PRIMER PARCIAL DE TEOLOGÍA SACRAMENTAL

Darwin Castro

Marcos 15, 21-22

Y obligaron a uno que pasaba y que venía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y Rufo,
a que llevara la cruz de Jesús. Le llevaron al lugar llamado Gólgota, que traducido significa: Lugar de la
Calavera.

Dimensión cristológica Dimensión soteriológica

El hecho de la crucifixión de Jesús, y el encuentro con
Simón de Cirene, evoca el misterio de la pasión de
Cristo. Además, se muestra un siervo sufriente, que
evoca el rostro del oprimido y cómo este es capaz de
liberarnos de la opresión y lanzarnos a la esperanza.
El impacto del camino de la cruz en Simón de Cirene
fue de tal magnitud que, al parecer, provocó en él un
cambio radical de vida y fue impulsado a seguir a
Cristo; siendo llevado a la acogida del nuevo
mensaje. El reconocimiento del siervo sufriente
provoca un cambio de mentalidad, convierte la
frustración en esperanza de redención.

Dimensión eclesiológica Dimensión semiológica

Estos relatos convocan a una comunidad a mantener
unida incluso en la adversidad; más aun, fue tan
fuerte el acontecimiento de Cristo en la vida de Simón
de Cirene que sus hijos son convocados en la nueva
comunidad como lo indica el texto. Por tanto, se
encuentran reunidos su descendencia en la primera
comunidad encaminada hacía el reino de Dios.
Empiezan a ser iglesia.
De manera que en Simón de Cirene vemos que en el
encuentro entre él y Cristo en el camino de la cruz,
surgió una experiencia de solidaridad y comunidad;
pudo transmitir tal mensaje a sus hijos Alejandro y
Rufo, de manera que es salvado en el momento en
que le decidió seguir, pues su llamada fue accidental.
Por tanto, la acogida del mensaje y de la revelación
no implica condiciones sino apertura en medio de un
contexto. En fin, hace que en los hechos ocurridos en
el camino al Gólgota se articule la acción de
Jesucristo mediante la apertura a la comunidad y al
encuentro con el Cristo sufriente y resucitado.

¿Cuál es el mayor desafío de la práctica sacramental hoy y cómo podría asumirse?

Percibo que el mayor desafío de la practica sacramental hoy es tiene dos fases que convergen en una misma
problemática; por un lado, está la desactualización de los términos en que se comunica el misterio. Esto llega a
un desinteres por parte de las nuevas generaciones que al parecer rechazan un lenguaje de una época ya
superada. Por otra parte, está la banalización que se le ha hecho tanto al signo como al símbolo pues las
realidades sacramentales quedan en desuso por no ser renovados; es decir, no colaboramos a la creación de
signos y simbolos que hablen sino a elementos particulares que terminan siendo desechables.

Esta problemática se puede asumir, en el camino de catecumenado que, tanto los ministros, en un primer lugar,
y los creyentes, en un segundo lugar, deban afrontar frente a la realidad de la renovación.