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Jesús R. Rojo
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I. Introducción no radica ahí la dificultad de comprender la
importancia o el desarrollo de la «no teoría»
El sindicalismo ha situado siempre –hoy esto
del sindicalismo a lo largo de la obra de estos
se nota con especial intensidad– a las fuerzas
autores; se erraría al pretender aplicar cual-
revolucionarias en una encrucijada teórica
quiera de las conclusiones de los clásicos de la
respecto a sus fines, medios y hasta su propia
tradición marxista a un fenómeno moderno sin
función en la contienda de clases.
un análisis y una contextualización previos.
¿Son los sindicatos mayoritarios aún útiles
para los trabajadores como clase? ¿Su despresti-
gio es fruto de una artimaña por parte de los que II. Karl Marx y Friedrich Engels,
pretenden desarmar a los trabajadores o conse- clásicos en tiempos convulsos
cuencia de una sistemática traición de clase por
(1840-1895)
parte de las cúpulas?
Antes de poder plantearnos las respuestas es Los fundadores del materialismo histórico
necesario dar unos pasos atrás. Hay que tomar vivieron en una etapa convulsa de un movi-
perspectiva antes de emitir una firme sentencia miento sindical que apenas había nacido.
que condene a los sindicatos a la presión de La primera impresión que tuvieron estos
la posición protagonista o al más vergonzoso autores fue fundamentalmente positiva, cargada
trastero de las estructuras estériles. Para ello de esperanza y optimismo. Entienden que son
haremos un recorrido a lo largo de los más asociaciones de obreros libres destinadas a
ilustres autores de la tradición de pensamiento luchar contra los capitalistas en sus propios
marxista buscando pautas, métodos de análisis centros de trabajo.
y propuestas políticas que puedan ser de ayuda El «joven» Marx no prestó una especial
en el abordaje de esta cuestión. atención a la cuestión sindical. En sus primeras
Ni Marx, ni Engels, ni ninguno de sus se- obras no llegó a mencionar el tema más que
guidores intelectuales crearon nunca una teoría en alguna proclama. Sin embargo, su íntimo
acerca del sindicalismo que pueda aplicarse in- amigo, Engels sí trató la problemática desde
distintamente a todos los periodos históricos o mediados de la década de 1840. De este periodo
a todas las coyunturas sociales. Sin embargo, cabe destacar La situación de la clase obrera
laberinto nº 44 / 2015
2. En el texto se emplea la palabra «socialdemocracia» en el sentido histórico de sus orígenes, hoy podría
traducirse como socialismo o comunismo.
3. Esta teoría expone que el partido y el sindicato deben ser organizaciones independientes y al mismo nivel
político, de manera que ninguno pueda inmiscuirse en los asuntos del otro.
laberinto nº 44 / 2015
fundamental es apostar por la completa unidad Es pertinente considerar que Lenin (1902)
del movimiento obrero sindical y socialista, ab- retoma también la crítica de los lemas sindi-
solutamente necesaria para las futuras luchas de calistas, desmontando el extendido lema de
masas alemanas, «imprimir a la lucha económica un carácter
está realizada desde ahora y se manifies- político», pues oculta en su interior una
ta en la vasta multitud que forma al mismo tendencia tradeunionista: la de reducir lo
tiempo la base del Partido socialista y la de los político a una serie de medidas administrativas
sindicatos y en la convicción a partir de la cual y jurídicas sin cuestionar, en el fondo, el carácter
las dos caras del movimiento se confunden en de clase del propio Estado burgués.
la unidad mental (Luxemburg, 1905, p.103). Pese al aparente pesimismo respecto a los
Para alcanzar esta unidad se debe acabar sindicatos como organismos independientes,
con las cúpulas sindicales, las cuales, fruto de Lenin (1902) no duda en reconocer que «las
la quietud y las luchas puramente económicas, organizaciones sindicales no sólo pueden ser
han caído en el «burocratismo y la estrechez extraordinariamente útiles para desarrollar y
de miras». reforzar la lucha económica sino que pueden
Luxemburg resalta dos elementos centrales convertirse, además, en un auxiliar de gran im-
que recorrerán la mayoría de las tesis formu- portancia en la agitación política y la organiza-
ladas respecto a la cuestión sindical en los si- ción revolucionaria» (p. 244). Tanto es así que
guientes años. Por un lado, la relación entre el en la URSS, y en todo el movimiento sindical
partido y los sindicatos. Y por el otro lado, la mundial, se popularizó la conocida consigna de
76 cuestión –ya introducida por los clásicos– de las
burocracias sindicales.
los sindicatos como «escuelas de comunismo»
–esta proposición no debe ni puede ser aplicada
En el mismo sentido que Luxemburg y defi- al Partido, pues es una organización de van-
nitivamente ligada a los postulados clásicos de guardia consolidada, no una escuela (Lozovsky,
Marx y Engels, Lenin realiza una durísima crítica 1935). Y para el correcto desarrollo de esta
contra el «economismo» (también llamado «tra- función de lucha y apoyo, resulta de vital impor-
deunionismo»), esto es, la reducción de la lucha tancia otra consigna que también acompañará
a las conquistas cotidianas como la subida del al conjunto del movimiento sindical (especial-
salario o la reducción de la jornada de trabajo mente leninista): «la unión sindical».
olvidando los intereses generales de la clase Sería conveniente hacer un pequeño apunte
obrera. En ¿Qué hacer? (1902), Lenin propone llegados a este punto. En la academia vemos
(de manera más rotunda que Luxemburg) la cómo el texto que quizás más se ha referenciado
primacía del partido guiado por la teoría de (a veces no directamente) acerca de la relación
vanguardia, frente a los sindicatos. El Partido entre la teoría leninista y los sindicatos es
debe unir las tres luchas –económica, política Acerca del papel y las tareas de los sindicatos en
y teórica– y servir como remedio contra la es- las condiciones de la nueva política económica
pontaneidad de las luchas obreras, formando (1922). De él se ha extraído en numerosas
una vanguardia consciente que «organice» la ocasiones la conocida expresión de la «correa de
revolución. También arremete contra la teoría transmisión». Esta expresión ha generado cierta
de la «neutralidad sindical», impulsada entre polémica, pues en muchos casos se ha dicho
otros por el eminente pensador marxista ruso, que Lenin veía a los sindicatos como una «mera
Georgui Plejánov. Según Lenin (1908), los sin- correa de transmisión [del partido político]»
dicatos no deben ser en ningún caso neutrales, (Paramio, 1986, p.75). Tal y como hemos visto,
pues tienen que estar alineados con los intereses la cuestión no es tan simple, Lenin no es reduc-
de la clase obrera representados por el Partido. cionista en este sentido, y esta afirmación debe,
4. Gran parte de la obra de Lenin referida a los sindicatos trata de su papel en el socialismo, como herra-
mientas de organización de la emulación o como estructuras de organización de clase, sin embargo ese tema
escapa al ámbito de este documento. Es en este plano, donde Lenin desarrolla sus polémicas con Trotski o
Tomsky.
Recuperar la teoría de la praxis
Sin embargo, como decimos, para él no se debe de relaciones políticas establecidas entre el
obviar el plano sindical a la hora de enfrentarse cuerpo electoral y el partido político que a él
al Estado –fascista o burgués. propone una lista de candidatos para la admi-
Ya en sus últimos escritos, Trotski le otorga nistración. Si la noción es igual, sin embargo
una importancia crucial a los sindicatos, pola- la práctica real es fundamentalmente distinta.
rizando su función en un sentido notablemente El partido comunista tiene su representación
más optimista de lo que encontramos años antes: permanente constituida en el seno del sindicato
Los sindicatos […] pueden servir como he- y actúa a través de ella, es decir con la mayor
rramientas secundarias del capitalismo im- competencia y con la mayor responsabilidad. No
perialista para la subordinación y adoctrina- se trata entonces de dos organismos distintos:
miento de los obreros y para frenar la revolu- sólo se trata, como por otro lado siempre ha
ción, o bien convertirse, por el contrario, en sucedido, de una parte de la asamblea sindical
las herramientas del movimiento revoluciona- que hace proposiciones y expone su programa al
rio del proletariado (Trotski, 1940, p. 98). resto de la misma. (Gramsci, 1922, p. 146)
No se puede pasar por alto a otro de los Propone un modelo de células partidistas
autores fundamentales de la teoría marxista en red dentro de los distintos sindicatos, de-
moderna: el italiano Antonio Gramsci. fendiendo en su seno las posturas del partido
En 1919 analiza pormenorizadamente la comunista. Esta red se formará con carácter
labor de los sindicatos junto con la de los consejos permanente y mantendrá unos objetivos
de fábrica. Para él, los sindicatos son instrumen- comunes (y tácticas autónomas) incluso después
de la revolución socialista. Entre los principales
78 tos –concebidos como armas contra las acciones
concretas de la burguesía– útiles para proveer objetivos deben figurar, con marcada impor-
al proletariado de gestores y técnicos pero «no tancia, la unidad sindical en Italia y fomentar
puede[n] ser la base del poder proletario», así la incorporación de los distintos sindicatos a la
como tampoco surgirán de ellos «los cuadros en Internacional Sindical Roja —la Profintern—
los que se encarnen el impulso vital, el ritmo de (Gramsci, 1922). Rescata, además, el espíritu de
progreso de la sociedad comunista» (Gramsci, La enfermedad infantil… cuando responde al iz-
1919, p. 98-99). Efectivamente: quierdista Vecchi que los comunistas no deben
aspirar, «por principio», a la creación de nuevos
los obreros convertidos en dirigentes sin- sindicatos (Gramsci, 1923).
dicales perdieron por completo la vocación
Llegados a este punto, debemos señalar
laboriosa y el espíritu de clase, adquirieron
todos los caracteres del funcionario peque- y poner en valor la versatilidad de la teoría
ñoburgués, intelectualmente perezoso y mo- marxista. Hay quien clamaría por lo errático
ralmente corrompido o fácil de corromper de las distintas posturas teórico-prácticas, sin
(Gramsci 1922, p. 145). embargo, eso lejos de devaluar la propuesta,
hace de ella algo vivo y adaptable a las distintas
Aun sin considerarlos el motor de cambio
situaciones. Sería inútil y contraproducente
ni su vehículo, ve necesario que los comunistas
obcecarse dogmáticamente en una posición
se organicen en ellos y usen su influencia para
radical u otra respecto a la función de los sin-
impregnarlos de las tesis y tácticas de la III In-
dicatos para los revolucionarios. De hecho, en-
ternacional. Como vemos, él tampoco elude de
ninguna manera la tarea de entrar en la polémica contramos ejemplos de cristalización teórica en
de la relación entre Partido y sindicatos: ambos sentidos. Por un lado los «consejistas»
Sobre las relaciones entre el partido y el mo- de izquierdas quienes, como Gorter o Mattick
vimiento sindical no pueden ser definidas con –rescatando las ideas de Pannekoek–, ofrecen
los conceptos tradicionales de igualdad entre una postura completamente férrea e inamo-
los dos organismos o de subordinación del uno vible sobre el carácter contrarrevolucionario y
al otro, sino que solamente con una noción perverso de los sindicatos (Gorter, 1920). Por
5. Curiosamente, estas dos teorías llegan a confluir, junto con un amasijo de teorías estéticas y radicales, en
la formación del llamado «izquierdismo moderno» (Gombin, 1973)
Recuperar la teoría de la praxis
otro lado, encontramos el sindicalismo revolu- lucha por la paz y el aglutinamiento de fuerzas
cionario de Sorel (1906) y sus seguidores, para de clase. Mientras tanto, los chinos y los
quienes el Sindicato es el instrumento de la albaneses veían en el cambio en las líneas sin-
guerra social que conduce a la liberación. En dicales, un reflejo de la «coexistencia pacífica»
ambos casos la teoría queda devaluada5 al no y del giro hacia el reformismo y el oportunismo
ofrecer un marco amplio para el análisis de la impulsado por el espíritu del XX Congreso del
realidad social. PCUS (Kota, 1976).
Al mismo tiempo, la intelectualidad marxista
occidental marchaba por otros derroteros.
IV. Cismas en los posicionamientos Los grandes pensadores críticos de la segunda
marxistas tras la III Internacio- mitad de siglo en Europa habían olvidado su
nal (1945-1980) relación con el Partido, y además, habían aban-
donado en su mayoría cualquier conexión con
Antes de precipitarnos al esbozo de unas la lucha política. Muchos de ellos no tardaron
conclusiones, debemos abordar, aunque sea de en caer en un pesimismo, no sólo respecto a la
manera sucinta, los debates que tuvieron lugar labor sindical, sino en cuanto al conjunto de la
con posterioridad a la III Internacional, en el actividad revolucionaria (Anderson, 1976). Ya
marco de la segunda mitad del siglo XX. desde la Escuela de Frankfort se aprecia una
Tras la Segunda Guerra Mundial (en 1945) inexorable tendencia hacia la pasividad; se ana-
y la muerte de Stalin (en 1953) el marxismo lizaban las causas de la derrota con mucha más
se encontraba dividido entre distintas tenden-
cias duramente enfrentadas. Mientras que los
países socialistas se encontraban profundamen-
profundidad que los medios para la victoria.
Esto llevó, en lo que nos concierne, al repentino 79
olvido de las organizaciones revolucionarias
te fragmentados en tendencias de desarrollo en general. Para este grupo de intelectuales, el
–soviética, pro-china y yugoslava fundamen- Estado capitalista había internalizado comple-
talmente–, los intelectuales y pensadores en
tamente las estructuras que antaño pudieran
occidente no tardaron en dar de lado al partido
ser revolucionarias. Posteriormente, el pensador
comunista y a las «versiones oficiales» para de-
marxista francés, Louis Althusser (1984), no
sarrollar una teoría en gran medida vacía de
por casualidad, incluyó a los sindicatos como
contenido político concreto.
La mayoría de los países socialistas, así como un órgano más de los «aparatos ideológicos del
estado» capitalista.
sus sindicatos afines se coordinaban en la Fe-
En otras palabras, mientras los revolucio-
deración Sindical Mundial (FSM), llegando a
narios organizados discutían sobre la manera
ser un importante referente para las capas más
correcta de extender la revolución a occidente
combativas del proletariado organizado. Sin
embargo, al igual que la Profintern nunca llegó a y al mundo, desde una influencia mínima en las
tener el volumen de afiliados que la Internacio- masas sociales, los intelectuales marxistas occi-
nal de Ámsterdam –pese a tener el importarte dentales –huérfanos ya de Partido–, dejaban en
apoyo y contar con los miembros de los sindica- la estacada la propia idea de revolución.
tos de países socialistas–, la FSM se ve eclipsada
por las diferentes organizaciones de sindicatos V. La praxis, única base de la teoría
moderados, entre las que destaca (en occidente)
la Confederación Europea de Sindicatos.
sindical.
Como hándicap añadido, la FSM no contaba Por escueto que haya sido nuestro recorrido
con una unidad de acción o de discurso. En su por la vasta teoría que se ha desplegado en torno
seno existían grandes contradicciones que no a la cuestión sindical, podemos extraer de ella
eran sino el reflejo de las discusiones en el mo- los atisbos de la formación de una teoría: la
vimiento comunista internacional. Los soviéti- teoría de la praxis.
cos, los mayores promotores de la organización, Ninguno de los más grandes pensadores ha
apostaban aún por la vía de los frentes amplios propuesto una serie de ideas preconcebidas sin
no rupturistas, incluyendo en sus objetivos la conexión con la situación social. En definitiva,
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Bibliografía