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“Los niños vendedores de diarios: la importancia de los factores exógenos

en la problemática de la delincuencia infantil para José Ingenieros”

I. Introducción……………………………………………………………………… 2
II. La criminología de José Ingenieros……………………………………………. 2
III. Composición del gremio infantil de los vendedores de diarios……………… 4
IV. El factor ambiental como causa de la delincuencia precoz…………………. 5
V. La calle, en oposición a la familia…………………………………………….. 6
VI. Efectos sociales del empleo de niños en la venta de diarios………………… 7
VII. Profilaxia de la delincuencia precoz………………………………………….. 8
VIII. Cierre………………………………………………………………………….… 9
IX. Bibliografía………………………………………………………………………. 10

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Introducción

En el presente informe de lectura se expondrá la cuestión de la delincuencia infantil en la


primera década del siglo XX, tal como ha sido abordada por José Ingenieros. En particular
se indagará la problemática del empleo de niños en la venta de periódicos, que estaba
sumamente generalizado en Buenos Aires a principios del siglo pasado.

Este fenómeno debe considerarse en el marco histórico de las políticas de fines del siglo
XIX, en particular del primer gobierno de Julio Argentino Roca, y sus efectos en la
sociedad. La inmigración masiva proveniente de Europa y el rápido proceso de crecimiento
demográfico correlativo que no pudo ser absorbido por la infraestructura de la ciudad,
contribuyeron a una presencia extendida de los niños en las calles que despertó
preocupaciones tanto en el ámbito político como en el académico e incluso en asociaciones
privadas.

Especialmente por el vínculo entre los niños vendedores de diarios y la delincuencia


infantil, el Primer Congreso de la Prensa Argentina (1901) se propuso determinar la ventaja
o desventaja del empleo de la niñez como medio de difusión del periódico. Con ese
objetivo, se desarrolló un estudio de más de 500 niños, cuyas conclusiones fueron
publicadas por José Ingenieros (1908) en “Los niños vendedores de diarios y la
delincuencia precoz”. En dicho artículo, que constituye la fuente primaria bibliográfica de
este informe, pueden encontrarse numerosos elementos que dan cuenta de la posición de
Ingenieros con respecto a la problemática de la delincuencia precoz. Ésta podría resumirse
en la afirmación de que el ambiente es capaz de pervertir a los niños.

La criminología de José Ingenieros

La obra de José Ingenieros se inserta dentro de un periodo exploratorio de los problemas


relativos a la delincuencia infantil, tanto en nuestro país como a nivel mundial. Realizó sus
desarrollos teóricos dentro de una concepción moderna de la criminología, en el marco de
una epistemología positivista que se basaba en la aplicación de las reglas del método
científico, siguiendo el modelo de las ciencias naturales.

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Ingenieros definió al Derecho como una de las ciencias sociales, siendo éstas ramas de la
sociología, una ciencia natural. Al Derecho Penal en particular, le corresponde “el ejercicio
de las funciones de protección del grupo respecto de los actos antisociales cometidos por
los individuos” (Ingenieros, 1916: 19).

El cuerpo teórico sobre la criminalidad infantil que se fue construyendo a principios del
siglo XX interpretaba el fenómeno a partir de un discurso medicalizado, considerando a la
delincuencia como una patología social e individual. Ingenieros postuló entonces la
necesidad de la construcción de una psicopatología del delincuente, y planteó que los
criminalistas no deberían limitarse a aplicar las fórmulas establecidas a priori en el código
penal sino que deberían realizar un estudio particular de cada delincuente. Más que los
estigmas físicos, importaban las anomalías psicológicas de los delincuentes.

En esta concepción, el delito sería un hecho social, producto de factores antropológicos y


mesológicos. Se trata de un complejo determinismo por el cual ningún hombre sería bueno
o malo esencialmente desde el origen, sino como producto de la herencia biológica recibida
y de las influencias ejercidas por el medio social.

Ingenieros distinguió dos tipos de delincuencia, entendiéndola como una desviación


respecto a la norma que daba cuenta de una anormalidad de los delincuentes. La
delincuencia natural -en relación al juicio moral que determinada sociedad tiene respecto de
ciertos actos- y la delincuencia legal -aquella que es calificada como tal en un código
jurídico- no siempre coincidían. En este sentido, es importante el concepto de mala vida,
que refiere a “los modos antisociales de lucha por la vida, que escapan a la sanción de la
ley, no obstante ser nocivos a la colectividad social” (Ingenieros, 1916: 25). Se trata del
ámbito en el que se desarrolla una delincuencia natural, en la que actos o conductas son
antisociales con respecto al criterio ético imperante en su sociedad. La mala vida, en tanto
inadaptación moral de la conducta, se distingue entonces de la criminalidad, que implica la
inadaptación legal. Sin embargo, mala vida y criminalidad no estarían separaos por una
barrera infranqueable, sino que la mala vida constituiría la frontera del delito.

A partir de estas consideraciones, se hizo visible la exigencia de una intervención racional


que corrigiera las desviaciones de la delincuencia. La nueva criminología propuesta por

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Ingenieros debería desplegarse desde tres perspectivas: la etiología criminal, la clínica
criminológica y la terapéutica del delito. Esta última correspondería al estudio de las
medidas –tanto individuales como sociales- de prevención y de organización de las
instituciones requeridas para la defensa social. Si bien además de las medidas de profilaxis
se incluían también medidas de represión, no se trataría de castigar a los delincuentes sino
de defender a la sociedad contra la actividad morbosa de éstos.

Composición del gremio infantil de los vendedores de diarios

Según José Ingenieros, los vendedores de diarios podían dividirse en tres grupos. Se trataba
de una división sin límites netos, con transiciones graduales y constante interferencia entre
grupos.

Por un lado, se encontraban los industriales, quienes trabajaban entre 5 y 9 horas por día
contribuyendo a la economía familiar, ya fuera por necesidad en situaciones de pobreza
extrema o debido a una explotación por parte de sus padres. Si bien estos niños vivían con
sus familias y mantenían una relación con el hogar, la concordia doméstica no era buena,
“la miseria, la ignorancia y el alcohol minan la felicidad de esos hogares proletarios”
(Ingenieros, 1908: 333). Además, los niños se encontraban desvalidos con respecto a la
educación y a la instrucción. Sin embargo, Ingenieros señalaba que eran relativamente
honestos y que carecían de profesión a la vagancia.

En el extremo opuesto se encontraban los delincuentes, quienes utilizaban la venta de


diarios para facilitar o esconder actividades delictivas, tales como hurtos, robos o
prostitución. En el desarrollo de estas actividades delictivas, solían asociarse con adultos.
Su vida era mucho más nómada y azarosa que la de los demás niños, además poseían una
herencia degenerativa recargada y una “vanidad delictuosa exageradísima” (Ingenieros,
1908: 338).

Los adventicios conformaban un grupo intermedio, que constituía el eslabón necesario


entre los industriales y los delincuentes. Este grupo de niños, que vivía separado de sus
familias, todavía trabajaba en la venta de diarios, pero durante pocas horas y con
irregularidad. Ingenieros los caracterizó como inmorales, antisociales, crueles, ociosos y sin

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honestidad. El oficio de venta de diarios constituiría para estos niños un modo de disimular
su vagancia. “Viven al azar, sin techo ni alimentación segura; situación que los arrastra al
pequeño hurto y más tarde a la vida delictuosa” (Ingenieros, 1908: 337).

El factor ambiental como causa de la delincuencia precoz

Según Ingenieros, el empleo de la niñez en la venta de diarios constituía la vía principal de


entrada a la delincuencia infantil. Las investigaciones realizadas arrojaban que el 90% de
los niños que vendían diarios atravesaban el oficio para caer finalmente en la criminalidad.

Ingenieros ubicaba dos clases de factores para el delito: los factores endógenos o
biológicos, constituidos por las características físicas y psicológicas de los delincuentes, y
los factores exógenos, relativos al medio en que se desenvolvía el delincuente. Subrayó la
importancia de la acción del ambiente al afirmar que “individuos que en dadas condiciones
sociales jamás serían delincuentes, están condenados a serlo en otras condiciones de
medio” (Ingenieros, 1908: 341). También señaló que “las condiciones del medio físico o
cósmico influyen de una manera indudable en la determinación del fenómeno delictuoso
[...] las condiciones del medio social impulsan, en muchos casos, al hombre hacia el delito”
(Ingenieros, 1916: 73).

En relación al fenómeno de los niños vendedores de diarios, consideraba que la


permanencia en un ambiente vinculado estrechamente con la vagancia y la criminalidad
pervertía a los niños. De este modo, los niños que ingresaban a la venta de diarios como
industriales, primero se relacionaban con los del grupo adventicio y comenzaban a
presentar irregularidades en su trabajo, al mismo tiempo que se iban iniciando en el delito.

El ambiente de la venta de diarios, caracterizado por la libertad de un trabajo realizado en la


calle que se encontraba en estrecha vinculación con la vagancia y la ociosidad, exponía a
los niños a una precocidad de la mala vida de Buenos Aires. Este trabajo, caracterizado por
la libertad y la falta de contención familiar, realizado en la calle e implicando un acceso a la
nocturnidad, se encontraba en estrecha vinculación con la vagancia y la ociosidad, al
mismo tiempo que exponía los niños a ver situaciones delictivas constantemente. Por las
características propias de esta etapa de la vida, los niños “asimilaban rápidamente las

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habilidades delictivas de los delincuentes profesionales” (Ríos & Talak, 2001: 122). Así,
las condiciones sociales arrastrarían a niños que en otro ambiente no hubieran sido
delincuentes, a la vagancia en tanto delincuencia moral y a la criminalidad.

La calle, en oposición a la familia

La calle era entendida como un lugar de abandono y desamparo, como ausencia de refugio,
a la cual los niños eran impulsados por un ámbito familiar contenedor inexistente o por lo
menos frustrado, que fallaba en su función moralizadora e incumplía la obligación de
mandar a sus niños a la escuela.

Como se mencionó previamente, de la totalidad de los niños vendedores de diarios, sólo los
del grupo industrial vivían con sus familias. Los del grupo adventicio comenzaban por no
regresar a sus hogares para dormir, por motivos de distancia entre éstos y sus lugares de
trabajo, para terminar instalándose en la calle.

Los padres de los niños industriales fueron objeto de severas críticas por parte de
Ingenieros. Por un lado, cuestionaba la explotación a la que sometían a sus hijos -según las
investigaciones realizadas, un 65% de los niños eran explotados - y los calificaba como
ignorantes y alcohólicos, que solían maltratar brutalmente a sus hijos. También afirmaba
que no se preocupaban por la educación e instrucción de sus hijos, condenándolos
inicuamente a ser malos obreros y ciudadanos en el futuro. Se trataba de “inmigrantes
dispuestos a hacer la América aun a precio del porvenir de sus hijos” (Ingenieros, 1908:
332). En este sentido, según Scarzanella (2003), Ingenieros estigmatizaba la explotación de
los niños por parte de sus padres.

A estos factores estigmatizantes, también se sumaban con respecto a los padres de los
vendedores de diarios factores concretos relativos a las condiciones de vida de las familias
populares inmigrantes. Estas familias solían vivir en conventillos, en un espacio reducido
caracterizado por el hacinamiento. Por esta razón, los niños preferían las calles. Además, en
muchos casos tanto las madres como los padres de los niños debían salir a trabajar durante
largos períodos de tiempo, en los cuales los niños quedaban solos y desvalidos, sin
cuidados ni atención por parte de los adultos.

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Sin embargo, de los planteos de Ingenieros se desprende una valoración de la función de los
padres, aun con todas las fallas mencionadas. Realizó una distinción entre los niños que
ingresaban a la venta de diarios mientras vivían con su familia y los que se dedicaban a la
venta de diarios en forma independiente, destacando que los niños de este segundo grupo
tenían mayores probabilidades de hacerse delincuentes, y que tal proceso ocurría con mayor
rapidez. De este modo, la familia funcionaría como un freno frente a la posibilidad de
criminalidad infantil, “débil cuanto se quiera en estos casos, pero freno al fin” (Ingenieros,
1908: 340).

Efectos sociales del empleo de niños en la venta de diarios

Según Ingenieros, el empleo de niños en la venta de diarios acarrearía otras desventajas


además de la facilitación del ingreso a la criminalidad precoz.

Al trabajar como vendedores de diarios, los niños no sólo se verían desviados de la


educación escolar y de la instrucción profesional, sino que además contraerían hábitos
perniciosos que impedirían el desarrollo de un trabajo conveniente cuando fueran mayores.
La venta de diarios constituía un trabajo libre, en la calle, “con plenitud de movimientos y
multiplicidad de acción” (Ingenieros, 1908: 343), lo que ocasionaba que los niños
contrajeran hábitos de ocio y de vagancia que los harían huir de todo trabajo excesivo o
menos libre, como por ejemplo el de los talleres.

A un nivel social más global, Ingenieros planteó que los niños vendedores de diarios, tanto
así fueran industriales o delincuentes, constituían una masa ignorante muy perjudicial para
el país. Preocupado por el progreso, consideraba a los vendedores de diarios, cuyo número
se estimaba en 10.000, como factores de desorden y de regreso, por estar asociados a la
vagancia. Asimismo vislumbraba efectos políticos de la proliferación de tal masa ignorante:
serían usados por caudillos deshonestos para llevar a cabo fraudes electorales. Además, por
tratarse de sujetos antisociales, obstaculizarían las reformas sociales. “El bienestar y la
prosperidad de un país son correlativos a los de sus habitantes. Todo lo que tiende a
aumentar el número de vagos y delincuentes es contrario al bienestar y la civilización del
país” (Ingenieros, 1908: 344).

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Profilaxia de la delincuencia precoz

Como respuesta a la problemática de la delincuencia infantil, Ingenieros propuso la


necesidad de un abordaje desde múltiples perspectivas. La solución implicaría reformas que
modificasen el ambiente en que se desenvolvían los niños, para encauzar sus tendencias
antisociales de modo que resultasen útiles para la sociedad, alejándolos del delito.

En primer lugar, postuló la necesidad de suprimir el ambiente de los niños vendedores de


diarios, y para ello afirmó la exigencia de evitar el empleo de los niños en la difusión de
diarios.

Esta medida por sí sola no daría resultados favorables, debería combinarse con una
pedagogía científica y con la adopción de una legislación que limitara y reglamentara el
trabajo infantil.

Ingenieros ubicó como otro factor importante para la profilaxis de la delincuencia precoz la
intervención sobre las acciones de los padres de los niños, en particular respecto a la
explotación. Señaló que para que las medidas fueran efectivas, se hacía necesario no sólo
impedir que los niños fueran obligados a vender diarios, sino que además los padres no
deberían poder sumergir a los niños en los talleres, antes de la edad conveniente. Según
Ingenieros, el trabajo industrial de los niños era siempre perjudicial antes de los 14 años, y
hasta los 18 años debían excluirse los trabajos que debieran realizarse en condiciones
antihigiénicas.

Entonces, Ingenieros se distanció de otros autores de la época, al proponer un abordaje de


la cuestión de la delincuencia infantil irreductible a la norma escolar. Planteó por el
contrario alternativas para una población infantil no escolarizada, o escasamente educada,
tal como era la población de niños vendedores de diarios. Su solución se enmarcó en un
proyecto de estado que protegiera no sólo a los niños, supliendo las fallas parentales, sino
también a las familias pobres. Este objetivo de protección se llevaría a cabo desde dos
ámbitos, la legislación y las políticas sociales.

Por el peso otorgado al factor ambiental, las medidas planteadas unificaron como objeto de
intervención a los niños delincuentes y los niños abandonados.

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Cierre

Como hemos visto, Ingenieros destacó la intervención de los factores de abandono y


explotación como determinantes de la caída de los niños en la venta de diarios. Este
ambiente de trabajo los exponía precozmente a la mala vida de Buenos Aires, dando como
resultado un agravamiento de la problemática de la delincuencia infantil. Su
conceptualización del fenómeno introdujo el ámbito social como determinante, tanto a
partir de las condiciones familiares como de lo marcosocial y político.

En consecuencia, las formas de abordaje que planteó como solución también tuvieron en
cuenta las cuestiones sociales. La obra de Ingenieros no se redujo a un abordaje individual
de los delincuentes, que podría llevarse a cabo mediante el castigo y la reclusión de quienes
cometiesen delitos. Por el contrario, contempló los factores que conducían a la
delincuencia, para poder prevenirla, especialmente mediante la reeducación de los menores
desvalidos.

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Bibliografía

Fuentes primarias

Ingenieros, J. (1908). Los niños vendedores de diarios y la delincuencia precoz. (Notas


sobre una encuesta efectuada en 1901). Archivos de Psiquiatría, Criminología y ciencias
afines, VII.

Ingenieros, J. (1916). Criminología. Buenos Aires: Hemisferio, 1953.

Fuentes secundarias

Scarzanella, E. (2003). Cap. 3: Casos célebres. Monstruos y pequeños delincuentes. En Ni


gringos ni indios. Inmigración, criminalidad y racismo en la Argentina, 1890-1940 (pp 47-
58). Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.

Ríos, J. C. & Talak, A. M. (1999). La niñez en los espacios urbanos (1890-1920). En M.


Madero & F. Devoto (dirs.), Historia de la vida privada en la Argentina, Tomo II (pp.
138-161). Buenos Aires: Taurus.

Talak, A.M. & Ríos, J. C. (2001). El “niño delincuente” entre la psicología, la criminología
y la pedagogía en la Argentina (1900-1910). IX Anuario de investigaciones, 117-128.

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