Sunteți pe pagina 1din 4

Apóstol Pablo.

Romanos 12:1-8 (NVI)

Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les


ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su
cuerpo como sacrificio vivo, *santo y agradable a Dios.
No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la
renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de
Dios, buena, agradable y perfecta.
Por la gracia que se me ha dado, les digo a todos ustedes: Nadie tenga
un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense
de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya
dado. Pues así como cada uno de nosotros tiene un solo cuerpo con
muchos miembros, y no todos estos miembros desempeñan la misma
función, también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en
Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás.
Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado. Si el
don de alguien es el de profecía, que lo use en proporción con su fe; si
es el de prestar un servicio, que lo preste; si es el de enseñar, que
enseñe; si es el de animar a otros, que los anime; si es el de socorrer a
los necesitados, que dé con generosidad; si es el de dirigir, que dirija con
esmero; si es el de mostrar compasión, que lo haga con alegría.

¿Qué implica ser cristiano? ¿Es sólo decir las palabras y quizá pedir perdón? ¿Es
ir a la iglesia los domingos? ¿Qué implica ser adoptado por Dios? ¿Cómo podemos
vivir de acuerdo a esa inmensa verdad?

El apóstol Pablo, si bien padeció aflicciones, en ningún momento dejo de darle la


gloria y la honra a Dios, quien es el único que la merece.

ACTUAR Y PENSAR PARA ADORAR A DIOS (INDIVIDUALMENTE)

De acuerdo a Pablo debemos entregarnos enteramente; entendiendo esto como


una renuncia de nosotros mismos. Dejamos de ser María, Pedro y Juan para
convertirnos en hijos de Dios. ¿Cómo? Debemos ofrecer nuestro cuerpo como
sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Nuestro cuerpo es como una vasija un
contenedor; quizá muchos dirán estoy gordo, soy bajito, tengo acné, ¿qué le puede
gustar a Dios de todo eso? Una verdad fundamental es que Dios nos ama, Él, en
su inmenso amor, decidió que cada uno de nosotros era bueno y perfecto a su
manera para otorgarnos el regalo de la vida, somos creación suya, y si Dios es
perfecto, todo lo que hace también lo es. Sin embargo, no es la apariencia externa
a lo que hace referencia el apóstol, sino a nuestra forma de vivir. Nuestro cuerpo es
la manera en que podemos expresar nuestra conducta. Nuestro comportamiento y
manera de actuar debe ir destinado a exaltar y a adorar a Dios en cada momento
de nuestra vida; un sacrificio vivo, reflejando ese amor y respeto por Dios a diario,
continuamente, a lo largo de nuestra vida; santo, que todo lo que hagamos sea sin
pecado, sin mancha, actuando de acuerdo a lo que Dios exige de nosotros; y
agradable a Él, el conjunto de lo anterior es lo que le agrada y le place, debemos
buscar siempre su voluntad en nuestro actuar diario.

Exhortación: debemos adorar a Dios con nuestro actuar diario, reflejando de esta
manera su amor y dándole la exaltación que se merece en todo lo que hacemos.

Ahora bien, así como con nuestro comportamiento debe ser adecuado para agradar
a Dios; así también nuestra mente debe ser renovada y transformada de manera
radical. Los pensamientos llevan a acciones, y las acciones dictadas por un
pensamiento pecaminoso o perverso llevan al pecado. El mundo ha implementado
costumbres o rudimentos, pero como hijos de Dios debemos ser capaces de
rechazar todas estas doctrinas o ideas y apegarnos sólo a su verdad. Seremos
capaces de reconocer su voz y su voluntad -la cual es buena, agradable y perfecta-
cuando despejemos nuestra mente de la contaminación que nos impone el mundo.
No somos de este mundo, sino que somos extranjeros, y mientras estamos aquí
debemos actuar de manera diferente, como personas transformadas que somos,
porque en Cristo somos hechos nuevas criaturas dejando así atrás al viejo hombre
y sus malas costumbres.

Exhortación: debemos adorar a Dios incluso con nuestros pensamientos. Al


transformar nuestra manera de pensar, a través de su Espíritu Santo, y dejando a
un lado las tradiciones y hábitos de la sociedad actual, apegándonos sólo a su
verdad -su palabra- podemos reconocer la voluntad del Señor en nuestras vidas,
descubriendo así el gozo, el deleite y la satisfacción que nos invade cuando
seguimos su camino.
ACTUAR PARA ADORAR A DIOS EN LA IGLESIA (CON LOS DEMÁS)

Habiendo visto, de acuerdo a Pablo, las maneras de adorar a Dios por mi mismo,
esto es, con mi actuar y con mi pensar; se deben estudiar las maneras de adorar
junto a los demás hermanos en la fe, entendiendo estos por nuestra familia
extendida, la iglesia.

Exhortación: no debemos ser vanidosos, pero tampoco debemos sentirnos menos


o denigrados; debemos mantener un equilibrio de acuerdo a la gracias que Dios nos
da.

En su carta, Pablo les habla a los romanos a través de la gracia que le ha sido dada,
esto es, el don que Dios le dio para ser mensajero en su nombre (apóstol), de esta
misma forma, Dios nos otorga dones a cada uno de nosotros para que los usemos
en su nombre y poder, de esta manera, edificarnos unos a otros como una familia.

El apóstol compara a la iglesia con el Cuerpo, así como un cuerpo tiene muchos
miembros y cada uno tiene funciones diferentes que dependen el uno del otro para
su supervivencia; así también el cuerpo de Cristo tiene sus miembros, que somos
nosotros.

Y, si Dios, es quien nos ha dado esos dones, ¿cómo podríamos jactarnos de ellos?
No es algo que hayamos ganado, o que hayamos obtenido debido a la práctica, es
un regalo otorgado por Dios. Y, por si alguno pensase está bien, el don es un regalo
de Dios, pero yo soy el que decide como ejercerlo, debemos entender que el
ejercicio de los dones se debe a la fe que cada uno de nosotros tenemos y nuestro
Padre también otorga medidas de fe a cada uno. Es decir, ni los dones ni la fe con
la que los ejercemos se debe a nosotros mismos, sino que es por la gracia de Dios.

De esta manera, mal podría alguno de nosotros sentirse superior a alguno o ser
altivo, cuando nada de lo que tenemos es nuestro y ni siquiera lo merecemos.

Los dones son diferentes; puede ser el de profecía, el de servir, enseñar, animar o
predicar, dar a los demás, dirigir o administrar, mostrar compasión por los demás,
entre otros. Depende de Dios cual le toca a cada quien. Y depende de nosotros
ejercerlo brindándole de esta manera adoración.
Exhortación: debemos ejercer nuestros dones, porque son un regalo otorgado por
la gracia de Dios, de esta manera le adoramos y también mostramos compasión por
los demás.

No debemos caer en la pasividad, creyendo que dichos dones son otorgados por
Dios y la fe con la cual los ejercemos también; debemos entender que Dios quiere
que nos dejemos usar por Él y de esta manera edificarnos los unos a los otros, como
miembros de un mismo cuerpo. Al tener dones diferentes se hace necesario la
participación de todos y cada uno (incluso de los que solo se sientan en las bancas
los domingos), todos tenemos una responsabilidad y un trabajo dado por Dios y es
Él quien nos rendirá cuentas por nuestras acciones u omisiones.

Al ejercer tales dones recibimos bendiciones y el visto bueno de Dios; pero también
somos un pilar para otros al mostrar compasión por ellos, sirviendo, exhortando,
enseñando o llevando a la práctica cuales quiera de los dones. De esta manera es
que Dios nos llama a vivir, no sólo adorándole, sino de forma misericordiosa para
con otros. Demostrando de esta manera el amor que Él nos demuestra a diario.

S-ar putea să vă placă și