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LICENCIATURA EN EDUCACIÓN

PLANIFICACIÓN Y EVALUACIÓN,
IDEAL V/S REALIDAD EN CHILE

Karen Alvarado Martínez


PLANIFICACIÓN Y EVALUACIÓN, IDEAL V/S REALIDAD EN CHILE

De acuerdo a la definición de Fuentes Pérez, 1986, la planificación educacional es “un proceso


sistemático, continuo y abierto, que sirve para disponer formas de actuación aplicables a la
educación”(1). En los módulos de la asignatura, se especificó aún más la definición a “organizar y
anticipar los factores curriculares que intervienen en el proceso de enseñanza, tales como tiempo,
ambiente educativo, estrategias metodológicas y evaluaciones”(2). Por otra parte, la evaluación se
definió como “actividad o proceso sistemático de identificación, recogida o tratamiento de datos sobre
elementos o hechos educativos, para valorarlos y tomar decisiones sobre la valoración.”(3)

Considerando ambas definiciones, el objetivo de este ensayo es analizar la importancia y utilidad de


la planificación y su respectiva evaluación para el docente en la sociedad chilena, vistos como
procesos esenciales para el logro y la adecuada medición del logro de los objetivos de aprendizaje
de una asignatura.

Generalmente se demoniza la planificación porque se considera sólo un documento burocrático para


ser presentado en la Unidad Técnico Pedagógica y así evitar un llamado de atención o, incluso,
algún tipo de sanción administrativa. Mirado desde este punto de vista, la planificación sería sólo una
actividad vacía y carente de sentido y que no tendría impacto en el ejercicio de la actividad docente.

Por el contrario, la planificación es fundamental en esta labor, ya que permite organizar con
anticipación el trabajo en el aula, uniendo la teoría pedagógica con la práctica. Permite pensar de
manera coherente la progresión de objetivos que se quiere lograr con los estudiantes, ordenar y
definir los tiempos para ello, identificar los recursos que serán necesarios para el logro de dichos
objetivos, las estrategias metodológicas a utilizar y el tipo de evaluaciones con las que se recogerán
los datos sobre el desempeño de los alumnos.

Mucho se ha escrito sobre la calidad de la educación en Chile y sus malos resultados en


comparación con países de la OCDE. Considero que un parte importante de esos resultados son
producto de una falta de planificación organizada, consciente y enfocada en el logro de los objetivos
de aprendizaje. Se podría atribuir a la poca cantidad de horas no lectivas que tenía el profesor, pero
a partir de la promulgación de la Ley 20.903 (4) se ha aumentado gradualmente la cantidad de horas
para la preparación de clases y otras tareas pedagógicas y administrativas, por lo que ahora el
docente cuenta con más tiempo para realizar una planificación de calidad, que considere todos los
elementos de la labor pedagógica.

Otra crítica a la falta de valorización de las planificaciones tiene que ver con que muchas veces son
vistas por el equipo directivo como un marco rígido y poco dinámico, que debe seguirse al pie de la
letra, y que alguna demora o cambio demostraría falta de profesionalismo del docente. Para que ello
no ocurra, entre el docente y la institución educativa debe existir una reflexión y comunicación
constantes, para permitir la posibilidad de hacer mejoras inmediatas y actualizar la planificación,
para generar un aprendizaje significativo y la motivación en los estudiantes.
Se cuestiona también el hecho de que muchas veces, las Unidades Técnico Pedagógicas soliciten el
cambio en las planificaciones solo con respecto a la estructura de éstas, sin entregar para ello
razones pedagógicas que justifiquen tales modificaciones, argumentando incluso que “se ven más
bonitas” o “ahorro en tinta y hojas”, lo que es visto por los profesores como una carga inútil de trabajo
o para que los docentes trabajen cuando los alumnos hayan salido de vacaciones. Los cambios en
las planificaciones deberían atender a razones netamente pedagógicas, y luego de realizar las
reflexiones y evaluaciones con respecto al real impacto que éstas tuvieron en el logro de los objetivos
del período.

Una planificación no puede ser un instrumento que mida al docente, sino que su construcción debe
estar acompañada por la Unidad Técnico Pedagógica, para así aunar los criterios técnico
pedagógicos que apoyarán el aprendizaje de los alumnos, articular ejes educativos, considerar el
orden y la progresión de los objetivos y acompañar y monitorear su aplicación. Esto no debería ser
visto por el docente como falta de confianza en su labor, sino como un trabajo colaborativo, que solo
tiene por objetivo ayudar al profesor y establecer criterios comunes como establecimiento que
garanticen resultados satisfactorios en función del logro de metas de los alumnos.

Una buena planificación es una herramienta eficaz para el profesor, ya que funciona como guía
organizadora y estructuradora de la práctica docente, siempre que se adecue al modelo pedagógico
del establecimiento, organice adecuadamente los tiempos del período e incluya todos los factores
curriculares que intervienen en el proceso, de acuerdo a las Bases Curriculares y los Planes y
Programas vigentes. Será eficaz también en cuanto el docente sea capaz de flexibilizarla
considerando los intereses, estilos y ritmos de aprendizaje de sus alumnos y realizando los cambios
que considere pertinentes, de acuerdo a su reflexión pedagógica.

Toda planificación debe considerar también las evaluaciones que se utilizarán en el período
determinado. Mucho se ha avanzado en los últimos años con respecto a este último tema,
cambiando el antiguo paradigma de la evaluación punitiva por uno en que la evaluación se
transforma en el procedimiento importante en el proceso de enseñanza-aprendizaje de los
alumnos.

Para el docente chileno, la dificultad en la evaluación puede deberse a que se pasó de la


tradicional prueba de conocimientos a una amplia gama de instrumentos de evaluación, que
demandan de él un conocimiento y preparación adicionales. Los términos: lista de cotejo, pauta
de evaluación y rúbrica ya no le son ajenos, y se cambió el enfoque subjetivo que tenían las
evaluaciones de técnicas e instrumentos (distintos a la prueba escrita) por uno objetivo y
cuantificable. Las investigaciones y cambios en el modelo pedagógico desde el tradicional-
conductista hacia el cognitivo-constructivista han demostrado que una educación integral no solo
incluye conocimiento, sino que también habilidades y actitudes que deben ser evaluadas, lo que
supone un beneficio para el alumno, especialmente en esta sociedad del conocimiento en que
todo parece estar al alcance de internet.

Las evaluaciones también deben dejar de ser vistas como instrumentos aislados de medición y
control, sino que utilizarlas como herramientas para el diagnóstico y toma de decisiones,
pronóstico y orientación. Esto llevará a reflexionar, analizar e investigar sobre la práctica
docente, para lograr un desarrollo de las fortalezas y cambio en las debilidades, a través de la
toma decisiones inmediatas y a largo plazo. Esta es una de las formas de llegar a una educación
de calidad, ya que se transformarán desde un registro para el rendimiento del alumno a una
herramienta útil para el docente.

Otro punto importante es la constancia en la evaluación. La literatura sugiere que se parta con
una evaluación diagnóstica que mida las conductas de entrada del alumno a la unidad y a partir
de sus resultados realizar la planificación; debe seguir una evaluación procesual que dé cuenta
del avance de los estudiantes durante el desarrollo de la unidad didáctica, a fin de (con base en
sus resultados) realizar las modificaciones en la planificación o la metodología empleada, para
terminar con una evaluación final que entregue los datos del producto (del proceso educativo
terminado).

Para ser significativas, todas las instancias de evaluación deben estar acompañadas de la
respectiva retroalimentación por parte del docente con los estudiantes, a fin de motivarlos,
reconocer sus logros, reforzar sus fortalezas y superar sus deficiencias. De esta manera, el
alumno se verá a sí mismo como creador de su propio conocimiento, o sea, como un agente
importante del proceso educativo y no solo como un mero espectador. Lamentablemente, esa
constancia no se da habitualmente en el aula, ya sea por falta de tiempo, porque el mismo
profesor no ve en esta instancia una oportunidad de mejora de la consecución de los objetivos
académicos o simplemente porque no sabe cómo realizar una retroalimentación efectiva y
eficaz. Sería importante, entonces, capacitar a los docentes a fin de incluir en la planificación las
horas destinadas a la retroalimentación, para que así no pase por alto ese aspecto de la
evaluación.

Como conclusión, la calidad en la educación y la sostenibilidad en el tiempo de los buenos


resultados académicos deben partir con la reivindicación de una buena planificación y las
evaluaciones adecuadas que den cuenta de la situación inicial, del proceso y del producto
resultante. Para ello es imprescindible que el docente cuente con los recursos necesarios para
tales fines (perfeccionamientos adecuados, cantidad de horas disponibles para la creación y
posterior reflexión sobre los instrumentos y apoyo de parte del equipo directivo y técnico del
establecimiento).

Se deben internalizar estos documentos como parte fundamental del proceso educativo, más
allá del conocimiento del docente sobre la asignatura o la metodología empleada en el aula. Una
planificación y evaluación adecuadas deben centrarse en todos los elementos constituyentes del
proceso educativo y su reflexión debe llevar a tomar las medidas pertinentes para la mejora de
los logros académicos de los estudiantes.
BIBLIOGRAFIA

1. Fuentes, P. (1986). Hacia un concepto de planificación de la educación. Anales de Pedagogía N°4.

2. Sanhueza. M.A.. (2019). https://youtu.be/In6jMD_6FG0 [Video].

3. , V. (1995).
decisiones. Madrid: Rialp.

4. Ley N° 20.903 - Crea el Sistema de Desarrollo Profesional Docente y modifica otras normas.(2017)
Obtenido desde: http://www.rmm.cl/biblioteca-digital/ley-ndeg-20903-crea-el-sistema-de-desarrollo-
profesional-docente-y-modifica-otras

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