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– Neenan (2008) propone que es un error considerar a la procrastinación como simple holgazanería o
pereza porque ésta última es la resistencia a emprender una acción, mientras que la procrastinación implica
estar ocupado, realizando una actividad substituta (p.e., navegar ociosamente en internet), para evitar seguir
adelante con la actividad prioritaria que requiere de acción en el momento presente (p.e., preparar una
exposición para presentarla frente al grupo en la próxima clase).aunque las consecuencias puedan ser
negativas para la misma persona
– Según la Dra. Sapadyn (City University of New York) existe una taxonomía con seis tipos diferentes:
Perfeccionistas: Quieren que cada proyecto sea perfecto, esto generalmente los “congela” por miedo a no
lograr este objetivo irrealista, aunque hayan sido ellos mismos los que hayan definido los objetivos.
Soñadores: Sufren de “pensamiento mágico”. “Va a funcionar todo bien”, dicen, aunque no hacen nada para
acercarse a sus objetivos.
Generadores de Crisis: Dicen que normalmente trabajan mejor bajo presión, pero para ser más precisos,
prefieren protestar y generar crisis para no hacer en definitiva ninguna tarea.
Atormentados: Sus miedos consumen sus procesos de pensamiento e impiden que cualquier tarea sea
realizada, mientras imaginan y meditan en cada posible escenario de desastre y fracaso.
Desafiantes: A estas personas les molesta las asignaciones de tareas, retomando control de sus vidas
rechazando el trabajo en forma oportuna y cooperativa, o directamente en forma frontal.
Sobrecargados: Conocidos también como “los complacientes”, esta gente no puede decir que no, y por lo
tanto toma más y más responsabilidades sin ninguna expectativa razonable de ser capaces de cumplir sus
obligaciones.
– William Knaus en, “Superar el hábito de posponer”, propone una serie de características personales
que son propias de una persona con tendencia a la postergación.Establece las siguientes teorías:
Creencias irracionales. Basada en una autoimagen negativa o muy pobre, de forma que en individuo se ve
como inadecuado o incompetente, o ven al mundo con demasiadas exigencias que no se ven capaces de
cumplir.
Perfeccionamiento o medo al fracaso. Postergar y justificar un resultado final por falta de tiempo, sirve de
excusa para evitar el miedo al fracaso, en tareas donde no hay garantías de éxitos. Son personas
perfeccionistas y autoexigentes, que se marcan metas poco realistas.
Ansiedad o catastrofismo. El cúmulo del trabajo supone un cúmulo correlativo del nivel de ansiedad.La
dificultad para tomar decisiones y la búsqueda de garantías de éxitos antes de iniciar una tarea, provoca
finalmente sentimientos catastrofistas, y como resultado se sienten saturados e indefensos. Puede sentir
autocompasión, escosándose en que no son aptos para las exigencias del mundo en el que le ha tocado vivir.
Rabia e impaciencia. Las exigencias desmesuradas y el catastrofismo que provoca también rabia e
impaciencia. Pueden surgir ideas del tipo “yo debería ser capaz de realizar esto solo” o “no puedo tolerar esta
ansiedad”. Esta persona perfeccionista, al no cumplir con las metas que se marcan, se muestran agresivas
contra sí mismos. Por esta razón terminan atrapados en un círculo enfado-rebelión que empeora su
rendimiento.
– O’Donohue y Rabin, establecen que la procrastinación es un fenómeno que influye en el retorno de la
utilidad. Abordando el problema desde el locus de control del sujeto, consideran que la procrastinación se ve
influidas por unos sistemas de recompensas.
Estos últimos años hemos incorporado una nueva palabra a nuestro léxico
cotidiano: procrastinar. La RAE la define como diferir, aplazar y es, en efecto, el
incumplimiento del precepto: “no dejes para mañana lo que puedas hacer
hoy”. Procrastinar es dejar algo para mañana, para dentro de una semana o para
dentro de unas horas. Se trata de aplazar aquello que es importante para
dedicarse a lo que no lo es tanto o a lo que es directamente superfluo. Dentro de
la procrastinaciónpueden entrar actividades del ámbito laboral, como el famoso
informe que el jefe lleva días reclamándonos; del mundo académico, como la
redacción de la tesis con la que nunca nos ponemos o con el estudio. También
hay otras en las que el principal demandante somos nosotros mismos, como
aquella novela que llevamos años queriendo empezar y para la que nunca
encontramos el momento propicio. En lugar de todo esto, nos dedicamos a otras
tareas, como leer el periódico o brujulear por las redes sociales. Tareas estas que
pueden ser gratificantes pero que implican un nulo grado de compromiso personal.
Hasta que el fenómeno no comenzó a ser estudiado por los psicólogos, el
procrastinador era considerado como un vago, fundamentalmente. Y cierto es que
los hay y que en realidad posponen las cosas porque les puede la pura pereza
pero, a diferencia de la vagancia, la procrastinación genera estres, ansiedad,
remordimientos y lesiona la autoestima.
La procrastinación genera estres, ansiedad y
lesiona la autoestima
Al contrario de lo que hasta ahora se pensaba, las últimas investigaciones señalan
que el procrastinar tiene que ver con un excesivo perfeccionismo. Este, en
psicología consiste en la creencia de que la perfección existe como entidad
autónoma y se puede alcanzar. El problema es que el perfeccionista considera
que no solo se puede sino que se debe alcanzar la perfección en casi todas las
actividades en las que uno se implica. El posponer constantemente una actividad
puede ser la respuesta al miedo y parálisis cuya causa es el querer alcanzar en
todo ese ideal de perfección. Ideal que no se percibe como tal, claro está. Piers
Steel, investigador de la Universidad de Calgary, ha acuñado una fórmula para
explicar el fenómeno de la procrastinación. Recibe el nombre de teoría de la
motivación temporal y explica la procrastinación como efecto de un perfeccionismo
paralizante.
Fórmula de la procrastinación o teoría de la motivación
temporal
U=EV/ID
U es la utilidad de la tarea una vez concluida. El valor asignado a la misma es
proporcional al producto de las Expectativas (E) por el valor que le damos a
terminar el trabajo (V) e inversamente proporcional a la inmediatez (I) y a lo
sensible que sea cada persona a los retrasos de la actividad. Es decir, según esta
fórmula, aquellas tareas que más nos importan y que queremos que nos salgan
mejor son las que posponemos con mayor frecuencia.
Como ya comentamos en este artículo acerca de la acción de postergar las tareas, existen
muchos factores que nos inducen a la procrastinación.
Según el autor Piers Steel, todos ellos pueden resumirse en la falta de motivación, idea
desgranada en una fórmula cuyo resultado determinará el éxito o el fracaso de la
consecución de la tarea planeada.
Motivación= EV/IR
Ganar una medalla olímpica puede tener mucho valor, pero si mi creencia en la
capacidad de conseguirla es cero, no me motivará en absoluto para entrenar.
Todos hemos experimentado eso. Desde los estudiantes de última hora hasta los
que devoran polvorones en Navidad pensando que tienen tiempo para bajar de
peso antes de ponerse el bañador.
Eso genera muchos problemas. Eso nos hace cortoplacistas y nos impide ver
las consecuencias de las cosas en el futuro. Eso hace complicado aplicar los hábitos
sanos poco apetecibles y l fácil recaer en los hábitos negativos pero que nos
apetecen.
Si supieras que estudiando hoy vas a saber hablar japonés mañana, estarías muy
motivado, pero sabiendo que vas a tardar años, es mucho más difícil conseguir la
motivación.
La teoría de la motivación
temporal y la ley de Parkinson
La ley de Parkinson dice que
Por eso es mejor establecer lo que yo llamo el sistema de las metas volantes.
En una etapa ciclista, los corredores tienen un claro incentivo al final del día.
Cuando se acerca la meta, todos quieren llegar los primeros.
Pero para el espectáculo es mejor que los corredores se esfuercen antes por ir en
cabeza. Para eso se utilizan las metas volantes, que son un premio que se da al
corredor que pase el primero por un punto de la etapa distinto al final.
Utiliza las recompensas o los castigos. “Si peso más de 85 kilos el 1 de junio no
comeré en restaurantes durante todo el mes.” “Si he escrito más de 100 páginas del
libro el 23 de octubre, me compraré un cuaderno Moleskine”.