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El negocio de las empresas auditoras en

Chile. Se encargan de "fiscalizar" que los


números estén en orden pero terminan
"cediendo" ante sus jefes. Price
Waterhouse es investigada por no
denunciar caso La Polar
05/08/2011 |

Por Susana Frías K.

Deloitte, KPMG, Ernst & Young y Price Waterhouse Coopers ocupan el 95% del mercado
nacional, ésta última envuelta en escándalos financieros como el de La Polar el 2011 y
ACE Seguros en el 2009. Presidente de los auditores de Chile, acusa falta de fiscalización
de parte de las autoridades y falta de independencia de las empresas auditoras para hacer su
labor.

Enron Creditors Recovery Corporation, era una compañía energética estadounidense con
base en Houston, Texas. Enron empleó a 21.000 personas y fue una de las compañías
eléctrica, de gas natural, papelería, y de comunicaciones más importantes del mundo, con
unos ingresos de 111.000 millones de dólares en el año 2000. Llegó a ser la séptima
empresa de Estados Unidos, según su supuesta contabilidad. Enron fue nombrada por la
revista "Fortune" como la compañía más innovadora de América durante 6 años
consecutivos desde 1996 hasta 2001.

Sin embargo, a finales del año 2001 estalló el escándalo. Se reveló que su condición
financiera estaba sustentada por una contabilidad creativa fraudulenta, sistemática e
institucionalizada desde hacía años, es decir, utilizaba avanzadas técnicas de ingeniería
financiera para modificar su realidad contable. Desde entonces, se convirtió en un símbolo
de la corrupción y del fraude corporativo.
Pero el escándalo no sólo afectó a la empresa, sino que salpicó a la empresa auditora Arthur
Andersem -prestigiosa en su momento-, causándole su disolución. El escándalo Enron,
anotó deudas y pérdidas en entidades situadas en paraísos fiscales que no estaban incluidas
en el sistema financiero de la compañía, además del uso de otras transacciones financieras,
complejas y sofisticadas, entre Enron y las mencionadas compañías creadas para encubrir
los datos contables deficitarios.

Un caso que años después se repitió en nuestro país con La Polar. Aquí se inflaron por años
estados financieros, para así poder continuar vendiendo las acciones y evitar que la empresa
cayera en quiebra. Se realizaron repactaciones unilaterales por cifras millonarias. Se afectó
a clientes y accionistas minoritarios y, al igual que Enron, una empresa auditora es la que
hoy también "debe pagar", tal como afirman los afectados. Se trata de Price Waterhouse
Coopers. Pero ¿cómo funcionan estas empresas?, ¿cuál es el grado de responsabilidad?
¿cuánto dinero está en juego?

El gran negocio

En Chile, hay cuatro auditoras que prácticamente tienen el 95% del mercado de empresas
listadas -que son las que cotizan en la bolsa-: Deloitte, Price Waterhouse Coopers, KPMG,
y Ernst & Young. A nivel internacional, estas cuatro auditoras que tienen presencia en todo
el mundo, tienen un promedio del 70% del mercado, por lo que nuestro país se encuentra
muy por sobre la media.

Ya vimos qué pasa cuando una de estas empresas se encuentra en dificultades por la caída
estrepitosa de uno de sus clientes y cuando las auditorías resultan ser poco fiables. El
ejemplo del caso de Arthur Andersen demostró que incluso, con la sentencia revocada años
después, su caída fue total.

¿Cuál es la labor de estas empresas? Las auditoras independientes tienen por finalidad
hacer una revisión y estudio de los estados financieros de las empresas. Esto implica que
tienen que mirar todas las partidas que conforman el balance de las empresas y hacer una
revisión de los activos y los pasivos, así como de las principales cuentas del balance. Ellos
tienen que revisar y ver los flujos, los ingresos, los egresos, el endeudamiento crediticio y
tienen que analizar todos los sustentos y respaldos, la consistencia de la contabilidad.

En síntesis, las auditoras se encargan de revisar esos balances financieros que le presenta la
compañía y tiene que certificar que todo eso se encuentra en orden.

Si bien las auditoras no están diseñadas para detectar fraude, si estas son prolijas y cumplen
su función, tienen todos los elementos del juicio para ver en determinadas partidas o en
determinados indicios de situaciones que tienen que investigar y sobre los cuales,
necesariamente van a tener que ver. Según explica una fuente muy ligada a las auditoras,
"en el caso de La Polar, si la empresa hubiera sido súper prolija al revisar las repactaciones,
necesariamente se hubiera dado cuenta de lo que estaba ocurriendo".

Esto no es menor, pues ante la Comisión Investigadora de La Polar en el Congreso, el


superintendente de Valores y Seguros, Fernando Coloma, reconoció que el proceso de
validación de la información de los resultados de las sociedades anónimas descansa en los
auditores externos, dando cuenta del importante papel que juegan estas firmas en el
mercado.

La rigurosidad vale

Según explica un ejecutivo que se ha desempeñado en la industria por más de 30 años, las
horas son insuficientes. Una auditoría a una empresa listada en bolsa puede valer entre UF1
y UF 1,8 por hora, por un lapso que puede extenderse entre las 800 y 1.500 horas lo que, a
su juicio, es insuficiente.

El experto dijo que por esto las empresas tienden a elegir a las auditoras que ofrezcan un
servicio que considere menos horas. De hecho, firmas como Codelco actualmente requieren
una auditoría de entre 10 mil y 12 mil horas, sin embargo, al interior de la compañía están
evaluando reducirla a la mitad.

Esta situación genera una oferta de servicios más barata y con profesionales de menor
costo, dice. Esto mismo ha llevado a que el trabajo se haga con menor rigurosidad y
acuciosidad, saltándose incluso algunos procedimientos básicos.

Para Emilio Soria, presidente de los auditores de Chile, "es más que probable que pudiera
seguir repitiéndose lo del caso La Polar, si continuamos con el mismo sistema, lo peor que
podría hacer nuestro país es no atender a lo que ocurrió, no considerar el riesgo que aquello
implica y seguir actuando con las mismas herramientas de regulación, con la misma
legislación".

"La ley de gobiernos corporativos, permite -a pesar de nuestra oposición como colegio- que
una empresa de auditores pueda prestar, además, servicios tributarios, servicio legal,
consultoría. Eso en Estados Unidos cambió, a propósito del escándalo el 2001 con Enron y
allá las empresas auditoras no pueden prestar otros servicios, eso -por supuesto- baja el
nivel de riesgo en cuanto a independencia. Claro que el riesgo sigue siendo una situación
compleja, porque al final a quien le voy a revisar sus estados financieros es quien me paga
mi trabajo", añade Soria.

"La cultura de separar las cosas no está en Chile. Aquí se piensa: ¿cómo voy a criticar a
quien a fin de mes me va a pasar mi cheque? Pero tiene que haber un principio, porque hay
algunos que plantean que la solución sería que pagara la Tesorería General de la República,
habiéndole la empresa auditada provisto los fondos, pero ahí se desarrolla un peligro
bastante mayor, porque si la selección de los auditores la va a hacer el Estado y quien me
va a girar el cheque, está el peligro de la corrupción, porque el empleado público sería
quien está resolviendo esta auditoría para mí, esta otra para ti".

Para el profesional, en el caso de La Polar, quienes debían hacer su trabajo "miraron para el
techo, no es que se equivocaron. Estuvieron desde el 2005 al 2010 y no es posible que en
todos esos años no hayan pedido un informe detallado de los créditos y darse cuenta de que
ninguno de ellos estaba firmado".
Guillermo Larraín, el ex superintendente de Valores y Seguros, recordó que según lo
impone la ley, "los auditores están obligados a denunciar ante las autoridades los delitos
competentes, la irregularidades y anomalías que a su juicio existieran en la administración o
contabilidad de la sociedad auditada".

Un experto en el tema de auditoría explica que la Superintendencia de Valores y Seguros,


"poder de fiscalización o de control sobre las empresas auditoras, prácticamente no tiene.
Lo que posee es una tuición muy nominal, muy superficial. Carecen de facultades para
sancionar, para pedir procedimientos, para controlar a las auditoras, no hay una norma
expresa que así lo permita. Por lo tanto, las auditoras son libres de contratar a quién
quieran, de tener sus propios procedimientos, tener sus propios mecanismos de control".

INFLANDO NÚMEROS

El 2003 llega a La Polar Pablo Alcalde. Fue gerente general por 7 años. Durante este
período, recibió premios de sus pares. Fue el más exitoso, con resultados espectaculares.
Supuestamente, había resucitado a una empresa que estaba muerta.

Para Emilio Soria, "lo perverso de todo esto, fue que se comenzó a remunerar a los
ejecutivos con acciones. En vez de darles plata, les daban acciones. Esto permitió que los
ejecutivos falsearan los estados financieros y en la Bolsa decían, ‘claro, está subiendo', pero
en el fondo vendían una mentira y cobraban más de lo que realmente valía la empresa".

Una vez que la empresa se encontraba en la cúspide de la montaña, con números


inexistentes, estalló el caso La Polar y se dio a conocer a la opinión pública. Por años
estuvieron maquillando las cifras con créditos, que si bien eran por grandes cantidades, aún
no estaban cancelados por los clientes.

El año anterior para La Polar había sido excelente, pues sus acciones habían subido un 20,2
% en el 2010. Los estados financieros mostraban una envidiable utilidad de casi 30 mil
millones de pesos.

MULTAS APLICADAS POR LA SVS

Desde 2003 a la fecha, el ente fiscalizador ha cursado 27 sanciones a las auditoras, siendo
en su gran mayoría a firmas de menor tamaño. Llaman la atención las tres multas que
adoptó el regulador en contra de Escobar y Merino Consultores, la misma que auditó a la
quebrada corredora de bolsa Raimundo Serrano.

En cuanto a las grandes compañías del rubro, en diciembre pasado el regulador multó a
Price Waterhouse Coopers, que es la que auditó a La Polar, debido a que entre 2004 y 2009
no detectó un problema en los estados financieros de ACE Seguros.
CONFLICTO DE INTERÉS

Los funcionarios del Servicio de Impuestos Internos (SII) solicitaron al director del
organismo, Julio Pereira, que se inhabilite en todos los aspectos que tengan relación con el
caso La Polar, debido a su pasado como socio y abogado de la firma internacional Price
Waterhouse Coopers.

La Asociación Nacional de Funcionarios de Impuestos Internos (Aneiich) y la Asociación


de Fiscalizadores de Impuestos Internos (Afich) hicieron la petición de manera formal en
una carta dirigida a Pereira y en otra misiva remitida al Presidente Sebastián Piñera.

La petición de inhabilitarse se basa en la Ley Orgánica Constitucional de Bases Generales


de la Administración del Estado, que señala en su artículo 62 número 6 que "contravienen
especialmente el principio de la probidad administrativa, las siguientes conductas:
intervenir, en razón de las funciones, en asuntos en que se tenga interés personal o en que lo
tengan el cónyuge, hijos, adoptados o parientes hasta el tercer grado de consanguinidad y
segundo de afinidad inclusive.

Asimismo, participar en decisiones en que exista cualquier circunstancia que le reste


imparcialidad. Las autoridades y funcionarios deberán abstenerse de participar en estos
asuntos, debiendo poner en conocimiento de su superior jerárquico la implicancia que les
afecta".

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