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Guía Tercer Parcial

1. ELABORACIONES FREUDIANAS SOBRE LAS NEUROSIS.

FREUD (1894) – “LAS NEUROPSICOSIS DE DEFENSA”

Capítulo 1

Freud comienza este texto estableciendo una modificación en la teoría de la neurosis histérica:
que el complejo sintomático justifica el supuesto de una escisión de la CC con formación de
grupos psíquicos separados. Según Janet, la escisión de CC es un rasgo primario de la
alteración histérica, debido a la debilidad innata de la aptitud para la síntesis psíquica, un
estrechamiento del campo de conciencia.
En oposición, según Breuer, la condición de la histeria es el advenimiento de estados hipnoides,
con aptitud limitada para la asociación. La escisión de conciencia es según él secundaria,
adquirida. Se produce en virtud de que las representaciones que afloran están segregadas del
comercio asociativo con el resto del contenido de conciencia.

Luego Freud aporta la prueba de otras dos formas extremas de histeria, en las que la escisión
de la CC de ninguna manera puede interpretarse como lo interpretó Janet. Para la primera de
ellas, consiguió demostrar que la escisión del contenido de la CC es la consecuencia de un acto
voluntario del enfermo. En la tercera forma de histeria, la escisión de la CC desempeña un
papel mínimo. Son esos casos en los que meramente se interceptó la reacción frente al estímulo
traumático, y que luego serán curados por abreacción.
Al segundo modo de histeria lo llamo histeria de defensa, separándola de la histeria hipnoide y
de la histeria de retención. Los casos de histeria de defensa pueden nombrarse como “de
histeria adquirida”, pues bien, esos pacientes gozan de salud psíquica hasta el momento en que
sobreviene un caso de inconciabilidad en su vida de representaciones, es decir, hasta que se
presenta una vivencia, un afecto tan penoso que la persona decidió olvidarla. En las mujeres,
tales representaciones nacen las más de las veces sobre el suelo del vivenciar y sentir sexuales.
Ese olvido no se logró, sino que llevó a diversas reacciones patológicas que provocaron una
histeria, o una representación obsesiva, o una psicosis alucinatoria.

La tarea que el yo defensor se impone, tratar como no acontecida la representación


inconciliable, es directamente insoluble para él; una vez que la huella anémica y el afecto están

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ahí, ya no se los puede extirpar. Por eso equivale a convertir esta representación intensa en
una débil, arrancarle el afecto. Pero la suma de excitación divorciada de ella tiene que ser
aplicada a otro empleo.
En la histeria, el modo de volver inocua a la representación inconciliable es trasponer a lo
corporal la suma de excitación, lo cual llamamos conversión. Ésta sobrevendrá en aquella
inervación que mantenga un nexo con la vivencia traumática. Una vez formado en un momento
traumático ese núcleo para una escisión histérica, su engrosamiento se produce en momentos
traumáticos auxiliares, los cuales aportan nuevo afecto a la representación debilitada.
La excitación esforzada por una vía falsa (por conversión) consigue volver hasta la
representación de la que fue desasida, y entonces constriñe a la persona a su procesamiento
asociativo o a su trámite en ataques histéricos.

Capítulo 2
Si una persona predispuesta a la neurosis no tiene capacidad convertidora, y para defenderse
de una representación inconciliable se divorcia de su afecto, el monto de afecto permanece en el
ámbito psíquico. La representación debilitada queda segregada de toda asociación, pero su
afecto se adhiere a otras representaciones no inconciliables, que en virtud de este enlace falso
devienen obsesivas. En todos los casos la vida sexual fue la que proporcionó el afecto penoso. Es
demostrable además el empeño voluntario.
Entre el empeño voluntario del paciente y la emergencia de la representación obsesiva que está
dotada con un afecto intenso, se abre la laguna que la teoría aquí pretende llenar. El divorcio
entre la representación sexual y su afecto, y el enlace de este último con otra representación,
adecuada pero no inconciliable (enlace falso).

Los enfermos suelen mantener en secreto sus representaciones obsesivas toda vez que son CC
de su origen sexual. Para el médico en cambio, lo llamativo es el enlace de ese afecto con una
representación que no es digna de él. Para el enlace secundario del afecto liberado se puede
aprovechar cualquier representación que sea compatible con un afecto de esa cualidad. El
afecto bajo el cual el yo padecía permanece como antes, sólo la representación inconciliable ha
sido excluida del recordar.

FREUD (1895) – “SOBRE LA JUSTIFICACIÓN DE SEPARAR DE LA NEURASTENIA UN


DETERMINADO SÍNDROME EN LA CALIDAD DE NEUROSIS DE ANGUSTIA”

Capítulo 1: SINTOMATOLOGÍA CLÍNICA DE LA NEUROSIS DE ANGUSTIA

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La neurosis de angustia se observa en forma aislada, o en combinación con otras. El cuadro
comprende los siguientes síntomas:
a) La irritabilidad general: este es un síntoma nervioso frecuente. En la neurosis de
angustia posee particularmente una significación teórica. Una irritabilidad acrecentada
indica siempre una acumulación de excitación, eso se expresa mediante una
hiperestesia auditiva.
b) La expectativa angustiada: es el síntoma nuclear de la neurosis. Para una forma de
expectativa angustiada, la referida a la propia salud, se puede reservar la antigua
designación de hipocondría. Esta demanda como condición previa la existencia de
parestesias y de sensaciones corporales penosas. Otra exteriorización puede ser la
angustia de la CC moral, la escrupulosidad.
c) Ataque de angustia: puede consistir sólo en un sentimiento de angustia sin ninguna
representación asociada, o bien mezclarse con la interpretación más espontánea (como
“caer fulminado por un síncope”) o se puede conectar con la sensación de angustia una
perturbación de funciones corporales.
d) Ataques de angustia rudimentarios y equivalentes: se ven distintas formas:
- Ataque de angustia acompañado por perturbaciones de la respiración.
- Ataques de angustia acompañados por perturbaciones de la actividad cardíaca.
- Ataques de oleadas de sudor.
- Ataques de temblores y estremecimientos.
- Ataques de hambre insaciable.
- Diarreas
- Ataque de vértigo locomotor.
- Ataques de las llamadas “congestiones”.
- Ataques de parestesias.
e) Terror nocturno: es una variedad de ataque de angustia que condiciona un insomnio.
f) Vértigo: se clasifica dentro del locomotor o de coordinación y consiste en un malestar
específico, acompañado por las sensaciones de que el piso oscila, las piernas desfallecen,
etc. suele estar acompañado por perturbaciones cardíacas y respiratorias.
g) Dos fobias: amenazas fisiológicas comunes y locomoción. A las primeras pertenecen la
angustia ante serpientes, tormentas, oscuridad, etc. El otro grupo contiene la
agorafobia entre otras. Lo que sucede acá es que una representación se vuelve
compulsiva por el enlace con un afecto disponible. El mecanismo de la traslación de
afecto vale para ambas variedades de fobia, pero en las fobias de las neurosis de
angustia este afecto es monótono y no proviene de una representación reprimida.

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h) Perturbaciones de la actividad digestiva: náuseas, hambre insaciable, diarreas
frecuentes, urgencia de orinar.
i) Parestesias: tienen capacidad de asociarse en una secuencia fija. Estas sensaciones
asociadas son atípicas y cambiantes. Junto a este acrecentamiento de la sensibilidad a
los dolores, se observa en muchos casos una inclinación a las alucinaciones.

Capítulo 2: PRODUCCIÓN Y ETIOLOGÍA DE LA NEUROSIS DE ANGUSTIA


Se hallan como factores una serie de nocividades y de influjos que parten de la vida sexual. Es
recomendable tratar por casos separados hombres y mujeres
En MUJERES la neurosis de angustia sobreviene en los siguientes casos:
a) Como angustia virginal o angustia de las adolescentes: un primer encuentro con el
problema sexual puede provocar una neurosis de angustia que se combina con una
histeria.
b) Como angustia de las recién casadas: señoras jóvenes que en las primeras cópulas han
permanecido anestésicas.
c) Como angustia de las señoras cuyo marido muestra eyaculación precoz o potencia
aminorada
d) Como angustia de las señoras cuyo marido practica el coitus interruptus. Este caso se
unifica con el anterior. Interesa solamente que la mujer alcance o no la satisfacción en
el coito. Si no la alcanza, está dada la condición para la génesis de la neurosis de
angustia. El coitus interrumptus es dañino por regla casi general, ya que si por
contrario el hombre aguarda la satisfacción de la mujer, el coito adquiere para ella
significado normal, pero quien enferma de neurosis es el hombre.
e) Como angustia de las viudas y abstinentes voluntarias.
f) Como angustia en el climaterio, durante un gran acrecentamiento final de la necesidad
sexual.

En HOMBRES:
a) Angustia de los abstinentes voluntarios, combinada con síntomas de defensa
(representaciones obsesivas, histeria). Se cuentan en esta categoría personas con
disposición hereditaria, raros, excéntricos, etc.
b) Angustia con excitación frustránea, o de los que se conforman con tocar o mirar a la
mujer.
c) Angustia de los que practican el coitus interruptus. Cobra nocividad cuando pospone la
eyaculación. La mayor de las veces no se produce una neurosis de angustia pura, sino
una mezcla con neurastenia.

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Casos que valen para AMBOS SEXOS:
a) Los que son neurasténicos a consecuencia de la masturbación sucumben a una neurosis
de angustia tan pronto como abandonan su variedad de satisfacción. Se han vuelto
incapaces de tolerar la abstinencia.
b) Se puede generar una neurosis de angustia por el trabajo excesivo.

Dada la frecuencia de las neurosis, en especial de la neurosis de angustia, no se podría esperar


un factor etiológico de rara ocurrencia. Se tiene en cuenta principalmente al factor etiológico
más común pero más objetado que es el coitus interruptus y se presentan experiencias.
1. Siempre que en señoras jóvenes la neurosis de angustia aún no está constituida, se
puede demostrar que esas oleadas de neurosis se remontan a coitos con satisfacción
faltante. Al día siguiente o a los dos días siempre aflora en la persona el ataque de
angustia o vértigo.
2. En ambos sexos se descubre una llamativa oscilación en la intensidad de los fenómenos.
3. por la anamnesis se averigua que a menudo los síntomas de la neurosis de angustia
relevaron a los de otra neurosis, por ejemplo, una neurastenia, ocupando su lugar.

Capítulo 3. ESBOZOS PARA UNA TEORÍA DE LA NEUROSIS DE ANGUSTIA


Ya tenemos algunos puntos de apoyo para caracterizar esta neurosis. Primero, la conjetura de
que se trate de una acumulación de excitación, luego el hecho de que la angustia no admite
ninguna derivación psíquica. El coitus interrumptus ocupa un primer plano. Se conjuga
además con un aminoramiento de la libido sexual, del placer psíquico. Todos estos indicios
indican que el mecanismo de la neurosis de angustia haya de buscarse en ser desviada de lo
psíquico la excitación sexual somática y recibir, a causa de ello, un empleo anormal.

En el organismo masculino se produce la excitación sexual somática que deviene un estímulo


para la vida psíquica. En ese momento será dotado de energía el grupo de representación
sexual perteneciente a la psique, y se generará el estado psíquico de tensión libidinosa que
conlleva el esfuerzo a cancelar esa tensión. El alivio solo es posible por la acción adecuada, que
consiste en un acto reflejo espinal que tiene por consecuencia el aligeramiento de aquellas
terminaciones nerviosas. Este esquema en lo esencial se puede transferir también a la mujer.
También cabe suponer una excitación sexual somática y un estado en que esta excitación
deviene estímulo psíquico, libido, y provoca el esfuerzo hacia la acción específica.
Se genera neurastenia toda vez que la acción adecuada es sustituida por una menos adecuada,
o sea, cuando al coito normal lo reemplaza una masturbación o una polución espontánea; en

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cambio llevan a la neurosis de angustia todos los factores que estorban el procesamiento
psíquico de la excitación sexual somática.

Como primer factor etiológico para la neurosis de angustia se mencionó para el varón, la
abstinencia voluntaria. Esta consiste en la denegación de la acción específica que sigue a la
libido. Tal denegación podrá tener dos consecuencias: puede ocurrir que la excitación somática
se acumule y luego sea desviada y la excitación se exteriorice como angustia; o puede ser que si
la libido no es disminuida, o la excitación somática se gasta por el atajo de unas poluciones, se
genera cualquier otra cosa pero no una neurosis de angustia. El caso del coitus reservatus con
miramiento por la mujer, influye perturbando el apronte psíquico para el decurso sexual.

La psique cae en el afecto de la angustia cuando se siente incapaz para tramitar una tarea (un
peligro) que se avecina desde afuera; cae en la neurosis de angustia cuando se nota incapaz
para reequilibrar la excitación sexual endógenamente generada. El afecto es un estado
pasajero, en tanto que la neurosis es crónica.

Capítulo 4. NEXO CON OTRAS NEUROSIS


Los casos más puros de neurosis de angustia de los encuentra en individuos jóvenes potentes.
Más frecuente es la producción de síntomas de angustia juntos con otros de neurastenia,
histeria, representaciones obsesivas, melancolía. Para el análisis de las neurosis mixtas se
sustenta la siguiente tesis: se puede demostrar una contaminación entre varias etiologías
específicas, las cuales puedes producirse por mero azar. Pero en otros casos la pluralidad no es
azarosa, sino que uno de ellos pone en vigencia a otro. En un tercer caso, la misma condición
etiológica provocará simultáneamente las dos neurosis.

Se infiere que es preciso distinguir entre las condiciones etiológicas para la producción de las
neurosis y los factores etiológicos específicos de ellas. Las primeras (coitus interrumptus,
masturbación, etc.) son capaces de producir cualquier neurosis; sólo los factores etiológicos de
aquellas abstraídos (insuficiencia psíquica, aligeramiento inadecuado, etc.) poseen un nexo
inequívoco con la etiología de cada una de las neurosis.

La neurosis de angustia muestra concordancias y diferencias con las otras. Con la neurastenia
comparte que la fuente de excitación reside en el ámbito somático y no, como en la histeria y la
neurosis obsesiva, en el ámbito psíquico. Pero, se puede discernir una oposición entre los
síntomas de la neurastenia y neurosis de angustia por acumulación de excitación –
empobrecimiento de excitación.

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Con la histeria, la neurosis de angustia muestra concordancias en la sintomatología:
parestesias, hiperestesias, ataques, etc. si se considera el mecanismo, se pueden ver puntos de
vista que hacen aparecer a la neurosis de angustia como el correspondiente somático de la
histeria. En ambos acumulación de la excitación, insuficiencia psíquica a consecuencia de los
cuales se producen procesos somáticos anormales. En ambos también interviene una desviación
de la excitación hacia lo somático; la diferencia reside en que la excitación en cuyo
desplazamiento se exterioriza la neurosis es puramente somática en la de angustia, mientras
que en la histeria es psíquica (provocada por un conflicto).

FREUD (1896) – “NUEVAS PUNTUALIZACIONES SOBRE LAS NEUROPSICOSIS DE


DEFENSA”

Capítulo 1: LA ETIOLOGÍA ESPECÍFICA DE LA HISTERIA


Los síntomas de la histeria sólo se vuelven inteligibles reconduciéndolos a unas vivencias de
eficiencia traumática, relacionados con la vida sexual. Es preciso que estos traumas sexuales
correspondan a la niñez temprana, y su contenido tiene que consistir en una efectiva irritación
de los genitales. Se halló cumplida la condición específica de la histeria, pasividad sexual en
períodos presexuales, en todos los casos de histeria analizados. No son las vivencias mismas las
que poseen efecto traumático, sino sólo su reanimación como recuerdo, después que el individuo
ha ingresado en la madurez sexual.

De la lista de las nocividades sexuales de la niñez temprana patógenas para la histeria, hay
que excluir a la masturbación activa. Si se encuentra con tanta frecuencia es porque resulta ser
la consecuencia del abuso o la seducción. No se puede indicar fehacientemente el límite máximo
de edad para contraer histeria; y el mínimo alcanza hasta donde llegue el recuerdo (1 año y
medio o 2). Todos los síntomas sólo son explicables si uno se remonta a aquellas vivencias
sexuales infantiles, y su huello sólo podrá descubrirse a través de estos síntomas y nunca por el
recordar conciente.

Todas las vivencias que ocasionan el estallido de la histeria en el periodo posterior a la


pubertad, sólo ejercen su efecto por despertar la huella anémica de esos traumas de la infancia;
huella que no deviene CC sino que conduce al desprendimiento de afecto y a la represión.
Además debe existir una predisposición histérica, que puede reemplazarse enteramente o en
parte por el efecto póstumo del trauma infantil sexual.

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Las representaciones obsesivas tienen también por premisa una vivencia sexual infantil, pero
de otra naturaleza. Ésta y la histeria son neurosis de defensa, y son consecuencias mediatas de
influjos sexuales nocivos que sobrevinieron antes del ingreso en la madurez sexual. Por otra
parte, tenemos a la neurastenia y la neurosis de angustia que son efectos inmediatos de las
noxas sexuales mismas.

Capítulo 2. NATURALEZA Y MECANISMO DE LA NEUROSIS OBSESIVA


En la etiología, unas vivencias sexuales de la primera infancia poseen la misma significatividad
que en la histeria, pero ya no se trata de una pasividad sexual sino de unas agresiones
ejecutadas con placer. En todos los casos de neurosis obsesiva analizados por Freud se ha
hallado un trasfondo de síntomas histéricos que se dejan reconducir a una escena de pasividad
sexual, anterior a la acción placentera. La naturaleza puede ser expresada en una fórmula: las
representaciones obsesivas son siempre reproches mudados, que retornan de la represión y
están referidos a una acción sexual de la infancia realizada con placer.

En un primer periodo ocurren los sucesos que tienen el germen de la neurosis posterior. A este
periodo va a poner término el ingreso en la maduración sexual. Ahora el recuerdo de aquellas
acciones placenteras se anuda a un reproche, y el nexo con la vivencia inicial de pasividad
posibilita reprimir ese reproche y sustituirlo por un síntoma defensivo primario. Vergüenza,
desconfianza de sí mismo, CC moral, son síntomas con los cuales se empieza el tercer periodo
de la defensa lograda (salud aparente). El periodo siguiente es el del retorno de los recuerdos
reprimidos, por el fracaso de la defensa. Los recuerdos reanimados y los reproches nunca
ingresan inalterados en la CC, lo que deviene CC sin unas formaciones de compromiso entre las
representaciones reprimidas y las represoras.

Existen 2 formas de neurosis obsesiva: el primer caso es de las representaciones obsesivas


típicas (ingresa a la CC el contenido anémico de la acción-reproche), en que el contenido atrae
la atención del enfermo y como afecto se siente sólo un displacer impreciso. Este contenido está
doblemente desfigurado: porque algo actual reemplaza a lo pasado y porque lo sexual está
sustituido por un análogo no sexual. El segundo caso se produce si lo que se conquista no es el
contenido, sino el reproche. El afecto de reproche puede mudarse e un afecto displacentero de
cualquier otra índole. El reproche así se muda fácilmente en vergüenza, en angustia
hipocondríaca, etc.

Junto a estos síntomas del retorno de lo reprimido, se forman otros de origen diverso. Y es que
el yo procura defenderse de aquellos retoños de recuerdo reprimidos, y en esa lucha crea unos

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síntomas de defensa secundaria. Estos constituyen medidas protectoras. Si estos auxiliares
consiguen volver a reprimir los síntomas del retorno, se crea una tercera plasmación: las
acciones obsesivas (medidas expiatorias como ceremoniales, preventivas como fobias y
supersticiones, etc.). La defensa secundaria puede tener éxito mediante un violento desvío
hacia otros pensamientos, cuyo contenido sea el más contrario posible.
La raíz de la represión primaria se formó en el síntoma defensivo de la escrupulosidad de la CC
moral. La certidumbre durante el periodo de la defensa lograda impide creer en el reproche que
está envuelto en la representación obsesiva. Los síntomas patológicos del retorno reciben
también creencia sólo pasajeramente.

FREUD – “OBSESIONES Y FOBIAS”

Obsesiones y fobias no pertenecen a la neurastenia y no está justificado hacerlos depender de la


degeneración mental. Son neurosis separadas de un mecanismo especial. Se propone dejar de
lado una clase de obsesiones intensas que son recuerdos, imágenes inalteradas de
acontecimientos importantes. Apartado de este grupo, se distinguen las verdaderas obsesiones
por un lado, y las fobias por otro.

En toda obsesión hay dos cosas: una idea que se impone, y un estado emotivo asociado. En las
fobias, ese estado emotivo es siempre la angustia. En las verdaderas obsesiones puede ser la
ansiedad, la duda, u otra.
En muchas obsesiones es evidente que el estado emotivo constituye la cosa principal, puesto
que permanece inalterado, en tanto que la idea asociada varía. Además, siempre está
justificado. En estos caracteres consiste el sesgo patológico: el estado emotivo se ha eternizado,
y la idea asociada no es la idea justa, sino que es una reemplazante. Siempre es posible hallar
dentro de los antecedentes del enfermo, en el origen de la obsesión, la idea original. Las
sustituidas corresponden a impresiones penosas de la vida sexual del individuo, que se ha
esforzado por olvidar. Sólo ha logrado reemplazar la idea inconciliable.
La sustitución expresaría una disposición psíquica especial. Al menos en las obsesiones
hallamos a menudo “herencia similar”. El motivo de ella es un acto de defensa del yo contra la
idea inconciliable. El estado emotivo se perpetúa por el hecho mismo de la sustitución.
La gran diferencia de las verdaderas obsesiones con las fobias, es que en éstas últimas el estado
emotivo es siempre la ansiedad, el temor. Las obsesiones son múltiples y más especializadas,
en tanto que las fobias tienden a ser monótonas y típicas. También entre ellas se puede hallar

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dos tipos, caracterizados por el objeto del miedo: las fobias comunes (noche, soledad, muerte) y
fobias ocasionales (miedo en ocasiones especiales, por ejemplo, agorafobia). La angustia de ese
estado emotivo no deriva de un recuerdo cualquiera. Corresponde establecer una neurosis
especial, la neurosis ansiosa (neurosis de angustia), cuyo síntoma principal es este estado
emotivo. También esta neurosis es de origen sexual, pero no se reconduce a unas ideas
extraídas de la vida sexual: carece de mecanismo psíquico en sentido propio. Su etiología es la
acumulación de tensión genésica, provocada por la abstinencia o la irritación genésica
frustránea. Las fobias son una manifestación de esta neurosis ansiosa.

Una fobia y una obsesión propiamente dicha pueden combinarse. La idea que constituye la
fobia puede ser reemplazada por otra idea, o más bien, por el procedimiento protector que
parecería aliviar el miedo.

FREUD (1908) – “LAS FANTASÍAS HISTÉRICAS Y SU RELACIÓN CON LA


BISEXUALIDAD”

Fuentes comunes y arquetipo normal de todas las creaciones de la fantasía son los sueños
diurnos. Su frecuencia es igual en ambos sexos, pero parecen enteramente eróticos en las
muchachas y en los varones de naturaleza erótica y ambiciosa. Estas fantasías son unos
cumplimientos de deseo, engendrador por la privación y la añoranza, y llevan el nombre de
sueños diurnos. Generalmente se los reserva con vergüenza.
Todos los ataques histéricos analizados por Freud probaron ser sueños diurnos de involuntaria
emergencia. De estas fantasías las hay tanto ICC como CC, y tan pronto como han devenido
ICC pueden volverse patógenas, y expresarse así en síntomas y ataques.
Las fantasías ICC pueden haberlo sido desde siempre, o sea, haberse formado en lo ICC, o bien,
fueron una vez fantasías CC, sueños diurnos, y luego se las olvidó adrede, y cayeron en lo ICC
en virtud de la represión. En esta segunda alternativa, su contenido pudo ser variado. Por otra
parte, la fantasía ICC mantiene un vínculo con la vida sexual de la persona, en efecto, es
idéntica a la fantasía que le sirvió para su satisfacción sexual durante un periodo de
masturbación. El acto masturbatorio se componía en esa época de dos fragmentos: la
convocación de la fantasía y la operación activa de autosatisfacción. Originariamente, la acción
era una empresa autoerótica pura destinada a ganar placer de un determinado lugar del
cuerpo. Mas tarde esa acción se fusionó con una representación-deseo tomada del círculo de
amor de objeto y sirvió para realizar la sustitución que aquella fantasía culminaba. Cuando se
renuncia a esta clase de satisfacción, la fantasía deviene ICC. Y si la persona permanece en

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abstinencia y no consigue sublimar su libido, esta dada la condición para que la fantasía ICC se
refresque y se abra paso como síntoma.

Para los síntomas histéricos, las fantasías ICC son los estadios psíquicos previos más próximos.
Estos síntomas son las fantasías ICC figuradas mediante conversión. El psicoanálisis permite
colegir desde los síntomas éstas fantasías ICC y luego hacer que devengan CC. El nexo de las
fantasías con los síntomas es múltiple y complejo. Un síntoma no corresponde a una única
fantasía ICC sino a una multitud de éstas.

Fórmulas del síntoma histérico:


- El SH es el símbolo anémico de ciertas impresiones y vivencias traumáticas
eficaces.
- El SH es el sustituto, producido mediante conversión, del retorno asociativo de
esas vivencias traumáticas.
- El SH es expresión de un cumplimiento de deseo.
- El SH es la realización de una fantasía ICC.
- El SH sirve a la satisfacción sexual y figura una parte de la vida sexual de la
persona.
- El SH corresponde al retorno de una modalidad de la satisfacción sexual que fue
real en la vida infantil y desde entonces fue reprimida.
- El SH nace como un compromiso entre dos mociones pulsionales o afectivas
opuestas.
- El SH puede asumir la subrogación de diversas mociones ICC no sexuales, pero
no puede carecer de significado sexual.

La resolución del síntoma por una fantasía no alcanza. Para la solución hacen falta dos
fantasías sexuales: una de carácter femenino y otra masculino. Un SH Corresponde a un
compromiso entre una moción libidinosa y otra represora, pero además de ello puede responder
a una reunión de dos fantasías libidinosas de carácter sexual opuesto. No es difícil pesquisar
casos en que las mociones contrapuestas han hallado una expresión sintomática separada. (Por
ejemplo un caso en el cual aprieta con una mano el vestido, haciendo el papel de mujer, y con la
otra mano intenta arrancarlo, el papel del varón). El significado bisexual de los síntomas
histéricos es una prueba de la aseveración de que la disposición bisexual que suponemos en el
ser humano se puede discernir con particular nitidez en los psiconeuróticos por medio del
análisis.

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FREUD (1907) – “ACCIONES OBSESIVAS Y PRÁCTICAS RELIGIOSAS”

Existe una semejanza entre las acciones obsesivas de los neuróticos y las prácticas religiosas.
La gente que pone en práctica acciones obsesivas o un ceremonial pertenece a una particular
unidad clínica: la neurosis obsesiva. El ceremonial neurótico consiste en prácticas, agregados,
restricciones, ordenamientos, que se cumplen de una manera idéntica o con variaciones que
corresponden a leyes. El enfermo es incapaz de abandonarlas, pues cualquier desvío se castiga
con angustia. En casos leves, el ceremonial se asemeja a la exageración de un orden habitual.
Pero la particular escrupulosidad de la ejecución y la angustia si es omitida, lo singularizan.

Cualquier actividad puede convertirse en una acción obsesiva. Las acciones obsesivas casi
siempre provienen de un ceremonial. Además, forman el contenido de esta enfermedad
prohibiciones e impedimentos (abulias), no permitiendo al enfermo ciertas cosas, y
permitiéndole otras sólo bajo obediencia a un ceremonial preescrito. Es curioso que durante
mucho tiempo la compulsión sólo ocupe las prácticas solitarias, dejando intacta su conducta
social.

La semejanza con las acciones religiosas se sitúa en la angustia de la CC moral a raíz de


omisiones, así como la escrupulosidad con que se ejecutan los detalles. Igualmente notables son
las diferencias. La mayor diversidad individual de las acciones ceremoniales neuróticas por
oposición al rito, el carácter privado de aquellas por oposición al público de las religiosas, pero
sobre todo los pequeños agregados del ceremonial religioso se entienden con pleno sentido,
mientras que los del neurótico aparecen necios y carentes de sentido. Esto se elimina con el
análisis, donde se averigua que las acciones obsesivas en realidad poseen sentido, y están al
servicio de sustantivos interesas de la personalidad. Expresan vivencias de dos maneras: como
figuraciones directas o simbólicas.

Quien padece de compulsión y prohibiciones se comporta como si estuviera bajo el imperio de


una CC de culpa de la que él nada sabe. Ésta tiene su fuente en procesos anímicos tempranos,
pero halla refrescamiento en la tentación, renovada por cada ocasión reciente; y por otra parte
genera una angustia de expectativa siempre al acecho. En los comienzos del ceremonial,
todavía deviene CC al enfermo que debe realizar esto para que no acontezca una desgracia; por
lo tanto empieza como una acción de defensa, una medida protectora. A la CC de culpa del
neurótico corresponde la solemne declaración de los fieles: ellos sabrían que en su corazón son
pecadores, y las prácticas piadosas parecen tener valor de protección.

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La neurosis obsesiva es la represión de una moción pulsional que estaba contenida en la
constitución de la persona, tuvo permitido exteriorizarse durante un tiempo en su vida infantil
y luego cayó bajo la sofocación. Una especial escrupulosidad nace a raíz de su represión, pero
esta formación psíquica reactiva se siente amenazada de continuo por la pulsión que acecha en
lo ICC. El influjo de la pulsión reprimida es sentido como tentación y se genera la angustia. El
proceso de represión en la neurosis obsesiva debe calificarse como imperfectamente logrado.
Así, las acciones ceremoniales y obsesivas nacen en parte como defensa frente a la tentación, y
en parte como protección frente a la desgracia esperada. Es parte de la índole de la neurosis
obsesiva que sus exteriorizaciones cumplan la condición de un compromiso entre los poderes
anímicos en pugna. Por eso siempre devuelven también algo del placer que están destinadas a
prevenir. También la formación de la religión parece tener por base la sofocación de ciertas
mociones pulsionales; no obstante no se trata de componentes exclusivamente sexuales, sino de
pulsiones egoístas.

Un carácter desvalorizador de la N.O es que el ceremonial se liga a pequeñas acciones de la


vida cotidiana. Sólo se comprende este rasgo cuando se averigua que el mecanismo de
desplazamiento psíquico gobierna los procesos anímicos de la N.O esta inclinación al
desplazamiento es lo que hace variar de continuo el cuadro de los fenómenos patológicos y lleva
a convertir lo que en apariencia es ínfimo en lo más importante. En el ámbito religioso también
hay una tendencia parecida al desplazamiento.

Uno podría atreverse a concebir a la N.O como un correspondiente patológico de la formación


de la religión. La concordancia más esencial residiría en la renuncia al quehacer de unas
pulsiones dadas constitucionalmente; la diferencia más decisiva que en las neurosis las
pulsiones son exclusivamente sexuales y en la religión son egoístas.

FREUD (1905) – “FRAGMENTO DE ANÁLISIS DE UN CASO DE HISTERIA: DORA”

Capítulo 1: EL CUADRO CLÍNICO

La interpretación de los sueños es uno de los caminos por los cuales puede llegar a la CC el
material psíquico que fue bloqueado de la misma, y así se volvió patógeno. Es uno de los rodeos
por los que se puede sortear la represión. Todos los enfermos tienen la incapacidad de dar una
exposición ordenada de su biografía. Esto por dos cosas: en primer lugar, se guarda una parte

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concientemente por timidez y vergüenza; en segundo lugar, una parte de su saber no le acude
durante el relato. En tercer lugar, siempre hay amnesias reales, lagunas de memoria, etc. Sólo
hacia el final del tratamiento se puede abarcar un historial clínico congruente y comprensible.
Puede plantearse como una 2da meta del tratamiento (la 1era sería cancelar los síntomas) la
tarea de salvar todos los deterioros de la memoria del enfermo.

El círculo familiar de la paciente (18 años) incluía a sus padres y a un hermano un año y medio
mayor. La persona dominante era el padre. Su situación material era muy holgada; la hija
estaba apegada a él con particular ternura, la cual se había acrecentado por las graves
enfermedades que el padre padeció desde que ella tenía 6 años. Esto provocó que la familia se
trasladara de ciudad. No se conocía a la madre, pero de acuerdo con las comunicaciones era una
mujer de escasa cultura. La relación con la hija era poco amistosa.

Dora ya presentaba a los 8 años síntomas neuróticos. Contrajo una disnea permanente. A los
12 le aparecieron hemicranias y ataques de tos nerviosa. En los últimos años, el síntoma más
molesto era una afonía total. A los 16, muere su tía y le diagnostican apendicitis. Los signos
principales de su enfermedad eran una desazón y una alteración del carácter. No estaba
satisfecha consigo misma ni con los suyos, enfrentaba hostilmente a su padre y no se entendía
con su madre. Buscaba evitar el trato social.

La familia de Dora había establecido una amistad íntima con un matrimonio en B. El señor K
se había mostrado siempre amable hacia Dora, le hacia obsequios. Dora atendía a los hijos del
matrimonio. Una vez contó a su madre que el señor K durante una caminata por el lago, había
osado hacerle una propuesta amorosa. Cuando el padre pidió cuentas, este desconoció toda
acción y arrojó sospechas sobre la muchacha. Dora pide al padre que rompa relación con el
señor K y su esposa, el no lo hace porque piensa que todo lo dicho es una fantasía de su hija.

En la vivencia de Dora con el señor K, tendríamos el trauma psíquico, que se definió como la
condición previa para la génesis de un estado patológico histérico. Es común que esto resulte
inservible para especificar los síntomas, ya que la tos y la afonía aparecieron años antes de este
trauma, por lo cual tenemos que retroceder en el tiempo. Tiempo después, Dora comunica una
vivencia anterior con el señor K. Tenía 14 años, habían convenido ir a su tienda. Una vez allí,
estando solos, él bajó las cortinas, fue hacia donde estaba la muchacha y la estrechó contra sí, y
le dio un beso en los labios. Dora sintió asco y corrió hacia la escalera. No obstante, el trato con
el señor K prosiguió.

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Se ha producido aquí un desplazamiento de la sensación: en lugar de la sensación genital que
en tales circunstancias una muchacha sana no habría dejado de sentir, le sobreviene la
sensación de displacer, el asco. Este había pasado a ser un síntoma permanente: comía mal y
confesaba repugnancia por los alimentos. Además había quedado una alucinación sensorial:
seguía sintiendo la presión de aquel abrazo sobre la parte superior del cuerpo. Fue en realidad
la presión del miembro erecto contra su vientre, la cual fue sustituida por la sensación de
presión en el tórax. Distinguimos entonces 3 síntomas que provienen de la misma vivencia:
asco, la presión en el pecho, y el horror a los hombres en tierno coloquio.

Dora no podía perdonarle al padre no haber cortado relación con el señor K. Además pensaba
que tenía una relación amorosa con la señora K. Ella se había vuelto la cuidadora del padre en
los momentos en los cuales estuvo enfermo. No tenía duda de que ella le aceptaba dinero. Aún
después que abandonaron B, ese trato con la señora habría proseguido. Esas enfermedades
eran pretextos para ver a su amiga. Se podía ver claramente el reproche de Dora hacia el
padre: ella había sido entregada al señor K como precio por la tolerancia que este mostraba
hacia las relaciones con su señora.

Cada vez que en el tratamiento surgen pensamientos correctamente fundados, ello es una
confusión para el médico. Éstos han sido usados para encubrir otros que se quiere sustraer de
la CC. Una serie de reproches dirigidos hacia otros, hacen sospechar autorreproches de igual
contenido. En la paranoia esta proyección del reproche sobre otra persona se vuelve manifiesta
como proceso de formación del delirio. También los reproches de Dora estaban totalmente
enfundados: ella había hecho lo mismo que su padre, y se había vuelto cómplice de aquella
relación. Dora siguió tiernamente apegada a la señora K. También tenía una gobernanta,
enamorada de su padre. Ella se irritó al notar que el amor que la misma le mostraba, en
realidad iba dirigido hacia su padre.

Su otro reproche era que el padre creaba enfermedades como pretextos. Dora en este caso se
había comportado de forma inversa que la señora K: ésta, cada vez que llegaba su marido, se
hacía la enferma. Dora, enfermaba cuando él estaba ausente. En relación con esto, sabemos que
en las personas que padecen de mutismo histérico, la escritura suplanta el habla. En los
primeros días de afonía de Dora, su escritura fluía con particular facilidad: cuando el amado
estaba lejos, ella renunciaba hablar, y la escritura pasa a tomar importancia como único medio
de comunicación. Volviendo a las enfermedades: con ellas Dora quería que el padre se alejase
de la señora K. Si el padre no cedía, ella no habría de renunciar a su enfermedad.
En el caso de la histeria, los motivos de la enfermedad han de separarse de las posibilidades de

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enfermar. El síntoma es primero mal recibido en la vida psíquica, lo tiene todo en contra y por
eso se desvanece fácilmente. Al comienzo no cumple ningún cometido útil, pero a menudo lo
obtiene secundariamente. Una corriente psíquica halla cómodo servirse del síntoma, y entonces
éste alcanza su función secundaria y queda anclado en la vida anímica.
El carácter en apariencia involuntario del estado patológico, le posibilita el uso de un medio que
probó su eficacia en la infancia. Es preciso intentar hacer entender al enfermo la existencia de
ese propósito de enfermar.
En la histeria, el punto débil para la terapia es el combate hacia los motivos de la enfermedad.
Hay casos con motivos puramente internos, como el autocastigo. En ellos la tarea terapéutica
resultará más fácil que en los casos de una meta exterior. Para Dora esta meta era mover a
compasión al padre y hacerlo apartar de la señora K.

Llegamos a la conclusión de que todo síntoma histérico requiere de la contribución de dos


partes. No puede producirse sin la solicitación somática, brindada por un proceso normal o
patológico en el interior de un órgano. Pero no se produce más de una vez si no posee un
significado psíquico, un sentido. Ambos son soldados. Algunos factores operan para hacer
menos arbitrarias las relaciones entre los pensamientos ICC y los procesos somáticos que se los
ofrecen como medio de expresión. Los síntomas se solucionarán en la medida que se explore su
intencionalidad psíquica.

Las acusaciones contra el padre se repetían en el análisis, y cuando lo hacía tosía. Freud
supuso que ese síntoma tenía un significado referido al padre. Un síntoma significa la
figuración de una fantasía de contenido sexual, al menos uno de los significados es sexual.
Pronto se presentó la oportunidad de atribuir a la tos una interpretación de esa clase. Cuando
insistió otra vez en que la señora K sólo amaba al papá porque el era “un hombre de recursos”,
se ocultaba la contraria: que el padre era un hombre sin recursos. Esto podía entenderse
sexualmente: era impotente. Dora ya bien sabía que hay más de una manera de satisfacción
sexual. Con su tos espasmódica, se representaba una situación de satisfacción sexual entre su
padre y la señora K (fantasía de fellatio).

Dora halla horroroso el carácter perverso de sus fantasías. Las perversiones son desarrollos de
gérmenes, contenidos en la disposición sexual indiferenciada del niño, cuya sofocación o cuya
vuelta hacia metas más elevadas, asexuales, están destinadas a proporcionar fuerza motriz a
nuestros logros culturales. Todos los psiconeuróticos tienen inclinaciones perversas muy
marcadas, pero reprimidas. Por eso sus fantasías ICC exhiben idéntico contenido que las
acciones de los perversos. Las fuerzas impulsoras de la formación de síntomas histéricos no

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provienen sólo de la sexualidad normal reprimida, sino también de las mociones perversas ICC.
Así, Dora, ya con conocimiento de ese tipo de comercio sexual, desarrolló una fantasía ICC y la
expresó a través de la sensación en su garganta y la tos. Un hecho particular proporcionaba la
precondición somática: recordaba que en su infancia había sido una chupeteadora. Entonces,
esta fantasía perversa de la succión del pene tiene el más inocente origen; es la nueva versión
de la succión del pecho de la madre.

El síntoma de la garganta tiene otra observación. Hay un rasgo conservador en el carácter de la


neurosis: el síntoma ya constituido se preserva, por más que el pensamiento ICC que en él se
expresó haya perdido significado. Llamo a ello conversión. El esfuerzo ejercido desde lo ICC
para descargar la excitación lleva a contentarse en lo posible con la vía de descarga ya
transitable. Por más que la parte somática del síntoma histérico aparezca como el elemento
más permanente y la psíquica como la más mudable, no se debe inferir una jerarquía. Para la
terapia, la parte psíquica es la más importante.

En Dora, los pensamientos sobre la relación de su padre pueden llamarse hiperintensos o


reforzados. A pesar de su carácter correcto, resultan patológicos porque no pueden ser
destruidos. Los pensamientos hiperintensos deben su refuerzo a lo ICC. Otro pensamiento ICC
es casi siempre su opuesto directo, los opuestos están siempre enlazados; uno es CC con
hiperintensidad, pero su contraparte está reprimida en el ICC. Esta constelación es resultado
del proceso represivo. La represión se produjo por el esfuerzo desmedido del opuesto del
pensamiento que se reprimía. Esto se llama refuerzo reactivo, y se llama pensamiento reactivo
al que se afirma en lo CC y se muestra indestructible. Hacer CC el opuesto reprimido es el
camino que permite sustraer su refuerzo al pensamiento hiperintenso.

En Dora, la raíz de su preocupación compulsiva le era desconocida, porque residía en lo ICC.


Sentía y obraba como una mujer celosa; ocupaba el lugar de la madre. En la fantasía referida a
la tos, ella ocupaba el lugar de la señora K. Así, se identificaba con dos mujeres amadas por el
padre. Se puede ver en tales vínculos amorosos ICC unos gérmenes de sentimiento infantil.
Esta inclinación temprana de la hija por el padre, no puede menos que suponerse más intensa
en el caso de la neurosis. Dora estaba enamorada de su padre, pero no lo exteriorizó. Ese amor
se había renovado en fecha reciente. Lo sofocado era el amor por el señor K. Dora había
retomado y reforzado su vieja inclinación hacia el padre a fin de no tener que notar nada en su
CC de ese primer amor que se le había vuelto penoso. Por una parte le consternaba tener que
rechazar a ese hombre, por la otra se revolvían contra estas mociones de ternura y nostalgia.
De tal modo, dio en imaginar que había terminado con el señor K y no obstante, tenía que

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llamar en su auxilio y exagerar la inclinación infantil hacia el padre, a fin de protegerse contra
ese enamoramiento. Dora presentaba una total contradicción cuando se le presentaban estas
intelecciones.

Una complicación: tras el itinerario de pensamientos hipervalentes, se escondía una moción de


celos cuyo objeto era la señora K. Se sabe que durante la pubertad normal pueden verse
inclinaciones homosexuales. En circunstancias favorables, la corriente homosexual se seca,
pero cuando no se obtiene la dicha en el amor por el hombre, es despertada de nuevo. En
mujeres histéricas cuya libido dirigida al hombre ha experimentado una sofocación enérgica,
hallamos reforzada y aún CC en parte, la libido dirigida a la mujer. Recuérdese además de la
señora K, aquella gobernanta y su prima.
En cuanto a su relación con la señora K, se sabía que habían sido confidentes. Cuando Dora se
hospedaba en la casa de los K, compartían dormitorio. A Dora, nunca se le escuchó una palabra
dura hacia la señora K, sólo halagos. Sin embargo para sus pensamientos hipervalentes, era la
causante de su desdicha. Cuando el padre se enteró de la escena del lago, se cree que una
muchacha que lee semejantes libros y se interesa por esas cosas no puede reclamar respeto de
un hombre. Entonces era en realidad la señora K quien la había traicionado. Se repetía lo
mismo con la gobernanta: tampoco la señora K la había amado por su propia persona, sino por
su padre.

Entonces, el hipervalente itinerario de pensamientos de Dora, no estaba destinado sólo a


sofocar el amor por el señor K, sino que también debía oculta el amor por la señora K. Dora
hacía ver ruidosamente que no dejaría que ella de quede con el papá, pero así ocultaba lo
contrario: no dejaría que el papá se quede con el amor de la señora K. Esta corriente de
sentimientos varoniles, han de considerarse típicos de la vida amorosa ICC de las muchachas
histéricas.

Capítulo 2: EL PRIMER SUEÑO

“En una casa hay un incendio. Mi padre está frente a mi cama y me despierta. Me visto rápido.
Mamá pretende salvar su alhajero, pero papá dice: no quiero que yo y mis dos hijos nos
quememos a causa de tu alhajero. Descendemos de prosa por las escaleras. Una vez abajo me
despierto”.

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Recuerda que tuvo el sueño en L (el lugar del lago) y había vuelto a tenerlo en Viena. Tal vez
con motivo de una disputa entre sus padres, porque la madre cierra por la noche el comedor, y
el padre no quiere, porque dice que por la noche podría pasar algo que obligase a salir.
El sueño fue el efecto de la vivencia con el señor K. Dora cuenta después que el día del viaje
por el lago, se tiró a dormir y cuando despertó vio al señor K de pie frente a ella. Lo increpó
para ver que buscaba. Él le respondió que no dejaría de entrar en su dormitorio cuando el
quisiese. A la mañana siguiente Dora se encerró para hacerse la toilette; a la tarde cuando
quiso volver a hacerlo para dormir, no estaba la llave.
En ese momento, se propuso no quedarse en la casa de los K. Temía que el señor K la
descubriera desnuda por eso se vestía con gran rapidez. Ella piensa: no podré dormir tranquila
hasta que no me encuentre fuera de esta casa. Lo inverso dice en el sueño: una vez abajo me
despierto.

Ahora, el alhajero. El papá de Dora le ha regalado muchas alhajas a su madre. También a


Dora. Hace algunos años hubo una gran pelea a causa de una alhaja: la mama de Dora quería
algo especial, unos aros en forma de gotas de perlas. Su padre en lugar de eso, le trajo una
pulsera. Ella se puso furiosa y dijo que le regalara eso a otra. El señor K además, le había
regalado a Dora un alhajero. Alhajero es una designación de los genitales femeninos. Si el señor
K le ha obsequiado uno, ella debería retribuirle el regalo. En esta serie, su mamá es sustituida
por la señora K.

“Por la noche podría pasar algo que los obligase a salir”. Si se traslada esto a un percance de la
infancia, sería mojar la cama. Para evitar que los niños hagan esto, se los despierta. Eso hace el
padre en el sueño. Se infiere que Dora mojó la cama por más tiempo que el corriente. La causa
más probable de una enuresis de esta clase es la masturbación infantil. Acusaciones al padre,
jugueteo con la carterita, enuresis después del 6to año son indicios de la masturbación infantil.
Dora mojó la cama casi hasta el momento que tuvo su primera disnea. En esa época su papá
había salido de viaje por primera vez después de su mejoría. Ahora bien, las acciones
sintomáticas y otros indicios me llevaron a suponer que la niña espió con las orejas una visita
nocturna del padre a su mujer, y lo oyó jadear en el coito. La disnea y las palpitaciones son
fragmentos desprendidos de la acción del coito. Bajo la influencia de la coexitación que le
sobrevino esa vez, pudo producirse un ímpetu en la sexualidad de la pequeña, quien sustituyó
la inclinación a masturbarse por la inclinación a la angustia. Así se le repitió como ataque de
asma.
Debajo de todo cabe suponer un estímulo de tos real, el cual es susceptible de fijación porque
afecta a una región del cuerpo que conservó en alto grado la significación de una zona erógena.

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Al día siguiente contó que todas las veces tras despertar, había sentido olor a humo. Esto
señalaba, además de la relación con el fuego, la relación con Freud. El señor K, su papá y él,
son fumadores. Una transferencia sobre él llegó a esto: desearía ser besada por Freud.

El sueño corresponde a un designio que Dora retomó durmiendo. Por eso se repitió hasta que
fue cumplido, y reapareció años más tarde al presentarse una ocasión para que ella formara un
designio análogo. Contiene un material infantil que no guarda relación alguna (a primera vista)
con el designio de escapar de la casa del señor K. La niña resuelve a huir con su padre, huye a
refugiarse en el. Del peligro presente, el padre mismo es el culpable. Por tanto, el designio de
huir de la casa no es en sí soñable, sino que se asocia con otro designio que se apoya en un
deseo infantil: el deseo de sustituir al señor K por su padre. Se habría despertado una
inclinación infantil hacia el padre a fin de poder mantener en la represión el amor reprimido
hacia el señor K. Mojarse en la cama, el catarro, el asco; una prehistoria así puede ser
fundamento de dos tipos de conducta hacia el reclamo de amor en la edad madura: o bien la
plena entrega a la sexualidad, lindante con lo perverso, o bien su desautorización y la
contracción de la neurosis.
El sueño muda el designio de refugiarse en el padre en una situación que muestra cumplido el
deseo (que el padre la salve del peligro).

En el contenido del sueño se dice en dos lugares: “alhajero de mamá” y este elemento sustituye
a la mención de los celos infantiles, de las gotas, por tanto de la mojadura sexual, del
ensuciamiento por el fluor, y por tanto de los pensamientos de tentación actuales. El alhajero es
un resultado de la condensación y el desplazamiento.

Capítulo 3: EL SEGUNDO SUEÑO

“Ando paseando por una ciudad que no conozco, veo calles y plazas. Llego una casa donde yo
vivo, voy a mi habitación y encuentro una carta de mi mamá. Escribe que no quiso avisarme
que mi padre enfermo, que ahora murió, y “si tu quieres, puedes venir”. Me encamino a la
estación ferroviaria, pregunto unas 100 veces donde está la estación y siempre me contestan “5
minutos”. Veo después frente a mí un bosque denso; penetro en el y pregunto a un hombre,
quien dice “2 horas y media”. Me pide acompañarme, lo rechazo y me marcho. Veo frente a mí
la estación y no puedo alcanzarla. Después estoy en casa. Me llego a la portería y pregunto al
portero por nuestra vivienda. La muchacha de servicio me abre y dice “La mamá y los otros ya
están en el cementerio”.

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Deambula por una ciudad, que asegura que no es B. Se agregó el recuerdo de un monumento en
la plaza. Para navidad le habían enviado un álbum con postales, estaba en una cajita. Preguntó
a su mamá, ¿Dónde está la cajita? El remitente era un joven a quien Dora había conocido.
El deambular tiene que ver con una de las ocasiones diurnas; había recibido la visita de un
primito al cual llevó a pasear por Viena y recordaron otro momento en el cual ella, como
extranjera, paseó por Dresde. Ahí otro primo quiso hacer de guía, pero ella lo rechazó y se fue
sola, deteniéndose frente a las imágenes que le gustaban. Permaneció 2 horas frente al cuadro
“La Madonna”.

“Pregunto unas 100 veces”. Ayer el padre pidió coñac, Dora pide a su madre la llave del bar
pero ésta estaba ensimismada en una conversación, entonces Dora le dice “Te he preguntado ya
100 veces donde está la llave”. La llave, la cajita, corresponde a los genitales. En la misma
reunión alguien había brindado por el papá de Dora, entretanto el padre dejaba ver un rictus
de fatiga. Con ello llegamos al contenido de la carta que aparece en el sueño. La frase “si tú
quieres” nos lleva de nuevo hacia la escena del lago. Dora recuerda unas palabras dichas por el
señor K: “Usted sabe, no me importa nada de mi mujer”. Luego de la bofetada, preguntó a un
hombre cómo volver, su respuesta fue “2 horas y media”. El señor K de nuevo ahí, le pidió
disculpas y que no contara nada. El bosque del sueño, era parecido al bosque de la orilla del
lago.
Tras la situación del sueño se encuentra una fantasía de desfloración: un hombre que se
esfuerza por penetrar los genitales femeninos.

Comuniqué a Dora mis conclusiones. Emergió un fragmento olvidado del sueño: ella se va
tranquila a su habitación y lee un gran libro. El padre había muerto en su sueño entonces, ella
podría leer ese libro, con temas prohibidos, tranquila. Recordé en ese momento que en la época
que la tía suya murió, llegó una carta de otro familiar diciendo que no podrían viajar porque el
niño tenía apendicitis. Dora buscó esto en la enciclopedia para averiguar los síntomas. Luego
contrajo apendicitis. Tras su apendicitis había tenido dificultades para caminar, por eso
arrastraba una pierna. Esto era ilógico como consecuencia de una apendicitis. Entonces, era un
síntoma histérico. La neurosis se había apropiado del ataque para usarlo como una de sus
manifestaciones. Pregunté cuando sucedió su apendicitis: fue 9 meses después de la escena del
lago. La supuesta apendicitis entonces había realizado la fantasía de un parto. ¿Y la pierna que
arrastraba? Porque ella habría dado “un mal paso”, el cual también por otra parte tenía su base
infantil (se había torcido ese pie al bajar una escalera).

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Dora inició la 3era sesión con estas palabras: “Sabe usted doctor, que hoy es la última vez que
vengo aquí?” dijo haber tomado esa decisión hace 14 días. Suena como si se tratase de una
gobernanta; un preaviso de 14 días. Ella dice, una gobernanta que dio preaviso había también
en la casa de los K cuando visité L. Cuenta que ella no saludaba al señor K, no le hablaba. El
tampoco era cortés con ella. Días antes de la escena del lago, la gobernanta le dijo a Dora que él
se había acercado a ella en una época. Ella cedió pero al poco tiempo él ya no le hizo caso, y por
eso ella ahora lo odiaba. Ahora puede verse el motivo de aquella bofetada: la venganza por
celos. El “Nada me importa de mi mujer” también se lo había dicho a esta señorita.

La incapacidad para cumplir la demanda real de amor es uno de los rasgos más esenciales de la
neurosis. Los enfermos están dominados por la oposición entre la realidad y la fantasía. Lo que
anhelan en sus fantasías es justamente aquello de lo que huyen cuando la realidad se presenta.
Capítulo 4. EPÍLOGO

Falta una serie de resultados del análisis, debido a que Dora abandonó la cura antes de lo
previsto.
Nadie podrá negar el carácter de factor orgánico que presenta la función sexual, en la cual yo
veo el fundamento de la histeria así como de las psiconeurosis en general. En cuanto a lo que
puede afirmarse sobre la solicitación somática, los gérmenes infantiles de la perversión, las
zonas erógenas y la disposición a la bisexualidad, no lo he conseguido en este ensayo. Sólo he
puesto de relieve los lugares en que el análisis tropieza con estos fundamentos orgánicos de los
síntomas.

Con esta publicación busqué mostrar cómo la interpretación de los sueños puede aplicarse al
descubrimiento de lo reprimido en el interior de la vida anímica. También me interesaba
demostrar que la sexualidad presta la fuerza impulsora para cada síntoma y cada
exteriorización singular. Los fenómenos patológicos son las prácticas de los enfermos.

En este caso, la mejoría no ha llegado a darse. Este feliz resultado se alcanza cuando los
fenómenos patológicos son sustentados únicamente por el conflicto interior entre las mociones
tocantes a la sexualidad. En estos casos, uno ve mejorar a los enfermos, a medida que va
traduciendo el material patógeno en material normal, y así solucionar sus problemas psíquicos.
Otro es el desarrollo cuando los síntomas se han puesto a servicio de motivos vitales externos,
como en Dora. El estado del enfermo no da señales de cambiar, incluso luego de largo tiempo de
tratamiento. Sin embargo es cierto, que los síntomas van desapareciendo una vez disuelta la
relación con el médico.

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Tenemos que saber que en el curso de una cura, la neoformación de síntoma se suspende, pero
la productividad de la neurosis no se ha extinguido, sino que se afirma en la creación de
transferencias. Éstas son reediciones, recreaciones de las mociones y fantasías que a medida
que avanza el análisis se van haciendo CC. Lo característico es la sustitución de una persona
anterior por el médico. Toda una serie de vivencias psíquicas es revivida como un vínculo
actual. La transferencia el algo necesario; o al menos no hay con qué evitarla. Es la formación
más difícil de combatir, ya que el enfermo no nos da el texto, como en el caso de los sueños, sino
que hay colegirla por cuenta propia. Se podrá decir que esto es dañino para el enfermo, o
considerarla una desventaja del procedimiento.

En el psicoanálisis son despertadas todas las mociones, aun las hostiles, haciéndolas CC se las
aprovecha para el análisis, y así la transferencia es aniquilada una y otra vez. Me vi obligado a
hablar de transferencia porque fue lo que me permitió esclarecer particularidades en Dora;
aunque también fue lo que llevó a una ruptura prematura. Yo no logré dominar a tiempo la
transferencia. Fue claro que en su fantasía yo hacía de sustituto del padre. Y aún me comparó
CC con él. Acaso de aquello por lo cual yo le recordaba al señor K, ella se vengó de mi como se
vengara de él, y me abandonó. Así actuó un fragmento de sus fantasías, en lugar de
reproducirlos en al cura. En el 2do sueño, la transferencia estaba ya subrogada por varias
alusiones. Las aspiraciones del sueño que se referían al joven de las postales y provenían de la
espera hasta que el señor K pudiera casarse ella ya se habían exteriorizado: la cura se le hacía
larga.

FREUD (1909) – “A PROPÓSITO DE UN CASO DE NEUROSIS OBSESIVA – EL HOMBRE


DE LAS RATAS”

Capítulo 1. EL HISTORIAL CLÍNICO

Un joven de formación universitaria padece representaciones obsesivas, ya desde su infancia,


pero con particular intensidad desde hace 4 años. Principalmente, que les suceda algo a dos
personas especiales: su padre y una dama a quien ama. Además dice sentir impulsos obsesivos
(cortarse por ejemplo) y producir prohibiciones referidas aún a cosas indiferentes. La lucha
contra esas ideas lo han hecho perder años de estudio y trabajo. Sus relaciones sexuales son
raras, su potencia es normal, 1er coito a los 26 años. El onanismo ocupa un lugar ínfimo.

Introducción del tratamiento

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Tiene un amigo a quien respeta mucho. Acude a él siempre que lo asedia un impulso criminal.
Él lo apoya. Antes, otra persona ejerció sobre el parecido influjo, luego lo traicionó (le gustaba
su hermana). Esta fue la primera conmoción de su vida.

La sexualidad infantil
Se acuerda de escenas con una gobernanta que tenía a la edad de 4-5 años. La primera, yacía
ella sobre el sofá, le pidió permiso para deslizarse bajo su falta. Ella lo permitió, mientras no
dijera nada. Tocó su vientre y sus genitales. Desde entonces le quedó curiosidad por ver el
cuerpo femenino desnudo. A los 6 años, con otra gobernanta, que tenía abscesos en las nalgas, y
él la espiaba al momento de estrujárselos. Recuerda una escena con la señorita, la cocinera y
otra muchacha, ella decía “con el pequeño una lo podría hacer, pero Paul (él) es demasiado
torpe, seguro no acertaría”. La señorita lo consoló; cuando se metía en su cama la destapaba y
la tocaba.

Ya a los 6 años padecía de erecciones, y una vez acudió a su madre para quejarse. Tuvo la idea
enfermiza de que los padres podían leerle los pensamientos. Creía que podía suceder algo si él
pensaba (en ver desnudeces), y debía hacer toda clase de cosas para impedirlo. Ya a esta edad
de 6 años, Freud dice, que podemos encontrar una neurosis obsesiva. Se ve al niño bajo un
imperio de un componente pulsional sexual, el placer de ver, cuyo resultado es el deseo de ver
desnudas a ciertas señoritas que le gustan. Es evidente la presencia de un conflicto en la vida
anímica del pequeño; junto al deseo obsesivo, hay un temor obsesivo que se anuda a el (toda vez
que lo haga, sucederá algo terrible). Una pulsión erótica y una sublevación contra ella, un deseo
(todavía no obsesivo) y un temor (ya obsesivo) que lo contraría… el inventario de la neurosis
está completo. Y aún hay una suerte de algo más: una suerte de delirio o formación delirante,
que era que sus padres adivinaban sus pensamientos.

También antes del sexto año, podemos inferir, sobrevinieron vivencias traumáticas, conflictos y
represiones que, si bien cayeron bajo la amnesia, dejaron como residuo ese contenido del temor
obsesivo. En la neurosis obsesiva, nunca se echa de menos el carácter de la actividad sexual
prematura.

El gran temor obsesivo


“Quiero empezar hoy con la vivencia que fue la que me empujó a acudir a usted. Ocurrió
durante las maniobras militares en X. Antes me había martirizado con pensamientos obsesivos,
que, empero, se retiraron durante las maniobras. Me he interesado en mostrar que uno puede
soportar bastante. Un día hicimos una marcha. Durante el alto perdí mis quevedos, no quise

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postergar la partida y renuncié a ellos. Tomé asiento junto a dos oficiales, uno de ellos estaba
destinado a volverse significativo para mí. Tenía yo cierta angustia ante ese hombre, pues
evidentemente amaba lo cruel. Durante el rancho había abogado por la introducción de los
castigos corporales. El capitán contó de haber leído sobre un castigo particularmente
terrorífico”. Luego cuenta que este castigo se trata de atar al condenado, sobre su trasero es
puesto un tarro en donde hacen entrar ratas (ratten) que penetran en el ano.

Interrumpe el relato para argumentar cuán ajenos eran estos pensamientos a él. Simultánea
con la idea, siempre aparece la sanción, la medida de defensa. Se devela en una frase un plural,
lo cual resulto extraño ya que hasta ese momento Freud había notado noticia solamente de una
idea: que el castigo de las ratas se cumpliría en la dama. Pero se puede ver entonces, que
también recaerá sobre el padre, lo cual es aún más disparatado, ya que el padre está muerto.

Al día siguiente el capitán le alcanza un paquete con los quevedos que llegó del correo y le dice
“el teniente A pagó el reembolso por ti. Debes devolvérselo”. En ese momento se le plasmó una
sanción: no devolver el dinero, de lo contrario sucede aquello (ratas). Dos días después
terminan las maniobras el tiempo transcurrido lo llenó con empeños por devolver al teniente A
ese dinero.
En la tercera sesión, completa el relato de sus empeños por cumplir el juramento obsesivo: no
había sido el teniente A, ni el teniente B entonces quien había pagado el reembolso (él siempre
lo supuso) sino que era la empleada del correo. Otro capitán le comunicó que la señorita había
estado preguntando por él.

La introducción en el entendimiento de la cura


Relata la historia de la enfermedad de su padre, muerto de enfisema 9 años atrás. No se le pasó
por la mente que su padre pudiera morir, entonces fue a su casa, y cuando despertó se enteró
que su padre había muerto. Se hizo reproche de no haber estado presente. Su fantasía jugaba
también con el padre, cuando entraba a una habitación esperaba hallarlo ahí, la expectativa de
esa aparición era algo deseado. Un año después este recuerdo del reproche empezó a
martirizarlo, a punto tal de tacharse de criminal. Ocasionamiento de ello fue la muerte de una
tía.

Empieza la sesión siguiente diciendo que tiene que relatar algo de su infancia. A los 12 años
amaba a una niña, hermana de un amigo, pero ella no era con él todo lo tierna que él deseaba.
Y entonces le acudió la idea de que ella le mostraría amor si a él le ocurría una desgracia: se le
puso en la cabeza que podría ser la muerte de su padre. El mismo pensamiento le apareció un

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año antes de la muerte del padre, él ya enamorado de aquella dama, pero a causa de
impedimentos materiales no podía pensar en una unión. Una tercera vez la misma idea, el día
anterior a la muerte del padre. Sin embargo está seguro que la muerte de su padre nunca
puede haber sido objeto de su deseo, siempre fue un temor. Freud responde que justamente ese
amor intenso es la condición del odio reprimido. Es el mismo gran amor el que no permite que
el odio permanezca CC. El problema es averiguar de donde proviene este odio.

Dice que ha sido el mejor amigo de su padre, salvo unos pocos ámbitos donde solían discernir.
Freud entiende que acaba de dar una respuesta: la fuente de la cual la hostilidad contra el
padre obtiene su indestructibilidad pertenece a los apetitos sexuales, a raíz de los cuales ha
sentido al padre como un perturbador. El deseo de eliminar al padre como perturbador se
habría generado en épocas en que las constelaciones eran del todo punto diversas: quizá no
amara entonces al padre con más intensidad que a la dama, o bien no era capaz de tomar una
decisión clara; fue en su muy temprana niñez, antes del 6to año, cuando se instaló su recuerdo
continuado, y esto puedo haber permanecido así para siempre.

En la sesión siguiente retoma el mismo tema. Dice no poder creer haber tenido alguna vez ese
deseo contra el padre. Es algo sabido que a los enfermos su padecer les procura cierta
satisfacción.
Quiere hablar de una acción criminal en la que no se reconoce, con su hermano menor. “antes
de los 8 años teníamos armas de juguete, cargué la mía, le dije que tenía que mirar dentro del
caño y cuando miró le disparé. Mi propósito había sido causarle un gran daño. Me arroje al
suelo y pregunté ¿Cómo lo hice? Pero lo hice”.

Dabe además de mociones de la manía de venganza contra aquella dama a quien adora. Se le
plasmó una fantasía CC: se haría rico, se casaría con otra, y luego visitaría con ella a la dama
para mortificarla. Luego, su esposa, debería morir.

Consigna todavía que la enfermedad se ha acrecentado desde la muerte de su padre, y Freud le


da razón en tanto reconoce al duelo por el padre como la principal fuente de la intensidad de
aquella. El duelo ha hallado en la enfermedad una expresión patológica.

Algunas representaciones obsesivas y su traducción


Las representaciones obsesivas aparecen sin sentido, y la tarea consiste en dárselo. Se lo
consigue situándolas dentro de un nexo temporal con el vivenciar del paciente, o sea,

26
explorando la primera emergencia de cada idea obsesiva y las circunstancias externas bajo las
cuales suele repetirse.
Se comienza con un ejemplo, el impulso suicida. Perdió algunas semanas en el estudio a raíz de
la ausencia de su dama, que había partido para cuidar a su abuela enferma. En ese momento
se le ocurrió precipitarse al armario para tomar una navaja y pensó “tienes que viajar hasta allí
y matar a la señora”. A eso sigue el mandamiento: “mátate a ti mismo como autocastigo por
semejantes pensamientos”; y todo el proceso marcha en secuencia invertida. Algo parecido le
sucedió una vez que pensó que debía adelgazar, y una vez en los montos le fue pronunciado el
mandamiento de saltar abajo.
Otras representaciones obsesivas orientadas también a la dama, permiten discernir un
mecanismo y una descendencia pulsional diversos.

Todos estos productos de la enfermedad dependen de un episodio que en ese tiempo dominaba
la relación con su dama. Cuando ella se despidió en Viena antes de ir a veranear, interpretó
uno de sus dichos como si quisiera desmentirlo ante los circunstantes. Otros mandamientos
obsesivos como la compulsión protectora (que se ponga su capa) puede significar la reacción
frente a una moción opuesta. La duda de compulsión de comprender es una duda en cuanto al
amor de ella.

Tales acciones obsesivas de dos tiempos, cuyo primer tiempo es cancelado por el segundo, son
de ocurrencia típica en la neurosis obsesiva. Desde luego el pensar CC las dota de una
motivación secundaria: las racionaliza. Pero su significado real reside en la figuración del
conflicto entre dos mociones opuestas de magnitud aproximadamente igual, siempre se trata de
la oposición amor-odio. Ellas permiten discernir un nuevo tipo de formación de síntoma. Aquí
los dos opuestos son satisfechos por separado; aunque no sin que se intente establecer entre
esos algún tipo de enlace lógico. El conflicto amor-odio también se hacía ver en otros indicios.
Por ejemplo si decía “Dios lo proteja” le venía la idea de blasfemar.

Una vez trajo un sueño que contenía la figuración del mismo conflicto en su transferencia al
médico: “mi madre ha muerto. Quiere presentar sus condolencias pero tiene miedo de producir
la risa. Por eso prefiere escribir una tarjeta con “p.c” pero estas letras se mudan al escribirlas
en “p.f”.

La querella de sus sentimientos hacia la dama era demasiado nítida para que pudiera
sustraerse del todo a su percepción CC. Se alternaban épocas en que creía amarla con otras de

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indiferencia. Muchas veces solía decir en el tratamiento que no la quería tanto. Confesó que en
ocasiones estaba bajo impulsos de hacerle algo malo.

Ocasionamiento de la enfermedad
En la histeria es regla que las ocasiones recientes de la enfermedad sucumban a la amnesia, lo
mismo que las vivencias infantiles. Toda vez que un olvido total sea imposible, el
ocasionamiento traumático reciente será empero roído por la amnesia y despojado al menos de
sus componentes más sustantivos. En la amnesia vemos la prueba de la represión.
En la neurosis obsesiva sucede de otro modo. Es posible que las premisas infantiles sucumban
a una amnesia, en cambio, las ocasiones recientes se encuentran conservadas. La represión se
ha servido de otro mecanismo: en lugar de olvidar al trauma, le ha sustraído la investidura de
afecto. El contenido anémico indiferente sólo rara vez es reproducido y no desempeña papel
alguno en la actividad CC de la persona.
Por eso enfermos obsesivos no es raro que le den a los médicos la información correcta y luego
diga, “pero nada me importa de ello”.
En cuanto al ocasionamiento de la enfermedad. Su madre había sido criada en el seno de una
familia que explotaba una gran empresa industrial. Su padre entró al servicio de aquella
empresa. Por burlas entre sus padres, supo que antes de conocer a la madre, su padre había
hecho la corte a una muchacha pobre y linda. Tras la muerte del padre, la madre comunicó al
hijo que se había hablado sobre el futuro de él, y uno de los primos había expresado su
disposición para entregarle una de sus hijas. Este plan encendió el conflicto: si debía
permanecer fiel a su amada pobre o seguir las huellas del padre y tomar aquella esposa.
Solucionó ese conflicto, enfermando. El esclarecimiento no halló aceptación ninguna por parte
del paciente.

El complejo paterno y la solución de la idea de las ratas


El hombre se encontró en una situación igual a la que el padre había pasado antes, y pudo
identificarse con él. El conflicto de la enfermedad era en esencia una querella entre la voluntad
del padre y su inclinación enamorada. Según las noticias, el padre fue un hombre de excelentes
dotes. Cuando sus hijos crecieron, él no pretendió elevarse a la altura de una autoridad
inatacable, sino que se habían tratado como amigos, salvo en un único punto. Era fuerza que se
debiera a ese punto que el pensamiento de la muerte del padre lo ocupara al hombre con
intensidad.

En el ámbito de la sexualidad algo se interponía entre padre e hijo; el padre había entrado en
una oposición con el erotismo del hijo, tempranamente despertado. Varios años después de su

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muerte, se le impuso al hijo cuando experimentó una sensación de placer en un coito, esta idea:
“esto es grandioso, por ello uno podría matar a su padre”. Antes de su muerte, el padre notó que
buscaba la compañía de aquella dama y lo desaconsejó.

El onanismo de los años de la pubertad no es más que el refrescamiento del hasta hoy
desdeñado onanismo de la infancia, en donde podemos ver, la expresión más nítida de la
constitución sexual del niño. Bajo este disfrazo los enfermos inculpan a su sexualidad infantil.
La nocividad del onanismo es sólo en mínima parte autónoma. Este paciente no desarrolló
ningún onanismo en la pubertad, su quehacer emergió a los 21 años, poco después de la muerte
del padre. Quedaba avergonzado tras cada satisfacción y pronto volvió a dejar esta práctica, la
cual afloraba solamente en raras ocasiones.
Al mismo nexo pertenecía también su rara conducta en una época que estudiaba para rendir un
examen y jugaba con esta fantasía: su padre aún vive y puede retornar en cualquier momento.
Entre las 12 y la 1 suspendía su estudio, abría la puerta como si el padre estuviese enfrente y
tras regresar contemplaba el espejo del vestíbulo desnudo.

Freud forjó una construcción: de niño, él había cometido algún desaguisado sexual entramado
con el onanismo, y recibió del padre una reprimenda. Este castigo habría puesto fin al
onanismo, pero dejó como secuela una inquina inextinguible contra el padre, y fijó para todos
los tiempos su papel como perturbador del goce sexual. Su madre le había contado de esto, pero
él no lo recordaba. El relato de su madre, fue que él de pequeño emprendió algo enojoso, por lo
cual el padre le pegó. El niño, preso de una ira terrible, no conocía aún palabras insultantes y
nombraba todos los objetos que se le ocurrían: Lámpara! Plato! El padre dijo: “este chico será
un gran hombre, o un gran criminal”. A partir de esto durante toda su vida tuvo una gran
angustia ante los golpes. Luego se enteró de que el castigo fue por morder a alguien.

Por el camino de la transferencia pudo adquirir el convencimiento de que su prelación con el


padre exigía real y efectivamente aquel complemento ICC. Pronto le sucedió en sus sueños,
fantasías diurnas y ocurrencias, insultar a Freud; no obstante en su conducta le demostraba el
mayor respeto. Luego de una situación así, se paraba del diván y paseaba por la habitación,
sería por miedo a que Freud le pegase. Empezó a recordar que su padre había sido colérico.

El primer enigma era porqué los dos dichos del capitán checo, el cuento sobre las ratas y su
reclamación de devolver el dinero, le provocaron tanta emoción y reacciones patológicas tan
violentas. Por aquellos dichos habían sido tocados unos lugares hiperestésicos de su ICC. Un
importante elemento fue que el padre había perdido en un juego de naipes una vez, una suma

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de dinero, y las habría pasado muy mal si un camarada no le hubiese prestado un dinero.
Luego buscó a este camarada para devolvérselo y nunca lo encontró. El recuerdo de este pecado
de juventud de su padre le resultaba penoso.
La comunicación de que la empleada de la estafeta postal había saldado en reembolso, reforzó
la identificación con el padre en otro campo. En la realidad efectiva, el objeto de su añoranza
era la empleada, que se hallaba en ese sitio particular, y el teniente A no era más que un buen
sustituto de ella, pues había vivido en el mismo lugar.

En cuanto a la representación del castigo consumado con las ratas, había estimulado una
multitud de recuerdos, y por eso las ratas habían adquirido significados simbólicos. El castigo
de las ratas despabiló sobre todo el erotismo anal, que en su infancia había desempeñado
considerable papel y se había mantenido durante años por un estímulo constante debido a los
gusanos (intestinales). Así las ratas llegaron al significado de “dinero”, lo cual reforzó además
en la reclamación del capitán a devolver el dinero del reembolso. Ahora bien, la rata además
era consabida como portadora de peligrosas infecciones, y por eso pudo ser empleada como
símbolo de la angustia ante la infección sifilítica; tras lo cual se escondían las dudas sobre al
conducta del padre mientras estuvo en servicio de armas. En otro sentido, el portador de la
infección era el pene. El pene, puede ser descrito como un gusano, y en el cuento del capitán las
ratas cavaban en el ano como en su infancia lo hacían los gusanos. Así el significado de pene de
las ratas descansaba en el erotismo anal.

Más adelante se pudo ver que en muchos de sus delirios obsesivos las ratas significaban
también hijos. La génesis de este significado nace una vez que estaba visitando la tumba de su
padre, y había visto un animal grande, una rata. Supuso que vendría de la tumba de su padre y
se habría dado un banquete con su cadáver. La dama a quien admiraba, estaba condenada a no
tener hijos.

La rata es cruelmente perseguida y aplastada. Muchas veces había sentido pena por ellas. Él
mismo era un tipejo así de asqueroso y roñoso, que en la ira podía morder a los demás.
Efectivamente podía hallar en las ratas la viva imagen de sí mismo. Cuando el capitán contó el
castigo de las ratas, primero lo sobrecogió el carácter cruel, pero enseguida se estableció
conexión con aquella escena infantil en que él mismo había mordido; el capitán se le situó en el
lugar del padre. La idea que le afloró se traduciría mediante esta moción de deseo: “a ti habría
que hacerte algo así” moción dirigida a quien hizo el cuento, pero tras el, el padre. Cuando el
capitán le reclama devolver las 3,80 coronas, él ya sabe que el se equivoca, y que su deuda es
con la señorita de la estafeta postal. Desde el complejo paterno y desde el recuerdo de aquella

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escena infantil se le plasma esta respuesta: “si, devolveré el dinero al teniente A si mi padre y
mi amada tienen hijos”. Así se había cometido la blasfemia de él contra las dos personas que le
eran más importantes, y la punición consistió en imponerse un juramento imposible de
cumplir: “ahora tienes que devolverle el dinero al teniente A”.

Es preciso también tener en cuenta la constelación en la que hubo de formarse la gran idea
obsesiva. En virtud de una prolongada abstinencia, él había devenido libidinoso, y además
había entrado en cierta enajenación respecto de su dama. Este acrecentamiento libidinal lo
inclinó a retomar la lucha antigua contra la autoridad del padre, y osó pensar en una
satisfacción sexual con otras mujeres. Se dejó arrastrar a la blasfemia contra ambos, y luego se
castigó por ello. Cuando vaciló cumplir el juramento, lo que en verdad hacía era figurar en una
unidad los dos conflictos que desde siempre lo habían movido: si debía obedecer al padre y si
debía permanecer fiel a la amada.

Capítulo 2. SOBRE LA TEORÍA

Algunos caracteres generales de las formaciones obsesivas


Freud decía en un principio que las representaciones obsesivas son unos reproches mudados
que retornar de la represión, y están referidos siempre a una acción de la infancia sexual
realizada con placer. Aquí va a decir en su lugar, que es más correcto hablar de un pensar
obsesivo, y poner en relieve que los productos obsesivos pueden tener el valor de los más
diferentes actos psíquicos. Cabe definirlos como deseos, tentaciones, impulsos, etc.

En la lucha defensiva secundaria contra las representaciones obsesivas que se han filtrado en
su CC, se producen formaciones que merecen denominación particular: delirios. El valor de
distingo entre la lucha defensiva primaria y la secundaria se ve limitado por el discernimiento
de que los enfermos no tienen noticia del texto de sus propias representaciones obsesivas. El
psicoanálisis hace crecer no sólo el coraje del enfermo, sino también el de su enfermedad, la
cuals e atreve a dar exteriorizaciones más nítidas.

Los sueños pueden brindar el genuino texto de un mandamiento obsesivo que en la vigilia
devino consabido sólo de manera desfigurada. Estos textos afloran en el sueño como dichos. Por
otra parte, en la indagación analítica a menudo varias representaciones obsesivas que se
siguen unas a otras pero cuyo texto no es idéntico, son en el fondo una misma. La
representación obsesiva fue rechazada la primera vez, retorna otra vez en forma desfigurada y
a causa de esta desfiguración, puede afirmarse mejor en la lucha defensiva. La oficialmente

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llamada representación obsesiva lleva en su desfiguración respecto del texto original, las
huellas de la lucha defensiva primaria. Ahora bien, su desfiguración la hace viable.
El malentendido del pensar CC se puede mostrar no sólo en las ideas obsesivas, sino también
en las fórmulas protectoras, por ejemplo. Este paciente utilizaba como fórmula el “aber” =
(pero) pronunciado con rapidez, acompañado de un movimiento con la mano. El “abér” 8cambio
de acento) era una asimilación de “abwehr” (defensa), término del cual él tenía noticia y lo
había empleado de forma abusiva para reforzar una fórmula defensiva. No todas las ideas
obsesivas de este paciente eran tan complejas como la de las ratas; en algunas se había
empleado simplemente la omisión, por ejemplo: “si yo me caso con la dama, a mi padre le
sucede una desgracia (en el más allá)”. La técnica de desfiguración por carencia parece ser
típica de la neurosis obsesiva. A veces en la neurosis obsesiva también irrumpen en la CC los
procesos anímicos ICC en la forma más pura y menos desfigurada.

Algunas particularidades psíquicas de los enfermos obsesivos; su relación con la realidad, la


superstición y la muerte
Algunos caracteres anímicos de los enfermos obsesivos son muy particulares, como en este
paciente. El hombre de las ratas era supersticioso en alto grado, y al mismo tiempo no lo era.
Parecía comprender que esto dependía de su pensar obsesivo. Tan pronto se hacía dueño de
una obsesión, ridiculizaba su credulidad, y tan pronto volví a caer bajo el imperio de una
compulsión, vivenciaba las más raras contingencias. Su superstición era la de un hombre culto,
creía en signos premonitorios, sueños proféticos, etc.
Tenía necesidad de hallar en el vivenciar algunos puntos de apoyo APRA su superstición, por
eso reparaba en las casualidades inexplicables de la vida cotidiana. Esto particular de la N.O
podemos explicarlo, en esta perturbación la represión no se produce por amnesia sino por
desgarramiento de los nexos causales a consecuencia de una sustracción de afecto. Sin
embargo, a estos vínculos reprimidos parece restarles una cierta virtud premonitoria, de esa
suerte son introducidas en el mundo exterior por el camino de la proyección y allí dan
testimonio de lo interceptado en lo psíquico.

Otra necesidad anímica común es la de la incertidumbre en la vida, o la duda. Es uno de los


métodos que utiliza la N.O para sacar al enfermo de la realidad. Nuestro paciente había
desarrollado facilidad para evitar noticias que le habrían facilitado tomar una decisión en su
conflicto. La duda se les convierte en motivo para adherir sus pensamientos; preferentemente
en aquellos temas en que la incertidumbre de los hombres es universal, como la filiación
paterna, la muerte, la memoria, etc.

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De la incertidumbre de la memoria se sirve la N.O para la formación de síntoma. Se refiere a la
omnipotencia de sus pensamientos y sentimientos, de sus buenos y malos deseos. Este enfermo
está compelido a sobrestimar el efecto que sus sentimientos hostiles producen sobre el mundo
exterior. Su amor, o más bien su odio, son hiperpotentes y crean aquellos pensamientos
obsesivos cuyo origen no comprenden.

Este paciente tenía además una relación particular con la muerte. Tomaba cálida participación
en todos los fallecimientos. Sabemos cuán temprano lo ha ocupado el pensamiento de la muerte
del padre. Una compensación por esos deseos de muerte contra el padre es la extraña extensión
de sus temores obsesivos al más allá. Ella se introdujo cuando el duelo por el padre
experimentó un refrescamiento y estaba destinada a volver a cancelar la muerte del padre en
desafío a la realidad. Otros enfermos, necesitan de la posibilidad de la muerte para solucionar
conflictos que dejan sin resolver. En cada conflicto acechan la muerte de una persona
significativa para ellos.

La vida pulsional y la fuente de la compulsión y la duda


Este paciente enfermó alrededor de los 30 años, cuando se vio ante la tentación de casarse con
una muchacha que no era aquella a quien amaba desde hace tiempo, y se sustrajo de la
decisión de este conflicto posponiendo todas las actividades que se requerían para prepararla.
Tanto en relación a su amada como a su padre, hubo en él una querella entre amor y odio.
Fantasías de venganza y fenómenos obsesivos como la compulsión a entender atestiguan esa bi-
escisión en su interior.

Su relación con la amada compuesta por ternura y hostilidad, caía en buena parte dentro de su
percepción CC. En cambio, la hostilidad contra el padre le había sido sustraída desde mucho
tiempo atrás y sólo contra su más violenta resistencia pudo ser devuelta a su CC. Los conflictos
de sentimientos del paciente no son independientes, sino que están soldados de a parejas. El
odio contra la amada tuvo que sumarse a la fidelidad hacia el padre, y a la inversa. Pero las dos
corrientes conflictivas, la oposición padre-amada, la contradicción amor-odio, nada tienen que
ver entre sí.

Una coexistencia crónica de amor y odio hacia la misma persona, ambos sentimientos en su
intensidad máxima, causa asombro. Semejante persistencia de opuestos sólo es posible bajo
particulares condiciones psicológicas y por cooperación del estado ICC. El amor no ha podido
extinguir el odio, sino sólo esforzarlo hacia lo ICC; y en lo ICC es capaz de conservarse y aun de
crecer. El amor CC suele hincharse hasta alcanzar intensidad elevada, a fin de retener en la

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represión a su adversario. Una división muy prematura de estos dos opuestos en la infancia,
sería la condición para esta constelación de la vida amorosa.
En todas las neurosis se descubre, como portadoras de síntoma, las mismas pulsiones
sofocadas. El odio retenido por el amor en la sofocación de lo ICC desempeña un importante
papel también en la patogenia de la histeria y de la paranoia.

En los casos en cuestión de odio ICC, el componente sádico del amor se ha desarrollado
constitucionalmente con particular intensidad, por eso ha experimentado una sofocación
prematura, y así los fenómenos observados derivan por una parte de la ternura CC elevada por
reacción, y por otra parte del sadismo que en lo ICC sigue produciendo efectos como odio. Si un
amor intenso se contrapone, ligándolo, a un odio de fuerza casi pareja, la consecuencia tiene
que ser una parálisis parcial de la voluntad, una incapacidad para decidir.

En cuanto a la compulsión, es un ensayo de compensar la duda y de rectificar el estado de


inhibición insoportable de que esta da testimonio. Se exterioriza en mandamientos y
prohibiciones, puesto que es ora el impulso tierno, ora el hostil. Si el mandamiento obsesivo no
se cumple, la tensión es insoportable. Pero el camino mismo hacia la acción sustitutiva
desplazada a algo ínfimo, solo puede imponerse como una medida protectora en empalme con
un impulso sobre el que recae la defensa.

Además, mediante una suerte de regresión, actos preparatorios reemplazan la resolución


definitiva, el pensar sustituye a la acción y en vez de la acción sustitutiva se impone algún
estadio que corresponde al pensamiento previo de la acción. Acciones obsesivas sólo son
posibles por haberse producido dentro de ellas una suerte de reconciliación entre los dos
impulsos que se combaten mutuamente. Las acciones obsesivas se asemejan cada vez más a las
acciones sexuales infantiles del tipo del onanismo. Entonces se llega a actos de amor, pero sólo
con el auxilio de una nueva regresión: ya no a actos dirigidos hacia una persona, sino a acciones
autoeróticas como en la infancia. La primera regresión, del actuar al pensar, es promovida por
otro factor: la temprana emergencia y la represión prematura de la pulsión sexual de ver y de
saber. El proceso mismo del pensar es sexualizado, pues el placer sexual se vuelve hacia el acto
mismo del pensar, y la satisfacción de alcanzar un resultado cognitivo es sentida como
satisfacción sexual. Así con ayuda de la pulsión de saber, la acción sustitutiva puede ser
reemplazada por actos preparatorios de pensamiento.

Compulsivos se vuelven aquellos procesos del pensar que se emprenden con un gasto de energía
que de ordinario sólo se destina al actuar; o sea, unos pensamientos que regresivamente tienen

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que subrogar a acciones. Ahora, lo que ha irrumpido en la CC como pensamiento obsesivo tiene
que ser asegurado contra los empeños disolventes del pensar CC. Esa protección se logra
mediante la desfiguración, aunque no es el único medio.

Lo característicos de esta neurosis no ha de buscarse según Freud en la vida pulsional, sino en


las constelaciones psicológicas. El paciente estaba fragmentado, en tres personalidades: en una
ICC y dos PRCC, entre las cuales podía oscilar su CC.

FREUD. ANÁLISIS DE LA FOBIA DE UN NIÑO DE 5 AÑOS.


Hans manifiesta un interés particular por el “hacé pipí”. A la edad de 3 años y medio su madre
lo encuentra con la mano en el pene, ella lo amenaza:”si haces eso, llamaré al doctor A, que te
corte el hacé pipí.” Esta es la ocasión en que Hans adquiere el complejo de castración. A esta
misma edad, nace su hermanita. Hans se muestra muy celoso con ella, celos que supera pasado
medio año, y se vuelve un hermano tan tierno como consciente de su superioridad.
Cuando Hans presencia el baño de su hermanita, observa que su “hace pipí” es chiquito, y
razona que cuando sea más grande le crecerá.
A los 3 años y ¾ Hans le ve al padre el pene, y le dice que pensó que él era tan grande, que
tendría un hacé pipí como el de un caballo.
A esta misma edad, Hans brinda el primer relato de un sueño: creía que estaba en Gmuden. En
el verano de 19906, Hans estuvo en Gmuden, donde pasaba el dia correteando con los hijos del
propietario de la casa. Una vez en su casa, Hans comenzó a fantasear que jugaba con los niños,
a quienes llamaba “ sus hijas” a partir de la llegada de su hermana.
A los 4 años y medio de Hans, se van de vacaciones a Gmuden. Hans juega con los hijos del
propietario del lugar: Franzl, Fritzl, Olga, Berta y Anna, la vecina. Su preferido era Frtizl, y
respondia su nombre cuando le preguntaban cual de todas las niñitas le gustaba más. Al mismo
tiempo, era muy agresivo, varonil, conquistador hacia las niñas: las abrazaba y las besuqueaba.
A esa misma edad, Hans es bañado por su mama, como todos los días. Cuando la madra le
entalca el pene, tratando de no tocarlo, Hans le pregunta por qué no pasa el dedo por ahí, a lo
que ella le responde que porque era una porquería, y el dice que le gusta.
Según Freud, cuando Hans sale de paseo lo hace con el padre, lo que puede dar ocasión para
que se fije en el niño una inclinación homosexual.

Historial clínico y análisis.


El padre de Hans le escribe a Freud y le cuenta que encuentra el miedo en Hans de que un
caballo lo muerda por la calle, entramado de alguna forma con el hecho de que le asusta un
pene grande.

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Hans, un dia a la mañana, aparece llorando. Tuvo una pesadilla en la que pensó que su mamá
estaba lejos, y entonces, dice, el no tiene ninguna mami para hacer cumplidos.
El 8 de enero, la mamá saca de paseo a Hans a un lugar donde le gusta mucho ir. Hans
empieza a llorar, no quiere seguir, tiene miedo. Al fin va, pero por la calle, siente angustia. En
el viaje de regreso le dice a la madre “tuve miedo de que un caballo me mordiera”. Al anochecer
tuvo u ataque parecido al del dia anterior, con pedido de hacer cumplidos. Se lo tranquiliza.
Dice llorando: “sé que mañana me llevaran de nuevo a pasear”, y luego, “el caballo entrara en
la pieza”.
El mismo dia, la mama le pregunta si se pasa la mano por el hacé pipi y Hans dice que si, cada
anochecer cuando esta en la cama. Al dia sgte, 9 de enero, le previenen, antes de la siesta, que
no se pase la mano por el hace pipi. Preguntando al despertar, dice que se la paso durante un
ratito.

Sería ese, pues, el comienzo de la angustia, así como de la fobia. La perturbación se introduce
con unos pensamientos tiernos-angustiados, y luego con un sueño de angustia. Contenido de
este ultimo: perder a la madre, de suerte que él ya no pueda hacerse cumplidos con ella. Es esta
ternura acrecentada por la madre lo que súbitamente se vuelca en angustia, lo que, según
nosotros decimos, sucumbre a la represión. Esta angustia, que corresponde a una añoranza
erotica reprimida, carece al comienzo de objeto, como toda angustia infantil: es todavía
angustia y no miedo. El niño, al comienzo, no puede saber de qué tiene miedo. Al anochecer se
angustia mucho, pues antes de meterse en cama lo asalta, reforzada, la libido, cuyo objeto es la
madre. En Gmuden, podía mover a la madre a que lo acogiera en su lecho, le gustaría conseguir
lo mismo en Viena. Ademas, en Gmuden su papa no estaba todo el tiempo, y el repartía su
libido entre sus amiguitos y amiguitas, que en Viena no tenia, por lo que su libido regresaba
entera a la madre.
Propuse al padre internarse por el camino del esclarecimiento. Al esclarecimiento, sigue un
periodo mas tranquilo en que es posible mover a Hans, sin gran dificultad, a que vaya de paseo
al parque todos los días. Su miedo a los caballos se muda mas y mas en la compulsión a
mirarlos. Dice “tengo que ver a los caballos y entonces me da miedo”. Hans tuvo un largo
reposo: primero por un resfrio, luego porque lo operaron de las amígdalas. Esto aumento la
fobia.
Cuando el padre va caminando por la calle con Hans, le explica que los caballos no muerden.
Hans le responde que si, que los caballos blancos muerden “si uno le acerca los dedos, ellos
muerden”. El padre resalta sobre “los dedos” , porque no dijo las manos, y le aclara a Hans que
él piensa que no le tiene miedo a los caballos, sino al hacé pipí, al que no se le debe pasar la
mano. El pequeño responde que los hacé pipi no muerden.

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El 2 de marzo, el padre le dice a Hans que la tontería (como el pequeño llama a su fobia) se
perdería si el saliera de paseo mas a menudo, y Hans le responde que no, que es tan intensa
porque se sigue pasando la mano por el hace pipí.
Médico y paciente, padre e hijo, coinciden entonces en atribuir al hábito onanista el principal
papel en la patogénesis del estado presente.
El 3 de marzo ingresa a la casa una muchacha nueva, Hans la toma para jugar y hace de
cuenta que ella es su caballo. Un dia le dice: “si haces esto o aquello, tendras que sacarte toda
la ropa”, a modo de castigo, pero es faci discernir en ello el deseo. La muchacha le responde
“que hay con eso? Me hare la idea de que no tengo ni para vestidos” y el niño se horroriza “pero
eso es una chanchada, uno ve entonces el hace pipi”.
El padre le dice a Hans, que si el se deja de pasar la mano por el hace pipi, la tontería se le ira
yendo. Hans le dice que no se la pasa mas, pero, tiene ganas. Entonces le dice que para que no
tenga ganas, le darán una bolsa de dormir. Hans duerme mas tranquilo. A la mañana siguiente
Hans se levanta angustiado, y confiesa que se paso la noche anterior un poco la mano por el
hace pipi, que ha visto a su mama toda desnuda en camisa, y ella ha dejado ver su hace pipi.
Hans extiende su fobia a los animales grandes. Se divierte mucho con los pequeños. Vive
aclarando, además, que su hace pipi crece con el cundo el se hace grande. Se puede inferir que
comparaba de continuo, y ha quedado muy insatisfecho con el tamaño de su hace pipi. Los
animales grandes le recuerdan ese déficit, y por esta razón le resultan desagradables. El
esclarecimiento de que las mujeres no poseen ningún hace pipi, no pudo tener otro resultado
que el de conmoverle su confianza en si mismo y despertarle el complejo de castración.
El mismo dia el padre encuentra la resolución de la cuestión de la jirafa. La gran jirafa es el (el
pene grande, el cuello largo) y la jirafa arrugada su mujer, su miembro. El todo es la
reproducción de una escena que se da casi todas las mañanas: Hans va a la cama de sus padres
y su mamá lo toma por unos minutos, entonces el padre le dice que es mejor que no lo haga.
Ella replica que es un absurdo, que unos minutos no pueden tener importancia. Hans relata:
“La grande ha gritado porque yo le he quitado la arrugada. Entonces la jirafa grande dejo de
gritar, y luego yo me sente encima de la jirafa arrugada”.
Hans vislumbra que esta prohibido ponerse en posesión de la madre, ha chocado con la barrera
del incesto. Pero lo considera prohibido en si mismo. En todas las fantasias de Hans, esta
presente el padre, quien es encerrado con el.
El pequeño le pregunta al padre porque le dijo que el le tiene cariño a la madre, y que le tiene
miedo por eso, si a el también lo quiere. Da a entender que el amor al padre y la hostilidad
hacia el se enfrentan a consecuencia de su papel de competidor ante la madre.

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Hemos averiguado la ocasión actual tras la cual estallo la fobia. Fue cuando el muchacho vio
caerse a un caballo grande y pesado, y al menos una de las interpretaciones de esa impresión
parece ser la destacada por el padre, a saber, que Hans en ese momento sintió el deseo de que
el padre se cayera de ese modo…y quedarse muerto.
El padre cuenta que desde hace tiempo Hans juega en la casa al caballo, y repetidas veces se
lanza sobre el y lo muerde. El juego esta al servicio de la fantasia de deseo: él es el caballo, él
muerde al padre; por lo demás, asi se identifica con el padre.

Epicrisis.
El primer rasgo imputable a la vida sexual en Hans es un interés particularmente vivo por su
hace pipi. Este interés lo convierte en investigador; así descubre que basándose en la presencia
o falta del hace pipi, uno puede distinguir lo vivo de lo inanimado. Una amenaza de la madre
sobrevin porque él gustaba de procurarse sentimientos placenteros tocándose ese miembro, el
pequeño ha iniciado el quehacer sexual autoerotico mas normal. El placer en el miembro sexual
propio se enlza con el placer de ver, en sus plasmaciones activa y pasiva.
Hans ha observado que los animales grandes tienen un hace pipi tanto mas grande que el suyo;
por eso conjetura igual proporción también al de sus progenitores, y luego se apresta el
consuelo de que el hace pipi crecerá con el, es como si el deseo del niño de ser grande se volcara
sobre el genital. Por tanto, en Hans, la zona genital es la teñida desde el principio con el placer
mas intenso. Ademas de esta, se atestigua en el solo el placer excrementicio, anudado a los
orificios de descarga e la horina y las heces. Si en su ultima fantasia de dicha, con la cual queda
superada su condición de enfermo, tiene unos hijos a quiees lleva al inodoro, los hace hacer pipi
y les limpia el trasero, parece irrefutable suponer que durante su propia crianza estos mismos
desempeños fueron para el una fuente de la sensación de placer. A este placer de zonas
erógenas lo adquirió con asistencia de la persona que lo cuidaba, la madre, y eso conduce ya a
la elección de objeto.
El es realmente u pequeño Edipo que querria tener a su padre fuera, eliminado, para poder
estar sólo con su bella madre.
Para el desarrollo psicosexual de nuestro joven revistió la máximo scion el nacimiento de una
hnita. En la neurosis, la hostilidad ya sofcada es subrogada por una angustia particular: la
angustia a la bañera, que es el deseo de muerte de la hna. En su fantasia triunfante del final,
esta casado con su bella mami y tiene innumerables hijos a quienes puede cuidar a su manera.
Hans exterioriza el miedo de que un caballo blanco lo morderá. Llamamos “fobia” a un estado
patológico como éste. Para fobias como esta, del tipo mas común, no considero inadecuada la
designación de histeria de angustia. Ella se justifica por el pleno acuerdo entre el mecanismo
psíquico de estas fobias y el de la histeria, salvo un punto, pero un punto decisivo y apto para

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establecer la separación: la libido desprendida del material patógeno en virtud de la represión
no es convertida, no es aplicada en una inervación corporal, sino que se libera como angustia.
Las histerias de angustia son las mas frecuentes entre las psiconeurosis, pero sobre todo son
las que aparecen mas temprano en la vida: son, directamente, las neurosis de la época infantil.
La histeria de angustia se desarrolla cada vz mas como una fobia, y al final, el enfermo puede
quedar liberado de angustia, pero solo a costa de unas inhibiciones y limitaciones a que se ha
visto forzado a someterse. En la histeria de angustia hay un trabajo psíquico, que es incesante
desde el comienzo de ella, para volver a ligar psíquicamente la angustia liberada. Pero este
trabajo no puede conseguir la reversión de la angustia a libido ni anudarse a los mismos
completos de los cuales proviene la libido. No le queda mas alternativa que bloquear cada una
de las ocasiones posibles para el desarrollo de angustia mediante unos parapetos psíquicos de
la índole de una precaucion, una inhibición, una prohibición; y son estas construcciones
protectoras las que se nos aparecen como fobias y constituyen para nuestra percepción la
esencia de la enfermedad. Es licito decir que el tratamiento de la histeria de angustia ha sido
hasta ahora puramente negativo.
Resumamos lo obtenido hasta aquí: tras la angustia primero exteriorizada, la de que el caballo
lo morderá, se ha descubierto e un plano mas hondo la angustia de que los caballos se
tumbarán, y ambos, el caballo que muerde y el que se cae, son el padre que habrá de castigarlo
por alimentar él tan malos deseos contra este. De la madre, entretanto, nos hemos apartado en
el análisis.
En este punto, de manera inesperada, Hans empieza a ocuparse del complejo de Lumpf, y a
mostrar asco ante cosas que le recuerdan la evacuación del intestino.
Hans presenta, como separada de toda mediación, una nueva fantasia: el mecanimo o
instalador ha destornillado la bañera dentro de la cual Hans se encuentra y luego le ha metido
en la panza su gran taladro. Esta es la refundición, desfigurada por la angustia, de una
fantasia de procreación.
Respecto a la hna, Hans admite el deseo de que la madre deje caer a la pequeña en el baño,
para que se muera. Abandona el tema del Lumpf y pasa al de la hnita. La propia Hanna es un
lumpf, todos los niños son lumpf, y son paridos como lumpf. Ahora comprendemos que todos los
carros mudanceros, diligencias y carros de carga sean solo carruajes de cesta de cigüeña, que le
interese solo como subrogaciones simbolicas de la gravidez, y que en el tumbarse los caballos
pesados no pueda ver sino un parto. Por tanto, el caballo que cae no era solo el padre que
muere, también la madre en el parto. Hans ha notado la gravidez e la madre que culmino con el
nacimiento de la pequeña. Los carros con carga pesada le representaban la gravidez e la madre,
y el tumbarse del caballo era como si uno tuviera un hijo.

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La llegada de su hna le aparejo muchas cosas que no lo dejaron tranquilo. En primer lugar, una
sepaacion temporaria de la madre, y luego, una disminución duradera de sus cuidados y
atención. En segundo lugar, una reanimación de sus vivencias placenteras con la crianza. De
ambos influjos empezó un acrecentamiento de su necesidad erotica, que sufria una falta de
satisfacción. De la perdida que la hna le había acarreado, le sugio la fantasia de que el mismo
había tenido hijos, y mientras en Gmuden pudo jugar realmente con estos nenes su ternura
hallo una derivacion suficiente. Pero con el regreso a Viena quedo de nuevo solo, sujeto todas
sus demandas a la madre y sufrió una privación: fue desterrado del dormitorio de sus padres
En tercer lugar, el nacimiento de la hna le planteo el gran enigma: saber de donde vinen los
hijos. Infirio que Hanna había estado en el vientre de la madre y salió como un lumpf. Por
anudamiento con sus tempranas sensaciones de placer raíz de a deposición de las heces, pudo
representarse placentero ese parto, y entonces, pudo desear tener hijos él mismo a fin de
parirlos con placer y luego cuidarlos. Hans sabia que su papa tenia que ver algo con el
nacimiento de su hna: pues a ambos los llamaba hijos.
¿en virtud de que influjo sobrevino la angustia, la represión?. Hasta que no venga en nuestro
auxilio una experiencia ulterior, considero materia discutible que el movimiento lo iniciara la
incapacidad intelectual del niño para solucionar el difícil problema de la concepción de los hijos
y para aplicar los impulsos agresivos desprendidos por el acercamiento a esa solución, o que el
vuelco lo produjera una incapcidad somatica, una intolerancia consittucional a la satisfacción
masturbatoria ejercida de manera regular a causa de la mera persistencia de la excitación
sexual con una intensidad tan alta. La neurosis se anudo directamente a la vivencia accidental
del caballo que se tumbó y conservo su huella en la entronización del caballo como objeto de
angustia.
En Hans, unas mociones que habían sido sofocadas ya antes y nunca pudieron xteriorizarse
desinhibidas: sentimientos de hostilidad y celos hacia el padre e impulsiones sadicas hacia la
madre, productos de unas vislumbres del coito. En estas sofocaciones tempranas acaso se situe
la predisposición a contraer mas tarde la enfermedad. Estas inclinaciones agresivas no hallan
en Hans ninguna salida, y tan pronto como, en una época de privación y de acrecentada
excitación sexual, quieren brotar reforzadas, se enciende aquella lucha que llamamos fobia.

FREUD (1915) – “LA REPRESIÓN”

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Una moción pulsional puede chocar con resistencias que quieran hacerla inoperante. Al ser una
pulsión, la huída es inoperante porque no puede escapar de sí mismo. Una etapa previa al
juicio es la represión, algo intermedio entre la huida y el juicio adverso. Es uno de los destinos
de la pulsión. Es posibilitado porque el logro de la meta pulsional depare displacer en lugar de
placer. Pero las pulsiones siempre deparan placer. La satisfacción que sería placentera,
entraría en conflicto o sería inconciliable con otras exigencias y designios. Sería placer para un
sistema y displacer para otro. La condición para la represión es que el motivo de displacer cobre
un poder mayor que el placer de la satisfacción. La represión no es un mecanismo de defensa
presente desde el origen; no puede engendrarse antes que se haya establecido una separación
entre actividad CC e ICC del alma, y su esencia consiste en rechazar algo de la CC y
mantenerlo alejado de ella.
Hay una represión primordial que consiste en que la representación del representante de la
pulsión 1 se le deniega la admisión en lo CC. Se establece una fijación, el representante queda
inmutable y la pulsión sigue ligada a él. La segunda etapa es la represión propiamente dicha,
que recae sobre los retoños psíquicos de la representación del representante de la pulsión
reprimida o pensamientos que han entrado en asociación con él. Tales representaciones
experimental el mismo destino que lo reprimido primordial. La represión secundaria es un
esfuerzo de desalojo post-represión. La represión no impide al representante de la pulsión
seguir existiendo en lo ICC y producir retoños, anudar conexiones etc. La represión sólo
perturba el vínculo con lo conciente. Si los retoños de lo reprimido primordial se ha alejado lo
suficiente de éste, sea por las desfiguraciones o por el número de eslabones intermedios, tiene
libre el acceso a lo CC. Las ocurrencias que el análisis hace surgir son una traducción conciente
de la representación del representante reprimida. Los síntomas son retoños de lo reprimido que
se han procurado el acceso a la CC mediante esta formación distanciado de lo primordial. Cada
uno de los retoños puede tener su destino particular.
La represión es móvil; exige un gasto de fuerza constante, que si cesara peligraría su resultado.
Lo reprimido ejerce una presión continua en dirección a lo CC, a raíz de lo cual el equilibrio
tiene que mantenerse por medio de una contrapresión.

La moción pulsional puede estar inactiva (escasamente investida con energía psíquica), o
investida en grados variables y activa. Su activación pondrá en movimiento los rodeos para
acceder a la CC. Los retoños representantes de una energía baja generalmente no son
reprimidos, aunque su contenido sea idóneo para presentar un conflicto psíquico, ya que el
factor cuantitativo es el decisivo. Tan pronto esa representación se refuerce, el conflicto deviene

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actual y la activación lo lleva a la represión. Un aumento de la investidura enérgica actúa en el
mismo sentido que el acercamiento respecto de lo ICC y la disminución del distanciamiento o la
desfiguración.

La representación del representante de la pulsión es un grupo de representaciones investidas


desde la pulsión con un monto de energía psíquica o libido. Junto a la representación,
interviene algo que puede experimentar un destino diferente: el monto de afecto. Corresponde a
la pulsión en la medida que se ha desasido de la representación y ha encontrado una expresión
proporcionada a su cantidad en afectos. La represión tiene un destino para la representación y
otro para la energía pulsional que adhiere a ésta.
El destino general de la representación es desaparecer de la CC o seguir coartada si nunca
devino conciente; el factor cuantitativo tiene tres destinos posibles: sofocación completa; salir a
la luz como un afecto coloreado cualitativamente; o mudarse en angustia. Como la represión
tenía el propósito de evitar el displacer; si no ha logrado impedir la producción de angustia
entonces el proceso represivo ha fracasado.
Una represión crea una formación sustitutiva de representante: el síntoma. Éste es un indicio
de un retorno de lo reprimido, y debe su génesis a un proceso diverso de la represión, pero que
convergen. Existen diversos mecanismos de formación sustitutiva; los mecanismos de la
represión tienen en común la sustracción de investidura enérgica (libido).
En la fobia la representación fue sustituida vía desplazamiento por otro objeto, y el monto de
afecto se ha transpuesto en angustia. En la histeria de conversión el monto de afecto se ha
hecho desaparecer completamente, o bien una dosis de sensaciones se anuda a los síntomas y se
produce algún desprendimiento de angustia. El contenido produce como formación sustitutiva
una inervación hiperintensa somática ya sea como inhibición o excitación sensorial o motriz. El
lugar se revela como una porción de la representación que ha atraído hacia sí, por
condensación, la investidura. La neurosis obsesiva produce una formación sustitutiva en la
alteración del yo como escrúpulos de conciencia extremos. La representación se muda en algo
indiferente y conciente, y el modo de afecto en la mayor parte de los casos aparece en angustia,
de la cual se huye como en el caso de la fobia.

FREUD. LO INCONSCIENTE.
Tópica y dinámica de la represión.
La represión es, en lo esencial, un proceso que se cumple sobre representaciones en la frontera
de los sistemas icc y pcc. Ha de tratarse de una sustracción de investidura: se le sustrae a la
representación la investidura (pre)conciente que pertenece al sistema pcc. La R queda entonces
desinvestida, o recibe investidura del icc, o conserva la investidura icc que ya tenía. Por tanto,

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hay sustracción de la investidura pcc, conservcon de la investidura icc o sustitución de la
investidura pcc por una icc.
El paso desde el sistema icc a uno contiguo, no acontece mediante una transcripción nueva,
sino mediante un cambio de estado, una mudanza en la investidura. El supuesta fundacional
ha arrojado aquí del campo, con poco esfuerzo, al supuesto tópico.
Empero, no se advierte la razón por la cual la R que sigue investida o que es provista de
investidura desde lo icc no haría intentos renovados por penetrar en el sistema pcc, valida de
su investidura. En tal caso, la sustracción de libido tendría que repetirse en ella y ese juego
idéntico se proseguiría interminablemente, pero el resultado no seria la represión. De igual
modo, el aludido mecanismo de sustracción de una investidura pcc no funcionaria cuando
estuviera en juego la figuración de la represión primordial; es que en ese caos este presente una
R icc que aun no ha recibido investidura alguna del pcc y ,por tanto, ella no puede serle
sustraída.
Aquí necesitamos de otro proceso, que en el primer caso (el del esfuerzo de dar caza) matenga la
represion, y en el segundo (el de la represión primordial) cuide de su producción y de su
permanencia y solo podemos hallarlo en el supuesto de una contrainvestidura mediante la cual
el sistema pcc se protege contra el asedio de la representación icc. Una contrainvestidura
representa el cargo permanente de energía de una represión primordial, pero es también lo que
garantiza su permanencia. La represión propiamente dicha (el esfuerzo de dar caza) se suma a
la sustracción de la investidura pcc. Y es muy posible q la investidura sustraída de la
representación se aplique a la contrainvestidura.

FREUD – “CONFERENCIA Nº 17: EL SENTIDO DE LOS SÍNTOMAS”

El psicoanálisis ha sido el primero en demostrar que el síntoma es rico en sentido. Esto fue
descubierto por Josef Breuer, mediante el estudio de un caso de histeria. La neurosis obsesiva
no es tan popular como la histeria, se porta más como asunto privado del enfermo, renuncia a
manifestarse en el cuerpo y crea todos sus síntomas en el alma. Sin embargo, se ha hecho más
transparente que la histeria.

La neurosis obsesiva se exterioriza: los enfermos son ocupados por pensamientos que no les
interesan, sienten impulsos extraños, y son movidos a realizar acciones que no les depara
contento alguno, pero le es imposible omitirlas. Se ve así forzado contra su voluntad. Los
impulsos que siente tienen el más espantable contenido, y se protege de ejecutarlos mediante
prohibiciones. Jamás llegan a ejecutarse, el resultado es siempre el triunfo de la huida. Lo que

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en realidad ejecuta son las acciones obsesivas, que son cosas ínfimas, repeticiones,
ceremoniales. El enfermo puede desplazar la obsesión pero no suprimirla. Junto a la obsesión
de contenido positivo y negativo se hace valer en el campo intelectual la duda. El todo
desemboca en una creciente indecisión, en una falta de energía y una restricción de la libertad.

La psiquiatría da nombres a las diversas obsesiones, y fuera de eso no dice otra cosa. Insisten
en que los portadores de tales síntomas son degenerados. Por el psicoanálisis se considera que
es posible eliminar los síntomas obsesivos. Un ejemplo:

Una dama 30 años corre de una habitación a la siguiente, se para frente a la mesa. Llama a la
mucama para darle un encargo trivial. Había una gran mancha en el mantel, que ubicaba de
tal manera como para que la mucama la viera. De nuevo corría hacia la habitación primera.
Sucede que hace más de 10 años se había casado con un hombre mucho mayor que ella. En la
noche de bodas resultó impotente. Esa noche el corrió de una habitación a otra. A la mañana
dijo “es como para que uno tenga que avergonzarse frente a la mucama” y tiró un frasco de
tinta roja en la sábana. La paciente se identifica con su marido, sustituye la cama por la mesa y
la sábana por el mantel. Mesa y cama juntas, significan matrimonio. La mujer no sólo repitió la
escena sino que la corrigió, y así corrigió también la impotencia. Figura el deseo como cumplido
(que el marido no era impotente).

Así se puede demostrar que los síntomas neuróticos poseen un sentido, lo mismo que las
operaciones fallidas y los sueños. Una dificultad, es que el sentido del síntoma reside en un
vínculo con el vivenciar del enfermo. Para una idea sin sentido y una acción carente de fin, se
plantea la tarea de descubrir aquella situación del pasado en que la idea sí estaba justificada.
Todos los enfermos obsesivos tienen la inclinación a repetir, estos se llaman síntomas típicos.
La histeria también tiene una serie de síntomas que podrían llamarse típicos.

Podemos esclarecer el sentido de los síntomas neuróticos individuales por su referencia al


vivenciar, pero nuestro arte nos deja en la estacada respecto de los síntomas típicos. Es difícil
suponer una diversidad fundamental entre una y otra clase de síntomas. Si los individuales
dependen del vivenciar del enfermo, para los típicos queda la posibilidad de que se remonten a
un vivenciar típico en sí mismo, común a todos los hombres. En la doctrina del sueño se
tropieza con una dificultad semejante. El contenido manifiesto de los sueños es variado y
diferente según los individuos, pero junto a eso hay sueños llamados típicos (caer, volar, estar
desnudo).

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FREUD – “PSICOLOGÍA DE LAS MASAS Y ANÁLISIS DEL YO”

Capítulo 7. LA IDENTIFICACIÓN
El psicoanálisis reconoce a la identificación como la más temprana exteriorización de una
ligazón afectiva con otra persona, y desempeña un papel en la prehistoria del Complejo de
Edipo. El varón manifiesta interés hacia su padre, lo toma como ideal. Contemporáneamente a
esta identificación con el padre, el varón emprende una investidura de objeto de la madre.
Muestra así dos lazos: con la madre una investidura sexual de objeto, con el padre una
identificación. Ambos coexisten un tiempo sin influirse, pero la vida anímica avanza y en
consecuencia ambos lazos confluyen, y por esto nace el Complejo de Edipo normal. El pequeño
nota que el padre le significa un estorbo junto a la madre, entonces su identificación con él
toma una tonalidad hostil. Desde el comienzo la identificación es ambivalente.
Más tarde puede ocurrir que el complejo experimente una inversión, que se tome por objeto al
padre en una actitud femenina. La diferencia entre una identificación de este tipo con el padre
y una elección de objeto que recaiga sobre él es que en la primera el padre es lo que uno querría
ser, en el segundo caso, es lo que uno querría tener.

Hay que dilucidar la identificación en el caso de una formación neurótica de síntoma.


Supongamos que una niña reciba el mismo síntoma de sufrimiento de su madre. Ello puede
ocurrir por diversas vías. La identificación puede ser la misma que la del complejo de Edipo, y
el síntoma expresa el amor de objeto por el padre; realiza la sustitución de la madre bajo el
influjo de la CC de culpa. “Has querido ser tu madre, ahora lo eres al menos en su sufrimiento”.
O bien el síntoma puede ser el mismo que el de la persona amada (Dora por ejemplo que
imitaba la tos de su padre), en tal caso, la identificación reemplaza a la elección de objeto.
Sucede a menudo que la elección de objeto vuelva a la identificación, o sea, que el yo tome sobre
sí las propiedades del objeto. En estas identificaciones el yo copia en un caso a la persona no
amada, y en el otro a la persona amada. En los dos la identificación es parcial, porque toma un
único rasgo de la persona objeto.

Un tercer caso de formación de síntoma, es en el cual la identificación prescinde por completo


de la relación de objeto con la persona copiada. El mecanismo es el de la identificación sobre la
base de poder o querer ponerse en la misma situación. Tal infección o imitación se establece
también en circunstancias en que se supone simpatía preexistente entre las dos personas. Uno
de los yo ha percibido en el otro una analogía en un punto; luego crea una identificación en ese
punto, ésta se desplaza al síntoma que el primer yo ha producido.

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Resumimos lo que hemos aprendido de estas tres fuentes. En primer lugar, la identificación es
la forma más originaria de ligazón afectiva con un objeto; en segundo lugar pasa a sustituir a
una ligazón libidinosa de objeto por vía regresiva; y en tercer lugar puede nacer a raíz de
cualquier comunidad que llegue a percibirse en una persona que no es objeto de las pulsiones
sexuales. La ligazón recíproca entre los individuos de la masa tiene la naturaleza de una
identificación de esa clase.

Nos encontramos con la identificación en algunos casos especiales. Por ejemplo.


La génesis de la homosexualidad masculina es: el joven ha estado fijado a su madre, en el
sentido del complejo de Edipo, durante un tiempo y con una intensidad inusualmente grandes.
Al completarse el proceso de la pubertad, llega el momento de permutar a la madre por otro
objeto sexual. El joven no abandona a su madre, sino que se identifica con ella, y ahora busca
objetos que puedan sustituir el yo de él.
En análisis de la melancolía, afección que cuenta con la pérdida real o afectiva del objeto
amado, proporciona un segundo ejemplo de esa introyección de objeto. Rasgo principal de esta
afección es la cruel denigración de sí, unida a una gran autocrítica y autorreproches. Estos
reproches en el fondo se aplican al objeto, y constituyen la venganza del yo sobre él. Estas
melancolías nos muestran al yo dividido en dos fragmentos, uno de los cuales arroja su furia
sobre el otro. Este otro es el alterado por introyección, que incluye el objeto perdido. El
fragmento que se comporta cruelmente incluye a la CC moral. Es el ideal del yo, y le atribuimos
las funciones de la observación de sí, la CC moral, la censura onírica, etc.

Capítulo 8. ENAMORAMIENTO E HIPNOSIS


En algunos casos, el enamoramiento no es más que una investidura de objeto de parte de las
pulsiones sexuales, con el fin de alcanzar la satisfacción sexual directa, lograda ésta, el amor de
extingue. Es lo que se llama amor sensual. La historia del desarrollo por el que atraviesa la
vida amorosa humana, agrega un segundo factor. En la primera fase, el niño había encontrado
un primer objeto de amor en uno de sus progenitores; en él se habían reunido todas sus
pulsiones sexuales que pedían satisfacción. La represión que después sobrevino obligó a
renunciar a la mayoría de estas metas sexuales infantiles y dejó como secuela una modificación
de las relaciones con los padres. El niño permaneció ligado a ellos, pero con pulsiones de meta
inhibida. Los sentimientos que de en adelante alberga se llaman tiernos. Las anteriores
aspiraciones sensuales se conservan en el ICC.

Con la pubertad se inician nuevas aspiraciones, dirigidas a metas sexuales. En el marco del
enamoramiento, llama la atención el fenómeno de la sobreestimación sexual: el hecho de que el

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objeto amado goza de cierta exención de la crítica, sus cualidades son más estimadas que en
otras personas, etc. a raíz de una represión de las aspiraciones sensuales se produce este
espejismo: se ama sensualmente al objeto sólo en virtud de sus excelencias anímicas; y lo cierto
es que ocurre lo contrario, únicamente la complacencia sensual pudo conferir al objeto tales
excelencias. El afán que aquí falsea al juicio es el de la idealización. El objeto es tratado como el
yo propio, y por tanto en el enamoramiento afluye al objeto una medida mayor de libido
narcisista. En muchas formas salta a la vista que el objeto sirve para sustituir un ideal del yo
propio, no alcanzado. En el entusiasmo amoroso, el yo resigna cada vez más todo reclamo, se
vuelve más modesto, a la par que el objeto se hace más grandioso. El objeto, ha devorado al yo.

Esto ocurre con particular facilidad en el caso de un amor desdichado. Contemporáneamente a


esta entrega del yo al objeto, fallan por entero las funciones que recaen sobre el ideal del yo. La
CC moral no se aplica a nada de lo que acontece en favor del objeto; sucede que el objeto se ha
puesto en el lugar del ideal del yo.

Ahora es fácil describir la diferencia entre la identificación y el enamoramiento. En la primera


el yo se ha enriquecido con las propiedades del objeto. En el segundo, se ha empobrecido, se ha
entregado al objeto. En el enamoramiento extremo, el yo se ha introyectado el objeto. En el caso
de la identificación el objeto se ha perdido o ha sido resignado; después se lo vuelve a erigir en
el interior del yo, y el yo se altera parcialmente según el modelo del objeto perdido.
El trecho que separa el enamoramiento de la hipnosis no es muy grande. La misma sumisión
humillada, igual obediencia y falta de crítica hacia el hipnotizador como hacia el objeto amado.
El hipnotizador ha ocupado el lugar de ideal del yo. El vínculo hipnótico es una entrega
enamorada que excluye toda satisfacción sexual, mientras que en el enamoramiento esta
última se pospone sólo de manera temporaria. Podemos decir también que el vínculo hipnótico
es una formación de masa de dos.
Justamente las aspiraciones sexuales de meta inhibida son las que logran crear ligazones tan
duraderas entre los seres humanos. Esto se explica por el hecho de que no son susceptibles de
una satisfacción plena, mientras que las aspiraciones sexuales no inhibidas experimentan una
disminución toda vez que alcanzan su meta. El amor sensual está destinado a extinguirse en la
satisfacción, para perdurar tiene que ser mezclado con componentes tiernos.

Las elucidaciones anteriores nos han preparado para indicar la fórmula de la constitución
libidinosa de una masa. Una primaria es una multitud de individuos que han puesto un objeto,
uno y el mismo, en el lugar de su ideal del yo, a consecuencia de lo cual se han identificado
entre sí en su yo.

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FREUD (1925) – “INHIBICIÓN, SÍNTOMA Y ANGUSTIA”

Capítulo 3
La separación del yo respecto del ello parece justificada: determinadas constelaciones nos la
imponen. Pero, por otra parte, el yo es idéntico al ello, no es más que un sector diferenciado de
éste. Parecido es el nexo del yo con el superyó, en muchas ocasiones se nos confunden. En el
caso de la represión se vuelve decisivo el hecho de que el yo es justamente el sector organizado
del ello. Sería injustificado representarse al yo y al ello como dos cosas diferentes, en que el yo
procurara sofocar una parte del ello mediante la represión, y el resto del ello acudiera en
socorro de la parte atacada y midiera sus fuerzas con las del yo. El acto de la represión muestra
al mismo tiempo la fortaleza y la impotencia del yo, y el carácter no influible de la moción
pulsional singular del ello.

La lucha defensiva contra la moción pulsional desagradable se termina a veces mediante la


formación de síntoma. Pero por regla general, la trayectoria es otra: al primer acto de la
represión sigue un epílogo escénico prolongado, o que no se termina nunca; la lucha contra la
moción pulsional encuentra su continuación en la lucha contra el síntoma. Esta lucha nos
muestra dos rostros contradictorios. Por una parte, el yo es constreñido a emprender un intento
de reestablecimiento o de reconciliación. Su energía desexualizada revela su origen en su
aspiración a la unificación, y esta compulsión a la síntesis aumenta a medida que el yo se
desarrolla más vigoroso. Así se comprende que intente cancelar la amenidad y el aislamiento
del síntoma. En cuanto cumplimientos de una exigencia del superyó, tales síntomas participan
por principio del yo, mientras que por otra parte tienen la significativdad de unas posiciones de
lo reprimido. Son por así decir, estaciones fronterizas con investidura mezclada.
Puede ocurrir que la existencia del síntoma estorbe la capacidad de rendimiento, y así permita
apaciguar una demanda del superyó o rechazar una exigencia del mundo exterior. Así el
síntoma cobra un valor para la afirmación de sí, se fusiona cada vez más con el yo; quien se lo
ha procurado para gozar de sus ventajas.
Otras configuraciones del síntoma, las de la neurosis obsesiva y la paranoia, cobran un elevado
valor para el yo, porque le deparan una satisfacción narcisista de que estaba privado.

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Resulta lo que nos es familiar como ganancia (secundaria) de la enfermedad en el caso de la
neurosis. Viene en auxilio del afán del yo por incorporarse el síntoma. Estas ligazones actúan
en el bando de las resistencias, lo sabemos por el análisis.

Los dos procedimientos que el yo aplica contra el síntoma se encuentran en contradicción. La


perturbación parte del síntoma, que sigue escenificando su papel de sustituto y retoño de la
moción reprimida, cuya exigencia de satisfacción se renueva constriñendo al yo a dar en cada
caso la señal de displacer y ponerse a la defensiva.

Capítulo 5.
Son muchas las neurosis en las cuales no se presenta angustia. La histeria de conversión es
una. Las fobias se encuentran tan cercanas que se ha considerado situarlas en una misma serie
con éstas, y llamarlas “histeria de angustia”.

Los síntomas frecuentes de la histeria de conversión son procesos de investidura permanentes o


intermitentes. Mediante el análisis puede averiguarse el decurso excitatorio perturbado al cual
sustituyen. Ellos mismos participan de este último, y es como si toda la energía del decurso
excitatorio se hubiera concentrado en este fragmento. El dolor estuvo presente en la situación
en que sobrevino la represión; la parálisis motriz es la defensa frente a una acción que habría
debido ejecutarse en aquella situación pero fue inhibida.

La sensación de displacer que acompaña a la emergencia del síntoma varía. En los síntomas
permanentes desplazados a la motilidad casi siempre falta por completo; el yo se comporta
frente a ellos como si no tuviera participación alguna. En el caso de los síntomas intermitentes
referidos a la esfera sensorial, se registran sensaciones de displacer que pueden aumentar
hasta un nivel excesivo. El síntoma de dolor emerge con igual seguridad cuando ese lugar es
tocado desde afuera y cuando la situación patógena que ese lugar subroga es activada por vía
asociativa desde adentro, y el yo recurre a medidas precautorias para evitar el despertar del
síntoma por la percepción externa.

Los síntomas de la neurosis obsesiva son en general de dos clases. O bien son prohibiciones,
medidas precautorias, penitencias; o bien son satisfacciones sustitutivas. Cuando la
enfermedad se prolonga prevalecen las satisfacciones, que burlan toda defensa. Constituye un
triunfo de la formación de síntoma que se logre enlazar la prohibición con la satisfacción. En
casos extremos el enfermo logra que sus síntomas añadan a su significado originario, el de su

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opuesto directo. Puede suceder que el síntoma sea de dos tiempos, es decir, que a una primera
acción, le sigue una segunda que lo cancela.
En los síntomas obsesivos entonces, en primer lugar, se asiste a una lucha continuada entre lo
reprimido, que se va inclinando cada vez más en perjuicio de las fuerzas represoras, y en
segundo lugar, el yo y el superyó participan muy considerablemente en la formación del
síntoma.

La situación inicial de la neurosis obsesiva es la de la histeria. Parece tener un estrato de


síntomas histéricos formados muy temprano. Empero, la configuración ulterior es alterada por
un factor constitucional. La organización genital de la libido demuestra ser endeble y poco
resistente. Cuando el yo da comienzo a sus intentos defensivos, el primer éxito que se propone
es rechazar la organización genital (de la fase fálica) hacia el estadio anterior, el sádico anal.
Se busca la explicación de la regresión en una desmezcla de pulsiones. El forzamiento de la
regresión significa el primer éxito del yo en la lucha defensiva contra la exigencia de la libido.
Quizá en la N.O el complejo de castración es el motor de la defensa, y la defensa recae sobre las
aspiraciones del complejo de Edipo. El comienzo de la latencia se caracteriza por el
sepultamiento del complejo de Edipo, y con ello la creación del superyó y la erección de las
barreras éticas. En la N.O estos procesos rebasan la medida normal; a la destrucción del
complejo de Edipo se le agrega la degradación regresiva de la libido, el superyó se vuelve
particularmente severo y desamorado, y el yo desarrolla elevadas formaciones reactivas de la
CC moral, la compasión, etc.

Se puede admitir como un nuevo mecanismo de defensa, junto a la regresión y a la represión,


las formaciones reactivas que se producen dentro del yo del neurótico obsesivo y al que
discernimos como exageraciones de la formación normal del carácter. En la N.O se forma un
superyó severísimo.

En el periodo de latencia, la defensa contra la tentación onanista parece ser considerada la


tarea principal. Esta lucha produce síntomas, que se repiten de manera típica en diversas
personas, y presentan el carácter de un ceremonial. La pubertad introduce el corte tajante en el
desarrollo de la N.O. la organización genital se reinstala con gran fuerza. Por una parte,
vuelven a despertar las mociones agresivas iniciales, y por la otra, un sector de las nuevas
mociones libidinosas se ve precisado a marchar por las vías que prefiguró la regresión, y a
emerger en condición de propósitos agresivos. En la N.O el conflicto se reafirma en dos
direcciones: lo que defiende ha devenido más intolerante, y aquello de lo cual se defiende más
insoportable.

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La representación obsesiva desagradable deviene en general CC. Lo que ha irrumpido hasta la
CC es en realidad, sólo un sustituto desfigurado. Si la represión no ha roído el contenido de la
moción pulsional agresiva, ha eliminado en cambio el carácter afectivo que la acompañaba.
Ocurre que el afecto ahorrado sale a la luz en otro lugar. El superyó se comporta como si no se
hubiera producido represión alguna, y trata al yo de manera condigna a esa premisa. El yo
debe registrar un sentimiento de culpa. El yo no busca sustraerse de la crítica del superyó. De
hecho hay N.O sin ninguna CC de culpa. El yo se ahorra percibirla mediante una nueva serie
de síntomas. Tales síntomas significarán al mismo tiempo satisfacciones de mociones
pulsionales masoquistas, que también recibieron un refuerzo desde la regresión.

La tendencia de la N.O consiste en procurar cada vez mayor espacio para la satisfacción
sustitutiva a expensas de la denegación. Estos síntomas cobran más tarde el carácter de
satisfacciones. El resultado de este proceso es un yo extremadamente limitado, obligado a
buscar sus satisfacciones en los síntomas.

Capítulo 6
En el curso de las luchas pueden observarse dos actividades del yo en la formación del síntoma.
Éstas son el anular lo acontecido y el aislar. La primera tiene gran campo de aplicación,
mediante un simbolismo motor quiere hacer desaparecer, no las consecuencias de un suceso,
sino el suceso mismo. En la N.O nos encontramos con la anulación de lo acontecido sobre todo
en los síntomas de dos tiempos. La tendencia a anular se revela como una de las principales
fuerzas motrices de la formación de síntoma. La otra técnica es el aislamiento. Recae también
sobre la esfera motriz, y consiste en que, tras un suceso desagradable, se interpola una pausa
en la que no está permitido que acontezca nada, no se hace ninguna percepción ni se ejecuta
acción alguna. El efecto del aislamiento es el mismo que sobreviene a raíz de la represión con
amnesia. El aislamiento garantiza la suspensión del nexo en el pensamiento.

El neurótico obsesivo halla dificultad en obedecer a la regla psicoanalítica fundamental. Su yo


es más vigilante y son más tajantes los aislamientos. Tiene demasiadas cosas de las cuales
defenderse. Luego apoya esta compulsión a concentrarse y a aislar: mediante acciones mágicas
de aislamiento que se vuelven tan llamativas como los síntomas. El aislamiento es una
cancelación de la posibilidad de contacto (tabú del contacto), un recurso para sustraer a una
cosa del mundo, y cuando el neurótico aísla también una impresión mediante una pausa, nos
da a entender que no quiere dejar que los pensamientos referidos a ello entren en contacto
asociativo con otros.

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El punto de arranque tanto de las fobias, como de la histeria de conversión, como de la neurosis
obsesiva es la destrucción del complejo de Edipo, y en todas, el motor de la renuencia del yo es
la angustia de castración. Pero sólo en las fobias saldrá a la luz esa angustia.

SCHEJTMAN – “LAS FANTASÍAS PERVERSAS DE LOS NEURÓTICOS”


En esta oportunidad tenderemos un puente entre la neurosis y la perversión. Quizas pueda
considerarse una especie de zona intermedia, de interfase. En efecto, aunque Freud no llega a
aislar la perversión como estructura subjetiva, no se priva de resaltar el carácter perverso de
las fantasias en las neurosis y de las pulsiones que se satisfacen en los síntomas neuróticos.

Capítulo 1. FANTASÍA Y PULSIÓN EN EL SÍNTOMA NEURÓTICO

Del síntoma a la fantasía… perversa


Se recuerda que cuando Dora protesta en relación con su padre, acusándolo de querer
entregarla al sr.K, tose. Entonces, Freud interpreta que esa tos tenia alguna scion en relación
al padre. Freud decía que al menos uno de los significados del síntoma debe corresponder a
una fantasía sexual. La fantasía se liga, de este modo, al campo del sentido. Lo que permite
anticipar la noción lacaniana de fantasma que, no es otra cosa que un sentido fijo, del cual se
goza, y a partir del cual se interpreta y sostiene la realidad.
Así, el sentido del síntoma no se encuentra incialmente, sólo se agrega en un segundo tiempo, y
lo hace por la via de una soldadura, que le otorga al síntoma una intencionalidad, una utilidad,
de la que originariamente carece. Esta utilidad agregada es la ganancia secundaria de la
enfermedad.
Entonces, si las fantasias que revela la interpretación analítica están del lado del sentido del
síntomaa, tales fantasias se agregan, soldándose al hueso duro del síntoma, y constituyen la
solicitación somatica.
Retomemos la tos de Dora. Con su tos espasmódica, ella se representaba una situación de
satisfacción sexual entre 2 personas cuyo vinculo amoroso la ocupaba tan de continuo. Freud
interpreta que el impotente padre de Dora había resuelto sus inconvenientes ofreciéndose a la
fellatio (la succion del miembro viril). Lacan dirá que los hombres sin recursos no arreglan las
cosas de este modo, sino que el cunnilingus es el artificio mas comúnmente adoptado por los
señores con fortuna, a quienes empiezan a abandonarles sus fuerzas. Es decir que, en todo caso,
es el padre el que chupa en esa fantasia y que con el se identifica Dora en ese síntoma, lo que
podemos sintetizar diciendo que: allí donde el padre chupa, Dora tose.

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En Psicología de las masas, Freud hace con la tos de Dora un ejemplo de formación de síntoma
para el segundo tipo de identificación (identificación regresiva con un rasgo del objeto amado).
Pasemos además a indicar que esta fantasía es considerada por Freud, en cuanto su contenido,
como perversa. Él define las perversiones en esta época como conductas desviadas respecto de
la “norma”, tanto por el objeto como por el fin sexual. En Tres ensayos, organiza una
clasificación de las perversiones sexuales en dos grandes grupos (las que se desvían por su
objeto, como la homosexualidad; y las que se desvían por su meta, como el sadismo).
Dice Freud. “todos los psiconeuróticos son personas con inclinaciones perversas pero reprimidas
y devenidas ICC. Por eso sus fantasías ICC exhiben idéntico contenido que las acciones que se
han documentado en los perversos”. Las fuerzas impulsoras para la formación de síntomas
histéricos provienen, además de la sexual normal reprimida, de las mociones perversas ICC.

De la masturbación al síntoma
La dirección de un tratamiento psicoanalítico llevaría desde los síntomas hasta las fantasías de
las cuales preceden. Y luego, que devengan CC. Para explicar el mecanismo de la formación del
síntoma neurótico, Freud parte de la masturbación infantil, indicando que se componía en esa
época de dos fragmentos: por un lado la convocación de la fantasía, por otro, la operación de
autosatisfacción; unidos ambos por una soldadura. Se plantea entonces un primer tiempo en el
que se localiza una empresa autoerótica pura, aún sin referencia a la fantasía. Sólo en un
segundo tiempo esta pura autosatisfacción se suelda con la fantasía. Dice “más tarde, esa
acción se fusionó con una representación-deseo tomada del circulo de amor de objeto, y sirvió
para realizar la situación en que aquella fantasía culminaba”. La satisfacción anárquica de las
pulsiones parciales se fusiona con el campo de las representaciones.
Desde Lacan, tenemos que decir que no es lo mismo el goce situado en el nivel de la
satisfacción anarquica de las pulsiones parciales, que aquel que resulta del marco que provee
la fantasia. Uno cosa es la satisfacción pulsionar, y otra la satisfacción propia de una fantasía.
Pero el síntoma neurótico va a heredar ambas satisfacciones (la del autoerotismo y la de la
fantasía).

Luego hay un abandono de esta clase de satisfacción masturbatoria y fantaseada. Con esta
renuncia, la fantasía deviene ICC. Si no se introduce otra modalidad de la satisfacción sexual y
no se consigue sublimar su libido, está dada la condición para que la fantasía ICC se refresque,
prolifere, y se abra paso como síntoma patológico. Según Freud, el síntoma neurótico viene al
lugar de la masturbación abandonada.

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Chupetea-Dora
Intentemos aplicar la lectura de “las fantasias histéricas….” Al caso Dora.
Se ha dicho que la fantasía que se encuentra en Dora es la fantasía de fellatio. Pero, la fantasía
según “Las fantasías histericas y su relación con la bisexualidad”, se monta sobre una
satisfacción autoerótica, y se suelda a un goce pulsional autónomo. Freud indica que para Dora
había un hecho que proporcionaba en ella la precondición somática para la creación autónoma
de una fantasía que coincide con el obrar de los perversos. Esto es, que en su infancia había
sido una chupeteadora. La fantasía oral de Dora, estaría montada sobre esta precondición
somática (la autosatisfacción por el chupeteo). La intensa activación de esta zona erógena a
temprana edad es la condición para la posterior solicitación somática.
Estamos situando, con Freud, un orden de autosatisfacción, que corresponde al puro goce de la
pulsión oral, en un tiempo inicial que, como tal es lógicamente anterior a la soldadura con el
campo de la fantasía. Aquella escena temprana con el hno, en la que dora estaba sentada en el
suelo, en un rincón chupándose el pulgar de la mano izquierda, mientras que con la derecha
daba tironcitos al lóbulo de la oreja de su hno, que estaba ahí quieto, sentado, es ya una
elaboración psíquica, un marco –fantasmatico- para la pulsión oral, para la autosatisfacción por
el chupeteo.
En ella ya encontramos el goce pasando por el campo del Otro, relación con el Otro.
Ubicamos la autosatisfacción por el chupeteo como puro goce de la pulsión oral. En un segundo
tiempo, ese goce pulsional se enmarca en la escena fantaseada. Y esto puede destacarse tanto
en el nivel de aquella escena temprana con el hermano, como la fantasía oral de Dora respecto
de su padre. Y en la tos, confluyen las satisfacciones provenientes de ambas vertientes, por lo
cual no podría sostenerse que el goce autoerótico se elimina en términos absolutos cuando la
pulsión se enmarca en el fantasma. El fantasma no tendría otra función que transformar ese
goce pulsional en un goce limitado, ajustado al principio del placer. Pero en el nivel del síntoma
existe un resto de goce autoerótico, diferente del fantasmático. El goce autoerotico se deja
domestir por el fantasma… no todo.

El grafo: compromiso del fantasma y la pulsión en el síntoma


El grafo localiza la manera por el cual el fantasma interfiere en la formación del síntoma
neurótico. Es lo que se encuentra en el vector que va de $ ◊ α (fantasma) hacia s (A)
(significando del Otro), lugar donde se localiza el síntoma. En ese vector se sitúa la relación que
Freud propone entre el síntoma y la fantasía: la fantasía sosteniendo y expresándose en los
síntomas. Se puede entonces escribir en el nivel del síntoma
s (A) la tos de Dora, y en el del fantasma $ ◊ α tanto la escena con el hermano como la situación
fantaseada entre el padre y la señora K. En el lugar del significante de la falta del Otro, es

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donde freudianamente podríamos anotar el trauma. Lo traumático es el sin sentido del deseo
del Otro y el fantasma.
Sobre el síntoma se ejerce también una interferencia de lo pulsional. Lo que podemos escribir
en el grafo como el recorrido que va desde $ ◊ D (pulsión) hasta s (A) (localización del síntoma).

Lo perverso en la fantasía y en la pulsión


Freud considera como perverso tanto el fantasma (fantasía en términos freudianos) como la
pulsión. Ambas lo son pero no en el mismo sentido. La perversión de las fantasías se sitúa en
relación con el contenido de las mismas; en cambio, cuando se refiere a la perversión de la
pulsión lo acentuado es el carácter parcial de las mismas. Lo perverso está relacionado con el
objeto de la pulsión, que no puede ser nunca el adecuado, puesto que justamente, el objeto
adecuado es el que falta.

Capítulo 2: REENCUENTRO CON DORA. OTOÑO DE 1922

Dora con Félix Deutsch


Deutsch atenderá a Dora 20 años después que Freud. En esa época, ella debía estar en cama
debido a acentuados síntomas del síndrome de Meniere: vértigos, mareos, vómitos.
Especialmente en Dora se destacaba una tinitus (zumbidos), la disminución de la audición del
oído derecho, mareos e insomnio. El otorrinolaringólogo no encontró causa orgánica. Las
entrevistas se desarrollaron en el domicilio de Dora, ya que no podía moverse. La primera contó
con la presencia del marido y del otorrino. Su esposo abandonó el cuarto rápidamente luego de
escuchar sus quejas. El otorrino lo siguió poco después.

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Dora comenzó a describir los ruidos que sentía en su oído derecho y sus mareos. Se recordará a
partir de esto la neuralgia facial (explicada como un auto castigo de la bofetada al señor K en el
lago). Dora comenzó además con un discurso acerca de la indiferencia de su marido, y de lo
infortunada que había sido en su vida marital. También su único hijo había empezado a
descuidarla: había terminado hace poco el colegio, salía de noche, y “ella sospechaba que él
estaba interesado en mujeres”; si se ha leído Lacan se sabe que en realidad, la que está
interesada en mujeres, es ella misma. A partir de esto, ella lo esperaba escuchando.
Además dijo que su marido le fue infiel y que pensó en divorciarse, pero no podía decidirse.
Comenzo a quejarse de los hombres en general. Esto la llevo a su pasado, y Recordó con gran
sentimiento que siempre había estado cerca de su hermano. ¡sin duda!, tan cerca, ¡que no podía
soltarse de su oreja! Se ve bien que de él no se queja tanto.

A partir de allí, Dora y Deutsch quedan solos, y se produce un viraje en la entrevista. Dora
pregunta a Deutsch si conocía a Freud, él le pregunta a ella si lo conocía, y responde que ella
misma es el caso Dora. Que el analista haya leído Freud, facilitó la situación transferencial.
Manifiesta su preocupación por sus resfríos y dificultades respiratorias que atribuía a su
excesivo fumar. Es como si el psicoanálisis le hubiera pasado por encima sin dejar marca,
excepto “yo soy el caso Dora”.

La pulsión invocante
Dora discute la interpretación de Freud de sus dos sueños. Deutsch le comunica la relación de
su síndrome de Meniere . los síntomas auditivos de Dora, con su continuo escuchar el retorno
de su hijo. A partir de esto, Dora pide una segunda entrevista, y los síntomas auditivos en ese
segundo encuentro, desaparecen.
Los efectos de la interpretación apuntan al goce fantasmático que sostiene al síntoma, y lo
hace tocando el punto de identificación del sujeto en ese fantasma. A través del fantasma, la
posición del sujeto en relación con la pulsión se satisface en los síntomas. Deutsch toca entonces
el goce fantasmático en tanto los síntomas auditivos, como Freud lo había hecho antes con la
tos. Pero, aquí en los síntomas auditivos es otra la pulsión que está concernida: la invocante.
La dificultad respiratoria de Dora muestra nuevamente la identificación con el padre. Tanto en
la tos como en los síntomas de Meniere, como en la disnea, el fantasma le reserva a Dora una
identificación viril, la que le permite a ella sostener una relación con otra mujer, y entonces, su
pregunta histérica.
A nivel de la tos, encontramos a Dora identificada con el padre impotente que chupa, y así ella,
en esa posición, puede preguntarse por femineidad en su relación con la sra K…pero tosiendo;
con los síntomas auditivos, y continuo escuchar para oír el regreso de su hijo, la hallamos

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identificada con éste para tomar su lugar en el encuentro con las mujeres. En relación con la
disnea y el espiar con las orejas, podemos decir que la madre Dora, parece ser silenciosa,
mientras que el que hace ruido y jadea es el padre. De nuevo, identificación con él. En todos los
casos el fantasma perverso le proporciona a la histérica un lugar de identificación que le
permite una respuesta a la pregunta por la mujer.

En aquella escena temprana con el hermano entonces, habría que incluir la vertiente ligada a
la pulsión invocante. No es solamente la pulsión oral la que está comprometida en esta escena.
La evidente prevalencia de la pulsión oral y la pulsión inocente no implica que no existan las
otras, pero, es interesante destacar como esta preponderancia es compatible con el modo en que
Lacan aborda en su Seminario 10- la angustia- a la histeria. Alli la presenta del lado de la
prevalencia de estas dos pulsiones, en oposición a la NO donde prevalecen la pulsión anal y la
escópica.
(dibujo grafo pag 33)

SCHEJTMAN – “LA HISTERIA Y OTRO GOCE”

Capítulo 1. FREUD, LA FEMINEIDAD EN LA HORMA FÁLICA


Se recordara a Tiresias, quien develo a Edipo que había matado a su padre y se había casado
con su madre. Nos referiremos a el y a lo que el mito afirma sobre los avatares que sufrió su
identidad sexual.

Del lado del niño: complejo de Edipo y complejo de castración


Hay cierto momento en Freud en el cual modifica su idea respecto del complejo de Edipo,
entendido en un momento como igual en ambos sexos. Hay una serie de textos posteriores a
1923 en los que se advierte que comienza a subrayar una disimetría fundamental. Por un lado,
respecto del varón, se destaca el carácter completo del Edipo, agregando el Edipo positivo
(identificación con el padre) y el Edipo negativo (desde el lugar de la madre, espera satisfacción
sexual del padre).
Tenemos así el esquema del Edipo completo para el niño:

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(dibujo pág 39)

Aquí, la punta de la flecha señala el objeto de amor, y el círculo, el lugar de la identificación.


Identificacion, en este caso, con un rasgo del objeto odiado, rival, para abordar al objeto amado.
Digamos, además, que para el varón, es el complejo de castración lo que pone fin al Edipo
completo. Para que este sepultamiento acontezca, es necesario que se pongan en relación dos
tiempos: el de la visión y el de la amenaza.

Hay un primer momento en el que el niño no cree lo que sus ojos ven, que la niña está
desprovista de pene. El infantil sujeto supone que ella lo tiene chiquito, que ya le va a crecer.
Al sobrevenir la amenaza de castración, comienza a darle crédito a esto: “a ella se lo habrían
cortado”.
El camino también puede ser inverso: que el niño no de crédito a la amenaza, y que sea la
visión de los genitales femeninos lo que acabe con sus dudas y lo conduzca a la posibilidad
efectiva de la castración.

Lo importante es subrayar un movimiento retroactivo. Freud en “El sepultamiento del complejo


de Edipo”, anota: “la aceptación de la posibilidad de la castración, la intelección de la mujer
castrada, puso fin a las dos posibilidades de satisfacción derivadas del complejo de Edipo” . Así,
por temor a la castración, se descatectizan los objetos incestuosos, y las investiduras resignadas
se sustituyen por una identificación, que es la que da lugar al superyó. Se trata de una
identificación regresiva con un rasgo del objeto amado. En ella, la catexia libidinal “regresa” al
yo y deja en él una impronta: regresión desde la elección de objeto hasta la identificación. Freud
advierte que no debería haber allí solamente una represión, sino una destrucción y cancelación.
De no lograrse, este subsistirá en el ICC y más adelante desplegará su efecto patógeno.
(cuadrito pagina 42)

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Del lado de la niña: complejo de castración y complejo de Edipo
Al igual que en el varón, para la niña, el primer objeto de amor es la madre. Respecto de esta
fase, se destaca una característica masculina: en función del predominio del clítoris como zona
directiva, la actividad y presencia de la masturbación. La niña pequeña es como un pequeño
varón. Es el encuentro con la castración lo que le pone un tope a este primer tramo de ligazón
con la madre. La castración entonces posibilita la salida de la fase “masculina”. Al enfrentarse
con la castración, dice Freud “nota la diferencia, se siente gravemente perjudicada y cae presa
de la envidia del pene”. Es por la vía de la envidia del pene que la trayectoria del barco
femenino desemboca en las aguas calmas del Edipo positivo, en el que la niña buscará aquello
que le falta, en quien supone que lo tiene: el padre. La castración de la madre es su propia
castración, esto la hace apartarse de ella.
En este pasaje, el clítoris pierde su condición de zona rectora y se abandona la masturbación,
prevaleciendo la pasividad. Se han producido entonces tres pasajes: de la madre al padre, del
clítoris a la vagina, y de la actividad a la pasividad. Ahora la libido de la niña resigna el deseo
del pene para reemplazarlo por el deseo de un hijo, y toma al padre como objeto de amor. La
madre pasa a ser objeto de celos.

(cuadrito pag 45)

Las tres orientaciones


Ahora bien, el Edipo positivo, esta orientación hacia el padre, constituye solo uno de los
caminos posibles: aquel que, para Freud conduce a la posición femenina normal. Pero son tres
los caminos que pueden abrirse para la mujer luego del complejo de castración. Freud los
describe en “La femineidad”: “una lleva a la inhibición sexual o a la neurosis, la otra a la

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alteración del carácter en el sentido de un complejo de masculinidad, y la tercera, a la
femineidad normal”. Las tres formas pueden ser abordadas como “formas neuróticas de la
femineidad”.

- La primera forma lleva al universal extrañamiento respecto de la sexualidad. La mujercita


aterrorizada por la comparación con el varon, queda descontenta con su clítoris, renuncia a su
quehacer fálico y con él, a la sexualidad en general.
- La segunda se refiere al complejo de masculinidad, que retiene la masculinidad amenazada,
la esperanza de tener pene, y esto persiste hasta épocas muy tardías; y es elevada a la
condición de fin vital. La fantasía de pasar a ser un varón puede terminar también en una
elección homosexual de objeto. Si no logra superar pronto el complejo de masculinidad, puede
deparar grandes dificultades: la esperanza de tener un pene puede convertirse en motivo de
extrañas acciones, o bien, una desmentida que llevaría a una psicosis. Distinguimos aquí la
“esperanza de recibir algúna vez, a pesar de todo, un pene” del lado de la envidi del pene, de la
convicción de que “empero, se posee un pene”, del lado del complejo de masculinidad. La primer
posición permite la ecuación pene=hijo. Efectivamente, si el deseo del hijo- sustituto del deseo
fálico- se situa en el exacto lugar del reconocimiento de la castración, la convicción de que
empero se posee un pene propia del complejo de masculinidad taponaría, en alguna medida, el
lugar de la falta necesario para sostener ese deseo. Esto no impide que una mujer en esta
posición devenga madre, pero el deseo el hijo, supone algo más que el hecho de devenir madre.
- La tercera orientación es la designada como normal. El deseo con que la niña se vuelve hacia
el padre, es el deseo del pene que la madre le ha denegado. Pero la situación femenina sólo se
establece cuando este deseo se sustituye por el del hijo. Con esta transferencia, la niña ha
ingresado en el Complejo de Edipo.

En el caso de la niña, el Edipo no tendrá un corte abrupto, sino que se irá reconstruyendo
lentamente de manera incompleta. El superyó será producto de una identificación regresiva
que lo constituye por la vía de la descatectización, y el retorno al yo, de la carga que investía los
objetos incestuosos del Edipo.

La femineidad “norme-male”
“El antiguo deseo masculino de poseer pene sigue trasluciéndose a través de la femineidad
consumada”. Tras el deseo del hijo, sobrevive el deseo del pene. Las tres orientaciones suponen
una orientación fálica como sostén: las tres se soportan de la envidia del pene- se proponen
como salidas de esa posición, pero en realidad, ninguna la aniquila por completo. Respecto del
deseo materno, tercera orientación, Freud dice que el deseo fálico es el que le da su soporte. La

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femineidad normal, según Freud, es femineidad norme-male, sería “norma-macho”. Lo
femenino se normaliza en el deseo fálico, dejándose encauzar por la carretera principal.
Las tres orientaciones nos parecen reguladas por la misma razón: el falo. Podemos abordarlas
como modos de goce: encuentran su razón en el falo, incluyéndose en el terreno del goce fálico.
Existe un goce de la abstinencia para el retiro de la sexualidad; en el nivel del complejo de
masculinidad, no es la falta de lo que se goza, sino del fantasma de que se lo tiene; y hay, en la
maternidad, un goce propio de la misma.

Capítulo 2. LACAN, EL OTRO GOCE

No-toda en el goce fálico


Hay dos goces: el fálico y el Otro. Son de estructura, diferentes. Hay un esfuerzo de Lacan por
escribir el distingo entre estos dos goces. Si hay un goce que se regula por la ley del padre (el
fálico), hay además un goce propiamente femenino que resiste al encuadramiento que proviene
de la ley. De esta manera, si puede considerarse al complejo de Edipo como la maquinaria que
regula el goce, falicizándolo, puede decirse que una mujer es “no-toda” tomada por aquel. Para
ella no-todo el goce se deja atrapar por las redes del Edipo. Resta entonces, Otro goce. Allí
donde la mujer no resuelve su CdE, no-toda es tomada por éste.
Se puede retomar el final freudiano del Edipo en la mujer. Falta el motor de su sepultamiento
(la angustia de castración en el caso del varón). Allí donde la mujer no disuelve su complejo de
Edipo, según Freud, no-toda es tomada por este. Solo con el sepultamiento el goce se inscribe
“todo” del lado del falo. Freud propone que es preciso que el Edipo se disuelva para que la ley
del padre se incorpore. Por eso entonces se entiende que, del lado femenino, se sufre
“menoscabo de la formación del superyó”. Es la faz paterna del superyó, la cara reguladora, la
que sufre este menoscabo en la mujer.

Del “lado hombre”: el universal de la castración y la excepción


Del lado hombre, Lacan escribe Ax, Фx, que se lee: “para todo x, Ф de x”. O sea, para todo
individuo que se ubique de este lado, del lado hombre, se afirma la función fálica como
universal. Para que este universal se sostenga es necesario postular al menos un individuo
para el que no se cumpla. Sustrayéndose al menos uno se constituye el límite que vuelve
posible el “para todos” de la castración. Este “al menos uno que no” Lacan lo encuentra leyendo
a Freud: se trata del padre primordial, de la horda primitiva. Agente de la castración, quien al
sustraerse de la misma, soporta, haciendo de límite.

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Se ve entonces que “el lado hombre” y “el lado mujer” no coinciden con lo que la biología nos
dice del sexo. Puede suceder que haya mujeres que elijan posicionarse del lado del hombre, si
así les place.
Ahora bien, tratándose de mujeres que se ubican del lado hombre, del lado del para-todo, del
lado del goce fálico, de ese mismo lado nos quedarían entonces las 3 orientaciones que Freud
estableció como salidas posibles para una mujer: el retiro de la sexualidad, el complejo de
masculinidad, y la feminidad normal. Recuerdese que las definimos como formas de goce fálico:
feminidad norma male, feminidad norma macho.

La perversión polimorfa del macho


Dice Lacan: “el hombre es quien aborda a la mujer; sin embargo solo aborda la causa de su
deseo, que designé con el objeto α”. Entonces, si no hay La mujer, ¿con quién se aparea el
hombre? La respuesta lacaniana es: con el objeto α. Viene al lugar de la relación sexual que no
hay, ya que no hay La mujer. Este emparejarse con la causa de su deseo, en el lugar de la
relación sexual que no hay, Lacan lo escribe como el fantasma: $ ◊ α. Así decimos que el sujeto
($) cree abordar a la mujer, pero en verdad, solo aborda el objeto (α) de su fantasma. El
fantasma suple la ausencia de la relación sexual. El modo hombre de abordar lo hetero
femenino se reduce a eso: conducir a una mujer a la posición de objeto en su fantasma. ¿No se
quejan, muy justamente, alunas mujeres de esta degradación a la que serian sometidas?

“La perversión polimorfa del macho”, se refiere a la estructura perversa del fantasma. Pero es
ésta la que determina aquello que Freud llamó “condición de amor” y es que si no hay La mujer,
¿qué es lo que determina lo que Freud llamó elección de objeto, que a un hombre no le de lo
mismo aparearse con ésta o con aquella? Es cierta fijación a un rasgo de perversión, una
condición de goce anudada al fantasma. Una relación fija del sujeto con un objeto ( $ ◊ α ) es lo
que determina la elección amorosa.
Si Freud hablo de una condición de amor, Lacan revela que es en realidad una “condición de
goce” la que direcciona las elecciones amorosas del lado del hombre, y este goce esta
perversamente orientado.
Si no hay relación sexual, el fantasma, una versión del padre (pere-version) regula,
normativiza, encauza para el sujeto “las” relaciones sexuales, estas que sí son posibles. Pero
hete aquí que el sujeto ya no lo hace con La mujer, que no hay, sino con el objeto α de su
fantasma, al que tal vez alguna mujer pudo avenirse.

También la histérica aborda “lo Otro” -que es una mujer- del “modo hombre”. Es decir, por la
vía del fantasma: lo que constituye también en su caso, un rasgo de “père-version”. De este

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modo se señala que es por una mediatización fantasmática que Dora puede abordar el
mhisterio de la femineidad en la señora K. Este fantasma sostiene una versión específica del
padre, una pere version: su impotencia, y la degradación del Otro femenino, encarnado en este
caso por la señora K, al lugar de un “objeto a ser chupado”. Modo hombre también en Dora:
intento de reducir a la otra al objeto α en la escena del fantasma.

Goce fálico
Con el razonamiento de Aquiles y la tortuga, podemos ver que siempre queda un resto en la
carrera que se vuelve interminable, es ese resto que funciona como un motor. Ese resto
podemos llamar con Lacan objeto α, es el que continua “causando el deseo de Aquiles” por
alcanzar a la tortuga, aunque nunca se satisfaga. Este es el esquema para el goce del lado
hombre. El goce fálico apunta a su meta y siempre falla, dejando un resto (α) que relanza la
carrera. Puede explicarse entonces porqué situábamos al fantasma como el “modo hombre” de
abordar al Otro. En su escritura se representa el deseo insatisfecho ($) y el resto (α) que se
produce en el momento mismo del desencuentro. El goce fálico está destinado al fracaso.

Del otro lado: el no-todo y la ausencia de excepción.


Lacan propone dos fórmulas para el lado del hombre y otras dos para el lado de la mujer.
En la primera del lado mujer señala que, para cualquier ser que habla, si se ubica de este lado
(lado mujer) no-todo es alcanzado por la función fálica y consecuentemente, su goce no-todo se
regula por la razón fálica. Para el lado de la mujer no se afirma la función fálica como
universal.
Para el lado del hombre dijimos, que para que se logre el “todo” de la castración debía
exceptuarse al menos uno. Del lado de la mujer no se logra el todo de la castración; y esto,
porque una mujer tiene una relación distinta, no con el falo, sino con lo que le pone un límite:
no hay ese al-menos-uno que sostenga la clase. Surge así la segunda fórmula para el lado
femenino. Aquí, no existe uno que se sustraiga a la castración, y no habiendo excepción, no se
cierra el conjunto, por tanto, La mujer no existe. No hay clase de La mujer. Por eso que la hace
no-toda, la mujer tiene un goce adicional respecto a lo que designa como goce la función fálica.
Goce “en más”, respecto al goce encauzado por la ley del padre. Es el goce femenino, que, como
aquel que se abre para el psicótico, no se deja encarrilar por el NP. Sin embargo, la diferencia
es sustancial. Si puede decirse de ellas que son locas, no lo son del todo. Recuerdese, que las
determina el no-todo.
El goce que suponemos en la psicosis es un goce más aca de la polis. El psicótico no entrado a la
ciudad del falo, en cambio, el goce femenino es más alla de la polis.

63
El goce femenino, causado por el sgte, es repelente al sgte: cuando queremos asirlo con
palabras, se nos ecapa. Si del goce femenino no se puede decir más que desde el lado del
hombre, notemos ahora que será siempre un goce mal dicho, o mal-dito. Para decirlo de otro
modo: no se puede hablar de la mujer sino mal-diciendola, porque no hay sgte que la diga bien.
Falta el material simbólico para designarla. S(Abarrada)

Capítulo 3. LA HISTERICA, DEL LADO “HOMBRE”

La pregunta neurótica, la respuesta del fantasma


Lacan en el Seminario 3: “Volverse mujer y preguntarse qué es una mujer son dos cosas
diferentes. Diría aún más, se pregunta porque no se llega a serlo y, hasta cierto punto,
preguntarse es lo contrario de llegar a serlo”. La histérica, preguntándose “qué es ser una
mujer”, se aleja de serlo. Así se posicionará la histeria del lado del hombre en las fórmulas
lacanianas de sexuación.
Si una neurosis es ya rta anticipada para no acercarse al lugar donde no hay rta a la pregunta,
esa rta se localiza muy precisamente en el nivel del fantasma. La forma neurótica de la
pregunta es la pregunta no desplegada. Sin llegar al lugar en donde la pregunta “Che vuoi?”
“¿Qué me quieres?” O “¿que soy yo para el deseo del otro?” no se responde, el neurótico desvia el
recorrido, tomando por el cortocircuito del fantasma y respondiendo, así, la pregunta
anticipadamente: es decir, preguntándose pero sin hacerlo, no desplegando el interrogante. La
neurosis, entonces elige desviarse por la ruta del fantasma para no llegar al punto donde el
interrogante podría formularse con propiedad.
(DIBUJO PAG 68)

De este modo nos quedamos más tranquilos, y en suma, esa es la caract de la gente normal. No
hacemos preguntas, nos lo enseñaron, y por eso estamos aquí. Es la manera neurótica de
regular el deseo, de sostener el deseo en una pere versión: la del fantasma.

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Dice también Lacan: “La tópica freudiana del yo muestra como una histérica, como un obsesivo,
usa de su yo para hacer la pregunta, es decir, precisamente para no hacerla”.

La estructura de una neurosis es esencialmente una pregunta, y que supone ya una respuesta
anticipada (que no hay respuesta). Si somos freudianos recordaremos que no hay inscripción de
la vagina ni de la propia muerte en el ICC. En términos lacanianos, falta “material simbólico”
para decir de la mujer y de la muerte. Pero queda aún una posibilidad para no enfrentarse con
ese agujero: no acercarse al lugar donde no hay respuestas a la pregunta. O sea, no acercarse al
lugar en donde el Otro ya no responde. En una neurosis, esa respuesta se localiza en el nivel
del fantasma.

Teniendo en cuenta el grafo del deseo: el neurótico desvía el recorrido, tomando por el circuito
corto del fantasma, no desplegando el interrogante. La neurosis elige desviarse por la ruta del
fantasma. La característica de la gente normal, como decía Lacan, norme-male (norma macho)
es no hacerse preguntas, para no alcanzar así el lugar donde éstas no tienen respuestas. Es una
forma de posicionarse frente a la falta en el Otro: taponándola. Las dos grandes neurosis están
del lado del modo hombre de sortear la falta en el Otro, responden anticipadamente con
“versiones-hacia-el-padre” sin llegar al sin respuesta del significante de la falta del Otro. La
vida muchas veces acerca al neurótico al borde del agujero, que él pretende evitar. Este es el
orden de encuentro que el psicoanálisis nombre como traumático; el encuentro con aquello que
logra conmover. Es una vacilación del fantasma que mantiene taponado el agujero en lo
simbólico. Este encuentro con la falta del Otro nunca es sin angustia, y esto puede empujar al
neurótico a un análisis para formular su pregunta.

La respuesta de Dora
Si hay una pregunta por una mujer, la histeria se define justamente por el no despliegue de la
misma. La histeria consiste en la respuesta anticipada que, desde el lado del hombre se da, en
el fantasma, al “qué es ser una mujer”. De esta manera la histérica tapona la falta del Otro con
una singular “versión del padre”. Lo cual la provee de un marco estable para encarar al Otro –
al Otro sexo, que es, para hombres y mujeres, el sexo femenino-. Su fantasma le da una razón
fálica, una medida, de lo que seria ser mujer. Pero este modo hombre de abordar al Otro sexo se
presenta para cada histérica de una manera singular, que es a partir de cada versión del padre,
su propia versión de lo que es ser una mujer.
En el caso de Dora, ser una mujer se reduce a ser un objeto a ser chupado. Dora aborda al Otro
sexo –que la señora K encarna para ella- al modo hombre: por la via de la degradación. su tos
nos conduce hacia el fantasma. Su singular versión del padre es a partir de su impotencia, lo

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cual nos conduce hacia la respuesta anticipada que propone el fantasma de Dora al
interrogante por la mujer. Una mujer se reduce en ese marco a ser “algo a ser chupado”. La
señora K es “degradada” hasta esta posición.

En “Intervención sobre la transferencia” Lacan propone: “Es aquella imagen que alcanza Dora,
chupándose el pulgar mientras le tira la oreja a su hermano mayor, la que resulta más
importante. Tenemos aquí la matriz imaginaria en la que han venido a vaciarse todas las
situaciones que ella ha desarrollado en su vida…” a partir de esta escena podemos dar cuenta
de lo que son para Dora, la mujer y el hombre.
Del lado hombre, tal es la manera de suplir la relación sexual que no hay: el fantasma, que
reduce al Otro femenino a funcionar como objeto α. Se suple la ausencia de La mujer, por la
relación del sujeto con el objeto α del fantasma.

Hacer de hombre
Si la tos de Dora la deja del lado hombre de las formulas de la sexuacion lacanianas, con Freud
la mujer hace de hombre, esto es: se identifica con el hombre. Y es que sólo desde ese lugar
puede responderse la pregunta por la mujer. Dora tiene con su padre una identificación del
segundo tipo: a u rasgo del objeto amado: tose como su padre, y a partir de eso, aborda a la
señora K como un objeto a ser chupado. En realidad, Dora se identifica con todos los hombres
del historial: su padre, el señor K, Freud, etc; pero ellos no son más que intermediarios.
En otro texto de Lacan, ya no se destaca tanto la identificación, sino la detención. ¿Qué detiene
a la histérica? Es el despliegue de su pregunta por lo femenino lo que se ve detenido, demorado.
El análisis se encamina apartando a la sujeto de esas respuestas identificatorias que la
amarran al lado hombre. La conduce más allá de su fantasma, hasta el punto donde lo
simbólico no responde.

El deseo en la histeria y la obsesión


Las dos formas neuróticas del deseo no son sino estrategias diferentes, pero con un mismo fin:
no saber de la falta del Otro, de su castración. Del lado del obsesivo, el mundo entero se vuelve
imposible al hacerse esclavo de otro al que eleva al lugar de amo para no saber de sus deseos,
degrada el deseo del Otro a su demanda. La posición del obsesivo es justamente en lugar del
deseo del otro, sus órdenes, sus demandas. Habrá construido un Otro completo: A. Así puede
desentenderse de la castración del otro, y de la suya. La histérica se sostiene como una
deseante insatisfecha. El Otro tiene lo que a ella le falta, y no se lo quiere dar. En el fondo, no
tiene otro fin que sostener un Otro completo, garantizar su consistencia: “él lo tiene, pero no me
lo quiere dar”.

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Finamente, no pocas veces se describe la posición histérica como el intento de castrar o
agujerea al Otro. Pero para hacerlo, se lo debe suponer completo. Es decir, haciéndose ella el
supuesto agente de la castración del otro, se desconoce que el Oro no la precisa, en absoluto,
para estar castrado. Volverse la causa de la castración del Otro, deviene si, como se ve, una
refinada manera de sostenerlo completo.

El deseo insatisfecho como un modo de goce


El deseo insatisfecho supone ya, para la histérica, una recuperación de goce. El menos goce, se
vuelve plus de gozar. Si no hay un goce-todo, si falta goce en el Otro, el deseo insatisfecho –
como modo de goce- suple este defecto estrcutural que presenta el campo del goce para el ser
que habla, constituyendo ya una rta a este impasse de gozar. Pero lo suple dándole
consistencia. Es que cualquier “poco de gozar” se sostiene si en el horizonte se sostiene un
absoluto de goce, u goce-todo al que se da cosnistencia, respecto del cual puede siempre
proponerse el propio como rezagado. A esta cita no faltan la otra mujer y el padre ideal. Nunca
se tarda demasiado en encontrar, escuchando a una histérica, a la otra que supuestamente
goza todo…lo que ella no. Si el goce se ubica siempre del lado de un “demasiado” eso deja
especio para gozar del “demasiado… poco”. Encontraremos para la histérica el goce del
demasiado poco. Lacan señala que la insatisfacción-el deseo insatisfecho supone ya, una
recuperación del goce; el menos de goce se vuelve aquí un plus de gozar. Si no hay un goce todo,
si falta el goce del Otro, el deseo insatisfecho suple este defecto estructural dándole
consistencia. Cualquier poco de gozar se sostiene en tanto se compare con un punto de goce
como absoluto, como todo. La posición histérica se sostiene ubicando en su mira la suposición
de un goce absoluto.

Pero este goce absoluto supuesto a la otra, en realidad, no existe. No hay goce del Otro.
Diremos que con su fantasma, la histérica sostiene el pretendido goce de la otra. En su
fantasma es la otra la que goza…en su lugar. Una mujer histérica alquila el cuerpo a otra
mujer.
Un fantasma masculino considerado clásico es el de fantasear con otra mujer cuando se esta
cogiendo. Pues bien, este fantasma femenino que he encontrado mas difícil de entender, no es el
de fantasear que es otro hombre el que se la esta cogiendo, sino fantasear que ese hombre se
esta cogiendo a otra mujer que no es ella. Es decir, que ofrece al hombre su propio cuerpo como
cuerpo de otra.
Si el goce propiamente femenino es repelente al sgte, la histérica dice de el desde el lado
hombre, lo mal-dice: confunde al goce femenino con el pretendido goce de la otra.

67
Dora encuentra el plus de goce justamente al dejarle a la otra- la sra K- aquello que el hombre
–el sr. K- esta dispuesto a ofrecerle. Entonces, el valor del Sr.K reside en el órgano, pero no
para que Dora sea feliz con el, sino para que otra la prive de él.
Goce de ser privada de goce, en ese menos de gozar halla la histérica el goce de la
insatisfacción. Goce que nos queda, por cierto, del lado del goce fálico.

En el Seminario 17 Lacan hace una diferencia entre Dora y la bella carnicera: Dora encuentra
el plus de goce, justamente al dejarle a la otra (la señora K) aquello que el hombre (el señor K)
está dispuesto a ofrecerle. Esto es lo que la bella carnicera no alcanzaría a ver.

O la masa o el goce femenino


Hay que dar cuenta de las razones por las que, en las dos masas que describe Freud (ejército e
iglesia) encontramos un rechazo de lo femenino.
Ubicamos el fenómeno de masa plenamente del lado del hombre de las formulas de la
sexuacion lacanianas, dado que la masa se soporta de la conformación de un todo en el que los
miembros se igualan, y el todo se logra solo del lado del hombre. Esta conformación del todo en
el que los miembros se igualan se hace por el amor que el líder les dipensaria “a todos” por
igual.
Ahora bien, es del lado del “totalitarismo del universal” que se intenta reducir todo lo que de
real no se ajusta a su ley. De allí que no pocas veces el goce femenino pueda presentarse en su
faz de resistencia: goce que resiste al empuje totalitario por incluirlo en las “redes de lo
decible”, en el intento de domesticarlo. Por esta via podemos pensar el rechazo de lo femenino
en las masas freudianas como el rechazo de lo extranjero, de lo que es radicalmente Otro del
goce femenino. Todo esto se verifica en el fenómeno de la disolución de la masa: Freud nos
habla del pánico que se produce cuando cae el líder del lugar del Ideal del yo, y entonces, se
aflojan los lazos que unen a los miembros de la masa. El fenómeno de la masa se encarga, ni
más ni menos que de ocultar la castración del líder. El goce femenino quiebra el lazo social,
introduciendo en el centro de la homogeneidad de la msa, lo radicalmente Otro, la diferencia.

SCHEJTMAN. HISTERIA Y FEMINIDAD: DE FREUD A LACAN.


Histeria y feminidad en Freud: la histérica, característica de la feminidad(afirmación)
En Manuscrito K, la histeria presupone para Freud una vivencia displacentera primaria, de
naturaleza pasiva. En Nuevas Puntualizaciones el acento se desplaza de la pasividad natural,
al natural atractivo del sexo “débil” respecto de los ataques sexuales. En Tres Ensayos Freud
señala que en el cambio de la zona erógena rectora del clítoris a la vagina, asi como la oleada

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represiva de la pubertad, residen las pcipales condiciones de la proclividad de la mujer a la
neurosis, en particular a la histeria.
En Sinopsis de la neurosis de transferencia, Freud dice que a la histeria regresa aquel que
teniendo predisposición a ella, se halla bajo la influencia de prohibiciones que pretenden excluir
la función genital, a la vez que impresiones tempranas fuertemente excitantes impulsan hacia
la actividad genital. En I,S y A, menciona que la conjetura de que la perdida de amor como
condición de angustia desempeña en la histeria un papel semejante a la amenaza de castración
en las fobias, y a la angustia frente al superyó en la N.O.
Por fin, las 3 salidas propuestas por Freud para el CdE en la mujer, al sostenerse en la envidia
del pene, conducen “casi naturalmente” a las mujeres hacia un destino histérico: el deseo
insatisfecho.

Histeria y feminidad en Lacan: oposición entre histeria y feminidad (negación)


Este enfoque de oposición entre histeria y femnididad es precedido por un enfoque freudiano
que va tomando ese camino. Primero, la pregunta que Freud no dejo de hacerse :¿qué quiere la
mujer?. Freud se percata de que su teorización sobre lo femenino hace agua, que algo termina
por escurrírsele.
En el Seminario 3, Lacan sostiene que volverse mujer y preguntarse que es una mujer son 2
cosas diferentes, aun mas, que se pregunta porque no se llega a serlo. Lacan enseña que el
preguntar neurótico se soporta enteramente de una rta anticipada que puede ser abordada en
términos de identificación o de fantasma. Encontramos, asi, a la histérica preguntándose por lo
femenino desde la identificación viril.
En Psa y su enseñanza, Lacan dice que no es tanto una identificación viril, sino una detención,
una demora sufriente, una falta de despliegue de la pregunta histérica en su hacer de hombre y
en la tranquilidad que brinda la seguridad fantasmatica. Fantasma que queda definido,
entonces, como rta anticipada, pero singular del sujeto, que previene de encontrarse con el
punto de la estructura en que lo simbólico no responde. En este caso el que es señalado por la
pregunta por lo femenino.
Lacan propone que el hombre sirve de relevo para que la mujer se convierta en ese Otro para sí
misma, como lo es para él. De esto, destacamos la dimensión de Otredad, que se pone de
manifiesto en el encuentro de una mujer consigo misma como Otro.
Lacan hace de la histerica, con sus fórmulas de la sexuacion, una hombresexuada, bajo el yugo
del goce al que esta consteñido el norma-macho, es decir, el goce fálico. Del cual, conviene
subrayar, ella posee su versión particular, como “goce del demasiado poco de gozar”: goce de la
privación.

69
SCHEJTMAN: SUPERYÓ, CAROZO DEL PADRE.

El superyó estrábico de Freud


El syo freudiano, heredero del complejo de Edipo, también abogado del ello. Insta a la renuncia
pulsional aunque es como un cultivo puro de la pulsión de muerte. Es una función protectora y
salvadora, pero a la vez es causa de la angustia.
Freud encuentra al syo amalgamado con la funcion paterna en las neurosis, ahí donde lo
insensato de la voz se atempera por el NP. El syo no es el puro real de la alucinación en la
psicosis. Pero en la clínica, de todos modos, Freud se topa con el syo del lado de un goce que
resiste al empuje interpretativo del psicoanalista, y asi lo nombra: resistencia del syó. Núcleo
de goce que en el síntoma, desde la necesidad de castigo, pone un limite a la interpretación.
El syó, correlato de la castración, hereda lo que de goce no se civiliza por la maquinaria del
Edipo… pero que ella misma introduce en el aparato como su producto.

El resto vivo del padre.


Hay el padre y hay susobras. Donde el padre es asesinado, no-todo se lo mata. Donde el padre
es devorado, no-todo se lo come. Hay resto vivo del padre, hay lo que del padre no se digiere. Y
si el padre simbolico es el padre muerto, un residuo del padre de la horda, del padre real, se
cuela como resto. Es lo real del padre, el carozo del padre, el syo, lo que precipita al sujeto mas
alla del pcipio del placer.
Pero si hay lo vivo del padre, ese residuo de torna causa del trabajo del icc…por tramitarlo.
Así, el trabajo del icc se vuelve necesario: tramitcion sgte de lo rea del goce que, a nivel del syó,
resiste. Automaticidad, insistencia del icc: no cesa de escribir lo que no cesa de no escribirse. Y
así, aun. Imposibilidad de reducir ese real.
Los restos diurnos son para Freud la voz del syo que despierta a l real. Sólo hay dormir en el
trabajo del icc que por el sueño censura el encuentro con el resto vivo del padre. Alli donde el
sueño falla en su funcion, donde deja de ser el guardian del dormir, el despertar angustiado y el
insomnio también dan cuenta del fracaso del icc de procurarle al sujeto un descanso de la
mirada o de la voz del padre.

El syó como objeto a.


El syo en su cara real es una de las formas del objeto a.
A la altura del seminario 10, podemos situar 2 vertientes del objeto a: como un puro resto real,
causa de la angustia, presencia del objeto allí donde falta la falta; o bien, como sosten del deseo,
ya no un puro real, sino incluido dentro del marco que le brinda el fantasma. En el fantasma

70
encontramos al objeto coordinado con la funcion de la falta (a/-falo) lo que lacan lee ágalma
tempranamente en su enseñanza. Solo allí el objeto funciona sosteniendo el deseo.
El objeto en el fantasma no causa la angustia, la cubre. Se vuelve postizo por su soldadua, por
su coordinación con el –falo en la pere versión del fantasma. Asi, solo el postizo sostiene al
deseo neurótico en tanto la castración soporta el espacio de respiro del sujeto. Por esta via
pueden haber las relaciones sexuales, supliendo la que no hay.
No hay mas que des-velo cuando el ropaje fálico cae, desnudando lo real del objeto: la angustia.
El falo separa aún cuando no se-para-la impotencia-: si un rasgo a menudo nimio del objeto
elegido para evitar el incesto rcuerda al objeto que debía evitarse, sobreviene, de acuerdo con
las lees de la sensibilidad de complejo y del retorno de lo reprimido, esa extraña denegación que
es la impotencia psíquica.
Ahora bien, volviendo a desnudamiento de lo real del objeto, es en la vacilación de la pere
versión del fantasma, allí donde la falta viene a faltar, que el superyó se hace oir. Objeto
empujado fuera de la escena, causa de la angustia. Presencia de un dios otro que el de la ley,
uno que exige gozar. Un Dios que te pide algo y que te ordena: goza- esto es verdaderamente el
colmo. Gozar a la orden es algo que, si es que la angustia tiene una fuente, un origen, debe
estar de algún modo ahí.
En ese “goza” la voz del syo testimnia la deuda del padre con su funcion. No-todo el goce se
domestica por su ley. Punto de falla en lo simbolico por donde espia el ojo sin parpado del syo.
Agujero en el Otro por donde se cuela la voz.

¡Tu debes!
Nos encontramos aquí con el conocido “tu debes devolver al teniente primero las 3,80 coronas”.
El mandato se articula justamente en los lugares en que el padre del hombre de las ratas ha
quedado endeudado, es decir, en aquellos puntos donde la deuda de estructura del padre con su
funcion, se tematiza en lo imaginario del paciente de Freud: deudas de juego y deudas de amor.
La voz del syo se hace oir incomodando al sujeto, arrojándolo fuera del confort fantasmatico, e e
justo lugar de la falta del padre.
El syo solo dice “goza!” y no como lograrlo. “Tu debes!” y ya es función del padre agregar lo que
se debe o a quien, trocando lo imposible del empuje al goce superyoico en la impotencia del
sujeto.
Encontramos asi, en el “devolverle al teniente primero las 3,80 coronas” del historial, la funcion
de un s2: interprtacion del loco “tu debes”. Encauzamiento del sgte descarriado, en los limites
de la carretera pcipal.

SCHEJTMAN. IDENTIFICACION DE LA EPIDEMIA.

71
Me interrogare por la diferencia entre una identificación histérica, respecto de lo que haría de
la anorexia una epidemia en la actualidad.

Las seis identificaciones de “Psico de las masas y análisis del yo”.


Hay tres fuentes de identificación en Freud:
-La identificación es la forma mas originaria de ligazón afectiva con un objeto.
-Luego, se pasa a sustituir una ligazón libidinosa de objeto por la via regresiva, mediante
introyeccion del objeto en el yo.
- Y por ultimo, puede nacer a raíz de cualquier comunidad que llegue a percibirse en una
persona que no es objeto de las pulsiones sexuales.

Hay, al menos dos subtipos para la segunda fuente de identificación (con un rasgo del objeto
odiado, con un rasgo del objeto amado), y otras dos formas de identificación nuevas (en un tipo
de homosexualidad masculina, e identificación melancolica).
Entonces, los 6 tipos de identificación son:
-I
1) Identificacion Primaria: ligazón afectiva con un objeto. Todas las demás son secundarias a
ella. Este primer lazo afectivo con un objeto es una id con el padre, a quien el niño toma como
su ideal. La forma de esta id es cabalística, el niño quiere comerse al padre. Esta id es mitica o
estructural.

Las siguients identificaciones son formadoras de sintomas neuróticos y situables en una


diacronía:
-II
2) Identificacion con un rasgo del objeto amado: La id reemplaza la elección de objeto. Por ej,
Dora se identifica con la tos de su padre.
3)Identificacion con un rasgo del objeto odiado: por ej la voluntad hostil de sustituir a la madre
en el CdE se realiza bajo el influjo de la cc de culpa “has querido ser tu madre, ahora lo seras al
menos en el sufrimiento”. Es el mecanismo de la formación histérica de síntoma.
-III
4)Identificacion con un rasgo común con alguien que no es objeto libidinal (id. Histérica) :
Identificacion sobre la base de poder o querer ponerse en la misma situación (ej. Chica que
recibe carta de un chico). En este nivel ubicamos la primera versión de la epidemia. Es una
identificación por el síntoma. No se trata de identificarse CON ese rasgo, sino POR ese rasgo.
Este es el tipo de id de las masas: id con el conductor. Una masa es una multitud de individuos

72
que han puesto un objeto en el lugar de su ideal del yo, a conscuencia de lo cual s han
identificado entre sí en su yo.
Lacan propone a la formación de masa como conjunción de a con el ideal del yo, superposición
en un mismo lugar del objeto a como tal y de ese punto de referencia sgte que se llama ideal del
yo.
5) Identif en un tipo de homosexualidad masculina : es una id regresiva, pero no parcial.
Paradigma de esta forma es el “caso Leonardo”, quien identificado con su madre, ama a sus
discípulos, como la madre lo habría amado en su temprana infancia.
6) Id melancolica: la sombra del objeto cae sobre el yo.

Identificación primaria en Lacan


La identificación primaria comporta el trauma del aprendizaje de la lengua materna. Esta
identificación captura al viviente en las redes del lenguaje, lo que supone la pérdida de la
naturalidad, la suspensión de la satisfacción de las necesidades, el trastorno de las funciones
vitales por su cntaminacion por el sgte, encarnado en el poder absoluto materno y su demanda.
El sujeto es un identifijado a la marca que recibe del Otro.
La identificación de la masa es… la del EdE

El Ideal del yo –I(A)- es la instancia simbolica que regula y sostiene la id imaginaria. El yo


ideal –i(a)- es la imagen amable, pasible de ser amada, que, aunque imaginaria, es ofrecida al
yo desde el lugar simbolico del ideal del yo para que con ella se identifique. El yo-i(a’)- se
constituye a partir de la imagen del semejante.
Es decir que la identificación imaginaria se soporta de la instancia simbolica. El hecho de que
el niño frente al espejo voltee la cabeza para buscar la garantía del reconocimiento de su
imagen en quien lo sostiene refleja que es preciso que desde un lugar tercero –simbolico- se le
ratifique al niño que esa imagen del espejo le corresponde, que es él.
Bien, la id que da consistencia a la masa no se distingue en nada de esta. Se hace masa como
se hace yo, por medio de idéntica identificación especular.

La id en la melancolía.
En la melancolía, en el lugar del objeto perdido queda una id regresiva. Hay allí una regresión
al narcicismo porque el tipo de elección que estaba en juego era narcisista. Se resigna,
entonces, tal elección de objeto narcisista, y la sombra del objeto cae sobre el yo.
En este caso, el objeto no va al lugar del ideal, sino del yo. Y cuando esto ocurre no hay lugar
para la formación de masa, mas bien, hay caída de los lazos.

73
Una variación sobre el esquema de la masa para la id histérica.
La id histérica concierne al deseo, y en ello desborda al abordaje yoico propuesto para la masa.
El deseo de la histérica no es deseo de un objeto, sino deseo de deseo. La id no esta aquí en el
nivel de yo a yo, sino en el nivel de deseo a deseo.
De todas maneras, la histérica puede llegar a hacer masa: se puede dejar ubicada en el
esquema freudiano la posibilidad de una suerte de oscilación del objeto, localizándolo a veces en
el lugar del ideal del yo, y otras en el del sujeto.

La anorexia mas alla de la histeria.


En el caso de la anorexia, el síntoma y la epidemia contemporánea no se producen en el nivel
de la id de deseo a deseo –id histérica-,sino en el nivel de la imagen. En este sentido, es claro
que lo que se llama síntoma en un sentido estricto en la anorexia comporta mas u trastorno
perceptivo que uno alimenticio: lo que se les vuelve insoportable a las anoréxicas de hoy en dia
es aquel rollito que no dejan de percibir en un cuerpo que es ya casi un esqueleto, mientras que
se hallan bien a gusto con las restricciones alimentarias que se autoimponen.
Y ello termina acercando la epidemia actual de anoexia al fenómeno de masa y a su exlicacion a
partir de la id imaginaria. Es decir, aquí el síntoma y su extensión epidémica se producen de yo
a yo, mientras que el síntoma conversivo histérico se ubica en la relación de deseo a deseo.
Pero, con todo, la epidemia anoréxica se separa de la masa porque la localización del objeto, en
este caso, no se lleva al lugar del ideal, sino del superyó.

2. ELABORACIONES LACANIANAS SOBRE LAS NEUROSIS


3.LECTURA LACANIANA DEL HOMBRE DE LAS RATAS.
4. LECTURA LACANIANA DE JUANITO.
5. LECTURA LACANIANA DE DORA.

Deutch. Un caso de fobia a las gallinas,

Quisiera describirles un caso de fobia en el cual la angustia fóbica estaba referida a un


animal poco común. Nuestro paciente padeció de fobia a las gallinas durante años. Esto era
particularmente penoso para alguien nacido y criado en el campo, al punto de impedirle desarrollar su
profesión de agricultor y forzarlo literalmente a dejar a su enemigo (la gallina) en posesión del lugar, para
buscar en la ciudad algún alivio a su angustia. Cuando llegó por primera vez para ser analizado, puede
decirse que ya se había curado de su fobia. Tenía entonces veinte años era un homosexual manifiesto. Se
sentía satisfecho con su homosexualidad y se preocupaba por enfatizar el elemento masculino agresivo en
su relación con hombres, aunque su personalidad presentaba un carácter pronunciadamente suave y
femenino. Los objetos de su afecto eran jóvenes distinguidos que pertenecían, de acuerdo con su
descripción, a su mismo tipo. Llamamos narcisista a este tipo de elección de objeto, es decir uno ama en el
otro aquello que es como uno mismo. Su homosexualidad yacían en la fijación a un hermano diez años

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mayor. Las primeras dificultades neuróticas surgieron recién en el período de latencia, como reacción a
una experiencia traumática. La experiencia traumática de nuestro paciente constituyó, por así decir, el
estereotipo tanto para su posterior neurosis, en la pubertad, como para su perversión. La experiencia de
mi paciente no estaba sometida a la amnesia, pero el significado más profundo para el desarrollo de su
vida psíquica permanecía velado para él. Era necesario el análisis para restablecer la conexión entre una
experiencia aparentemente inofensiva y sus dificultades neuróticas posteriores. En un cálido día de
verano el niño, de siete años de edad, jugaba con su hermano mayor. Estaba jugando en cuclillas, con algo
en el suelo, cuando de pronto el hermano mayor saltó sobre él desde atrás, lo aferró por la cintura y gritó:
“Yo soy el gallo y tú eres la gallina”. Se trataba claramente de un ataque sexual en broma del hermano,
que terminó en una pelea dado que nuestro pequeño amigo rehusaba terminantemente ser una gallina.
De todas formas, tuvo que ceder ante la fuerza del hermano mayor, que continuó aferrándolo en la mismo
posición hasta el momento en que, presa de la ira, exclamó: “¡No quiero ser una gallina!”. A partir de
entonces el niño comenzó a estar marcadamente restringido en su libertad de movimiento. Se sentía
compelido a mantenerse alejado de las gallinas, algo difícil de lograr dentro de la granja. En esa época no
se trataba aún de temor a las gallinas, sino a los ataques sádicos de su hermano mayor, quien lo
fastidiaba cada vez que aparecía una gallina diciéndole: “¡Esa eres tu!”. Luego de evitar las bromas del
hermano, comenzó a evitar las gallinas, con las que hasta entonces había tenido una excelente relación.
Su temor creció hasta convertirse en una fobia constante a las gallinas. Si por casualidad veía una gallina,
padecía un violento ataque de angustia. Durante unos dos años sufrió esta restricción a su libertad. Luego
la fobia desapareció por completo. El análisis reveló que la desaparición de la fobia coincidió con la partida
de su hermano. Al volver a su hogar de vacaciones por unos meses, sucumbió nuevamente –después de un
intervalo de seis años– a la fobia a las gallinas y prácticamente no se atrevía a salir de su cuarto. Sin
embargo, la fobia perdió intensidad gradualmente; una vez más se recuperó, solo que esta vez dejó de
interesarse por completo en las mujeres y se convirtió en un homosexual manifiesto. Veamos ahora más
en detalle su historia infantil previa a la experiencia traumática. El paciente era mucho menor que sus
tras hermanos y hermanas, además de ser el preferido de su madre. Ocurrió que las gallinas habían
tenido un papel importante en sus fantasías mucho antes de la experiencia con su hermano. Su madre
prestaba especial atención al gallinero y el niño participaba particularmente en estas actividades, se
alegraba cuando las gallinas ponían huevos y se interesaba mucho cuando su madre palpaba las gallinas
para ver si ya estaban por poner. Le encantaba ser tocado por su madre, y solía preguntarle mientras ella
lo higienizaba si lo iba a palpar con el dedo para ver si estaba por poner un huevo. Al comienzo, el placer
al ser tocado se relacionó con lo genital, pero gradualmente, quizás en conexión con lo que ocurría con las
gallinas, esas sensaciones se desplazaron más atrás. Manipulaba su ano con los dedos. Retenía las heces y
ponía huevos fecales bien formados en cada esquina del cuarto, sorprendiéndose al comprobar que su
madre no recibía ese presente de amor con el mismo placer que en el caso de las gallinas. Jugaba un doble
papel en estos juegos: por un lado, era la madre, tocando y manipulando con el dedo; por otro, era la
gallina, que ponía huevos y era palpada. Este juego anal había estado oculto por la amnesia y fue recién
en el curso del análisis que llegó a la conciencia. Esto fue seguido por un fase en la cual el niño abandonó
sus malos hábitos, se volvió muy pulcro y dio la impresión de abandonar los placeres anales por completo.
Empezó a jugar con sus genitales en forma onanística y uno podría haber inferido que había evolucionado
de la fase anal a la genital con éxito. No obstante, el análisis reveló que el onanismo era sólo un intento de
obtener sensaciones anales de otra forma. Sus fantasías se centraban aún en la madre, a quien su
imaginación atribuía un pene; en este juego su propio pene era un órgano de la madre, como también
pertenecía a ella el dedo en sus fantasías anteriores. En esta fase su actitud era sin duda anal pasiva,
pero la elección de objeto era heterosexual. Fue la experiencia con el hermano lo que significó un vuelco en
la elección de objeto, ya que su actitud anal pasiva, que de por sí denotaba una predisposición a la

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homosexualidad pasa a ser claramente homosexual con el hermano ocupando el lugar de la madre. El
juego con el hermano activó su predisposición homosexual pasiva. El análisis demostró que, incluso antes
de esta experiencia, al observar al gallo saltando sobre al gallina, se había identificado con la gallina y la
razón de la violencia de su protesta contra la acción del hermano, en el juego del gallo y la gallina, era el
repudio consciente del deseo inconsciente del rol pasivo. El grito “¡No quiero ser una gallina!”, sin duda
quería decir “Repudio mi deseo homosexual pasivo”. La fobia a las gallinas, conforme reveló el análisis,
fue un desarrollo ulterior de esta tendencia al repudio. El paciente relató, si bien no lo hizo en relación con
esta experiencia, que tenía una zona alrededor de la cintura donde era muy cosquilloso. Durante el
análisis fue posible relacionar su excesiva sensibilidad con la escena con el hermano. En aquella situación
el hermano lo había aferrado desde atrás en esta zona cosquillosa. La risa era una expresión de
gratificación, o el recuerdo del componente placentero de esa experiencia, pero era una risa que se había
tornado en dolor por la repulsión, una alegría casi melancólica previamente repudiada. La escena con el
hermano significó para él una seducción homosexual, una experiencia para la cual sus fantasías
inconscientes lo habían ya preparado. Su resistencia representaba el repudio a la satisfacción del deseo, el
repudio a su homosexualidad pasiva, que se manifestó en la fobia a las gallinas. ¿Qué sucede con la fobia
a las gallinas de nuestro paciente? Al igual que el pequeño Hans y el Hombre de los Lobos, desplaza el
peligro interior al mundo externo. Sin embargo, el mecanismo de proyección opera de otra forma: disocia
aquella parte de su personalidad que representa la actitud homosexual pasiva hacia el hermano; la
gallina, con la cual se había identificado en el pasado, corresponde a esa parte de él que ha sido disociada
y proyectada hacia fuera. La gallina es para él una suerte de espejo de sus tendencias femeninas. Cada
vez que se mira en este espejo, es decir toda vez que ve una gallina, padece el temor de sus propias
tendencias instintivas, lo cual lleva al mismo resultado que en el caso del pequeño Hans y el Hombre de
los Lobos: la castración. Es necesario recordar que su analidad primaria condujo a una predisposición a la
homosexualidad pasiva, y el ataque del hermano por la espalda simplemente movilizó y confirmó tal
predisposición. El temor a las gallinas desapareció tan pronto el hermano abandonó el hogar, lo cual
prueba que el peligro real de sus deseos libidinales pasivos se relacionaba con su vínculo con el hermano.
El siguiente hecho ocurrió durante la pubertad: su hermano mantenía relaciones con una gobernanta
francesa. Nuestro paciente solicitó los favores de ella pero fue rechazado por su edad. Lejos de aceptar el
desaire, se arrojó sobre la gobernanta por la espalda y en un ataque de furia trató de violarla en esa
posición. Luego de una terrible escena familiar, se decidió que el joven debía marcharse del hogar. La
experiencia vivida con la gobernanta fue decisiva para su desarrollo ulterior. La frustración sufrida al
confrontarse con una mujer intensificó sus tendencias homosexuales. A partir de entonces tuvo una serie
de experiencias homosexuales análogas, en las que siempre cumplía el papel de seductor activo. Este
brusco cambio en su actitud se debió a que el paciente había reprimido todo impulso homosexual por
temor a su propia pasividad, y había preferido establecer mecanismos fóbicos antes que padecer la
irrupción de tales impulsos. La libido homosexual contenida podía expresarse bajo una condición: debía
tener una participación activa y no pasiva en su homosexualidad. Al hacerlo de tal modo, lograba dos
objetivos: podía mantener su actividad sin resignar su masculinidad o sus genitales masculinos y al elegir
un objeto narcisista –hombres jóvenes como él– podía identificarse con los otros y gozar de la experiencia
pasivamente. No obstante, lo que finalmente desencadenó su homosexualidad fue el hecho de descubrir,
durante su última visita al hogar, que su hermano era un homosexual manifiesto. El entendimiento de
este hecho revivió su fobia. Pero en forma simultánea, luego del regreso a la ciudad y bajo la influencia de
ese descubrimiento, abandonó el temor a su homosexualidad e identificándose con el hermano se volvió
activamente homosexual. Entonces se dijo a sí mismo: “No debo ya temer el ataque de mi hermano porque
yo soy el atacante”. Al concluir este análisis el paciente se volvió heterosexual.

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GODOY. CONCIENCIA Y MUERTE EN LA NEUROSIS OBSESIVA.

Las paradojas de la salud aparente.

Tenemos delimitada por Freud la discontinuidad entre lo que encadena y lo que desencadena a la NO bajo
la oposición entre síntomas de la defensa primaria y síntomas del retorno de lo reprimido. Este distingo
no impide que luego de desencadenada la neurosis se vuelva a encadenar por acción de la defensa
secundaria.
En 1915 establece que la contrainvestidura del sistema cc sale al primer plano organizada como formación
reactiva, es ella la que procura la primera represión. La formación reactiva es el termino que reemplaza al
síntoma de la defensa primaria.
A su vez, Freud diferenciaba los modos en que opera la represión en la histria y la NO. Por amnesia en la
primera, y en la segunda, porque se han cortado los vínculos asociativos, de modo que, la NO se convierte
en un obstáculo para la cura. Tanto en las formaciones reactivas constitutivas del carácter, como en la
lucha defensiva secundaria, se pone de relieve la satisfacción narcisista que habita en ellas y marca su
fuerte afinidad con el yo.

La fortaleza del yo y el problema existencial.

Cuando Lacan intenta ubicar la funcion que para el obsesivo tiene el pensamiento, señala que aquello que
lo define es el hecho de ser la caricatura de las formas mismas del conocimiento, ya que estos sujetos
muestran, en muchos de sus síntomas, el reflejo ingenuo de los problemas existenciales del hombre.
Dichos problemas constituyen un anticipo de lo que llamara mas tarde la pregunta por la muerte o la
contingencia en el ser.
Un problema existencial es, precisamente, aquel que no encuentra su solución en lo simbolico. Aquello que
el tesoro de los sgtes no puede responder y que el psa descubre como sexualidad y muerte. Asi, las
inflamadas y caricaturescas facultades especulativas del obsesivo constituyen un intento de rta, de
taponar con una falsa solución el agujero estructural del problema existencial.
El conflicto a repetirse e la diacronía de la vida del obsesivo es el intento de restaurar una y otra vez la
unidad y la consistencia de su yo.

Lacan traza un primer deslinde entre la histeria y la NO a partir de su concepción del EdE, resalta la
oposición entre las líneas de fragilidad o de frgmentacin funcional que manifiesta el síntoma histérico y la
unidad del yo obsesivo. En el primer caso se padece la fragilidad del cuerpo en el recorte fragmentario de
una funcion (recodemos, por ejemplo, el paradigmático estudio freudiano sobre las paralisis histéricas); en
el otro, el sujeto queda atrapado en la rigidez de la ilusoria unidad de su fortaleza yoica.

Es por eso que se referirá a los laberintos de la neurosis obsesiva frente a los monumentos y jeroglíficos de
la histeria. El laberinto es una construcción enredada y confusa, con multiples caminos que no llevan a
ninguna parte, que permanecen aislados de la salida. El jeroglífico, por el contrario, es una escritura que
se ofrece al desciframiento. Ahora bien, toda fortaleza tiene su contra: no deja nunca de ser un encierro.
Eso marca la diferencia, en la relación al espacio, con la histeria. En el NO lo que prima es la propia jaula,
la sensación subjetiva de estar inmovilizado, detenido. Mientras el, en su ilusión de unidad y autodominio,
implica fijeza y encierro; el deseo, por el contrario, implica variaciones y movimientos que lo sacan de la
fortaleza.

Acto, vida y muerte.

Asi como decimos que no hay sgte de La mujer, ese que anhela la histérica, nada explica en lo simbolico la
creación. Hay algo radicalmente inamisible al sgte, la existencia singular del sujeto sencillamente. ¿por
qué esta ahí? ¿de donde sale? ¿Qué hace ahí? ¿Por qué va a desaparecer? El sgte es incapaz de darle rta,
por la sencilla razón de que lo pone, precisamente, mas alla de la muerte.
El sgte lo considera como muerto de antemano, lo inmortaliza por esencia. La pregunta sobre la muerte es
otro modo de la creación neurótica de la pregunta, su modo obsesivo. Lo simbolico, en tanto “mata” a la
cosa, trastorna al viviente introduciendo la mortificación del sujeto por el lenguaje que lo constituye como

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falta en ser, otorgándole una vida como deseante. Esa facticidad de la existencia escapa a las
posibilidades de lo simbolico de poder simbolizarlo, pero se torna presente cuando hay un acto verdadero.
La búsqueda de ese sgte que no hay inmoviliza a quien la hace e inhibe su acto dejándolo detenido.

Otra perspectiva que Lacan destaca sobre la muerte es la que concierne a la dialéctica hegeliana del amo
y el esclavo. El ser humano se constituye como cc de si a partir del encuentro con otra cc, es allí que se
plantea una lucha por el reconocimiento, la cual tiene como límite la muerte.
Ahora bien, el obsesivo presentaría una variante, aceptando la posición de esclavo y quedando a la espera
de su libertad, una vez muerto el amo. Efecivamente, la defensa obsesiva por excelencia frente al ser-
para-la-muerte es la posición de espera. Es por ello que la procastinacion (de pro castinus, dejar para
mañ, postergar) y la duda constituyen, para Lacan, rasgos de carácter del obsesivo. Él es, por lo tanto, u
esclavo que espera la muerte del amo para comenzar a vivir. Si todo se le torna pesado es porque no esta
implicado en ello en el nivel del deseo. Simplemente no esta allí porque su defensa lo sustrae del acto. Sólo
lo hace porque debe cumplir con la demanda del amo de turno que erige en su fantasma. El deseo se torna
asi imposible porque sabe arreglárselas para instituir algún Otro que lo prohíba. Claro que, quien espera
la muerte del amo para empezar a vivir, ¿Qué vida tiene?.

La observación del espectáculo: la hazaña y los riesgos.

Para sostener la consistencia del yo, el obsesivo debe desdoblarse, producir una división interior que hace
del sujeto el testigo aliena de los actos de su propio yo. Ser un testigo alienado es tener que observarse
desde el Otro, instalado en el Otro, esa será su conciencia de si.
De este modo, el yo queda puesto en escena como un personaje con una situación que el observa, como
testigo, desde el lugar del Otro. Claro que eso tiene un costo, pues queda fuera de su propia vivencia.
Ante la meta, vemos producirse un desdoblamiento del sujeto, su alienación en relación consigo mismo,
las maniobras por las que se da un sustituto sobre el cual deben recaer las amenazas mortales. Una vez
que ha reintegrado a ese sustituto de si mismo, se ve imposibilitado de alcanzar la meta.
El obsesivo se ausenta del riesgo desvaneciéndose en la niebla, y en su lugar solo queda una parodia, una
pantomima en donde no esta en juego ya nada para el. Es lo que Lacan llamara las hazañas del obsesivo.
La pregunta por la muerte se detiene asi en una respuesta en corto circuito, en la pantomima de la
hazaña que lo mantiene alejado del verdadero riesgo.
Este modo de usar el yo para formularse falsamente la pregunta por la muerte, es lo que lo mantiene a
resguardo de lo real de la misma, permaneciendo mortificado en lo imaginario.
El obsesivo es siempre otro. Cuente lo que cuente, seas cuales fueran los sentimientos que comunica, son
los de otro y no los suyos. En la medida en que evita su propio deseo, presentara todo deseo en el cual se
embarque, asi fuera en apariencia, como deseo de ese otro él mismo que es su yo: desdoblamiento del yo.

La conciencia obsesiva: una nominación imaginaria.

Si bien ambos fantasmas son modos de no saber de la castración del Otro, en la histeria el Otro esta sin
barrar y es el sujeto, ubicado como un objeto que se sustrae, el que introduciría su falta. Allí, el falo esta
escrito debajo de la barra, es decir, esta reprimido, y es negativizado para destacar su valor de falta. A su
vez, el rombo se lee como deseo de, ya que la histérica desea hacer desear al Otro, hacerle falta al Otro
que supone completo. Alli radica su punto de fuga icc.

Fantasma histérico: (dibujo pag 176)

Por el contrario, e obsesivo supone una falta en el Otro, por eso el A esta barrado, la cual
resultaría colmada a tarves de una serie de objetos cesibles otorgados como dones con los que
respondería a la demanda del Otro. Se trata aquí de la reducción del deseo a la demanda, lo
que le asegura su valor fálico para el Otro. Es por ello que el falo esta positivizado y no bajo la
barra, permaneciendo asi en el plano de la conciencia. Este falo imaginario es equivalente a esa
imagen idealizada que sostiene en la hazaña, aquella que le brinda la satisfacción narcisista
que no deja de observar.

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Fantasma obsesivo: (pag 177)

En el seminario 24, Lacan afirma que no somos esféricos como lo I puede hacernos creer, sino
toricos, siendo la diferencia esencial la presencia de un agujero central en este ultimo. Asi, e
obsesivo intenta cerrarse en la burbuja, y la histérica es his-torica. Equivocando no solo la
histeria e historia, ya que también resuena allí la dimensión agujereada torica. No hay análisis
del obsesivo que no pase por una cierta perforación de la burbuja a fin de poner de relieve la
dimensión torica inherente al ser hablante.

El obsesivo eleva la conciencia a un principio, es decir, se trata de aquello que rige sus
pensamientos laberinticos y sus hazañas. La escribimos, por lo tanto, como un cuarto redondel
de cuerda que redobla a lo I, anudando los 3 registros.
Consideramos que la mortificación imaginaria destacada por Lacan en los 50 es una de las
formas de la inhibición. El sujeto quedaba asi detenido, mortificado en lo imaginario, por no
asumir el ser-para-la-muerte. Dicha asunción no es sino el acto ligado al deseo: borde, frontera,
entre lo S y lo R.
El corte de la nominación imaginaria es la perturbación de la defensa que pone a prueba en la
transferencia el deseo vivo del analista frente al aburrimiento del palco al que el obsesivo lo
destina.

GODOY, MAZZUCA Y SCHEJTMAN. EL AMOR AL PADRE Y LA ESTABLIDAD


HISTERICA EN LA PRIMERA ENSEÑANZA DE LACAN.

Estabilidad y sencillez estructural.

La particular establidad que puede presentar la histeria se relaciona con la sencillez


estructural que presenta la solución histérica, de lo cual Lacan deduce que cuando mas sencilla
es una estructura, menos puntos de ruptura revela. La id con el padre seria la ruta mas breve
para abordar la pregunta por la feminidad en la perspectiva histérica,, y es ella la que le da
una sencillez estructural y una estabilidad.
La histeria se caract por usar la id con el padre como un modo de resolver el problema por lo
femenino, sosteniendo incluso que el falo opera como un instrumento que sirve para
aprehender lo que no logra simbolizar. Esta salida realiza un forzamiento en la estructura sgte
y constituye la via mas corta para resolver, en corto circuito, la pregunta por qué es una mujer.
El lado femenino es planteado en esa época vinculado, no con un sgte, sino con el agujero, el
vacio.

Amor, impotencia y renuncia.

En el seminario 4, respecto al caso Dora, Lacan afirma que es una histérica, alguien que ha
alcanzalo la crisis edipica y que, al mismo tiempo, ha podido y no ha podido franquearla. Hay
una razón para ello, es que su padre es impotente.
El abordaje se centra ahora no solo en la disimetria sgte sino que se detiene en la forma en que
se produce la resolución edipica en la niña: el viraje hacia el padre para recibir un don fálico;
siendo, justamente, en ese punto que, en la infancia de Dora, se manifestó la impotencia
paterna: se presenta como un padre herido y enfermo, afectado en sus mismas potencias
vitales. Es decir que el amor es correlativo a la impotencia, lo ama y se mantiene apegada
justamente por lo que no da. Lo interesante es constatar aquí que ese amor tiene una
consistencia en Dora hasta el momento donde se desencadena la crisis y se pone reivindicativa.

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Es decir que la reivindicación no es porque el padre no da. Al contrario: por lo que no le daba,
ella lo amaba y lo sostenía. Es entonces un padre que no da pero que el sujeto histérico se
consagra a sostener, posición de amor de la histeria.
Si ella no ha renunciado a nada, es decir, al falo paterno como objeto de don, no puede concebir
nada, subjetivamente hablando, que haya de recibir de otros, es decir, de otro hombre. No
puede recibir nada de los otros hombres porque no puede renunciar a aquello que el padre no le
da, siendo que permanece atada amorosamente a el.
Es asi como el desencademaniento en Dora se produce por lo que introduce una ruptura en el
lazo de amor al quebrarse el cuaternario que sostenía junto con los K.

LACAN – “INTERVENCIÓN SOBRE LA TRANSFERENCIA”

Hablando de la transferencia, se ha introducido lo que podemos llamar los hechos de


resistencia en la experiencia psicotécnica. Su alcance consiste en poner en valor la primacía de
la relación de sujeto a sujeto en todas las reacciones del individuo, en cuanto a que son
humanas. En un psicoanálisis, el sujeto se constituye por un discurso donde la mera presencia
del analista aporta la dimensión del diálogo. Su curso debe seguirse según las leyes que le son
propias.

El caso Dora es expuesto bajo la forma de una serie de inversiones dialécticas. No tocan
solamente a la comprensión de las cosas del sujeto, sino a su posición misma en cuanto sujeto
del que los “objetos” son función. Es decir que el concepto de la exposición es idéntico al
progreso del sujeto, o sea a la realidad de la curación.

Ahora bien, es la primera vez que Freud da el concepto del obstáculo bajo el término de
transferencia. Tendremos que pasar por todas las fases que llevaron a ese momento.
Encontramos así:
Un primer desarrollo, en el cual Dora se adentra en la requisitoria de Freud, abriendo un
expediente de recuerdos. La señora K y su padre son amantes y lo disimulan. Pero el colmo es
que de este modo ella queda entregada a los galanteos del señor K, ante los cuales su padre
hace la vista gorda. Freud influenciado por conocer al padre de Dora. Una primera inversión
dialéctica, a partir de la cual surge un segundo desarrollo de la verdad, que es gracias a la
complicidad de Dora misma como pudo durar la ficción de los dos amantes. Hay una continua
circulación de regalos preciosos, prestaciones sexuales. Al mismo tiempo la relación edípica se
revela constituida en Dora por una identificación al padre, que ha favorecido la impotencia
sexual de éste. Esta identificación se transparenta en todos los síntomas de conversión de Dora,
y luego el levantamiento de muchos de éstos.

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¿Qué significan, sobre esta base, los celos de Dora hacia su padre? Aquí se sitúa:
La segunda inversión dialéctica: no es aquí el objeto pretendido de los celos el que da su
verdadero motivo, sino que enmascara un interés hacia la persona del sujeto-rival. De donde
surge, un tercer desarrollo de la verdad: la atracción fascinada de Dora hacia la señora K (su
cuerpo blanquísimo…), las confidencias que recibe. ¿Por qué motivo tiene lealtad con esta
señora? A través de esta pregunta seremos llevados a la tercera inversión dialéctica, la que nos
daría el valor real del objeto que es la señora K. es el misterio de su propia femineidad corporal,
así como aparece en el segundo de sus sueños.

Es aquella imagen, la más lejana que alcanza Dora de su infancia: chupándose el dedo,
tirándole la oreja a su hermano. Parece que tuviéramos aquí la matriz originaria. La mujer es
el objeto imposible de desprender de un primitivo deseo oral y en el que sin embargo es preciso
que aprenda a reconocer su propia naturaleza genital (asombra que aquí Freud no vea que la
determinación de la afonía expresa el llamado de la pulsión erótica oral en el encuentro a solas
con la señora K, sin que haya necesidad de invocar la percepción de la fellatio). Para tener
acceso a este reconocimiento de su femineidad, le sería necesario realizar esa asunción de su
propio cuerpo, a la falta de la cual permanece abierta la fragmentación funcional que
constituye los síntomas de conversión. Así pues Dora se ha identificado al señor K, como a
Freud mismo (recordar el olor a humo).

Igual que para toda mujer, el problema de su condición es en el fondo aceptarse como objeto del
deseo del hombre, y es éste para Dora el misterio que motiva su idolatría hacia la señora K.

El hecho de que la falla fuese fatal para el tratamiento, Freud lo atribuye a la acción de la
transferencia. Freud confiesa que durante mucho tiempo no pudo encontrarse con esa
tendencia homosexual de Dora hacia la señora K sin caer en un desaliento. Esto proviene de un
prejuicio, aquel mismo que falsea en su comienzo la concepción del complejo de Edipo
haciéndole considerar como natural la prevalencia del personaje paterno.

Freud tiene hacia el señor K una cierta simpatía, puesto que fue él quien le trajo al padre de
Dora. En lo que refiere a ella, su participación personal en el interés que le inspira es confesada
en muchos lugares. Freud en razón de su contra-transferencia vuelve demasiado
constantemente sobre el amor que el seño K le inspiraría a Dora.

¿Qué sucedió entonces en la escena del lago? El señor K sólo tuvo tiempo de colocar algunas
palabras “mi mujer no es nada para mí” como consecuencia, la bofetada. Si ella no es nada para

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usted, entonces ¿que es pues usted para mi? La fantasía latente de embarazo que sigue a esta
escena se produce en las histéricas justamente en función de su identificación viril. Por la
misma trampa, va a desaparecer Freud.

La sedación de los síntomas obtenida en la segunda fase se ha mantenido. La detención del


proceso dialéctico arroja como saldo un retroceso, pero las posiciones resumidas no pueden ser
sino una afirmativa del yo, considerada como progreso. La transferencia no es nada real en el
sujeto, sino la aparición, en un momento de estancamiento de la dialéctica analítica. La
transferencia es entonces llenar con un engaño el vació de ese punto muerto. Pero este engaño
es útil, porque vuelve a lanzar el proceso.
No hay progreso si no es por la integración a que llega de su posición en lo universal: por la
proyección de su pasado en un discurso en devenir.

LACAN - SEMINARIO 3

Capítulo 7. LA DISOLUCIÓN IMAGINARIA

El texto de Freud sobre Schreber sólo procura la vía del enigma. Toda la explicación que da del
delirio confluye en la noción de narcisismo, que no es para Freud algo elucidado en ese
momento. Hoy en día, se asume al narcisismo como si fuese algo comprensible: antes de
dirigirse hacia los objetos externos, hay una etapa donde el sujeto toma su propio cuerpo como
objeto. Lo que repugnaba al narcisismo de Schreber era la adopción de una posición femenina
respecto a su padre, la cual implicaba la castración.
La castración no le importa desde el momento en que su pareja es Dios: “yo no lo amo a él, es a
Dios a quien yo amo, y es Dios quien me ama a mí”. Ésta doble inversión no es completamente
satisfactoria. Proporciona una clave del mecanismo de persecución. Todo el problema es ese él.

Tomemos el caso Dora. Es una histérica. Se sabe la ambigüedad que persiste en torno al
problema de saber cuál es su objeto de amor. Freud finalmente vio su error, y dice que hizo
fracasar todo por haber desconocido el verdadero objeto de amor de Dora, que era la señora K.
La historia es la de un minueto de cuatro personajes: Dora, el padre, el señor K y la señora K.
El señor K le sirve a Dora de yo, por su intermedio puede sostener la relación con la señora K.
Es esencial para el mantenimiento de la situación. Prueba de ello es lo que sucede el día que el
pronuncia estas palabras: “mi mujer no es nada para mí”, entonces ¿Qué diablos es usted para
mí? Y lo abofetea. El grupo de cuatro se desdibuja, y la situación de equilibrio se rompe.

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Dora apenas tiene síntomas. La afonía sólo se produce en la intimidad, en los momentos de
confrontación con su objeto de amor; y está ligada a una erotización especial de la función oral.
A partir del momento en que se va el cuarto personaje, la situación se descompensa, y un
pequeño síntoma de persecución vinculado a su padre aparece en Dora. A partir del momento
este en que la situación se descompensa, ella afirma que su padre quiere prostituirla.

Rehusé dar diagnóstico de psicosis por algo decisivo: no hay trastornos del orden del lenguaje.
Dora experimenta respecto de su padre un fenómeno significativo, alucinatorio incluso, pero
que no llega a producir un delirio. Es un fenómeno que está en la vía inefable, intuitiva, de la
imputación a otro de hostilidad. ¿Qué quiere decir esto? El nivel de alteridad de este personaje
se modifica, y la situación se degrada debido a la ausencia de uno de los componentes del
cuadrilátero.

Capítulo 12. LA PREGUNTA HISTÉRICA

El Otro de la palabra es en la neurosis el elemento determinante. Se trata de una pregunta que


se le plantea al sujeto en el plano del significante. Se ilustra esto mediante un ejemplo de un
psicólogo llamado Joseph Hasler. Cuenta un caso de un hombre de 33 años, protestante
húngaro. Dejó su familia para ir a la ciudad. Su vida profesional está marcada por cambios: de
panadero a laboratorio, luego a guarda de tranvía.
Un día baja de su vehículo, tropieza, cae al suelo y es arrastrado. Tiene en chichón, lo llevan al
hospital, no le encuentran nada le hacen sutura y radiografías.

Luego empieza a tener crisis que se caracterizan por la aparición de un dolor a la altura de la
primera costilla, que se difunde y le crea al sujeto un estado creciente de malestar. Se agrava
con el tiempo. Las crisis avanzan hasta llegar a producir la pérdida de conocimiento. Lo
examinan nuevamente, no encuentran nada. Se piensa en una histeria traumática y lo mandan
con Hasler. Indica las curiosas actitudes del sujeto. Después de la primera sesión el sujeto se
sienta bruscamente en el diván, se pone a mirar con los ojos como plato, boquiabierto. En otras
ocasiones presenta manifestaciones sorprendentes de transferencia.

El sujeto tiene con sus camaradas una relación de líder, goza de prestigio. Hasler intenta
encontrar los rasgos de un carácter anal y progresa. El desencadenamiento de la neurosis en su
aspecto sintomático supone un trauma, el cual debió despertar algo. En la infancia
encontramos traumas a montones. Era pequeñito, comenzó a arrastrarse por el suelo, su madre

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le pisó el pulgar y a partir de ese momento comenzó a chuparse el dedo. Otro. Comienza sus
crisis durante los exámenes que lo someten a la acción de misteriosos instrumentos. Estas
crisis se presentan como vinculadas con el fantasma de un embarazo.

La manifestación sintomática del sujeto está dominada por elementos relacionales que colorean
sus relaciones con los objetos, de modo imaginario. Se puede reconocer en ellas la relación anal.
¿Soy o no capaz de procrear? Esta pregunta se sitúa a nivel del Otro. Lo que está en este sujeto
es la pregunto ¿Qué soy? ¿Soy?, es un significante fundamental. En la medida en que esa
pregunta fue despertada, se desencadenó la descompensación y se organizaron sus síntomas.
Esta clave no se basta a sí misma. Se confirma a partir de elementos de su vida pasada. Pudo
observar un día una mujer de la vecindad que emitía gemidos sin fin; estaba en un parto, al no
poder culminarlo llegó el médico y vio en el corredor al niño en pedazos.

El carácter feminizado del discurso del sujeto se percibe de inmediato. Se habla de sus
preocupaciones anales. Pero ¿en torno a qué gira su interés por sus excrementos? En torno a
saber si puede encontrar en ellos carozos de frutas capaces de crecer y ser plantados.

En cuanto al accidente del tranvía. El tema único del embarazo domina en tanto significante de
la pregunta de su integración a la función viril, a la función de padre. Todo lo dicho cobra
sentido en función de la respuesta que ha de formularse sobre esa relación simbólica ¿Soy
hombre o mujer?
Como en el caso Dora, ¿Qué es ser una mujer? Algo singular: la mujer se pregunta qué es ser
una mujer, del mismo modo que el hombre se pregunta también por la mujer.

Para la mujer la realización de su sexo no se hace en el complejo de Edipo en forma simétrica a


la del hombre. La desventaja que e encuentra en la mujer en cuanto al acceso a la identidad de
su propio sexo se convierte en histeria en una ventaja, gracias a su identificación imaginaria al
padre.

Capítulo 13. LA PREGUNTA HISTÉRICA II: ¿QUÉ ES UNA MUJER?

Si lo que llaman reforzamiento del yo existe, no puede ser otra cosa que la acentuación de la
relación fantasmática, y más especialmente en el neurótico. El reforzamiento va en sentido
opuesto al de la disolución, no sólo de los síntomas, sino de la estructura misma.

84
Freud coloca al yo en relación con el carácter fantasmático del objeto. El yo está ahí como un
espejismo, lo que él llamo el ideal del yo. Su función es de ilusión, es fundamentalmente
narcisista, y el sujeto da acento de realidad a cualquier cosa a partir de ella. De esta tópica se
desprende cuál es en las neurosis típicas el lugar del yo. El neurótico hace su pregunta con su
yo. La tópica freudiana del yo muestra cómo una histérica o como un obsesivo usa su yo para
hacer la pregunta, es decir, precisamente para no hacerla. La estructura de la neurosis es una
pregunta.

En Dora, Freud termina percatándose del objeto que verdaderamente le interesa a Dora (la
señora K). El yo de Dora, será el señor K. La afonía de Dora se produce durante las ausencias
del señor K, Freud explica esto de un modo novelesco. En realidad, la afonía aparece porque
Dora es dejada en presencia de la señora K. Todo acerca de las relaciones de ésta con su padre
gira en torno a la fellatio. La identificación de Dora con el señor K es lo que sostiene esta
situación hasta el momento de la descompensación neurótica. Lo que dice ella mediante su
neurosis es, ¿Qué es ser una mujer?

A propósito del complejo de Edipo, Freud nunca dejó de insistir en la disimetría fundamental
en ambos sexos. Esta disimetría se debe a la relación de amor primaria con la madre, y evoca el
elemento anatómico. Se sitúa a nivel simbólico. Hablando estrictamente no hay simbolización
del sexo de la mujer. Y esto porque lo imaginario sólo proporciona una ausencia donde en otro
lado hay un símbolo muy prevalente.
Es la prevalencia de la gestalt fálica la que, en la realización del complejo, fuerza a la mujer a
tomar el rodeo de la identificación al padre, y seguir por ende durante un tiempo los mismos
caminos que el varón. El acceso de la mujer al complejo se hace pasando por el padre, igual que
el varón, debido a la prevalencia de la forma imaginaria falo.

El falo es un símbolo que no tiene correspondiente ni equivalente. Lo que está en juego es una
disimetría en el significante. Esta disimetría determina las vías por donde pasará el complejo
de Edipo. Ambas vías llevan por el sendero de la castración. La experiencia muestra una
diferencia llamativa: uno de los sexos necesita tomar como base de identificación la imagen del
otro sexo.
Donde no hay material simbólico hay obstáculo. Este defecto proviene del hecho de que lo
simbólico carece de material. El sexo femenino tiene un carácter de ausencia, de agujero, y hace
que una disimetría esencial aparezca. En los histéricos la pregunta no está siempre vinculada
simplemente al material, sino a la relación del sujeto con el significante en su conjunto, con
aquello a lo cual el significante puede responder.

85
Parecería por una parte que lo simbólico es lo que nos brinda todo el sistema del mundo. Por
otra parte, la relación imaginaria está ligada a la etología, a la psicología animal. La relación
sexual implica la captura por la imagen del otro. Ahora bien, la realización de la posición
sexual en el ser humano está vinculada, nos dice Freud, a la prueba de la travesía de una
relación fundamental simbolizada: la del Edipo, que entraña una posición que le hace desear el
objeto de otro. Nos encontramos ahí ante una posición estructurada en la duplicidad misma del
significante y el significado. En tanto función la del hombre y la mujer está simbolizada, en
tanto es arrancada al dominio de la imaginario para ser situada en el dominio de lo simbólico,
es que se realiza toda posición sexual normal, acabada. La realización genital está sometida a
la simbolización.

Inversamente, la relación de identificación a partir de la cual el objeto se realiza como objeto de


rivalidad, está situada en el orden imaginario. El objeto se aísla, se neutraliza y se erotiza. Esto
hace entrar en el campo del deseo humano más objetos materiales que los que entran en la
experiencia animal.

En ese entrecruzamiento de lo imaginario y lo simbólico, yace la fuente de la función esencial


que desempeña el yo en la estructuración de las neurosis. Cuando dora se pregunta qué es una
mujer, intenta simbolizar el órgano femenino en cuanto tal. Su identificación al hombre es el
medio de aproximarse a esa definición. El pene le sirve de instrumento imaginario para
aprehender lo que no logra simbolizar.

Una vez comprometida la mujer en la histeria, su posición presenta una particular estabilidad:
cuanto más sencilla es una estructura, menos puntos de ruptura revela. Cuando su pregunta
cobre más forma le es muy fácil hacerla por la vía más corta, o sea, la identificación al padre.
La situación es más compleja en la histeria masculina. La pregunta histérica tiene menos
probabilidades de formularse. Pero si se la formula, también atañe la posición femenina. El
factor común a la posición femenina y masculina por la histeria, se trata de la pregunta por la
procreación. Nada explica en lo simbólico el hecho de su individuación, el hecho de que un ser
sale de un ser; la procreación se escapa a la trama simbólica. La pregunta sobre la muerte es
otro modo de la creación neurótica de la pregunta, su modo obsesivo.

LACAN SEMINARIO 4: LAS RELACIONES DE OBJETO

Cap XIII :par. 2 y 3

86
Juanito a apartir de los 4 años y medio hace lo que se llama una fobia, es decir una neurosis.
ÈL quiere mucho a su padre y esta muy lejos de temer de èl un tratamiento tan abusivo como el
de la castración.
No puede decirse que Juanito este frustrado de algo, no esta privado de nada.
De todos modos vemos que su madre a llegado a prohibirle la masturbación y ha anunciado las
palabras fatales “ si te masturbas, haremos venir al doctor A. y te la cortada”. El niño continua
lo que no constituye un elemento de apreciación.
Para empezar, les recordare la situación fundamental que prevalece en lo referente al falo en la
relacion preedifica del niño con la madre.
La madre es aquí objeto de amor, objeto deseado en cuanto a su presencia. La reaccion, la
sensibilidad del ñiño ante la presencia de la madre, se manifiesta muy precozmente en su
comportamiento. Esta presencia se articula muy rapidamente en el par presencia-ausencia que
es nuestro punto de partida.
La madre existe, sin que ello suponga aun la existencia de un yo y un no yo.
La madre existe como objeto simbolico y como objeto de amor. La experiencia lo confimra, y eso
es lo que formulo con la posicion que le atribuyo a la madre en la tabla. La madre es de entrada
madre simbolica y solo tras la crissi de la frustración empieza a realizarse, debido a cierto
numero de choques y particularidades surgidas en las relaciones e/ la madre y el niño. La
madre objeto de amor puede ser en cualquier momento la madre real en la medida en que
frustra ese amor.
La relacion del niño con la madre, que es una relacion de amor, abre la puerta a lo que se llama
habitualemente, a falta de saber articularlo, la relacion indiferenciada primordial.
Se trata que el niño se incluya a si mismo en la relacion como objeto de amor de la madre. Se
trata de que se entere de esto, de que aporta placer a la madre. Esta es una de las experiencias
fundamentales del niño, saber si su presencia gobierna, por poco que sea, la de la presencia que
necesita, si el mismo aporta la luz que hace que cicha presencia este ahí para envolverle, si èl le
aprota una sastifaccion de amor. En suma, ser amado, es fundamental para el niño.

La pregunta es como capta el niño lo que èl es para la madre.

En distintos grados, en cada sujeto, la madre conserva el Penisneid. El niño lo colma o no lo


colma, pero la cuestion se plantea. El descubrimiento de la madre falica en el niño, el del
Penisneid en la madre, son estrictamente correlativos del problema que estamos abordando.

Debemos considerar el Penisneid como uno de los datos fundamentales de la experiencia


analitica y como un termino de referencia constante en la rfelacion de la madre con el niño. La
experiencia demuestra que no hay forma de articular de otro modo las perversiones, pues
contrariamente a lo que suele decirse, no se pueden explicar integramente por la etapa
preedipica, aunque de todos modos requieren esa experiencia. En la relacion con la madre el
niño siente el falo como centro de su deseo, el de ella. Y èl mismo se situa entonces en distintas
posiciones por las cuales se ve llevado a mantener este deseo de la madre, es decir, exactamente
camelándola.
El ñiño se presenta a la madre como si el mismo le ofreciera el falo, en posiciones y grados
diversos. Puede identificarse con la madre, identificarse con el falo, identificarse con la madre
como portadora del falo, o presentarse como portador de falo. Hay aquí un alto grado, de
generalización de la relacion imaginaria que llamo tramposa, mediante la cual el niño le
asegura a la madre que puede colmarla, no solo como niño, sino tambien en cuanto al deseo, y,
por decirlo todo, en cuanto a lo que le falta. Esta situación es con toda seguridad estructurante,
pues solo en torno a ella puede articularse la relación del fetichista con su objeto, y se escalona
toda la gama intermedia capaz de relacionarla con la necesidad del objeto, del pene real, en el
otro.

87
3

Vemos a Juanito totalmente comprometido en una relacion en la que el falo juega un papel
evidente. Juanito esta fantaseando el falo constantemente, preguntandole a su madre sobre la
presencia del falo en ella, luego en el padre, luego en los animales. El falo es verdaderamente el
eje.
¿Qué es lo que cambia, si no ocurre nada critico en la vida de Juanito? Lo que cambia es que su
pene, el suyo, empieza a convertirse en algo muy real. Su pene empieza a moverse y el niño
empieza a masturbarse. El pene se ha convertido en real.

La angustia esta como mecanismo, como la concebimos en esta ocasión? Lo mas cerca posible
del fenómeno. La angustia es correlativa del momento de suspensión del sujeto, en un tiempo
en el que ya no se sabe donde esta, hacia un tiempo en el que va a ser algo en lo que ya nunca
podra reconocerse. Es esto, la angustia.

Depende de lo que el niño es realmente para la madre. Hasta aquí el niño se encuentra en el
paraíso del señuelo.
Cuando interviene la pulsion del niño, su pene real, se evidencia un despegue. El niño cae en su
propia trampa, engañado por su propio juego, victima de todas las discordancias, confrontado
con la inmensa hiancia que hay entre cumplir con una imagen y tener algo real que ofrecer –
ofrecerlo cash digamos.
Lo que entonces juega el papel decisivo, es que eso que èl puede ofrecer se le antoja como algo
miserable. El niño se encuentra entonces frente a esa brecha, queda prisionero, se convierte en
el blanco, en elemento pasivizado de un juego que le deja a merced de las significaciones del
Otro. El niño queda completamente pendiente de las indicaciones de su partener.

El complejo de castración traslada al plano puramente imaginario todo o que esta en juego en
relacion con el falo. Precisamente por que este motivo conviene que el pene real quede al
margen. La intervención del padre introduce aquí el orden simbolico con sus defensas, el reino
de la ley, o sea que el asunto ya no esta en manos del niño y, al mismo tiempo se resuelve en
otra parte.
El orden simbolico interviene precisamente en el plano imaginario. La castración afecta al falo
imaginario pero de algun modo fuera de la pareja real, y eso tiene su razon de ser.
¿Qué se produce entonces, dado que hay una neurosis? Se produce una regresion. Se produce
cuando ya no alcanza a dar lo que hay que dar, y su insuficiencia le produce el mas profundo
desasosiego. Se produce el mismo cortocircuito con el que se sastiface la frustración primitiva,
que lleva al niño a apoderarse del seno para dar por cerrados todos los problemas, es decir, la
hiancia abierta frente a èl, la de ser devorado por la madre.

Los objetos de la fobia, tienen la funcion de suplir al significante del padre simbolico.

Cap XIV: par. 2 y 3

Dejamos a Juanito en el momento que iba a abordar este paso llamado el complejo de
castración.

Este falo imaginario es el elemento esencial de la relacion del niño con lo que constituye para èl
eso que Freud llama en aquel momento la otra persona, o sea la madre.
A partir de determinado momento, el niño da muestras de un gran espanto ante un objeto
privilegiado que resulta ser el caballo, cuya presencia ya habia sido anunciada en el texto
metafóricamente cuando el niño le dice a su madre – Si tienes un hacepipi, debe ser muy
grande, como un caballo- Que la imagen del caballo aparezca en el horizonte indica ya que el
niño se dispone a entrar en la fobia.

88
¿Dónde esta el incc? ¿Dónde esta la represion? Al parecer no la hay. Exhibirse le produce un
gran placer. Hay una armonia reinante antes de la fobia.

Juanito sueña que esta con Mariedl. Le cuenta a su padre el sueño (le cuenta que esta con
Mariedl) y este se lo cuenta a la madre en presencia de Juanito, alli Juanito remarca - No
solamente con Mariedl, completamente solo con Mariedl –
Esto se produce cuando Juanito tiene 3 años y 9 meses, y hace 3 meses que ha nacido su
hermanita, es decir que se puede estar con ella totalemente solo sin tener, como ocurre con la
madre, a esa intrusa. (situación de partida de las relaciones del niño con la madre)

La madre se situa, y asi va conociendola poco a poco el niño, como marcada por esa falta
fundamental que ella misma trata de colmar, y con respecto a la cual el niño le aporta tan solo
una sastifaccion que podemos llamar, provisionalmente, sustitutiva.

Sobre esta base se concibe toda nueva hiancia de cualquier clase, toda reapertura de la
pregunta, y especialmente, la que surge con la maduracion genital real, es decir, en el niño, con
la introducción de la masturbación, cuando entra en juego su goce real con su propio pene real.

La situación entre la madre y el nio supone que este ha de descubrir aquella dimension, el
deseo de algo mas alla de èl mismo por parte de la madre, es decir mas alla del objeto de placer
que siente que es para la madre, en primer lugar, y que aspira a ser.

Se trata de una sustitución significante, y de saber que significa. En suma, se trata de saber
cual es la funcion del niño para la madre, con respecto a ese falo que es el objeto de su deseo. La
cuestion previa es – metáfora o metonimia?- No es lo mismo se el niño es la metáfora de su
amor por el padre, o si es la metonimia de su deseo del falo, que no tiene y no tendra nunca.

El niño es para ella la metonimia del falo. Esto no significa que ella sea tan considerada con el
falo del niño.
Decir que el niño es tomado como una metonimia del deseo del falo de la madre no significa que
sea metonimico como faloforo - implica, por el contrario, que es metonimico como totalidad. Ahí
empieza el drama, lo que esta en juego es él mismo, todo entero, y la diferencia empieza a
plantearse muy seriamente en cuanto interviene el hacepipi real, convertido para Juanito en
un objeto de sastifaccion. En ese momento, empieza a producirse lo que se llama la angustia,
debido a esto, a que puede medir la diferencia existente entre aquello por lo que es amado y lo
que èl puede dar.

Dada la posicion original del niño respecto de la madre que puede hacer? Esta ahí para ser
objeto de placer. Se encuentra por lo tanto en una relacion en la que fundamentalmente es
imaginado, y su estado es de pura pasividad.

La fobia es en todo esto el elemento representativo. El sentido de la fobia, la fobia introduce en


el mundo del niño una estructura, situa precisamente en primer plano la funcion de un interior
y un exterior. Hasta ese momento, el niño estaba, en suma, en el interior de la madre, acaba de
ser rechazado, o se lo imagina, esta angustiado, y entonces, con ayuda de la fobia, instaura un
nuevo orden del interior y del exterior, una serie de umbrales que se ponen a estructurar el
mundo.
La fobia esta construida destacada hacia el punto de angustia.

El miedo no puede considerarse en ningun caso un elemento primitivo, un elemento ultimo, en


la estructura de la neurosis. En el conflicto neurotico, el miedo interviene como un elemento

89
que defiende destacandose, y contra algo completamente distinto, que por naturaleza carece de
objeto, a saber, la angustia. Esto es lo que nos permite articular la fobia.

Cap. XV: par. 2 y 3

El estilo interrogatorio del padre se presenta en todo momento como una verdadera inquisición,
a veces acuciante, que incluso tiene el carácter de una direccion de las respuestas del niño.
En su forma de registrar las respuestas del niño se aprecian todo tipo de malentendidos, y trata
de comprenderlas demasiado, cosa que Freud subraya.
En el caso de Juan tenemos la clara impresión de una producción de juego.
Juanito reacciona ante el interrogatorio intenso del padre, este interrogatorio demuestra haber
sido favorable para una verdadera cultura de la fobia.

Juan se encuentra pues en determinada relacion con su madre, en la cual se mezclan la


necesidad directa que tiene de su amor y lo que hemos llamado el juego del señuelo
intersubjetivo.
Necesita que su madre tenga un lo que no significa que este falo sea para èl algo real.

Por una parte, Juan queda excluido, cae de la situación, es expulsado por la hermanita. Por
otra parte, el falo interviene bajo una forma distinta – me refiero a la masturbación. Se trata
del mismo objeto, pero se presenta de una forma completamente distinta por la integración de
las sensaciones vinculadas, por lo menos, con la turgencia y, muy posiblemente, con algo que
podemos llegar a calificar de orgasmo, sin eyaculacion, claro.

Hemos dado toda su importancia a la madre y a la relación simbólica imaginaria del niño con
ella. Decimos que la madre se presenta para el niño con la exigencia de lo que le falta, a saber
el falo que no tiene. Dijimos – este falo es imaginario ¿Para quién es imaginario? Es imaginario
para el niño ¿Por qué lo decimos? Por que Freud nos dice que esto juega un papel en la madre.
¿Por qué? Me diran uds., por que él lo descubrio. Pero si lo descubrió, es por que es verdad. Y si
es verdad, ¿Por qué es verdad?
Se trata de saber en que sentido es verdad.

Hasta entonces jugaba con el falo deseado por la madre, con el falo convertido para èl en un
elemento del deseo de la madre y, en consecuencia, en algo por lo que se debia pasar para
cautivar a la madre. Este falo es un elemento imaginario. Ahora el niño ha de advertir que este
elemento imaginario tiene valor simbólico. Y esto es lo insuperable para èl.
El niño se introduce de golpe en el sistema del significante o del lenguaje, definiendolo
sincrónicamente, o en el sistema del discurso, definiendolo diacronicamente, pero no lo hace en
toda la envergadura del sistema, sino de una forma puntual a proposito de las relaciones con la
madre, que esta presente o ausente. Pero sta primera experiencia simbolica es del todo
insuficiente en toda su amplitud en base al hecho de que algo a lo que se ama esta o no esta. No
podemos conformarnos con dos terminos, se necesitan mas.
Hay un minimo de terminos necesario para el funcionamiento del sistema simbolico. No son
solo tres. El Edipo, desde luego, nos da tres, pero sin duda implica un cuarto termino , por que
el niño ha de franquear el Edipo. Aquí interviene el padre.

Para el niño determinadas imágenes tienen un funcionamiento simbolico. Las imágenes que en
ese moento le aporta la realidad a Juan, tal vez demasiado abundantes, presentes,
proliferantes, se encuentran en un estado de incorporación manifiesto. Para él se trata de
conciliar el mundo de la relacion materna con aquel elemento de abertura imaginaria, o de
falta, que lo hacia tan divertido, incluso tan excitante para la madre.

90
Siguiendo intrucciones de Freud su padre le recalca a Juan que las mujeres no tienen falo y que
es inútil que lo busque. ¿Cómo reacciona el niño ante esta intervención del padre? Reacciona
con el fantasma de las dos jirafas.
Se trata de un fantasma. Ahí, una jirafa grande, aquí, una jirafa pequeña, arrugada. Le
preguntan al niño que es eso y èl se lo muestra tomando un trozo de papel y haciendo con el
una bola. De estas dos jirafas, la grande es el símbolo del padre. La pequeña, de la que el niño
se apodera para sentarse encima de ella, mientras la grande da fuertes gritos, es una reaccion
frente al falo materno y esta relacionada con la nostalgia de la madre y con su falta.
Para el niño se trata de recuperar la posesion de la madre para mayor irritacion, incluso colera,
del padre. Ahora bien, esta colera nunca se produce en lo real, el padre nunca se deja llevar por
la colera y Juanito se lo señala –Tienes que enfadarte, has de estar celoso.- en suma le explica
el Edipo. El padre no esta dispuesto a encarnar el dios del trueno.

El niño queda capturado en el deseo falico de la madre como una metonimia. El niño, en su
totalidad, es el falo. Asi cuando se trata de restituirle a la madre su falo, el niño faliciza a la
madre entera, bajo la forma de un doble. Fabrica una metonimia de la madre. Lo que hasta ese
momento era solo el falo enigmatico y deseado, creido y no creido, sumido en la ambigüedad, la
creencia, el juego tramposo con la madre que es nuestro termino de referencia, pues bien, eso
empieza a articularse como una metonimia. Es la pequeña jirafa arrugada, significa algo del
mismo orden que el dibujo de una jirafa que en otra ocasión le habia hecho a Juan su padre ,
donde el hacepipi es añadido y esta separado del cuerpo de la jirafa.
La jirafa pequeña es un doble de la madre, reducido al soporte siempre necesario como vehiculo
del significante, o sea algo que se puede tomar, que se puede arrugar y puede uno sentarse
encima. Es un testimonio.

Cap. XXI : par. 3

En el complejo de Edipo desde un plano determinado el padre se introduce como un tercero en


la situación entre el niño con la madre. Y desde otro plano, se introduce como un cuarto, por
que ya hay tres elementos, debidos a ese falo inexistente. El padre debe estar ahí en sí.

Cual debe ser su papel? El padre es quien posee a la madre, la posee como padre, con su pene
de verdad, un pene suficiente, a diferencia del niño.

El brote natural de la potencia sexual en el niño, se produce efectivamente en dos tiempos, si


consideramos pura y simplemente el plano fisiologico, pero la sola consideración de este brote
biologico no basta en absoluto para explicar lo que ocurre.

Es preciso que el verdadero pene, el pene real, el pene valido, el pene padre, funcione. Por otra
parte, el pene del niño, que se situa en comparación con el primero, ha de adquirir su misma
funcion, su realidad, su dignidad. Y para conseguirlo, es preciso pasar por esa anulacion
llamada el complejo de castración.

En otros terminos, en la medida en que su pene resulta momentáneamente aniquilado, el niño


estara destinado a acceder a una funcion paterna plena, o sea ser alguien que se sienta
legítimamente en posesion de su virilidad. Y resulta que este legítimamente es esencial para
un feliz funcionamiento de la funcion sexual en el ser humano.

He aquí el problema del complejo de Edipo, redituado.


El padre simbolico, es el NdP. Es el elemento mediador esencial del mundo simbolico y de su
estructuracion. Es necesario para ese destete con la omnipotencia materna.

91
Hay padre simbolico. Hay padre real. Como la experiencia nos enseña, en la asuncion de la
funcion sexual viril juega un papel esencial la presencia del padre real. Para que el sujeto viva
verdaderamente el complejo de castración, es preciso que el padre real juegue de verdad el
juego. Debe asumir su funcion de padre castrador, la funcion de padre en su forma concreta,
empirica, casi iba a decir degenerada, pensando en el personaje del padre primordial y la forma
tiranica y mas o menos horrible bajo la cual nos lo presento el mito freudiano. En la medida en
que el padre, tal como existe, cumple su funcion imaginaria en lo que tiene de empíricamente
intolerable, incluso indignante cuanod se deja sentir su incidencia castradora, solo en esta
perspectiva, se vive el complejo de castración.

El caso Juanito hay un padre simbolico y el padre de Juanito, que no es insensato, cree en él
enseguida – Freud es el buen dios. Este es para Juanito uno de los elementos escenciales en la
instauración del equilibrio. Naturalmente cree como todos creenmos en el buen Dios – cree sin
creer.
Hay alguien que lo sabe todo, lo ha encontrado, es el profesor Freud.

Esto le resulta util pero no suple la carencia del padre imaginario, del padre verdaderamente
castrador. Aquí está todo el problema. Para Juanito, se trata de encontrar una suplencia para
ese padre que se obstina en no querer castrar. Esta es la la clave de la observación.

Se trata de saber como va a poder soportar Juanito su pene real, precisamente porque no esta
amenazado. Aquí esta el fundamento de la angustia. Esto es lo intolerable de su situación, esta
carencia por parte del castrador.

Juanito reclama imperiosamente una herida. El deseo de que el padre sufra tal herida como
una circuncisión mitica aparece enseguida cuando Juanito le dice –tendras que llegar ahí como
un desnudo- Se trata de saber si el padre pasara la prueba, si se enfrentara como un hombre a
la temible madre y si tmb él, el padre, ha pasado o no por la iniciación esencial, por la herida,
por el golpe contra la piedra.

Juanito moria por una padre que le tenga rencor y que lo castre, pero no lo tinee.
Lo que el instalador viene a cambiarle a Juanito es su trasero, su misma base. Tienen que
cambiarle algo a Juanito. Aquí tenesmos, sin duda, el esquema de simbolizacion fundamental
del complejo de castración.
Le destornillan el trasero le dan el otro y luego dicen “date vuelta”. Eso es todo, hay que tomar
el texto tal como es. Ahí esta la especificidad de la observación y lo que debe permitirnos
comprender todo el conjunto.
Si la cosa no llego mas lejos es que no podia ir mas lejos, si hubiera ido mas lejos no hubiera
habido fobia.

La castración materna – lo vemos en la descripción de la situación primitiva – implica para el


niño la posibilidad de la devoracion y el mordisco. Hay anterioridad de la castración materna, y
la castración paterna es un sustituto suyo.
Esta ultima no es tal vez menos terrible, pero es sin duda mas favorable que la otra.
Del lado del padre, existe la posibilidad de un desarrollo dialectico. Es posible una rivalidad con
el padre, es posible un asesinato, una emasculación del padre. Por este lado el complejo de
castración es fecundo en el Edipo, mientras que no lo es del lado de la madre. Y ello por una
simple razon, que es imposible emascular a la madre, por que no hay nada que se pueda
emascular.

Vemos como en el sueño de la bañera y el berbiquí se dibuja el modo de suplencia que le


permitira superar la situación primitiva, la devoracion. Se desmantela a la madre y se llama al
padre a desempeñar el papel de perforador.

92
Desde mediados de abril el rodeo pasa por Ana. Ana se introduce como un elemento cuya caida
es posible y deseada. Lo mismo ocurre con la mordedura de la madre, tomada como elemento
instrumental, sustituto de la intervención castradora y desviada en lo que a su direccion se
refiere, ya que no afecta al pene, sino a algo distinto, que desemboca en un cambio en el ultimo
fantasma.
Ana interviene en el juego. Es el otro termino inasimilable de la situación. Todo el proceso de
los fantasmas de Juan consiste en redituar este elemento intolerable de lo real en el registro
imaginario en el que puede ser reintegrado.

Primera Etapa: Juanito hace de Ana un objeto cuya idea esta presente desde siempre. La
reduce a algo que la recuerda desde siempre. Esta reminiscencia es la primera etapa de la
imaginificacion de ese real.

Segunda Etapa: en cuanto Ana es una Idea en el sentido platonico del termino, incluso ideal
¿Qué le hace hacer? La hace montar a caballito sobre el caballo de angustia. Se trata tanto de
explicar lo que ocurre en el mundo imaginario como lo que ocurre en el mundo real.

En suma desde el momento en que es una imagen, esa hermana se convierte en su yo (moi)
superior. Cuando Ana haya montaod lo sufiente el temible caballo, luego, entonces Juanito
podra fantasear que tambien él doma al caballo, e inmediatamente después aparece el caballo
fustigado. De este modo Juanito hace caso a Nietzsche si vas con mujeres, no te olvides del
latigo.

Cap. XXIII : Par. 2

El objeto de la fobia siempre es un significante.


Si el complejo de Edipo significa algo, es que a partir de cierto momento la madre es
considerada y vivida en funcion del padre.
Es el NdP que instaura la existencia del padre en la complejidad con la que se nos presenta.

El niño se interroga por que es un padre? El padre es en efecto el eje, el centro ficticio y
concreto del mantenimiento del orden genealogico, que le permite al niño inmiscuirse de forma
satisfactoria en un mundo que, con independencia de cómo haya qye juzgarlo, cultural, natural
o sobrenaturalmente, es donde se nace. El niño aparece en un mundo humano organizado por
el orden simbolico, y a eso ha de enfrentrase.

El objeto fobico viene a desempeñar el papel que, por alguna carencia, por una carencia real en
el caso de Juanito, no desempeña el personaje del padre. Asi, el objeto de la fobia juega el papel
metaforico que aquel dia trate de ilustrarles con esta imagen .si gavilla no era avara ni tenia
odio-

No es otra la funcion del caballo, en la poesia que es en este caso la fobia. Es el elemento
alrededor del cual van a gravitar toda clase de significaciones, formando a fin de cuentas un
elemento que suple lo que le falto al desarrollo del sujeto, es decir, a los desarrollos
proporcionados por la dialectica del entorno donde esta inmerso. Pero esto soloo es posible
imaginariamente.

Se trata de un significante en bruto.


La busca en un libro de imágenes. El sujeto elige una imagen para cumplir una funcion muy
precisa, la de permitir momentanea estabilización de ciertos estados – en este caso el estado de
angustia- Para cumplir la funcion de transformar esta angustia en miedo localizado, el sujeto
elige una forma que constituye un punto de detencion, un termino, un pivote, un soporte, a
cuyo alrededor se va enganchando todo lo que vacila, amenazado por la corriente interior

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surgida l sujeto de la crisis de la relacion materna. Tal es, en el caso de Juanito, el papel del
caballo.

Sin duda, parece un estorbo para el desarrollo del niño, y para su entorno es un elemento
parasitario y patologico. Pero la instauración analitica nos muestra que tambien tiene una
funcion de enganche, un papel fundamental de punto de detencion. Alrededor de este punto, el
sujeto puede seguir haciendo girar lo que de otro modo se declararia con una angustia
imposible de soportar.

Esto es la fobia. Le permite al sujeto manejar ese significante, obteniendo de él posibilidades de


desarrollo mas ricas que las que contiene. El significante contiene sus significaciones por el
lugar que ocupa, el lugar donde deberia de estar el padre simbolico. Al estar ese significante
ahí en la medida en que corresponde metafóricamente al padre, permite que se efectuen todas
las transferencias, todas las transformaciones necesarias en todo aquello que es complicado y
problemático en la relacion inscrita en la linea inferior – o sea la madre, la funcion falica y el
niño -, que requiere en cada ocasión, con respecto a la madre real, un triangulo distinto. Para
ello se necesita un termino que para el niño sea imposible de dominar, que de miedo, incluso
muerda.

Lo que está amenazado , el pene del niño.

LACAN – “FUNCIÓN Y CAMPO DE LA PALABRA Y DEL LENGUAJE EN EL


PSICOANÁLISIS – VARIANTES DE LA CURA TIPO”

El discurso toma una función fálico-uretral, erótico-anal, incluso sádico-oral. En los silencios se
capta la inhibición de la satisfacción que experimenta en él el sujeto. Así la palabra puede
convertirse en objeto imaginario, y aún real, en el sujeto, y rebajar la función del lenguaje. El
análisis no tiene otra meta que el advenimiento de una palabra verdadera y la realización por
el sujeto de su historia, en relación con su futuro. El mantenimiento de esta dialéctica se opone
a toda orientación objetivante del análisis.

Freud va hasta a tomarse libertades cuando se trata de alcanzar la verdad del sujeto. En el
hombre de las ratas, percibe el papel determinante que desempeñó la propuesta de matrimonio
presentada al sujeto por su madre en el origen de la fase actual de su neurosis. Interpreta su
efecto como el de una prohibición impuesta por su padre difunto contra su relación con la dama
de sus pensamientos. Esto es inexacto psicológicamente, pues la acción castradora del padre no
desempeño en este caso sino un papel en segundo plano. Pero la percepción de la relación
dialéctica es tan justa que la interpretación de Freud desencadena el levantamiento decisivo de
los símbolos mortíferos que ligan narcisistamente al sujeto con su padre muerto y con la dama
idealizada. De igual manera, reconociendo la deuda obsesiva, es como llega a la meta: hacerle
recuperar de la indelicadeza de su padre, de su matrimonio con su madre.
Las resistencias son utilizadas todo el tiempo. El hombre de las ratas llega a introducir en su
subjetividad su mediación verdadera bajo la forma transferencial de la hija imaginaria que da

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a Freud para recibir de él la alianza y que en un sueño clave le revela su verdadero rostro: la
muerte.

Para saber cómo responder al sujeto en el análisis, el método es reconocer en primer lugar el
sitio donde se encuentra su ego, o sea, saber por quién y para quién el sujeto plantea su
pregunta. Ninguna verdadera palabra es únicamente palabra del sujeto, puesto que es siempre
fundándola en la mediación con el otro como ella opera.

En el hombre de las ratas el viraje mayor se encuentra en el momento en que Freud comprende
el resentimiento provocado por el cálculo que su madre le sugiere, en cuanto a la elección de
esposa. Que la prohibición que semejante consejo implica de comprometerse con la mujer que
cree amar sea referida a la palabra de su padre. Maravillosamente, su padre está muerto.
No es solamente por un asumir simbólico como la palabra constituye el ser del sujeto, sino que
por la ley de alianza la palabra determina, no sólo el estatuto del sujeto, sino la llegada al
mundo de su ser biológico. Ahora bien, parece que el acceso de Freud al punto crucial le fue
abierto por el hecho de haber sido él mismo objeto de una sugestión semejante de la prudencia
familiar.

LACAN. SEMINARIO 10: LA ANGUSTIA.

Lacan presenta en este seminario un pequeño esquema referente al obsesivo. Se trata de los 5
pisos de la constitución de a en la relación se S con A.
En el primer piso, en el plano de la relación con el objeto oral no hay necesidad del otro, sino,
necesidad en el Otro, en el nivel del Otro. Es en funcion de la dependencia respecto del ser
materno que se produce la disyunción entre el sujeto y el a, el seno, cuyo verdadero alcance sólo
pueden ustedes percibir si ven que el seno forma parte del mundo interior del sujeto y no del
cuerpo de la madre.
En el segundo piso, el del objeto anal, tienen ustedes la demanda en el Otro. Es la demanda
educativa por excelencia, en la medida en que se relaciona con el objeto anal.
En el tercer piso encontraran toda la dialéctica e la funcion de (-falo imaginario), funcion única
respecto a todas las otras funciones de a, en la medida en que se define por una falta, la de un
objeto. Dicha falta es central en esta relación, lo cual justifica que todo el análisis encuentre su
eje en la sexualidad. Aquí llamaremos a esta falta goce en el Otro. La relación de este goce en el
Otro con la introducción del instrumento faltante que es el falo imaginario es una relación
inversa. Este es el eje solido de toda ubicación lo bastante eficaz de lo que llamamos angustia
de castración.
En el piso escópico, que es el del fantasma, nos enfrentamos a la potencia en el Otro, que es el
espejismo del deseo humano.
En el quinto, y último piso, es donde debe emerger el deseo en el Otro. Es en la medida del
retorno del deseo en el Otro- en tanto que en el obsesivo esta esencialmente reprimido- que todo
en su sintomatología esta comandado, y en particular en los síntomas, donde la dimensión de la
causa se entrevé como Angst.

Para cubrir el deseo del Otro, el obsesivo tiene una via, es el recurso a su demanda.

95
En tanto que la evitación del obsesivo es la cobertura del deseo en el Otro por la demanda en el
Otro, a, el objeto de su causa, se situa allí donde la demanda domina, o sea, en el estadio anal,
donde a no es pura y simplemente el excremento, puesto que es el excremento en cuanto
demandado.

De lo anal al ideal.

El excremento entra en la subjetivación via la demanda del Otro, representado en este caso por
la madre. Se le exige al niño que lo retenga, y luego que lo suelte, todo bajo demanda. Si el a
excremencial se ha puesto al alcance de nuestra atención es en tanto que simboliza la
castración.
En el estadio oral, donde el objeto a es el seno, el sujeto no sabe y no puede saber hasta que
punto el mismo es aquel ser adosado al pecho de la madre como bajo la forma del seno. No
puede saber que el seno es la realidad del limite de a respecto al Otro. Cree que a es el Otro, y
que cuando se ocupa de a a lo que se enfrenta es al Otro, la madre.
Por el contrario, en el nivel anal tiene por primera vez la oportunidad de reconocerse en un
objeto. El montoncito de mierda se obtiene a demanda y es admirado -¡que caca tan linda!-,
pero el segundo tiempo de esta demanda implica que sea repudiada, porque esta linda caca, de
todos modos, se enseña al niño que no debe mantener demasiadas relaciones con ella. En esta
primera relación con la demanda del Otro, nos encontramos con un reconocimiento ambiguo:
eso de ahí es al mismo tiempo él, y no debe ser él, e incluso, mas adelante, no es suyo.
La ambivalencia obsesiva se va originando (a rombo $), donde a es la causa de esta
ambivalencia, de este sí y no. Es mio, este síntoma, y no es mio.
En este nivel se dibuja una estructura que parece darnos inmediatamente la estructura del
síntoma, en su funcion de resultado. Sólo que esta estructura basada en la demanda deja fuera
el deseo. Por esta duplicidad el sujeto podrá simbolizar al faalo que hace en el hombre de
intermediario de las relaciones entre los sexos. El hecho de que el deseo del macho encuentre su
propia caída antes de la entrada en el goce de la pareja femenina, e incluso el hecho de que el
goce de la mujer se aplaste en la nostalgia fálica, implica que la mujer se ve exigida a no amar
al Otro macho más que en un punto situado mas alla de aquello que la detiene a ella también
en cuanto deseo, que es el falo. A este mas alla se apunta en el amor. El goce de la mujer esta
en ella misma, no se une con el Otro.

En el caso del obsesivo, allí donde se trata de recubrir la angustia, el Ideal del yo adquiere la
forma de Todopoderoso. Ahí es donde el obsesivo busca y encuentra el complemento de lo que
necesita para constituirse como deseo, o sea, el fantasma obicuo, que es también el soporte
sobre el cual va y viene, va saltando, la multiplicidad de sus deseos.

De un circulo imposible de reducir al punto.

El sujeto, ciertamente, esta impedido de atenerse a su deseo de retener, y es lo que se


manfiiesta en el obsesivo como compulsión. No puede retenerse. Para decirlo todo, el obsesivo,
como todo neurótico, ya ha accedido al estadio fálico, pero dada la imposibilidad en que se
encuentra de satisfacer en el nivel de este estadio, llega su objeto, el suyo, el a excremencial, el
a causa del deseo de retener.

LACAN. SEMINARIO 17: EL REVERSO DEL PSICOANALISIS.

El discurso de la histérica revela la relación del discurso del amo con el goce, en la medida en
que el saber ocupa el lugar del goce. El propio sujeto, histérico, se aliena por el sgte amo como
sujeto al que este sgte divide, este sujeto que se opone a hacerse su cuerpo. A propósito de la
histeria se habla de complacencia somatica. ¿Por qué no partir del hecho de que el padre de
Dora es propiamente un hombre castrado, quiero decir en cuanto a su potencia sexual? Es
evidente que esta en las ultimas, muy enfermo. Pues bien, ¿cómo se ordena lo que tanto le

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conviene a Dora del sr K, a quien llamare aquí el tercer hombre? Lo que le va a Dora es la idea
de que él tiene el órgano, pero no para que Dora sea feliz con el sino para que otra la prive de
el. Lo que le interesa a Dora no es la joyita. Recuerden el primer sueño, el del joyero, da
testimonio de ello- no es la joyita, es el joyero, la envoltura del precioso órgano, ella solo goza de
esto. La sra K es la que sabe sostener el deseo del padre idelizado. Cuando el Sr K le dice mi
mujer no es nada para mi, Y Dora rompe relación, es evidente que en este momento se le ofrece
el goce del Otro y ella no lo quiere, porque lo que ella quiere es el saber como medio del goce,
pero para que sirva a la verdad, a la verdad del amo que ella encarna como Dora. Y esta
verdad, es que el amo esta castrado.

Del mito a la estructura


En el mito del Totem y Tabu el padre muerto tiene la salvaguarda del goce y de ahí partió la
prohibición del goce. Que el padre muerto sea el goce es algo que se nos presenta como el signo
de lo imposible mismo, y con estos términos defino lo real: lo real es lo imposible. Reconocemos
aquí un operador estructural, llamado el padre real.
El discurso del amo nos muestra el goce que le llega al Otro. Lo que es el lenguaje solo lo
obtiene insistiendo hasta producir la perdida por la que toma cuerpo el plus de goce. En primer
lugar, el lenguaje, hasta el del amo, no puede ser mas que demanda, demanda que fracasa. No
es un éxito suyo, es por su repetición como se engendra algo que es otra dimensión que he
llamado la perdida- la perdida por la que toma cuerpo el plus de goce.
Esta creación repetitiva, inauguración de una dimensión que ordena todo aquello con lo que va
a poderse juzgar la experiencia analítica, puede partir también de una impotencia original.
La castración es funcion esencialmente simbolica, a saber, solo se concibe desde la articulación
sgte, la frustracion lo es de lo I, la privación de lo real. El falo imaginario es el objeto de la
castración simbolica, en la frustración el objeto es algo bien real, y en la privación solo se situa
por lo simbolico, tratándose de algo real. El padre real es el agente de la castración, y esto es lo
que la afirmacion del padre real como imposible esta destinada a enmascararnos.

LEIBSON. DESENCADENAMIENTOS Y LOCURAS EN LAS NEUROSIS.

FREUD
Estabilidad: “periodo de salud aparente” en el que se logra un acallamiento de una situación de
tensión y de conflicto que afecta al sujeto infantil. Se trata de una solución al conflicto entre los
deseos y los reproches poniendo en marcha el mecanismo de la defensa que hará que el yo
encuentre una solución en tanto reprime y silencia esas exigencias pulsionales mediante
procesos de contracarga que los mantienen fuera de la órbita del yo. Este proceso defensivo
alcanza su punto de calma quedando como cicatrices los “síntomas primarios de la defensa”
(acciones obsesivas, inhibiciones, rasgos de carácter y/o formaciones reactivas). El conflicto se
resuelve dejando una estela de rigidez no obstante la defensa no hace desaparecer a la
amenaza intolerable que representa ese fragmento de la sexualidad sino que implica un desvío
que debe ser mantenido permanentemente por el accionar de la defensa.
Desencadenamiento de la neurosis: es contingente ya que puede ocurrir que en algún momento
se reavive el conflicto y cause el fracaso de la defensa, produciéndose el retorno de los recuerdos
reprimidos. Esto depende de que se produzca alguna perturbación actual sexual. Esta
perturbación de la sexualidad se vincula con la sucesión de acontecimientos vitales del sujeto
en tanto habita un mundo que le plantea, en determinadas y singulares circunstancias, ciertas
exigencias que chocan con los requerimientos de la sexualidad. El desencadenamiento se
plantea como la articulación entre las representaciones que estructuran al sujeto, las
exigencias pulsionales y los distintos modos en que el sujeto es interpelado y queda obligado a
dar una respuesta.

LACAN

97
Desencadenamiento: vale tanto para la psicosis como para la neurosis y no se da en cualquier
momento. Esta situación se da en un marco transferencial, en tanto se trata de la relación con
un Otro en la que se juega un saber en relación al goce (en las relaciones que el sujeto mantiene
con los otros y donde algo toma el valor de una interpelación subjetiva y la obligación a
responder). Se trata de una pregunta que el sujeto no puede abordar.
Lacan articula sexualidad, goce y objeto a: la pregunta neurótica se revela como el efecto de la
prohibición del goce que un saber no basta para convertir en verdad. El desencadenamiento se
produce por la intrusión positiva de un goce autoerótico perfectamente tipificado en las
primeras sensaciones más o menos ligadas al onanismo. Lo que el neurótico dice con sus
síntomas es que busca igualarse a la pregunta.
Dos perspectivas de la locura:
La locura esencial del hombre: hace referencia a la estructura del yo en tanto soportada en un
desconocimiento de su falla constitutiva. La locura es la creencia del yo en su idealizada
unidad, creencia que implica la locura como identificación apasionada al ideal desconociendo el
lugar tercero del Otro que dialécticamente hace del sujeto un sujeto dividido.
La locura como efecto del estallido de una de las consistencias del nudo: el desanudamiento.
Coincide clínica y conceptualmente con el momento del desencadenamiento, con la irrupción de
lo diferente y la disolución de lo previo, aunque locura y desencadenamiento no son idénticos ni
se recubren completamente.
La locura no es únicamente el estallido sino también la rigidez y por lo tanto hace a lo
estructural en sentido estricto. La locura vinculada al desconocimiento de la falta en el Otro
mediante cierta idealización de un saber que se torna creencia, se articula con ciertos modos de
encadenamientos caracterizados por la rigidez y estrechez de los movimientos subjetivos.
Estas dos modalidades de locura (rigidez y estallido) se articulan dando clave la una de otra: el
estallido muestra donde lo que se había cristalizado soportaba la tensión de una pregunta o de
un conflicto. Este punto ubicable solo a partir del desencadenamiento es el “punto débil del
sujeto”, punto de lapsus o equivoco del nudo y también punto donde lo que viene a reparar el
anudamiento es denominado Sinthome (debilidad de estructura y no contingente). Las locuras
son formas en que se muestra el punto de débil del sujeto, punto por donde el sujeto surge como
efecto del anudamiento (que siempre es suplencia de una falta), punto alrededor del cual
también lo mantiene (mediante desconocimiento, rigidez y restricción) y también punto por
donde puede perderse (estallido que enloquece)

DESENCADENAMIENTOS Y LOCURAS NEUROTICAS EN LOS HISTORIALES


FREUDIANOS
El desencadenamiento de la neurosis, para Freud, se produce cuando se le plantea un conflicto
al sujeto. Se trata de la aparición de una dificultad, siempre relativa a la economía libidinal,
que el sujeto no puede resolver (es insoportable) y que este intenta solucionar mediante la
formación de síntoma, inhibición o angustia.
Lacan propone que la neurosis tiene estructura de pregunta: pregunta por el ser (Que soy?) que
en realidad es la pregunta por el ser del Otro.
Dora: el problema es cómo enfrentarse con el amor y la sexualidad a partir de lo que le ocurre
con el Sr. K, en términos de Lacan ¿Qué es ser una mujer? Para confrontarse con esa pregunta
la solución problemática que encuentra es identificarse a la posición masculina. El
desencadenamiento se inicia con un pasaje al acto (la cachetada al Sr. K) y toma la forma de
una locura “un pequeño síndrome de persecución vinculado a su padre ” que se distingue
tajantemente de una paranoia en que no se trata de una certeza inconmovible (se irá
desanudando a partir de las inversiones dialécticas que Freud va ayudando a producir). Lo que
encadena y lo que se desencadeno se articulan siguiendo la estructura de una banda de
Moebius.
El hombre de las ratas: el desencadenamiento tiene dos momentos, ambos entrelazados con la
pregunta ¿ser o no ser?, la pregunta por la vida y la muerte se centra en lo que le ocurre al
sujeto a partir de la muerte de su padre y un duelo que se vuelve patológico (aquel
desencadenado por la pérdida del objeto y que dura más de lo normal, no presenta delirio de

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insignificancia y opera la ambivalencia, que siempre lleva un componente de culpa. La elección
del objeto de amor es ambivalente, cuando se lo pierde se produce una regresión de la elección
de objeto a la identificación y el objeto queda alojado en la fantasía).
Freud interpreta el desencadenamiento como la disyuntiva a partir de la propuesta
matrimonial de la madre: la mujer de sus sueños o la persistente voluntad del padre. el
encadenamiento se produce por la vía de la inhibición: el sujeto queda detenido, no puede
avanzar en nada de su vida. Y lo que viene a romper ese equilibrio inestable es una serie de
accidentes durante las maniobras militares en las que las identificaciones con su padre se
reaniman y lo traen a un presente de fantasma que es cuando se vuelve mas creíble y terrible.
Toma la forma de la locura: delirae obsesivos que lo sumergen en una serie de confusiones y lo
incitan a una profusión de movimientos que se anulan unos a otros, con premisas falsamente
verdaderas que lanzan al sujeto a la obediencia loca y ciega de un Padre al que “no se puede
contradecir”.
Juanito: el niño se pregunta por el origen de los niños y la función que su hace pipi, y el de su
padre, podría tener que ver en eso. Desencadenamiento por la irrupción del goce proveniente de
su propio cuerpo, la primera respuesta es la angustia, que deviene en un segundo tiempo un
síntoma fóbico. La fobia suple las carencias del padre R y así encadena.
El desencadenamiento, para Lacan, es la irrupción del goce del pene R y de ahí el conflicto: o
seguir siendo el falo de la madre o hacerse de ese pequeño “hace pipi” que prometia
satisfacciones de esa índole, irrenunciables (pasar de la aprensión fálica a la aprehensión
castrada de la relación con su propio cuerpo). Para hacer este pasaje se requiere la efectuación
de la metáfora paterna y dado que ese padre R no termina de ubicarse en el lugar donde
Juanito podría apoyarse en él para ir más allá entonces debe surgir algo que haga suplencia de
tal carencia. Esa suplencia es el segundo paso de un primer estallido de angustia, donde la
angustia señala el problema y a la vez abre un camino posible hacia la respuesta subjetiva. La
dialectizacion de la fobia, a través de la sucesión de fantasías-mitos que tienen lugar en el
marco transferencial, permitirá que la misma vaya cediendo. El decir se pone en movimiento y
eso permite las permutaciones y los encuentros que hacen a un cambio de posición.
Freud 3 fases de la histeria de angustia

MAZZUCA. LA NEUROSIS OBSESIVA EN LA ELABORACION LACANIANA.

Origen y vicisitudes de la neurosis obsesiva como entidad clínica.

Lo que resulta esencial es una estructura definida por la posición del sujeto, la relación con el
Otro, las modalidades del deseo, la funcion del fantasma, la relación con el goce.

La relación con el otro en la obsesion.

LAS ESTRUCTURAS SUBJETIVAS, LA DEMANDA Y EL DESEO.


En la elaboración de la NO el periodo mas importante es entre el seminario 4 y el 6, periodo en
el que predomina la relación del que habla con su nterlocutor y deja un poco de lado la relación
de los sgtes entre si y con el sdo. Se trata de la relación del sujeto con el otro en su doble
vertiente: imaginaria (con el otro, el semejante) y simbolica (con el Otro, lugar de la palabra).
Con este modelo como instrumento se introduce y analiza la dialéctica de la necesidad, la
demanda y el deseo. El registro simbolico impone al sujeto, para satisfacer sus necesidades,
dirigirse al otro con un pedido que no puede formular sino con sgtes. En esto consiste la
demanda. De allí que el sujeto dependa del Otro. La rta del Otro se produce siempre sobre la
posibilidad de rechazo. De este modo, el Otro queda ubicado en un lugar de omnipotencia. De
allí que la demanda se duplique: además, hay una demanda de amor, de la buena disposición
del Otro.
La NO se trata del deseo de la muerte del otro, y aun de la demande de muerte del Otro. De
esta manera, la ambivalencia obsesiva queda planteada en términos de demanda, como una

99
demanda de muerte del Otro y una demanda de amor que va en el sentido exactamente
contrario, ya que el amor tiene el efecto de hacer existir al Otro. Es lo que Lacan llamara el
callejón sin salida de la estructura obsesiva: en la medida en que se trata de dos términos
contradictorios se impone la lógica de la imposibilidad, la satisfacción de uno impide el
cumplimiento del otro. Esta imposibilidad del registro de la demanda se reencuentra también
en el deseo del obsesivo cuando desea la muerte del otro, ya que se dirige a destruir al Otro
pero, estructuralmente (dado que el deseo es el deseo del Otro), requiere del lugar del Otro para
sostenerse como deseo. Finalmente, se expresa también en el modo de pedir del obsesivo, que
resulta insoportable para el otro. El niño obsesivo esta siempre pidiendo algo, y entre todos los
niños que piden, su demanda resulta insoportable, es su forma de pedirlo.
La posición de espera del obsesivo es una coartada para no comprometerse con su deseo.
Atribuye al Otro el impedimento de su conducta para desligarse de su responsabilidad de la
vida. El obsesivo cree que el impedimento proviene del Otro. Tambien usa,como coartada ante
el deseo, la creencia en su propia impotencia. La cultiva, cree que no puede, para postergar su
deseo, o para evitar encontrarse con el deseo del otro. Y cuando este deseo es deseo del Otro
sexo, cultiva la sospecha de su homosexualidad. Las fantasias de homosexualidad en el
obsesivo tienen una funcion imaginacio de coartada exactamente en el mismo sentido que la
espera de la muerte del amo. Interpretarla como homosexualidad latente, y no como fantasma
usado como justificación, implica legitimarla y entrar en el juego de la coartada obsesiva.

La reducción del deseo a la demanda.

Es otra manera de evitar el deseo, que acarrea la anulación del mismo.


El obsesivo hace de la prohibición misma el objeto de su deseo. Asi, resulta un deseo cuyo
cumplimiento es imposible, pero no extinguido. Cada vez que el sujeto obsesivo se acerca al
objeto de su deseo, este se esfuma.

El hombre de las ratas en el esquema L.

Por una parte, hay una cadena, una cadena de palabras, que se ubica en el eje simbolico y que
remite a fallas del padre: por una parte, a la falta de fe que presidio el matrimonio de su padre
(que hace resonancia en el plan matrimonia desencadenante de la neurosis) , y por otra, al
abuso de confianza con el camarada militar con quien el padre quedo en deuda por el dinero
prestado y no devuelto (que hace eco en las vicisitudes de la imposibiidad del pago de los
quevedos). Ambas, como mito individual, forman parte del texto del gran delirio de las ratas
con que el sujeto llega a la consulta de Freud.
Existe también el eje imaginario, en el que se reconocen las figuras idealizadas del padre y de
la mujer, amados y odiados. Es decir que aquella cadena se cruza con la trama de los fantasmas
donde se conjugan en una pareja de imágenes narcisistas, la sombra de su padre muerto y el
ideal de la demanda de sus pensamientos.

La insatisfacción y la imposibilidad del deseo.

En la histeria, para sostener el deseo, el sujeto cultiva la insatisfacción, especialmente en el


deseo del otro. La NO se apoya en la imposibilidad misma del cumplimiento del deseo.
Asimismo, mientras el histérico acentúa el lugar del Otro como lugar del deseo, el obsesivo
prmueve la relación con el objeto como condición absoluta del deseo.

El seminario 10: el objeto y el fantasma.

El objeto a no es el objeto del deseo, sino el objeto que lo causa, Por eso lacan dice que esta por
detrás del deseo, porque lo causa. En el proceso de constitución del sujeto en el Otro queda un
resto. Hay algo del viviente que no queda apresado por el sgte y esto es el objeto a, una parte de
si mismo que el viviente pierde en su nacimiento como sujeto. De allí que Lacan lo caracterice

100
como el objeto perdido, irreductible tanto a lo S como a lo I. Es también un efecto del lenguaje,
un producto.
En el Sem 10 el objeto a asue 5 formas: oral, anal, fálica, escopica e invocante. Son partes del
cuerpo, pecho, heces, falo, mirada, voz, que responden a la estructura de separación en relación
con la constitución del sujeto en el lugar del Otro.

El objeto anal.

El excremento entra en la subjetivación por la via del Otro, porque el Otro lo demanda. Queda
ubicado como el objeto especial que es pedido por la madre. Se trata de una doble demanda.
Primero se le pide que lo retenga, con lo cual se lo reconoce como su pertenencia. Luego se le
demanda que lo suelte, que lo entregue, como un don. Se lo considera un objeto valioso y su
entrega es reconocida por el Otro. Asi, aporta una satisfacción a la demanda del Otro. Pero al
mismo tiempo, es un objeto desechable, se lo tira. Esta oposición funda ya una primera
oscilación del sujeto entre 2 puntos extremos y se encuentra en el origen de la ambivalencia que
caracteriza al obsesivo que se relaciona con los dos tiempos de la demanda: primer tiempo, el
objeto es valorizado; segundo tiempo, es repudiado.
La importancia del primer tiempo de la demanda es que para dar lo que el Otro pide en las
condiciones adecuadas, tiene que comenzar por retenerlo. De aquí que la forma plena del deseo
en el nivel anal surge como deseo de retener, y esta ligada inicialmente a la inhibición de la
funcion corporal y del goce que esta implica. El deseo de retener de manera gral caracteriza la
estructura fundamental del deseo. Ese rasgo esta ligado a las postergaciones del acto,
característica de la NO, en tanto la inhibición y el acto constituyen con el deseo una tríada
íntimamente relacionada.

La estructura obsesiva en los otros niveles de constitución del deseo.

El objeto anal puede simbolizar, al menos en uno de sus tiempos, lo esencial del estadio fálico, a
saber, el falo en tanto que su desaparición, su afánisis.

El objeto mirada y la imagen como objeto.

Para el obsesivo hay una importancia de la mirada del Otro, en cuyo lugar se ubica y se
contempla a sí mismo como otro. Se trata de esa proyección del sujeto en el campo del ideal,
desdoblado entre, por un lado, el alter ego especular, el yo idea y por otro lado, lo que esta mas
alla, el ideal del yo. Alli donde se trata de recubrir la angustia, el Ideal del yo adquiere la forma
del todopoderoso.
El mantenimiento de esta imagen de el lo que hace que el obsesivo persista en mantener toda
una distancia respecto de si mismo, que es precisamente lo mas difícil de reducir en el análisis,
debido a lo cual todo lo que hace nunca es para el,, tan solo es algo que percibe en ultima
instancia como un juego, que a fin de cuentas únicamente beneficia a aquel otro de quien hablo,
esa imagen de si mismo.
De lo que verdaderamente se trata en el obsesivo es que nunca le esta permitido a su deseo
manifestarse en acto.
El quinto nivel de constitución del deseo se relaciona en la estructura obsesiva con el sadism,
cuyo objeto es la voz.

La clínica de Lacan prosigue su desarrollo con la construcción del objeto a, ya no como causa
del deseo sino también como plus de goce. El objeto a implica una perdida de goce, pero al
mismo tiempo, su composición ajena al sgte lo convierte en el lugar de la estructura apto para
recuperar algo de ese goce perdido.

El seminario 16: el saber y el goce.

101
LA NEUROSIS EN EL REGISTRO DEL NARCICISMO.
El perverso se consagra al intento de hacer volver el goce al Otro que, por su estructura sgte,
esta desierto de goce. El neurótico se enfrenta con la imposibilidad de lograr la conjunción entre
el objeto a y la imagen especular.
La fobia es la forma clínica que realiza el pasaje desde la estructura de la perversión a la
neurosis, ya que se desencadena justamente por el impacto de la org narcisista sobre un estadio
previo analítico, es decir, donde se superponen el objeto a y la imagen narcisista. La angustia
intolerable desencadenada por esta conjunción solo se resuelve en la constitución de la fobia.

LA NEUROSIS EN EL REGISTRO DEL GOCE: ELECCION, ECLOSION Y


DESENCADENAMIENTO.
Lacan toma en cuenta para explorar las neurosis 3 vertientes: el saber, el Otro y el goce. Hay 3
terminos a distinguir: la elección de neurosis, el desencadenamiento de la misma, y su eclosion.
La elección de neurosis no es que el sujeto elija una neurosis, ni ser neurótico, se refiere a si el
sujeto termina siendo neurótico o psicótico. La cuestión radica en la manera en que se
presentaron los deseos en el padre y en la madre, es decir, en que ellos han efectivamente
ofrecido al sujeto el saber, el goce, y el objeto a. El término eclosion de la N tiene como
referencia la historia infantil, ya que ocurre en situación de prematuracion con respecto al
ejercicio de la funcion sexual. Lacan lo define como el momento de una intrusión de goce
autoerotico. La eclosion de neurosis sí presenta una elección: se realiza entre el punto de
imposibilidad introducido por la proximidad de la conjunción sexual y la proyección de esta
imposibilidad en términos de iinsuficiencia debido al tiempo prematuro en que ella se juega en
la infancia.

LA HISTERIA Y LA NEUROSIS OBSESIVA.


En la génesis lógica del plus de gozar, el obsesivo se situa en el sentido ascendente de la serie.
No se dirige entonces hacia la castración, como la histérica, sino hacia el objeto ha surgido como
definición estricta de cierta proporción. La relación del objeto a con el goce queda enmascarada
detrás del campo del Otro depurado de este goce. El obsesivo o quiere hacerse pasar po amo,
pero lo toma como referente por su manera de escapar a la muerte. La finalidad del NO no es
tanto escapar a la muerte, sino al goce.

Los seminarios 17 y 18: el Edipo y la Castracion.

La castración no proviene del padre, sostiene Lacan, es un efecto determinado directamente por
el acceso al lenguaje.
Freud construye dos versiones del mito. Una, que toma de Sófocles: el asesinato del padre y el
acceso a la madre. Otra, de su propia invención: el padre de la horda primitiva. La primera,
ligada a la estrcutura histérica, la segunda, a la estructura obsesiva.

MAZZUCA. SOLUCIONES DE LA FOBIA. El caso de fobia a las gallinas de Helene Deutsch.

La fobia en el seminario 16

El objeto a había sido introducido en el Seminario 10- la angustia- como el resto del proceso por
el cual el sujeto se constituye en el campo del Otro. Este proceso deja siempre un resto
resistente a la simbolización que, por quedar fuera de lo simbolico, adquiere la funcion de causa
del deseo.
En el seminario 16, además de la funcion de objeto causa de deseo, el objeto a asume la funcion
de plus de gozar. El objeto a esta fuera de lo simbolico pero se ubica en lo mas intimo de Otro,
es una relación de extimidad.
El Otro es el tesoro de los sgtes, pero ellos no tienen otra estructura que la del encadenamiento.
Lacan hace una relectura, no lingüística, sino lógica de “el sgte representa al sujeto para otro

102
sgte” , donde el otro sgte no es un mero eslabon de la cadena sino que representa al conjunto de
todos los otros sgtes. Es una estructura que solo puede cerrarse con un conjunto vacio; de lo
contrario, quedaría abierta al infinito. Ese conjunto vaco es representa el objeto a.
El acceso de un ser viviente a la dimensión del sgte, que es algo inerte, le acarrea siempre una
perdida de goce. El Otro, como lugar del sgte, esta vaciado de goce. Pero el lugar del objeto a,
justamente por ser un vacio, por carecer de sgtes, se presta para funcionar como lugar de
retorno del goce excluido de lo simbolico.

La perversión en el seminario 16.

Dado que la fialidad de la perversión es hacer gozar al Otro, devolverle el goce del que esta
vacio, define al perverso como aquel que se consagra a tapar el agujero del Otro.

La neurosis en el seminario 16.

Si el perverso tiene como meta restituir el goce al Otro, el neurótico, por el contrario, refuerza
su prohibición. La neurosis es presentada en las maniobras del sujeto en el registro especular,
para proteger su narcicismo y hacerse amar por el Otro. La trampa del neurótico esta en
mantener el espejo fijate en la posición desde la cual aparece como amable para el Otro. Esta
maniobra es necesario que sea desbaratada en el psicoanálisis, cuando esta destinada al
analista como Otro. Obtener la movilidad del espero, hacer posible el surgimiento de otras
imágenes yoicas, va de par con la caída de las identificaciones yoicas. Hasta aquí, su anterior
concepción, previa al descubrimiento del objeto a.

En el seminario 16, se agrega que es el objeto a el obstáculo para mantener esa relación
idealizada con el Otro. La dirección de la cura del neurótico debe apuntar a su construcción y al
atravesamienyo del fantasma para acceder aun mas alla de las id del sujeto. En este sem Lacan
resume lo que había llamado la trampa del neurotio en la formula “querer ser Uno con el
Otro”. Si el neurótico se encuentra confrontado con los problemas narcisistas, es solo en la
medida en que el pretende ser Uno en el campo del Otro. La creencia de una unidad con el Otro
es un mito neurótico. El objeto a se interpone, impide que haya coincidencia.

Anaclitismo y narcicismo.

Lacan designa como relación anaclitica aquella en que el sujeto tiende a tapar, enmarcarar o
colmar con el objeto a la falla en el Otro. Se trata de cierto juego llamado perverso por a por el
cual el estatuto del Otro se asegura por estar cubierto, colmado, enmascarado y que esta
presente en todo tipo de efectos que interesan. La castración resulta colmada por el objeto a.

El primer tiempo del Edipo responde a la estructura de la perversión. Las manifestaciones


patológicas en el adulto, también son explicadas por Lacan como id con el falo materno, o bien
con una madre fálica. El segundo tiempo, donde opera la castración, extrae al niño de ese lugar
de falo. Cuando este 2do tiempo se cumple de manera deficiente, el sujeto conserva cierto grado
de id con el falo imaginario, lo cual abre la posibilidad de una N o una perversión. Sin embargo,
mas graves son las consecuencias cuando aquel primer tiempo no se instalo acabadamente. En
este caso, hay una madre del deber y no del deseo.

La fobia como placa giratoria.

La fobia se trata del impacto producido por el narcicismo sobre una relación anaclitica previa,
perturbándola profundamente. Desde un punto de vista estructural, Lacan la define como una
superposición entre el objeto a y la imagen especular, lo cual es algo asi como un choque, una
conflagración. La org narcisista se opone y desplaza a la posición perversa.

103
La fobia es ubicada como el 1er eslabon en el transito hacia una neurosis. Con este esquema
Lacan lee el caso de Helene Deutsch. Las gallinas constituyen el objeto de una alta dedicación
de la madre. Lacan destaca la maniobra por la cual palpaba la cloaca par saber si el huevo
estaba listo para ser puesto. Esto es lo que mas le interesaba al pequeño, quien cuando su
madre lo bañaba le pedia que hiciera eso sobre el. El niño se ubica en el lugar de una gallina
aspirando proveer a su madre el objeto que a esta tanto le interesaba: “Dado que tanto te
interesan los huevos, es preciso que yo te los ponga”. Se trata de devolver al otro el objeto a.
Este tiempo menos uno de la fobia responde a la relacion anaclitica y permite determinar el
sentido de lo que ocurrirá en el tiempo sgte, cuando la fobia se desencadene.
Un dia, un hno mayor, lo tomo de atrás diciendo: yo soy el gallo, vos la gallina. El niño se
defiende y exclama que no quiere ser la gallina. Pero, ¿por qué, si para la madre quiere serlo?.
Se trata de un interés narcisista, a saber, la rivalidad con su hno, el pasaje a una relación de
poder. La organización narcicista irrumpe en el paraíso anaclitico.
La fobia es placa giratoria, es el eslabón intermediario, realiza la unión entre la estructura de
la perversión y alguna de las formas de neurosis.

Juanito en el Seminario 4.

Juanito intenta ubicarse en el lugar de falo para la madre.


Una cosa es creerse capaz de satisfacer a la madre y jugar a colmarla, otra, muy distinta, es
tener los medios reales para lograrlo. En ese momento empieza a producirse la angustia. Aquí
se trata también de la ruptura del narcicismo La solución requiere de la intervención del padre
y la aceptación de la castración. Cuando el padre real es deficiente para cumplir esa funcion,
como en este caso, la fobia viene a suplirla.
El objeto de la fobia tiene un valor simbolico, es elevado a la funcion de un sgte que da miedo.
Esos objetos suplen al sgte del padre simbolico.

MAZZUCCA. ¿CRIMINAL?

Importancia del sgte criminal en el Hombre de las Ratas (HR).

La fantasia de la muerte deseada del padre.

La primera interpretación de Freud recae sobre el síntoma obsesivo constituido por la


emergencia del sgte criminal.
Desde la muerte de su padre el sujeto se había reprochado ligeramente no haber estado para
acompañarlo en ese momento. El reproche se agudiza en el desencadenamiento de la neurosis.
La primera presentación de este síntoma se formula como el reproche de ser un criminal por no
haber estado presente en la muerte del padre.
Freud relaciona ese reproche con el contenido del pcipal temor obsesivo de su infancia: la
posibilidad de la muerte del padre. Freud eleva el temor al estatuto de un deseo, y propone al
paciente que puede considerarse criminal no por su ausencia, sino por el deseo icc de que su
padre se muera. El paciente habia comentado que la muerte del padre en su fantasia se
presentaba como solución imaginaria a sus problemas con las mujeres.
Freud se percata que acusar al sujeto de semejante deseo criminal no resuelve su culpa n lo
vuelve más responsable, sino que solo sirve a la satisfaccion de su goce masoquista. El ste
criminal rearticulado con el hoce masoquista, en el cual la letra del síntoma hunde
tempranamente sus raíces pero que no debe confundirse con su funcion de orientación en
relación con lo real. Hay una naturaleza imaginaria en ese goce.

…como goce masoquista…

El hombre sostiene su placentero sentimiento de si en demostrar a los militares, no que es


inteligente, honrado, o lo que sea, sin que es capaz de aguantar. Ademas, en el momento del

104
relato del tormento de las ratas, hay un goce del sujeto –ignorado por el mismo- no solo en la
imaginación del tormento, sino en haceselo sacar por Freud a la fuerza, con gran sufrimiento, y
al cabo de lo cual lo llama varias veces “mi capitán”

Dos concepciones de la causa.

Freud sitúa el desencadenamiento de la neurosis en la propuesta matrimonial que le hace su


madre. Sin embargo, dicha propuesta adquiere el valor traumatico porque el paciente la
interpreta como portavoz de la voluntad del padre ya difunto, u se encuentra entonces ante la
encrucijada que le impone una vez mas elegir entre su satisfacción y la voluntad de aquel. Esta
reaparición del padre como perturbador de su satisfacción reaviva el infantil e inocente dese de
muerte hacia el y la situación de su represión no deja otra via posible para la tramitación de
ese deseo que la neurosis.
Si el paciente enferma, no termina sus estudios. Si no termina sus estudios, no se casa. La
neurosis aparece porque el sujeto no ha decidido…aun. Cuando decida, dejara de estar
enfermo, pues la enfermedad no tendrá razón de ser. La ganancia de la enfermedad es el
ahorro de la confrontación con algo traumatico., con lo traumatico de la castración.
El sgte depurado.

La irrupción del síntoma del sgte criminal sanciona el verdadero desencadenamiento de la


neurosis, unos ocho meses antes de la propuesta marital. En el velorio de una tia. Lo que
desencadena la neurosis del paciente es una declaración de amor de un hombre a una mujer a
la que acaba de perder para siempre. El interpreto en el dicho de su tio viudo la puesta en duda
del amor de su padre hacia su madre. El neurótico choca de frente con la deuda de amor del
padre hacia la madre: el padre dejo de lado la mujer que amaba para casarse con la madre y
devenir rico.

...forjado en la infancia…

De pequeño, algo hizo mal y el padre lo correteaba para pegarle. Al no conocer los insultos,
arrojaba cualquier palabra. De repente su padre dijo “ese pequeño será un gran hombre o un
gran criminal”. El padre solia golpear al niño y a sus hermanitos. A partir de allí, deja de
hacerlo con el, no con sus hnos. Es un “hasta aca llegue, hice mi parte, lo que pude, ahora ya no
depende de mi, este niño será lo que tenga que ser”. El niño se queda allí sin padre, y tiene
apenas cuatro años.
Es, entonces, el sujeto mismo q se golpea a si solo con el sgte que el padre le ha dejado:
criminal.
Hay allí un goce que se gesta de manera retroactiva e incc: cuando el padre ya no pega, solo
tras confrontarse brutalmente con su inconsistencia, se libidinizan los golpes que antes supo
propinar. Porque la satisfacción obtenida en la imagen del potente padre golpeador radica en
que se interpone como defensa ante la inconsistencia del padre, su disipación. Por eso decimos
que se goce tiene una estruc icc.
El sgte criminal le cae encima justo cuando se atraviesa el umbral que separa al padre potente
de su inconsistencia, justo para poner nombre a ese corte tan crucial en su vida.

…es letra goce que orienta en lo real…

El crimen era casarse por dinero, y sobre todo, dejar por ello pagando al amor. El sgte interpela
al sujeto sobre su futuro, interrogando si decidirá cometer o no el mismo crimen del padre ante
lo femenino. ¿sere un criminal? ¿me casare yo tmb por dinero?
Lo real, lo traumatico, reside allí, en eso insoportable, en la miseria masculina del padre.

105
SCHEJTMAN. ENCADENAMIENTOS Y DESENCADENAMIENTOS NEUROTICOS:
INHIBICION, SINTOMA Y ANGUSTIA.

Cadena borromea

1º abordaje: metáfora de la estructura y desencadenamiento como corte de un eslabón (“el nudo


borromeo es la mejor metáfora de que solo procedamos del Uno”). Aplicado a la cadena
significante como tal. La primera consecuencia clínica es su aplicación a la psicosis.
PSICOSIS: representa la cadena psicótica (psicosis borromea) y su desencadenamiento y los
fenómenos que la caracterizan (mensajes de código o frases interrumpidas) como la ruptura de
esta cadena borromea de significantes por la liberación de un Uno. Locura como desenlace del
borromeo de tres eslabones.
NEUROSIS: encadenamiento no borromeo (“encadenamiento olímpico de tres eslabones”) que
se vale de la interpenetración para sostenerse, de modo que cada uno de los eslabones pasan
por el agujero de los otros dos.
2º abordaje: (Seminario 21) el borromeo caracteriza la relación entre las tres dimensiones del
espacio habitado por el hablante (RSI) lo que deriva de una autocritica Lacaniana: Los
significantes no forman cadena, la cadena no es más que una apariencia (hay Uno pero el dos –
del saber- aparece después artificialmente y no sin forzamiento). Las consecuencias clínicas de
este planteo se ubican a la altura de los seminarios 22 y 23. El anudamiento ya no se aborda
como metáfora sino como decididamente real (“el nudo no es el modelo, es el soporte. No es la
realidad, es lo real”). La “puesta en plano” del nudo conduce a la localización de los goces en las
intersecciones de los registros y el objeto a, y a emplazar en el nudo achatado el trío freudiano
de inhibición, síntoma y angustia a partir de la apertura de aquellos registros (1º abordaje el
trío freudiano como apertura de registros): inhibición como una detención producida por la
intrusión de lo I en lo S, el síntoma como efecto de lo S en lo R y la angustia como un desborde
de lo R sobre lo I. A pesar de estas aperturas de los registros, el nudo no se desarma.
Primera formulación del encadenamiento neurótico
Críticamente planteada a los inicios del Seminario 22 como freudiana, Lacan expone una
cadena borromea enlazada con un 4º eslabón que considera superfluo (realidad psíquica,
complejo de Edipo o nombre del padre). La dirección de la cura (apreciación transitoria) implica
prescindir de ese 4º eslabón que considera sostiene la función religiosa del padre, no obstante
no se plantea como corte o ruptura del eslabón ya que esta perspectiva va dejando paso a la
modificación en los puntos de cruce que posteriormente se denomina “lapsus del nudo”
(Seminario 23).
En lo que resta de RSI, deja de proponer a la reducción del cuarto al tres como meta de análisis:
los tres registros no se anudarían por si solos, de tres consistencias, no se sabe nunca cual de
las tres es real y por ello es necesaria la cuarta que introduce la disimetría en el
encadenamiento y con ello la diferencia entre S, R e I. No se puede prescindir del padre, el
cuarto eslabón es irreductible, sobre el recae la función de nominación y diferencia tres
nominaciones: nominación imaginaria (Ni) para la inhibición, nominación real (Nr) para la
angustia y nominación simbólica (Ns) para el síntoma. El trío freudiano es abordado en este
segundo momento como cuarto eslabón: nombres del padre que, redoblando cada uno de los
registros, pueden enlazarlos de modo borromeo.

Encadenamientos para la elaboración nodal de la clínica de la NS (4, 5, 6 seminario


inexistente)

Cadenas neuróticas: el trío Lacaniano redoblado por el trío freudiano arrojaría seis cadenas
neuróticas básicas (perspectiva anunciada por Lacan en la última clase del Seminario 22 pero
no llevada a su término), seis ordenamientos de los registros redoblando el síntoma a lo
simbólico, la angustia a lo real y la inhibición a lo imaginario.
Tétrada Reparación/ localización del Nominación Descripción

106
doble lapsus entre Sinthome
S síntoma I R SI S:síntoma Síntoma- metáfora
S síntoma R I SR S:síntoma Síntoma- letra
I inhibición S IS I: inhibición Inhibición que afecta a lo S
R (imaginarizaciòn de lo S)
I inhibición R IR I: inhibición Inhibición que afecta a lo R
S (imaginarizacion de lo R)
1º T
JUANITO
R angustia S RS R:angustia Angustia- letra
I (realización de lo S)
R angustia I RI R: angustia Angustia- cuerpo
S (realización de lo I), terror: JA

La noción de Sinthome alcanza su estabilidad conceptual cuando se aparea con la noción de


“lapsus del nudo” (5º y 6º clase del Seminario 23). El Sinthome es la reparación del fallo en el
anudamiento (lapsus o error del nudo). El lapsus solo es posible localizarlo retroactivamente a
partir del lugar en el que se efectúa el remiendo (Sinthome). Este cuarto eslabón enlaza a los
tres registros de modo borromeo (solo en la cadena neurótica).
La neurosis implica un doble lapsus en la cadena en los puntos de cruce entre los mismos dos
registros cuyo resultado sería un desencadenamiento absoluto: los tres eslabones se sueltan. El
nudo falla desde el inicio (el falo estructural es el “no hay relación sexual”) y los tres registros
no se enlazan per se. Los tres registros se encadenan de forma borromea por el suplemento del
cuarto anillo edipico y paterno. Ese cuarto anillo es la respuesta neurótica al hecho de que no
hay relación sexual. Hay complejo de Edipo porque no hay relación sexual. La prohibición
paterna, edipica, redobla y resuelve así la imposibilidad de la complementariedad entre los
sexos. En la cadena borromea existen tres localizaciones posibles para los dobles lapsus entre
los mismos dos registros y para cada uno de esos tres dobles lapsus existen dos posibles
reparaciones en función del redoblamiento de uno u otro de los dos registros implicados (seis
reparaciones sinthomáticas). En este caso los miembros del trío freudiano constituyen
versiones del cuarto eslabón (Sinthome) pero a la vez pueden ser abordados como modos del
desencadenamiento de la estructura por lo tanto se obtienen tres variantes del
desencadenamiento neurótico a partir del trío freudiano (nombres traumáticos del padre).

Clínica de los encadenamientos y desencadenamientos neuróticos

JUANITO (Seminario 4)
T1: el “paraíso de la dicha de Juanito”. Juanito en la posición de falo imaginario (conducido a
eso por el juego de engaños con la madre), el sujeto es “sujeto-sujetado”, detenido, su cuerpo
entero capturado en la obturación de la carencia materna. Domina la inhibición como
nominación imaginaria, aquella que redoblando lo imaginario se sitúa entre I y R
(imaginarizaciòn fálica de lo real del cuerpo infantil). La identificación con el falo opera
equilibrando la estructura por la inhibición, amarrando los registros al reparar y localizar el
lapsus entre I y R.
T2: Se impugna la posición anterior a partir de las primeras maniobras masturbatorias del
niño. Puesta en cuestión de la solución provista por aquella identificación por el encuentro con
el real perturbador: si se lo tiene (pene real) no se lo es (falo imaginario). El desencadenamiento
se produce por el encuentro con un goce inédito redoblado por la carencia del castrador (padre
real): el padre de Juanito se obstina en no querer castrarlo. Se trata de un doble lapsus (entre S
y R): surgimiento del pene real + carencia del padre real, esto desencadena el lazo cuaternario,
volviendo inoperante la identificación fálica: es la irrupción de la angustia (angustia que
desencadena). Angustia ante el interrogante que supone para él, el insondable deseo materno y
que deja entrever la tachadura en A.

107
T3: aparición casi inmediata de una respuesta (primer aspecto de la fobia): temor, horror
(distinto de la angustia) a ser devorado por la madre, el A primordial. Esto implica la escritura
de una angustia- Sinthome, recurso problemático ya que instala al sujeto frente al goce de A,
redoblando lo R, reparando y localizando el lapsus entre R e I. La angustia se torna horror ante
la posibilidad del goce del A (JA) sin tachar, da consistencia al goce de A antes del
encadenamiento estable otorgado por el caballo que sintomatiza la posición subjetiva. La
constitución del síntoma fóbico implica una operatoria metafórica de un ste. “caballo” que
corrige la falla del padre real, suple la función alicaída del padre sustituyendo a su vez el deseo
de la madre en la metáfora paterna: el síntoma fóbico es un NP. Este síntoma-metáfora anuda
desplazando el lapsus, leyéndolo entre S e I.
DORA (Seminario 3 e Intervención sobre la transferencia)
T1: Histeria compensada (“la opereta vienesa”). La dificultad que supone para Dora el
“reconocimiento de su femineidad” se resuelve con la identificación viril: al padre y a su
hermano (principalmente), a Freud y al Sr. K. La identificación con este último es el sostén
capital en el abordaje de su objeto de interés: la Sra. K, quien encarna para Dora “el misterio de
su propia femineidad”. El yo de Dora es el yo del Sr. K (identificación que le da consistencia a
su yo) y en tanto ella es el Sr. K todos sus síntomas cobran su sentido definitivo: son
compatibles con esa identificación que le permite responder con su yo, desde el lugar del
hombre de turno, qué es ser una mujer. Su tos (síntoma soportado fantasmáticamente que
estabiliza) conlleva no solo la identificación sino también un fantasma: la fantasía de felatio
(extraída del equívoco ste. Hombre de recursos/ hombre sin recursos -padre impotente-) y de
ella deriva su complicidad con el padre ya que esta fantasía le asegura que haya relación y le
entrega una respuesta a la cuestión de lo femenino: una mujer es un objeto a ser chupado.
Donde el padre chupa, Dora tose.
El nudo implica una nominación imaginaria (inhibición) que sitúa y repara el lapsus entre S e
I, fijando la posición yoica en la identificación viril especular y que se prolonga haciendo
síntoma en una nominación que llega a redoblar lo S. Este cuarto eslabón mantiene hasta
cierto punto la condición borromea ya que si bien cíngulo de los anillos interpenetra a otro para
el enlace, no implica que cortando cualquiera de ellos todos se suelten.
T2: descompensación por la caducidad del Sinthome. Se ubica en la escena del lago con el
abordaje amoroso (“mi mujer no es nada para mi”). El Sr. K le es imprescindible como mediador
en el abordaje de la Sra. K, pero lo es en tanto su mujer sea algo para él, de lo contrario se
vuelve inútil. Por lo tanto la identificación viril ya no es la solución sintomática para tratar la
falla del anudamiento.
T3: La bofetada de Dora al Sr. K es un pasaje al acto, salida respecto de la angustia que podría
conllevar el desencadenamiento y además un sueño responde de inmediato a la
descompensación(incendio y llamado al padre a intervenir), prefigurando el viraje de la
posición de Dora (de cómplice a reivindicativa) y escribiendo el reanudamiento. Dora exige al
padre una ruptura con los J y aparece un “pequeño síndrome de persecución vinculado al
padre”. En este punto se trata de una nominación R (angustia-Sinthome) que reanuda la
estructura leyendo la no relación como reparación entre R e I.
En esta posición Dora acude a Freud por demanda del padre, quien la escucha bajo sus propios
prejuicios engendrando dificultades en la transferencia que derivan en el abandono precipitado
del análisis. No obstante, los efectos terapéuticos determinados por el pasaje del síntoma por la
interpretación analítica implican la puesta en forma metafórica del síntoma (S-síntoma- I-R),
especialmente de la tos, bajo la transferencia (punto de llegada en el despliegue del
anudamiento de Dora).
HOMBRE DE LAS RATAS: tres momentos críticos para el sujeto
T1: Desencadenamiento de la NS adulta (muerte de la tía política y escena del velorio: dichos
del tío). Un año y medio después de la muerte del padre comienza un horrible remordimiento
cada vez más martirizador (efecto sintomático inmediato) por no haber estado en el momento
preciso de su muerte al punto de considerarse “criminal”, acarreándole una seria incapacidad
para el trabajo. Los dichos del tío (“Otros maridos se lo permiten todo, ¡Y yo he vivido solo para
esta mujer!”) confrontan al sujeto con la deuda del padre concerniente al amor (el hecho de

108
haberse casado por conveniencia con la “rica”). La falla del padre deja lugar para la respuesta
obsesiva: el sujeto se encarga de dis-culpar al A cargando sobre su espalda el peso del
remordimiento. La culpa es un remedio contra la falta de A- captada imaginariamente como
deuda de amor del padre-. El horrible remordimiento opera como Sinthome.
T2: La madre le comunica el plan de matrimonio arreglado con sus parientes ricos una vez
terminados sus estudios, lo que lo obliga a tener que decidir entre serle fiel a su dama amada o,
siguiendo a su padre, optar por el matrimonio con la rica-. El joven enfrenta la disyuntiva
enfermando lo que le dificulta nuevamente el trabajo: la postergación lo exime de la decisión
que debe tomar. Una vez más es confrontado con la deuda de amor del padre y nuevamente la
enfermedad le sirve para el tratamiento de esa coyuntura.
El T1 y T2 dejan T3: encuentro con el Capital Cruel, figura del goce de A, que implica la
entrever la falta de A y realización de un fantasma que enloquece al sujeto: torturan a un prisionero… y
permiten que asome no de cualquier modo. En el acto se le ocurre que esto sería ejecutado a su amada
una angustia que es y también a su padre (muerto hace ya varios años). A estas ideas se suma la
moderada más o obediencia ciega al dicho erróneo del capitán cruel que deriva en una compleja
menos búsqueda del Teniente primero A. El objetivo de la consulta es que Freud haga
un certificado para que el teniente A acepte el dinero pero la negativa a esta
inmediatamente por la demanda abre las puertas del dispositivo avivando el fuego de la transferencia
acción del síntoma que dándole consistencia al goce de A. por el “doloroso camino de la transferencia” se
lo trata, en cambio el corrobora la construcción fantasmatica central del caso: la que lleva del “torturan
T3 supone el a un prisionero” al “mi padre me golpea”. La transferencia no solo se apoya en el
encuentro con un A sujeto supuesto saber sino que hace lugar al “a supuesto gozar”. Esta tercera
del goce (JA) que crisis corresponde no a un desencadenamiento angustiante sino a una de las
provoca el pánico formas de la angustia-Sinthome, que como nominación real, posiciona y repara el
lapsus de la cadena entre lo R y lo I (R- angustia-I-S).
sumergiendo FOBIA
al sujeto
A LAS GALLINAS (Helen Deutsch)
en un trance
 Niñoobsesivo
identificado tanto con la gallina como con una madre que toca y manipula
que lo empuja
 Escena a con
la el hermano: “yo soy el gallo y tu eres la gallina”, a lo que responde “¡Pero no seré
consulta. una gallina!”. Momento que supone el encuentro horroroso con la certidumbre del goce de A (y
no con lo angustiante del encuentro con el deseo de A). La crisis irrumpe bajo uno de los modos
de angustia-Sinthome, que se posiciona reparando el lapsus de la cadena entre R e I
(R-angustia-I-S).

No todo lo que se presenta clínicamente como crisis subjetiva corresponde a un


desencadenamiento en la estructura en términos nodales. Fenómenos clínicos diversos pueden
suponer ciertas rigidizaciones, reparaciones problemáticas, que eventualmente un psicoanálisis
consigue poner en cuestión y en ese punto el análisis desata.
Puntualizaciones:
 El goce del A en las neurosis: frecuente como respuesta al desencadenamiento angustioso. La
apuesta al fantasma le brinda consistencia, a su modo, a la suposición de ese goce.
 Angustia-sinthome: angustia que encadena y puede presentarse bajo diversas facetas. Referido
a una diversidad de posiciones más o menos angustiadas en las que se constituye algún orden
de respuesta al desencadenamiento.
 Movimientos de los eslabones en la cadena borromea: las diversas presentaciones de la cadena
constituyen la distancia que separa a una posición inhibida, de una angustiada, de otra
sintomatizada, estas dependen del posicionamiento del cuarto entre dos de los tres registros. El
pasaje de cadenas, por ejemplo de la primera a la segunda en Juanito mediado por el
desencadenamiento, se produce por el movimiento de los eslabones en el encadenamiento. Se
trata de diversas presentaciones de la misma cadena de cuatro eslabones. El intercambio de
parejas también es posible. Aunque la presentación de la cadena mute, ninguna permutación es
inadmisible. Sin necesidad de corte alguno, el cuarto eslabón puede movilizarse a las distintas
posiciones.

109
SCHEJTMAN. REVERSIONES TORICAS: HISTERICA Y OBSESION.

Hay tipos de síntomas, es decir, de nudos.

¿Obsesion-inhibicion, histeria- síntoma, fobia-angustia?

El anudamiento histérico corresponde a los casos en que los registros se anudan por el síntoma.
El bsesivo a aquel en el que es la inhibición como I lo que fnciona enlazando. La fobia responde
del lazo que proporciona la angustia como R.
Sin embargo, esto puede variar, aunque asi sea preponderante.

Reversiones tóricas e identificaciones.

En el seminario 24 Lacan trata de un modo efectivo los anillos de la cadena borromea como
toros. Un toro es una superficie de revolución generada por una circunferencia que gira
alrededor de un eje que no le toca en ninguno de sus puntos. Toda superficie cerrada y
orientable es un toro con n agujeros. El caso de la esfera es el de n=o.
Un toro es semejante a un neumático, una rosquilla. Lacan se sirve de el en el Sem 9 para
abordar las relaciones entre el deseo y la demanda. Distingue 2 agujeros: uno interior que
llama alma, y el otro éxtimo al que llama su eje.
En el sem 24 Lacan da vuelta al toro: hace pasar su interior al exterior y viceversa. Se agrega
la posibilidad de revertir un toro incluyendo e el comienzo el hecho de que este se halle
abrazado con otro, es decir, a partir de una cadena de 2 eslabones interpenetrados. Se revierte
uno, y el otro se mantiene intacto. Agrega tmb la posibilidad de un toro dentro de otro. Revertir
el 1ro, luego el 2d0, de donde se obtiene un toro dentro de otro.

Histeria: la armadura del amor al padre.

Para abordar la histeria Lacan retoma la segunda reversión y parte del abrazo de 2 toros, la
reversión de uno y el resultado del toro revertido que incluye al no revertido en su interior en la
figura que termina por denominar garrote. La histérica esta sostenida en su forma de garrote,
por una armadura: su amor al padre.
La armadura del amor al padre conforma un 4to slabon en una cadena borromea tetrádica, que
revertido, envuelve a los 3 registros lacanianos. Es decir, la armadura de amor al padre como
sinthome que provee estabilidad a la histérica anudando los 3 registros.
Desencadenamietos drásticos y moderados en la histeria. Locuras histéricas.

Hay dos tipos de corte que pueden practicarse sobre el toro revertido: longitudinal y
transversal.
El primer corte suelta los dos eslabones envueltos, el segundo no.
Hay, para la histeria, 2 encadenamientos y 2 desencadenamientos posibles. El corte
transversal hace que SRI se independicen, pero se mantienen envueltos por la armadura de
amor al padre, lo que constituye un desencadenamiento moderado. Ahora bien, el corte
transversal puede provocar un desencadenamiento drástico si se realiza cuando la armadura de
amor al padre tiene 2 agujero que posibilita que los eslabones I y R estén parcialmente
envueltos y que el S no lo este en absoluto.

Sinthomentalidad obsesiva: conciencia de sí-nthome.

La conciencia de si, la autoconciencia, la conciencia escopica, la conciencia de la


autoobservacion permanente, es la clave del sinthome en la NO: conciencia del sí-nthome. La
localizare partiendo del anudamiento neurótico básico, que es el de la histeria. La obsesion
agrega a este la reversión de lo I, de la cc de si, que es posibilitada por un agujero introducido
en el primer toro revertido, el de la armadura histérica del amor al padre. El obsesivo se

110
petrifica, mortifica y aisla postergando el acto, en una auto observación inquebrantable que
deviene también armadura, armadura en segundo grado, obsesiva.
La conciencia escopica obsesiva deviene paradigma de la existencia del sinthome por fuera de
la cura psicoanalítica. El obsesivo no espera al analista para mantenerse anudado por su
robusta sinthomentalidad. En términos de Freud: salud aparente, o, defensa lograda.
No hay psa posible para el obsesivo, mientras su defensa sinthomatica lo mantenga
estabilizado.

Neurosis y síntomas contemporáneos.

AKSMAN. DEPRESION. UN NOMBRE DE LA INHIBICION.

Cuando la amenaza de castración no se vincula al Padre como agente sino que proviene de la
madree fálica interviene la inhibición haciendo renunciar al yo a aquellas funciones que fueran
fuente de angustia. Es decir, el padre interviene para hacer posible la represión e instituye la
ley de prohibición del incesto. Cuando esa funcion esta fallada, el sujeto halla su refugio en la
inhibición.

EIDELBERG. LO ACTUAL DEL PANICO.

Lo actual de Freud sobre la neurosis actual de angustia.

Freud afirma que el estado de angustia que se mantiene la mas de las veces latente para la cc
puede irrumpir de pronto y provocar un ataque de angustia, es decir, pánico.
Freud indica 4 maneras en que el ataque de angustia puede manifestarse:
1) como sentimiento de angustia solo, sin representación asociada; 2) como angustia mas una
interpretación de tonalidad trágica; 3) como angustia, contaminada con alguna parestesia que
funciona como aura; 4) como angustia aminorada, conectada con diversas perturbaciones
corporales: perturbaciones de la act cardiaca y de la respiración, oleadas de sudor, temblores,
hambre insaciable, diarreas, vertido, congestiones y parestesias.

En relación con los ataques de pánico/angustia y los recursos fallidos para evitarlos puede
desarrollarse conductas fóbicas de 2 tipos: relativas a amenazas comunes como bichos,
oscuridad; o relativas a la locomoción. La diferencia entre las fobias de las neurosis de angustia
y las fobias de las NO es que en las primeras la psicoterapia no es posible porque el afecto es
monótono, no proviene de una representación reprimida, por lo tanto, el mecanismo de
sustitución no vale para estas.
En la neurosis de angustia el mecanismo ha de buscarse en ser desviada de lo psíquico la
excitación sexual somatica y recibir, a causa de ello, un empleo anormal.
Freud no descarta que la NA pueda también generarse por el trabajo excesivo, pero esto no
oficiaría mas que com factor desencadenante y no como causa especifica. La causa es la
insuficiencia psíquica para tramitar la excitación sexual.

Lacan actualiza las elaboraciones freudianas sobre la neurosis actual de angustia.

En Lacan la cosa no funciona asi, porque no hay posibilidad de coito adecuado entre un H y una
M.Para Lacan, entonces, se trata de un goce que angustia al irrumpir por fuera de la
regulación edipica-falico- fantasmatica, cuya funcion es sotener el sujeto neurótico en su
ilusoria creencia de que la relación sexual armonica existe. La insuficiencia psíquica freudiana
puede leerse lacanianamente como un punto de fracaso de la regulación del hoce que, como
real, irrumpe desorganizando el campo de lo I-S.

111
En el seminario 10, Lacan conceptualiza de distintas maneras que la angustia no es sin objeto.
Pero es un objeto que jaquea a la iagen y al sgte. Este objeto opaco al sentido es correlativo del
A barrado porque se aloja justamente en su falta deseante y es por esto que el deseo el Otro
provoca angustia: porque falta su falta, porque esta ha sido colmada con algo que no se puede
nombrar, y porque es el objeto mismo, que colma la falta del deseo, el que deviene deseante: es
un objeto a el que desea. La angustia aparece cuando falta la falta, cuando el deseo ha quedado
colmado y obturado por la presencia de algo que, debiendo haber quedado oculto y secreto, se
ha revelado y manifestado.
El objeto a que angustia es el objeto a causa que se libera de su paréntesis e irrumpe y
perturba al imaginario, colmando al menos phi, colmando la falta. Este estatudo del objeto a
desnudo vhiculiza lo real de un goce que hace vacilar el fantaste en el que se sostiene el sujeto
neurótico para velar lo real. Esta vacilación produce que el sujeto se encuentre desprovisto de
su imagen unificada (yo ideal) sostenida en la mirada del Otro simbolico (Ideal del yo). El
sujeto queda desprovisto del reconocimiento como persona en el deseo del Otro, mas bien,
queda librado como objeto a su capricho.

El llamado ataque de pánico es un desanudamiento de la estructura, es una salida no operativa


que implica el fracaso de los semblantes imaginario-simbolicos con los que el sujeto suele
mantener a raya lo real del goce.

Sobre la intervención analítica frente al ataque de pánico.

En la urgencia, será necesario que la escena fantasmatica se reomponga lo mas rápidamente


posible, será necesario intervenir para acompañar al sujeto a maniobrar con lo innombrable
que lo a-cosa, será necesario que la funcion de los paréntesis que enmarcan lo real retornen.
Se tratara de crear en cada caso la posibilidad de un lazo libidinal transferencial y maniobrar
con el en la dirección de la cura, apuntando a que este quantum pulsional insoportable para el
sujeto ceda y se ceda de alguna manera, ahí donde la tramitación simbolica parece muy
obstaculizada. Se trata de rebajar ese quantum excesivo y desbordante de la angustia.

SCHEJTMAN. CAPITALISMO Y ANOREXIA.

Anorexias blandas → “comer nada”, funciona como una estrategia sutil para sostener el deseo, el
rechazo del alimento supone en verdad un llamado, una apelación al Otro del deseo.
Anorexias duras → más graves, se encuentran con el propósito drástico de devenir nada. La
repulsa radical del Otro se extrema aquí más allá del deseo de nada, se trata de la reducción
misma del deseo a la nada, “apetito de muerte”.
El sujeto por la incidencia del discurso capitalista es conminado a confrontar su ser de goce sin el
auxilio de mediaciones, es el fracaso de la histeria discursiva del que algunas anorexias dan el
paradigma. La anorexia blanda comporta una defensa extrema de la subjetividad, el intento de
salvaguardar la división del sujeto pero sin la referencia al par significante. Así absolutamente
identificado con ella, en su delgadez pertinaz, su cuerpo se reduce a la barra misma que tacha al
sujeto. Contrariamente, es en la anorexia radical donde no se trata de llevar al extremo ninguna
estrategia histérica. No hay apelación al Otro del deseo o del amor, ni intento de preservar la
división del sujeto. Su rechazo es des-sujetamiento del Otro, nadificación del cuerpo. El goce
mortífero que extrae de su operación es del todo correlativo del hecho d haber quedado fuera-de-
discurso. A diferencia de la anorexia blanda, que interpone su pero al empuje al consumo, la
fanática opera en la misma línea que aquel. El deber de gozar que se impone, es obedecido
férreamente, lo obedece hasta el final.
La anoréxica dura si bien se afirma en el “sin excepción” (ni una caloría), su posición se encuentra
en las antípodas del no-todo. Totalitarismo extremo al que adhiere y se fanatiza. En las anorexias
duras encontramos que la negación de la excepción no se conjuga con el consentimiento a la re-
partición del goce (fálico y Otro goce), más bien con su impugnación. El repudio de la re-partición

112
del goce da lugar a cierto “feminismo” fanático e inconmovible como la anorexia misma. Su
posición confluye en la perspectiva de la negación de la excepción y la promoción del paratodismo.
En la anorexia radical se manifiesta el rechazo de la castración y de las cosas del amor: amorexia.
Una patología del amor, ya que hay rechazo por el partenaire y perturbación de la relación con la
imagen especular.
La epidemia histérica es una epidemia de deseo. La epidemia histérica es una epidemia de deseo,
puesto que su identificación se produce en la relación del deseo a deseo, tal identificación se regula
por el significante fálico.
En el caso de la anorexia, el síntoma y la epidemia no se producen en el nivel de la identificación
de deseo a deseo, sino en el nivel de la imagen. El síntoma es más un trastorno perceptivo, es la
imagen. Aquí el síntoma y su extensión epidémica se producen de yo a yo (como el fenómeno de
masa). Pero algo separa también a la epidemia anoréxica de la identificación clásica de masa: la
localización del objeto que, en este caso, no se lleva al lugar del ideal del yo, sino al del superyó. La
comunidad que se constituye es una comunidad de goce.

LEIBSON. FENOMENO PSICOSOMATICO.

La idea de lo psicosomático surge luego de que la medicina no encuentra causas orgánicas a las que
atribuirle la etiología y patogenia a una enfermedad. A principios del s XX se reintroduce la
cuestión de lo psíquico bajo esta forma de pensamiento que es la Medicina psicosomática, que tiene
que ver con todas aquellas consultas que reciben los médicos donde el elemento emocional e
histórico del paciente parece anudarse con su enfermedad.
Freud va a plantear al ICC como el autentico mediador entre lo psíquico y lo somático. El fenómeno
somático implicaría una falta de mediación, un rodeo que esquiva al ICC.
Enfermedades que se podrían caracterizar de psicosomáticas: ulcera gastroduodenal, asma,
alergias, psoriasis, caída de pelo en un sector del cuero cabelludo, colagenopatias, lupus, colitis
ulcerosa, colon irritable. Incluso algunos plantean que hasta el cáncer, la diabetes, y el
desencadenamiento del Sida tienen una incidencia de lo psicológico.
En la hipocondría y la histeria, no hay lesión orgánica. Lo que se pone en juego en la hipocondría es
la idea delirante de que se esta enfermo, y en la histeria el cuerpo en su condición de imagen, de
representación imaginaria.
En las neurosis de angustia (hoy ataque de pánico), habría esta incapacidad de lo psíquico de
hacerse cargo de las exigencias de la sexualidad y por ello la libido deviene angustia o sus
equivalentes que son estos síntomas como mareos, cefaleas, dolores, etc.). No hay mediación entre
lo psíquico y lo somático. Por eso no son analizables, porque el paciente no puede hacer ninguna
asociación con eso que le pasa.
En la enfermedad medica, hay lesión orgánica, evidenciable y detectable mediante estudios. El
síntoma orgánico tiene una fisiología y un curso de la enfermedad.
En el fenómeno psicosomático también hay lesión, puede no haber herida, pero si una alteración
funcional. Y además tiene un nombre (ulcera, psoriasis, alergia, etc.).
Lacan va a decir que en el fenómeno psicosomático hay un goce especifico, es algo del orden de lo
inscripto, pero a modo de sello, una marca. Fuertemente implicado con lo imaginario, además de
estar con el cuerpo simbólico. Habría un retorno de goce en el cuerpo, por el efecto de la falla del
significante como significante en la holofrase, no hay intervalo significante. Esta holofrase es algo
que viene del Otro.

ROSENSTEIN. EPILEPSIAS.

113
Grupo de trastornos caracterizado por paroxismos recurrentes, espontáneos, y transitorios de
hiperactividad cerebral, que producen convulsiones o equivalentes convulsivos: trastornos de la
conciencia, movimientos involuntarios, alteraciones del SNC o trastornos psiquiátricos y
sensoriales.
El trastorno orgánico, productor de la epilepsia. La anormalidad fundamental de todo trastorno
epiléptico se encuentra en la corteza cerebral.
El carácter paroxístico, o sea de inicio y finalización brusca.
La recurrencia, se repiten en forma intermitente a lo largo del tiempo
Las crisis epilépticas pueden ser:
PARCIALES (producidas por descargas o hiperactividad neuronal focalizadas en una zona
particular de la corteza)
Simples: sin alteración de conciencia.
Síntomas motores: movimientos involuntarios de un segmento corporal (cara, manos, cabeza, ojos).
Síntomas sensitivos: parestesias, adormecimiento de miembros, sensaciones olfativas y gustativas,
vértigo y sonidos.
Síntomas del SNA: epigastralgia, vómitos, arritmia, incontinencia.
Síntomas psíquicos: dismnesias, alucinaciones (visuales, auditivas, olfativas), episodios de
pensamiento compulsivo.
Complejas: se sigue de confusión y amnesia del episodio.
GENERALIZADAS: la descarga o hiperactividad neuronal se produce en la totalidad de la corteza
cerebral, produciendo una crisis masiva.
Convulsivas: crisis tónico-clónicas, tónicas (rigidez de los músculos, espasmo tónico, mordedura de
lengua, apnea, cianosis progresiva) o clónicas (sacudidas musculares, luego relajamiento
esfinteriano). Se despiertan obnubilados, con cefalea y amnesia del episodio.
No convulsivas
Ausencias (episodios breves de inconsciencia, murada fija, aumento del tono muscular,
automatismos simples)
Mioclonías (brusca sacudida bilateral y sincrónica generalmente de los miembros superiores, dura
una fracción de segundo).
Atonías (suspensión del tono muscular  caída brusca)

Podemos arribar al diagnóstico a través de una anamnesis detallada, exploración física y estudios
complementarios (electroencefalograma). Es necesario preguntar por la frecuencia y duración de la
crisis, y por los acontecimientos que las acompañan. Es preciso además interrogar por posible
relación con consumo de drogas y/o alcohol, abstinencia, traumatismos, e hipo o hiperglucemia.

Diagnóstico diferencial con psicosis:


En la epilepsia, las alucinaciones no condicionan el comportamiento y tampoco promueven la
construcción delirante. El paciente las vive como un espectador extrañado, sin certeza ni
autorreferencia.
Los fenómenos se presentan en forma paroxística y generalmente estereotipada.

Diagnóstico diferencial con ataque y parálisis histérica:


Por lo común, el ataque histérico no sobreviene de manera tan repentina como en la epilepsia.
Durante un breve lapso los enfermos procuran luchar contra las convulsiones, se cuidan de
provocarse lesiones graves, al caer esquivan situaciones peligrosas. El epiléptico se pone pálido y
después cianótico, el rostro del histérico conserva más o menos el color normal. Tras el ataque, los
histéricos se recuperan pronto las más de las veces, no queda como secuela ninguna inclinación a
dormir ni postración como en los epilépticos. La histeria es ignorante de la distribución de los
nervios, toma los órganos en el sentido vulgar.

TRATAMIENTO. Esta patología debe ser medicada con fármacos adecuados que actúan sobre la
descarga neuronal como así también sobre los síntomas asociados: irritabilidad, impulsos
agresivos, depresión

114
ROSENSTEIN Y SOSSO. ALCOHOLISMO Y OTRAS ADICCIONES.

ALCOHOLISMO
Enfermedad crónica y progresiva que determina la pérdida del control en el consumo de bebidas
alcohólicas o derivados del etanol, interfiriendo en la salud física, mental, social y/o familiar así
como en las responsabilidades laborales y legales.

Tipo I Tipo II
Más social y de menor gravedad Más ligado a impulsos, adquiridos o genéticos.
Más difícil de un control racional.
Comienzo tardío (más de 25 años) Comienzo temprano (antes de los 25 años)
Trastorno de personalidad: Pasivo dependiente, Trastorno de personalidad: Antisocial,
ansiosa, trastornos afectivos. impulsiva.
Dependencia menor. Dependencia mayor.
Menor factor de riesgo infantil. Mayor factor de riesgo infantil.
Menos carga genética. Más carga genética.
Uso concomitante de otras drogas menos Uso concomitante de otras drogas más
frecuente. frecuente.

ACCIÓN FARMACOLÓGICA

El alcoholismo es típicamente una enfermedad crónica que se prolonga en el tiempo, que puede
tener períodos de agudización. El etanol es una potente droga psicoactiva que produce gran
cantidad de efectos secundarios que afectan a todo el organismo.
Efectos abrasivos sobre la capa protectora de esófago y estomago
Disminución de la capacidad para absorber vitaminas del intestino.
Alteración de las funciones del hígado, produciendo “hígado graso”. Puede complicarse hasta
hepatitis o cirrosis (cicatrización de los tejidos del hígado + disminución de su capacidad de
funcionamiento).

TOLERANCIA: disminución gradual de la respuesta de una droga cuando se la suministra


repetidamente en el tiempo, necesidad de aumentar la dosis para producir el mismo efecto.
Factores: edad, lesiones cerebrales, cirrosis.

El alcohol es un depresor del SNC. Lo primero que deprime es la barrera de la inhibición, falta de
autocritica, sensación de euforia. Paralisis descendente del SNC, con depresión e los centros vitales,
tanto respiratorio como vasolotor, que puede llevar a la muerte.
Alteraciones en el SN periférico: trastornos de la motilidad, dificultad para caminar, mareos,
disminución de la sensibilidad. Aumento de los tiempos de reacción.

VARIEDADES

INTOXICACIÓN AGUDA (embriaguez) Es un cuadro agudo por consumo repentino de alcohol.


Típica (simple, normal)
Desinhibición y trastornos en la marcha. Es común que se presente bajo la presentación de manía o
melancolía.
Atípica (patológica)
Respuesta exagerada con un grave compromiso de la conciencia que se acompaña generalmente de
amnesia posterior. Estrechamiento del campo de la conciencia – furor impulsivo – alucinaciones
(breves y de carácter onirico, se las vive con terror y autocritica) – ideas delirantes (paranoides
erotómas y megalómanas, de poca sistematización)– confusión onírica – convulsiones – tendencia a
la recidiva

115
INTOXICACIÓN CRÓNICA (alcoholismo crónico). Lleva a un deterioro progresivo.
Psicosis alcoholicas (no es un diagnóstico estructural)
Síndrome de abstinencia (por interrupción de la ingesta)
Delirio subagudo o síndrome confuso onírico
Síndrome menor con taquicardia, nerviosismo, náuseas. Delirio de tipo onírico vivido con ansiedad,
drama, peligro o terror. Generalmente comienza con pesadillas que interrumpen el sueño. El sudor
es abundante, se encuentra agitado, habla con frases entrecortadas y pide ayuda. La evolución
generalmente es favorable.
Delirio agudo o delirium tremens
Síndrome confusional + temblor generalizado. Delirios, alucinaciones, trastornos de la conciencia y
gran irritabilidad, desorientación. Sudor, temblor y agitación, pérdida total del sueño y fiebre alta.
El paciente sufre muchísimo, padece auténtica angustia y miedo con las zoopsias. Se trata de un
cuadro grave, con un alto riesgo de mortalidad.
Síndrome de Korsakoff
Síndrome confusional, amnesia de fijación, fabulación, falsos reconocimientos.
Alucinosis alcohólica
Alucinaciones principalmente auditivas sin confusión mental. El paciente tiene terror, inicio y fin
abruptos.
Delirio crónico
Delirios intepretativos, alucinatorios o paranoides.
Encefalopatías. Se agregan trastornos neurológicos.
Wernicke, marhiava-bignani, portocava, esclerosis laminar cortical de morel, pelagra, síndrome
fetal alcohólico (retardo del crecimiento, retardo mental y síndrome malformativo)
Demencia alcoholica
El debilitamiento intelectual en el alcohólico es frecuente cuando lleva un largo período de
intoxicación. Se trata ante todo de trastornos de la atención y la memoria. Generalmente el cuadro
se acompaña de apatía, pasividad, indiferencia, reducción de la capacidad de juicio y autocrítica.

Otras adicciones
DEPENDENCIA. Conjunto de síntomas cognoscitivos conductuales fisiológicos que indican que el
individuo sigue siendo consumidor a pesar de los problemas significativos acompañantes. La
dependencia comprende el desarrollo de los fenómenos de tolerancia y abstinencia.
Tolerancia: necesidad de aumentar la dosis para producir el mismo efecto. Es la disminución
gradual de la respuesta de una droga cuando se la administra repetidamente en el tiempo.

Abstinencia: Es un síndrome producido por la suspensión, por la reducción de una sustancia o por
una modificación del metabolismo que disminuye los niveles de la sustancia en los tejidos del
organismo. Se puede generalizar diciendo que los síntomas y signos son opuestos a los efectos que
normalmente produce la sustancia en cuestión.

I) Un cuadro conductual (la antigua “dependencia psíquica”):


El deseo de consumir o de obtener la sustancia.
Imposibilidad de controlar, reducir o de interrumpir el consumo.
Deterioro en las actividades sociales, laborales, escolares, familiares, y/o recreativas.
Conocimiento de los problemas físicos y psicológicos que ocasiona el consumo.

II) La neuroadaptación (dependencia física o fisiológica):


La tolerancia a uno o más efectos de la sustancia.
El uso de la sustancia para disminuir o impedir el síndrome de abstinencia.

Se entiende por abuso el uso nocivo de una sustancia, para la salud física y mental.
Es el consumo recurrente de sustancias que:

116
Impide cumplir con las obligaciones laborales, escolares u hogareñas en circunstancias físicamente
peligrosas (conducción de vehículos o maquinarias).
Origina problemas legales recurrentes (arrestos).
Se lleva a cabo a pesar de las dificultades sociales o interpersonales persistentes y repetidas.

La dependencia es un trastorno primario y no un síntoma de otra patología psiquiátrica. Los


adictos no pueden controlar el consumo; la negación del problema es una característica constante;
es progresiva; y el tratamiento exige abstinencia total toda la vida. Es un trastorno debido a la
interacción entra la sustancia y el individuo vulnerable.

El término adicción tiene una connotación peyorativa. Significa disminución del control. El
drogadicto recurre a la sustancia para resolver conflictos transformándose en un dependiente.
Frecuentemente utiliza conductas psicopáticas, interesándole sólo su necesidad, no teniendo en
cuenta al otro, convirtiéndose éste en un instrumento. No puede tolerar la frustración, ansiedad, y
agresividad.

Siempre es de mayor gravedad cuando la adicción asienta sobre un trastorno psicopático de


personalidad (llamado actualmente trastorno antisocial) que cuando la adicción se produce sobre
otro tipo de trastornos, por ejemplo:
Trastornos de ansiedad: para disminuir la angustia.
Trastornos afectivos: para disminuir la depresión o para aumentar la euforia o hiperactividad
maníaca.
Trastornos psicóticos: para atenuar los delirios y alucinaciones o para combatir la sintomatología
negativa o deficitaria.
Trastornos fronterizos o límite: para combatir la inestabilidad afectiva, el tedium vital, o controlar
la impulsividad.
Conviene usar el término sustancia porque el término droga, en su sentido amplio, es toda
sustancia que aplicada a una estructura viva o a una parte de la misma, origina una respuesta.

El comportamiento de búsqueda de drogas


Se denomina “refuerzo positivo” a cualquier estímulo que aumenta la frecuencia del
comportamiento que tiende a una nueva aplicación de ese estímulo.

Dependencia física de las drogas


Es un estado neuroadaptativo producido por la administración repetida de una droga, que
determina la necesidad de seguir administrando esa droga para suprimir el síndrome originado por
su deprivación. Los síntomas de deprivación o abstinencia producen la aparición de efectos rebote
en los mecanismos fisiológicos involucrados en cada fármacodependencia.

Criterios diagnósticos de la dependencia de sustancias


Patrón maladaptativo de consumo de sustancias que provoca deterioro clínico significativo, como lo
señalan tres (o más) de los siguientes hallazgos, detectados en un lapso de 12 meses:
Tolerancia definida por alguno de los siguientes ítem:
Necesidad de incrementar el consumo de sustancias para llegar a la intoxicación o lograr el efecto
deseado.
Disminución acentuada del efecto cuando se consume la misma cantidad de sustancia.
Abstinencia definida por alguno de los siguientes ítem:
Síndrome de abstinencia característico para la sustancia
Consumo de la misma sustancia (o similar) para contrarrestar o evitar los síntomas de abstinencia.
Consumo de la sustancia en dosis más elevadas o por intervalos más prolongados que lo previsto.
Deseo persistente o esfuerzos infructuosos de interrumpir o controlar el consumo de sustancias.
Empleo de mucho tiempo en las actividades necesarias para obtener la sustancia para consumirla,
o para recuperarse de sus efectos.

117
Abandono o limitación de actividades sociales, laborales o recreativas importantes a causa de la
adicción.
Consumo continuado a pesar de conocer los problemas físicos y psicológicos persistentes y
recurrentes producidos o exacerbados por la sustancia

Con dependencia fisiológica: signos de tolerancia o abstinencia


Sin dependencia fisiológica:

Grupo Sustancia Sintomatología de abstinencia


OPIOIDES Heroína, morfina Grave
DEPRESORES DEL SNC Benzodiapecinas, barbitúricos Grave
ESTIMULANTES DEL SNC Cocaína, anfetaminas Moderada
ALUCINÓGENOS LSD Moderada
CANNABINOIDES Marihuana, hachís Leve

Estados recurrenciales
Son cuadros clínicos que se presentan después del uso de un fármaco o droga, sin una nueva
ingestión de ésta y cuya causa no está bien establecida. Los efectos desencadenantes podrían ser la
soledad, el ambiente hostil, estados emocionales, la personalidad. Tienen dos formas de
presentación: pánico, miedo; reacciones psicóticas con o sin alucinaciones.

MAZZUCA. TOXICOMANIAS Y PSICOANALISIS.

LA PROBLEMÁTICA CLÍNICA: el “matrimonio dichoso”

En ocasiones, los toxicómanos parecen estar “satisfechos” con la “solución” que han encontrado,
y muchas veces comienzan por excluirse ellos mismos de los tratamientos.

El punto de partida y de llegada es la interrogación sobre el sexo. Se trata de diagnosticar el


tipo de unión que ha conseguido establecer el sujeto enfrentado con el enigma de su sexualidad.
Para eso seguimos la pista de una expresión tomada de la pluma del propio Freud y retomada
luego en forma oral por Lacan: aquella que describe el “matrimonio dichoso o armonioso” que
establecen el bebedor y su vino2.
¿Cuál es la clave y el estatuto de esa aparente felicidad sin fisuras? ¿Puede, a partir de allí,
concebirse un “mecanismo específico” para la formación de las toxicomanías?

LA CUESTIÓN PRELIMINAR A TODO ABORDAJE POSIBLE: La causa sexual

La tarea preliminar consiste en romper con la creencia –fomentada por ciertos discursos sobre
la adicción- que ubican al objeto droga en el lugar de la causa;
El movimiento consiste entonces en desplazar el nivel de la causa, ubicar en su lugar un punto
de incógnita y promover, de ese modo, una pregunta sobre el sujeto y su relación con sus modos
de goce –o formas de satisfacción pulsional-. Este aspecto preliminar de la lógica de la cura
puede escribirse en tres tiempos. Lo hago de la manera más sencilla posible:

1º) Droga → adicción = patología (“adicto”)


2º) “x” → adicción = droga
3º) Satisfacción [Sexual] → adicción = droga

118
Del primero al segundo tiempo se invertiría el lugar que ocupa el objeto droga, pasando de ser
la causa de la denominada “adicción” a considerársela su consecuencia. Dicho en otros
términos, permitiría romper la identificación imaginaria al “ser adicto” –identificación
promovida y custodiada en la mayoría de las terapias contra las adicciones- y abrir el espacio
para la interrogación del deseo. El tercer tiempo es el que va a ser necesario formular como
hipótesis psicopatológica –si cabe la expresión- a partir de la lectura de los textos tanto de
Freud como de Lacan.

AUTOR FREUD LACAN


Psicoanálisi
DISCIPLINA Medicina Psicología Psicoanálisis 2 Psicoanálisis 3
s1
ETAPAS 0 1º 2º 3º 4º
NS
NOSOLOGÍA Neurosis NS Actuales NS Narcisistas Neurosis
Narcisistas
Recurso
Reemplazante Retracción a) Traumatismo
maníaco:
Cancelació de la libidinal: del destete
MECANISM frente al
n del dolor masturbación cancelación b) Ruptura del
O malestar
(orgánico) (adicción de la cuerpo con el
[sexual]cultura
primordial) represión falo
l
Compensació Paliativo
Respuesta Renegación del
n del goce contra el
Analgésico frente a la destete.
FUNCIÓN [satisfacción] malestar en la
corporal pérdida de Ruptura con la
sexual cultura
objeto castración.
faltante (“quitapenas”)
Psique Cuerpo: Fantasía:
ESQUEMA Soma Φo
Soma (a↔a´) $<“x”>a

A) La manía del tóxico: Cancelación del dolor

Surge una primera hipótesis freudiana sobre las adicciones, vinculada, de manera directa, con
el problema de la satisfacción sexual. Su lugar está a mitad de camino entre la histeria y la
neurastenia –aunque más cerca de esta última- y define a la adicción como reemplazante de la
masturbación.

La sexualidad insatisfecha funciona entonces como una fuente “dolorosa” frente a la cual se
interpone el recurso a la intoxicación maníaca: la de la masturbación o la del consumo de un
narcótico.
2º) En la siguiente etapa de la obra de Freud encontramos una oposición nosológica
entre las neurosis de transferencia y las psiconeurosis narcisistas. Los modelos para pensar la
toxicomanía pasan a ser las denominadas afecciones narcisistas, especialmente: la manía-
melancolía, la hipocondría y la erotomanía (en ese orden).
Dice Freud:

“Podemos atrevernos a decir que la manía no es otra cosa que un triunfo así, sólo que
en ella otra vez queda oculto para el yo eso que él ha vencido y sobre lo cual triunfa. A
la borrachera alcohólica, que se incluye en la misma serie de estados, quizá se la pueda
entender de idéntico modo; es probable que en ella se cancelen, por vía tóxica, unos
gastos de represión”3. [El subrayado es mío]

119
Aquello sobre lo que el yo del sujeto melancólico o maníaco parece triunfar “felizmente”, es el
dolor frente a la pérdida del objeto. Por eso la respuesta maníaca ilustra bien lo que Freud
extiende como hipótesis a los estados de borrachera alcohólica: frente al dolor –anímico en este
caso- que la abstinencia genera por la pérdida del objeto, la intoxicación maníaca retrotrae la
energía al narcisismo del sujeto y cancela la posibilidad de la represión. A lo cual Freud agrega
una apreciación sobre el estatuto de ese “dolor” que describe:

“Ahora bien, la meta de esta seudo-pulsión es sólo el cese de la alteración de órgano […]
El dolor es también imperativo; puede ser vencido exclusivamente por la acción de una
droga o la influencia de una distracción psíquica”4. [El subrayado es mío]

B) El malestar del Sexo: suplencias de una felicidad imposible

3º) El tercer período de la obra de Freud muestra una extensión de las mismas hipótesis del
período anterior, sólo que la nosografía reserva a la manía-melancolía la denominación de
psiconeurosis narcisistas y deja el nombre de psicosis a la paranoia y la esquizofrenia.

4º) La obra de Lacan está mucho más despojada aún que la de Freud de referencias sobre la
droga y las adicciones.
La intoxicación maníaca por vía oral está pensada como una consecuencia de la posición de
rechazo o renegación de aquella operación por la cual el sujeto se desprende de la imago del
seno. materno, siendo éste el primero de los tres complejos que estructuran la subjetividad –
luego vendrá el complejo de la intrusión (o estadio del espejo) y finalmente el complejo de
castración-.
De este modo, Lacan resume parte de los desarrollos freudianos acerca del mecanismo de la
intoxicación, proponiendo que el consumo maníaco del objeto tóxico representa una manera –
entre otras- de protegerse de aquella primera forma de experimentar el dolor y la abstinencia
por el objeto perdido: el pecho materno. La toxicomanía cumple así una función defensiva
(hemos dicho con Freud: la cancelación inmediata del dolor imperativo), a través de un
mecanismo que parece funcionar de manera automática, pero que a pesar de ello sugiere una
toma de posición por parte del ser del sujeto que evoca un rechazo primitivo hacia toda pérdida
del objeto de su satisfacción.
Esa posición de rechazo de la desdicha que la pérdida del pecho materno evoca en el ser
hablante, posee una doble cara: apunta, por un lado, a obtener la satisfacción plena mediante
la posesión absoluta del objeto que el pecho materno representa en las fantasías primordiales
del sujeto, por otro lado, empuja al sujeto hacia una tendencia que lo une lentamente con la
muerte y la destrucción de sí mismo.

C) La ruptura con la castración: puesta en suspenso de la función fálica


El ser del sujeto –que renuncia momentáneamente a contraer matrimonio simbólico con el falo-
, víctima y victimario a la ves del funcionamiento precario de una fantasía que acompaña el
acto maníaco del consumo, promueve la puesta en marcha de un mecanismo que empuja hacia
una autodestrucción narcisista, en conformidad con la satisfacción mortífera que se espera
como consecuencia de la búsqueda ilimitada del goce materno.
En suma, el rechazo de la operación de castración se suma a la renegación del destete, así como
al traumatismo producido por éste último se le agrega la ruptura del cuerpo del sujeto con el
falo. Esto es lo que quisimos representar en el cuadro proponiendo un uso particular del
matema que Lacan reserva al falo simbólico () y al rechazo de su operación -lo cual indica

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agregando la notación sub cero (o)-, para sugerir ese mecanismo de ruptura momentánea o
puesta en suspenso de la lógica o la función fálica.
Por lo tanto, esta tesis acerca del mecanismo de “ruptura” –cuya función es negativa y
defensiva- de la toxico-manía, sólo vale en principio para las estructuras “nombre-del-padre” (es
decir, la neurosis y la perversión), dejando abierta la interrogación sobre las funciones que
puede cumplir el tóxico en aquellos casos para los cuales el rechazo del falo simbólico (o) es
una consecuencia estructural de la operación de forclusión del significante nombre-del-padre
(Po).

LAS FUNCIONES DEL TÓXICO: suplemento o suplencia

La toxicomanía no cumple una función enteramente análoga en el caso de las psicosis. Allí
donde la inoperancia del falo es un hecho de estructura, el tóxico puede servir eventualmente
como suplencia, intento de estabilización o de reorganización del goce en exceso -si es que es
utilizable la expresión-.
Esta es una hipótesis planteada por una autora que dedicó un estudio detallado y extenso a la
clínica de la adicciones –Silvie Le Poulichet-, quien distingue entre la función de “suplemento”
que cumple el tóxico en muchas neurosis, y la función de “suplencia” que cumple en muchos
casos de psicosis. En éstos últimos, por ende, la dirección de la cura adopta otros carriles.
A su vez, la función del tóxico -evito adrede ahora el término “toxicomanía”- no es la misma
para todas las neurosis. En muchos casos el tóxico exalta la función del falo como elemento
regulador de aquellas fantasías “perversamente” orientadas hacia la mujer -es el caso de
ciertas obsesiones masculinas, por ejemplo- de donde se sostienen versiones del amor
erotomaníaco.
En estos casos, el consumo de droga sirve para promover un rendimiento fálico mucho más
eficaz y logrado, fomentado por una competencia narcisista que, en vez de excluir al otro
distanciándose de la realidad, incrementa el desafío y la agresividad tanto como el premio en
cuestión.

PSICOPATOLOGIA INFANTIL. BUGACOFF.

Se requiere de la noción de infancia entendida como una etapa separada de la adultez, con
singularidades y necesidades propias, para que se inaugure una disciplina que se ocupe de los
problemas psicopatológicos de la infancia. Esto implica decir, que no hemos contado desde
siempre con la noción de infancia, y que contamos con dicha noción a partir de un determinado
momento fechable históricamente. Esta idea se la debemos al cuestionado historiador P. Ariès,
quien sitúa el comienzo de la infancia en el siglo XVIII, en Francia, en el pasaje del Antiguo
Régimen al Estado Moderno. El movimiento que se requirió para que la noción de infancia
surgiera, se produjo en paralelo con el nacimiento del Estado, ya que implicó un
reordenamiento de lo público y lo privado.

El comienzo de la Psiquiatría infantil es situable en lo que P. Bercherie denomina Clínica


diacrónica. Lo singular es que su surgimiento no coincide con el descubrimiento de una
patología propia de la infancia, sino a raíz de la preocupación por el pasado de los criminales y
los alienados. Es decir, cuando se instalan en relación a la enfermedad mental y para
establecer categorías nosográficas, parámetros que atañen a la evolución, al desenlace, y a la
causa específica.

Si coincidimos con la idea de que la Psiquiatría surge como consecuencia de un reordenamiento


del campo social, la Psiquiatría infantil no escapa a ello, y es producto de los apetitos
psicoprofilácticos y de las exigencias disciplinarias de los aparatos sociales. En otros términos,
no comenzó como una disciplina cuya preocupación era la locura infantil, sino con fines
profilácticos escondidos tras las preguntas por la causa o la etiología.

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Lo infantil en la obra de S. Freud: algunas referencias imprescindibles

Se requiere del Otro para la constitución de un niño. En tanto, la infancia no es un dato


meramente biológico, podemos afirmar que no hay niño de entrada.
El descubrimiento de la sexualidad infantil le permite a Freud definir al niño como perverso
polimorfo. El niño construye teorías sexuales, pero “infantiles”, es decir afectadas por la
pulsión, y por ende destinadas a “ficcionalizar” lo imposible de la estructura.
Otra definición de niño, es aquella que lo ubica como término de la ecuación simbólica, cuya
importancia radica en que permite introducir al niño, como una de las salidas edípicas posibles
para la mujer: el niño como falo de la madre. En ese caso, estamos hablando más precisamente
de “hijo”, que de niño, e introduce las cuestiones atinentes al deseo del Otro
Si al comienzo decíamos que no hay niño de entrada, y que se requiere del Otro para su
constitución, ahora agregamos que ese Otro está afectado por la dimensión falo-castración. Es
desde esta perspectiva, que podemos situar los avatares y las dificultades de los niños en el
camino de la constitución subjetiva. Algunas de esas dificultades por las que atraviesan los
niños, o los padres, o ambos, conducen a que nos consulten.

Las fobias infantiles: paradigma de las neurosis de la infancia

En el capítulo 3 de la “Epicrisis” del Historial de Hans, Freud plantea que la histeria de


angustia es la neurosis más frecuente, porque basta con una constitución psíquica muy simple
para su emergencia. Por ello, además, es la neurosis de aparición más temprana en la vida
individual. Se trata de la neurosis de la infancia, por excelencia. Las fobias son harto
frecuentes en los niños, independientemente, según Freud, de la educación que éstos reciban, o
del papel que los detractores del Psicoanálisis pretendan atribuirle a la herencia y a la
degeneración.
Después de discutir las particularidades del caso de Hans, Freud eleva su neurosis a la
categoría de típica y ejemplar: encuentra en los análisis de los adultos los mismos complejos
infantiles presentes en la fobia. Aquello que fue transitado como neurosis durante la infancia,
cobra entidad de neurosis infantil durante el transcurso del análisis en la madurez.
Cito a continuación, un párrafo del apartado II de la Epicrisis del Historial: La fobia al caballo
impide a Juanito salir de casa, y facilita su permanencia al lado de la madre. En este punto se
impone pues, victoriosamente el amor a la madre. La fobia enlaza más estrechamente al
enamorado con el objeto de sus deseos, pero al mismo tiempo se cuida muy bien de que no
pueda satisfacerlos. En estos dos efectos se nos revela la verdadera naturaleza de la
enfermedad neurótica.
Me parece pertinente que nos detengamos en ese párrafo. Por un lado, porque permite leer un
antecedente de lo que Lacan ubica del síntoma fóbico haciendo las veces de Nombre del Padre;
pero, por otro lado (y esto es fundamental para nuestro tema) porque Freud encuentra en “los
dos efectos” la verdadera naturaleza neurótica. Freud aísla dos efectos: el enlace con el objeto
(más precisamente con un objeto incestuoso) y la distancia que no permite la satisfacción plena,
y estos elementos se hallan en todo síntoma neurótico. En otros términos, nos reencontramos
con la frase presente en el Historial de Dora: Los síntomas son la práctica sexual de los
neuróticos. Es decir, que el síntoma es un modo de satisfacción, de naturaleza sexual, y que por
ende no es plena y precipita al conflicto y al malestar.

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