de Antonia yerra llevando la luz que
brilla y quema las lágrimas de ajenos lamentos, sin ocultar
en su pálido rostro, por ensangrentados cabellos cubierto, el
placer de ver múltiples dolores padecidos, por los que el
olvido esperan en la larga hilera de sombras

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