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Aproximación al lenguaje gestual de los adolescentes

Emma Martinell, Mar Forment y Nuria Vallés

Félix Rodríguez González (ed.), El lenguaje de los jóvenes, Ariel, 2002, pp. 165.191

1. Introducción y objetivos
Pocos dudan ya de la importancia del componente no verbal en el marco de la
comunicación humana.1 Los gestos significativos acompañan con frecuencia a las
palabras, transmitiendo contenidos que nuestros interlocutores son capaces de asimilar
gracias a su conocimiento del código gestual. En ocasiones los gestos no acompañan a
las palabras sino que las sustituyen. Este hecho se ha estudiado ampliamente en relación
con situaciones comunicativas en las que resulta imposible la comprensión lingüística. 2
Incluso, se puede afirmar que a veces el gesto contradice las emisiones verbales. En
estos casos, además, suele conferirse una mayor fiabilidad a las manifestaciones no
verbales que a las lingüísticas, por ser las primeras más difíciles de controlar y,
consecuentemente, más sinceras.
También se ha demostrado la trabazón existente entre los gestos empleados por
una colectividad y algunos rasgos de su cultura. Así, se ha mencionado la necesidad de
contar con fluidez lingüística, pero también fluidez cultural verbal o no verbal para
poder ser entendido en cualquier situación comunicativa. Esta última circunstancia ha
sido tomada en consideración por parte de los profesores de lenguas extranjeras, quienes
se han percatado de que han de incluir en sus clases referencias a los comportamientos
no verbales empleados por los hablantes de las lenguas que enseñan.3
Con el fin de familiarizar a los estudiantes extranjeros con el componente
gestual, puede recurrirse a los diccionarios de gestos.4 Cabe reconocer, no obstante, que
el soporte tradicional en papel no es siempre el más idóneo para que el aprendiz
1
Fernando Poyatos, uno de los más eminentes investigadores que han tratado el tema de la
comunicación no verbal, habla de una estructura básica de la comunicación humana formada
por tres constituyentes. Únicamente uno de ellos, el lenguaje, se sustenta en la oralidad,; los
otros dos, esto es, el paralenguaje y la quinésica son elementos no verbales que contribuyen de
manera decisiva en cualquier proceso comunicativo. (Poyatos 1994)
2
En este sentido cabe subrayar los estudios de Emma Martinell dedicados al análisis de la
función comunicativa de los gestos en los primeros encuentros entre europeos y americanos.
(entre otros, Martinell 1988, Martinell 1992, Martinell y Vallés 1995).
3
Sobre la inclusión de la didáctica del componente gestual en las clases de español como lengua
extranjera, pueden consultarse, entre otros, Benítez, P. y A. Lavin (1992), Duque de la Torre
(¿???), Forment (1997), Martinell (1990), Soler-Espiauba (1987), ¿???
extranjero llegue a hacerse una idea apropiada de la manera de ejecutar un gesto. Sin
duda, la movilidad que comporta cualquier comportamiento gestual no se puede
reproducir con absoluta fiabilidad en una foto o en un dibujo. Por esta razón, algunos
investigadores interesados por el tema están elaborando diccionarios gestuales en CD-
Rom en los que las imágenes y los videos cobran una especial importancia.5
Todos los aspectos que hemos enumerado hasta aquí han sido objeto de
investigaciones pormenorizadas por parte de psicólogos, sociólogos, antropólogos,
etólogos, lingüistas, filólogos, etc. También han sido motivo de reflexión elementos más
concretos como las peculiaridades de los gestos de los fumadores,6 la importancia de la
conducta no verbal para los políticos o para los hombres de negocios, 7 la utilidad del
análisis del comportamiento gestual para la detección de algunas enfermedades
mentales, e, incluso, la trascendencia del movimiento corporal en actividades como la
danza o el teatro.
No se ha prestado tanta atención, sin embargo, a las diferencias en el
comportamiento no verbal motivadas por la edad del individuo, el nivel de educación, la
clase social o el sexo, a pesar de que estas variantes implican una práctica diferente de
la gestualidad.8 Esta afirmación requiere, no obstante, ciertas matizaciones. Se ha
estudiado con cierto detenimiento la importancia del comportamiento no verbal en los
niños. En efecto, el niño no empieza a hablar hasta los diez u once meses. Durante el
período prelingüístico, no verbal, se comunica con su entorno a través de la mímica, de
sus actitudes y del paralenguaje. De ahí la importancia de los aspectos no verbales
durante el primer año de vida y el interés por su estudio.
Por otro lado, también se han analizado ciertas diferencias en el comportamiento
gestual de hombres y mujeres, sobre todo en situaciones de coqueteo o flirteo. 9 Flora
4
Para el ámbito español destacaremos Martinell y Gelabert (1990) y respecto al dominio
hispánico Meo-Zilio y Mejía (1980 y 1983).
5
Creemos conveniente destacar el Diccionario de gestos españoles (versión internet) editado
por el Prof. H. Ueda, de la Universidad de Tokio, y E. Martinell. (Se puede consultar en
http://spanish.c.u-tokyo.ac.jp/gestos/index.html)
6
Véase Kostolany (1977: 89-94).
7
Se ha analizado el poder persuasivo y seductor del comportamiento no verbal y la manera que
tienen algunos dirigentes políticos de utilizarlo (Kostolany 1977: 149-156). Estudio de los
gestos suecos. ¿??
8
A estos condicionantes cabría añadir el estado de ánimo del individuo que, a nuestro entender,
repercute en una mayor o menor gesticulación. Por otra parte, es preciso recordar que cada
persona acaba confiriendo a su comportamiento gestual unos rasgos propios y característicos.
9
Consúltese, por ejemplo, Fast (1971: 89-108). En algunas obras aparecen también referencias a
las distintas maneras de saludarse que tienen hombres y mujeres en España. Respecto al modo
empleado por estas últimas, puede resultar de interés la siguiente cita de Cinco horas con
Mario:
Davis ha observado además ciertas diferencias de comportamiento territorial entre
hombres y mujeres. Los primeros, aglomerados en un espacio pequeño, se muestran
desconfiados e incluso agresivos; las mujeres, sin embargo, en la misma situación,
tienden a relacionarse y pueden llegar a intimar.
No tenemos noticia de estudios sobre las diferencias en el comportamiento
gestual de los individuos provocadas por su nivel de educación o por la clase social a la
que pertenecen, por lo menos en el ámbito hispánico. De este modo, no parece
arriesgado afirmar que no se ha realizado un gran número de investigaciones en las que
se determine la importancia de los condicionantes antes mencionados –esto es, edad del
individuo, nivel de educación, clase social y sexo- respecto al comportamiento no verbal
del individuo.
Con el presente trabajo pretendemos aproximarnos al lenguaje gestual de los
adolescentes, conscientes de que algunos de los gestos que utilizamos con asiduidad
tienen entre los jóvenes un significado ligeramente distinto del estándar. Como era de
esperar por lo dicho anteriormente, rastreando la bibliografía sobre el tema, no se ha
encontrado mucha información al respecto, sino simplemente algunas reflexiones. Al
parecer, la diferencia entre madurez e inmadurez es, a menudo, comunicada por el
lenguaje corporal. Demasiado movimiento corporal sin significación real es falta de
madurez. Una persona madura se mueve cuando necesita hacerlo, y se mueve con una
intención.10
Como se verá, el trabajo que se presenta a continuación no es un estudio
Carmen se inclinaba y la besaba en las dos mejillas. En realidad, no se besaban,
cruzaban estudiadamente las cabezas, primero del lado izquierdo, luego del derecho, y
besaban al aire, tal vez a algún cabello desmandado, de forma que una y otra sintieran
los chasquidos de sus besos pero no su efusión. (M. Delibes, Cinco horas con Mario,
Barcelona, Destino, 1978, 14ª ed., p. 18).
Dolores Soler recoge una cita de la obra Las mujeres y los niños primero, de Elena Gianini
Bellotti, en la que se habla de la evolución de esta forma de saludo de las mujeres:
La diferencia entre los gestos de saludo y de reconocimiento entre hombres y mujeres es
muy antigua, pero en estos últimos años parece haberse acentuado. El código general
masculino se mantiene casi invariado, mientras el femenino ha cambiado mucho, como
si se hubiera liberado de las trabas del pasado. Los tenues besos de las mujeres, apenas
una pantomima de beso, dos mejillas que se rozaban, dos bocas que enviaban un beso al
aire, casi han desaparecido o son patrimonio de cierta edad o cierta clase social. Cada
vez con más frecuencia vemos mujeres que se besan en las mejillas y entre las más
jóvenes también se ha puesto de moda el beso en la boca, se echan una en brazos de otra
(...) se apoyan la una en la otra, andan cogidas de la mano (...)
10
Como decimos, son escasas las referencias al comportamiento no verbal de los jóvenes que
hemos podido extraer de nuestras lecturas de la bibliografía. Además, algunas de ellas están
simplemente basadas en la observación subjetiva del investigador por lo que podrían ser
fácilmente rebatibles. Reproducimos, a continuación, un fragmento del artículo de Dolores
Soler que se ha citado anteriormente:
exhaustivo del que se puedan extraer conclusiones generales sobre los gestos que
emplean los jóvenes en España. Nuestra aportación ha tenido que ser forzosamente
modesta y va a centrarse en la exposición de los resultados obtenidos a partir del
vaciado de un cuestionario gestual distribuido entre adolescentes de Hospitalet de
Llobregat, una localidad del cinturón industrial de Barcelona.

2. Metodología
2.1. Los informantes
El cuestionario gestual se distribuyó entre los estudiantes de Lengua Española de
una de las autoras del presente estudio, Nuria Vallés. Dichos estudiantes están cursando
4º de ESO en el IES Rubió i Ors, de Hospitalet de Llobregat, y tienen entre catorce y
quince años. A modo de descripción general, cabe decir que los informantes que han
participado en este trabajo pertenecen a familias de clase media-baja. Muchos de ellos
son hijos de inmigrantes que carecen de estudios superiores. La lengua materna de los
muchachos es mayoritariamente el castellano.11 Los rasgos de los informantes han hecho
imposible cualquier valoración por nuestra parte sobre el comportamiento gestual
característico de ciertos grupos de jóvenes como los punks, skins, heavys o rockeros.
2.2. El cuestionario gestual
Tal como se ha dicho anteriormente, el presente trabajo se basa en las respuestas
obtenidas a partir de un cuestionario gestual que distribuimos entre nuestros
informantes. Sin duda, la elección del método del cuestionario ha supuesto una serie de
ventajas respecto a los otros procedimientos que podríamos haber empleado. Una de las
más importantes ha sido la rapidez en la obtención de los datos. En efecto, preguntar
directamente al informante por el fenómeno que pretende estudiarse –en este caso, los

Me ha parecido observar que los españoles jóvenes no se muestran reacios a compartir


el dormitorio con uno o varios hermanos, sin que esto esté condicionado por factores
económicos o de falta de espacio. Los jóvenes europeos y norteamericanos defienden
con más fuerza su independencia en el interior de la casa paterna y la abandonan antes,
aun sin ser independientes económicamente, para obtener su propia esfera en otro
domicilio. Esto puede tener su importancia en el momento de alojar en casa a un niño
extranjero. Son muy frecuentes los intercambios entre jóvenes norteamericanos y
españoles, durante varios meses o un año. El hecho de que la “madre española” con
quien vive un estudiante americano limpie la habitación donde duerme, puede ser
interpretado como intromisión en su vida privada. (Soler-Espiauba 1987)
11
El cuestionario no iba acompañado de ficha sociolingüística porque en realidad con el
presente trabajo pretendíamos tan solo realizar un primer acercamiento al tema que nos ocupa.
Los datos generales que presentamos aquí –insuficientes, sin duda, en un estudio más
pretencioso- han sido proporcionados por la Prof. Vallés.
gestos que conoce y utiliza- es mucho más efectivo que esperar a que éste se produzca y
basarse en la observación directa. Así, elaboramos un cuestionario que recogía cuarenta
y tres gestos.12 Las reproducciones de éstos fueron tomadas de Martinell y Gelabert
(1990) y de Gelabert, Martinell, Takagaki y Ueda (¿??). Respecto a los gestos que
finalmente fueron incluidos en el cuestionario, se escogieron de diferentes tipos, tal
como se explica a continuación.
Una de las clasificaciones que más veces se ha seguido en los estudios sobre
comportamiento gestual es la distinción entre hábitos, o gestos, genéticos y hábitos, o
gestos, adquiridos o culturales.13 Los primeros son producidos por genes específicos y
se heredan. Pueden clasificarse a su vez en idiosincráticos, cuando aparecen en un solo
individuo, familiares y universales, si se dan en personas de orígenes geográficos y
culturales muy distintos. Los hábitos adquiridos son imitativos o aprendidos y están
estrechamente relacionados con la cultura. Entre éstos se diferencian los gestos
imitativos, que reproducen acciones, tamaños y formas, y los gestos simbólicos, cuyo
significado es menos transparente y está condicionado desde una perspectiva cultural.
El mayor interés que suscitan los gestos adquiridos o culturales motivó que
nuestro cuestionario solamente incluyera comportamientos no verbales de este tipo.14
Por otra parte, la inclusión de gestos imitativos (como el gesto número 16, que evoca la
acción de andar) y de gestos simbólicos (como el gesto número 3 correspondiente a
“tocar madera”) respondía a tres hipótesis de partida. En primer lugar, suponíamos que
los adolescentes que iban a cumplimentar el cuestionario sabrían el significado de los
primeros, o cuando menos lo intuirían. 15 En segundo lugar, sospechábamos que algunos
gestos simbólicos incluidos en la obras consultadas ya no eran conocidos ni utilizados
por los jóvenes, motivo por el cual consideramos oportuna su aparición en el
cuestionario. Por último, también vislumbrábamos que otros gestos simbólicos tenían
para los jóvenes un sentido ligeramente distinto que aquél con el que son utilizados por
la mayoría, aspecto éste especialmente interesante para nuestro estudio.
12
El cuestionario completo en el que se basó este estudio se encuentra en el Apéndice.
13
Véase Poyatos (1994, vol. I: 29-33).
14
El único gesto recogido en el cuestionario que podría considerarse innato es el número 12,
relativo al movimiento reflejo que efectuamos con los dedos pulgares de las dos manos cuando
estamos nerviosos. De cualquier manera, sabemos que no todas las personas expresan el
nerviosismo del mismo modo: algunos no cesan de moverse, a otros les sudan las manos,
mientras que también es posible el parálisis y el bloqueo como respuesta ante una situación de
nervios.
15
Piénsese que estos gestos suelen ser universales, compartidos por individuos pertenecientes a
culturas distintas. Muchos de ellos han sido los primeros que se han empleado en situaciones de
contacto que han enfrentado a hablantes de lenguas distintas. (Martinell 1992)
Para cada uno de los cuarenta y tres gestos que fueron incluidos en el
cuestionario se formularon dos preguntas cerradas –si se conocía el gesto o no y si se
utilizaba o no- y una pregunta abierta –que se propusiera el significado-. A continuación
se presentan las consideraciones que hemos podido extraer de los datos obtenidos a
partir del vaciado cualitativo de los cuestionarios.

3. El lenguaje gestual de los adolescentes


3.1. Consideraciones previas
Es posible que no hayamos prestado especial atención a los gestos concretos que
emplean los jóvenes, aunque la mayoría podamos tener una idea aproximada de algunas
de sus posturas y maneras. 16 En efecto, no resulta difícil imaginar la posición relajada
que adopta cualquier muchacho de nuestro país en el sofá de su casa, aunque en realidad
ésta no tiene por qué ser sustancialmente distinta de la de sus padres en las mismas
condiciones. Es necesario reconocer que en otras circunstancias -en clase, por ejemplo-
los estudiantes españoles son, desde esa perspectiva no verbal, mucho más correctos que
otros jóvenes que recibimos en nuestras aulas.17 A todos los que nos dedicamos a la
enseñanza del español como lengua extranjera no deja de sorprendernos tener que
aleccionar a los estudiantes americanos recién llegados a España diciéndoles que aquí
no está bien visto que se desperecen, que bostecen o que adopten en el aula
determinadas posturas. Respecto a estos mismos estudiantes extranjeros, cabe recodar
que se escandalizan notablemente cuando contemplan la “familiaridad” con la que se
tratan las parejas de jóvenes españoles; los abrazos, los besos o los arrumacos que se
propician en plena calle o en el metro. También se sienten incómodas nuestras alumnas
extranjeras por la “intensidad” de las miradas de los hombres en España. Todas estas
reacciones son una buena muestra de la importancia de la competencia cultural para el
hablante no nativo, además de la imprescindible competencia lingüística. Distintas
culturas tienen distintas costumbres y, por supuesto, distintos lenguajes corporales.
En cuanto a algunos gestos rituales como los utilizados para saludarse, no es
necesaria tampoco mucha observación para apreciar que los jóvenes de sexo masculino

16
Recuérdese que cuando se habla de comportamiento no verbal no solo cabe pensar en el gesto
como movimiento del cuerpo, en especial de los brazos y las manos, que se emplea para dar a
entender algo. El componente no verbal de la comunicación ha de tener en cuenta, además,
otros constituyentes como la postura, las maneras, la proxémica, las reacciones dérmicas y
térmicas como el sonrojo o la sudoración, la forma de vestir, etc.
17
Al hablar aquí de corrección lo hacemos siempre a partir de nuestro particular enfoque
cultural.
suelen hacerlo de una manera peculiar. La forma más neutra sería el gesto estándar: el
apretón de manos. Este gesto tiene una variante utilizada por un número considerable de
chicos de nuestro país: después del apretón, los dedos pulgares se enlazan, los otros se
cierran y se vuelve al movimiento de arriba a abajo. Además, el cachete en el cogote o
en la coronilla está empezando a ser también una forma de saludarse habitual entre los
muchachos. Algo más contundente es el saludo basado en el intercambio de suaves
“puñetazos”en la barriga, en el pecho o en los hombros.18
3.2. Gestos de agresión, burla, desafío o animadversión
Probablemente como una forma de rebelión contra la familia o el entorno, en
particular, y contra la sociedad, en general, se aprecia entre algunos jóvenes un reiterado
uso de gestos de agresión o gestos de animadversión. Quizá esa sea la razón por la cual
muchos de los gestos recogidos en el cuestionario, para cuya ejecución se emplean
brazos o manos, han sido interpretados por los informantes con cierto sentido de
rivalidad, desafío o lucha. No parece arriesgado sostener que uno de los gestos más
utilizados con este valor es el realizado irguiendo el dedo corazón entre el índice y el
anular que permanecen doblados.19 Se trata de una muestra despectiva de desafío, de
insulto brutal, que puede preceder el inicio de una pelea y que se corresponde con la
expresión fraseológica hacer la peseta.20 El gesto requiere para ser completo que la
mano izquierda caiga sobre la parte interior del brazo derecho, esto es, un “corte de
mangas”. No obstante, hemos podido observar reiteradamente entre los jóvenes lo que
podríamos denominar “versión simplificada”, con omisión de esta última parte. Por otro
lado, creemos que existe una utilización más “suave” de este gesto, especialmente entre
chicos que se tienen una gran amistad y confianza. En este otro uso, el gesto suele ir
acompañado de la emisión lingüística súbete aquí y baila y equivale, aproximadamente,
a “eso no te lo crees ni tú”.21
18
Incluso hemos sido testigos de la utilización de algún puntapié, verdadero o fingido, como
forma de saludo.
19
Para Fernando Díaz-Plaja este gesto es una clara representación simbólica del órgano sexual
masculino. (Díaz-Plaja 1980:128) Como se aprecia en el siguiente fragmento literario, se trata
de un gesto muy utilizado por los conductores:
Rafa les rebasó a ciento veinte, sacó la mano izquierda por la ventanilla, el dedo
corazón erecto entre los otros cuatro abatidos y voceó:
-¡A tomar por el culo, machos!
(M. Delibes, El disputado voto del señor Cayo, Barcelona, Ed. Destino, Col. Áncora y
Delfín, 6ª ed., 1979, pp. 54-55)
20
Sobre la relación entre gesticulación y fraseología o, dicho de otro modo, sobre la
verbalización fraseológica de la gestualidad puede consultarse Forment (1996).
21
Se emplea para negarse a hacer algo que se solicita, a dejar alguna cosa que se pide o,
simplemente, cuando no se cree lo que acaba de decirse.
El gesto de hacer la peseta parece estar sustituyendo progresivamente en el uso
al gesto del cornudo, típico del ámbito latino y con el que se aludía originalmente a las
desventuras matrimoniales del otro. Para realizarlo es preciso levantar los dedos índice
y meñique con el resto de la mano cerrada.
Las respuestas de nuestros informantes parecen demostrar que los dos gestos que
expresan burla por los que se preguntaba en el cuestionario (los números 31 y 32) están
en claro desuso entre los jóvenes. La mayoría de los informantes conoce su significado,
pero apunta en sus definiciones que se trata de gestos que utilizan como señal de burla
dirigida exclusivamente a niños pequeños. El gesto número 32 –en el que la mofa
consiste en sacar la lengua y apoyar los pulgares en las sienes o en las orejas con las
manos abiertas, abriéndolas y cerrándolas, reproduciendo el movimiento de las orejas de
un burro- ha resultado ser más conocido y usado que el 31. Para éste último se han
propuesto significados erróneos como “quedarse una persona con dos palmos de
narices” o “estar una persona mintiendo”.
Los gestos 21 y 22 del cuestionario también quedarían agrupados en el apartado
de gestos de insulto o represión. El primero corresponde a la expresión lingüística ¡qué
cara! y lo empleamos para calificar al interlocutor o a otra persona de “fresco”. El
segundo alude burlonamente al desequilibrio mental de alguien con un movimiento
rotatorio del índice aplicado a la sien en referencia a la pérdida de un tornillo. A
diferencia de lo que ocurría con los dos gestos anteriores, estos son mayoritariamente
conocidos y utilizados por nuestros informantes.22
Tal como se ha dicho con anterioridad, a pesar de que no se había incluido en el
cuestionario ningún ademán de agresión o amenazador, algunos informantes han
interpretado con ese valor ciertos gestos realizados con las manos y los brazos. Así ha
ocurrido con el gesto 7 y, en menor medida, con el gesto 41. El primero suele aplicarse a
las personas poco desprendidas, tacañas.23 Respecto al segundo, corresponde a la
exclamación ¡Manos a la obra! De éste, sólo seis de los treinta y cinco informantes han
dado con el sentido correcto “ponerse a trabajar”; ocho informantes han propuesto como
significado “buscar pelea”, mientras que los veintiún encuestados restantes han definido
el gesto como “remangarse”, “subirse las mangas”, “pedir la hora” o, simplemente, no
22
Treinta y tres de los treinta y cinco informantes conocen el sentido del gesto 21 (“Tener
cara”), cifra que supone un 94,3%; respecto al gesto de “estar loco”, la cifra de informantes que
conoce el significado se eleva a treinta y cuatro (97,1%). Por lo que se refiere al uso, el primero
es utilizado por un 80 % de los jóvenes y el segundo por un 82,85%.
23
Recuérdese la expresión ser de la virgen del puño para expresar, precisamente, el mismo
significado.
han contestado. Cuando la profesora proporcionó las respuestas “correctas” del
cuestionario, algunos estudiantes dijeron que para expresar el sentido ¡Manos a la
obra!, antes de hacer el amago de subirse las mangas, emulaban la acción de escupirse
en las palmas de las manos, tal como hemos visto hacer en múltiples ocasiones a los
albañiles.
En cuanto al gesto número 7, ningún joven ha sugerido el significado que los
diccionarios de los que se han extraído las ilustraciones proponían, aunque veintitrés de
ellos dicen utilizarlo. Aparece de nuevo aquí “buscar pelea” como uno de los
significados erróneos propuestos más recurrentemente. Doce informantes han dado otro
valor al gesto 7: “celebrar algo que se ha conseguido, alguna cosa que ha salido bien”.
Algunos dicen incluso “celebrar un gol”. Sin duda, la ilustración número 7 recuerda la
acción efectuada por muchos futbolistas tras alcanzar el balón el fondo de la red. Dada
la importancia que tiene el fútbol en el seno de nuestra sociedad para jóvenes y
mayores, la “confusión” resulta, en consecuencia, fácilmente explicable. Por último, en
relación todavía con este mismo gesto, cinco informantes han propuesto otro sentido
que parece empezar a difundirse entre nuestros jóvenes y de cuyo uso hemos sido
testigos: “experimentar un hombre una erección”.24
De lo que acabamos de decir se deduce que ciertos gestos que se emplearon en
otra época, o que todavía hoy siguen utilizando algunos hablantes, se han convertido en
nuevos significantes, alusivos a referentes contemporáneos, a los que los jóvenes
asocian significados también nuevos, se han tornado semánticamente opacos o,
simplemente, han dejado de utilizarse. Acabamos de mostrar un ejemplo de la primera
de la posibilidades. Veamos algunos casos que ilustran las otras dos circunstancias.
El gesto 18 muestra el comportamiento no verbal que empleaban los jóvenes
para invitar a bailar a las muchachas. El movimiento circular que describe el índice
extendido evoca el compás de la pareja en la pista de baile. Es evidente que se trata de
un gesto que muy pocas personas deben seguir utilizando, en caso de que todavía quede
alguna que lo usa. Los nuevos ritmos hacen prácticamente imposible su empleo y, por
esa razón, decidimos incluirlo en el cuestionario. Como era de esperar, ningún
informante dio con el significado adecuado para este gesto. Los más imaginativos lo
definen como “dar una vuelta”.25 Por otro lado, tres informantes consideran que este

24
Cabe decir que la forma del brazo y la mano cerrada representan de nuevo aquí de manera
simbólica el órgano sexual masculino.
25
Concretamente, siete informantes de los treinta y cinco.
ademán podría tener un valor adverbial equivalente a “más tarde”, en lo que sería, a
nuestro juicio, una “confusión gestual”.
Respecto al gesto de señalar el dedo anular para indicar “estar casado”
(ilustración 27), representaría la situación de algunos gestos que, a pesar de ser
interpretables con cierta facilidad por su valor icónico, están dejando de utilizarse
progresivamente.26
3.3. Gestos imitativos
En contraposición a algunos de los gestos que se acaban de señalar, cabría
destacar la facilidad que tienen los informantes para reconocer los gestos imitativos que
evocan acciones, medidas o tamaños recogidos en el cuestionario. El número 1 es
especialmente representativo en este sentido: los treinta y cinco informantes conocen su
significado y veintinueve de ellos dicen, además, utilizarlo.27 También los gestos 2, 11,
14, 16, 17, 31, 19, 30 y 32 presentan un elevado porcentaje de acierto respecto a los
sentidos propuestos por los informantes.28 En este mismo grupo habría que incluir los
gestos 10 “estar muy delgado”, 13 “no ver”, 33 “pedir que alguien baje el tono de voz”
y 42 “ojalá, pedir”. Tanto los resultados referentes al conocimiento como los relativos al
uso son en todos estos casos inferiores a los de los gestos imitativos antes mencionados.
Especialmente significativo resulta el gesto 33, para el que ningún informante propone
el significado que figura en los diccionarios. No obstante, no parece conveniente atribuir
este dato a su pérdida de uso como a la poca claridad de la ilustración o al poco
detenimiento con el que los informantes la han contemplado. 29 En cuanto al gesto 42,
cabe decir que algunos jóvenes han propuesto como significado “rezar”.
3.4. El peso de las circunstancias: los comportamientos no verbales con los que se
pide orden

26
En este caso, un 40% de los informantes conoce el significado del gesto pero solo un 5,7%
dice, además, utilizarlo.
27
Precisamente estos días se emite por televisión el anuncio de una marca de yogures cuyo
protagonista principal es el gesto al que estamos haciendo referencia. El producto tiene
exactamente la medida indicada por los dedos y su presentación va acompañada de la emisión
lingüística “un poco” que tan a menudo decimos al reproducir este gesto.
28
Recuérdese que éstos corresponden respectivamente a los siguientes sentidos: “dos dedos”,
“estar gordo”, “correr”, “caminar”, “guardar silencio”, “hablar”, “acunar a un bebé” y “pedir
silencio”.
29
En efecto, los labios redondeados, emulando la forma que adoptan cuando emitimos el
característico “Tssssss” para solicitar silencio, y el movimiento de la mano de arriba a abajo no
dejan lugar a dudas. Algunos informantes han definido este gesto como “más o menos”, sin
percatarse de que, como acabamos de decir, el movimiento de las manos que se reproduce en la
ilustración era de arriba a abajo y no lateral.
Uno de los datos más interesantes que hemos podido extraer del vaciado de los
cuestionarios es la facilidad con la que nuestros informantes asimilaron algunos gestos a
comportamientos no verbales con los que el profesor habitualmente los llama al orden.
Tal es el caso de la ilustración número 3, correspondiente, en realidad, al gesto
supersticioso de “tocar madera”. Únicamente uno de los estudiantes propuso este
significado; veintidós muchachos definieron, aproximadamente, este gesto como el
“movimiento que el profesor hace cuando nos pide que callemos o que atendamos”,
mientras que el resto no sugirió ninguna definición. La misma situación se ha repetido
para el gesto número 5, ilustrativo en este caso de la cualidad “tozudo”. También
corresponde mencionar en este punto que los gestos 17 y 37, alusivos a “guardar
silencio” y, posiblemente, mucho más claros en la ilustración, son ampliamente
conocidos por los informantes.30

30
Respecto al primero, un 88,6% conoce su significado, mientras que en el caso del segundo el
porcentaje se eleva al 100%.
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Soler-Espiauba, D. (1987): “Lo no verbal como un componente más de la lengua”, en
Actas de las II Jornadas Internacionales de Didáctica del Español como Lengua
Extranjera, Ávila, Ministerio de Cultura, pp. 169-194. (Reeditado en Cultura e
intercultura...).
Añadido de junio de 2014:

Félix Rodríguez, “Medios de comunicación y contracultura juvenil”, CLAC


(Universidad Complutense), 25, 2006. Localizable en:
http://pendientedemigracion.ucm.es/info/circulo/no25/rodriguez.pdf

Anna-Karin Björk, Un estudio sobre el lenguaje juvenil entre estudiantes españoles de


intercambio; Högskolan Skövde, Suecia, 2008. Localizable en:
http://his.diva-portal.org/smash/get/diva2:133325/FULLTEXT01.pdf

F. Rodríguez

http://pendientedemigracion.ucm.es/info/circulo/no25/rodriguez.pdf2008

PROYECTO Cola, Corpus oral de lenguaje adolescente

Universidad de Bergen, Suecia

http://www.colam.org/om_prosj-espannol.html

en español, texto de la coordinadora del proyecto, la dra. Annette Myre Jörgensen

http://www.colam.org/publikasjoner/corpuslenguajeadoles.htm

Emilio Miraflores Gómez y José Luis Hernández Pacheco, “Lenguaje sms: la alfabetización de los
jóvenes del siglo XXI”, localizable en:

http://maritim23.files.wordpress.com/2008/03/lenguaje-s-xxi-la-nueva-alfabetizacion.pdf

San Millán de la Cogolla, FUNDEU, Curso “El español de los jóvenes”, año 2008

http://www.fundeu.es/files/revistas/rev-12.pdf

http://www.elcastellano.org/ns/edicion/2008/septiembre/jovenes.html

Raquel Pinilla Gómez, “La comunicación de la juventud en los blogs: nuevos diarios para
nuevos tiempos”, localizable en: http://www.injuve.es/sites/default/files/RJ93-11.pdf

Pueden consuktarse, además, los trabajos de Silvia Betti (U. de Bolonia), y de Carmen
Galán (U.de Extremadura).

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