Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
- Arnaldo Momigliano -
I. Una bibliografía puede tener los efectos de una mala droga o incitar al vicio; al
vicio de leer estudios modernos en lugar de documentos originales, cuando se discute
del pasado, es decir, de historia. Estas páginas intentan, en consecuencia, ofrecer un
antídoto: algunas rápidas consideraciones sobre la interpretación de los documentos –de
las fuentes– en la investigación histórica sobre la antigüedad clásica. Es de esperar que
estas consideraciones sean aplicables también al estudio del Medioevo o del mundo
moderno: pero aquí se habla de historia antigua. Los estudios modernos sobre el mundo
clásico deben ser juzgados y eventualmente aceptados como válidos solo si su
interpretación de los documentos antiguos es correcta.
Juzgar un estudio moderno de historia greco-romana sin conocimiento de las
fuentes antiguas es, en el mejor de los casos, impresionista; en el peor y más frecuente
de los casos es señal de arrogante ignorancia. Gran parte de lo que se siente decir sobre
Gibbon, Niebuhr, Grote, Meyer, Rostovtzeff –por no hablar de menores y mínimos–, no
fundándose en el conocimiento de los documentos sobre los cuales estos historiadores
trabajaban, es inútil. Decir que el historiador X es convincente porque es niebuhriano o
marxista o braudeliano en el mejor de los casos significa que se presume que sea bueno
porque proviene de una buena escuela; en el peor (y más frecuente) de los casos
significa que X es bueno porque piensa como yo, que naturalmente soy bueno.
∗
MOMIGLIANO, A., “Le regole del giuoco nello studio della storia antica”, en Storia e storiografia
antica, Bologna, Il Mulino, 1987, pp. 15-23 (= MOMIGLIANO, A., “Le regole del gioco nello studio
della storia antica”, Annali della Scuola Normale Superiore di Pisa, classe di Lettere e Filosofia, III, 4, 4,
1974, pp. 1183-1192). Traducción: Esteban Noce. Se indica entre corchetes el comienzo de una nueva
página en el texto original.
1
dados por la relación entre lo que las fuentes son y lo que él quiere saber. Por lo demás,
el historiador, como cada común mortal, es verificable porque es falsificable: es decir,
puede errar y se le puede demostrar que ha errado.
2
historiográfico con el hallazgo de nuevos documentos; 2) escasos documentos
significan peor historia, pero no excluyen alguna forma hipotética de historia. Cada
documento, incluso el más sospechoso, invita a una interpretación, pone en movimiento
la mente del historiador; el cual construye unas tentativas de explicación, hipótesis,
hasta que una de estas hipótesis le parece más convincente como para poder ser
presentadas en tanto que mejor interpretación del documento en cuestión.
La capacidad del historiador se reconoce por esto: porque él no da por cierto
aquello que es dudoso y no generaliza el caso [18] aislado. En algunos casos el
historiador debe decir: no entiendo. En otros arriesgará con indecisión una hipótesis.
Pero no basta que una hipótesis sea plausible. La hipótesis avanzada debe ser más
plausible que cualquier otra hipótesis. Antes de proponer una hipótesis, el historiador
debe hacer el esfuerzo de buscar y valorar hipótesis alternativas. Cada historiador serio
consulta a sus colegas ante la duda, sobre todo a aquellos colegas que tienen fama de ser
escépticos e inexorables. Dime qué amigos tienes y te diré qué historiador eres.
Característica del trabajo histórico es, por lo tanto, que hay una serie infinita de
transiciones entre el conocimiento de grado cero debido a la ausencia de cualquier
documento y el conocimiento perfecto (pero inalcanzable) debido a la perfecta
supervivencia y perfecta comprensión de toda la documentación. El historiador
normalmente trabaja con el presupuesto de interpretar un número limitado de
documentos. En particular, el historiador antiguo, salvo en casos excepcionales (menos
excepcionales en asiriología, dada la abundancia de tablillas cuneiformes), trabaja con
el presupuesto de tener una documentación insuficiente. Por esto en historia antigua se
hacen más hipótesis que en historia moderna y por esto hay un riesgo mayor de hacer
hipótesis sin fundamento. La historia antigua es un campo favorable para los
charlatanes.
V. Los tipos de documentos con los que un historiador trabaja son innumerables.
La distinción entre fuentes escritas (literarias y archivísticas), monedas, restos
arqueológicos, obras de arte, esconde otras distinciones: por ejemplo, entre tradición
oral y tradición escrita, entre documento considerado en su contenido y documento
considerado como testimonio lingüístico, entre moneda como documento estilístico y
moneda como medio de intercambio, etc., etc. Cada tipo de documento tiene sus
dificultades. Si un documento en italiano de 1873 ofrece ya algunos pequeños
problemas de interpretación a un italiano de 1973, es inimaginable aquello que se
necesita para entender el griego del 450 a. C. o el latín del 100 a. C. En arqueología hay
una dificultad análoga para entender la función de objetos y edificios que no tienen
correspondencia en el mundo en que vivimos.
En casos frecuentes la dificultad no está solo en interpretar lo que hay, sino en
interpretar (por ejemplo en una laguna en un manuscrito o inscripción, en una estatua
fragmentada o en un edificio semidestruido) lo que más o menos evidentemente falta.
Aunque sea obvio que un documento que proviene del período que estudiamos
(documento contemporáneo) es normalmente [19] más instructivo que un testimonio
tardío, existen documentos tardíos que reflejan fases más antiguas. Las instituciones
políticas, jurídicas, religiosas –y el lenguaje mismo– conservan restos (supervivencias)
de instituciones y de formas lingüísticas ya no de uso corriente. Pero también un
historiador tardío puede estar bien informado, si usa buenas fuentes. Rigurosa
cronología y rigurosa distribución geográfica evitan errores; pero una aplicación
mecánica de la regla de que lo que es más cercano en el tiempo y en el espacio es más
digno de fe conduce a la necedad.
3
VI. Cada documento es el producto de una situación específica y nos dice algo
sobre la misma. Incluso una palabra es usada con diferentes significados en diferentes
contextos por diferentes locutores (¡e incluso por un mismo locutor!) en diferentes
momentos. El objetivo del historiador es el de reconocer la situación específica que
permite colocar el documento en su contexto exacto de espacio y tiempo.
Algunas distinciones no rigurosas, pero de buen sentido, son importantes. Los
documentos pueden ser o escritos o sin escritura. Un documento sin escrituras (como
una estatua sin inscripción, el resto de una casa, un utensilio) nos habla más de una
sociedad en general que de un individuo específico o de un acontecimiento específico.
Un texto escrito revela siempre algo sobre quien lo ha escrito (por ejemplo la lengua
que hablaba, o su grado de educación). Es, sin embargo, obvio que un artista dejará el
signo de su personalidad también sobre una escultura y pintura no firmada (pero
planteará el problema de la atribución), mientras que un documento sin escritura, como
la columna de Trajano, podrá narrar una guerra tanto como un texto histórico. En la
práctica, los textos escritos son más importantes para la historia política e institucional,
los documentos no escritos para la historia económico-social: pero es una constatación
de alcance limitado.
4
desde un cierto punto de vista. Quien no tiene nada nuevo para decir es más
probablemente un cretino que un historiador. Cada tema de historia es más o menos
explícitamente una elección de problemas a resolver. Los documentos [21] pueden
preceder al problema, es decir, un historiador puede ser inspirado por ciertos
documentos a plantearse ciertos problemas. Puede, en cambio, buscar los documentos
necesarios para resolver los problemas que le interesan.
El problema homérico sugirió a H. Schliemann la excavación de Troya, pero el
descubrimiento casual de restos de Dura-Europos sobre el Éufrates sugirió a F. Cumont
y a M. Rostovtzeff nuevas cuestiones sobre el imperio romano. Un historiador puede
reunir documentos para un cierto problema y darse cuenta de que la documentación por
él reunida sugiere otros problemas compatibles o incompatibles con el problema de
partida.
5
también común en otros lugares y tiempos. Quien usa términos como trascendencia,
capitalismo, superstición, imperialismo, herejía, esclavitud, libertad sin preguntarse qué
significan para un cierto tiempo y lugar (y si en ciertos tiempos y lugares son legítimos)
es ya por esto un mal historiador. El historiador competente es aquel que sabe medir el
alcance de sus fuentes, pero el historiador grande es aquel que interpreta rigurosamente
sus fuentes para resolver problemas interesantes nunca antes planteados.