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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN LUIS

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS


CARRERA DELICENCIATURA Y PROFESORADO EN EDUCACIÓN INICIAL
CATEDRA DE PSICOLOGIA DEL DESARROLLO

GÉNESIS DE LAS RELACIONES OBJETALES


HASTA LA CONSTITUCIÓN DEL OBJETO LIBIDINAL.
Documento elaborado por:
Lic. LUISA A. GONZALEZ PENA

Sabemos por experiencia que


“el amor nos nutre, nos constituye, nos humaniza”.

Freud al conceptualizar lo que denominan series complementarias establece


un criterio referido a la causalidad tanto de la patología como del desarrollo en
salud. Propone tres series de causas que no actúan independientemente y que lo
que interviene es una resultante de su interacción. La primer serie son los factores
hereditarios y congénitos, la segunda está constituidas por las experiencias
infantiles y la tercera, los factores desencadenantes o actuales. Las dos primeras
constituyen la disposición del sujeto.
Los factores hereditarios y congénitos representan el conjunto y límite de
nuestras potencialidades, son las capacidades contenidas en la matriz hereditaria
que se van a desplegar a partir de la interacción con los otros factores de las series
complementarias. En este sentido es importante prestar especial atención a la
segunda serie que está constituida por las experiencias infantiles, que adquieren
particular importancia por que ocurren en una época de estructuración del
psiquismo y de formación de la personalidad.
Estas experiencias infantiles se van a dar en un determinado medio
ambiente que puede ofrecer al bebé los estímulos adecuados para que aproveche al
máximo sus dotes innatas, así como puede también dificultar su desarrollo.
La importancia de este tema ha servido de fundamento para algunas líneas
dentro de la teoría psicoanalítica, que han priorizado una relación particular que el
niño establece en el medio que le toca vivir. Estas líneas teóricas se refieren al niño
en el vínculo con la madre y a las estructuras intrapsíquicas que se derivan de la
internalización de ese vínculo. Son las llamadas teorías de las relaciones objetales.
El niño inicia su vida como parte del cuerpo de la madre y por mucho tiempo
ella lo trata como si fuera su prolongación corporal. No hay clara diferenciación
entre psique y soma, impulso y objeto, entre mundo interno y mundo externo, entre
yo y no yo.
La particular relación que se establece entre
madre e hijo, genera un vínculo importante y constitutivo
del niño, por ello estas teorías coinciden en considerar que
el carácter de esta primera relación define las pautas de
desarrollo y tiñe los vínculos posteriores. De esta forma
una relación armónica facilita el despliegue progresivo de
una personalidad sana, en tanto que una relación
perturbada interfiere en este proceso y genera diversas
patologías.
Lagache define la relación objetal como “una
tendencia o un comportamiento dirigido a un objeto, por oposición a un
comportamiento o tendencia dirigida a la propia personalidad”.
La teoría de las relaciones objetales plantea la existencia de una necesidad
primaria de objetos, que no puede reducirse a la búsqueda del placer.
Cuando hablamos de objeto en la teoría de las relaciones objetales nos
estamos refiriendo siempre a un “objeto humano”, es decir, a una persona, una

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parte de una persona, o una imagen más o menos distorsionada de éstas. Aquí el
objeto deja de ser impersonal y reemplazable, para volverse intensamente personal.
No es el objeto de una pulsión, un mero requisito para la obtención del placer, sino
un objeto de amor o de odio, que el yo busca para encontrar respuesta a su
necesidad de relación. Y, una vez encontrado, estos sentimientos quedan tan
ligados a ese objeto específico, que sólo a través de un duro y difícil trabajo de duelo
podrá abandonarlo y volver a colocarse en las condiciones que permitirían una
nueva elección.
Definamos término a término el concepto “relación de objeto”:

Relación: significa que se trata de una interrelación pues hace referencia a la forma
en que el sujeto constituye los objetos así como a la forma en que los objetos
modelan la actividad del sujeto.

De: señala la interrelación, pues el objeto no preexiste a la relación con el sujeto ni


éste está constituido cuando se inicia la relación.

Objeto: debe entenderse en el sentido específico que tienen para el psicoanálisis


expresiones como “elección de objeto” y “amor de objeto”. Como ya se dijo hace
referencia al otro humano, persona.

Una forma de definir la teoría de las relaciones objetales es afirmar que ésta
pretende dar cuenta de cómo la experiencia de la relación con los objetos genera
organizaciones internas perdurables de la mente. Existe, desde luego, una
interacción entre la internalización de las experiencias de relación, por una parte, y
la actualización de las estructuras relacionales internalizadas, encarnándose en
nuevas relaciones, que a su vez serán internalizadas. Por ejemplo la modalidad de
relación originaria del niño con su madre se actualizará y
resignificará en el encuentro con la maestra, cuando este
niño ingrese al jardín de infantes. La maestra será un
nuevo objeto de relación que movilizará históricas formas
de vincularse como estimulará nuevas modalidades y
emociones en el vínculo actual.
Como puede apreciarse, esta teoría permitiría
integrar, en forma armoniosa, los elementos “internos” y
“externos” de la experiencia humana, ya que investiga y
conceptualiza la influencia de las relaciones interpersonales
“externas” sobre la organización de las estructuras
mentales “internas”, así como la forma en que estas últimas determinan las nuevas
relaciones interpersonales que se establecen posteriormente.
La teoría de las relaciones objetales, se vincula con distintas posturas
conceptuales dentro de la teoría psicoanalítica. La primera de ellas enfatiza la
determinación pulsional de la experiencia de la relación con el objeto y concentra su
atención en el objeto interno y su efecto determinante sobre la vida posterior del
sujeto. Hace predominar el mundo interno del sujeto sobre la significación del
mundo externo. Esta línea fue especialmente desarrollada por Melanie Klein y sus
discípulos.
La segunda postura teórica enfatiza el efecto estructurante que la relación real
con el objeto y con el entorno cultural tiene sobre el psiquismo. En esta línea
podemos ubicar autores como René Spitz, Margaret Mahler y D.W. Winnicott.
Todas estas teorías, independientemente de su concepción teórica, estudían la
constitución de las relaciones objetales desde el momento mismo del nacimiento

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Este documento se va a referir a la segunda línea teórica, desarrollando


especialmente la teoría de René Spitz y ofreciendo algunos conceptos generales de
Mahler y Winnicott. Finaliza destacando aquellos conceptos particularmente útiles
de todas las teorías para el desempeño profesional en el Jardín de Infantes.

TEORÍA DE RENÉ SPITZ

Spitz se interesa y estudia las relaciones recíprocas entre madre e hijo, a


través de observaciones directas y experimentos con niños, que le permiten
postular sus ideas acerca de los comienzos, desarrollo, etapas y ciertas anomalías
de las relaciones de objeto.
Considera que la mayor parte del primer año de vida el bebé se esfuerza por
sobrevivir, formando y elaborando dispositivos de adaptación que le permitan lograr
esta meta. El lactante está desamparado, es incapaz de sobrevivir por sus propios
medios. Necesita a la madre que le proporciona todo aquello de lo que él carece. De
esto surge una situación complementaria que el autor denomina díada. En la
medida en que las potencialidades propias del infante se desarrollan en el
transcurso del primer año de vida, se irá haciendo independiente del medio que lo
rodea.
El intenta demostrar que el crecimiento y desarrollo psicológico, dependerá del
establecimiento y despliegue progresivo de las relaciones de objeto cada vez más
significativas.
Spitz se afirma en Freud y rechaza toda hipótesis sobre la presencia de
procesos intrapsíquicos en el niño desde el nacimiento. Basado en sus experiencias
considera que no existe pensamiento en el momento de nacer. Tampoco existen ni
la percepción ni la voluntad. El bebé es un organismo psicológicamente
indiferenciado. Las funciones, las estructuras y hasta los impulsos instintivos se
irán diferenciando progresivamente a través de la maduración y el desarrollo.
Maduración es el desarrollo filogenéticamente establecido por la especie y
desarrollo se refiere a la emergencia de formas de funcionamiento y de conductas
resultantes de la interacción del organismo y el medio interno y externo.
Siguiendo a Freud, no admite un yo al nacer, ni un superyó ni un complejo de
Edipo tempranos. Tampoco acepta la existencia de simbolismos ni, por lo tanto,
ninguna interpretación simbólica, en esta primera infancia. Los símbolos los
considera unidos al lenguaje.
Spitz mantiene en un principio la idea de que la libido es el material primitivo,
la fuerza heredada que se necesita y utiliza en el curso de la evolución, pero como
venimos señalando le adjudica un papel decisivo en el desarrollo a los primeros
contactos humanos, especialmente la relación del niño con la madre.
Para explicar los momentos críticos que existen en el proceso de evolución
psicológica del infante, a partir de los cuales se inician nuevas fases y cambia la
dirección del desarrollo, recurre a la embriología. De esta ciencia toma el término de
organizador, que denomina a ciertas estructuras que se desarrollan en un
determinado punto donde se juntan diversas líneas de desarrollo. Es la instancia
que gobierna las fuerzas operantes en el desarrollo embrionario, ordenándolas
según un eje evolutivo particular. Induce la diferenciación de los tejidos
dependientes de él. A su vez, un primer organizador facilita, por inducción sucesiva,
las condiciones apropiadas para la emergencia de un segundo organizador, en un
tejido que tiene la potencialidad para ello. Tal, por otra parte, el concepto de
"desarrollo dependiente".
Spitz supone que en el desarrollo psíquico existen organizadores equivalentes, es
decir, estructuras de funcionamiento psíquico que resultan directrices en la
integración incipiente, y que él denomina organizadores de la psique. Durante los

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períodos críticos las corrientes del desarrollo que operan en los diferentes sectores
de la personalidad se integran unas con otras, formando una nueva estructura
psíquica sobre un nivel de complejidad más elevado. Lo que llama organizador es el
resultado de la integración completa.
Estos también se encuentran vinculados según una secuencia de desarrollo
dependiente. E1 aporte fundamental de este investigador consistió en definir cuáles
son estos organizadores, cómo se los puede detectar en la observación, y qué
consecuencias tiene su aparición en el desarrollo de los siguientes.
Postula que la relación bipersonal entre madre e hijo se desarrolla en tres etapas,
que se diferencian por la manera narcisista u objetal de ligarse la libido a los
objetos y que por lo tanto se distinguen una de otra por las diferentes
características que adquieren en el niño la imagen de la madre.

1) Estadio preobjetal (primeros 3 meses aproximadamente)


Coincide con el estadio del narcisismo primario, postulado por Freud. Es una etapa
de indiferenciación ya que la percepción, la actividad, las funciones del recién
nacido no están suficientemente organizadas, salvo aquellas zonas que son
indispensables para la supervivencia (respiración, metabolismo, absorción nutricia,
etc.). El recién nacido no puede distinguir algo externo de su
propio cuerpo, no experimenta el medio circundante como
separado de él y percibe el pecho como parte de él mismo.
Todavía no se puede hablar de relación objetal, por esta falta de
diferenciación, por lo tanto este período carece de objeto
El bebé neonato está protegido por una barrera contra los
estímulos, un umbral de percepción que excluye al mundo
exterior. En la percepción predominan los sistemas
interoceptivos y propioceptivos y las respuestas se producen
según la percepción de las necesidades comunicadas por estos sistemas. Así,
cuando se siente urgido por una necesidad, por ej. hambre o sed, establece vínculos
con el mundo. Este se desaparece cuando su necesidad se satisface.
Spitz considera que pueden observarse respuestas de desagrado desde el
nacimiento, pero que el estado contrario no es el de placer sino de sosiego.
Al final de la primera semana de vida, el niño comienza a responder a señales lo
que evidencia situaciones ligadas a la conciencia de un contenido agradable, Por ej.
Si la madre saca al bebé de su cuna y lo pone en sus brazos en posición de mamar,
el niño se vuelve hacia el pecho de la madre. Pero, como vemos, aún la percepción
del mundo exterior se produce en función de una necesidad interna.
Por ello, al principio la madre tiene significación en la medida que sirve a la
satisfacción de la necesidad del bebé. Durante estos tres primeros meses el objeto
no tiene ninguna existencia independiente. El hecho de que el lactante reaccione
ante el ser humano ya en la fase narcisista es por que éste forma parte de la
experiencia de amamantamiento o sea de la satisfacción de una necesidad interna.
En este momento el ser humano no es percibido como tal, sino como una señal, que
anuncia, a través de la organización cenestésica de la percepción, la satisfacción de
la necesidad.
El autor destaca que al final del segundo mes aparece una reacción en el niño que
llama la atención. Si el niño llora por que necesita ser higienizado y se le acerca una
persona adulta este se calma. Se observa entonces que el ser humano adquiere una
posición única entre las cosas que lo rodean y el niño desde este momento percibe
visualmente la aproximación del ser humano. De todas maneras la respuesta al
estímulo externo sigue íntimamente ligada a la percepción de una necesidad
interna.

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2) Estadio del objeto precursor (3º al 6º mes


aproximadamente).
En el segundo mes y principios del tercero, se observa que
el niño sigue la cara humana aunque no tenga ninguna
necesidad. La cara se establece como la primera señal en la
memoria del niño por que todos los estímulos que ha recibido
en forma de cuidados cariñosos se presentaron acompañados
de la cara de la madre.
En el curso del tercer mes se observa la aparición de una
conducta afectiva específica que para Spitz resulta el indicador
de que se ha establecido el primer organizador de la psique, dando lugar a un
nuevo estadio. Esa conducta es la respuesta de sonrisa al rostro humano de frente
y en movimiento, en donde se ven los ojos, la nariz y la boca. La misma conducta se
obtiene presentando una careta con esa configuración. Este último hecho indica
que el bebé no reconoce aún el rostro humano como objeto, sino más bien como
una gestalt (forma)-señal privilegiada dentro del mundo caótico de las percepciones
primarias. Esta gestalt-señal constituye un precursor del reconocimiento del objeto,
y por ello el estadio que ahora se inicia es definido como del objeto precursor. Este
estadio se extenderá hasta los seis u ocho meses de vida.
Esta conducta específica es el resultado de la maduración somática y del
desarrollo psíquico que han progresado y se han activado con ayuda de
percepciones pasadas y guardadas en la memoria.
La sonrisa es la primera manifestación activa, dirigida e intencionada, el
primer movimiento de pasaje de la pasividad a la actividad.
De lo dicho se puede deducir por que la sonrisa evidencia el establecimiento
del primer organizador, ya que se han integrado diversos sectores de la
personalidad y han dado lugar a una nueva y más compleja estructura psíquica.
El hecho de que esta gestalt señal a la que se responde con la sonrisa, haya
sido elaborada en el vínculo con la madre le da una calidad especial. La sonrisa es
una respuesta social de placer. Madre e hijo se comunican por la sonrisa, ya que la
madre tiende a repetir las actitudes que la provocan.
A partir de la percepción afectiva, derivada de los cuidados cariñosos de la
madre, tiene lugar una lenta transformación hacia la percepción diacrítica.
Para resumir, las consecuencias que Spitz atribuye al establecimiento de éste
primer organizador son:
- pasaje del predominio interoceptivo al exteroceptivo,
- incipiente prueba de realidad,
- huellas mnémicas elementales,
- direccionalidad de la conducta hacia un objeto (precursor),
- precoz división consciente-inconsciente,
- incipiente diferenciación de Yo-Ello, con el establecimiento de un yo
rudimentario como organización rectora central
- posibilidad de demora de la descarga pulsional,
- dirección sistemática de los impulsos, coordinación e interdependencia de
los mismos,
- experiencia y acción más diferenciadas y
significativas.

3. Estadio del objeto propiamente dicho ( 8ª mes en


adelante)
Entre el sexto y octavo mes la percepción del niño se
hace diacrítica: no sonríe ya a cualquier cara, sino sólo a la

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conocida. Se manifiesta una nueva conducta emocional, que nuestro autor


denominó angustia de los ocho meses. La misma señala el establecimiento de un
segundo organizador de la psique.
La nueva característica del funcionamiento psíquico es consecuencia de que el
niño ya distingue a la madre de los demás rostros humanos, y lo demuestra con su
rechazo ante la aparición de un extraño. Tal rechazo se expresa por medio de
conductas como el llanto, el mirar hacia otro lado, o el cubrirse la cara. Que este
comportamiento no se debe al temor a los desconocidos se comprueba fácilmente
porque la misma experiencia produce interés si el desconocido aparece estando el
niño junto a su madre. Además no es posible suponer un temor a lo desconocido,
pues para el bebé lo desconocido es ese mundo al que está inclinado por una
imperiosa necesidad evolutiva de exploración y control. Haber llamado esta reacción
con el término angustia se debe a que se la interpretó como una consecuencia de la
frustración provocada por no ser la madre esperada la figura que se presenta.
Esta angustia se produce ya que con la individualización de la madre aparece
la percepción que tanto los deseos amorosos como los
agresivos, van dirigidos a una misma persona. Antes el
objeto bueno que daba el pecho y el que lo frustraba eran
objetos diferentes. Ahora al identificar a la madre, se
fusionan y es una misma persona a la que ama y odia. La
ausencia de la madre provoca angustia por el miedo de que
la agresión dirigida hacia ella la haya dañado. Esta es la
primera angustia verdadera.
Esta angustia es el segundo organizador por que el yo
alcanza tal madurez que se puede analizar en las siguientes
funciones:
- La percepción alcanza tal desarrollo que el objeto de amor se distingue
visualmente de los demás objetos.
- La motricidad es controlada por el yo y le permite una actividad
intencional. El niño se vuelve capaz de tomar el objeto que desea entre
otros. Maneja el espacio más allá de su cuna.
- La memoria es lo suficientemente estable y abundante como para ejercer la
actividad intelectual del juicio: distinguir una persona extraña de la madre,
distinguir el juguete preferido, etc.
- El principio del placer gradualmente retrocede frente al principio de
realidad que cada vez interviene con mayor frecuencia y eficacia en la
conformidad a órdenes y prohibiciones así como en el temor a perder el
amor del objeto.
- Se puede hablar de un Yo propiamente dicho, cuya función sintetizadora
conduce a una primera fusión pulsional e integración del objeto en la
persona única de la madre.
- el niño comprende y responde a los gestos sociales,
- comprende las relaciones entre las cosas, que se transforman así en
"instrumentos",
- aparecen nuevos matices en la expresión afectiva, de manera que la misma
se sitúa lejos de la primitiva polaridad aceptación-rechazo del estímulo.
Con todo esto, Spitz considera que al finalizar el primer año se ha contraído
relaciones objetales estables. El primer amor del niño por su madre está dirigido
hacia la satisfacción material, pero la relación objetal verdadera se da en el
momento en que el deseo de aprobación es más fuerte que la necesidad de
satisfacción de necesidades materiales.

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Comienzos de la comunicación humana

Con el segundo organizador se inicia la comprensión progresiva de las órdenes


y prohibiciones y lo primeros indicios de identificación.
A partir del primer año pasa a primer plano la locomoción como un progreso
madurativo que implicar peligros para el niño y dificultades para su medio. La
intervención de la madre se hace más imperativa. Se transforman de manera
radical los intercambios entre hijo y madre. Esta se ve forzada a frenar las
iniciativas del niño, en un período en que la actividad infantil va en aumento.
Los intercambios entonces, se centran entorno a los arrebatos del niño y las
órdenes y prohibiciones de la madre, cuya palabra y gesto
predominante es el “NO”. El niño comprende lo que la madre
prohíbe a través de un proceso de identificación. Por ende,
llegado el momento este imitará el gesto negativo con la cabeza
y luego emitirá la palabra NO. Imita el gesto, pero luego
selecciona las situaciones en que lo va usar cuando ya puede
decir la palabra NO. El mecanismo que está en el fundamento
es la identificación con el agresor.
El dominio del NO es un logro de consecuencias
trascendentales para el desarrollo mental y emocional del niño, pues presupone
haber adquirido la capacidad de juicio y negación. Representa el primer concepto
abstracto, no es sólo una señal sino un signo de la actitud del niño.
Con la adquisición del gesto de la negación la acción es reemplazada por
mensajes y se inicia la comunicación a distancia. Es el intercambio recíproco de
mensajes, intencionados, dirigidos, que con la consecución de los símbolos
semánticos, se convierte en el origen de la comunicación verbal y de las relaciones
sociales. Por eso Spitz lo considera el tercer organizador de la psique.

CONCEPTOS GENERALES SOBRE M. MAHLER Y D.W. WINNICOTT

Margaret Mahler elabora su teoría a partir del estudio de niños psicóticos y de


sus madres completado luego con un estudio paralelo de niños normales.
Ella postula que “El nacimiento biológico del infante
humano y el nacimiento psicológico no coinciden en el tiempo.
El primero es una acontecimiento espectacular observable y
bien circunscripto; el último es un proceso intrapsíquico de
lento desarrollo”.
Este proceso por el cual se produce el nacimiento
psicológico del individuo, es denominado por ella proceso de
separación-individuación.
Se manifiesta a lo largo de todo el ciclo vital; pero los
principales logros psicológicos ocurren en el período que va del
4º o 5º mes a los 36 meses.
Separación e individuación se consideran dos desarrollos complementarios.
La separación consiste en la emergencia del niño de una fusión simbiótica con la
madre y la individuación consiste en los logros por parte del niño de sus propias
características individuales.
En su trabajo Mahler muestra el desarrollo de la relación objetal partir del
narcisismo en paralelo con la historia vital temprana del yo, ubicada en el contexto
del desarrollo de la libido
Desde el comienzo el niño se moldea y despliega en la matriz de la unidad dual
madre-infante.

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Cualesquiera que sean las adaptaciones al niño que la madre pueda realizar,
podemos asegurar que la capacidad adaptativa del niño, y su necesidad de
adaptación (para lograr satisfacción), son mucho mayores que las de aquella, cuya
personalidad está firme y a menudo rígidamente constituida, con todas sus pautas
de carácter y de defensa.
La necesidad que el infante tiene de su madre es absoluta; la necesidad que
la madre tiene del infante, es relativa. El bebé se configura en armonía y
contrapunto con las maneras y estilo de la madre, sea que ésta proporcione por su
parte un objeto sano o patológico para tal adaptación.
El logro cognitivo afectivo de una conciencia de separación como
prerrequisito de la verdadera relación objetal, el papel de los aparatos del yo
(memoria, percepción, etc.) y de funciones más
complejas del yo para que se logre esa conciencia,
ocupan una posición central en su investigación
Mahler establece así, una serie de fases, por las
que el bebé deberá pasar indefectiblemente, para
garantizarse una sana construcción de su aparato
psíquico. Estas son:
1. Fase autística normal (desde el nacimiento
al 2º mes)
2. Fase simbiótica (desde el 2º mes hasta el 5º mes aproximadamente)
3. Fase o período de separación individuación (desde el 5º mes hasta los
36 meses). Este período a su vez se divide en cuatro subfases:
- Diferenciación (5º al 10º mes)
- Ejercitación locomotriz (10º a 15º mes)
- Acercamiento (16º/18º a 24º mes)
- Consolidación de la individualidad y los comienzos de la
constancia objetal (24º a 36º mes)
Un punto a destacar es la importancia que la autora otorga a la fase
simbiótica, pues a través de ella se forma la imagen interna de la madre.
Por eso el desarrollo posterior depende de la calidad de esta relación.
Una ligazón firme es paradójicamente, la condición que facilita el
desprendimiento que debe realizarse luego. La madre, mediante un trato
afectivo y confiable, proporciona los medios para la diferenciación y
prepara el terreno para que el niño se vaya separando y se produzca su
nacimiento psicológico.
D. Winnicott, médico pediatra y psicólogo inglés, estudió psicoanálisis,
trabajó con bebés y sus madres e investigó sobre las consecuencias de la
“deprivación afectiva”. Se destacan de sus investigaciones, su concepción sobre el
proceso de maduración del bebé y la importancia de la tarea de la madre en éste,
dando cuenta de un espacio intermedio entre los mundos interno y externo, así
como una nueva mirada sobre la estructuración psíquica que incluye la
comprensión de los fenómenos culturales.
Para Winnicott, el desarrollo del primer año de vida del niño es de vital
importancia en la estructuración del psiquismo infantil.
Postula la existencia de un yo primitivo temprano simultáneo con el ello,
cuyo funcionamiento es indispensable para la existencia del bebé. Pero como este
yo primitivo es deficiente, su fuerza depende de la madre y de su capacidad para
compensar la debilidad yoica del niño.
El afirma que el bebé no puede adaptarse solo al entorno; necesita de un
“ambiente facilitador” producido por la madre, con lo cual privilegia el rol de la
madre en la constitución psíquica del niño.

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Así mismo, propone al padre como sostén y


protector de la diada madre-bebé y proveedor de un
espacio para que ella pueda desarrollar su tarea.
Dice Winnicott: “El bebé existe siempre con alguien
más; una mamá que lo corporaliza, lo construye, lo
invita amorosamente a vivir, la que cumple la “función
materna”, que debe ser lo suficientemente buena para
garantizar su salud física y psíquica”.
El bebé no reconoce límites entre él y su madre. El
desarrollo parte de este período fusional, como un
proceso de diferenciación progresiva en el que se
distinguen tres etapas:
1. Integración: Parte de la premisa que existe un período inicial no integrado de
psique y soma y que el desarrollo conduce a la integración . Esta se realiza con
la ayuda de funciones motoras y sensoriales. Estas funciones junto con la
existencia rudimentaria de una imaginación elaborativa de las funciones
corporales puras, llevan a establecer la sensación de existir. La vida del bebé
depende de la unión estrecha con la madre. Si los cuidados maternos fallan, el
niño será invadido por una angustia catastrófica, de aniquilación. Con la
adecuada dedicación materna el niño se va diferenciando poco a poco de la
madre y logra su...
2. Personificación: su existencia psicosomática individual. Empieza a percibir la
piel como algo que lo limita, que lo separa de la madre, estableciéndose la
diferencia yo –no yo. Se da cuenta que tiene un interior y un exterior y construye
su esquema corporal. Su psiquismo se instala en su cuerpo. se inicia la
simbolización. Todo esto capacita al niño para percibir la realidad, adquirir
nociones de tiempo y espacio lo que introduce el período siguiente que es la ...
3. Realización: que implica la capacidad de relaciones con los objetos. El objeto que
fue percibido subjetivamente se reconoce ya en forma objetiva. Deja de estar
fusionado con la madre y se relaciona con ella como persona separada; entra
también el padre que ahora cumple un papel activo en la vida del niño.
El autor no establece limites muy precisos para estas etapas. Sólo señala un
tiempo exacto y es a la capacidad de hacer caer un objeto intencionalmente al
suelo, lo cual es considerado un cambio importante: el logro de la integración y el
comienzo de la personificación alrededor de los seis meses, la cual se extiende hasta
los tres años.
Subdivide este período según el grado de independencia logrado por el niño
desde la dependencia absoluta del período simbiótico –a través de una dependencia
relativa- hasta la independencia.
Winnicott da mucha importancia a las fallas ambientales en la producción o
condicionamiento de trastornos posteriores.
Coherente con su postura a cada período del desarrollo del bebé le
corresponde un período para la función materna, que describe con la conducta
adecuada para cada etapa. Estos son:
1. El holding o sostener: es el sostén corporal que no se agota con el cuerpo
global, sino que se continúa en la mirada, en la palabra. Abarca todas las
funciones del primer período como satisfacer necesidades, transmitir apoyo,
confianza y amor. La percepción de la madre se basa en la empatía.
2. El handling o manipulación es la particular manera que tiene la madre de
moverlo, depositarlo y trasladarlo en el espacio. Incluye la actitud protectora y
proveedora que responde a las nuevas señales del niño. No se adivinan las
necesidades se las comprende (esto no es privativo de la edad del lactante, sino
que transcurre en cada momento evolutivo desde los 45 días a los 3 años). La

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percepción de la madre se basa en la captación.


3. La presentación de objetos y convivir: presentación de la realidad incluye todo
aquello que está inscripto en la presentación del mundo: desde el plato de
comida sólida y la cuchara, hasta las rutinas de lo que es diurno y lo que es
nocturno, de lo que es familia y lo que no lo es. También el padre se introduce
a través de la madre. Si la madre le presentó lo que el niño necesita, este
adquiere confianza en los objetos de su mundo real. La percepción de la madre
se basa en la facilitación.
Los tres períodos de la función materna exigen de la intuición

CONCEPTOS A TENER EN CUENTA PARA EL DESARROLLO PROFESIONAL


EN LA EDUCACION INICIAL.

A manera de conclusión es importante señalar algunos puntos que se


consideran oportunos para que un futuro profesional de la educación inicial
recuerde en el momento de tener bajo su responsabilidad un grupo de niños
pequeños, que de acuerdo a la Ley de educación actual pueden ser de 45 días en
adelante.
1. La importancia que estos autores dan al vínculo afectivo con el otro, para el
desarrollo y educación de los niños. Spitz llega a preguntarse si una “muñeca
mecánica” podría educar a nuestros niños. Responde que no, que nada que
no sea una relación recíproca puede hacerlo. Esta relación implica que
cuando un niño expresa una necesidad lo hace con un afecto concomitante y
obtiene de la madre una respuesta también cargada de afecto, y esto favorece
el entendimiento mutuo.
2. El clima emocional que se genere en la relación objetal debe ser tal que
favorezca el desarrollo del niño. En la infancia los afectos son de una
importancia muchísimo mayo que en otras épocas de la vida. Spitz agrega que
los afectos de la madre serán orientadores de los afectos del infante, según
como reaccionen frente a las distintas actitudes del bebé.
3. También es importante el concepto de Spitz, que la relación de objeto implica
la madre con su individualidad estructurada y madura; y el hijo que debe
desplegar, desarrollar y establecer progresivamente su individualidad. Ambos
además se encuentran en un medio particular. Esto puede vale para describir
la relación maestro – alumno.
4. En Mahler es importante tomar el tema de la separación e individuación,
tenerla en cuenta para facilitar y contribuir al desarrollo del niño, en el
momento que se separa de su familia para ingresar al jardín maternal o al
jardín de infantes.
Sus aportes nos alertan sobre los riesgos de sobreestimular y apurar el
desarrollo cognitivo de los niños, ya que es imprescindible que el desarrollo
emocional acompañe y vaya de la mano de todo otro desarrollo. Por ejemplo:
apurar el temprano logro de la locomoción, con los despliegues físicos que son
inherentes a ella, no va a poder ser disfrutado emocionalmente, si el niño aún
no ha elaborado la angustia de separación. Esto se ve claramente en las
familias e instituciones con modelos muy rígidos, que exigen una
sobreadaptación al bebé.
5. De Winnicott es importante rescatar las conductas relativas a la función
materna que se corresponden a los distintos momentos del desarrollo del
niño. Estas funciones pueden ser cumplidas por otros adultos que sean
responsables de los niños, particularmente aquellos que se inserten en un
jardín maternal. Sostener, manipular y presentar objetos y convivir, pueden

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN LUIS
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
CARRERA DELICENCIATURA Y PROFESORADO EN EDUCACIÓN INICIAL
CATEDRA DE PSICOLOGIA DEL DESARROLLO

ser fundamentales teniendo en cuenta la necesidad del niño de apoyarse en


los adultos significativos para él.

Bibliografía:
MAHLER, M. “El nacimiento psicológico del infante humano”. Ed. Marymar.
SPITZ, R. “El primer año de vida”. Ed. Fondo de Cultura Económica.
WINNICOTT, D. “El proceso de maduración en el niño”. Ed. LAIA
LEDOUX, M.H. “Concepciones psicoanalíticas de la psicosis infantil”. Ed. Paidós,
1987.
SCIPIONI, A.M. “Las relaciones objetales según Spitz”. Documento de cátedra.
SCIPIONI, A.M. “Teorías psicoanalíticas del desarrollo que se basan en la relación
objetal”. Documento de cátedra.
TUBERT-OKLANDER, J. “Proceso psicoanalítico y relaciones objetales”. Documento publicado en
Internet.

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