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Absurdo – Eugene Ionesco, La cantante calva.

Para Aristóteles, la fábula es el rasgo más importante de la tragedia. Está


construida en base a un estructura lineal, de principio, nudo y desenlace, progresiva.
En 1950 se estrena La cantante calva, que rompe dramáticamente esta estructura.
No hay trama. Las escenas se suceden sin conexión temática. Las palabras están para
llenar el tiempo de representación.
Eugene Ionesco nació en Rumania en 1909, pero vivió en Francia.
Un precursor del absurdo fue Alfred Jarry, que a fines del siglo XIX rompe con la
estética realista con su personaje de Ubu Rey. Crea la patafísica, que se opone al
positivismo. Una ciencia que estudia lo excepcional con el fin de desautomatizar lo
automático respecto a la realidad cotidiana. Ionesco va a tomar como influencia a Jarry.
A Eugene le disgusta que teatro que ve, nada le resulta del todo interesante. No encuentra
la experiencia propia del teatro. Para él, al teatro le falta la ingenuidad propia de las obras
de arte, quiere desautomatizar al teatro. Un teatro que no esté al límite de la literatura,
dónde no se oculten los artificios, sino se hagan más visibles.
Un humor que no sea fino, sino excesivo. Al acentuar lo cómico se ingresa al
ámbito de la tragedia. Evita la psicología. El lenguaje tiene que estallar en su
imposibilidad de tener significado. Ionesco desconfía de las palabras. El absurdo es
todavía un teatro que parte del texto, en él hay un sentimiento pesimista del mundo. La
ciencia y el progreso parecieran ayudar al hombre pero terminan en lo peor: guerra,
muerte, campos de concentración. En este conflicto con la realidad empiezan a ver lo que
los rodea de otra manera. Sin buscar relaciones lógicas o coherentes, aceptando que las
cosas no son como se creían.
Cuando Ionesco quiso aprender inglés leyó manuales para aprender el idioma y
ahí se encontró con frases muy obvias, como “el suelo está abajo”, verdades esenciales
que no dicen nada. Esto lo toma como génesis para la obra.
Le interesa crear una “anti-pieza”, como una anti obra del realismo o la
dramaturgia clásica en la que ni las escenas ni los personajes son del todo claros, como el
azar. Huye de la imitación de la realidad o el efecto de ilusión, en el que se obliga al
espectador a aceptar nuevas convenciones.
La obra no tiene linealidad, las escenas parecen puestas al azar. No hay
continuación, pero se vislumbra un sistema circular. El bombero cuenta fábulas que no
son didácticas. La escenografía es realista, para la locura qué mejor que algo cercano.
“Somos más realistas que el realismo. Indagamos en cosas más profundas”.
El reloj suena en cualquier momento con el fin de romper la cronología del tiempo.
Se habla para no decir nada. No se soporta el silencio, se llena el vacío. Para Ionesco,
como humanidad hablamos para decir nada. Asociaciones sin sentido, contradicciones.
Se agota al público con el texto y el silencio es un alivio. Nunca se marca algo con certeza.
Cuando algo se cree resolver hay otra cosa que lo contradice. (María). Lo cotidiano como
algo extraordinario. Se cuestionan las leyes lógico causales. Al final el lenguaje se rompe
por completo. Se deja de transmitir con significado o sentido.

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