La leucemia es una enfermedad de la sangre por la cual la médula ósea produce glóbulos
blancos anormales, denominadas células blásticas leucémicas o células de leucemia. Estas
células se dividen reproduciéndose a sí mismas, lo que genera una proliferación neoplásica de células alteradas que no mueren cuando envejecen o se dañan, por lo que se acumulan y van desplazando a las células normales. Esta disminución de células sanas puede ocasionar dificultades en el transporte del oxígeno a los tejidos, en la curación de las infecciones o en el control de las hemorragias. Por tratarse de una proliferación de células inmaduras y anormales en la sangre, la leucemia se considera un "cáncer de la sangre". Según los datos del último dossier presentado por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) en 2014, la leucemia es una patología que afecta a 5.190 en España. Esta cifra representa un 2,4 por ciento de la población; es más común en hombres que en mujeres. Un linfoma es una proliferación maligna de linfocitos (células defensivas del sistema inmunitario), generalmente dentro de los nódulos o ganglios linfáticos, pero que a veces afecta también a otros tejidos como el hígado y el bazo. Dicho de otra forma, es un cáncer que se inicia en el tejido linfático. Durante el desarrollo de esta enfermedad se produce una merma en el funcionamiento del sistema inmunitario (las células encargadas de la defensa del organismo) que puede ser más severa cuanto más se haya diseminado la enfermedad. Además, si la médula ósea se ha visto afectada pueden producirse anemia u otros cambios en las células de la sangre. El linfoma afecta a entre tres y seis personas por cada 100.000 habitantes cada año. La edad media en la que suele aparecer esta enfermedad es de 60 años.