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PIRÁMIDES MOCHICAS: HUACAS DEL SOL Y DE LA LUNA

Cuando se habla de arquitectura precolombina en Sudamérica y en particular el Perú, se tiende a pensar únicamente
en los incas. Lo cierto es que la civilización incaica se desarrolló durante apenas un siglo, pero lo hizo sobre la base de
un antiguo legado cultural y tecnológico que se experimentó en territorio andino a lo largo de varios miles de años.

Una de estas importantes experiencias proviene de la cultura Mochica o Moche, desarrollada en el desértico norte del
Perú, cerca a la ciudad de Trujillo, entre los siglos I y IX.

Hábiles agricultores, lograron irrigar la árida tierra alrededor del valle del Río Moche. Gracias a sus dotes guerreras
pudieron expandirse a lo largo de un amplio territorio en la costa norte peruana. Además, desarrollaron una compleja
sociedad teocrática que buscó expresar su poder mediante la construcción de grandes estructuras y ciudades de
adobe (material predilecto ante la ausencia de piedra), matizadas por la ejecución de sanguinarios rituales. El arte
mochica se plasmó en el colorido decorado de las paredes de sus templos y sus impresionantes cerámicas, llamadas
huaco-retratos, por la perfección ejecutada en ellas.

Detalle de la Huaca de la Luna.

Las llamadas Huacas del Sol y de la Luna son los exponentes más conspicuos de la antigua capital mochica. Visité las
huacas de niño con mi padre y luego como estudiante de arquitectura, sin embargo tuve mucho interés en visitarlas otra
vez recientemente, ya que era inevitable evitar hacer un paralelo entre estas pirámides de adobe y los Templos del Sol
y de la Luna en Teotihuacan, México. Para mi sorpresa, el nombre de Huacas del Sol y de la Luna les fue dado por Julio
C. Tello, precisamente en una referencia a los templos mexicanos, pero que no corresponden a la verdadera función de
las estructuras peruanas. Otra sorpresa más fue que en lugar de la Avenida de los Muertos que separa ambos templos
en Teotihuacán, se ha descubierto una ciudad enterrada entre las dos huacas mochicas.

Restos de la ciudad entre las dos huacas, que contiene


grandes avenidas, plazas, callejuelas y pasajes.

LA CULTURA MOCHE

Entendiéndose en la desértica el Norte del Perú entre los siglos I y VI d.C. los Moche tuvieron que enfrentar un medio
difícil. Basándose asímismo en las experiencia de anteriores culturas como Cupisnique y Salinar, se hicieron expertos
en irrigación de zonas desérticas. Su habilidad artística y rica iconografía los convirtió en los mejores ceramistas del
antiguo Perú. Además, la abundancia de metales preciosos los hizo diestros orfebres, herencia que legaron a
posteriores culturas como Chimú y Lambayeque. Para más información sobre la cultura Moche, vía Yachayhuasi de
Historia del Prof. Arturo Gómez).

¿QUÉ SON LAS HUACAS?

La voz quechua "huaca" se usa para designar un elemento sagrado en el paisaje andino prehispánico. En los Andes
centrales se le asocia con construcciones o montículos de tierra, que fueron evolucionando desde hace cerca de 4000
años. En la sierra sur peruana, en el área de influencia de los incas, las huacas son elementos más sutiles y no
necesariamente construidos (una roca, una montaña, un manantial, etc.) o bien integrados parcialmente a la naturaleza,
como en el caso de Qenqo, por ejemplo.
Izquierda, Huacas de la costa norte. a) Miguelito, Valle de Zaña. b)
Teodora, Valle de Zaña. c) Chotuna, río de La Leche. Derecha: Forma típica de las pirámides con rampa. Ilustraciones cortesía del Arq. Carlos Williams, en su
Arquitectura y Urbanismo en el Antiguo Perú.

EMPLAZAMIENTO
"La ciudad de Moche se emplaza al pie del Cerro Blanco a unos 6 km del litoral, en la margen izquierda del valle Moche
y en una localización estratégica con relación a los sectores que concentran la mayor extensión de tierras agrícolas.
Estas tierras, ganadas al desierto, fueron fertilizadas por un complejo y extenso sistema de irrigación desarrollado por
los moche, lo que les permitió sostener una economía agrícola capaz de generar grandes excedentes productivos."

Imagen y texto tomados de la explicación en la propia Huaca de la


Luna.

EL CERRO BLANCO Y LA ROCA SAGRADA

Si bien la mayoría de textos se centran únicamente en la descripción de las dos Huacas, durante la visita pude constatar
la importancia que tiene el Cerro Blanco dentro de la organización espacial del conjunto y el papel protagónico que tiene
en la percepción del paisaje y parece tener un rol simbólico como protector de la ciudad. Así como no se puede separar
al Huayna Picchu de la ciudadela de Machu Picchu, así tampoco es posible deslindar al Cerro Blanco de la capital
mochica.
Ubicación de las Huacas del Sol y de la Luna, entre el Valle del
Moche, el Océano Pacífico y el Cerro Blanco.
"El Cerro Blanco constituye un hito paisajístico prominente en el valle de Moche. Sus singulares características naturales,
dominando con su majestuosa forma piramidal el valle de Moche, debieron atraer la atención de sus moradores
ancestrales [...]

Esta especial aura del Cerro Blanco no fue ajena a los Moche y es de suponer que en la elección de la localización de
su asentamiento principal este hito natural asumió el rol del cerro tutelar, propio de la cosmovisión de las sociedades
andinas.

En la religión Moche se registra un espacial culto a las montañas, posiblemente asociado a la proveniencia de las lluvias
y la fertilidad agrícola. En este contexto, un afloramiento rocoso cuyanaturaleza espacial reproduce en menor escala la
silueta del Cerro, es integrado a las edificaciones del complejoy valorado como roca sagrada. Las excavaciones
arqueológicas han logrado un descubrimiento impactante, revelando que al pie de esta roca culminaban los rituales
ceremoniales que comprometían el sacrificio de prisioneros."
Imagen y texto tomados de la explicación en la propia Huaca de la
Luna.

HUACA DEL SOL

A pesar de su nombre, aparentemente no tenía un rol religioso si no se trataba de un complejo administrativo. Sin
embargo, otras fuentes consultadas como Régulo Franco Jordán, sostienen que Huaca del Sol "era también un centro
religioso, cuya función estaría relacionada al mundo de los vivos, y en consecuencia se podría pensar en una dualidad
de funciones para las dos huacas, y una bipartición de la ciudad" (Franco Jordán, 1998).

Probablemente su planta fue en forma de cruz y contenía varias terrazas superpuestas y volúmenes escalonados en
forma de talud.
Con sus 342 x 159 m y 28 m de altura en su cuerpo central (según Mansfield Hastings y Moseley, 1975) es la segunda
pirámide de adobe más grande del mundo, después de la de Sechín Alto en Casma.

Durante la colonia, una “Compañía de buscadores de Tesoros” en su codicia por obtener oro lo más pronto posible,
desvió el curso del río Moche para que erosionara la estructura de adobe y así acceder fácilmente a su interior. Los
españoles no encontraron oro, pero sí ocasionaron un grave daño al monumento. Como puede verse en la fotografía
satelital, el lado sur y oeste ha desparecido por la irrigación del valle. Sin embargo, gracias a esto es posible determinar
el método constructivo de los antiguos mochicas.
Ver ubicación en Google Maps

El arquitecto Carlos Williams en su indispensable “Arquitectura y Urbanismo en el Antiguo Perú” anota:


“Mansfield Hastings y Moseley (1975) han estimado que en la construcción se utilizaron 143 millones de adobes. Los
adobes son todos paralelepípedos aplanados, de una dimensión que varía entre 40 x 27 x 16 a 23 x 17 x 12 cm. Se
utilizó barro de varias canteras y se ejecuataron a molde de 4 lados. Los moldes fueron de caña que ha dejado sus
improntas en el barro húmedo. Una característica notable […] es que tales adobes llevan marcas que identifican a sus
constructores. Las marcas fueron hechas con los dedos sobre barro húmedo y consisten en puntos y rayas. Las mismas
aparecen en adobes de la Huaca de la Luna, pudiéndose afirmar su contemporaneidad en algunos momentos de su
historia[…].

La planificación general y la organización del trabajo sugieren, contrariamente, un seguro dominio de la forma y un alto
nivel de organización.

Estos métodos de ejecución de obras con el concurso de comunidades asociadas son un rasgo fundamental en la historia
cultural andina. Su presencia en Moche confirma su continuidad en el tiempo y en el espacio de los Andes Centrales”.

Las fotos de los adobes corresponden a la Huaca de la Luna

HUACA DE LA LUNA

El templo principal de la cultura Mochica fue la Huaca de la Luna, separada 500 m de la Huaca del Sol. Sus
dimensiones abarcaban un área de 290 x 210 m, orientada de norte a sur.
En realidad se trata de una serie de construcciones superpuestas correspondientes a diferentes épocas, incluso siglos
de diferencia. Como nos comentara la guía, no necesariamente se trataba de restauraciones, sino que implicaba el
surgimiento de nuevas dinastías, que construían una pirámide sobre la anterior.

La Huaca se compone de una gran plataforma construida de abobe sólido, ubicada en la esquina suroeste del
monumento. La segunda plataforma se halla en la esquina sureste y la tercera en la esquina noreste. Estas
plataformas se conectaban a través de cuatro plazas que se emplazaban a distintas alturas. La plaza más grande (180
x 100 m) y acceso al conjunto se ubica al norte (esta es en realidad una característica común a las construcciones
mochicas). La segunda plaza se encuentra frente a la primera, pero 3.5 m más arriba. La tercera y cuarta plazas eran
más pequeñas y se encuentran en la parte superior del conjunto.

La plaza principal era decorada con motivos de guerreros, y aquí se llevaban a cabo sacrificios humanos.
En contraste con el sobrio minimalismo de los incas, las construcciones mochicas estaban te decoradas con murales
policromáticos que alternan tonos rojos, amarillos, azules, blancos y negros en la representación de motivos guerreros
y religiosos. Particularmente notable es la figura del Dios Degollador o Ai apaec.
Continúa Carlos Williams:

"Tales pinturas no eran solamente decorativas, aunque cumplieron un rol vivaz al incorporar el color y el ritmo a los finos
enlucidos de barro de los muros de los recintos principales. Tuvieron significado. Fueron jeroglíficos. Parte de una
semántica ahora olvidada."

Las composiciones murales mantienes características comunes a otras culturas en el arte peruano: patrones
geométricos, simetría, figuras antropomórficas, colores planos.

"Las bellas y sugerentes obras murales vinculadas a moche fueron realizadas sobre fondo blanco aliado y pintado de
blanco. Se trazó una incisión leve, con trazo seguro, que después fue pintada de negro. Las superficies así delineadas
fueron pintadas con rojo, rosado, amarillo, azul, marrón, en colores planos, sin degradé."
***

Imagino pues la potencia de este paisaje artificial creado en un medio inhóspito, presidido por la forma cónica del Cerro
Blanco y secundada por las imponentes moles de adobe. Los habitantes de la ciudad debieron haberse sentido
sobrecogido por la imponente presencia de estos gigantes monumentos entonces polícromos, y danzas y rituales
debieron haber poblado sus plazas, además de numerosos sacrificios humanos a fin de aplacar la ira de los dioses,
siempre sedientos de sangre.

Estas enormes pirámides debieron también haber impresionado sobremanera a los incas a su paso por estos territorios
durante la conquista del norte. A pesar de haber estado abandonadas ya por 500 años en ese entonces los incas no
pudieron dejar de asignarles un significado sagrado y llamarlas "huacas".

Al final, encontré esta visita sumamente interesante y, gracias a los recientes descubrimientos arqueológicos, pude ver
mucho más de lo que había visto en oportunidades anteriores. Con los fascinantes planes de excavación y las muchas
cosas por descubrir, así como la implementación del museo de sitio en construcción, la antigua capital Moche promete
mostrar muchos más de sus tesoros ocultos en un futuro cercano.

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