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∗
Juan Carlos Saumont
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palabras que hacen que el sujeto termine por desaparecer. Este abordaje
resulta importante al permitir aproximarse a pensar una dimensión,
denominada exterioridad, caracterizada por la irrupción de zonas de
indeterminación e impersonalidad que logran sustraerse a cualquier tipo de
clausura soberana.
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El “pensamiento del afuera” busca desprender al sujeto de sí mismo a partir de
ciertas experiencias límites caracterizadas por un máximo de intensidad y, a la
vez, por una suerte de imposibilidad que lo acerca a un punto “no vivible”. En
este sentido, Foucault pensará el “afuera” como una abertura y un vacío, el
cual se alcanzaría por una suspensión del pensamiento reflexivo e
interiorizador permitiendo, de esta forma, dirigirse hacia el “ser mismo del
lenguaje”:
En el momento en que la interioridad es atraída fuera de sí, un
afuera se hunde en el lugar mismo en que la interioridad tiene por
costumbre encontrar su repliegue y la posibilidad de su repliegue,
surge(…) una especie de anonimato informe y obstinado que
desposee al sujeto de su identidad simple, lo vacía y lo divide en
dos figuras gemelas aunque no superponibles, lo desposee de su
derecho inmediato a decir yo y alza contra su discurso una
palabra que es indisociablemente eco y denegación(Foucault,
1989, p.8)
Es importante destacar, en este punto, que la “experiencia del afuera” implica
una disolución de los límites, un confrontarse con un ámbito que excede las
posibilidades de aprehensión, de referencia y de sentido para el sujeto. Lo
disuelto a partir de esta “experiencia” radical es la posibilidad misma de
pensar en un interior como correlativo de un cierto exterior ya que el sujeto se
confronta con algo que lo desborda, disolviendo toda interioridad y que, en
definitiva, hace indistinguibles los lugares.
Para Foucault la emergencia de este “espacio neutro” caracteriza a la ficción
occidental, siendo de importancia pensarlo ya que será justamente en la
conjunción del “hablo“ y el “pienso” en donde tomará toda su certidumbre el
“yo” y su existencia. De lo que se trata es reflexionar en torno a cómo ese
“espacio” problematiza esta certidumbre del “yo” al dispersar, alejar y
evidenciar su emplazamiento vacío. Si la filosofía, mediante “el pensamiento
del pensamiento” conducía a una interioridad cada vez mayor, la palabra de la
palabra conducirá, por medio de la literatura, a un “afuera” en donde
desaparecerá el sujeto que habla. Es por esto, señala Foucault, que la reflexión
occidental no se ha detenido en pensar el “ser del lenguaje” al anticipar el
peligro que acechaba sobre la evidencia del “yo” por intermedio de la
experiencia desnuda del lenguaje.
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Es posible así, pensar en dos modos de abordaje que funcionan de manera
inversa: uno sustentado en el “pienso” , que llevaría a la certeza del “yo” y de
su existencia; y otro, apoyada en el “hablo”, que fragmenta esa experiencia, la
dispersa y la disuelve en la presencia desnuda del lenguaje. Esta exterioridad
que ahí se hace presente provoca que el discurso ya no sea comunicación de
un sentido y, a su vez, que el sujeto que habla ya no sea responsable de su
discurso, en tanto pierde el carácter soberano sobre esa palabra, diluyéndose
en una suerte de derramamiento indefinido del lenguaje.
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comunicación, sería algo así como un límite, expresado en términos de un
saber hipotético, al carácter inconsistente y múltiple de Lalengua:
El lenguaje, sin duda, está hecho de lalengua. Es una
elucubración de saber sobre lalengua. Pero el inconsciente es un
saber, una habilidad, un savoir-faire con lalengua. Y lo que se
sabe hacer con lalengua rebasa con mucho aquello de que puede
darse cuenta en nombre del lenguaje. Lalengua nos afecta
primero por todos los efectos que encierra(…) Si se puede decir
que el inconsciente está estructurado como un lenguaje es por el
hecho mismo de que los efectos de lalengua, ya allí como saber,
van mucho más allá de todo lo que el ser que habla es capaz de
enunciar. Por eso el inconsciente, en tanto, le doy aquí el soporte
de su desciframiento, no puede estructurarse sino como un
lenguaje, un lenguaje siempre hipotético respecto a lo que lo
sostiene, a saber, lalengua (Lacan,1991, p144)
En este sentido, Lalengua queda signada como un lugar de exterioridad al
lenguaje, “rebasa con mucho aquello que puede darse cuenta en nombre de
lenguaje”, tal como se planteó en la cita anterior. Esta exterioridad excede
radicalmente a lo simbólico. Según Milner(1998), el entendimiento del
lenguaje desde la comunicación y el sentido operará como un verdadero
fantasma que obtura a Lalengua como ámbito in-determinado, in-discernible
y, en definitiva, real:
Lalengua es, en toda lengua, el registro que la conduce al
equívoco. Sabemos como llegar a él: desestratificando,
confundiendo sistemáticamente sonido y sentido, mención y uso,
escritura y objeto representado, impidiendo, por tanto, que un
estrato pueda servir de base para interpretar a otro. Pero, no nos
engañemos, ese registro no es otra cosa que lo que distingue
absolutamente una lengua de todas las demás: y es que la
particularidad de ésta no son sino las series en que se
descompone su unicidad. Un modo singular de hacer equívocos ,
en eso consiste una lengua entre otras. Por tal motivo se
convierte en colección de lugares, todos singulares y todos
heterogéneos: la miremos por donde la miremos, es otra para sí
misma, incesantemente heterotópica. Por tal motivo se vuelve
también sustancia, materia posible para los fantasmas, conjunto
inconsistente de lugares para el deseo: la lengua es, en tal caso, lo
que practica el inconsciente, prestándose a todos los juegos
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imaginables para que la verdad, en el movimiento de las
palabras, hable(Milner,1998, p.18)
Desde esta perspectiva, el inconsciente quedará definido para Lacan como un
saber enigmático depositado en Lalengua, una suerte de sedimento de
equívocos que, de manera absolutamente singular, al modo de huellas, trazos y
letras inscribirán lo que fue la relación originaria de cada cual con Lalengua.
Estos trozos de real, operan a la manera de letras, es decir, como elementos
aislados que ya no se articulan en relación a otros a la manera de significantes.
Un significante aislado, sólo, que no quiere decir nada, funcionará por tanto
como letra.
Lo característico del significante, como unidad de lenguaje, sería su carácter
diferencial, en tanto cada uno de éstos no se define por sí mismo sino que en
su relación y oposición a otros. De esta manera, cada significante es diferente
de los demás, lo que posibilitaría su combinatoria. Serán estas propiedades las
que harán que el significante se exprese, estructuralmente, a la manera de una
cadena: lo que Freud denominó como “cadena asociativa”, que no es otra cosa
que la puesta en juego del discurso inconsciente del sujeto.
A diferencia de esto, para Lacan lo singular de la letra como “soporte material
que el discurso concreto toma del lenguaje”(2002,p.475) es su carácter aislado
e inarticulable. No es casual que en el Seminario Aún, Lacan trabaje en torno
al saber de Lalengua planteando:
El saber es un enigma. Este enigma nos es presentificado por el
inconsciente tal como se reveló con el discurso analítico. Se
enuncia así: para el ser que habla, el saber es lo que se articula.
Se hubiese podido reparar en ello desde hace la mar de tiempo,
pues cuando se trazaban los caminos del saber, ¿qué se hacía si
no articular cosas y, desde hace mucho tiempo, centrarlas en el
ser? Y es evidente que nada es sino en la medida en que eso se
dice que es. Llamo a eso S2. Hay que saber oírlo, ¿es dos, de
veras, habla eso de ellos? (est-ce biend'eux que ça parle?). Por lo
general, se enuncia que el lenguaje sirve para la comunicación.
¿Comunicación a propósito de qué, debemos preguntarnos, a
propósito de cuáles ellos? (Lacan,1991,p254)
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3. Lalengua expresada como el “Hay de lo Uno”.
Como afirmamos, Lalengua ya no sirve a la comunicación y no puede
pensarse como un saber articulado. Lacan interrogará el estatuto del S2 ya
que, pensado como un significante, S2 siempre estaba en relación a un S1. Es
en este punto donde se pregunta si se trata efectivamente del dos, ya que el
estatuto de la letra en el inconsciente se asemeja más a un elemento aislado
que no se articulará a una cadena. Es por esto mismo que se pone en juego
aquí el estatuto del S1, ya no tanto como un significante sino más bien como
una letra, es decir como una unidad de lenguaje que ya no se refiere a otras, en
definitiva, que pone en cuestión el carácter diferencial de la lengua. Lacan
interrogará así el estatuto del S1:
El saber del uno, por lo poco que cabe decir de él, viene del
significante Uno. ¿Viene, acaso, el significante Uno de que el
significante tal nunca es más que uno-entre-otros referido a esos
otros, no siendo sino la diferencia con los otros? Tan poco
resuelta está la pregunta hasta ahora que hice todo mi seminario
el año pasado para acentuar ese Hay Uno (Lacan,1991,p254)
El estatuto de ese Uno será de alguna manera paradójico, ya que es un S1 que
estará separado de S2 y se escribirá sin efecto de sentido. En el texto
Televisión, Lacan señalará “… en realidad, es porque todo significante, del
fonema a la frase, puede servir de mensaje cifrado (…) que él se desliga como
objeto y que se descubre que es él quien hace que en el mundo, el mundo del
ser parlante, haya Uno, es decir elemento…”(Lacan,1993,p.124).
Se trata de un S1 como un significante absolutamente aislado, que ya no
reenvía al campo del Otro, en definitiva, un significante que no constituye
cadena con otro significante. En este sentido, S1 operará como letra, es decir,
como una cifra de goce insensata y sin sentido que inscribe en el lenguaje unas
características tales que la imposibilitan de constituir un sistema, por lo cual el
sentido de lo que se dice estará siempre amenazado. El entendimiento mismo
del lenguaje quedará profundamente trastocado con esta perspectiva “letrina”
del inconsciente, letrina en el sentido de excedente, pero también de
excrecencia y deyecto. Es una lengua infiltrada de goce y deseo que ha dejado
de ser una lengua al servicio de los hablantes, en tanto es fuente de
malentendidos y de excesos.
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Es interesante que Lacan en esta aproximación a pensar el S1 como letra,
utilice el enigmático enunciado Hay de lo Uno, ya que ese Hay(Il y a) queda
signado precisamente como una indeterminación e indistinción característica
de una exterioridad o un “afuera”. Lalengua será una dimensión preexistente a
la lengua pero, a la vez, pensada como un cierto exceso que en cualquier
momento podría convocarse y/o irrumpir como sin sentido, goce y letra. En
relación a este Hay(Il y a) como indeterminación, el filósofo Emanuel Levinás
señala:
Si el término experiencia no fuese inaplicable a una situación que
es la exclusión absoluta de la luz, podríamos decir que la noche
es la experiencia misma del hay. Cuando las formas de las cosas
se disuelven en la noche, la oscuridad de la noche, que no es ni
un objeto ni la cualidad de un objeto, invade como una presencia.
De noche, cuando estamos clavados a ella, no nos ocupamos en
ninguna cosa. Pero esta universal ausencia es, a su vez, una
presencia, una presencia absolutamente inevitable. (…) Está
inmediatamente ahí. No hay discurso. Ninguna cosa nos
responde, pero ese silencio, se oye, y espanta como “el silencio
de los espacios infinitos” del que habla Pascal. Hay en general,
sin que importe lo que hay, sin que pueda pegarse un sustantivo a
ese término.Hay, forma impersonal, como “llueve” o “hace
calor”. Anonimato esencial (Levinás,1998, p.78)
El Hay de lo Uno ofrece resistencias a la articulación y problematiza el
funcionamiento del lenguaje pensado como estructura; ya que se trata de un
Uno que hay que pensar sólo, sin referencia alguna al Otro. Así, este Uno:
No es el número así llamado, ni el todo que cierra (y es
encerrado); tampoco es la unidad, ni el uno adicionable a cada
antecesor en el seno de una progresión seriada. Cabe también
excluir, desde ya, al uno como connotación fenoménica
-imaginaria del narcisismo. No es todo lo referido, porque se
trata de un Uno distinto, cuya condición es la de no ser transitivo.
“Hay de lo Uno”,dicho de otro modo, comporta una constelación
psíquica intransitiva (Harari,1996,p200)
Este Hay es un intransitivo ya que omite cualquier remisión a un pronombre o
sustantivo que sea sujeto del enunciado; Hay sin que importe lo que hay, de
manera indeterminada, dispersa e indiscernible. A su vez, entendiendo este
Uno de manera aislada, un Uno absolutamente sólo ya no será asimilable a
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sistema alguno, por lo tanto, como absolutamente singular. A diferencia de la
perspectiva estructural, Lalengua, implica un conjunto abierto y heterogéneo
de elementos disimétricos(letras) que – en tanto trozos de real – no se
articulan entre sí, no llegando a armar una totalidad o sistema. La noción de
conjunto se hace precisamente cargo de este principio de heterogeneidad en
tanto sería:
Una agrupación de elementos distintos entre sí, pero
coherentizados, más o menos precariamente, en función de un
trazo atribuido o detectado (…) El todo postula que los
elementos integrativos son iguales, implicando un cierre. El
conjunto, en cambio, se revela como abierto. Esto es,
exactamente, lo que marca la propiedad del no–todo
(Harari,1996,p.90)
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Todo lo que tiene al deseo como contenido se expresa mediante
un IL, el “il” del acontecimiento, lo indefinido del infinitivo
nombre propio. El “il” constituye la articulación semiótica de las
cadenas de expresión cuyo contenidos intensivos están
relativamente menos formalizados: Guattari ha mostrado que, en
este sentido, “il” no representa a un sujeto sino que diagramatiza
un acontecimiento, no sobrecodifica los enunciados sino que, al
contrario, les impide caer bajo las tiranías semiológicas llamadas
significantes (Deleuze,2007,p.234)
Para Deleuze se impedirá la formación de enunciados o la producción de
deseo al momento de:
Cortar el IL en dos mitades para extraer un sujeto de la
enunciación que sobrecodifica y trasciende los enunciados y, por
otra parte dejar que se desprenda un sujeto del enunciado que
toma la forma de un pronombre personal cualquiera permutable.
Los flujos de deseo pasan entonces a ponerse bajo el dominio de
un sistema imperialista significante; se clausuran en un mundo de
representación mental donde las intensidades se desploman y las
conexiones se desactivan. Se trata de un sujeto de enunciación
ficticio, YO[Je] absoluto, causa de los enunciados de los cuales
el sujeto relativo puede también ser un yo[je], un tú, o un él como
pronombres personales asignables en una jerarquía y en una
estratificación de la realidad dominante. ¿ Qué hay que hacer
para impedir que alguien hable en su propio nombre? Hay que
hacerle decir “yo”(Deleuze,2007, p.90).
Nos encontramos aquí con multiplicidades que no remiten a un sujeto como
unidad previa, expresándose como tipos de singularidad pre-individuales o
individuaciones impersonales, desde la perspectiva de Deleuze. En contra de
todo personalismo, ya sea psicológico o lingüístico, irrumpe una
indeterminación que es no-persona o Ello. La enunciación no será, por tanto,
ya un mero efecto de las estructuras gramaticales o sintácticas, una realización
“individual” del fenómeno “social” de la lengua, sino que una suerte de
mixtura de elementos heterogéneos y de “materias de expresión polívocas” :
El artículo indeterminado no es la indeterminación de la persona
sin ser a la vez la determinación de lo singular. El Uno no es lo
trascendente que puede contener incluso a la inmanencia, sino lo
inmanente contenido en un campo trascendental. Uno es siempre
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el índice de una multiplicidad: un acontecimiento, una
singularidad, una vida…Siempre se puede invocar un
trascendente que cae fuera del plano de la inmanencia o que
incluso se lo atribuye, pero eso no elimina el hecho de que toda
trascendencia puede constituirse únicamente en la corriente de
conciencia inmanente a ese plano. La trascendencia es siempre
producto de la inmanencia (Deleuze,2007, p.350)
Estos planteamientos permiten pensar a Lalengua en Lacan como la irrupción
de un acontecimiento “sin-sentido” que no logra ser domesticado por la
asignación a un “orden simbólico” trascendente y previamente establecido.
Lalengua irrumpe como un exceso que trastoca las articulaciones y los
ordenes entre “las palabras y las cosas”, como señalaría Foucault. En este
sentido, opera como un verdadero plano de inmanencia que resiste a ser
subsumido en la trascendencia de lo simbólico. De esta forma, se
problematiza una aproximación meramente estructural al inconsciente,
entendido en su momento por Lacan(1982) como “discurso del Otro” e
implica, a la vez, repensar el enunciado “el inconsciente estructurado como un
lenguaje”.
En una primera aproximación al inconsciente, Lacan(2002) destacará los
efectos de significación provenientes del Otro, pensando el síntoma como un
mensaje dirigido al Otro. Sin embargo, el incorporar la dimensión de
Lalengua se inscribe más bien el estatuto de letra como un elemento aislado
de todo valor de significación, irrumpiendo en una opaca materialidad. Lo real
de Lalengua opera como un real dispersante que desanuda las continuidades y
los lazos, definido en tanto ámbito irrepresentable e imposible de simbolizar.
Con esto, la trascendencia, unificación y pureza con la cual Lacan teoriza en
cierto momento el “orden simbólico” se ve amenazada por la irrupción de una
multiplicidad que opera como un verdadero exceso inasimilable por el sistema
y que lo pone en cuestión:
El aislamiento en el que resulta mantenido el orden simbólico
sólo se torna posible por la decisión de encerrar en un mismo
lugar, de inscribir sobre un mismo mapa el conjunto de los
elementos inteligibles que se entienden constituyen ese orden
trascendente. ¿Pero es posible una tal unificación? Lacan la
justifica definiendo lo simbólico por la exigencia de totalidad y
de universalidad. Exigencia que funda la apelación a lo singular:
lo simbólico, como si todos los elementos formales
organizadores pudieran aglutinarse y formar esa vasta “procesión
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de los números” a la que se atribuye el gobierno de todo destino.
Ningún poder de destrucción interna o de denegación intestina se
atribuye a este “orden simbólico”, visto como algo que escapa a
cualquier relación de fuerzas; si, en efecto, pudiesen ser halladas
contradicciones internas, la máquina explotaría, sería incapaz de
cumplir la función reguladora que se le atribuye(Schneider,1986,
p.232)
En este sentido, Lalengua operaría en lo simbólico como un verdadero “poder
de destrucción interno”, como un exceso no domesticable que desbarata la
función normalizadora de lo simbólico. Resulta así una “lengua”
inconmensurable donde las marcas del goce -cifradas como letras - se
dispondrán como una multiplicidad inconsistente. Se pone en cuestión aquí la
universalidad y la totalización de este “orden simbólico” por una verdadera
línea de fuga expresada en Lalengua. El poder de lo simbólico, en su absoluta
positividad, sería sólo un contenimiento productivo de la potencia de
Lalengua como inmanencia, es decir, como un exceso irreductible que
amenaza con irrumpir y desbaratar así el ordenamiento soberano y
trascendental en que “lo simbólico” en cierto momento del pensamiento de
Lacan opera.
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BIBLIOGRAFIA
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