Sunteți pe pagina 1din 9

 

Modelo del comentario

A continuación reproducimos un modelo de comentario lingüístico completo, extraído


del libro El comentario lingüístico. Metodología y práctica de Francisco Marcos Marín,
posiblemente el ejemplo más acabado de cuantos pueden encontrarse en la bibliografía
española actual y ajuntado a las pautas teóricas expuestas en las páginas anteriores.

Comentaremos un texto en el que se reflejan particularidades de la lengua hablada


contemporánea, y en el que, además, se juega con la realidad del mundo de ficción: la
estructura del universo es distinta de aquella que tenemos por cierta. He aquí el texto:

—¿El gobierno? —dijo la mujer—. Me río yo del gobierno.


—Reírse no, mujer, pero dígame usted qué es el gobierno. Este gobierno o el que usted
se sirva mandar. Pues, mire, el gobierno ni más ni menos que son unos señorones que todo
se lo echan ρ'al saco. Y ahí te las den todas si has luchado y te has matado trabajando por
la patria. Que al final la patria son ellos, u otros como ellos, vamos, parecido, da lo
mismo; y ganen o pierdan el que siempre pierde eres tú. Fíjese: yo luché con la República
y ganamos la guerra, pero, mientras tanto, las tropas se me comieron hasta dos muías que
había dejado en casa con mi señora. Llegaron y se lo comieron todo: el trigo, las gallinas,
los ajos, todo. Y eso poniéndote a la República y al gobierno legal por delante. Y mi chico,
que estaba estudiando en Valladolid, tuvo que irse con los falangistas y ahora no sabemos
si está muerto o está en el maquis de Girón o fugado en Portugal. ¿Quién ha perdido?
Pues nosotros, a ver. Y vaya usted a contárselo al gobierno, que te van a dar castañas
pilongas y miel con leche. O una patada en cierta parte, si se te sube el gallo.
Para entender el texto es necesario anotar aquí que el usted de la primera línea del
segundo interlocutor se refiere a un tercer interlocutor, el novelista Hemingway.
La situación del texto es clara: una mujer y un hombre hablan con un tercero, hombre
también, acerca de una típica situación de posguerra, referida a España, por los nombres
propios: Valladolid, Girón, Portugal; pero con una variación importante, como es que del
texto se deduce que la República ganó la guerra civil, lo cual es contrario a la realidad de
los hechos; este matiz es, precisamente, el que cambiará el entorno de los personajes y
prestará novedad al texto completo.
Dado que se trata de un texto dialogado, tendremos que mirar si en el diálogo se
introducen formas que correspondan a algún tipo de dialecto geográfico o social, y
registrar las peculiaridades en todos los niveles del análisis, comenzando por el fonológico.

1. Plano fonético-fonológico

Fonemáticamente podemos advertir que la grafía refleja una lengua castellana, sin
variaciones dialectales, con una contracción vulgar, para el > ρ 'al, que corresponde a la
forma vulgar pa de la preposición para, y que puede caracterizar el idiolecto de un
individuo perteneciente a una capa no muy elevada socialmente, o que quiere disimular su
pertenencia a una capa social elevada. Podemos decir, desde este punto de vista, que se
trata de un texto castellano, no dialectal geográficamente, aunque sí con rasgos vulgares
que dan una vaga impresión de localización social no elevada.

1  
 
 

La entonación, como corresponde a un texto dialogado, es mucho más rica. Se inicia con
una interrogación, con elevación final del tono, a la que sigue, en tono más bajo del
normal, un inciso del narrador, para seguir, en tono normal, la última frase de la mujer,
descendente. El parlamento del hombre asciende de tono, con la interrogativa dígame
usted, que tiene un leve descenso tonal ante la pausa del punto, luego siguen varias frases,
casi la totalidad hasta la interrogativa ¿Quién...?, con semianticadencias y semicadencias
alternadas, con rápidas elevaciones de tono tras descensos que pudieran llegar a la
cadencia: el que siempre pierde eres tú. Fíjese. Estas elevaciones compensatorias se
apoyan en el tono agudo de i: Fíjese, y eso, y mi chico, y vaya. La interrogativa parcial
¿Quién ha perdido? supone un nuevo ascenso tonal, seguido de un leve descenso, que,
salvo por la pequeña subida en y vaya, se prolonga hasta la cadencia final.

Esta elevación de tono, que interrumpe tonemas descendentes o suspensiones


dominantes, sin llegar a bruscas anticadencias dentro del párrafo, da con acierto la
impresión de que el hablante domina sus propios sentimientos: expresa una queja, pero no
se subleva; no está satisfecho, pero tampoco quiere —o puede— llegar a la protesta airada.
El texto expresa resignación e impotencia, que dominan la protesta: no hay conformismo,
sino desesperanza.

2. Plano morfológico

La Morfología añade al texto una nota de extremadas concisión y sobriedad, que


caracterizan cumplidamente al hablante: dominan los elementos nucleares sintagmáticos,
es decir, sustantivo y verbo, y faltan casi por completo los adyacentes: adjetivo y adverbio.
Antes de entrar en un análisis más detallado hay que advertir que la Morfología es la
normativa, y que no tiene otra peculiaridad que el uso exhaustivo de vamos por vayamos,
característico de la lengua común, en la que es habitual esta forma de imperativo.

En el sintagma nominal es destacable que los sustantivos empleados no son muchos


(veintitrés distintos en total), con cuatro nombres propios: República, Valladolid, Portugal
y el antropónimo Girón. El primero de ellos procede de un nombre común, señalado
gráficamente con mayúscula y que se convierte en sinónimo del nombre del país (real o
legal), a partir de la distinción de una facción o de otra, es decir, a partir de una metonimia.
También se puede señalar que consideramos falangista como sustantivo, y no como
adjetivo, en el texto, asimilado a los sustantivos en -ista, y como masculino en -a,
formalmente, por tanto. Es uno de los nombres que puede ser sustantivo o adjetivo con la
misma forma, y sin variación genérica. Sobre el género, un contenido neutro expresado en
forma pronominal femenina es te las den todas.

La adjetivación merece una mención especial, precisamente porque falta casi del todo el
adjetivo atributivo, que sólo ofrece dos ejemplos: gobierno legal y castañas pilongas. En
ambos casos la colocación del adjetivo es fija, pues es imposible tanto legal gobierno
como pilongas castañas; no es sólo que se trate de especificaciones adjetivas, en ambos,
sino de adjetivo de relación, en el primer caso, y de fórmula lexicalizada en el segundo.
Esta ausencia de adjetivos señala el carácter de concisa exposición o resumen de los
hechos que hace el hablante, y la sobriedad de su talante. Es algo más amplio, en cambio,
el uso de los adjetivos o participios predicativos, aunque los casos concretos son también

2  
 
 

pocos. Esta construcción permite dar rápidas caracterizaciones de situaciones: está


muerto... esta fugado, y conviene a un texto de las características del presente. Falta
también la expresión del grado del adjetivo, con lo que está totalmente ausente toda
valoración meramente subjetiva, y se refuerza la objetividad del razonamiento.

El uso del pronombre, abundante, sirve para expresar los antagonismos, yo, tú, usted, y
señalar a los personajes, incluso frente al ellos, como objeto de la conversación. La
participación del hablante en la narración se refuerza con complementos de interés como
en se me comieron, intermedio con el simpatético o posesivo: se comieron mis dos mulas.
El realce de las acciones no se busca con amplificaciones expresivas o valoraciones
adjetivas, sino con medios gramaticales mínimos, pero muy concretos, como éste. Esta
búsqueda de concisión se plasma en el empleo del neutro con valor colectivo, que a veces
precisa de una expansión que lo concrete, en una alternativa de concisión y diseminación
aclarativa en la que domina lo primero: se lo comieron todo: el trigo, las gallinas, los ajos,
todo. En cuanto a los pronombres átonos de tercera persona, el uso del texto es correcto y
etimológico, pero tampoco ofrece posibilidades de poder ser de otro modo, por tratarse del
lo neutro objeto directo, que muy difícilmente es sustituido por le. Los relativos, utilizados
en parte para paliar la ausencia de adjetivos, a los que sustituyen aquí con ventaja, por la
mayor precisión posible, sirven también de nexos sencillos, en una sintaxis de
construcción fácil, como veremos en su momento. La forma el que aparece fosilizada, en
lugar de quien, con un grado de gramaticalización muy próximo al de el cual. En el marco
del pronombre, como susti¬tuto, hemos de situar también las fórmulas de tratamiento, o la
expresión de la persona por perífrasis; del primer caso tenemos la forma usted, como
tratamiento habitual de respeto, que no plantea mayores problemas, del segundo tenemos
mi señora, elipsis de mi señora esposa, característica del habla rural o de dialectos sociales
de la clase proletaria, o burguesa baja, en vez de mi mujer, más urbano o socialmente
elevado, o mi esposa, más formal y neutro. La forma mi señora, unida al ρ'al saco que
vimos en la fonología, contribuye a la caracterización del hablante dentro de un medio
rural o, en todo caso, socialmente no elevado. Puede dar también, junto a la rusticidad, un
valor de arcaísmo o de edad avanzada del hablante, que emplea el usted o el señora, junto
al despectivo señorones, a pesar del triunfo de la República, con sus igualdades externas,
reflejadas en el tratamiento. También hay un empleo pronominal para la impersonalidad,
que veremos en párrafo venidero y en la sintaxis.

La intensificación valorativa, que no se expresa por medio de adjetivos, puede


conseguirse, como hemos visto, por los pronombres, bien en contraposiciones de sujeto, en
síntesis que necesitan expansión, o en usos de dativos éticos o simpatéticos, como hemos
visto, bien en construcciones adverbiales, a partir de un sintagma preposicional: hasta dos
muías, o con medios léxicos, como ese señorones despectivo, a partir del aumentativo en -
ón, con esa unión peyorativa del formante del aumento y la ironía despectiva, que hemos
señalado en el párrafo anterior. Puede verse la habilidad con que se presentan, del modo
más objetivo y gramatical posible, los aspectos sobre los cuales recarga las tintas el
hablante, sin aparente insistencia, dejando la valoración a la interpretación que el oyente
haga de los recursos gramaticales empleados.

De acuerdo con esta nota de exposición de hechos, de sucesos, detallados y no


adjetivados, el verbo es la parte de la oración más empleada. Dominan los sintagmas

3  
 
 

verbales a los nominales cuyo núcleo es un sustantivo, arrojando el texto nada menos que
treinta y siete empleos de verbos, iguales y distintos. El verbo permite, además, dividir el
texto en dos partes, un diálogo, y una narración incluida dentro de él. En esa parte
narrativa, hay dos narradores: el autor, que sólo aparece en una frase: dijo la mujer, y el
segundo interlocutor, que incluye en el diálogo la narración de la guerra.

Antes de entrar en el análisis de los tiempos empleados en el diálogo propiamente dicho,


y en la narración, quizá convenga señalar algunas peculiaridades generales, que refuerzan
lo dicho acerca del registro bajo, incluso vulgar, que emplean los interlocutores, en cuanto
al lenguaje se refiere. Abunda el empleo de verbo + se: reírse, se sirva, se lo echan, fíjese,
se me comieron, se lo comieron, irse, se te sube, unido al de verbo + te, o verbo + usted,
para expresar la participación del sujeto, o la impersonalidad. Este uso, sobre el que
volveremos en la Sintaxis, es marcadamente coloquial. También pertenece a este registro
el reírse no, como negación de un infinitivo impersonalizado por el se, con un valor virtual
o elíptico, que diluye la fuerza de no tenemos que reírnos, el infinitivo toma así un valor de
tenue exhortación, de acuerdo con la línea de todo el texto, que huye de los excesos, como
su misma sucesión tonal muestra. También es coloquial el uso del participio parecido, con
valor neutro de expresión de situación, y también con intención de aminorar la fuerza de lo
dicho, de quitar hierro, por un lado, y de generalizar la acusación, que se extiende a una
clase completa.

En el plano propiamente del diálogo, la división temporal atiende al pasado, presente y


futuro, combinada con las modalidades de realidad, irrealidad y deseo. El pasado se une
siempre a la realidad; aunque pudiera presentarse como hipótesis, ésta siempre se ha hecho
realidad y por ello se usa el antepresente de indicativo: has luchado, te has matado, ha
perdido, aspectualmente, no interesa que la acción haya o no terminado, lo que se impone
es su influencia en el presente del hablante y el que todo ha sido real (salvo,
evidentemente, el valor hiperbólico de matarse). El presente es también real, y siempre
expresado en presente de indicativo: me río, es, son, se lo echan, son, da, pierde, eres,
sabemos, está, se te sube. El futuro, en cambio, admite matices y combina modalidades:
falta el futuro sintético, aunque está presente el analítico van a dar, incidiendo en el
registro coloquial, pues esta es la forma de la lengua hablada. Se sitúan, además, hacia el
futuro, las exhortaciones hechas en el presente, de las cuales tenemos un variado
muestrario: dígame, se sirva, mire, fuese, vaya usted, son exhortaciones corteses;
combinadas explícita o implícitamente con el usted, expresadas en presente de subjuntivo.
Te las den, ganen, pierdan, en presente de subjuntivo, expresan hipótesis con proyección
al futuro, y se sitúan a veces claramente en la irrealidad, por contraste con la realidad que
expresa el presente de indicativo: pierde. Vamos, por último, es un uso especial, de forma
de indicativo gramaticalizada para expresar exhortación en primera persona del plural (no
se dice van, sino vayan, en plural), como dijimos arriba.

La narración del autor sólo contiene un pretérito, dijo, que distancia claramente una
acción en un tiempo pasado, y considerada, con aspecto perfectivo, como terminada. La
narración del hablante, en cambio, se inicia en el pasado para culminar en el presente, y
admite varias gradaciones temporales y aspectuales importantes. Como corresponde a toda
la exposición, no se plantean posibilidades, sino que se realiza el escueto examen de los
hechos, de modo que falta por completo el subjuntivo. Dentro del indicativo, hay un

4  
 
 

esquema de acciones terminadas (aspecto perfectivo): luché, ganamos, se comieron,


llegaron, se comieron, tuvo que irse, en parte matizadas por un tiempo relativo anterior:
había dejado es anterior a llegaron y se comieron, sin que importe su aspecto verbal, sino
sólo su condición de antepretérito, o simultáneo: estaba estudiando, expresado también,
para insistir en la duración marcada por el verbo, en vez del tiempo del auxiliar, sólo en
gerundio: poniéndote, que expresa así una simultaneidad con el tiempo de la acción,
pasado en este caso. La transición entre la narración, con su tiempo pasado, y el diálogo,
con su presente, se realiza con el adverbio de temporalidad simultánea, ahora, al que
siguen formas verbales en presente, sabemos, está, ya vistas, que nos sitúan hábilmente en
el diálogo, de nuevo.

Los nexos tienen algunas peculiaridades que los destacan, como la de servir de elementos
intensificadores, transmisores de esa afectividad que no se expresa mediante
modificadores, tanto insistiendo como contraponiendo, así se usan pero y o, distinguiendo
y separando, mientras que y no sólo une, sino que también intensifica, añadiendo la
posibilidad de elevación tonal por su timbre agudo, señalada en el segundo párrafo del
plano Fonético-fonológico. Las condiciones que introduce si, de acuerdo con el carácter
general del texto, son reales, sin que se construyan condicionales con otro nexo. Las
completivas ofrecen nexos que y si. Destaca, en el registro coloquial que se perfila con
claridad a medida que avanza el comentario, la acumulación ni más ni menos que
equivalente a un adverbio de modo, como solamente.

Estos datos de la Morfología, que pueden ahondarse en un comentario exhaustivo,


refuerzan de varios modos las deducciones extraídas del análisis fonológico, en el sentido
de que se trata de un texto castellano, pero que trata de reproducir un registro bajo del
lenguaje: vulgar o rural, o ambas cosas, dentro del marco favorecedor del coloquio. Al
mismo tiempo, es manifiesta la extrema sobriedad que el segundo hablante imprime a su
discurso, pues, aunque se vale de medios determinados para marcar el realce afectivo,
huye de medios literarios como la adjetivación, medios que, simultáneamente, detendrían
con sus pormenores un parlamento que se quiere ágil, dominado por la acción, matizada en
las abundantes formas verbales, con dominio absoluto del realismo.

3. Plano sintáctico

Ya hemos adelantado algunos aspectos básicos de la Sintaxis, que podemos resumir en


dos: predominio del sintagma verbal sobre el nominal (relativo) y de los elementos
nucleares sobre los adyacentes (absoluto). A ello podemos añadir que, a pesar de la
longitud del segundo párrafo, éste se encuentra dividido en sectores menores, separados
por pausas no muy amplias, que en la grafía se reflejan por el punto y coma y el punto y
seguido. Dentro de cada una de estas unidades, que llamaremos periodos, el esquema es
sencillo, como corresponde a un registro coloquial, y ofrece, además, un rasgo
característico, como es la presencia de proposiciones sin verbo en forma personal o,
todavía más, de las llamadas oraciones implícitas, sin verbo alguno: reírse no; poniéndote,
pues nosotros, a ver, o una patada en cierta parte. También son rasgos coloquiales las
reiteraciones de y, inicial de período, sin valor copulativo fundamental, y usos como el de
que en que al final la patria son ellos, procedente de una elipsis de tipo causal, pero casi
convertido en un que narrativo, expletivo, refuerzo introductorio de oración.

5  
 
 

Contribuye a ese aire de sintaxis coloquial la reiteración de elementos, con insistencia,


incluso el pleonasmo, más destacada por la falta de otros rasgos, como la ya repetida de la
adjetivación, y que tiene su más clara expresión, inequívocamente coloquial, en
fragmentos como Que al final la patria son ellos, u otros como ellos, vamos, parecido, da
lo mismo, repeticiones como se me comieron, se lo comieron, o expansiones con nuevo
resumen final, pleonástico, todo: el trigo, las gallinas, los ajos, todo. Y, o, pero, que o si
son los nexos dominantes, que testimonian, junto con la atomización de los períodos, una
sintaxis próxima a la lengua hablada, una construcción que huye deliberadamente de los
rasgos propios del lenguaje literario, en un intento de reproducir un fragmento del
coloquio. Cada período está compuesto generalmente de dos partes contrapuestas, bien
condición y condicionado, que pueden ampliarse con una coordinación: Y ahí te las den
todas si has luchado y te has matado, bien disyunción: ganen o pierdan, o una adversativa:
Reírse no, mujer, pero dígame usted; yo luché... y ganamos, pero... las tropas se me
comieron.

Es interesante la expresión sintáctica de la participación del sujeto y de la


impersonalidad, ambas con se y te preferentemente, pero también con usted, o con relativo
sin antecedente expreso, el que. Reírse, servirse, echarse, fijarse, comerse, irse o subirse
son reflexivos formales o gramaticales, en los que el se expresa matices diversos, que
incluyen la impersonalidad, entendida como un modo vago de participación (reírse,
servirse, fijarse, irse, subirse), más o menos próximo a una medialidad de la acción (el
sujeto es visto como agente y paciente), o una participación interesada, como en echarse ρ
'al saco o comerse. La impersonalidad se expresa en segunda persona, con forma refleja,
como en te las den todas si has luchado y te has matado, poniéndote, te van a dar, se te
sube; o sin forma refleja: eres tú; e incluso con segunda persona de cortesía: vaya usted, y,
como decíamos, con relativo sin antecedente: el que siempre pierde eres tú, con referencia
catafórica al tú impersonal consecuente. Hay una acumulación de construcciones con este
valor, cuyo alcance semántico veremos inmediatamente.

La Sintaxis, algunos de cuyos aspectos, como siempre, se han visto adelantados en la


Morfología, refuerza los rasgos de carácter sociolingüístico que hemos ido exponiendo, de
manera que podemos insistir, en esta conclusión parcial, en el carácter de reflejo de una
lengua coloquial, de hablante rural o de categoría social no elevada, sin artificios
expresivos, que tiene el texto. La expresión de sobriedad se confirma, si bien aparece
simultáneamente una expresión de contraposiciones conducentes a una conclusión
negativa, cuyo carácter habremos de ver al considerar la interacción de la Sintaxis y la
Semántica.

4. Plano de conexión sintáctico-semántica

Hemos señalado rasgos de tipo semántico desde el primero de los apartados de nuestro
comentario, convencidos del carácter nocional que debe tener una descripción gramatical.
Esta consideración aparece, fundamentalmente, en las observaciones acerca de la
morfología, en la cual no nos hemos limitado a aspectos formales, sino que hemos
destacado la significación del empleo de los tiempos del verbo, de la falta de adjetivación,
o la reiteración de ciertos nexos, cuyo lugar más adecuado hubiera estado aquí,

6  
 
 

probablemente, pero que podía convenir adelantar para ir adelantando también algunas
conclusiones.

Es punto fundamental en las conexiones semántico-sintácticas la relación entre la


arquitectura de los períodos a base de contraposiciones de diverso orden, ya enumeradas
en el penúltimo párrafo del plano sintáctico, y la significación propia de ellas, como
expresión de la intención del hablante. En general, es fácil advertir que los esquemas
usados del tipo A o Β, A pero B, si A, Β, o coordinados como A y A' o Β, A o Β y B', etc.,
tienen siempre una conclusión cuyo significado extensional es negativo. El texto está
formado por una serie de concatenaciones que tienden a concluir, como un razonamiento
lógico, que sean cuales sean las premisas, el resultado será negativo para el hablante, y
esto se apoya en un detallado análisis temporal, que esbozamos arriba, del que se
desprende que así fue, así ha sido, así es, y así será, es decir, que la historia, como
repetición de acontecimientos, muestra que siempre se llega a la conclusión negativa que
el hablante expone. Esto tiene mayor importancia en un texto como el presente, donde se
supone que ha triunfado una situación que debe terminar con todo tipo de injusticias; pero
esta consideración ya no depende de la interacción entre la Semántica y la Sintaxis, sino
que es algo que corresponde a la primera, en¬tendida además extensionalmente, como
Semántica del Mundo, no como mero estudio de significaciones denotativas.

5. Plano léxico-semántico

El léxico añade algunas precisiones, no demasiado importantes, a lo que venimos


diciendo. En el estadio de la palabra no es mucho lo que se puede decir, tal vez que chico
por 'hijo' es voz del centro peninsular; detalle demasiado pequeño para pensar
sensatamente en una localización del hablante (puede ser rasgo lingüístico del autor,
aunque, en general, el cuidado en la construcción de este pasaje puede dificultar esta
hipótesis). Más importancia tiene la abundancia de locuciones, más o menos fijas, cuya
acumulación es un rasgo típico de la lengua hablada y, por tanto, muy bien recogido en
este texto. Estas locuciones se clasifican en diversos grupos: el que usted se sirva mandar
es un arcaísmo por que usted quiera, equivalente del indefinido cualquiera. Echarse ρ'al
saco es un vulgarismo; ahí te las den todas, también; matarse por trabajar duro es
hipérbole coloquial; vamos, parecido, está también en la línea acumulativa del coloquio,
como intensificación pleonástica, ya apuntada. Poner por delante es también coloquial;
dar castañas pilongas y miel con leche es un coloquialismo eufemístico, que evita otros
empleos menos santos del verbo dar, y que al igual que el otro eufemismo cierta parte,
menos grave, o el más grave se te sube el gallo reflejan claramente que el hablante respeta
a sus interlocutores: su esposa y un desconocido al que trata con el usted de cortesía, y
utiliza un registro paralelo del léxico para evitar expresiones mal sonantes. Estos rasgos, en
conjunto, parecen abonar la interpretación de que el hablante procede de una zona rural, de
lenguaje arcaizante, o es persona de edad, o ambas cosas. Hay una serie de datos externos:
las muías, el trigo, etc., que prueban lo primero, y el tener un hijo en edad de luchar
prueba, por su parte, lo segundo, de modo que hay una coincidencia entre los rasgos de
lengua y la caracterización del personaje que revelan una interesante coherencia en la
construcción del texto.

7  
 
 

Todos estos datos deben unirse ahora a una interpretación semántica, que habrá de salir
de lo puramente denotativo, para incluir referencias extralingüísticas.

El eje semántico es la palabra gobierno, varias veces reiterada a lo largo del discurso, lo
que supone una intención manifiesta de destacarla. Por la única adjetivación libre del texto
sabemos que es posible contraponer un gobierno legal a otro que no lo sea, y deducimos
que ese gobierno legal es el de la República. La postura de los hablantes ante el gobierno
es negativa: se inicia con un despectivo me río, de la mujer, que el marido suaviza, con un
reírse no, que no es una negación rotunda, sino un entrar en matices, todos los cuales,
como apuntamos en el segundo párrafo del plano de conexión sintáctico-semántica,
coinciden en concluir negativamente, con testimonio histórico, y pretensión de validez
para todos los tiempos. La premisa que se va a demostrar es que el gobierno son sólo unos
señorones que van a su exclusivo provecho, y la demostración es anecdótica, personalista,
con lo cual, en una crítica dialéctica, pierde buena parte de su fuerza. El hablante se sitúa
del lado del gobierno legal, para dar mayor fuerza a su argumentación, que pretende
ejemplificadora por inducción, para llevar a la conclusión: el que siempre pierde eres tú.
Mientras se insiste en la lucha del hablante en la guerra se señala la simultaneidad con la
que el mismo gobierno legal al que sirve causa su ruina. Esta situación no sólo le afecta en
lo material, sino también en lo espiritual de su situación familiar: su hijo ha luchado por el
otro gobierno (de modo que él trata de justificar por la fuerza), y se ha visto obligado a
tomar una postura en la que también ha resultado perdedor. La reclamación, por último, es
imposible, y está expuesta con una sobrecarga de medios expresivos desusada en el resto.

El juego semántico que conduce a que gobierno es malo, vaya o no adjetivado por legal
y que ganar o perder el gobierno es siempre perder el gobernado, se ve realzado en
nuestro texto porque hay un cambio deliberado en la semántica del mundo, de modo que la
presuposición de la novela, explícita además, es el triunfo de la República, del gobierno
legal. ¿Qué puede querer decir el autor? Las respuestas son varias, pero señalaremos sólo
dos:
- Una primera respuesta sería una negación anarquista: todo gobierno es opresión, la
autoridad conduce al servilismo. La fuerza de la argumentación se atenúa, por el
personalismo y carácter anecdótico del planteamiento.
- Una segunda respuesta, de carácter más concreto, es que la situación española, de
un modo o de otro no habría variado mucho, ganara quien ganara.

6. Plano de integración

Podemos concluir que el texto refleja un diálogo, en el que se incluye una narración, en
castellano coloquial con rasgos vulgares, de una mujer y un hombre con un tercero, en el
cual el segundo interlocutor aparece caracterizado, externa y lingüísticamente, como un
hablante rural de cierta edad. El fragmento analizado expresa con sobriedad en la
adjetivación, pero con cierto recargo, especialmente en algunos trozos, en las locuciones,
una visión desesperanzada del gobierno, situada en el marco irreal de una España tras la
victoria republicana.

El texto pertenece a la novela En el día de hoy de Jesús Torbado, cuyo final apunta a la
irreversibilidad de la victoria de Franco, en la ficción gracias a los triunfos del Eje al

8  
 
 

empezar la segunda guerra mundial. Este hecho pudiera apoyar la segunda interpretación
propuesta arriba, en el último párrafo del plano léxico-semántico, en el sentido de que, de
cualquier modo, la situación española no habría variado, y aproximaría la semántica del
mundo en el texto a la semántica del mundo real, cuestión más propia de la creación
literaria que del análisis lingüístico, que aquí concluye.

9  
 

S-ar putea să vă placă și