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correspondientes pautas evolutivas. En realidad, la actividad analítico-
sintética del analizador auditivo es normal. Sus funciones ayudan a
compensar las deficiencias articulatorias práxicas orofaciales.
El retardo anártrico con su correspondiente alteración articulatoria
es un trastorno del lenguaje y se origina en la organización (análisis y
síntesis) de las aferencias propioceptivas de los músculos relacionados
con la articulación y la discriminación de los sonidos así organizados y
en el proceso de conservación (y correlativamente de inhibición) de los
estereotipos sintetizados con esas aferencias propioceptivas y auditivas.
Lo perturbado en el retardo anártrico es la organización propioceptiva-
auditiva, además decantada en un proceso de aprendizaje fonético, de los
músculos orofaciales y respiratorios y la correlativa diferenciación
auditiva.
La actividad gnósico-práxica visuoespacial no está perturbada, salvo q
se trate de síndromes combinados.
Tampoco están alterados los DBA ni hay alteraciones de la ANS fuera de
los límites del analizador CMV.
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generalmente resultante de una lesión q lo compromete directamente y q se
exterioriza x síntomas q afectan la comprensión del lenguaje y la capacidad de
síntesis de proposiciones simples, y desorganiza la elocución, en especial en el
aspecto sintáctico-semántico.
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Todas las manifestaciones fisiopatológicas se expresan a través del
habla, es decir, de la actividad del ACMV. La desorganización del AV solamente
puede ponerse a la vista en la desorganización de esas síntesis entre ambos
analizadores.
Pronostico.
El cuadro puede estabilizarse o quedar como secuela. Puede producir
debilidad mental o psicosis infantil.
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Pero si compromete el segundo nivel lingüístico, más allá de los 6
años, los aspectos semántico y sintáctico resultan menos afectados. En
cambio, la incidencia se aprecia en el sistema fonológico: la entonación de la
voz, el ritmo y la justeza de los puntos de articulación se vulneran por las
dificultades de la discriminación en el registro auditivo de los fonemas
(trastornos de la retroalimentación auditiva interna y externa).
Estas alteraciones fonológicas en la detención o involución audiógena
aislada del segundo nivel lingüístico, tienden a repercutir en el aprendizaje de
la ortografía y dan lugar a manifestaciones en la lectura oral.
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de los graves y los agudos. Esto se da en traumatismos encefálicos directos y
enfermedades genéticas de tipo dominante.
En los tres casos pueden darse algunas características ya señaladas p
las hipoacusias profundas o las anacusias: los sonidos y ruidos de intensidad
común pueden no despertarlos y manifestar reflejos de orientación auditiva solo
en circunstancias sonoras muy intensas, en las frecuencias más graves o más
agudas.
Nivel prelingüístico: el llanto es igual al de los niños normales porque
están cargados de afectividad, pero en el juego vocal no hay musicalidad y
modulación. La inteligencia es vivaz. Existe una actividad exploratoria
constante. Recurre a gestos y sonidos verbales inarticulados para satisfacer
sus necesidades.
Diagnóstico.
Interrogar a los familiares, principalmente a la madre.
Investigar el juego del niño en las diferentes edades.
Investigar cuál es el código comunicativo lugar.
Realizar un examen físico.
Realizar un examen de las características fenotípicas (genético)
Audiometría.
Principales causas.
Procesos pre, para o post natales.
Procesos genéticos.
Enfermedad virósica en el embarazo (rubéola)
Incompatibilidad sanguínea materno-fetal.
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Traumatismos del parto: asfixias, parto muy rápido, parto muy lento,
maniobras obstétricas.
Oligofrenia y lenguaje.
Son manifestaciones de un heterogéneo conjunto de afecciones
psicológicas.
Las perturbaciones psiquiátricas del lenguaje no representan una
alteración específica o exclusiva del sistema verbal ni implican una falla
concreta del aparato del lenguaje, sino q son consecuencia de un trastorno
global del psiquismo, de un déficit o perturbación de las FCS o de una
distorsión de la personalidad q de alguna manera, afecta al proceso de
adquisición del lenguaje o a su posterior funcionamiento como medio de
comunicación o expresión del pensamiento. Aquí el lenguaje se halla
comprometido en la medida en q se encuentra comprometida toda la vida
psíquica o intelectual del niño.
El lenguaje, x su estrecha relación con el pensamiento y su papel de
instrumento principal en las relaciones sociales, resulta una de las funciones
más afectadas ante cualquier desequilibrio de la personalidad o desajuste de
las relaciones con el medio e, inversamente, las anomalías lingüísticas x si
mismas pueden ejercer una fuerte influencia perturbadora en el equilibrio
general o en alguna de las restantes funciones.
Otra característica de los trastornos psiquiátricos en los niños es q x
estar en proceso evolutivo y con fuerte dependencia al medio, sus
manifestaciones son siempre cambiantes, versátiles y muy sensibles a las
influencias ambientales.
Piaget sostuvo q el lenguaje es condición necesaria pero no suficiente p
la formación de estructuras de clases y relaciones.
Por la íntima vinculación entre los procesos cognitivos y la organización
psíquica por un lado, y el lenguaje por otro, el aprendizaje verbal en sus
sucesivas etapas infantiles, cuando es interferido o distorsionado en su
desarrollo, puede llegar a alterar grandemente las funciones psíquicas, la
personalidad y la conducta.
Por último, el lenguaje representa el instrumento educativo y terapéutico
x excelencia p la comunicación con el paciente y la solución de su problemática
y sus impedimentos psíquicos. El material lingüístico es una fuente de
información valiosa sobre la dinámica y contenido de los procesos psíquicos
superiores.
Por lo tanto, las alteraciones psicógenas poseen dos rasgos:
su causa es un trastorno global del psiquismo, con disminución o
perturbación de las FCS y distorsión de la personalidad.
Sus manifestaciones son cambiantes, versátiles y muy sensibles al
medio ambiente
DEFICIENCIA MENTAL.
Se incluyen todos los cuadros q como denominador común
presentan básicamente insuficiencia o retraso en el desarrollo de las
funciones intelectuales. En la misma medida en q se halla comprometida
la inteligencia se hallará afectado el desarrollo y la integración del
lenguaje.
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Nomenclatura de las enfermedades mentales infantiles.
Congénito-adquirido
Orgánico-funcional (alteración de funciones sin lesión)
Endógeno (genético)-exógeno (rubéola)
Sistematizada (misma causa y cuadro)- no sistematizada(múltiples causas y
síntomas)
Psicógeno- ambiental: son sinónimos. Cuando la causa se debe a factores
del ambiente, familiares, educativos o culturales.
Características psicológicas.
Deficiencia leve. Se la denomina debilidad mental (CI entre 89 y 50).
No consigue o consigue mal percibir entre objetos determinadas relaciones:
semejanza, oposición, sucesión, inclusión, etc.
Tienen dificultad p abarcar al mismo tiempo conocimientos y actividades del
pensamiento de características distintas.
La deficiencia del lenguaje comienza a manifestarse durante el primer nivel
lingüístico, correspondiente al periodo preoperacional de la inteligencia. Las
dificultades pueden hacerse notorias en el segundo nivel lingüístico.
El desarrollo evolutivo alcanza la primera etapa operacional concreta (entre 5
y 7 años) y por lo tanto adquieren conocimientos escolares básicos.
Conocimientos fijos y automatizados.
Suelen presentar un mejor condicionamiento ambiental y una adaptación
social q puede perdurar o desequilibrarse con los años.
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Hay diversidad de reacciones respecto de su carácter, su afectividad y su
conducta.
En el límite superior se denominan fronterizos, porque se confunden con los
normales. Puede llegar a alcanzar ciclo escolar superior. Alcanzan el nivel alto
de la etapa operacional concreta (7-12 años).
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Retardo alálico-anártrico y alálico-audiógeno. En deficiencias leves y
moderadas endógenas asociadas al ACMV en el primer caso y al AA en el
segundo.
Retardo alálico-anártrico-afásico y alálico-audiógeno-afásico. En
deficiencias leves y moderadas exógenas, asociadas a perturbaciones de los
ACMV y AA respectivamente.
Retardo alálico con disartria y alálico-afásico con disartria. En las
deficiencias leves y moderadas endógenas y exógenas asociadas a
trastornos neuromusculares orofaciales (parálisis o incoordinación de los
músculos fonadores).
Síndrome alálico. En deficiencias mentales severas y profundas.
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Retardo en su iniciación y desarrollo.
Mutismo psicógeno (pérdida transitoria del lenguaje debido a un
trauma)
Dislalias psicógenas (parciales o totales; retraso en relación a la edad y
nivel intelectual)
Alteraciones de la voz (puede durar días o semanas, debido un
trauma)
tartamudez: es el trastorno de la palabra más importante, se manifiesta
como una alteración del ritmo, se debe a un retraso madurativo del
lenguaje o una neurosis. Puede estar ausente cuando el sujeto canta,
lee o está sólo. Embolia: facilitarse con otras palabras por más que no
tengan significado.
Autismo.
Uta Frith.
¿Qué es el autismo?
El autismo empieza a manifestarse en la infancia, pero no es una
alteración que afecte sólo a la niñez, sino que es un trastorno del desarrollo
que afecta a todo el desarrollo mental.
Algunas características no aparecen hasta una fase tardía del desarrollo
de la alteración; otras desaparecen con el tiempo.
El cuadro clínico que presenta el autismo es muy diferente en las
distintas edades.
Leo Kanner (1943) y Hans Asperger (1944), con independencia uno del
otro, fueron los primeros en publicar descripciones de este trastorno.
Este término ya había sido introducido por un psiquiatra eminente,
Eugen Bleuler, en 1911.
Esta limitación podría describirse como una retirada, por parte del
paciente, del mundo social para sumergirse en sí mismo. De ahí las palabras
autista y autismo, que proviene del término griego autos, que significa sí
mismo.
Tanto Kanner como Asperger, vieron ciertos casos extraños de niños que
tenían en común algunas fascinantes peculiaridades. Sobre todo, estos niños
parecían incapaces de mantener relaciones afectivas normales con las
personas. Al contrario que la esquizofrenia de Bleuler, el trastorno parecía
producirse desde el principio de la vida.
En todo caso, el término síndrome de Asperger tiende a reservarse a los
pocos autistas casi normales, que poseen buenas capacidades intelectuales y
buen desarrollo del lenguaje.
El síndrome de Kanner suele emplearse, actualmente, para referirse a
los niños que presentan la constelación de rasgos nucleares clásicos.
La soledad de la autista, el deseo de preservar la invariancia y los islotes
de capacidad, pueden discernirse en todos los casos verdaderos de autismo,
con independencia de que varíen los detalles o de su coexistencia con otros
problemas.
Con respecto a la soledad autista, dice Kanner: Hay, desde el principio
una extrema soledad autista por la que el niño, siempre que es posible,
desatiende, ignora, excluye todo lo que viene de fuera. Tiene buena relación
con los objetos; le interesan y puede jugar con ellos, feliz durante horas..., pero
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la relación con las personas es completamente diferente... Una profunda
soledad domina toda su conducta.
En relación al deseo de invariancia: los sonidos y movimientos del niño,
todas sus actividades, son tan monótonamente repetitivos como sus emisiones
verbales. Existe una marcada limitación de la diversidad de sus actividades
espontáneas. La conducta del niño se rige por un deseo ansiosamente
obsesivo de mantener la invariancia.
Respecto a los islotes de capacidad: el sorprendente vocabulario de los
niños hablantes, la excelente memoria de episodios que han sucedido varios
años antes, la fenomenal memoria mecánica de poemas y nombres, y el
preciso recuerdo de patrones y secuencias complejas, indican la existencia de
una buena inteligencia.
Nunca deja de estar presente esa peculiaridad característica de la
mirada. No establecen contacto ocular. Parecen abarcar las cosas con breves
miradas periféricas. Lo gestos y expresiones faciales son pobres, sin embargo,
hay muchos movimientos estereotipados. Éstos no expresan significados. El
uso del lenguaje siempre parece anormal, poco natural. Los niños siguen, por
completo, sus propios impulsos, con independencia de las exigencias del
medio. Simplemente, no están preparados para aprender de los profesores ni
de otros adultos. Tienen áreas de interés a aisladas. Pueden tener una
excelente capacidad para el pensamiento lógico abstracto. Hay creaciones
originales de palabras.
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pueden variar desde aquellos a los que implican una ausencia completa de
habla hasta los que consisten en una adquisición simplemente retrasada que
se acompañan de un empleo extraño del lenguaje, incluyendo los gestos y el
lenguaje corporal.
Los criterios diagnósticos actuales también prestan especial atención a
la falta anormal de actividad imaginativa. Con ello se hace referencia a la
ausencia de juego de ficción y a la falta de interés por las historias típicas de
ficción.
Un criterio diagnóstico permanente es el que se refiere a los diversos
fenómenos de tipo repetitivo y restrictivo implícitos en el segundo síntoma
cardinal de Kanner, el deseo obsesivo de invariancia. Prácticamente no se
encuentran en ninguna otra alteración de la infancia temprana.
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Decir que el autismo es un trastorno del desarrollo significa que la
anomalía subyacente es una anormalidad del desarrollo.
El problema de desarrollo puede consistir en un fallo en procesos
desconexión, y no los de conexión. Las células nerviosas siguen instrucciones
de crecimiento establecidas en lo genes, de tal forma que, cuando el programa
genético defectuoso, se producen anomalías.
Estudios psicofisiológicos.
En los niños autistas la respuesta de orientación se habitúa de forma
anormalmente lenta. La dificultad de habituación puede comprenderse como
consecuencia de una disfunción cognitiva. Los estímulos repetidos no pierden
su valor de novedad porque no se procesan apropiadamente. Si los estímulos
se tratan con independencia unos de otros, y no como formando parte de un
patrón superior, lo lógico es que se produzca un fallo en los procesos de
habituación.
Ideas de la neurología.
Damasio y Maurer (1978): se plantearon la posibilidad de que esté
dañado el sistema dopaminérgico del cerebro. La teoría se centra en los
síntomas neurológicos que parecen estar muy relacionados con el autismo:
forma de andar extraña, pobre control de la voz, rostros aparentemente
inexpresivos, movimientos de aleteo con las manos, acciones repetitivas, falta
de espontaneidad, perseveración temática y deficiencia social. Son
características autistas típicas.
Anomalías cromosómicas.
Numerosos estudios han demostrado que en los niños autistas se da
una incidencia significativamente mayor que en los normales de accidentes en
el embarazo y el parto.
En casos concretos, se ha demostrado que la aparición de los síntomas
típicos de autismo estado precedida por una infección vírica en niños
pequeños, que antes habían tenido un periodo desarrollo aparentemente
normal. También hay casos en que las madres sufrieron una infección en una
fase temprana del embarazo.
Deberíamos pensar en una larga cadena de causas.
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personas, en nuestra búsqueda de coherencia, a entrelazar la mente con la
conducta.
Los niños autistas son mejores físicos que los otros niños, y conductistas
tan capacitados como ellos, pero los otros son mejores psicólogos.
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El fracaso de la comunicación intencional y la incapacidad de relación
afectiva no son, en realidad, más que una y la misma cosa.
La soledad del niño autista no consiste sólo en una deficiencia de
expresión y comprensión de emociones. Para el autista hay otros estados
mentales, además de las emociones, que también son un misterio: estados
tales como conocer y creer. Quizás las experiencias afectivas sean parte
esencial del dinamismo que gobierna la cohesión y la desconexión de nuestros
procesos centrales de pensamiento.
Autismo y autoconciencia.
Si los niños autistas tienen problemas para desarrollar una teoría de la
mente, también deberán tenerlos para desarrollar la autoconciencia.
La autoconciencia constituye el punto culminante de la capacidad de
atribuir estados mentales. La carencia de esta capacidad equivale a una
carencia de autoconciencia. La Compañía de los demás no implicaría, para
esas personas, una compañía entre mentes, por lo que no tendría por qué ser,
necesariamente, preferible a la que proporcionan los objetos sin mente.
El origen de la teoría de la mente.
Las representaciones llevan el mundo a la mente. Pero, desde su primer
año, los niños desarrollan la capacidad de dar un paso gigantesco en su
desarrollo; este paso consiste en la capacidad de elaborar representaciones
acerca de las representaciones (es decir, metarrepresentaciones) de los
sucesos del mundo real.
Este avance evolutivo tiene una significación de enorme importancia
para todas las funciones mentales superiores.
Tanto el juego de ficción como la capacidad mentalista presentan deficiencias
en los niños autistas. Los niños autistas no hacen nunca, o casi nunca, juegos
de ficción. Dedican su tiempo a hacer juegos orientados a la realidad.
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La explicación de la tríada de deficiencias de Wing.
Supongamos que aceptamos la sugerencia de Alan Leslie de que la
mente de los niños autistas posee un mecanismo defectuoso de
“desacoplamiento”. Esta teoría puede explicar, mejor que ninguna otra de las
anteriores, los tres síntomas que constituyen la tríada de deficiencias de Wing,
y que todos los niños autistas sufren.
La tríada de Wing incluyen tres deficiencias: la que corresponde a las
relaciones sociales, la que se produce en la comunicación y la que afecta al
juego de ficción.
La teoría explicaría por qué no puede hacerse un diagnóstico inequívoco
de autismo antes de los dos o tres años. La conducta crítica para el diagnóstico
no aparece normalmente antes de esa edad, y ahora sabemos por qué.
Lo que suele presentarse como un problema del lenguaje, se comprende
mejor como un problema de la semántica de los estados mentales. De igual
manera, lo que parece un problema de relación afectiva, puede entenderse
como consecuencia de la incapacidad de percatarse de lo que significa tener
mente y pensar, saber, creer o sentir, de forma diferente a como piensan,
saben, creen y cientos los demás. Lo que suele presentarse como un problema
de aprendizaje de competencias sociales, puede entenderse mejor si sabemos
que no basta con un aprendizaje superficial de normas sociales, sino que se
requiere la capacidad de leer entre líneas y, si, la de leer los pensamientos de
los demás.
El pobre empleo que hace a los niños autistas del contacto ocular, puede
explicarse por su incapacidad de aprender el lenguaje de los ojos, es decir, por
que no aprenden a usar y comprender las señales que se asocian a ciertos
estados mentales.
Todos los niños autistas clásicos presentan otros síntomas, además de
esa tríada de deficiencias. Debemos recordar, en este aspecto, dos rasgos
principales que poseen: tienen un perfil peculiar de capacidades intelectuales y
se dan, en ellos, fenómenos repetitivos, como las estereotipias y rituales.
La ausencia de cohesión sólo se produce en el nivel superior del
pensamiento central. Ese es también el nivel de metarrepresentación.
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existe y es disfuncional algún aspecto de los procesos centrales: el impulso
hacia la coherencia. El autismo constituye el mejor ejemplo de una mente no
recursiva.
Contexto y comunicación.
El contexto es el ingrediente más esencial de la comunicación
intencional plena, y el único que le distingue de la transmisión del mensaje
bruto. Esta última posee una cierta marca que le distingue: maneja la
información tomando sus elementos por separado. En la comunicación humana
existe la obligación de usar el contexto. El significado de las palabras y los
gestos sólo se entiende bien cuando no se trata cada elemento de información
por separado, sino situándolo en un contexto.
Un contexto es un constructo psicológico, un subconjunto de las
presunciones del oyente sobre el mundo. Por supuesto, son esas
presuposiciones, más que el estado real del mundo, las que afectan a la
interpretación de la emisión. En este sentido, el contexto no consiste sólo en
información sobre el entorno físico inmediato o sobre las emisiones que se han
producido inmediatamente antes.
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Para identificar los rasgos nucleares tuvimos que buscarlos debajo de la
superficie de los síntomas. Fue entonces cuando pudimos ver: la incapacidad
de integrar información, obteniendo de ella ideas coherentes y con sentido. La
predisposición de la mente a dar sentido al mundo es defectuosa los autistas.
Sólo ese defecto concreto de los mecanismos de la mente puede explicar las
características esenciales del autismo. El resto es secundario. Si perdemos de
vista ese hecho, perderemos también el hilo del patrón en su conjunto.
Mahler Margaret.
Autismo y simbiosis: dos perturbaciones extremas de la identidad.
Mucho después del nacimiento es necesaria una simbiosis social,
característica de la especie, entre la madre y el hijo. Los síndromes de las
psicosis infantiles tempranas, tanto del autismo como del tipo simbiótico,
representan fijaciones en las primeras dos fases evolutivas de indiferenciación
dentro de la primitiva unidad madre-hijo, o bien representan regresiones a esas
fases.
La fase presimbiótica o autística de la unidad madre-hijo deja paso a la
fase simbiótica dicha desde alrededor de los tres meses. Esta fase de oscura
conciencia del objeto q satisface necesidades marca el comienzo de la fase de
simbiosis, en la cual el pequeño se comporta y obra como si él y la madre
fueran un sistema omnipotente (una unidad dual) encerrado dentro de una
frontera común. A esto sigue la fase de separación-individuación propiamente
dicha. Esto ocurre paralelamente con la maduración y consolidación de
funciones autónomas del yo tales como la locomoción y el comienzo del
lenguaje.
Dos condiciones son indispensables p q tengan lugar la estructuración
del yo y la neutralización de pulsiones, q conducirán a la individuación, es decir,
al sentido de la entidad y de la identidad como individuo:
1) Los estímulos enteroceptivos y propioceptivos no deben ser tan persistentes
ni tan intensos q impidan la formación de una estructura.
2) Como falta un elemento organizador interno en el bebé humano, la socia
simbiótica debe ser capaz de servir como amortiguador de los estímulos
internos y externos y de organizarlos gradualmente p el bebé mientras lo
orienta hacia la distinción entre un mundo interior y un mundo exterior, es
decir, hacia la formación de una frontera entre ambos mundos y hacia la
percepción sensorial.
Si no se cumplen, la facultad perceptiva del yo no puede cobrar dominio
ni puede desarrollarse la función de integración y síntesis del yo.
En el autismo infantil precoz, la perturbación ppal es q no pueden
percibir la gestalt de la madre ni la gestalt de los vitales servicios q ésta cumple
en provecho de ellos. Parece q no existe una conciencia perceptiva de un
mundo interior y de un mundo exterior, una conciencia del propio si-mismo del
niño como algo distinto del ambiente inanimado.
Desde nuestro punto de vista socio biológico, estos niños permanecen
fijados (o x regresión retornan a esta fase) en la fase autística de la vida uterina
o retornan a un estado fetal aún más arcaico de funcionamiento.
Como consecuencia de la falta de catexia del sistema perceptivo
conciente, son impenetrables a la voz y a los mandatos de su madre, tampoco
parecen ver a nadie, miran a través de uno.
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El síndrome psicótico simbiótico representa una fijación o regresión al
segundo estadio indiferenciado de la unidad madre-hijo, q es el estadio de
función simbiótica omnipotente delusoria (aparente, engañosa) con el objeto q
satisface necesidades.
En consecuencia, estos niños no alcanzan la fase de separación-
individuación, q en el niño normal es el primer nivel del sentido de la entidad
individual y la identidad.
La integración de nuestras sensaciones corporales y de nuestras
fantasías inconcientes sobre el si-mismo corporal, especialmente sobre su
contenido, con datos visuales, auditivos y kinestésicos sobre el cuerpo
constituye una adquisición relativamente tardía del yo. Esa adquisición coincide
con el primer nivel de integración del sentido de identidad, q depende del
proceso de separación-individuación y se caracteriza x una fase negativista.
Kanner Leo.
Autismo infantil precoz.
Observé niños con tendencia al retraimiento antes de haber cumplido un
año de edad, denominé a esta afección autismo infantil precoz.
El denominador común es la imposibilidad de establecer desde el mismo
comienzo de la vida conexiones ordinarias con las personas y las situaciones.
Cerca de las dos terceras partes de los niños aprenden a hablar, el resto
queda mudo. Pero el lenguaje q adquieren no les sirve al principio como medio
de comunicación. Retienen fácilmente vocablos largos y raros. Tienen una
excelente memoria mecánica p recordar poesías, canciones, listas de
presidentes y cosas x el estilo; los padres se sienten orgullosos pensando q su
hijo es un niño prodigio.
“Si” es un concepto q tardan años en adquirir. Emplean la misma forma
de interpretación literal con respecto a las preposiciones. Para ellos las
palabras toman un significado inflexible y no pueden usarlas más q en la
acepción q aprenden originalmente.
A los 6 años aprox. van aprendiendo gradualmente a hablar en primera
persona y a referirse al interlocutor en segunda.
Gobierna la conducta de los niños el deseo ansiosamente obsesivo de
conservar una igualdad q únicamente ellos en raras ocasiones interrumpen.
Los niños se relacionan muy bien con los objetos; les interesan y juegan
con ellos muy contentos horas enteras.
La relación con las personas es totalmente diferente. Todos ellos, al entrar en el
consultorio, van a tomar los juguetes sin prestar atención a las personas. No se
incomodan si les hablan. Si no quieren no contestan, y si les hacen una
pregunta con demasiada insistencia responden p sacársela de encima y
continúan con lo q estaban haciendo. No parecen hacer caso del movimiento
de las personas, ni siquiera del de la madre. Cuando los adultos no tratan de
entrar en su dominio, los niños, mientras se mueven entre aquellos, tocan a
veces suavemente una mano o una rodilla, lo mismo q otras veces rozan el
escritorio o el canapé. Pero nunca miran a nadie en la cara. Cuando los
pinchan demuestran miedo al alfiler y no a la persona q lo maneja.
Todos ellos poseen una indudable capacidad cognoscitiva. Tienen una
expresión facial asombrosamente inteligente, q revela al mismo tiempo
seriedad y, en presencia de las otras personas, tensión ansiosa.
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Otro denominador común muy interesante es q entre los padres, abuelos y
parientes hay muchos médicos, hombres de ciencia, escritores, periodistas y
estudiantes de arte. Había mucha obsesión en los antecedentes familiares. En
todo el grupo había muy pocos padres realmente afectuosos. Los ascendientes
y parientes colaterales de la mayoría eran personas intensamente preocupadas
x abstracciones científicas, literarias o artísticas y poco dados a los genuinos
intereses humanos. Incluso los matrimonios más felices eran fríos y formales.
Psicosis.
Se produce una ruptura del sujeto con el ambiente. Las funciones
mentales están bloqueadas o distorsionadas. Hay alteración del pensamiento y
el lenguaje. Se producen delirios.
El lenguaje no cumple su función de comunicación, no es vehículo del
pensamiento y el aprendizaje. Existen fallas de comprensión. Las palabras
tienen contenido simbólico subjetivo.
Se producen: Logorrea, perseveraciones, neologismos, dislalias, afasias,
omisiones. Puede darse un mutismo autístico. El lenguaje es tomado como un
objeto.
La vía regia para acceder a la lectura del incipiente deseo de un niño es
el juego. El factor común observable entre las múltiples manifestaciones
fenomenológicas de la psicosis infantil, es que allí no hay objeto que juegue el
papel de objeto transicional, es decir, no hay objeto que desempeña el papel de
juguete sosteniendo el despliegue de una historia inventada. Aquí las
posibilidades van desde actividades mecánicas y formales con los objetos,
hasta simplemente no tocar los juguetes o no utilizarlos como tales, pasando
por la posesión de un amuleto (aparente objeto transicional detenido en el
tiempo, que no hace transición a nada). Si hay una historia con juguetes,
aunque sea mínima, en ella está el esbozo del sujeto.
Precisar un buen diagnóstico crucial en la infancia en relación al destino
del tratamiento, tanto en cuanto al cómo nos ubicamos nosotros frente al niño,
como en cuanto a qué buscamos producir los padres.
El objeto transicional es como lo que el nene necesita para elaborar los
significantes, para metabolizar los significantes. El amuleto de los chicos
psicóticos es como un objeto transicional congelado en el tiempo que no hace
transición.
No ubico al autismo en el campo de las psicosis. Hablo de autismo
cuando el niño no ocupa lugar alguno de objeto libidinizado. Para llegar a ser
psicótico hay que haber sido libidinizado como objeto. Un psicótico entra en el
estadio del espejo; y para entrar en el estadio del espejo hay que ser
libidinizado. Los autistas no entran en el estadio del espejo. Los chicos autistas
están en la estructura. El niño autista se queda como en el borde sin poder
estar, sin poder pasar ni de un lado ni del otro, sin poder entrar en el universo
significante, pero está ahí. No necesariamente son mudos, hay chicos autistas
que producen fonemas. La cuestión es ¿qué son esos sonidos que salen de la
boca? ¿Son representación de algo?
En tanto se es un bebé, el significante está del lado del Otro. Es el Otro
desde el significante el que hace marcas, es decir, las marcas quedan del lado
del bebé. Cuando empieza a apropiarse de la palabra empieza a ser un nene.
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La problemática psicosocial derivada de las patologías del lenguaje.
Maud Mannoni.
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reducido al estado de objeto, sin esperanza alguna de acceder al nivel de
sujeto.
Por esto, no pueden cargar significativamente objetos y es en especial
en el dominio témporo-espacial y en las matemáticas que se evidencia un tipo
muy singular de dificultades, rebelde a la pedagogía tradicional.
Falta hasta tal punto una determinada dimensión de lo simbólico que es
rechazada la noción misma de las cifras como tales.
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inmediato, para la madre, la desaparición de ese soporte fantasmático del que
tiene necesidad. No sabe qué quiere exactamente de su hijo; ignora que su
demanda es la cubierta de su deseo perdido.
La relación entre madre e hijo se va a establecer a través de un prisma
deformante. Sin él saberlo, es de alguna manera "raptado" en el deseo de la
madre.
En el caso de la debilidad mental, la inteligencia deficiente va a ocupar a
la madre hasta el punto de que, ante los demás, la carencia del niño será
siempre objetivada por aquella. La enfermedad del hijo disimulará la
enfermedad materna.
Todo deseo de despertar del niño será combatido sobre la marcha, en
forma sistemática, por la madre, hasta el punto de que aquél terminará por
persuadirse de que “él no puede”. En todo caso, en tanto que “él no puede”, la
madre se ocupa de él y lo quiere.
Tales madres están satisfechas cuando otro niño llega a representar
para ellas el papel de niño superdotado. Hermanos enemigos; relación que les
permite mantener intacto, en cada uno de ellos, el sustentáculo fantasmático
que necesitan.
Todo estudio del niño débil mental queda incompleto mientras no sea en
la madre que se busque de entrada el sentido de la debilidad. El estudio del
tipo de relación fantasmática madre-niño llevaría tal vez a precisar los factores
determinantes de la elección psicótica, psicosomática o perversa.
Esto no debe conducirnos a la conclusión simplista de que es la madre a
quien hay que tratar. Se trata, por el contrario, a partir de una anamnesis bien
entendida, de ayudar al niño a asumir, en el tratamiento, en su nombre, su
propia historia, en lugar de hacer suyas las dificultades relacionadas de la
madre con su propia madre, la abuela, realizando así en su neurosis el sentido
fantasmático que ha podido constituir para su madre, al nacer.
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El análisis lo lleva a cuestionarse a partir de su insuficiencia vista como
"carencia". Ahora bien, para el débil mental esa insuficiencia es plena; tiene
como función, justamente, ocultar no sólo su propia falta de ser, sino también lo
que es sentido como falta de ser en la madre.
El niño queda fijado a un yo imaginario de cierta edad y su elección se
realiza en ese sentido. Una elección que, la mayor parte del tiempo, rechaza el
convertirse en un hombre.
Desde que se comienza un análisis, todo criterio de “verdadero” o “falso”
caduca. Lo que cuenta tan sólo es saber de qué modo es vivida la debilidad
mental por el sujeto y su familia.
Al débil mental le es bastante difícil hablar; más bien es hablado. Le es
difícil desear; es un objeto manejado, reeducado desde su primera infancia. La
dimensión que le damos lo hunde en la angustia: al ser tratado como sujeto,
pero de golpe toda referencia de identificación. No sabe más quién es ni
adónde va.
El estudio sistemático de los niños débiles mentales llevaría, tal vez, más
allá de la organicidad irrefutable en ciertos casos, a descubrir factores comunes
que hallamos en los tratamientos de psicóticos. Mantengamos a la memoria lo
que me ha parecido constituir la instancia esencial:
1. Situación actual con la madre, sin intervención de imagen paterna
interdictora.
2. Rechazo de la castración simbólica (el niño es el premio de la demanda
del Otro, en tanto que objeto parcial).
3. Dificultad de acceso a los símbolos y papel desempeñado por la
carencia de la metáfora paterna en ciertas dificultades específicas del
cálculo.
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e. Defensas adecuadas frente a la angustia. Si son excesivamente rígidas
se colabora a la formación de síntoma, propio de las enfermedades
psiconeuróticas.
Todo esto planteado por Winnicott puede entenderse para un niño sordo
u oyente.
Malher, psicoanalista inglesa, dice que todo niño atraviesa por una serie
de fases en el proceso de separación-individuación para el logro de su
identidad.
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Alrededor de los seis meses, el bebé comienza con sus intentos de ir
separándose lentamente de sus padres y para eso su desarrollo corporal lo irá
acompañando. Se inician los procesos de separación-individuación.
Justamente alrededor de esta edad (siete, ocho y nueve meses) es
cuando suele diagnosticarse y confirmarse la falta de audición.
La etapa simbiótica que termina con el advenimiento de la motricidad y
da paso a la etapa subsiguiente, a veces en estos niños se prolonga en el
tiempo y madre e hijo siguen estando muy unidos, ciertamente más por los
padres que por el mismo niño. A la madre le cuesta diferenciarse del niño y el
niño teme diferenciarse de la madre.
En un normo-oyente, la aparición de la palabra mediatiza la angustia de
separación y lo va integrando a la cultura familiar. En cambio, el niño sordo está
distanciado de esto en lo referente al lenguaje oral, en los primeros años. Los
padres comparten con él un código lingüístico que él no entiende,
produciéndose una fractura comunicativa entre padres e hijos.
Lo observable, por lo tanto, es que estos niños alrededor de esta edad
asumen conductas de apego excesivas o manifestaciones de independencia
prematuras, tales como aceptar hacerse estudios sin la presencia de su madre,
o ingresará jardines de infantes especializados sin exteriorización es de
angustia.
Los padres, debido a la falta de lenguaje oral, tienden a hacer un vínculo
más infantilizado con él. La sobreprotección, la falta de límites, hace de ese
niño un ser por momentos “dictatorial”.
El niño se manifiesta con la acción y controla con la acción. A los tres
años todo niño logra tener una representación simbólica del objeto permanente
y único que es la madre y recién ahí puede ser sustituida, en ausencia física,
por un sustituto confiable que es la maestra. Pero la mayoría de estos niños,
durante estos tres primeros años, han sido vapuleados con estudios y
controles, siendo objeto de múltiples pequeñas separaciones de su madre, por
lo cual esta etapa de constancia objetal precursora de la real individuación y de
una estructuración fuerte, se retrasa o bien se detiene o se manifiesta como
aparentemente lograda.
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un buen desempeño escolar, son obedientes, claramente apegados a las
normas e ideales de sus padres y de su grupo social pero no desarrollan una
verdadera capacidad de juego sublimatorio. Estos son los niños que más
deben preocupar pues constituyen un falso self, con lo cual transitan hacia la
adolescencia transformándose en personajes de tocador, viviendo casi en un
“como si” (como si fueran oyentes) y se manifiestan equilibrados, adaptados.
En el juego y en el uso de las palabras tienen dificultades para tramitar
su propio deseo, más bien reproducen un modelo esperado. No hay una
verdadera ampliación yoica, sino una acumulación enciclopédica de
conocimientos.
Cuando debe aparecer lo creativo, lo espontáneo, se sienten sujetados y
amordazados ya sea en el habla cotidiana o en la aceptación de pautas y
normas y ante un juego reglado o compartido lloran cuando pierden, quieren
siempre ganar, no toleran la frustración de perder o hacen juegos ritualistas sin
demasiada creatividad.
Otros en cambio, que no logran este aparente éxito, se nos presentan
con una conducta más infantilizada o inmadura, pues al no compartir un
lenguaje adecuado oral o gestual los excluyen y los segregan de otros niños o
de su familia.
Este período es la edad en que se da el aprendizaje básico de los
conocimientos y de las técnicas, así como surge la gradual necesidad de
separación de los padres, la conexión con otros adultos y pares que se
transforman en nuevas influencias intelectuales, educacionales y sociales.
Muchas veces en el niño latente sordo, este proceso no es tan fácil ni
común de observar. Los sentimientos de inferioridad son más bien la expresión
de la frustración donde el logro yoico es vulnerado.
Este afecto contiene elementos de tristeza e impotencia, equivalentes a
sentimientos castratorios.
Debido a que los sentimientos de inferioridad y de vergüenza están
ligados a la pérdida de la autoestima, sienten que no han llegado a la meta
adecuada o ideal de la perfección (ser un oyente) ideal que suponen, que sus
padres hubieran deseado que él fuera. El reconocimiento de una identidad y el
logro de la autoestima, es lo que le permitirá consolidar el sentimiento de
pertenencia. Sentimiento que le permitirá experimentar que tiene un lugar
dentro de la familia y fuera de ella y que cuenta con la aprobación de su grupo
de pares.
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