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DE LA HEGEMONÍA LIBERAL A LA MITIFICACIÓN DE LA CLASE

OBRERA. LENORE, Victor; Indies, hipsters y gafapastas. Crónica de una do-


minación cultural. Capitán Swing, Madrid, 2014.
Por Cristopher Morales Bonilla

Desde el punto de vista de las luchas socia- la supervivencia, comenzaron a aparecer nuevos
les, la segunda mitad del siglo XX fue, en gran tipos de demandas sociales acordes con los nue-
parte, el momento en el que la tradicional es- vos niveles de riqueza y bienestar.
fera de desarrollo de los conflictos sociales, la Por eso, la producción cultural acabó por con-
economía, comenzó a perder importancia en vertirse en el nuevo campo de batalla. Ya no se
favor de otro tipo de contradicciones. Al tiem- trataba de una lucha por un trabajo digno o por
po que el desarrollo del socialismo real dejaba una jornada laboral más justa. Ahora, se trata-
claro que la revolución social no podía reducir- ba de luchar por cuestiones tales como el reco-
se solamente a la recuperación de los medios de nocimiento de nuevas identidades (movimiento
producción, el capitalismo occidental revelaba feminista, black power, etc.), por una vida plena
que sus promesas (igualdad de oportunidades, en el sentido de una autosatisfacción personal, la
prosperidad generalizada, etc.) se iban demos- cual se entendía como una crítica más o menos
trando como falsas. En su lugar, en ambos re- velada al trabajo asalariado, etc.. Como si se tra-
gímenes sociales lo que se iba desvelando era tara de un reflejo de cierta teoría marxista de los
la necesidad de entender que el control de la estadios del desarrollo social, la nueva sociedad
esfera económica, o la reducción de todas las postfordista empezó a producir un tipo de con-
contradicciones sociales a conflictos económi- flictividad social acorde con las nuevas condicio-
cos, no resolvía de ninguna manera la conflicti- nes materiales.
vidad política. Mayo del 68 fue el momento en el que esta lu-
El elemento clave de este giro fue el relativo cha cultural tomó la hegemonía de la conflictivi-
éxito del capitalismo a la hora de crear una nue- dad social. Esto no significa que a partir de ese
va clase social que parecía no llevar dentro de sí momento no existieran conflictos relacionados
los conflictos de clase: la clase media. Una vez directamente con la supervivencia o el trabajo
parecía que las sociedades occidentales habían asalariado, sino que éstos ahora no sólo se ex-
superado los conflictos en términos de lucha por presaban con los medios tradicionales (huelgas,
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enfrentamientos directos con la autoridad, etc.) Este nuevo tipo de hegemonía está caracteri-
sino a través de las luchas culturales. zado, por lo tanto, por la novedad. Pero no por
Sin embargo, desde el primer momento el de- cualquier novedad. En cada momento, existen
sarrollo de la lucha cultural vino marcado por toda una serie de elementos que cobran prota-
la aparición de la industria cultural, es decir, el gonismo frente a otros. Es un conjunto de rasgos
conjunto de técnicas y estrategias productivas y formas de hacer que producen una cultura de-
en relación con la producción y el consumo de terminada y que acaban por eliminar el resto de
cultura. Igual que el movimiento obrero había formas culturales.
tenido en los sindicatos y en la política del Par- El rasgo principal de esta hegemonía es su ca-
tido-Estado su fuerza de recuperación, la lucha pacidad para producir élites. El individualismo y
cultural pronto empezó a estar dominada por la el elitismo de esta forma de producción cultural
lógica de la industria cultural, la cual, en último está basada en la superioridad del conocimiento
término, se reflejaba en el hecho de que todo de lo que está bien y lo que está mal desde un
contenido cultural quedaba reducido a una mer- punto de vista estético. Si otras formas de pro-
cancía consumible. ducción de cultura se basaban en la autenticidad
En las últimas décadas, hemos asistido a un o en el desaf ío a una cultura oficial, ésta se ca-
proceso cada vez más salvaje de uniformización racteriza porque se cree superior a las demás, no
cultural en relación con ese triunfo de la indus- sólo desde un punto de vista estético sino moral
tria cultural y su capacidad de reducción de la (pp. 35-46).
cultura a la mercancía, el cual se ha demostrado Desde la perspectiva social, quiere dominar
en múltiples aspectos: en el modo de consumir, el modo en el que se consume y los espacios de
en los productos a consumir, en la moda que se consumo. Incluso va más allá: quiere que todo
consume, en la música que se consume, en el sea consumo. No por casualidad, está directa-
ocio que se consume, etc. Si hace algunas déca- mente relacionada con los procesos de gentrifi-
das la cultura era el campo de la expresión de cación que, poco a poco, van acabando con los
la diversidad de formas de vida, la cultura se ha barrios más antiguos de las grandes ciudades
convertido cada vez más en la reproducción infi- para convertirlos en tiendas de ropa vintage o
nita de lo mismo, en la dictadura de la tendencia en pastelerías de muffins que son absolutamente
que, en su interior, es monolítica. intercambiables entre sí, ya estén en Berlín o en
En la última década, esta uniformización ha Tokio. Barrios como los de Lavapiés en Madrid o
llegado a su última forma histórica. Bajo diver- el Raval en Barcelona son el perfecto ejemplo de
sas etiquetas (hipsters, gafapastas, modernos...) cómo las antiguas tiendas de barrio (zapaterías,
ha empezado a establecerse un modo cultural pequeños comercios, etc.) están siendo susti-
hegemónico que no sólo ha conseguido des- tuidos por los nuevos negocios cool. Por eso, no
bancar al resto de formas de cultura sino, lo que parece exagerado decir que la nueva hegemonía
es mucho más peligroso, ha creado una nueva cultural no quiere convivir con otras formas de
sensación de elitismo. Como si la lucha por la cultura. Se sabe superior y, por eso, no puede
supervivencia se hubiera reproducido fielmente permitirse que el espacio sea ocupado por mo-
en el terreno de la cultura, la nueva producción dos de consumo culturales claramente inferiores
cultural ha acabado por creerse moral y estética- (pp. 48-57).
mente superior a las demás. Lo que queda fuera Pese a que lo intenta, esta cultura moderna no
de ella parece que no merece ser considerado. es neutra políticamente. La creación de élites
La nueva hegemonía cultural está protago- nunca lo es. Si desde un cierto punto de vista de
nizada por un tipo de consumidor y productor lucha política la creación de una élite se hace a
cultural muy determinado, el moderno: través de la limitación con lo que queda debajo
de ella, ahora esta lógica se ha transferido a la
(...) alude básicamente a la capacidad para comprar
producción cultural. La nueva estrategia de esta
ciertos productos que prescribe la industria cultural,
tecnológica, publicitaria, de los medios y de la moda cultura hipster es la de visibilizar hasta el extre-
(estos cinco sectores, cada vez más entrelazados, mo las excentricidades de la Modernidad, como
seguramente ya sean el mismo, por eso empieza a una especie de estrategia nihilista por la cual se
imponerse la etiqueta de industrias creativas (p. 35). denuncia la falta absoluta de valores y límites.
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RESEÑA BIBLIOGRÁFICA

Tanto en el cine como en la música, esta nueva Por otro lado, estaría el ejemplo de Michael
forma de hacer y producir cultura intenta bana- Moore y sus películas sobre diversos elementos
lizar un hecho a través de su sobre explotación. de la vida cotidiana bajo el capitalismo nortea-
Se exageran las contradicciones de un mundo mericano. Para la cultura hipster, esta denuncia
para justificar el hecho de que ya no existen cau- resulta demasiado banal. No es que se nieguen
sas por las que luchar. De alguna forma, repite los hechos, sino que éstos se toman como una
los gestos más falsos, y más estereotipados, de la especie de catástrofe natural que es imposible
Modernidad. Puesto que ya nada vale, todo que- transformar. El elitismo de la cultura dominan-
da desvalorizado por igual (pp. 60-61). te no hace más que situarse en una perspectiva
Lo que queda es, en el mejor de los casos, de condescendencia con respecto a los discursos
una mera relación estética con los contenidos que todavía se indignan ante lo real.
de una cultura crítica. Un ejemplo de ello es la Esta capacidad de situarse más allá de la cultu-
relación que ciertas estrellas de la música o de ra de masas, situándose en un nivel de ingenui-
la literatura tienen con determinadas causas dad en relación a la capacidad de sorpresa ante
sociales. De una forma realmente calculada, ciertas injusticias sociales, choca con la misma
no hacen más que identificarse con una causa capacidad de esa cultura hegemónica por atraer
con la que todos nos podríamos identificar sólo a sí aquello que, hasta ese momento, estaba si-
para dotar a la mercancía que producen con un tuado fuera. La cultura hipster es capaz de con-
halo de medio para el cambio social. Sin em- vertir algo en parte de su repertorio sólo por-
bargo, la superficialidad consiste en que, preci- que ella lo diga. Si la música folclórica española
samente, la relación con ese cambio social está más clásica podía ser entendida como signo de
siempre mediada por la hegemonía de la mer- una cultura antigua y desfasada, en un gesto de
cancía, por la necesidad de vender un produc- apropiación simbólica, éstos contenidos pasan a
to viejo bajo una forma siempre nueva. Lo que convertirse en algo cool. No se trata de un descu-
se intenta es, p.e., que al comprar un disco de brimiento de ciertos contenidos culturales que
REM pensemos que estamos contribuyendo al estaban en la tradición pero que no se habían to-
cambio social a través del apoyo del grupo a las mado en serio. La cultura hegemónica juega con
políticas de Obama (pp. 67-69). la tradición. En ese juego, a veces toma elemen-
La producción de una élite por parte de la cul- tos de ella y los convierte en actuales; a veces,
tura hipster acaba por producir una cultura de por el contrario, abandona elementos que, hasta
la distinción. Esta lógica opera de tal modo que ahora, eran centrales para ella. El único criterio
la producción de un cierto tipo de cultura, la de demarcación es que ella lo dicta (p. 75-82).
que ha conseguido ser dominante, ha acabado Si se piensa de una forma más detenida, la
por denostar de forma clara y directa a los pro- lógica de apropiación de la cultura hipster se
ductos culturales que se sitúan fuera de ella. La parece mucho a la capacidad del mercado capi-
línea de demarcación se encuentra en el com- talista de incluir progresivamente a una mayor
promiso político. cantidad de objetos intercambiables. En defini-
El nihilismo de la cultura dominante no pue- tiva, esta nueva forma de hegemonía tiene una
de más que ridiculizar ese tipo de discursos cul- relación estrecha con el mercado y la cultura
turales que intentan establecer determinados capitalista. La cultura hipster es la cultura pre-
contenidos críticos dentro del consumo de cul- dominante en la época en la que el capital pare-
tura. Aquí habría dos ejemplos, principalmente. ce dominarlo todo.
Por un lado, Manu Chao como ejemplo de ese Este hecho puede parecer relativamente de
multiculturalismo que le resulta tan ridículo a poca importancia en relación con la lógica de la
la cultura elitista. La denuncia de la vida de los nueva cultura dominante. Sin embargo, esto su-
migrantes o la perspectiva de los movimientos pone algo bastante novedoso. Durante gran par-
de izquierda de América Latina son vistos como te del siglo XX, la producción cultural era, prin-
un gesto de ingenuidad. La verdadera cultura ya cipalmente, un ámbito de producción de crítica
sabe que el mundo no puede cambiarse, y que de lo real. Relacionado con un cierto concepto de
intentar establecer algún tipo de elemento de arte y de cultura, la producción de objetos cultu-
crítica ya no tiene sentido. rales, aún cuando aparecían bajo la categoría de
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la mercancía, siempre conservaba un contenido todo lo que no sea cultura hegemónica no sólo
más o menos crítico. Dejando a un lado la in- acaba por presentarse como cultura proletaria,
dustria cultural soviética, cuya capacidad crítica o de izquierdas o comunitaria, sino que se la
del capitalismo occidental ocultaba la propia ca- presenta como formando parte de ese tipo de
pacidad de servir de crítica al mismo socialismo cultura al que podemos aspirar. El problema de
real, la mayor parte de la producción cultural en presentar la cuestión de la producción y consu-
el capitalismo era más o menos crítica, aunque mo cultural de este modo es que se acaban por
la mayoría de las veces fuera superficial. afirmar elementos que, dudosamente, podrían
No obstante, con la aparición del pop-art esto formar parte de lo que podemos entender
comenzó a cambiar. La cultura empezó a enten- como cultura de la clase obrera. Un perfecto
derse desde el punto de vista de la diversión, del ejemplo de ello:
mero consumismo. La elevación de una lata de
Tengo pocas dudas de que el período de mayor
sopa a objeto artístico cogía el gesto de Duchamp
experimentación de la música popular en España
con su urinario y le despojaba de todo conteni- fue el Sonido Valencia, estigmatizado durante
do subversivo. Ya no se trataba de denunciar la años con la etiqueta «ruta del bakalao». Justo
falta de sentido del arte. Ahora éste ya se daba después del franquismo, las discotecas de Levante
por supuesto. De lo que se trataba, entonces, se convirtieron en un laboratorio de investigación
sonora y de relaciones sociales, adelantándose
era de abrazar ese nihilismo cultural por el cual
a la explosión de la cultura rave en Inglaterra;
el hecho de que la cultura ya no tuviera que ser durante 72 horas a la semana, se disolvían las
seria y elevada, concentrada en la destrucción y barreras entre clases y se podía vivir un ocio más
denuncia simbólica de lo real, era ya una razón silvestre e igualitario (hasta entonces este tipo
para la pura estetización de la realidad, para su de juerga desatada había sido terreno exclusivo
de los señoritos). ¿Cómo acabó aquella escena
reducción a mera apariencia. Por este motivo,
donde los jóvenes de familias humildes se divertían
la nueva cultura hipster es tan sintomática. De a todo trapo? La «ruta» murió por vía policial,
las múltiples formas de producción cultural que impulsada por el Secretario de Estado de seguridad
han existido hasta ahora, ésta tiene la caracte- Rafael Vera, que lanzó una campaña de controles
rística fundamental de que es conscientemente y restricciones. En realidad, el PSOE fue experto
en desactivar cualquier tipo de cultura realmente
capitalista, es decir, no tiene ningún interés en
popular, empezando por las fiestas patronales,
transformar la realidad porque disfruta, y se be- que privatizaron y trasladaron a pabellones
neficia, de ella (116-125). deportivos alejados de los barrios (p. 85)
Sin embargo, el análisis de esta nueva hegemo-
nía cultural choca en Indies, hipsters y gafapas- La alternativa al elitismo de la cultura hipster
tas contra la nostalgia de un tipo de producción parece ser la «ruta del bakalao» y su «laborato-
de cultura mucho más comprometida, perte- rio de investigación sonora y relaciones socia-
neciente a los de «abajo». La contraposición les». No hay que olvidar que este tipo de ocio
aquí tiene sentido en todo momento porque se estaba relacionado con el consumo de drogas
compara con una cierta cultura proletaria o de de diverso tipo y con una determinada evasión
izquierdas, para la cual tanto la crítica al capi- de la propia realidad cotidiana. Es cierto que, en
talismo como la capacidad de hacer comunidad general, es posible decir que este tipo de ocio sí
eran dos valores fundamentales. Aquí radica el pertenecía a gente que hoy podríamos conside-
problema principal de este análisis de la cultu- rar de clase obrera, es decir, todos aquellos que
ra hipster dominante. Como ocurre en casi to- son objeto de burla para la cultura hipster. Pero,
dos los análisis en los que se trata de una lucha ¿es realmente una alternativa a la cultura hege-
de identidades, la cultura tradicional de la clase mónica de la élite?
obrera aparece entendida siempre bajo un as- De alguna forma, la distinción entre dicha
pecto positivo y plano. Por el contrario, la nueva cultura hegemónica y la cultura de la «ruta del
cultura dominante es presentada como una cul- bakalao» acaba por desvelar sus límites: si ir a
tura de producción de élites y para las élites. grandes festivales de música es cosa de la éli-
Presentar el análisis de este modo tiene un te, las raves tendrán que ser de la clase obrera.
problema principal: al poner la producción ¿Realmente la alternativa al elitismo es la aliena-
cultural bajo dos polos muy diferenciados, ción más absoluta a través del consumo brutali-
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RESEÑA BIBLIOGRÁFICA

zante de todo tipo de drogas?1¿En qué sentido se que, efectivamente, es el objeto de burla por par-
puede decir que las fiestas de música electrónica te de la élite cultural? Si esto fuera así, sin duda
del Levante tejieron toda una red de relaciones tendríamos que dejar fuera de la ecuación todo
sociales, es decir, en qué medida podemos decir lo que esta especie de nueva clase obrera expul-
que este tipo de ocio creó comunidad? Dif ícil- sa de sí: una cultura no machista, no patriarcal,
mente se puede aceptar que la alternativa a la no consumista, no racista, etc. ¿Debemos con-
cultura hegemónica sea la cultura de las raves vertirnos en chavs para luchar contra la cultura
inglesas. Sin embargo, si tomamos la distinción hipster?
como una operación en la que cada elemento y Es cierto que este tipo de clase, subclase o gru-
producto cultural tiene que caer necesariamente po social es objeto de burla por parte de la élite
en alguna de las dos casillas, en ese caso es cierto cultural, incluso de aquella que se dice de izqui-
que, por falta de alternativa, la cultura rave es erdas. Pero no es menos cierto que eso no con-
cultura de clase obrera. vierte su forma de consumo y su forma de cul-
Opera aquí una idea que ya ha sido presenta- tura en un signo de la clase obrera. Habría que
da en otros lugares y que funciona en todo este preguntarse si, realmente, esas formas de pro-
análisis de la derrota de una cultura de izqui- ducción cultural son efectivas como elementos
erdas: existe un intento de ridiculización de la de lucha contra la cultura hegemónica. ¿Son las
clase obrera que ha consistido, principalmente, raves una forma eficaz de lucha contra la hege-
en denostar ciertas formas de producción cul- monía cultural? ¿O más bien no serán una forma
tural, y de producción de subjetividades, como igualmente alienada de cultura? ¿Forman algún
típicas de una clase obrera que ha perdido com- tipo de lazo cultural los miembros de ese gru-
pletamente todo halo de compromiso y respet- po social a través de ese tipo de manifestaciones
abilidad. No parece muy discutible que, desde culturales o a través de sus formas de consumir
hace algunas décadas, existe una lucha por la cultura?
hegemonía cultural, la cual va ganando esa in- La pregunta última sería: ¿cómo podríamos
dustria cultural capitalista que vende un elitismo pensar en una cultura que se convirtiera en
bañado de progreso intelectual. Sin embargo, amenaza para la hegemonía de la cultura hips-
no es menos cierto que la identificación de una ter? Aunque tal vez no se pueda pensar de un
cultura alternativa, es decir, no elitista, creadora modo general y absoluto como una corriente
de lazos comunitarios, horizontal e inclusiva no cultural identificable con ciertos gestos deter-
parece estar directamente relacionada con esa minados, hay muchas formas de ir superando
clase obrera que es la que dio nacimiento a la la hegemonía cultural de la élite. Un ejemplo de
cultura rave. ello es la lucha por la superación de la propie-
Aquello que se ha venido en llamar chavs2, que dad intelectual dentro de la industria cultural.
no sería algo muy diferente a lo que Marx llamó ¿Se puede pensar algo más lejano a la cultura
Lumpenproletariat3, no parece identificarse bien elitista actual que la idea de que la cultura no es
con lo que podemos entender como la tradicio- una mercancía sino un bien que no puede ser
nal clase obrera. En caso de que fuera así, ¿eso mercantilizable? Las formas de copyleft, la pro-
significa que la única forma de luchar contra la liferación de modelos tecnológicos que cada
cultura elitista sólo pasa por la reivindicación de vez hacen más dif ícil la existencia de barreras a
esas formas de cultura y consumo de esa clase la producción, consumo, distribución y propie-

1. No se trata aquí de criminalizar el uso de drogas en un sentido moralizante sino de cuestionar el hecho de que la
cultura de izquierdas, o comunitaria, o aquella que tendría que enfrentarse al elitismo hipster, tenga que pasar necesaria-
mente por el consumo de drogas como su actividad principal. La deriva del hippismo en los 60 demuestra que poner en el
centro de la contracultura la evasión de la realidad a través de las drogas sirve, fundamentalmente, para dejar la realidad
tal y como estaba, y no para transformarla. Sobre la deriva del hippismo hacia la alienación a través de las drogas, v. GAI-
LLARD, Alice; Los Diggers. Revolución y contracultura en San Francisco (1966-1968). Pepitas de Calabaza, Logroño, 2010.
2. Sobre la reciente ridiculización sistemática de una cierta parte de la población por su teórica posición de clase obre-
ra, v. JONES, Owen; Chavs. La demonización de la clase obrera. Capitan Swing, Madrid, 2013.
3. V. MARX, Karl; ENGELS, Friedrich; Der achzehnte Brumaire des Louis Bonaparte, en MEW, Band VIII, Dietz Ver-
lag, Berlin, 1969.

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dad de cultura son un perfecto comienzo para la élite de un conocimiento puesto al servicio
desmontar una industria cultural que se pien- del progreso de la mayoría, ni la supuesta cla-
sa como el reducto ilustrado de la verdadera se obrera tiene la potestad para convertir a todo
cultura, cuando, en realidad, no deja de ser la lo que dice, hace y piensa en signo de la lucha
reducción de los saberes comunitarios a mer- cultural subversiva. Si la distinción que necesita
cancías culturales. de dos polos que parecen servir a la limitación
Por esta razón, no sólo es necesario ir aban- del otro y, por lo tanto, a establecer los límites
donando la distinción entre cultura proletaria y de cada una de ellas, parece dar más problemas
cultura elitista, sino que es necesario desmontar que soluciones, ¿no sería más productivo desde
la idea de que ambas se refieren a dos formas ab- un punto de vista de la lucha cultural empezar a
solutamente antitéticas de entender la produc- desmontar una distinción que se va mostrando,
ción de cultura. Ni la supuesta élite es realmente cada vez más, como falsa?

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