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UNIDAD I

FUNDAMENTACIÓN DE LA MORAL Y LA ÉTICA.

La persona, la familia y sociedad en su gran mayoría, en pleno siglo XXI, demuestran


estar en crisis de valores, porque los niños y jóvenes han sido educados por parientes
cercanos a los padres, por situaciones de separación, embarazos prematuros y por el
trabajo oportuno de la pareja; esto ha generado un no control de las acciones,
demasiada permisividad, y la falta de educación en valores de parte de los padres.

Igualmente, las instituciones del Estado, han relegado o relativizado la formación en


valores, lo que constituye la escaza formación ética y moral, que en muchas de las
situaciones se ha delegado a las instituciones educativas y a los docentes que intentan
formar en la moral y ética a sus educandos.

Ante esta situación un poco crítica, es necesario afirmar que la formación académica
desde la ética y moral, se constituyen en un puente que permiten el análisis, reflexión y
toma de decisiones ante un escenario o dilema ético en crisis; por lo que es urgente
retomar la importancia de la ética y la moral en la formación evolutiva integral de la
persona.

La persona se forma en la familia, allí aprende los valores y pone en práctica aquellos
principios éticos que los padres le otorgan realizar en la relación con los parientes,
amigos y conocidos. Valores que se asimilan en la cotidianidad de la vida y que se
constituyen en el motor que puede generar alegría, paz, felicidad y bienestar personal,
familiar y social.

Por tanto, el siguiente artículo presenta una fundamentación antropológica de la ética y


la moral a nivel antropológico y filosófico, argumentando en la terminología respectiva,
así como presenta la diferencia entre los diferentes términos. Culminando con la
profundización de los respectivos principios éticos y sociales que dan identidad a la
persona, y que son indispensables para alcanzar la felicidad personal, mejorando la
calidad de vida del ser humano desde el buen vivir en sociedad.

1.1.- Fundamentación Antropológica

El ser humano en sus inicios evolutivos fue nómada, y de a poco se fue constituyendo
en un ser capaz de relacionarse con los demás y de ir formando grupos sociales o ayllus
que se caracterizaban por tener costumbres, que las iban aprendiendo y desarrollando
en la actividad diaria de caza, agricultura, pesca, y de guerra para protegerse de otros
grupos sociales que les arrebataban sus mujeres, niños y varones con el fin de
constituirlos en esclavos.

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Desarrollo social que les permitía compartir tradiciones, fusionar leyendas, mitos y hasta
los mismos lenguajes se iban perfeccionando con el pasar del tiempo y el desarrollo de
las nuevas familias, sociedades y civilizaciones.

El ser humano, tuvo que aprender a sobrevivir y a vencer al más débil para someterlo,
así empiezan a desarrollarse las clases sociales de señores y siervos. Comienzan los
privilegios, los malos tratos, la explotación y marginación del más poderoso en recursos,
guerreros y armas, en contra de los pueblos poco desarrollados en el arte de la guerra.

En este desarrollo social fue experimentando el amor y el odio, la vida y la muerte, la


libertad y la esclavitud, la riqueza y la pobreza, la marginación y la explotación, la
sobriedad y el hambre, la salud y la enfermedad, la sabiduría y la ignorancia, el poder y
la impotencia; es decir, fue descubriendo y desarrollando sobre el bien y el mal.

El pueblo comienza a necesitar de alguien que los dirija, que los guíe, los instruya, así,
se forman hombres y mujeres más dotados en fuerza física, mental y espiritual. La
sociedad necesita de normas y reglas para poder evitar el caos personal, y social. Se
van organizando en comunidades políticas, económicas, religiosas, y educativas. Surge
la estructura social menguada de diferentes actores sociales que se deben ir instruyendo
en el lenguaje, la escritura, la fe, las artes y la política. Aparece la clase privilegiada en
todos estos saberes, son los que mandan, y ordenan normas para que los otros las
cumplan. Surgen los poderosos que se imponen con sus reglas, e impuestos que deben
ser cumplidos y pagados por los menos afortunados en conocimiento.

Es la estructura social que castiga al que quiera revelarse, al que no se somete, lo


mandan a encerrar, torturar o matar delante de todo el pueblo para que aprendan que,
si hacen eso, terminaran mal. Se impone la ley del más fuerte sobre el más débil. El que
tiene poder se hace más poderoso económicamente, y el que no lo tiene, se vuelve
sumiso, pobre, marginado y esclavo.

Ante esta situación emergen ciudadanos, personas que buscan desde su bondad, y
amor por los demás, cambiar este sistema de poder. Y así, el ser humano reflexiona y
busca formas de mejorar la sociedad no por la fuerza, el odio, la matanza o la
servidumbre, sino por el diálogo, el consenso y la construcción de normas y leyes que
involucren a todos, los sancionen y exijan por igual.

Aparece, la conciencia moral personal, que reflexiona que las cosas pueden ser de otra
manera, que se puede vivir de otra forma. Quizás más libre, o vivir de forma más
armónica, más justa y equitativa entre unos y otros, evitando la barbarie y el
descontento. Seres humanos que se van sumando y constituyen un nuevo pensamiento,
el pensamiento moral; y se dan cuenta que es necesario reflexionar sobre lo que sucede
para no quedarse indiferente o renegado ante la realidad o situación de otros seres
humanos, que son explotados, perseguidos o torturados.

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En Oriente, tenemos el código de Hammurabi; los diez mandamientos de los Judíos; y
en Occidente, la primera sociedad que se fue constituyendo en el pensamiento moral
fue la Grecia antigua. Son los griegos en el siglo VI a.C, los que reflexionan sobre lo
bello, lo bueno, lo verdadero, lo noble, que existe en las personas, animales y en la
naturaleza donde encuentran como fundamento la armonía. A lo bello, fuerte, valeroso,
y bueno, lo llaman areté. Así aparece el areté del caballo, del guerrero, de la naturaleza,
en su expresión de belleza y majestuosidad.

Los filósofos griegos que amantes de la verdad, reflexionan, educan y logran grandes
debates públicos sobre lo que es bueno, bello y verdadero. Así Sócrates decía, cuando
ya cansado de tantas preguntas y respuestas, “solo sé que nada sé”. Argumento que se
constituía en la nueva palestra del saber, y convocaba al ser humano a seguir
debatiendo, argumentado y escribiendo aquellas frases que sus maestros y sabios
decían.

Aparece la Sophia1, la sabiduría, desarrollada por seres humanos amantes de la Verdad;


se llamaron maestros, filósofos, que fueron seguidos, admirados y elogiados, así como
perseguidos y desterrados cuando su pensamiento cuestionaba la forma de poder
perverso e injusto de parte de reyes, o nuevas autoridades.

Los filósofos se dan cuenta que se debe formar al ciudadano noble, fuerte, valeroso, y
bello a partir de la educación de las artes, la gimnasia y la ética, desde la cual de sebe
educar al niño como persona moral, quién necesita desarrollar su conciencia moral, que
le permitirá descubrir lo que es permitido y lo que tiene prohibido realizar. Entonces,
comienza a valorar su acción como buena o mala, permitiéndose corregir o enmendar
su mal proceder a partir de la formación de la conciencia moral.

1.1.1.- La Conciencia

Conciencia lo mismo que en latín, conscientia, está en conexión con el saber, y abarca
el conocimiento de la realidad, se da cuenta del engaño, del error, de los deseos, de los
actos de voluntad, afectos, sentimientos y emociones. Permitiendo a través de la
reflexión de nuestra conciencia sobre nosotros mismos, y tener una conciencia de
nosotros mismos (conciencia de sí). Siendo el presupuesto necesario para el
conocimiento y la libertad.

Algunos estudiosos de la conciencia expresan desde “la Filosofía analítica, que los
conocimientos de los fenómenos de la conciencia no pueden deducirse del saber
objetivo de las ciencias naturales, lo cual demuestra que la conciencia no puede
reducirse a procesos materiales”. (Brugger Walter, 2014, pág. 90)

Entonces, la conciencia nos permite tener lucidez de otros objetos, por tanto, existen
ciertos grados de claridad de la conciencia. “la cual, no pudo surgir de una vez en la
historia de la evolución, sino que necesitó formas previas de la conciencia animal, a la

1
Del griego Σοφία "Sofía (sabiduría)"
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que le faltaba todavía la espiritualidad, o sea, la conciencia explícita de sí mismo y de la
libertad, la reflexión y, también el conocimiento conceptual, abstracto, que va más allá
de lo sensible”. (Brugger Walter, 2014, pág. 90).

Una vez analizado el tema de la conciencia, se desarrolla el sentido moral de la


conciencia desde el aspecto filosófico.

1.1.2.- La Conciencia moral.

La conciencia en sentido moral designa “la capacidad que tiene el ser humano de juzgar
acciones y fines de la acción de acuerdo con normas éticas, así como de experimentar
un deber vinculante y los correspondientes impulsos para la acción en vivencias de
exhortación, aliento, justificación, culpa, arrepentimiento y satisfacción. La conciencia es
la base de la responsabilidad moral”. (Brugger Walter, 2014, pág. 92)

A nivel histórico, la Roma del siglo I a.C, presenta a Cicerón y Séneca, como autores
que fundamentaron sobre “la conciencia como fuente de una libre orientación moral.
Tomás de Aquino atribuye a la conciencia la capacidad de conocer los principios
generales de la acción moral, dispuesta por la naturaleza y radicada en la razón.”
(Brugger Walter, 2014, pág. 92)

En el siglo XX, Erick. Fromm, manifiesta que la “conciencia reflexiva puede considerarse
psicológicamente como el ámbito de la autodirección humana especializada en valores
éticos. Filosóficamente, la norma fundamental de hacer el bien y evitar el mal es una
evidencia que no requiere de una prueba ulterior, por lo que la persona consciente de la
responsabilidad ha de elaborar principios y normas morales mediante la formación de la
conciencia, y aplicarlos a casos particulares o individuales a través de la examinación
de la situación, teniendo en cuenta una pluralidad de circunstancias, consecuencias y
alternativas de la acción. Por esta razón, han de respetarse también decisiones de
conciencia de otros que se consideren erróneas, siempre que estas no lesionen los
derechos de los demás ciudadanos”. (Brugger Walter, 2014, pág. 93)

La conciencia es el juicio moral que posee el ser humano para decidir actuar bien o mal,
correcta o incorrectamente, y que permite saber si actuamos responsablemente o
pasionalmente, por tanto, reconocer si un acto es bueno o malo, si es voluntario, es
decir, realizado con plena autonomía, conciencia moral, y libertad.

Al respecto Blanco, plantea que “nuestro entendimiento se ve guiado e iluminado por la


conciencia. Esta es la brújula que se encarga de señalar el rumbo y distinguir el bien del
mal; es la misma inteligencia en cuanto es capaz de discernir el bien moral. No se trata
de una voz misteriosa ni de un oráculo profético; es, simplemente, la razón que juzga la
bondad o maldad de nuestras acciones. La conciencia se presenta como exigencia de
nosotros a nosotros mismos. No es una imposición externa sino las razones que
resuenan dentro del ser. Confucio la define así: “luz de la inteligencia para distinguir el
bien y el mal”, y se encuentra en todos los individuos y en todas las sociedades. Para

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los cristianos es el santuario del alma en donde se escucha la voz de Dios”. (Blanco,
2013, pág. 214)

La conciencia moral es muy necesaria al momento de actuar, sin esta realidad moral en
la persona existiría una deficiencia intelectual que conlleva a la ausencia de valores
morales y por ende a la acción inmoral, que corrompe y despersonalización a la persona.
Por ello, es necesario ser consciente de nuestros actos, ante los cuales, debemos
asumir las consecuencias de estos, como lo expresa Max Weber, en ética de las
consecuencias.

Solamente la claridad del sentido y significado de la conciencia moral, permitirá analizar


si el acto o acción ejecutada es moral o inmoral, es decir, si es lícito o ilícito.

1.1.3.- El Acto Moral.

El acto moral es la acción ejecutada de manera libre y voluntaria, llevada a cabo en la


reflexión consciente y la inclinación personal, sea dada por interés, deseo, pasión;
interviniendo en el acto realizado, la conciencia, la libertad y la voluntad.

Así, todo acto moral tiene una intencionalidad y plena conciencia del acto que debe ser
voluntario y con una finalidad. Aristóteles en la Ética a Nicómaco señala que para
alcanzar un fin se requieren medios, es decir una serie de “acciones rectas” (Aristóteles,
2014, pág. 55) . Acciones cuya finalidad es un bien mayor: “Toda arte y toda
investigación, igualmente toda acción y libre elección parecen tender a algún bien; por
esto se ha manifestado, con razón que el bien es aquello hacia lo que todas las cosas
tienden”. (Aristóteles, 2014, pág. 23). Se escogen los medios para lograrlo, se tienen
estímulos, y motivos que llevan a emprender esa acción, la misma que tiene un
resultado, que puede o no coincidir con el fin propuesto.

Sin embargo, la moral se interesa por la eficacia de los medios, siempre que el fin sea
moralmente bueno, exigiéndose la búsqueda de los medios más adecuados. El “querer
el fin es estar dispuesto a poner los medios. Por ejemplo, no diríamos de nadie que
intenta ayudar a alguien si no pone los medios para prestar tal ayuda. Esto sucede
porque, en primer lugar, es imposible querer ayudar a alguien sin estar dispuesto a
buscar los medios necesarios para hacerlo. En segundo lugar, porque resulta increíble
que alguien esté dispuesto a poner tales medios sin ponerlos, a no ser que tenga una
explicación satisfactoria”. (López, 1991, pág. 353).

Poner los medios adecuados es de gran ayuda, por lo que se convierte en un acto moral
bueno, donde se implica el valor de la solidaridad y la libertad como la capacidad que
tiene la persona de actuar de forma responsable, respetuosa y voluntaria. Así, la
conciencia moral, discierne el sentido de la acción moral, evaluando la misma como acto
moral correcto, o incorrecto, lícito o ilícito, y de esta manera se va fortaleciendo o
relativizando el valor moral.

1.1.4.- El Valor moral.


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El ser humano en el desarrollado de la conciencia moral posee la capacidad de
determinar su escala de valores, ya sean estos religiosos, sociales, de la profesión, que
le permiten responsabilizarse de las consecuencias de su acción en relación con otro
ser humano, que exige ser tratado como un fin y no como medio para alcanzar ese fin.
Así lo argumenta, la teoría de los Derechos Humanos declarados por la UNESCO, donde
toda persona posee una inviolabilidad que brota de la justicia, por tanto, se constituye
en un Valor y no en un objeto o cosa. De esta manera, una persona se va desarrollando
como virtuosa, lo que a largo plazo se constituirá en la felicidad de la persona en
beneficio de la sociedad que es la encargada de ir integrando una escala de valores que
le dan una identidad social.

La escala de valores permite vislumbrar toda acción concreta que es valorada por la
persona y los demás a partir de un juicio moral, es decir, el valor del comportamiento
moral que se determina contrastándolo con las normas, principios y valores que rigen
un grupo social. Allí, se emite un juicio de valor “es infiel”, que tiene la base en una
norma, como: “la infidelidad es mala”, y en un valor: “La fidelidad es buena”, o en un
principio: “No desear la mujer, ni nada de tu prójimo”. Así las normas, valores y principios
se han establecido a nivel social a partir de comportamientos concretos.

Según Rodríguez, “para ser una persona asocial que busca y lucha, la moralidad no
puede ser más que un constreñimiento necesario pero que no es bien recibido. Pero
para los que valoran la participación, la moralidad del acuerdo, a pesar de ser fuente de
constreñimiento, hace que su actividad compartida sea mutuamente bienvenida y, por
tanto, estable, asegurando de este modo la ausencia de engaño” (Rodriguez Lopez,
2006, pág. 147).

Como vemos, es el sujeto el que valora el objeto a partir de una valoración y juicio de
valor, demostrando que tiene la capacidad y la voluntad de decidir para aceptar o no lo
que ha valorado. Al respecto, un ejemplo social donde: “la valoración de la participación
no tiene en ningún sentido un carácter moral, ahora bien, la cuestión fundamental es si
esta valoración de la participación, que sin duda se da, es una solución a las situaciones
del dilema. Para saber esto antes es preciso saber si la participación tiene valor como
medio o como fin.” (Rodriguez, 2006, pág. 148)

Todas las personas participan dentro de una cultura y sociedad, la misma que posee
costumbres morales, y de ellas se derivan las “preferencias personales que son reales,
típicamente basadas en sus propios intereses personales y en los intereses de aquellos
que le son más cercanos; así, son sus preferencias en el sentido de la palabra, las que
cada individuo tiene realmente y que determinan su función de utilidad.” (Rodriguez
Lopez, 2006, pág. 170). Entonces, las culturas y sociedades poseen diversas escalas
de valores que le dan identidad, por tanto, esto se constituye en un valor moral.

Argumentada la fundamentación antropológica de la Ética a partir de la conciencia y


valoración moral desde una perspectiva personal y social, se presenta la situación ética
a nivel de una fundamentación filosófica.
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1.2.- Fundamentación Filosófica.

El ser humano en el lenguaje filosófico designa la existencia de personas éticas y


morales, de acciones buenas y malas, de lícito e Ilícito, de justo e injusto, de personas
virtuosas y de personas viciosas. Con la apertura de términos a nivel del léxico filosófico
moral, es necesario persuadir al lector a tener una claridad conceptual a nivel filosófico,
ante lo cual se plantea la diferencia entre las mismas.

El término ética proviene del griego ethos, que significa costumbre. La definen como “La
doctrina sobre las costumbres”, por lo tanto, es el estudio sistemático de esas
costumbres en relación con la moral. La ética como filosofía de la moral, indaga,
cuestiona, reflexiona y conceptualiza sobre la moral y, la definen entonces, como la
“teoría de la moral”, o como la ciencia filosófica que se ocupa de los valores morales en
sus distintas formas.

La moral, en cambio, proviene del latín mos, moris, que significa costumbre personal en
relación con las normas de comportamiento que establecen la distinción entre lo bueno
y lo malo como criterio de perfección humana. Es así que, la moral hace referencia a las
costumbres y normas de comportamiento que posee una persona en familia y sociedad.

Las costumbres y valores morales son aprendidos en instituciones sociales como son la
familia, la escuela, la iglesia, el estado, los medios de comunicación; que a nivel general
educan, sustentan, critican, y promueven la educación moral y ética desde la
interiorización de principios y normas

Avalados en García, se argumenta la diferencia entre ética y moral: “la Ética se referiría
así al suelo firme, al fundamento de la praxis, a la raíz de donde brotan todos los actos
humanos. Es el desde donde de la acción. Ethos como contraposición a pathos, es decir,
hábito y costumbre frente a lo inmodificable por la voluntad del ser humano… El término
moral, por su parte, es el conjunto de reglas o normas adquiridas por hábito y dirigidas
a la formación de aquello que es más propio de una persona, de su modo de actuar”.”
(García, 2014, pág. 9).

Clarificados en la conceptualización y diferencia entre moral y ética, se expone la praxis


moral que conlleva reconocer la moral personal.

1.2.1.- La Moralidad.

La moralidad es la moral ejecutada por el ser humano en la vivencia y práctica de sus


acciones desde donde se muestra como una persona moral o inmoral, lo que exige ser
consciente del valor y la norma que aplica en relación consigo mismo y a los demás. Así
en efecto, si la “Moral se refiere al conjunto de normas de acuerdo con las cuales los
hombres orientan sus vidas; los hechos morales son tanto los de la conducta y vida
interior de cada ser humano individual, como los que se vinculan a fines, normas y
conductas de grupos e instituciones”. (Colegio24hs, 2004, pág. 5)

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Las normas de conducta dictan el proceder de las personas a nivel de mínimos y
máximos. Situación, ante la cual, Adela Cortina manifiesta que en la sociedad se aplica
una Ética de máximos, es decir, un niño que todo lo que ve, aprende un valor explicado
y aplicado en la familia como el respeto; o, el saludo a los mayores, que se interioriza y
practica en la relación con los parientes. Así, todo niño aprende a respetar a los padres
y personas mayores, observando en los adultos este valor; y éstos a la vez por fuerza
moral, exhortan practicar y testimoniar este valor en la sociedad.

Esta situación moral coherente produce la práctica axiológica de valores que se


desarrolla en el proceso de crecimiento psicológico y físico del niño, del adolescente y
joven. Por eso, existe el refrán, “educa a un niño en valores para que, en un futuro
próximo, la justicia legal no tenga que penalizar y encerrar a un adulto vicioso, pervertido
y corrupto”. Los valores, entonces, en la práctica del ambiente familiar se denomina ética
de mínimos, y éstos al ser expresados en sociedad constituye la ética de máximos donde
se hace posible la experiencia axiológica de la sociedad de Occidente2.

La práctica moral se establece en “el conjunto de actos concretos efectuados por el


hombre de acuerdo con la moral dominante en una sociedad determinada”. (Fregoso,
2008, pág. 47). Y a partir de esto, se constituye una cultura de paz, de justicia y
solidaridad o, lo contrario, una cultura anarquista, violenta, depravada y corrupta.

La historia de la Filosofía Occidental muestra la tradición filosófica de la moral, que se


evidencia en los filósofos griegos de la Grecia antigua del siglo VI al siglo II a.C, quienes
reflexionan sobre el ser humano y su sentido último en la vida. Es, Aristóteles, un gran
filósofo griego que sistematiza en la felicidad como el fin último del hombre a partir de la
práctica de virtudes, necesarias para lograr la Eudaimonia, tan indispensable para
obtener la realización de la persona. Por consiguiente, se argumentará a continuación
sobre la Virtud moral.

1.2.2.- La Virtud.

Proviene del griego areté, que en su significado enuncia lo bello, virtuoso y extravagante
de un objeto, persona y de la naturaleza que muestran lo bueno, excelente, adecuado,
apto, a partir de una función específica, una tarea, prestación o capacidad. E igualmente,
del latín virtus que representa lo viril, la fuerza de carácter, el dinamismo, la valentía,
entre otras relacionada a la esencia y cualidad, conducta, y comportamiento de la
persona que al obrar logra efectos benéficos en la sociedad por la práctica de virtudes.

Dentro de las filosofías prácticas de la vida las virtudes son "criterios normativos para el
ejercicio de nuestras actividades y para el uso de nuestros bienes, y aunque no son sólo

2
Occidente es la situación geográfica mundial que relaciona a toda persona que vive en Europa, y América.
Oriente, en cambio es Asia, África y Oceanía. Nosotros por vivir en América nos caracterizamos como occidentales
o latinoamericanos.
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eso, ya que, en cuanto hábitos, poseen además una dimensión afectiva y otra
disposicional”. (Rodríguez, 2010, pág. 100)

Según esto, el hombre como Hombre3 es bueno cuando la facultad de su razón (logos)
se halla en una buena disposición y por eso utiliza bien su capacidad especifica moral
en los diversos ámbitos de la vida.

Por tanto, la virtud peculiar del hombre es la buena disposición de la facultad de la razón.
Ya Platón resaltó la función clave de cuatro virtudes como son la prudencia, la fortaleza,
la templanza, y la justicia. La tradición cristiana hizo propia dicha doctrina (desde
Ambrosio se les dio el nombre de virtudes cardinales), y añadió las tres virtudes
teologales: fe, esperanza y caridad. Además, Tomás de Aquino concede mayor peso a
la justicia por el hecho de desligarla de la pregunta primaria por la vida feliz, planteada
bajo la perspectiva de ética de la virtud.

Así mismo, Aristóteles sobre la virtud expresa: “no basta con conocerla sino que hemos
de procurar tenerla y practicarla, o intentar llegar a ser buenos de alguna otra manera”.
(Aristóteles, 2014, pág. 294), e igualmente, “el hombre bueno y que vive orientado hacia
lo noble obedecerá a la razón, mientras que el hombre vil, que desea los placeres debe
ser castigado con el dolor, como un animal de yugo”. (Aristóteles, 2014, pág. 296). Sin
embargo, Kant argumenta que “Contemplar la virtud en su verdadera figura no significa
otra cosa que representar la moralidad despojada de todo lo sensible y de todo adorno,
recompensa o egoísmo”. (Kant, 2007, pág. 40).

De esta manera, los seres humanos virtuosos, por ende, felices, al construir la familia y
sociedad desde la vivencia y práctica de valores, evitan a toda costa hacer y permanecer
en el mal porque degrada el aspecto antropológico del ser humano. Así, “el hombre que
ha de ser bueno debe ser bien educado y adquirir los hábitos apropiados, de tal manera
que pueda vivir en buenas ocupaciones, y no hacer ni voluntaria ni involuntariamente lo
que es malo, esto será alcanzado por aquellos que viven de acuerdo con cierta
inteligencia y orden recto y que tengan fuerza.” (Aristóteles, 2014, pág. 297).

La inteligencia (o ley natural), y la voluntad de obrar bien conlleva al ser humano a


diferenciar y clarificar entre la moral teórica y fáctica argumentada por la filosofía moral.

1.2.3.- Moral Teórica y Moral Práctica.

La moral teórica es la que hace referencia a los preceptos y valores que se afirman en
el discurso y que deberían coincidir con la moral de aquellos que guían de forma efectiva
el comportamiento de los miembros del grupo social. Y si no coincide el discurso con la
praxis moral aparece la doble moral4, es decir, se predica, pero no se practica.

3
Entiéndase hombre al ser humano en general, sin especificar al género masculino.
4
La doble moral es la incapacidad del ser humano de no aplicar en la práctica la filosofía moral que predica o
propone a un grupo de personas dentro de una institución o empresa.
12
Justamente, para hablar de un acto moral bueno o malo, es necesario la conjunción del
motivo, el fin determinado, el medio utilizado, además que el acto sea consumado,
entonces, se debe determinar si las consecuencias son a favor o en contra de la persona
que primeramente ejecuta la acción hacia aquella otra persona que la admite o la
rechaza.

Por tanto, el ser humano debe comprender por qué los demás actúan como lo hacen, y
analizar sobre aquellos actos que no permiten la realización de la persona y su felicidad,
por ejemplo, el maltrato a los demás, la destrucción del medio ambiente, etc. No
solamente son intensiones o intereses, sino que a partir del cual, se genera la acción y
sus respectivas consecuencias, al punto que:

“Los motivos, nos impulsa a actuar o a perseguir un determinado fin, como las
intenciones, la conciencia del fin de la acción y la decisión de alcanzarlo, son elementos
constitutivos del acto moral, al igual que lo es la deliberación y posterior elección que tal
decisión suele suponer. Solo cuando se han tenido en cuenta estos factores es cuando
alcanzan calidad moral los factores objetivos, esto es, el empleo de los medios y los
resultados o las consecuencias” (García, 2014, pág. 14)

De tal manera, la moral practicada de manera coherente es la moral en acción, es decir,


cuando se actúa desde los valores y normas de comportamiento que conllevan al acto
moral voluntario y responsable teniendo como referencia los principios morales que
guían el comportamiento de las personas y que es necesario crearlos y profundizarlos.

1.3.- Los principios morales.

Los principios morales “son normas de conducta propias que la misma persona ha
asumido y por las cuales rige sus actos. (María Josefina Vidal Ledo, 2016, pág. 1). Por
consiguiente, los principios y normas de comportamiento se establecen en la familia y la
sociedad los profundiza para beneficiar a quien ejecuta la acción y evitar malograr
contrariamente a los otros.

Este beneficiar al otro significa poner en práctica la libertad y autonomía en la toma de


decisiones apropiadas. Ante lo cual, Kant resalta: “la autonomía del ser que por estar
dotado de razón y libertad le es decente inclinar su voluntad sólo a principios originados
en esa su racionalidad y libertad, y hacerlo desinteresadamente, sin desear ningún
premio o temer algún castigo” (Sierra, 2006, pág. 59). Solo así, sujeto autónomo guiado
por la razón práctica tiene la capacidad de apegarse a la ley moral universal que rebasa
el restringido ámbito de las reglas y normas sociales que la cultura puede o no
reglamentar desde las leyes jurídicas.

Aparece, así el Estado, que por medio de la Ley y el Derecho desempeña una tarea
reguladora que, con la autoridad vigente, obliga a su cumplimiento por la vía correctiva
sancionadora, y logra que la buena convivencia se logre de manera interna, justa y
democrática donde “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y

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expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones
e ideas de toda índole” (Liponezky, 2014, pág. 9)

Se construye un Estado de Derecho entendido bajo la premisa: “toda persona tiene


derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad
de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de
fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier
otro procedimiento de su elección". (Liponezky, 2014, pág. 9). Elección que conlleva y
se fundamenta en un principio denominado libertad.

1.3.1.- Principio de Libertad.

La capacidad del ser humano de decidirse a favor o en contra de una determinada acción
o conducta se denomina libertad. Libertad que se construye de manera efectiva a partir
del desarrollo cerebral y psíquico del sujeto, quien logra experimentar que, a mayor
libertad, mayor es la responsabilidad y la capacidad de amar, ser amado y servir.

Libertad fundamentada en la responsabilidad, es decir, la capacidad de atribuirse


acciones correctas. Además, el hecho y la esencia de la libertad se capta en la creación
del bien, la justicia, y la paz porque mientras más libre es la persona, mejor ciudadano
se vive y experimenta en relación con los otros.

Desde la libertad se puede argumentar, entonces: “Sin querer no hay nada querido, y
sin algo querido no hay querer. Conocer y querer son las dos formas de realización de
la persona. En su raíz ambas se compenetran recíprocamente. Solo una cosa conocida
como buena puede ser querida; y son formas previas del querer humano los impulsos,
las añoranzas, y las aspiraciones. A partir de ahí se forman deseos concretos. Sin esta
base de libertad no se produce ningún querer. Pero el mero deseo no es todavía un
querer; media entre ambos la decisión libre, la libertad, por la que escojo alguno de los
deseos que quiero realizar o no. Acción que puede tener dos formas, la de proporcionar
realidad a nuestros deseos o bien por la propia acción, o bien mediante la incitación a
otras personas para que las realicen. Por consiguiente, los hombres libres llegan a ser
liberales, y éstos son quizá los más amados, porque son útiles y lo son en el dar”.
(Aristóteles, 2014, pág. 103)

Por consiguiente, “la libertad humana a partir de, la libertad como estructura, tiene su
adonde, tiene su quehacer, tiene un norte al que orientar su navegación; es decir, tiene
una ética como contenido a cumplir”. (Garate, 1995, pág. 16)

El principio de libertad va acompañado de la responsabilidad, muy necesario e


indispensable para un correcto uso y desarrollo de la misma.

1.3.2.- El principio de Responsabilidad.

La responsabilidad es la capacidad que tiene la persona de ser consciente de las


consecuencias de sus actos, reconociendo al diferente como persona en igualdad,
14
dignidad y merecedora de respeto. Desde esta perspectiva, nuestros actos y decisiones
tendrán como finalidad el cumplimiento de los compromisos asumidos y de los acuerdos
establecidos, buscando siempre el bienestar de los demás.

La responsabilidad además incluye ser “corresponsable con”, el cuidado de la Vida de


los demás, de la naturaleza como bien común de todos; la Pachamama5 como espacio
donde nacemos, vivimos, crecemos, nos alimentamos, reproducimos y morimos; de
quien nos beneficiamos con sus productos y materia prima para generar y transformar
en recursos útiles para la evolución y buen vivir del ser humano en sociedad.

Principio de corresponsabilidad que conlleva a todos sentirnos responsables de nuestras


acciones y decisiones, ante las cuales, se debe asumir las consecuencias de nuestros
actos. Así, toda persona tiene una responsabilidad moral compartida, y reciproca en
relación con los demás y con el medio ambiente a quien debemos amar, cuidar y
proteger. Por tanto, ser irresponsable significa no cumplir con las normas y principios
que deben guiar la acción, la misma que es asumida con ligereza y permisividad que
llevan a consecuencias nefastas para la comunidad, familia o sociedad.

Así, la responsabilidad asumida debe estar justificada en el ámbito moral, ante lo cual,
se demuestra o no ser responsable. Por ejemplo, la responsabilidad social, está en
relación a la participación ciudadana desde donde “participo con responsabilidad política
en la elección del representante de gobierno” (Asamblea Nacional, 2008). (Artículo 83)

Por otro lado, en la aplicación de los valores, tenemos la responsabilidad ecológica de


cuidar y proteger nuestro planeta Tierra, antes que sea demasiado tarde y perezca la
humanidad y toda vida que nos rodea; por eso Hans Jonas presentó el principio
responsabilidad donde expresa:

“La frontera entre «Estado» (polis) y «Naturaleza» ha quedado abolida. La ciudad del
hombre, que antaño constituía un enclave dentro del mundo no humano, se extiende
ahora sobre toda la naturaleza terrenal y usurpa su lugar. La diferencia entre lo artificial
y lo natural ha desaparecido, lo natural ha sido devorado por la esfera de lo artificial, y,
al mismo tiempo, el artefacto total —las obras del hombre convertidas en mundo, que
actúan sobre él y a través de él— está engendrando una nueva clase de «naturaleza»,
esto es, una necesidad dinámica propia, con la que la libertad humana se confronta en
un sentido totalmente nuevo. En otros tiempos podía decirse fiat iustitia, pereat mundus,
«hágase la justicia y perezca el mundo», donde «mundo» significaba, naturalmente, el
enclave renovable situado en un Todo que nunca sucumbiría. Habiéndose convertido
ahora en una posibilidad real la destrucción del Todo por actos del hombre —sean
esos actos justos o injustos—, tales palabras no pueden ya ser pronunciadas ni
siquiera en sentido retórico. Cuestiones que nunca fueron materia de
legislación penetran en el campo de las leyes de que ha de dotarse la «ciudad» a fin de
que haya un mundo para las generaciones humanas venideras” (Hans, 2014, pág. 54).

5
Pachamama es un palabra en quichua que significa la madre tierra.
15
El principio de responsabilidad transciende el ser humano hacia la conservación de la
vida existente en el contexto cultural- social y territorial, atribuidos como principio de bien
común de todos que no debemos enajenar ni usurpar en beneficio personal o de grupo.

1.3.3- Principio del Bien Común.

El principio de Bien común es la intensión clara y justa de utilizar, cuidar, proteger y


compartir voluntariamente los recursos que son humanos y ecológicos de patrimonio
cultural, y social de las futuras generaciones que no pueden ser usurpados como bien
personal o particular.

De esta manera, desde la Ética Social, la finalidad del Bien Común es permitir “vivir
bien”, porque se respeta y promueve el valor de la persona, procurando su bienestar y
felicidad como si fuera el bien propio y el bien social constituido en: “mi bien es que usted
realice y promueva su propio bien y felicidad”, o “mi felicidad está en que usted construya
su propia felicidad y la de los demás”. Así, “no se honra, en efecto, al que no proporciona
ningún bien a la comunidad, pues el bien común se otorga al que favorece a la
comunidad, y el honor es un bien común.” (Aristóteles, 2014, pág. 244)

Principio de Bien común que al trascender a la conservación del ecosistema se convierte


en un bien supremo que beneficia y protege la vida de las futuras generaciones porque
se respeta y promueve la vida.

1.3.4.- Principio de Respeto.

Respetar a la persona, es comprender que la libertad personal termina cuando comienza


la libertad del otro; es decir, que no se puede imponer, manipular, chantajear a otro para
ejecutar alguna acción que no sea permitida, consensuada por la persona, sino en
mantener una actitud correcta que permita respetar al otro en su dignidad.

Es entonces, que “la primera actitud que sugiere la consideración de la dignidad de todo
ser humano es la de respeto y rechazo de toda manipulación: frente a él no podemos
comportarnos como nos conducimos ante un objeto, como si se tratara de una "cosa",
como un medio para lograr nuestros fines personales. El principio de respeto, en toda
acción e intención, en todo fin y en todo medio, trata siempre a cada uno - a ti mismo y
a los demás- con el respeto que le corresponde por su dignidad y valor como persona.
Todo ser humano tiene dignidad y valor inherentes, solo por su condición básica de ser
humano. El respeto por la autonomía del individuo, que se sustenta esencialmente en el
respeto de la capacidad que tienen las personas para su autodeterminación en relación
con las determinadas opciones individuales de que disponen (Caixa", 2012)

Consenso, autodeterminación y autovaloración que conllevan la realización de la vida


virtuosa que exige ser atendida como buena y elegida como tal y no impuesta, porque
lo forzado no realizará al sujeto que la realiza. “Nadie es feliz involuntariamente”.
(Aristóteles, Ética a Nicomáquea III,5). Así en relación con los actos, cada uno deber ser
autónomo y responsable.
16
Por eso, valorar al otro significa respetar su libertad, y contribuir a su desarrollo integral,
aplicando la tolerancia como forma de aceptar la diferencia del otro.

1.3.5.- Principio de Tolerancia.

El principio de tolerancia se constituye en la apertura, aceptación de la alteridad que se


caracteriza por ser diferente, por contribuir al bienestar y madurez de la persona. Así, la
Tolerancia se establece en el respeto a la libertad y diferencia de los demás, para no
interferir en su desarrollo emocional y social, siempre que las acciones del otro se
presenten como justas, equilibradas y contribuyen al realce del valor de la dignidad del
otro.

El principio de tolerancia sino se aplica genera graves conflictos al interior de las


sociedades, haciendo difícil la realización del buen vivir. Por tanto, es necesario
reconocer que: “el principio de la tolerancia se enmarca dentro de la libertad de
conciencia y los limites basados en el interés común en el orden y la seguridad que ella
tiene, esto, porque el Estado no se puede preocupar de doctrinas filosóficas y religiosas,
sino que regula la búsqueda que hacen los individuos de sus intereses conforme a
principios elegidos en una situación inicial de igualdad y esta limitación es escogida en
la posición original”. (Álvarez, 2016, pág. 35).

La tolerancia humana no implica indiferencia ante los problemas y crisis sociales que se
presentan en la sociedad y en los diversos contextos culturales, donde se presenta el
desafío de tratar a los demás con ecuanimidad.

1.3.6.- Principio de Igualdad.

La igualdad es la práctica virtuosa de tratar al otro como nos gustaría que nos traten a
nosotros. Y comprometerse en respetar al otro en sus diferencias existenciales para no
discriminar por condición social, religiosa, sexual, o de alguna índole de tendencia
política.

Principio de igualdad que se expresa en la Constitución Política del Ecuador, del 2008
en la Sección primera, donde los correlaciona con el Principio de participación, que en
el Art. 95 enuncia:

“Las ciudadanas y ciudadanos, en forma individual y colectiva, participarán de manera


protagónica en la toma de decisiones, planificación y gestión de los asuntos públicos, y
en el control popular de las instituciones del Estado y la sociedad, y de sus
representantes, en un proceso permanente de construcción del poder ciudadano. La
participación se orientará por los principios de igualdad, autonomía, deliberación pública,
respeto a la diferencia, control popular, solidaridad e interculturalidad” (Asamblea
Nacional, 2008). La participación de la ciudadanía en todos los asuntos de interés
público es un derecho, que se ejercerá a través de los mecanismos de la democracia
representativa, directa y comunitaria.

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Como invoca la Constitución 2008, la igualdad entre personas lleva a la equidad porque
“lo equitativo, si bien es mejor que una cierta clase de justicia, es justo, y no es mejor
que lo justo, como si se tratara de otro género.., así lo justo, y lo equitativo son lo mismo,
y aunque ambos son buenos, es mejor lo equitativo”. (Aristóteles, 2014, pág. 157)

Principios personales que constituyen y son una fuerte referencia de los principios éticos
sociales que permiten una excelencia social, profesional y por consiguiente la felicidad
como el buen vivir de la sociedad.

1.4.- Ética y principios sociales.

1.4.1.- Los principios morales en la sociedad.

La aplicación de principios morales no es un proceso deductivo, sino una actividad del


juicio práctico reflexivo. Los principios morales representan un conjunto de valores que
orientan y norman la conducta de una sociedad concreta. Los valores que orientan la
sociedad son la honradez, la bondad, la solidaridad, la lealtad, la templanza, la fortaleza,
la puntualidad, la justicia y la igualdad.

La sociedad aplica las normas de comportamiento porque la conducta de las personas


está relacionada a la acción que realizan y desarrollan. Es en sociedad donde la persona
actúa como ciudadano. Y ser “buen ciudadano” implica formar la razón teórica y práctica
de la persona desde la niñez, etapa de la vida donde se interaccionan muchas normas
y conductas morales como: el saludo a los mayores; y, el que ingresa por la puerta, entra
saludando.

Es al niño al que se debe formar la conciencia moral y ética de respeto al otro, ser
tolerante ante la diferencia; actuar con respeto en las relaciones personales, a ser
agradecido, a pedir un favor; y, por último, formar la razón moral implica, educar en
pensamientos positivos como: ¡sí puedo, soy capaz, lo lograré, soy feliz¡; con la finalidad
de gestar una persona segura de sí misma, de su autoestima elevada, y de sus
capacidades cognitivas integradas.

El adulto y el joven tienen el deber y la responsabilidad de formar, educar y cuidar a la


niñez, en coherencia entre lo que se dice y se hace, no enseñar a mentir, y corregir para
que sus intereses no sean contrarios al bien de la familia en la relación sociocultural,
política y económica donde pueda ejercer los valores aprendidos que se despliegan en
el diagrama ético-social.

El diagrama ético- social, desarrolla de forma sistemática y sintética, los diversos niveles
de la axiología que permiten fundamentar una jerarquía de valores aplicables a la
realidad del ciudadano actual, el mismo que abarca de forma interactiva las diferentes
aplicaciones de la ética con la finalidad de ver congruencia en los valores.

Diagrama Ético Social

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Diagrama 1: Ética y Axiología Aplicada. Autor: Jumbo Ítalo

La ética aplicada a diversos estamentos sociales, implica una gama de valores que
necesariamente deben conectarse e incorporarse en la vivencia y cultivarse
paulatinamente en la escala evolutiva del ser humano. En esta ocasión se presentan
cuatro esferas (religiosa, social, política y ecológica) que al interrelacionarse producen
un efecto positivo en la persona que los integra. De esta forma, planteamos:

El nivel ético religioso, hace hincapié en el principio de la caridad que admite establecer
vínculos sociales con las demás personas en relación de tolerancia y respeto, lo que
plenificará y realizará a la persona en la edificación del proyecto de vida.

El nivel ético social, establece unos principios a ser labrados como son la puntualidad y
el ahorro, en relación con los valores de tolerancia y justicia social que contribuyan a
relaciones formidables de amistad en todos los parámetros sociales. De esta manera,
construir la justicia social como la capacidad de “un hombre que actúa justamente por
elección, y obra justamente si solo obra voluntariamente.” (Aristóteles, 2014, pág. 152).
Y el ahorro que persuade evitar gastos indebidos del capital monetario, evitando
descender al círculo vicioso de consumo, endeudamiento y despilfarro.

Al respecto, el nivel ético político establece los principios de libertad y paz, a partir del
fortalecimiento de los valores como son la participación, la caridad, el respeto, la verdad
y la justicia social. Esta cultura de paz conlleva la vivencia de deberes y derechos
teóricamente existentes entre las personas y lo reglamentado en la sociedad, en cuya
inoperancia y violación se acude a la aplicación responsable de las leyes jurídicas que
penalizan, sancionan y obligan a la persona infractora por el incumplimiento de estas.

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Por último, el nivel ético ecológico, robustece el principio de responsabilidad en relación
con la protección y defensa del Medio ambiente, como casa y bien común de todos los
organismos vivos, con el afán de conservar sin deteriorar los recursos naturales no
renovables.

Como advertimos, este diagrama ético-social admite a los ciudadanos asumir deberes
y derechos que deben cumplir por medio de códigos de ética, que en la actualidad son
importantes y relevantes dentro de las instituciones públicas y privadas; ante esta
necesidad actual, se establece la urgencia de éticas aplicadas que están en relación con
las instituciones que las representan en la pluralidad de sociedades, por ejemplo: la ética
del comunicador, la ética del ingeniero, la ética del educador; la ética religiosa, etc; es
decir, la ética obliga a la actualización de normas y deberes en torno a la reflexión y
análisis del hecho moral de las personas en sociedad porque la misma es cambiante y
exige reflexionar y actualizarse.

Por consiguiente, en la sociedad, el ciudadano se constituye en un ser político, que tiene


el deber de integrar diversas formas de participación ciudadana que le desafía a crecer
como persona y, por tanto, desarrollarse desde “el deber ser” un buen ciudadano que
tiene la obligatoriedad de cumplir las normas morales y actualizarlas a partir de su propia
realidad social.

1.4.2.- Ciudadanía y praxis ética.

La ciudadanía se forma en la célula social, la familia, donde se aprende los principios y


valores que darán origen a una nueva persona, y ciudadano que respeta la alteridad,
vigila y defiende su identidad social, cultural, económica y política.

Desde esta situación, es importante la formación académica en valores que tiene el


deber de formar al ciudadano, futuro profesional, en el aprendizaje que plantea la
UNESCO en relación a aprender a conocer, a convivir, aprender a ser, aprender a
actuar, en relación al fortalecimiento de las habilidades y destrezas; pero además debe
aprender en relación a mejorar sus actitudes, lo que significa, orientar el proceso y forma
de pensar de manera correcta y positiva. Ante esta situación, se presenta el segundo
diagrama intitulado “Desarrollo Integral ético de la persona”, que enseña el proceso
mental y ético que debe asumir la persona para constituirse en un buen ciudadano.

En primer lugar, desde el pensamiento filosófico, todos los seres humanos generamos
ideas, pensamientos, sean éstos positivos o negativos; lo cual conlleva a un sentimiento
a partir de la manera de pensar. Igualmente, este sentimiento generado sea positivo o
negativo, comporta una decisión correcta o incorrecta, la misma que se expresa en la
realización o no de la acción buena o mala, correcta o incorrecta, santa o pecadora, justa
o injusta, lícita o ilícita. La acción permite construir habilidad, que con el paso del tiempo
genera un hábito o costumbre, que desemboca en una actitud positiva o negativa
dependiente del proceso que se desarrolló en la formación de la persona. Por
consiguiente, todo este desarrollo cognitivo y psicológico de la persona a partir de la

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moral, ha construido cultura, y es en la misma donde el ciudadano ejerce costumbres
buenas o malas. Todo depende del comportamiento y conducta en relación con los
demás y en la posibilidad activa, pasiva o indiferente en la participación política.

Gráficamente, se muestra lo expuesto, sobre las ideas, sentimientos, decisiones,


acciones, hábitos, costumbres, actitudes, y la cultura que influyen en el Estado y la
política, que se desarrollan y se asumen o no, de lo cual dependerá la creación de
deberes y derechos a partir de compromisos éticos del ciudadano.

1.- Ideas
2.-Sentimientos
3.-Decisión
4.-Acción
5.-Hábito
6.-Costumbre
7.-Actitud
8.-Cultura
9.-Estado
10.-Politica

Diagrama 2: Desarrollo Integral ético de la persona.


Autor: Ítalo Jumbo

La formación académica tiene el deber de educar y forjar personas morales y éticas; por
tanto, toda institución académica debe plasmar en su misión y visión, “el deber ser” del
futuro egresado y graduado constituido en honesto y buen ciudadano. Así se replica
entonces, que: “Las instituciones de educación superior deben contribuir a que los
futuros profesionales desarrollen una visión y sentido moral, que pueda guiar su práctica
y refleje en sus acciones un conjunto de valores (responsabilidad, solidaridad, sentido
de la justicia, servicio a otros). Ello obliga a preparar a los profesionales, y especialmente
a los educadores, a comprender las complejidades éticas y morales de su papel, para
tomar decisiones informadas en su práctica profesional”. (Bolívar, 2006, pág. 120)

La formación académica en relación con la aplicación de normas éticas, contribuye a


corto, mediano y largo plazo, a superar las actitudes de injusticia, pobreza y corrupción
con el fin de permear una sociedad más inclusiva, libre fraterna y en paz. Siendo
necesario que cada institución revise o reestructure su sentido de ser. Justamente:

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“La reestructuración de las carreras universitarias y de la misión de la universidad del
siglo XXI ofrece una oportunidad institucional para rediseñar los planes de estudio,
configurando esta institución como una experiencia de vida que contribuye,
decididamente, al desarrollo moral de los estudiantes. Si las competencias son recursos
personales, en el núcleo de esos recursos están los valores, aun cuando sea una
competencia que se sitúa en un orden diferente.” (Bolívar, 2006, pág. 119)

En consecuencia, finiquitamos la reflexión ética, planteando la urgente necesidad de


fortalecer la formación académica desde la educación axiológica capaz de constituir
personas éticas que suscitan la realización profesional desde el patrocinio de valores
axiológicos que se proyectan en la operatividad social que promueven la justicia social,
el bien común y la solidaridad fraterna, que en esencia constituyen el buen vivir de la
sociedad.

Conclusión:

La Formación ética y la moral son los aspectos que guían el comportamiento del ser
humano, que lo diferencia del animal por estar siempre en constante desarrollo cognitivo
y moral, para configurarse como buena o mala persona dentro de la familia y la sociedad.
Entonces, solamente la práctica de las virtudes, desde la vivencia axiológica de los
valores, permitirán el éxito y la realización personal en proyección social que contempla
una vida feliz y en paz; porque la misión del ser humano es amar y ser feliz. Por
consiguiente, cada persona tiene la obligación y el deber moral y ético de amarse,
aceptarse, respetarse, valorarse y, dar felicidad; lo que significa ser recíproco con todos
aquellos con quien entra en relación, de quien la sociedad espera se constituyan en
personas virtuosas que en la práctica moral testimonian ser buenos y honrados
ciudadanos, por ende, excelentes profesionales.

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