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FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES

PROGRAMA DE LICENCIATURA EN TEOLOGÍA


CURSO DE INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA

EL RESUMEN ANALÍTICO ESPECIALIZADO

RESUMEN ANALÍTICO ESPECIALIZADO

1. Título. Introducción a la Teología Ecuménica


2. Autor: Jos E. Vercruysse
3. Edición Editorial Verbo Divino
4. Fecha 1 de Junio del 2018
5. Capítulo I Geografía de la división

5. Palabras División, unidad, Iglesia, reconciliación, ecuménico, reforma, diálogo, conversión


Claves,
7. Fuentes. 24 autores
El capítulo habla acerca de la comprensión del movimiento ecuménico, el cual parte
de la profunda división que existe en el mundo cristiano; el autor menciona el sentido
de división ya presente desde la antigüedad, cuando en los Hechos, se da una tensión
entre los judíos y los judíos-helenistas; se menciona también el concilio de Jerusalén,
donde se da un profundo desacuerdo en temas de ley mosaica y la circuncisión. La
ruptura a finales del siglo primero entre el judaísmo y la comunidad judeo-cristiana
generaron incalculables consecuencias en la Iglesia, como también el rechazo del
pueblo hebreo y su cultura.
Diferentes razones históricas y culturales, el desamor y la indiferencia y todas las
consecuencias derivadas del antisemitismo, constituyeron una herencia común de
todas las iglesias y por tanto un problema ecuménico. En los siglos cuarto, surgen en
la cristiandad greco-oriental, algunas Iglesias nacionales que subsisten hasta estos días
y que están separadas de la grandes Iglesias; entre ellas están: la Iglesia imperial
romano-bizantina, la Iglesia Asiria de Oriente, las Iglesias ortodoxas orientales; las
rupturas se dan por diversas causas, entre las principales está el aspecto cultural,
nacional y político e incluso el lingüístico.
Tomando el aspecto teológico, el autor menciona que la ruptura tiene origen en el
esfuerzo de la Iglesia antigua por lograr una comprensión y formulación satisfactoria
de la doctrina sobre la relación entre la persona y las dos naturalezas en Cristo; los
concilios de Nicea, Constantinopla Efeso y Calcedonia, dieron el surgimiento de
diferentes escuelas y bandos, llegando finalmente al rompimiento de la unidad. Se da
el surgimiento de diversas Iglesias nacionales: la Iglesia asiria, armenia, etíope, copta,
siria-ortodoxa, las cuales tuvo un brillante esplendor y continúa aportando con sus
extraordinarias obras de arte y páginas de elevada espiritualidad. Se nombran también
las iglesias de la epopeya misionera como la Iglesia de malabar, la cual entro de lleno
en la historia con la invasión portuguesa de la India a finales del siglo XV.
A partir del siglo XV, estas Iglesias orientales sufrieron muchos siglos de opresión
y martirio bajo la invasión mongólica y la dominación turco-otomana. Sin embargo,
es por el movimiento ecuménico que las Iglesias ortodoxas orientales han podido salir
del aislamiento y entrar en contacto con la comunidad ecuménica.
La separación traumática entre la Iglesia occidental y oriental golpearon el corazón
mismo de la Iglesia, esta ruptura, no se dio por un acontecimiento histórico, sino fue
consecuencia de un largo proceso de distanciamiento, a esto también se añade un
creciente distanciamiento eclesiológico, cultural y político existente entre el mundo
griego y el latino. Factores como la ocupación y saqueo de Constantinopla, la
fundación posterior del imperio y patriarcado latino en la ciudad, dejaron una huella
indeleble en la memoria de Oriente; la caída de la gloriosa ciudad de Constantinopla
en manos del sultán turco-otomano, selló la separación y levantó una densa cortina
entre Occidente y Oriente. Todo esto hizo que las relaciones entre Oriente y Occidente
estén marcadas por una pesada hipotética de desconfianza recíproca, durante siglos
ambas se han acusado de arrogancia y soberbia. El diálogo teológico iniciado en 1980
en la Comisión católico-ortodoxa ha generado un signo de esperanza con miras a un
restablecimiento de la plena comunión entre las dos Iglesias.
La separación de la Iglesia griega y latina se dio en un período lleno de
contradicciones en el interior de la Iglesia latina, estos malestares y descontentos,
culminaron contribuyendo en el siglo XVI al nacimiento de la Reforma protestante; la
división entre Occidente y Oriente fue principalmente de carácter cismático, pero la
ruptura entre Roma y el protestantismo en cambio fue predominantemente doctrinal;
para Martín Lutero y sus seguidores, la Iglesia se había desviado de la doctrina
evangélica; la reforma protestante nace como una protesta radical contra los abusos
presuntos y reales dentro de la Iglesia; Martín Lutero, se constituyó en el polo
magnético que atrajo el descontento religioso y tanto sus escritos como sus acciones,
se canalizaron en una reforma más radical dando como origen al movimiento luterano.
Muy próximo a este movimiento, estuvieron otros más radicales como el calvinismo
el cual se propagó por Europa, particularmente en los Países Bajos, Alemania y
Escocia y desde ahí a todo el mundo; esta tendencia se perpetuó en dos Iglesias: las
presbiterianas y las congregacionalistas.
Se menciona también al movimiento anabaptista como un movimiento más radical
que el luteranismo y el calvinismo, este movimiento no sólo observa el bautismo de
los creyentes, sino que, apoyándose en una interpretación literal de la Sagrada
Escritura, predica también la independencia del estado y el rechazo a prestar juramento
y ejercer un cargo público. El anglicanismo, también ocupa un lugar inconfundible
entre todas las Iglesias surgidas de la Reforma eclesiástica del siglo XVI, el cual estaba
presente en la tendencia puritana y evangélica.
Se menciona que la desunión, es una consecuencia del pecado, es decir el orgullo,
la prepotencia, la impaciencia, la intolerancia, la lentitud en convertirse y reformarse;
la separación y la división, están condicionados por factores no teológicos, más bien,
se ha llegado a un nivel de desconfianza que rompe las relaciones fraternas, esto en
razón que ya no se entiende la lengua, la cultura, el modo de pensar y de vivir del otro.
Este capítulo expresa la finalidad esencial del movimiento ecuménico que tiene como
tarea reconciliar lo que está separado y dividido, y que, por lo tanto, daña la unidad
fundamental de la Iglesia; con el compromiso ecuménico, las Iglesias están llamadas
a dar el paso de conversión, perdón y reconciliación.

9. Conclusiones. La Iglesia ha sufrido muchas separaciones y divisiones en su historia, ya en los


Hechos, se menciona una tensión entre los judíos y judíos-helenistas; el concilio de
Jerusalén también menciona divisiones de criterios; la división entre la Iglesia Oriental
y Occidental que fue una gran ruptura que se manifiesta hasta la actualidad. El autor
desarrolla esto para poder entender el término de “movimiento ecuménico”. La
reforma protestante en el siglo XVI surge por un malestar y descontento por ciertas
contradicciones en el interior de la Iglesia latina. Martín Lutero afirma que la Iglesia
se había desviado de la doctrina evangélica. Se menciona que, para alcanzar la
verdadera reconciliación, no basta una conciencia racional de los hechos, también se
necesita la voluntad y la conversión, tener una acción de reconciliarse; las Iglesias
están invitadas a dar el paso de conversión, perdón y reconciliación.

10. Autor del Andrés Gustavo Mejía Cuichán


RAE.

RESUMEN ANALÍTICO ESPECIALIZADO

1. Título. Introducción a la Teología Ecuménica


2. Autor: Jos E. Vercruysse
3. Edición Editorial Verbo Divino
4. Fecha 1 de Junio del 2018
5. Capítulo II Unidad y Reconciliación

5. Palabras unidad, reconciliación, comunión, diversidad, Iglesia, perdón


Claves,
7. Fuentes. 16 autores
8. Contenidos. El capítulo comienza con el énfasis de la desunión de las Iglesias que es una realidad
amarga y escandalosa y a la vez, esta contradice la propia esencia del Evangelio; la
unidad de la Iglesia y la urgencia del perdón, se encuentran en el fundamento del
mensaje de Cristo. El símbolo ecuménico de Constantinopla, expresa que la Iglesia es
“una, santa, católica y apostólica”, esta confesión aparece en todos los catecismos de
las distintas confesiones; la Iglesia es una en la historia y en el espacio; la unidad de la
Iglesia es un don y participación en la comunión trinitaria, visible sacramentalmente,
y vivida en la humildad, fragilidad e insuficiencia de la historia humana, lugar, al
mismo tiempo, de gracia y pecado, de elección y paciencia divina, esta desunión e
infidelidad, no es capaz de destruir la unidad concedida a la Iglesia.
Se expresa que el movimiento ecuménico de la Iglesias, está de acuerdo en rechazar
un concepto de unidad que admita la separación clara y precisa entre la Iglesia una,
aunque invisible, de un lado, y las Iglesias instituidas y visibles por otro, así cada
Iglesia reivindica un vínculo con la Iglesia una, confesada en el símbolo, este nexo le
confiere su verdadera legitimidad ya sea esta Iglesia “ortodoxa”, “católica”, o como
“reformada según la Palabra de Dios”, llamándola a la obediencia y responsabilidad,
para vivir de una forma más visible la unidad confesada. La unidad de la Iglesia está
inseparablemente ligada a una institución claramente identificable que se convierte en
el eje de cualquier esfuerzo para el establecimiento de la unidad eclesial. La terea
ecuménica exige una conversión hermenéutica, es decir, el punto de vista y la
perspectiva eclesiológicas deben ser correctas; el autor pone a la eclesiología católica
como la que debe valorar el hecho reconocido de que el Espíritu de Cristo se sirve de
todas las Iglesias como instrumentos de salvación.
Se expresa que el camino hacia la unidad, es el angosto y humilde, el cual pasa a
través del perdón y la reconciliación, el movimiento ecuménico, es esencialmente un
movimiento de reconciliación, el perdón y la reconciliación constituyen el corazón del
Evangelio; sin embargo, a pesar de haber asumido el escándalo de la división, la culpa
es mayor cuando no se ha hecho lo posible por la reconciliación; algunos textos del
Nuevo Testamento pueden reavivar a la actividad ecuménica, en el Padre Nuestro, se
menciona: “Perdónanos nuestras deudas, que también nosotros perdonamos a nuestros
deudores” (Mt 6,12; Lc 11,4), Mateo también añade: “Pues si perdonáis sus culpas a
los demás, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros” (Mt 6,14-15) y
por último en el discurso de la montaña se expresa: “En consecuencia, si yendo a
presentar tu ofrenda al altar, te acuerdas allí de que tu hermano tiene algo contra ti,
deja tu ofrenda allí, ante el altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano; vuelve
entonces y presenta tu ofrenda” (Mt 5, 23-24), esto, lleva a la conclusión que la
reconciliación aparece como una dimensión de la radicalidad cristiana que va más allá
de la justicia y la prudencia de los doctores y los fariseos. El papel de las comunidades
e Iglesias, es dar respuesta entrando en el ámbito del perdón y la reconciliación sin
enorgullecerse de las reformas y ortodoxias.
Es claro que el drama de la división se sitúa dentro de la única Iglesia de Dios, el
autor habla de la separación y desunión como un hecho que ocurre en la propia familia,
un conflicto entre hermanos y hermanas; este litigio ha sido tan áspero y duro que
terminó en odio fratricida de las guerras de religión, para ello el autor menciona que el
fundamento de la reconciliación sólo puede consistir en la toma de conciencia de todo
lo que existe en común. La Sagrada Escritura, el Antiguo y el Nuevo Testamento,
constituyen para todos los cristianos el testimonio normativo de lo que Dios ha
realizado en favor de su pueblo, en Israel y en Cristo, y sigue haciendo en su Iglesia y
en el mundo. Las oraciones como los Salmos y el Padre Nuestro, son tesoros, nos
reúnen en Cristo ante el Padre quien al darnos el Espíritu nos hace gritar ¡Abba Padre!.
Se manifiesta también a la eucaristía como el centro de la división ya que esta hace
todavía imposible la plena comunión en la misma eucaristía y con mucha frecuencia,
hace difícil garantizar plenamente las convergencias y acuerdos alcanzados. Al
celebrar la eucaristía se recuerda la misma Pasión del Señor, su Sacrificio y su Pascua
por nuestra redención.
Al final del texto, se pone a Cristo crucificado como el que juzgará la desunión;
sólo cuando todos los cristianos de cada confesión miren –en silencio- a aquel a quien
traspasaron y haciendo conciencia que miran al mismo Señor, descubrirán una
comunión más profunda al sentirse necesitados ante el Señor que los ha amado hasta
el fin, es decir, la imagen de Cristo crucificado tiene un significado ecuménico eficaz.
El verdadero sentido del movimiento ecuménico es tener la convicción de que la
unidad de la Iglesia es un don y una gracia de Dios, el hombre debe emplear toda su
imaginación, coraje, inteligencia, corazón y voluntad, como también debe asumir los
riesgos que pueden surgir, estos riesgos no pueden ser tomados como excusa para la
inactividad el aplazamiento, Dios espera un esfuerzo por el camino de reconciliación
y perdón.

9. Conclusiones. La desunión de las Iglesias, es una realidad amarga y escandalosa, esta división
contradice la propia esencia del Evangelio; la unidad de la Iglesia y la urgencia de
reconciliación y perdón, están impresos en el fundamento del mensaje de Cristo; la
Iglesia en su esencia, es una en la historia y en el espacio. La eclesiología católica,
debe valorar el hecho de que el Espíritu de Cristo se sirve de todas las Iglesias como
instrumentos de salvación, si se llega a la aceptación de este hecho, se llegará a la
superación del aislamiento confesional y esto también servirá de fundamento para una
profundización de la comunión ya existente entre las Iglesias a pesar que persista
todavía la separación.
Algunos textos del Nuevo Testamento en relación con la actividad ecuménica,
ayudan a reavivar la conciencia de la urgencia de la reconciliación, sim embargo, uno
de los obstáculos para el avance ecuménico, está en el hecho de que pocos cristianos
desean verdaderamente la reconciliación, de allí, la insistencia de que el hombre debe
tener la convicción de que la unidad de la Iglesia es un don y una gracia de Dios por
ende, su tarea es, emplear su imaginación, coraje, inteligencia, corazón y voluntad para
llegar a ese fin.

10. Autor del Andrés Gustavo Mejía Cuichán


RAE.

RESUMEN ANALÍTICO ESPECIALIZADO

1. Título. Introducción a la Teología Ecuménica


2. Autor: Jos E. Vercruysse
3. Edición Editorial Verbo Divino
4. Fecha 1 de Junio del 2018
5. Capítulo III El movimiento ecuménico contemporáneo

5. Palabras Consejo Ecuménico, unidad, misión, servicio, participación, colaboración, unidad,


Claves, asambleas,

7. Fuentes. 32 autores
8. Contenidos. El capítulo inicia expresando que, en la historia de las Iglesias cristianas, el proceso
de división ha tenido un peso mayor que el de los intentos de reconciliación; los
concilios ecuménicos de Lyón II y Florencia, dieron algunos acercamientos
ecuménicos, se restableció la unidad, un tanto efímera entre la Iglesia oriental y
occidental; la inspiración evangélica ha contribuido al descubrimiento del escándalo
de la desunión y al esfuerzo para superarlo; se menciona que la apertura inter-
confesional, se manifiesta en los grupos pietistas, un ejemplo de ello son los
metodistas y los movimientos de renovación como los Discípulos de Cristo, en Estados
Unidos quienes subrayan más el compromiso personal y la existencia cristiana que le
rigor doctrinal.
Se da lugar también a la constitución de grandes confesionales como la primera
conferencia de los obispos de la Comunión Anglicana en Lambeth, el nacimiento de
la Alianza bautista mundial en 1905, entre los jóvenes, surge la creación de
movimientos interconfesionales e internacionales como la Asociación de jóvenes
cristianos (YMCA) y la Asociación de jóvenes cristianas (YWCA), LA Federación
mundial de estudiantes cristianos (WSCF) y el Movimiento estudiantil cristiano
(SCM), todos estos movimientos, anuncian ya el sentido ecuménico como también
para muchos pioneros del movimiento, fueron cuna y primera escuela del
ecumenismo.
En la segunda mitad del siglo XX se dan algunas conferencias misioneras
internacionales que se ocuparon de la desunión que obstaculizaba grandemente la
acción misionera; una de estas conferencias, es considerada como el momento y lugar
de nacimiento del movimiento ecuménico moderno; la conferencia misionera mundial
que tuvo lugar en junio de 1910 en Edimburgo, establece una línea divisora entre una
actividad ecuménica manifestado en un cúmulo de iniciativas separadas entre sí, y la
que se desarrollaron en el movimiento ya perfeccionado de épocas más recientes; esta
conferencia contribuyó a analizar la finalidad de toda acción misionera la cual debe
implantar en cada nación una sola e indivisible Iglesia de Cristo; gracias a esta
conferencia, se dio el punto de partida de otras iniciativas que finalmente condujeron
a la constitución del Consejo ecuménico de las Iglesias; para garantiza la ejecución de
las conclusiones de la conferencia, se fundó el Consejo Internacional Misionero para
promover la solidaridad de los cristianos escala mundial.
Como segundo momento, la conferencia de Edimburgo impulsó la fundación del
Movimiento de Fe y Constitución, con la finalidad de organizar una conferencia
mundial para estudiar los problemas teológicos que plantea la unidad de la Iglesia;
también, se organizaron dos conferencias mundiales: Lausana en 1927 y Edimburgo
en 1937, que se dieron en torno a los temas relativos a la comprensión de la Iglesia, el
ministerio y los sacramentos; el método utilizado por estas conferencias, es el método
de la comparación que como quedó formulado en el preámbulo de la conferencia de
Lausana, significa tomar nota de los puntos fundamentales en los que las Iglesias están
de acuerdo, y de las profundas divergencias que todavía subsisten. Uno de los méritos
que el Movimiento de Fe y Constitución tiene, es la de haber reunido a teólogos y
representantes de las confesiones más diversas, para reflexionar sobre los fundamentos
teológicos y eclesiológicos de la unión entre las Iglesias.
La tercera rama en este movimiento ecuménico la constituye el Movimiento en pro
del cristianismo práctico (Life and Work), este, tuvo su origen en los infructuosos
esfuerzos del famoso historiador de las religiones y obispo luterano de Upsala (Suecia),
y tuvo como base la convicción de que se podía servir de la mejor manera a la unidad
con un compromiso conjunto por la paz y la justicia, el objetivo estaba dirigido a la
unidad de la acción práctica.
El Consejo ecuménico de las Iglesias inauguró su existencia en la Asamblea general
de Amsterdam en 1948, considerada como una asociación fraterna de las Iglesias que
confiesan al Señor Jesucristo como Dios y Salvador según las Escrituras; una novedad
de este consejo, es el carácter eclesial, su objetivo primario consiste en invitar a las
Iglesias a alcanzar la meta de la unidad visible en una fe y fraternidad eucarística,
manifestada en el culto y en la vida común en Cristo, el CEI por consiguiente, desea
manifestar la unidad y solidaridad que ya existe entre las Iglesias. El ser miembro del
consejo, tiene una actitud positiva ante los demás miembros, esto debido a la creencia
que el diálogo, la colaboración, la ayuda mutua y el testimonio conjunto se deben basar
en la aceptación común de que Jesucristo es la divina cabeza del cuerpo.
El autor enumera las principales etapas del Consejo ecuménico de las Iglesias, las
cuales están constituidas por asambleas generales: La primera es en Amsterdam
(Países Bajos),en 1948, dicha asamblea tuvo como tema general: “El desorden en el
mundo y el plan divino de la Salvación; el segundo en Evaston (USA), en 1954, bajo
el lema: “Cristo, Esperanza del mundo”; la tercera asamblea en Nueva Delhi (India),
en 1961 con el tema: “Jesucristo, Luz del mundo”, en esta asamblea el CEI alcanza su
plena madurez y es probablemente, la más importante en la historia del Consejo; la
cuarta se dio en Upsala (Suecia) en 1968 con el tema: ”He aquí que yo hago nuevas
todas las cosas, el Consejo expresa que es necesario que las Iglesias aprendan a abrirse
a las aspiraciones del mundo y sus logros, así como a sus inquietudes y desesperación;
la quinta asamblea, en Nairobi (Kenia) en 1975, tuvo como lema: “Jesucristo libre y
une”, aquí se acentuó con mayor fuerza el nexo entre espiritualidad y compromiso
social; la sexta asamblea en Vancouver (Canadá) en 1983, tuvo como momento
particular un gran celebración eucarística; la séptima y última asamblea fue en
Canberra (Australia) en 1991 con el lema: “Ven Espíritu Santo y renueva todo lo
creado”. Entre cada asamblea que se reúne cada siete años, el Consejo desempeña su
trabajo través de un central elegido durante la asamblea general, y un comité ejecutivo
más reducido.

9. Conclusiones. En la historia de las Iglesias cristianas, el proceso de división ha tenido, un peso


mayor que el de los intentos de reconciliación, los concilios ecuménicos, son recuerdo
de algunas iniciativas de acercamiento; tiene lugar, la constitución de las grandes
alianzas confesionales, desde la primera conferencia de los obispos de la comunión
Anglicana en Lamberth en 1875, al nacimiento, en 1905, de la Alianza bautista
mundial; también, entre los jóvenes surge la creación de los movimientos
interconfesionales e internacionales como la Asociación de Jóvenes cristianos; estas
asociaciones, anuncian ya el movimiento ecuménico. El consejo ecuménico, tiene
como objetivo invitar a las Iglesias a alcanzar la meta de la unidad visible en una fe y
fraternidad eucarística, manifestada en el culto y en la vida común en Cristo, así como
también en caminar hacia la unidad a fin de que el mundo crea. Las principales etapas
del movimiento ecuménico están constituidas por las asambleas generales, las cuales
constituyen un momento de reflexión y celebración de la cristiandad todavía dividida,
pero a pesar de ello, en camino hacia una mayor solidaridad y unidad.

10. Autor del Andrés Gustavo Mejía Cuichán


RAE.
RESUMEN ANALÍTICO ESPECIALIZADO

1. Título. Introducción a la Teología Ecuménica


2. Autor: Jos E. Vercruysse
3. Edición Editorial Verbo Divino
4. Fecha 1 de Junio del 2018
5. Capítulo IV La Iglesia católica y el movimiento ecuménico

5. Palabras Unidad, camino, integración, Palabra de Dios, relaciones, colaboración,


Claves,
7. Fuentes. 37 autores
8. Contenidos. El capítulo inicia enfatizando el hecho de haber llegado al momento preciso de
tratar más concretamente sobre el compromiso de la Iglesia católica en el movimiento
ecuménico, hacia los años 60, la Iglesia católica comienza, de manera oficial, a
interesarse positivamente y entra en un movimiento plenamente constituido y maduro,
con tradiciones, ideologías y estructura propias, el punto de referencia reconocido, es
Ginebra y el Consejo ecuménico de las Iglesias; la palabra “ecumenismo” penetra en
los medios de comunicación y en el público generando un nuevo entusiasmo a nivel
local y con la aprobación del concilio, el compromiso ecuménico, se convirtió en una
responsabilidad de toda la Iglesia, sin reducirla al esfuerzo de cualquier pionero.
Debido al pontificado de Juan XXIII, se dio el cambio en la postura católica frente
al ecumenismo; a medida que va creciendo el interés ecuménico fuera de la Iglesia
católica, al interior de ésta surge también una mayor preocupación por la unidad,
surgen dos visones bastantes distintas que pueden denominarse “unionista” en un
sentido más restringido y “ecuménica”; la visión unionista, fue tradicional y oficial
hasta el concilio Vaticano II; el acercamiento ecuménico expresa a la unión que nos es
el fruto del retorno a un redil, sino más bien, el resultado de un camino común de
conversión y reforma hacia una nueva integración. La conferencia católica para las
cuestiones ecuménicas, fue particularmente importante para la organización oficial de
la actividad ecuménica, esta fue creada en 1951, con el objeto de fomentar los
contactos y colaboración entre teólogos católicos comprometidos en el trabajo
ecuménico.
El pontificado de Juan XXIII, revolucionó la postura de la Iglesia católica frente al
movimiento ecuménico; el autor subraya que la preocupación ecuménica fue en la
mente el papa Juan, uno de los principales estímulos que le llevaron a anunciar el 25
de enero, su intención de convocar un concilio; la celebración del concilio constituyó
un acontecimiento de toda la cristiandad, el documento Dei Verbum retoma de manera
global, la relación existente entre Sagrada Escritura y Tradición como dos formas de
transmisión de la misma revelación, ésta subraya a la vez, la prioridad de la Sagrada
Escritura, razón por la cual muchos consideran a este documento conciliar como el
más importante desde el punto de vista ecuménico; otro documento importante en el
ecumenismo, es Unitatis Redintegratio, el cual fue aprobado por el concilio el 21 de
noviembre de 1964 y cuyo significado principal es el haber determinado con autoridad
que el compromiso para restablecer la plena comunión dentro del único movimiento
ecuménico es tarea de toda la Iglesia y que tiene que realizarse sobre la base del
reconocimiento de la unidad ya existente aunque no totalmente, entre todos los
cristianos y sus respectivas Iglesias; otro aporte del documento es ofrecer directrices
para el ejercicio y la promoción del ecumenismo, poniendo énfasis en la necesidad de
la renovación de las Iglesias, la conversión, la oración, el estudio, la formación y la
colaboración y finalmente se da mucha importancia a la actitud de diálogo para
conseguir un conocimiento más verdadero y una valoración más equitativa de la
doctrina y la vida de las comunidades en diálogo.
El acontecimiento del concilio, fue para todas las Iglesias, en esos años, una señal
de esperanza ya que se ponía de manifiesto la posibilidad de que una Iglesia iniciara y
llevara a buen término un amplio movimiento de reforma, también constituyo un
ejemplo admirable del carácter conciliar de la Iglesia. Sin embargo, esto también
conllevo a un esfuerzo para que los decretos del concilio Vaticano II sean llevados a
la práctica e interpretados rectamente, también que estos favorezcan acuerdos que
ayuden a promover la unidad de los cristianos, fomentar las relaciones con los
cristianos no católicos e impulsar el diálogo ecuménico.
Este capítulo también expresa que, desde el concilio, el esfuerzo de la Iglesia
católica se ha desarrollado en diversos campos y a distintos niveles, internacionales y
locales, estas relaciones se formalizaron con la creación en 1965 de un grupo mixto de
trabajo, este grupo consultivo continua todavía siendo hasta el momento un
instrumento de colaboración para la búsqueda conjunta de la unidad; por esta razón, se
menciona que la Iglesia Católica Romana es la Iglesia universal que tiene una
estructura jerárquica vigorosa, para promover la unidad en la diversidad. Las
relaciones entre la Iglesia católica y el Consejo ecuménico de las Iglesias se describen
hoy con el término de solidaridad fraterna. De igual forma, se pone una especial
atención a la colaboración de doce teólogos en el trabajo de la Comisión de Fe y
Constitución, este diálogo multilateral constituyó uno de los espacios privilegiados de
la cooperación y de la cual surgió el famoso documento de Lima, el informe Bautismo,
Eucaristía y Ministerio (BEM), que expresa una convergencia impresionante de las
Iglesias cristianas con respecto a los sacramentos; se debe tener en cuenta también al
Consejo ecuménico de las Iglesias y el Secretariado para la justicia y la paz de la
Santa Sede, el cual tuvo como objetivo, promover la formación de una mayor
conciencia en lo que respecta a las cuestiones relacionadas con una sociedad justa, el
desarrollo económico y social, y la paz.
Este capítulo finaliza con el llamado a la Iglesia católica y el Consejo ecuménico
de las Iglesias a declarar juntas que asumen su propia responsabilidad dentro del único
movimiento, hacia una unidad creciente en el testimonio y en el servicio común

9. Conclusiones. El interés de la Iglesia católica y la ratificación del concilio Vaticano II dan al


movimiento ecuménico ya existente, una nueva amplitud y resonancia en el conjunto
del mundo cristiano, este cambió de postura frente al ecumenismo se da por el
pontificado de Juan XXIII, a la constitución del Secretariado para la unión de los
cristianos, y al concilio Vaticano II con su aprobación de la Carta Magna Católica del
ecumenismo: el decreto Unitatis Redintegratio; la preocupación ecuménica presente
en la mente del papa Juan, fue uno de los principales estímulos que le llevaron a
anunciar el 25 de enero, su intención de convocar un concilio.
El documento Dei Verbum, retoma de manera global la relación existente entre la
Sagrada Escritura y Tradición como dos formas de transmisión de la misma revelación,
es por eso que este documento es para algunos considerado como el más importante
desde el punto de vista ecuménico; hay que mencionar, además, las reuniones anuales
de los obispos miembros del consejo, y las ocasionales de los representantes de las
comisiones ecuménicas nacionales y regionales. La Iglesia Católica Romana, tiene una
estructura jerárquica vigorosa, para promover la unidad en la diversidad.

10. Autor del Andrés Gustavo Mejía Cuichán


RAE.

RESUMEN ANALÍTICO ESPECIALIZADO

1. Título. Introducción a la Teología Ecuménica


2. Autor: Jos E. Vercruysse
3. Edición Editorial Verbo Divino
4. Fecha 1 de Junio del 2018
5. Capítulo V Los diálogos bilaterales

5. Palabras Diálogo, comunión, Tradición, bautismo, eucaristía, Sagrada Escritura,


Claves, reconciliación
7. Fuentes. 37 autores
8. Contenidos. El capítulo inicia mencionando que una de las transformaciones más llamativas en
la situación a partir del ingreso de la Iglesia católica en el movimiento ecuménico es
la generalización de los diálogos bilaterales; después del concilio se fue entretejiendo
una apretada trama de diálogos, no sólo a nivel nacional, sino también en el plano
regional, nacional y local. Estos diálogos se llaman bilaterales debido a que a
diferencia del diálogo “multilateral” que se desarrolla en el Consejo ecuménico de la
Iglesias, en estos, se reúnen representantes de dos únicas tradiciones, confesiones o
Iglesias; esta limitación permite una confrontación más profunda y centrada sobre
temas que generan controversia entre los interlocutores. Estos procesos han traído,
como consecuencia, la revalorización de lo específico de las distintas confesiones en
el diálogo ecuménico; esto ha sido puesto de manifiesto por instituciones
internacionales agrupadas actualmente bajo un mismo vocablo de Uniones Cristianas
Mundiales; haciendo referencia a la Iglesia católica-romana o a la ortodoxa que
constituyen las Iglesias universales.
Con la ampliación de estos diálogos bilaterales, los métodos empleados y los
objetivos también son diferentes, se trata de llegar a verdaderos acuerdos y
declaraciones comunes oficiales, en el proceso de restablecimiento formal de la
unidad, la meta también es alcanzar un mejor entendimiento y conocimiento recíproco;
las conversaciones, son un esfuerzo por superar las divergencias confesionales,
mediante una confrontación con la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia, leída
e interpretada a la luz de la exégesis y los estudios históricos contemporáneos, así como
un análisis más minucioso de la teología actual y la confrontación con las necesidades
de hoy; se expresa de igual manera, un esfuerzo conjunto por expresar la fe cristiana
en el lenguaje bíblico, de esta forma, se pretende superar la unilateralidad y parcialidad
de las concepciones confesionales y situarlas en un horizonte más amplio,
relacionándolas con la globalidad de la Tradición.
A continuación, se mencionan los diálogos bilaterales más destacados: el primero,
el diálogo internacional entre los Ortodoxos-Bizantinos y la Iglesia católica, este es
sin duda, uno de los más laboriosos debido a que, se pretende la reconstrucción de la
unidad entre las dos Iglesias; después, el “diálogo de la caridad”, iniciado tras las
huellas del Vaticano II y el que pretende borrar de la memoria de la excomunión de
1504; y tras los encuentros y la amistad de Pablo VI con el patriarca ecuménico
Anetágoras, se pasa, en 1980, al diálogo teológico; estos documentos publicados hasta
la fecha, ponen de manifiesto que el diálogo se centró, sobre todo, en los problemas
que a primera vista, no parecían dividir en forma radical ambas tradiciones. Se refieren
al misterio de la Iglesia y su unidad, manifestada en los sacramentos y en su ministerio.
Se habla también de un decreto denominado, informe de Malta, presentado por una
primera comisión anglicana-católica, la cual proponía la creación de una comisión
mixta permanente, así, la Comisión Internacional teológica Anglicana-Romana,
publica en 1981, un informe final, el volumen reúne las cuatro declaraciones, en torno
a la Eucaristía, el Ministerio y la ordenación, y las dos declaraciones sobre la Autoridad
en la Iglesia. La segunda Comisión internacional teológica Anglicana-Romana,
publica en 1987 su primer documento, La salvación y la Iglesia, que trata de la
justificación, un tema central en la controversia surgida a partir de la Reforma
protestante. Se habla también que el diálogo entre la Iglesia católica y las Iglesias
luteranas a través de la federación Luterana Mundial en la Comisión internacional
Luterana-Romana, ha llegado ya a su tercer ciclo, la primera comisión en 1972,
presentó un estudio en torno a Evangelio e Iglesia. Se menciona que el diálogo
realizado en 1969, entre el Secretariado para la Unidad de los Cristianos y los
representantes de algunas Iglesias pentecostales y del movimiento carismático, tiene
un carácter particular, esto debido a que el diálogo no se plantea como objetivo
inmediato, el restablecimiento de la unidad, sino que las conversaciones pretenden
desarrollar, un clima de comprensión mutua en materia de fe y praxis; también,
descubrir verdaderos puntos de acuerdo y delimitar las áreas que requieren un diálogo
más profundo.
Los diálogos entre las Iglesias y las confesiones se han desarrollado en forma que
van más allá de lo que el Vaticano II podía prever; esto gracias a la calidad del trabajo
realizado y a la asiduidad y empeño de los participantes, los diálogos han contribuido
notablemente a cambiar el ambiente interconfesional; los acuerdos y las
convergencias, han cambiado profundamente las opiniones sobre los interlocutores del
diálogo, esto ayudo a purificar las memorias históricas; el nuevo clima ha generado
una reflexión más amplia, llevando a un cambio en las relaciones concretas entre las
Iglesias; los diálogos, han ido evolucionando; los puntos de partida en la mayoría de
las conversaciones fueron problemas surgidos de necesidades pastorales como la
eucaristía y la aspiración a la intercomunión y el problema del ministerio, también
hubo sensibilidad al problema de los matrimonios mixtos. Existe una subsistencia del
problema de la aceptación, para lo cual el autor menciona dos aspectos que a veces
pueden entrar en contradicción, primero está la “aceptación espontánea” entre los
fieles, en virtud del valor simbólico del diálogo, de la racionalidad y coherencia
intrínseca, también, está la aceptación oficial y jurídica de la autoridad eclesiástica,
invitada a dar su opinión y sacar, si fuera necesario las consecuencias para la praxis
ordinaria.
Al termino del capítulo, el autor manifiesta la importancia insustituible en el camino
ecuménico de los diálogos bilaterales; para los participantes, son una fuente de amistad
que conduce a descubrir existencialmente una misma fe común, la Sagrada Escritura,
y tantas cosas de una misma tradición, estos diálogos también han aportado en una
profundidad teológica.

9. Conclusiones. Los diálogos bilaterales, son denominados de esa manera ya que a diferencia del
diálogo “multilateral” que se desarrolla en el Consejo ecuménico de las Iglesias, se
reúnen representantes de dos únicas tradiciones, confesiones o Iglesias, esta limitación
permite una confrontación más profunda y centrada sobre temas que generan
controversia entre los interlocutores; la meta de dichos diálogos es tratar de llegar a
verdaderos acuerdos y declaraciones comunes oficiales, en el proceso de
restablecimiento formal de la unidad; otra meta, también es alcanzar un mejor
entendimiento y conocimiento recíproco. En las conversaciones, se ve un esfuerzo por
superar las divergencias confesionales a través de una confrontación con la Sagrada
Escritura y la Tradición de la Iglesia.
Los estudios y diálogos han sido instrumentos preciosos para restablecer la
confianza en las relaciones entre las Iglesias, por esa razón, hay que conducirlos con
la mayor competencia, apertura y entrega posible, también, hay que tener en cuenta
que el restablecimiento de la unidad, no será consecuencia directa y lógica de tales
conversaciones, por muy cuidadosas y decisivas que sean; finalmente, la
reconciliación será, el resultado de la conversión y el perdón, que se debe seguir
preparando en un diálogo confiado.

10. Autor del Andrés Gustavo Mejía Cuichán


RAE.

RESUMEN ANALÍTICO ESPECIALIZADO

1. Título. Introducción a la Teología Ecuménica


2. Autor: Jos E. Vercruysse
3. Edición Editorial Verbo Divino
4. Fecha 1 de Junio del 2018
5. Capítulo VI El ecumenismo local

5. Palabras Local, ecuménico, colaboración, comunión


Claves,
7. Fuentes. 10 autores
8. Contenidos. En este capítulo, se da una mirada, aunque de una manera esquemática, al trabajo
ecuménico en el plano local, se subraya que la insistencia y cada esfuerzo a nivel
superior, es vano, si no se apoya en las innumerables y con frecuencia desconocidas
iniciativas locales, así como en las acciones cotidianas de reconciliación y
colaboración que tiene lugar entre los cristianos de base; el ecumenismo a nivel
superior es únicamente la ratificación del que se realiza en la base, y su estímulo; en
este sentido al hablar de unidad, se hace referencia a que hay que recuperar la unidad
entre los cristianos en cada escuela en la que estudian, en cada fábrica u oficio en los
que trabajan, y en cada congregación donde celebran el culto. La Iglesia una,
considerada como “comunidad conciliar”, es vista como una comunidad de Iglesias
locales, cada una de las cuales constituye una unidad.
Se examina también un documento sobre la Colaboración ecuménica en el plano
regional, nacional y local, la posibilidad de tal colaboración; en este nivel, la situación
ecuménica concreta es extremadamente confusa y compleja esto debido a la diversidad
de los antecedentes históricos y confesionales, como también, a las realidades
culturales, sociales, políticas, religiosas y eclesiásticas que existen en las distintas
partes del mundo. El problema ecuménico, se plantea de manera diversa en Alemania
donde surgió la división confesional; en Italia, Bélgica y países escandinavos, donde
la Iglesia cristiana es tradicionalmente mayoritaria; y las minorías están en la India y
Japón, donde la cristiandad dividida constituye una pequeña minoría.
Este capítulo expresa que, gracias a una profunda evolución en el mundo cristiano,
el clima espiritual y confesional ha cambiado profundamente, tanto en los países
confesionalmente mixtos, como en los tradicionalmente católicos, ortodoxos o
protestantes. Para muchos cristianos, el compromiso ecuménico no es ya un aspecto
alejado de su vida cristiana; por el contrario, inspira toda su visión y actividad cristiana,
de ahí que, el trabajo ecuménico no consiste tanto en multiplicar las iniciativas
ecuménicas, sino en mantenerse en una postura espiritual global.
A nivel local, se encuentran instituciones más o menos oficiales con la finalidad de
coordinar y promover la actividad ecuménica, se mencionan las comisiones católicas
nacionales y diocesanas para el trabajo ecuménico, creadas siguiendo el Directorio
ecuménico; están los consejos de Iglesias en todos los niveles de la vida eclesial,
parroquial, urbana, provincial o nacional. Los consejos, en sus metas, estructuras y
actividades son, realmente, numerosos y diverso entre sí. Ejemplo de eso y como
medio de entendimiento entre cristianos y la unidad en el testimonio, está la
colaboración para la traducción y difusión de la Biblia. La Iglesia católica inició una
colaboración con las sociedades bíblicas no católicas, concretamente con la Alianza
bíblica universal, una federación no confesional que agrupa a 110 representaciones de
sociedades bíblicas nacionales y que tiene como finalidad traducir, editar y distribuir
la Biblia; de esta forma, en la fiesta de Pentecostés de 1968, el Secretariado para la
Unión de los Cristianos y la Alianza publicaron un documento consensuado junto con
directrices para la colaboración en la traducción de la Biblia.
Se destaca que, en el fondo de estas iniciativas y esfuerzos, más bien oficiales,
existe siempre el interés por la reconciliación y el restablecimiento de la comunión que
inspira a tantos cristianos anónimos y sus respectivas comunidades; esto se realiza en
la oración común, la lectura de la Biblia, la catequesis y el culto, en el testimonio, la
misión, el servicio conjunto ante las distintas necesidades del mundo, sobre todo la
justicia y la paz; en algunas regiones se han concluido alianzas entre diócesis,
parroquias o asociaciones de diferentes confesiones, como pasos concretos hacia la
realización de la unidad orgánica entre las Iglesias separadas, esto, juntamente con
programas comunes de formación teológica; a esto, tienen un significado especial los
contactos surgidos en los grupos de personas unidas en matrimonio confesionalmente
mixto.
El capítulo termina enfatizando que cada compromiso despliega su propia dinámica
y genera una variedad no necesariamente sincronizada de experiencias; estas
experiencias, crean tensiones y agitación en la Iglesia y el mundo cristiano. En ese
sentido el delicado papel de las autoridades consiste en discernir crítica pero
confiadamente lo que se está haciendo, pero en la base, para que el pueblo se sienta
reafirmado en su compromiso vivo en favor de la reconciliación y la unidad.

9. Conclusiones. El autor resume el capítulo mencionando que cada esfuerzo a nivel superior es vano
e imponente, si no se apoya en las innumerables y, con frecuencia, desconocidas
iniciativas locales, así como en las acciones cotidianas de reconciliación y
colaboración que tienen lugar entre los cristianos de base; expresa también que la
dimensión ecuménica fue afirmada en Nueva Delhi en 1961 en la asamblea general del
Consejo ecuménico de las Iglesias donde se afirma que Ser uno en Cristo significa que
hay que recuperar la unidad entre los cristianos en cada escuela en la que estudian, en
cada fábrica u oficio en los que trabajan, y en cada congregación donde celebran el
culto, como sucede entre las congregaciones.
Como nota final, resalta la profunda evolución del mundo cristiano en la renovación
litúrgica, bíblica, teológica, Vaticano II, el reto que plantea el secularismo, la
responsabilidad por la justicia y la paz, la creciente colaboración, la revisión histórica
de las causas de la separación y del papel de los protagonistas; todo esto ha generado
un cambio profundo en el clima espiritual y confesional.

10. Autor del Andrés Gustavo Mejía Cuichán


RAE.

RESUMEN ANALÍTICO ESPECIALIZADO

1. Título. Introducción a la Teología Ecuménica


2. Autor: Jos E. Vercruysse
3. Edición Editorial Verbo Divino
4. Fecha 1 de Junio del 2018
5. Capítulo VII Las tradiciones cristianas y la unidad

5. Palabras Ortodoxa, protestantismo, anglicanismo, Bautismo, Cena del Señor, catolicismo,


Claves, unidad universal
7. Fuentes. 26 autores
8. Contenidos. Este capítulo inicia invitando a las Iglesias a alcanzar la meta de la unidad visible
en una misma fe y en la comunión eucarística, manifestada en el culto y en la vida
común, a fin de que el mundo crea; el autor presenta brevemente las concepciones de
las distintas grandes tradiciones interconfesionales que participan en el diálogo. Al
inicio, está la ortodoxia la cual desde sus inicios ha colaborado en el movimiento
ecuménico; en 1920 el patriarcado de Constantinopla publica una importante carta
encíclica, en la que invita a las Iglesias a un mejor entendimiento y comprensión,
proponiendo la creación de una Sociedad de Iglesias en analogía con la Sociedad de
Naciones. La comunión en la verdadera fe y caridad soló se realizará mediante el
retorno a la tradición común de la antigua e indivisa Iglesia de los primeros siete
concilios; esta herencia pura, inalterada y común de los antepasados de todos los
cristianos separados, ha sido conservada intacta del todo y únicamente por la Iglesia
ortodoxa. De esta manera, la perspectiva ortodoxa, todas las demás Iglesias con la
romana a la cabeza, traicionaron, en cierto modo, la antigua herencia común, para ello
se menciona que la comunión puede ser restablecida únicamente vinculándose de
nuevo con ella, mediante el retorno a la única Iglesia que ha permanecido fiel a la
verdadera fe ortodoxa; otra característica de la Iglesia en Oriente, ha sido el
reconocimiento de la diversidad cultural, nacional y lingüística.
A continuación, esta, el Protestantismo a lo cual se afirma que el acontecimiento de
la Reforma protestante trajo consigo una profunda división de la Iglesia occidental,
añadiendo que la división de la Iglesia no fue pretendida por los reformadores
protestantes. Se destaca que el núcleo de la predicación de los reformadores
protestantes es la salvación ofrecida soló por Cristo, y la justificación de los pecadores
por la sola fe, sin mérito por parte de la persona humana; el único testimonio de Dios
es su Palabra, de la que la Sagrada Escritura de testimonio, de ahí que, la doctrina de
la justificación se convierte en la instancia crítica para juzgar los usos y abusos en la
Iglesia. Es de tener en cuenta que muchos puntos enumerados en la agenda del
ecumenismo como condiciones para unidad no son consideradas por las Iglesias
protestantes como obstáculos ineludibles en el camino de la unión; se trata de
“tradiciones humanas”, que son necesarias para la buena marcha de la comunidad, pero
que no forman parte de la esencia misma del evangelio, un ejemplo de ello es el
“ministerio”. Las Iglesias aceptan plenamente que el ministerio es de institución
divina; sin embargo, la ordenación concreta, sea episcopal o presbiteral, de tal
ministerio no tiene un peso teológico, y es considerada en la mayoría de las Iglesias
protestantes como de institución humana que puede tener alguna raía en la Escritura,
pero que deja, en realidad, una gran libertad en cuanto a su elaboración.
Se encuentra también el anglicanismo, Iglesia que es vista como puente y vía
intermedia entre el protestantismo y el catolicismo romano; desde sus inicios, en el
siglo XV, durante la dinastía de Tudor, pretendía ser la Iglesia nacional del pueblo
inglés; sus leyes litúrgicas y los Treinta y nueve artículos trataban de evitar las
diferencias de opinión, así como establecer un consenso respecto a la verdadera
religión. Es importante tener en cuenta que la expansión colonial, la emigración y la
misión dieron a la Iglesia anglicana una dimensión internacional, que ha ido tomando
forma en la comunión anglicana-episcopal en torno a la sede de Canterbury. Se debe
tener en cuenta que el movimiento ecuménico debe mucho a la comunión anglicana,
ya que entre sus pioneros muchos fueron anglicanos. El anglicanismo, cree en una
unidad visible, colegial, integral y orgánica, en las que las fuentes de la fe y el orden
fundamental de la Iglesia se mantienen plenamente; la estructura episcopal es necesaria
para el propio desarrollo de la Iglesia.
El capítulo finaliza con el catolicismo para lo cual menciona que no es fácil explicar
cómo la Iglesia católica romana entiende la unidad futura; en el mundo cristiano esta
iglesia ocupa un puesto muy particular; al igual que la Iglesia ortodoxa, tiene una
conciencia eclesiológica bastante fuerte; conciencia de que es católica, es decir,
universal, y difundida por todo el mundo; se enfatiza que la catolicidad es uno de los
elementos más característicos de la identidad eclesial de esta Iglesia, como también,
para muchos católicos constituye una experiencia vital; la Iglesia romana nunca ha
dejado de tener conciencia plena de que es en realidad una comunión de Iglesias locales
con ritos y tradiciones distintos. El autor expresa que la Iglesia católica en la cual sigue
existiendo la unidad plena querida por cristo, es en sí misma una comunión de Iglesias
locales, aunque, al mismo tiempo, este en unión, no de forma total, con otra Iglesias y
comunidades; en razón a esto, admite que el Espíritu Santo actúa de muchas maneras
en las Iglesias no católicas
Otro aspecto que se expresa es que para la eclesiología católica la unidad visible de
la Iglesia universal requiere de un centro personal: una persona que tenga la
responsabilidad particular de promover esta unidad universal. Con el ingreso de la
Iglesia católica en el diálogo ecuménico, se ha dado un punto insoslayable en el orden
del día, así pues, el diálogo con los anglicanos y luteranos en los Estados Unidos ya ha
sido tocado de manera explícita.

9. Conclusiones. En este capítulo se enfatiza en la finalidad del movimiento ecuménico el cual es el


invitar a las Iglesias a alcanzar la meta de la unidad visible en una misma fe y en la
comunión eucarística, manifestada en el culto y en la vida común, a fin de que el
mundo crea. El autor presenta brevemente las concepciones de las grandes tradiciones
interconfesionales; la ortodoxa que se basa en la herencia pura y tradición común de
los siete concilios ecuménicos; el protestantismo, que nace de la Reforma y que trajo
una profunda división de la Iglesia occidental, su núcleo de predicación, es la salvación
ofrecida sólo por Cristo, y la justificación de los pecadores por la sola fe; el
anglicanismo considerado que es considerado como una Iglesia puente y vía
intermedia entre el protestantismo y el catolicismo romano; y finalmente el
catolicismo, caracterizado por su catolicidad, y conciencia eclesiológica.
El autor finaliza mencionando que el diálogo ecuménico sobre el papado comporta
una invitación a la propia Iglesia católica a que examine con franqueza y
creativamente, de qué manera dicho ministerio puede realmente favorecer el camino
hacia la unidad y prestar humilde servicio al restablecimiento de la comunión entre las
Iglesias todavía separadas.
10. Autor del Andrés Gustavo Mejía Cuichán
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RESUMEN ANALÍTICO ESPECIALIZADO

1. Título. Introducción a la Teología Ecuménica


2. Autor: Jos E. Vercruysse
3. Edición Editorial Verbo Divino
4. Fecha 1 de Junio del 2018
5. Capítulo VIII Modelos de unidad en el movimiento ecuménico

5. Palabras Fe y constitución, unidad orgánica, todo lugar, comunidad conciliar, unidad,


Claves, diversidad, comunión
7. Fuentes. 24 autores
8. Contenidos. El capítulo se desarrolla en base a propuestas y modelos para una futura unidad,
surgidos a partir de la reflexión ecuménica; estos modelos de unión pueden resultar un
tanto limitados y poco comprometidos. El autor, toma como guía para la investigación
realizada, el trabajo llevado a cabo por el Consejo Ecuménico de las Iglesias, y
específicamente, el de la Comisión de Fe y Constitución, la cual, desde las primeras
conferencias mundiales, se preocupó de reflexionar sobre la forma y las condiciones
de la unidad.
Se menciona como primer modelo a la Unión orgánica; este modelo es, tal vez, el
más antiguo entre los conceptos presentados, se formuló por primera vez en la
conferencia mundial de Fe y Constitución, la cual propone tres concepciones de la
unidad de la Iglesia: la primera, la unidad de colaboración, es decir una federación o
alianza de la Iglesias en función de una actividad acordada, una colaboración; la
segunda unidad es la intercomunión que es la expresión más completa del mutuo
reconocimiento entre dos o más Iglesias y que se manifiesta por igual en el intercambio
de miembros y ministerios; la última forma, la unión corporativa o la unión orgánica,
la cual se presenta como el objeto final del movimiento. Se destaca que el modelo de
la unión orgánica, que incluye una organización estructural de las Iglesias, se mantiene
como un punto de referencia.
El siguiente modelo es “En todo lugar”, aquí se menciona los pintos esenciales: la
confesión de fe, los sacramentos, el reconocimiento del ministerio, y una comunidad
comprometida y unida en el culto, en el testimonio y en el servicio; también se pone
énfasis en el carácter local de la unión; ser visible en todo lugar, es decir, no sólo en la
comunidad eclesial, sino también en la escuela, el lugar de trabajo y, más ampliamente
en el estado, la provincia y la nación, a pesar de las diferencias de raza y de clase.
Se habla también del modelo de “comunidad conciliar” el cual surge del deseo de llegar
antes o después a la convocatoria de un concilio auténticamente universal, que pudiera
al fin hablar en nombre de todos los cristianos y abrir el camino al futuro, dando por
resultado el estudio del significado de los concilios y de la conciliaridad en el caso del
movimiento ecuménico; este texto hace referencia a la unidad de la Iglesia local, al
testimonio de una fe apostólica única, los sacramentos y el reconocimiento del
ministerio, se destaca el intercambio mutuo entre las Iglesias, e invita a cada una a
mantener relaciones permanentes y de intercambio con las Iglesias, a través de
reuniones conciliares convocadas según las exigencias que conlleva la realización de
la vocación común. Es de tener en cuenta que un concilio ecuménico de unificación
sigue siendo todavía una meta en el horizonte; este modelo no señala sólo la finalidad,
sino dice también algo sobre el camino que hay que recorrer.
Adicionalmente, el Consejo ecuménico de la Iglesias en Canberra (1991), retomó
el tema de la unidad de la Iglesia en el marco de la preocupación general de la
asamblea, concretamente la renovación de la creación por medio del Espíritu Santo, al
respeto la asamblea expresa que la finalidad de la Iglesia es unir a los hombres con
Cristo mediante la fuerza del Espíritu Santo, manifestar la unidad en la oración y la
acción, y, también buscar la madurez de la comunión con Dios, con la humanidad y
toda la creación en la gloria del Reino. Sin embargo, existe una sospecha de que la
descripción de la comunidad conciliar no tiene suficientemente en cuenta la diversidad
existente entre las distintas confesiones. Es importante enfatizar la importancia del
concepto koinomía descrito por la asamblea general del Consejo ecuménico de las
Iglesias, la cual menciona la unidad de la Iglesia a la que somos llamados; es de tener
en cuenta que este concepto no es nuevo, y que ha adquirido en todas las tradiciones
una importancia eclesiológica; la riqueza del término reside en su resonancia bíblica y
teológica; expresa todas las dimensiones de la comunión, lo mismo la que se tiene con
Dios Padre y con Cristo o en él, como la eclesial en el Espíritu Santo, en ese sentido,
el concepto de comunión ocupa ahora un puesto destacado en el conjunto del
movimiento ecuménico contemporáneo, tanto al interior del CEI, como en los diálogos
bilaterales.
Al termino de este capítulo, el autor menciona que también se han propuestos otra
descripciones y conceptos en el diálogo; se habla de “Iglesia de Iglesias” o de
“Comunión de comuniones”; en el diálogo con las Iglesias ortodoxas se habla de
Comunión de las Iglesias hermanas, sin embargo, estos modelos deben cuidar,
correctamente, los dos polos de toda comunión: la unidad y la diversidad. El avance
del cristianismo a lo largo de la historia con sus tensiones y rupturas, ha hecho que se
hayan generado distintas identidades colectivas y confesionales, y que diferentes
estilos de vida y formas de pensar se hayan encarnado en diversas formas sociales,
culturales y eclesiásticas; estos modelos conforman mundos espirituales y conjuntos
de ideas, valores y costumbres específicos que nutren la vida del cristiano en función
de su destino espiritual.
Finalmente, se expresa que el restablecimiento de la plena comunión entre las
Iglesias sólo puede ser el resultado de un largo y paciente proceso de acercamiento,
conversión y reuniones; sólo si se promueve la unidad y se sigue caminando, se
alcanzará la meta de la plena comunión.

9. Conclusiones. El autor resume el capítulo mencionando la elaboración de propuestos y modelos


para una futura unidad; se expresa a la unión orgánica como el primer modelo a ser
desarrollado, este modelo es considerado el más profundo y fecundo para la unidad de
las Iglesias, propone tres concepciones de la unidad de la Iglesia: la unidad de
colaboración, considerada como un impulso hacia formas más plenas de unidad; la
intercomunión que es la expresión más completa del mutuo reconocimiento entre dos
o más Iglesias; y la unión corporativa o unidad orgánica que se presenta como el
objetivo final de movimiento ecuménico. Se habla también del modelo “en todo lugar”
el cual pone un énfasis particular en el carácter local de la unión; se debe ser visible
no sólo en la comunidad eclesial, sino también en la escuela, el lugar de trabajo, y más
ampliamente en el estado, provincia y nación, finalmente se menciona a la “comunidad
conciliar” la cual destaca el intercambio mutuo entre las Iglesias, e invita a cada una a
mantener relaciones permanentes y de intercambio con las otras Iglesias, a través de
reuniones conciliares.
Aunque las Iglesias no estén plenamente unidas, ya deberían comportarse, dado su
compromiso ecuménico, como Iglesias-en-relación, o sea, como Iglesias en diálogo.

10. Autor del Andrés Gustavo Mejía Cuichán


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2. Autor: Jos E. Vercruysse
3. Edición Editorial Verbo Divino
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5. Capítulo IX Teología del ecumenismo

5. Palabras Diversidad, pluralidad, diálogo, aceptación, Escritura, Tradición, apostolicidad,


Claves, sacramento, bautismo, eucaristía, matrimonio
7. Fuentes. 30 autores
8. Contenidos. El autor inicia recalcando que el restablecimiento de la unidad es el objetivo
primario y la razón de ser del movimiento ecuménico, sin embargo, se menciona que
quien está familiarizado con el diálogo interconfesional sabe que este, está llena de
sorpresas; por consiguiente, el autor selecciona algunos temas que parecen estar en el
primer plano de la realidad ecuménica actual, se debe reconocer que cada tradición
cristiana constituye un conjunto teólogico, ideológico y cultural, en el que sus distintos
componentes están íntimamente entrelazados; aunque el movimiento ecuménico sea
esencialmente un movimiento de reconciliación de lo que está separado, también tiene
que ver con la diversidad y el pluralismo cultural del mundo cristiano.
Es de tener en cuenta que al nacer el movimiento ecuménico se buscaron métodos
más adecuados para mejorar la comprensión mutua; uno de los primeros fue el método
comparativo, un método neutral y simple de auto-clarificación y contrastes sin plantear
el problema de quién tiene razón o está equivocado; en la medida en que la
confrontación resulta inevitable, la experiencia ecuménica tiende a acentuar la
necesidad de una hermenéutica de comunión, y a mirar más allá de las divergencias,
para reconocer la unidad fundamental en Cristo, investigando los orígenes comunes en
la Escritura y la tradición común de la enseñanza, el culto y la oración. De esta manera,
Diálogo se ha convertido en la palabra clave para indicar la comunión entre personas.
Se destaca el término aceptación el cual tiene un significado específicamente
eclesiológico, canónico y jurídico; la importancia formal de la aceptación es valorada,
de manera diferente, por las distintas eclesiologías; en la eclesiología ortodoxa
contemporánea, la aceptación de la Iglesia universal es una condición necesaria para
el reconocimiento del carácter ecuménico de un concilio y sus decisiones; por otro
lado, en la eclesiología católica, el concilio y el Magisterio poseen en sí mismos una
autoridad jurídica, independientemente de la aceptación posterior. Se menciona
también que, a pesar de las diferencias, siempre ha existido un consenso fundamental,
y de que las Iglesias siguen poniéndose de acuerdo sobre los elementos esenciales de
la fe cristiana, de ahí que los diálogos recientes pretendan examinar específicamente
problemas más fundamentales, como la justificación y la naturaleza de la Iglesia.
Es claro que otro aspecto importante en el ecumenismo, es la jerarquía de las
verdades; la fe es un conjunto estructurado en el que algunos artículos están más
estrechamente relacionados con el fundamento que otros, por ende, dar la debida
importancia a esta perspectiva puede ayudar a la hermenéutica teológica y a la
catequesis misionera, así como a discernir lo que es necesario y secundario, con vistas
al restablecimiento de la unidad. Se habla también de la Escritura y Tradición cuya
relación constituye un problema central, especialmente desde el inicio del diálogo con
las Iglesias protestantes; el vínculo entre Tradición y Escritura, ya no se veía como la
yuxtaposición externa de dos fuentes, sino más bien desde una perspectiva global
dentro de la única tradición; la propia sagrada Escritura y las distintas tradiciones se
han desarrollado bajo la guía del Espíritu Santo dentro de la tradición viva y
aglutinante.
La apostilicidad de la Iglesia, está estrechamente vinculada con el modo de entender
la Tradición, al respecto el texto preparado por la comisión teológica conjunta expresa
que la sucesión del ministerio ordenado y la sucesión de los obispos constituyen, una
manifestación de la continuidad de la fe apostólica. De igual manera se centra la
atención en una dimensión particular de la discusión sobre la Iglesia dentro del
contexto ecuménico como lo es la misión de la Iglesia en el mundo; la Iglesia no
constituye un fin en sí mismo; al contrario, es instrumento y signo de una realidad que
la trasciende y a la que debe servir mediante el testimonio y la diakonía.
El autor da lugar a los sacramentos, pero habla solo de tres: el bautismo, la
penitencia y la eucaristía, los cuales considera como falseados y utilizados de manera
indigna por la curia romana. Se enfatiza en la necesidad de comprensión del
sacramento y de cómo se debe concebir la relación entre Dios y el hombre y,
especialmente, del papel del hombre en dicha relación; los sacramentos han estado en
el centro de muchos diálogos bilaterales y multilaterales; sin embargo, la disputa
ecuménica sobre los sacramentos se ha concentrado particularmente, en el bautismo,
la eucaristía, el ministerio y el matrimonio.
La Eucaristía es sin duda el “sacramento de la unidad” y de igual manera, el centro
neurálgico de la controversia confesional, al respecto, Unitatis Redintegratio expresa
que el bautismo es tan solo un principio y comienzo, porque todo él se dirige a la
consecución de la plenitud de la vida en Cristo, está orientado a la plena inserción en
la comunión eucarística. Con respecto a la sacramentalidad del ministerio se hace
referencia que el diálogo sobre la eucaristía, condujo también a una investigación de
la naturaleza del sacramento del orden; la ausencia del sacramento del orden en las
Iglesias protestantes, generan un gran obstáculo para participar en la cena del Señor.
Finalmente se menciona el matrimonio como un problema delicado, sobre todo con
los matrimonios mixtos; en relación a esto, se menciona que el objetivo de una pastoral
para los matrimonios interconfesionales ha de ser la de ayudar a la pareja a crecer en
la fe, dentro de la situación confesional particular en la que el matrimonio se encuentra,
y a vivir dicho matrimonio de tal manera que sea un testimonio de comunión
ecuménica viva.

9. Conclusiones. El autor resume el capítulo enfatizando una vez más que el restablecimiento de la
unidad es el objetivo primario y la razón de ser del movimiento ecuménico; se
menciona que el método que usa la teología fue variando y adaptándose a las
necesidades, en los primeros inicios se utilizó el método comparativo, seguidamente,
se utilizó una hermenéutica de comunión, y a mirar más allá de las divergencias, para
reconocer la unidad fundamental en Cristo; se menciona también el diálogo como la
palabra clave para indicar la comunicación entre personas. Se habla de la Escritura y
Tradición que son considerados como el problema central, especialmente con las
Iglesias protestantes; se enfatiza en la apostilicidad de la Iglesia donde se da un valor
importante a la sucesión del ministerio ordenado y la sucesión de los apóstoles como
manifestación de la comunidad de fe apostólica.
El autor desarrolla y menciona los sacramentos de: Bautismo, eucaristía, el
ministerio y el matrimonio, estos como temas muy relevantes y necesarios de tratar en
el movimiento ecuménico. Al final menciona que la sensibilidad ante los grandes
problemas mundiales y sus implicaciones éticas han estado siempre presente en el
movimiento ecuménico; las cuestiones éticas personales y sociales han adquirido hoy
en día una prioridad entre los temas que se han de tratar.

10. Autor del Andrés Gustavo Mejía Cuichán


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RESUMEN ANALÍTICO ESPECIALIZADO

1. Título. Introducción a la Teología Ecuménica


2. Autor: Jos E. Vercruysse
3. Edición Editorial Verbo Divino
4. Fecha 1 de Junio del 2018
5. Capítulo X …caminaban hacia Emaús

5. Palabras Camino, reconciliación, diversidad, separación, diálogo, comunión, unidad


Claves,
7. Fuentes. 6 autores
8. Contenidos. En este capítulo final, el Consejo ecuménico de las Iglesias invita a las Iglesias a
entrar en el Procedimiento conciliar en torno a la justicia, la paz y la salvaguardia de
la creación; también en Asís el papa Juan Pablo II ora por la paz junto con los jefes de
las demás Iglesias cristianas y, también con los de las religiones no cristianas; estos
acontecimientos ponen de manifiesto que las Iglesias son conscientes de que el
problema de la unidad de la Iglesia se sitúa en un contexto totalmente nuevo, bastante
más amplio que el eclesiástico tradicional; se manifiesta que ante los retos que
amenazan la existencia misma de la creación como la guerra, la injusticia, la
discriminación, el hambre y la pobreza, no habría que pensar que el ecumenismo como
intento de restablecer la comunión entre los cristianos ha perdido actualidad. La
cuestión ecuménica se ha reducido, a la reconciliación de las diferencias, sin embargo,
en lo fundamental, busca el mutuo perdón y la reconciliación de comunidades que
están realmente separadas por condenas recíprocas y por un alejamiento psico-social
y cultural ya secular; de esta separación, ha surgido como consecuencia, una diversidad
de culturas confesionales que han contribuido, a su vez, a ahondar más la separación,
de allí que el acercamiento y la reconciliación presuponen un largo camino de
preparación y conversión; los diálogos y las investigaciones son indispensables para
restablecer la confianza y conocerse mejor.
Surge la invitación a los cristianos y sus respectivas Iglesia a acercarse unos a otro
y a aceptarse mutuamente, unidos en el perdón, la fe y la caridad, y confiando en el
futuro; se pone como ejemplo el caso de los discípulos de Emaús, que reconocieron a
Jesús y su comunión fraterna en el partir el pan, ya en casa, después de una larga e
intensa conversación por el camino; la unidad restablecida debe manifestarse en el
culto común, la profesión unánime de la fe y el servicio solidario, como testimonio del
amor de Dios a los hombres y su realidad; es de tener en cuenta, que la unidad de la
Iglesia requiere una confesión de fe común; la conversión demanda que la Iglesia
proclame unánimemente la fe en el acto salvífico de la vida muerte y resurrección de
Jesucristo, por tal razón, el movimiento ecuménico se ha preocupado de esta fe y su
contenido, como lo prueban no sólo los diálogos bilaterales, sino también el estudio de
la Comisión de Fe y Constitución en torno a la fe apostólica hoy.
En ese sentido, la investigación ecuménica refleja los límites del esfuerzo realizado
para expresar la fe común, de ahí la gran importancia que concede el movimiento
ecuménico a las confesiones de fe de la antigua Iglesia, todavía no divida, es decir, al
Símbolo de los Apóstoles y a la Profesión de fe niceno-constantinopilitana. Se
menciona también que la fe no se expresa sólo con palabras y dogmas, el encuentro
entre Dios y la persona humana acontece también en los signos, los sacramentos y las
palabras; en los instrumentos humanos mediante los que Dios se comunica. Es evidente
que en el movimiento ecuménico la unidad futura debe respetar totalmente la
diversidad de las Iglesias locales, por ende, el restablecimiento de la comunión eclesial
presupone la unidad en la diversidad, la reconciliación entre las diferencias. Se expresa
también que la unidad futura será una comunidad en tensión dialogal; la comunión
eclesial plena es una unidad visible en la fe y en los sacramentos, y en una estructura
eclesial que manifiesta tanto la diversidad de las Iglesias locales como la unidad de la
comunidad católica y universal; la reconciliación se celebra en la comunidad
eucarística; la reforma protestante se convirtió en algo inevitable para conducir a la
Iglesia católica, incapaz después de casi dos siglos de reformarse, a hacerlo, debido a
la situación ya creada de extrema emergencia; en la Iglesia unidad cada tradición puede
aportar mediante un diálogo permanente, la propia riqueza de su testimonio y fe.
Al final, se afirma que el compromiso para restablecer la unidad eclesial comporta
un esfuerzo humano constante asumido con la esperanza de que Dios lo bendecirá, así,
la unidad no será resultado de nuestras estrategias, negociaciones y quizás, ansias de
poder.
9. Conclusiones. El autor resume el capítulo invitando a emprender resueltamente el camino de la
reconciliación entre los cristianos; el movimiento ecuménico nace precisamente a
partir del escándalo de la división que frenaba el impulso misionero de la Iglesia. El
autor menciona unas aspectos puntuales en relación a el movimiento ecuménico,
expresa que el movimiento ecuménico se ha reducido con frecuencia, a la
reconciliación de las diferencias, para esto, los diálogos y las investigaciones son
indispensables para restablecer la confianza la confianza y conocerse mejor; se
menciona también que la unidad de la Iglesia requiere una confesión de fe común, la
conversión demanda que la Iglesia proclame unánimemente la fe en el acto salvífico
de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.
La unidad debe caracterizarse por una convicción espiritual evangélica profunda,
una disponibilidad incansable y siempre renovada de escucha, y una humildad
desinteresada, se trata de escuchar a los demás, escuchar a cada uno, escucharlo hasta
el extremo, más allá de lo que las palabras pueden expresar, escuchar lo que el espíritu
quiere decir. Tal comportamiento demanda que los hombres y mujeres se encuentren,
escuchen y perdonen, para conseguir la peregrinación hacia el Emaús de la comunión
total.

10. Autor del Andrés Gustavo Mejía Cuichán


RAE.
RESUMEN GENERAL DEL LIBRO

1. Síntesis El texto habla acerca de la comprensión del movimiento ecuménico, el cual parte de
la profunda división que existe en el mundo cristiano; el autor menciona el sentido de
división ya presente desde la antigüedad. Diferentes razones históricas y culturales, el
desamor y la indiferencia y todas las consecuencias derivadas del antisemitismo,
constituyeron una herencia común de todas las iglesias y por tanto un problema
ecuménico. Tomando el aspecto teológico, el autor menciona que la ruptura tiene
origen en el esfuerzo de la Iglesia antigua por lograr una comprensión y formulación
satisfactoria de la doctrina sobre la relación entre la persona y las dos naturalezas en
Cristo; los concilios de Nicea, Constantinopla Efeso y Calcedonia, dieron el
surgimiento de diferentes escuelas y bandos, llegando finalmente al rompimiento de la
unidad.
Se hace un énfasis de la desunión de las Iglesias que es una realidad amarga y
escandalosa y a la vez, esta contradice la propia esencia del Evangelio; la unidad de la
Iglesia y la urgencia del perdón, se encuentran en el fundamento del mensaje de Cristo.
Se expresa de igual forma que el camino hacia la unidad, es el angosto y humilde, el
cual pasa a través del perdón y la reconciliación, el movimiento ecuménico, es
esencialmente un movimiento de reconciliación, el perdón y la reconciliación
constituyen el corazón del Evangelio.
En la segunda mitad del siglo XX se dan algunas conferencias misioneras
internacionales que se ocuparon de la desunión que obstaculizaba grandemente la
acción misionera; una de estas conferencias, es considerada como el momento y lugar
de nacimiento del movimiento ecuménico moderno. El autor enumera las principales
etapas del Consejo ecuménico de las Iglesias, las cuales están constituidas por
asambleas generales: La primera es en Amsterdam (Países Bajos),en 1948, dicha
asamblea tuvo como tema general: “El desorden en el mundo y el plan divino de la
Salvación; el segundo en Evaston (USA), en 1954, bajo el lema: “Cristo, Esperanza
del mundo”; la tercera asamblea en Nueva Delhi (India), en 1961 con el tema:
“Jesucristo, Luz del mundo”, en esta asamblea el CEI alcanza su plena madurez y es
probablemente, la más importante en la historia del Consejo; la cuarta se dio en Upsala
(Suecia) en 1968 con el tema: ”He aquí que yo hago nuevas todas las cosas, el Consejo
expresa que es necesario que las Iglesias aprendan a abrirse a las aspiraciones del
mundo y sus logros, así como a sus inquietudes y desesperación; la quinta asamblea,
en Nairobi (Kenia) en 1975, tuvo como lema: “Jesucristo libre y une”, aquí se acentuó
con mayor fuerza el nexo entre espiritualidad y compromiso social; la sexta asamblea
en Vancouver (Canadá) en 1983, tuvo como momento particular un gran celebración
eucarística; la séptima y última asamblea fue en Canberra (Australia) en 1991 con el
lema: “Ven Espíritu Santo y renueva todo lo creado”.
Debido al pontificado de Juan XXIII, se dio el cambio en la postura católica frente
al ecumenismo; a medida que va creciendo el interés ecuménico fuera de la Iglesia
católica, al interior de ésta surge también una mayor preocupación por la unidad, surgen
dos visones bastantes distintas que pueden denominarse “unionista” en un sentido más
restringido y “ecuménica”; la visión unionista, fue tradicional y oficial hasta el concilio
Vaticano II. El pontificado de Juan XXIII, revolucionó la postura de la Iglesia católica
frente al movimiento ecuménico.
Una de las transformaciones más llamativas en la situación a partir del ingreso de la
Iglesia católica en el movimiento ecuménico es la generalización de los diálogos
bilaterales; después del concilio se fue entretejiendo una apretada trama de diálogos,
no sólo a nivel nacional, sino también en el plano regional, nacional y local. Estos
diálogos se llaman bilaterales debido a que a diferencia del diálogo “multilateral” que
se desarrolla en el Consejo ecuménico de la Iglesias, en estos, se reúnen representantes
de dos únicas tradiciones, confesiones o Iglesias; esta limitación permite una
confrontación más profunda y centrada sobre temas que generan controversia entre los
interlocutores.
De igual manera, se da una mirada, aunque de una manera esquemática, al trabajo
ecuménico en el plano local, se subraya que la insistencia y cada esfuerzo a nivel
superior, es vano, si no se apoya en las innumerables y con frecuencia desconocidas
iniciativas locales, así como en las acciones cotidianas de reconciliación y colaboración
que tiene lugar entre los cristianos de base. La Iglesia una, considerada como
“comunidad conciliar”, es vista como una comunidad de Iglesias locales, cada una de
las cuales constituye una unidad.
Se hace una invitación a las Iglesias a alcanzar la meta de la unidad visible en una
misma fe y en la comunión eucarística, manifestada en el culto y en la vida común, a
fin de que el mundo crea; el autor presenta brevemente las concepciones de las distintas
grandes tradiciones interconfesionales que participan en el diálogo. Se mencionan
propuestas y modelos para una futura unidad, surgidos a partir de la reflexión
ecuménica; estos modelos de unión pueden resultar un tanto limitados y poco
comprometidos; están: unidad de colaboración, unidad es la intercomunión y la unión
corporativa o la unión orgánica.
El restablecimiento de la unidad es el objetivo primario y la razón de ser del
movimiento ecuménico, sin embargo, quien está familiarizado con el diálogo
interconfesional sabe que este, está lleno de sorpresas. Se desarrolla y menciona los
sacramentos de: bautismo, eucaristía, el ministerio y el matrimonio, estos como temas
muy relevantes y necesarios de tratar en el movimiento ecuménico. En el movimiento
ecuménico la unidad futura debe respetar totalmente la diversidad de las Iglesias
locales, por ende, el restablecimiento de la comunión eclesial presupone la unidad en
la diversidad, la reconciliación entre las diferencias.

2. Análisis El texto ha sido de mucha trascendencia y relevancia ya que trata a mi opinión


personal, de una realidad y a la vez, problemática actual, el ecumenismo. El autor
presenta de una manera sistemática y progresiva el desarrollo del movimiento
ecuménico; explica cómo se va dando el proceso de división del cristianismo ya desde
los inicios de su fundación, empezando desde el cristianismo primitivo, después la
división de las dos principales Iglesias, la oriental y la occidental; estos cambios se dan
por varios aspectos tanto históricos, sociales, culturales como también problemas
doctrinales.
La división y separación entre Iglesias es sin duda el planteamiento central del autor;
esto generó mucho impacto a nivel mundial, las diferencias y variedad de opiniones iba
poco a poco dando cabida a la formación de nuevas iglesias; el protestantismo ocupa
un lugar muy importante en esta división ya que su reforma causo una gran ruptura en
la Iglesia como también la formación de nuevas corrientes cristianas, al parecer la
división es muy significativa y profunda y parce muy lejana el día donde se pueda llegar
a una unidad de las Iglesias.
Se da también la otra posición frente al movimiento ecuménico nace precisamente
en la búsqueda de esa unión, a lo largo de la historia se ha puesto mucha atención al
problema de división; se han creado muchas asociaciones y consejos que traten y
analicen esta gran ruptura; entre ellos se destaca el Consejo ecuménico organización
que permite el dialogo y la interacción entre las Iglesias; es precisamente el diálogo el
medio más vital en este problema ecuménico; se trata llegar a acuerdos y
conversaciones entre las Iglesias para poder a llegar sino de manera total a un
determinado nivel de unidad.
Unos aspectos muy importantes a recalcar en este proceso ecuménico, son los
grandes logros a los que se ha podido llegar fruto del diálogo e interacción, parece ser
que en los tiempos presentes hay una tendencia a salir del individualismo y entablar
diálogo con los otros; se han dado muchas asambleas y encuentros con otras Iglesias
buscando siempre prestar mucha atención y analizar los aspectos que conduzcan a la
unidad. Para ello el autor menciona otros términos claves que se deben vivir y que
podrían llevarnos a la unidad: el perdón y la reconciliación. Es vital que las Iglesias
profundicen y estén conscientes de estos medios tan necesarios para la unidad de las
Iglesias.
Personalmente el libro me ha abierto el panorama y me ha dejado inquieto; el
ecumenismo es una realidad muy presente en la actualidad, me motiva a tener una
visión pluralista donde existen muchas religiones, frente a esto mi actitud debe ser muy
abierta al diálogo y a la comunicación; lo importante es mirar las cosas que nos une y
no las que nos separan; el autor termina muy bien el libro cuando pone por ejemplo a
los discípulos de Emaús para dar entender que los hombres y mujeres deben
encontrarse, escucharse, perdonarse, para proseguir la comunión hacia el Emaús de la
comunión total.
3. Conclusiones El ecumenismo es un movimiento que está presente en la Iglesia desde sus inicios y
se mantiene presente hasta la actualidad, su principal componente es la división y
ruptura de la Iglesia, sin embargo, en el proceso histórico se ha hecho muchos esfuerzos
por retornar a la unidad, las reuniones y el diálogo ha sido los medios más importantes
para llegar a acuerdos y buscar lazos de unidad.
Con el pasar de la historia desde que se fundó el cristianismo, se han dado diversidad
de iglesias y movimientos, esto debido a la variedad de criterios y diferencia de
opiniones, las dos divisiones más representativas se dan entre la Iglesia Oriental y
Occidental, consideradas como el golpe en el corazón de la Iglesias, de igual forma se
han ido desglosando y fundando otra variedad de iglesias fruto de las divisiones.
El luteranismo fue una de las divisiones más profundas en la Iglesia, Martín Lutero
fue un reformador doctrinal, hace una crítica a la Iglesia, la cual se había desviado de
la doctrina evangélica, por tal razón la reforma protestante nace como una reforma
radical contra los abusos presuntos dentro de la Iglesia; cabe recalcar que estos cambios
a parte de haber creado división también aportaron mucho a la renovación de la Iglesia.
Unos de los personajes más relevantes en este proceso ecuménico es sin duda Juan
XXIII, el papa que tuvo en mente el ecumenismo y para lo cual convoca a un concilio
y particularmente el documento Dei Verbum, retoma de manera global, la relación entre
Sagrada Escritura y Tradición, convirtiéndose así en el documento conciliar más
importante desde el punto de vista del movimiento ecuménico.
Los diálogos bilaterales fueron de vital importancia en el ecumenismo, su
característica es el diálogo entre sólo dos iglesias, esto ayuda a profundizar los temas
que generan controversia entre los interlocutores; estos procesos han traído, como
consecuencia, la revalorización de lo específico de las distintas confesiones en el
diálogo ecuménico; esto de igual manera ha sido puesto de manifiesto por instituciones
internacionales agrupadas actualmente bajo un mismo vocablo de Uniones Cristianas
Mundiales.
Se expresa también que los diálogos ecuménicos generales, se nutren de los diálogos
locales, con esto se hace referencia que los diálogos deben ser más concretos, es decir
se debe recupera la unidad entre los cristianos en cada uno de sus lugares de desarrollo
tales como la escuela, los lugares de trabajo y en particular en la congragación donde
celebran el culto; es por ello que la Iglesia también es vista como una comunidad de
Iglesias locales.
Se necesita llegar a la unidad de las Iglesias, el objetivo principal del movimiento
ecuménico, para esto es importante hacer conciencia de que la unidad solo se puede
lograr a través de la reconciliación y el perdón, el diálogo es el medio mediante el cual
se pueden llegar a acuerdos; la unidad debe caracterizarse por una convicción espiritual
evangélica profunda, una disponibilidad incansable y siempre renovada de escucha, y
una humildad desinteresada

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