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EXISTENCIA CRISTIANA
Tendencias en la escatología contemporánea
JOSÉALVIAR
SALUDO
DESCRIPCIÓN DE LA SITUACIÓN
6. Cfr. Christus und die Zeit, Zürich 1946; Heil als Geschichte. Heilgeschichtliche Exis-
tenz im Neuen Testament, Tübingen 1965.
7. Cfr. Von den letzten Dingen, München 1948.
8. Cfr. Das Kommen seines Reiches, Frankfurt am Main 1963.
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9. Cfr. Théologie des réalités terrestres, lI: Théologie de /'histoire, Paris 1949.
10. Cfr. Theologie da Ceschichte: ein Crundriss, Einsiedeln 1950.
11. Cfr. Essai sur le mystere de l'histoire, Paris 1953.
12. Cfr. Théologie de /'histoire, Paris 1968.
13. Cfr. Teología de/la storia. Saggio sulla rive/azione, /'inizio ed il compimento, Cinisello
Balsamo 1991.
14. Cfr. Christologie et eschatologie, en A. GRlLLMEIER-H. BACHT (eds.), Das Konzi/ von
Chalkedon: Ceschichte und Cegenwart, lIr, Würzburg 1954, pp. 269-286.
15. Cfr. Perspektiven der Eschatologíe, Zürich 1974.
16. Cfr. L au-dela retrouvé: christologíe des fins dernieres, Paris 1975.
17. Cfr. Cesu nostra speranza, Bologna 1988.
18. Cfr. Problemi e compiti del/'escatologia contemporanea, pp. 93-94.
19. Cfr. L '«escatologico» cristiano, Milano 1994.
20. Cfr. Catho/icisme. Les aspects sociaux du dogme, Paris 1938.
21. Cfr. Theodramatik, Einsiedeln 1973-1983.
22. Es el título de su último manual, publicado en Madrid 1996. U na visión semejante
ofrecen L. SCHEFFCZYK-A. ZIEGENAUS, en el volumen VIII de su Katho/ische Dogmatik, Aa-
chen 1996, que lleva como título: Die Zukunft da Schiipfong in Cott. Eschatologie.
23. Cfr. Von den letzten Dingen.
24. Cfr. un elenco en S. DEL CURA ELENA, Escatologia contempordnea, pp. 312-313.
25. Cfr. Katho/ische Dogmatik, VIII: Die Zukunft der Schiipfong in Cott. Eschatologie,
Aachen 1996.
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dad global de los planes divinos, parece lógico partir desde la consi-
deración final de esos planes en cuanto cumplidos; y, bajo su luz,
analizar los demás misterios salvíficos -Creación, Encarnación, Igle-
sia ... - que son como los peldaños que llevan hasta la cumbre.
26. Cfr. p.ej. G. GOZZELINO, Nellattesa della beata speranza. Saggio di escatologia cris-
tiana, Torino 1993, pp. 398-399; G. MOIOLI, L '«escatologicol> cristiano, Milano 1994, p.
22; RUIZ DE LA PEÑA, La pascua de la creación. Escatología, Madrid 1996, p. 226.
27. Cfr. RUlz DE LA PEÑA, La pascua de la creación, pp. 235-236.
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28. Es significativo que J. L. Ruiz de la Peña, al definir la escatología, lo haga en los si-
guientes términos: «aquel sector de la teología al que incumbe reflexionar sobre el futuro
de la promesa aguardado por la esperanza cristiana.. (La pascua de la creación, p. 30). En
campo protestante destaca la propuesta pionera de J. Moltmann, de hacer una «teología de
la esperanza».
29. Cfr. las observaciones críticas de Y. CONGAR, Le purgatoire, en AA. W., Le mystere
de la mort et sa célébration, Paris 1956, pp. 311-313; Bulletin de théologie dogmatique, en
«Revue des sciences philosophiques et théologiques .. 33 (I949) 463.
30. Aparte del movimiento existencialista bultmanniana nacido en el seno del protes-
tantismo, en el campo católico ya advertía J. Auer que la escatología debía esforzarse en su-
brayar las actitudes que las realidades últimas exigen de nosotros: cfr. Das Eschatologische,
eine christliche Grundbefindlichkeit, en AA.W., Festschrifi Kardinal M. von Faulhaber,
München 1949, pp. 77-79. Esta idea ha sido de hecho utilizado por subsiguientes autores
católicos, dando lugar a la transición que T. RAST llama "De la escatología de la esencia a la
escatología de la existencia.. : cfr. La escatologia en la teologia del siglo xx, pp. 257-259.
31. Ya lo anticipaban M. FUCK-Z. ALsZEGHY en el subtítulo de su manual sobre la cre-
ación del año 1959: JI Creatore. L 'inizio della salvezza, Firenze 1959.
32. Como obra significativa de esta concepción, cfr. H. DE LUBAC, Catholicisme. Les aspects
sociaux du dogme. Cfr. también G. FLOROVSKY, Eschatology in the Patristic Age: an Jntroduction,
en K. AlAND-F.L. CROSS (eds.), Studia Patristica, n, Berlin 1957, pp. 235-250; J. DANlfLou,
Christologie et eschatologie, pp. 280-286; H. U. VON BALTHASAR, Escatología, p. 506.
33. Según reza un famoso texto del Concilio Vaticano n, «El misterio del hombre sólo
se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado .. (Gaudium et Spes, n. 22). Cfr. J.L. RUIZ
DE LA PEÑA, Teología de la creación, Santander 1992 (3.a ed.), pp. 84-85; L.F. LADARIA, Te-
ología del pecado original y de la gracia, Madrid 1993, pp. 108-111. .
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Junto con la captación del sentido unitario del plan divino, los es-
católogos subrayan hoy el aspecto numinoso de la esperanza cristia-
na41 • Reconocen los límites de nuestras posibilidades de conocer lo
que Dios tiene reservado a los que le aman: ni ojo vio, ni oído oyó ...
(cfr. 1 Cor 3, 9). No se trata aquí sólo de una dificultad debida al ca-
rácter no-comprobable del futuro, sino de una dimensión sobrenatu-
ral de la escatología. Se trata de un misterio, una consumación tras-
cendente que es irreductible a experiencia puramente mundana.
De esta postura se derivan dos consecuencias, una metodológica
y otra temática. En cuanto a metodología, lleva a incorporar un as-
pecto apofático en el trabajo teológico, que supone renunciar a ad-
quirir conocimientos perfectamente nítidos y detallados (p.ej., acerca
del papel del Verbo en la visión beatífica, o las características del
mundo renovado ... -una «física» de las realidades últimas, como de-
cía el Cardenal Congar42_ ) . Se procede así con más modestia, reco-
nociendo que, en bastantes casos, el dato revelado no es suficiente
para decidir claramente cómo sean las cosas; y delimitando mejor la
frontera entre dogma y opinión teológica.
La actitud mistérica previene también contra una tendencia re-
duccionista en cuanto al contenido de la escatología. Es recurrente la
tendencia a «secularizar» el eschaton, atrapándolo en el mundo y en la
historia, rebajando el Reino al nivel de utopías intramundanas, y
convirtiendo la esperanza cristiana en una esperanza meramente te-
rrenal 43 • Algunas teologías modernas -como la teología de esperanza
de]. Moltmann, la teología política de ].B. Metz, y determinadas te-
ologías de la liberación- han recordado a los cristianos su deber de
colaborar activamente para edificar un mundo mejor, y no les falta
alguna razón, ya que todo esfuerzo por construir la ciudad terrenal
acorde con la dignidad humana es relevante para el Reino de Dios
(cfr. Gaudium et Spes, n. 39). Sin embargo, una escatología íntegra no
debe olvidar los aspectos trascendentes.
El camino hacia el Reino de Dios no puede identificarse sin más
con progreso temporal, ni la edificación del Reino con la acción polí-
41. Cfr. T. RAST, La escatología en la teologia del siglo XX p. 258; también interesantes
las valoraciones de Y. CONGAR, Le purgatoire, Paris 1956, pp. 313-314, Y H.U. VON BALT-
HASAR, Escatologia, pp. 509-510.
42. Cfr. Bulletin de théologie dogmatique, en «Revue des sciences philosophiques et thé-
ologiques» 33 (1949) 463.
43. Cfr. las observaciones críticas de la COMISI6N TEOL6GICA INTERNACIONAL en su
documento de 1990, Algunas cuestiones actuales de la teologia, Introducción, n. 2; también
C. POZO, La venida del Señor en la gloria, Valencia 1993, pp. 18-22.
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49. El Juicio -más allá del lenguaje antropomórfico de las descripciones bíblicas- no
ha de imaginarse necesariamente con toda formalidad y severidad, como limitado sólo al
instante después de la muerte. El hombre a lo largo de su vida dialoga constantemente con
la llamada de Dios, y en este sentido su vida se halla constantemente en la balanza... si bien
su valor final y signo definitivo sólo se alcanzarán al término de la etapa terrenal. Cfr. F.J.
NOCKE, Escatologia, en Th. SCHNEIDER (dir.), Manual de teologia dogmdtica, Barcelona
1996, p. 1.092. Este modo de enfocar la vida -en relación con la muerte- responde a la
sugerencia de L. Boros (radicalizando la idea de K. Rahner sobre la muerte como acto po-
sitivo), de que el destino del hombre se decide principalmente en el momento final, primer
instante -según Boros- en que puede hacer una opción plenamente personal. Cfr. L.
BOROS, Mysterium mortis. Der Mensch in der letzten Entscheidung, alten 1962; K. RAH-
NER, El sentido teológico de la muerte, Barcelona 1961.
50. P. ej.: en el libro de C. POZO La venida del Señor en la Gloria sólo hay un aparrado,
titulado «sentido trinitario de la resurrección gloriosa» (preferentemente centrado en el
Hijo). Se nota una escasez aun mayor de referencias al Paráclito en los tratados escatológi-
cos de otros autores recientes, citados más arriba: J. RATZJNGER; J.L. RUJZ DE LA PEÑA; L.
SCHEFFCZYK-A. ZJEGENAUS; G. MOJOL! (que utiliza el principio cristocéntrico para unifi-
car su tratado); GOZZEL!NO (que incluye un apartado titulado La parusia del Risorto datore
dello Spirito, pero que desarrolla poco la última parte del enunciado); y también F.J. Noc-
KE, Eschatologie, Düsseldorf 1982.
51. Cfr. su Katholische Dogmatik, IV/2: Von den letzten Dingen, München 1958 (ver-
sión castellana: Teologla Dogmdtica, VII: Los novlsimos, Madrid 1961): menciona al Espíri-
tu Santo al tratar de la parusía (<<La vuelta de Cristo y el Espíritu Santo»); de la resurrección
(<<Resurrección y Espíritu Santo»); de la nueva humanidad (<<El Espíritu Santo y la pleni-
tud»); del cielo (<<El cielo como participación en el diálogo de las tres personas divinas»).
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52. Cfr. H. HAAG et al. (eds.), Espíritu de Dios, en Diccionario de la Biblia, Barcelona
1964 (esp. pp. 612; 616-617); R. KOCH, Espíritu, en B. BAUER (dic.), Diccionario de teolo-
gia biblica, Barcelona 1967 (esp. col. 347-358); R. PENNA, Espíritu Santo, en P. ROSSANO
et al. (dirs.), Nuevo Diccionario de teología bíblica, Madrid 1990 (esp. p. 573); F.W. HORN,
Holy Spirit, en The Anchor Bible Dictionary, 1I1, New York 1992 (esp. pp. 265, 267).
53. Cfc. B. DALEY, The Hope ofthe Early Church. A Handbook of Parristic Eschatology,
Cambridge 1991, pp. 15, 112, 115, 119; L.F. LADARIA, Fin del hombre y fin de los tiempos,
en B. SESBOÜIO (dic.), Historia de los dogmas, 1I, Salamanca 1996, pp. 310-332.
54. De este fenómeno intenta dar razón W. BREUNING, en su artículo Elaboración siste-
mdtica de la escatologia, en J. FEINER-M. LOHRER (dirs.), Mysterium Salutis, V, Madrid
1971, pp. 759-763; sin embargo nos parece una explicación sólo parcial.
55. El Arzobispo maronita de Beirut, Líbano, Ignace Ziadé: cfr. R. WILTGEN, The Rhi-
ne Flows into the Tiber. The Unknown Council, New York 1967, p. 153.
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56. Para una panorámica de la escatología oriental y las perspectivas que ofrece, cfr. el
artículo de A. Joos, Escatología orientale oggi, en G. CANOBBIO-M. FINI, L 'escatología con-
temporanea, Padova 1994, pp. 161-245.
57. Cfr. la discusión entre H. Feigl y M. Bunge, por una parte, y K. Popper, por otra.
58. Corno proponían, p. ej., estructuralistas corno M. Foucault y C. Lévi-Strauss.
59. Cfr. G. GOZZELINO, JI misterio dell'uomo in Cristo, Leumann 1991, pp. 218-219;
J.L. RUlz DE LA PEÑA, La pascua de la creación, pp. 166-168.
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63. Esta línea ya fue esbozada en la primera mitad de este siglo por autores como E. Lé-
vinas y G. Maree!.
64. Tomo la expresión del Beato Josemaría ESCRlvÁ DE BALAGUER (Conversaciones con
Mons. Escrivd de Ba/aguer, Madrid 1968, n. 113). Cfr.la formulación del tema que hace el
Concilio Vaticano II: Consto pasto Gaudium et spes, cap. IlI. Para una visión panorámica de
los factores intra y extraeclesiales que contribuyeton a este enfoque, cfr.: G. THILS, Théolo-
gie des réalités terrestres, 1: Préludes, Bruges 1947; Y. CONGAR, Introducción, en Jalones para
una teologfa del/aicado, Barcelona 1956; J.L. ILLANES, La santificación del trabajo, Madrid
1966; R. AUBERT, Le demi-siecle qui a preparé Vatican l!, en AA.VV., Nouvelle histoire de
IÉglise, V, Paris 1975, pp. 583-674.
65. Cfr. Der Romerbriej. Bern 1922 (2." ed.); Die Auferstehung der Toten. Eine Akade-
mische Vorlesung über l. Kor. 15, M ünchen 1924.
66. Cfr. Die letzten Dinge, Gütersloh 1922.
67. Cfr. Die Unsterblichkeit der Seele, Gütersloh 1925.
68. Cfr. Das Ewige aLs Zukunft und Gegenwart, Zürich 1953.
69. Cfr. Immortalité de l'ame ou résurrection des morts?, Neuchatel 1956.
70. Cfr. Auferstehung der Toten, Essen 1969.
71. Cfr. Tod, Stuttgart-Berlin 1971.
72. Cfr. Eschatologie, Tod und ewiges Leben, Regensburg 1977; «Entre muerte y resu-
rrección (Una aclaración de la Congregación de la Fe a cuestiones de escatología)>>, en «Re-
vista católica internacional Communio» 3 (1980) 273-286.
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77. Cfr. CONCILIO VATICANO 11, Consto past. Gaudium et spes, n. 12; JUAN PABLO 11.
Exh. ap. Familiaris comortio, n. 11. Cfr. también L. LADARIA, Teología del pecado original y
de la gracia, p. 263. K. RAHNER, al dar un «giro antropológico» a las reflexiones escatológi-
cas, sugiere una idea parecida: cfr. Principios teológicos de la hermenéutica de las declaraciones
escatológicas, pp. 411-439.
78. Cfr. p. ej. G. GOZZELINO, Nell'attesa della beata speranza, pp. 306-311; C. Pozo,
La venida del Señor en la gloria, pp. 59-64; J.L. RUIZ DE LA PENA, La pascua de la creación,
pp. 217-220.
79. Cfr. F.J. NOCKE, Escatología, pp. 1.114-1.115; J.L. RUlZ DE LA PENA, La pascua de
la creación, p. 217.
80. Cfr. G. GOZZELINO, Nell'attesa della beata speranza, pp. 306-309.
81. Cfr. J. MORALES, Solidaridad de la creación con el destino humano, en J.M. CASClA-
RO et al. (dirs.), Esperanza del hombre y revelación bíblica. Actas del XIV Simposio Interna-
cional de Teología de la Universidad de Navarra, Pamplona 1996, pp. 271-286. Cfr. tam-
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bién N. BERDIAEV, Le sens de la création, Paris 1955, p. 100; J.L. RUlz DE LA PEÑA, La pas-
cua de fa creación, pp. 181-182. Para otro enfoque, efr. J. RATZINGER, Escatología, Barcelo-
na 1992, pp. 178-182. Un lejano antecedente de estas ideas, al menos en el campo católi-
co, es T eilhard de Chardin.
82. Como obras significativas, cfr. 0.5. RUSSELL, The Method and Message 01Jewish
Apoca/yptic, 200 BC-lOOAD, London 1964; y L. MONLOUBOU (dir.), Apoca/ypses et théolo-
gie de f'espérance, Paris 1977. Ya Y. Cangar en su momento señalaba el peligro de tomar
demasiado al pie de la lerra las expresiones bíblicas referentes a la escatología: cfr. Buffetin
de théologie dogmatique, en «Revue des sciences philosophiques et théologiques» 33 (1949)
463-464.
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88. Cfr. M. SCHMAUS, Teología Dogmática, VII, pp. 27-40; A.H. ARMSTRONG-R.A.
MARKUS, Fe cristiana y filosofta griega, Barcelona 1964, pp. 125-142.
89. Cfr. S. DEL CURA ELENA, Escatología contemporánea, pp. 349-351; A.H. ARMS-
TRONG-R.A. MARKUS, Fe cristiana y filosofta griega, pp. 130-131.
90. Una descripción de la postura clásica de los Reformadores puede verse en L.
SCHEFFCZYK-A. ZIEGENAUS, Katholische Dogmatik, VIII, pp. 277-278; P. ALTHAUS, Die
letzten Dinge, Gütersloh 1964 (9." ed.), pp. 351-359. Observa J.L. RUIZ DE LA PEÑA (cfr.
La pascua de la creación, pp. 188-189) que la mayoría de los teólogos protestames moder-
nos no parecen compartir ya esta posición tan pesimista; ellos hablan de cierra cominuidad
entre el mundo actual y el mundo futuro (cfr. p. ej. P. ALTHAUS, Die letzten Dinge, Gü-
tersloh 1956 [6." ed.J, pp. 341, 350, 361; E. BRUNNER, Das Ewige als Zukunft und Gegen-
wart, p. 220).
91. Con diversos matices: L. BOROS, Mysterium mortis; G. GRESHAKE, Auferstehung der
Toten; J.L. RUIZ DE LA PEÑA, El hombre y su muerte. Antropología teológica actual, Burgos
1971; La otra dimensión, Santander 1986 (3." ed.), pp. 323-359; La pascua de la creación,
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pp. 270-278 (en las dos últimas obras citadas, el autor enumera a otros teólogos que man-
tienen posturas afines a la suya).
92. Para observaciones críticas a la teoría, cfr. J. RATZINGER, Entre muerte y resurrección,
pp. 273-286; C. Pozo, Teolog{a del mds alld, pp. 302-317; La venida del Señor en la gloria,
pp. 98-101 (en las dos últimas obras citadas, el autor enumera a otros teólogos críticos de
la teoría). Un intento sistemático de agrupar las diferentes posturas ofrece J.L. RUIZ DE LA
PEÑA, en La otra dimemión, pp. 348-350. Esta discusión teológica, junto con otros debates
en rorno a cuestiones escatológicas, provocó un documento de la Sagrada Congregación
para la Doctrina de la Fe: cfr. carta Recentiores episcoporum Synodi (l7-V-1979) y un docu-
mento de la Comisión Teológica Internacional: cfr. Algunas cuestiones actuales de escatolo-
g/a (1990).
93. La expresión con que J.L. RUIZ DE LA PEÑA se refiere a la muerte y a la resurrección,
como «dos acontecimientos distintos y sucesivos, mas no necesariamente distantes (esto es,
separados, por una continuum temporal)) (La pascua de la creación, p. 277), encierra, a
nuestro parecer, una contradictio in terminis: lo que hace un punto distinguible de otro es
justamente la presencia de una «separacióm> entre ambos, por muy pequeña que fuera.
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CONCLUSIÓN
94. Una propuesta semejante, aunque no idéntica, formula K. RAHNER a partir de con-
sideraciones más metafísicas, en su libro El sentido teológico de la muerte. sugiere la idea del
alma que se torna "pancósmica» después de la muerte.
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