Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
9. Conclusiones. La desunión de las Iglesias, es una realidad amarga y escandalosa, esta división
contradice la propia esencia del Evangelio; la unidad de la Iglesia y la urgencia de
reconciliación y perdón, están impresos en el fundamento del mensaje de Cristo; la
Iglesia en su esencia, es una en la historia y en el espacio. La eclesiología católica,
debe valorar el hecho de que el Espíritu de Cristo se sirve de todas las Iglesias como
instrumentos de salvación, si se llega a la aceptación de este hecho, se llegará a la
superación del aislamiento confesional y esto también servirá de fundamento para una
profundización de la comunión ya existente entre las Iglesias a pesar que persista
todavía la separación.
Algunos textos del Nuevo Testamento en relación con la actividad ecuménica,
ayudan a reavivar la conciencia de la urgencia de la reconciliación, sim embargo, uno
de los obstáculos para el avance ecuménico, está en el hecho de que pocos cristianos
desean verdaderamente la reconciliación, de allí, la insistencia de que el hombre debe
tener la convicción de que la unidad de la Iglesia es un don y una gracia de Dios por
ende, su tarea es, emplear su imaginación, coraje, inteligencia, corazón y voluntad para
llegar a ese fin.
7. Fuentes. 32 autores
8. Contenidos. El capítulo inicia expresando que, en la historia de las Iglesias cristianas, el proceso
de división ha tenido un peso mayor que el de los intentos de reconciliación; los
concilios ecuménicos de Lyón II y Florencia, dieron algunos acercamientos
ecuménicos, se restableció la unidad, un tanto efímera entre la Iglesia oriental y
occidental; la inspiración evangélica ha contribuido al descubrimiento del escándalo
de la desunión y al esfuerzo para superarlo; se menciona que la apertura inter-
confesional, se manifiesta en los grupos pietistas, un ejemplo de ello son los
metodistas y los movimientos de renovación como los Discípulos de Cristo, en Estados
Unidos quienes subrayan más el compromiso personal y la existencia cristiana que le
rigor doctrinal.
Se da lugar también a la constitución de grandes confesionales como la primera
conferencia de los obispos de la Comunión Anglicana en Lambeth, el nacimiento de
la Alianza bautista mundial en 1905, entre los jóvenes, surge la creación de
movimientos interconfesionales e internacionales como la Asociación de jóvenes
cristianos (YMCA) y la Asociación de jóvenes cristianas (YWCA), LA Federación
mundial de estudiantes cristianos (WSCF) y el Movimiento estudiantil cristiano
(SCM), todos estos movimientos, anuncian ya el sentido ecuménico como también
para muchos pioneros del movimiento, fueron cuna y primera escuela del
ecumenismo.
En la segunda mitad del siglo XX se dan algunas conferencias misioneras
internacionales que se ocuparon de la desunión que obstaculizaba grandemente la
acción misionera; una de estas conferencias, es considerada como el momento y lugar
de nacimiento del movimiento ecuménico moderno; la conferencia misionera mundial
que tuvo lugar en junio de 1910 en Edimburgo, establece una línea divisora entre una
actividad ecuménica manifestado en un cúmulo de iniciativas separadas entre sí, y la
que se desarrollaron en el movimiento ya perfeccionado de épocas más recientes; esta
conferencia contribuyó a analizar la finalidad de toda acción misionera la cual debe
implantar en cada nación una sola e indivisible Iglesia de Cristo; gracias a esta
conferencia, se dio el punto de partida de otras iniciativas que finalmente condujeron
a la constitución del Consejo ecuménico de las Iglesias; para garantiza la ejecución de
las conclusiones de la conferencia, se fundó el Consejo Internacional Misionero para
promover la solidaridad de los cristianos escala mundial.
Como segundo momento, la conferencia de Edimburgo impulsó la fundación del
Movimiento de Fe y Constitución, con la finalidad de organizar una conferencia
mundial para estudiar los problemas teológicos que plantea la unidad de la Iglesia;
también, se organizaron dos conferencias mundiales: Lausana en 1927 y Edimburgo
en 1937, que se dieron en torno a los temas relativos a la comprensión de la Iglesia, el
ministerio y los sacramentos; el método utilizado por estas conferencias, es el método
de la comparación que como quedó formulado en el preámbulo de la conferencia de
Lausana, significa tomar nota de los puntos fundamentales en los que las Iglesias están
de acuerdo, y de las profundas divergencias que todavía subsisten. Uno de los méritos
que el Movimiento de Fe y Constitución tiene, es la de haber reunido a teólogos y
representantes de las confesiones más diversas, para reflexionar sobre los fundamentos
teológicos y eclesiológicos de la unión entre las Iglesias.
La tercera rama en este movimiento ecuménico la constituye el Movimiento en pro
del cristianismo práctico (Life and Work), este, tuvo su origen en los infructuosos
esfuerzos del famoso historiador de las religiones y obispo luterano de Upsala (Suecia),
y tuvo como base la convicción de que se podía servir de la mejor manera a la unidad
con un compromiso conjunto por la paz y la justicia, el objetivo estaba dirigido a la
unidad de la acción práctica.
El Consejo ecuménico de las Iglesias inauguró su existencia en la Asamblea general
de Amsterdam en 1948, considerada como una asociación fraterna de las Iglesias que
confiesan al Señor Jesucristo como Dios y Salvador según las Escrituras; una novedad
de este consejo, es el carácter eclesial, su objetivo primario consiste en invitar a las
Iglesias a alcanzar la meta de la unidad visible en una fe y fraternidad eucarística,
manifestada en el culto y en la vida común en Cristo, el CEI por consiguiente, desea
manifestar la unidad y solidaridad que ya existe entre las Iglesias. El ser miembro del
consejo, tiene una actitud positiva ante los demás miembros, esto debido a la creencia
que el diálogo, la colaboración, la ayuda mutua y el testimonio conjunto se deben basar
en la aceptación común de que Jesucristo es la divina cabeza del cuerpo.
El autor enumera las principales etapas del Consejo ecuménico de las Iglesias, las
cuales están constituidas por asambleas generales: La primera es en Amsterdam
(Países Bajos),en 1948, dicha asamblea tuvo como tema general: “El desorden en el
mundo y el plan divino de la Salvación; el segundo en Evaston (USA), en 1954, bajo
el lema: “Cristo, Esperanza del mundo”; la tercera asamblea en Nueva Delhi (India),
en 1961 con el tema: “Jesucristo, Luz del mundo”, en esta asamblea el CEI alcanza su
plena madurez y es probablemente, la más importante en la historia del Consejo; la
cuarta se dio en Upsala (Suecia) en 1968 con el tema: ”He aquí que yo hago nuevas
todas las cosas, el Consejo expresa que es necesario que las Iglesias aprendan a abrirse
a las aspiraciones del mundo y sus logros, así como a sus inquietudes y desesperación;
la quinta asamblea, en Nairobi (Kenia) en 1975, tuvo como lema: “Jesucristo libre y
une”, aquí se acentuó con mayor fuerza el nexo entre espiritualidad y compromiso
social; la sexta asamblea en Vancouver (Canadá) en 1983, tuvo como momento
particular un gran celebración eucarística; la séptima y última asamblea fue en
Canberra (Australia) en 1991 con el lema: “Ven Espíritu Santo y renueva todo lo
creado”. Entre cada asamblea que se reúne cada siete años, el Consejo desempeña su
trabajo través de un central elegido durante la asamblea general, y un comité ejecutivo
más reducido.
9. Conclusiones. Los diálogos bilaterales, son denominados de esa manera ya que a diferencia del
diálogo “multilateral” que se desarrolla en el Consejo ecuménico de las Iglesias, se
reúnen representantes de dos únicas tradiciones, confesiones o Iglesias, esta limitación
permite una confrontación más profunda y centrada sobre temas que generan
controversia entre los interlocutores; la meta de dichos diálogos es tratar de llegar a
verdaderos acuerdos y declaraciones comunes oficiales, en el proceso de
restablecimiento formal de la unidad; otra meta, también es alcanzar un mejor
entendimiento y conocimiento recíproco. En las conversaciones, se ve un esfuerzo por
superar las divergencias confesionales a través de una confrontación con la Sagrada
Escritura y la Tradición de la Iglesia.
Los estudios y diálogos han sido instrumentos preciosos para restablecer la
confianza en las relaciones entre las Iglesias, por esa razón, hay que conducirlos con
la mayor competencia, apertura y entrega posible, también, hay que tener en cuenta
que el restablecimiento de la unidad, no será consecuencia directa y lógica de tales
conversaciones, por muy cuidadosas y decisivas que sean; finalmente, la
reconciliación será, el resultado de la conversión y el perdón, que se debe seguir
preparando en un diálogo confiado.
9. Conclusiones. El autor resume el capítulo mencionando que cada esfuerzo a nivel superior es vano
e imponente, si no se apoya en las innumerables y, con frecuencia, desconocidas
iniciativas locales, así como en las acciones cotidianas de reconciliación y
colaboración que tienen lugar entre los cristianos de base; expresa también que la
dimensión ecuménica fue afirmada en Nueva Delhi en 1961 en la asamblea general del
Consejo ecuménico de las Iglesias donde se afirma que Ser uno en Cristo significa que
hay que recuperar la unidad entre los cristianos en cada escuela en la que estudian, en
cada fábrica u oficio en los que trabajan, y en cada congregación donde celebran el
culto, como sucede entre las congregaciones.
Como nota final, resalta la profunda evolución del mundo cristiano en la renovación
litúrgica, bíblica, teológica, Vaticano II, el reto que plantea el secularismo, la
responsabilidad por la justicia y la paz, la creciente colaboración, la revisión histórica
de las causas de la separación y del papel de los protagonistas; todo esto ha generado
un cambio profundo en el clima espiritual y confesional.
9. Conclusiones. El autor resume el capítulo enfatizando una vez más que el restablecimiento de la
unidad es el objetivo primario y la razón de ser del movimiento ecuménico; se
menciona que el método que usa la teología fue variando y adaptándose a las
necesidades, en los primeros inicios se utilizó el método comparativo, seguidamente,
se utilizó una hermenéutica de comunión, y a mirar más allá de las divergencias, para
reconocer la unidad fundamental en Cristo; se menciona también el diálogo como la
palabra clave para indicar la comunicación entre personas. Se habla de la Escritura y
Tradición que son considerados como el problema central, especialmente con las
Iglesias protestantes; se enfatiza en la apostilicidad de la Iglesia donde se da un valor
importante a la sucesión del ministerio ordenado y la sucesión de los apóstoles como
manifestación de la comunidad de fe apostólica.
El autor desarrolla y menciona los sacramentos de: Bautismo, eucaristía, el
ministerio y el matrimonio, estos como temas muy relevantes y necesarios de tratar en
el movimiento ecuménico. Al final menciona que la sensibilidad ante los grandes
problemas mundiales y sus implicaciones éticas han estado siempre presente en el
movimiento ecuménico; las cuestiones éticas personales y sociales han adquirido hoy
en día una prioridad entre los temas que se han de tratar.
1. Síntesis El texto habla acerca de la comprensión del movimiento ecuménico, el cual parte de
la profunda división que existe en el mundo cristiano; el autor menciona el sentido de
división ya presente desde la antigüedad. Diferentes razones históricas y culturales, el
desamor y la indiferencia y todas las consecuencias derivadas del antisemitismo,
constituyeron una herencia común de todas las iglesias y por tanto un problema
ecuménico. Tomando el aspecto teológico, el autor menciona que la ruptura tiene
origen en el esfuerzo de la Iglesia antigua por lograr una comprensión y formulación
satisfactoria de la doctrina sobre la relación entre la persona y las dos naturalezas en
Cristo; los concilios de Nicea, Constantinopla Efeso y Calcedonia, dieron el
surgimiento de diferentes escuelas y bandos, llegando finalmente al rompimiento de la
unidad.
Se hace un énfasis de la desunión de las Iglesias que es una realidad amarga y
escandalosa y a la vez, esta contradice la propia esencia del Evangelio; la unidad de la
Iglesia y la urgencia del perdón, se encuentran en el fundamento del mensaje de Cristo.
Se expresa de igual forma que el camino hacia la unidad, es el angosto y humilde, el
cual pasa a través del perdón y la reconciliación, el movimiento ecuménico, es
esencialmente un movimiento de reconciliación, el perdón y la reconciliación
constituyen el corazón del Evangelio.
En la segunda mitad del siglo XX se dan algunas conferencias misioneras
internacionales que se ocuparon de la desunión que obstaculizaba grandemente la
acción misionera; una de estas conferencias, es considerada como el momento y lugar
de nacimiento del movimiento ecuménico moderno. El autor enumera las principales
etapas del Consejo ecuménico de las Iglesias, las cuales están constituidas por
asambleas generales: La primera es en Amsterdam (Países Bajos),en 1948, dicha
asamblea tuvo como tema general: “El desorden en el mundo y el plan divino de la
Salvación; el segundo en Evaston (USA), en 1954, bajo el lema: “Cristo, Esperanza
del mundo”; la tercera asamblea en Nueva Delhi (India), en 1961 con el tema:
“Jesucristo, Luz del mundo”, en esta asamblea el CEI alcanza su plena madurez y es
probablemente, la más importante en la historia del Consejo; la cuarta se dio en Upsala
(Suecia) en 1968 con el tema: ”He aquí que yo hago nuevas todas las cosas, el Consejo
expresa que es necesario que las Iglesias aprendan a abrirse a las aspiraciones del
mundo y sus logros, así como a sus inquietudes y desesperación; la quinta asamblea,
en Nairobi (Kenia) en 1975, tuvo como lema: “Jesucristo libre y une”, aquí se acentuó
con mayor fuerza el nexo entre espiritualidad y compromiso social; la sexta asamblea
en Vancouver (Canadá) en 1983, tuvo como momento particular un gran celebración
eucarística; la séptima y última asamblea fue en Canberra (Australia) en 1991 con el
lema: “Ven Espíritu Santo y renueva todo lo creado”.
Debido al pontificado de Juan XXIII, se dio el cambio en la postura católica frente
al ecumenismo; a medida que va creciendo el interés ecuménico fuera de la Iglesia
católica, al interior de ésta surge también una mayor preocupación por la unidad, surgen
dos visones bastantes distintas que pueden denominarse “unionista” en un sentido más
restringido y “ecuménica”; la visión unionista, fue tradicional y oficial hasta el concilio
Vaticano II. El pontificado de Juan XXIII, revolucionó la postura de la Iglesia católica
frente al movimiento ecuménico.
Una de las transformaciones más llamativas en la situación a partir del ingreso de la
Iglesia católica en el movimiento ecuménico es la generalización de los diálogos
bilaterales; después del concilio se fue entretejiendo una apretada trama de diálogos,
no sólo a nivel nacional, sino también en el plano regional, nacional y local. Estos
diálogos se llaman bilaterales debido a que a diferencia del diálogo “multilateral” que
se desarrolla en el Consejo ecuménico de la Iglesias, en estos, se reúnen representantes
de dos únicas tradiciones, confesiones o Iglesias; esta limitación permite una
confrontación más profunda y centrada sobre temas que generan controversia entre los
interlocutores.
De igual manera, se da una mirada, aunque de una manera esquemática, al trabajo
ecuménico en el plano local, se subraya que la insistencia y cada esfuerzo a nivel
superior, es vano, si no se apoya en las innumerables y con frecuencia desconocidas
iniciativas locales, así como en las acciones cotidianas de reconciliación y colaboración
que tiene lugar entre los cristianos de base. La Iglesia una, considerada como
“comunidad conciliar”, es vista como una comunidad de Iglesias locales, cada una de
las cuales constituye una unidad.
Se hace una invitación a las Iglesias a alcanzar la meta de la unidad visible en una
misma fe y en la comunión eucarística, manifestada en el culto y en la vida común, a
fin de que el mundo crea; el autor presenta brevemente las concepciones de las distintas
grandes tradiciones interconfesionales que participan en el diálogo. Se mencionan
propuestas y modelos para una futura unidad, surgidos a partir de la reflexión
ecuménica; estos modelos de unión pueden resultar un tanto limitados y poco
comprometidos; están: unidad de colaboración, unidad es la intercomunión y la unión
corporativa o la unión orgánica.
El restablecimiento de la unidad es el objetivo primario y la razón de ser del
movimiento ecuménico, sin embargo, quien está familiarizado con el diálogo
interconfesional sabe que este, está lleno de sorpresas. Se desarrolla y menciona los
sacramentos de: bautismo, eucaristía, el ministerio y el matrimonio, estos como temas
muy relevantes y necesarios de tratar en el movimiento ecuménico. En el movimiento
ecuménico la unidad futura debe respetar totalmente la diversidad de las Iglesias
locales, por ende, el restablecimiento de la comunión eclesial presupone la unidad en
la diversidad, la reconciliación entre las diferencias.