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Serafín

Representación de un Serafín
por Víktor Vasnetsov.
Los serafines son, de acuerdo a teología cristiana, los primeros de los nueve coros o tipos de "espíritus bienaventurados" de la angelología cristiana.
Pertenecen al orden más alto de la jerarquía más elevada.
Rodean el trono de Dios y están en constante alabanza cantando el trisagio hebreo «Kadosh, Kadosh, Kadosh» («Santo, Santo, Santo es el Señor de
los Ejércitos, la tierra está llena de su Gloria»).1
Características e iconografía
En la creencia Bahá'í, los serafines, son ángeles del conocimiento y la Los gnósticos refieren que fueron los serafines en su forma de elohines o
sabiduría. llamas quienes destruyeron Sodoma y Gomorra, bombardeando la ciudad
En la creencia cristiana, los serafines se caracterizan por el ardor y la con bolas de fuego, y son mencionados por primera vez en Hebreos, uno
pureza con que aman las cosas divinas y por elevar a Dios a los espíritus de los libros más antiguos del Nuevo Testamento.
de menor jerarquía. Se les conoce como "las flameantes llamas del La iconografía cristiana representa a los serafines como seres alados,
rayo", "rayos de fuego del amor" o "llamas ardientes". Cantan sin pero con la peculiaridad de poseer tres pares de alas, el primero de los
cesar la música de las esferas, regulan el movimiento de los cielos y son cuales tapa su rostro ya que, al ser los seres más bellos del universo,
la vibración primordial del amor. sólo Dios tiene derecho a contemplarlos. Con el segundo par de alas
Los serafines son seres que pueden ser vistos solo por quienes son vuelan y el tercero cubre sus pies, pues simbolizan así la eterna humildad
“elevados” a una dimensión superior, es decir, un estado en el que el cielo y amor debidos sólo a Dios. En el judaísmo se presentan como serpientes
“se abre para ellos” (Ezequiel 1:1; Ap 4:1,2; 19:11). doradas con seis alas que tienen el poder de sanar, acorde a la etimología
En los contados casos en que eso ocurre, la descripción zoomórfica que de la palabra.
se hace de esos “ministros” de Dios [serafines (semejantes a animales con Procurar hallarnos debidamente adornados en la presencia de Dios, según
seis alas —Isaías 6:2—), querubines (semejantes a animales con cuatro nuestra capacidad. Dios agregará lo que falte, si halla la disposición
alas —Ez 1:6—), o arcángeles (seres en forma de antorchas —Ap 1:4; necesaria.
4:5—)] es representativa de las diferentes funciones que esos seres
celestiales cumplen ante el Creador.
Las ALAS DEL SERAFIN. Ornato de la contemplación supraesencial. Directorio Contempl. Herp
Corazón puro y elevado
La disposición y ornato requiere seis cosas por parte del hombre, para contemplar fruitiva y esencialmente a Dios.
Lo primero es tener una verdadera y tranquila paz con Dios y consigo mismo. El que la haya recibido necesita amar al Señor en
grado tal que, por su divina honra y amor, sea capaz de renunciar a todas las cosas que antes acostumbró amar y usar
desordenadamente. Es necesario que, con amor cordial y vivo ánimo, eleve a Dios todas sus potencias. Que, sobre toda
multiplicidad e indisposición del corazón, viva en desnudez y simplicidad de alma, donde se consuma la ley del amor. De este
modo deberá continuamente esforzarse en tener su ánimo interno elevado con pura intención, porque esto más que ninguna otra
cosa coloca el corazón del hombre en cierta, deliciosa y tranquila paz.
Silencio interior
Lo segundo es el silencio interior, o sea, despojar las potencias intelectivas de toda imaginación, formas y semejanzas, que no
representan al amado. Necesita la mente estar desnuda y ociosa de toda consideración exterior, si el hombre desea vivamente
poseer a Dios. Esto resulta fácil para aquellos que aman a Dios únicamente y todas las cosas en él. El puro y descolorido amor
hace al espíritu simple y ocioso de todas las cosas y levanta al hombre sobre sí mismo hasta Dios.
La firme unión
Lo tercero es una amorosa adhesión y fijación en Dios, de donde brota el mismo gozo. Quien se adhiere a Dios por amor puro,
no buscando la propia utilidad, goza verdadermente de él por gracia y gloria. Esta es la adhesión gratuita y fecunda, que nos une
al amado con tal vínculo de caridad que en adelante nos resulta imposible apegarnos a las cosas creadas. No deseamos complacer
a nadie ni nadie puede satisfacernos. Nos lleva a esta adhesión el toque de que antes hemos hablado.
Descanso en Dios
Lo cuarto es la quietud del que ama en el amado. El amado es vencido por el que ama y es poseído en el puro y esencial amor. El
amado se deja llevar en amor hacia el que ama. Ambos quedan en paz.
Dormición licuescente
Lo quinto es la dormición feliz en que el espíritu se consume y sale de sí sin saber adónde ni cómo. Fluye a la abisal profundidad
del amor divino, olvidándose de pensar distintamente en Dios y en cualquier otra criatura, Sólo está en el amor que gusta o siente,
por el cuales poseído con una simple y desnuda ociosidad de todas las cosas, Como se expanden el aceite que cae en el paño y el agua
en el vino, así el espíritu se dilata en cierta inmensidad, para hacer cabida al Amado, haciéndose una longitud, sublimidad y profundidad
con él. Este amor no tiene medida.
Oscuridad transformante
Lo sexto es una contemplación oscura, que la razón no puede
comprender ni investigar a fondo, El espíritu está muerto y vive para
Dios, porque se ha hecho, sin distinción, un sola cosa con él. Dios es su
paz, descanso y gozo. En esta unión está su continuo expirar y
transformarse en Dios sobre toda operación y deseo, Cuando el hombre
sintiere en sí estos seis principios dichos, le será tan expedito y fácil
contemplar y gozar en su introversión como respirar en la vida
natural. Queda así adornado para la vida contemplativa supraesencial,
porque se ha convertido en vivo y voluntario instrumento con el que
puede obrar lo que quiere , como y cuando quiere, No se atribuye el
hombre la eficacia de esta obra, Por eso permanece voluntario y expedito para hacer cualquier cosa que Dios mande, Vigoroso y fuerte
para tolerar lo que Dios permita, Preparado para todo.

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