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1. Plano fonético-fonológico
Fonemáticamente podemos advertir que la grafía refleja una lengua castellana, sin
variaciones dialectales, con una contracción vulgar, para el > ρ 'al, que corresponde a la
forma vulgar pa de la preposición para, y que puede caracterizar el idiolecto de un
individuo perteneciente a una capa no muy elevada socialmente, o que quiere disimular su
pertenencia a una capa social elevada. Podemos decir, desde este punto de vista, que se
trata de un texto castellano, no dialectal geográficamente, aunque sí con rasgos vulgares
que dan una vaga impresión de localización social no elevada.
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La entonación, como corresponde a un texto dialogado, es mucho más rica. Se inicia con
una interrogación, con elevación final del tono, a la que sigue, en tono más bajo del
normal, un inciso del narrador, para seguir, en tono normal, la última frase de la mujer,
descendente. El parlamento del hombre asciende de tono, con la interrogativa dígame
usted, que tiene un leve descenso tonal ante la pausa del punto, luego siguen varias frases,
casi la totalidad hasta la interrogativa ¿Quién...?, con semianticadencias y semicadencias
alternadas, con rápidas elevaciones de tono tras descensos que pudieran llegar a la
cadencia: el que siempre pierde eres tú. Fíjese. Estas elevaciones compensatorias se
apoyan en el tono agudo de i: Fíjese, y eso, y mi chico, y vaya. La interrogativa parcial
¿Quién ha perdido? supone un nuevo ascenso tonal, seguido de un leve descenso, que,
salvo por la pequeña subida en y vaya, se prolonga hasta la cadencia final.
2. Plano morfológico
La adjetivación merece una mención especial, precisamente porque falta casi del todo el
adjetivo atributivo, que sólo ofrece dos ejemplos: gobierno legal y castañas pilongas. En
ambos casos la colocación del adjetivo es fija, pues es imposible tanto legal gobierno
como pilongas castañas; no es sólo que se trate de especificaciones adjetivas, en ambos,
sino de adjetivo de relación, en el primer caso, y de fórmula lexicalizada en el segundo.
Esta ausencia de adjetivos señala el carácter de concisa exposición o resumen de los
hechos que hace el hablante, y la sobriedad de su talante. Es algo más amplio, en cambio,
el uso de los adjetivos o participios predicativos, aunque los casos concretos son también
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El uso del pronombre, abundante, sirve para expresar los antagonismos, yo, tú, usted, y
señalar a los personajes, incluso frente al ellos, como objeto de la conversación. La
participación del hablante en la narración se refuerza con complementos de interés como
en se me comieron, intermedio con el simpatético o posesivo: se comieron mis dos mulas.
El realce de las acciones no se busca con amplificaciones expresivas o valoraciones
adjetivas, sino con medios gramaticales mínimos, pero muy concretos, como éste. Esta
búsqueda de concisión se plasma en el empleo del neutro con valor colectivo, que a veces
precisa de una expansión que lo concrete, en una alternativa de concisión y diseminación
aclarativa en la que domina lo primero: se lo comieron todo: el trigo, las gallinas, los ajos,
todo. En cuanto a los pronombres átonos de tercera persona, el uso del texto es correcto y
etimológico, pero tampoco ofrece posibilidades de poder ser de otro modo, por tratarse del
lo neutro objeto directo, que muy difícilmente es sustituido por le. Los relativos, utilizados
en parte para paliar la ausencia de adjetivos, a los que sustituyen aquí con ventaja, por la
mayor precisión posible, sirven también de nexos sencillos, en una sintaxis de
construcción fácil, como veremos en su momento. La forma el que aparece fosilizada, en
lugar de quien, con un grado de gramaticalización muy próximo al de el cual. En el marco
del pronombre, como susti¬tuto, hemos de situar también las fórmulas de tratamiento, o la
expresión de la persona por perífrasis; del primer caso tenemos la forma usted, como
tratamiento habitual de respeto, que no plantea mayores problemas, del segundo tenemos
mi señora, elipsis de mi señora esposa, característica del habla rural o de dialectos sociales
de la clase proletaria, o burguesa baja, en vez de mi mujer, más urbano o socialmente
elevado, o mi esposa, más formal y neutro. La forma mi señora, unida al ρ'al saco que
vimos en la fonología, contribuye a la caracterización del hablante dentro de un medio
rural o, en todo caso, socialmente no elevado. Puede dar también, junto a la rusticidad, un
valor de arcaísmo o de edad avanzada del hablante, que emplea el usted o el señora, junto
al despectivo señorones, a pesar del triunfo de la República, con sus igualdades externas,
reflejadas en el tratamiento. También hay un empleo pronominal para la impersonalidad,
que veremos en párrafo venidero y en la sintaxis.
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verbales a los nominales cuyo núcleo es un sustantivo, arrojando el texto nada menos que
treinta y siete empleos de verbos, iguales y distintos. El verbo permite, además, dividir el
texto en dos partes, un diálogo, y una narración incluida dentro de él. En esa parte
narrativa, hay dos narradores: el autor, que sólo aparece en una frase: dijo la mujer, y el
segundo interlocutor, que incluye en el diálogo la narración de la guerra.
La narración del autor sólo contiene un pretérito, dijo, que distancia claramente una
acción en un tiempo pasado, y considerada, con aspecto perfectivo, como terminada. La
narración del hablante, en cambio, se inicia en el pasado para culminar en el presente, y
admite varias gradaciones temporales y aspectuales importantes. Como corresponde a toda
la exposición, no se plantean posibilidades, sino que se realiza el escueto examen de los
hechos, de modo que falta por completo el subjuntivo. Dentro del indicativo, hay un
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Los nexos tienen algunas peculiaridades que los destacan, como la de servir de elementos
intensificadores, transmisores de esa afectividad que no se expresa mediante
modificadores, tanto insistiendo como contraponiendo, así se usan pero y o, distinguiendo
y separando, mientras que y no sólo une, sino que también intensifica, añadiendo la
posibilidad de elevación tonal por su timbre agudo, señalada en el segundo párrafo del
plano Fonético-fonológico. Las condiciones que introduce si, de acuerdo con el carácter
general del texto, son reales, sin que se construyan condicionales con otro nexo. Las
completivas ofrecen nexos que y si. Destaca, en el registro coloquial que se perfila con
claridad a medida que avanza el comentario, la acumulación ni más ni menos que
equivalente a un adverbio de modo, como solamente.
3. Plano sintáctico
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Hemos señalado rasgos de tipo semántico desde el primero de los apartados de nuestro
comentario, convencidos del carácter nocional que debe tener una descripción gramatical.
Esta consideración aparece, fundamentalmente, en las observaciones acerca de la
morfología, en la cual no nos hemos limitado a aspectos formales, sino que hemos
destacado la significación del empleo de los tiempos del verbo, de la falta de adjetivación,
o la reiteración de ciertos nexos, cuyo lugar más adecuado hubiera estado aquí,
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probablemente, pero que podía convenir adelantar para ir adelantando también algunas
conclusiones.
5. Plano léxico-semántico
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Todos estos datos deben unirse ahora a una interpretación semántica, que habrá de salir
de lo puramente denotativo, para incluir referencias extralingüísticas.
El eje semántico es la palabra gobierno, varias veces reiterada a lo largo del discurso, lo
que supone una intención manifiesta de destacarla. Por la única adjetivación libre del texto
sabemos que es posible contraponer un gobierno legal a otro que no lo sea, y deducimos
que ese gobierno legal es el de la República. La postura de los hablantes ante el gobierno
es negativa: se inicia con un despectivo me río, de la mujer, que el marido suaviza, con un
reírse no, que no es una negación rotunda, sino un entrar en matices, todos los cuales,
como apuntamos en el segundo párrafo del plano de conexión sintáctico-semántica,
coinciden en concluir negativamente, con testimonio histórico, y pretensión de validez
para todos los tiempos. La premisa que se va a demostrar es que el gobierno son sólo unos
señorones que van a su exclusivo provecho, y la demostración es anecdótica, personalista,
con lo cual, en una crítica dialéctica, pierde buena parte de su fuerza. El hablante se sitúa
del lado del gobierno legal, para dar mayor fuerza a su argumentación, que pretende
ejemplificadora por inducción, para llevar a la conclusión: el que siempre pierde eres tú.
Mientras se insiste en la lucha del hablante en la guerra se señala la simultaneidad con la
que el mismo gobierno legal al que sirve causa su ruina. Esta situación no sólo le afecta en
lo material, sino también en lo espiritual de su situación familiar: su hijo ha luchado por el
otro gobierno (de modo que él trata de justificar por la fuerza), y se ha visto obligado a
tomar una postura en la que también ha resultado perdedor. La reclamación, por último, es
imposible, y está expuesta con una sobrecarga de medios expresivos desusada en el resto.
El juego semántico que conduce a que gobierno es malo, vaya o no adjetivado por legal
y que ganar o perder el gobierno es siempre perder el gobernado, se ve realzado en
nuestro texto porque hay un cambio deliberado en la semántica del mundo, de modo que la
presuposición de la novela, explícita además, es el triunfo de la República, del gobierno
legal. ¿Qué puede querer decir el autor? Las respuestas son varias, pero señalaremos sólo
dos:
- Una primera respuesta sería una negación anarquista: todo gobierno es opresión, la
autoridad conduce al servilismo. La fuerza de la argumentación se atenúa, por el
personalismo y carácter anecdótico del planteamiento.
- Una segunda respuesta, de carácter más concreto, es que la situación española, de
un modo o de otro no habría variado mucho, ganara quien ganara.
6. Plano de integración
Podemos concluir que el texto refleja un diálogo, en el que se incluye una narración, en
castellano coloquial con rasgos vulgares, de una mujer y un hombre con un tercero, en el
cual el segundo interlocutor aparece caracterizado, externa y lingüísticamente, como un
hablante rural de cierta edad. El fragmento analizado expresa con sobriedad en la
adjetivación, pero con cierto recargo, especialmente en algunos trozos, en las locuciones,
una visión desesperanzada del gobierno, situada en el marco irreal de una España tras la
victoria republicana.
El texto pertenece a la novela En el día de hoy de Jesús Torbado, cuyo final apunta a la
irreversibilidad de la victoria de Franco, en la ficción gracias a los triunfos del Eje al
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empezar la segunda guerra mundial. Este hecho pudiera apoyar la segunda interpretación
propuesta arriba, en el último párrafo del plano léxico-semántico, en el sentido de que, de
cualquier modo, la situación española no habría variado, y aproximaría la semántica del
mundo en el texto a la semántica del mundo real, cuestión más propia de la creación
literaria que del análisis lingüístico, que aquí concluye.
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