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nueva minería
Aprendizajes del conflicto
en el caso Las Bambas
Comisión de Programa
Abril 2019
Han tenido que pasar cerca de dos meses de protesta en el “corredor minero” del Sur para que
el país empiece a tomar conciencia de los múltiples y graves impactos del proyecto minero Las
Bambas sobre su entorno. No se trata, pues, de un hecho solamente coyuntural, el último conflicto
es apenas la expresión de un problema de fondo que, más allá de la buena voluntad de algunos
mediadores, no se va a resolver solo con algunas compensaciones económicas ni medidas
parciales. Expresa el fracaso de un modelo en el que el Estado ha renunciado a ser el garante de
nuestra soberanía nacional para dejar en manos de grandes empresas extractivas el control de
nuestros recursos e incluso de los territorios. Ha renunciado a tener una visión de desarrollo
nacional, sustituyendo su rol planificador, regulador y fiscalizador por el uso sistemático de
estados de excepción en el que se vulneran los derechos de la gente.
Por ello, desde el Movimiento Nuevo Perú planteamos tanto medidas inmediatas para atender las
demandas legítimas de la gente como cambios de fondo que permitan ir recuperando el rol del
Estado como garante de la soberanía y de los derechos. Sólo el fortalecimiento de la
institucionalidad y el establecimiento de reglas claras, con planificación concertada del desarrollo
territorial, diálogo y participación permanente de la ciudadanía, nos permitirá evitar que conflictos
como el que hemos visto en las últimas semanas estallen permanentemente y podamos promover
un desarrollo sostenible que conjugue adecuadamente lo ambiental, lo económico y lo social.
El gobierno del señor Vizcarra debe dar un claro mensaje a las comunidades de la zona,
reconociendo en primer lugar los errores que se han cometido al aprobar la construcción de la
carretera sin que se haya consultado previamente y sin haberse acordado un proceso de
compensación para los propietarios de las tierras que ésta atraviesa.
La empresa debe asumir el costo del asfaltado de la carretera que, según el propio
Ministerio de Transportes y Comunicaciones, en la actualidad bordea los dos mil millones de soles.
No hay que olvidar que, en el diseño inicial, no sólo se contemplaba la construcción del
mineroducto, sino también la construcción de una carretera asfaltada y que esta construcción
corría por parte de la empresa.
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Documento para el debate.
El gobierno debe anular el estado de emergencia “preventivo” que ya dura más de dos
años y que afecta a las poblaciones del denominado “corredor minero”.
CAMBIOS DE FONDO:
1. Ordenar el territorio
Las concesiones mineras siguen siendo otorgadas sin consultar a las poblaciones y autoridades
locales y sin respetar procesos locales y regionales de ordenamiento territorial, generando
superposiciones con otros usos. La minería presiona sobre todo en los territorios de nuestras
comunidades campesinas generando impactos sociales, ambientales, culturales y económicos
negativos. Urge, entonces, implementar una política de ordenamiento territorial que permita
corregir la ocupación desordenada y caótica de los territorios.
A partir del ordenamiento territorial se debe construir un Plan de desarrollo macro regional
para el Sur andino. No podemos permitir que la zona se convierta en una despensa de minerales
militarizada. Se debe identificar, en diálogo con los actores presentes en el territorio, otras
actividades con potencial (agro, ganadería, turismo, etc.) y promoverlas de manera articulada.
Casos como el de Las Bambas nos muestran que en nuestro país no se miden los impactos
acumulativos que generan proyectos extractivos, infraestructuras y las distintas etapas de los
procesos productivos. En todo el “corredor minero” existen varios proyectos mineros en operación
(Las Bambas, Constancia, Antapaccay), otros en etapa de exploración, en ampliación y/o en
construcción, sin que se haya evaluado sus impactos acumulativos. ¿Cuánto un territorio puede
aguantar los impactos acumulados de varios proyectos de inversión sin que se afecte su
sostenibilidad?
Adicionalmente, a partir del año 2013 se fueron aprobando “paquetazos ambientales” -por la
presión de la CONFIEP y la Sociedad Nacional de Minería- que limitaron la capacidad del Estado
para evaluar y fiscalizar adecuadamente los proyectos de inversión. Muestra de esto es que el
proyecto Las Bambas ha sido modificado nueve veces, ya sea cambiando el Estudio de Impacto
Ambiental (en una de esas modificaciones el mineroducto fue reemplazado por la carretera) o
utilizando un instrumento creado por los “paquetazos ambientales”, que se llama Informe Técnico
Sustentatorio (ITS) y que permite modificar un proyecto en 15 días y sin ningún mecanismo de
participación ciudadana.
Rechazar la pretensión de INDECOPI de rebajar de 120 a 30 días el plazo que tiene el Servicio
nacional de certificación ambiental (SENACE) para evaluar los EIA presentados por las empresas,
puesto que una evaluación acelerada y sin rigor solo generará más conflictos.
Anular y prohibir los convenios entre la Policía Nacional y las empresas mineras para
recuperar la imparcialidad y legitimidad de la Policía nacional y que ésta pueda garantizar el orden
interno con respeto irrestricto de los derechos humanos. La Policía nacional no puede seguir
actuando como seguridad privada de las empresas.
Derogar las normas que criminalizan la protesta. Solo en Apurímac murieron 4 personas
desde el 2015 a manos de las fuerzas del orden. Estas muertes siguen en la impunidad, así como
los deudos en el abandono. Hay además, decenas de lideresas y líderes sociales, defensores de
derechos humanos procesados judicialmente por ejercer el derecho a la protesta.
Aplicar la consulta previa, libre e informada, con los estándares que plantea el Convenio
169 de la Organización Internacional del Trabajo que el Perú ha ratificado y no como un mero
trámite administrativo.
4. Justicia tributaria
Se debe revisar los beneficios tributarios de los cuales gozan las empresas mineras. Casos
como el de Las Bambas muestran que las empresas mineras no pagan todos los impuestos que
deberían pagar, debido a beneficios (como la depreciación acelerada) que les permiten postergar
el pago del Impuesto a la Renta. Las proyecciones muestran que la empresa dueña de Las Bambas
no pagaría al Estado peruano Impuesto a la Renta durante los primeros cinco años de operación.
Y, si no paga Impuesto a la Renta, no habrá canon minero para las regiones, provincias y distritos
correspondientes. Y cuando lo paguen, será menor de los esperado pues ahora estas empresas
descuentan del Impuesto a la Renta lo que pagan por regalías, que desde el gobierno de Humala
se consideran como costos de producción.
Aprobar la norma anti elusión tributaria, que precisamente es un mecanismo muy utilizado
por las mineras para pagar menos impuestos. Las empresas apelan al planeamiento tributario
agresivo que en la práctica es una suerte de evasión encubierta. Rechazamos el lobby contra la
norma anti elusión encabezado –no por coincidencia- por el minero Roque Benavides desde la
presidencia de la CONFIEP.
Revisar los mecanismos que permiten la devolución de impuestos para las empresas
mineras: durante varios años el Estado peruano les ha devuelto a las empresas más dinero del
que estas aportan por tributación (ha devuelto alrededor de S/. 15 mil millones en los 3 últimos
años). Desde el Nuevo Perú proponemos discutir, en serio y a fondo, una verdadera reforma
tributaria que corrija esta y otras distorsiones.
Proponemos que la transparencia financiera de las empresas extractivas sea una política
pública que permita acceder a información relevante de las empresas. Si bien se puede llegar a
saber cuánto paga una empresa minera, no sabemos si ello corresponde a lo que en realidad
deberían pagar. Los criterios de reserva tributaria que se manejan en el país, sobre todo en lo
relacionado con el Impuesto a la Renta, impiden una adecuada fiscalización, tanto desde el
gobierno nacional, los gobiernos subnacionales como desde la propia ciudadanía.