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NRC: 2190

3 de Abril del 2018

La producción de alimentos transgénicos genera un fuerte impacto ambiental.

Hoy en día en el 95% de nuestros alimentos son transgénicos y el 98% de la

población lo consume (Villalobos, 2008). Es evidente la gran demanda de transgénicos

en el mundo, pero ¿cómo afectan a nuestro planeta?. La producción de alimentos

transgénicos genera un daño irreversible en el medio ambiente (ecosistema); esto se

evidencia a través de la destrucción del suelo ecológico, el desequilibrio de los

ecosistemas y el daño ambiental que es ocasionado por el uso de químicos. Este

documento detallará los daños ambientales de los transgénicos resaltando los puntos

más contaminantes.

Los monocultivos de transgénicos afectan de manera irreversible el suelo

ecológico. Se trata de cultivos de grandes extensiones con árboles o plantas de una sola

especie, es considerado una forma eficiente y productiva, bajo un enfoque mercantil,

que deja de lado el desastroso impacto ecológico, resultado de esta estrategia de cultivo

(Vidal, 2008). El principal problema es la pérdida de nutrientes del suelo; esto, en la

mayoría de casos, es provocado por retirar las plantas por completo y así interrumpir el

proceso de reciclaje natural del suelo; a largo plazo, esta acción generará una erosión

del suelo que, a su vez, obligará, la adición de fertilizantes (Tamanes, 2003). Todo

ecosistema se caracteriza por la diversidad, esta clase de cultivos transgénicos no hacen

más que romper este principio; por ende, si hay menos diversidad vegetal también

disminuye la diversidad animal, esto implica a todos los insectos y animales que se
alimentan y que, además, lo habitan (Tamanes, 2003). Por ello, la afectación del suelo

desencadena otras consecuencias que alterarán de distintas maneras el medio ambiente.

El cultivo de soya transgénica genera graves problemas ambientales, la mayoría

de su producción es destinada a la ganadería industrial especialmente en países europeos

y asiáticos, provocando así un problema fuerte de degradación y empobrecimiento en el

suelo ya que el cultivo de soya absorbe su fertilidad (Villalobos, 2008). Este problema

se debe a que la soya se cultiva en un sistema de monocultivos consecutivos. Por lo

general, estos monocultivos son muy extractivos (tiene como base la explotación de

recursos naturales) y la aplicación de fertilizantes; además, el uso de plaguicidas

sintéticos es muy elevada (Villalobos, 2008). Esto a largo plazo ha provocado la

deforestación; como es el caso de Argentina en donde más de 200.000 hectáreas de

bosque primario desaparecen anualmente debido a los monocultivos de soja transgénica

(Catacora, 2016). Otro país que destaca en el cultivo de soya transgénica es Bolivia en

donde los resultados también son drásticos; su producción ha dejado alrededor de

100.000 hectáreas de suelo totalmente degradados por erosión y contaminación

provocada por agroquímicos (Catacora y Francois, 2016). El desequilibrio de los

ecosistemas es otro de los graves problemas de los transgénicos y se expondrán a

continuación.

La transferencia de rasgos transgenéticos a organismos no transgénicos

desequilibra los ecosistemas. El desequilibrio ecológico en plantas provocado por

transgénicos empieza al momento de la polinización, en donde se transmiten rasgos con

alteraciones genéticas a plantas no alteradas artificialmente; a esto se le conoce como la

polinización cruzada (Pedauyé, Ferro y Pedauyé, 2000). En teoría, se realizan estudios

de campo para establecer la distancia mínima entre cultivos transgénicos y cultivos

convencionales, con el propósito de reducir el riesgo de la polinización cruzada


(Pedauyé et ál., 2000). Las distancias entre estos cultivos son llamadas “zonas de

amortiguamiento” que, en la actualidad, no son suficientes para evitar la contaminación

y, en la mayoría de casos, es rechazado por las grandes corporaciones ya que no les

beneficia a la hora de aprovechar toda la superficie de la tierra (Villalobos, 2008).

Según estudios de la Universidad de Exeter; el polen que generan las plantas

transgénicas supera de dos a tres veces el alcance de contaminación de lo que

originalmente se pensaba (Pedauyé et ál., 2000). A continuación, se detallan algunos

ejemplos de este alcance.

El emergente peligro de las “súper malas hierbas” provocadas por la expansión

del polen alterado genéticamente que además son altamente resistentes a pesticidas,

generan un fuerte desequilibrio tanto en las plantaciones como el ecosistema en general.

Esto se da debido a que transmiten enfermedades, plagas y sirven como refugio para

virus, bacterias, hongos y además colaboran en su propagación afectando en mayor

parte a los cultivos convencionales (Tamanes, 2003). El cultivo de arroz transgénico es

otro caso muy polémico, es uno de los alimentos más manipulados genéticamente, sus

cultivos, por lo general, se encuentran en deltas de ríos y, en la mayoría de casos, es

manipulado para desarrollar una mayor resistencia a la salinidad. Por lo tanto, aumenta

las superficies cultivables y a la vez ocasiona un grave desastre ecológico ya que estas

plantas invadirán todo el estuario. De tal modo que las especies de plantas de arroz no

transgénico pasarán a ser “hierbas malas” debido a que todo el cultivo ahora tiene una

alta resistencia a la salinidad (Pedauyé et ál., 2000). Otro ejemplo es el maíz

transgénico, de igual manera es uno de los alimentos más populares por ser modificado

genéticamente y, en la actualidad, según los estudios de la Universidad de Berkeley en

California, concluye que absolutamente todo el maíz muestreado en México contiene

información genética del maíz transgénico por lo que se puede pensar en la extinción
definitiva del maíz común (Torres, 2014). Y por último se expondrá como los químicos

empleados en los transgénicos modifican y destruyen el ambiente.

El incremento de sustancias químicas tóxicas como herbicidas genera un grave

daño ambiental. Ciertos cultivos transgénicos han sido dotados para ser resistentes al

uso de herbicidas, y así, no ser afectados por el químico. Los herbicidas se encargan de

eliminar plantas indeseadas, en la mayoría de casos la maleza (Villalobos, 2008). Este

producto químico mata a la planta en su totalidad o únicamente partes de la planta que

fueron afectadas, lo puede hacer de manera inmediata o sistemática; en donde la raíz

absorbe el químico y este procede a matar las funciones de la planta (Tamanes, 2003).

El herbicida más usado es el glifosato, y actualmente existen especies resistentes a este,

los más destacados; el maíz, algodón y la soya que Monsanto ya lo patento en algunos

países. En el año 2007 Monsanto fue declarada culpable por emitir publicidad falsa, en

donde anunciaba que el glifosato era biodegradable y el suelo permanecía limpio

después de su uso, a pesar que en el 2001 fue clasificado por la Unión Europea como

peligroso y toxico para el medio ambiente y organismo acuáticos (Villalobos, 2008). A

continuación, algunos ejemplos de los problemas más comunes de contaminación por el

uso de herbicidas.

El principal problema contaminante especialmente usado por las grandes

corporaciones de transgénicos como Monsanto, es el alcance que llega a tener al

momento de aplicar los herbicidas, el caso más grave es en las plantaciones gigantes

donde se aplica con la ayuda de avionetas o helicópteros, llegando a contaminar la

vegetación hasta 1200 m a la redonda (Nivia, 2003). El suelo es otro de los más

afectados al ser que absorbe el químico directamente se vuelve susceptible a

enfermedades, como la putrefacción de raíces que con el paso del tiempo pasa a

transformarse en un suelo muerto, adicional a esto termina con toda la diversidad de


insectos y microorganismos que habitan en el suelo (Pedauyé et ál., 2000). El glifosato

es capaz de filtrarse fácilmente a las partículas del suelo llegando a contaminar aguas

superficiales y subterráneas, gracias a la lluvia la contaminación es llevada a mayores

distancias por medio de la escorrentía. Los mayores registros de contaminación por

glifosato en agua se han encontrado en Canadá, Oregon y Reino Unido (Nivia, 2003).

Los animales también llegar a pagar las consecuencias por el uso de glifosato, ya que su

alimento y hogar llegan a estar altamente contaminados por este químico o afecta su

población como en el caso de las aves; en donde plantas que eran su fuente de alimento

fueron exterminadas en su totalidad, provocando un desequilibrio poblacional (Nivia,

2003).

En conclusión, el daño que es provocado por la producción de alimentos

transgénicos, genera un fuerte impacto ambiental, destruyendo así los ecosistemas que

incluyen a todos los seres vivos, muchas veces el daño es irreversible, como es el caso

de los suelos debido a la erosión y la extinción de especies por la falta de alimento. Los

productos transgénicos hoy en día dominan la industria alimenticia, y las grandes

empresas dan poca importancia al daño ambiental que causa su producción, aunque es

bastante difícil encontrar alimentos convencionales, poco a poco podemos crear la

costumbre de no adquirir a los grandes supermercados y transnacionales, y hacerlo con

los pequeños agricultores de nuestro sector que brindan productos totalmente naturales

,y así también, generar más oportunidad de trabajo a las microempresas locales. Talvez

en un futuro la humanidad será obligada a consumir transgénicos, ya que es muy

probable que la contaminación genética llegue a todas las especies de alimentos, todo

depende que las grandes empresas tomen más importancia al problema que están

ocasionando, de igual manera, mejorar los hábitos y la cultura de la humanidad, para


que nuestro planeta tenga mejores días, y por ende, las futuras generaciones que lo

habitaran.

Referencias Bibliográficas.

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realmente se benefician? [pdf]. Recuperado el 20 de marzo del 2018 de

http://www.planet-

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latin-America/Soya_en_Bolivia_Quienes_se_benefician_Feb_06.pdf

Lorenzo, P., Ladero, J., Leza, J.y Lizasoain. (2009). Drogodependencias. Madrid:

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Nivia, E. (2003). Efectos Sobre la Salud y el Ambiente de Herbicidas que Contienen

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Tamanes, R. (2003). Los Transgénicos, Conózcalos a fondo. Barcelona: Editorial Ariel

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