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I. Introducción……………………………………………………………………… 2
II. La criminología de José Ingenieros……………………………………………. 2
III. Composición del gremio infantil de los vendedores de diarios……………… 4
IV. El factor ambiental como causa de la delincuencia precoz…………………. 5
V. La calle, en oposición a la familia…………………………………………….. 6
VI. Efectos sociales del empleo de niños en la venta de diarios………………… 7
VII. Profilaxia de la delincuencia precoz………………………………………….. 8
VIII. Cierre………………………………………………………………………….… 9
IX. Bibliografía………………………………………………………………………. 10
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Introducción
Este fenómeno debe considerarse en el marco histórico de las políticas de fines del siglo
XIX, en particular del primer gobierno de Julio Argentino Roca, y sus efectos en la
sociedad. La inmigración masiva proveniente de Europa y el rápido proceso de crecimiento
demográfico correlativo que no pudo ser absorbido por la infraestructura de la ciudad,
contribuyeron a una presencia extendida de los niños en las calles que despertó
preocupaciones tanto en el ámbito político como en el académico e incluso en asociaciones
privadas.
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Ingenieros definió al Derecho como una de las ciencias sociales, siendo éstas ramas de la
sociología, una ciencia natural. Al Derecho Penal en particular, le corresponde “el ejercicio
de las funciones de protección del grupo respecto de los actos antisociales cometidos por
los individuos” (Ingenieros, 1916: 19).
El cuerpo teórico sobre la criminalidad infantil que se fue construyendo a principios del
siglo XX interpretaba el fenómeno a partir de un discurso medicalizado, considerando a la
delincuencia como una patología social e individual. Ingenieros postuló entonces la
necesidad de la construcción de una psicopatología del delincuente, y planteó que los
criminalistas no deberían limitarse a aplicar las fórmulas establecidas a priori en el código
penal sino que deberían realizar un estudio particular de cada delincuente. Más que los
estigmas físicos, importaban las anomalías psicológicas de los delincuentes.
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Ingenieros debería desplegarse desde tres perspectivas: la etiología criminal, la clínica
criminológica y la terapéutica del delito. Esta última correspondería al estudio de las
medidas –tanto individuales como sociales- de prevención y de organización de las
instituciones requeridas para la defensa social. Si bien además de las medidas de profilaxis
se incluían también medidas de represión, no se trataría de castigar a los delincuentes sino
de defender a la sociedad contra la actividad morbosa de éstos.
Según José Ingenieros, los vendedores de diarios podían dividirse en tres grupos. Se trataba
de una división sin límites netos, con transiciones graduales y constante interferencia entre
grupos.
Por un lado, se encontraban los industriales, quienes trabajaban entre 5 y 9 horas por día
contribuyendo a la economía familiar, ya fuera por necesidad en situaciones de pobreza
extrema o debido a una explotación por parte de sus padres. Si bien estos niños vivían con
sus familias y mantenían una relación con el hogar, la concordia doméstica no era buena,
“la miseria, la ignorancia y el alcohol minan la felicidad de esos hogares proletarios”
(Ingenieros, 1908: 333). Además, los niños se encontraban desvalidos con respecto a la
educación y a la instrucción. Sin embargo, Ingenieros señalaba que eran relativamente
honestos y que carecían de profesión a la vagancia.
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honestidad. El oficio de venta de diarios constituiría para estos niños un modo de disimular
su vagancia. “Viven al azar, sin techo ni alimentación segura; situación que los arrastra al
pequeño hurto y más tarde a la vida delictuosa” (Ingenieros, 1908: 337).
Ingenieros ubicaba dos clases de factores para el delito: los factores endógenos o
biológicos, constituidos por las características físicas y psicológicas de los delincuentes, y
los factores exógenos, relativos al medio en que se desenvolvía el delincuente. Subrayó la
importancia de la acción del ambiente al afirmar que “individuos que en dadas condiciones
sociales jamás serían delincuentes, están condenados a serlo en otras condiciones de
medio” (Ingenieros, 1908: 341). También señaló que “las condiciones del medio físico o
cósmico influyen de una manera indudable en la determinación del fenómeno delictuoso
[...] las condiciones del medio social impulsan, en muchos casos, al hombre hacia el delito”
(Ingenieros, 1916: 73).
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habilidades delictivas de los delincuentes profesionales” (Ríos & Talak, 2001: 122). Así,
las condiciones sociales arrastrarían a niños que en otro ambiente no hubieran sido
delincuentes, a la vagancia en tanto delincuencia moral y a la criminalidad.
La calle era entendida como un lugar de abandono y desamparo, como ausencia de refugio,
a la cual los niños eran impulsados por un ámbito familiar contenedor inexistente o por lo
menos frustrado, que fallaba en su función moralizadora e incumplía la obligación de
mandar a sus niños a la escuela.
Como se mencionó previamente, de la totalidad de los niños vendedores de diarios, sólo los
del grupo industrial vivían con sus familias. Los del grupo adventicio comenzaban por no
regresar a sus hogares para dormir, por motivos de distancia entre éstos y sus lugares de
trabajo, para terminar instalándose en la calle.
Los padres de los niños industriales fueron objeto de severas críticas por parte de
Ingenieros. Por un lado, cuestionaba la explotación a la que sometían a sus hijos -según las
investigaciones realizadas, un 65% de los niños eran explotados - y los calificaba como
ignorantes y alcohólicos, que solían maltratar brutalmente a sus hijos. También afirmaba
que no se preocupaban por la educación e instrucción de sus hijos, condenándolos
inicuamente a ser malos obreros y ciudadanos en el futuro. Se trataba de “inmigrantes
dispuestos a hacer la América aun a precio del porvenir de sus hijos” (Ingenieros, 1908:
332). En este sentido, según Scarzanella (2003), Ingenieros estigmatizaba la explotación de
los niños por parte de sus padres.
A estos factores estigmatizantes, también se sumaban con respecto a los padres de los
vendedores de diarios factores concretos relativos a las condiciones de vida de las familias
populares inmigrantes. Estas familias solían vivir en conventillos, en un espacio reducido
caracterizado por el hacinamiento. Por esta razón, los niños preferían las calles. Además, en
muchos casos tanto las madres como los padres de los niños debían salir a trabajar durante
largos períodos de tiempo, en los cuales los niños quedaban solos y desvalidos, sin
cuidados ni atención por parte de los adultos.
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Sin embargo, de los planteos de Ingenieros se desprende una valoración de la función de los
padres, aun con todas las fallas mencionadas. Realizó una distinción entre los niños que
ingresaban a la venta de diarios mientras vivían con su familia y los que se dedicaban a la
venta de diarios en forma independiente, destacando que los niños de este segundo grupo
tenían mayores probabilidades de hacerse delincuentes, y que tal proceso ocurría con mayor
rapidez. De este modo, la familia funcionaría como un freno frente a la posibilidad de
criminalidad infantil, “débil cuanto se quiera en estos casos, pero freno al fin” (Ingenieros,
1908: 340).
A un nivel social más global, Ingenieros planteó que los niños vendedores de diarios, tanto
así fueran industriales o delincuentes, constituían una masa ignorante muy perjudicial para
el país. Preocupado por el progreso, consideraba a los vendedores de diarios, cuyo número
se estimaba en 10.000, como factores de desorden y de regreso, por estar asociados a la
vagancia. Asimismo vislumbraba efectos políticos de la proliferación de tal masa ignorante:
serían usados por caudillos deshonestos para llevar a cabo fraudes electorales. Además, por
tratarse de sujetos antisociales, obstaculizarían las reformas sociales. “El bienestar y la
prosperidad de un país son correlativos a los de sus habitantes. Todo lo que tiende a
aumentar el número de vagos y delincuentes es contrario al bienestar y la civilización del
país” (Ingenieros, 1908: 344).
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Profilaxia de la delincuencia precoz
Esta medida por sí sola no daría resultados favorables, debería combinarse con una
pedagogía científica y con la adopción de una legislación que limitara y reglamentara el
trabajo infantil.
Ingenieros ubicó como otro factor importante para la profilaxis de la delincuencia precoz la
intervención sobre las acciones de los padres de los niños, en particular respecto a la
explotación. Señaló que para que las medidas fueran efectivas, se hacía necesario no sólo
impedir que los niños fueran obligados a vender diarios, sino que además los padres no
deberían poder sumergir a los niños en los talleres, antes de la edad conveniente. Según
Ingenieros, el trabajo industrial de los niños era siempre perjudicial antes de los 14 años, y
hasta los 18 años debían excluirse los trabajos que debieran realizarse en condiciones
antihigiénicas.
Por el peso otorgado al factor ambiental, las medidas planteadas unificaron como objeto de
intervención a los niños delincuentes y los niños abandonados.
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Cierre
En consecuencia, las formas de abordaje que planteó como solución también tuvieron en
cuenta las cuestiones sociales. La obra de Ingenieros no se redujo a un abordaje individual
de los delincuentes, que podría llevarse a cabo mediante el castigo y la reclusión de quienes
cometiesen delitos. Por el contrario, contempló los factores que conducían a la
delincuencia, para poder prevenirla, especialmente mediante la reeducación de los menores
desvalidos.
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Bibliografía
Fuentes primarias
Fuentes secundarias
Talak, A.M. & Ríos, J. C. (2001). El “niño delincuente” entre la psicología, la criminología
y la pedagogía en la Argentina (1900-1910). IX Anuario de investigaciones, 117-128.
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