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Biografía de San Francisco de Asis

Su verdadero nombre fue Giovanni Bernardone Bourlemont. Nació en Asís (Italia) el año 1181.
Sus padres fueron don Pietro Bernardone (rico comerciante) y doña Pica Bourlemont (ama de
casa). Desde niño acompañó a su padre a las ferias donde vendía telas. En su juventud fue
soldado de los Estados Pontificios, hasta que desertó en 1205.

Regresando a Asís renunció a los bienes terrenales y decidió seguir las enseñanzas de Jesús de
Nazareth. A pesar de la oposición de su padre y de las burlas de la gente, empezó a predicar la
fe católica, atender a los leprosos y pedir limosna para vivir y ayudar a los más pobres. Llegó a
tener once 11 discípulos principales y cientos de seguidores.

En abril de 1209 logró una audiencia con el papa Inocencio III y logró que aprobara su
"hermandad de pobres" (orden de los franciscanos) y le diera sus primeras reglas. En 1211
fundó, junto a Clara de Asís, la orden de las clarisas.

En 1219, viajó por Chipre y San Juan de Acre predicando entre los soldados que participaban
en la Quinta Cruzada. Luego pasó a Egipto, donde intentó convertir al sultán al-Malik al-Kamil.
Antes de regresar a Italia, también predicó en Siria.

En 1223, pasó la Navidad en Umbría y logró representar el nacimiento de Jesús en un pesebre.


En 1224, en Monte Alvernia, según la tradición, recibió estigmas considerados "señales de la
Pasión de Cristo". Poco después su salud se resquebrajó, falleciendo en Asís, el 3 de octubre de
1226. Solo tenía 44 años de edad.

San Francisco de Asís


Giovanni di Pietro Bernardone
Francesco d´Assisi
Místico italiano y predicador, fundador de los franciscanos
Nació el 5 de julio de 1182 en Assisi, en el seno de una acaudalada familia.
Hijo de Donna Pica Bourlemont y de Pedro de Bernardone.
Durante su juventud llevó una vida mundana. Tras una batalla entre Asís y Perugia estuvo
encarcelado un año en esta ciudad. Siendo prisionero padeció una grave enfermedad durante
la cual decidió cambiar su forma de vida.

En 1205 ejerció la caridad entre los leprosos y comenzó a trabajar en la restauración de ruinas
de iglesias debido a una visión en la que el crucifijo de la iglesia en ruinas de San Damián en
Asís le ordenó que reparara su casa. Los gastos en obras de caridad enfurecieron a su padre,
que llegó a desheredarlo.

Renunció a su lujosa ropa por una capa y dedicó los tres años siguientes al cuidado de los
leprosos y los proscritos en los bosques del monte Subastio. Restauró la ruinosa capilla de
Santa María de los Ángeles.

En 1208, durante una misa, escuchó una llamada diciéndole que saliera al mundo y, siguiendo
el texto de Mateo 10, 5-14, "no poseyera nada pero hiciera el bien en todas partes". Cuando
regresó a Asís ese mismo año, empezó a predicar, provocando la renovación de la
espiritualidad cristiana del siglo XIII.
Reunió a los 12 discípulos que se convertirían en los hermanos originales de su orden, más
tarde llamada la Primera Orden y lo eligieron superior. En 1212 recibió a una monja de Asís
llamada Clara, en la comunidad franciscana; a través de ella se estableció la orden de las
damas pobres (lasclarisas, más tarde Segunda Orden franciscana).

En 1212 emprende camino a Tierra Santa, pero una tempestad le obligó a regresar. Otras
dificultades le impidieron cumplir gran parte de la labor misionera cuando llegó
a España a evangelizar a los musulmanes. En 1219 se encontraba en Egipto, donde pudo
predicar aunque no consiguió convertir al sultán. Viajó después a Tierra Santa permaneciendo
allí hasta el año 1220. Quería ser martirizado y se alegró al saber que cinco monjes
franciscanos habían muerto en Marruecos mientras cumplían sus obligaciones. A su regreso
encontró oposición entre los frailes y renunció como superior, dedicando los años siguientes a
planear lo que sería la Tercera Orden franciscana, los terciarios.

La tradición de poner el Belén en el mundo se remonta al año 1223, en una Navidad de la villa
italiana deGrecio. En esta localidad, San Francisco de Asís reunió a los vecinos para celebrar la
misa de medianoche. En derredor de un pesebre, con la figura del Niño Jesús, moldeado por
las manos de San Francisco, se cantaron alabanzas al Misterio del Nacimiento; desde entonces
la fama de los "Nacimientos" y su costumbre se extendió por todo el mundo.

En septiembre de 1224, tras cuarenta días de ayuno, rezando en el monte Alverno sintió un
dolor mezclado con placer, y las marcas de la crucifixión de Cristo, los estigmas, aparecieron en
su cuerpo. Fue llevado a Asís, donde pasó los años que le quedaban marcado por el dolor físico
y por una ceguera casi total.

"Cántico de las criaturas", se cree que lo escribió en Asís en 1225.

Francisco de Asís falleció el 3 de octubre de1226 cerca de la capilla de la Porciúncula y fue


sepultado en San Giorgio. Fue canonizado el 16 de julio de 1228 por el papa Gregorio IX. Sus
restos se encuentran en la Basílica de San Francisco en Asís.

En 1980 el papa Juan Pablo II le proclamó patrón de los ecologistas. Sus emblemas son el lobo,
el cordero, los peces, los pájaros y los estigmas. Su festividad se celebra el 4 de octubre.

Ciertamente no existe ningún santo que sea tan popular como él, tanto
entre católicos como entre los protestantes y aun entre los no cristianos.
San Francisco de Asís cautivó la imaginación de sus contemporáneos
presentándoles la pobreza, la castidad y la obediencia con la pureza y
fuerza de un testimonio radical. Llegó a ser conocido como el Pobre de Asís
por su matrimonio con la pobreza, su amor por los pajarillos y toda la
naturaleza. Todo ello refleja un alma en la que Dios lo era todo sin división,
un alma que se nutría de las verdades de la fe católica y que se había
entregado enteramente, no sólo a Cristo, sino a Cristo crucificado.
La vida de los Santos es admirable porque fueron personas como nosotros con la diferencia
que ellos supieron corresponder a las gracias que Dios les dio. Su amor por Nuestro Señor
Jesucristo y por la Santísima Virgen lo manifestaron trabajando día con día por su salvación y
por la redención de los pecadores. La vida de los Santos debe ser un ejemplo para nosotros
que nos aliente a querer ser mejores para alcanzar la felicidad eterna, corregir nuestros
errores e imitar sus virtudes. Hay vidas de Santos que no podemos ignorar por la gran
enseñanza que nos dan; San Francisco de Asís es una de ellas, por la perfección que alcanzó al
vivir en todo de acuerdo al Evangelio.

Francisco de Asís fue un hombre que asombró e inspiró a la Iglesia.

Llevó a la acción todo lo que Jesús dijo e hizo.

Con una alegría y humildad sin límites.

Es quizás uno de los santos históricos más revolucionarios y más admirados.

Dios lo dotó de dones extraordinarios: sanación, profecía, sabiduría, levitación y recibió los
estigmas. Tenía amor por la naturaleza, como creación de Dios. Fue un alma que se nutría de
las verdades de la fe católica y que se entregó enteramente, no sólo a Cristo, sino a Cristo
Crucificado. Su saludo era “Paz y Bien”. Su labor y ejemplo, en realidad “restauró” la Iglesia de
la Edad Media.

Que se expresó básicamente con su vida y obras, y no con sus escritos, ya que hizo pocos.

Su mensaje está resumido en dos oraciones, El cántico de las creaturas donde da gracias al
Señor por todas las cosas que existen, todas las cosas que Él mismo creó, y la oración Hazme
un instrumento de tu paz, que es el principio básico de todo misionero, amar no ser amado,
comprender no ser comprendido, llevar fe y esperanza a los demás, servir y no ser servido.

Los principios de pobreza y obediencia fueron creados por San Francisco.

Llevó el cumplimiento del mandanto de divulgar el Evangelio de Cristo hasta los últimos
rincones de la tierra a tal grado que incluso predicaba a los lobos y pájaros del bosque, quienes
por cierto, se acercaban y lo escuchaban con mucha atención.
Nació en Caleruega (Burgos) en 1170, en el seno de una familia profundamente creyente y
muy encumbrada. Sus padres, don Félix de Guzmán y doña Juana de Aza, parientes de reyes
castellanos y de León, Aragón, Navarra y Portugal, descendían de los condes-fundadores de
Castilla. Tuvo dos hermanos, Antonio y Manés.

Durante siete años fue educado por su tío el Arcipreste don Gonzalo de Aza, hasta los catorce
años en que fue a vivir a Palencia: seis cursos estudiando Artes (Humanidades superiores y
Filosofía); cuatro, Teología; y otros cuatro como profesor del Estudio General de Palencia. Al
terminar la carrera de Artes en 1190, recibida la tonsura, se hizo Canónigo Regular en la
Catedral de Osma.Fue en el año 1191, ya en Palencia, cuando en un rasgo de caridad heroica
vende sus libros, para aliviar a los pobres del hambre que asolaba España.

Santo Domingo vivió una época de cambio con numeros desafios a los que intentó dar
respuesta

Al finalizar sus cuatro cursos de docencia y Magisterio universitario, con veintiocho años de
edad, se recogió en su Cabildo, en el que enseguida, por sus relevantes cualidades
intelectuales y morales, el Obispo le encomienda la presidencia de la comunidad de canónigos
y del gobierno de la diócesis en calidad de Vicario General de la misma.

En 1205, por encargo del Rey Alfonso VIII de Castilla, acompaña al Obispo de Osma, Diego,
como embajador extraordinario para concertar en la corte danesa las bodas del príncipe
Fernando. Con este motivo, tuvo que hacer nuevos viajes, y en sus idas y venidas a través de
Francia, conoció los estragos que en las almas producía la herejía albigense. De acuerdo con el
Papa Inocencio III, en 1206, al terminar las embajadas, se estableció en el Langüedoc como
predicador de la verdad entre los cátaros. Rehúsa a los obispados de Conserans, Béziers y
Comminges, para los que había sido elegido canónicamente.

Para remediar los males que la ignorancia religiosa producía en la sociedad, en 1215
estableceen Tolosa la primera casa de su Orden de Predicadores, cedida a Domingo por Pedro
Sella, quien con Tomás de Tolosa se asocia a su obra. En 1215 asiste al Concilio de Letrán
donde solicita la aprobación de su Orden. Será un año después, el 22 de Diciembre de 1216,
cuando reciba del Papa Honorio III la Bula “Religiosam Vitam” por la que confirma la Orden de
Frailes Predicadores.

Al año siguiente retorna a Francia y en el mes de Agosto dispersa a sus frailes, enviando cuatro
a España y tres a París, decidiendo marchar él a Roma. Meses después enviará los primeros
Frailes a Bolonia.

En la Fiesta de Pentecostés de 1220 asiste al primer Capítulo General de la Orden, celebrado


en Bolonia. En él se redactan la segunda parte de las Constituciones. Un año después, en el
siguiente Capítulo celebrado también en Bolonia, acordará la creación de ocho Provincias.

Con su Orden perfectamente estructurada y más de sesenta comunidades en funcionamiento,


agotado físicamente, tras breve enfermedad, murió el 6 de agosto de 1221, a los cincuenta y
un años de edad, en el convento de Bolonia, donde sus restos permanecen sepultados. En
1234, su gran amigo y admirador, el Papa Gregorio IX, lo canonizó.
Santo Domingo comprendió que el Evangelio nos dice que para ser felices no hay que
evitar la realidad que nos rodea, sino partir de ella; no obviarla, sino hacerla presente.
Sto. Domingo le decía a su hermanos:

 Primero contemplar, y después enseñar.


 Predicar siempre y en todas partes.

Todos los días pedía a Nuestro Señor la gracia de crecer en el amor hacia Dios y
en la caridad hacia los demás y tener un gran deseo de salvar almas. Esto
mismo recomendaba a sus discípulos que pidieran a Dios constantemente.

Hacía estrictas penitencias:

 Temporadas de 40 días de ayuno a pan y agua.


 Siempre dormía sobre duras tablas.
 Caminaba descalzo por caminos irisados de piedras y por senderos cubiertos
de nieve.
 Soportaba los más terribles insultos sin responder ni una sola palabra.
 Predicaba a pesar de estar enfermo.

Nunca mostraba desánimo. Era el hombre de gran alegría y del buen humor.

Sus compañeros decían: "De día nadie más comunicativo y alegre. De noche, nadie
más dedicado a la oración y a la meditación". Pasaba noches enteras en oración.

Sus libros favoritos eran el Evangelio de San Mateo y las Cartas de San Pablo.
Siempre los llevaba consigo para leerlos día por día y prácticamente se los sabía de
memoria. A sus discípulos les recomendaba que no pasaran ningún día sin leer
alguna página de la Biblia.

“Hay silencios que hieren, pero hay palabras que curan”.


Hay tres cualidades de Sto. Domingo que siempre llamaron la atención de sus contemporáneos
y que hoy resultan más necesarias que nunca: la ALEGRÍA, el REALISMO y la MISERICORDIA.
ALEGRÍA que no es necesariamente bullicio ni diversión sino la seriedad del que crea un
ambiente sano y agradable, en el que da gusto vivir. La alegría debe ir unida al REALISMO,
como mirada lúcida que sabe discernir lo que hay de inaceptable en tantas situaciones que
oprimen a las personas. La MISERICORDIA se acerca al realismo con la esperanza. Misericordia,
no paternalismo ni una actitud de pena momentánea, sino una disposición permanente de
ayudar, desde el realismo y la cercanía solidaria, a todos los que no encuentran sentido a la
vida.

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