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La religión era considerada como la base de una sociedad bien ordenada y como el medio esencial

para salvaguardar la unidad y la supervivencia del Estado o. De ahí la importancia concedida a la


uniformidad religiosa, que haría exclamar el canciller Michel de l’Hôpital en la década de los sesenta:

«la división de idiomas no divide los reinos,pero sí la de la religion y la ley haciendo dos reinos de
uno. De ahí el viejo proverbio: : una fe, una ley, un rey» (une foi, une loi, un roi)

Elie Barnavie al proponer un modelo para para los movimientos revolucionarios de la edad
moderna,, destaca que ante la inexistencia de una verdadera ideología del cambio es la religion la
que sirve de sustrato ideológico a los revolucionarios.

De hecho fue así puesto que el credo calvinista,que podía hacerse tan efectivamente revolucionario
como el anabaptista, aventajaba a éste en que resultaba socialmente mucho más respetable al
englobar a todas las clases sociales sin distinción. Ello propició un considerable número de
conversiones en Francia, entre las que las de los nobles no fueron las menos.

El resultado de todo ello fue la transformación radical del

equilibrio del poder político en el Estado, ya que un grupo

determinado de nobles opuesto de antemano a la política real

se encontró unido entre sí y a otros grupos por el vínculo de

la fe común escogida.

Y es que, como señala Koenigsberger

(nota 227), la reunión en torno a una fe religiosa minoritaria

sin distinción de categorías sociales o niveles económicos,

hizo posible durante la edad moderna la formación de partidos politicos u organizaciones similares
tan sólidos que,

como en el caso de los Países Bajos o Inglaterra,

a, llegaron a

tomar el poder.

La explicación de por qué las guerra

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