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Organizadores

Antonio David Cattani- José Luis Coraggio- Jean-Louis Laville

DICCIONARIO
DE LA OTRA ECONOMÍA

Colección Lecturas sobre Economía Social

2009

Universidad
Nacional de e
General
Sarmiento ALTAMIR� t� CLACSO
COEDICIONES

'�
'
ÍNDICE
Diccionario de la otra economía: lecturas sobr·e economía social 1 Anto­
Cattani, Antonio David

nio David Cattani; José Luis Coraggio; Jean Luis Laville. - 1 a ed.- Buenos
Ait·es: Altamira, 2009.
384 p.; 22xl5 cm.
ISBN 978-987-9017-85-2
l. Economía Social.I. Coraggio, José Luis II. Lavi!le, Jcan Luis III. Título
CDD 332

Fecha de catalogación: 5/08/2009

& • o • • o o . o • • • • • •
11
• • • • • o • • o

Autores • • • • • • • • • o • • o • • • •

� l'lt. Universidad Nacional


'llfJ , de General Sarmiento o • • • • • • • • • • o • • • • o o . 21

En otras palabras o o • • • • • • • •
o • • • o • • •

©Universidad Nacional de General Sarmiento, 2009


J. M. Gutiérrez liSO (BI613GSX), Los Polvorines, Provincia de Buenos
Aires, Argentina, Tel. (54-11) 4469-7507 A 25
. . ... .... . ... . .. . .. .. .
publicaciones@ungs.edu.ar Altermu ndia liza ción - Patriclc Viveret 30
www.ungs.edu.ar/publicaciones : : · · · · · · ·

36
· ·

Ant iutíl itar ismo - Alain Caillé


· · · · · · ·
· · · · · · · · ·
·

le .. .. . . . ..
EDITORIAL ALTAMIR1\ G;
ws Lavd
Aso ciat ivism o - Philippe Chanial- Jean-Lo · · · · · · · · 42
Aut oge stió n - Da11iel Mothé. .
· · · · · · · · ·
· · · · · · · · ·
· ·
© De la presente edición, Editorial Altamira, 2009
Santa Magdalena 635, Buenos Aire�.

$:tCLACSO
© De la presente edición, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales -
:ancos com unit ario s de desarrollo-.Gen aut? Cmvalho
r;a Fillzo - Jeová Torres Silva Jum or
. · · : :¡ 1 · · · 49
55
· · · · ·

de Fran
Conselho Latino-americano de Ciencias Sociais, 2009 ub- Jecm-Pa ul Maree "la
Av. Callao 8751 piso so1 Cl023AAB Ciudad de Buenos Aires 1 Argentina Bien es púb lico s m und iale s - Philip Gol
Te! [54 11] 4811 6588 1 Fax [54 11] 4812 84591 e-mail clacso@clacso.edu.ar 1
w ebwww.clacso.org e · · · 63
· · ·

Cap ital soci al - Sus ana Hintze . 70


· · · · · · · · ·
· · · · · · · · ·
· ·

(� Asdi CLACSO cuenta con el �poyo de la Agencia Sueca de Desarrollo .. . .... . . ... .. . ......
Ciud ada nía - Paulo He11.riqu e Martins 76
·

Com erci o justo - Alfonso Cotera - H�unb


Internacional (ASDI) erto Ortzz Roca . . .. .. .
ee . . . .... . .. . . . . . . . 86
Man
Edición al cuidado de J osé Luis Coraggio Con sum o soli dar io - Euclides Andre 92
Til·ib a . . . . ... . . . . . . . . . .. .
Coo pera ción - Paulo de Jesus - Lia 99
Traducción de los artículos en portugués a cargo de Lucimeire Vergilio Leite .
Lllna . .. . ...... . .. . . .
Diseño de tapa e interior: Mario a. de Mendoza mmendoza@netizcn.com.ar Coo pera tiva s de trabajo - Jacob Carlos · · · · · · · · · 105
Coo pera tivis mo - Mirta Vuotto .
· · · · · · · · ·
· · · · · · · ·

ISBN: 978-987-9017-85-2
Todos los derechos reservados.
Hecho el depósito que marca la ley 11.723 D · · 115
· · · · · · ·

Impreso por: La Cuadrícula SRL, Santa Magdalena 635, Buenos Aires. Don - Alain Caillé . .. . .. . . . · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ·

Impreso en la Argentina - Printed in Argentina

Todos los derechos reservados, no se permite la reproducción total o parcial de este �conomía com unit aria - Hemy Chiroqu e Sola no-
lvJut ube rría Lazarini .
· · · · · · 121
133
· · · · · · · · ·
· · · · · · · · ·
libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier Valeria
. . . . . . . . . . . . . . .. .
forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por gra­
Eco nom ía del trab ajo - José Luis Coraggio 144
Eco nom ía mor al - NoiJlle M. P. Lech
bación u otros métodos, sin el permiso previo por escrito de los editores. at . ... .... . ...... .. ....

7
(NO ICE
DICCIONARIO DE LA OTRA ECONOMiA

Economía para la vida - Franz Hinkelammert - S


er -
Hemy Mora liménez .... ........ .. .. . .... .. . .. ..... 150 Sabe
- res del trabajo asoci ado - Maria Clara Buen o Fisch 325
15 7
· · · · · · · · · · · ·

Lia Tiriba . ·

331
. . . . . . · · · · · ·
. . .
Economía plural - lean-Louis Laville .. . .. .. .. . . . .. . ... .... . . . . . . . . . . .

163 Seguridad socia l - Claudia Dana ni .. . . . ... . ..


· · · · · · · · · · ·

33 7
. .

Economía social - lacques De{oumy ... ..... ... . . . . ... . . .. gal . . . . . .


169 Socie dad provi denc ia - Pedro Hesp anha - Sílvia Portu 344
.
Economía solidaria - Jean-Louis Laville - Luiz Inácio Gaiger . . . . . ..
1 78 Léves qúe .... ... .... .

Sociología econ ómic a Benoit


· ·

Emancipación social - Antonio David Cattani ... . . . . . ... . .. .


. 350
-

.
184 le . ... ... .. .. . . . . .... · · · · .

Emprendimiento económico solidario - Luiz Inácio Gaiger . .. . Solid arida d - Jean- Louis Lavil 356
. ..
1 93 Corag gio . . . .. ... .. . . . .. · · · .

Empresas recuperadas - Gabriel Fajn ..... .. .. . . .. . . . ..... Sostenibili dad - José Luis .

Empresá social - lacques Defoumy .. .. . ... . . .. .. .. . ...... 199


205 T
Estado social - Frm1f:OÍs-Xavier Merrien . .. . . . ... . ... . ..... .
. . ... . 365
210 Tecnología socia l - Re1wto Dagnino . . . .. . . ... . .
· · · · ·

Ética económica - A11ne Salman - Antonio David Catmmi

F u
.. .. 3 75
21 7 Utopía - A11to rzio David Catta rzi .. ...... . . ... ..
. · · · · · · ·

Finanzas solidarias - Ruth Mw?.oz

Identidad - Marília Veríssimo Veronesse - Egeu Gómez Esteves 225


Incubación de redes de economía solidaria Genauto Cwvalho -

de Frarz9a Filho - Eduardo Vivían Da Cunha .. . . . . . . . . . . 231

J
Justicia cognitiva - Maria Paztla Meneses .. . . . . . . . . . . . . . . . . . 239

M
Macroeconomía y Economía popular - Ricardo Diéguez 24 7
Microcrédito Jearz-Michel Se1vet .. . . . . . . . . . . . . . . . . .
- . . . . . . 253
Microemprendedurismo - Pedro Hespanha . . . . . . . . . . . . . . . . . 259
Moneda social - Claudia Lúcia Bisaggio Soares .. . . . . . . . . . . . . 268
Movimiento social - Ana Mercedes Sarria !caza . . . . . . . . . . . . . . 2 74

p
Patrimonio común de la humanidad - losé Manuel Pureza 2 79
Políticas públicas - Valmor Schiochet . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283
Políticas públicas 1 Gestión - Susana Hintze . . . . . . . . . . . . . . . . 289

R
Redes de colaboración solidaria - Euclides André Manee .. . . . . 297
Redes sociales - Breno Fontes - Sílvia Portugal . . . . . . . . . . . . . . 303
Régimen de propiedad - Fmnz J. Hirzkelammert -
Henry Mora Jimérzez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309
Responsabilidad social empresarial - Anne Salman -
Antonio David Cattani . . . . . . .. . .. . .. .. .. .. .. . .. . . . . 318

8 9
AUTORES

Alain Caillé- Profesor de Sociología en la Université París X (Nanterre,


Francia) y Co-Director del Laboratorio de Sociología y de Filosofía Polí­
ticas (SOPHIAPOL) y de la Revue du MA USS - Mouvement anti-utilitaris­
te dans les sciences sociales. Autor de diversos artículos y libros, entre los
cuales están Critique de la Raison Utilitaire (2003), Histoire Rais01mée de
la Plzilosophie Morale et Politique (200 1 ) e Dé-penser l'Écorwmique (2005).

Alfonso Cotera - Consultor en economía social solidaria, desarrollo lo­


cal y comercio justo. Fundador y actual Director-Ejecutivo del Grupo Red
ele Economía Solidaria del Perú (Lima, Perú). Fundador y Coordinador
de la Red Peruana de Comercio Justo y Consumo Ético. Fundador y
actual responsable de la Mesa de Coordinación Latino-Americana ele
Comercio Justo. Fundador y miembro del Comité de Coordinación Inter­
nacional de la Red Intercontinental de Promoción de la Economía Social
Solidaria (RIPESS). Responsable de América Latina en l a Alianza por
un Mundo Responsable, Plural y Solidario (ALOE).

Ana Mercedes Sarria !caza Doctora en Ciencias Políticas y Socia­


-

les por la Université Catholique de Louvain, Bélgica. Profesora del Cen­


tro Universitario La Salle - UNILASALLE (Canoas, Brasil). Profesora e
investigadora universitaria, en el área de teoría sociológica, movimien­
tos sociales y economía solidaria. Actúa en procesos de educación popu­
lar y elaboración y evaluación de proyectos en Nicaragua, Bélgica y
Brasil. Cuenta con diversas publicaciones en libros y revistas, acerca de
movimientos sociales, economía solidaria y políticas públicas.

Anne Salmon- Socióloga y Maitre de Conférences Associé por la Univer­


sité ele Caen (Francia), en el Centre d 'Études et de Recherches sur les Ris­
ques et les Vulnérabilités (CERREV). Sus temas de investigación abarcan
la responsabilidad social empresarial, ética económica y desarrollo dura­
ble. Publicó, entre otros trabajos, Éthique et Ordre Économique: une entre­
prise de séduction (2002), Responsabilité Sociale et Environnementale de

11
AUTORES
DICCIONARIO DE LA OTRA ECONOM[A

cos y ambientales, conflictos socioambientales, gestión ambiental, desarro­


l'Entreprise (con M-F. Turcotte, 2005) y La Temation Éthique du Capitalis­ llo, economía monetmia, economía solidaria y moneda social. Actualmen­
me (2007). te es profesora del Centro Universitario Municipal de Sao José (Brasil).
Antonio David Cattani - Doctor por la Universidad de Paris I Panthé­ brero sindi calis ­
on-Sorb�mne, con posdoctorado en la É cole de Hautes Études en Scien­ Daniel Mothé- Pseudónimo de Jacques Gaut rat. Ex-o Publ icó, entre
T (Fran cia). Sociólogo del LIS� (CNR S-CNAM).
togestion Gozttte a Gout­
c�s �ocmles. Profesor Titular de Sociología (Depto. de Sociología y ta CFD
�wgrama de Posgrado en Socwlogía).
de la UFRGS (Porto Alegre, Bra­ otro s trabajos, Journal d'un Ouvrier ( 1958 ), L'Au
. ( 1 998) .
sil). In ��stiga�or del CNPq. Autor y organizador (con Lorena Holzmann) te ( 1 980) y L'Utopie du Temps Livre
del Dzcwn�_ no �e Trabalho e Tecnología (Premio A�orianos 2007). ación y estud ian­
www.antonJodavJdcattani.net. Eduardo Vivian da Cunha- Maestría en Administr rado de la UFB A
de Posg
te de doctorado en Administración por el Núcl eo
en proy ectos de incub ación en econ omía soli­
Benoít Lévesque- Profesor de Sociología en la Université du Québec (Salvador, Bras il). Trabaja
de la Incubadora Tecn oló­
a Montré�l (Canadá). Miembro del Centre de Recherche sur les Innova­ daria , actu ando especialmente com o técnico
Desa rroll o Territoria l
.
twns Socmles (CRISES) y de la Alliance de Recherche Universités-Com­ gica de Economía Solid aria y Gest ión del
munautés (ARUC) en Economía Social, del cual fue fundador y Director (ITES/UFBA).
hast� 2003. Es uno de los autores de la obra La Nouvelle Sociologie Éco­ , actual estud iante de
nomzque (200 1 ). Egeu Gomez Esteves - Psicó logo con maestría
Social en el Instituto de Psico logía de la Universidade de Sao
' Psico logía
de la Univ ersid ad Cru­
Breno Fontes - Doctor en Estudios de las Sociedades Latino-America- Paulo (Brasil), profesor del curso de Psico logía
de la VER SO Cooperativa de Psico ­
nas por la Université de París III (Sorbonne-Nouvel-le) en 1 990. Hizo el zeiro do Sul - UNIC SUL , miembro
Investigación y Servicios .
posdoctorado en Harvard University ( 1 998-1 999) y en Université de Nan­ logía y de PLURAL Cooperativa de Consultoría,

Euclides André Manee - Filósofo )\ fundador del de la Ciencia y Filo­


ten·e (20�3-2003). Es profesor de la Universidad Federal de Pernambu­ Insti tuto de Filoso­
co � Bra�Il) desde 1 994, vinculado al Programa de Posgrado en
So :wlogm, del Departamento de Ciencias Sociales. Ha publicado varios la Liberación (Curitiba, Bras il). Enseñó Filosofía
fía de
ral de Paraná, en la década
artlcul? s en :evist?s brasileñas y especializadas y participado en proyec­ sofía en América Latina, en la Universidad Fede
la UNE SCO y de la FAO
.
t�s de mvest1gacwn, con financiación de agencias nacionales o interna­ de 1 990. Actuó como consultor en proyectos de
creador y mantenedor del
ciOnales en el área de Sociología, con énfasis en Políticas de relacionados con el desarroll o sustentable. Es
a acerca de redes colab o­
.
Planeam1ento Urbano, redes sociales, poder local, movimientos socia­ Portal Solidarius. Su obra filosófica y económic
está trad ucid a a varios idio­
l es � S�ciología de la Salu � . Tambié� participa de actividades de coope­ rativas en el cam po de la economía solid aria
www.solid arius .corn .br/m ance .
.
I _ ación mternacwnal en diversas umversidades extranjeras. mas , con artículos y libros acce sible s en
é de Lausanne (Sui­
Claudia !Janani - Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Fran{:ois-Xavier Merrlen - Profesor de la Universit do Soci al. Con­
y los cam bios del Esta
Buenos Aires . Profesora e investigadora de la Universidad Nacional de za) . Investigador sobre el orige n
as. Autm� entre otro s, de
.
General Sarmiento y de la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Con­ sulto r de varios órga nos de las Naciones Unid
critique des recherches récen ­
sultora en proyectos d� asistencia técnica a instituciones y proyectos L'Awnir des États Providence: une analyse
ue Mondiale: le cas des pen­
. . .
sociales. T¡ene especmhzación en áreas de políticas sociales , econom1a ' tes (200 2), Les Nouvelles Politiques de la Banq
socia1, sm
· · d 1ca1·1smo, sistemas de salud y seguridad social con vanos
. · siom (200 1 ) y L'État Providence (200 0).
. , 1os publ icados sobre estos temas.
l 1 b ros y art1cu
'
Fl'anz J. Hinkelammert - Doctor en Economía por la Universidad
Cf;mdia Lúcia Bisaggio Som-es - Economista por la UFRJ (Brasil), maes­ Libre de Berlín. De 1 963 a 1 973, fue profesor de la Universidad Católi­
ca de Chile y miembro del Centro de Estudios de la Realidad Nacional
tna en Econon:m_ en la l!TL (Portugal) y doctora en Ciencias Humanas por
(CEREN). Entre 1 973 y 1 976, fue profesor invitado de la Universidad
la UFSC (Brasil). Investiga en las áreas de indicadores sociales, económi-
13
12
DICCIONARIO DE LA OTRA ECONOMÍA AUTORES

Libre ele Berlín. Desde 1 976, es profesor de la Universidad Nacional de Departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM. Representante del
Costa Rica. De 1 976 a 2006, fue integrante del equipo ele investigadores CEAS en el grupo Red de Economía Solidaria del Perú. M iembro de la
clel Dcpartament� Ecuménico de Investigadores. Sus publicaciones más Red Intercontinental de Promoción de la Economía Social y Solidaria.
. Integrante de la Red Latinoamericana Deuda y Desarrollo (Latinidad).
recie �tes son Hacza una Economía para la Vida (com Henry Mora, 2007),
El Su¡eto Y la Ley (2003) y Crítica de la Razón Mítica (2007).
Jacob Carlos Lima - Titular ele Cátedra del Departamento de Socio­
G_abriel Fajn - Licenciado en Sociología en la Universidad de Buenos Joaía de la Universidad Federal de Sao Carlos (Brasil) e investigador del
Aires. Profesor de la Carrera de Sociología - Facultad de Ciencias Socia­ C NPq. Es el autor de los libros Ligar:oes Perigosas: trabalho flexível e tra­
les - UBA (Argentina). Co-autor del libro Fábricas y Empresas Recu­ balho associado (2007) y As Artimanhas da Flexibilizar:iio: o trabalho ter­
peradas: protesta social, autogestión y rupturas en la subjetividad (2003 ). ceirizado em cooperativas de produr:ao (2002), además ele diversos
artículos acerca del trabajo.
Genauto C,arvalho de Franfa Filho - Investigador del CNPq con beca
.
de productividad en investigación. Profesor de la Escuela de Adminis­ Jacques Defourny- Profesor de Economía y Director del Centre d ' E­
?
tración e la UFBA (Salvador, Brasil) y Coordinador del eje académico conomie Sociale, en la Université de Liege (Bélgica). Ca-Coordinador del
(maestna Y doctorado) del Núcleo ele Posgrado en Administración EMES European Research Network. Es el autor y editor, entre otros, de
(NP ?�/UFB �). Profesor del Programa ele Maestría Multidisciplinar en Économie Sociale au Nord et au Sud ( 1 999), Tackling Social Exclusion in
Gestwn Socml del Desarrollo del CIAGS/UFBA y Coordinador de la Eurape: the role of' the social economy (200 1 ) y The Emergence of Social
Incubadora Tecnológica de Economía Solidaria y Gestión del Desarro­ Enterprise (200 1 ).
llo Territorial (ITES/UFBA).
Jean-Louis Laville - Sociólogo y economista, fue investigador y Direc­
Henry Chiroque Solano - Traba)ador Social por la Universidad Nacio­ tor de Investigación del CNRS. Actualmente, es Titular de l a cátedra Rela­
nal Mayor de San Marcos (Perú). Estudiante de la Maestría en Econo­ tions de Service e investigador en el LISE - CNRS-CNAM (Francia). Es
mía Social de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Becario Coordinador para Europa del Karl Polanyi Institute. E n Brasil, dirige,
de 1� Cooperació� _Técnica Belga. Especializado en temas de Diseño, Eje­ con Antonio David Cattani, la serie Sociedade e Solidariedade (Editorial
cuc �ón Y Evaluacwn de Proyectos de Inversión Pública (Universidad del ele la UFRGS) y publicó, como co-autor, el libro Economía Solidária: urna
Pacifico, Perú), Cooperación Internacional, Investigación, Gestión ele pro­ abordagem intemacional (2004) y, como ca-organizador, la obra Ar:iio
yectos Y programas sociales, Promoción de la Infancia, Políticas Socia­ Pública e Economía Solidária (2006).
les Y Cultura Andina. Diplomado kn Psicopedagogía.
Jean-Michel Servet- Doctor de Estado en Economía (Université Lumie­
Henry Mora Jiménez - Economista, Doctor en Ciencias Económicas re Lyon-II). Es profesor del Institut Universitaire ci' Etudes du Dévelop­
Y Empresariales. Fue director de la revista Economía y Sociedad y direc­ pement de Geneve (Suiza) y Director de Investigación del Institut de
tor d � la Escuela de Economía de la Universidad Nacional, Heredia (Cos­ Recherche pour le Développement (India). Sus principales publicacio­
ta Rica). Actualmente, ocupa el cargo de Decano de la Facultad de nes son Une Économie sans Argent, les Systemes d' Échange Local ( 1 999),
Ciencias Sociales de esa universidad. Sus publicaciones más recientes Rapport Exclusion et Liens Financiers ( 1 999-2000) y Banquieres et Ban­
son 101 Razones para Oponerse al Tratado de Libre Comercio con los Esta­ quiers aux Pieds Nus (2006).
dos Unidos (2005), Doce Ensayos por la Dignidad Nacional, la Soberanía
Y el Derecho al Desarrollo (2006) y Hacia una Economía para la Vida (con Jean-Paul Maréchal- Maitre de Conférence en Sciences Economiques
Franz Hinkelammert, 2007). en la Université Rennes-II-Haute Bretagne (Francia). Director ele Investi­
gación sobre economía del medio ambiente, justicia social, desarrollo dura­
f!umberto Ortiz Roca - Economista de la Pontificia Universidad Cató­ ble y ética económica. Su libro Humaniser l'économie (2000, reeditado en
hca clel P erú. Secretario Ejecutivo de la Comisión Episcopal de Acción 2008) tuvo el premio de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Publi­
. .
Social (Lima, Perú). Coordinador del equipo de Economía Solidaria del có, entre otros, Ethique et Économie, Le Développement Durable ( 2005).

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AUTORES
DICCIONARIO DE LA OTRA ECONOMfA

Jeo�á Ton·es Silva Junior- Licenciado en Administración por la Uni- do Rio dos Sinos (Brasil). Publicó l ibros y artículos, entre los cuales Sen­

v�rs1dad Estadu al do Ceará (Brasil, 200 1 ), con Maestría en Administra­ tidos e Experiéncias da Economía Solidária no Brasil (Org., 2004).

Maria Clara Bueno Fischer - Doctora en Educación por la Univer­


ción por la UFBA (2004) . Profesor de la Universidad Federal de Ceará,
en el Curso de Administración. Coordinador del Laboratorio Interdisci­
plinar de Estudios en Gestión Social - LIEGS/UFC (Fortaleza, Brasil). Tie­ sity of Nottingham, Reino Unido. Profesora del Programa de Posgrado
_ _ en Educación y del Curso de Pedagog�a de la Universidade do Vale do
ne articulas pubhcados acerca de gestión de emprendimientos solidarios
Y bancos comunitarios. Ca-organizador de los l ibros Gestiio Social: prá­
Rio dos Sinos - UNISINOS (Brasil) e investigadora del CNPq. Investiga
. y publica en el campo de estudios Trabajo-Educación, � n especial sobre
ttcas em. debates (2004) y Teorías e m Constru9éio: os desafios da forma(:üo
em gestéio social (2006).
educación del trabajador y saberes del y para el trabaJO.

Maria Paula Meneses- Investigadora en el Centro de Estudios Socia­


J�s� Luis Coraggi? - Economista. Investigador Titular y Director Aca­
les de la Universidad de Coimbra (Portugal). Entre los temas que ha tra­
demico de la Maestna en Economía Social del Instituto del Conurbano
Universidad Nacional de General Sarmiento (Argentina). Organizador res­
_


bajado, se señalan los proces� s identitarios, l a diversida de �aber�s, el
_ _ poscolomal. Tiene diVer­
impacto de las fTacturas colomales y la cuest1on
ponsable de la Red de Investigadores Latinoamericanos en Economía
: �
Socia y So idaria (RILESS). Autor de numerosos artículos y libros. Entre
sos artículos y libros publicados. Juntamente con Boaventura de Sousa
Santos v Joao Carlos Trindade, editd el libro Law and Justice in a Mul­
los mas reCl�ntes �stán: Economía Social, Acción Pública y Política (2007),
La Economza Soeza! desde la Periferia (Org, 2008), y Qué es lo económico

ticultur l Society: the case of Mozambique (Dacm� Codesria, 2006).

Man1ia Veríssimo Veronese - Licenciada en Psicología por la Pon­


(Org), CICCUS, Buenos Aires, 2009. www.coraggioeconomia.org
tificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul (Brasil, 1 99 1 ), con
maestría v doctorado en Psicología por la misma universidad (2004). Rea­
José Manuel Pureza - Profesor de Relaciones Internacionales en la
Facul :ad de Economía de la Universidad de Coimbra (Pm·tugal), donde
c??rdma el P �·ograma de Doctorado en Política Internacional y Resolu­
� ?
lizó pasa�tías internacionales en la Universida de la Ha ana (200 1 ) Y
en el Centro de Estudios Sociales de�a Universidad de Counbra (2003).
cwn de Confl ictos. Investigador del Centro de Estudios Sociales ' donde
Actualmente, es profesora e investigadora del Programa de Posgrado en
es ca-coordinador del Núcleo de Estudios para la Paz . .
Ciencias Sociales de la Universidade do Vale do Rio dos Smos (Brasil).
Lía Til·iba - Doctora en Ciencias Políticas y Sociología en la Universi­
dad C?mplutense de Madrid (Programa de Sociología Económica y del
Mirta Vuotto - Doctora de la Universidad de Buenos Aires, en Admi­
f:
Tr?baJo) . Pro e sora de la Universidad Federal Fluminense - UFF (Nite­ nistración, es Directora del Centro de Estudios de Sociología del Traba­
.

rm , Brasil) e mvestiga ora del Núcleo de Estudios, Documentación y
jo de la Facultad de Ciencias Económicas, UBA y � rof� sora de grado en
dicha facultad. Dicta cursos de posgrado en la Umversidad Nacwnal _ de
Dat?s acerca del TrabaJo y l a Educación (NEDDATE). Cuenta con publi­
General Sarmiento y Universidad Católica Argentina. Es Editora de la
c�cJones acerca del mundo del trabajo y formación humana y, en espe­
serie Documentos del Centro de Estudios de Sociología del Trabajo (UBA)
cial, acerca de la formación de trabajadores asociados, autogestión y ·
e integra el comité editorial de las revistas: Estudios del T� abajo ed. por
economía popular y solidaria.
ASET Annales de l'economie publique, sociale et cooperatlve du CIRIEC
L�iz I1�ác_io Gaiger - Doctm· en Sociología (Université Catholique de Lou­

Inter ational y Sociedade em Debate, Escala de Se�-viyo So� ial/UC�EL
_ se dedica a estudios acerca de los movimientos Brasil. Es miembro del Comité ejecutivo de la Rev. Econmme et Sohda­
vam, Belg1ca). Hace anos rités du CIRIEC-Canada. Ha publicado libros y artículos sobre temas de
sociales y la economía solidaria. Coordinó la investigación nacional Carac­ economía social y sociología del trabajo.
telisticas e Te11de11cias da Eco11omia Solidária no Brasil (Rede Interuniver­
sitária de Estudos e Pesquisas UNITRABALHO), integrando también la Noelle M. P. Lechat - Licenciada en Sociología por la Unive�sité Catho­
Coordinación del Fo¡·� Brasile11o de Economía Solidaria e investigador del
. !
lique de Louvain (Bélgica, 1 970), Licenciada en C i� n� ias Socw es por a :
CNPq. Coordma la Catedra de la UNESCO Trabajo y Sociedad Solidaria Université de l'Etat a Liege (Bélgica, 1 978), Maestna en Ant1 opologw
y el Programa de Posgrado en Ciencias Sociales de la Universidade do Vale
17
16
DICCIONARIO DE LA OTRA ECONOMIA AUTORES

Social y Doctora en !=iencias Sociales (UNICAMP, 1 993 y 2004). Profe­ Philip Golub- Politólogo, Especialista en Relaciones Internacionales.
sora del Departamento de Ciencias Sociales y de la Maestría en Desarro­ Profesor asociado al Institut ci'Études Européennes da Université de Paris
llo ele la Universidad Regional del Noroeste del Estado ele Río Grande VIII (Francia) y profesor del Institut ci 'Études Poli tiques de París. Es el
do Su! - UNIJUI (Brasil), donde ocupa la [·unción ele Coordinadora Cien­ autor de diversos artículos y obras colectivas. Actualmente i nvestiga los
tífica ele la Incubadora de Economía Solidaria. Cuenta con publicacio­ ciclos hegemónicos en el sistema mundial contemporáneo.
nes y actúa en los temas de economía solidaria, incubación,
cooperativismo, desarrollo regional. desempleo y movimientos sociales. Philippe Chanial- Maitre de Conférences en Sociología en la Univer­
sité Paris-IX-Dauphine (Francia). Investigador del CERSO en la m isma
Patrick Viveret - Filósofo y magistrado en Cour des Comptes (Fran­ universidad v m iembro del Comité Editorial ele la Revue du MAUSS. Sus
cia). Participa ele movimientos cívicos, y ha participado ele la función trabajos están dedicados principalmente al abordaje socio-antropológi­
ele la ATTAC . Coordinó dos grandes estudios para los poderes públicos ca e histórico del hecho asociativo y a las formas de solidaridad social
franceses. El primero, de 1 988 a 1 990, fue acerca de la evaluación ele en la democracia. Publicó, entre otras cosas, Justice, Don et Association:
las políticas públicas y el segundo, de 2002 a 2003, acerca del nuevo la délicate esse11ce de la démocracie (200 1 ).
abordaje de la riqueza. Publicó, recientemente, Pourquoi fa ne va pas
plus mal (2006). Renato Dagnino - Doctor en Ciencia Económica por la Universidad
Estadual de Campinas (Brasil). Titular de cátedra de la Universidad Esta­
Paulo de Jesus - Doctor en Ciencias ele la Educación por lá Universi­ dual de Campinas (Brasil). Desde 1 977, en UNICAMP, participa de pro­
té París VIII, con poscloctoraclo en Economía Social/Solidaria en la Sor­ yectos pioneros en América Latina, como la primera i ncubadora
bonne (IEDES - Université París I). Profesor ele la Universidad Federal tecnológica de la región y su primer centro dedicado a la Política de C&T.
Rural de Pernambuco (Recife, Brasil). Coordinó, en Pernambuco (2005- Se dedica, actualmente, al análisis del proceso decisorio de la C&T, a la
2008), el proyecto Mapeo de la Economía Solidaria (MTR/SENAES). Economía Solidaria y Tecnología Social. buscando la constmcción de un
Coordina el proyecto del Centro de Formación en Economía Solidaria estilo de política de C&T adecuado al escenario de la democratización
- Nordeste Brasileño, en asociación con el M inisterio del Trabajo y en curso en América Latina. Publicó cerca de 70 artículos, 40 capítulos
Empleo y con el Foro Brasileño de la Economía Solidaria. �articipó en y libros, orientando, además, a más de 30 estudiantes de maestría y doc­
compilaciones y tiene artículos publicados en Revistas de la UERJ, UNI­ torado. Sus l ibros más recientes son Ciencia e Tecrwlogia no Brasil: o pro­
SINOS y ECA/USP. cesso decisório e a comwúdade de pesquisa (2007) y Neu tralidade da
¡ Cie11cia e Determinismo Tecnológico (editorial ele la UNICAMP).
Paulo Henrique Martins - Sociólogo. Titular de cátedra del Depar­
tamento de Ciencias Sociales ele la Universidad Federal ele Pernambu­ Ricardo Diéguez - Licenciado en Economía. Investigador y docente de
co (Recife, Brasil), con beca de productividad del CNPq. Vice-Presidente la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS, Argentina). Pro­
del MAUSS (Movimiento Antiutilitarista en las Ciencias Sociales) y Direc­ fesor ele la Facultad de Ciencias Económicas ele la Universidad de Bue­
tor ele la Asociación Latinoamericana ele Sociología (ALAS). Es el autor nos Aires. Profesor de la Maestría en Economía Social de la UNGS.
ele libros y artículos dedicados a la difusión de "otra sociología", que dia­
loga solidariamente con "otra economía". Ruth Muñoz - Graduada en Economía por la Universidad ele Buenos
Aires (2000) con Maestría en Economía Social por la Universidad Nacio­
Pedro Hespanha - Doctorado �n Sociología por la Universidad de nal de General Sarmiento (2006). Es docente-investigadora del Institu­
Coimbra. Profesor de la Facultad de Economía y miembro fundador del to del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento
Centro ele Estudios Sociales, donde l idera el Núcleo ele Ciudadanía y Polí- (Argentina) y Coordinadora del Espacio de Economía Social del Insti­
. ticas Sociales. Coordinador del Programa ele Maestría en Sociología "Polí­ tuto de Estudios y Formación de la Central de Trabajadores de la Argen­
ticas Locales y Descentralización. Las Nuevas Áreas de lo Social". Ha tina (IEF-CTA). Cuenta con publicaciones individuales y en colaboración
investigado, enseñado y publicado en las áreas ele los estudios mrales, acerca del cooperativismo de ahorro y crédito, m icrofinanzas y econo­
políticas sociales, sociología de la medicina, pobreza y exclusión social. mía social.
18 19
DICCIONARIO D E LA OTRA ECONOMIA

Sílvia Portugal - Doctora en Sociología por la Universidad de Coim­ EN OTRAS PALABRAS


bra. Profesora de la Facultad de Economía e Investigadora del Centro
de Estudios Sociales (CES). Su trabajo de investigación ha usado la teo­
ría de las redes para discutir las relaciones entre sistemas formales e
informales de producción de bienestar. En este ámbito, h a investigado
acerca de la importancia de la familia en el sistema de protección social
portugués, subrayando especialmente el rol de las mujeres. Tiene diver­
sas publicaciones nacionales y extranjeras acerca de esas temáticas.
Susana Hintz.e - Socióloga. Profesora del Instituto del Conurbano - Uni­
versidad Nacional de General Sarmiento (Argentina). Coordinadora y Hablar de otra ec0110111Ía implica una crítica a la economía y a la
consultora de proyectos de asistencia técnica en organizaciones socia­ sociedad capitalista actuales. A la vez nos compromete en la elaboración
les y en organismos internacionales. Docente e investigadora en Argen­ de propuestas para contrarrestar las tendencias más dañinas de la glo­
tina, Bolivia, México y Venezuela en las áreas de epistemología y balizaci ón capitali sta e incluso para construir un sistema económico
metodología de las Ciencias Sociales y temas relacionados con la pro­ alternativo.
blemática alimentaria, políticas sociales, evaluación de programas socia­ La idea de otra econom ía va e11¡vuelt a en palabras. Algunas son
les y políticas públicas para la economía social y solidaria. Autora de parte de discursos teórico s que tratan de capturar lo nuevo posible .
diversos artículos y libros acerca de los temas de su especialidad. Otras son tomad as y desari.·olladas a partir del hablar que acomp aña
a las práctic as. Particu larmen te las práctic as ancestr ales o innova do­
Valeria Mutuberria Laz.arini- Economista de la Universidad de Bue­ ras que desenv uelven los y las trabajadoras para resolve r su sustent o
nos Aires. Magíster en Economía Social de la Universidad Nacional de diario, en un mundo en que la compet itividad en el mercado es la vara
General Sarmiento (UNGS) . Estudiante del Doctorado en Antropología que mide quién tiene derecho a tener derecho s. Otras palabra s, f�nal­
Social en la Universidad Nacional de San Martín. Becaria CONICET. mente, son tomada s del discurso domina nte, para ser recons trmdas ,
1
Docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Integrante criticad as, resigni ficadas.
del grupo de investigación INFOHABITAT (UNGS). Temas de investiga­ Se trata de una confro ntación teórica contra el aún hegem óni­
ción: Debates teóricos y problemática de la Economía Social y Solida­ co pensam iento único. Es un intento para concep tualiza r nocion es
ria en América Latina; experiencias colectivas de gestión del h ábitat necesar ias en la construcción de otros esquemas mentales. Esquemas
popular. que permitan ir cerrando la brecha entre teoría y práctica que siste­
maticen y realime nten la reflexión de quienes operan en la econom ía
Valm.or Schiochet Doctor en Sociología Política por l a Universidad
- real motiva dos por la reprod ucción de la vida y no por el lucro. Que
de Brasília. Profesor del Departamento de Ciencias Sociales y Filosofía tension en esas práctic as propon iendo perspectivas más ambicio sas,
y del Programa de Posgrado en Desarrollo Regional en la Universidad sistémic as.
Regional de Blumenau (Brasil). Ocupó el puesto de Director de Estudios Una colección de palabras no hace un sistema conceptual. No pue-
y Divulgación en la Secretaría Nacional de Economía Solidaria (2003- de, por tanto, reflejar cabalmente los sistemas complejos existent es, sus
2007). Autor del libro Sociedade Civil: o social pensado politicamente contradicciones y sus posibles desarro llos alternativos. Pero las palabras
(2005) y co-autor de Polfticas Públicas de Econ.omia Solidária: por um denotan conceptos que sólo se explican en interrelación con otros, siem­
outro desenvolvime11lo (2006 ). pre. El medio centen ar de términos elegidos en esta obra colectiva son
como centro s de coagulación de ideas, convocan a otros conceptos para
interca mbiar significados y producirse conjuntamente.
Un sistema teórico de la economía social y solidaria se constituirá
como un espacio de significados lógicamente coherentes y materi �lmen­
te intetTelacionados a través de sus referentes. Desd.e esa perspectiva, los
20 21
DICCIONARIO D E LA OTRA ECONOMÍA EN OTRAS PALABRAS

tám inos incluido s. en esta nueva versión del diccionario! fueron elegi­ ma ha dejado de ser el paradigma del conocim iento verdadero y habla­
dos po1· su apo¡·te potencial a ese nuevo tej ido conceptual en construc­ mos, como dice Boaventura de Souza Santos, de la traducción ¡·espetuo­
ción Y muestran ya una evolución significativa con respecto a los intentos sa y no jerárquica entre saberes, entre otros los saberes del trabajo
antel'iores. Con esos términos y los conceptos que evoca su definición, asociado, buscando una justicia cognitiva .
pue_den armarse clusters de ideas que cubren un campo o que muestran Proponer que otra economía es posible puede ser tomado como
vacws, que se repreguntan mutuamente, que se proyectan sobre v des­ una idea utópica. ¿Es ello incorrecto? ¿En qué sentido? Porque esa pre­
c�c diversos siste�as teóricos más generales, más o menos completos. gunta es clave se analiza el papel de la utopía en el pensamiento social.
Esos conceptos tienen la f·uerza de señalar prácticas o tendencias que cuestión que aqueja no sólo a nuestra cuestión sino a todo el campo del
apuntan a otra economía posible. También tienen la debilidad ele ocu­ pensamiento sobre lo social y lo humano. La lucha contrahegemónica
rrir en un largo momento de transición paradigmática si es que no anti­ implica una lucha por posiciones en el campo de las teorías científicas,
paradigmática. Por eso el pluralismo de esta obra es no solo una actitud pero también en el ele la ética, haciendo evidente la necesidad de hacer
de_n: ocrática que valora la diversidad dentro de un amplio espectro de un análisis crítico de la ética económica y alguna de sus nuevas formas
c nt1ca Y proposición, sino también una necesidad, pues estamos expe­ inmersas en los conceptos recurrentes de la responsabilidad social empre­
_
nmentando, tan responsablemente como podemos, tanto al nivel de lo saria o de capital social, a lo que contribuyen las visiones no ortodoxas
real como de la teoría. de la economía moral, el antiutilitarismo, el paradigma social del don, y
. No se p1�ete�de en �onces haber logrado coherencia interna para ese la sociología económica . Implica también repensar la relación entre polí­
conJunto de te¡·mmos cerrar apuradamente capítulos teóricos como
m ticas públicas y sociedad providencia a medida que vamos saliendo del
si estuvieran acabados. Estamos lejos aún de tener una teoría común rela­ marasmo neoliberal.
tivamente completa. Eso refleja, sin ocultamientos, el estado fluido del Se desarrollan los valores de la emancipación social, de la solida­
pensamiento sobre la economía áocial y solidaria, seguramente menos ridad, la afirmación de la identidad como proceso abierto (a la vez que nos
convergente que las prácticas m ismas, orientadas por metas y objetivos preguntamos sobre el rol del cooperativismo como movimiento social), vin­
concretos de mejoría en la calidad de vida de Io's que más sufren. Esta­ culando los procesos innovativos basados en la cooperación, el asociati­
�1os tomando prestados, reelaborando, resignificando, consolidando e vismo, la autogestión, la tecnología social y el consumo solidario.
mventando términos y buscando sentidos en y para las prácticas. Pero Avanzando en el campo de la acción organizada, nos preguntamos
a la vez estamos en una transición epistemológica donde la ciencia m is- qué es un enzprendimiento económico solidario, objeto molecular de tan­
tas intervenciones, iniciativas, programas y discursos sobre el microem­
prendedwisnzo. Pero también qué es una empresa social, una cooperativa,
La tray ectoria internacional del Diccio/zario sigue los pasos de la evolución reciente de un banco comunitario, y cómo se generan cuando no existen, cuestión
la emática. Una edición pionera empezó a se¡· gestada en 2002, después de seminados
1


t�oncos Y conceptuales realizados en Brasil. El resultado de ese trabajo colectivo, coo1••
. que se vincula con el análisis de las experiencias de incubación de redes
dmado por Antonio David Cattani, tuvo su lanzamiento durante el III Fom Social Mun·
de economía solidaria, lo que sugiere que para lograr sostenibilidad es
dial, realizado en Porto Alegre, en enero de 2003 (Pm·to Alegre, Veraz Editm·es). La obra necesario como mínimo producir y consolidar segmentos articulados de
tuvo un gran éxito y, gmcias al empeiio de José Luis Coraggio, fue inmediatamente tra­ tejido socioeconómico. El n ivel mesosocioeconómico aparece también
��t�c �d� al español (Bu�nos Aires, UNGS/Editorial Altamira, 2004). Al año siguiente, por explícitamente a través del análisis de términos como los de moneda
1111Ciativa de Jean-Lotlls Laville, se agregaron contribuciones eumpeas a una selección
social, redes de colaboración solidaria, redes sociales, las redes de comer­
de té¡·minos bajo el nombre de Dictionnaire de l'Alltre Economie (París, Desclée de Bro­
2005). cio justo, y las de finanzas solidarias superacloras de las prácticas ele un
1" reimpresión en 2008). Parte de esa última versión se publicó en Ita�
Se publicó entonces una nueva edición en la colección Folio Actuel (Paris
2006,
Wci;
�allimard, necesario pero limitante microcrédito que tiende a reproducir la fragmen­
ha, con el título Dizionario dell'Altra Economía (Roma, Edizione Miltimediali, 2006). tación de los agentes dificultando su emergencia como sujetos de otra
En feb¡·ero de 2009 se lanzó una nueva versión, bajo el título Diccionario Intemacio­ economía. Hay creciente conciencia de que la promoción de la econo­
nal d la Otra Economía, heredero de la experiencia acumulada en las publicaciones
� mía social, solidaria, para la vida, del trabajo, comunitaria no puede
antenores, conformando, a la vez, una obra inédita. Pedro Hespanha y Luiz Inácio Gai­
ge¡· dieron empuje al tmbajo de coordinación de más de cincuenta autores, provenien­
avanzar con eficacia sin cambios en el entorno de las iniciativas m icro
tes de tres continentes. Esta ver·sión en español que ahora presentamos es una selección y mesoeconómicas. Eso se refleja en que esta obra encare d imensio­
de tmbajos de esa edición a la que se agregan otros siete trabajos originales . nes como las de la macroeconomía y la economía popular, el sistema
22 23
DICCIONARIO DE LA OTRA ECONOM[A

de seguridad social, el régimen de propiedad, el ejercicio de la ciudadanía


y el estado social. A esto deberán agregarse en el futuro la condensación

A
de l �s e�periencia� de presupuesto y gestión participativa y la noción de
ternt_ono como mudad de intervención y realización integral de otra eco­
nomw gestada desde las bases de la sociedad. La construcción de una
eco11omía plural, dirigida a la definición legítima y la consecuente reso­
luc�ón �� las necesid ��es de_ todos, no puede eludir los desafíos de la glo­
bahzacJOn Y mercant1hzac10n _ del mundo. Así la altennundialización las
categorías de bienes públicos mu11diales, y de patrimonio común de la
humanidad han sido también i ncorporados.
Esta obra �s resultado de una elaboración colectiva que asocia
. ��tlgadores ALTERM U NDIALIZACIÓN
mv _ latmoamericanos y europeos. En particula1� de la coope­
racJOn entre la Red de Investigadores Latinoamericanos de Economía PATRICK VIVERET
Soc�al y Solidaria (www.rilE:ss.org) y la Red Emergencia de las Emp1·esas
Socwles en Europa (www.emes.net). Se pretendió que la presentación de 1. El término altermundializació11 revela el carácter multiforme de un
los términos tuviera una estructura básica (definición sintética, génesis movimiento cuyo objetivo es suscitar v�lores como la democracia, la jus­
y desarrollo h istórico del término, controversias y cuestiones actuales rela­ ticia económica y social y la protección medioambiental y de los dere­
cionadas). Cada autor es el responsable de sus textos. El punto de unión chos humanos, con miras a establecer condiciones para una
del _equipo es la creencia en los valores civilizadores: cooperación, soli­ mundialización democrática, controlada y solidaria. Los términos alter­
dandad y compromiso con la vida, con la naturaleza, con la justicia social. nnmdialización y alternnmdismo fueron creados en 2002, en Bélgica y
Creemos todos que un mundo mejor es posible y que se lo está constru­ Francia (pri ncipalmente en el ámbito de la revista Mouvements), inspi­
yendo en las realizaciones ya visibles de la otra ecovwmía. rados en el slogan del Foro Social Mundial de Porto Alegre, realizado en
Brasil: "otro mundo es posible". Para �us ideadores, el concepto también
ANTONIO DAVID CATTANI, J OSÉ LUIS CORAGGJO y JEAN-LO UIS LAVILLE fue una forma de oponerse a la presentación de ese movimiento, a la vez
cívico y social, d ivulgada por los medios como una iniciativa contraria
a la mundialización. Ese rechazo no concierne a la mundial idad en sí,
basada en la continuación de los valores i nternacionalistas (nuestra "tic­
ITa-patria"), sino a su forma actual. considerada ecológica y socialmen­
te destructiva. El concepto se difuúdió más ampliamente, más allá de las
fTonteras fTancófonas, por la celebración del Foro Social Europeo, en
noviembre de 2003 en París. Un taller, denominado Las palabras, las len­
guas, los símbolos del movimiento altemnmdialista, se dedicó justamen­
te a los problemas de la traducción y de i nterpretación de ese nuevo
concepto. De hecho, sigue marcado por su origen fTancófono y su tra-
·

ducción al i nglés suele referirse a ese origen.


2. El movimiento altermundialista se centra en la crítica a las lógicas eco­
nómicas dominantes y en la búsqueda de alternativas a ellas. Dichas lógi·
cas aparecen particularmente en las i nstituciones económicas Y
financieras internacionales, blancos privilegiados de las manifestaciones
altermundialistas: la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fon­
do Monetario Internacional (FMI), la Organizaci6n de Cooperación�·
24 25
A 1 ALTERMUNDIALIZACIÓN A LTERMU NDIALIZACIÓN 1 A

Desarrollo Econó mico (OCD E) y el Banco Mund ial (BM). Dos grandes
procesos llevaron al surgim iento de la alte¡·m undia lización. de modo más amplio, de los ciudadanos. Denuncian a las patentes sobre
. que El prime r d material genético tradicional y el precio exorbitante de ciertos medi­
proceso tiene ver con la expre sión intern acion al del asocia tivism o,
q:�e representó �na multip licació n de "foros de ONGs ", por la celebr camen tos cobrado a habitantes de los países más P?bres (por ejemplo,
cwn de las reumo nes intern aciona les de la cumb re ele las Nacio nes Uni­
a­ las drogas necesarias para luchar contra el SIDA, en Africa). Algunas aso­
das organizadas en la décad a de 1 990. El prime r foro ocurrió duran ciacim;es que participan activamente de los encuentros altermundiali s­
la Conferenc ! a ele las Nacio nes Unida s para el Medio ambie nte y el Desa­ te tas, como la organización británica Oxfam, no combaten abiertamente
n:o � l?, co� ocida como Río-9 2. El segun do proceso, marca do por una a la OMC, pues les parece útil que haya una regulación del comercio
chcwn mas r�dical, . tra­ mundial. En contrapartida, critican a los países industrializados que, ade­
. n de surgió a partir de divers as inicia tivas: el Peopl e 's más de no dedicarse a suplir las fallas democráticas y jurídicas de ese
Power, reumo movim ientos asiáti cos; la confe rencia contra el neo­
libera lismo , organ izada por los zapat istas en Chiapas; las mani festac sistema, más bien se aprovecharían de ellas.
nes anua les contra el Foro Econ ómico Mund ial io­ Los altermundialistas defienden ideas favorables a la regulación
de
Encu':�1tros Internacion ales de París, de la ATTA C (Asoc iación Davo s y los ele los mercados financieros. La propuesta más conocida es la de fijar una
T�sacwn de las Tmns accio nes y para la Ayud a a los p�ra la tasa sobre las transacciones financieras, conocida por el nombre de su
rnclos en 1 999. Ciuda dano s), ocu­ creadm� Tobin, Premio Nobel de Economía (en verdad, se trata de un pre­
Esos dos procesos se unieron, en parte, duran te las manifestacio­ mio del Banco Central Sueco en memoria ele Alfred Nobel, erróneamen­
nes cont r� 1� O�C realizadas en Seatt le ( 1 999) y en Géno te presentado como Premio Nobel). Los altermundialistas proponen
. Itahan
de la PO!ICia va (200 1 ), don­ incluso la atribución ele un rol más importante a las organizaciones como
a disparó y mató a un participante. Esas mani f·estaciones la Organización Mundial de Salud (OMS) y la Organización Internacio­
favorecieron princ ipalm ente la construcción de un evento de refere nal del trabajo (OIT). También son favorables a la creación ele una orga­
el Foro Socia l Mun��al �FSM) , e � P ición al Foro ncia
� Econ
de Davos. La expreswn , foro-espacws�:', acuña da por Whitakei� ómic o Mund ia Í nización mundial del medio ambiente, con poderes efectivos de sanción,
cofun dadores del FSM, denota el carácter volun tariam ente plura uno de los y apoyan las iniciativas en pos del desarrollo de un comercio efectiva­
p_roceso de ausencia de declaraciones finales, votos lista del mente justo.
maym itario
cwn.es, así como la inexistencia de organ ismos dirige ntes. En términ s o instmc­ . El altermundialismo invierte mucho en las lógicas de red y en la
escntum, �1 F�ro Social Mund ial posee un secretariado, respo os de utilización de las nuevas tecnologías de la información, apoyándose en
una orgamzación, y un consejo internacio nal. nsabl e por determinados medios de comunicación. Entre los más conocidos, están
E � FS� acont eció tres veces en Porto Alegr Brasi l, despu és el diario Le Monde Diplomatique, la red Indymedía Center y el diario alter­
Mum bm, India, antes de retorn at¡· a Porto Alegr e ae,pri ncipio
en nativo Bretzel, así como organizaciones que siguen el ejemplo ele ATTAC,
ieleadora del proyecto Tobin. Las movilizaciones alterrnundialistas hicie­
�n �?06, tuvo lugar en Caracas, en 2007 , en Nairo bi y, en 2008, se con­s ele 2005.
VIrtw en el día tnund ial de la movi lizaci ón. En 2009, ron que la OMC, el G8 y el BM empezaran a organizar sus encuentros
(Belé m, Pará) . volvió a Brasi l cada vez más lejos ele los graneles centros, en lugares distantes y poco
accesibles a la población, lo que aumenta la sospecha ele su carácter poco
3. La alterm undia lizaci ón reúne actores ele cultu ras m uy diver democrático. En 2001 , la OMC se reunió en Doha, Qatar. En 2002, la
��rcer mund ist�s, ecolo gistas , marx istas, cristi sas como Cumbre del G8 se reunió en el corazón de las Rocosas, en Kananaskis,
anos
sJanos o anarquistas. A menu do, agrupa tamb ién a actores progr esista s, Í<eyne­ y, en 2003, en Évian, en Francia. Para la reunión ele la Cumbre del G8
raram
�os en. los mismos lugares, como integrantes de los movi mientos pacifi ente vis­ ele 2004, George W. Bush eligió Sea Island, una pequeña isla privada ele
Israelitas Y de los movi mien tos progresistas m usulm anes. stas Georgia. En 2005, se hizo en Gleneagles (Escocia), en 2006, en San Petes­
�n los ámbi tos econó m ico y socia l, los alterm undia listas recha­ burgo (Rusia) y, en 2007, en Rostock, Alemania, considerada una verda­
an l dera prisión de lujo.
� � Idea de que el derecho a la comp etenc ia pued e ser super ior a los Entre las propuestas evocadas más frecuentemente en los planos
mscntos en la Declaración Universal de los Dere
can !as reglas demasiado favorables a la prop iedadchos Hum anos . Criti­
intele
económico y social, se encuentran, principalmente: el control de las ins­
tamiento de la vida, prac ticad as en detri mento de los ctual o al paten­ tituciones financieras internacionales -FMI, BM, OMC- por la Organi­
paíse s del Sur y, zación de las Naciones Unidas (ONU); la preservación de los servicios
26 27
1 A
ALT ERM UND IALI ZAC IÓN
A 1 ALTERMUNDIALIZACIÓN
ía soc ial
. ) roy ecto his tór ico de la eco nom
públicos amenazados por el Acuerdo General sobre el Comercio de Ser­ tos dan un nue vo tmp ul so al ocia cio nes ) rev isita do por la nue -
vicios (AGCS); y la anulación de la deuda de los países pobres, algunas (cooperativas, sistemas mutu ����:� de las fina zas solid � arias . .
de ellas adquiridas por un gobierno anterior no democrático para man­ va energía creadora. d� la eco rte má s din ám ica de lo que se con o-
tenerse en el poder. Dicha demanda se basa en afirmaciones de que esa El alte rm und mh sm o es l a pa . . . . · mo vim ien-
· de soc·ledad ctVl 1 mt el nac 10n
. al" . El
ce por el térmmo amp 110
11

deuda ya ha sido pagada varias veces por sus i ntereses y de que tiene, , ' a pes ar de ten er
sum am ent e rap l'da
como contrapartida, las deudas ecológica o colonial. Los altermundia­ to se desarro. llo, de forma . , a. los de las em pre sas mu ltin acio -
1ac1 0n
listas exigen igualmente: la lucha efectiva contra los paraísos fiscales, en presupuestos n.r.l· SOI·ios con re . ras, de los Est ado s y de los gra nde s
· ·t't 1 uci one s fi nan cte . .
un p1imer momento, y luego la supresión de esos espacios, donde las eco­ nal es, de l as ms . . , . Lue o de ese i mp uls o, el alte rm und mh sm o
me dio s de com un�cac iOn can ­
nomías especulativa y crim inal se confunden; la exclusión definitiva de
me nte tra vte sa un mo � m nto crít ico de su jov en hist oria , bus
determinados sectores, tales como la educación o la salud, de los ciclos act ual � .
ron mu ehos inte nto s ant erio res al frac aso ,
de negociación de la OMC; la elaboración de un balance exhaustivo e do evi.tar los ne sgo s que ll eva . s.
nes com um sta .
independiente de las políticas adoptadas en los últimos veinte años por especml me nte en l os regíme mi · na ' nJuchas veces con el ténm-
las instituciones financieras internacionales; la exigencia de garantías de .
E1 capitartsm o (o lo que se d eno
1 eral") no con stituye el úni co
'

ries -
no perezoso de gl ob arlZaci ón a pn. nci. pi'os del sigl o XXI Los dos má s
11
neol'b
progresos democráticos al otorgar auxilio económico a países no demo­
go que pesa sob re 1 a ¡1U ma nid
ad ·

-
' .a el esta' blec imi ent o de una CIVI
. .

cráticos; y el establecimiento de un control ciudadano sobre las ayudas


'

. , cu os qu e se en fren tan pm . -
económicas. grandes ob sta 1
' o, baJ·
. al tsm ' o forma' s cad a vez má s VIO
. .
Desde el primer Foro Social Mundial de Porto Alegre, hubo tam­ . d mun d'ta1 son el. fun dam ent ' d ei1 e cad a vez más aut ont ano y
hda
bién el crecimiento de propuestas que tienden a desa1Tollar otro abor­ l ent as, y un c,api tah sm o. est a d oum S
. tt. .aci. O, n Bush ' ese cap ital ism o se mostro ma, s

.
s libe ral . En la adm mis .
daje de la riqueza y la moneda. Nuevos indicadores de riqueza meno lóg icas (rccha-
.
nac wn a1 Ista . y opu esto a las ' regul acw nes mu ndi ale s eco
(indicadores de desarrollo humano, de salud social, del bienestar eco­ 'ur ídicas (objec ión a la Cor te Pen al lt:ter na-
zo al Pro toc olo de Ky oto ) , � das ) e
nómico, del desmTollo sustentable) son cada vez más debatidos y elabo­ un l. f ·ma de las Na cio nes Um gri­
cional), polít�ca� (ren.uenct� � - ; � �: - a su a
rados, frecuentemente en el ámbito de instituciones i nternacionales como n e a eras proteccionistas
el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desan·ollo) o la OMS. incluso eco nom tca.s (Im pos icio n en luc har
te tes ) El desafío está má s bie
De modo aún más radical, recientemente se empezó un debate acerca cultura, su in� us:na y sus � � � q�e se o pone a las regula cio nes mu n­
tano,
de la naturaleza de la propi a moneda, sus condiciones de emisión y cir­ con tra un cap tta hsm o auton ' l'tzac'to' n } ¡' ber al · La con fro nta ció
n
OI 1tra una mu n d m
diales , ant es que � a los nes -
·

culación y acerca de la lógica perversa de las tasas de intei·és. Tanto en rna tiva
por una d.em�cracta mlll d'a � I l deb e inscribirse en esa alte ism o, com o
el ámbito teórico como en el experimental, se multiplican las iniciativas cap ital
asumir tanto la forma del
gos autontanos, que pue e n tentar­
de sistemas de trueque, de monedas ecológicas y sociales y de nuevas for­ 1' O E S dem ocr aci a no puede con
mas de crédito. Dichas acciones se sostienen en el conocimiento adqui­ la expresión del f.un� al11��ta i S iuc a por e} poder, sino que neces ita
� �
_ de a
rido durante los intentos registrados en la década de 1 990, como los se con la desnuh tan zac iOn
Nodos de Trueque (LETS, del inglés local exchange trade system , en los cambiar su n aturaleza: . . d las más adaptadas a la exige
ncia
países anglosajones), los SEL (sistemas locales de trueque, en los países Si l � forma as c � � � ��:�� ��; : e p rq�e se aju sta más al poder
com o
dem ocra , tica , eso se a p ca da de
fmncófonos), los sistemas de intercambio basado en el tiempo (bancos
�; � .l _ •

c o, . e- ll su rgió a partir de la dé
de tiempo, en Italia; time dallar, en Estados Unidos; fair ba11k, en Gran creación que como d�n n � �; � una "so cied ad civ il mu n-
Bretaña), o las monedas sociales designadas (como el cheque-servicios, 1 99 0 no sol , o un a soc ie a . CI�l , si o ta 1bi én o, las que se caracte-
el ticket-restaurante, el cheque-vacaciones, etc.).
.
d tal" . En efecto, esa s asociaciOnes de un nue vo tip . nes cív.tca s, tl.a t n
. . . de ciu dad aní a o aso cia cw �
riz. an como movtmtet�tos ' .
as. Un enc uen tro com o el For o Social
pol 1t1c
4. Esos debates y experiencias favorecen incluso la formulación de un directamente de cu est wn es . r sen tid o del térmi no , un enc
uen -
Po rto Ale gre es, en e 1 meJO
proyecto que concibe una unidad contable y de intercambio mundial. Mu nd ial de
tro pol ític o. to cív i-
Dicho instrumento permitiría, a los actores que demostrasen la necesi­ , . m ás nec esa ria e n el mo vim ien
dad de utilizar la moneda como un medio y no como un fin, privilegiar Es a cal ida d de mocratica es I l p�rq.ue fu e en ese ám bit o
y soc ieta rio em erg ent e a esc al a mu n d'a
los intercambios e inversiones insertos en esa lógica. Todos esos inten- co
29
28
A 1 ALTER MUNDIALIZA CIÓN - ANTIU TILITA RISMO
ANTIUTILITA RISMO 1 A

exactamente que fracasaron los intentos- an tenor


Jsm o. Todas las·fuerzas que a prin cipi o del, si· ""aJo
t,l
. 1.
· al capi· -
es. ele a1 ternat1va
,

n en 1 a pos J­.
_

XXI ' cree bajo de la Revue du MAUSS (Movimiento Antiutilitarista en Ciencias


bilidael de otro mc¡ el ·ben' t raba . ar mte . Sociales) desde su fundación en 1 98 1 , tanto suscita problemas como ofre­
lóg icas de rival i d:� Y efe e1 escon fianza �
j : na mente para supe rar las ce soluciones, dado que supone un debate acerca de qué se entiende por
1 0 y sus comp one ntes polí ticos y socique
. _ _
mm aron el movimie nto obre-
ales. Ni las dife renc ias ni tam po- utilitarismo.
co_ ¡os e¡esa _ cuerclos son pe ¡ 1o1 ·
a .0SOs ; ¡ os ma 1 ente nehel. os los proc '
La crítica a la Economía y a la Ciencia Económica, nacida con
.m tencw . , n hs
1
Í l 1 · a' ·
�,I � a.s e¡e nva 1;�· ¡ ad y ele relaciones ele fuer ' · e- sos ele ·
el capitalismo moderno y su economía política, surge alrededor ele 1 800,
P 1,Lit.a 1 te
' ae e ti adic tone s poh t1ca za sí lo son . La asumiendo formas y grados de intensidad infinitamente variados. Para
� s, cult ura les y esp iritu ales que com po-
nen e 1 movJm Jento ele "� lterm un el'la 1'¡zacwn
_ ., los males engendrados por el capitalismo se buscó una solución duran­
. to que ed1 fiqLJ e, co 1 ect'Ivam enteesuna una fuerza, no una clebi-
"

11 ael . en tan
l'cl te dos siglos, en el retorno a los buenos y viejos tiempos, en la invoca­

1
emo cra tica . · proporcwn
, . ales étic a y una calid ad ción de mejores días (socialistas o comunistas), o más modestamente,
e
a sus amb icio nes .
en una organización socialdemócrata ele la libre competencia. La crí­
Bib liog ra fía tica a la Ciencia Económica se da, básicamente, bajo tres vertientes prin­
cipales, entre varias otras. Primero, ella puede incidir sobre aspectos
ARR UDA , M. (200 3), L'enclett eme nt est- il une técnicos más o m enos específicos, al estilo de la crítica al concepto ele
¡Vfa u <; s.. L'�lter-c con om1 e, París:
, .
clett e léai time . Revue lu
e c.
capital elaborada por la escuela ele Cambridge, o ele la demostración de
·

A l IAC _(20? 1 ), Agzr local, penser global, Parí


. .. .
La Déc ouv ertc, n. 2 1 prem sem . la irrealidad ele los supuestos ele la teoría del equilibrio general. Puede
CORD ELL IER S (Dn_ � ) (20 00) La monc¡za· lzsatw s:. n au-d Mil ie �t Une Nuits ·
éclit ions incluso cuestionar la imagen del sujeto económico racional, cuya racio­
:
La Decouverte.· · • ' elcl des mythes Pad s· • e •
nalidad es, en el mejor de los casos, subjetiva y limitada. Finalmente,
LAVILLE, J.-L· (Dir: ) (20 00) L'econ esa crítica puede consistir en la demostración de la incompletitucl del
. · a1 e, Pan· . s: Des ' o�m
twn
•1 •e solzc · une perspective interna-
' lazre:
mercado que resulta en defectos de coordinación, tal como hacen el key­
, clée de Brouwer.
Ou va 1� m �uvement alt :on clial iste? (200
3), PaÍ-is: La Découverte. Edi nesianismo, el neoinstitucionalismo y las escuelas de la regulación o ele
te pat un collectif_ �n; _ _ ativ
a ! Jmtl e eles reVLtes Transversales Scie nce Cul­­ las convenciones. De todos modos, se resalta la incapacidad intrínse­
tur e et Mouve me nts . ca de la Ciencia Económica de tener en cuenta la naturaleza, los seres
PASSET, R. (200 0), L'illusio vivos y lo humano. A menudo, esas diversas críticas ancladas en el pasa­
V!VERET p (2003) Recons1d . nerer
néo-libérale París: Fayarcl .
'
• ' '
do, reformistas o revolucionarias, técnicas, ecológicas o epistemológi­
Por t· ciL1 Secre't mre
• .
la rich esse, París: Eclit ions el e, l 'A u be.
' a l 'éco nom ie soli clair e
· el 'etat Rap- cas, se entrecruzan y combinan, lo que dificulta la definición del
WH !TAK ER e (2oo3 a) Fm um Socml Mundial . .
· '
antiutilitarismo .
· ·
r

tw.es

, espace ou mou vem ent. Cul- En el intedor de ese conjunto crítico cambiante, casi no hay duda
en Mouvement, n. 6 1 , oct .
(200 3b) , Oü va le Fom m soc¡a · 1 Munel'ml?. Cultures en Mouvem ent de que el marxismo ha cumplido por mucho tiempo el rol principal, aun­
n. 67-. no� • que ambiguo. Cabe indagar si la crítica a la economía polític-a, tantas
veces recomenzada y reformulacla por Marx y sus discípulos, debe ser
entendida como la esperanza de crearse una Ciencia Económica más
científica que la economía política burguesa -la verdadera Ciencia Eco­
AN TIU TI LITAR ISM O nómica finalmente encontrada- o corno una crítica a los límites de cual­
quier discurso económico posible. Igualmente, cabe preguntarse si la
crítica al capitalismo debe ser entendida como la denuncia de la subor­
ALAJN CAJLLÉ dinación de la vida real de los hombres concretos a los impe_:rativos abs­
� · ��:nti,uti_litarism_o se defi ne por oposición a la Econom ía y a la tractos de la economía o, con la ayuda del materialismo histórico, como
ia � ?:mea dommantes y a la sedimentación y con Cien ­ un llamado a un exceso de realismo economicista y al desarrollo sinfín
.
ticas' Vl� Io cle und o y filosofía u tilita den saci ón de prác� ele las fuerzas productivas. Se puede demostrar que esa ambigüedad está
ser� a n t Iu t�1 l J. tan�sta' o no lo se ra. ristas. La crít ica a la Eco nom ía
, Esa afi rmacwn. que , en la raíz ele los dramas engendrados por las tentativas de construcción
ha insp irad o el tra- • del comunismo, pues ellas se mantuvieron exhaustivamente divididas
30
31
1 A
ANT IUTI LITARISM O
A 1 ANTI UTILITARISMO
los hom ­
, el util itaiismo establece: a) que
y para casi todos los sociólogos mutua­

y
. os com o ind ivid uos , separados
ent¡·e un economicismo (apologm , d� l � plamficación racional) y un antie- bres son o deb en ser considerad
.

s allá de su
- s mercantiles y natura lez a, buscar alg o má
conomicismo (necesidad d e l a abol ICión de las categona
. mente ind iferentes, sin poder, por rés; b) que es bueno y leg ítim o que
a pe 1 ac wn
· - a la abnegac i ón del role �anado), Igualmente hipertrofiados.

pro pia feli cid ad o de su propio


inte
hum a­
Hay otra oposición entre un u 1 rt f
I ansmo y un antiutilitarismo desenfre­ pue s ese es el úni co obj etivo racional ofrecid o a los seres
así lo sea, de su pro pio inte ­
buscan esa satisfacción
nados. En efecto el ma ismo comparte con el pensa mi ento burgués la nos ; e) en fin, que los individuos

.

sus pla cer es (o aún ,


' st� xde que , como lo eco nomico
ce ¡·tid u mb re uti l i tari · es 1 o único real la rés o deberían buscarla racionalm
ente, ma xim iza ndo
es (o su fal­
difi cul tad
· '

min imi zan do sus


soc¡e· dad no es más que una uperes m ur� de la economía. Él la �ri­
� �: su uti lida d, sus prefere nci as) y o se pre sen ta com o
tica, pero lo hace en nombre d� un an tmtihtansmo, de un anhelo de dejar modo, el util itar ism
_ ta de util ida d). Concebido de este hac e má s que ant icip ar
· marxismo
' , pues e 1 propiO · lévy, 1 995 ) y
el utilitarismo del cual no l og¡.a desvmcularse una "do gm átic a del egoísmo" (Ha g el
proced e en gran medida del ut"l" .
1 Itansmo.
hoy se llam a el "m ode lo eco nóm ico " o, de mo do más ene ral ­
la Ratiomzl Actio11 T he0 1y (RAT),
lo que en t�n
ind ivid ual ism o me tod oló gic o y s. Así lo con si­
2. No es raro que una misma doctn. � tenga lecturas totalmente diver- en las Cie nci as Soc iale
to mo del o exp lica tivo dom ina nte es de la tra dic ión soc ioló gic a, para
. � ant
gentes, y ello se aplica' tanlb ' , al ut1 l Itarismo
Ien ' E
· n este caso en particu- der an tod os los autores import un dis ­
.
1 ar, l a d Iversidad de la ' s ·
mterpretacwnes es
. .
ab l. urna d ora. BaJo la' gía deb e ser pen sada como un ant iuti litarism o,
. quienes la Sociolo y de la racio­
pei.spectiva "continental" (Al ei an m , Francia, Ita lia), el uti litarismo ' con - idad del cál cul o del inte rés
cur so que reconoce la leg itim
.

cre er que toda


cebido co mo un a doctrina pmt�Icul armente bana1 , no 1 e mteresaba · a nadie pero que se rehúsa a
, Las historias de la p1· 1 osof'la o de las Ciencms . . nalidad del hamo aecmwmicus, ins tru me nta l (Laval, 200 2).
ad
mas.
. S ocm les casi no lo men- acc ión se reduce a la racionalid e que la cor rien te ultrado min ant
e
cwnab an, restringiéndose a recordar la' eXI· Stencm · de Bentham ( 1 970) ' La difi cul tad está e n e l hec ho d pas and o por
. .
·

· ba a alaunos na, des de Mil i has ta Ra wls ,


considerado el padre de l a d octnna A lo su mo se Cita "' pre- de la filo sofía mo ral anglosajo nte del
re una int erpretación mu y difere
·

. sob
cursores , los moralistas escoceses , Hutcheson, Hume o Smith, o inclu- Sidgwick y Moore, des can sa o, tod os eso s aut ore s
so Helvétius o Beccaria ' y 'al menos un sucesor Importante, Stuart Mili, ·

rism o En su dis éus ión ace rca del uti lita rism
uti lita . el n­
pii
autor d e la obra Utilitarismo ( 1 998), qmen habna
. _ establecido lo esencial esm m n os P?I : el : u pue sto d�l ego ísm o rac ion al que por
s� �i 1ter to tod o lo
: � . enu nci ado por Ben tha m: es jus
de la doctdna. CI]J IO de la JUS tiCi a uti iJta nst a, uce ense­
Ese desinterés radical or el utiTit.a�Ismo . cidad del mayor núm ero ". Se ded
gene¡·a sorpresa ante el que permita ma xim izar "la feli rifi car los
� _ , se puede revelar nec esa rio sac
hecho de que los principales ebates . . teoncos y políticos del siglo XIX, guida: para ser justo y moral rism o, que
ocurl"idos en Europa , se d esm ro11 aron en una re 1 acwn . , central con él Y del núm ero ma yoc El uti lita
intereses egoístas a la feli cid ad est ra com o
dog má tica del ego ísm o, se mu
.

. . 1 mente, con la doctd a d e B ent 1lam, tal como su discípulo sui�


pnnCipa � . má s par ecí a con sist ir en una cio . F ue pre­
de di e 110 S ig · 1 s � pueden citar tres altruis mo ; inc lus o el sacrifi
zo Dumont la expuso a p 1.·mcipiOs una doc trin a que preconiza el rta d de los ind i­
cio de los intereses o la libe
?· .
eJemplos, entre decenas de otros . N"Ietzsche fue micmlmente un defen­ cisamente para evitar el saciifi
·

que Ra wls inte ntó


izar la utilidad com ún
sor del utilitarismo antes de t m.na rse un an t iut il ita rist a radical ' vie n do viduos baj o el pretexto de ma xim rist a. Su
en el homb re uti litm�ist'a cal cul ador que buscaría' su prop!· a fe1 icidad por a más allá del par ám etro uti lita
. . , defi nir otros criterios de jus tici con rela ció n al esta­
no sup o explicarse
"

encim � �le todo, la figura execrabl� del u, 1 tuno hombre con el que se éxi to es dud oso , dad o que el aut or
f
concluma la historia de la h mam"d d . Contra el utilitarismo de Spen­
� tuto de la h ipó tes is del egoísm
o racion al.
esa ria me n-
ce!� Durkheim el sociólog� nlas po pu ar d� Europa de los aflos 1 880 ' fu n- Según los eco nom ista s, el ham o cec0110111icus no es nec
sat isfa cci ón del
t
dó lo qu e se. c �nver ir¡''a en l a escue l a soc1o 1 ogica ' · f1.ancesa. A su vez la te ego ísta . Hay det erm ina
dos ind ivid uos par a qui ene s la ser ían , en
. , ten tam ien to de los otros. Ell os

g¡.an tradicJon , f1.ancesa - 1 a que cu 1 mmo · , con Jam·es - sigue la


socialista
, propio interés pasa por el con uti litaris­
cus ión acerca del alcance del
'


1 mea ' na1 Jsta, ·
del benthamismo , poI. consi . "d erarse racio aun pretendien- sum a, egoístas altruistas. La dis is para ana-
. .
' má s 1 ugm al a1 trmsmo que a 1 egm-smo. El sacia- se pueden presentar cuatro tes
do mvertirlo para dar .

. mo se vuelve alg o compleja y


1.Ismo no marxista se ve ' entonces, como un utili" tansmo nes .
· ,
· con Cierto tono lizar esas rebuscadas cue stio ris mo se caracteriza por la com
-
d e Simpat � a (Chanial, 2000). Seg ún la pri me ra tes is, el uti lita ma ció n pos itiv a -lo s
osi ble ) entre un a afir
El cwrne del debate que aú n nos J.eserva muchas sorpresas se pola-
. bin aci ón difícil (in clu so imp
n. za entre el egoísmo -v el a ltI.uismo. Para gran parte de los economistas,
33
32
A 1 ANTJUT JUTARIS MO
ANTIUTI LITARISM O 1 A

indi�iduos son calculistas interesados raciona


les- y una afir ión nor­
�1 � tiva consecuen_ci_alista: es justo y deseable todo lo que maxmac ble) implica considerarla casi un objeto, que puede ser poseído Y apro­
imice obj piado, y considerar el sujeto que lo persigue, sea un individuo o Estac�o
tiva me� te la fehcidad del
�esu mJC ndo , el util itarismo semay or núm ero o del interés gen erale­.
dist ing ue por la com bin ació n de un ego- racionales, como un señor o propietario omnisciente y omnipotente. Mas
Ismo y de un altruis mo racionale s. � concretamente, las sociedades modernas han decidido el debate estable­
Las teorías econ? icas liberales, que I·ecm ciendo que la medida adecuada ele la felicidad sería el Producto Nacio­
ti.ato co� �1st � Ten al mercad y al con-
_ s a concilia
? r esos dos principios, pueden ser conoside radas
nal Bruto (identificado con la Felicidad Nacional Bruta) y que la
com o utJh tanstas lato se11su. A su vez, las maximización de la vida o ele la sobrevida bruta sería alcanzada a cual-
s: 1 son las que , a ejem plo de Ben
teor ías util itar ista s stricto se1z quier precio, bajo el riesgo de la infelicicla� . .
Side ran que esa conciliación sólotha m, el reformador del Der ech o, con­­ ,

.
A esos discursos que difunden una VJSJOn puramente mstrumen­
un legislador racional que manipulese los pos ible med iant e la intervenció n de tal de la existencia humana (solapando, así, toda posibilidad de felicidad
pensas en una ecuación, a lo que Halévy deseos, poniendo pen as y recom­ objetiva), se puede objetar que, como muestra Mauss, en Ensayo sobre la
ficial de los intereses". Éstas componendenominaba "am1onización arti­ D[idiva (2003), la motivación primera de la acción no es el interés perso­
_ que
Aun qu� la palabra lllilitarismo sea el segundo grupo ele tesi s.
rela tivamente reci ent e (ha sido
nal, sino la obligación de dar, de mostrarse generoso ante los demas;
cread � por M11 l), los dos principios bás la hipótesis del homo dorzator es, por ende, tan pla:1sible_ com? la el�! honw
enu ncmdos po!· Sócrates y Platón, son icos del util itarismo, claramente ceconomicus (Godbout, 2000). Lo esencial ele la ex1stencm reside, sm duela,
�cc�d:nt:1l Y chma, según Mao Tsé (Han-Fei-Tse, 2000),
_ tan ant iguo s como las filo sofías en esas premisas, y la visión utilitarista del mundo desconsidera que,_ aún
e �e1 I �Icl � como la ele una larga batalla cuya historia pue- antes que los sujetos puedan satisfacer sus necesidades y calcular sus m te­
.
ant iUtJ htanstas (Caillé; Lazzeri; Senellart, entr e tesi s util itaristas y tesis reses, es necesario que existan y se constituyan en tanto sujetos, sean ellos
plazada por la confrontación ent e la Cien 200 1 ). Esa luch a ha sido rem­ individuos o colectivos. Esa construcción ele subjetividad se relacion� co�

De acuerdo con la cuarta tesis, el util itar cia Eco nóm ica y la Sociología. la subordinación de la necesidad a la demanda de sentido (para el mdi­
ría dC: �a racionalidad práctica amp ism o es solamente la teo­ :icluo o para el colectivo) e i mplica la subordinación ele las consideracio­
Y ol tJca . Apoyada en el
liada a la totalidad de la
� � postulado del hamo ceco11omicus, lafilos ofía moral
Ciencia Eco­
nes utilitarias a un momento antiutilitarista constitutivo. En otros
nom ica representa la cristalización del términos, la crítica consistente a la economía política implica el recon�­
util itar ism o. cimiento de la esencia política (y no económica) de las sociedades. El uti­
3: Crit icar el ttili tarismo es litarismo ha contribuido al nacimiento ele la clemocra�ia moderna, per?
_ : delicado, en virtud de la fuerza de su intu i­
cion constit. utiv a. Es difícil oponerse a las ideas apa corre el riesgo de revelarse mortal a su supervivencia. Esta solo será posi­
tas de �ue lo� incl�viduos no pueden bus rentemente ma nifies­ ble mediante la comprensión ele que la democracia debe ser deseada por
_
ele su PI opiO mteres y ele que no hay otro car nad a más que la satisfacción sí misma y que las consideraciones de eficacia funcional e instrumental
los Estados o sociedades sino asegurar la obje tivo legí tim o concebible para deben estar subordinadas al objetivo ele su edificación.
ro ele �ersonas. A ello contribuyen dive may or felic ida d al mayor núme­
estudw, se puede hacer sólo un bre rsos factores. No obstante, en este B i b l i og rafía
ve resu me n de ello s.
En el aspecto positivo, las explica ciones util itaristas ele la acc ión
h_u1�1 �na son infinit�mente más déb BENTHA M , J. ( 1 970), An introduction ofthe pri11ciples ofmorals and legis­
c t p t o. 0 no !?gran libe rarse del fmm iles ele lo que se pod ría cre er al pri n­ latiorz, London; New York: Methuen ( 1 m. ecl.: 1 789).
dos: a repetn� bajo mú ltip les alis mo y ele la tautología, lim itán ­ CAI LLÉ, A. ( 1 986), Critique de la raison utilitaire, París: La Découverte.
preh ercn .v s e m
form as, que los hombres prefieren lo que
· teresan por 1 o que se · CAILLÉ, A., LAZZERI, C., SENELLART, M. (Dir.) (200 1 ), Histoire raisomzée de
• o t 1 u tTt Inte
'
resa n; o ella s cae n en una for- la philosophie ¡nora/e et politique: le bonheur et l 'utile, París: La
1 I ans· mo vu 1 gar, afirmando que los
e ·
nn u

¡
ra
' e e
( l mero el sexo e · •
, e 1 gusto por e1 poder) conducen inte el mu
reses materiales Découverte.
,

E n el aspecto nor mat ivo, la


ndo . C HAN IAL, P. (2000), Justice, don el association, París: La Découverte.
l · 1 puc ! prin cipa l cue stió
\,
. . e .\e c e ser anh e¡ ada, eso no h ace que n es que , si la feli ci- GooBOUT, J. T. (2000), Le dmz, la dette et l'identité, París: La Découverte.
"" es al palpable. Hac

pue da ser obje tiva da, pue s no HALÉVY, E. ( 1 995), La formation du radicalisme philosophique, París:
.....,
' u
<>0
er ele ella una meta (y no un resultado
,
deseable posi- PUF.
34
35
ASO CIATIVI�IVIU 1 -.

A 1 ANTIUTILITARISMO - ASOCIATIVISMO
exclu­
ciativo a pm-tir de motivaciones

HAN-FEI-TSE (2000) Le tao du. pnnce:


.· . El intento de explicar el acto aso con los
mtroduction et traduction de Jean resultar en aporías. Eso es así
2.
Lévi. París: S � uil. 1 . siv am ent e util itarias sólo puede neo clá sica ,
tor referentes a la eco nom ía
,
, . .
LA REVUE Du MAUSS SEMESTRIELLE ( 1 99S) ' Qu est-ce que ut1htansme? abordajes acerca del tercer sec cia cio nes a
taja comparativa de las aso
París: La Découvet-+e n . 54 2,cme sem. que bus car on inte rpretar la ven tamien­
ro. Según esos aná lisi s, el compor fian ­
. través de la lim itación de no luc
• 1 1

LAVAL, C. . con
(2002), L ambitiol1 sociolo
1
i S Comte, Tocque- es se convierte en una señ al de
. g q te. a m t Szmo11,
ville, Marx, W.ebe¡·, D•"li.1!C ¡1elln' p aris · La Découverte. to des interesado Je los promotor
L •

otras
· os de recuri"ir a sus servic ios . En
MAUSS M (2003) . E11saw sobre a dadn· ,a, R"10 de Jane1ro: Cosac Naify. za que con ven ce a los usuari
. . rés será
• ·

n que la preservac ión de su inte


MI LL, S. J. ( 1 998) ' L'utz"l"t
. .
z arzsme, Pans: PUF. ( 1 ra . ed.: 1 86 1 ) palabras, los usuarios est ima los em pre nde dor es de
iento altruista de
garant izada por el com portam es, la lóg ica de
ro. Se ve, ent onc imp ass e
org ani zac ion es sin fine s de luc ial de los
adm ita que el des interés mater
dic ha con cep ció n: salvo que se un i nte rés no ma ter ial, pero
tivos abarca
creadores de proyectos asocia concep­
ASOCIATIVISMO
lve enigmático. En cuanto a las
el contenido de ese interés se vue con el int e­
que relacionan la sol ida rid ad
y cio nes de la eco nom ía social to mu ndo de
PHILIPPE (HANIAL J EAN-LOUIS LAVILLE , dejan "a un lad o un vas
. rés colectivo, general o mutuo nst rum ent ale s"
1 ades no cm1lsu mis tas y no i
l . La asociación es una traducción en actos de pi.·mcipiO de la solidari-
. mo tiva cio nes y de racionalid la sol ida rid ad
aci ón que ten ga en cue nta
.
dad que se expresa par l <a ¡·efe r.encm a un bien co1:1 �, n, va¡ orando perte- (Eve1·s, 200 0). Sólo una teo riz e, dif ere nte de la
colectiva ind epe ndi ent

nencias heredadas, en el caso de la solida .·Idad tradicio�al, o pertenencias com o un pri nci pio de acc ión de com pre nde r la
ca, tien e pos ibil ida des
construidas, como en la solidaridad �o e na, fi Im:tropica � _ o democráti­ acc ión i nstrumental y estratégi cia tiva s. La sol ida ­
a en las prá ctic as aso
ca. La creación asociativa crece P. � .
1 a a tlr d e sentnmento de que la defen­ ori gin alid ad de lo qu e se expres a de em pre nde r prácticas cooperati­
itiv
ridad se remite a la lib ertad pos as de la
sa de un bien común supone a �c �I n colectiva. En general, i ncluyendo
y, la bús q ued a de con dic ion es intersubjetiv
tanto a las formas jurídicas =������ i
�as c � n � � las cooperativas y mutua­ vas me dia nte
de la l �gic a del interés.
les, la asociación puede ser <l sociO ogicamente como un espacio integridad person al. ir más allá ún no es sufi cie nte para qu e se con s-
que realiza el pasaJ·e , gr.acias
. La adhesión a un bien com s ést a deb e
a un encuentro mterpersonaI ' entre redes s de una acc ión duradera, pue
.

tituyan los elementos necesario ace rca de pri nci pio s de jus tifi cac ión
- <

t 1 e socialid ad primar ia <1 y secund �I.·Ia, entre la esfera privada y la pública ' erdo
( l.avillc ' 200 4) Las re acwnes . ·so na }"Iza d as van más allá del estar aco mp aña da de un acu ica s ins ti­
1 d 1rectas pel Eso s pri nci pio s con for ma n lóg
·
c o n t ra t o entre personas ' e :�� �
, do 1 o en a búsqueda de fines comunes.
b a�1 (Bo ltan ski y Th éve not , 1 992 ). sta cio nes ; rela­
las fiab les refere nte s a: pre
Cad a ai'io n;cen y s s �n.oll an mi llones de aso ciac io nes , en la-s tuc ion ale s cuando ofTCcen reg y cap aci tac ión ;
em bro s; rec lut am i ent o
c u:d cs se in ve nta ' n nu evos am , b 1tos d e d e fi1m· ciOn · , y d e ejercicio de la ciu- cio nes con usu ari os y mi iad os; y, ent re otras,
los voluntarios y asalar
< bda n ia , im plant ándo se redes d e sohdandad
1
. .
y ayuda mutua paralela- representación y expresión de tra baj o int eqJ ret ati­
Para l ibe rarse de un
I n t· n t c ; d Est ado o m rcad o. Si el hec ho aso ciativo se impone de mo vili zac ión de recursos. dor de esa s lóg ica s
f
:tct ualm c nt c c� m o una_, llec 10 d e sociedad", la misma idea de asociac¡" o' I1 vo ext enu ant e, las rel aci one s se cri sta liza n alrede
social. etc .),
de ayuda mutua, de movií11ien to
s i g l l L' i n s u f i c J· e ,l temente probl e ma t"¡za d a en su smgularidad.
1
.
El mismo (do mé stic a, de ayuda social, exp lica por qué la asocia­
rdi nac ión . Esa organi zac ión
;¡L' t o de a so c i a rse intel.pe � d"��.ectamente nuestras categorías sociológi­ fac ilit and o su coo
tra creatividad pero, a la vez,
se muestra frá­
e as fu nd ;l m e n t ·l les d
. ció n, en sus inic ios . dem ues fundad or. La
a �a, ISIS. El vínculo de asociación es irreducti ble n que act ual ice su proyecto
t a n t o a l cúlculc; de me
.
t·eres como a los J·u egos Y re 1 acwnes gil al buscar la con sol ida ció la capacidad
de poder, por- iverso sim bó lico div idi do por
.
que seiiab otra modal"d 1 a d d e ,
vmculo
1 social y polít "
ICO, ¡ a . l"d
so ·
1 1 andad. Por difícil elaboración de un un para abordar un bie n común sin gular se
. . les
, . las practica
eso, s ''lsociat·' Ivas V" as f·armas ele articular registros genera titu cio nal .
. .
' 'asocw " t"Ivas resu tan tes (mutua-
. nte con los fen óm eno s de iso mo rfis mo ins
1 es, cooperativas, sindica tos, . asociaciOnes civiles et c. ) constltuven una
.
cho ca inc esa nte me
, . orwmal . . •

pol ItJca · el a mciac.z.mz tsn zo. Aceptar esa hipótes is permi te acl a- puede constituir
e ese abordaje, si la aso cia ció n dic ión política
.


rar lo qu e ;torg es l�ec¡" fi c ¡ c\ a d a l acto ,a s·o cw · fIvo, antes de retomar los 3. Qu eda por indagar, ant
posible, cuál sería ést a. Un a tra

planteas teóricos que lo co m,u· -tJeJ . un a po líti ca y, acaso sea


.on en un proyecto político.
37
36
A 1
1 A
ASOCIATIVISMO
ASOCJATIVISMO

rechazada, la del socialismo asociacionista francés, ha intentado ofrecer tacl personal y libertad social. Esa moral es inclisociable ? e la filosofía
una respuesta positiva a ese planteo. Está claro que el socialismo jamás de la historia, defendida por esos autores, contrastando radicalmente con
tuvo el monopolio de la asociación, por tanto tiempo teorizada y practi­ la gran narrativa liberal. Según ésta, el progreso de la humanidad se iden­
cada tanto en el campo liberal como en el conservador. No obstante, ocu­ tifica con la liberación del hombre de todas las cadenas que lo ataban,
rre que mientras algunos buscaban en la asociación un mero paliativo pero el progreso de la humanidad es, más que nada, el progreso. de la aso­
contra los excesos del individualismo y las amenazas del poder ele Esta­ ciación, el trayecto mmbo a la Asociación U niversal (Saint-St mon). Se
do, los socialismos asociacionistas franceses trascendieron esa formula­ identifica con ese proceso histórico en el cual progresivamente los sen­
ción. Ellos constituyeron la asociación en tanto matriz, como paradigma timientos altruistas se sobreponen a los sentimientos egoístas, para dar
para pensar y reformar los órdenes social, económico, político y moral. una forma solidaria o socialista a los gmpos humanos (Malon, 1 894 ).
En este sentido, esa tradición no se limita a un nombre, el de Proucl h on, Esa combinación original entre aspectos individualistas y colec­
li·ecuentemente señalado como el anti-Marx. Ella define más bien la sin­ tivistas v esa articulación entre interés y desinterés no desembocan en
gularidad del socialismo francés, plincipalmente con relación a su par ale­ un mor�lismo o un sentimentalismo asociacionista. La moral de la aso­
mán, que puede ser resumida en algunos rasgos reveladores ele su ciación se extiende hacia una política republicana ele la asociació� sim­
actualidad. bolizada por algunos aspectos de la Revolución de 1 848, en Francia. No
El socialismo asociacionista precursor, el ele los pioneros -Saint­ es ilegítimo interpretar esa Revolución, al menos en parte, como una
Simon, Fourier y sus discípulos-, por mucho tiempo fue definido, inclu­ revolución ele y por la asociación (Chanial, 200 1 ; Desroche, 1 98 � ; � ha­
so estigmatizado, como un socialismo utópico. Lo que hay de utopía es
el hecho de que ese socialismo se conformó al margen de los graneles nial v Laville, 200 1 ; Laville, 1 999). La Asociación, en tanto pnnc1p10
_ ?e
una ;.eorganización general ele la sociedad, recibe entonces �n� doble s � g­
principios revolucionarios de 1 789. Esos socialistas no esperaban nada nificación, a la vez política y social. La República democratlca y socwl
de la democracia, de la República\o aún ele lo político. Era necesalio cons­ el e 1 848 pretende -al menos idealmente- encamar esa doble lógica. En
truir algo muy diferente sobre las minas dejadas por la Revolución. El tanto República de los ciudadanos y de los trabajadores asociados, ella
punto ele partida común a los fourieristas y a los saint-simonianos fue, reconoce simultáneamente, a través del sufragio universal, el derecho ? e
ele hecho, la constatación ele un desorden, encamada principalmente por asociación a nivel del Estado y, a través de la organización del trabaJO,
la "anarquía industrial" (Fourier). No obstante, sería equivocado limi­ el derecho ele asociación a nivel ele la vicia económica. Ahora, reforma
tar el alcance ele esa matriz asociacionista sólo a la esfera económica. política y social son incl i sociables: el hombre no podría tener derechos
En ese camino, no se puede entender la cuestión social como un mero civiles y ser simultáneamente siervo ele la industria.
problema material , pues tambiéq la esfera moral está plasmada en ella. A pesar del trance que esa República i nextricablemente clemocra­ ,
El desorden liberal - el "reino de la desasociación", según la fórmula ele tica y social enfrentó casi inmediatamente, el asociacionisn:� de 1 848
Leroux ( 1 997) - consiste más que nada en el reino de un individualismo delineó otra definición ele ciudadanía, legitimidad, representacwn Y sobe­
estricto, justificado por una "ciencia sin moralidad", de acuerdo con la ranía. En su propio movimiento, la República supo, por algunos mese� ,
fórmula saint-simoniana, o esa "ciencia ele las naciones que se mueren redefinir la exigencia republicana y rediseñar las prácticas dem_oct�áti­
ele hambre" - en la expresión del fourierista Considérant, la economía cas. Ésta es, además ele las reformas concretas propuestas, la pnnctpal
política. Asociar a los hombres consiste menos en combinar sus intere­ herencia ele 1 848, principalmente medio siglo más tarde. De hecho, a fina­
ses con vistas a un beneficio máximo, y más en asociar las pasiones para les del siglo, ese socialismo de 1 848 aún seguía vivo. El solidarismo Y el
lograr la armonía (Fourier), en fortalecer los sentimientos y lazos de sim­ mclicalismo lo reivindican, pero ante todo el socialismo democrático fran­
patía que deben unir a los hombres (Saint-Simon) o en efectivizar la Jus­ cés de Jaures así como el ele Mauss, que extiende su herencia para mejor
ticia, desarrollando nuevos lazos ele mutualidad o de reciprocidad contener en �1 doble sentido del término, al marxismo. Ese "socialismo
(Prouclhon). ele los tr�s pilares" (partido, sindicato, cooperativa) es, a la vez, un socia-
Desde ese punto ele vista, el socialismo ele la asociación es, en prin­ lismo experimental y pluralista.
cipio, un socialismo moral. Esa moral socialista debe ser interpretada Mauss ( 1 997) contrapone un socialismo decididamente expenmen­ .
como una moral ele la cooperación, en búsqueda ele una síntesis entre tal a la intransigencia y el dogmatismo de los guesdistas franceses, a su
la felicidad individual y la colectiva, amor propio y amor a los otros, liber- marxismo estrecho y cuadrado. Si la acción política debe permanecer
38
39
1 A
A 1
ASOCIATIVISMO
ASOCIATIVISMO

secundaria y si, en contrapartida, los sindicatos y las cooperativas son común, compartida y, por ende, "propiedad.
de los si � pro�ie�ad"; es a e­ �
po er : � twv s de la pl o­
favorecidos, eso es porque ya constituyen una experimentación concre­ más una prop ieda d cívic a, "poder de los sm � ticia soc1� l com o �1
de JU S
ta en la cual se inventa una economía, un derecho, una nueva moral; de pied ad soci al se conc retiz a tant o el ideal tanto

prop ,
J �dad ClVI­
hecho, para Mauss, se trata de "vivir la vida socialista inmediatamente ciud adan ía so i al. En
imp erat ivo de libertad y de �- cJa, aseg u�
de la den:ocra
crearla en todos los sentidos". De modo general, si el socialismo ele Esta� ca, ]a prop ieda d socia l supo ne una exte nsJO n
do no es viable ni deseable, eso se debe a que no se podría instaurarlo ranci o la part icipa ción dire cta de l?s obre
ros asoc �Jad s al po �e1
rrollado com o auto gobl e�­
sin afectar a determinadas costumbres, ideas democráticas y libertades econ ómi co. El prin cipio de asoc iació n, desa a form a de prac ti­
e la únic
arduamente conquistadas. Al contrario, el socialismo sólo podrá eclifi­ no de Jos ciud adan os asoc iado s", cons tituy
carse abriendo espacio inicialmente a una parte importante ele libera­ car a la vez el soci alism o y la democracia.
lismo y de individualismo. Experimental, el socialismo maussiano es tan
ocia ble ele � � a red � fi­
plural como híbrido. Su crítica precoz y mordaz al bolchevismo lo lle­ 4. Esa política soci alist a de la asoc iació n es indis tad posJ,tiVa. S1 la
nega tiva y liber
va a sospechar, ya en 1 924, ele un socialismo consagrado a un dios (mi­ nició n de los vínc ulos entre l ibertad _
ción de la econo �11a, reqUie­
co, sobre todo si éste es el Estado o el partido. Defendiendo, por otro lado, soci aliza ción de la moral exig e la soci aliza
de la res pu �lzca. Para los
ese socialismo de los "tres pilares", en el cual se articulan acción sindi­ re, igua lmen te, una soci aliza ción del Esta d�,
soci alist as, l� hber t�d � e �at1va no se opo­
cal, acción cooperativa y acción política, ese politeísmo lleva a Mauss a más repu blica nos entre esos
tad I �dJvidual supone t��a
defender un colectivismo originario. ne a ]a libertad posi tiva. Por otro lado , la hber
las relacwnes de coop�racJ_o �
El proyecto colectivista sostenido en la misma época por Jam·es soci alicla d crec iente , una dens ifica ción de
fm 1as y el� los e spac ws c:vJ­
tampoco se resume en un socialismo de Estado. En 1 895, el autor va anti­ y exig e, ento nces , la mul tipli caci ón de � a� �� de dich _
as I_elacwne s de
cJon
cipaba lo que sería el sistema económico soviético: "Entregar a l�s hom­ cos de participa ción . A través de la part Jclpa te cada una de sus
libre men
bres de Estado y a los gobernantes, ya dueños de la nación armada y de asoc iació n el indi vidu o pod rá desarrollar
soci al . . .,
la diplomacia nacional, la dirección efectiva del trabajo nacional, dar­ facu ltad es, real izán dose com o indi vidu o _ diva y p milc . . cwn CIVI­
.
,

les el derecho a nombrar todos los cargos directivos del trabajo [ . . . ] sería Articulan do solid ari � ad y au �o �ob ! emo , d � � ��
_ ar el Idea l dem?c1 atJco co r: el
dar a algunos hombres un poder al lado del cual el de los déspotas de ca, el asoc iacio nism o nos mvlt a a ¡clentific
toda forma de serv 1dum bre, pn n-
Asia no significa nada" (Jam·es, 1 93 1 , p. 345-6). Jaures aclara que esa pro­ mod elo de una soci edad liberada de _ -
piedad, esos bienes que sufTieron un proceso de apropiación colectiva, . 1 ment e las de las fuerzas del mercadoAun com o del Esta do. Esa socle
cipa " po l 1
'f Jea
�ue esa �rael �c1on
· ,

al contrario, deben ser delegados por la Nación, en condiciones deter­ dad está , en sum a, exen ta de dom inac ión. e1� c:I amb1t� el� los des­
n"':m bada en � ·anc m,
minadas, a individuos o a grupos de individuos, pues "la propiedad sobe­ haya sido históricamente de !
_ , de la cns1s de la socialdemo­
rana que el colectivismo quiere atribuir a la nación no excluye ele forma moronamientos de los "socmhsmos reales
ella re� ncue ntra una nueva
alguna la propiedad de los individuos o de las ásociaciones p-articulares" cracia y del desgaste del acuerdo fordista,
con stru cció n.
(ibid.,p. 1 65). actu alid ad bajo formas que está n ya en
El rol del Estado es el de garantizar a todo ciudadano la copro­
piedad de los medios de trabajo que se transformaron en propiedad Bibliografía
colectiva. Para Jam·es, sólo la democracia permite organizar esa copro­
piedad; éste es el corazón de su teoría de la propiedad social (Chanial, BoLTANS Kl, L.; Tl-lÉ VENO T, L. ( 1 992) , De la justification: les écon omie s de
200 1 ). Trátese de la colectivización de la industria, del desarrollo y de la grandem� Par ís: Gal limard. . . ,.
la gestión de los servicios públicos o de la implementación de la s�g�I­ ANIA L, P. (200 1 ), Just ice, don et asso cwtz ol'z: la dehc ate esse nce de la
CH
dém ocra tie, París: La Découverte; MAU
SS . .
ridad social, Jaurcs siempre evoca a esos dos aspectos de la propiedad .
et associatw nms me: une
.

. , Soci été civil e


social: la propiedad social como la acción de compartÍ!� como mutua­ C HANI AL P. LAVI LLE, J.-L . (200 1 )
� Sociétés. Gouvernance et
lización (de los medios de producción, de los servicios, de las protec­ a �al se soci ohis toriq ue . . . Politique et
ciones y de las seguridades) y de la propiedad como socialización de los soc iété civi le, v. 20, n. 2/3. . . .,
) , ieres, Parí s: Les EdJt Jons ouvneres.
poderes, realizando el viejo sueño obrero de manejar sus asuntos por DES ROCI -lE, H. ( 1 98 1 Solid arité s ouvr
sí mismos. La propiedad social, para Jaures, no es sólo una propiedad Tome l .

40 41
A 1 ASOC JATIVISMO - AUTO G ESTIÓ N
AUTOG ESTJÓN 1 A

EvERS, A. (200 0), Les dim ensi ons soci


o-politiq ues du tiei·s sect cur. Les
con trib utio ns théoriques européen nes el rol de esas asambleas es solamente consultivo, y 1': participa � ión en
sur la pro tect ion soc iale et
l'économie plurielle. En: LALLEMENT, esos encuentros no es arrebatada por sus ejecutantes, smo concedida por
M.; LAVILLE , J.-L . (Ed .), Socio­
logie du travail. Qu'est-ce que
le tiers sect eur ? v. 42, n. 4, p. 5 67- los dirigentes. .
5 8 6, sep ./déc. La democracia radical es una forma amphficacla de autogestwn,
. ,

JAUR ES, J. ( 1 93 1 ), Études soci


alistes I: 1 88 8 - 1 897 . En: BüN NAF OUS , en la cual todos los ciudadanos deben poder debatir y votar sobre las leyes
(Ed .). Oeuvres de lean Jaures, París: M. y recrias administrativas que les conciernan. Su consecuencia es el aum n­
Ried er. T. 1 , 2. �
.Lo d�l poder directo del ciudadano y la clisminu ión del n: rgen ele mamo­
LA REV UE Du MAu ss (200 0),
L'autre soc ialis me, Par ís: La Découv � �
MA uss , n. 1 6. erte'· bra de sus representantes y expertos. Ese régimen pohtico toma como
LAV ILLE , J.-L . ( 1 999 ), Une trois
ihne voie pour le trav ail, Par ís: Des modelo de referencia al gobierno de Atenas del siglo V a. C.
Brouwer. clée de
(200 4), L'associ atio n: une liberté
propre a la dém ocr atie . En: LAVI ­ 2. El término a utogestión fue introducido como concepto en la déc�da
LLE, J.-L .; SAIN SAU LTEU , R. (Ed
.), Sociologie de l'association, Par ís: de 1 950 po'r el partido comunista yugoslavo, qu� �spe ��ba mocler? Izar
Des clé e de Brouwer. p. 33-7 1 el sistema económico del país, atrayendo la participacwn de los cmda­

1
L EROUX, P. ( 1 997 ), A la sou rce du .
socialisme {ran[:ais, Par ís: Des clée danos con conocimientos técnicos y profesionales hacia empresas Y
Brouwer. Ant holo gie étab lie et pré de municipalidades en las que el aparato del partido detentaba el po? er. El
MAL ON, B. ( 1 894 ), La mora
sentée par B. Viard. .
/e socia/e, París: Gia rd et Brie re. término sería aplicado, durante algunos años, a regímene� at�tontanos
MAu ss, M. ( 1 997 ), Écrits poli
tiques, Par ís: Fayard. ! (por ejemplo, Yugoslavia y Argelia). Otros regímenes tot� htanos com u­
.
nistas i nstituyeron asambleas ele democracia directa (Chi��' CambodJa,
.
Albania), que servirían para encubrir a los Esta� os h�ertiCidas, pero no
emplearían el tema autogestión, debido a conflictos mtnnsecos , al blo-
AIJ TO GE ST IÓN que comunista.
.
El sentido asumido por la autogestión en Francia, sobre todo a par­
tir de 1 968 fue el de una democracia radical, a la vez oponiéndose a las
DA NIEL Mü THÉ experienci�s estalinistas y reivindicando a Marx. La democracia radical
l. La aut oge stió n es n pro proponía el regreso a los orígenes del sociali : mo, basándose �n las pers­
. � y�cto de orga niza ción dem ocrática que favo­
rece la dem ocracia directa. Esta con stituye un sistema pectivas del comunismo y negando a los partidos ele vang�archa el mono­
.
t� nam ente , sin rec ibir remunerab en el cual volu n­
ón y sin recurrir a i ntermediarios, los polio sobre la representación de los i ntereses de los c mdadanos. Ese
cm�ada os deb aten tod as las cue concepto de democracia radical ya figuraba en los anos :_ 1 92 0 en las
� stiones importantes en asa mb leas . La
pen odi. cida d de esas reu nion es deb corrientes marxistas revolucionarias: en Rosa ele Luxemburgo, en la opo­
e ser com pat ible con la disp oni bili
dad de los agentes involucrados ­ sición obrera rusa y en los comunistas consej istas holandeses, sin dej�r
.
. La dem ocr acia representativa, a su vez, correspond de lado a la corriente libertaria. En la década de 1 950, muchos m arxis­
U � IVer e al sufr agio
�al de los Est ado s dem ocráticos, donde los ciudadanos elig en una tas y libertarios constataron que las dictaduras de los países del Est� n ?
nm
: on� de mandatarios remunerados, incu mb idos de represe habían dejado lugar a la democracia obrera, �rometida ta�to en las fab�I­
mstancm dec isor ias de gobern ntarlos en cas como en la Nación. Entonces, una cornente, que mas tarde podna
_ aun � anza nacionales y loca les. Los eleg
act uan ido s denominarse autogestionaria, se propuso volver a las fuentes originales
d: l �s trabaJad�n mu cha s otr as inst ituciones, com o las de representa ción
ores, o com o los consejos de adm del socialismo, constatando que la abolición de la propiedad privada no
Cia CIO ne s. inis trac ión de las aso ­ basta para la concretización del proyecto socialista. El t �rmino a u to�es­
. La dem cracia pa icip ativa es una tiol'lario abarcaría además, la acción de los empresanos alternativos
tión, que consist ? r: forma aten uad a de autoges-
e en reumr en asambleas al conjunto actuando en las c�operativas obreras de producción, en las asociaci ?­
lucrados P�ra deba ir u tem a de los actores invo­ nes y en comunidades, instituyendo formas de �e:n ocracia di �e�ta sm
� ? (por ejemplo, la orga niza ción del trab
en una ofic ma o la h mp ieza urb ajo participar obligatoriamente de los debates ideologiCos de los militantes
ana en det erm inad o barrio) . A men
udo , políticos.
42
43
A 1 AUT OGE STIÓ N
AUTOGESTIÓN 1 A

Los ade pto s de la aut ogestió


j.

tes : los po líti cos y los alt em ativ n son ' � I esentado� I_Jür d.os COITien ­
.

históricos que era posible someter el pueblo sin pertenecer a la clase de


. .
.

os . Los m' Itan tes poh tico s J Uzg


la introdu cció n de mayo¡· de mo . an que los capitalistas, sino solamente ejerciendo l a profesión de representan­
. cracm d Irec
· ta en 1as ms · t'Ituc wn
· es con s-
tJtu.ye en sí un p¡·o"'o¡·an1a de t I an . te elegido. La respuesta política para evitar esa inflexión sería la reha­
. s
ideología soc iali sta · p01. ese mo formac Ion ' po 1'Ihc· a que con cier ne a la bilitación de la democracia directa y el control de los representantes
.
qll lsta pol ític a del pod er D
' subordi nan ¡ a aut oge stw
two · , n a la con -
e un 1 ado, se encu entran los
.
elegidos. Se rescataba la propuesta sugerida por Rosa de Luxemburgo:
·
revol ucion arios ' que pr·o me t en . m axim alistas la revocabilidad permanente de esos representantes. En la democracia
un a socied ad de aut oge stw · , n radical
cuyos esp aci os pol ític o adm in . autogestionaria, la virtud cívica natural del hombre debe ser protegida
Ist r.atIvo
la dem ocr aci a direct a· 'de ot . ' y produc ivo ser án som etid
, l os reform � os a contra la tentación, no menos natural, del ejercicio del poder en su pro­
r o, es tan
gramas ele ctorales, pro' me ten ista s que , en sus pro-

vecho personal o el de un clan político separado de la voluntad de sus
reaI Iza
' r meJoras me dia nte una participa-
e_ ión má s am plia de
. .

los e¡'t.Id adano s en las decJs · es. p mandantes.


ten den cia s, la acc ión pol ític a es · io ra esas
la clave para el pasaJ�e hac�m una d_os La autogestión parte de una ambición antropológica, especulan­
dad aut oge stio nad a . Los 'altern . sac ie- do acerca de las potencialidades infinitas abiertas al imaginario huma­
at1vos son ese ncia1 e te pro f·esw ·
que intentan ma ted aliz ar esp ._ � � nal es no de ciudadanos libres del yugo de la ideología dominante. Ella abre
aci os d �- autogestw n lum tad os y circ uns ­
crip tas , aqu í Y ahora a la pl.od . camino para una idea de progreso diferente del que preconizaba la pro­
ucc ¡on , con sum o, cul tur a, edu cac
inse rció n, bm:rios vi�ien da, e t ión , ducción ilimitada de las riquezas: el progreso ilimitado de una democra­
• c.
cia creadora. Mientras se dice no sab�r anticipadamente qué decidirán
3· La concepción política maximalis los ciudadanos, se afirma saber qué no decidirán. Se defiende implíci­
ta d 1 a tog �· , n des c n a en tres
;� �� �
hip óte sis: el sist em a cap ital ista , � � � tamente la idea de que, una vez liberados de la ideología burguesa domi­
factor e es gtla a eco nom ica, deb e
se¡· des tru ido para que se real Ice �
' l a autogestión'· e 1 eJei nante, ellos no querrán retomarla, dado que la racionalidad igualitaria
corrom pe al ind ividuo · 1 . · . ·
CIC ·
IO d e 1 pod er siempre mantiene la fuerza de su convicción.
dad � I: os hbres
.

lista y de l os profesion� e i :��\� j.ol ; _ de


r
l
.a exp � otaci ón capita­ A principios del siglo XX, la idea de los anarcosindicalistas, según
lucrarse en las cue stio nes púb Itic �s�a an disp ombles para inv o­ la cual el trabajo manual no es sólo una fuerza sino un producto de la
c s. mcia :nente afirm ando que
autogesti ón no es compatible f
co� ec nom ia de me :ca do y que la inteligencia, ha sido cada vez más adP1itida por la opinión pública. Por
pod rá realizarse cua ndo la ro ied � sólo
��
a r Ivada se� a�ohd a, los ma xim primera vez en la Historia, se otorgaba un estatuto político al trabajo
listas priOiizan la revo luci ói y o
.
tal de auto gest 1' o' n . pare cen Ign
� � aceP an cual qmer mte nto exp erim

en-
manual. Esa idea fue retomada en la década de 1 970 por los gestores de
ora r �� · nc�· a d e 1as prácticas de las empresas industriales, al constatarse que el conocimiento práctico
dem ocr acia dire cta de las cooperar ]a x ene de los asalariados de base era indispensable para mejorar la racionali­
. Ivas, e as socieda des mu tua les y de
las asociaciones que .se instlt.uyeron en . dad de los procesos de producción. Se llegó a criticar el taylorismo exac­
reacció n al sist em a capitalista des-
de el siglo XIX. tamente en nombre de la productividad capitalista. I nvocando al
Sin embargo, los mil itantes revolu
cio . . utilitarismo, se constató que las experiencias de los asalariados de base
la democracia dire cta pue da ser util izad nano� aceptan la. Ide a de que extraídas de su trabajo los hacían depositarios de informaciones abso­
a �n un SI Stem a cap ital ista , úni -
cam ente en el ámbito de las re¡'v¡' nd' lutamente i ndispensables a la operación eficaz de . Ios nuevos sistemas
Icacwnes d e los asa ¡ aua .· d os. E sa
demo craci a direc ta de las ¡ uch as asu mw ., . i ndustriales automáticos e informatizados. Las experiencias de grupos
' a partir de l os ano -

s 1 9 70, un
lugar cad a vez más grande en las práctica el autónomos de producción sustituyeron el trabajo en cadena de monta­
. s e cono Icto · .

1ucw . . - los gru pos revo-


nanos mtentaban reemplazar el pode . el ' je, los círculos de calidad llevaron a los asalariados a contribuir intelec­
tés de huel gas, unidos entre sí por coord' e .1os sm Icatos por los comi-
rd
macwnes tualmente con la mejoría de los productos y su fabricación. En Francia,
. .
demo crac ¡a direc ta perm anen te de h ue- 1gm.stas d epe ndi ente s de una en 1 982, nuevas reglas internas en las empresas y una ley sobre los gru­
.
sen tan tes smdi cales solían desem peñar ' en las cua les los 1.ep¡.e-
� �
sol a 1 ent un pa el sec und ario . pos de expresión buscaron instituir procedimientos autogestionarios limi­
Los revo luci ona rios que , hasta ento nce i_J tados a equipos de trabajo y circunscritos a algunos temas.
to de clase social como la explicación cent
s h - �:; -eci ? o un con c�p ­ La idea de que los ciudadanos poseen conocimiento adquirió c¡·e­
ron al conc epto de dom inam e Podí an , d
�a t :��
d na� Ión , lo amplia- dibilidad cuando el sector de los servicios se desarrolló y se advirtió que
.
as¡, probar me dia

nte ejem plo s la organización estandardizada ya no convenía a la atención que debía
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45
A 1
1 A
AUTOGESTIÓN
AUTOG ESTIÓ N

adap tada al usua rio sing ular. Los prof nales de las
han. � nten tado reem plaz ar la política sociaesio
ser
área s sociales La autogestión ha sido pensada en el ámbito ele un ím� etu revo­
j pacw n de los usua rios en la solu ción de susl prob del gabinete por la partici­ lucionario, cuyos actores son motivados por el ?eseo del. ca:nbw . En u�a
lema s. Así, en Fran cia, acalorada victoria sobre sus opresores, las multitudes se mvltan a la mes�

,�.
una ley de 2004 referente al derecho de los usuarios
t�� teóricos extraídos ele los autogestionarios. recurrió a arcru men­ del debate político; no hace falta que sean invitadas. Esos son breves pen­
t
¡ CI on �1 públ ico tiend e a incluii- el individuo com En ese espí ritu, ht aten­ ados que sirven ele referencia, superando a los menos � spectaculares Y
. o un dato infor
� sp� � Ifico , fren te al desp erdic io prod ucid o por la estandardizacimati ón.
vo
La
puntuales en el tiempo, como los kibutzim y las cooperativas obreras, que
! m�hviclualización ele la aten ción , adap deben sobrevivir al ardor por el cambio desencadenado por sus funda­
deJa mal parados a los prin cipi os burotada a la iclen ticlacl ele la persona,
cráticos.
dores. Esa constatación nos muestra una evidencia ele �ue la �emo�ra­
�os autogestionarios que criticaban la separación entre cia directa sólo se sostiene en la subjetividad de la mtem; w- n. SI la
t:s Y ej ecutante s parecen haber sido escuchad clirigen­ democracia directa no reúne una parte significativa de los cmdad �nos
. . os en la socie dad ele prin­ involucrados, su legitimidad no irá más allá de aquella de los par:Jdos
CipiOs del siglo XXI, en la cual nociones abstracta
el deseo del ciudadano emp iezan a formtan s y personales como y sindicatos. Como las decisiones son tomadas solamente POI� un nume­
deseos ele min orías sexu ales, por ejem plo, ar parte del campo político. Los �·o reducido de ciudadanos voluntarios, ya no tendrán la autondad ele las
se vuelven reivindicaciones democracias representativas.
�o� íticas y, luego, leyes. Se observa una conjunción entre principios colec ­ .
. ?Irect
tivis tas autogestionarios y los prin cipio indiv idua Los argumentos teóricos que justifican la democracia � no
noc iend o en el indi vidu o un ciud ada nossobe rano.
lista s liberales reco-
' son suficientes para sostener un modelo que consume clemasmdo tie� ­
Los representantes elegidos que están perd po del individuo. En este sentido, hay que refl�xionar acerca �e la dis­
min an por vislu mbrar la participación ele los habi iendo credibilidad ter­ tribución actual de los tiempos sociales de los cmdadanos, ded1��dos al
mun icipa l. Los mandatarios p ciben la participa tantes en la aestión trabajo, a la vida familiar y al traslad? , sin olv�darse. de las actividades
COI�1o una respuesta polít ica al�desencanto con la ción ele los ciucl�danos lúdicas. Esa dificultad natural de los tiempos dispombles nunca es evo­
tana. En ese plano, la cont inuid ad ele los métodosdem ocracia parlamen­ cada en la abundante literatura de los años 1 970- 1 98 0 �cerca. d:::l tema.
dade s brasileñas mue stra que el involucramien to participativos en ciu­ La autogestión se presenta, así, de forma diferente segu � se situe en un
proce�o inici al de las decisiones facil ita la facti bilidele los electores en el mismo espacio como la empresa o la vida externa al trabaJO .. En la empre­
hay �ola antic ipos técnicos detallados ele parte ad ele proyectos. No sa, los participantes están dispuestos a discutir en gru �o sm que eso les
ele los
tes, smo que éstos desarroll an el sentimiento ele que futuros ejecutan­ genere alguna incomodidad importante, dad � que el tiemp? de debate
la decisi ón � de las r stricciones que deben aceptar. son los coautores ele se inserta en el período de trabajo. La autogestw_ n que se realiza en espa­
en mee! ¡. � Siglo, las �Ideas autogestionarias y sus Se puede concluir que, cios externos, cuyos participantes requieran desplazarse pa.ra enco�trar
temas Y areas, han ganado credibilidad y han sidoprácticas dispersas, en a los otros miembros del grupo, supone que ese tiempo es qmtado al tiem­
forma �1lgurante que los revolucionaras esperaba concretadas, no de la po de ocio. Aunque los tiempos de reunión sean retrib� idos, las compen­
to med mnt e la acción polí tica como med iante n, sino poco a poco, tan­ saciones nunca serán suficientes para que se concretice el proyecto de
Los integrantes de asociaciones dedicada las inici ativas prácticas. la democracia radical.
lar s�be� , hac mucho, que una de las dificultad s a la educ ació n popu­ Las constataciones empíricas permiten afirmar que los resultados
crac �a Sigu e Sien : es interpuestas a la demo­ eficaces de la democracia directa pueden verificarse con .un .n�mero limi­
do la distr ibuc ión asim étrica del capital cultu ral entre
l �s Ciud adan os . Los que hacen experime tado de personas, en un espacio público donde cada mdividuo pt�ede
du-�cta han buscado, hace muchos años, ntos basados en la dem ocracia
los procedim ientos para atraer
expresarse mediante otros recursos que ?o sean los _ap.lausos o gntos.
haci a �os debates a los men os experimentad Cuantas más personas geográficamente dispersas esten mvo� ucradas en
los estigmas de su ignorancia y su inhabilidad os, ante
sin que por ello sufran una decisión, es aún más necesario recurrir a una democra.cm repres�n­
t �ntes: Al ag�upar pobl acio nes heterogéneas, los los académicos y mili­ tativa. En este punto la autogestión es cuestionada, � fre�Iendo el dile­
tiOnan os ? bhgan a sus organizadores a encontra expe rime ntos autoges­ ma de cómo se conserva la riqueza de la democracia directa en otra
es �s defic , its, para que las asam blea r métodos para atenuar dinámica inevitable, la de la democracia representativa. A principi�s. del
s no reproduzcan un siste ma oligár­
qmc o, ya no anclado en el capi tal finan ciero, siglo XXI, aún sorprende cómo determinados con.ceptos han adqum�o,
sino en el capital cultural. en medio siglo, un lugar legítimo en el pensamiento y en la práctica
46
47
A 1 AUTOGESTIÓN

democrática, abriendo la necesidad de ennquecel


.· . el concepto con todas
las realizaciones del planeta.

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tte, París: Cen turi a 11•
ROSANVAL LON , p · VIVER El, P. ( 1 977) una práctica de finanzas solidarias que sirve de apoyo a las economías
. Semi ·• .
, Pou r une nouvelle cult ure politiqu
Pans: .

. e' populares situadas en territorios con un bajo índice de desarrollo huma­


no. Estructurados a partir de dinámicas asociativas locales, los BCDs se
apoyan en una serie de herramientas para generar y ampliar los ingre­
sos en el territorio. Para ello, se articulan cuatro ejes centrales de accio­
nes en su proceso de intervención: fondo de crédito solidario, moneda
social circulante local, ferias de productores locales y capacitación en eco­
nomía solidaria. Los BCDs se difereAcian de las prácticas de microcré­
dito convencionales, orientadas a la persona o la organización, ya que
se preocupan por el territorio al cual pertenecen, ya sea una comunidad,
un barrio, o un pequeño municipio. En este sentido, los BCDs invierten
simultáneamente en las capacidades de producción, generación de ser­
vicios y consumo territorial. Para ello, financian y orientan la construc­
ción de emprendimientos socio-productivos y la posibilidad de prestar
servicios locales, así como el propio consumo local. Esto sucede porque,
más allá de la diseminación de microcréditos con múltiples finalidades
según las líneas de crédito definidas por los bancos, su mayor objetivo
y compromiso es la construcción de las redes locales de economía soli­
daria mediante la articulación de productores de servicios y consumi-
dores locales.
Tales redes también se conocen como redes de prosumidores, por
el hecho de asociar productores y consumidores locales por medio del
establecimiento de canales o cit-cuitos específicos de relaciones de cam­
bio, lo que implica una ruptura con la clásica dicotomía entre producción
y consumo, que es una característica de la lógica capitalista de organi­
zación de las finanzas económicas. La construcción· de redes de este tipo
materializa la expresión concreta de otra economía en los territorios, una
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B 1
1 B
BANCOS COMU NITARIOS D E DESARROLLO
BANCOS COMUNITARIOS DE DESARROLLO

manera que se encontró para fortalecer las economías locales, reorgani­ 3. En el origen de los BCD, se encuentra la experiencia del Banco Pal­
z�1 �dolas hacia otro modo de promover el desarrollo, con base en los ptin­ mas, fundado en Fortaleza, Brasil (Fran<;a Filho y Silva Júnioc 2006).
ctptos de la economía solidaria. Los BCDs se consolidan como partícipes Dicho banco fue creado en 1 998, como fruto de la acción de la Asocia­
de un movimiento de economía solidaria, ya sea actuando en el ámbito ción de Vecinos del Conjunto Palmeiras (ASMOCONP) en el proceso de
de los foros regionales y nacionales de ese movimiento, va sea en la cons­ construcción del propio barrio y en búsqueda de mejores condiciones
titución ele su propia red, la red brasileña de bancos c;munitarios . de vida de aquel espacio. Particularmente, la idea de un banco comuni­
2. Una ele las condi ciones indisp ensab
tario surgió ante la constatación de que las condiciones de infraestruc­
les para la creación un BCD es
la movil izació n endóg ena del territorio media nte aportesele ele los recur­
tura urbana habían avanzado y, sin embargo, los problemas de falta de
sos ele otms instituciones, aunque haya varias posibilidades ele inareso y de oportunidad de trabajo seguían siendo significativos. Los
b
.
titucional en ese sentid o. En otras palabras, el inicio de un BCD orden ins­ éxitos obtenidos por ese mismo experimento, en términos ele generactón
darse a partir del deseo intrínseco de la comunidad, aunque exista moti­ debe de inareso v reducción ele la exclusión local, otorgaron un alto grado de
b V

vación Y procesos ele estimulación por parte de agentes externos. De todos reconocimiento institucional a la iniciativa. Ante las solicitudes de repe­
modos, algunos requis itos deben ser atend idos, tales como dispon i­ tición ele esa metodología, se creó en 2003 el Instituto Palmas de Desa­
bilida d de capita l financ iero para el fondo de crédit os; recursla o financ ie­
rrollo y Socioeconomía Solidaria, con el objetivo de implementar
ro para el pago de las gastos operacionales del banco; organ tecnol¿afas sociales de economía solidaria en conjunto con diversas ins-
o

comu nitari a (asoci ación , foro, consejo, etc.) que pueda encargarse ización tituciones de Brasil.
ge� ti_ón del banco ; perso nas capacitadas para las funciones de agentde e
la La repercusión de las acciones del Instituto Banco Palmas con el
crechto y gerente de crédito; y asesoramiento para que la comunidad pue- de sentido de replicar la metodología del banco comunitario se inició hacia
da aprovech ar la tecnología. 1 fines de 2004, con la implementación del Banco PAR, en Paracuru, esta­
Otro aspecto referente al funcionamiento de los BCDs es la existen­ do de Ceará. Al siguiente aíi.o, el Ministerio de Poder Popular para la Eco­
cia de garantía y contro l que se basa en las relaciones de proxim nomía Popular (MINEP), del Gobierno de Venezuela, se aproximó al
v
de confianza mutua, o sea, un BCD considera el registro formal de idad Banco Palmas y demostró su interés en trasladar la experiencia de los
sona que solicit a el préstamo sólo como un registro para el conocimien ­ la pe ; bancos comuni tarios a su país. El modelo de banco comunal/comuni­
to de su vida en la comunidad. El agente de crédit o del banco consu ­ tario se asumió como política pública de desarrollo por parte del gobier­
la red de relaciones de la vecind ad como fuente de·con ocimi ento. lta no venezolano. Al siguiente año, en mayo de 2006, se aprobó la Ley de
vez, el cobro del crédito se da mepia nte la introducción de un sistemA su los Consejos Comunales, que estableció a los bancos comunales como
control social totalmente inédit o: son los propios vecinos del territorioa de administradores de recursos otorgados por el poder ejecutivo para desa­
que pasan a ejercer un meca nismo de presión moral sobre los demá los n·ollar los proyectos locales. En 2008, ya había decenas de bancos comu­
Resumiendo, son cuatro las características que destacan lo espe- s. nales en todo el país, estimulados por una serie de programas
_
, de los BCDs si nos referi mos a exper
cifico gubernamentales, conducidos principalmente por el Ministerio de Poder
iencias finanzas solidarias
según la propia visión de la red brasileña de BCD,deéstas son: a) la coor­
Popular para la Economía Comunal (MINEC).
dinac ión del banco y la gestió n de los recursos son efectu El Gobierno Federal brasileño, con la orientación de la Secreta­
o:?aniza ción comu nitari a; b) las líneas de microcrédi to para adas por una ría Nacional de Economía Solidaria (SENAES/MTE), también entien­
Clon Y el consu mo local se basan en tasas de interés justa s, quela produc­ de al BCD como producto catalizador de las acciones del desarrollo
tan la generación de ingreso y oportunidad de trabajo a posib ili­ territorial al articular simultáneamente la producción, comercialización,
comu mdad . ; e) toda la financiación y formación ciudadana. Las acciones de gobierno se inicia­
la conce sión y ef cobro de los prést amos se basan en las ron en 2005, cuando SENAES invirtió en el Proyecto de Apoyo a la
relaciones de los vecinos y en las relaciones domé sticas , imponiend
con trol much o más social que económico; y el) la creac o un Implantación y Consolidación de Bancos Comunitarios, propuesto por
ión
tos alt�rna�ivos de incentivo al consumo local -tarje ta de créditode instru men­ el Instituto Palmas. De ese modo, SENAES actuó, en conjunto con el
da socm l Circu lante local- es reconocida por productore y mone­ Instituto Palmas, apoyando la organización de los bancos comunitarios
Y consumidores como medio eficaz para la
s, come rciantes a fin de consolidar esa metodología y convertirla en una referencia de
dinámica de la economía local. la política nacional de incentivo al crédito para la producción, consumo
50 51
B 1
1 B
BANCOS COMUNITARIOS D E D E SARROLLO
BANCOS COM U N ITARIOS D E D ESARROLLO

y desmTollo local. No obstante, diferente del gobierno venezolano, el •


blemas públicos concretos relacionados a su con� i�ión de vid� en lo ?ot�­
gobierno brasilefio aún no tiene un marco legal o garantiza los recursos diano a través del fomento a la creación de actividades socweconomi­
para el fondo de créditos de esos bancos comunitarios. Esa dificultad ha cas. E� ese sentido, el establecimiento de actividades u oferta de servicios
sido parcialmente superada a principios de 2006, cuando otro de los se realiza en función de demandas reales expresadas por los vecinos de
socios se unió a la iniciativa, el Banco Popular de Brasil (subsidiario del determinado lugm: La idea busca estimulm� en el territorio, la concre­
Banco de Brasil para el segmento de microcréditos y corresponsal ban­ ción de un circuito integrado de relaciones involucrando a los produc­
cario). Esa institución actuó como soporte de las iniciativas de los ban­
cos comunitarios mediante el aporte de los recursos financieros a la tores 0 a los que prestan servicios, de forma articulada con consumidores
constitución de fondos de créditos del banco comunitario. o usuarios . .
El Proyecto de Apoyo a la Implementación y Consolidación de Ban­ En ese tipo de economía, pierde sentido la consideración de la ol-cr-
cos Comunitarios tuvo un gran efecto en la ampliación de los BCDs res­ ta y la demanda como entidades abstractas, dC::l �11ismo m �d� que la com­
petencia deja de tener importancia en esa l ?g1ca. El obJetivo de 1� red
pecto a la tecnología social para el desarrollo socioeconómico de es instituir la ruptura con la dicotomía habitual entre la producc1on _ Y
territorios. En otras palabras, el proyecto funcionó como un amplifica­ el consumo, estimulandQ la libre asociación entre productores y consu­
dor de sociedades y como catalizador de esf·uerzos para convertir a los midores (o los que prestan servicios y los usuarios) y per�itienclo que
bancos comunitarios en una referencia de la política de incentivo a la se afirme el concepto de proswnidor: La regulación se realiza por vm _ de
generación de trabajo e ingreso para la población excluida socialmen­ debates públicos concretos llevados a éabo en el �spacio_ asociativo, en
te. Ello se hace evidente cuando se constata una serie de acciones y socie­ un ejercicio de democracia local en que los �r?pws vecmos plm::an Y
dades establecidas entre esas organizaciones y los órganos de los deciden sobre la oferta de productos y/o serviciOs (o sea, la creacwn de
gobiernos federales, estaduales y municipales desde fines de 2005. Con­ actividades socioeconómicas) en función de las demandas efectiva� iden­
siderando este esfuerzo, hasta el primer semestre de 2008 ya se encon­ tificadas anteriormente por ellos mismos. El estímulo de creacwn _ de
traban implementados cerca de treinta BCDs en distintas ciudades foros locales se convierte en la práctica de los BCDs, ejemplo de ello es
brasilei'ias. el foro económico local (Fecal), del barrio del Conjunto Palmeiras, en
Será necesario realizar un perfeccionamiento de los procesos para
que los BCDs puedan multiplicarse de manera sustentable, conforman­ Fortaleza. 1
Finalmente, la acción conjunta de la oferta y la demanda como
do una política pública eficaz de moderación de las desigualdades socia­ características clave de otra economía estimulada por los bancos comu­
les y del desarrollo socioeconómico de un territorio. Deben observarse nitarios supone que todavía existe, en el nivel de la acción, una articu­
tres grandes aspectos para la consolidación de los BCDs: 1 ) identifica­ lación fina entre dimensiones socioeconómicas y sociopolíticas. La
ción y captación de recursos de fondos que alimenten las líneas de cré­ elaboración de las actividades socio-productivas se conjuga en una for­
dito de los BCD; 2) establecimiento de infraestructura tecnológica que ma de acción pública: se trata de vecinos en un determinado territorio
haga las operaciones del banco comunitario más eficaces; 3) utilización debatiendo políticamente sus problemas comunes y decidiendo su �es­
de líneas de fondos públicos para viabilizar proyectos socioeconómicos tino. Ese proceso es coherente con el hecho de que el banco comumta­
locales mediante la tecnología de los bancos comunitarios. Luego de eje­ rio como vector de desarrollo socioeconómico de la red, se encuadra en
cutada esta última meta, contando con un amparo legal propio, intere­ un� dinámica asociativa local. Tales iniciativas pretenden constituirse
ses más bajos y mecanismos apropiados a las experiencias de también como formas inéditas de espacio público en sus respectivos terri­
microfinanzas, se dará un paso definitivo hacia la consolidación de la torios de pertenencia, proporcionando ideas de espacios públicos de pro-
metodología de los BCDs en lo que se refiere a política pública. ximidad (Laville, 1 994 ).
En segundo lugar, debido a la naturaleza de los servicios presta-
4. Cabe indagar si los BCDs expresan otra economía y si están contri­
dos , así como a sus fuentes de generación y captación de recursos, que
buyendo para otro modo de desarrollo. En primer lugar, los BCDs tie­ son bastantes diversificadas, los BCDs representan diferentes lógicas en
nen vocación de promover una construcción conjunta de oferta y de su dinámica de funcionamiento. Dichas lógicas remiten a diferentes prin­
demanda. Ellos materializan una iniciativa asociativa involucrando a los cipios de comportamiento económico cuando se adopta una concepc��n
vecinos, en un determinado contexto ten·itmial, que buscan resolver pro- plural acerca del funcionamiento de la economw _ real. Esa concepcwn
52 53
B 1 BANCOS COMUNITARIOS D E D ESARROLLO B I E N ES PÚB LICOS MUNDIALES 1 B

se opone a la interpretación habitual ele la economía siempre como sinó­ en la prioridad de la generación de trabajo y circulación del ingreso en
nimo exclusivo de la economía de mercado. Al contrario, los BCDs pro­ el mismo territorio. En la evaluación ele tales beneficios debe conside­
mueven una hibridación ele distintos principios económicos entre rarse una dimensión cualitativa fundamental que proviene ele su prác­
economías mercantil, no mercantil y no monetaria (Laville, 1 994 ). Así tica: la contribución para la formación y c_alificación de las personas, así
la sustentabilidacl en ese tipo ele iniciativa articula diferentes f·uentes de como para el fortalecimiento del tejido social local mediante nuevos
generación y captación de recursos (plasmada en la idea de fondo solí­ estándares sociales evidentes en la dimensión ele valores como la con­
ebrio de inversión comunitaria): mercantil, por la prestación de algún fianza, lealtad y solidaridad.
servicio; no mercantil, mediante la captación de recursos junto a insti­ La osadía ele un BCD reside en la búsqueda ele la restauración ele
tuciones públicas gubernamentales y no gubernamentales, permitiendo lazos y vínculos sociales seriamente clegraclaclos por las condiciones más
subsidiar muchas operaciones y servicios; y no monetaria, por medio de generales de la vida de las personas localizadas en los barrios más popu­
las contribuciones monetarias y de la propia lógica solidaria, impresa en lares, a través ele un nuevo tipo de relación con el dinero y de la organi­
un modelo de garantía y control social de los préstamos que tiene su fun­ zación de la vida económica local. Esa relación construye un nuevo tipo
damento en las relaciones de cooperación y confianza. de sociedad a partir de nuevas formas de relaciones económico-produc­
Establecido este mecanismo plural de sustentabilidad, cuyo equi­ tivas; luego, los servicios financieros solidarios ofertados por un banco
librio de gestión debe ser preservado por encima de todo en nombre del comunitario, aunque incluyan trueques mercantiles, no son puestos en
imperativo solidario como registro mayor de su acción, los BCDs afirman situación de rivalidad con otros entes públicos o privados. De esa mane­
la condición de beneficio social o comunitario propia de su dinámica de ra, el reconocimiento de la especificidad de esas formas de organización
organización. Se trata de iniciativas sin fines de lucro, volcadas al desa­ se convierte en una cuestión de suma importancia para el desarrollo ins­
ITollo del territorio donde se sitúan por medio de la implicación de los pro­ titucional.
pios vecinos en la autogestión de la iniciativa y la oferta de productos y
servicios directamente vinculados a las necesidades reales de la población Bibl iografía
local. En suma, el beneficio social de los bancos comunitarios reside en
el hecho de constituirse en organizaciones radicalmente diferentes de otras. FRAN<;:A FILHO, G.; LAVILLE, J. L. (2004), Economia solidária: uma abor­
-

Su modo de actuar en el territorio marca su singularidad. Esto se basa en dagem internacional, Porto Alegre: Editora da ÜFRGS.
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papel institucional es de suma importancia para el territorio, lo que sig­ dária: uma perspectiva internacional, Porto Alegre: EDÜFRGS; Sal­
nifica que no lo puede desempeñar cualquier ente, sea una empresa, una vador: Edufba.
organización no gubernamental, o el propio poder público. LAVILLE, J.-L. (Org.) ( 1 994 ), L'économie solidaire: une perspective inter­
Es justamente ese carácter de beneficio social o comunitario de los nationale, Paris: Desclée de Brouwer.
BCDs, además de estar inscripto en una lógica de constnrcción conjun­
ta de oferta y de demanda (o de fomento a la creación de un sistema local
de proswnidores) que permite situar la naturaleza de algunos de sus ser­
vicios como prestaciones mercantiles no-concurrenciales. En esos tér­ B I ENES PÚBLICOS MUNDIALES
minos, la actuación de un banco comunitario, como organización que
involucra a los propios vecinos o beneficiarios directos de los productos PHILIP GOLUB - JEAN-PAUL MARÉCHAL
o servicios ofertados, crea una plusvalía social en su territorio. Ese aspec­
to relevante se suma al hecho de que los BCDs actúan en un campo de l . Los bienes públicos mundiales son aquellos que son basales para la
actividades cuyas demandas no son satisfechas ni por el mercado, ni por humanidad. Conciernen a la preservación de la naturaleza, recursos natu­
el Estado. Por plusvalía social deben considerarse los beneficios direc­ rales, aire puro, agua, patrimonio mundial y paz, a la prevención y erra­
tos e indirectos como consecuencia de la actuación ele un BCD con base dicación de las epidemias mundiales, a la promoción de la solidaridad

54 55
B 1 BI ENES PÚBLICOS MUNDIALES BIENES PÚBLICOS MUNDIALES 1 B

internacional, en el caso de crisis humanitaria, y, de forma general, lo nacional (no-rivalidad). Además de la defensa nacional, los bienes públi­
que se refiere a cualquier fenómeno que traspase fronteras nacionales. cos más frecuentemente citados son: la seguridad nacional, la investigación
La globalización neoliberal implica resultados catastróficos tanto en el fundamental (diferentemente de la investigación aplicada, que puede ser
plano de la s�ciedad, como en el ambiental. Según I·esume Stiglitz (2002, susceptible de patentarse), los programas de lucha contra la pobreza, las
P· 279), P em o Nobd �e E
: � �?nomía en 2002 y ex-economista-jefe del Ban­ políticas ele estabilidad, la reglamentación del trabajo, la redistribución de
co Mundial, , la glob �hzacwn no funciona. No funciona para los pobres los ingresos, las normas de convenciones -incluso ele la lengua y las uni­
del m u ndo. No funciOna para el medio ambiente. No funciona para la dades ele medidas. Existe un gran número ele bienes públicos que no son
..
cstabihdad de la economía mundial." Tal diagnóstico remite ante todo puros, divididos entre los bie11es mixtos (o bienes de club) y bienes comu­
a la producción insuficiente de bienes públicos y, en particular de bie-
· ' nes. En los primeros, la exclusión es posible, aunque no sean rivales, a modo
nes públicos mundiales. ele ejemplo: las carreteras o el parque natural. Ya en los segundos, ningu­
na exclusión puede ser considerada, a pesar de ser rivales.
2. La noción de bienes públicos se remonta por lo menos a la escuela clá­ La singular pmticularidad de los bienes públicos reside en el hecho
sica inglesa. A? am Smith, en los ai'íos 1 770, le atl"ibuyó al poder públi­ de, siendo no-rivales y no-exclusivos, no pueden ser producidos por los
co un de�er .t!"IP�e: garantizar. la defensa nacional y la justicia y proveer mecanismos mercantiles tradicionales. Ya que si algún consumidor racio­
la financmcwn ,de los trabaJOS y de las instituciones que facilitan el nal está dispuesto a pagar por un bien del cual puede beneficiarse gra­
comercio de la sociedad". Los primeros constituirían las infraestructu­ tuitamente -situación en la que es llamado pasajero clandesti11o-, ninguna
ras de los autobuses y portuarias, al paso que las instituciones se mate­ empresa deseará asegurar tal producción. Esa "falla" del mercado en pro­
ri �t lizan en los establecimientos de enseíianza elemental (Smith, 1 99 5 , videnciar esos bienes (y servicios), útiles a todos, es la que torna indis­
Libro V, cap. I). Esa tesis, según la cual un conjunto de bienes debería pensable la intervenci Ón del Estado. Este es el único agente económico
ser p�·oporcionado por el Estado, se retomaría ampliamente y sería pro­ que está en condiciones de obligar a los ciudadanos a financiar, por vía
fundizada por el análisis económico. ele impuestos, la producción de esos bienes.
En la actualidad, se distinguen en general dos categorías de bie­ La noción ele bienes públicos concebida inicialmente por Adam
nes de consumo:. los bienes privados y los bienes públicos. Los prime­ Smith, para el ámbito ele la economía n*ional, fue trasladada en los últi­
ro� son los "que pueden ser divididos entre los diferentes individuos", mos aüos al nivel internacional. En esa dinámica reside el porqué ele las
rme� tras que los segundos son aquellos "de los que todos se benefician expresiones bie11es públicos intemacimwles, nnmdiales o globales, y se pue­
conJLm.tan.1ente, siendo que si una persona consume un bien de ese tipo den definir diferentes criterios . Tales parámetros pueden referirse a: sus
no pe!JUdica el consumo de otra persona" (Samuelson, 1 96 6 , p. 1 223 ) . características intrínsecas -bienes naturales (agua, etc.), artificiales (medi­
En otras palabras, a diferencia de lo que se observa en un bien privado camentos, etc . ) e inmateriales (conocimientos, etc.); su dimensión espa­
-como la gasoli � a ? las legumbres-, el consumo de un bien público por cial- del ámbito local (ruido, etc.) al del planeta (ozono estratosférico); o

un agente economico -como, por ejemplo, la iluminación de una calle su dimensión intemporal (mayor o menor irreversibilidad) (Hugon, 2003).
o . un ambi � nte de calidad- no disminuye para nada la cantidad dispo­ El primer y el más importante ele los bienes públicos es, sin duela, la paz.
mble del bien en cuestión para los demás agentes económicos. La necesidad ele producir estos bienes colectivos internacionales
Un bien púb� ico (o colectivo) se llamará puro si tiene las propie­ se revela problemática debido a la ausencia de una autoridad transna­
da �es de Iw-ex�lus LÓ11 y no-rivalidad. Mediante la primera expresión, se cional . A las fallas del mercado, que son las que justifican la intervención
entiende que nmgun , agente económico puede ser excluido del beneficio estatal, se suman, en el caso de los bienes públicos internacionales, y a
de la producción d �l bien; por la segunda, se establece que si una per­ fortiori globales, la falla ele los propios Estados, porque lo que es venia­
sona consume un bien, eso no disminuye para nada la posibilidad de que clero para los agentes económicos en una economía nacional (o sea, los
otra persona lo haga. compmtamientos oportunistas) también lo es para los Estados en lo refe­
La �efensa nacional es un ejemplo pei-fecto de un bien público puro, rente a las relaciones que mantienen entre sí.
en la med1da en que cada nuevo ciudadano (todos los días nacen ciudada­ Ese doble fracaso -del mercado y de los Estados- es lo que gene­
n? s) se beneficia .�e el � a (no-exclusión) sin que eso disminuya para nada el ra, según Hugon, la definición ele dos áreas de bienes públicos mundia­
mvel de produccwn disf1utado por los demás miembros de la colectividad les. La primera, proveniente ele los fracasos de los mercados, concierne
56 57
B 1
1 B
B I ENES PÚBLICOS MUNDIALES B I ENES PÚBLICOS MUNDIALES

a los bienes colectivos puros (resultantes de la investigación li.m dame puede inducir a la anarquía -la ausencia ele gobernabiliclad, formal o no,
tal, erradicacióh de las epidemias, recursos genéticos, no refuerzo al n­ a escala mundial- y favorecer el conflicto, por ejemplo, mediante la cons­
efec­
�o de la.capa de ozono, etc.), a los bienes del club (derechos de propiedad tit ución de unidades rivales .
mdust': �l, �onocimientos técnicos, etc.) y a ciertos bienes comunes (recur A la potencia hegemónica se le atribuye el papel de instituciona­
sos � aheut 1cos Y otros) L� renovación de estos se encue ­
. : ntra en peligr o lizar regímenes ele gobierno internacional a fin de asegurar la estabili­
debtdo a la creciente nvahdad de la cual son objeto La segunda dad y la continuación del sistema capitalista en su totalidad . Ella
engendrada por las fallas del Estado, es diferente a la. anteri or: "Se
área,
cstal; lece las normas y las restricciones del sistema, cumple como esta­
ele las funciones ele otorga miento ele regalías y reguladoras del Estadtrata bilizador en último recurso en el caso de falla de los mercados y garan­
un ten·itorio nacional. Se trata ele bienes tutelares nacionales en o en tiza la paz, condición indispensable para el funcionamiento y la
regionalizac� ón o ele globalización debido al desborde ele las fronte vías ele
expansión de los mercados. Esa teoría presupone que el hegemon es un
ele l?s es�a�ws ele la acción política: educación, salud, seguridad ras y actor racional con objetivos unificados y que los objetivos en cuestión
o ahmenttcta, estabilidad financiera." (Hugon, 2003, p. 40). física
avanzan infaliblemente en el sentido del bien común. Sin embargo, ello
. Esas dos series ele fallas mencionadas anteri ormen te gener an la no se verifica ni en el plano empírico ni en el teórico. Además de que la
� ec.estclacl cl.e regl �s internacionales coerc itivas . Adem ás, tal exigen cia hecremonía no constituve absolutamente una condición necesaria y sufi-

� mhca la existencia de una tercera falla, ya que la regla cuest ión es


o

ciente para la cooperación (Keohane, 1 984), la teoría de la estabilidad


!�talmente un bien público mundial. Delante de esas incapen hegemónica posee tres fallas significativas.
SIVas del Estado y ele los mercados, debe identi ficarse la o acidad
las
es suce­
fuente s de Primeramente, ella abandona el hecho de que la hegemonía es, des­
autoridad capaces ele permitir la implementación ele regímenes de gobier ele la Revolución Industrial europea, simultáneamente la causa y la con­
n_o que puedan garan tizar la producción ele los bienes públic os intern ­ secuencia de la división desigual del mundo entre los centros
a-
1
cwna les. dominantes y periferias dependientes y dominadas. Como argumenta
Braudel ( 1 985, p. 96), "el centm [es] la punta dominante, la superestmc­
3. Sobre el prisma teórico neorrealista ele las relaciones internacionales tura capitalista del conjunto ele la construcción. Hay reciprocidad de las
la .creación de bienes colectivos internacionales puede, y debe ser asu� perspectivas, si el centro depende de los abastecimientos ele la periferia,
mtela por un hegemon. Según Kinclleberger ( 1 986 ), el li.mdador de la teo­ y esta depende de las necesidades del centro, que le dicta su ley". Aun­
ría de la "estabilidad hegemónica", diversos autores neorrealistas que la pax británica se ha traducido en un largo tiempo ele paz interes­
parti �nclo de . un análisis ele ciclos hegemónicos sucesivos británicos ; tatal y de expansión económica de Europa, el imperialismo del
amencanos, .JUzg �-n que la est '\biliclad del sistema internacional depen­ libre-intercambio engendt·ó una jerarquía desigual entre el centro euro­
.
de de la mtervencwn de una potencia predominante. Ésta debe tener con­ peo y las periferias, la cual, mutatis nnttandis, perdura hasta hoy, en líne­
diciones Y voluntad ele mantener un orden internacional liberal' mediante as generales. En el caso de los Estados Unidos, la hegemonía pos- 1 945
1� aplic�ción ele un conjunto ele reglas, normas y disciplinas a las rela­ no dio lugar a la constitución de un imperio en el sentido principal del
c �ones I n_tei:estatales. En esta perspectiva, el hegemon es productor de término -"territorial"- y la esfera de la cooperación abarcó, ele hecho,
�1enes pubh �os inter�acionales en la medida en que el orden que cons­ sólo a los países capitalistas desarrollados.
tJ.t:tye garan�Iza no solo la paz y la seguridad, sino también la preserva­ En segundo lugar, naturalizando el status quo, la teoría ele la esta­
cton de un sistema económico internacional abierto y cooperativo. Hav bilidad económica excluye posibilidades de transformación. Todo cam­
que t �ner ciertas reservas en relación a este último adjetivo. En el voc;­ bio ele orden internacional constituido por el hegemorz, a saber, toda
?ula �w ele la escuela neorrealista estadounidense, la cooperación no difusión o redistribución del pode1� aumenta por definición el riesgo de
unpl � ca absolutamente la armonía o la convergencia ele los intereses de anarquía, al mismo tiempo que el sustento del status qua hegemónico
los chferent.es actores estatales, sino sólo el ajuste de sus comportamien­ sigue siendo la principal condición de la paz. De este modo, un sistema
tos respectivos. Aunque la concentración del poder en las manos de un multipolar o descentrado sería considerado a priori más inestable y peli­
Estado dominante engendre orden, su mantenimiento está estrechamen­ groso que un orden hegemónico al cual, supuestamente, se inhibe a las
te relac!o�aclo a 1 � capacidad de esa potencia de conservar una posición rivalidades (Kagan, 1 998). La teoría tampoco reconoce la contribución
hegemomca. Segun ese razonamiento, la decadencia de ese Estado sólo de las dinámicas y de las contradicciones sociales a la construcción ele
58 59
B I E N ES PÚB LICOS M U N D I ALES 1 B
B J B I EN ES PÚBLICOS M UNDIALES

la política del Estado hegemónico. Aunque la política internacional de refleje de la mejo r manera la diversidad del plan etaal ymon los inte�·eses de
io de los
un E� ta? � no podría expresar nada más allá de los intereses particula­ todo s. La �o lució n detallada consistiría en poner finólica sinoopol
res h1stoncamente contextualizados de los grupos sociales dominantes. cinc o mil'mbro s perm anen tes, dando voz no simb grandes pmse
efe �tiva, es
s hoy
Esa �s la razón de la efusiva crítica de Ashley ( 1 984), para quien el neo­ decir, un asien to com o miembro permanente a los ). Profu ndiza n­
rreahsmo se basa en un "modelo histórico cuyas coaliciones dominan­ exclu idos de la toma de decisiones (India, Bras il repr sentación n gio­
y otros
tes encuentran justificaciones para legitimar y obtener el consentimiento do la relkxión, se podría imag inar un siste ma de � �
en el Conse jo (ÁfTi ca, Amé rica Latin a, etc.) , que tuvie ra la venta Ja de
para su ¡·einado precario". nal
En tercer lugar y como consecuencia de lo antedicho, la teoría de com parli t· Ia tom a de decis ión y de feder ar a lo � Esta dos. . pl d
el eJem
1� estabilidad económica no dice nada cuando el propio hegemo11 se con­ Adl'm ú s de esa primera reforma, se podn a apoyar1dad . econ
? :
omi­
vierte en fuente de inestabilidad sistémica y de guerra, como pasa actual­ Fran cia, d proyecto de creación de un "Con sejo ele segm :
mente. Se revela incapaz de explicm� y menos aún de preve1� los ca, socia l y ecoló gica" , cuya misió n fuese proyectares,acciO nes � om �mes
m01:1entos en los que el poder hegemónico desmantela los regímenes de en las ái·l'as de la pobreza, alim entación, migr acionIguacont ammación Y
lmen te, se hana _
gobierno, los cuales él mismo instauró, y cuestiona el orden institucio­ expl otac ión de los recursos naturales, entre otras. y adop tar una cons­
nal que supuestamente comanda. En este caso, se intuye la hipótesis ele necesario, com o reivindica Bauchet (200 3), concebir iese las tareas de
que una .distribución del poder hegemónico propicia la institución 0 per­ tituc ión de las insti tucio nes internaciopales que defin sus relac i?n :s _Y los
manencia ele regímenes liberales, cooperativos y estables. las diver�as insti tucio nes públicas internacionales,epto s: el pnn c� p.!O de
prin cipios de sus intervenciones. Serían tres prec .
4. De esa constatación, se verifica que hace falta identificar una f·uente subs idiaridad, el prin cipio de regulación (armpnn 01 ía
: .�d las unpo �� cwnes
el c1p10 de gest 10n con­
de autoridad democrática que asegure la producción de bienes públicos fiscales, las cond icion es de empleo, etc.) y dos) .
globales. Aunque dicha fuente aún no exista, abundan reflexiones sobre sensual (entre poderes públicos e intereses priva
el tema, como prueban los tmbajos ele autores tan dife¡·entes tales como Es ardu o el cam ino que resta por recorrer paraicas alcanzar la pro­
ales. Exig e polít audaces que
Rawls, Walze1� Habermas o Ikenberry. Independientemente de esas teo­ ducc ión de los bien es púb licos glob \ práctica que nada
�·ías -.mu� bici� exami �1adas p01· Golub y Maréchal (2004 )-, los pdncipios sobr epon gan la cooperación sobre la ·ivali dad, una engendrado por �r�n­
1guahtanos e Imparcmles enunciados en la Carta de las Naciones Uni­ tiene de espontáneo, y ese camino es generalmenteción pea -el umco
das permiten imaginar una construcción institucional no-hegemónica des catú st1·ofes. Com o así lo prueba la consolida aún,euro de conj unto inte­
que transcienda el ámbito interestatal tradicional, donde prevalecen sólo ejem plo actual de regionalización exitosa y, más del SIDA y la amena­
las relaciones de fuerza. r�stata l no hege món ico. Los millones de víctimas os por el mom ento ,
Toda reforma que pretenda ser fiel a los plincipios fundadores de za de un cam bio clim ático no parecen, por lo mendesplazar a los favo­
esa Carta debería, en primer lugar, traducirse en una democratización cons titui 1• elem ento s sufic ientemente graves para dial indic a que
en la toma de decisiones y en una redefinición de las políticas recomen­ recid os de su situa ción de corto plazo. El escenario mun
da��s por las institucion :s responsables de la orientación de la globali­ las evaluaciones desfavorables tienen f·utu ro.
zaciOn: el Fondo Monetano Internacional (FMl), el Banco Mundial (BM)
�· la Organización Mundial del Comercio (OMC). Esa redefinición pasa­
ría por un "regreso" a la motivación fundadora del FMI v del BM en 1 944 Bibliografía
-la con � trucci?n �le u.n mun ?o mej01� por medio ele u� a políti �a regla­
mentana y rechstnbutlva, socml y democrática. Tales reorientaciones ten­ AsHL EY, R ( 1 984 ), The poverty of Neorealis
m. l11tematío11al Organi:ation,
drán pocas oportunidades de establecerse (aunque se constaten ciertos 38, n. 2, p. 225 -28 6, Sum . .
BAUC ! ! ET, P. (200 3), Cm1c e11tra
v.

avances interesantes) mientras los sistemas ele derecho de voto que pre­ tío11 des n111lt í11alímwles et muta /1011 despou-
valecen en los órganos directivos de esas organizaciones -sistemas favo­ l'oirs de l 'Eta t, París: CNR S édit ions
.
La me, Pari s: 42 Arthau � .
BRAU DEL, F. ( 1 985)
rables a los países ricos- no sean modificados. , dyna míqu e du capí talis
Es urgente reequilibrar la composición del Consejo de Seguridad GOL U B , P. ; IVIAR ÉCHA L, J. P. (20
04). Hyper puis sanc e américaine et bicn s
de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para que la misma pub lics glo bau x. Géoéconom íe, n. 30, été.

60 61
B 1 BIENES PÚBLICOS M U N DIALES

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nations, Paris: PUF 1 �""· ed. en inglés, 1 776. nización social que facilitan la cooperación y la coordinación en bene­
STJGL!TZ, J. (2002), La grande désillusioll, París: Fayard. ficio mutuo, como por ejemplo la participación en redes, la confianza y
las pautas de reciprocidad. Este concepto es un ejemplo emblemático de
la forma en que se construyen y popularizan formas ele interpretación
de lo sociaL Periódicamente aparecen en las ciencias sociales conceptos
que refieren a formas específicas de organización de las relaciones socia­
les y que responden a distintos objetivos, m iradas o enfoques sobre ellas.
A partir de las críticas pos modernas a las grandes teorías y, en especiaL
al marxismo por sus limitaciones para incorporar en su cuerpo teórico
dimensiones como la subjetividad, la cultura, el comportamiento coti­
diano de los sujetos; a aquel movimiento cíclico se le ha sumado la pre­
ocupación por conceptos con capacidad de relacionar los niveles micro
y macro de reproducción de la sociedad. Entre ellos se encuentra el de
capital social.
2 . Es usual que la literatura sobre capital social remonte los anteceden­
tes a la obra "Democracia en América" ( 1 835/ 1 840) de Alexis de Toc­
queville, quien resaltaba la importancia de las asociaciones cívicas en
la consecución de instituciones democráticas estables y efectivas (Put­
nam, 1 994). Sin e mbargo el concepto de capital social, originado en
autores de los países capitalistas avanzados, toma peso en las ciencias
sociales latinoamericanas en la década del noventa, en buena medida
de la mano de la obra de Robert Putnam, quien lo utiliza para anali­
zar el desempeño institucional en Italia desde los 70. De hecho en 1 994,
al año siguiente de su publicación en i nglés, había ya una traducción
al español de "Making Democracy Work", su trabajo más influyente
sobre el tema.
62 63
C 1 CAPITAL SOCIAL CAPITAL SOCIAL i C

No puede tampoco desconocerse el peso de organismos como el rela cionado con prt'�'l.'\1\'adones que se reiteran en su obra: las t's t n t.·­
Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo en la utiliza­ turas y procesos qu �· r,��·ilit an la reproducción del poder Y los p r i \· i k�: •s
sociales. La perspectiY,\ ,k Bourdieu es especial mente significati\'a t' l l \,\\\·
h
ción del concepto, sobre todo en relación con las condiciones de vida de
los grupos vulnerables. Para el caso de América Latina los estudios sobre to muestra que el capit,\1 sucia! no puede ser desligado -y mudHl l l h.' t h•s
el capital social, tanto académicos como de los organismos internacio­ autonomizado- dc\ ,·;¡pit;t l �.�conómico, a cuya reproducción cont rih:� '-' ·

nales de financiamiento, han estado en su gran mayoría orientados a En un trabaj �' l'l\'\"t' ele 1 980, Bourdieu retoma los atri b u t,,s k!
capital en sentido L'Oil\ 1.' \h' ional: acumulación, inversión, m a nten i m i ,'\\
,

mostrarlo como un activo de los sectores pobres, que puede operar como
mecanismo para superar o por lo menos aliviar tal condición. to, rendimiento, 1111.>\ di:ad ón, concentración, en relación con u n '''\\
El concepto f·ue usado por Loury en 1 977 para referirse a los recur­ cepto que utiliza par.1 1 \.' f...· rirse a los propietarios del capital: " E I ,·;q • n , d
sos inherentes a las relaciones familiares que resultan útiles para el desa­ social es el conjunt�' �_k h's recursos actuales o potenciales v i ncu b d , •:-- , ,
rrollo cognitivo de los niii.os o adolescentes (Herreros y de Francisco, la posesión de una r,-. ; , i : . nulera de relaciones más o menos institlll: i,'tl,\ ·
200 1 ) . Antes ele esa fecha, también en el ámbito ele la pedagogía, apare­ !izadas de intercon�_,,·itnk nto e interreconocimiento; o di cho de ' ' l t \ '
ce en escritos ele las primeras décadas del siglo pasado. Desde los 60 es modo, a la pertellCII<"i,: , g rupo" , en el cual sus miembros l'St ;\ 1 ¡ \ \ t Ü
utilizado por James Coleman, y discutido en el libro La Reproducció11 ele
: ;111

dos por "vínculos p�.· nn,m�.· ntes y útiles" que se basan en int ...· · a l l, ¡ ,
n n 'S

Pierrc Bou rclieu a comienzos de los afíos setenta. materiales y simbó li .:,,s �Hourdieu, 200 1 : 83).
Ambiguo, conceptualmente equívoco, imprecisamente definido, El volumen dd '';t pital social depende de la extensión de la t\'d �­
conducente a razonamientos circulares, polisémico, nuevo nombre para de los recursos que p�. 'Sú'n los componentes de la red: "la red de \' l \ h" l l ·
cuestiones largamente trabajadas por la sociología y la antropología los es el producto tk t' s t t';\ \ egi as de inversión social destinadas de l l h •d , ,
(Herreros y de Francisco, 200 1 ; Lechne1� 1 999; Portes, 1 999, Smith y conciente o inconsd <..' l\lt' la institución o reproducción de rdat· i \ > 1 1 1.':-­
sociales utilizables . . :· \. n, > u rdieu, 200 1 : 85). El autor sei'iala q ue l'! ,·;¡ p i­
a

Kulynych , 2002), son algunos de los cuestionamientos que el concepto


ha recibido simultáneamente con su masiva aceptación. Desde el pun­ tal social no es algo n;t\ut·;\ 1 -ni tampoco "algo dado socialmenll'" ( 1 � '-'1 1 1 ·
to de vista metodológico se le objeta la dificultad para encontrar indi­ dieu, 200 1 : 84)- P'-'�' d contrario (def mismo modo que el Ll p i t ,d
cadores que permitan operacionalizarlo en la investigación empírica. convencional, se �x,dn.t ,1gregar) es resultado de una constn�n·wn _ . q u �o·
Según Portes (1 999: 262) su popularidad ("parcialmente exagera­ supone importantes ill\'t't� iones materiales, simbólicas Y de eslucrzos q u v
da" según sus palabras) se justifica por su capacidad para poner el acen­ implican otros gash>s. � 1 1 u tilidad se expresa en los beneficios makr i :t ·
to sobre "fenómenos reales e importantes". La exageración deviene del les y simbólicos ( e l l'll.'s ti � io, por ejemplo) que permite ap_ropiar �· ''sP s
hecho de que no son fenómenos nuevos y han sido ya estudiados: "llamar­ beneficios depemh.·n d,• Lt participaci ón en la red de relaciOnes.
los capital social, es en gran medida, sólo un medio de presentarlos con La construcd,,n ..t�,_.¡ capital social permite convertir " rel aciones ,., \ ·
tingentes" (vecindad.. }';lll.' nt csco y otras) en "relaciones neccsari;1s �· ... k
>t

un porte conceptual más atractivo" (Portes, 1 999: 262) . Preocupado por ·


la utilización que se le ha dado en la literatura científica, periodística, polí­ tivas" que conlleY�\1\ , +li�aciones institucionales, comunicaciun;dn. . Y

tica y en el leguaje cotidiano, agrega que "estamos acercándonos a un pun­ sentidas (como resp...· t, ' a � l istad, gratitud). Así la reproducción dd t::tp i­
tal es tributaria de inst it ll d ones, que delimi tan los intercambios kgit i 11
·

to en que el capital social llega a aplicarse a tantos hechos y en tantos 1ns

contextos diferentes que pierde cualquier sentido distintivo que pudiera y excluyen los ilegítinh>s ··favoreciendo oportunidades (mítines, LTun-rus,
tener" (Portes, 1 999: 243) . A ello le suma la convicción de que hay pocas cacerías, recepcion .. t'h' . ) , lugares (barrios elegantes , escuelas sc kcLts,
clubes, etc.) o práctk;\s \,d ...·portes para ricos, juegos de sociedad. l"l' l \" 1 1 \t >··
.' s .

razones para suponer que el capital social suministrará remedio a los gran­
des problemas sociales, tal como sustentan algunas versiones derivadas nias culturales, etc. Y· �g�_,u rdieu, 2001 : 85), a través de las cuales Í l l lTI.'·
del análisis de Putnam. Considera, sin embargo, que en tanto "denomi­ menta su capital priY.td,, u n propietario de capital convencional.
nación abreviada de las consecuencias positivas de la sociabilidad" el con­ James Colem;\11, �_ ,1ro precursor en la historia del concepto. Ct > t l s i ­
cepto tiene "un lugar definido en la teoría sociológica" (Portes, 1 999: 243) . dera que constituyen t, t·m as de capital social las obligaciones, e x pv c l : t i i ­
vas v fiabilidad de bs t's t n 11.: turas, los canales de información Y las n orn t : t s
>

3 . Previo a su masiva dif·usión en las versiones actuales -y con una pers­ y sa�1ciones efectiYas. l\1k man ( 1 988) pone el acento eú la manera l' l l quv
pectiva distinta- el concepto fue formulado por Pien·e Bourdieu y está las relaciones entre' ind iY iduos afectan la acumulació n de capital soc i:d ,
64 65
e 1 CAPITAL SOCIAL CAPITAL SOCIAL 1 e

pero presta poca atención al modo en que las relaciones entre diferentes pres upuesto del Estado para el interés público no debería subestimar la
clases, estratos y grupos afectan estas relaciones entre individuos. Este es, im portancia de las redes sociales como apoyo ele una política efectiva"
en cambio, un aspecto central en el enfoque de Bourdieu. (Putnam, 200 1 : 95).
Una forma de sistematizar las diferentes perspectivas sobre el capi­ En la misma línea de pensamiento argumenta la siguiente apre­
tal social -a partir de algunos de sus principales exponentes- que carac­ ciación del Banco Mundial: "El capital social se refiere a las institucio­
terizan la gran cantidad de trabajos destinados a dif-undir el concepto, nes, relaciones y normas que conforman la calidad y cantidad ele las
es la que proponen Herreros v de Francisco. Para estos autores Bourdieu interacciones sociales de una sociedad. Numerosos estudios demuestran
y Coleman (con las diferencias que existen entre ambos) sostienen una que la cohesión social es un factor crítico para que las sociedades pros­
perspectiva "estructural" del capital social en contraposición de la "dis­ pe ren económicamente y para que el desarrollo sea sostenible. El capi­
posicional o cultural", tipo Putnam y sus seguidores (HexTeros y de Fran­ tal social no es sólo la suma de las instituciones que configuran una
cisco, 200 1 : 617). La primera perspectiva pone el acento en los recursos sociedad, sino que es asimismo la materia que las man.tiene juntas."
disponibles por los actores sociales, derivados de su participación en (h ttp://we b. worlclban k . org/ wb bsi te/externalltopics/extsocialcleve1 op­
redes (acceso a información, obligaciones de reciprocidad, aprovecha­ ment/exttsocialcapital. Consulta: 1 8.08.2008)
miento ele normas sociales cooperativas). La segunda considera al capi­
tal social como un fenómeno subjetivo compuesto por valores y actitudes 4. ¿Cuáles son las razones que explican la extendida utilización del con­
ele los individuos que determinan que se relacionen unos con otros, apo­ cepto? La pregunta se justifica sobre todo si se considera que su desa­
yados en la confianza social y pautas de reciprocidad y valores de coo­ rrollo se produce en momentos en que -como señalan Smith y Kulynych
peración compartidos (Herreros y de Francisco, 200 1 : 7/8). (2002)- resulta casi una ironía la explosión de trabajos académicos, polí­
A su vez, para avanzar en la comprensión de esta segunda pers­ ticos, periodísticos que explican una amplia variedad de problemas en
pectiva en que el capital soc!ftl es en definitiva entendido como activo de términos ele capital social, justamente en el momento en que las desigual­
los actores, un buen ordenador del campo teórico es la distinción de (un­ dades de riqueza e ingreso han adquirido enormes dimensiones en el
ciones básicas del capital social que -a partir de la revisión de la litera­ capitalismo a nivel global.
tura- realiza Portes ( 1 999: 250): (i) como fuente de control social vía Lechner ofrece un tipo de respuesta. A su criterio "la globalización
imposición de normas y reglas a partir de relaciones de confianza en exige estrategias de competitividad sistémica que presuponen la parti­
estructuras comunitarias; (ii) como fuente de apoyo familiar y (iii) como cipación ele las personas involucradas", aunque la organización de la par­
fuente de beneficios a través de redes extrafamiliares. ticipación suele plantear problemas debido a que "la gente quiere
Los teóricos del capital social ponderan sus efectos sobre las con­ beneficiarse de los resultados de la acción colectiva, sin pagar los cos­
diciones macrosociales (bu�n gobierno, democracias vitales, desarrollo tos ele la cooperación" (Lechner, 1 999: 1 3 ). Basándose en Putnam y Gro­
económico). Para Putnam el capital social disminuye la necesidad ele otaert, sostiene que este dilema puede ser superado mediante una
monitoreos, controles, negociaciones, litigios y acuerdos formales. Así sociabilidad generadora de lazos de confianza y cooperación. Para este
el capital social, que "refiere a características de la organización social, autor el aporte del capital social es permitir: " 1 ) compartir información
como por ejemplo redes, normas y confianza, que facilitan la coopera· y disminuir asf la incertidumbre acerca de las conductas de los otros; 2)
ción y la coordinación en beneficio mutuo" y constituye "un ingredien­ coordinar actividades y así reducir comportamientos oportunistas; 3 ) gra­
te vital para el desarrollo económico en todo el mundo" (Putnam, 2001 : cias al carácter reiterativo de la relación, incentivar la prosecución ele
90) y una condición para la revitalización de la democracia y el bu� n experiencias exitosas de colaboración y 4) fomentar una toma de deci­
gobierno . "Una política inteligente puede favorecer la formación de capi­ sión colectiva y así lograr resultados equitativos para todos los partici­
tal social, y el capital social aumenta la efectividad ele la acción ele gobier­ pantes" (Lechner, 1 999: 14 ).
no. Desde los servicios de expansión agrícola durante el pasado siglo Otra respuesta apunta a las implicancias del propio término capi­
hasta las exenciones de impuestos para las organizaciones comunitarias tal. En tanto el lenguaje es una construcción social e histórica, el térmi­
en éste, el gobierno americano con frecuencia ha promovido inversio, no arrastra inevitablemente un conjunto de significaciones imposibles ele
nes en capital social, y ahora debe renovar ese esfuerzo. Una nueva admi· obviar. Al respecto, Smith y Kulynych (2002) sostienen las siguientes argu­
nistración que está más dispuesta a utilizar el poder público y el mentaciones duras ele rebatir: en la terminología jurídica del derecho
. 66 67
e 1 CAPITAL SOCIAL CAPITAL SOCIAL 1 e

romano en adelante, su contenido es esencialmente monetario. Además dan el proceso mundial de acumulación, delimita ndo no sólo las condi­
históricamente aparece asociado al capitalismo, un sistema económico . dones de inclusión en el desarrollo global de los sujetos, grupos y cla­
que se asocia a su vez con el individualismo, el propio interés, la compe­ ses sociales sino de regione s enteras del planeta .
tencia y la búsqueda del lucro, aspectos que en general han resultado anti­ Tales atributos del concepto muestra n sus limitacio nes para des­
téticos con las virtudes cívicas que los teólicos del capital social defienden. cribir, explicar y propone r solucion es a la temática de la reprodu cción
Según los autores, al atribuirle el nombre de capital a un conjun­ y condiciones de vida de los sectores populares. En particul ar la preo­
to tan amplio de relaciones (en general positivas), se naturalizmt y legi­ cupación por el capital social de los pobres resulta más un miefacto ide­
timan las relaciones sociales, económicas y políticas del capitalismo. ológico que un aporte significativo para el abordaje de tales cuestiones,
Consideran que su utilización en la versión Coleman, Putnam y sus segui­ en tanto el énfasis por potenciar sus recursos -indudab lemente vitales
dores se explica por el clima ecvnómico, político y social imperante a fines para la sobrevivencia- tiende a eludir el problem a central de "los pobres":
del siglo XX, bajo el predominio de concepciones neoliberales y por la for­ sin desconoce¡· la importancia del desan·ol lo de redes basadas en la con­
ma en que el vocabulario del mercado ha impregnado el discurso políti­ fianza, la solidaridad, la reciprocidad, el núcleo duro de la superación
co y social. Es además una expresión del economicismo imperante en las de la desigualdad y la pobreza pasa centralm ente por la distribu ción de
ciencias políticas y sociales norteamericanas (Smith y Kulynych, 2002). la riqueza y por ende, del capital conven'cional.
Para Smith y Kulynych (2002) la utilización del concepto oscure­ Frente a este análisis la pregunt a sobre la pertinen cia teórica y
ce la interpretación de los procesos que pretende explicar, especialmen­ empírica del concepto se convierte en un desafío complej o . Si es, como
te cuando es usado para referido a las organizaciones de los consideran muchos autores, otro de esos conceptos que han llegado para
trabajadores y los pobres. Frente al hecho de que la solidaridad de la cla­ quedarse, a la luz de las críticas más arriba reseñadas resulta necesario
se trabajadora es considerada como una forma de capital social junto con repensar sus contenidos y alcance y discutir si -excepto en la versión de
otras muchas expresiones sociales, se preguntan qué tiene que ver esta Bourdieu- constituye un concepto fértil para pensar nuestras realidades
forma de relación con la que establecen entre sí los integrantes de una sociales.
liga de bolos (en referencia a otro trabajo destacado de Putnam: "Bowling
alone, America's Declining Social Capital"). Al respecto cabe señalar que Bibliografía
en Coleman son ejemplos de expresión empírica del concepto de capi­
tal social los comportamientos de activistas estudiantiles radicales en BoRDIEU, P. (200 1 ), "El capital social. Apuntes provisionales". Zona Abier­
Corea del Sur que se oponen a un régimen opresivo; las fuentes de con­ ta 94/95, Madrid.
fianza entre médicos y pacientes; la forma en que los comerciantes del CoLEMAN, J. ( 1 988), "Social Capital in the Creation of Human Capital".
mercado central de El Cairo cooperan para satisfacer sus necesidades The American Journal of Sociology, Vol. 94, Supplement: Organi­
y las preferencias de sus clientes; la estrecha unidad de la comunidad de zations and Institutions: Sociological and Economic Approaches
comerciantes judíos de Nueva York. Putnam usa como ejemplos de gene­ to the Analysis of Social Structure. The University Chicago Press.
ración de redes de sociabilidad y confianza además de las ligas de bolos, HERREROS, F. y D E FRANCISCO, A. (200 1 ), "Introducción: el capital social
orfeones, grupos de danza, movimientos de derechos civiles, organiza­ como programa de investigación". Zona Abierta 94/95, Madrid.
ciones de trabajadores (Smith y Kulynych, 2002; Putnam, 1 994 y 200 1 ). LECHNER, N. ( 1 999), "Desafíos de un Desarrollo Humano: individualiza­
De este modo, al homogeneizarse, el concepto de capital social ción y capital social". Contribución al Foro Desarrollo y Cultura
oculta lo específico de relaciones sociales cuya diversidad y riqueza las organizado por Science para Asamblea General del Banco Inter­
ciencias sociales deberían contribuir a despejat: La aparición en el len- . americano de Desarrollo, BID París, marzo de 1 999.
guaje académico, político y técnico de los "otros capitales" (habilidades, PoRTES, A. ( 1 999), "Capital social: sus orígenes y aplicaciones en la socio­
destrezas y credenciales educativas convertidas en capital humano y redes logía moderna", en CARPIO, J. -NOVACOVSKY, I. (comps.): De ig.ual a
de confianza, intercambio y reciprocidad en capital social) presenta como igual. El desafío del Estado ante los nuevos problemas soct� les.
extendida, generalizable y democratizada una noción amplia de capital, Fondo de Cultura Económica-SIEMPRO-FLACSO, Buenos A1res.
justo en el momento en que el capital se concentra de manera extrema P UTNAM, R. ( 1 993), "Making Democracy Work", Civic traditions in
y que algunas de sus formas {la del capital financiero globalizado) coman- modern Italy. Princeton, University Press. En español: Para hacer
68 69
e 1 CAPITAL SOCIAL - CIUDADANÍA CIUDADANÍA 1 e

que la democracia funcione, Editorial Galac, Caracas, Venezuela, mitieron que la idea de ciudadanía obtuviera estatuto jurídico y legal,
1 994. o mejor aún, constitucional. Aquí hay que señalar la influencia de las tra­
(200 1 ) , "La comunidad próspera. El capital social y la vida públi­ diciones griega y romana. Para los griegos, la idea de ciudadanía no se
ca" Zona Abierta 94/95, Madrid. confundía con el individuo concreto. El respeto a las leyes ele la polis era
Si\IITI-I, S. y KULYNYC!-1, J. (2002), "It may be social, but why is it capital?" la única forma de evitar que la comunidad estuviera sometida a un (mi­
Th � social constmction of social capital and the politics of langua­ co maestro o tirano, como se suponía que eran los pueblos bárbaros de
ge. Politics ancl Society, Vol. 30, N" l . Sage Publications. esa época. La tradición romana, en seguida, acentuaría el aspecto legal
y representador de la ciudadanía. Para Cícero, la ciudadanía se relacio­
naba a la presencia de una comunidad de derechos. La definición roma­
na de ciudadano en términos jurídicos permitió, igualmente, introducir
CIUDADANÍA un segundo gmpo de valores, empezando por la universalidad de dere­
chos, que fue reapropiacla en los siglos siguientes por el cristianismo y
PAULO H ENRIQUE MARTINS clihmcl ida por el espíritu colonizador europeo.
l. La ciudadanía es una constmcción moral. política y jurídica ambiva­ 2. Históricamente, la ciudadanía sólo es reconocida en el paso del Dere­
lente que aparece en sociedades históricas, complejas y abiertas, en las cho del Estado hacia el Estado de derecho, con la sustitución del pun­
cuales el dilema entre individuo y sociedad es calculado mediante el sur­ to de vista del príncipe por la visión de los individuos comunes sin títulos
gimiento ele esferas públicas que valoran el "mundo común". En la de nobleza, aunque con garantías constitucionales respaldadas por la
Modernidad, dichas esferas reducen las influencias de lo privado y subra­ legislación común. La organización de ese Estado de derecho y la quie­
yan la importancia de la igualdlad como conquista política y jurídica, es bra de los privilegios aristocráticos no conformaron un proceso histó­
decir, en ellas la propiedad individual es relativizada por la propiedad rico simple. El advenimiento de la ciudadanía moderna a partir del siglo
social. Del punto de vista moral, el valor básico de la ciudadanía es el de XVII tuvo lugar gracias a sangrientas revoluciones como la estadouni­
la igualdad social que, en los casos de las experiencias democráticas, está dense y la francesa. Si el-pensamiento renacentista preparó la vuelta del
pautada por un nuevo valor de libertad, que ya no es el del tirano, sino ideal republicano de la ciudadanía moderna, su sistematización se debió
el del hombre común. Promover la igualdad significa privilegiar el todo a algunos pensadores considerados fundamentales para reflexionar acer­
social, la voluntad colectiva, la obligación moral supra-individual y la pre­ ca de la naturaleza del individuo.
dominancia ele la sociedad, en1fin, aceptar que la propiedad social impli­ T. Hobbes ( 1 982) proponía la idea ele un contractualismo vertical,
ca cierta socialización de la antigua propiedad privada. Conjuntamente decidido de arriba hacia abajo por un legislador soberano. Creía que, dado
observados, los valores morales básicos de la igualdad y de la libertad que el ser humano tiene una naturaleza hostil, éste sería incapaz de deli­
adquieren consistencia histórica y sociológica mediante acciones polí­ . berar espontáneamente respecto del interés colectivo. En sentido contra­
ticas generadas en las tensiones entre las perspectivas del sostenimien­ do, J. Lod;:e (2004) proponía que la sociedad sería fruto de un contrato entre
to de las creencias y valores colectivos y las presiones crecientes del individuos libres que compondrían una pluralidad organizada anterior a
individualismo cont� mporáneo a favor de la liberalización de los deseos la sociedad misma. En otro sentido aún, J. J. Rousseau (2002) creía que los
y singularidades. En la práctica, esa ambivalencia constitutiva de la ciu­ individuos tendrían total interés en ponerse espontáneamente bajo el abri­
dadanía se resuelve entre las movilizaciones crecientes hacia la diferen­ go ele una voluntad general. Para el autor, el contrato social derivado de un
ciación (de género, etnia, naci!Jnalidad y culturas, entre otros) y aquellas pacto de esa envergadura, edificado sobre el consentimiento, sería la con­
dirigidas a la preservación del orden social establecido. dición para que cada ciudadano pudiera asimilar la libertad y la obligación
Además de los elementos'de la moral y de la política, la base teó­ como virtudes comunes. En el fondo, Rousseau articuló la idea de ciuda­
rica de la ciudadanía exige componentes jurídicos. En esa perspectiva, danía con la ele comunidad. En esas tres tendencias del pensamiento polí­
la ciudadanía sólo adquiere fuerza de ley y de sanción con el lenguaje tico tradicional, encontramos las bases ele modalidades diferentes de
escrito, con los códigos jurídicos y con las constituciones republicanas organización de la ciudadanía: la ciudadanía tutelada, observada en diver­
que, al estipular la centralidad de la cosa pública en la vida colectiva, per- sos regímenes autoritarios e inspirada en Hobbes; el pensamiento liberal
70 71
e 1 C I UDADANIA CIUDADANIA 1 e

remonta a Locke; y la fommlación comunitmista y asociativa alude a Rous­ bada por otros hechos nuevos, como la sede de luchas alrededor de dere­
seau. Dichas concepciones siguen predominando aún en el siglo XXI, actua­ chos lingüísticos, de autonomía regional, de inmigraciones y naturaliza­
lizadas por el debate entre los defensores de un abordaje liberal de la ciones, de reivindicaciones territoriales y de diferencias religiosas, entre
ciudadanía, presente en autores como N. Bobbio y R. Rorty, y los defen­ otros. En esa misma perspectiva, C. Taylor ( 1 995) sugiere que las nuevas
sores de una noción comunitaria y multicultural de la ciudadanía, como luchas por la ciudadanía ya no pueden se!: reglamentadas por la gestión
C. Taylor y W. Kymlicka. · clásica de lo social, demandando la instauración de una política del reco­
nocimiento y de la dignidad para que se responda efectivamente a las nue­
3. Recientemente, se empieza a observar una fuerte tendencia -principal­ vas demandas. A su vez, J. Habermas (2002) también se preocupa por el
mente en autores influenciados por la filosofia política contemporánea- a tema de la nueva ciudadanía y de la rediscusión de la relación entre nación
la valoración de la ciudadanía desde la óptica del derecho. Para T. H. Mar­ y derechos, pero subraya la idea de una ciudadanía posnacional. Pensan­
shal ( 1 976), es posible organizar el desmTollo de los derechos de ciudada­ do en los desafios de la integración europea, el autor señala la importan­
nía a partir de tres fases distintas: la de los derechos civiles, tenidos como cia de plantear formas alternativas de integración y de inserción social
derechos de plimera generación; la de los derechos políticos que serían la a partir de una nueva relación entre Estado de derecho y democracia.
segunda generación; y la de los derechos sociales, como derechos de ter­ Es un equívoco igualar ciudadanía y democracia y reducir suma­
cera generación. Los derechos de primera y segunda generación han sido riamente una a la otra. Aunque la segunda no exista sin la primera, la
granjeados entre los siglos XVIII y XIX. Los derechos civiles han sido con­ ciudadanía puede existir sin la democracia. Los griegos estaban concien­
quistados en el siglo XVIII, cmTespondiendo a los derechos individuales de tes de esa diferencia. Aun considerando como ciudadano sólo a los que
libertad, igualdad, propiedad, de paso, de seguridad, entre otros. Los dere­ participaban del poder deliberativo o judiciario en la colectividad de indi­
chos políticos fueron alcanzados en el siglo XIX y se refieren a la partici­ viduos denominada polis, Aristóteles vislumbraba la posibilidad de que
pación electoral y a la libertad de asociación, de reunión y de organización existiera ciudadanía en regímenes no democráticos, como los despóti­
política y sindical. A su vez, los derechos sociales se han institucionaliza­ cos o tiránicos. De hecho, la conquista jurídica, política y moral de la
do en el siglo XX a partir de las luchas obreras y sindicales, expresándo­
, igualdad no ha sido una tarea fácil, y, dep�ndiendo del contexto, predo­
se en los derechos al trabajo, a la salud, a la educación y a la jubilación, vale minan las opiniones de los que consideran a la propiedad social más
deci1� las gamntías de acceso al bienestar y al bien social. Finalmente, en importante que la individual o viceversa. En los regímenes burocrático­
la segunda mitad del siglo XX se podría hablar de derechos que tendrían
, socialistas del siglo XX se exageró el peso de la obligación sobre la liber­
,

como titular no al individuo, sino a grupos humanos como nación, colec­ tad y, en los regímenes de democracias burguesas, particularmente los
tividades étnicas o la misma humanidad. Algunos ejemplos serían los dere­ más influenciados por la ideología neoliberal, se ve lo contrario: la liber­
chos a la autodeterminación de los pueblos, los derechos al medioambiente, tad individual es más apreciada que la obligación colectiva. En ambos
el derecho del consumidor y los derechos de las mujeres, niños y ancianos. casos, la relación entre ciudadanía y democracia es problemática, pues
Algunos autores ya hablan de derechos de cuarta generación, como aque­ el peso abusivo de la igualdad colectiva sofoca a las libertades individua­
llos referentes a la bioética y los que buscan impedir la destrucción de la les, lo contrario también es verdadero, el exceso de libertad individual
vida o la creación sin cdterios de la vida en laboratorios. reprime a las perspectivas de supervivencia del "mundo común". Entre
Hay autores que condicionan a Marshall, pues consideran que los un caso y otro, se expanden los intentos de conciliación entre ciudada­
derechos de ciudadanía no han sido establecidos en etapas complemen­ nía y democracia, mediante experimentos de democracias participati­
tarias, tal como el análisis de ese pensador enunciaría. Dichos autores vas que buscan incluir y armonizar las ventajas de la representación
recuerdan que, al observar el mosaico de la ciudadanía a nivel planeta­ (elección indirecta) individual y de la asamblea (elección directa) colec­
rio, se percibe que las modalidades de su apreciación varían enormemen­ tiva, mientras se reconoce la posibilidad de divergencias.
te entre sociedades Y culturas. En ese sentido, creen que sería más Si la moral, la política y el derecho son fundamentos incuestiona­
interesante pensar en los derechos de ciudadanía en el marco de la dive¡·­ bles de la ciudadanía, su permanencia y estabilidad históricas dependen
sidad cultural. Autores como W. Kymlicka ( 1 996) sugieren la tesis de la de factores complementarios. Aquí podemos recordar el principio de la
ciudadanía diferenciada, forma de superación del viejo factor nacional universalidad de derechos, que busca compatibilizar Jos valores prima­
y de adopción de una perspectiva multicultural. Esa tesis sería compro- rios de la igualdad y de la libertad en un nivel institucionalmente más
72 73
e 1 CIUDADANÍA CIU DADANÍA 1 e

complejo, que integra las diferencias nacionales en una esfera común zación del mercado, ele reducción del rol regulador del Estado y de limi­
mundializada. No obstante ese principio, la ciudadanía no es, al contra­ tación de derechos ele ciudadanía al consumo productivo y al trabajo fle­
rio de lo que supone el sentido común, una especie de "derecho natural" xibilizado. En contra ele esa visión reduccionista, siempre se debe recurrir
humano y universal. Las evidencias históricas prueban que es un fenó­ a las tradiciones de los pensamientos antiguo y moderno que se abren
meno histórico puntual y que las sociedades organizadas a partir del ide­ hacia entendimientos complejos ele los fundamentos ele la ciudadanía, tal
al de ciudadanía son minoritarias en la historia humana. El sentimiento como se expuso anteriormente, reubicando la cuestión económica aden­
de que la ciudadanía sea algo natural es solamente el resultado de un pro­ tro de lo social. Igualmente, es fundamental reforzar la organización ele
ceso ele interiorización ele un orden moral, el moderno, que busca erró­ un pensamiento crítico antiutilitarista que revalore la discusión de la ciu­
neamente plasmarla como una evidencia universal a priori, rechazando dadanía en los ámbitos de la moral, la política y la justicia, evitando su
el valor ele la esfera pública como espacio de conversión y organización reducción a la ideología mercadológica. En ese sentido, es importante
ele los fines comunes inciertos (Tayl01� 1 995). El valor ele la universali­ recordar que B. S. Santos ( 1 995), considera que la organización ele un
dad es, en el fondo, una especie de operador simbólico transnacional ele entendimiento complejo ele ciudadanía, que responda a las exigencias ele
la política, legitima.do por la posibilidad de realizar exitosamente las ope­ abolición ele las formas actuales de opresión y de exclusión, no puede efec­
raciones de traducción y adaptación de significaciones nacionales, reli­ tivizarse mediante la mera concesión de derechos, esa parte importante
giosas, históricas y culturales, que siempre son diferenciadas y ele las tendencias teóricas recientes. Dicha organización exige una recon­
particularizadas. Ese éxito no está siempre asegurado. versión global de los procesos ele socialización y ele los modelos ele clesa­
n·ollo. Esa observación es muy relevante en sociedades periféricas, donde
4. La idea ele la ciudadanía como un derecho universal ha sido reforza­ la construcción de la ciudadanía es permanentemente obstruida por pro­
da por otro principio, el de los derechos humanos. Se generalizó, así, en blemas estructurales generados por la modernización y por los valores
el Occidente, la creencia de qua la ciudadanía sería un valor democrá­ tradicionales dominantes (Souza, 2003).
tico, universal y necesariamente fundado en los derechos humanos. En Para la comprensión contemporánea ele la ciudadanía hay que
tanto derecho universal y bien intangible del ser humano, la ciudadanía tener en cuenta que lo jurídico sólo es uno de sus términos conforma­
democrática moderna debería, por consiguiente, ser considerada una dores, a la par; igualmente, de la moral y la política, tal como se señaló
referencia para toda organización política independientemente ele los a principio de este texto. Individualmente considerados, cada uno ele esos
contextos culturales particulares. No obstante, la concretización de esos términos es insuficiente para explicar el surgimiento de la ciudadanía.
ideales humanistas ha encontrado, en la práctica, dificultades importan­ Su éxito como proyecto histórico proviene ele la confluencia de las luchas
tes, como lo prueban los inten�os problemáticos de los colonizadores por el reconocimiento y por la dignidad, por la participación y represen­
europeos de imponer verticalmente el ideal de la república democráti­ tación libres e igualitarias y por el usufructo común ele derechos cívicos,
ca a otros pueblos, a Jo largo de los últimos 200 años. La construcción políticos, sociales, económicos, culturales y ambientales. Dicha conver­
ele la ciudadanía exige una serie de acuerdos intersubjetivos que no se gencia debe darse alrededor ele la experiencia ele un mundo común, que
restringen sólo a la redistribución de riquezas materiales y ele bienes del no puede ser privatizado por individuos o corporaciones. Ese entendi­
poder. En muchas sociedades, dichos acuerdos deben incluir necesaria­ miento es particularmente importante al considerarse la invención ele
mente los reconocimientos iclentitarios, culturales, religiosos y políticos. la ciudadanía democrática, que oscila permanentemente entre las ambi­
Esas presiones cotidianamente renovadas, generadas por las luchas por valencias de la vida social - los intereses individuales y los colectivos, los
bienes materiales y simbólicos, inciden necesariamente sobre las insti­ órdenes instituidos y los instituyentes, los espacios global y local.
tuciones sociales, en general, obligando a que se creen nuevos mecanis­
mos de participación, ele regt.ilación y de deliberación ele los derechos Bibliografía
ele la ciudadanía, en varios niveles ele las sociedades organizadas: des­
de el poder central hasta los poderes regionales y locales. ARENDT, H. ( 1 958), The human condition, !=hicago: The University of Chi­
Finalmente, hay que subrayar la fuerte presión generada por el pen­ cago Press.
samiento neoliberal para reducir la discusión acerca de la ciudadanía a ARISTÓTELES (2004), Politique, Paris: Nathan.
la cuestión económico-mercantil, reafirmándose las ideas de autonomi- BOBBIO, N. ( 1 992), A era dos direitos, Rio de Janeiro: Campus.
74 75
e 1 CIUDADAN[A - COMERCIO JUSTO COM E RCIO JUSTO 1 e

HABERMAS, J. (2002), A in.clusiio do outro: estudos de teoría política, Sao reside en la suma de aquellos que ya eran ricos y se hicieron más ricos
Paulo: Edi�6es Loyola . . por medio de este comercio, sino en la suma de los que el com<;!rcio jus­
HOBBES, T. ( 1982), Le citoyen. ou les fon.dements de la politique, Paris: Fla­ to ha ayudado a salir de la pobreza, de la exclusión y de la marginalidad
maryon. o ra. ed., 1 642) en todos los ámbitos.
KYMLICKA , W. ( 1 996), Ciudadanía multicultural, Barcelo na;
Buenos Aires:
Paidós. 2 . El comercio justo no se configura sólo como una relación comercial,
LocKE, J. (2004), Essay concen1.Í11g human un.dersta nding, London : Pen­
sino que busca establecer un vínculo de cooperación y asociación entre
guin. ( 1 ra. ed., 1 690) los productores del Sur y los importadores del Norte, basado en la igual­
MARSHAL L, T. H. ( 1 976), Class, citizensh ip an.d social developm ent, Con­
dad y el respeto mutuo. En el comercio justo, el consumidor conciente
necticut : Greenwood. no adquiere sólo productos, sino que al estar informado sobre el origen
RORTY, R. (2007), Contingencia, ironía e solidariedade, Sao Paulo: Mar­ del producto (en los aspectos éticos y ambientales) asume relaciones de
tins Fontes. compromiso con los productores. El comercio justo puede definirse como
RoussEAU, J. J. (2002), Du contrat social et discours sur l'ecorwm ie poli­ la relación de "intercambio" económico y ético entre productores respon­
tique, París: Athena. ( 1 '11• ed., 1 762) sables y consumidores éticos, orientados hacia el desarrollo humano soli­
SANTOS, B. S. ( 1 995), Pela miio de Alice: o social e o político na Pós-Moder­ dario e integral. En su base, se encuentra el, trabajo por una economía
nidade, Sao Paulo: Cortez. justa y solidaria. ·

SouzA, J. (2 003), A construriio social da subcidadania: para urna socio­ El comercio intemacional tradicional se viene desarrollando a tra­
logia política da modernidade periférica, Belo Horizonte; Ed. vés de relaciones de "intercambio", en un modelo que genera injusticia,
UFMG; Rio de Janeiro, IUPERJ. desigualdad y marginalidad. En el ámbito agrícola, los países del Nor­
TAYLOR, C. ( 1 995), Philosophical arguments, Cambridge; London: Harvard te importan productos que no se desarrollan en los climas de esas regio­
University Press. nes para que su población pueda consumirlos, tales como banana, café,
cacao, azúcar, etc. De esa manera, esos países importan productos que
demandarían altos costos de mano de obra lsi se produjeran localmen­
te si los comparamos a los bajos precios que se pagan en los países del
COMERCIO JUSTO Sur, donde la mano de obra es menos remunerada. Además de eso, sub­
sidian su agricultura y hasta la industria, pero de esa manera hacen todo
ALFONSO (OTERA - HUMBERTO ÜRTIZ ROCA lo posible para que los países del Sur no procedan.
Los acuerdos intemacionales sobre comercio (OMC) estipularon que
l . Se denomina comercio justo al proceso de intercambio de producción­ los países industrializados redujesen los impuestos sobre las importacio­
distribución-consumo, que apunta hacia un desarrollo solidario y sus­ nes agrícolas en un 36%, en un plazo de seis años, y que los países en desa­
tentable. Ese desarrollo persigue que se beneficien, sobre todo, los rrollo llegasen al 24% en diez años. En la práctica, los países desarrollados
productores excluidos o empobrecidos, posibilitando mejores condicio­ mantienen subvenciones agrícolas muy elevadas, mientras que los países
nes económicas, sociales, políticas, culturales, ambientales y éticas en en desarrollo no pueden hacerlo debido a las principales condiciones del
todos los niveles de ese proceso, tales como el precio justo para los pro­ sistema financiero intemacional, generando, así, un verdadero dumping
ductores, educación para los consum idores y desarrollo humano para y convirtiendo a los productores del Sur en menos competitivos.
todos y todas, respetando los derechos humanos y el medio ambiente de Una de las consecuencias de esa situación es la permanencia de
forma integral. la exportación de productos agrícolas y de materias primas por parte de
Se busca obtener condiciones más justas para los productores, los países y de las regiones cuyas poblaciones padecen de hambre a otros
especialmente para los más marginados, forjando la evolución de las países ton superproducción alimenticia. Los productos locales y tradi­
prácticas y las reglas del comercio internacional para que busquen cri­ cionales de los países del Sur son usufructuados por las empresas trans­
terios de justicia y equidad, contando para ello con el apoyo de los con­ nacionales, en lo que se refiere al derecho de propiedad, sin que éstas
sumidores. Un indicador del impacto resultante del comercio justo no reconozcan su saber ancestral, a pesar del acuerdo 1 69 de la OIT.
76 77
e 1 COM ERCIO J U STO COMERCIO JUSTO 1 e

Ya hace casi 50 ai'ios, las organizaciones no gubernamentales ele una marca comercio justo, la experiencia Usiri) . También se formó una
los países del Norte, especialmente las europeas, en diálogo con organi­ red de producción y comercialización solidaria entre productores de
zaciones no gubernamentales y grupos ele productores de los países del México y de los Estados Unidos de América del Norte, denominada Alian­
Sm� vienen dcsan·ollando un enfoque y procesos alternativos del comer­ za Rural (Rural Coalition).
cio internacional tradicionaL Bajo las denominaciones ele comercio jus­ A inicios del siglo XXI, aumentó la posibilidad de crear certificado­
to o comercio equitativo y solidario, se busca revertir "desde abajo" la res solidarios en los propios continentes del Sur. En 2006, la red latinoa­
tendencia injusta presente en los "intercambios" realizados en el comer­ mericana del comercio justo propuso la creación ele un sello en el
cio internacional, promoviendo que se reconozca el trabajo ele los pro­ subcontinente contemplando incluso la "certificación cruzada", por la cual
ductores del Sur mediante el pago ele un precio justo por sus productos la entidad de un país, cumpliendo los padrones, y con legitimidad, pudie­
y sensibilizando a los consumidores del Norte sobre el conocimiento ele ra: certificar los productos de otro país, y así sucesivamente. La red está rea­
esa realidad, sobre el consumo sano y su verdadero poder ele compra no lizando estudios para el lanzamiento ele esos "sellos del Sur", que permitirán
sólo económico, sino principalmente ético. el acceso de un mayor número de pequeños productores a la misma.
El movimiento del comercio justo puso en marcha mercados alter­
nativos en los países del Norte, con normas precisas para cada produc­ 3. El concepto ele comercio justo se amplió, extendiendo esta definición
to. El número ele esos productos es cada vez mayor, y su producción es al comercio practicado internamente en los países, revalorizando el mer­
más diversificada, siendo o frecidos en tiendas solidarias y en algunos cado local (y no sólo la exportación) y la comercialización entre los paí­
supermercados (por ejemplo: la experiencia mexicana de los supermer­ ses del Sm� así como entre los países del Norte y ele Oriente-Occidente.
cados solidarios). En esa perspectiva, se sitúan los acuerdos propuestos durante el I
Esos mercados propician una relación más directa con los produc­ Encuentro Latinoamericano de Comercio Justo, Consumo Ético, Inter­
tores de los países del Sur, ofreciéndoles mejores condiciones comercia­ cambio y Moneda Social. que se realizó en Lima, Perú, en marzo ele 200 1 .
les. Esa relación directa no se establece tanto por la reducción de la El comercio justo también se vincula a l consumo ético, siendo
distancia física, sino por la aprox imación 'ética, lo que puede denomi­ ambos dos caras de una misma concepción, no existiendo uno sin el otro.
narse una "economía de proximidad", a pesar de las grandes d istancias Tal como la permuta o trueque (intercambio directo) y la moneda social.
geográficas. constituyen medios de intercambio en las economías locales y regionales,
La propuesta original de un comercio justo consistía en substituir especialmente para los grupos más marginados y pobres, aunque demues­
a las relaciones ele asistencia Norte/Sur por relaciones ele solidaridad en tren su viabilidad en relación a otros sectores sociales. Cada vez más, se
el nivel ele los "intercambios'; económicos (TI·ade, not aid - comercio, no reconoce la multifuncionalidad del comercio justo, analizándose como pro­
asistencialismo). Luego de esta iniciativa, se verificaron, en casi todos moción local permanente y sustentable ele la creación ele empleos, instau­
los países de Europa y de América del Norte, diversas experiencias nacio­ rando relaciones ele equipos entre mujeres y hombres y entre generaciones,
nales de certificación mediante el sello de comercio justo (fair trade label) movilizando los valores éticos culturales y de desarrollo a partir del espa­
y certificación orgánica y de calidad. Esos agentes también importan y cio local. y no sólo como una estrategia de comercialización.
promueven productos de las cooperativas, asociaciones y pequeños pro­ El comercio justo implica, además, que se produzcan estrategias
ductores de los países del Sur. ele diálogo con las provincias, las organizaciones multilaterales y las redes
En 1 997, todas esas iniciativas se unieron bajo el FLO-Intemacio­ sociales, perm itiendo así incorporarse a u n estatuto jurídico para el
nal (Fair-trade Labell i ng Organizations), para proveerse de un sello de comercio justo en los niveles nacionales e i nternacionales. E n el caso de
comercio justo internacionaL A partir de este momento, esos graneles la Unión Europea, por ejemplo, el 2 de julio ele 1 998 el Parlamento Euro­
agentes trabajaron en conjunto para facilitar la exportación de los pro­ peo aprobó por unanimidad la Resolución A4- 1 98/98, sobre la promo­
ductos de las organizaciones de pequeños productores y promoverlos, ción del "comercio equitativo y solidario".
con la intención de reducir la distribución desigual de bienes entre el Nor­ En Ecuador, sobre la i niciativa de Maquita Cushunchic ("démo­
te y el Sur. Actualmente, en México, el comercio justo i nterno se desarro­ nos las manos comercializando como hermanos"), se impulsó, a partir
lla reconociendo la promoción de los pequeños productores, con u n sello del comercio i nterno, un movimiento de comercialización comunitario
no sólo de certificación equitativa, sino también de comercialización (con con las organizaciones populares del campo y la ciudad, denominado Red

78 . 79
e 1 COM ERCIO J USTO COMERCIO JUSTO 1 e

Latinoamelicana de Comercialización Comunitalia (RELACC), con sedes zación que persigue construir un mundo responsable y sustentable; e)
en 1 8 países de Amélica Latina. Con el objetivo de convertirse en una alter­ la humanización del proceso comercial, por eso, el comercio justo se inte­
nativa al libre comercio (al TLCAN), se formó la Alianza Rural, una alian­ gra a una visión de la economía centrada en la persona, no se limita a
za compuesta por más de 90 organizaciones de pequei'i.os productores y los i ntercambios mercantiles y monetarios.
asalariados agrícolas de México y Estados Unidos. En Pen1, existe l a Red El comercio justo posee varios objetivos. El primero es el que eva­
Peruana de Comercio Justo y de Consumo Ético, agrupando redes de pro­ lúa las prácticas comerciales con vistas a la sustentabilidad y a la incor­
ductores nacionales vinculados a las redes internacionales de comercio jus­ poración de los costos sociales y ambientales, incidiendo sobre la
to, como las del café, reunidas en la Junta Nacional del Café (JNC), y las concientización de las personas y las legislaciones nacionales e interna­
del artesanado, coligadas en la Central Interregional de Artesanos de Perú cionales. Esa concientización de los consumidores respeta su poder (de
(CIAP). La misma congrega a 1 9 asociaciones de artesanos y artesanas de compra ética) de actuar a favor de intercambios más justos. Otro de los
los sectores campesinos y urbanos populares, i mpulsando redes de turis­ objetivos es impulsar estrategias que buscan el equilibrio entre los mer­
mo solidario, productores orgánicos y organizaciones de consumidores cados locales e internacionales. La promoción de igualdad de género y
ecológicos, productores en la cárcel (apoyados por la Comisión Episcopal entre generaciones apunta ya a incentivar la participación humana inte­
de Acción Social), el movimiento de los nií'íos y adolescentes de trabaja­ gral, mediante relaciones equitativas entre hombres y mujeres y entre per­
dores (MANTHOC) y los grupos de iniciativa de economía solidaria. sonas de diferentes edades, en una dinámica que propicie que las mujeres
En Chile y en Perú, las experiencias en comercial ización de las puedan desempei'i.ar un papel un papel más activo en el proceso de desa­
organizaciones de mujeres ("comprando juntas"), buscan vincular direc­ rrollo, en la toma de decisiones y en la gestión de l a organización . Para
tamente a los productores y a los consumidores. En la misma línea, están eso se debe promover que ellas tengan una mayor participación en las acti­
los mercados de consumo en Venezuela (experiencia de CECOSESOLA) vidades económicas, sociales y políticas. Con el objetivo de favorecer la
y las experiencias de i nterc<:mbio y moneda social que se desarrolló en expresión de las culturas y los valores locales en el ámbito de un diálogo
Argentina, México, Ecuadm� Brasil y otros países. Sobre esta perspec­ intercultural , el comercio justo reconoce que los productos no sólo tienen
tiva, también se formó el Mercado de Santa María, en Brasil, el cual, a un valor de uso y un valor de cambio, sino que por medio de ellos se expre­
partir del comercio justo, reunió a más de 1 40.000 participantes. Todas san realidades y vivencias caractelisticas dh la cultura que nos migina. Ellos
son experiencias tanto de intercambios de productos, como de intercam­ son vehículos de comunicació n y de cambio que posibilitan que haya un
bio de saberes. diálogo intercultural de consumidores, los cuales expresan sus gustos y
El poder transformador del comercio justo permite establecer otros deseos, que son considerados respetándose las identidades. Finalmente,
tipos de relaciones entre productores y consumidm·es, asentados en la el comercio justo promueve el desarrollo i ntegral en términos económi­
equidad, en la cooperación, en la confianza y en el interés compartido. co, organizativo, social y político. Para tal fin, en el ámbito económico, enfa­
Esa modalidad de comercio tiene como principios: a) la creación de nue­ tiza que se mejoren las técnicas de producción y la diversificación de la
vas formas de intercambios económicos, fundamentados en la solidari­ producción, con la meta de evitar que las personas dependan de un solo
dad, que buscan el desarrollo sustentable y justo de los territorios y sus producto como fuente de ingreso. En el ámbito organizativo, el comercio
habitantes; b) la cooperación como base y condición de los intercambios, justo opera mejorando la capacidad gerencial y adminish·ativa de los direc­
lo que implica confianza, transparencia en la información y relaciones tivos presentes y futuros de la organización , así como también supone la
justas y duraderas; e) la incorporación de los costos sociales y ambien­ plena participació n de los miembros en la definición de las estrategias a
tales a la sustentabilidad de los intercambios, los cuales se supone que ser seguidas y en la utilización de las ganancias adicionales que resulten
serán asumidos conscientemente por los productores y consumidores; de las ventas realizadas. En el plano social, el comercio justo se inclina a
d) la formulación de crite1·ios y normas que permiten que haya más equi­ mejorar las condiciones de vida de los miembros de la organizació n y de
dad en las transacciones comerciales entre los países del Norte y los paí­ sus familias y, en general, de la comunidad donde están localizados, por
ses del Sm� modificando la tradicional división i nternacional del trabajo; ejemplo, mediante políticas y programas de salud y educación, mejoras
e) el establecimiento de una relación más directa y solidaria entre pro­ en las viviendas y en el sistema de agua potable, entre otros.
ductores y consumidores, no sólo como mecanismo de abaratamiento Existen critedos básicos para que el comercio justo se desarrolle.
del precio de los productos, sino también como u n proceso de sociali- Es i mportante establecer una relación más directa entre productores y'

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e 1 COMERCIO J USTO COM ERCIO JUSTO 1 e

consumidores, reduciendo la intervención de especuladores e interme­ de cooperación son aquellas que ofrecen eontribución económica , técni­
diarios convencionales. El intercambio debe ser realizado a un precio jus­ ca o promocion a! a la estructura del comercio justo. Los gobiernos son
to, que les permita al productor y a su familia vivir del fruto de su trabajo aquellas administra ciones públicas locales, regionales o nacionales � ue
y de una forma digna. En relación a las condiciones de trabajo de los pro­ ayudan al mercado, por lo menos reglamenta ndo de acuerdo con cnte­
ductores (cuando se trata de trabajadores asalariados), las mismas nece­ rlos ambientales y sociales o proponien do un esquema jurídico para el
sitan corresponderse, por lo menos con las normas intern acionales de comercio justo.
la Organización Internacional del Trabajo (OIT), o con las normas del Otr; grupo de actores lo forman las instituciones de comercio jus­
país respectivo, si las mismas fueran superiores a l as de la OIT. Se debe to, que son entidades u organizaciones creadas específica mente para da.r
respetm· el derecho ele asociación y prohibir el trabajo forzado. En el caso seguimien to al proceso de intercamb io del comercio justo. Las orgam­
de los productores autónomos, si estos necesitan financiación parcial, ¡. zaciones de productores/as son aquellas cooperativas, asociaciones ele pro­
deben ser autorizados antes ele la recolección o ele la producción manu­ ductores, sindicatos de trabajadores u otras que representa n el interés
facturera. Las relaciones ele contrato son establecidas a l argo plazo, y se de los asociados en las negociacio nes en el interior del movimien to del
basan en el respeto mutuo y en los valores éticos. Esas relaciones no sólo comercio justo y en las reláciones interinstitu cionales con los otros. Por
buscan determinar un precio justo para los productos, sino también cre­ otro lado, las organizaciones de los consumidores/as son las asociacion es
ar condiciones para que haya un desarrollo sustentable ele los grupos de v cooperativas de los consumidores que trabajan en la promoción del
productores o asalariados. Esos criterios mínimos se resumen en la soli­ �omercio justo, colaborando en la formación de la conciencia del ciu­
daridad, justicia, responsabil idad y enfoque en l os derechos. Además ele dadano ante los desafíos que se le presentan para un consumo ético Y
estos, las organizaciones de comercio justo establecieron, pam algunos responsab le. Algunas de ellas i mplantaron sistemas originales de distri­
casos, los denominados criterios de "progreso". bución de productos regionales o de importación bajo condicione s jus­
El movimiento de comerc(o justo se realiza sobre el proceso ele cre­ tas. Las agencias de certificación son aquellas entidades dedicadas a
ación y desarrollo constante ele diversas formas que evolucionan de acuer­ certificar si los productos están en condicione s de entrar en el mercado
do a los contextos socioeconómicos, políticos; culturales y ambientales, del comercio j usto, permitien do su distribuci ón en los supermer cados.
en cada una de las regiones del mundo. En ese proceso, d iversos agen­ Hacia fines de los 80 se formaron y desarrollaron ciertos criterios para
tes han participado ele la implantación, promoción y formación ele i nter­ cada producto. Otros agentes, las centrales de compras o importadores del
cambios económicos más justos. Los agentes son todos los que están comercio justo, son los encargados de adquirir y colocar los producto s
vinculados en la dinámica de intercambios ele comercio justo, o sea, los en el mercado (distribuidores, tiendas de todo el mundo, puntos de ven­
que intervienen en la actividad económica ele forma directa. ta v minoristas). La venta directa al consumidor queda a cargo de las tien­
Los productores son todos -los que elaboran los productos, ele acuer­ da� del comercio justo, cuyos proveedores, muchas veces, son las centrales
do con ciertas exigencias, normas técnicas y condiciones, o frecidas en de compra del comercio justo, aunque esas tiendas pueden tener rela­
el mercado ele comercio justo. En su gran mayoría, esos productores se ciones comercial es directas con los productores. Por último, los distri­
encuentran marginados del comercio tradicional y proceden ele l os paí­ buidores y p untos de venta son los socios comercia les de l as
ses del Sur o del Este. Los consumidores/as son todas l as personas que organizaciones del comercio justo (productores, emisores de sellos Y cen­
consumen los productos ofrecidos en el comercio j usto, h aciéndolo por trales de compra) encargados de distribuir los productos en el merca­
sensibilidad frente al injusto sistema internacional ele intercambio comer­ do abierto, permitien do, así, su mayor difusión, especialm en te la de los
cial o por la conciencia solidaria en relación a l os m arginados y exclui­ product os aliment icios. , .
dos del sistema. En gran parte, esos consumidores se encuentran en los Son muchas las perspectivas que se presentan sobre la temattca
países del Norte. A su vez, las empresas integradas al comercio justo son del comercio justo. En primer lugar, la ampliación del concepto ele comer­
entidades del sector privado que tienen una responsabilidad social y que cio justo, la cual supone que hay más interrelaci ón entre los actores Y los
están d ispuestas a trabajar bajo la perspectiva de esta forma de comer­ líderes ele esas experiencia s para adoptar y renovar criterios comunes Y
cio. La clasificación no se aplica a aquellas cuya responsabilidad social concientiz ar a otros actores a i ncorporarse a l a perspectiv a del comer­
es apenas un mecanismo de marketing para infiltrarse en el movim ien­ cio justo en las dimensiones locales, regionales y nacionales y en las tran­
to del comercio justo. A diferencia de las empresas, las organ izaciones sacciones comercial es Sur/Sur y Norte/Norte, superando l a visión
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1 e
e 1
C O M ERCIO JUSTO
COME RCIO JUSTO

mun diale s. Al prom over acuerdos de integ ración equi.tativ a _r�gional �


asume una_actitud cnti�a Y acti­
restrictiva de la Unión Europea, que solamente reconoce la dimensión
Norte/Sur. Con esta perspectiva de ampliación, es importante reconocer subregional en los continentes del Sur, setrata dos de hbre comercio Y a los
a los agentes y asalariados como sujetos con plenos derechos y contri­ va con respecto a las propuestas de los
buir para �ue la comunicación entre todos los sujetos y el comercio jus­ acue rdos de asoc iació n. ral, afirm and o los prin -
to se extienda. Para eso, es importante implantar plataformas de Es nece sari o asum ir una estrategia integcom ei:cio justo. Es� for­
articulación entre los agentes y las experiencias del comercio justo en los cipio s, objetivos y méritos del mov imie nto del
dive rsos esce nan ?s·. estableci�ndo
niveles locales, regionales, nacionales e internacionales. ma de acci ón imp lica actu ar en con otros mov lmie nt?s socmles,
_ . Impulsando estrategias de desarrollo local, como un todo y, espe­ rela cion es de apoyo y de artic ulac ión ici�n es inju stas d�l siste ma eco­
cihcamente, de desarrollo económico local, los objetivos centrales del posibilitando así transformar las cond ahanzas estrateg1c _ a� con secto­
comercio justo promoverán la soberanía, la seguridad alimenticia, el nóm ico actual y prom ovie ndo insti tuirzcan verdaderas evtdencw . s ele
empleo, la salud, la diversificación productiva, la articulación económi­ res del Esta do y emp resas que ofre
ca local, la apertura de mercados regionales y el progreso endógeno e resp onsa bilid ad soci al .
integrado . Con la perspectiva de firmar la colaboración entre el movi­
miento ele producción y comercialización orgánica y el comercio justo
es necesario incorporar la participación de todos los protagonistas (pro� Bibliog rafía
ductores, consumidores, instituciones, organizaciones y otros). En esa econ omía responsable,
dirección, los parámetros del comercio justo contemplarán los impac­ ALO E (200 8), Intercam bian do visiones sobre una
plural y solidaria, Paris: FPH.
.

tos de los modos de producción e intercambio sobre el medio ambien­ .


ISTIA N, A. (200 1 ), Man ifiesto por el mov imiento del comercw ¡usto, Lon-
te, buscando un comercio sustentable. CHR
Nuevos productos y nuevos sectores demandan la elaboración de don: mim eo. s y Artesanas del Perú (200 2),
normas equitativas, al mismo tiempo que la ampliación de la distribu­ CIAP _ Central de Inst ituc ione s ele Artesano 1 0 año s del CIAP, Lim a .
ción �� los productos justos no puede incurrir en prácticas oligopólicas. "Marcando huellas", Út expe rien cia de
CoTERA FRETELL, A. (200 8), Visio
nes de w�a eco.nom ía r�spons� ble, plu­
ral y solidaria en América Latina y El C
Tamb1en, se pretende que la transformación ele los productos primarios �nb�, 67 Lim a: m.n�e o.
sea �fectuada lo más próximo que se pueda al lugar de origen de los res­
pectivos productos, FASS A, R ( 1 998) , RAPPORT sur
le com 1nerce eqwtable, Com miss wn du

. El movimiento de comercio justo forma parte ele una propuesta Développem ent et de la Coopération .a María, Doc ume nt?s F�ES .
mtegral de economía solidaria, articulándose con otros movimientos y FBES (200 7), Expe riencias de la
Feria de Sant
esfuerzos de promoción de actividades económicas solidarias. Entre ellos, FLO-INTERNAC IONA L (200 0), El com ercio equitativo, una alternativa viable
COI1-
están las finanzas solidarias, el desarrollo local, el turismo responsable, para pequ eños productores. .
El plan eta 11ecestta
el consumo ético, el intercambio y la moneda social, los intercambios FUND ACIÓ N CON SUM IDOR CON SCIE
NTE (200 1 ), W1

de saberes y los servicios de proximidad, que permitan generar coope­ swnidor cons cien te.
no de Comercio Jus-
rativas económicas, sociales y propicias para la economía solidaria ' GRESP (200 1 ) , Mem oria del Encuentro Latinoamerica
haciéndose más presentes en los espacios públicos. to y Con sum o Ético. . . .
orga nizaciones del comercw ¡usto, mm:eo.
En el ámbito legal, el comercio justo debe expresarse mediante un IFAT (200 2), Estándares para las
JOHN SON, P. (200 1 ) , Alia nza para un mun do resp onsa
ble, plural y solida­
estatuto jurídico nacional e internacional que promueva y facilite tal acti­ ERCIO JUS TO,
vidad . En ese sentido, es necesario intervenir en todos los procesos de rio , Cuad emo de Prop uestas para el Siglo XXI: COM
intercambio y ele integración comercial que se desarrollan en la esfera Ed. Cha rles Léo pold Mayer. com o J:Iennan os .< � 002 � .
internacional, aliándose con otros actores económicos y sociales, pro­ MccH - Maq uita Cus unc hic, Com erci aliz�ndocon
o Calzdad y Espz ntualz-
moviendo diálogos entre la sociedad civil y los Estados acerca de las Qui1 1ce ai1os del MCCH, Mercado Etic
implicaciones ele los acue¡·dos multilaterales sobre las inversiones, las dad, Qui to, Ecu ado r. alización de la
condiciones ele las instituciones financieras internacionales, las negocia­ MuÑOZ, I.; ÜRTJ Z , H. ( 1 998) , Simp osio Inte rnac iona l: Glob
ciones en las zonas de libre comercio, y otros acuerdos de las cúpulas Solidaridad: w1 Reto para Todos, Ed. GES .
85
84
e 1 COMERCIO JUSTO - CONSUMO SOLIDARIO CONSUMO SOLIDARIO 1 e

Por - PROMOCIÓN DEL DESARROLLO POPULAR A. C. ( 1 999-2000), Generan­ general, tomando viable la realización del lucro y la acumulación de la
do ttn s"istema de productos y servicios u tilizando vales multitrue­ plusvalía. Para cumplir con esa finalidad, se acorta la vida útil ele diver­
que, Tlaxcala, México. sos productos y se adoptan estrategias de m arketing para ampliar la
Por e FONAES (200 1 ), Talleres regionales local, global y mwzdial, surge u n demanda de determinadas mercancías que antes era i nexistente.
sistema sinérgico de intercambio de valores, México. El consumo como tal puede ser analizado en tanto consumo pro­
SIMONCELLI-BOUROE, E.; CoTERA, A. (2002), Directorio de Comercio Justo' ductivo de i nsumos, energía, etc., para la realización ele un bien o ser­
Ed . GRESP. vici o, y consumo final, entendido como acabamiento del producto,
SOARES, F. ; D I EHL, N. (200 1 ), Alianza para un mundo responsable, plu­ utilización del bien o servicio. Ambos pueden ser divididos en cuatro cla­
r�l y solidario, Cuaderno de Propuestas para el SigloXXI: Consumo ses: alienado, compulsorio, para el bienvivir y solidario.
Etico, Ed. Charles Léopolcl Mayer. El co11sumo alienado se refiere al consumo practicado bajo influen­
cia ele las semiosis publicitarias. La mercancía, en este caso, cumple fun­
damentalmente el papel ele objeto soporte de los signos elaborados por
la empresa en la estrategia ele marketing, y adquiere forma a través ele
CONSUMO SOLIDARIO diversos significados que la asocian imaginariamente a propiedades
extrínsecas que ella no tiene, pero por las cuales es interpretada y con­
EUCLIDES ANDRÉ MANCE sumida. Generando deseos y fantasías, las propagandas motivan a que
uno compre determinados productos de ciertas marcas, no propiamen­
1: El acto del consumo no es sólo económico, sino también ético y polí­ te por sus funciones objetivas ele uso (similares a las ele otros produc­
tico. La persona que consume un producto o servicio cuya elaboración tos del mismo tipo disponibles en el mercado), sino por asociarlos
u oferta impliquen la explothción . de seres humanos o daños al ecosiste­ semióticamente a otros objetos que les gustaría tener, situaciones que les
ma es co responsable ele esos efectos. Su acto de compra favorece que los parecen placenteras o identidades que anhelan asumir. Empero, al com­
responsables por esa opresión económica y por la agresión ambiental pue­ prar dichos productos, se asegura la realización del lucro, y completa así
d �n con�ertir las �ercancías producidas de aquella forma en capital y se¡· el circuito de la producción capitalista.
remverttdo del mtsmo modo, reproduciendo prácticas socialmente injus­ El consumo compulsorio es aquél que uno tiene que realizar para
tas Y ecológicamente petjucliciales. Así, el consumo es un ejercicio ele satisfacer l as necesidades biológicas, culturales y situacionales y que se
poder por el cual se puede efectivamente apoyar tanto a la explotación da cuando uno cuenta con pocos recursos para atenderlas o no tiene alter­
ele seres humanos, la clestruq::i ón progresiva del planeta, la concentración nativas para elegir. En este caso, cuando el consumidor realiza sus com­
ele riquezas y la exclusión social, como contraponerse a ese modo lesivo pras, siempre busca lo que es más barato, aunque el producto sea de mala
de producción. En este caso, se promueve, mediante la práctica del con­ calidad, buscando esencialmente alcanzar la cantidad requerida para la
sumo solidario, la ampliación ele las libertades públicas y privadas, la des­ satis facción de sus necesidades. Aquí, las personas no están preocupadas
concentración ele la riqueza y el desarrollo ecológico y socialmente por l a calidad del producto ni por las marcas famosas, sino en maximi­
s:t �tentable. Cuando una persona selecciona y consume productos y ser­ zar la cantidad de lo que podrán comprar con el m ismo dinero, que le es
vtct?s de la economía solidada, el valor económico dispendido por ella escaso. Otro ejemplo, es cuando el único modo de ir a algún lugar es pasar
�-eahmenta la producción solidaria a favor del bienvivir de todos los que por una autopista de peaje y no tenemos otra elección más que pagarlo.
Integran las redes solidadas ele productores y consumidores e, igualmen­ El consumo para el bienvivir, a su vez, ocurre cuando uno no se deja
te, fomenta el mantenimiento del equilibrio dinámico ele los ecosistemas. engañar por los artificios publicitarios y, por tener recursos que posibi­
El consumo es la insúmcia final del proceso productivo. Teórica­ l iten elegir qué comprar, elige aquellos productos y servicios que sean
mente, el proceso de producción se organiza en función del consumo, satisfactorios para realizar el propio bienestar, y se garantiza su singu­
aunque en las sociedades capitalistas el consumo mismo es concebido laridad como ser humano.
sólo como una mediación para el circuito de la producción por la ven­ Finalmente, el consumo solidario es practicado en función no sólo
ta ele la mercancía. Esa dinámica permite la conversión del valor eco­ del propio bienvivir personal, sino también del bienvivir colectivo, favo­
nómico objetivo (del bien o servicio comercializado) en valor económico reciendo a los trabajadores que producen, distribuyen y comercializan

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C 1 CONSUMO SOLIDARIO

dichos bienes y servicios consumidos mientras, a la vez, favorecen el man­ do del consumo -paquetes, envoltorios, etc.- sino también el impacto
tenimiento del equi librio d inámico de los ecosistemas. Se trata, así, del ambiental del propio proceso productivo, que puede ser i nsustentable,
consumo en el que uno prefiere los productos y servicios de l a economía provocando fenómenos tanto de agotamiento de recursos, como altera­
solidaria en vez de consumir productos de empresas que explotan a los ciones perjudiciales a los ecosistemas locales y planetario, como l a
trabajadores y degradan los ecosistemas. El consumo solidario también ampliación del agujero e n la capa de ozono, el efecto i nvernadero, la alte­
es practicado con miras a contribuir a la creación de puestos de traba­ ración de las corrientes marítimas, las lluvias ácidas, etcétera, cuyas con­
jo bajo estrategias de desarrollo territorial sustentable, para preservar secuencias son dramáticas para las poblaciones y para el planeta como
el equilibrio de los ecosistemas y para mejorar el nivel de consumo de un todo. Además, el consumo puede configurarse como una forma de
todos los que participan de las redes colaborativas solidarias. Ello favo­ connivencia con la opresión y la injusticia, en la medida que consumi­
rece la construcción de sociedades más justas y sustentables, combatien­ mos productos que provienen de actividades productivas i nhumanas.
do la exclusión social y la degradación ambiental. Frente a esta situación, y considerando el aspecto ecológico, se pro­
A todos les favorece la adopción de precios justos, negociados con pone al consumidor las famosas 4R: a) reducir el consumo de ítems inúti­
autonomía entre productores, comerciantes y consumidores en el i nte­ les, descartables, que gasten recursos no renovables, etc.; b) recuperar Jo
rior de redes colaborativas solidarias, con base en criterios éticos y eco­ que sea posible a través del reciclaje; e) recuperar los bienes a través de
nómicos, remunerando de forma equitativa el trabajo y ofTeciendo su re-utilizaciól1, abandonando las modas, adquiriendo productos usa­
precios accesibles a los consumidores. Esa realidad se hace posible gra­ dos, etc,; d) reparar los bienes que se rompe\), aumentando su vida útil.
cias a privilegios otorgados a l as cadenas productivas cortas y a su reor­ Además, se propone no desperdiciar energía (petróleo y otros recursos);
ganización solidaria , de forma que se suprimen los focos de mantener una posición defensiva en los supermercados (en lo que se refie­
concentración de riqueza en su interior, particularmente aquellos que son re a l a música ambiente, exposición de los objetos, envíos a domicilio,
observados en los procesos de i ntermediación, logística y financi ación facilidades para el pago, publicidades y otros elementos que buscan acti­
de la producción y consumo. var el consumo de bienes que, en verdad, no serían indispensables);
El consumo solidario de los productos y servicios de las redes cola­ fomentar Jos servicios colectivos -en particular el uso del transporte
borativas posibilita que sus emprendimientos vendan la totalidad de su público- o la utilización colectiva de equipamientos, tales como lavan·o­
producción, ampliando el excedente logrado y sus posibilidades de rein­ pas, computadoras, etc.; por fin, superar el m�edo a la austeridad, es de�it�
versión colectiva en la implementación de otras iniciativas solidarias, darse cuenta de que es posible vivir confmtablemente con menos obje­
reorganizando las cadenas productivas. Esa reinversión genera n uevos tos y utensilios que no aportan nada significativo a l as mediaciones que
puestos de trabajo y posibilita la producción de otros bienes y servicios necesitamos para el b ienvivÍ!:
todavía no disponibles en esas redes. Se asegura así una mayor oferta a Para presionar a las empresas con el fin de que tengan prácticas
los consumidores tanto en lo que se refiere a diversidad y calidad. Igual­ socialmente justas y ecológicamente sustentables, los consumidores tie­
mente, aumenta la distribución del ingreso a través de la i ncorporación nen a su disposición dos instrumentos: el boicot y el consumo crítico. El
de más personas al proceso productivo, lo que, a su vez, posibilita el boicot consiste en la "interrupción organizada y temporaria de la adqui­
aumento de l a demanda y la satisfacción producida por productos fina­ sición de uno o más productos para hacer que la sociedad productora
les, preservándose el equilibrio de los ecosistemas. abandone ciertos compmtamientos" (CNMDS, 1 998). A su vez, el consu­
mo crítico es "una postura permanente de elección, cada vez que incu­
2. El concepto de consumo solidario sustituye la noción de consumo crí­ rrimos en algún aasto, frente a todo lo que compramos. Concretamente,
tico, desarrollado en las últimas dos décadas, el cual se originó en l as el consumo crític� consiste en elegir bien los productos basándose no sólo
tomas de posición de los movimientos ecologistas y de defensa de los con­ en el precio y en la calidad de los mismos, sino t':mbién en su histoi"Ía
sumidores. Bajo la lógica del consumo crítico, cada acto de consumo es v la de los productos similáres, y en el compmtmmento de las emp1·esas
un gesto de dimensión planetaria, que puede transformar al consumi­ que los ofrecen" (ibid., p. 1 9). De este modo, el consumo crítico se sos­
dor en u n cómplice de acciones i nhumanas y ecológicamente perj udi­ tiene sobre la evaluación de los productos y de las empresas que los ela­
ciales -de modo que el consumo pueda ser contaminante, i nsustentable boran, y permite al consumidor que sus elecciones sean guf ad as por
y opresivo. No se trata solamente de considerar al desecho final deriva- . .
criterios conscientes que consideren además de las cahdac;les tecmcas de
88 89
e 1 CONSUMO SOLIDARIO CONSUMO SOLIDARIO 1 e

los productos y sus similares, los impactos ele su producción \ consumo En lo que concierne a la primera objeción, es posible representar
desde una perspectiva económic a, ética y ecológica . fácilmente, en una única etiqueta, los aspectos solidarios y ecológicos de
. El consumo crítico se diferencia del consumo solidario �·a que es cualquier producto o servicio, tomando en consideración toda su cacle­
postble practicarlo comprando productos ele empresas capitalistas t , de na productiva. Una etiqueta de este tipo está compuesta de una figura divi­
empresas soliclalias, al tiempo que el corisumo soliclalio solamente es via­ dida en tres partes, reservadas a los aspectos ele: i nsumas, producción y
b� e ele ser practicado cuando Uno compra productos y servicios prove­ com ercialización, de modo que cada parte esté subdividida en otras dos
mentes ele la econom ía solidaria . que se refieran a las propiedades solidarias y ecológicas ele los insumas,
de b producción y ele la comercialización. Cada uno ele esos seis espa­
3. La clif·usión del consumó solidario es uno ele los elementos centrales cios, a su vez, puede ser rellenado, en diferentes proporciones, con colo­
para la estrategia ele expansión ele las redes ele colaboraci ón o ele cierta res distintos que indiquen la afirmación, negación o desconocimiento ele
parte de las redes ele econümú\ solidaria. La difusión ele ese tipo de con­ dicha propiedad. La proporción en que se va a rellenar los casilleros pue­
sumo posibilitaría � los erpprendim ientos la venta ele toda su producción de corresponder tanto al valor relativo ele los costos, los diferentes ítems
Y la generación ele excedentes que, reinvertido s colectivam ente, de ciertos campos, como seguir niveles preestablecidos por las redes.
permi­
tirían emprender nuevas iniciativas autogeneradas remontando las cacle­
nas �rocluctivas y expandiendo las re?es, diversifica ndo las ofertas y
amphanclo su numero_ ·

11 11 111
de consumi dores. · .
Las principale s objeciones a la práctica del consumo solidario son
do� , en tanto estrategia cle enfrentam iento ele la reproducc ión del capi­
tahsmo. La pnmera. .
sostiehe qtle la realización del consumo solidario
"presupone uri:conoc imien �o previo respecto de cada producto -pasan­ ..l 436.9.90 33300.9
do por quién los proclujo,la forma en que)o hizo, el material utilizado l. 1 P. 1 C. 11 1. 1 P. 1 C.
hasta los impactos ele lá procluceiÓn y consi.tmo de dichos productos eri Solidarlo/Ecológico 11 No Solidarlo/No Ecológico

el medio ambientey en la sociedad- algo que es imposible ele tener" (Ass­ Tomando en consideración las diversas escalas ele esas proporcio­
mann Y Mo Sung, 2000, p. 550)>La segunda afirma que "al proteger las nes, se pueden elaborar códigos de bmTas capaces ele almacenar las infor­
pequeñas l1J1Íclacles solidarias ele producción, el consumo solidario les aho­ maciones de las cadenas productivas particulares ele cada pi;oducto, como
rra la necesidad de actualizarse téc11icame nte, llevándolas a un cierto aco­ en el ejemplo del código simplificado que se representa. En la plimera
modo en una posición de in{ei'ibridad, en la que termhzm1 vegetm:zdo" parte ele la barra está la especificación del carácter solidario y ecológico
(Singer 2002, p. 550). y en la segunda parte lo no-solidario y no-ecológico. Así, cuanto más pró­
ximas del 9 estén l as barras ele la primera parte, más ecológico y solida­
lnsumos Producción Comercio
rio será el producto. Cuanto más próximas del 9 estén las barras ele la
segunda parte, menos solidario y ecológico será el proclucto .. . En ambas
partes, el primer par ele dígitos se refiere a los insumas, eL segundo a la
producción y el tercero al comercio. En cada par, el prime!" número indi­
ca la propiedad ecológica y el segundo, la solidaria.
Por lo tanto, sólo hay que considerar la utilización ele los insumas
diversos en la composición del producto final para generar las . propor­
1 = lnsumos ciones correspondientes a la nueva etiqueta para determi nado produc­
P = Producción
p p e 1 1 i C= Comerclo
to. Se define el segundo par ele valores considerando las peculiaridades
E = Ecológico
1 P e
del emprenclimiento que lo produce, y el tercero observando a la forma
S = Solidarlo/a
• = Propiedad Afirmada
ele comercialización del producto.
li'!!l := Propiedad Negada
D = Propiedad Desconocida
La segunda objeción no considera que el consumo solidario es una
E S E S E
_ forma ele consumo para el bienvivir. E n l a m edida que el producto

90 91
, -
I.._U U r l..l\1""\"- 1 '··"� •

C 1 CONSUMO SOLIDARIO - COOPERACIÓ N


r par­
con , de pro duc ir con , de forma
com pro mis o de apoyar, de hac er ulta dos dep end en de la
garantiza el bienvivir a los productores y el equilibrio del ecosistema, no ivo cuyos res
te de un em pre ndi miento col ect
es ��� prob�e n:a en que sea mantenido bajo tales parámetros de susten­ s o ins titu cio nes i nvo luc rad as.
acc ión de cad a uno de los sujeto
tabJ hdad tecn�ca, ��cial y ecológica. No obstante, si el producto deja de
. ano s traba­
sat1sface1_ al btenvivtr de los consumidores ' debido al refinamiento de ) a
2. En tod os los esp aci os
y tiem pos históricos, los ser es hum . En
se� ��"bTd
1 I a d d e estos, o porque el proceso productivo i nviabiliza la cre- su sobrev iven cia en tanto especie
jan en cooperación para garantizar obj etiv os,
acwn de más .tiempo libre, considerando el desarrollo tecnológico ya nci ona da par a lograr cier tos
la me did a que es una acc ión inte
� _
a canzado socialmente, entonces a las redes solidarias les corresponde­
las pec ulia rida des de l a coo per ació
n tien en com o referen cia
ces o
las
de
for
pro
ma
duc
s
-
ra prom �ver .Ia.s transformaciones requeridas para que los nuevos n ive­ s se rela cio nan en el pro
como Jos grupos y clas es soc iale
les del b J� n �JVJr tecnológicamente sustentables sean adoptados en los .
ción de l a realidad hum ano -so cial , p.
emprendnmentos, dado que ello es ventajoso tanto para los consumido­
Des de la per spe ctiv a del ma ter iali sm o histór ico , Ma rx ( 1 980
de tra baj o en la que
res como para los trabajadores. com o "la for ma
374 ) entien de a l a coo peraci ón o de
, de acu erd o a un pla n, en el mismo proces
Bibliog rafía
mu cho s trabajan jun tos ren tes per o con ect ado s" .
duc ció n dife
produc ció n o en pro ces os de pro a coo a­ per
El Cap ital , Ma rx ana liza a l
En el cap ítul o XI del l ibr o I de to soc ial ,
H; Mo SuNG, J. (2000), Competencia e sensibilidade solidária: y señ ala que ';el sim ple con tac
ció n en el proceso de trabajo
ASSMANN,
ció n ent re
educar para a esperan¡;a, Petrópolis: Vozes. productivos, provoca l a em ula
en la mayoría de los procesos
CENTRO Nuo�? MODELLO Dl SVILUPPO - CNMDS ( 1 998), Cuida al C011SU-
aum ent a l a
y est imu lán dol os, lo que
los part icip ant es, mo tivá ndo los
1 � 10 cntzco, Bol ogna: EMI. MANCE, E. A. (2000), A revolu(:iiO das
este sen ­
a uno (Marx, 1 980 , p . 375 ). En
. cap aci dad d e realiza ció n de cad el tra baj o de
,
1 edes, Petropohs: Vozes. en los cua les se con cili a
tid o, los pro ces os coo per ativ os, ión de mu cha s
(2002), Redes de colabora(:iio solidária, Petrópolis: Vozes. car act eriz ado s por l a fus
mu cho s tra baj ado res , est án
S!NGER, P. (2002), IntrodufiiO a economía solidária, Sao Paulo: Fundac;:ao
--

pro duc to glo bal


ún , lo que gen era un
fuerzas en una fuerza soc ial com tra ­
Perseu Abramo. a de las fuerzas i ndi vid ual es de los
dife ren te o ma yor que la sum ­
ucc ión del tl em po soc ialm ent e nec esa
baj ado res ais lad os. Con la red tra baj o gen era ría una
nad a col ect iva de
rio par a la pro ducció n, la jor de tra ­
uso m ayo r que la sum a de l as jor nad as
can tidad de val ore s de la cap a­
COOPERACI Ó N otras pal abr as, el aum ent o de
bajo ind ivid ual es ais lad as. En la fuerza
res ulta do de la ele vac ión de
cid ad pro duc tiva no ser ía el s pro duc ­
PAULO DE J ESUS - LIA TIRIBA do de l a sum a de las fuerza
ind ivid ual de trabajo o el res ulta ón de una fue rza pro duc tiva nue ­
�. �1 térn� i � o .coope;·acÍÓil semántica.mente significa el acto de coope­
cre aci
tiva s individ ual es, sino de l a trabajo
soc ial col ect iva . Par a Ma rx, la fue rza pro duc tiva del
va: la fuerza i nst anc ia, sería
� m u ope1 m snnultaneament e, trabajar en común. Está asociado a las peración que, en últ ima
soc ial se origina en l a pro pia coo hum ana , pue s "al
1deas � � ayuda m utua, de cont¡-jbuir al bienestar de alguien o de una ceso de forma ció n
un ele me nto con stit uti vo del pro ? r se des h � ce de
� ol �c � JvJdad. En un sentido más amplio, señala la acción colectiva de o a u n pla n, el tra baj ad
cooperar con otr os, de acu erd aci dad pro pw a su
mdJVI duos en m�as de compartir, de forma espontánea o planificada, el d y desarrolla la cap
. los lím ites de su i ndi vid ual ida .

trabaJO nec� sano para la producción de la vida social. Es, además, el . .


esp ecie " (Marx, 1 980 , p. 378 ). ón, pod em os ml enr
proceso social en e� cual personas, grupos, instituciones y/o países actú­ A par tir del con cep to ma rxi ano de coo per aci
r o gru po de
an d � forma � ombmada para lograr objetivos comunes o a fines. En un enc ia, en la que un tra baj ado
que , al contrario de la com pet a los. dem ás,
s � ntido restncto, se entiende la cooperación como la base de las rela­ r sus ven taj as sin con siderar
trabajadores inte nta ma xim iza ectiVO para
Ciones económico sociales que los trabajadores asociados buscan esta­ coordi nac ión del esfu erzo col
la coo per aci ón pre sup one una o Y con sidera­
� l ?cer en_ �) proceso de trabajo (v. Cooperativismo). Denota un valor sad a en la div isió n del trabaj
alc anz ar metas com une s. Ba o, se com ple tan
eti � o-pohtJco .. resultante de una visión de mundo y de ser humano que s, trabaj and o l ado a lad
da la forma de cóm o los hombre
atnbuye al sujeto colectivo la disposición, el empeño, la solidaridad, el
93
92
e 1 COOPERACIÓN COOPERACIÓN 1 e

mutuamente, Marx señala que la cooperación se manifiesta desde el ini­ mientas distintos con relación al acto ele producir. Al buscar otra eco­
cio de la civilización humana y está presente en los modos de produc­ nomía (v. Asociativismo, Economía Solidaria, Ec01zomía Populm; entre
ción anteriores al capitalismo. A pesar ele esa amplia ocurrencia, es otros), se busca también otra sociedad, en la cual se espera que preva­
necesario distinguir tres formas de cooperación: a) la cooperación que lezcan l os contextos ele propiedad común de los medios ele producción.
se fundamenta en la propiedad común de los medios ele producción; b) En dicha sociedad, se presentan estructuras productivas configuradas
la que se basa en las relaciones directas de dominación y servidumbre de modo ele evitar la exclusividad sobre la producción de la plusvalía
(como en la Edad Media); y e) la que presupone el salariado, es decir, la -restl"icción típica ele la producción capitalista -, aunque se dé por sen­
venta de la fuerza de trabajo. En el capitalismo la cooperación surgiría tado un largo período en que ocurrirían relaciones comerciales con otras
como la f·uerza productiva del capital; su valor de uso se transfigura en estructuras económicas. En ese sentido, habremos ele redefinir y reop­
la producción ele la plusvalía, asegurada por la congregación y actuación timizar cooperació n , asumiéndola, por ejemplo, como una nueva coo­
de varios trabajadores en el mismo lugar o en la misma rama ele activi­ peración activa en la cual los trabajadores se permitan trabajar co11,
dad. Bajo la coordinación, dirección y control del capitalista y de los que aceptando, i ncluso, la eventual división técn ica del trabaJo a partir del
lo representan en la división del trabajo, se obtiene la cooperación a tra­ acto voluntario.
vés de la emulación, de la animación ele los trabajadores. Como deter­ En el actual contexto en el cual, con la crisis del empleo estruc-
minan el ritmo y la i ntensidad del trabajo colectivo, las máquinas tural, se experimenta l a proliferación ele organizaciones económicas aso­
cumplen un papel fundamental en el proceso productivo, garantizando ciativas, se suele escuchar: ¡aquí no hay cooperación! ¡Las personas 110
la subsunción real del trabajador al capital. La productividad del capi­ cooperan ! La d iscusión acerca de la naturaleza ele los motivos que hacen
tal no sería la suma de las fuerzas individuales de trabajo, sino el resul­ que alguien participe en una cooperativa, por ejemplo, puede ser impor­
tado de la nueva fuerza colectiva producida por el trabajo conjunto ele tante para la comprensión ele los desafíos ele la organización de los tra­
los trabajadores asalariados. 1 bajadores. Uno podría preguntarse, entonces: ¿cuáles son los motivos de
En la perspectiva marxiana, "la cooperación capitalista no se mani­ la falta de cooperación? ¿Qué lleva al trabajador o a la trabajadora 'a la prác­
fiesta como forma histórica especial ele la cooperación, sino que es la coo­ tica de cooperació11 ? E n la respuesta a estas preguntas, la polarización
peráción que se manifiesta como forma histórica particular del proceso entre "interés i ndividual" versus "interés colectivo" nuevamente se mani­
ele producción capitalista, como forma histórica que lo distingue espe­ fiesta. Hay autores como Eschenburg ( 1 983, p. 7) que defienden que
cíficamente" (Marx, 1 980, p. 384). En este sentido, se puede observar, a "según la teoría económica, el individuo toma una decisión a favor de
lo largo del capitalismo, diferentes tecnologías de producción y ele ges­ la cooperación solamente cuando la cooperación le posibilita una mayor
tión ele la fuerza ele trabajo que originan y presuponen diferentes esti­ satisfacción ele sus necesidades, comparándola con las otras posibilida­
los de cooperación que, grossd modo, se verifican como "coope�ación des disponibles", es decir, "un grupo de i ndividuos se une en coopera­
pasiva" y "cooperación activa", en diversos niveles. En la primera, el con­ ción sólo cuando cada uno ele ellos cree que puede obtener un provecho
trol de la "co-operación" ele los asalariados se encuentra en l a gestión de la cooperación". Por otro lado, Monnier y Thiry ( 1 997), por ejemplo,
científica (organización taylorista-forclista); en la segunda, aun disminu­ llaman la atención h acia el abordaje neoliberal o utilitario-monetaris­
yendo los niveles de jerarquía y aumentando los niveles ele participación ta, donde la hipótesis del egoísmo, que caracterizaba i nicialmente sólo
en la gestión ele la empresa (organización toyotista), las acciones de los al Hamo aeconomicus, fue progresivamente difundiéndose por todas las
trabajadores permanecen bajo el comando ele la "autoridad del capita­ áreas de la actividad humana, inclusive en la vida familiar, hasta el pun­
lista, como el poder ele una voluntad ajena que subordina la acción ele to de hoy h aberse radicalizado, pasando de una visión de hombre ego­
los asalariados en pos ele un proyecto propio a los objetivos del capital" ísta normal a otra de "hombre egoísta total, cínico y calculador, que
(Marx, 1 980, p. 3 80). persigue su interés", casi siempre medido por l as ventajas pecuniarias.
Suponiendo que existen diferentes contextos en los que se proce­ Esos autores evocan a las últimas tendencias en las i nvestigaciones de
sa la cooperación (relaciones directas ele dominio y servidumbre, pro­ las ciencias cognitivas que muestran al hombre como un sujeto en el que
piedad común de los medios ele producción y asalariamiento), es posible se enfrentan permanentemente la utilidad o i nterés y la moral: "aunque
afirmar que el ejercicio ele la cooperación puede vislumbrar diversas el individuo, en su condición de ser raCional que sabe elegir los medios
prácticas sociales, lo que incluye, a la vez, la existencia ele posiciona- apropiados a los fines que busca, también actúa bajo el impulso de las

94 95
e l . COOPERACIÓN COOPERACIÓN 1 e

emociones y bajo la influencia de ciertos valores, [ . . . ] de solidaridad y Tampoco se puede olvidar que, a principios del siglo XX , el movimien­
de democracia económica, en los que se basan los movimientos coope­ to cooperativo estaba legalmente vinculado al movi miento sindical, de
rativos y mutualistas y la acción voluntaria, difícilmente tienen lugar en modo que la creación de cooperativas estaba a cargo de los sindicatos
la visión 'utilitario-monetarista' del individuo" (Monnier y Thiry, 1 997, (Luz Filho, 1 939).
p. 1 7). Quizá se pueda afirmar, empero, que lo que motiva la coopera­ Al rescatar las relaciones de cooperación en la historia de la huma­
ción tanto puede ser de naturaleza individual como estar relacionado al nidad, autores como George Lasserre ( 1 967) analizan que en las "comu­
interés general o colectivo: cuando alguien decide participar en una coo­ nidades naturales" el individuo encontraba en el grupo protección y los
perativa o cualquier empresa económica solidaria, lo hace por razones medios materiales necesarios para la vida. Aunque no gozaban de dere­
o motivos personales/individuales (ya que uno solo no tendría condicio­ chos de existencia jurídica propia, en esas sociedades predominaba un
nes de armar un emprendimiento, por ejemplo) y por razones colecti­ pensamiento conformista de cara al abuso de poder por parte de los jefes
vas (la conciencia de que está promoviendo el ingreso para el grupo de y castas dirigentes, que oprimían a las personas y oponían clanes, nacio­
personas que integran el emprendimiento o está contribuyendo a una cul­ nes e i mperios (ibid, p. 5). Para el autor, el colectivismo f·ue poco a poco
tura del trabajo calcada en nuevas relaciones económico sociales). Raze­ siendo sustituido por la civilización individualista, que se va materiali­
to ( 1 993) entiende que, dependiendo del grado de estabil idad de los zando a través de varias revoluciones, como ser: la revolución económi­
procesos cooperativos y de los valores que los trabajadores y trabajado­ ca (cuando los i ndividuos se separan de la ec¿nomía familiar para tener
ras otorguen a las organizaciones económicas populares, éstas pueden una vida económica independiente); la revolución intelectual (en el Rena­
representar una estrategia de sobrevivencia, una estrategia de subsisten­ cimiento, cuando el hombre descubre el uso de la razón , del pensamien­
cia e incluso una estmtegia de vida. En el último caso, las personas pre­ to libre y laico, posibilitando, así, la ciencia); la revolución espiritual
ferirían el trabajo asociado o cooperativo por considerar cerradas las (donde la Reforma "posibilitó la conquista más valiosa de la era indivi­
formas tradicionales de trabajo o por valorar la libertad, el compañeris­ dualista: la libertad de conciencia"); la revolución agrícola (cuando los
mo y el ejercicio de la autogestión. campesinos se liberan de las formas colectivas y de los derechos feuda­
En un intento de buscar la unidad dialéctica entre lo "local" y lo les); la revolució11 política (la democracia surgó para favorecer la conquis­
"global", se debe considerar que la motivación para cooperar está rela­ ta de las l ibertades i nd ividuales fundamentales) y la revolució11
cionada con las condiciones materiales e inmateriales sobre las que se industrial (en pos del capitalismo moderno y el rápido progreso mate­
funda una determinada estructura económico-social, que sólo puede ser rial). Al llevar a cabo un análisis de los procesos civilizatorios arraiga­
comprendida si es ubicada en el espacio/tiempo histórico. Los vínculos dos en el individualismo, Lasserre subraya que "el movimiento de la
con los movimientos sociales son un elemento que se debe tener en cuen­ historia se invierte: el individualismo parece haber dado todo lo que podía
ta en las relaciones de cooperación. En este sentido, Patrick Develtere y luego su fe¡·tilidad se ve agotada. [ . ] La tendencia que se delinca aho­
. .

( 1 998) comparó el desarrollo del movimiento cooperativo en Europa con ra es la del regreso a lo colectivo", sea debido al pmgreso técnico (rup­
lo que pasó en los países del hemisferio sm: Él sostiene la tesi s según la tura con las antiguas rutinas donde la i niciativa individual y la libre
cual toda iniciativa cooperativa que no esté apoyada en un movimien­ iniciativa van siendo superadas y donde las fortunas individuales se mues­
to parece estar condenada al fracaso. En el caso de países periféricos del tran insuficientes e imponen la sociedad anónima), sea por la condición
capitalismo, las cooperativas no tenían ninguna relación con otros tipos de clase de los trabaj adores, construida históricamente por el capitalis­
de asocia ciones cívicas, tales como las asociaciones de ayuda mutua y mo. Este autor concluye que "los trabajadores comprendieron poco a
los grupos de autoayuda, entre otros, sin formar parte de amplios movi­ poco que un cambio profundo de naturaleza social era necesario �· que
mien tos sociales (Develtere, 1 998). Aunque esas consideraciones sean per­ s u única arma [ . . .] estaba en la asociación, gracias a la cual su núme­
�.ine ntes, no se puede dejar de lado el hecho de que, en los casos de ro, de debilidad se convertía en fortaleza". Para Lasserre ( 1 967, p. 6-9),
subdes arrol lo est1uctural social v económico", como en el caso de Bra­ el movimiento de los trabajadores se desarrolla y progresa continuamen­
sil. había una sociedad y una eco�omía basadas en la fuerza de trabajo te en tres direcciones principales: el sindicalismo, el social ismo políti­
t:�:l o:IVa. En ese contexto, los movimientos sociales tenían como motiva­
l�l<>� Y obje tivo princip
al la liberación de los esclavos, sin muchas con­
co y la cooperación. Ésta nació "en el mismo medio social . c.n la misma
época, de la misma m iseria proletaria y de la misma opresión, bajo el
l •non es par-..t
pe nsar las formas de organización del trabajo cooperativo. i mpulso del m ismo espídtu que originó el sindicalismo y el socialismo".

96 97
e 1 COOPERACIÓN COOPE RATIVAS DE TRABAJO 1 e

A lo largo de la historia de la humanidad, la cooperación ha sido LUZ FILHO, F. ( 1 939), O cooperativismo no Brasil e sua evolw;:üo, Rio de
un elemento clave de la producción y reproducción de los lazos socie­ Janeiro: Coelho Branco.
tarios. De acuerdo con las relaciones que los grupos y clases sociales MARX, R. ( 1 980), O capital: crítica da economía política, Rio de Janeiro:
establezcan entre sí en el proceso de producción material , la coopera­ Civilizac;ao Brasileira. Livro I.
ción puede ser voluntaria o incluso forzada por las circunstancias socia­ MoNN fER, L.; THIRY , B. ( 1 997), Arquitectura y dinámica del interés gene­
les. Considerando el actual contexto histórico del siglo XXI, en el cual, ral. En: (Org.), Ctuubios estructurales e i11terés general, !Vh�lrid:
ante la crisis estructural del empleo se observa un crecimiento vertigi­ CIRIEC.
noso de emprendi mientos económicos gestionados por los propios tra­ RAZETO, L. ( 1 993), Economía de solidariedade e organiza<;flo popul;:.u: En:
bajadores, se ha discutido mucho acerca ele los desafíos ele los procesos GAoonr, M.; GUTIÉRREZ, F. Educa�c/.o comunitária e economía popu­
cooperativos. Desde la perspectiva de la formación de "otra economía", lcu; Sao Paulo: Cortez.
ha surgido la pregunta acerca ele qué manera es posible, en la prácti­ SANTOS, B. S. (2002), Produzir para viver: os caminhos da procluc;ao nao
ca, un estilo de cooperación en el cual la coordinación del esfuerzo colec­ capitalista, Rio ele Janciro: Civilizac;ao Brasilcira.
tivo vislumbra la posibilidad de que, como lo diría Gramsci ( 1 982), todos
los trabajadores puedan convertirse en gobernantes, controlando aque­
llos que, transitoriamente, los dirigen. ¿La gestión cooperativa contri­
buye, efectivamente, a la construcción de la autonomía de los
trabajadores o se asemeja a la gestión participativa propuesta por los COOPERATIVAS DE TRABAJO
empresarios?
Se puede señalar cmvo un desafío la discusión más amplia acer­ JACOB CARLOS LIMA
ca de las concepciones y prácticas de organización del proceso de tra­
bajo en el cual los grupos sociales tengan como meta la construcción de l. Por cooperativas de trabajo se entiende las formas autogestionarias
relaciones de cooperación, entendida como práctica económica, social ele organización ele la producción, del control de la actividad laboral y
y cultural y como movimiento de los trabajadores asociados en la pro­ del producto realizado por los propios trabajadores. Se constituyen en
ducción de la vida social. En el proceso de (re)creación de las relacio­ asociaciones voluntarias ele trabajadores que organizan la cooperativa,
nes ele convivencia que caminen en el sentido i nverso al de la "sociedad . una empresa de la cual todos son socios y participan de los procesos deci­
de los individuos", es decit� "del mercado", puede ser relevante la com­ sorios, así como del resultado ele la labor colectiva. Esas cooperativas tie­
prensión de la necesidad ele superar la "cooperación capitalista" como nen como principios fundamentales la democracia, la autonomía, la
mecanismo ele explotación ele la fuerza ele trabajo. El desafío está en cre­ solidaridad y la igualdad social.
ar las condiciones objetivas y subjetivas pam cl t·escatc y fortalecimien­ Las cooperativas ele trabajo y cooperativas de producción indus­
to ele la cooperación como práctica social humanizadora y mediadora trial tienen definiciones distintas, aunque los términos sean empleados
del proceso de reproducción ampliada ele la vida. como sinónimos. Las primeras se refieren a la prestación de servicios per­
sonales especializados, reuniendo, por ejemplo, a profesionales de edu­
Bibiiografía cación o ele salud, conductores ele taxi y así sucesivamente. En general.
los cooperados utilizan sus propios instrumentos, ele modo que la coo­
DEVEL:fERE, P. ( 1 998), Economie sociale et développemmt, París: De Boeck perativa funciona como intermediaria en la captación y distribución de
Université. los servicios. En el segundo tipo ele cooperativa, la producción de bie­
ESC HENBURG, R ( 1 983), Una breve introducción a la teoría económica de nes resulta del trabajo colectivo, cuyo modelo es la fábrica. Las fábricas,
la participación, Perspectiva Económica, Sao Leopoldo, ano VIII, o unidades de producción -oficinas, talleres- son manejadas colectiva­
v. 13, n. 39, p. 7- 1 4. mente. De todos modos, aunque la utilización de los términos sea con­
GRAMSCI, A. ( 1 982), Os intelectuais e a orgarziza{x"io da cultura, Rio de trovertida, a veces confundiéndolos, las dos formas de cooperativa tienen
Janeiro: Civilizac;ao Brasileira. como fundamento el trabajo como elemento de posesión y ele gestión
LASSERRE, G. ( 1 967), La coopération, Paris: PUF. colectiva.

98 99
.e 1 COOPERATIVAS D E TRABAJO COOPERATIVAS D E TRABAJO 1 e

2. El origen ele las cooperativas ele trabajo y ele producción se encuentra la vez, enfatizaba el riesgo ele que los trabajadores se auto explotasen,
en los socialistas utópicos del siglo XIX, a ejemplo de las aldeas coope­ por ser patrones de sí mismos y por los riesgos i nherentes a las exigen­
rativas ele Owen -propuestas al gobierno inglés- y del expelimento implan­ cias del met·cado capitalista.
tado en el estado de Indiana, Estados Unidos. Ésta funcionó por cuatro Otras críticas fueron i mplacables. Luxemburgo (200 1 ) considera­
afíos, seguida por comunidades profesionales en Inglaterra, que tuvieron ba contradictorio que los obrems fueran trabajadores y patrones de sí
vida corta, en las primeras décadas de aquel siglo. En Francia, Charles mismos. Esa situación pondría a las cooperativas en un callejón sin sali­
Fourier propuso los falansterios, comunidades autogestionadas que reu­ da, y en última i nstancia tendrían que elegir transformarse en empre­
nirían hasta 1 800 personas, en las cuales la propiedad sería colectiva, bajo sas capitalistas o desasociarse. Una crítica similar hicieron Webb y Webb
la forma de sociedad accionara y de libre elección de los trabajos. Esos ( 1 9 1 4) con l a "tesis de la degeneración de las cooperativas", según la cual
gmpos actuarían más en tanto movimiento que como experimento prác­ el éxito d e las cooperativas representaría su fin, dado que las democra­
tico. Los principios fourielistas pautaron también a tres asociaciones esta­ cias ele productores enfrentarían las necesidades de adecuación al me1·­
blecidas en los Estados Unidos (Singe1� 2002) y una comunidad cado, progt·esivamente incorporando la ganancia y empezando a
autogestionacla compuesta por 2000 personas, en Francia, organizada por contratar trabajadores asalariados.
el industrial Jean-Baptieste-André Godin y su Familistere de Guise. En Durante gran parte del siglo XX, las cooperativas tuvieron su cre­
general, esas propuestas concebían el asociativismo como forma de supe­ cimiento vinculado a crisis económicas y a la formación de frentes de
ración de las precarias condiciones de vida y trabajo de los obreros y se trabajo por diversos Estados europeos, en los cuales se mantenían sólo
basaban en principios ele solidaridad y colaboración de clases. en situ aciones de crisis y en los cuales los principios cooperativistas no
Al lado de esas propuestas, el movimiento obrero también propon­ siempre eran observados. Con el Estado de bienestar social y la conso­
dría cooperativas como formas de resistencia y como altemativas al capi­ lidación del asalariamiento, así como la permanencia de una situación
tal. En el afio 1 844 se encuentra el marco de la constitución del movimiento cercana al pleno empleo, el movimiento ha perdido la fuerza. Aún así,
cooperativista, con la creación de la Rochdale Society ofEquitable Pione­ Italia y Francia se destacaroú por la presencia de un f·uerte sector coo­
er, en Rochdale, cerca de Manchestet� Inglaterra. Inicialmente, esa era una perati vista, cono�i � o, en el segundo país, qomo l a economía social. El
. .
cooperativa formada por obreros de industrias textiles, dedicada al con­ expenmento sovtettco de las cooperativas no tuvo en cuenta la cuestión
sumo de bienes. En 1 850, la Rochdale abrió una cooperativa de produc­ de l a autonomía, constituyéndose en empresas integrantes ele la plani­
ción industrial - un molino - y, en 1 854, un telar e hilandería. ficación estatal. Aún las iniciativas yugoslavas no llegaron a romper ese
El movimiento se expandió rápidamente hacia diversos países vínculo, a pesar de su avance hacia una mayor autonomía para los tra­
europeos. En 1 852 se promulgó en Inglaterra la Ley 92 de las Socieda­ bajadores. En los países en desarrollo, a principio ele los ai'ios 1 970, las
des Industriales y Cooperativas, que disponía acerca de las relaciones de políticas de organización de coopemtivas tuvieron el apoyo de los óraa­
las cooperativas con el Estado. En 1 895, en Ginebra, se creó la Alianza nos internacionales, en ams ele reducir la pobreza, materializándose ptin­
Cooperativa Internacional, que ratificó los principios basales de Roch ­ cipalmente en i niciativas para la generación ele i ngresos y actividades en
dale: la adhesión voluntaria y libre de sus miembros, la gestión demo­ áreas rurales (Lima, 2004).
crática, la participación económica ele los miembros en la creación y el
control del capital, la educación y la formación de los socios y la í nter­ 3. El movimiento cooperativista recobró aliento a panir ele los al''ios 1 970,
cooperación en el sistema cooperativista (Lima, 2004). pero como respuesta a movimientos contraculturales y en reacción al
El movimiento cooperativista reflejaría sus orígenes y clivajes exis­ desencantamiento con las est11.1cturas sean capitalistas o socialistas. Por
tentes en el movimiento obrero del siglo XIX. En él empezarían a con ­ �tra vía, fue una respuesta también a la reestructuración productiva, iden­
vivir desde propuestas revolucionadas ele contraposición al capital, hasta lJ ficada con el desempleo resultante ele las transfm·maciones económi­
propuestas reformistas de humanización ele las relaciones capital-traba­ cas y de la producción en el ámbito ele las nuevas tecnologías y técnicas
jo de inspiración cristiana. organizacionales, que se convino en denominar producción enjuta, o acu­
En el debate acerca del rol de las cooperativas en la construcc ión mulación flexible.
del socialismo, Marx ( 1 977) subrayaba el avance que representaban pu es Nuevas cuestiones pautaron el movimiento de los trabajadores a.fines
conformaban el punto de partida para el nuevo modo de producción. A del siglo XX. Entre ellas, se observó el cien·e ele los puestos de trabajo, la

1 00 101
e 1 COOPERATIVAS D E TRABAJO COOPERATIVAS DE TRABAJO 1 e

reespacialización . de la industria, el achicamiento del sector de servicios, medio ele reducción ele costos, en la lógica ele la competitividad interna­
el derrocamiento del mundo socialista, la pérdida de la f·uerza ideológica cional en redes de tercerización. Aunque esa situación ya existía a prin­
ele las banderas clasistas obreras y el debilitamiento del movimiento sin­ cipios del siglo XX, lo que alimentó la resistencia ele parte del movimiento
dical, con la reducción de los contingentes ele trabajadores. Con vistas a obrero a las cooperativas, a fines del siglo, adquirió nueva configuración
representar gmpos ecológicos, sectores políticos diversos y minorías sexua­ en la sociedad en red, con fl.te¡·te tendencia a la desregularización el e las
les, las cooperativas altemativas dedicadas a la prestación ele servicios socie­ relaciones capital-trabajo .
tarios se organizaron en diversos países. Su propuesta era el establecimiento Diversas cooperativas fueron organizadas bajo la supervisión
ele una nue�a economía solidaria y social, y su objetivo era la construcción empresarial e incluso con el soporte ele políticas ele gobiernos munici­
de una nueva sociedad, más justa e igualitaria. Con el apoyo de sindicatos, pales y provinciales, en aras ele la tercerización industrial, de servicios
partidos y movimientos sociales, los trabajadores han ocupado . fábricas en v del área agrícola. Brechas en la legislación permitieron la tercerización
situación ele qUiebra, buscando garantizar empleos y generar mgresos. de cooperativas sin que hubiera gravámenes para las empresas. La mul­
El mercado dejó ele ser clemonizaclo y las cooperativas buscaron tiplicación de esos emprenclimientos requirió mayor fiscalización ele par­
adecuarse a él, sin que dejen ele caracterizarse como un proyecto alter­ le del Ministerio Público, de modo que varios ele ellos fueron cerrados
nativo. Se tenía como modelo el Complejo de Mondragón, en el País Vas­ o revertidos en empresas regulares. Otras cooperativas reglamentaron
co español, considerado un experimento exitoso de democracia indus � rial su funcionamiento , asegurando a los fondos de reserva y los débitos apro­
v de inserción competitiva en el mercado. Igualmente, las cooperativas piados por parte ele los trabajadores, haciendo viable su permanencia.
�le la "Tercera Italia", contando con amplio desarrollo tecnológico, empe­ En diversos estados del Noreste ele Brasil, cooperativas organizadas en
zaron a ser indicadas como posibilidades de trabajo autogestionario, para­ ese formato funcionaron por diez años, apoyadas por fuertes incentivos
lelamente a otros diversos experimentos italianos que demostraron la gubernamentales . Después ele ese período, la fiscalización constante y
viabilidad ele empresas coopclrativas para sobrevivir en el mercado man­ las acciones ele los trabajadores contra el "asalariamiento disfTazado" las
teniendo los principios del movimiento cooperativista y la capacidad ele hicieron poco interesantes para las empresas contratantes.
los trabajadores para gerenciar a los empre.ndi mientos autónomos. Algunos problemas comunes a todas las cooperativas son la esca­
E � ese contexto, se sitúa el movimiento ele la economía solidaria sez ele capital para su organización y ele capital circulante para mante­
que, en Brasil, ya reúne a m iles ele emprenclim ientos, en los cu�les las ner sus actividades, la inserción o reinserción en el mercado, los equipos
cooperativas ele trabajo y producción constituyen el eje central, ofrecien­ obsoletos, la falta de experiencia gerencial ele los trabajadores y la ausen­
do empleo a m iles de trabajadores. Esas formas ele asociación agrupan cia ele una cultura ele asalariamiento en la cual se separa el gestionar del
a fábricas recuperadas y coqperativas organizadas para la producción ejecutar. Aún quedan los problemas disciplinarios, que aumentan cuan­
industrial, la prestación ele servicios y la creación de ingresos, cl e clicán­ do todos se vuelven dueños ele la empresa. Ante esas cuestiones, los
close a la población ele bajos ingresos, como las cooperativas de recicla­ momentos iniciales son difíciles para las cooperativas, y muchas termi­
je y ele recolección de basura. D iversas entidades -vincul.adas a ?!'l Gs, nan f1.m cionanclo como tercerizaclas u organizándose para ello. Se eón­
sindicatos, iglesias o universidades- ofTecen soporte a la mcubacwn ele figura, así, un cuadro ele subordinación a las empresas originarias,
esas cooperativas, actuando como consultoras y apoyando a la forma­ independiente el e la obse1vancia interna el e los principios autogestiona­
ción y capacitación técnica ele los trabajadores. A partir ele la segunda rios. Dichas variables favorecen la discusión acerca del carácter "autén­
mitad ele la década de 1 990, se implementaron políticas públicas con el tico" o no ele la cooperativa. Este debate se centra en la vinculación ele
objetivo ele incentivar la multiplicación de esos emprenclimientos y, a par­ las cooperativas a órganos representativos cuyas concepciones se alejan
tir ele 2003, en Brasil se convirtieron en política ele Estado, con la crea­ del cooperativismo, de modo que hay diversos grados ele autenticidad,
ción ele la Secretaría Nacional ele Economía Solidaria (SENAES). a veces con fuerte connotación ideológica, aunque sin un anclaje en la
práctica ele la autogestión.
4. Aún persisten graneles problemas. Del mismo modo que las coopera­ Esos factores, sumados a una legislación fundada en los derechos
tivas fueron organizadas por los trabajadores como una reacción al sociales atados al asalariamiento, hacen que se sospeche, ele forma gene­
desempleo y como posibilidad ele constmcción de una alternativa demo­ ral, que las cooperativas infringen a la ley utilizando asalariamiento clis­
crática y autónoma, también fueron percibidas por los empresarios como fTazaclo. Se instauran, entonces, situaciones embarazosas y cierres
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injustificados, resultantes de las distintas interpretaciones de lo que es MARX, K. ( 1 977), Manifesto de lanc,:amento das associac,:6es i nternacio­
el trabajo en cooperativas. Otro pretexto al cual se recurre para ello es nais dos trabalhadores, 1 864. En: MARX, K.; ENGELS, F. Textos 3,
la supuesta utilización política de las cooperativas, por ejemplo, por sin­ Sao Paulo: Edic,:6es Sociais, p. 3 1 3-32 1 .
dicatos vinculados a di ferentes centrales sindicales. Q uuANO, A . (2002), Sistemas alternativos de produc,:ao? En: SANTOS, B.
S. (Org.), Prnduzir para viver: os caminhos da produc,:ao nao capi­
5. Las cooperativas de trabajo y producción industrial representan una talista, Rio de Janeiro: Civilizac,:ao Brasileira .
alternativa de ocupación y de ingresos en un mercado de trabajo segmen­ SINGER, P. (2002), Economía solidária: um modo de produc,:ao e distri­
tado y altamente informal. Señalan un rumbo en el cual la autogestión buic,:ao. En: SJ NGER, P. ; SouzA, A. R., A economia solidária no Bra­
se i mpone como una posibilidad ante el asalariamiento, sin significar sil: a autogestao como resposta ao desemprego, Sao Paulo:
necesariamente la precarización. La observancia de los pri ncipios coo­ Contexto.
perativistas puede garantizar mejores condiciones de trabajo e ingresos V!EITEZ, C. G .; D AL R1, N. M. (200 1 ), TJ·aballw associado: cooperativas e
al trabajador, con el mantenimiento de los derechos básicos vinculados empresas de autogestao, Rio de Janeiro: DP&A.
a la actividad realizada bajo formas colectivas de gestión, incluso con la WEBB, S.; WEBB, B. ( 1 9 1 4 ), Cooperative production and profit sharing,
posibilidad de ampliarlos. New Statesnza11, v. 2, n. 45, p. 20-22. Special Supplement.
A pesar de esos beneficios, la relación de las cooperativas con el
mercado capitalista y la dependencia de él no permiten que siga habien­
do muchas expectativas de que los trabajadores adquieran más autono­
mía o incluso emancipación, en las actuales condiciones. Se multiplican COOPERATIVISMO
las cooperativas de intermediación de mano de obra que aprovechan la
prccarización de las condiciones de trabajo, con el único objetivo de redu­ MIRTA VUOTTO
cir los costos empresariales. Debe haber más fiscalización para que se
aplaquen los abusos, así como una adecuación de la legislación a formas l . El cooperativismo, desde una perspect¡va inductiva, es la expresión
no asalariadas de organización del trabajo, para que el trabajo asocia­ de diversas i niciativas asociativas que agrupan a personas con necesi­
do no se confunda con el asalariado, o que no se conciba el trabajo rea­ dades económicas y sociales comunes; la acción conj unta para satisfa­
l i zado en cooperativas como necesariamente precario. Lo mismo se cerlas se orienta al bien colectivo, antes que a intereses i ndividuales y
puede decir acerca de la relación de los sindicatos con las cooperativas, está basada en valm-es de autoayuda, autoresponsabilidad, democracia,
conll ictiva en diversas situaciones. El dilema de la gestión debe ser afron­ igualdad, equidad y solidaridad. En el movimiento cooperativo se expre­
t ado, teniendo en cuenta las transformaciones ocurridas en el mundo del san las orientaciones propias de esas iniciativas.
t rab;tjo �· del asalariam iento. Desde una perspectiva deductiva, el coopemtivismo se define
como la expresión de corrientes filosóficas, o cosmovisiones comuni­
Bibl iografía taristas y asociacionistas que tienen su correlato en una doctrina; en
un siste ;na, cuyo propósito consiste en transforma r a través del pro­
l l o LI.�b\ � :-.1 .L . ( 200 1 ) , Operários sem patriio: gestao cooperativa e dilemas ceso económico los actores i nvolucrados en el m ismo; en el componen­
da d e m oc ra c i a , Sao Carlos: Editora da UFSCm: te de una economía (la economía social y solidaria) y en un enfoque
L t \ L\ , .1 . C. ( 2002 ) , As artiman lzas da flexibilizar;iio: o trabalho terceiriza­ político-social.
do cm c oo p era t ivas de produc,:ao, Sao Paulo: Terccira Margem .
( 200-l ) , O t rabal h o autogestion ário cm cooperativas de produc,:üo : 2. Diversas tradiciones de autoayuda y variadas forn1as de colaboración
o ¡xt r:u l i g ma rcvisi tado, Revista Brasileira de Ciencias Sociais, v. 1 9 , colectiva surgidas de la libre iniciativa han existido desde la antigüedad
n . 5 6 , p. -+5-7-l, out. y dieron lugar a modalidades de economía colectiva que se aproximan
(2007) , L(!!arües perigosas: trabalho flexível e trabalho associado. en distinto grado a la forma cooperativa.
S<.1 o Paulo: Annablu me. Una contextualización precisa sobre las principales referencias his­
LuXEI\lBURGO, R. (200 1 ) , Reform a o revoluriórz, Buenos Aires: Longsellc1: tóricas (Desroche, 1 976; Mladenatz, 1 933; Lambe11, 1 975; Lavergne, 1 949)

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e 1 COOPERATIVISMO COOPERATIVISMO 1 e

permite ubicar 'as más importantes tradiciones del movimiento en la pri­ mony, !carie), el falansterio propuesto por Ch. Fouricr v la asociación
mera mitad del siglo XIX en Europa, en particular en Francia, Inglate­ cooperativa de producción impulsada por Ph. Buchez. ·

rra y Alemania, países en que surge el proyecto cooperativo y más En Alemania, Frieclrich Wilhelm Rai ffeisen ( 1 8 1 8 - 1 888) promovió
ampliamente el socialismo científico y la ciencia social, todos ellos ins­ d sistema cooperativo de ahorro y crédito, instituido en los principi os ele
pirados en una misma matriz utópica (Desroche, 1 976). responsabilidad solidaria e ilimitada, que en principio presentaban un
En Inglaterra, el proyecto cooperativo surge en respuesta a los marcado carácter de beneficencia. Su fundamento en preceptos ele moral
excesos ele la Revolución industrial y entre sus precursores se debe eles­ cdstiana, lo diferenció ele las cooperativas impulsadas por Schulzc­
tacar a Robert Owen ( 1 77 1 - 1 858) quien desmTolló en New Lanark una Delitzsch en ese país basadas en el principio de "autoayucla".
experiencia industrial y pedagógica que le valió notoriedad internacio­ El primer logro decisivo del cooperativismo se produjo en 1 844
nal. Elaboró y puso en práctica además, un programa de reforma que cuando 28 obreros fundaron en Rochclale (Inglaterra) una cooperativa
visualizaba la solución al problema social a través de la creación de comu­ ele consumo liderada por Charles Howart, experiencia que logró impor­
nidades autosustentables, basadas en la idea de la propiedad colectiva, tantes resultados como fuente de motivación para iniciativas análogas
que debían producir todos aquellos bienes de que tuviesen necesidad sus y configuró las bases del cooperativismo actual. A mediados del siglo XIX
miembros. el movimiento cooperativo era una realidad cuya organización fue esta­
Por su parte, William King ( 1 786- 1 865) sostuvo que la acción de blecida en Inglaterra con las cooperativas de consumo, en Francia con
emancipación de la clase obrera debía ser realizada exclusivamente por las cooperativas ele producción y en Alemania con las cooperativas de
sus propios medios, acentuando la idea de autoayuda a la que conside­ crédito.
ró como un aspecto fundamental de su programa de acción cooperativa. Los intentos ele intcrnacionalización del movimiento desde la fun­
En Francia, a d i ferencia de Inglaterra, u n a clase obrera naciente, dación en 1 835 por R. Owen ele la "Asociación ele todas las clases ele todas
poco diferenciada de l os artehnos, y con una p oblación minoritaria en las naciones", alcanzaron su forma definitiva en el Primer Congreso Inter­
las arancles manufacturas, h izo que el proyecto cooperativo no se mani­ nacional en 1 895, en Londres, donde se propone la creación ele la Alian­
fest�se como respuesta a las consecuencias-de la Revolución industrial, za Cooperativa Internacional (ACI). Esta organización no gubernamental
sino como rechazo del orden establecido por la Revolución de 1 789 Y independiente reune, representa y sirve a organizaciones cooperativas
como reacción frente al carácter l iberal del sistema jurídico y social que en todo el mundo. Cuenta con 2 1 9 m iembros, organizaciones coopera­
posibilitó. Al respecto, el decreto de Allarde de 1 79 1 al suprimir las juran­ tivas nacionales e internacionales ele todos los sectores de actividad y de
eles y los privilegios profesionales y obstáculos a la libertad de las empre­ 85 países que en total nuclean aproximadamente 800 millones ele per­
sas y los empresarios; la ley Le C hapellier ele 1 79 1 al prohibir las sonas en todo el mundo
corporaciones y las asociaciones obreras o patronales; el Decreto de 1 792
que liquidó las cofradías, la venta de los bienes nacionales a partir de 1 792 3 . Desde el auge de la economía clásica liberal hasta el presente, el coo­
y el Código Civil de 1 804, jalonaron un proceso de destrucción de las soli­ perativismo y su sistema ele valores y principios ha tenido u na conside­
daridades tradicionales y formas anteriores de propiedad y derechos de ración marginal, aunque persistente, en el pensamiento económico.
uso comunal y de ayuda mutua en el trabajo. En la primera mitad del siglo XIX, el pensamiento socialista desa­
Ese proyecto se sustentó en u n programa contestatario del orden rrollado considerablemente en Inglaterra e impulsado por Robert Owen
establecido y fue expresado por los socialistas utópicos al postular un plan ( 1 77 1 - 1 858) y los socialistas ricardianos, consideró a las cooperativas con
alternativo de sociedad y de organización social. Sus principales críti­ especial interés, impulsando al mismo tiempo su creación y promoción.
cas se dirigieron a la organización, la autoridad y el sistema político y En el campo de la economía clásica, J. Stuart Mili ( 1 806- 1 873) fue
económico (Saint-Simon, 1823), a l comercio y la "civilización" represi­ uno ele los autores que más atención dedicó a las asociaciones coopera­
va (Fourier, 1 808), a la competencia y el método de fijación de salarios tivas considerando que la reorganización del sistema conforme al mode­
(Buchez, 1 832), a la propiedad (Cabet, 1 839 y Proudhon, 1 840), y al Esta­ lo cooperativo debía traer un aumento considerable del producto real,
do de laissez-faire (Blanc, 1 840). Para estos autores los modelos y prin­ tanto por la eliminación de los simples distribuidores como por el estí­
cipales experiencias de un nuevo orden social fueron las comunidades mulo a la productividad que significa el tipo cooperativo de empresa por
comunistas o colonias planteadas por R. Owen y E. Cabet (New Bar- comparación con el régimen del salariado (Olivera, 2003).

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e 1 COOPERATIVISMO COOPERATIVISMO 1 e

A partir del desarroll o del análisis económico moderno , en la l ite­ sobre la Escuela Nueva, situó la solidaridad en el núcleo de su modelo
ratura económic a alemana del período clásico, el cooperati vismo es con­ cooperativo y fue impulsor y guía de la Escuela de Nimes, que marcó una
siderado de forma i ndirecta por Wilhelm Von Hermann ( 1 875- 1 868) a etapa decisiva en l a historia de la doctrina cooperativa constituyéndo­
partir del concepto de economí a del interés general, y de manera espe­ se en uno de los centros más importantes del movim iento desarrollado
cífica en Italia por Emi lio Nazzani ( 1 832- 1 904 ), quien refiere a las coo­ en la segunda mitad del siglo XIX con el objeto de promover el progre­
perativas ele trabajo como un instmme nto útil para afrontar los so social por el desarrollo de la cooperación, particularmente por medio
problema s del desemple o, y en el campo del cooperat ivismo ele consu­ de las cooperativas de consumo.
mo propone ampliar la participa ción en los beneficio s para los no aso­ La concepción global de la cooperación según Gide proclama la
ciados a esas entidades . soberanía del consumidor y destaca la función de las sociedades de con- .
En Gran Bretaña, la primera literatura económi ca neoclásic a con­ sumo, que "confieren a l a clase obrera los conocimientos y virtudes sin
cedió escasa atención al tema cooperativo, excepto en el caso de Alfred las cuales nunca tendría éxito en ocupar en el orden social el lugar al
Marshall ( 1 842- 1 924) quien adhirió al cooperati vismo debido, en parti­ que aspira y al que tiene derecho". Su programa de acción tiende pre­
culm� al crecimie nto de las sociedades anónima s y el divorcio entre el cisamente a la creación, a través de una evolución pacífica, de un nue­
c01:t!·ol efectivo y la masa de accionist as. Al advertir el proceso de sepa­ vo sistema económico-social o "República cooperativa". En ella los
rac�on entre la propieda .
d y el control, denuncia ndo además los peligros consumidores, asociados a cooperativas, organizarían la producción y
soctalcs de los métodos burocráticos tanto en las empresas públicas como las demás actividades económicas con el objeto de satisfacer sus pro­
e n las pr� va das, plan �eaba como ventaja principal del sistema pias necesidades de consumo, sin propósitos de lucro. El programa de
. coopera­
t i. �<> el ei JJmnar ese nesgo, dado que los propietar ios del capital eran al las tres etapas de G i de preveía la evolución del movimiento cooperati­
.
nusmo tiempo trabajadores de la empresa y por consigui
ente se encon­ vo en base a la expansión de las cooperativas de consumo. Estas abar­
traba n continu amente en situació n de poder descubr ir i ndolenc ia o carían, en una primera etapa, el comercio m inorista y al por mayor; en
i ncom pete n c i a en la conduc ción de los negocio s. (Oliver una segunda etapa, se extenderían a la producción fabril mediante la
a, 2003).
I: n Ft·ancia , el interés de Lean Walras ( 1 834- 1 9 1 O) por el tema se organización de talleres y fábricas de propiedad de las m ismas coope­
c x p n.:so t a n t o en el plano intelec tual como en rativas de consumo; y finalmente, en una trrcera etapa, llegarían a la
su actuaci ón en el movi­
m i e n t o coo pera tiv i st a francés a través de la direcci pmclucción agraria, a través de explotaciones rurales de propiedad de
ón de un banco coo­
pera t i vo y como editor del periód ico Le Travail. ·

todos los consumidores asociados.


El a u tor consid eró el área de la produc ción En Italia, entre los representantes más destacados de la primera
como ámbito donde
n�:·.1or
. pu L·dcn desenvolverse las cooperativas, antes que en la distrib u­ literatura neoclásica que se interesaron por el tema cooperativo, Maffeo
cJon. �· dest acó s u pape l moral , consis tente en introd ucir la democ racia Pantaleoni ( 1 857-1 924) explicitó el carácter empresarial de la coopera­
en el m e can i s m o de la prod ucció n (Wal ras, 1 898). tiva en el seno del capitalismo caracterizando su naturaleza, como asi­
Esda rcció adem ás en sus escritos la noció n de cooperació con- milable a cualquier otra forma de empresa. Estableció además que la
. n,
stderando de maner a específica que "la administración por Consejo reno­ "teoría esencial" de la cooperación revela la naturaleza hedonista del
vable en as�� mhlea gct� cral satisface este doble princ ipio que desea que, movimiento cooperativo y desconoce, por lo tanto, la adscripción a u n
en tod a so� t edad los mterc scs estén dirigidos por los interesados y que
,
espíritu altruista relacionado con l a cooperación por parte d e los asocia­
.
esta d11-ccctón se opere por delegació n. Este mecan ismo, que se podría dos-reformistas y propagandistas.
dec� rat· con el nom brc d � sclf-a dmin istrati on, es tan aprop iado para las Se ha destacado que "la cooperación es socialista por naturaleza"
.
so� 1cdadcs comct·c � ales, md u �triales , o financ ieras en las que todos los en el sentido que su esencia se confunde con la del socialismo tal como
m1em bros son as o C iados anont _ mos, como
el mecanismo del self-govern­ la definieron varios socialistas franceses antes de 1 848: "la preferencia
.
ment lo es para las socted adcs polític as en las que todos los miem bros por el hombre . . . la preferencia del hombre y no del capital como fuen­
son asociados ciudad anos libres e iguales ,, (Walras, 1 865). te y medida del podet· y como fuente y medida del reparto; y al mismo
Por su parte C harles Gidc ( 1 847- 1 9 32) buscó tenaz mente resolver tiempo, la promoción del hombre, no por la lucha individual contra otros
c ! �roblema social �.ue s�gún su perspect iva consiste en "concili ar la jus­ hombres, sino por l a ayuda mutua en una asociación, en una organiza­
. . .
tiCia con la hbe11ad D es de la confere nc�a
·
que dictó en Ginebra en 1 88 9 ci ón colectiva" (Lambert, 1 975).

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e 1 COOPERATIVISMO COOPERATIVISMO 1 e

Aunque K. Marx mostró una completa indiferencia con respecto Ja vez "actividades dejadas ele lado por los agentes ele la producción capi­
a la cooperación, es importante sei'ialar algunas referencias en su obra. talis ta rentable" y que pueden reorganizarse bajo la forma de empresa (en
Mientras que en el Manifiesto Inaugural ele la Asociación Intemacional la p ráctica, el campo ele actividades se limita generalmente a la produc­
de los Trabajadores de 1 864, lo inscribe en tre los "graneles experimen­ ció n agrícola, a la distribución alimentaria, a los seguros, al ahoiTO, y al
tos sociales que han mostrado con hechos, . . . que no es necesario a la crédito); iii) las reglas, desde el punto de vista jurídico, refieren a la orga­
producción que los instrumentos ele trabajo estén monopolizados como nización ele tipo cooperativo que está constituida por "la combinación de
instrumentos de dominación y ele explotación contra el trabajador m is­ una agrupación ele personas y una empresa, generando normas ele igual­
mo"; lo considera "impotente por sí mismo para transformar la socie­ dad, de reparto ele los excedentes proporcionales a las actividades y ele apro­
dad capitalista", tarea que requiere el empleo ele "las fuerzas organizadas piación duraderamente colectiva ele los beneficios reinvertidos".
ele la sociedad" (Marx, El Capital, Capítulo IX. 1 er Libro) Para concluii� cabe mencionar la importancia ele las contribucio­
Del mismo modo, en la "Instrucción sobre diversos problemas a nes relativas al trabajo autogestionaclo, en que se incluye el cooperati­
los delegados del Consejo Central Provisional" para el I Congreso de la vismo ele trabajo o producción, en la tradición neoclásica destacando la
Asociación Internacional ele los Trabajadores ele 1 866, considera al movi­ obra ele Jaroslav Vanek General Theory ofLabor'"Managed Marlcet Eco r w­
miento cooperativo como una ele las fuerzas transformadoras ele la socie­ mies publicada en 1 970. Basándose en los artículos ele B. Warcl ( 1 958)
dad destacando como principal mérito "mostrar que el s istema ele y E. Domar ( 1 966) el autor desarrolla un análisis ele la autogestión a nivel
subordinación del trabajo al capital, puede ser sustituido con un siste­ micro y macroeconómico que sirve ele base a numerosos investigadores
ma republicano y bienhechor ele asociación ele productores l ibres e igua­ que analizan el tema.
les". Sin embargo las posiciones anteriores contrastan con la afirma; ión
4. Las voluntades interesadas en construir alternativas solidarias y socia­
relativa a las fábricas cooperativas ele los propios obreros que "en su ver­
dadera organización muestraJ\1 por doquier todos los defectos del siste­ les que se apoyan en principios democráticos, distribuyendo la riqueza
ma establecido" (Marx, El Capital, libro tercero). equitativamente y conjugando lo económico y lo social, son indicador
A partir ele la caracterización ele George Fauquet ( 1 873- 1 953) dis­ de la vigencia del cooperativismo. La misma está relacionada por un lado
tinguiendo en todo régimen económico una naturaleza pluralista y com­ con los deseos y valores de aquellas personas que buscan formas ele orga­
pleja, lo cooperativo aparece delimitado como un sectm� diferenciado ele nización socio-económica que trasciendan al capitalismo y, por otro, con
los sectores público, capitalista y propiamente privado. El sector coope­ la necesidad ele b1·indar soluciones asociativas frente a situaciones ele cri­
rativo se vincula con el sector propiamente privado y la cooperación apa­ sis. Creadoras ele empleo, las cooperativas constituyen un factor ele desa­
rece esencialmente y en todas sus formas como una construcción que n·ollo local, de cohesión social y ele distribución ele riquezas. La puesta
parte ele las pequeñas uniclacl Js ele la economía doméstica y de la cam­ en marcha ele su especificidad requiere encontrar y ajustar cotidianamen­
pesina y m·tesana. Al igual que para L. Walras, la coopera¿ón es consi­ te el equilibrio entre exigencias económicas y respuestas a las necesida­
derada un asunto pdvaclo cuya extensión podrá variar según la naturaleza des de sus asociados. Este equilibrio se apoya en la movilización continua
ele las fuerzas económicas o políticas del contexto y las propias cualida­ del conjunto ele partes i nteresadas y especialmente de los electos, admi­
des ele los cooperados. nistradores de la cooperativa y del conjunto ele asociados en torno ele un
En la perspectiva de los enfoques precedentes la fórmula coopera­ proyecto cooperativo fuerte, no exento ele tensiones.
tiva constituye la forma referencial que confiere a los diversos componen­ Según experiencias contemporáneas en distintos países, su vigen­
tes de la Economía Social sus rasgos comunes. Tal como lo muestra Claude cia se encuentra amenazada por un capitalismo cada vez más competi­
Vienney ( 1 929-200 1 ) existe una determinada correspondencia entre los tivo, el i ndividualismo, la pasividad y las dificultades que supone la
actores, las actividades y las normas ele las organizaciones cooperativas: construcción de vínculos que articulen la soliclariclacl con la eficacia, y
i) Los actores provienen ele "categorías sociales relativamente modestas" la sustentabiliclacl de experiencias y l iderazgos que surjan desde la base
y que construyan participación.
o incluso de "grupos socio-profesionales cuyas actividades y condiciones
se encuentran en curso de transformación" a raíz de la generalización de
un nuevo modo de producción (pequeños productores mercantiles, traba- . 5. Aunque numerosas iniciativas comunitarias y diversas formas ele coope­
' ración en América Latina fueron anteriores a la llegada ele los europeos, el
jadores ele oficio, consumidores); ii) las actividades reorganizadas son a

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e 1 COOPERATIVISMO COOPERATIVISMO 1 e

origen del cooperativismo como fom1a institucional se vincula a la influen­ claridad, el principio de autoayuda, la prioridad del trabajo sobre el capi­
cia de las cordentes migratorias de las últimas décadas del siglo XIX y tal y la propiedad colectiva de los beneficios acumulados. Protege¡· esta
comienzos del siglo XX. Su influencia se manifestó en el ámbito de las aso­ herencia y la constitución de un patrimonio colectivo que restringe la
ciaciones de consumo, financieras y agropecumias y en el mutualismo urba­ apropiación privada de los beneficios, permite la continuidad de la coo­
no, ligado al sindicalismo, que impulsó el cooperativismo urbano de perativa entre generaciones y ratifica la naturaleza colectiva ele la insti­
consumo y producción. tución.
El origen de las iniciativas regionales se cm-responde con dos ver­ Sin embargo, las necesarias adaptaciones al entorno, producto ele
tientes. En la primera, el cooperativismo agrario, está relacionada con las restricciones ele una economía que se rige por otro tipo ele principios,
tres rutas geográficas de penetración en Argentina, Uruguay, México y conducen a promover cambios parciales en el modelo asociativo, sin revi­
Perú y con mani festaciones d iversas en resultados y modelos. En la sar su cuerpo central y sin volver explícitamente al proyecto cooperati­
segunda vertiente, el cooperativismo financiero, también está vincula­ vo. En la medida que esta tendencia se afiance y las cooperativas se
do a las corrientes migratorias, a la Iglesia Católica y a diversas institu­ interesen por asegurar su desmTollo sin preservar sus especificidades, per­
ciones promotoras cuya influencia fue considerable durante la década derán progresivamente las numerosas ventajas que han sabido desarro­
de 1 960 (Navas, 1 995). . llar para responder a los problemas del desempleo, la exclusión social
Aunque los procesos de consolidación en cada país han sido diver­ y las nuevas necesidades sociales y expect<)tivas ele los ciudadanos y de
sos y no expresan una tendencia evolutiva continua ni u n desarrollo orga­ su membresía. En esa dirección, el modelo cooperativo puede relegar la
nizativo homogéneo, las cooperativas llegan a desempeñar un papel oportunidad de preservar su diversidad y creatividad, soslayando el
importante en las economías latinoamericanas ya que de las 1 4 1 .000 coo­ importante legado de Charles Gicle al selialar que para las cooperativas
perativas registradas, cerca de 67.000 entidades están centradas en la cre­ "la verdadera marca de vitalidad no es durar, sino renacer".
ación y manteni m iento de puestos de trabajo. E n conjunto están
presentes en numerosos sectores de actividad económica y son en gene­ Bibliog rafía
ral de gran importancia para la economía de la mayor parte de los paí­
ses latinoamericanos. Sus resultados tienen un efecto d irecto en la vida CRACOGNA , D. (2007) Interculturalidad y codperativism o. Doctrina . Legis­
de sus miembros, como en el bienestar de los ciudadanos. lación. Experiencia. Boletín de la Asociació11 l11temaciorzal de Dere-
De manera general se debe destacar la institucionalización y reco­ cho Coopera tivo N". 4 1 , págs. 33-45 ,
nocimiento del cooperativismo en la mayor pm·te de los países latinoa­ DESROCH E , H. ( 1 976) Le projet cooperatif; Eclitions Economi e et Huma­
mericanos que desde mediados del siglo XX cuentan con legislaciones nisme, París Les Edition s Ouvrieres. 462 p.
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Durante las últimas décadas, el desarrollo del cooperativismo pp 1 -38.
estuvo influido por las pro fu ndas transformaciones de las sociedades KAPLAN DE DRIMER, A.; DRIMER, B. 1 975 Las cooperativas: fimdame ntos,
latinoamericanas, siendo amenazado el equilibrio característico de sus h istoria, doctri1za , Buenos Aires, Intercoop Editora Cooperativa
funciones económicas y sociales, de modo tal que sectores como el Limitada , 622 p.
financiero y el de consumo resultaron considerablemente afectados y LAMBERT, P. ( 1 975) Ln doctrina cooperativa , Cuarta edición, Buenos Aires,
perdieron significación. Sin e mbargo se debe sei'í.alar en algunos paí­ Intercoop Editora Cooperativa Limita da, 357 p.
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6. La pertinencia de los valores intrínsecos del cooperativismo se reafir­ MONZÓN CAMPOS, J. L. (2003) "El cooperativismo en la historia de la litera­
ma claramente en el mundo actual. No se trata de poner en duda la soli- tura económica" Universitat de Valencia CIRIEC-Espafía, Revista

1 12 113
C 1 COOPERATIVISMO

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algunas experiencias históricas, Buenos Aires, Ecl. Altamira. 255p.
ALAIN (AILLÉ

l . El don puede ser definido como el ofrecimiento a otros ele un bien o


servicio, sin garantía o demanda ele retribución, pero con esperanza ele
que habrá correspondencia, lo que puede establecer relaciones ele alian­
za y amistad. Don no es filantropía o sacrificio, ni tampoco gratuidad sin
motivo o sin i ntenciones. Para todos los que quieran l iberarse ele las
imposiciones de la economía, sea intentando construir una economía
diferente, sea buscando un lugar distinto, más allá de la economía, hablar
de don es i nevitable, casi recmso obligatorio. Si los bienes y servicios no
deben ser producidos en función del interés individual, ele la ganancia,
si no se destinan a la venta, entonces, deben ser concedidos, comparti­
dos o, como mínimo, portadores ele una d imensión ele gratuidad. Difí­
cilmente una economía podrá ser "solidaria" si los que la reivindican no
se inspiran, ele una manera u otra, en el pri ncipio del don; no obstante,
inmediatamente se plantea cómo se debe entender dicho espíritu.
Dos graneles planteas se confTontan acerca ele esa cuestión: anu­
tilitarista y antiutilitarista. El primero seduce por un aparente radica­
lismo. Por la falta de un concepto preciso ele don, se estimula la ruptura
definitiva con toda idea de interés particular, ele contrato, ele devolución
o de reciprocidad. Era a través ele esa práctica que, en sus épocas, Sta­
lin o Mao Tse-Tung convocaban a los trabajadores a renunciar a los "estí­
mulos materiales" y a producir bajo la motivaci ón única del desarrollo
de l a sociedad comunista. Aún es así, partiendo de ideas muy diferen­
tes, que la tradición teológica y luego filosófica afirma que el don no pue­
de existir como tal si no es absolutamente puro, es clecil� desprovisto ele
cualquier intencionalidad y de cualquier expectativa de retorno. Si doy,
explica, por ejemplo, Derrida ( 1 99 1 ), entonces no doy, pues, sabiendo que
doy, me miro dando y aprovecho al menos el placer ele m i posición ele
donador. De otra forma, Marion ( 1 997) sostenía que, para que hubiera

1 14 115
D 1 DON DON 1 D

don (puro y verdadero), hacía falta que no existiera el sujeto que da, ni salvaje, cm�gaclo de agresividad y ambivalencia, no tiene nada que ver con
el objeto of1·ecido, ni tampoco el receptor del don. Los preceptos anuti­ lo que dicta la caridad cristiana; es un don agonístico. No es economi­
litaristas, por ende, reducen el don a una "donación" sin sujeto. zando que se adquiere el prestigio y se engrandece el propio nombre, sino
La concepción antiutilitarista, por cierto menos grandiosa, aun­ cuando se gasta hasta el desperdicio y se acepta esa pérdida. Ese descu­
que más adaptable a la reali dad, no pregona en absoluto el sacl'ificio de brimiento impone, sin duda, un desafío fantástico a los postulados cen­
la utilidad, del interés , de la intención, de la subjetividad ni cualquier tipo trales de la teoda económica y de la Rational Actio11 Theo1y, dado que
de renuncia. Los antiutilitaristas consideran el don como un operador atesta, como escribía Mauss, que "el hamo economicus no está detrás
sociológico, creado1· de alianzas, lazos afectivos y acciones solidadas, ase­ de nosotros, sino adelante de nosotros", sin la naturalidad y la univer­
mejándose a los motivos que empujan las relaciones sociales hacia la coo­ salidad que le atribuyen los economistas. Es más, los bienes dados, acep­
peración, por encima de cualquier interés, sea en tiempo de paz, sea en tados y devueltos en el ámbito ele la obligación de reciprocidad generosa
épocas de guerra. Para instaurar asociaciones y crear la confianza, se hace no tienen, en la mayoría de las veces, ningún valor utilitario. Sólo valen
necesaria, de hecho, la presencia de una parte de gratuidad y de hechos en tanto símbolos de la relación social que crean y nutren, haciendo cir­
desinteresados, fundadores de la relación social. En esa perspectiva, la cular indclinidamente entre los pares una deuda que podrá -y dcberá­
incondicionalidad subyace a las ventajas individuales que pueden ser invertirse, pero jamás anularse. Los don�s son símbolos y recíprocamen­
obtenidas. La dádiva antiutilitarista es, por lo tanto, absolutamente gra­ te. No se devuelve de inmediato ni un equivalente sino más tarde y más.
tuita e i ncondicional; es más, se limita a subordinar el momento de la No se trata solamente de la circulación de bienes positivos, de buenas
utilidad, del cálculo y del interés a un imperativo de gratuidad y de incon­ obras, sino, igualmente, de insultos, venganzas y hechicerías, maleficios.
dicionalidad primarias. Ella se ordena según una lógica de i ncondicio­ Es clecil� si no se puede dar el mal, no se puede dar el bien. Los ejem­
nalidad condicional. plos más conocidos de esas prácticas agonísticas de la dádiva son el
Esa concepción antiutilitarista del don puede asumir una perspec­ potlatch ele los indios kwkiutl, de la Colombia Británica, al oeste de Cana­
tiva antropológica, que se sostiene en múltiples trabajos. Desde la publi­ dá v la Kula ele las islas Tobriand, al noreste de Nueva Guinea.
cación, en 1 92 3-24, del célebre Ensayo sobre el don , de Mm·cel Mauss Lo que subsiste de ese universo phmitivo del don aún en el siglo
( 1 985), sobrin o y legatario teórico universal de Durkheim, fundador de
' ·

XXI, además ele las prácticas ele hacer regalos en fiestas, no es muy apa­
la escuela sociológica francesa, la pregunta acerca de las prácticas del rente, dado que nuestra concepción del don ha sufTido modi ficaciones
don ceremonial es central en el trabajo de los etnólogos. La obligación al se1· modelado pot· dos mil años de cristianismo. Todas las grandes reli­
ele dar -o, aún, la "triple obligación de clm� recibir y devolver"-, que cons­ giones deben ser interpretadas como transformaciones del sistema arcai­
tituyó la regla social basal de al menos determinado número de socie­ co del don, pues trabajaron hacia su universalización (se debe dar a los
dades salvajes y arcaicas, según lo descubrió Mauss, no es más que la otros que no sean sólo los prójimos), para radicalizarla (cla1· realmente
traducción concreta del principio ele reciprocidad propuesto por Lévi­ el objeto deseable, no sólo su signo) y para interiorizarla (renunciar al
Strauss en el fundamento de su antropología estructural, puesto en con­ don ostensivo). No obstante, todo un conjunto de bienes aún circula en
traste por Polanyi, con el de intercambio y el de redistribución. el mundo del don, y sería totalmente equivocado creer que las prácticas
Para que la sociología económica (es decir, una forma de pensar de la dádiva conciemen sólo a las sociedades salvajes y que habrían desa­
la economía d i ferente ele la de los economistas) se desarrolle, ella debe­ parecido de las sociedades contemporáneas.
rá necesariamente interrogarse acerca del lugar ocupado, en cada tipo Desde Titmuss ( 1 972), el ejemplo más conocido es el de la clona­
de práctica de la economía actuaL por las lógicas del mercado, el e la jerar­ ción de la sangre. Godbout (Godbout y Caillé, 1 992), a su vez, muestra
quía redistributiva y del don recíproco. Se considera que, además de la que la caractedstica del don moderno es el hecho de volverse también
sociología económica, la teoría del don sea indispensable a la teoría socio­ don a extraíi.os. Es posible, de modo más general, proponerse la hipó­
lógica general y a la filosofía política. tesis de que la obligación de dar permanezca la regla fundamental de la
El descubrimiento esencial de Mauss puede ser generalizado de socialidad pdmaria, de las relaciones persona a persona (esa esfera en
la siguiente forma: en la sociedad primitiva, el vínculo social no se cons­ la cual la personali dad de los individuos importa más que las funciones
tnlía a partir del contrato o de los intercambios mercantiles, sino que que cumplen) y que, aún en el ámbito al principio impersonal de la socia­
obedecía a la imposición de rivalizar en generosidad man i fiesta. El don lidad secundaria (la instancia del mercado, del Estado y de la ciencia.

1 16 1 17
D 1 DON DON 1 D

donde la exigencia ele eficacia funcional ele las personas importa más que como a menudo se c¡·ee, sino por la emergencia. El don, así concebido,
su personalidad), la obligación ele cla1� recibir y devolver cumple un papel, representa la modaliclacl privilegiada de lo que se puede llamar acciones
�ubordinado pero decisivo, dado que también en ella las acciones fun­ co nstitutivas (Perret, 2004), en el mismo sentido que la acción para
cionales son siempre realizadas por personas. No podría haber empre­ Arencl t o que el concepto de lo político.
sa, administración o laboratorio de investigación eficaces si no lograra, Hay dos implicaciones que subrayar del paradigma de la dádiva
el�? un modo u otro, movilizar energía creativa a su favm� es deciJ� el como crítica al economismo. Se afirma que no sólo hay y que debe haber
impulso ele clm� la lealtad y la fidelidad ele sus miembros. acciones que no procedan solamente del interés material calculado (como
Es aquí que el vínculo entre el hallazgo de Mauss y la nueva socio­ es el caso del mercado) o ele una obligación (como en el caso del Esta­
logía económica se muestra más estrecho. No es en la racionalidad indi­ do y de la ¡·e distribución), sino también y más que nada de una lógica
vidual ni tampoco en las reglas balísticas que se sobreponen a todo donde de alianza y ele cierta gratuidad. El paradigma antiutilitarista está indu­
se debe buscar la clave de las acciones sociales, nos explica Granovet­ dablemente más cerca ele los partidarios ele la economía solidaria y de
ter, sino en las redes y en la confianza que vincula y une a sus miembros. la valoración ele todo lo que se haga en nombre del principio asociati­
Es importante resaltar que ese mismo tema también se encuentra en las vo. Si en el sector asociativo el espíritu del don es en principio jerárqui­
ideas ele Callan ( 1 998) y de los teóricos de la ANT (Analysis Networlc The­ camente dominante con relación a las lógicas del i nterés individual y ele
OI:V ) . Todo eso es cie1"to, con la condición ele que se agregue que es a tra­ la obligación, no necesariamente y siempre lo es en la práctica. A su vez,
vés del don que esas redes se crean y es a través de la renovación de los cierta dimensión de gratitud es imprescindible en el ámbito ele la empre­
dones que la confianza se mantiene. La relación de red es un vínculo de sa o de los aparatos del Estado. Lejos ele las oposiciones claras entre don
don -la primera gran red estudiada fue el círculo lada , observado por puro e interés, o entre mercado, Estado y asociaciones, el paradigma del
Malinowski ( 1 992). 1 don lleva a la comprensión clara no sólo ele la diferencia ele las lógicas.
sino también ele las continuidades y las variaciones dialécticas. El don
2. Algunas implicaciones teóricas posibilitan y hacen necesario ir más se identifica con una concepción propiamente política ele la relación
allá de esas observaciones, conforme postula el grupo ele la Revue clu social por i nsistir vigorosamente en la i dea ele que la condición princi­
M.A.U.S.S., que acepta que la sociología encuentra su especificidad con pal y previa de la eficacia (sin discutir el significado ele ese término) ele
relación a la ciencia económica en el antiutilitarismo -presente tanto en todo colectivo humano yace en las propias modalidades ele su constitu­
Durkheim como en Weber� Marx o hasta en Pareto. Igualmente, ese antiu­ ción en sujeto. En contrapartida, no hay una nación próspera que no sea
tilitarismo sólo tiene fundaJnento cuando se organiza a partir del des­ primeramente u n país, una patria; no existe consorcio solidario que no
cubrimiento de Mauss y respeta el "paradigma del don". Lo que Mauss favorezca el principio asociativo por sobre imperativos funcionales; no
muestra estudiando al don arcaico es que la acción social de hecho no hay una tarea de laboratorio o de equipo deportivo eficaz que no sea a
obedece sólo al interés racional, sino también a una lógica primera ele la vez una comunidad.
la simpatía, y que esa tensión entre interés y desinterés coincide con otra, De ello se deduce que las alternativas al megacapitalismo contem­
entre obligación y libertad. La exigencia ele dar es u n acto compulsorio poráneo que deben ser imperiosamente alcanzadas no son propiamen­
paradoja] de libertad. La relación social no se construye, por lo tanto, te económicas. En cierto sentido, ya no hay alternativa económica
n i a partir del interés racional -como creen los individualistas metodo­ plausible a la economía de mercado. El lugar ele la economía puede ser
lógicos- ni a partir de una ley siempre presente y, por sobre todo, como l i mitaclo, es cle cii� debe ser instituida ele otro modo y subordinada prin­
.
Cipalmente a las demandas de gratu idad, don y democratización.
afirman los defensores del holismo metodológico. Esas dos vertientes teó­
ricas y metodológicas, enti-e las cuales oscila gran parte de las escuelas
en ciencias sociales, comparten, además de su oposición, el querer expli­ Bibl iografía
car la acción y la historia, reduciéndolas a las elecciones y a las decisio­
nes ele un sujeto substancial preexistente: el individuo o la sociedad CAILLÉ, A. (2000), A nth.ropologie du don : le tiet·s paradigma, París: Des­
considerados como entidades. Queda pendiente la dimensión del adve­ clée de Brouwer.
nimiento de la relación social o de la psique de los sujetos. La explica­ (2004), Don, i11téret et désintéressement: Bourdieu, Mauss, Platon
ción por el don no es una explicación por la caridad o por el altruismo, et quelques mitres, 2 eme éd., Paris: La Découverte; MAUSS.
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D 1 DON

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TITMUSS, R. M. ( 1 972), The gifi relatimzship: from human blood to social sumo de bienes y se1-vicios de manera democrática y participativa. El
policy, New York: Vintage Books. sujeto trascendental y principal es la comunidad, integrada a partir del
trabajo colectivo y de la propiedad com\mitaria, articulados en equili­
brio y respeto hacia la naturaleza como un sujeto participante, vivo y que
se manifiesta en la cosmovisión de la vida, del todo.
Este sistema comunitario busca mantener su esencia, símbolos,
principios e instituciones, generando su sentido de pertenencia de un
todo, donde cada miembro que participa en la producción, también lo
hace en la organización y en la toma de decisiones. No genera desigual­
dades hacia el interior de la comunidad y entre comunidades den tro de
un territorio y esl?acio, organizándose en diferentes niveles, gn.1pos fami­
liares (ayllus en quechua y aymara, motiro en guaraní}, familias y uni­
dades domésticas, en la búsqueda de la distribución iguali taria del
excedente pmduciclo socialmente. A partir de ello, el trabajo es conside­
rado bueno, positivo e integrador (no como un castigo, como en la socie­
dad capitalista), y parte de la cosmovisión ele la vida m isma de los
integrantes de una comunidad en un territorio dado. Es la energía del
ser humano -comunidad que hace posible la transformación de la natu­
raleza y su relación con ella, de crear vida en el mundo, como \'ida bio­
lógica, humana y espiritual. En la producción y clist¡·ibución comunitaria
pri ma el valor ele uso a partir de diversos principios e instituciones que
organizan el sistema: la reciprocidad, redistribución y coÍ11plementarie­
dacl; lo que permite su integridad y desarrollo, la satisfacción de las nece-

1 20 121
E 1 ECONOMÍA COMU NITARIA ECONOMÍA COM U NITARIA 1 E

sidacles y asegura su supervivencia y de las generaciones futuras, tenien ­ en tre los integrantes del ayllu, principal mente en las labores agrícolas
do para ello tomo sujeto principal a la comunidad. \. la con strucción de viviendas. Por el lado ele las i nstituciones de reci­
Son diversos los actores (históricos y actuales) que participan en pro cidad asi métrica está la minka , trabajo comunal por turno, alterna­
la construcción ele la economía comunitaria: pueblos originarios, etnias, do .v se real izaba en obras a favor del ayllu y del Sol, y la m i ta que era
comunidades campesinas, organizaciones productivas, pequeilos produc­ el s istcm a de trabajo a favor del estado, donde se movilizaba coleCtiva
tores, grupos familiares, empresas comuni tarias y mixtas, empresas \' obligatoriamente a los integrantes de la sociedad para el desarrollo
sociales, entre otros. �le caminos, canales de regadío, templos, chullpas entre otros. Otro prin­
ci pio es la redistribución, como función ele las jefaturas y los estados,
2. En la actualidad son diversas las experiencias y expresiones desarro­ tratán dose de una "reciprocidad jerarquizada" , porque el gobie rno se
lladas ele manera alternativa al sistema hegemónico. Motivo ele ello es en carga ele red istribuir bienes, servicios y clo nes a los gobernados y
el abordaje ele la economía comunitaria como una propuesta real y tras­ sometidos, ofreciendo a cambio los productos, servicios y tributos para
cendente, que cuenta con un desarrollo histórico que ha permitido la inte­ d mantenimiento de la sociedad (Silva, 2004). Toda esta organización
gración y sostenibilidad de pueblos originarios, grupos humanos, etnias muestra la trascendencia de la fuerza de trabajo, la posesión colectiva
Y tribus. El proceso histórico de América no empieza con la llegada ele de la tierra, la impo¡·tancia de los ayllus y la centralidad del estado Inca
los eumpeos a "colonizar y evangelizar" a los "indios" . Cuenta con una en la construcción ele una sociedad con excedentes que perm itían aten­
historia que perdura en las prácticas y cosmovisión de la realidad, y que der sus necesidades, asegurando la producción y reproducción dei J mpc­
aun demuestra la riqueza integral en la organización de la sociedad andi­ rio Inca.
na y mesoamericana. Un elemento importante para el análisis del modo ele producción
Las naciones Chanka, Kolla (Aymara) y Chimú se desarrollan en andino es el papel ele la cosmovisión que se encuentra fuertemente liga­
la región andina y proclucC\fl diversos procesos: organización del ayl/u , da a la naturaleza y que es considerada como un sujeto vivo con el que
ele la nzinka , el contml vertical de los pisos ecológicos y el interca � bio se interrelaciona a partir de la reciprocidad por los beneficios que con­

económ ico a grandes distancias. Estas n�\Ciones luego son conquista­ cede a los humanos. Este universo es natural y sobrenatural, es anima­
das y anexadas al Imperio Inca, que condensa estas prácticas continuan­ do por la vida, que se condensa por una serie de entidades supranaturales,
do Y aportando al modo ele pmducción comunal. Esta formación social cada una con un papel y ubicación especifica, cuya relación con el hom­
desarrolla un Estado centralizado, con el Inca como máxima autoridad, bre afirmaba y definía su condición existencial. En esta lógica el mundo
con una bumcracia y castas militares y sacerdotales, a partir ele los cua­ es concebido como un todo, que pertenece a un orden moral y goberna­

les se imponían tdbutos y pr·estaciones for·zosas a los dominados. Este do por p1·incipios ele cm·ácter moral y sagrado (Silva, 2004). T�1mbién está
modo de producción comu n al tiene como unidad básica a los ayllus, que presente el tema ele las divinidades, las v\•alws son los seres ocultos que
se construyen a partir de la relación ele familiaridad y descendencia exis­ protegen al hombre, las plantas y animales, que le proveen de bene!i­
tente entre los miembros ele un grupo humano, a partir del lazo sanguí­ cios y productos, encontrando dentro de esta cosmovisión la presencia
neo y vinculaciones sociales, que viven en un territorio y espacio de Wiracocha (Aymara), Pachacamac (Quechua, Aym ara), Inti - Sol
determi nado, de propiedad comunitaria. Esta construcción comunita­ (Inca), Illapa - Rayo (Quechua, Aymara), Quilla - Luna (Inca), Pach a­
ria a la vez imbrica una fuerte relación entre el hombre y la naturale­ mama - Tierra (Aymara, Quechua), entre otros, que controlan el deve­
za, constituyendo el núcleo ele relaciones sociales, política �, económicas nir, los fenómenos ele la naturaleza y actuaban en reciprocidad en
Y religiosas, en la unidad indivisible de producción económica y repro­ función del comportamiento del hombre, generando respuestas y una
ducción de la vida y ele la civilización andina. relación bidircn·ion;d .
El sistema económico conserva la propiedad comunitaria de la Se puede '-·nt<.' t lder las diversas manifestaciones del buen vivir
tierra y la fuerza ele trabajo colectiva, generando a partir de ello p rin­ (Sumaq Kawsay - Quechua) y vivir bien (Sumaq Qamaila - Aymara), revi­
cipios e instituciones que regían el modo de producción. Estos princi­ talizadas y aprehendidas en la actualidad, en la construcción de una iden­
pios son la reciprocidad a partir del intercambio de bienes, servicios v tidad comunitaria para la satisfacción de necesidades materiales y
dones en esta sociedad jerarquizada. El avni es una institución de rec i ­ espirituales a partir ele los principios de complementariedad, reciproci­
procidad simétrica, que consistía en el tr�bajo ele reciprocidad familiar dad y equilibrio. El siglo XVI significó el mayor cambio estructural y es

1 22 1 23
E 1
1 E
ECONOMÍA COMU NITARIA ECONOMÍA COMUNITARIA

el punto de quiebre en la historia de América. El encuentro desarrolla­ nativos, buscando demostrar la universalidad de los principios de esca­
do entre la sociedad andina y los conquistadores europeos, establece una sez y elección en la satisfacción de las necesidades humanas, desde una
relación ele dominación-subordinación. pcr�pectiva ahistórica. Para ellos el individuo actúa en función a una racio­
Así, el estado colonial deja de apoyarse para su f-unCionamiento en nalidad económica indivi dual, siguiendo el principio de maximización.
la dinámica ele la comunidad (Zemelman, 2007), que estaba basado en Los sustantivistas, ¡·epresentados por Polanyi y Dalton, critican la
la propiedad comunal, en el trabajo colectivo y en el valor de uso. Este universalidad del principio de escasez y su vinculación forzosa con el cri­
nuevo estado como factor exógeno no aporta a la construcción históri­ teJ"io de elección. La racionalidad económica se centra en la satisfacción
ca de la estructura microsocial que es la comunidad, incorpora el valor de las necesidades materiales y no sobre la maximización de los bene­
de cambio, el trabajo enajenado, la propiedad privada y las prácticas indi­ ficios individuales. Se plantea una relación de dependencia del hombre
viduales para sobrevivir en un régimen de servidumbre. No obstante las con la naturaleza y sus semejantes para resolver su subsistencia, a tra­
sociedades andi nas han preservado la superestructura espiri tual vés del intercambio con el medio ambiente natural y social. Basan sus
(Mariátegui, 1 98 1 ) y han conservado las prácticas y principios organi­ análisis en la realidad, entendiendo al sistema económico como proce­
zadores de su comunidad, perpetuándolas en el tiempo y aportando des­ so institucionalizado, mediado por la reciprocidad, redistribución e inter­
de éstas a la reproducción de su vida misma. cambio, no como agregados de acciones individuales, sino como formas
A partir de ello se han desarrollado diversas luchas y movil izacio­ de integración que garanticen en la sociedad la producción y la repro­
nes, teniendo como elementos centrales la propiedad de !¡1 tierra, el res­ ducción de los bienes materiales (Balazote, 1 998).
peto de la identidad y el reconocimiento de derechos individuales v Desde la perspectiva marxista, la economía comunitaria es un
colectivos tanto de indígenas y campesinos que han decantado en diveJ�­ modo de producción cuyas fuerzas productivas están condicionadas e
sos instrumentos políticos (Reformas agrarias nacionales, leyes pro indí­ _
íntimamente relacionadas con la naturaleza, con la propiedad colecti­
genas, Convenio 1 69 de la OIT de 1 989 y la Declaración de Naciones va de la tierra. Las relaciones de producción son comunitarias y s e
Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de 2007). encuentran basadas en el ti·abajo colectivo y organizado de los integran­
tes de la comunidad, que genera product?s y bienes de utilización colec­
3 . Para entender el desarrollo teórico de la economía comunitaria es nece­ tiva y satisfactores de necesidades individuales, generando excedentes
sario analizar las contribuciones desde las ciencias sociales, humanas que �on aprovechados de manera comunitaria : Los marxi�tas . . J�eprese � ­
.v económicas.
tados por Meillassoux, Godelier y Sahlins, cuestiOnan la aphcabd1dad um­
Desde la an tropología se aportan conceptos económicos occiden­ versal de la racionalidad económica individual. Entienden que el modo
tales para el anülisis de la economía comunitaria, con la finalidad de de producción determina la estructura social, y un modo de articulación
entender el funcionamiento de economías distintas a la capitalista. No específica ele las diversas relaciones sociales. Estos autores han basado
obstante, a partir de los trabajos etnográficos, se comienza a cuestionar sus estudios en el modo de producción doméstico, fundados en las eco­
la utilización de conceptos, categorías y de contrastación de d i ferentes nomías primitivas y economías campesinas, donde la reciprocidad -pl�in­
racionalidades en el análisis de sociedades primitivas (Balazote, 1 998). cipio presente en los mecanismos de redistri ?uc! ón y el � intercam ? w­
Boas describe el Potlach, analizando esta ceremonia de destrucción .y de es la explicación última de la cohesión comumtana que tiene como fma­
regalo de bienes donde pone en evidencia las limitaciones de las c ate­ lidacl la producción económica y reproducción social (Balazote, 1 998).
gorías económicas y su racionalidad en el análisis de estos intercambios. Otro punto importante para el análisis de la economía conmnit a­
Malinowski critica la unive1·salidad del homo aeconomicus v Mauss abor­ ria en América, son los aportes del indigenismo desde la pcrspectn·a _ his­
_
da el tema de la moralidad y racionalidad en las relacione� económicas, tórica ' económica y política. El indio es p1·escntaclo al mundo occidental
a parti r del don y contra don. Estos elementos promovieron el debate
como catcaoría so�ial uniforme a partir de condiciones definidas y con­
entre formal istas, sustantivistas y marxistas en los 60 y 70, que permi­ cretas predeterminadas por el otro, donde quedan oct� ltas las dif� rcn� � as
tió la constitución de la antropología económica. esenciales, su identidad , su cosmovisión, su histona y orgamzac JOJ: .
Los formalistas ¡·epresentados por Leclaü� Herskovits, Firth ·y Salis­ _
Mariátegui ( 1 928) aborda la cuestión del indio no C�)ll10 problema ctm­
burry pm·ten de la definición ele economía propuesta por Robins, como co sino como un problema social y económico, relac10na:do con la tcnen­
la relación entre los flnes y los escasos medios susceptibles de usos alter- ci � de las tierras. La integración comunitaria, del trabajo y propiedades
1 24 1 25
E 1 ECONOMIA COM U NITARIA ECONOMÍA COMU NITARIA 1 E

colectivas permitieron al indio sobrevivir a las condiciones ele op1·esión punto interesante es la propuesta de los pueblos indígenas quechuas que
generadas a partir ele la conquista. Era trascendental i ncorporar al i ndio proponen como categoría el "sumak kawsay" - "buen vivir" para enten­
en la construcción de la nación, con sus tradiciones y espiritualidad, en der la relación del hombre con la naturaleza, con la historia, con la socie­
la construcción de la revolución socialista. Esta propuesta sigue intac­ dad v con la democracia. Esta noción vincula al hombre con la naturaleza
ta en la actualidad, dado que en la mayoría ele los movimientos socia­ descie una visión ele respeto, devolviendo la ética a la convivencia huma­
ks de campesinos i ncligenas, las demandas materiales (tierra) y ele na. Asimismo, es la expresión de una forma ancestral de ser y estar en
identidad (cultura) son inseparables. el mundo.
Con relación al abordaje de la economía campesina andina, Gol­ Macas (2005), hace referencia a los aportes ele los pueblos origi­
te ( 1 986) plantea que la producción campesina consiste en prácticas que narios para el cambio histórico, desde su cosmovisión que va en contra­
se transm iten de generación en generación sin que se produzcan cambios dicción directa con el pensamiento occidental, porque la forma de
v están basadas en el cuidado del medio ambiente y respeto a la natura­ pensam iento y la lógica de la comunidad están basados en la solidari­
i eza, con el objetivo de conservar a la comunidad, y que se encuentran dad y reciprocidad. Para ello es central la constntcción de un Estado Plu­
asentadas en un territorio colectivo. La unidad doméstica es también uni­ rinacional, que dé cuenta de la diversidad de la población en donde
dad de producción dado que provee la fuerza ele trabajo (trabajo fami­ coexisten varios pueblos, varias nacionalidades y varias culturas. Los pun­
liar) cuya finalidad central es la satisfacción ele las necesidades. tos centrales para el debate refieren a una democracia representativa, par­
Como se expuso anteriormente, la economía comunitaria trae con­ ticipativa, comunitaria y amplia, basada en el consenso y fiscalización
sigo aspectos relacionados a los pueblos originarios y campesinos, que permanentes, que dé cuenta de la diversidad y la existencia del Otro. Un
representan gran parte de la población en la región. Pese a esta fuerte pre­ segundo punto es el entendimiento ele que la economía de los pueblos
sencia y sus consecuentes prácticas asociadas a la economía comunitaria, indígenas no es una economía del regalo, sino una economía comuni­
f
esta última ha sido marginad en cuanto a su tratamiento teórico-concep­ taria basada en el trabajo colectivo, en la colectividad, en la solidaridad,
tual. A continuación se abo re ará a aquellos autores contemporáneos que el respeto a la naturaleza, el respeto a los seres humanos y el respeto por
en sus planteamientos teóricos han rescatado y revalorizado estas prác­ las generaciones futuras. Un último punto es la construcción de una
ticas, promoviendo el debate y reflexión sobre su sostenibilidad en un con­ sociedad intercultural, donde se reconozca la diversidad, el respeto de
texto de desarrollo del sistema capitalista. las culturas y la construcción de los saberes diferentes, dentro de un Esta­
Razeto ( 1 999) propone el desarrollo ele la "econo111 ía de solidari­ do, dentro de una nación.
dad" en América Latina incorporando a los pueblos originarios y a la En Bolivia, autores como Patzi y Tapia han problematizado el rol
diversidad ele comunidades indígenas del continente, que buscan re s­ "
de la economía comunitaria. Para Patzi (2005), la economía comunita­
catar sus propias culwras wu:f!strales y reccmslituir sus tradicionales modos ria es una propuesta antípoda a la capi talista, donde los medios ele pro­
de l'ida" (Razcto, 1 999: p. 333) . Sus prácticas se desarrollan bajo elemen­ ducción no son de propiedad privada, sino colectivos, pertenecientes al
tos comuni tarios e integración solidaria, donde el sujeto principal es la conjunto ele los trabajadores asociados comunalmente. La econom ía
comunidad, existen formas de propiedad comunitaria, el trabajo es colec­ comunitaria históricamente desarrollada no genera trabajo enajenado,
tivo, existen relaciones de distribución, intercambio, reciprocidad y coo­ es deck cada integrante produce de manera colectiva, a la vez que satis­
peración entre los miembros de una comunidad y entre comunidades, se face sus necesidades. Su objetivo p rincipal será abolir la propiedad pri­
desarrollan procesos continuos ele aprendizaje y transmisión ele conoci­ vada ele los medios de trabajo y la eliminación del trabajo enajenado.
mientos a las generaciones jóvenes, hay una estrecha relación con la natu­ Desde la perspectiva de la filosofía política, Tapia (2006) hace referen­
raleza y el énfasis está puesto en la satisfacción de las necesidades y en cia a la organización comunitaria en el territorio quechua y aymara. El
garantizar el bienestar de la-comunidad. autor plantea que en la organización comunitaria el acceso a derechos
Dúvalos (2005) contribuye al análisis de la economía comunitaria, va acompai'iado por responsabilidades y el deber de participar política­
tanto desde la crítica al modelo neolíberal vigente como del rescate de mente en la comunidad. Esto implica la participación en las asambleas
prácticas ancestrales presentes en América Latina en la actualidad. Según comunitarias pam deliberar sobre problemas colectivos y toma ele deci­
el autot� para revertir los efectos del neoliberalismo deberán revalorizar­ siones, para regular la relación con la naturaleza y la vida social, en resu­
se los conocimientos y- saberes ancestrales de los pueblos indígenas. Un men organizar y dirigir colectivamente la producción. Las formas

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1 E
E 1 ECONOMÍA COMUNITARIA ECONOMIA COM U N ITARIA

comunitarias son acompaii.adas por prácticas de reciprocidad a través lia, vivienda, educación, salud, convivencia, cooperación, reciprocidad,
del conjunto de relaciones e interacciones entre miembros de la comu­ política, cultura y tradiciones religiosas) para satisfacer las necesidades.
nidad. La apropiación de la tierra es colectiva, y su acceso es el ámbito
primordial de trabajo y fuente de bienes para la reproducción de la vida 4. Dados los sucesos que se vienen desarroll ando en América Latina, es
individual, familiar y colectiva, con el objetivo de preservación y bien­ necesario analizar breveme1ite el contexto ele las últimas décadas que han
estar de la comunidad. llevado a varios países del continent e a debatir y problema tizar la eco­
En Perú, un colectivo de organizaciones, representantes de los pue­ nomía comu nitaria.
blos indígenas - originarios y las comunidades campesinas, problema­ En este contexto, según Dávalos (2005: p. 20), "La presencia polí­
tizan la economía comunitaria en el documento titulado "Agenda . tica de los movimientos indígenas dentro de esa crisis 110 sólo se ha legi­
Nacional Indígena y Campesina". Esta economía se sustenta en la reci­ timado desde una posición de defensa de su cultura y su identidad, se ha
procidad y respeto por la naturaleza, que se transforma a través Jel tra­ hecho tarnbién desde las propuestas de refornwla r el régimen político, de
bajo para la obtención de los productos necesarios para la satisfacción transform ar al Estado, de cambiar los sistemas de represen tación, en defi ­
de las necesidades ele la comunidad. Revalida formas antiguas y nuevas lútiva, de otorgarle nuevos criterios a la democracia, desde la participación
de producir, transforma !� distribuii� intercambiar y acumula ! � de admi­ conumitaria v desde la ide11tidad ". El lugar que ocupa el m ovimient o indí­
nistrar y consumir en el territorio. No apelan a modos de producción oena en Am f rica Latina actualme nte, se fae;ilitó a partir de las reformas
nocivos para la naturaleza, sino que desarrollan la agricultura orgáni­ �onstitucionales en algunos países luego de la aparición del Convenio 1 69
ca por su ubicación en la diversidad de pisos ecológicos y microclimas. ele la OIT. Abordan do el caso ecuatoria no, Dávalos (2005) plantea que
El territorio representa el universo, y está ligado a lo sagrado, es histórica mente el movimie nto indígena estuvo relacion ado con la reivin­
un espacio de reproducción social, cultural, político y espiritual de sub­ dicación de la cultura y la defensa del territorio . Durante las moviliza ­
sistencia física, ele trabajo, solidaridad y ejercicio de autonomía, que sus­ ciones, luchas v reivin ¿licacione s, los indígena s basaron su discurso en
lenta y garantiza la existencia ele estos pueblos indígenas y comunidades. la noción de i ¡1tercultu ralidad, proponie ndo un cambio radical de la
Por esta razón, se propone el reconocimiento constitucional del derecho estructu ra del Estado a part � r el � la noción 1� e �lurinac ionalida d. _

a la propiedad colectiva y posesión ancestral de sus territorios. Las estructu ras orgamza llvas (de los mchgen as de la amazom a y
En México, el Centro Nacional de Ayuda a las Misiones Indígenas de l as sierras), conforma n en 1 986 la Confeder ación d e Nacional idades
(CENAM I) ha expuesto discusiones en torno a la economía comunita­ Indígena s del Ecuador (CONAIE ). Hacia mayo d e 1 990 se desarroll ó el
ria . Entre los puntos más importantes se rescatan la auto11omía comu­ levantam iento de los pueblos indígenas , pasando de u n estado de invi­
n itaria. entendida como el derecho a gobernarse, la capacidad de decidir sibilizaci ón que les negaba el acceso de hecho y de derecho a la histo­
sobre el destino propio, sobre las cuestiones y acciones más inmediatas ria, al Estado, a la sociedad , a ser visibiliza dos por la sociedad cn su
v diarias en las comunidades. Por otro lado, está presente la economía conjunto , reconocie ndo su condición ele ciudadan os. Las principal es pro­
COI/Illllitaria que hace referencia a la administración de la casa ( familia, puestas apuntan a la plurinac ionalidad e intercult uralidad , permitie n­
comunidad �· pueblos). Asimismo, es el modo ele realizar actividades para do consol idar un espacio organiza tivo nuevo y posicion ándolos en la
satisfacer las necesidades humanas de manera integral, basadas en nue­ agenda política. El vigor y la actual idad ele los m ovimiént os sociales,
\'as formas de producir, distribuir y consumil: populares e indígenas, entre otros, posibilita ron una plataforma que apo­
Estas prácticas se basan en diversas culturas v formas de vida, don­ yó l a asu nción del presiden te Rafael Correa en el ai'lo 2007, quien abor­
de existen relaciones fraternas, amistosas, de conll;,� nza y la a.vuda mutua da la agenda pendien te plantead a por el movimie nto indígena . En ese
entre todos los integrantes de la organización. Se propicia la participa­ mismo ai'io, se lleva adelante la Asamble a Constitu yente que dio paso a
ción �· la toma ele decisiones es colectiva y comunitaria. Se comparten la propuesta de la Nueva Constitu ción de Ecuadm � que fue aprobada por
\' trasmiten conocimientos e informaciones para enriquecer la creación referénd um .v promulg ada en 2008.
\. la recreación de la producción, industrialización, comercialización v Esta Nueva Constitución reconoce a los pueblos m ilenarios, la rela­
consumo. Se busca la mejor manera de distribuir los excedentes. Por últi ­ ción del sujeto con la Pacham ama como medio de vida fu ndamen tal, la
mo, se busca la coordinación e interrelación entre todas las acciones que diversid ad de práctica s religiosa s, la conform ación de un Estado Pluri­
rcalil'.a el grupo considerando todos los aspectos de la vida (trabajo, fami- nacional, el respeto por la diversid ad cultural - intercul turalida d, con el

1 28 1 29
E 1 ECONOMÍA COM U NITARIA ECONOMÍA COM U N ITARIA 1 E

o bjet i vo de desarroll a r "Una zzueva fi:mna de conviveucia ciudadana, e11 ��·gud dad jurídica, susten tabi l i dad, equ i li brio, justicia y transp�trcncia; b
dil'l.:z:-;idad v a rnzozzía con la naturaleza. para alcanzar el lmen viviz; el eco n omía social y c o m u ni taria complementa rá el i n terés i nd i vidual con
swzwk kcnvsay " ( P reám b u l o ) . Algunos puntos que se qu ieren resaltar so n: d t·ivir bien colectivo; se contempla la orga n i zación económica c o m u n i ­
derecho a la educación i ntercul t u ral b i l i ngüe; derecho a la pro p iedad ele l �tri a, fu ndadas en l o s princip ios y visión propios de las naciones y pue­
las t ierras com u n i taria; protección y desarro l l o ele tecnologías y saberes bl os i n d ígenas - orig i narios y campesinos; fomento y promoción de la
a ncestrales; d e mocra c i a represen tativa, d i recta y comun i taria; i ncenti­ econo m ía comu ni taria como alternativa solidaria e n el área ntral v u rba­
vo al desarro l l o d e acti v i d ades p roductivas c o m u n itarias; gara n t i zar la n;t: < t poy o a las orga n i zaciones de economía com u n i taria para nc �eclcr ¡ ¡ )
producció n y rep rodu c c i ó n ele l as condiciones m ateriales e i n m ateria­ l i n anciam iento; entidades cooperativas y comunitarias, conj u ntamente con
les que posibiliten el buen vivir; se reconocen formas de organización eco­ ,.¡ Est ado, podrán ser sujetos de exploración, explotación, i ndustrial i za­
nóm ica y prod u cc i ó n , popular y sol i d aria, i n cluyendo los sectores l"Í(Ít t, transporte y comercializa ción de los recursos naturales estratégicos;
coo¡x·ra t i vistas , asociat ivos y comu n i tarios, con é n fasis en la prestación se reconoce la propiedad i nd ividual y comuni taria o colectiva, en tan to

ck los servicios públicos básicos y estratégicos; la atención de salud como c u m pla una Función social o económica social. Para cul m inar, se tiende
s e rv i c i o públ ico podrá p restarse a través de ent idades com u n i tarias y hacia el desarrollo rural i ntegral sustentable por medio de acciones esta­
aq uellas q ue ejerzan las medicinas ancestrales alternativas y com plemen­ tales que fomenten emprendi m ientos económicos com u n i tarios, centra­
tarias; e n t re o t ros aspectos i mportantes. dos en la seguridad y en la soberanía a l i m e n taria, respetando las
Bol ivia cuenta con u na larga h i s toria de luchas de sublevación indí­ ..:omunidades i ndígenas y campesinas en todas las di mensiones de su vida,
gena a n t i colonial, por la i ndependencia, por el acceso a los servicios bási­ ,. fortaleciend o la econom ía ele los pequeños productores agropecuar ios
\ de la eco n o m ía {·�1m iliar y comun i taria que con tribu van al
cos y la d e fe nsa d e l os recursos naturales (Guerra del Agua - 2002 y desarrollo eco­
Guerra del Gas 2003), pqr l a t ierra y el terri torio. Estas l u c has y' movi­ nómico social del país, de acuerdo a su ide n t idad ct� ltural y productiva.
l i zaci ones l uego d e l arga � décadas, aportan a la i ncursión ele represen­ N o se qu iere dejar de mencionar la experiencia ele México. El 1 o
t a n tes del m o v i m ie n to i n d ígena-campes i n o al á m bi t o político. A partir de enero ele 1 994 m a rca un h i to h istórico en América La t i na, se produ­
de ello, en e l año 2006 Evo Morales es elegido como prim e r pres idente ,io el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional ( EZLN),
i n d ígena. Ese m i s m o año convoca a una Asamblea Cons t i tuyente para cuya Fundación data del afio 1 983. Según Agosto (2006), sus a nteceden­
redactar u n a propuesta d e reforma de la C o n s t i tución de Bolivia. Lue­ les provienen de d i versas organ i zaciones sociales del país, principalrnen­
go ele un largo proceso, la Nueva Constitución Política del Estado ( NCPE) k ck las tradici ones c o m u n i tarias i n d ígenas. E n tre l as dema ndas v
se somete a referé n d u m y gana su aceptaci ó n el 25 de enero ele 2009. La rc: i v i n clicaciones que plantea el EZLN, se encue n t ran el acceso y propi ¿ ­
N C P E reconoce l a p l u rali dad económ ica, soc i a l , j u ríd ica, pol ítica y cul­ dad de la tierra, vivienda, a l i m e n tación, salud, igualdad de género, edu­
t u ral de la nació n , aboga por la igualdad, equ idad en la d istribución y cación rural campesina, y resolución del p roblema i ndígena. Se p l a n tea
red istri buci ó n del producto soc i a l , elementos que tienen como o bjetivo la necesidad ele n uevas relaciones pol íticas con el Estado cuyos ejes fu n­
el "vivir b ien" (Su m aj Qamaña) ele toda la soci edad boliviana. d a mentales sean la autonom ía , democraci a , l i bertad �· j u s t i c i a . As i m is­
Se pueden rescatar algunos pun tos e n relación a estas prácticas: mo, se plan tea un nuevo t i po de comunidad cuyo centro de decisión sean
democracia d i recta, participativa, representativa y comunitaria (según nor­ las asambleas com u n i tarias. Por ú l t i m o , n o se pla ntea u n a l u c h a l ocal
mas y procedi mi e n tos propios de las naciones y pueblos i nd ígena - origi ­ s i no t a m b i é n n acional y m u ndial: lucha por la h u ma n i d a d y en con tra
nario y campesinos, e ntre otros); las trabajacloms y los tn:tbajadores podr<'m del neol i beral ismo (Agosto, 2006).
reactivar y reorgan i zar e m p t·esas en proceso de quiebra, concurso o l iqui­
dación , cerradas o abandonadas y conformarán empresas comunitarias 5 . Las eco n o m ías com u n i tarias reconocen la d i versidad d e naciones,

sociales; la educación es pública, u n i versal, clemocnítica, partici pati va, comunidades, pueblos y etnias existentes h istóricamen te, que a la vez han
tran s mi t id o y sosten ido i n s t i t u c iones eco n ó micas, soc i a l es , políticas y
n

comuni taria, descolonizaclora, de calidad, i n tercultural y plurili ngüe; el


modelo económ i co es p l u ral y está orientado a mejorar la cal idad de vida culturales , que reconocen la cliversiclacl del otro, busca n d o la igualdad
v el d e toda la sociedad boliviana; la econo m ía plural articula
l'ivtr bie11 Y compleme n tariedacl e n las relacione s y articulacio
nes territoriale s,
las d i ferentes formas de organización económ ica sobre los princi pios de apuntando a la s a t i s facci ó n ele las neces idades, respetando a la natura­
l eza y a la vida m is m a .
c o mplcmcntariedad, reciprocidad, soli dariclacl, redistribución, igualdad,

1 30 131
E 1 ECONOMIA COMUNITARIA ECONOMÍA D E L TRABAJO 1 E

Es i mpot·tante indicar la escasa producción teórica y de análisis G OLTE , J. y CA DENA , M., ( 1 986) "La codeterminacion de la organización
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nomía comunitaria, permitiendo la supervivencia de las poblaciones rura­ teca Amauta ( 1 r a . ecl., 1 928)
les y a la vez de las que han migrado a las zonas urbanas, generando PATZI, F. , (2005) Sistema Comunal. Una propuesta alternativa al sistema
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ria del trabajo es la implementación de emprendimientos, talleres, comer­ Altamira
cios, locales comunales, cooperativas, espacios de recreación y SiLVA, F., (2004 )"Occidente y mundo andino", en Anuario de Ciencias de
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desarrollo participativo ele un conjunto integral ele políticas y programas rica Latina , México, Siglo XXI 1
que apunten a la viabilidad y sostenibiliclacl ele estas prácticas en la coti­
dianeidad, a nivel local, regional y nacional. Dado que el objetivo primor­
dial de las prácticas de economía comunitaria es el "buen vivir" y el "vivir
bien", en estrecha relación con la naturaleza, las formas colectivas de tra­
bajo y la participación de la comunidad en la toma de decisiones, es ECONOMÍA DEL TRABAJO
importante aportar a la construcción de esta economía como alternati­
va al sistema capitalista, al igual que la economía social y solidaria. J os É Lurs CoRAGGro

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reproducción ampliada del capital (acumulación) y la absolutización de
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estado .1' democracia , Buenos Aires, CLACSO, 2005. leza y sus procesos.

1 32 1 33
1 E
E 1 ECONO MÍA DEL TRABA JO ECONOMÍA DEL TRABAJO

n Y efec ti:'iza� ión de cu l t u ra de derechos del trabajador y su fam ilia. Eso l i m i tó el juego del
Las form as de orga ni zaci ón de la reprodu cció
omía pop ular, sohd ana ? no, 111ercado e impidió que el salario bajara a los niveles de "mercado li bre",
las fuerzas clcÍ trabajo son part e ele la econ
ucci ón para el merc�clo _aut_o �esLio na­ e n parte por políticas de promoción del pleno empleo. Se co n sti t u y ú así
i nc l uven do los proc esos de prod
s mercan tiles mdt vtdu�de: o la ck:norni nada "sociedad salarial" (Castel, 1 995) en la que, den tro de una
dos ��or los trab ajad ores -em pren cl i m icnto _
fam i l i ares , coop erat ivas ele prod
ucci ón ele ienes o s� r:'iciO s-, as_ocm cm­
b inst i tucional ización regulada del mercado, el t rabajo fue la vía de i n lL'­
ente conchcw �� es de_ vt �la ;:-t ra­ u ra c i ó n social u n i versal . Como anticipara Pol a n v i , �1 r n e rc ad o de t raba­
ncs no mer can t i les que prod ucen dire ctam
ba jo corn un i tario , mut ua les- , así com
o el trabajo dom estiC O . �le ¡P junto con los mercados de mercancías fictici<¡s t ie rra y d i n e m ( a l lJ l i L'
om ía ofi � ial: Incl uy� tan� �tcn l tov podemos agregar el ele conocim iento), pasó a operar con fuertes res­
re ÍJI'od ucci ún, igno rado por la actu al econ !l10S dcl mt� l c� m­
d iversas form as ele trab ajo dedi cado a mejorar los term tricciones del Estado y la sociedad civil organizada.
b i o de los trab ajad ores y sus orga
n i zaci ones (sist emas de ab�s�eci �1.1en­ La organi zación capitalista del trabajo i ncluye también la gestión
t o de med ios de con sum o o insu
mas , siste mas ele com � l.·ctal tzac ton ° material del proceso de trabajo y la manipulación directa de la subjeti­
l a reprocluccw n Y �r; nta del v i d a d , los deseos y la vida cotidiana ele los trabajadores. El control ele la
li nanci amic nto solid ario ). A esto se agre ga _
l forma socia l de orga n!Zé Kion_ (hete ­ ciencia y la tecnología por el capital, i nstrument�tl i zanclo el conoci m i e n ­
t ra bajo asala riado , que es la prin cipa
tal o ele las agen cta� del to como medio para la búsqueda de ganancias, contri buyó a consti tu i r
róno ;11a) del trab ajo, bajo la dire cció n del capi
ion aclo por los confl ictos ;d p roletari ado como masa ele trabajadores-consumidore� subord i nados
Esta do. Este últim o es 1un . trab ajo tens ·1 . v en
:so
ta po1 a e 1 '
1s t 1 -·b
1 tción de in<>re a los sistemas de producci ó n , cuya fuerza ele trabajo se consti tuye en un
patro nes/t raba j ador es , en a c.l 1spu
: • _

· . L • ":

la búsqueda de una crec iente auto nom ía y cma


nctpact �n ele los ststc m.ts

recurso mús a economizar y sustitu i r por otros recursos cuando la ren ­


rista s o toyo ttzad?s. _En tant o, t abil idad l o aconseja. La tendencia i ntrínseca d e l c a p i t al a sust i tu i r t ra­
prod uctiv istas de expl otac ión, sean taylo
l a luch a soc i a l apel a a la soli dari dad
de los trab ajad ores (smcl t c atos ) � n bajo vivo por la fuerza del aparato productivo objeti vado se ha hecho
orga n i zaci �n del trab aJO. pa tente con la ruptura del modelo ele capitalismo organizado y el ata­
esta confron tació n con el n\oc lo capi talis ta ele
se i l �m11 n a e �� �on t � ·;.� ­ que conservador al estatismo, sea socialista o socialdemócrata. El tra­
La pers pect iva de una Eco nom ía de! Ti·abajo _
uc1do, e n t r_e otr_ ds cosc\S, bajo concreto es cada vez más atribuido a la múquina, a los robots, a los
pun to con la Econ onlÍa del Capi tal, que h a prod
un mod o ele orga ni zaci ón v u n sent
ido del u·abajo que es espe clflc <� , pro- sistemas automatizados ele producción mediados por mercados que, para
1'
· 1smo . U 11 •ts¡)e cto part rcula r

muchos bienes homogeneizados, operan también como a u t ó ma tas.
· ·

pio de esa époc a que deno mma mos capt ta


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L'S la merc a nt i l i z ac i ó n del


trab ajo, a trav és de la sepa ra� lt:n d : Así, el trabajo-para-el-capi tal ha sido contemporáneamente la i ns­
mmo M cu x ( 1 17 1 _) ti tución i ntegradora y orientadora de las opciones y estrategias de vida
na y su capa cida d o Fuer za de trab ajo, com o la deno
v la com pra-v en ta de esa
f�rerza de trab ajo en u n mercado , c? n: o de l as mayorías sociales. Sin embargo es ajeno, heterónomo -en el doble
111 � 1 -

com o merc anct a I _m_ rltc a sentido de estar d irigido en cada proceso de producción por la dictadu­
.c ancí a fict icia (Pol anyi , 1 957) . Que func iona �
!Ic IOn s ra del capi tal ista, sus representantes y sus sistemas ele producción, y de
que, en ún merc ado auto rreg ulad o, e� _p recio
(sala rio) � l a s con�
la ofer ta Y la dem .
andd , es t ar i m puesto por u n sistema de necesidades y escaseces generado en
básica s del eón trato de traba jo son hpcl as por . Pero los mer­
trabajadorc� funciún de la acumulación de capital privado, algo que los i nventos orga­
i ndepe ndie ntem ente de las nece sidad es ele los
u n mero mec anis mo que agre ga cant tdad es Y_ bala n­ nizativos del toyotismo no superaron (Gorz, 1 988). Ese trabajo experimen­
cado s reales no son
cea ofer tas v d e man das, s i no
un verd ader cam po de h�� rza_s
o ta actual m e n te transformaciones vertiginosas con el neoliberalismo v el

mult idi men si�)l1 al, dond e la cultu ra, los valo
res, la estru ctura de capi ­ debi l i tamiento de los sindicatos, se precariza y p ierde centralidad p.a ra
r y paut ar prác tica� te� no-cco­ el capital sin haber sido substituido por procesos equivalentes ele integra­
tales" , cont ribuv en a d i feren ciar, segm enta
en o van cons tituy endo vana � w�_es en ción social. Así, para enormes masas ele trabajadores el trabajo desregu­
nóm icas que, ;.� su vez, reproduc _ do dder en­
la estruct ura, com o el recfe nte surg
i mien to de un "cog nana laclo deja ele ser una fuente suficiente de obtención ele los me el ios ele vida
cü1d o del prole taria do (Bou rd ieu, 1 997; Cun
ea Boca yuba , 20?7). que se habían definido como valor h istórico de la fuerza de t ra bajo, y sur­
"gra n tran sfor mac ión" ( Pola nyt, 200 ? ) el ge la necesidad ele otras formas centrales de orga n i zación del propio tra­
A part ir de la prim era
capi talis mo orga n i zado , con fuer
te i n terve nció n estat al y la prese�1cm (_le bajo. El capi tal produce lo que le genera mús rentabilidad y no lo que
pode rosa s org; n izac ione s s in d
icale s, regu l ó el mer cado d� ti�aba!o Y eh� satisface las necesielades extendidas más acuciantes. El trabajo-para-el-
l ugar a que los t raba jado res y In
soci edad en gene ral avan zat an con unc1 • capi tal se ha vuelto clesestmcturante de los horizontes de vida, porque

1 34 1 35
E 1 ECONOM[A DEL TRABAJO ECONOMÍA D EL TRABAJO 1 E

incluye a una parte reducida de la población e incluso quien lo tiene expe­ son un medio antes que un fin, y el manejo estratégico de las relaciones
rimenta una "seguridad precaria", fTaccionando a la sociedad en un con­ interpersonales debe minimizarse, dejando lugar a procesos de mutuo
texto de desprotección social (Costanzo, 2008) diseñado para que el reconocimiento, a la negociación, a los acuerdos entre pares.
hambre o el temor a la destitución definitiva presionen, a quienes no tie­ Para la Eco11omía del TI·abajo, la cuestión social actual no es ver
nen más que su fuerza de trabajo, a tomar lo que haya como oferta de cómo se recupera el pleno empleo (bajo la dirección del capital) para que
empleo. A la vez, empuja a buscar otros modos de realización de las pro­ todos puedan tene1· un ingreso y consumir lo que es rentable para el capi­
pias capacidades y necesidades. tal, sino ¡·cconocel� ¡·ecuperm� potencim� inventar y desarrollar otras for­
Sin embargo, por la perdurabilidad del imaginario de la sociedad mas de vida activa, ele motivación y coordinación de las actividades
salarial y la falta ele alternativas evidentes, ese trabajo todavía se extra­ humanas, para lograr otros productos y resultados deseables y para rea­
fía, se desea más que las cosas mismas y se reaprende a buscarlo, man­ lizar la vida cotidiana que también incluye la experiencia del trabajo, un
tenerlo y defenderlo de la competencia ele otros trabajadores. Ese trabajo tJ·abajo con goce y li·atemidad.
deseado sigue siendo un trabajo asalariado, un trabajo bajo patrón -pri­
vado o público-, un trabajo que aunque no es base de autonomía, pue­ 2. Dentro ele las sociedades capitalistas realmente existentes, así como
de ser valorado como "digno", porque se obtiene en el mercado, el lugar la empresa de capital es la forma elemental ele organización micro eco­
donde "se sabe quién es quién", cuánto valen las cosas y las personas. nómica para la acumulación de capital, 1 � w1idad doméstica (UD) es la
Tanto a nivel del proceso particular ele producción como de su división forma elemental ele organización micro socio-económica, en que se
social, ese trabajo no genera solidaridad, una intersubjetividad positiva reproduce principalmente la vida y las capacidades de generaciones suce­
ni un sentido que trascienda la mera instrumentalización del trabajo sivas ele los trabajadores, es decir de quienes dependen de la realización
como medio para la obtención ele dinero, el representante de las cos� s de su fondo de trabajo para subsistir y desarrollarse.
que necesitamos o deseamos. Las UD pueden generar extensiones de su lógica ele reproducción
Desde la Economía del Capital, la economía deseable -con el capi­ particular mediante asociaciones, comunidades organizadas, redes forma­
tal, devenido sujeto automático, en el centro- está institucionalizada por les o informales de diverso tipo, consolidando organizaciones socioeco­
el solo principio ele mercado, en el que participan individuos utilitaris­ nómicas dirigidas a mejomr las condici<lmes de reproducción de sus
tas y calculadores, donde la capacidad de competir y ganar está en la base miembros. En conjunto conforman la Economía Popular (Coraggio, 1 999)
del acceso a la riqueza y al potencial de autoclesarrollo h umano, v cuva que, dentro de una economía mixta bajo hegemonía del capital, entra en
orientación ele conjunto está dada por la lógica de la acumulació1� . D �s­ relaciones ele intercambio con el subsistema de empresas de capital y con
de la Economía del Trabajo, la economía deseable -con el trabajo auto­ el subsistema de agencias del estado. El p1·incipal objeto de ese intercam­
creador en el centro- se institucionaliza como sistema que combina cinco bio es la fuerza de trabajo misma.
principios ele integración social de los procesos que aseguran el susten­ Esas organizaciones solidarias de la Economía Popular pueden
to de..: ocios: a) autarquía ele la unidad doméstica; b) reciprocidad intra atender a aspectos específicos de la reproducción: sindicatos que luchan
e intercomunidades; e) redistribución a diversos niveles de la sociedad; por el valor y las condiciones contractuales del trabajo asalariado, aso­
el) intercambio en mercados ref:,'Ltlaclos o libres; e) planificación de lo com­ ciaciones de productores autónomos que comparten medios de produc­
plejo (en pa¡·ticular de los efectos no intencionales ele las acciones par­ ción o canales de comercialización, cooperativas de autogestión de
ticulares). (Coraggio, 2007) servicios, redes de abastecimiento, movimientos reivinclicativos de recur­
Para la Economía del Capital el crecimiento cuantitativo de la masa sos y activos -tierra, vivienda, empresas, sistemas de servicios de salud,
de mercancías es un criterio definitivo de eficiencia de la economía, mien­ educación, etc.- en una suerte de acumulación originaria en que b nue­
tras que panl la EcOI10111Ía del n·a bajo lo es la calidad de la vida, el buen va economía recupera recursos de la economía capitalista no por m�:·d i o
vivi1; la reali zación efectiva del potencial de las personas entrelazadas por del intercambio mercantil sino de la presión, la fuerza, la reivindicacitín
relaciones de solidaridad, con justicia y en paz. Mientras que la Ecm w­ de derechos (Navarro Marshall, 2007), asociaciones barriales que auto­
mía del Capital encuentra en la maximización ele éste su fin mismo, la gestionan su hábitat a la vez que construyen espacios de sociabil idad
Economía del Trabajo es un medio pam logrm· la vida plena en sociedad. p rimaria (Mutuberría, 2007; Arroyo, 2007). También pt.Ieden tener un
Las cosas, si bien pueden ser dotadas el� significado por las sociedades, enfoque más abarcativo de toda la sociedad: movimientos ecologistas,

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E 1
1 E
ECONOMÍA DEL TRABAJO
ECONOMÍA DEL TRABAJO

ele <.kn:chos hu manos, de lucha por la tierra, el agua o el terri torio, de q l i L' l l eva a una aútodestructiva sociecla :t de mercado y al deterioro ele
v;énero (Quiroga, 2009), de af·i rmación étnica, de educación popula1� cul­ ,··1cla humana v de la naturaleza. En term mos _ de 1Vl arx, SL' �l!enera un
tu raks. de i ncidencia y control en determ i nadas pol í ticas del estado � i � l c llla de domi"nio abstracto, aparentemente natural, cuando en re a l i
•.1 "
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d �td h a sido y es conti nuamente construido e institucio n<t li zado d e sd e


( H in tzc, 2007), etc.
Ambas formas de organización económica -la del capital Y l a popu­ prov ee tos el� dom i n io p:lrticulal'(Postone, 2006) . En es � visión de bUL�­.�a
lar- pueden desarrollar meso-sistemas de autogobierno, de plm: if1cación .
na cco nom1a, los trabaJadores no son sujetos, smo obJetos, son rL'CUI ­
_
cstraté�ica� o de representación de sus intereses. Ambas se vmculan Y ..;os hu manos", a lo que se ha venido a agregar la noción del "capi t�t l
L'ncuen tran -en general con cont radicciones- con la Econolllia Pública , i 1umano", el "capital social", y toda l a familia d e activos ':>' "capitales ck
sus políticas, su � espacios de concertación y sus org � n i zaciones �olíti­ los pobres"(v. Capital Social).
cu-adm inislrat ivas. E ntre los tres subsistemas constituyen u na Ecoi/0-
1 1 / Ía Mixta. Esta es la base organizativa de u n sistema con predominio
3. Las prúcticas de Eco11oniÍa Social pueden ser vistas como t ransición
del capitalismo, que da l ugar a la resistencia e n m ú l t iples espacios con­
de la ecm wmia 111ixla capitalista a una ecollolllía 111ixta del trabajo. Se
t radictoriamen te hegemonizaclos por la cultura capi talista. ph l n t e a así la posibilidad ele ir rncí.s allú de la l i mitación política a las ten­
En su afán de acum ula!� aplicando una racional idad instrumen­ dt.'·ncias del capital "!' desarrollar una econo111ía centrada e u el trabajo para
tal totalizan te, las empresas ele capi tal consideran todos los elementos sat isfacer las necesidades legíti mas ele todos, articulada .v coordinada con
un alto grado de reflexividad crítica y mediada no sólo por un m ercado
del contexto social, político, ecológico, si mbólico, etc . , corno recursos ?
como obstáculos, y pugnan por disponer de ellos o eli m inarlos en la m ech­ regulado sino por estructuras ele solidaridad . Aquí, las Formas predomi­
da que su proyecto para obtener ganancias lo requiera y su poder pa :·a nantes ele trabajo no pueden ya ser el m ismo trabajo asalariado, Fragmen­
disponer de ellos lo penni ta. A nivel mesoeconómico, ese poder est<.; , sm tado, a lienado, organizado por el capital en cantidades suficientes para
embargo, limitado por l a c?mpetencia, y a n ivel de si � tema lo es ta por
, .
fuerzas consideradas "extraeconómicas", sean ellas soc1ales o ecolog!Cas.
que todos los hombres se conviertan en homo laborans, aditamentos ele
la maquinaria productiva (Arendt, 2003 ) .
En general, la empresa capitalista no frenará espontáne� mente la Desarrollar la posibil idad ele reali zación social ele otro trabajo
expoliación del medioambiente, la explotación del trabajo, ?l mterc�� ­ como capacidad material y subjetiva ele los trabajadores asociados y auto­
bio desigual o la degradación de la calidad de vida si ello conduce a maxl­ !!L'SI.ionarios i m plica una lucha cul tural, no sólo para cambiar las valo­
mas ganancias. El capital (sobre todo el capaz de mov i l izarse a escala ;·aciones sobre el trabajo autonomizaclo de patrones s i n o los
gloln�l), en frascado en los equi l ibrios-desequi l ibrios ele merc��lo, no s_e com portamientos en el mercado de los ciudadanos, orien tados por la
preocuparú de 111otu propio por los desequil ibrios soc_iales, poht1cos, psl­ reproducción ele su vida inmediata. En efecto, los trabajadores, en tan­
colóo icos 0 ecológicos que 'pueden produetr _ sus accwnes o las del con­
': to consum idores, pueden contribui r a amplificar los desequi li brios que
j u n t� de las empr esas en los territorios donde se aloja tempo�·al mente. el capital genera, y contribuir a la reproducción ampl iada del capital
·Los t rabajadores pueden procurar que el Estado o el s istema mteres_ta­ an tes que al desarrollo de otro trabajo organizado bajo formas sol i da­
tal se democraticen generando espacios públicos de debate sobre el b1en rias. Incluso sectores promotores ele la Economía Social (esa práctica de
común, partiendo ele la crítica de las tendencias empíricas irmcionales, construcción socialmente conciente ele otra economía y otra sociedad)
muchas veces resultantes de efectos sistémicos n o i n tencionales. Formas pueden ser llevados a inlernal izar formas ele organización del trabajo con
de poder colect ivo popular (sind icatos, movim ientos ecológicos, fem i ­ valores v criterios de eficiencia de la empresa privada, aún cuando el lucro
n istas, étnicos, asociaciones d e consumidores, etc.) pueden operar como no sea �u objetivo. E n esto incide un sentido común legitimador que \'e
representantes del bien común, promoviendo formas socialme �lt.e m ás en la "prueba del mercado" -fijada en la sostenibilidacl definida estrecha­
dicientes del sistema e mpresarial mediante u n a defensa ele lo et1co no mente en términos financieros y en el respeto a la l ibertad (negativa) ele
instrumentalizado por l a misma lógica ele la acumulación (Salmon, 2002) opción ele los consumidores- la prueba ele verdad ele las organizaciones
v l i mi tando sus tendencias destructivas.
·
económicas. (v. Sostenibilidad)
Polanvi ha mostrado, coincidiendo con Marx, l a perversidad ele u n La Economía del 1i·abajo propone como sentido ele l a econom ía la
mercado libre q u e pretende reducir la integración social a l sólo meca­ resolución de l as necesidades y deseos legítimos ele todos a través de la
n ismo del mercado formador de precios por la oferta' y la demanda, lo organi zación racional del sistema ele división social del trabajo. En su
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E 1 ECONOM[A DEL TRABAJO E CONOM[A D E L TRABAJO 1 E

horizonte estratégico no se plantea el acceso al "reino de la l ibertad" consumo i ncesante como nivelador social. Muchas concepciones de la
como superación de la "necesi dad". Es decir, no se vislumbra ni actúa buena vida deben poder coexistir, aunque todos deban tener garantiza­
como utopía un desenlace consistente en que n inguna ·economía sea ya da la vida para poder escoger lo nuevo o atenerse a su cultura origina­
necesaria. Pero se plantea la crítica práctica de la estructura de deseos ria. (Hinkelammert, 1 984; Hinkelammert y Mora, 2009). Esa propuesta
o demandas de bienes y servicios que genera el i magin ario del consu­ plantea dos hipótesis desde el punto de vista micro socioeconómico: (a)
mo en una sociedad capitalista, la tendencia utilitarista de l as masas de en realidad, el empleo por un salario no ha sido, no es, y cada vez será
consumidores medios, pobres o empobrecidos. Se trata d e redefinir menos, la única forma de realizar las capacidades de trabajo de las UD
democráticamente un espectro de definiciones prácticas d e l o necesa­ para acceder a las condiciones y medios de vida; (b) las relaciones de pro­
rio y lo suficiente, lo útil y lo legítimamente deseable ( Coraggio, 2009; ducción, de trabajo y distribución, pueden no estar objetivadas n i impo­
Caillé, 2003; Lavil le, 2003), acordar formas de producción y consumo nerse como estructuras i nconcientes abstractas sino estar sujetas a
más racionales (Max Neef, 1 990), reconocer a niveles locales la unidad relaciones interpersonales más transparentes que van desde el parentes­
entre el trabajo de producción y el de reproducción y la necesidad de co hasta las relaciones de conciudadanos en una democracia participa­
incrementar los niveles de autarquía local cuidando los equilibri os eco­ tiva. Esta posibilidad es difícil de admitir cuando se piensa desde el
lógicos y frenando la aberraci ó n de los mercados especul at ivos de ali­ modelo omnipresente de la economía de mercado. Cómo pueden los tra­
mentos. bajadores desem� iniciar, sostener y desarrqllar formas de producción que
Esto implica un reconocimiento del peso y el potencial a la vez que puedan competir con las formas capitalistas, cómo modificar l a cultu­
una crítica superadora de la economía popular realmente existente, por­ ra moderna, capitalista, cómo modificar una correlación de fuerzas en
que esa economía popular reactiva y adaptativa no puede garantizar la la que los medios de producción, de comunicación, de acción armada,
sobrevivenéia de todos en el actual contexto de transformación del capi­ están concentrados en manos de las elites? Las diferencias que se regis­
talismo global. Se requiere una aproximación sistémica para transfor­ tran entre autores en cuanto al optimismo/pesimismo pueden deberse
mar ese todo caótico en un conjunto orgánicamente vinculado de a que se asuma el éxito teórico del capitalismo en integrar una sociedad,
producción y reproducción, que vuelva a vincular el trabajo (otro traba­ o su fracaso ÜTeversible en lograrlo. En todo caso, son sus contradiccio­
jo) con la satisfacción de necesidades definidas históricamente por socie­ nes las que, si bien no generan por sí mi �mas el desarrollo de una eco­
dades democráticas. nomía no capitalista, facilitan las experimentaciones en esa dirección.
Además de lo requerido para el acto de consumo o de producción En la esfera política se expresa una confrontación entre las lógicas
doméstica, se requiere el acceso de las UD a otras condiciones (genera­ de la Economía del T!·abajo y de la Economía del Capital. Allí cabe la posi­
les, de uso colectivo compartido) de l a producción doméstica o de la bilidad de convergencias de las múltiples formas de organización de los
reproducción inmediata de la vida (y, por tanto, de sus capacidades de tra­ trabajadores, con ciertas fracciones del pequeño y mediano capital, orga­
bajo) y esto requerirá acumulación material, como medio y no como fin. nizando sistemas productivos encadenados o conjuntos territoriales. El
En l a perspectiva de una Economía del T!·abajo, el control de las condi­ desarrollo local i ntegral puede cumplir la función de proveer un escena­
ciones generales (infraestructura y consumo colectivo) de su propia repro­ rio para dar visibilidad a los intereses particulares y hacer emerger las
ducción debe pasar a manos de los trabajadores organizados o de formas alianzas posibles bajo la hegemonía del principio de reproducción amplia­
de autoridad y gestión descentralizadas y auténticamente democráticas. da. Bajo el paradigma tecnológico actual, basado en la información y el
Aunque la Economía del Capital ha tendido a la homogen ización, conocimiento alienados de la masa de trabajadores pero también en la
entre las UD subsisten diferencias socioeconómicas y culturales muy superexplotación del trabajo y la expoliación de la naturaleza, la confron­
amplias. Coexisten relaciones de intercambio entre comunidades o i ndi­ tación con el gran capital en la lucha por la reproducción de l a vida es
viduos regidas por la cooperación utilitaria, la reciprocidad centraliza­ ineludible. El bien común no puede ser sino el retroceso del huracán de
da, l a reciprocidad generalizada o l a identificación comunitaria, como la centralización y globalización capitalista (Hinkelammert, 2003).
también por una fuerte competencia, dependiendo de los valores e i ns­ Mientras la ganancia y la eficiencia de los procesos productivos
tituciones en que están imbricadas. La propuesta de una Economía del comandados por el capital pueden ser cuantificadas (o son reducibles a
(otro) Trabajo implica partir de esa rica pluralidad de formas, a contra­ lo cuantificable), l a calidad de vida es esencialmente cualitativa (aunque
corriente d e l a tendencia del capital a i mponer el trabajo abstracto y el tiene aspectos cuantitativos). El capital economiza costos, los del trabajo

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E 1 ECONOMÍA DEL TRABAJO ECONOMÍA DEL TRABAJO 1 E

-aunque degrada la vida social- y del acceso a los recursos ele la natu­ CoRAGGJO, José L. ( 1 999) Política social y economía del trabajo. Alterna­
raleza -aunque la clestmya. El trabajo autoorganizaclo en función ele la tivas a la política neoliberal para la ciudad, Madrid, Miño y Dávi­
reproducción ampliada ele la vida ele todos economiza el desgaste ele la la Edi tores
naturaleza y cuida sus equilibrios, reconociéndonos como sujetos nece­ (2009) (org . ) ¿ Qué es lo económico?, CICCUS, Buenos Aires
si tados, que son parte del ciclo de la naturaleza, antes que como homo CoSTANZO, Valeria, (2008) La protección social del Trabajo desde la pers­
sapiens que dominan la naturaleza desde un "af-uera" metafísico. Las tec­ pectiva de la Economía SociaL Un análisis del sistema de Riesgos
nologías duras y blandas son seleccionadas por las relaciones sociales del Trabajo en Argentina, Universidad Nacional ele GraL Sarmien­
que sustentan tanto como por sus resultados m ateriales. Mientras en la to (tesis de maestría, MAES), Feb.
Economía del Capital el trabajo productivo es aquel que genera valor y CuNeA BOCAYUVA, Pedro Cláuclio,(2007) "Economía solidaria v la nueva
plusvalor, en la Economía del Trabajo es productivo el trabajo que pro­ centralidad del trabajo asociado", En CORAGGJO, José L � (Org), La
duce valores de uso, satisfactores virtuosos para la vida en sociedad y que Economía Social desde la Periferia. Contribuciones Latinoameri­
es él mismo un satisfactor. Los precios no son abandonados al mecanis­ canas, Buenos Aires, UNGS/ALTAMIRA
mo de mercado sino que son regulados a tmvés de i ntervenciones polí­ DJEGUEZ, Ricardo, " Macroeconomía y economía popular" (en esta mis­
ticas o sociales estratégicas. Se desarrollan esferas en que -dados el tipo ma obra)
de bienes y de sujetos del intercambio- se plantean "precios justos", a EUZALDE, H. Antonio, (200 1 ) "Nuevos Aportes para una Teoría ele las
la vez que el sistema de precios en su conjunto debe ser acorde con la Necesidades Humanas Fundamentales", Santiago, (mimeo), Uni­
racionalidad reproductiva (otra dimensión ele "lo justo"). versidad Bolivariana,
La Economía Popular realmente existente y una Economía Públi­ GORZ, Anch·é ( 1 988), Miserias del presente, riqueza ele lo posible, Bue­
ca tensionadas por un proyecto clemocratizante que impulsa la solicla­ nos Aires, Paidós
riclacl pueden ser la base e� una Economía del Trabajo, capaz ele -- ( 1 99 1 ) M etamorfosis del trabajo, Madrid, Editorial Sistema
representar y dar h1erza efectiva a los proyectos de vida en una socie­ H!NKELAMMERT, Franz J. & MORA , Henry, (2009) Econom ía, sociedad y
dad más igualitaria, más solidaria, más justa y autodeterminada. Esto vida humana. Preludio a una segunda crítica ele la economía polí­
supone un horizonte estratégico que busca trascender la escala m icro­ tica, UNGS/Altami ra, Buenos Aires
social o los emprendimientos o microredes solidarios para la sobreviven­ HlNKELAMMERT, Franz J., ( 1 984) Crítica a la razón utópica, San José, DEI.
da, un proyecto de acordar democráticamente otra definición de riqueza, -- (2003) El sujeto y la ley. El retorno del sujeto reprim ido. San José,
de naturaleza y de trabajo productivo, otra forma de coordinar el siste­ EUNA, Hereclia,
ma de división social del trabajo, en suma: Otra Economía. H INTZE, Susana, "Capital Social" (en esta misma obra)
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Fayard ele los sujetos en sociedad desde la perspectiva ele l a economía

1 43
1 42
E 1
1 E
ECONOMIA DEL TRABAJO - ECONOMIA MORAL ECONOMIA MORAL

social. Análisis de expe1iencias de gestión colectiva en el Gran Bue­ ser respetados por l a actividad económica. E n el marco de la econo­
nos Aires" Universidad Nacional de Gral. Sarmiento, (tesis de m ía solidaria, se refiere a una economía que se basa en ciertos valo­
maestría, MAES) res como la j usticia social, la solidaridad y el respeto por la naturaleza;
NAVARRO MARSHAL, (2008) La acumulación originaria de la Economía del busca la sociali zación de la riqueza privil egiando las necesidades
Trabajo. Elementos para un debate necesario. Universidad Nacio­ sociales sobre el lucro de los monopolios, el valor de uso sobre el valor
nal de Gral. Sarmiento, (tesis de maestría, MAES) de cambio. Así, sería bajo esos valores que los propietarios de tierra
POLANYI, Karl, ( 1 957)"The economy as an i nstituted process", en Trade podrían ser expropiados, por ejemplo, en pos de u na justicia distri­
and Market in the Early Empires. Economies in History Theory, butiva.
Glencoe
(2006) La gran transformación, México, Fondo de Cultura Econó­ 2. En l a histoda de la humanidad, hasta el siglo XVIII .no había una dife­
mica, renciación entre economía y moral, pues había unidad entre lo social,
PosTONE, Moishe, (2006) Tiempo, trabajo y dominación social. Una rein­ lo económico, lo político y lo religioso a tal punto de que no tenía sen­
terpretación de la teoría crítica de Marx, Madrid, Marcial Pons tido separm" la una de la otra. Según la expresión acuñada por Karl Polan­
ÜUIROGA, Natalia, (2009) Economía Feminista y Economía Social . Con­ yi ( 1 980), la economía estaba inmersa en el sistema social, es decir, era
tribuciones a una Crítica de las Nuevas Políticas de Combate a la i mposible separar mentalmente la econon�ía de otras actividades socia­
Pobreza. Universidad Nacional de Gral. Sarmiento (tesis de m aes­ les, no existiendo en muchas sociedades una palabra específica para
tría, MAES), designarla. Los trabajos realizados por Russel Belk (citado por Wilk,
SALMON, Anne, (2002) É thique et ordre économique. Une entreprise de 1 996) muestran cómo diversas religiones advierten respecto del poder
séduction. París : CNRS Editions corruptor de la riqueza, condenan la avaricia y elogian la pureza de la
pobreza. A fines del siglo XX, ese tema fue abordado por Albert Tévo­
édjre (2002); en el l ibro A Pobreza, riqueza dos pavos, obra que inspiró,
por ejemplo, el Proyecto Esperanza de economía popular solidaria (COa­
ECONO M ÍA MORAL ESPERANZA) en Santa María (RS, Brasil ).
Pero si para los filósofos y teólogos de la Edad Media no había
NOELLE M. P. LECHAT duda acerca de la subordinación de la economía a la moralidad cristia­
na, dicha perspectiva fue totalmente dejada de lado por los utilitaris­
l. No existe una economía moral en sí; la moralidad, aunque subjetiva, for­ tas y por Adam Smith, aunque éste creyera en la moralidad de la máxima
ma parte de la cultura y, como tal, depende del contexto socioh istórico. "Dejar hacer, dejar pasar" (laissez faire). En el siglo XVIII, los economis­
La moral es un modo habitual de actuar, pautado por normas y valores, tas clásicos consideraban el comercio como un poderoso agente mora­
fruto de la transmisión y de la rei nterpretación que hace cada gru­ lizadm� pues según ellos solamente las personas que inspiraran confianza
po social en función de una experiencia de vida específica. M ientras por su decencia y honestidad tendrían éxito en los negocios. Además,
una determi nada sociedad no distinga, de manera singulm� unas acti­ el ejercicio del comercio requería de un ambiente pacífico. David Hume
vidades econó micas de las otras, no se plantea la necesidad del con­ y Adam Smith hasta atribuyeron a la expansión del comercio y de la
cepto de economía moral. Actualmente, debido a una separación que i ndustria el fortalecim iento de "virtudes tales como la dedicación y la
se dio entre la esfera económ i ca y otros dominios, y e n un contexto constancia, la frugalidad, la puntualidad o, lo que qui zás sea lo más
donde la riqueza de c iertas naciones o regiones tiene por corolario importante para el buen f-uncionamiento de la sociedad de mercado, la
la miseria de otras, el concepto de economía moral aparece para dar probi dad" (Hirschman, 1 986, p. 1 5) . La visión del mercado expresada
cuenta de una oposición a la clásica concepción neol i beral de econo­ aquí es, de hecho, i rreal, ya que presupone una sociedad en la � ue el
mía. No encontramos en la literatura una definición de este concep­ comprador estaría siempre en condiciones de elegir al vendedor e, mcl u­
to. Más bien es bastante más común hoy escuchar hablar de ética que so, de no comprar en caso de que las condiciones de venta le �areciC­ _
de moralidad. Sin embargo, creemos que por economía moral se pue­ ran injustas, lo que es una situación irreal cuando se trat.a , por eJemplo,
de entender una visión consistente de normas y valores que deberían de alimentos o de otro producto básico.

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E 1 ECONOMiA MORAL ECONOMIA M ORAL 1 E

La separación entre economía y moral fue progresiva. Durante el más a la dominación de la economía capitalista; varias utopías socialis­
período mercantilista, fue madurando la noción de economía como �1eC�­ tas y el propio m ovimiento cooperativista surgen de ahí. Porque la liber­
nismo objetivo independiente de imperati\·os morales, y encontro mas tad de los mercados y de los emprendedores, la protección de la
reccptivici ad en algunas áreas que en otras. En la distribución interna de propiedad privada y de la acumulación liberaron las energías del capi­
los bienes de primera necesidad se reafirmaba, principalmente en tiem­ talismo que explotaron con gran agresividad social. En el medio rural.
pos de escasez, la obligación de que el Estado inglés protegiera a los pobres las comunidades tradicionales p¡·ese¡·varon durante mucho tiempo los
e, indirectamente, evitara rebeliones que podían deslegitimar su poder. valores morales y ¡·cligiosos como reguladores de sus transacciones eco­
Pero, de acuerdo a la tesis de la autodestrucción, según la cual el nómicas. Y podemos decir que entre amigos y parientes esos compor­
capitalismo trae en sí mismo el germen de su propia destrucción, es P?si­ tamientos todavía pueden ser encontrados.
ble aseverar que "la sociedad de mercado, lejos de promover la delica­ Según Amartya Sen ( 1 992), la economía tiene dos orígenes, ambos
deza v otras actitudes laudables, manifiesta una fuerte tendencia a vinculados a la política. Una se refiere a la ética y la otra a la " i ngenie­
coiTO ;nper los fundamentos morales que sirven de bas� a todas las so� i�­ ría" . La primera, ya previamente desarrollada por Aristóteles, vincula la
dacles" (Hirschman, 1 986, p. 1 6). Los escándalos financieros ele estos ulti­ economía al tema de las finalidades humanas y a la respuesta a dos cues­
mos años, que provocaron crisis y recesión, vienen a reforzar dicha teoría. tiones li.mdamentales: "¿cómo se debe vivir?" y "¿ qué es socialmente dese­
De hecho, se ha dado una emancipación de lo económico de las reglas able?". De acuerdo con esta visión, la política, arte maestro, engloba a
morales heredadas del pasado precapitalista y preindustrial gracias a la todas las otras ciencias, ya que legisla sobre lo que debemos y lo que no
separación radical de los aspectos hoy denominados "económicos" del debemos hacer. Para Aristóteles, la oikonomia concernía al aprovisiona­
tejido social. miento y al cuidado material de la casa y de la ciudad, m ientras la cre­
Karl Polanyi ( 1 980) señaló cómo la sumisión del ser humano a la matística consistía en la forma mercan ti l de adquirir los bienes a través
necesidad (el hambre) es un f�nómeno modemo. Fue solamente con la ele la ganancia, sin hablar de la " i ngeniería", ciencia económ ica que se
desarticulación de la economía (en el sentido de oikonomia ) que el hom­ preocupa por cuestiones logísticas y no con un fin último. La impo¡·tan­
bre vio su sobrevivencia amenazada, mientras que en las sociedades lla­ cia del enfoque ético se debilitó substancialmente en el proceso de desa­
madas "primitivas" no faltaban alimentos. La sociedad estaba organizada rrollo de la economía moderna, empobreciendo así, según Sen ( 1 992),
de modo que todas las personas se encontraban protegidas, independien­ la propia economía.
temente ele sexo y edad. El "progreso", por lo tanto, se hace a expensas
de la desarticulación entre lo social y la cultura y, consecuentemente, de 3. En el siglo XX, fue E. P. Thompson quien utilizó por primera vez el
la moral, y se rearticula por l<Jl subordinación a los intereses i·ndividua- término de economía moral, en un texto escdto en 1 97 1 , titulado "La eco­
les de la acumulación. nomía moral de. la multitud inglesa en el siglo XVIII". En él, el autor se
¿Cómo ocurrió la erosión del patrimonio social? Según Hirsch alza en contra de un reduccionismo económico craso. Según el autor, es
(citado por Hirschman, 1 986), la predominancia del interés individual posible detectar, en las rebeliones populares de Inglaterra del siglo die­
sobre el colectivo dificultó la preservación ele l os bienes colectivos Y de ciocho, una noción legitimadora. Las quejas, las confiscaciones de gra­
la cooperación; el sistema fundado en el interés personal no contaba con nos o de panes eran realizadas bajo principios morales y, en general, eso
recursos propios para motivar el interés general. Finalmente, la base se hacía de manera disciplinada y con objetivos claros.
racionalista e individualista del mercado corrompió la actitud religiosa En este primer texto, el autor señala que esta economía moral
que valoraba las virtudes. Marx y Engels también ya habían denuncia­ "suponía nociones definidas, y bien defendidas enfáticamen te, acerca del
do que en la sociedad capitalista todo se transforma en mercancía y los bienestar común" (Thompson, 1 998). Además, la economía moral no se
vínculos sociales son disueltos por el dinero. Incluso, como señala 1-Iirs­ manifestaba únicamente en los momentos de crisis, sino que estaba pre­
chman: "Marx se mantiene estrictamente en la tradición de Maquiave­ sente en el pensamiento de la época e "incid ía generalmen te sobre el
lo, de Montesquieu y de Smith, cuando se rehusa constantemente a gobiemo". En ese capítulo, Thompson limita el concepto de economía
recurrir al argumento moral" ( 1986, p. 1 2 1). moral al estudio de los conflictos i ngleses del siglo XVIII, entre el tra­
E n las ciudades europeas, e n la mitad del siglo XIX , numerosas dicionalismo y la nueva economía política que giraba en torno a las leyes
asociaciones y el movimiento obrero organizado van a contestar cada vez d e los cereales. El tradicionalis mo es definido por el autor como u n
.
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E 1 ECONOM[A MORAL E CONOM[A MORAL 1 E

modelo paternalista inscripto en la ley estatutaria, en el derecho consue­ lesm (Thompson, 1 998, p. 259). Scott muestra cómo l a amenaza a las ins­
tudinario y en las costumbres. Tradicionalmente, la venta de granos tenía tituciones redistributivas, a las obligaciones reli gi osas caritativas, a las
que ser realizada directamente del agricultor al consumidor, con precios normas de reciprocidad y al derecho de subsistencia, así como la domi­
y medidas controlados, antes que los comerciantes pudieran efectuar sus nación europea y l as raci onalizaciones del mercado, i ncitaron a menu­
compras. Tho!T:\pson justifica el uso del término moral, que se volvió tan do la participación de los campesinos en movim ientos revolucionarios.
polémico. Para él, la economía moral de los pobres es una perspectiva En Weapons o( the Weak, Scott ( 1 985) examina l as formas de resisten­
consistente tradicional del conjunto "de las normas y obligaciones socia­ cia que los pobres pueden crem· frente al poder y a los límites que les pue­
les [y] de las funciones económicas particulares de varios grupos en la den ser impuestos. Hay muchos acuerdos tácitos acerca de dichos límites
comunidad" (Thompson, 1 998, p. 2 1 2). Asevera que esta economía podría que son testeados y renegociados en todo momento. En este contexto,
haber sido denominada sociológica, considerando el significado origi­ la economía moral se presenta bajo la forma de reciprocidad entre fuer­
nal de la palabra economía (oikonomia). zas sociales desiguales, es d ecir, algunos derechos que los más débiles
Lo que el autor quiere remarcar es la oposición entre dos mode­ todavía tienen sobre los más fuertes.
los económicos que parten de supuestos distintos. La diferencia entre
ellos es que el primero "recurre a una norma moral" -a lo que deben ser 4. A principio del siglo XXI, los movimientos sociales y políticos progre­
las obligaciones recíprocas de los hombres- y el segundo parece decir: sistas aconsejan el reemplazo de la moral áel i nterés por la moral de la
"es así como las cosas funcionan, o funcionarían si el Estado no inter­ solidaridad, exigiendo el control de l a riqueza producida por la sociedad
firiera" (Thompson, 1 998, p. 1 62). El primer modelo tenía vigencia en y la construcción de los met·cados éticos. La Asociación para la Fijación
el Estado pre-capitalista, donde la producción y el comercio estaban de Impuestos en l as Transacciones Financieras para Ayudar a los Ciuda­
subordinados a una serie de reglas establecidas por las costumbres y los danos (ATTAC) es una entidad internacional para el control democráti­
valores morales. El segundo modelo está presente en el sistema capita­ co ele los mercados financieros y de sus instituciones que viene a integrar
lista, fue creado por la economía política clásica y libera a los propieta­ esos movimientos. Recurl"ienclo al slogan "El mundo no está en venta",
rios y comerciantes de cualquier deber en relación con los pobres. ATTAC denuncia la mercantilización de la \;ociedad. Otro ejemplo es el
En el capítulo cinco de su l ibro Costwnes em comwn (Costumbres movimiento ele la economía solidada, que se muestra cada vez m ás como
en común), titulado "Economía moral revisitada" , Thompson retoma el una dinámica de enfrentamiento de la pobreza y de las desigualdades ele
tema de la economía moral para examinar y refutar a las críticas impu­ todo tipo, dado que abarca a muchas prácticas económicas asociadas a
tadas a su texto de 1 97 1 y para comentar algunos trabajos usando el mis­ la producción y servicios, a la comercialización y al intercambio y a finan­
mo concepto. É l lo anuncia desde el inicio: "La 'economía moral' no nos zas y consumo solidarios. Tal como el movimiento del comercio justo, se
conduce a un único argumento, sino a una confluencia de razonamien­ basa en los principios de la autogestión, cooperación, justicia social, desa­
tos, y no será posible hacer justicia a todas las voces" (Thompson, 1 998, rrollo sustentable y humano y el ele la igualdad ele género, raza y etnia.
p. 203). El término economía moral aparece en la Inglaterra del siglo Ambos movimientos buscan concientizar a la sociedad ele que el acto ele
XVIII. Bronterre O'Brien lo utilizó en una polémica contraponiéndolo consumir no constituye sólo una cuestión de "gusto", sino también es un
a los defensores de la economía política. Critica, en los trabajos de los acto ético y político (Senaes/Mte, 2006). Esos movimientos exigen ele sus
economistas políticos, la ausencia de referencia al "ser humano inferior integrantes que desechen a valores dominantes de la concurrencia indi­
que una ocupación única y fija debe necesariamente producir" (citado vidual y de la primacía del capital sobre el trabajo. ProducÍI� trabajar y
por Thompson, 1 998, p. 256). consumir de forma solidaria y autogestionaria sería también ¡·egresar a
Actualmente, la teoría de la economía moral está siendo utiliza­ u n principio fundamental de la relación humana y crear algo nuevo con
da en diversas áreas y estudios y, por ello, se hace necesaria su redefini­ relación a los comportamientos y maneras de pensar hegemónicos. Esos
ción en cada caso. Entre los trabajos de economía moral realizados en movimientos pueden ser considerados defensores de una economía moral.
sociedades campesinas, está el de James Scott. Para este autor, en The El término economía moral describe, entonces, la forma como se
moral ec01IOI1lY o( tlze peasa p t ( 1 976), el término se refiere a "concepcio­ regulan muchas relaciones económicas según normas Y :valores en las
nes campesinas de justicia social, derechos y obligaciones, reciprocidad comunidades ele trabajadores rurales o urbanos y expresa la legítima
[ . . . ] . pero va más allá de las descripciones de 'valores' o 'actitudes mora- resistencia a la economía del "libre mercado".

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ECO N O M ÍA PARA LA VIDA 1 E
E 1 ECONOMÍA MORAL - ECONOMÍA PARA LA VIDA

de la teoría económica neoclásica. Estas necesidades no se reducen a las


Bibl i ografí'a necesidades fisiológicas -aquellas que garantizan la subsistencia física
biológica de la especie-, pero obviamente las incluven. Se trata más bie�
ARISTóTELES ( 1 999), Política, Sao Paulo: Nova Cultura. Livro l. p. 143-168. de necesidade: antro�ológicas (matel:iales, a fecti�as y espirituales), sin
(Colec;ao Os Pensador es). _
cuya sat1sfacc10n _ la VIda humana sencillamente no sería posible.
HIRSCH MAN, A. O. ( 1 986), A econom ía como ciencia moral política, Sao
Para :·c�egi �··: hay que poder vivk y para ello hay que aplicar un cri­
e

Paulo: Brasiliense . lcno. ele satisfaccwn de las necesidades a la elección de los fines. Estric­
POLANY I, K. ( 1 980), A grande transfóm zar;üo: as origens da nossa época, t �mle �te hablando, e! ser humano (sujeto corporal) no es libre para elegir,
3. ed., Sao Paulo: Campu s. s�no � 1bre para satist:acer sus necesidades. El que las pueda satisfacer en
SEN, A. ( 1992), Compo rtamen to económico e sentime ntos morais , Lua ll'rmmos de sus prelerencias forma parte de su libertad, pero necesaria­
Nova, Sao Paulo, n. 25, p. 1 03-1 30. me � te, és�a es una parte derivada y subordinada. Si hay necesidades, las
SENAESIMTE (2006), 1 Cm1{err!.ncia Nacional de Eccmom ia Solidária. Docu­ prderenc1as o los gustos no pueden ser el criterio ele última instancia de
mento final, Brasília. la orientación hacia los fines. El criterio básico debe se¡·, precisamente,
Sean, J. C. ( 1 976), The llloral economy o{the peasan t, London : Yalc Uni- el de ! as n ecesJc_ �adcs. Y cuando estas necesidades son sustituidas por sim­
versity Press. p l es p1�dere�ci �s", el problema ele la reproducción ele l a vida es despla­
. _
-- ( 1 985), Weapons o{the weak, London : Yale University Press.Vozes. zado, SI no ehmmado, ele la ¡·et1exión económica, pero es�e es ele hecho
TÉVOÉDJRE, A. (2002), A pobreza, riqueza dos povos, 3. ecL, Petrópolis: d problema �mdamental ele la praxis humana y el punto ele partida ele
THOMPSO N, E. P. ( 1 97 1 ), The moral economy of the English crowd in the una Economm para l a Vida.
eightee nth century, Past & Present, n. 50, p. 76- 1 3 1 , Feb. Elegir entre "alimento" y "entretenimiento" no se reduce a una
( 1 998), A econom ía \nm·al da multida o inglesa no século XVIII: mera cuestión de gustos o preferencias, sin poner en peligro la vida m is­
Econom ía moral revisita da, En: Costwnes em comwn, Sao Pau­ ma. El adicto que "prefiere" seguir consumiendo droga. aun renuncian ­
lo: Compa ñía das Letras, p. 1 50-266. do a su alimentación, a su seguridad y a su vida afectiva, opta por la
W!LK, ( 1 996), Econon zies and cultures: founda tions of econom ic anth­
R. muerte. Pero � na vez muerto ninguna otra elecció n es posible. E n gene­
ropology, Indiana : Westview Press. ral, donde existen necesidades está en juego una decisión sobre vida o
muer�e, al decidirse sobre el lugar ele cada uno en la división social d el
trabaJo, en la distribución de los ingresos y en l a posibilidad ele satisfa­
c�r Y potenciar tales necesidades. Por eso, nuestro punto ele partid a ha
ECONOMÍA PARA LA VIDA s1do el SUJeto _ ele necesidades o el sujeto necesitado.
lnd�p� ncliente�ente ele cuáles sean los gustos de una persona o ele
FRANZ J. HINKELAMMERT - H ENRY MORA JIM ÉNEZ ':ma �;>lectlvidacl, su lactibiliclad se basa en el respeto al m arco de la satis­
faccw� de las necesid�? es. La satisfacción ele las necesidades hace posi­
l . Una economía para la vida juzga a la libertad humana a partir de sus _
ble la VIda, la satJsfaccwn ele las preferencias puede hacerla más o menos
posibilidades de vida o muerte: el ejercicio ele la libertad es solamente posi­ agradable. Pero para pod�r ser agradable, "antes" tiene que ser posible.
ble en el marco ele la vida humana posibilitada. Su punto de partida es Deben:os, por tanto, analizar este problema a partir del circuito natural
el análisis de la coordinación del trabajo social y ele los criterios ele fac­ de la vida humana, circuito o metabolismo que se establece entre el ser
tibilidad ele las múltiples actividades humanas necesarias para producir hum � no, �n cua�to qu� ser natural (es decir, parte ele la naturaleza), y su
un producto material que permita la supervivencia y el desarrollo de todos, natlll alez<t ex tenor o Circundante, en la cual la vida humana es posible
a partir de una adecuada satisfacción de las necesidades humanas. Y se desarrolla. En este intercambio entre el ser humano en cuanto que
�aturaleza específica y la naturaleza externa a él (medio biótico y abió­
El ser humano, en cuanto que sujeto corporal, natural, viviente; se
enfTenta en primer término a un ámbito de necesidades. Siendo el hom­ hco), l a naturaleza en general es humanizada (o deshumanizada) por el
bre un ser natural, esto es, parte integrante de la naturaleza, no puede colo­ trabaJo _ humano. El trabajo es, por tanto, el enlace de este circuito entre
carse por encima de las leyes naturales, leyes que determinan la existencia �l ser humano y la naturaleza (Hinkelammert y Mora, 200 1 ) .
de necesidades humanas más allá de las simples "preferencias" (gustos)
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E 1 ECONOMIA PARA LA VIDA ECONOM[A PARA LA VIDA 1 E

Para entender y orientar la praxis humana dentro de este meta­ como ser natural y necesitado, el ser humano llega a tener derechos y
bolismo, ciertamente es pertinente el desarrollo de una teoría de la acció11 no puede ser reducido a un objeto de simples opciones de parte de él mis­
racimwl, ya se trate de una "gestión de la escasez" (teoría económica neo­ mo y de los otros. Es por tanto, el reconocimiento de que el ser huma­
clásica), o una "gestión de la sostenibilidad" (economía ecológica). No no como sujeto viviente, la corporalidad del sujeto, sus necesidades y
obstante, una teoría de la acción racional, tal como l a formula inicial­ derechos, han de ser el punto de referencia básico, fundamental, para
mente Max Weber y la retoma el pensamiento económico neoclásico, se la evaluación de cualquier racionalidad económica y de toda organi za­
reduce a una teoría de la relación medio-fin, en la cual subyace un cri­ ción económica institucionalizada. No, como es la norma dominante, la
terio de racionalidad instrumental propio del cálculo hedonista de uti­ eficiencia abstracta o cualquiera de sus delivaciones (competitividad, tasa
lidad (utilitarismo) y de las relaciones mercantiles (eficiencia formal). La de crecimiento, productividad, tasa de ganancia, "libe1·tad económica",
reducción de toda reflexión teórica y de toda praxis humana a esta racio­ modernización, etc.) .
nalidad i nstrumental medio-fin ha conducido a la humanidad a una cri­
sis de sostenibilidad que hoy amenaza inclusive su sobrevivencia y la de 2. Plantearse la pregunta por la sociedad alternativa que queremos nos
la propia naturaleza. lleva de inmediato a una pregunta fundamental de la política y de la filo­
En efecto, la acción racional medio-fin, aunque necesaria en con­ sofía política: ¿cuál es la mejor sociedad posible? Tomás Moro, en Uto­
textos parciales y acotados, resulta ser una acción que tiene un núcleo irra­ pía , Francis Bacon en La 11ueva Atlántida ?' Tomás Campanella en La
cional, por lo que es necesario trascenclerla, superarla (mas no abolirla); ciudad del sol, fueron los primeros teóricos del Renacimiento y ele la
supeditándola a una racionalidad más integral del respeto al circuito natu­ Modernidad que intentaron responder esta pregunta, aunque ya Platón
ral ele la vida humana, que llamaremos, racio11alidad reproductiva. Por eso, lo había hecho en la Antigüedad Clásica en La República, su obra maes­
una teoría ele la racionalidad humana tiene que analizar y desarrollar, no tra. No obstante, la búsqueda de una sociedad perfecta suele convertir­
sólo esta acción racional medio-fin, sino también la posibilidad de que la se en una trampa, e incluso, en el camino al totalitarismo.
misma praxis humana pueda supeditar la lógica de la racionalidad medio­ En primer lugar, una respuesta a secas a la pregunta ¿cuál es la
fin a la racionalidad del circuito natural de la vida humana, en cuanto que mejor sociedad posible? no es posible, por cuanto necesitamos un refe­
racionalidad de la vida y de sus condiciones ele existencia. Sin embargo, esta rente acerca de "lo mejor posible". Esta refclrencia no l a podemos tomar
posibilidad de una praxis humana allende la racionalidad medio-fin (la de ninguna ética preconcebida, porque no contendría un criterio de fac­
racionalidad reproductiva), presupone el reconocimiento de que la relación tibilidad. No podemos formular deberes ni modelos de sociedad sin antes
entre estas dos racionalidades es conflictiva y que, por tanto, la simple determinar este marco de factibilidad.
ampliación de los criterios de la relación medio-fin no es capaz de asegu­ Entonces, cualquier imaginación ele la mejor sociedad posible tie­
rar esta racionalidad necesaria de la reproducción de la vida. ne que partir de un análisis ele "la mejor sociedad concebible". Luego,
Dada esta conflictividad, hace falta una mediación entre ambas, la mejor sociedad posible aparece como una anticipación de la mejor
en la cual se reconozca a la racionalidad del circuito natural de la vida sociedad concebible. El contenido ele lo posible es siempre algo impo­
humana como la última instancia de toda racionalidad; ya que es ésta sible que no obstante da sentido y dirección a lo posible. Y la política es
la que suministra el criterio de evaluación de la racionalidad medio-fin. el arte de hacer progresivamente posiblé lo imposible. Podemos partir
Sin embargo, esto a su vez presupone un reconocimiento anterior, que de este análisis para replantear la contraposición tradicional entre socia­
es el mutuo reconocimiento de los seres humanos como seres n atura­ lismo v· capitalismo, lo mismo que para evaluar la factibilidad de cual­
les y necesitados, ya que cada ser humano depende del otro, sustenta al quier propuesta de sociedad perfecta, ya se trate de una sociedad
otro, participa en el desarrollo del otro, comulgando de un m ismo ori­ comunista, una sociedad anarquista (sin instituciones) o una sociedad
gen, ele una misma aventura y de un mismo destino común . Sólo a par­ de mercado total (competencia perfecta).
tir de este reconocimiento del otro como ser natural, aparece la Tomemos el ejemplo de la contraposición entre socialismo y capi­
posibilidad de fijar el circuito natural de la vida humana como el con­ talismo, que en gran medida sigue vigente en el debate teórico. Y tome­
dicionante de toda vida humana y, por consiguiente, también, de cual­ mos a dos de sus principales representantes: Carlos Marx y Max Webc1:
quier institucionalidad. Este es, por tanto, el punto de partida de toda Sin duela, Marx parte de una afirmación enteramente relevante: la
reflexión económica, ya que sólo a partir de este reconocimiento del otro a fi rmación de la vida humana concreta, corporal, y no de ni ngún

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1 E
E 1 ECONOMÍA PARA LA VIDA ECONOMÍA PARA LA VIDA

antropocentrismo abstracto. Piensa esta afirmación en términos de una cable, una abstracción que sustituye a la realidad en nombre de las cien­
plenitud que describe como "reino ele la libectacl" o comunismo, v en rela­ cia s empíricas. Sin embargo, la realidad es una realidad ele la vida.
ción a ella concibe la sociedad socialista a la que aspira como t; na apro­ Real es aquello con lo cual se puede vivir y lo que se necesita para
ximación o anticipación en técminos ele "lo mejor posible". vivir: la naturaleza y la convivencia humana. Para volver a esta realidad,
La conceptualización de tal plenitud es absolutamente radical, el punto de partida sólo puede ser la reivindicación del ser humano como
mientras que la sociedad por hacer aparece más bien como una socie­ sujeto, que insiste en sus necesidades y en sus derechos, en con llicto con
dad factible que se realiza "lo más posible". Webec en cambio, ve con la lógica propia ele los sistemas institucionales. No se trata sólo de un
toda cazón que este reino de la libertad es imposible, utópico, y lanza contlicto ele clases, sino fundamentalmente, del conflicto entre la posi­
su crítica contra el mismo. Constata, con razón, que la abolición ele las bilidad de la vida frente a la lógica propia ele los sistemas.
relaciones mercantiles -que Macx considera como pacte ele lo posible­ Por tanto, debemos plantear la referencia utópica de otra manera .
cae en el án1bi to de lo i mposible. Sin em bargo, en su propio análisis, La utopía es una fuente de ideas sobre el sentido de la vida, una referen­
Weber sigue el mismo esquema que le critica a Marx. En efecto, afi r­ cia para el juicio, una reflexión sobre el destino, una imaginación ele los
ma que precisamente el capitalismo sí puede asegura!" la ¡·eproclucción horizontes. Para no invalidar esta pretensión, la utopía jamás debe con­
material de la vida humana; pero como no puede sostener esta afirma­ vertirse en un fin por realizar, ni siquiera de manera asintótica. La utopía
ción en términos empíricos, la concibe también en términos de una ple­ no debe transformarse en societas pe1{ecta que rige y que se i mpone sobre
nitud capitalista imposible, concepto que toma de los primeros análisis la realidad y sobre la voluntad ele todos. La utopía es más bien una espe­
neoclásicos del equilibrio general ele los mercados. A este tipo de uto­ cie de "idea regulativa", en el sentido kantiano del término (nos referimos
pías podemos llamarlas "utopías trascendentales". Es la utopía del al Kant de Crítica de la razón pura). Solamente como tal, la utopía no lle­
comunismo, es la utopía del anarquismo, es la utopía neoliberal del ga a ser nuevamente una cárcel, un muro o un campo de concentración;
mercado total. Ahora bien,\ cualquier propuesta de sociedad que se rela­ sino una fuente de vida y ele esperanza. Esta es la Utopía Necesaria.
ciona con una pleni tud perfectamente imposible, se distorsiona a sí mis­ Podemos ahora intentar responder a la pregunta de partida sobre
ma, a partir del hecho ele considera¡· su realización fáctica como pasos "la mejor sociedad posible". No se trata ele realizar lo utópico como tal,
hacia aquella infinitud en relación a la cual ha sido concebida. La his­ sino de aspirar a un estado, siempre en re-evolución, que aun no exis­
toria del siglo XX fue abundante en proyectos de construcciones utó­ te, pero que es deseable y posible ele realizar: Hoy, el realismo político,
picas con consecuencias desastrosas para el ser humano .v la o la política como arte ele hacer posible lo imposible, tiene que propo­
naturaleza. nerse un mundo, una sociedad, en la cual cada ser humano pueda ase­
El horizonte utópico 1de la praxis humana es, sin duela, un elemen­ gurar su posibilidad ele vida dentro de un marco que incluya la
to central. esencial, ele esta praxis; pero el mismo no puede formularse reproducción ele la naturaleza, sin la cual la propia reproducción ele la
a partir ele una sociedad perfecta que se pueda alcanzar a través de una vida humana no es posible.
a proximación cuantitativa calculable (aproximación asintótica), como La libertad humana ,no puede consistir sino en una relación del
. sujeto con sus instituciones, en la cual el sujeto somete a las institucio­
�� se tmtara ele una relación medio-fin. Al intentar este camino, trans­
tormamos el problema ele la búsqueda ele una mejor sociecl�cl en un pro­ nes a sus condiciones de vida. En cambio, las "máquinas de libertad"
blema ele progreso calculable, proceso que llega a ser destructivo al (automatismo del mercado, leyes ele la historia), prometen la libertad
menos por tres razones: a) porque clestruve toda la vivencia de la socie­ como resul lado del sometimiento absoluto a las instituciones v sus leyes.
dad humana en este camino ficticio haci �t la realización ele la sociedad No admiten ninguna "sujeticiclad" del ser humano, que es tt:ansfor�m­
perFecta, b) porque elimi n_ a todo lo que no parece compatible con este clo en una pm·te del engranaje de la "máquina de libertad" (David Fried­
progreso calculado, y con eso, se elimina prácticamente la realidad y e ) man). Los sujetos libres son libres en el grado en el cual son capaces ele
porque promete l a utopía a condición d e renunciar a toda crítica, a t�cla relativizar la ley en función de las necesidades ele la vida. La libertad no
resistencia. La utopía llega a ser el poder destructivo absoluto. Destru­ está en la ley, sino en la relación de los sujetos con la ley. Considerando
ye la realidad porque si ésta no es compatible con los términos ele la socie­ la ley del mercado, la libertad consiste precisamente en poder someter­
dad perfecta, entonces se tiene que eliminar la realidad incluso de las la a las necesidades de los sujetos. El reconocimiento mutuo entre suje­
ciencias empíricas. La realidad sólo se percibe como empiria cuantifi- tos corporales y necesitados implica necesariamente la relativización ele

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1 E
E 1 ECONO M [A PARA LA VIDA E CONOM[A PLURAL

cualquier ley en función d e este reconocimiento. La ley vale solamente Bibliografía


en el grado en el cual no impide este reconocimiento mutuo.
Veamos, a manera de ejemplo, el caso de la "libertad del consu­ FRIEDMAN, David. ( 1 989), The Machinery of Freedom: guide to a Radi­
midor" . Las relaciones mercantiles capitalistas interfieren de una deter­ cal Capitalism, Chicago, Open Court.
minad a manera en la espontaneidad del consumidor, deformándola. HlNKELAMMERT, F. J. y MoRA JIMÉNEZ, H. M. (2003), Por una economía
Reemplazan la orientación por los valores ele uso por otra basada en los orientada hacia la vida. Economía y Sociedade, n. 22/23,
valores ele cambio y en la ganancia. Esta interferencia ocurre en todos mar./clez.
los modos ele producción, pero se vuelve predominante en la producción (2005), Hacia una economía para la vida, San José: DEI.
mercantil, ya que en esta ocurre también la predomi nancia ele la espe­ (200 l ), Coordinación social del trabajo, met·cado y reproducción
cificación ele la necesidad en general a través de las relaciones ele pro­ de la vida humana: preludio a una teoría crítica de la racionalidad
ducción. El consumidor pierde así su libertad. Reivindicarla significa reproductiva, San José: DEI.
interpelm� enfrentar y supeditar a las mismas relaciones mercantiles, en MAX-NEEF, M., ELIZALDE, A., HOPENHAYN, M., ( 1 998), Desarrollo a escala
la medida en que se comporten como destructoras ele la espontaneidad humana: conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones, Barcelo­
y, por tanto, de la libertad. na: Editorial Nordan-Comunidad.
Una economía para la vida no se dedica al análisis de institucio­
nes parciales -empresas, escuelas, sindicatos, etc.-, ni de i nstituciones
globales -sistemas de propiedad, mercado, Estado-, sino a las formas de
la organización y coordinación de la división social del trabajo, en las ECONOMÍA PLURAL
cuales estas i nstituciones se i nsertan. Porque en cuanto tales, deciden
sobre la vida o la muerte del ser humano y, de esta manera, sobre la posi­ JEAN-LOUIS LAVILLE
ble l ibertad humana.
La opción por la vida humana amenazada demanda una nueva soli­ l. La economía plural es un abordaje de la economía real que parte del
dmidad, aquella que reconoce que la opción por la vida del otro es la opción supuesto de que las relaciones entre los ¡:koductores y entre estos y la
por la vida de uno mismo. El otro está en mí, yo estoy en el otro. Es el lla­ naturaleza son regidas por principios económicos plurales y asumen for­
mado del sujeto, el grito del sujeto. En nombre de este sujeto, toda ley abso­ mas institucionales igualmente diversas. Esta percepción analítica cons­
luta, y en especial la ley del mercado, debe ser relativizada en relación a tituye una crítica a la identificación estrecha entre mercado y economía
la posibilidad de vivir. Esta ley puede ser válida sólo en la medida en que considerada por Karl Polanyi como un sofisma económico. Polanyi
respete la vida, no es legítima si exige o conlleva a la m uerte, al sacrifi­ subraya el valor heurístico de replantear reflexivamente la definición de
cio de vidas, al cálculo de vidas. economía.
La racionalidad que responde a la irracionalidad de lo racionaliza­
do sólo puede ser la racionalidad de la vida de todos, incluida la natura­ 2. El término económico, generalmente empleado para designar deter­
leza, porque sólo hay lugar para la vida humana si existe una naturaleza minado tipo de actividad humana, oscila entre dos polos de significación.
que la haga posible. Y esta racionalidad de la vida sólo se puede fundar El primer sentido -formal- proviene del carácter lógico de la relación
cn la solidaridad entre todos los seres humanos. Se trata de una solidari­ entre fines y medios, aceptación que también origina la definición ele lo
dad necesaria, pem no por eso inevitable. Se puede enfrentar el proceso económico por referencia a la escasez. El segundo sentido -substanti­
destructivo del mercado total solamente disolviendo las "fuerzas compul­ vo- insiste en las relaciones entre hombres y entre estos y los medios
s i \·as de los hechos", lo que únicamente es posible por una acción solida­ naturales donde buscan su subsistencia. La definición sustantiva inte­
Jia. Mientras que para el pensamiento neoclásico y neoliberal. la asociación gra esas interdependencias como partes constitutivas de la economía.
Y la solidaddad entre los se¡·es humanos es vista como una distorsión (el
Esas dos orientaciones hacia donde la economía humana p u e ­
equilibrio general competitivo exige agentes económicos atomísticos), para de tender provienen "de fuentes esencialmente diferentes" y son "ambas
una economía de la vida son el medio para disolver estas "fuerzas com­ primarias v elementales", como dice Menger ( 1 923, p. 77). Dicha dis­
pulsivas de los hechos". (d. Hinkelammert y Mora, 2003, 2005) cusión ha � ido olvidada, y no ha sido retomada en las presentaciones

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E 1 ECONOM[A PLURAL ECONOMÍA PLURAL 1 E

de la economía neoclásica, que se caracterizan por una aprehensión de ni zar la sociedad; la búsqueda de la ganancia pi'Ívacla materializa el bie n
la economía e ;,_ su sentido formal. Polanyi ( 1 983) sugiere que esa reduc­ público sin pasar por la deliberación política. Al surgir una utopía ele mer­
ción del campo del pensamiento económico causó una ruptura total entre cado autorregulaclor, la moclerniclacl democrática se clifet·encia de las otras
lo económico y el ser vivo, tal como lo desarrollan economistas preocu­ soci edades humanas donde existieron elementos ele mercado sin que se
pados por una rellexión epistemológica acerca ele su ciencia (Bártoli, 1 977; tuviera como objetivo ordenarlos en un sistema autónomo.
Nlaréchal. 200 1 ; Passet, 1 996; Perroux, 1970). A partir de esa distinción El objetivo de la sociedad ele mercado resultó imposible de alcan­
se pueden resaltar dos rasgos característicos ele la economía moderna. zar, dado que la sociedad reaccionó a esa perspectiva recurriendo prin­
La autonomización ele la esfera económica asimilada al mercado cipalmente a la solidaridad. Esa noción constituyó una referencia al
será el primer rasgo. El ocultamiento del sentido sustantivo de la eco­ establecimiento ele una regulación democrática de la economía, acerca
nomía resulta en la confusión entre la economía y la economía mercan­ ele la cual Mauss (200 l ) reflexiona en las conclusiones del Ensavo sobre
til al fin de ese largo "repliegue", que puede ser observada en la adopción el Don. En ese trabajo, el autor i nsiste en las relaciones entre r�ciproci­
de la definición fom1al ele la economía, cuyas etapas son descritas por clad y redistribución. Los registros institucionales ele esa regulación han
Passet, de los fisiócratas a los neoclásicos (Passet, 1 996). sido múltiples.
La identificación del mercado en tanto instancia autorregulacla Contra la reducción ele la economía al mercado, se movilizó el prin­
constituye un segundo rasgo característico de la economía moderna. Las cipio ele la redistribución. La economía no mercantil es otro extremo tan
hipótesis racionalista y atomista acerca del comportamiento humano per­ constitutivo ele la modernidad democrática como la misma econom ía
miten el estudio ele la economía a partir de un método deductivo por agre­ mercantil, correspondiendo a la economía que otorga a la redistribución
gación de comportamientos individuales gracias al mercado, sin tener la función ele d istribución ele bienes y servicios. Al emer·ger la cuestión
en cuenta el cuadro i nstitucional donde se conforman. Al considerar el social, se presenta la necesidad ele promover instituciones capaces de neu­
mercado como autorregulador, es decir� como mecanismo de correlación tr·alizar los efectos políticamente no deseables. El Estado social otorga
de la oferta y demanda de precios, se omiten los cambios instituciona­ derechos individuales a los ciudadanos que se benefician, así, ele una
les necesarios para que aquél se produzca' y se dejan ele lado las estruc­ garantía que cubre los riesgos sociales o ele una asistencia que es u n últi­
turas institucionales que lo hacen posible. mo recurso para los más pobres. De esta fonna, el servicio público se defi­
A esos dos puntos desarrollados por Polanyi ( 1 983) se puede agre­ ne por la prestación ele bienes o servicios que reviste una dimensión de
aar un tercero enfatizado por diversos autores, tales como Marx, Mauss. redistribución (de los ricos hacia los pobres, ele los activos hacia los inac­
v Weber: la identi ficación de la empresa moderna con la empresa capi-
b

tivos, etc.), cuyas reglas se establecen por una autoridad pública some­
t alista. En una economía cqpitalista basada en la propiedad privada de tida al control democrático.
los medios de producción, generar bienes supone una ganancia posible Contra la confusión entre mercado y mercado autorregulador se
para los dueños de capitales. La empresa es una "unidad económica de produjo un bloqueamiento del mercado mediante su encuadre institucio­
ganancias" y "la cuenta ele capital está, por lo tanto, en el fondo de la for­ nal. Aunque exista una tendencia ele clesencastramiento del mercado pro­
ma racional de la economía rentable", dado que permite calcular si hay pia ele la Modemidacl, la misma se ha neutralizado por reacciones
un excedente "con relación al valor estimable en dinero de los medios recurrentes ele la sociedad con el objetivo de "socializar" el mercado, es
invertidos en la empresa" (Weber� 1 99 1 , p. 1 4- 1 5 ) . El reconocimiento de decir, enmarcarlo en un conjunto de reglas elaboradas a partir ele un pro­
la sociedad por acciones propicia una concentración inédita ele capital. ceso político ele deliberación. Se puede considerar esa tensión entre clesen­
pues los derechos de propiedad pueden ser cambiados sin que sus due­ castramiento y encastramiento como constitutiva ele la economía
ños necesiten conocerse y, además, la mediación de la bolsa ele valores mercantil moderna.
garantiza paralelamente Úna liquidez ele sus bienes. Históricamente, la meta hacia el establecimiento de un mercado
Finalmente, la economía abordada como la combinación entre el autorregulador engendró la creación ele instituciones reguladoras. "La
mercado autorregulaclor y la sociedad ele capitales permite otro desarro­ mayoría ele los mercados ele hoy son, más que nada, reglas, instituciones,
llo: el proyecto ele una sociedad arraigada en el mecanismo ele su propia redes que encuadran y controlan la formación y la unión ele la oferta y
economía. Cuando no conoce límites, la economía de mercado resulta en la demanda"; no obstante, son contestados por impulsos de desregula­
la sociedad de mercado, en la cual el mercado tiende a abarcar y a orga- rización, que recurren al "alineamiento ele esos diversos mercados a la

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E 1 ECONOMIA PLURAL ECONOMIA PLURAL 1 ·E

norma ideal e impersonal del mercado de competencia perfecta, para la tas reglas sociales percibidas como exceso de rigor y cleslegitimando una
desocialización de los mercados" (Gadrey, 1 999). economía no mercantil cuya debilidad residía en la burocratización a tra­
Se suman a esos ímpetus hacia la desregularización los intentos vés ele la sujeción del usuario. Esa reversibilidad se hizo patente a prin­
de fundar y legitimar prácticas e instituciones no capitalistas. En empre­ cipios del siglo XXI.
sas cuyos derechos de propiedad pertenecen a los i nversores, el objeti­ Con la vuelta ele la utopía de la sociedad de mercado por vía del
vo se restringe a la maximización de las ganancias, mientras el factor neoliberalismo, el tono de la réplica democrática se muestra crucial. En
trabajo está subordinado a esa l ógica de acumulación. A nte ese mode­ su ausencia, el deseo ele liberación corre el riesgo de i nvertirse, crecien­
lo ampliamente dominante, los análisis mostraron la existencia de diver­ do el f·undamentalismo y las tensiones identitarias como resultado de la
sas formas de propiedad, o sea, de personas que pueden tener los globalización del mercado y de su extensión a áreas antes no abarcadas.
derechos de propiedad. Al contrario de l as empresas capitalistas, algu­ Si ese riesgo es verdadero y comprobado por eventos dramáticos es por­
nas empresas no pertenecen a inversores, sino a otro tipo de stakehol­ que la perspectiva ele la sociedad de mercado ya se ha mostrado incom­
ders y, consecuentemente, sus objetivos no son los de la acumulación de patible con la democracia del siglo XX. Cuando la visión económica del
capital. En ellas, la operacionalización de la acción económica se remi­ mundo se vuelve un fin en sí mismo termina por negar a los procesos
te más bien a la reciprocidad, en la cual el "vínculo se sobrepone al bien", democráticos, el derecho a definir un sentido y un proyecto humano
antes que a la maximización del interés individual. (Roustang, 2002). Retomar los acuerdos anteriores es u n proyecto des­
Las reacciones a la utopía de la sociedad de mercado han sido varia­ tinado al fTacaso. Por ejei11plo, el progreso social ya no puede ser garan­
das, manifestándose como movilización de otros principios económicos, tizado por las deducciones sobre la economía mercantil porque hay
creación de instituciones limitando y editando reglas para la esfera del nuevas dificultades. Aunque convendría restringir el mercado para que
mercado o la adopción de formas de propiedad distintas de las capitalis­ no se extendiera a todas las esferas de la vida humana, preservando las
tas. Así, se ve que, en la modernidad democrática, la economía presenta relaciones solidarias, igualmente convendría que el crecimiento mercan­
un doble movimiento: el primero expresa la tendencia a su desencastra­ til fuera lo más elevado posible, para obtener la mayor cantidad ele
miento, y el segundo refleja la tendencia al reencastramiento democrá­ medios para financiar a los sistemas de recl\stribución que demuestran
tico de la economía, en el cual la referencia a la soli daridad resulta ser la soliclariclacl entre grupos sociales.
primordial. La extensión del mercado "ha encontrado u n contra-movi­
miento controlando esa expansión" (Polanyi, 1 983, p. 1 79), motivo del 3. Con miras a salir de ese trance, hace falta considerar todos los pro­
pasaje hacia "una gran transformación" que hubiera liberado la sociedad cedimientos que concretamente rechazan una mercantilización crecien­
de las amenazas que el liberalismo económico hacía pesar sobre ella. te ele la vida social. Esa es la gran importancia de las experiencias de
Como lo recuerda Dumont ( 1 983 ) , ese cambio tuvo su ápice en los economía solidaria. Por su presencia multiforme, ellas están compues­
regímenes fascistas y comunistas, en la destmcción de la l ibertad y el rei­ tas ele acciones que contestan las evoluciones presentadas por la ideo­
nado ele la opresión. Para el autm� no se ha podido garantizar la conci­ logía neoliberal como irreversibles.
liación entre libertad e igualdad mediante la gran transformación Esas iniciativas podrán contribuir para la realización ele un pro­
pretendida por los gobiernos total itarios, sino por "una alianza sin fór­ yecto de democratización ele la economía y de la sociedad si logran agru­
mula precisa" propia de la socialdemocracia. Así designando a los acuer­ parse más allá ele sus inserciones sectoriales y profundizar l a evaluación
dos entre mercado y Estado, propios del período de expansión de sus aspectos más relevantes y sus implicaciones para las regulacio­
subsecuente a la Segunda Guerra Mundial. Dumont subestima la cohe­ nes públicas, así como unirse a la economía social y a los movimientos
rencia de las sociedades i ndustriales fordistas y providencialistas. En sociales que compartan sus metas.
éstas, las reglas sociales eran i mpuestas a la economía mercantil median­ Lo que se plantea es la posibilidad ele que haya instituciones en
te la legislación y la negociación colectiva. Igualmente, se organizaba un condición de asegurar la pluralización de la economía para ubicarla en
amplio conjunto reclistributivo de la economía no mercantil, cuyas reglas un cuadro democrático, algo que la lógica de las ganancias materiales
eran emitidas por el Estado social. No obstante, resalta correctamente compromete al volverse única e ilimitada. Sólo se puede buscar la res­
el autor, el carácter reversible de esos acuerdos, cuyos fundamentos [ue­ puesta a esa cuestión en invenciones institucionales ancladas en prác­
ron minados por la ofensiva neoliberal, exonerando el mercado de cier- ti cas sociales, pues éstas podrán seiialar el camino hacia la reinse1·ción

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de la economía en las normas democráticas. La reflexión acerca de la con­ PoLANYI, K. ( 1 977), The Livelihood of Man, editado por H. W. Pearson,
ciliación entre igualdad y libertad, que sigue siendo el punto clave de la New York: Academic Press.
democracia en una sociedad compleja, sólo puede progresar mediante - ( 1 983), La grande transfonnation, París: Gallimard.
la consideración de las reacciones que emanan de la sociedad. Este es RoUSTANG, G. (2002), Dénzocratie: le risque du marché, París: Desclée ele
otro punto respecto al cual Mauss y Polanyi están ele acuerdo: el analis­ Brouwer.
ta debe basarse en prácticas para reportar y examinar su existencia, es WEBER, M. ( 1 99 1 ) Histoire économique: esquisse d' une histoire uní ver­
,

decir, necesita partir del "movimiento económico real" y no de un pro­ selle ele l' économie et ele la société, París: Gallimarcl.
yecto ele reforma soci al pegado a la realidad.
Así. emerge una concepción ele cambio social en el cual "no pre­
valecen absolutamente esas alternativas revolucionarias y radicales, esas
elecciones brutales entre dos formas contradictorias ele sociedades", sino ECONOMÍA SOCIAL
que "es y será llevado a cabo mediante procesos ele construcción ele gru­
pos y ele instituciones nuevas, al lado y por encima ele las antiguas". JACQUES DEFOURNY
(Mauss, 200 1 , p. 265).
Con Mauss y Polanyi se dibujan los fundamentos teóricos ele un l . La economía social. en una definición resumida, se refiere a las acti­
abordaje plural ele la economía y se inicia una ret1exión acerca del cam­ vidades económicas ele una sociedad de personas que buscan la demo­
bio social que no se satisface con la evocación ritual ele una transforma­ cracia económica asociada a la utilidad social. Ampliando el alcance ele
ción completa del sistema. En esa concepción ele cambio, hace falta significados, a esta definición se le puede agregar el concepto de soli­
impulsar, en un marco d1 mocrático, la evoluc�ón ?e 1�:' relaci ?nes .ele daridad y, concretamente, la hibridación ele recursos mercantiles, no
fuerza, para que la pluralidad de los modos ele mstltucwn o ele mscnp­ mercantiles y no monetarios. En los países industrializados, se perci­
ción social de la economía pueda ser plenamente legitimada. El abor­ be, cada vez más claramente, que una parte significativa de las activi­
daje plural de la economía pern1ite renovar los términos del debate entre dades productivas no encaja en la distinción que se suele hacer entre
reformismo y radicalismo. el sector privado (que busca la ganancia) y el sector público (que bus­
ca el interés general), que, no obstante, conforma el marco de lectura
Bibl iografía más común. Aún teniendo en cuenta toda la esfera de las activi dades e
intercambios domésticos, esa realiclacl sigue siendo verdadera. Lo que
BARTOLI, H. ( 1 977), Economie et création collective, París: Economica. se ha descubierto, desde fines del siglo XX, es la importancia significa­
DUMONT, L. ( 1 983), Préface. En: POLANYI, K., La grm1de transformation: aux tiva de las empresas y organizaciones que reúnen modos ele creación y
origines politiques et économiques ele notre temps, París: Gallimard. de gestión privados, colectivos (de tipo asociativo), con finalidades no
GADREY, J. ( 1999), La gauche et le marché: une incompréhension plurie­ centradas en las ganancias.
lle, Le Monde, 1 0 mar.
LAVILLE, J.-L. ( 1 994), L'économie solidaire: une perspective internationa- 2. Aunque la economía social moderna haya tenido sus expresiones más
le, París: Desclée de Brouwer. relevantes en Europa a lo largo del siglo XIX, su pre h istoria remon­
MARÉCHAL, J. P. (200 1 ) , Humaniser l'économie, Paris: Desclée de Brouwcr. ta a las formas más antiguas de asociaciones humanas. En el Egipto
MAUSS, M. ( 200 1 ), L'essai sur le don, sociologie et anthropologie, 9eme édi­ de los faraones, en la Antigüedad greco-latina, en Europa ele la Edad
tion, París: PUF (ed. 1 950). Media, en China Imperial o en América Precolombina, había grandes
MENGER, C. ( 1923), Gnmdsatze der Volkwirtschafislehre, Vienne: Edition cantidades ele grupos profesionales, religiosos o artísticos, o sistemas
Carl Mengec muy variados ele ayuda mutua. Esos diversos modos de vida asociati­
PASSET, R. ( 1 996), L'écorwmique et le vivant, Paris: Economica. va eran, en su mayoría, vigilados, controlados e i ncluso reprim idos por
PERROUX, F. ( 1970), Les conceptualisations i mplicitement normatives et los poderes i nstituidos que veían en ellos posibles focos de contesta­
les limites ele la moclélisation en économie, Econ.omie et société, ción al orden establecido. Por ello, se puede afirmar que, a lo largo de
Cahiers de l'ISEA, tome IV, n. 1 2, déc. los siglos, la génesis de la economía social moderna se confundió
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E 1 ECONOMÍA SOCIAL ECONOMÍA SOCIAL 1 E

.
ampliamente con el lento surgimiento de una verdadera libertad de aso- 3. De u n modo amplio, hay dos grandes maneras de describir, a princi­
ciación. pios del siglo XXI, a la economía social, cuya definición más adecuada
En los países occidentales, diversas iniciativas de tipo cooperati­ proviene de la combinación entre ambas. La primera manera consiste
vo y mutualista desarrollaron esa libertad creciente en el campo socioe­ en identificar las pdncipales formas jurídicas o institucionales de la
conómico ya en la primera mitad del siglo XIX. En la época, los mayoría de las iniciativas actuales de la economía social, cuyos compo­
asociacionismos obreros y campesinos se inspiraban en varias corrien­ nentes son las empresas de tipo cooperativo, las mutuales, las organiza­
tes de ideas que pautaron toda la trayectoria de la economía social y que ciones asociativas y las fundaciones. Ese abordaje surgió en Francia,
subrayaron su pluralismo político-cultural desde los orígenes hasta sus principalmente en el círculo de la Revue des Études Coopératives, Mutua­
manifestaciones contemporáneas (Gueslin, 1 987). listes et Associatives, pero es una práctica que va mucho más allá de ese
Con las utopías de Owen, King, Fourie1� Saint-Simon y Proudhon, país, dado que tres o cuatro de sus principales componentes pueden ser
entre otros, el socialismo asociacionista cumplió un rol fundamental. Has­ encontrados prácticamente en todo el mundo.
ta 1 870, los pensadores del socialismo asociacionista, que promovían prin­ El m arco inicial de las empresas de tipo cooperativo son los Pio­
cipalmente las cooperativas de productores, se sobrepusieron incluso sobre nero� de Rochdale (Manchestel� 1 844). De rápida internacionalización,
el movimiento obrero internacional, hasta el punto de que, a menudo, se este proyecto alcanzó a todas las latitudes a principios del siglo XXI, pues­
identificaba el socialismo con la economía social. El mismo Marx se mos­ to que la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) reúne más de 750 millo­
tró, en un primer momento, favorable al desarrollo de las cooperativas nes de cooperados, distribuidos en los cincó continentes (Birchall, 1 997).
antes que sus tesis colectivistas se volvieran centrales para tu teoría. Además, la cooperación se convirtió en un gran árbol que sigue ramifi­
También el cristianismo pmticipó del desan-ollo de la economía cándose en cooperativas agrícolas, sociales, de ahorro, crédito, consumo,
social. Diversas iniciativas se originaron en el bajo clero y en comunida­ seguros, distribución, vivienda, de trabajadores, entre otras (Desroche,
des cristianas; no obstante, al nivel de la Iglesia-institución, la encíclica 1 976). También se puede vincular ese primer componente de la econo­
Remm Novamn, de 1 89 1 , manifestó un estímulo especial a la economía mía social a diferentes tipos de i niciativas que, principalmente en los paí­
,
social. De modo general, los c1istianos sociales de la época deseaban "órga­ ses del SUl� no tienen un es tatuto o rótulo explícitamente cooperativo,
nos intermediarios" para luchar, por un lado, contra el aislamiento del indi­ aunque se refieran más o menos a las misrp as reglas y prácticas. Este es
viduo, falla del liberalismo y, por otro, contra la absorción del individuo el caso de innumerables sindicatos o uniones de productores, de cie11os
por el Estado, trampa del jacobinismo. Fue principalmente bajo esa pers­ grupos de campesinos, de artesanos o pescadores, de diversas cajas de
pectiva filosófica que Raiffeisen fundó, en Alemania, la primera caja mral ahorro y "credit unions", además de las organizaciones cuyo nombre remi­
de ahorro y crédito. te sólo a una lengua o cultura locales (Develtere, 1 998). En los países
Algunos pensadores del liberalismo demostraban también una industrializados, también se clasifican así a ciertas empresas que no se
apertura hacia la economía social. Poniendo a la libertad económica por constituyen en tanto cooperativas, pero cuya finalidad es social.
encima de todo y rechazando a las eventuales ingerencias del Estado, Las sociedades mutuales, o de ayuda mutua, existen en casi todo
ellos insistían sobremanera en el principio de la autoayuda (self-help). el mundo y desde hace mucho. Se institucionalizaron progresivamente
En ese sentido, fomentaban l as asociaciones de ayuda mutua entre los y se volvieron, en diversos países industrializados, actores importantes
trabajadores. Aunque sus posturas no fueran totalmente idénticas, es de los sistemas de seguridad social (Dreyfus y G ibaud, 1 995). En una
posible relacionar dos grandes personalidades de la h istoria del pensa­ perspectiva Norte-Sur, el mutualismo también abarca a un gran núme­
miento económico a esa escuela liberal: Walras, por la importancia otor­ ro de organizaciones con los más diversos nombres, que permiten que
gada a las asociaciones populares, y Mili, por la defensa de la superación las comunidades locales se auto organicen en un sistema previsional
del asalariado mediante la asociación de trabajadores. colectivo. Ello ocurre particularmente en los países cuyos sistemas nacio­
Se podría citar aún otras CülTientes del pensamiento, como el "soli­ nales de seguridad social son incipientes y cubren solamente una peque­
darismo" de Gide, sin embargo, la lección más importante es que, e n ña parte de la población. Esas organizaciones pueden mutualizar riesgos
Europa, se fmjó la economía social moderna en el entrecruce de las gran­ que van desde aquellos relacionados a la salud (pago de tratamiento, com­
des ideologías del siglo XIX. Ninguna de ellas puede reivindicar, por ende, 1
1 >
pra de medicamentos, gastos de hospitalización), hasta el óbito y los fune-
·

la paternidad exclusiva del concepto.


1
rales o pescas y cosechas insuficientes.
¡

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E 1 ECONOMÍA SOCIAL ECONOMÍA SOCIAL 1 E

Las organizaciones asociativas se basan en el hecho de que la liber­ poderes públicos. De hecho, las actividades económicas r�alizaclas por
tad de asociación es formalmente reconocida en gran parte de los paí­ éstos no cuenta, generalmente, con autonomía total . que es un motor
ses del mundo, expresándose en formas jurídicas m uy variadas y en _ de cualquier dinámica asociativa.
esencial
ambientes más o menos favorables. En la práctica, forman parte de ese La democracia en el ámbito ele control remite teóricamente a la
tercer componente de la economía social todas las otras formas de l ibre regla "una persona, un voto" (y no "una acción, un voto") 0 al menos a
asociación de personas en aras de la producción de bienes o servicios, una estricta limitación del número de votos por miembro en los órga­
sin objetivo principal de ganancias. Está claro que, en este caso, también nos sobemnos. Más allá de la diversidad de las prácticas e fectivas, ella
las denominaciones son sumamente diversificadas y l as realidades de subraya más que nada el hecho de que la calidad de miembro v la par­
campo suelen ser bastante densas. En gran parte de los países industria­ ticipación en las decisiones no dependen, primeramente, tal con�o en las
lizados, las asociaciones representan de 5 a 1 5% del empleo asalariado, empresas clásicas, de la importancia del capital que posee.
y el trabajo voluntario movilizado por ellas puede llegar a hasta un cuar­ Finalmente, el cuarto principio abarca prácticas muy variadas
to de los ciudadanos (Saamon et al., 1 999). entre las empresas de economía social. Ellas son la remuneración limi­
A nivel europeo, se formó en los años 1 990 una "Conferencia per­ tada del capital, la distribución de los excedentes entre los trabajadores
manente de las cooperativas, mutuales, asociaciones y fundaciones" o entre los miembros usuarios en forma de dividendos, reserva de ganan­
(CEP-CMAF), que pretende representar al conjunto de la economía social cias para el desarrollo de la actividad o su asignación inmediata para fines
ante las instancias de la U nión Europea. Tal como sugiere esa i niciati­ sociales, entre otras.
va, un cuarto componente de la economía social son las fundaciones, ins­
tituciones privadas no centradas sólo en ganancias. Se puede i ndagar si 4. En el ámbito de la economía social, se tienden a oponer las grandes
no se debe presentar esa cue r tión en términos diferentes para el caso de organizaciones, a menudo antiguas y fuertemente institucionalizadas, a
las fundaciones implementadas por organizaciones de los otros tres com­ una "nueva economía social" o una "economía solidaria" emergente. Sólo
ponentes ele la economía social y, en el caso de las fundaciones vincula­ ésta traería i nnovaciones sociales y ebulliciones democráticas ante el plan­
das a graneles grupos capitalistas, cuyo fundamento ele tipo asociativo teo de pmblemas relevantes en este inicio de siglo: desmTollo de los ser­
no se percibe ni siquiera i ndirectamente . vicios ele proximidad, rehabilitación de los barrios pobres, auxilio a las
La segunda manera ele caracterizar a la economía social consiste personas mayores o con dificultades, comercio justo, finanzas éticas y soli­
en subrayar los rasgos comunes de las empresas y organizaciones que darias, agricultura sustentable, gestión ambiental ele los residuos o inser­
agrupa. Esos rasgos se ubican, ele un lado, en los objetivos de la activi­ ción profesional de personas poco calificadas. Obsérvese que, en este
dad y, ele otro, en sus modos' de organización. Entre las diversas formu­ último campo, dado el gran número de iniciativas, se puede confundir el
laciones posibles de esas características, propias ele l a economía social, segmento "economía social ele inserción" con el conjunto de la economía
una de ellas reúne a diferentes f·uentes, intentando ser concisa, con base social, infinitamente más vasto (Defourny, Favreau y Laville, 1 998).
en cuatro principios mayores: a) finalidad de prestación de servicios a Aunque existan diferencias evidentes entre las diferentes genera­
los miembros o a la colectividad, siendo el lucro una cuestión secunda­ ciones de economía social, hay que recordar que la economía social más
ria; b) autonomía de gestión; e) control democrático por los miembros; antigua no conforma un conjunto homogéneo: está, antes que nada, cons­
el) las personas y el objeto social se sobreponen al capital en la d istribu­ tituida por sucesivas empresas que aceptaron los desafíos de su época
ción de los excedentes. (Demoustie¡� 200 1 ). Además, sus éxitos y crecimiento desencadenaron
Al elegir la prestación de servicios como finalidad, se enfatiza el una necesidad mayor de institucionalización, cuestionando a veces aun­
hecho de que la economía social es un servicio prestado a los m iembros que no siempre los principios fundadores. Finalmente, es cada vez más
directamente i nvolucrados en la actividad o a una colectividad más frecuente que las organizaciones tradicionales establezcan asociaciones
amplia, y no un instrumento ele relación financiera para el capital i nver­ significativas con i niciativas nuevas, tal como lo que ocurre, en Québec,
tido. Sacar eventuales excedentes es, entonces, u n medio de realizar ese con el desarrollo económico comunitario (Favreau y Lévesque, 1 996).
servicio, pero no la motivación principal de la actividad. A pesar ele las reservas, ese primer eje de los debates tiene la ven­
La autonomía ele gestión tiene como objetivo, principalmente, dis­ taja ele subrayar tensiones que siempre animaron a . la economía social,
tinguir a la economía social de la producción ele bienes y servicios ele los .dado que necesita garantizar permanentemente un doble anclaje. Debe

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E 1 ECONOMIA SOCIAL ECO N O M IA SOLIDARIA 1 E

partir de la sociedad civil y de sus movimientos para mantener su impul­ Bibl iografía
so y su capacidad creadora; en contrapmtida, debe insertarse decididamen­
te en el panorama socioeconómico, osando pasar de la experimentación BlRCHALL, J. ( 1 997), The intemational co-operative movement, Manches­
a prácticas más amplias y forzosamente más estructuradas siempre que ter: Manchester University Press.
sea posible. BORZAGA, C.; DEFOURNY, J. (Dir.) (200 1 ), The emergence of social entei]JI"Í­
Indudablemente son más fecundos los embates del abordaje "eco­ se, London: Routledge.
nomía social" con otros marcos de análisis, que de hecho se muestran DEFOURNY, J.; DEVELTERE, P. ( 1999), Oligines et contours de l 'économie socia­
más complementarios que competidores. Diferentes autores desarrolla­ le au Nord et au Sud. En: DEFOURNY, J.; DEVELTERE, P.; FONTENEAU,
ron representaciones "tripartitas" del tercer sector, subrayando en diver­ B. (Dir.), L'économie sociale au Nord et au Sud. Bruxelles: De Boeck.
sas iniciativas las interacciones verificadas entre tres grandes categorías DEFOURNY, J.; FAVREAU, L.; LAVILLE, J.-L. (Ed.) ( 1 998), Jmertion et IWUVefle
de actores (las familias, las empresas y el Estado) y la combinación entre économie sociale, un hilan intemational, París: Desclée de Brouwe1:
modos de i ntercambio y tipos de recursos (no mercantiles, met·cantiles DEFOURNY, J.; MONZÓN CAMPOS, J. L. (Ed.) ( 1 992), Économie sociale: the
y no monetarios). La principal contribución de esos abordajes es subra­ third sectoc Bruxelles: De Boeck.
yar las dinámicas sociopolíticas vigentes en el tercer sectm� así como sus DEMOUSTIER, D. (200 1 ), L'économie sociale et solidaire, París: La Décou­
diferentes evoluciones posibles a lo largo del tiempo (ve1� en particular, verte et Syros.
Evers y Laville, 2004). DESROCHE, H. ( 1 976), Le projet cooperative, París: Les Editions Ouvrieres.
En otro registro, hay trabajos recientes acerca del concepto de DEVELTERE, P. ( 1 998), Économie sociale et développement, Bruxelles: De
empresa social, principalmente los de la red europea EMES (Borzaga y Boeck.
Defourny, 200 1 ). Estos revelan lógicas empresariales, aceptación de ries­ DREYFUS, M.; GJBAUD, B. (Ed.) ( 1 995), Mutualités de tous les pays, París:
gos económicos y procesos de innovación cada vez más presentes, aun­ Mutualité Fran�aise.
que poco se asemejen al abordaje clásico de la economía social. EVERS, A.; LAVILLE., J.-L. (Ed.) (2004), The third sector in Europe, Chelten­
Aunque la literatura acerca del "nonprofit sector", rica y muy ham, UK; Nmthampton, USA: Edward Elgar.
internacional, aclare determinados componentes de la economía social FAVREAU, L.; LÉVESQUE, B. ( 1 996), Développe rlv.e11t économique commtmau­
(principalmente las asociaciones y las fundaciones), ella ignora com­ taire, économie sociale et intervention, Sainte-Foy: Presses de l 'U­
pletamente a las cooperativas y al menos a una parte de las mutuales, niversité du Québec.
en pos de la "imposición de la no distribución de las ganancias", que GUESLJN, A. ( 1 987), L'invention de l'économie sociale, Paris : Economica.
supuestamente se impone a toda organización "11011-pro{it" (Nyssens, NYSSENS, M. (2000), Les approches économiques du tiers-secteur. Appo11s
2000). La idea de economía social, al contrario, es más amplia, pues et limites des analyses anglo-saxonnes d 'inspiration néo-classique.
no excluye la búsqueda de ganancia si su asignación y modos de ges­ Sociologie du travail, n. 42, p. 5 5 1 -565.
tión de la empresa son no capitalistas. El abordaje "economía social" SALAMON, L. M.; ANHEIER, H.; LIST, R et al. ( 1 999), Global civil society: dimen­
es el que mejor demuestra la i nserción de los componentes de esa eco­ sions of the nonprofit sector, Baltimore: John Hopkins University.
nomía en una misma matriz histórica íntimamente asociada a las espe­
cificidades del modelo social europeo. Ese abordaje también parece
más fecundo bajo una perspectiva Norte-Sur, en la medida que l a mejo­
da de las condiciones de vida en muchos países implica, a menudo, la ECONOM ÍA SOLI DARIA
división de las ganancias entre miembros de cooperativas y otros gru­
pos de productores. Asimismo, también permite señalar l as condicio­ J EAN-LOUIS LAVILLE - LUIZ INÁCIO GAIGER
nes de surgimiento y desarrollo que, aunque no sean realmen te
idénticas, revelan convergencias sorprendentes entre la abundancia aso­ l. La economía solidaria es un concepto ampliamente utilizado en varios
ciativa del Norte v. l a escalada de las sociedades civiles en el Sur Y la continentes, con diversas acepciones alrededor de l a idea de solidaridad,
multiplicación de sus i niciativa s socioeconómicas (Defourny y Dc�el­ en contraste con el i nd ividualismo utilitarista que caracteriza el com­
tere, 1 999). portamiento económico predominante en las sociedades de mercado.

1 68 1 69
E 1 ECONOMÍA SOLIDARIA ECONOMÍA SOLIDARIA 1 E

El término surgió en la década de 1 990 cuando, por iniciativa de ciuda­ 2. La economía solidaria evoca la larga historia asociativa ele los traba­

danos, productores y consumi dores, surgieron diversas actividades eco­ jadores, i niciada a principios del siglo XIX. Desde entonces esa vertien­
nómicas organizadas según principio s ele cooperac ión, autonom ía Y te ha bu � ca?� ensanchar la experiencia humana, mantenie� clo vigentes
crestión democrática. Las expresio nes de la economí a solidaria se han otros pnncipiOs ele producción de bienes, de organización del trabajo y
� ultiplicaclo rápidam ente, en diversas formas: colectivos ele generación ele la circulación ele la riqueza, distintos de la racionalidad estricta el�!
de ingresos, comedores populares, cooperativas ele producción Y co� er­ capital. A pesar ele los reveses encontrados y de las fases ele reflujo, esa
cializaci ón, empresas ele trabajadores, redes y nodos ele trueque, siste­ historia refleja la i mposibilidad de que muchos trabajadores vivan según
mas el e comerc io justo y de finanzas , grupos el e producc ión ecológic a, las oportunidades ofrecidas por el mercado, siguiendo a su sociabilidad
comunidades productivas autóctonas, asociaciones el e mujeres, servicios intrínseca. Manifiesta, principalmente, la persistencia ele sistemas ele vida
de cercanía, etc. Esas actividades tienen en común la primacía de la soli­ que no separan las relaciones económicas de las relaciones sociales y no
daridad sobre el interés i ndividua l y la gananci a materia l, reflejada en se moldean según principios utilitaristas.
la socializa ción ele los recursos productivos y la adopció n de criterios . En los países periféricos, siempre han subsistido prácticas econó-
igualitarios. . . . . micas ancladas en lazos ele reciprocidad, en las cuales la producción
Se promueve la solidaridad entre los m iembros de esas miciatJVas, material se subordina a las necesidades colectivas y preserva un senti­
que establecen entre sí un vínculo social de reciprocidad como fundamen­ do primord ialmente social. Ante todo a partir ele la economía populm�
to de sus relaciones de coopera ción. Asimism o, se extiende la solidaridad se conformaron experimentos genuinos en Latinoamérica como alter­
a los sectores sociales expuestos a mayores necesidades, principalmente nativas para trabajadores rurales y urbanos, i ndígenas e i n�igrantes que
a través de la movilización de trabajadores desempleados y de servicios valoraron las prácticas autóctonas de ayuda mutua e hicieron que su sen­
de atención a personas desaVtparadas. Gracias a su inserció n social y timie�to comunitario se sobrepusiera sobre el desorden introducido por
comun itaria, la economía solidaria cumple con diversas funciones en áre­ e� c�� It �l . Desde entonces, aún bajo formas mitigadas, la cooperación
as como salud, educación y preservación ambiental. Aún se estimula la soli­ siglllo siendo un elemento estructurante de la vida económica de gran­
daridad median te la participación ciudad ana en cuestiones de interés eles partes de la población. En Europa, la diseminación ele la Economía
común. El hecho lleva a la creació n de espacios públicos de cercanía, cuya Social refleja la i m portancia otorgada a las personas y sus colectivida­
autonomía con relación a los espacios ele poder institu idos contribuye para des sobre los objetivos de acumulación económica, resultando en la cons­
sedime ntar las bases de un modelo democrático dialógi co, en el cual el titución de los derechos ciudadanos y la profundización de la
sistem a representativo se expone a la presión legítim a de mecan ismos democracia. Al Sur y al Norte, ese legado explica la amplitud ele la eco­
constit uidos de participaciórl. directa. nomía solidaria y su fuerza de convergencia entre experiencias, deman­
A princip ios del siglo XXI, la aceleración ele los movim ientos del das y expectativas de diversos segmentos sociales, con sus tradiciones
capital , que se despre nden de su naturale� soci�l, y de sus �ompro mi­ propias el e lucha y organización.
sos con la colectividad, se choca con la sat1sfacc10n decrecwnte de las E n s u comi enzo, la sociedad moderna orientada a l a produc­
necesidades human as y con la perpetuación de la pobrez a en ampl ias ción de m ercancías parecía estar adecuadamente fundada en el nue­
regiones del planeta . Ante esas mutaci ones de 1� ec��omía Y de la ��IO­ lí­ vo orden social, basado en la previsibilidad y constancia de su
tica ' es crucial encontrar respuestas. La recons titUCio n de las condiC pri ncipio organizador, que vendría a reem plazar defi ni tivamente el
nes objetivas y subjet ivas de la transfo rmació n social _re�u �ere doble orden anterior. No obstante, la economía de mercado n o reali zó
atenció n hacia las i niciativas que comporten, aunqu e mcipiente y en dic � as prome: a.s, muy al contrario, su difusión engendró problemas
pequeña escala, la capaci dad de· institu ir otras formas de vida r_epletas de
s ?cmle� �ramatlc ? s, tal �s como las d isparidades entre riqueza y m ise­
ele valor de justici a, de un ethos reclistribut ivo y de una opor.tum? adque n a. Activistas social �� · I ntelectuales y obreros propugnaron u n meca­
_
human ización . En particular, es importante valorar las expene ncms msmo de cooperacwn opuesto a la lógica del interés mediante el
nacen ele la auto organización , que defiend en los derechos básico s del vínculo asociativo, i nstituido voluntariamente y cultivad o a través de
trabajo y que apuestan a la asociac ión y a solucio nes c
_
olectiv as, for�a?­ actividades económicas. Fundamentada en la igualdad, la asociación
do la base ele experiencias y de convicciones morale s e mtele � tuales mdJs­ reforzaría el poder de acción colectiva de los trabaj adores hacia la
pensables a la construcción de nuevos rumbos para la sociedad. .defensa de cambios i nstitucionales.
1 70 171
1 E
E 1 ECONOMIA SOLIDARIA ECONOMIA SOLIDARIA

Entre los principales antecedentes de esa época se subraya el coo­ los treinta años posteriores a la Segunda Guerra, estimuló la reconcilia­
perativismo obrero formado en las luchas de resistencia contr� la Revo­ ción de la clase trabajadora con el asalariamiento. El derecho de ciuda­
lución Industrial. Uno de sus precursores, Robert Owen, fue posiblemente danía, otorgado a todos i os que viven del propi o trabajo, llevó a los
el más importante iniciador del movimiento socialista y siempre se enor­ movimientos sociales a concentrar su acción estratégica en las relacio­
gulleció de probar sus proposiciones en la práctica social y económica. nes de clase y en la lucha por el Estado. Reconciliados con el asalmia­
Primeramente, en la industria textil en New Lanark; luego, en la colo­ miento, la mayoría de los trabajadores perdió el entusiasmo y el interés
nia cooperativa de New Harmony, en los Estados Unidos; más tarde, al por la autogestión.
frente del potente movimiento sindical, preconizando la formación de En el siglo XX con raras excepciones, el cooperativismo de pro­
,

cooperativas para tomar a los mercados capitalistas; finalmente, en la ducción y consumo se integró paulatinamente a la economía de merca­
creación del Labour Exchange, predecesor de los sistemas y nodos de do y se convirtió en una forma de empresa participativa, libre de la
trueque establecidos desde los años 1 980, en países del Norte y del Sur. antigua unidad entre capital y trabajo. Desprestigiado, el asociativismo
(v. Cooperativismo) . vino a institucionalizarse con vistas a rellenar funciones sociales com­
Otro antecedente importante de la economía solidaria son las coo­ plementarias y subalternas, pasadas a las mutuales y asociaciones, cuya
perativas de consumo. El ejemplo más célebre es el de la Sociedad de los especialización progresiva redundaría en la fTagmentación de ese sec­
Pioneros Equitativos de Rochdale, de 1 844. En pocas décadas de expan­ tor de actividades y en la pérdida de su i 4eario original. Mientras tan­
sión, los Pioneros formaron un conglomerado con más de 10.000 socios to, ideales similares fomentaron movimientos asociativos en otros lugares
en su fase áurea. A fines del siglo XIX, el cooperativismo se convirtió en del globo, particularmente en América Latina, así como la introducción
un gran movimiento social:.al lado de las cooperativas de consumo y de de sistemas colectivos con variados grados de autogestión, en países del
producción, se constituyeron las cooperativas de crédi to, ideadas por Este y en excolonias afTicanas. El éxito de dichos intentos parece haber
Schulze-Delitsch y Raiffeisen, en Alemania, deliberadamente adoptan­ sido condicionado por su nivel de atención a necesidades apremiantes,
do los principios de Rochdale. Luzzatti, en Italia, y Desjardin, en Qué­ junto con el grado de libe1�tad de sus protagonistas y sus anhelos por
bec, crearon nuevas modalidades de cooperativas de crédito. modos de vida basados en la autonomía y en la participación.
Conviene recordar el movimiento de las comunas, cuya peculiari­ Esos hechos justifican el largo intd-valo ocurrido entre los ante­
dad consiste en practicar la solidaridad simultáneamente en la produc­ cedentes históricos de la economía solidaria y su resurgimiento a fines
ción, en el consumo, en el ahorro y en todas las áreas de la vida social. del siglo XX En los años 1 980, se i nició la negación de la mayoría de las
.

La comuna es más que nada una aldea que desempeña, en escala peque­ concesiones realizadas al proletariado en las décadas anteriores. El mer­
fia, todas aquellas funciones. Su igualitarismo en última instancia exige cado financiero se hizo hegemónico y empezó a imponer sucesivos ajus­
un altísimo grado de confianza y afecto entre los miembros. Las comu­ tes fiscales v monetarios, frenando seriamente el ritmo de crecim iento
nas hicieron historia, tal como los Kibbutzim, en Israel. Actualmente, de las econ�mías centrales. El libre comercio y la circulación irrestric­
comunidades similares se muestran motivadas por anhelos de una socie­ ta de capitales empezaron a permitir que las empresas transfirieran gra­
dad igualitaria, participando de movimientos pacifistas y ambientalistas. dualmente sus cadenas de producción hacia países con bajos salarios y
Las acciones pioneras del siglo XIX sufrieron, en Europa, una fuer­ trabajadores desprotegidos. Las reformas fiscales disminuyeron el mon­
te represión y se atenuaron de a poco, mientras la economía de merca­ to de gastos sociales y afectaron a las políticas redistributivas. Las cla­
do experimentaba un crecimiento inédito y se legitimaba como vía de ses dirigentes se convirtieron al neoliberalismo, arrastrando consigo a
acceso a una sociedad de abundancia. Cuando la miseria producida por los medios de comunicación y parte de los partidos tradicionales de la
el desmTollo industrial capitalista hizo que la reforma social fuera impos­ clase trabajadora.
tergable, el Estado promulgó, bajo presión obrera, reglas relacionad as A pesar de estar motivada por ese escenario regresivo, la génesis
a la paulatina inclusión de los trabajadores. Con el sufragio universal. de la economía solidada se explica por un conjunto más complejo de cir­
se reconoció el Estado como depositario del interés general, basado en cunstancias. A su vez, los efectos del desarrollo tecnológico post fordis­
un régimen i nstitucional que restringe la economía de mercado y com ­ ta se muestran ambivalentes para los trabajadores: por un lado, se dit·igió
pensa las desigual dades mediante la acción pública n:·distributiva. Has­ al régimen de acumulación flexible, generando situaciones de mayor
ta la segunda mitad del siglo XX el pleno empleo, que imperó duran te
,
explotación de los trabajadores, y, por otro, eliminó parte del trabajo
1 72 1 73
E 1 ECONOMÍA SOLIDARIA ECONO M ÍA SOLIDARIA 1 E

meramente físico, desdicha del obrero, e i ntrodujo métodos participa­ plural. conformando sus iniciativas e n tipos híbridos, e ntre las econo­
tivos de gestión que estimularon deseos de más autonomía en el m � n­ mías pública Y privada, tal como ejemplifican las empresas sociales.
do del trabajo. Paralelamente, las alteraciones obradas en el modo de vrda El actuar colectivo de la economía solidaria, plasmado en la auto­
y en la eficacia de las i nsti tuciones fomentaron nuevas formas de actua­ gestión, i nstituye nuevos protagonistas en el mundo del trabajo y en las
ción desde los años 1 960. Surgieron las cuestiones del cotidiano, de la luchas por la ciudadanía, en respuesta a la búsqueda del bienestar, reco­
preservación del ambiente natural, de la participación de los usuarios nocimiento y vida significativa. Cuando los experimentos colectivos se con­
en la concepción y funcionamiento de los servicios públicos, de las rela­ vierten en comunidades de trabajo, establecen una racionalidad en la cual
ciones de género o, más ampliamente, del reconocimiento de los indi­ 1� actividad económica funciona como medio para la consecución ele otros
viduos como sujetos de sus singularidades y derechos. E n lugar del fines. Las nuevas tensiones dialécticas entre los individuos y su colecti­
militante poseedor de una ideología de transformación total de la socie­ viclacl ele pertenencia fortalecen una iclenticlacl propiamente social. en el
dad, fuertemente involucrado en estructuras partidarias y de clase, se dio _ o ele referirse a aspiraciones ele individuos-en-relación y a una visión
sentrcl
una lenta ebullición asociativa, motivando participaciones específicas a hacia la integración ele las dimensiones ele la vida humana.
favor de cambios limitados, pero concretos. La tendencia ele la economía solidaria ele clinami zar redes ele
El resurgimiento actual del asociativismo se relaciona, además, con interacción participativas otorga un contenido político a l a inserción
otros cambios generales ocurridos en la política. El derTocamiento de la local ele sus i n iciativas. Ampliadas hacia su entorno, las prácticas ele
experiencia del socialismo puso en jaque las pautas de intervención de autogestión promueven sistemas más ampli os ele reciprocidad, e n los
las corrientes y organizaciones. Después de superado un momento ini­ cuales las vivencias concretas ele gestión del bien común otorgan un
cial de perplejidad y desorientación, el hecho contribuyó para desobstruir nuevo valor a las nociones ele j usticia e i nterés p úblico. La capacidad
la ruta hacia nuevos experimentos sociales y marcos de análisis y formu­ de producir cambios a partir ele la l ibre asociación depende aún ele las
lación estratégica, repercuti�ndo sobre la forma de militancia ya en vías articulaciones construidas con el poder público, único foro en condi­
de transformación. Problemas como la convivencia entre la economía soli­ ciones de !egislar acerca ele normas reclistributivas a favor ele l a equi­
daria y la economía de mercado han dejado de ser solamente teóricos, a dad. Meclrante su proyección e n l a esfera pública, a través de la
medida que las fuerzas de izquierda llegaron al poder, tal como en los paí­ participación ciudadana, l a economía solidaria se cal i fica como un
ses de América Latina y en Francia, demandando, así, respuestas cohe­ actor ele l a solidaridad democrática.
rentes con lo que sus programas defendían. No obstante, serios desafíos persisten. Un riesgo fatal ele las ini­
La génesis de las i niciativas de la economía solidaria yace en fac­ cia �i ;as es l a pérdida ele su espíritu asociativo y su consecuente clegene­
tores más específicos, comq el grado de compatibilidad entre las prác­ racron. No faltan precedentes, empezando por Rochdale, cuyos socios
ticas usuales de economía v los modelos asociativos, la h istoria de decidieron abolir los últimos resquicios de la participación obrera en sus
cooperación de las categorí;s sociales involucradas y la presencia de coo�erativas de producción, convertidas desde 1 864 en empresas con­
liderazgos genuinos. Los experimentos evolucionaron, comprobando su v::�cwnale�, aunque ele propiedad de los cooperados. La autogestión tam­
viabilidad, entusiasmaron a i ntelectuales y activistas. El clima de cla­ bren ha srclo abandonada por las cooperativas ele consumo y de
ro optimismo llevó a la rápida multiplicación de entidades, movimien­ comercialización agrícola, administradas como firmas capitalistas por
tos y redes, articulando las iniciativas y ampliando las posibili dades de cuadros contratados por la dirección, en detrim ento ele la participación
acción política. Y del poder decisorio de los socios. Las cooperativas de producción, en
tanto excepción a la regla, a su vez, crecieron menos. E l propio éxito eco­
3. El avance económico de los experimentos se realiza mediante la con­ nómico de las cooperativas habría dado inicio a su absorción por el régi­
j unción de tres tipos de recursos: aquellos provenientes de la reciproci­ men capitalista, forzándolas hacia el isomorfismo i nstitucional,
dad e ntre los m iembros. ejercida a través de prestaciones de resultante ele factores como el incremento de los costos de transacción,
contrapartidas a los colectivos libres; los recursos públicos, obtenidos afectando a las organizaciones complejas depe ndientes de sistemas eles­
del Estado con base en el principio de redistribución; y los recursos del centralizados de decisión.
mercado, obtenidos en la relación de i ntercambio. Esos manejos simul­ Contraejemplos de cooperativas ele gran envergadura, como Mon­
táneos hacen que la economía solidaria sea partícipe de una economía dragon,, demuestran que el mero crecimiento no es suficiente para que

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E 1 ECONOMIA SOLIDARIA ECONOMIA SOLIDARIA 1 E

ese cambio suceda. La autogestión pierde fuerza básicamente por la fal­ te acerca de las posibilidades de constmcción de alternativas. Quizás más
ta de interés de los propios m iembros que deberían practicarla. Es una que antes, necesitamos una economía en la cual el desarrollo social no
cuestión de preferencias definida por dos tipos de circunstancias, al sea una preocupación menor, relegada a mecanismos compensatorios,
menos. Los factores de presión negativa debilitan la eficacia de las moda­ una economía cuya lógica intrínseca implique y estimule la cooperación
l idades habituales de supervivencia o de garantía del bienestar para una y la reciprocidad, en beneficio de la equidad y de la justicia social.
determinada población, repeliéndolas e i mponiendo la necesidad de bus­
car alternativas. A su vez, factores de presión positiva empujan las nue­ Bibl i ografía
vas elecciones hacia una determinada dirección, reflejando una
condició n de voluntad; en el caso de la economía solidaria, una volun­ CORAGGIO, J. (Org.) (2007), La ec0110mía social desde la periferia: contri­
tad vinculada a la superación del trabajo alienado y de la sociabilidad buciones latinoamericanas, Buenos Aires: Altamira.
restringida del utilitarismo. Es visible que las ondas asociativas, en sus DEFOURNY, J.; DEVELTERE, P.; FONTENEAU, B. (Dir.) ( 1999), L'économie socia­
momentos de expansión, se relacionan a momentos históticos de desam­ le a u Nord et au Sud, Bruxelles: De Boeck.
paro e inseguridad marcados, ante la erosión y la i nviabilidad de cier­ GAIGER, L. (Org.) (2004), Sentidos e experiencias da economía solidária 110
tas formas de vida. Mientras la economía solidaria mantenga su poder Brasil, Porto Alegre: ÜFRGS.
de atracción y sus iniciativas asuman una racionalidad propia, cuya lógi­ GUERRA, P. (2002), Socioeconomía de la solidp ridad, Montevideo: Edito­
ca depende de la cooperación con otros, las posibilidades de degenera­ rial Nordan-Comunidad.
ción serán menores. Ese resultado no es, sin embargo, una fatalidad. LA REVUE NouvELLE (2007), Dossier Economie sociale, d'autres hmettes
Las alternativas se construyen en las dialécticas del propio sistema so11t possibles, Bruxelles, n. 1 /2.
que combaten. Al no someterse a la ley férrea de la acumulación amplia­ LAVILLE, J.-L. (Org.) (2004), Economía social y solidaria: una visión euro­
da, la economía solidaria puede expandirse en sectores de bajo i nterés pea, Buenos Aires: Altamira.
para el mercado, pero de incuestionable impmiancia social, como los ser­ LAVILLE, J.-L.; FRANCA FILHO, G. (2004) Economía solidária - uma abor­
vicios de cercanía y los sistemas locales de producción. En ese terreno, dagem . internacional, Porto Alegre: Editora da UFRGS.
según la lección de las experiencias que lograron mayor dinamismo, la LAV1LLE, J.-L.; FRANCA FILHO, G.; MEDEIROS, A. i MAGNEN, J.-P. (Org.) (2006),
economía solidaria puede profundizar su inserción e i niciar redes más Arao pública e ec0110111ia solidária. Üma perspectiva internacional,
amplias de cooperación económica, garantizando, además, otros facto­ Porto Alegre: Editora da ÜFRGS.
res de calidad de vida. En el Sw� la cuestión primordial consiste en ase­ MARTINS, P. H.; NUNES, B. F. (Org.) (2005), A nova ordem social. Brasília:
gurar las condiciones materiales i ndispensables a la supervivencia de los Paralelo 1 5.
que jamás han sido efectivamente integrados a la economía de mercado RAZETO, L. ( 1 997), Los cami11os de la economía de solidaridad, Buenos
y al goce de los derechos sociales, mediante alternativas de trabajo, ingre­ Aires: Lumen-H vmanitas .
sos y servicios ancladas en la matriz popular asociativa y en sus luchas REVISTA CIÉNCIAS SocrAIS U NISINOS (2001 ), Ec01wmia solidária, Sao Leo­
de resistencia. Al Norte, se trata, en suma, de afrontar la crisis del Esta­ poldo, v. 37, n. 1 59 (número temático).
do providencia, la obsolescencia y la falta de dispositivos eficaces de pro­ REVISTA KATALYSIS (2008), Economía solidária e autogestao; Florianópo­
tección social, de reaccionar a la exclusión a partir de la capacidad de lis, UFSC, v. 1 1 , n. l .
iniciativa y de participación solidaria. Desde el punto de vista sistémico, REVUE Dü M.A.U.S.S. ( 2003), L'alter:-écononzie: quelle "autre mondialisa­
ambas perspectivas demandan una institución social de la economía que tion ?", París: La Découverte, n. 2 1 .
la subordine a las prioridades colectivas, sancionadas según fundamen­ REVUE É CONOMIE ET SOLIDARITÉS (2003), Economía social y solidaria: una
tos éticos por medio de una deliberación política. perspectiva Norte-Sur, Revue du CIRIEC-Canada, Université du
La economía solidaria es más rica que su faz conocida, lo que hace Québec en Outaouais, Sainte-Fois (número especial).
fundamental ampliar y profundizar su aprehensión, para mejor concep­ REVUE TIERS MONDE (2007), Economie solidaire: des initiatives locales a
tuada y evaluar sus potencialidades. Ella confluye desde varios países l'actio11 publique, París: Armand Colín, n. 1 90.
hacia una perspectiva altennundialista, reconocidamente en las edicio­ SANTOS, B. S. (Org.) (2002), Produzir para viver: os caminhos da produ­
nes del Foro Social Mundial. Se inserta, entonces, en el debate pulsan- <;ao nao capitalista, Rio de Janeiro: Civiliza<;ao Brasileira.

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1 E
E 1
EMANCIPACIÓN SOCIAL
ECONOMÍA SOLIDARIA - EMANCIPACIÓN SOCIAL

lismo , Petró­ concedida, adquirida o conquistada. Durante siglos, el término fue uti­
SINGER, P. ( 1 998), Unza u tapia militante: repensando o socia lizado para referirse a situaciones individuales o ele pequeños gm pos.
polis: V�zes.
(2002 ), Jntroduráo a ecmzomia solidária, Sao Paulo
: Funcla¡;ao Per- Sólo a partir del Siglo de las Luces y ele la Revolución Francesa es que
el concepto adquiere el sentido más amplio y dinámico que rige hasta
seu Abramo. hoy. En las sociedades pre-modernas dominadas por la religión con sus
dogmas y por la percepción ele la legitimidad inmanente del podet� por
regla general monárquico, no tenían lugar las ideas de soberanía popu­
lar, ele l ibre albedrío o de emancipación social. A través de múltiples
EMANCIPACIÓN SOCIAL
dimensiones ele carácter religioso, ideológico, político y cultural, las socie­
ANTONIO DAVID (ATTANI dades tradicionales concebían al orden y al sentido de la vida en socie­
dad como originados y dependientes de fuerzas y voluntades superiores
l . La expresión emancipación social abarca un amplio orden de prin­
y exteriores a los hombres.
cipios, conceptos y procesos materiales identificados también por otros El deseo ele libertad, ele autodeterminación, siempre existió. Rebe­
términos, entre ellos: auto-emancipación obrera, autogobierno, socialis­ liones populares brotaron a lo largo ele siglos. Sin embargo, estuvieron
mo, sociedad autogestionacla, sociedad ele los productores l ibremente a menudo marcadas por mesianismos diversos, sin presentar consecuen­
asociados. En este artículo la noción ele emancipación social será desa­ cias duraderas. Pero, principalmente, no f-ueron conducidas ni concebi­
rrollada incluyendo al conjunto ele esos significados y procesos. das como procesos de emancipación, universalizantes, dependientes de
El concepto refiere al proceso ideológico e histórico de l iberación la libre actuación humana. Con la Modernidad, los i ndividuos empeza­
ele comunidades políticas o ele grupos sociales, ele la dependencia, tute­ t:on a enfrentarse a la verdad ele sus actos: la sociedad no se define por
la v dominación en las esfetlas económicas, sociales y culturales. Eman­ tuerzas trascendentes, sino por la conjugación ele procesos humanos en
ci parse significa l ibrarse del poder ejercido por otros, conquistando, al su relación con la naturaleza, con las necesidades ele reproducción mate­
mismo tiempo, la plena capacidad civil y ele ciudadanía en el Estado rial y con el proceso de creación histórica. En la Modernidad surgen las
democrático ele derecho. Emanciparse significa acceder a la mayoridad sociedades marcadas por la actuación h umana y por el rechazo a los
ele conciencia; con eso se refiere a la capacidad de conocer y reconocer determinismos y la i nespecífica repetición del tiempo cíclico.
las normas sociales y morales independientemente ele criterios externos Las ideas de progreso, de modernización o desarrollo, fomentaron
impuestos o equivocadamente presentados como naturales. el surgimiento de las "sociedades movilizadas y motivadas por proyectos"
El concepto ele emaiJ.cipación social se vincula al ele autonomía. (Boutinet, 1 990), es decir, de las sociedades que se autoproclucen según
Una comunidad política se encuentra emancipada, libre, cuando sus leyes la capacidad ele control de las lógicas societarias y económicas. La capa­
no son impuestas por procesos represivos, tutelares o paternalistas; es ciclad ele anticipación va más allá de la simple predicción; consiste en un
autónoma cuando no obedece a reglamentos subjetivos, externos o arbi­ elemento decisivo para romper con la inercia, para reactivar fuerzas alre­
trarios; se encuentra verdaderamente emancipada cuando la ley mayor dedor de proyectos ele mptura o ele reordenamiento intencional del pre­
es el bien común, objetivo y universalizante. En la sociedad emancipa­ sente. Al principio de la Modernidad y del desarrollo capitalista, ese
da los individuos poseen el máximo grado ele libertad, pero pautada por proceso fue conducido por las nuevas elites: burgueses emprendedores
la igualdad, por la reciprocidad ele derechos y ele obligaciones, en fin, por Y conquistadores, déspotas esclarecidos y jacobinos voluntariosos. Pero,
el proceso civilizatorio, que garantiza la libre expresión respetuosa de concomitantemente a los procesos innovadores en las esferas económi­
las diferencias y de la libe_rtacl del otro (v. Utopía). cas Y políticas, fuerzas sociales fueron puestas en marcha, ·ahora poten­
ciadas y legitimadas por nuevos marcos teóricos. Teoría y práctica se
2 . El verbo emancipar viene del término latino emancipare, ele ex (afue­
conjugaron para anunciar el advenimiento de la universalización ele los
ra de, no más) y de mancipiwn (esclavo, individuo dependiente), y corres­ derechos humanos y sociales y del acceso de las masas a la dignidad. Las
ponde a una figura jurídica ya conocida por el derecho romano, luchas procesales, que tenían como meta la verdadera sociedad comunis­
traduciendo actos de liberación legal, ele franqueo o ele interrupción de t� -es decir, la sociedad no más mutilada por la lucha ele clases o por l a
una tutela y de l a autoridad sobre otros. Emancipar remite a la l ibertad dtctaclura burocratizante-, se multiplicaron, d e modo que términos como

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E 1 E MANCI PACIÓN SOCIAL E MANCI PACIÓN SOCIAL 1 E

soberanía popular, libre determinación, igualdad, libertad y fraternidad que controlan (Silva et al., 2000). Buscando el bien común a cualquier
para todos, no fueran devaneos o figuras retóricas, sino principios bási­ precio, la modalidad tutelar se desdobla en prácticas asistencialistas y
cos de un proyecto inédito en la historia de la humanidad. caritativas que refuerzan las relaciones de vasallaje de los individuos y
de las instituciones. Asimismo, se desdobla en prácticas represivas cuan­
3 . Una definición mejor y más clara de emancipació n social puede ser do los sujetos, considerados inconscientes de sus verdaderos intereses,
establecida presentando situaciones y concepciones que representan el intenten alcanzar el camino incierto de la libertad.
opuesto de la autonomía social. ¡Nunca faltan candidatos para dirigir el Todas esas formas anti-emancipadoras son, de cie1i:a manera, con­
proceso histórico y para intentar ordenar a la sociedad! Reanudando las vencionales, es decir, fácilmente perceptibles en la historia de las rela­
tradiciones más antiguas y conservadoras de la vida política, las versio­ ciones entre soberanos y vasallos, entre dirigentes y dirigidos, definiendo
nes contemporáneas del pensamiento elitista reafirman, continuamen­ formas espurias o legítimas de contrato social. La forma contemporá­
te, la incapacidad congénita del pueblo de tener i niciativas autónomas nea de control social es bastante más compleja, ya que naturaliza la domi­
y de manifestar y defender sus propios intereses. A partir de la consta­ nación a través de las relaciones capitalistas, que tienen a la figura del
tación de que existen desigualdades reales en la constitución física, en mercado como auto-referente, como auto-institucionalizante y como
los recursos intelectuales y en l a distribución de los talentos, el pensa­ ordenamiento supremo ele las relaciones entre los i ndividuos. Las figu­
miento elitista reafirma que el poder y las riquezas terminan concentra­ ras clásicas del poder (Estado, tirano, líder) ,y sus acciones son identifi­
dos en las m anos de los más capaces. El hombre-m asa es el hombre cables, al paso que la figura del mercado es difusa, imprecisa, y engendra
mediocre, abúlico, con comportamiento de rebaño y para el cual sólo res­ la vaga ficción de la "incl i viclualidacl soberana".
ta postrarse y someterse a l a conducción de los líderes. Según la teoría neoliberal, el individuo es libre y consciente. Mien­
En la contemporaneidad, las formas más radicales del pensamien­ tras agencia recursos con miras a lograr sus intereses según un cálculo
to elitista no se manifiestan explícitamente. Sin embargo, hay una pro­ racional de costos y beneficios, él construye el "mundo posible". La mano
liferación de versiones suavizadas o disfrazadas en, como m ínimo, dos invisible del mercado se encargalia ele compatibilizar las diferencias de
versiones básicas. La primera se presenta como perteneciente al cam­ expectativas, de regular las preferencias y, a r te todo, de definir el lugar
po progresista e, investida de las m ejores intenciones, busca el bien ele cada uno en la estructura social. La forma productiva regida por la
común. Es el caso de variantes del espíritu vanguardista, identificado en racionalidad capitalista (producir para acumular, acumular para domi ­
el jacobinismo y en las adaptaciones oportunistas del leninismo. Para las nar) es la célula madre o la usina nuclear d e la reproducción social. E n
vanguardias operantes y altruistas, las m asas, embrutecidas por el pro­ e l proceso de trabajo es donde s e materializa objetivamente l a domes­
ceso de trabajo, son incapaces de desarrollar una conciencia de la tota­ ticación de los productores directos. Al alienar su f·uerza de trabajo, el
lidad concreta, de sí mismas y de sus verdaderos intereses. Necesitan, trabajador se aliena, se somete al poder discrecional de otros, y pierde
así, cuadros "capaces de tomar el poder y conducir a todo el pueblo al la capacidad de administrar su vida, de realizarse como libre creador de
socialismo, de dirigir y organizar un nuevo régimen y de ser el i nstruc­ las obras humanas.
tm� el guía y el jefe de todos los trabajadores" (Lenin, 1 983). La tradición Si consideramos sólo el siglo XX, el proceso de trabajo estuvo
jacobina se manifiesta, también, en las versiones modernas del cesaris­ orientado pm· principios tayloristas y fordistas. Dichos principios con­
mo social (según Gramsci: régimen político que dispensa instituciones sistieron de estrategias temporales que, a través de la fragmentación y
intermedias y cuyo poder está centralizado en figuras carismáticas iden­ de la especialización de las tareas, ele la separación de las funciones de
tificadas como defensm·as del pueblo). La segunda variación del pensa­ concepción, de plancamiento y de ejecución, garantizaban el control
miento elitista está representada por las concepciones expresamente estricto del trabajo humano. El trabajador no sólo era explotado, sino
tutelares. En este caso, la participación autónoma de las masas no es tole­ que era reducido a situaciones de vulnerabilidad y de dependencia, lo
rada, ya que son consideradas ineptas si carecen de la protección de las que lo llevaba a creer que no había nada más allá del trabajo fragmen­
elites autoproclamadas racionalizadoras de la acción política y de la vida tado, repetitivo, monótono y desprovisto de sentido. Un nuevo paradig­
pública. Caudillos, modernos déspotas esclarecidos, gobernantes popu ­ ma, en construcción a partir de los aüos 80, alteró ese cuadro. La
listas, tienen en la esfera del Estado su campo de acción y, desde arri­ dominación no se constituye sólo y mayormente a través de relaciones esta­
ba, obran para que el pueblo se vea i ntegrado a los proyectos políticos bles, sino a través de la inserción laboral esporádica, precaria e incie11a.

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E 1 EMANCIPACIÓN SOCIAL EMANCIPACIÓN SOCIAL 1 E

La especialización flexible, práctica organizacional de la producción y p reparando el ten·erio para la futura sociedad comunista. El resultado del
ele los servicios en la sociedad actual, entre otras consecuencias, trans­ "socialismo realmente existente" fue la hipertrofia del aparato estatal, auto­
fiere al trabajador la responsabilidad por su "empleabiliclacl" y por su ritario, burocrático y represor ele las transformaciones verdadera mente
inserción laboral como emprendedor colectivo, como profesional asa­ emancipadoras.
lariado o autónomo. De nuevo, la ideología dominante que yace en las La emancipación social se manifiesta en las múltiples luchas en
nuevas condiciones de la producción social, garantiza que "cada uno tie­ contra de las normas arbitrarias, las jerarquías opresoras y promotoras
ne lo que merece y está donde le conviene". ele la discriminación y de la desigualdad. Su corolario, vinculado al con·
La educación, a pesar ele su potencial libertario, puede ser vincu­ cepto de autonomía, "es la apropiación colectiva . la descentralización,
lada íntimamente al proceso ele dominación social. En las sociedades ele la participación consciente en el proceso productivo, en la vida en socie­
clases, sin participación democrática, la escuela fortalece la clesigualclacl dad y en la creación cultural. La emancipación implica el asociativismo
y legitima la ubicación ele los individuos en la estructura jerarquizada libre, fundamentado en la igualdad ele los individuos; se sobrentiende,
(Gentili y Frigotto, 2000). La unión ele trabajo con educación (incluida asimismo, que las responsabiliclacles y oportunidades son iguales para
la formación profesional) es la base ele la naturalización ele la domina­ que los fines comunes sean alcanzados; la división del trabajo en el sen­
ción. Es decir, los individuos pasan a internalizar las normas ele control, tido del trabajo libremente establecido, elegibilidad y revocabilidad ele
de obediencia, creyendo que son naturales y necesarias. los cargos ele dirección" (Cattani, 2000). Algunos ejemplos ele expresio­
nes concretas ele la emancipación son tratados bajo el término "Utopía"
4. Existen innumerables referencias teóricas a los procesos ele emanci­ y en otros trabajos de este libro.
pación. En la filosofía, la idea de emancipación viene asociada a la amplia­
ción del verdadero entendimiento que permitiría una emancipación 5. Al luchar en contra de las órdenes injustas, de la tutela o del pater­
abstracta en la esfera de la �olítica. Es el caso de la percepción kantiana nalismo ele las elites y, ante todo, en contra ele la naturalización del con­
de los procesos éticos e históricos, que pe1mite la utilización libre y públi­ trol social, que configura la "servidumbre voluntaria", los movimientos
ca de la razón que fundamenta principios morales válidos para el indi­ libertarios afrontan las dificultades de costumbre (represión, apatía
viduo y para su relación con la sociedad. Para otros pensadores sociales, social, aislamiento y agotamiento de la acción militante), además del
como es el caso de Fourier, la emancipación está vinculada a la creación hecho ele que la pauta de la emancipación social es cada vez más exten­
de un nuevo hombre y de una nueva sociedad; por ello, la necesidad ele sa, ya que incluye n uevas demandas. Entre ellas se incluven " las cues­
precisar los detalles de las modalidades del proceso de emancipación (ins­ tiones ele género, la discriminación ele las minorí�s étnicas y culturales,
tituciones, ordenamientos liísicos, urbanísticos, etc.). Los agentes de esos entre otras. Y a éstas se suman, a partir de las últimas décadas del siglo
procesos, generalmente, son sujetos indefinidos. Esto no ocurre en la obra XX , la sustentabilidacl ambiental y del nuevo internacionalismo contra­
de Marx. La emancipación está centrada en la figura emblemática del hegemónico. Frente al carácter predatorio del capitalismo y la globali­
obrero industrial que, al defender sus intereses, promovería la acción revo­ zación excluyente, la defensa del medio-ambiente y ele la biodiversidad
lucionaria asegurando la superación del capitalismo y la satisfacción de debe estar asociada a iniciativas populares verclad�ramente internacio­
los intereses del conjunto de la humanidad. Marx, poco preocupado por nales. A esos problemas se suman, como mínimo, dos n uevos desafíos.
las "recetas que deberían ser preparadas en las calderas del futuro", no El primero es la emancipación social en el marco ele los avances tecno­
profundiza las varias referencias a la emancipación del proletariado aun lógicos, los cuales, bajo gestión capitalista, fortalecen y amplían las desi­
cuando argumenta a favor ele una "sociedad de los productores libremen­ gualdades. La auto-emancipaci9n obrera no puede, en pro ele igualar las
te asociados" y cuando prqclama que "la emancipación de la clase obre­ oportunidades de los i ndividuos, promover acciones regresivas, configu­
ra será obra de la misma clase obrera". Para muchos autores vinculados rando una pretendida sociedad más simple, despojada ele los atributos
a la tradición marxista, la emancipación social aparece como un resul­ de las comodidades modernas y ele los recursos tecnológicos. Al contra­
tado posterior a los procesos revolucionarios. Luego de la toma del poder, rio, el desafío que surge es el ele la apropiación y administración de for­
las vanguardias promoverían la socialización de los medios de produc­ ma socialmente justa, de la producción científica de punta. El segundo
ción (abolición de la propiedad privada). El control directo de la produc­ gran reto se refiere al estatuto del trabajo. Para muchos autores consa­
ción social sería ejercido por la capa más esclarecida, técnico-burocrática, graclos, progresistas o conservadores, sólo habrá realización plena ele los
.
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E 1 EMANCIPACIÓN SOCIAL - EMPRENDIMIENTO ECONÓMICO SOLIDARIO E MPRENDIMIENTO ECONÓ MICO SOLIDARIO 1 E

individuos si se da la supresión del trabajo. Para ellos, el tiempo verda­ de su eficiencia y viabilidad. Presente en los sectores de la producción,
deramente libre es el tiempo del no-trabajo, del ocio, o de la reali zación prestación de servicios, comercialización y crédito, esos emprendimien­
de actividades no impuestas por el reino de las necesidades. Esa concep­ tos adoptan, en proporción variable, arreglos colectivos de la posesión
ción idílica de una edad de oro, en la cual los i ndividuos serían al mis­ de los medios de producción, en el proceso de trabajo y en la gestión del
mo tiempo productores-filósofos-poetas-pescadores, le quita todo emprendimiento, minimizando la presencia de las relaciones salariadas.
potencial transformador a la acción humana A través de la socialización de los medios de producción y autogestión,
El trabajo es un acto de creación, de superación del discurso y de la expresan una tendencia de la economía populm� de base doméstica v
representación, permitiendo a los individuos confrontarse con el mundo familim� o aún, en algunos de sus segmentos, una reconversión de la exp�­
transformándolo. La utopía que se debe buscar no es la de abolir el traba­ riencia obrera del trabajo. Se presentan en forma de grupos de produc­
jo, sino extir-parle su dimensión opresora y alienante. La sociedad eman­ ción, asociaciones, cooperativas y empresas de autogestión y combinan
cipada es la sociedad productora del presente y de un futuro diferente. sus actividades económicas con acciones de índole educativa y cultural,
Las dificultades históricas y los nuevos desafíos para la emancipación valorando el sentido de la comunidad de trabajo y el compromiso con
social son inmensos y complejos a la vez. Sin embargo, las energías utó­ la colectividad social en la cual se insertan.
picas son inagotables y "nuevos personajes entran continuamente en esce­ Las prácticas específicas de dichas empresas se inscriben en una
na" (Sader, 1 988) para impedir la domesticación de la vida y para nueva racionalidad productiva, en la cual la solidaridad se convierte en
reactivar el flujo civilizatorio. un sostén de las iniciativas, ya que generan resultados materiales efec­
tivos y ganancias extra-económicas. El trabajo en consorcio actúa en pro
Bibl iografía de los propios productores y otorga una connotación bastante más
amplia a la noción de eficiencia, referida igualmente a la calidad de vida
BOUTINET, J. P. ( 1 990), Amhropologie du projet, París: PUF. de los trabajadores y a la satisfacción de objetivos culturales y ético-mora­
CATTANI, A. D. (2000), 1J·abalho & aut01wmia, Petrópolis: Vozes. les. Ese espídtu se diferencia de la racionalidad capitalista -que no es
CATTANI, A. D. (2006), Autonomía, En: CATTANI, A. D. e HOLZMANN, L. ni � olidaria ni tampoco � nclusiva- y de la s�lidaridad popular comuni­
.
(Org.) . Dicionário de trabalho & tecn.ologia, Porto Alegre: Editora tana -desprovista de los mstrumentos adecuados a un desempeño social
da Universidade. y económico que no sea circunscrito y marginal. Además de ello, dado
GENTILI, P. ; FRIGOTTO G. (Org.) (2000), A cidadania negada: políticas de el papel decisivo de un conjunto creciente de organizaciones y agentes
exclusao na educac;:ao e no trabalho, Buenos Aires, Clacso. mediadores, los emprcndimientos solidarios suelen buscar o crear meca­
LENJN, V. ( 1 983), O Estado e a revolu(:iío, Sao Paulo: Hucitec. ( 1 ra. ed., 1 9 1 7 ) nismos e instituciones de articulación, representación e intercambio, tan­
SADER, E. ( 1 988), Qum1do novos pers011agens entraram em cena, R io de to en el ámb ito económico como en el político. Constituyen así la célula
Janeiro: Paz e Terra. propulsora básica, con sus vinculaciones y extensiones, de la economía
SANTOS, B. S. ( 1 994), Pela miío de Alice, Porto: Edic;:oes Afrontamento. solidaria.
SILVA, F. C. T.; MEDEIROS, S.; VIANA, A. (Org.) (2000), Dicionári.o critico do
pe11samento da direita, Rio de Janeiro: Faperj ; Tempo; Mauad. 2. Desde el siglo XIX, se registran intentos de instituí ¡· forrnas comuni­
tarias y democráticas de organizar la producción y el consumo, en res­
puesta a las aspiraciones de igualdad económica y a la necesidad ele
garantiza¡· medios de subsistencia para la masa de trabajadores despre­
EMPREND I M I ENTO E CO N ÓM I CO SOLIDARIO c:iada por las empresas capitalistas. Según la reflexión teórica que esa rea­
lidad emergente plantea, los emprendimientos solidarios expresan una
LUIZ INÁCIO GAIG ER Proliferación de formas de economía alternativa, por tratarse de estable­
ci mientos viables, capaces de asegurar su reproducción social. Ellos incre­
1 . El concepto de emprendimien to económico solidario abarca diversas mentan, de manera posiblemente duradera, la gama de modos de
modalidades de organización económica, originadas en la libre asoc i a­ Producción no-capitalistas (Santos, 2002). No obstante, esas 'virtudes no
ción de los trabajadores, en las cuales la cooperación funciona como base están determinadas, sino que constituyen tendencias y posibilidades que

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1 E
EMPRENDIMIENTO ECONÓMICO SOLIDARIO EMPRENDIMIENTO ECONÓMICO SOLIDARIO

se matedalizan con m avor o menor i ntensidad, de acuerdo con las con­ pa rticipación en los movimientos colectivos (Razeto, 1 990). Finalmen­
diciones objetivas y su bJ etivas en las que cada experiencia se desarrolla. te, las organizaciones productivas de la economía social se diferencian por
Su éxito depende, además, no sólo del escenario en el que actualmente los siguientes rasgos: prop iedad colectiva ele los medios de producción,
se encuentran, sino de la i nversión que se hace en ellas. Así, al señalar los primado de los miembros trabajadores sobre el capital, institucionali­
aspectos nuevos y prometedores que las experiencias de la economía soli­ zación ele la gestión democrática del proceso ele acumulación, eficacia
daria están demostrando, el concepto debe ser entendido principalmen­ considerada en tanto satisfacción ele necesidades, según su valor de uso,
te como un instn1mento para la verificación ele casos concretos, según las superación de la estricta relaci ón mercantil y existencia ele i nteraccio­
cuestiones y los ángulos ele análisis que propone, al m ismo tiempo que nes arraigadas en la racionalid ad comunicativa (Carpi, 1 997).
evoca un direccionamiento histórico posible, a ser verificado. La economía ele solidaridad cmTesponcle a una corriente genuina
La actual expansión ele esas iniciativas remite tanto a capítulos ante­ del pensamiento latinoamericano. En un sentido propiamente concep­
¡·iores de la historia de la lucha de los trabajadores como a corrientes de tual, el término emprendinziento económico solidario fue introducido por
pensamiento y acción política. Sus raíces más lejanas se ubican en el siglo las formulaciones ele Luis Razeto (Chile), acerca ele las formas ele eco­
XIX europeo, cuando la proletarización del mundo del trabajo provocó nomía popular. A principio de los años 80, el autor distinguía, en el mun­
el surgimiento ele un movimiento obrero asociativo y de las primeras coo­ do ele los pobladores ele las periferias urbanas, grupos que emprendían
perativas autogestionadas de producción. Esa praxis estuvo íntimamen­ organizaciones económicas, explotando recursos personales puestos en
te vinculada a la matriz intelectual y política que, desde allí, evolucionó común y alternativas ele ayuda mutua, en vistas ele satisfacer necesida­
por caminos diversos: socialistas utópicos (Saint-Simon, Fourier), anar­ des básicas. Algunas ele esas organizaciones lograban superar la simple
quistas (Proudhon, Kropotkin), cooperativistas (Owen, Gicle), cristianos garantía ele subsistencia y aportaban mejoras a la calidad ele vida; en
(Le Play, Raiffeisen), socialistas (Jaures, Pannekoek) y comunitaristas determinados ca�os aún posibilitaban márgenes ele acumulación y cre­
(Lebret, Mounier). El enfr�ntamiento operado entre esas vertientes, a cimiento económico, gracias a prácticas y valores como la soliclariclacl,
medida que surgían experiencias de autogestión en otros continentes y la cooperación y la autonomía. Aunque tuvieran que enfrentar dilemas
ele episodios que m arcan l a historia política del siglo XX, condujo a una de supervivencia, esas organizaciones dieron a la economía popular un
abundancia de abordajes y a la entrada en escena ele nuevas referencias, papel ele resistencia, igualmente ante la exclusión política, social y cul­
pm·ticularmente en el área del pensamiento cristiano (Teilharcl ele char­ tural, y sus evoluciones posteriores lograron ascender a una posición de
clin, Teología de l a Liberación) y del socialismo (Castoriaclis, Mariátegui), verdadero sujeto económico, dotado ele organizaciones estables, gene­
hoy gradualmente dirigidas hacia una confluencia. racim-as ele trabajo e ingreso (Razeto, 1 983). La relación entre solidaris­
La caracterización ele las nuevas i niciativas basadas en el solicla­ mo y empresa fue subrayada en lo que sigue, cuando se menciona que
rismo económico no fue o�jeto ele proposiciones sistemáticas, pero son la Fuerza económ ica ele esas organizaciones descansaría "en el hecho ele
patentes las similitudes entre las designaciones ele diferentes autores que que un elemento comunitario, ele acción y gestión conjunta, cooperati­
observan el fenómeno en el sur y en el norte. Entre otros ejemplos, en va y solidaria, presenta en el interior de esas u nidades económicas efec­
las empresas de econo m ía popular predominan relaciones ele reciproci­ tos tangibles y concretos acerca del resultado de la operación
dad y ele cooperación y un cierto h ibridismo entre arreglos formales e económica. Efectos concretos específicos en los cuales sea posible dis­
informales, prácticas no mercantiles e integmclas al mercado (Nyssens, cernir una particular productividad, dada por la presencia y crecimien­
1 996); por empresas de econmnía solidaria se entienden los diversos tipos to del elemento comunitario señalado, análoga a la productividad que
de actividad económica basados en la asociación voluntaria, en la pro­ distingue y por la cual se reconocen los demás factores económicos"
piedad comú n de los medios ele producción, en la gestión colectiva, en (Razeto, 1 983, p. 4 1 ).
el poder ejercido por la comunidad de trabajadores y en el esfuerzo Con esa perspectiva, diversos estudios permitieron identificar
mutuo, en pro de i ntereses comunes (Verano, 200 1 ) ; las empresas alter- casos similares, donde emprendimientos populares asociativos logran
11ativas, a su vez, funcionan según principios de preservación de los pues­ cierto nivel de acum ulación y crecimiento. A través del planeamiento
tos de trabajo, de i nserción ele personas desfavorecidas, de mayor e i nversiones, alcanzaron una estabilidad mínima y oportunidades de
participación y evolución personal ele los trabajadores, ele conservación viabilidad y requieren, así, el desarrollo de una nueva racionalidad eco­
del medio ambiente, ele promoción ele acciones sociales y culturales y ele nómica (Gaiger, 2004). Esas características les clan un nivel distinto a

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E 1 EMPRENDIMIENTO ECONÓMICO SOLIDARIO EMPRENDIMIENTO ECONÓMICO SOLIDARIO 1 E

las modalidades predominantes de economía populm� donde están en jue­ . �1 Ma �eo Nacio �1�l de la Economía Solidaria en Brasil (2005-2007)
go necesidades i nmediatas de supervivencia o, cuando mucho, la preser­ eJemphfica bren las utrhdades del concepto. Primero, éste flle adoptado
vación de medios de subsistencia, en un contexto inalterable de pobreza por el Foro Brasileii.o de Economía Solidaria para designar y caracteri­
y dependencia. Investigaciones posteriores desarrollaron la tesis de una zar a sus i ntegrantes natos, es decir, las organizaciones econúmicas de
simbiosis entre las prácticas de cooperación y autogestión y los impe­ trabajadores que comparten la identidad del Foro, participan de sus
rativos de eficiencia y desempeño económico. El éxito de los emprendí­ estmcturas de gestión y conforman la referencia de su plataforma de
mientas parece estar vinculado a circunstancias y factores cuyo efecto luchas. Segundo, mediante un proceso metodológico part icipativo de
positivo proviene proporcionalmente del carácter socialmente coopera­ delimitación conceptual. se llegó a una definición operacional respecto
tivo incorporado por ellos. E n otras palabras, se considera que el factor a cuáles emprendimientos serán incluidos en el Mapeo, sin prejuzgar su
trabajo puede ser llevado a su pleno rendimiento como trabajo asocia­ contenido en tanto efectivamente solidado y emprendedor. Finalmen­
do , es la medida que la comunidad misma de trabajo funcione como te, además de i niciar un examen preciso y positivo de la racionalidad sin­
determinante de la racionalidad económica, sin entrar en conflicto con gular implícita en la lógica de actuación de los emprendimkntos (Gaige1�
su naturaleza social y participativa, produciendo efectos tangibles y ven­ 2007b), la base de datos resultante del Mapeo ha viabilizado diversos aná­
tajas efectivas en tanto a sus objetivos económicos y sociales. lisis acerca de los tipos de emprendimientos y de su rol como alternati­
Una cualidad importante de los emprendimientos solidarios es su vas para los trabajadores. 1
carácter multifuncional, su vocación para actuar simultáneamente en la Es particularmente urgente concebir alternativas econú micas y
esfera económica, social y política, para obrar concretamente en el cam­ sociales, así como negociar su establecimiento, tanto por el nivel de acep­
po económico, al mismo tiempo que interpelan a las estructuras domi­ tación sin precedentes de la inevitabilidad del capitalismo como única
nantes. Ellos rechazan l a dicotomía entre intereses económicos y opción, como por el desc1·édito irreversible de la alternativa sistémica
cuestiones sociales, respectivamente atribuidos al binomio me¡-cado pri­ ofrecida, en el siglo XX, por las economías socialistas central i:t.a das. En
vado-Estado, así como a fronteras establecidas entre tiempo de trabajo el horizonte que se desvela en el siglo XXI, todavía no hay teorías v mode­
productivo y tiempo de satisfacción de las necesidades. Su objetivo prin­ los alternativos que presenten una nueva totalidad y rompan plc.namen­
cipal es suplir las necesidades materiales de sus miembros, así como sus te con las determinaciones vigentes. E rll lo que concie rne a los
aspiraciones no-monetarias, de reconocimiento, inserción social, auto­ emprendimientos solidarios, su desarrollo aun i ncipiente y la diversifi­
nomía, etc. Al hacerlo, i ntroducen cuestiones de índole ética en la esfe­ cada relación de sus miembros con la esfera económica no permiten con­
ra económica, que pasan a i ncidir en dicho ámbito con principios ceptuarlos como u n modo de producción en el sentido estricto. No
normativos iiTeductibles a la lógica instrumental y utilitarista. obstante esas limitaciones, hay posibilidades de formas de existe ncia indi­
En lo que concierne directamente a las organizaciones producti­ viduales y colectivas que escapan al sistema social capitalista y que, a su
vas, éstas no sólo consisten en un instrumento de influencia directa y sis­ vez, lo confTontan. La viabilidad y la fuerza emancipado1·a de esas alter­
temútica sobre el proceso de producción y gestión, sino también un nativas podrán resultar en escenarios f-uturos con fuerte representaci ón
espacio de aprendizaje y expelimentación democrática, un factor de auto­ histórica (Gaige1� 2007a). Actualmente, esas experiencias difi cultan la
nomía ante la alienación del mercado y del poder burocrático del Esta­ reproducción del capitalismo al imponerle concesiones.
do, una garantía en controlar la materialización de la vida (Carpi, 1 997).
Esos hechos se originan, en última instancia, por la ruptura que se esta­ 3 . Cualesquiera sean los despliegues futuros de esas alternat ivas eco­
blece entre los cm prendimientos solidarios y la lógica capitalista de pro­ nómicas o sociales, en lo que se observa en el siglo XXI, es importan­
ducción de mercancías y de reproducción social, cuyo principio se te tener en cuenta que solamente una nueva praxis de i nserción en el
encuentra en la supresión de la brecha estructural de esta lógica, entre mundo del trabajo y de la economía puede generar una nueva concien­
los trabajadores y los medios de producción, el trabajo y el capital, la pro­ cia y provocar sucesivamente cambios en la práctica. Este es el requi­
ducción y la apmpiación . Las relaciones de producción de los empren­ sito básico de las experiencias de economía solidaria actualmente en
dimientos solidarios, por lo tanto, no son meramente atípicas para el marcha, que motiva a buscar vías de realización de dichas posibilida­
modo de producción capitalista, sino contrarias y virtualmente antagó­ des. Tal hecho no significa que las empresas capitalistas estén en vías
nicas a la forma de producción asalariada. de se¡· sustituidas, con riesgos de amenazas al capitalismo. El papel el e

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E 1 EMPRENDIMIENTO ECONÓMICO SOLIDARIO EMPRENDIMI ENTO ECONÓMICO SOLIDARIO 1 E

los emprendin.1 ientos económicos solidarios consiste en dar pruebas tan­ Entonces, es fundamental el uso crítico de los conceptos y la con­
gibles de que son estmcturalmente superiores a la gestión capitalista, en ciencia de los campos político, cultural y científico donde se encuentra
el desarrollo económico y en la creación de bienestar social, ya que dis­ inmerso el analista, para reconocer lo que la visión de los problemas debe
ponen ele ventajas comparativas emanadas ele su forma social ele produc­ al sentido común intelectual y a la posición que el sujeto del conocimien­
ción específica. Además, los criterios de evaluación del éxito o fracaso ele to ocupa allí. El i nterés legítimo en evidenciar las cualidades emancipa­
las alternativas económicas deben ser graduales e inclusivos. A pesar ele doras Y prominentes ele las alternativas de producción económica no
sus límites, se espera que los emprenclimientos solidarios den un paso desecha la necesidad de un análisis riguroso.
decisivo para otorgar credibilidad y generar amplia adhesión social con Es úti l adoptar un sistema de construcción conceptual. En este
miras a una nueva arquitectura mundial. Para lograr dichos propósitos, caso, fue utilizado el método weberiano de los tipos ideales, cuyo obje­
tJ vo es formulm· un concepto que sea una síntesis i nequívoca del conjun­
se necesita la participación ciudadana y propuestas experime1itadas e .
incorporadas en la vida cotidiana, en las prácticas de trabajo y en la pro­ to ele aspectos, referidos a una determinada clase de fenómenos y
ducción económica. cuidadosamente seleccionados, cuya presencia es necesaria y suficien­
En su uso corriente, el concepto ele emprenclimiento económico te para que dichos fenómenos existan (Webet� 1 989). Como tipo ideal,
solidario se ve expuesto a los mismos riesgos de las formulaciones que el concepto de emprendimiento económico solidario es un instrumen­
son a menudo sobredeterminaclas por las categorías ele la praxis. La nece­ to heurístico, útil para la búsqueda de conexiones causales, no acciden­
sidad de manejarse con prácticas y tomas ele posición valoradas según cti­ tales, que obran en el interior ele las experiencias ele economía solidaria
terios referentes a propósitos ele intervención en l a realidad, conlleva y las constituyen como una clase específica de emprendimientos. El con­
problemas de descontrolada interpenetración entre el discurso analítico cepto objetiviza comparaciones posteriores entre sus enunciados y los
y el discurso político y pragmático. Así, la reflexión teórica se rinde a la casos singulares, sin la pretensión de que ocurra una correspondencia
presión de la praxis militartte y, en ese sentido, se ve desprovista de su perfecta. "Las teorías sociales y económicas identifican 'modelos puros'
papel de instancia crítica, de relativizar el elato inmediato ele la realidad que, en l a realidad empírica, no encuentran una materialización perfec­
y sus lecturas singulares. El carácter militante de los abordajes realiza una ta, sino que existen y actúan efectivamente en tanto potencialidades par­
selección ele la realidad con arreglo a fines prescriptivos, ele modo que la cialmente realizadas, como racionalidades que presiden y orientan a los
omisión de otras cuestiones fácilmente fomenta un razonamiento circu­ comportamientos, como tendencias que apuntan hacia identidades en
lar, reiterativo. Se instaura una lucha simbólica por la representación del formación" ( Razeto, 1 993, p. 45).
campo y por la posibilidad de designar las cosas (Bourdieu, 1 989), otor­ La evaluación de experiencias concretas, manejando ese disposi­
gándoles determinada visil}ilidad y relevancia y, por consiguiente, opor­ tivo conceptual con cuidado, debe considerar la determinación ejercida
tunidades desiguales de convertirse en problemas de conoci miento y en por los valores debido a l a racionalidad comunicativa y expresiva que rige
objetos de mayor d iscernimiento para la acción. a los emprendimientos solidarios. A su vez, la hipótesis de una nueva
En el plano concreto, esos problemas pueden manifestarse en la racionalidad en acción implica que las características señaladas sean no
reificación del concepto o en su asimilación prescriptiva. Por un lado, sólo f:·ecuentes y compartidas por los emprendimientos, sino también que
su clariclacl despierta tanto entusiasmo y optimismo que lo lleva a ser vis­ se articulen y se refuercen. De este modo, se establece una dinámica obje­
to como el reflejo depurado ele la realiclacl, a pesar ele l as ambigüedades .
tiva para la acción de los individuos, una presión estmctural para que actú­
y dificultades ele ésta, o del hecho ele encubrir motivaciones e iniciati­ en de cierta manera, precisamente porque en el contexto creado ella se
vas con orígenes e índoles distintas, específicas de cada lugar y circuns­ presenta como la más lógica. Esos procedimientos analíticos requieren
tancias, que no incluyen una tendencia espontánea de confluencia hacia una nueva significación de los tém1inos habitualmente utilizados en la
una nueva totalidad sociaL El concepto puede también contribuir invo­ teoría económica, tales como eficiencia e i nterés, así como el reconoci­
luntariamente a que la perspectiva de lectura que ofrece está efectiva­ mier:t;> de la índole híbrida de los vínculos sociales, evitando una apre­
mente en marcha, debido a un devenir h istórico ya puesto, hen�I ?n meramente altruis :a del solidarismo. El desafío epistemológico
teleológicamente. E n consecuencia, diagnósticos menos prominentes de Y teonco fundamental consiste en fundar una nueva operación ele cono­
la realidad pasan a ser entendidos como rechazos o desacuerdos políti­ cimiento: superado el positivismo científico y refutada la noción de
cos, a pesar de sus fundamentos objetivos. la ciencia como tributaria de la ideología, que sea capaz de formular

1 90 191
E 1 · EMPRENDIMIENTO ECONÓMICO SOLIDARIO EMPRESAS RECUPERADAS 1 E

proposiciones válidas sobre lo que está por venir a ser o, en la expresión VERANO, L. (200 1 ), Econornia solidária: urna alternativa ao neoliberalis­
de Weber, sobre "las constelaciones posibles en el futuro". Este parece ser mo, Santa Maria: CESMA.
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mía social desde la periferia: conttibuciones latinoamericanas, Bue­ Entre fines ele los mios 90 y principios de 2000, en Argentina, una
nos Aires: Altamira, p. 79- 1 09. gran cantidad de empresas fueron recuperadas por sus trabajadores con
(2007b), A outra racionalidade da economía solidária. Concluso­ el objetivo prim01·dial de defender sus fl.J Cntes de trabajo y m antenerlas
es do primeiro Mapeamento Nacional no Brasil, Revista Crítica de en funcionamiento. En torno al fenómeno que abarca alrededor de 200
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SINGER, P. ( 1 999), Uma utopía militante, 2. ed., Petrópolis: Vozes. damni ficados y otros) y por un abanico diverso ele formas ele expresión

1 92 1 93
E 1
E M P RESA S RE
EM PRESAS RECUPERADAS
CUP ERAD AS 1 E

ele la protesta . "En


este marco irrumpen los pn)Ccsos de recuperación de coi ncide nci a c}u e se encttc nt .
1 a en e l conJ.. unto e! e em presas que
empresas con i nusitada fuerza �:' ntre los ailos 2000 y 2002, que se pro - parte de est os pro ces os ele, 1-ecu" ., fonna n
. ·
pen cw n ' 'a u nqu e 1 as e1·mam , 1cas .
\' las cstr ate e:ía
s '•tdo¡Jta" d a s, p ostc. norm polí ticas
pagan hasta nuestros días . � ente. e on tem p ¡ en un aba nico de
·

Las más de 200 empresas recuperadas o en proceso ele recupera­ dilere ntcs opc ion es,·· pol t' tt' co- , 1c . 1 eo l og¡ .
, cas
ción involucran a u na gran din'rsidad de activiclaclcs -metalún::icas tex­ Sm . otras alterna tiv·'1s ¡ os. tt .a�b . .
· a1ae · 1
, aca m¡Jes en 1·1' )JLie' r·t·a e1 e l ·1 f . ores-, reso lvte ro n ] a tom a, oc u-

tiles. químicas, frigoríficos, grúrlcas, escuelas, clínicas, hoteles :etc.� con pac !On ·

' ·1, .1Jnc a, cor'te e1 e ruta


' . y otra s med í-
diferentes tamaños v dimensiones. Esta diversidad tiene su correlato en das de acc ión clin xta' ' CJL!e tuvw . .mn P<W fin , '·¡J Ie
y ma nte ner en fun cio
' 1 ae1 I-esgu ·
, m·e¡ ar el trab ajo
los distintos ritmos ¿1e recomposición, problcmúticas, orientaciones polí­ nml' 1t' e· n t o a l a em pre_sa, ' e'tl s·toc! 'tdn · d o ¡ as maq , ·

her ra mie nta s V m e rc·t' cle·¡·¡'·t' s V , . uina s,


ticas e ideológicas, cte. Lejos ele encontrar una unidad empírica homo­
·

vt tan , e 1 O 1 " 'lC , . { ·
E l o 1J.J e' t !Vo cw
.
nes e e vac
e tam
génea. el mundo ele las fábricas y empresas rccupcmclas presenta una . e¡e mu cho s em pt-es·<lt.!Os
· ''S ' ·
ien to .
· . fue cJrc uns .
importante heterogeneidad, complejidad y diversidad interna. del con llic to al nn ' rco ele l o JU . d t' e t. a1 no pore1ue cnb ir la reso luci ón
tllVI· e, l.a n un gran resp eto
o'tl ' sin o pa¡ .a , enc ont rar los vericu e t
En el surgimiento del movimiento, se combinaron múltiples facto­ por lo leo· '
..
la ley y des entend ers e el e' 1 a em os, que, 1 es ' . factl ttar an evad tr .
res: socioeconónz icos , como la destrucción del aparato productivo, la pro­ . pl .esa .
, con los me nores. cos·t os. eco nom .
pe!., .son ale s, aun que t.·sto , 1cos
funda ¡·ecesión iniciada en 1 998 y fundamentalmente el nivel que alcanza 51· g·n ¡' fitca t.a 1 a e1 estrucc i�' n y e. ¡ C!e!
,
-
el desempleo estructura!; po{{ticos, como l a intensificación del ciclo de l a ca
, Los em pre
sar ios no pri v']1 c·a·

. · .t .e ele su lab . , n-.


. o l a r.o n l <l · rac wn '
ahc l '
a d eco nom, .
1ca a {'111 de
protesta, emergencia ele n uevos actores sociales, crisis estatal, etc. con servar las em ¡Jt'e'S'ts ' v 111.," 11 tene rl as �•n 1.unc ¡o · n ml!e
l · nto , sino que pri­
.

El rápido aumento de la cantidad de fábricas en p roceso de recu­ mó una lóg ica pnx lato ria que pet . " ·. ·


_ w pe¡
.Sig lllo e ben efic
peración (sobre todo en el período 2000-2002) estuvo signado por empre­ ·so nal'.
sas de muy diversas activicl<fles, i ntegradas por trab<.\jadores con disímiles 4. Si bie n es i mp ort
ante señ ala r q ue el p Lmto . de pal . , ele las cm pre-
sas l o con stit uve . . . . , -ttda
trayectorias labomles. U nos pocos sontaban con anteceden tes gremia­ . n s t tLI't' CI oJ1es. e1 e cns 1s ter n 1Jna 1 , , . enazan sen. a-
les y políticos, mientras que la gran m ayoría tenía escasa o nula expe­ que am
me nte l a con ti nui dad ,
·
es
.
' de l 'as. 111!. sm , as ( con voc 'at01- ms, · qllle br.as, deu das
riencia en esos ámbitos. mr·¡ lon an as, a ban don o ele los el
uen- os qui. Cbre del con t l-ato l a JOra
e1 as sal ari ale s l ] , deu -
'

El proceso ele recuperación de fábricas adquiere mayo¡· visibilidad


pública y apoyo social, en relación con la difusión de los medios masivos
]J rolo n o a·tc' l·•s
" ct ce' tera
a n:J�1cc ion al' para ma ntener sus fue y que. in p �t ¡ san
• · ) � , a ¡ �s trabap .
dores
nte.s de tra aJo, tam b!en - es cter _ to que
y las redes alternativas de comunicación. Algunos ele los nuevos actores la d má mic a soc iai col cct ¡' v·•" p t-oc
1 uce en est os )). 1·oce
.
ltvo no pre vis to e¡ue re¡Jr"S "t1t . , sos un sa 1 to cua hta . -
organizados. como las asambleas, establecieron un estrecho vínculo con ' un qu ¡c
" l)l'e
. en h ' 1
. .
l i S·t ona e1 e 1 a lab
.,
I m pen sad o -v mu ch"
' �. �

.
.

!as empresas recuperadas, participando en muchos casos activamente del ·


·
s \'e'ces n·I sJq . · llle. ra el eseac1 o- que empuja .
rica ,
conflicto. El punto más alto de la recuperación es el año 200 1 , y el 3 70,1(1 de

en
· .· .
l·orm a
.. l at
I n tem pes tiva e i nm edi
org am. zac ion es Cas 1· -s1• 11 '' rJt·e n . . taelos a con ducn , · . ¡os. e¡ cstm os de sus
'·lt·t' ''l los. asd
1
las expedencias (con un elevado nivel ele conflictividad generalmente acom­ e1 tZ aJes forn1,l· es- 111 ase . .am ien · tos pre-
mee1 :tara n ent r,e 1 os. t¡-a b . ae1ores
· ' ·

vto. s, solo , el con flic to .V ¡.," ltIC 1la


"t ·
·
, sor
pafiacla ele hechos de acción directa) ocurrieron en el mismo ai'io. E xiste
también una mayor articulación entre las emp¡·esas, que comienzan a agru­ an u n nm1 bo sea "" uro de
ele sa' f1· ¡ !aC· !On .,
SOC ia . 1 a_¡ que ten í-
parse en distintos movimientos. E n este punto, las primeras experiencias La rec upe rac ión ele em pre sas . .
mo me nto refu ncla ' en este - , . - sen . tido , . rep rese nta un
funcionan como núcleo ele los distintos movimientos; transmitiendo expe­ ' cio nal e n e 1 cua'1 1-os ' tra ' ol ·es- se
riencia, contenéión, (y hasta ayuda económica a las nuevas l'úbricas) . 1 as l.a, b nca .
s en situ 'acio i1es muy e1 es favorab baJ'ad

- 1lac en cargo de
se. rea bre u n nue vo les y t t-aum atlc , · as, . Ast, es com o
cic lo o¡.gam· zac . al ' cuy'a P l.l· l11e
3. Después del retroceso-que significaron las políticas neoli berales para
.
cam mo com p leJ· o y con tln ma
- JOn -· l ,l fase res ulta un
· rge. n e1e m·1 mo . b ra m uy estrecho.
los trabajadores, del esmerilado de las conquistas histót·icas, de la reduc­ a una situ aci ón de '•d t·l' i nce r t¡' . ', ¡ Frente
taI e1 e tra baj o o a sub sid ios esta · elu m b re Jun c tco
· - 1 eg<t. 1 ' sm . · acc eso a cap i-
' t a1 es,
.,
ción constante de los trabajadores ocupados, de un sindicalismo m ayor­ · tes "v provee,d 01.es que
1 .1 .e<tn e1 cuelas de los anterio t·es, elu eno
, con e ¡ ten
·

mente burocratizado y alejado ek sus representados, la ocupación y - s y e1 esc oJ1['lan en


aca-
pro.vec to, la recom pos ició n de general del nue vo
recuperación de fábdc<1s representa una estrategia de(e11siva -casi deses­ . l a ca pac tel a el p
perada- que tiene por objetivo fundamental la supe1-vivencia ele l a empre­ 1 ento y ehfi .
cu l toso en la ma' yo¡ ¡'a e1e, 1as. f ' b . rod ucftva sera un proceso
. ,
. · a nc '
as
sa y la consetvación del trabajo. Este punto de partida es, tal vez, la mayor no para l a con soli dac ión eco nóm . ' p ew . a 1 a vez priO I ·i ta-
. t ca el e 1 a em pr esa .
1 94
1 95
E 1 EMPRESAS RECUPERADAS EMPRESAS RECUPERADAS 1 E

La reconstmcción del espacio organizacional desde una perspecti­ bajo y las adecuaciones necesarias se ven postergadas en razón de los ele­
va autogestionaria tiene el efecto ele clesestructurar las relaciones capital­ vados costos de las mismas. En la organización del proceso de trabajo se
.
trabajo que son relaciones jerarquizadas en extremo, relaciones ele perc1ben grandes similitudes con el resto ele las empresas en lo relativo
obediencia y sumisión. Esta clesestructuración parece favorecer una rea­ a las funciones fijas, la fTagmentación ele las tareas, las repeticiones de
propiación colectiva de los saberes de la gestión, así como la emergencia la misma operación parcelada, etc. Se observa una mavor discreciona­
ele procesos democráticos de toma de decisiones en la empresa. De hecho, liclad para manejar el ritmo y la intensidad de las tare;s ante la mtsen­
en todas estas empresas es común la adopción ele prácticas asamblearias. cia ele la presión del capital y la eliminación ele los dispositivos de
En todos los casos, no debe entenderse y/o analizarse ele manera vigilancia anteriores. En muchas de las empresas que ya han transitado
escindida la intensidad de la lucha desplegada en cada fábrica y la reor­ sus primeros ai'íos, que recompusieron gran parte de estas condiciones,
ganización de las empresas a partir ele las nuevas prácticas utilizadas para que lograron reinsertarse comercialmente y aumentaron su producción,
el grado que adquirió el conflicto, la gestión. El grado que adquirió el con­ no aparecen en su agenda de corto o mediano plazo políticas que modi­
flicto, impregnó e instituyó nuevas "formas del hacer" en la reapertura fiquen sensiblemente la organización del proceso ele trabajo.
ele las fábricas. Ese momento ref-unclacional tendrá efectos importantes La rigidez ele la organización del proceso de trabajo puede cons­
en los lazos construidos entre los trabajadores, en las prácticas colecti­ tituirse en una ele las trabas más importantes del clesar;·ollo de la o-es­
vas que experimentaron y en los aprendizajes que incorporaron a par­ tión colectiva y las prácticas democrátircas autogestionarias. Los
tit· ele la lucha, constituyendo una continuidad transpon ible entre la cambios (o no) en la organización del trabajo aluden directamente a las
prof-undidad ele la lucha y los rasgos ele un nuevo modelo organizativo. modificaciones en las estrategias de control, en el desarrollo ele las cali­
En este sentido, es factible establecer una relación importante entre la ficaciones, en la reestructuración del trabajo manual e intelectual y en
intensidad que adquirió el conflicto en las empresas y las iniciativas ele los procesos ele discrecionalidad y autonomía de los trabajadores. ·

gestión colectiva adoptadas por los trabajadores en los primeros momen­


tos a partir ele la puesta en marcha ele la recuperación ele la e mpresa. S. Tanto la superación de la c1:isis ele gobernabiliclad en los últimos cua­
En este escenario, guarda una importanci.a central el impacto que tro aiios como la recuperación lenta, pero �ostenicla, ele la producción
ha tenido la devaluación económica en las diferentes actividades indus­ Y del empleo, amortiguaron la intensidad de las protestas. En este esce­
triales v de servicios y las posibilidades reales que cada empresa tiene para nario disminuyeron a partir de 2004 la cantidad de nuevas empresas en
rei nseJ:tarse productivamen te. En enero de 2002, por ejemplo, en la cima procesos de recuperación y aunque se mantuvo latente se verifica una
de una crisis que se venía mTastranclo por varios aí'íos, la economía argen­ clara curva ele amesetamiento.
tina pasó por un proceso de desvalorización de la moneda. La ley ele la con­ El fenómeno en general ha perdido visibilidad pública. Las reapa­
vertibilidad, que ataba el peso al dólar en la relación de uno a uno, f1.1e riciones están vinculadas a protestas específicas. Algunas empresas se
derogada, dando lugar a un sistema ele cambio fluctuante �· acentuando consolidaron económicamente y se han corrido del protagonismo de las
d caos político, económico y financiero. Aquí múltiples factores juegan un luchas, mientras que otras aún no han definido su situación legal. Es por
papel destacado �� dependen ele las particularidades de cada sectm� como esto que la intensidad en este período puede pensarse como una ondu­
la reestructuración del mercado interno, el acceso crediticio, el valor de lación del ciclo, signado por conflictos puntuales, como el tratamiento
Jos i nsumas, etcétera. En general en las empresas recuperadas no se per­ de una expropiación, la resistencia a una orden de desalojo (el hotel
ciben modificaciones de envergadura en la organización del proceso de tra­ Bauen o la me1 alúrgica IMPA), etc.
bajo, y se mantiene cierta continuidad con las modalidades heredadas con La indefinición en torno a sancionar una nueva ley de quiebras que
anterioridad a la recuperación , mientras que en ciet·tas regulaciones !abo· resuelva en términos generales el marco legal de estas empresns, susci­
raJes se abrieron una variedad de alternativas prácticas y nm·edosas. ta u na situación fragmentaria en la que cada una debe resolver autóno­
La ausencia de modificaciones en los procesos de trabajo refiere a mamente su continuidad, induciendo negociaciones particu lares \ ' ·

la conservación de los modos de relación de los trabajadores con las reforznndo las circunstancias de aisbmiento.
máquinas y equipamientos tecnológicos y los materiales objeto de tran s· Las empresas recuperadas, como fenómeno en transición, repre­
formación. Es cict·to también que las rigideces tecnológicas condicionan sentan un espacio organizacional contradictOJio, son productoras de mer­
en gran medida las posibilidades de reorganización del proceso de tra- cancías y necesariamente intercambian sus productos en el mercado, I n

1 96 1 97
E 1 EMPRESAS RECUPERADAS
EMPRESA SOCIAL 1 E

que tendrá como consecuencia la sujeción a 1�: irracionaliclac� es Y osci­ GII IOLDI, Carlos (200 4) "Su permercado Tigr e - Cró nica
laciones que en éste se producen (la devaluacwn es un buen eJemplo �e AEC & proh istor ia. de un Conflicto"
tales oscilaciones). Así, participan de la competencia �uy�s regh:s estan G i RA L DES V ! E ITEZ , Can diclo ;
DAL R1, Neu sa Mar ía. (200 1 )
definidas por las empresas privadas dominantes y su �uncw � amJCnt� s.e ciad o: coo pera tivas e empresas de auto Trabal ho asso­
halla determinado por las leyes de valorización del capttal. (Gtralcles Vt � ­ I
tora D P&A gest ao. Rio de Jan ciro . Edi­
tez v Dal Ri: 200 1 ) En tal sentido, las restricciones que les plant : a el sts­ GORZ, Anch·é. Táct ica y estra tegia
del control obrero. ( 1 973) Revista Pasa­
ten� a "'ucneran sensibles recortes de autonomía y márgenes ele hbertac\. do y Pres ente . n" 2/3, dic.
Asimismo, estas experiencias mantienen potenciales críticos ele un LucrrA , Edu ardo . (200 2) "Fáb ricas
ocup adas v gest ión obrera en Aro-en­
modelo de organización emergente, en sus prácticas cotidianas ele cons­ tina. Ocu pm� resis tir� prod ucir" en Revi ;ta�Cuad
tntcción participativa y democrática de los trabajadores, en l �s pr�ce:os nos Ait·es, octu bre. ernos del Sw: B ue­
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En forma embrionaria y asistemática han sido importa�tes. su � apor.tes en nos Aire s.
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ro, consejos obr·ems, auto gest ión. Anto ­
sos, en las ro�aciones intemas, en la recalificación ele trab<.�jacl: res, etc. logía . Edic ione s Era, Suec ia.
La especificidad ele estas empresas se vincula a su part.tcul � r sur­ REB<)N, Juliá n. (200 7) "La emp resa
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Edic iones Picaso.
afios. La intensidad de esas luchas constituyó un s�gno h.� nclactona � en auto gest ión. Editoria l Fun dam ento s,
1\!Iaclricl.
el que los trabajadores debieron hacerse cargo en forma mtempe � ti �a,
v sin experiencia previa, de la gestión colectiva ele las empresas. Asums­
�110, comparten problemáticas similares corl: el resto de las et�presa� �luto­
gestionadas, tales como las tensiones vinculadas a la reconhgu.racwn de EMPRESA S OCIAL
las relaciones ele poder i nterno, las amenaza de que se constituyan en
su interior grupos "tecnocráticos" que se apropien :t � l :abe �· hace�· cle la
gestión y degraden la dinámica democrá �ica y la ch hctl arllculacwn - ele JACQ U E S DEFOU RNY
participación colectiva y gestión econótmca. l . La noci ón de emp resa soci
al se rem ite a un conj unto ele cara cterí sti­
Seguramente, la incid�ncia del fenómeno de. empre�as recup�r.a�la.s. cas e indic ador es que defin en su natu ralez
en h' Aro·entina es muv acotada en términos economtcos,
_ el tmpacto es mmt­ a part icula r: Esas empresas
desarroll an activ idad es cont inua s ele prod ucci
mo en 1� economía g� neral, pero su huella en términos p�líticos Y simbó­ cuen tan con un alto grado ele auto nom ía, asumóniend de bien es o setvicios ,
licos ha sido f·undamental. La recuperación ele empresas forma pa�te ho� c ?s, con un m ínim o de trabajos rem unerados , adop o riesg os econ órni­
ele la memoria política ele los trabajadores y ele �a "caja :te herram¡e� t�\s citos de pres tació n ele se1-v icio a la com unid ad y sustan obje tivos expl í­
de sus estrategias ele lucha contra el sistema. El luturo aun queda abtel to. pod er deci sori o i ndep endi ente de la prop ieda d del i nteg rant es tien en
ca de gest ión es part icipa tiva, invo lucrando diFe rentcapi tal. Su dinú mi­
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ta social, autogestión y rupturas en la subjetJvidacl. Echctones nad ie se refiriera a la noci ón de emp r-esa
socia l hast a la déca da de 1 980, su intro duc
IMFC. Buenos Aires pren den te en Europa y Amé rica del Nor te. En ción se hizo de mod o sor­
FAJ N , G. y R E B Ó N , J. (2005) El Taller ¿s � n cronóme � ro? A¡JLt ntes ac�J ca tró un prim er eco sign ifica tivo a pri ncip io de losEsta dos Unid os, enco n­
:
ele las empresas recuperadas. Revista Herramienta, N' . 28, Echcw­ ai'ios
hitos, se pue de ci tar la social el1teiJJrise initiative 1 990 y, entr e otros
nes Herramienta, Buenos Aires, marzo Harvarcl Bus in ess Sch ooL No obst ante , la idea lanz ada en 1 993 por
ele emp resa soci al a
1 98
1 99
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1 E
EMPRESA SOCIAL EMPRESA SOCIAL

menudo permaneció bastante i mprecisa en el contexto norteamericano, 4. Dos definiciones de empresa social son una referencia conceptual para
designando principalmente a actividades económicas mercantiles, de ini­ un conjunto de otros trabajos. La más reciente proviene del gobierno bri­
ciativa privada e individual, muchas veces al servicio de un objetivo social tánico, registrada en el documento hecho público en julio de 2002, deno­
(Dees, 1 998). En Europa, el concepto surgió a fines de los años 1 980, bajo minado Social Enterprise: a Strategy for Súccess ( DTI, 2002). Otra
el impulso inicial de Italia. E n 1 99 1 , el Parlamento italiano aprobó una definición ha sido desarrollada en la segunda mitad de los ai'íos 1 990, por
ley que otorgaba estatuto específico a las "cooperativas sociales", que se la red europea EMES (Borzaga y Defourny, 200 1 ).
desarrollaron entonces de modo i mpresionante. En 1 996, al haber ini­ Según el Department of T!·ade and Industry, "una empresa social
ciativas semejantes en diversos países europeos, aunque de menor alcan­ es una actividad comercial [Business] con objetivos esencialmente socia­
ce, se conformó una red europea de i nvestigadores para estudiar el les y cuyos excedentes, en función de esas finalidades, son reinvertidos
establecim iento de empresas sociales en Europa. A partir del siglo XXI, más en esa actividad o en la comunidad que dirigidos por la necesidad
se impulsaron iniciativas de ese orden en el Reino Unido. En 2002, el de maximizar ganancias para accionistas o propietarios" (DTI. 2002 , p.
gobierno de Tonv . Blair lanzó una coalition for social enterprise, crean­ 1 3). A partir de esa definición, se ha realizado una serie de trabajos empí­
d o la Social Ente rprise Unit para mejor conocer y, principalmente, pro­ ricos. Hasta entonces, coexistía una gran variedad de abordajes acerca
mover a las empresas sociales en todos los países miembros de dicha de esa noción, cada vez más en evidencia. En 2003, la Social Enterprise
entidad política. Unit solicitó un trabajo de síntesis a una erhpresa de consultoría que lle­
vó a cabo una primera encuesta con cerca de 5300 empresas sociales en
3. La noción de un nuevo emprendedurismo social -y no simplemente Reino Unido. Según su informe, la definición del gobierno aclaró bas­
de desarrollo de organizaciones sin fi nes de lucro, de economía social tante la noción de empresa social, no obstante, aún seguiría habiendo
o de economía solidaria- se rem ite directamente a las d iversas teorías diversas dificultades en términos de coherencia y de comparabilidad por
del emprendedurismo. Según Schumpeter los empresarios son justamen­ superar para que esos emprendimientos se vuelvan operacionales. Bus­
te aquellos cuya f-unción es "ejecutar nuevas combinaciones en el pro­ cando señalar las formas de sanar esas insuficiencias, los consultores
ceso de .producción". No son necesaria mente propietarios de una recurrieron a estudios que informaban l a 1:\xistencia de un determinado
empresa, sino los promotores de cambio en al menos uno de los siguien­ número de empresas sociales operando efectivamente (Ecotec, 2003). Los
tes pl anos: el desarrollo de un producto o de la calidad de un p1�oducto; autores del informe concluyeron que era necesario desglosar la defini­
la introducción de un método de producción; la ape1tura de un merca­ ción en una serie de características o indicadores que podría, más que
do; la conquista de una nueva f-uente de m aterias primas, o la organiza­ un overall statement, subsidiar el listado de empresas sociales en Reino
ción renovada de un rubro de actividades. Es posible adaptar esa Unido. Esos indicadores abarcarían tres registros pri ncipales: la orien­
ti¡)oloo·ía
"" al tercer sector .v, en cada uno de esos planos, señalar un nue- tación empresarial, los objetivos sociales y la propiedad social de las acti­
vo emprendedurismo (Dcfourny, 200 1 ). vidades observadas. Aunque el abordaje británico merezca atención, por
Confirmando la manifestación de u n emprendedurismo inédito, fundamentar una política que promueve explícitamente a la empresa
diversas legislaciones nacionales han creado nuevas estructuras jurídi­ social, su construcción aún está en marcha. A principios del siglo XXI,
cas, supuestamente mejor adaptadas a ese tipo de iniciativas que los mol­ los trabajos originados en esa vertiente se ubican en un ámbito nacio­
des asociativos o cooperativos tradicionales. Después de la ley italian a nal bastante restringido.
de ! 99 1 , Bélgica instituyó en 1 995 la sociedad con fines sociales (SFS) El abordaje propuesto por la EMES es producto de un diálogo
v Portugal elaboró, en m ayo ele 1 999, un estatuto de cooperativa socia l establecido entre varias áreas (Economía, Sociología, Ciencia Pol ítica
�le responsabil idad limitada. En ese mismo sentido, la ley general espa­ y Administración) , así como entre las diversas tradiciones v sensibili­
.
íiola de 1 999 referente a las cooperativas dedicó un apartado especial a dades nacionales dentro de la Unión Europea. Asimismo, ori entada por
las cooperativas de servicios sociales. Otras regiones han definid� ordc: un proyecto simultáneamente teórico y empírico, ese abordaje favo¡·c­
namientos jurídicos específicos. A principios del siglo XXI, Francia ere? ció l a identificación y explicitación de indicadores referentes a una defi­
un estatuto de sociedad cooperativa de interés colectivo (SCIC) y el Rei­ nición conceptual muy concisa. Esos indicadores o criterios se dividen
no Unido está por adoptar una nueva legislación instituyendo el commu­ en dos series, algunos más económicos, otros más sociales (Defourn:v.
Jlity interest company. 2001 ).
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E MPRESA SOCIAL
E M PRESA SOCIAL

Se comprueba el car<lctcr económico y emprendedor de las inicia­ tiva. involucrando a diferentes actores en la actividad. La representación
tivas consider·adas mediante cuatro indicadores: a) La actividad de pro­ v participación de los usuarios o de los clientes, el ejercicio de un poder
ducción de bienes o servicios debe ser continua. Al contrario de ciertas �le decisión por parte de los diversos integrantes del proyecto y una ges­
organizaciones no lucrativas tradicionales, las empresas sociales no sue­ tión participativa a menudo son características constitutivas ele las empre­
let� tener, como actividad principal. la defensa ele intereses ni tamp?co sas sociales. En muchos casos, uno de sus objetivos es promover la
la redistribución ele capital (como ocurre, por ejemplo, con diversas ���� ­ democracia localmente a través ele la actividad económica. e) La distri­
daciones), sino que se dedican, directa y continuamente, a la produccton bución ele las ganancias es limitada. Aunque puede caracterizarse por una
de bienes o prestación de servicios. La actividad proclu � tiva r� presenta nbligaciún absoluta ele no distribución el e las ganancias, las empresas
su principal -o uno de sus principales- motivo de extstencta. b) Las sociales también pueden, tal como las cooperativas en muchos países, dis­
empresas sociales deben tener un alto grado de autonomía. Son crcad.as tribuir sus dividendos. Eso se debe hacer ele forma limitada, evitando un
y controladas por un grupo de personas a partir ele un proycc t � propto.
. comportamiento que busque la maximización de las ganancias.
Aunque puedan depender de subsidios públicos, no están acltmmstracla �, Si esos indicadores económicos y sociales logran identificar a las
directa o indirectamente, por autoridades públicas o por otras orgam­ empresas sociales, ellos también pueden inducir a clasificar organizacio­
zaciones (federaciones, empresas privadas, etc.). Las empresas sociales nes más antiguas reconfiguradas por nuevas dinámicas i nternas. Prin­
tienen derecho a ser escuchadas (voice), así como a dar por concluidas cipalmente, esos indicadores no son un conjunto de condiciones que una
sus actividades (exit). e) Hay un nivel significativo el e riesgo económico. organización debe cumplir formalmente para ser calificada como empre­
Los creadores de una empresa social asumen total o parcialmente. el r! es­ sa social. Más que criterios normativos, ellos describen un tipo ideal que
ao inherente a esa actividad. Al contrario ele la mayoría de las mstttu­ permite el encuadre del universo el e las empresas sociales. Tal como una
� iones públicas, su viabilidad financiera depende de los � sfuer��s brújula, ese i nstrumento puede auxiliar al investigador a comparar las
realizados por sus miembro� y sus trabajadores. el) Hay un mvel mtm­ entidades observadas y, eventualmente, a delinear los límites del conjun­
mo ele empleo remunerado. Tal como las organizaciones sin fines ele lucro to de las empresas sociales. En ese sentido, Draperi (2003), en Francia,
tradicionales, las empresas sociales pueden echar mano de recursos y un grupo ele investigadores de otras partes de Europa tt·abajaron para
monetarios y no monetarios y ele trabajadores remunerados o_ v? lunta­ identificar, según los parámetros económicos, a treinta y n ueve "mode­
rios. Lo esencial es que el nivel el e empleo remunerado sea mt.n �mo_.
La dimensión social de esas iniciativas es identificada pnvtlegtan­ los" de empresas sociales (Davistet� Defourny y Grégoire, 2004; Spear y
Bidet, 2003).
do a cinco indicadores: a) Debe haber un objetivo explícito ele servi � io a
la comunidad. Uno de los principales objetivos de las empresas soctales S . Ya se han obsetvaclo algunos avances en lo que se refiere a la elabo­
es prestar servicio a la comtinicl a d o a un grupo específico �le personas. ración progresiva ele una teoría específica ele la empresa social. Bacchie­
Esos emprenclimientos se caracterizan por promover el se.nttdo de la res­ ga y Borzaga (200 1 ), por ejemplo, usaron herramientas ele la teoría
ponsabilidad social en el ámbito local. b) La empresa s_oc_ml .surge a p�r­ institucional de las organizaciones para evidenciar la naturaleza i nno­
tir de una iniciativa de u n grupo de ciudadanos. Esa dmamtca colectiva vadora de las empresas sociales. Los rasgos definitorios de la empresa
involucra a personas que pertenecen a una comunidad o � un g�� po. que social son interpretados como un sistema original de incentivos que tie­
comparte una necesidad o un objetivo bien definido. Esa dm1enswn stem­ nen en cuenta a los objetivos. potencialmente conflictivos, buscados por
pre se mantiene ele una manera u otra, aunque no se deb� desechar. la las diferentes categorías de participantes (stakeholders ) . Evers (200 1 ) . a
importancia de un l iderazgo ejercido por una pe.rsona o n ucleo restnn­ su vez, desarrolló un análisis más sociopolítico para m·gumentar que se
uido de dirigentes. e) El poder decisorio de los mtembros no dep� nde ele puede comprender mejor esa estructura de multi-stakeho!der-multi-goal
�u capital. Ese critet"io remite generalmente al principio ele "un miembro,
un vOto" , 0 , como m ínimo a u n proceso decisorio en el cual los derechos

cuando se recuerde a la idea de "capital social". Para el autor, la produc­
ción de capital social también se puede volver un objetivo explícito de
ele voto en asamblea - cuyo poder de decisión es supremo -. no sean el'�s- organizaciones como las empresas sociales. Laville y Nyssens (200 1) pro­
tribuidos en función de eventuales participaciones en el capttal. Ademas, pusieron elementos para una teoría integrada ele un tipo ideal de empre­
aunque el capital tenga muchos pro� ietarios, ese poder su.ele ser co��ar­ sa social, reu niendo sus dimensiones económicas, sociales y políticas.
tido con otros actores. el) La dinámtca de la empresa soctal es parttctpa- Esos investigadores también insisten en la importancia del capital soc ial,
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E 1 EMPRESA SOCIAL ESTADO SOCIAL 1 E

movilizado y reproducido bajo formas específicas. Se subraya, además, LAVJLLE, J.-L. ; NYSSENS, M. (2001 ) , The social enterprise: towards a theore­
la índole particularmente híbrida de los recursos ele la empresa social, tical socio-econ omic approach. En: BORZAGA, C.; DEFOURNY, J. (Ed.),
evaluándola como una ventaja esencial de ese tipo ele empresa para resis­ The emergence ofsocial ente1prise. London: Routledge, p. 3 1 2-332 .
tir a las tendencias al "isomorfismo institucional", que amenazan a todas SPEAR, R.; BJDET, E. (2003), The role of social enterprise in European
las organizaciones de la economía social. Finalmente, Borzaga y Sola­ labour markets . EMES TVorking Papers, n. 0311 O. Disponibl e en:
ri (2001 ) analizaron modelos ele gobernanza eventualmente específicos <V.'W\v.em es.net>.
de esas empresas, seüalando a los principales desafios de gestión con los
cuales sus directivos y miembros se confrontan.
En vez de reemplazar concepciones del tercer sector o de compe­
tir con ellas, la noción de empresa social las enriquece. Además, pone ESTADO SOCIAL
en evidencia, por un lado, cuánto la innovación social frecuentemente
implica la aceptación de riesgos económicos y, por otro lado, que el FRAN<:OJS-XAVI E R M E RRIEN
emprendedurismo puede expresarse bajo formas plurales.
l . En un sentido estricto, Estado social significa la monopolización de
Bibl iografía las �1.m ci:m es de solidaridad social por el Es,tado. El Estado social se con­
cretiza Siempre gradualmente, dado que ningún Estado monopoliza inte­
BACCHIEGA A.; BoRZAGA, C. (200 1 ) , Social enterprises as incentive struc­ gralmente esas funciones. Aún en el campo de las solidaridades
tures: an economic analysis. En: BORZAGA C.; DEFOURNY J. (Ed.),( organizadas y reglamentadas, el Estado suele desempell.ar un rol direc­
200 1) The emergence ofsocial ente1prise, London: Routledge ( . . . ) to bastante pequefio, restringiéndose a una función normativa . En esos
BORZAGA, C.; SOLAR!, L. (2001 ), Management challenges fm· social enter­ casos, por ejemplo, establece las condiciones de acceso a los derechos
prises. En: BORZAGA, C.; DEFOU RNY, J. (Ed.), The emergence ofsocial o impone la obligación de seguridad social. Otras veces, administra direc­
ente1prise, London: Routledge, p. 333-349. t�meJ:te los serv�cios sociales, pero no es raro que sean asignados a orga­
DAVISTER, C.; DEFOURNY, J.; GRÉGOIRE, 0. (2004), Les entreprises socia­ mzacJOnes púbhcas o privadas, asociacionbs o sindicatos.
les d'insertion dans l 'Union Européenne: un apen;:u général. Revue El Estado social no es sinónimo de Estado providencia noción de
des Etudes Coopératives, Mutualistes et Associatives (RECMA}, n. �ri �en francés qu� �:orga a� Estado la responsabilidad por lo ;ocia] y que
293, p. 24-50. ( Également EMES Working Papers, n. 03/1 1 ). Dispo­ sugiere una oposJcion estncta entre un Estado omnisciente y ciudada­
nible en: <www.emes.net>. nos atomizados y desfavorecidos. El concepto anglosajón de Welfare Sta­
DEES, J. G. ( 1 998 ) , Enterprising non profits. Harvard Business Review, te se sobrepone a aquél por ser de origen posterior, dado que evoca
v. 76, n. 1 , p. 55-67. c.larame� te a una de las nuevas funciones del Estado moderno: garan­
DRAPERI, J. F. (2003), :Lentreprise sociale en France, entre économie socia­ tizar . el b � enestar social de los ciudadanos según parámetros de equidad
le et action sociale. Revu.e des Etudes Coopératives, Mutualistes et Y sohdandad. A pesar de ello, la noción anglosajona es de difícil traduc­

Associatives (RECMA}, n. 288, p. 48-66. ción y, cada vez más, la idea de Estado social tiende a volverse su sinó­
DTI (2002), Social ente1prise: strategy for success. London: Department nimo. Acaso sea admitido con este sentido, el concepto tiene un doble
of Trade and Industry. Disponible en: <WW\v.dti.gov.uk/socialenter­ mérito: resalta aún la racionalización y la objetivación del derecho a la
prise/strategy. htm>. ayuda, constituido por la transición de una solidaridad subjetiva 0 arbi­
EcoTEC (2003), Guidance o n mapping social ente1prise. London. Final traria a una solidaridad objetiva, basada en derechos .
report to the DTI Social Enterprise Unit. Disponible en : La filosofía clásica del Estado social puede ser definida , simplifi­
<www.dti.gov.uk/socialenter-prise/news-mapping.htm>. cadamente, como una filosofía de los derechos de la ciudadanía . En los
EVERS, A. (200 1 ) , The Significance of social capital in the multiple goal Estados sociales plenos, es necesario y suficiente, para adquirir la cali­
and resource structure of social enterprise . En: BORZAGA, C.; dad del beneficiario, ubicarse en una categoría jurídicamente definida.
DEFOURNY, J. (Ed.), The emergence ofsocial ente1prise. London: Rou­ El acceso a los derechos sociales no depende del mérito individual o de
tledge, p. 1-28. un determinado comportamiento.
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E 1 ESTADO SOCIAL ESTADO SOCIAL 1 E

2. El Estado social se configuró a fines del siglo XIX, pero asumió su for­ vcrsalista fuerte, cuyos mejores ejemplos son los países escandi navos
ma moderna después ele la Segunda Guerra Mundial (Swaan, 1 995). Los ( Fcrrera, 1 993).
Estados sociales reales difieren entre sí en lo que se refiere a sus modos La segunda ramilia de Estados sociales corresponde al Estado de
de asumir los riesgos sociales, el tipo y cantidad ele instituciones y los seguridad social generalizado. La idea ele seguridad social designa, en
servicios ofrecidos a la población. No obstante, se pueden destacar cate­ primer lugar, la utilización ele las técnicas ele previsión y, de modo par­
gorías, tipos ideales, modelos o regímenes de Estado social. Es válido cla­ ticular, la cotización, el compartir recursos (pooling) y la consideración
sificar a los Estados sociales en fuertes, medianos o débiles, en función de los ni\'elcs de riesgos. En ese modelo ele Estado, la previsión social
ele su grado de desmercantilización (Esping-Andersen, 1 999; Polanvi, se distingue ele la pri\·ada por una serie de rasgos: es obligatoria para toda
1 980), es decir� según la posibilidad legal que tienen para permitir q�w la población o para amplios segmentos; está financiada por cotizaciones
los inclividuos.se alejen más o menos del mercado, mientras tienen en basadas en salarios (y no en nivel de riesgo) y por una contribución del
cuenta sus necesidades. Estableciendo una tipología basada en caracte­ empleador (casi siempre equivalente a la ele los asalariados); los riesgos
rísticas "institucionales", se pueden distinguir tres grupos o familias ele <:segurados incluyen más que nada a aquellos relacionados a la vida pro­
Estados providencia. f esional y a las posibilidades ele trabajar y, por ende, ele recibir un suel­
El primer modelo corresponde exactamente al régimen clásico de do por un trabajo (vejez, invalidez, enfermedad, accidente ele trabajo,
servicio público. En él, las instituciones públicas desempeñan el rol prin­ desempleo, etc.); el principio fundamental de esa previsión es la ele ofre­
cipal, sino monopolista, la financiación es esencialmente fiscal y las pres­ cer un sueldo de reemplazo que represente una parte signifi.cativa del
taciones son iguales para todos, beneficiando a todos los ciudadanos. En sueldo real; la mutualidad es amplia, permitiendo reducir los costos adju­
1 938, el gobierno de Nueva Zelanda creó el primer servicio nacional ele clicados a cada agente involucrado.
salud "gratuito", es clecil; fin arciaclo por impue� tos. A:m�ue la invención El Estado posee el monopolio sobre la reglamentación de la jubila­
del modelo se deba a los neozelandeses, los parses norchcos son los que ción, ejerciendo el control aún sobre las instituciones autónomas que gene­
mejor lo ejemplifican: Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia se iden­ ren gran parte del Estado social. El Estado social fundado en la seauriclacl
b

tifican claramente con el Estado social universalista, ele "redistribución es el más difundido en el mundo, es mayoritario en Europa y fundamen-
institucionalizada" o "socialdemócrata". Eso significa, esencialmente, que ta diversos regímenes ele seguridad social en América Latina. El régimen
el principio fundamental del Estado social no es la seguridad social, sino de seguro ele vejez de los Estados Unidos está basado en ese modelo.
la oferta de prestaciones asignadas, es decir; sumas fijas ele un monto con­ Aunque criticados por los autores escandinavos, por su aspecto
siderable pagado automáticamente y universalmente. Esa oferta "finan­ insuficientemente reclistributivo, los sistemas ele protección social, bis­
ciera" se complementa cort la cli �ponibiliclacl ele servicios públicos marckiano o ele contribución, o los "consetvadores-corporativistas" cons­
universales (o sea, ofrecidos a todos los ciudadanos), gratuitos (es decir, tituyen un gran paso más rumbo a una soliclariclacl social más plena. La
financiados por impuestos) y fundados en las necesidades (y no en los seguridad soci�l Fundamenta el derecho ele recibir beneficios que no pro­
derechos adquiridos por las cotizaciones sociales). En nombre del prin­ vienen de la caridad pública, sino que constituyen una contraparte ele
cipio de igualdad y universalidad, todo ciudadano tiene la garantía, en las cotizaciones. Los activos pagan por los jubilados y los desempleados,
caso ele necesidad, ele poder beneficiarse ele un ingreso o prestación ele los sanos, válidos y jóvenes pagan respectivamente por los enfermos,
sctvicio. Ese derecho alcanza a todas las categorías ele la población -asa­ minusválidos y viejos, en un sistema global ele distribución. El monto de
lariados, hombres o mujeres del hogar, trabajadores autónomos o dis­ los recursos disponible cubre la totalidad ele las necesidades existentes.
capacitados. La noción ele igualdad ele derechos es muy importante, pues Desde el punto ele vista institucional. los Estados sociales bismarc­
resulta, por ejemplo, en derechos iguales e inclivicl u alizaclos del hombre, ldanos abarcan, en general, a un vasto sector ele previsión social, admi­
mujer y niños. En ese régimen, la pm·te asumida por el sector público nistrado por los asociados bajo el control del Estado, y un sector público
es muy grande y el sector privado y asociativo es débil. aunque los sin­ local que garantiza las tareas ele ayuda social. El sector público se com­
dicatos ocupen un espacio plivilegiaclo en las políticas ele empleo. A veces plementa con la acción ele las más diversas asociaciones privadas o semi­
se denomina el modelo universalista "beveridgiano", clasificación justa públicas, generalmente subsidiadas, que cumplen un papel esencial en
en su principio. En la práctica, se debe distinguir un modelo universa­ el campo ele las políticas sociales por categorías ( política ele lucha con-
lista débil, al cual pertenecen Gran Bretaña e Irlanda, de un modelo uni- • tra la toxicomanía, políticas ele la niñez, ele la adolescencia en peligro,

206 207
E 1 ESTADO SOCIAL ESTADO SOCIAL 1 E

de los discapacitados, etc.) y, actualmente, de las políticas sociales trans­ Esa evolución se aplica a todos los campos tradicionales de la pro­
versales, como las políticas de inclusión y las políticas de lucha contra tección social: salud, jubilación, desempleo. En términos de salud, el dere­
la pobreza y la exclusión, entre otras. cho al tratamiento está condicionado por el comportamiento individual
El tercer modelo de Estado social se denomina, a veces, de merca­ (modo de vida, dependencias químicas, tal como la adicción al tabaco,
do o residual. Su lógica es sencilla: el mercado es considerado el meca­ etc.); en términos de jubilación, cada i ndividuo es "libre" para buscar su
nismo más eficaz para proporcional� a cada individuo, una asignación de propio plan de pensión privado. Obviamente, en lo que se refiere al
recursos en función de sus méritos individuales. Si, por cuestiones aje­ desempleo y la asistencia esa revolución liberal es más pronunciada. El
nas a su voluntad, el individuo no logra obtener sus medios de subsisten­ beneficio de los derechos es reducido y condicionado al cumpli miento
cia en el mercado, las solidaridades familiares deberán proveerlos; ante de i mperativos comportamentales. En todas esas situaciones y, de modo
la ausencia de éstas, las redes privadas de solidaridad se harán cargo. El ejemplm� en último caso, se pasa de una teoría "solidarista" de la socie­
Estado debe intervenir sólo en última instancia, para ayudar a los más dad a una teoría individualista, según creencias liberales del siglo XX.
pobres, acaso su indigencia sea comprobada. La mayoría de las medidas Cuando el individuo se encuentra en situación de riesgo social, todo ocu­
sociales descansa sobre un control humillante de la necesidad y la asis­ rre como si estuviera obligado, en adelante, a evaluar sus propios méri­
tencia está lejos de garantizar un verdadero mínimo vital. Se asegura la tos y deficiencias.
acción social a través de un gran número de instituciones públicas, semi­ Basados en esos hechos, algunos i nvestigadores creen que el Esta­
públicas, privadas, a menudo religiosas, con fines lucrativos o no. do providencia tradicional llega a su fin, caracterizado por un alto coefi­
Para estipular modelos institucionales de Estado providencia de ciente de intervención, reglamentación y redistlibución públicas. Se puede
modo más riguroso, el análisis puede estar basado en cuatro indicado­ contrapone¡· a esa evaluación el hecho de que las políticas "neoliberales"
res: el tipo de i nstitución, el modo de financiación, las formas de pres­ preconizadas por diversos especialistas no son sistemáticamente retoma­
tación, las poblaciones meta. La conjunción de esos criterios permite que das por los gobiernos nacionales. El ideario neoliberal varía según los paí­
se diferencien tres categorías típicas de Estado social. Esos tres mode­ ses y sus respectivas modalidades, nivel de sistematización, modalidades,
los históricos han sido objeto de cuestionamientos y refacciones. Des­ intensidad y efectos. La implementación de1las nuevas políticas ocurre e n
pués de creer en las virtudes del Estado protector como colum na niveles variados, además de haber serias divergencias con relación a la mis­
vertebral del lazo social, vino la creencia en las virtudes del mercado auto­ ma concepción de esas políticas (Scharpf y Schmidt, 2000).
rreguladOI: Desde fines del siglo XX, se asiste a un proceso de profun­ En los países desarrollados, los anglosajones se orientan nítida­
do cuestionamiento acerca del Estado social ( Wel{are Baclclash) . Las mente hacia el modelo liberal. Los países continentales y escandinavos
nociones clásicas de derechos sociales, de redistribución instituciona­ establecieron nuevas direcciones que preservan, esencialmente, la heren­
lizada y de universalidad de los derechos se reemplazan de a poco p or cia política y social. En los países en transición y en los intermediarios,
los conceptos de responsabilidad individual, de protección social diri­ la situación es harto d i ferente. Los países de Europa Central y Oriental
gida y de privatización de los servicios sociales. se han vuelto un laboratorio de reformas de protección social (Revue,
200 1 ) . Las organizaciones financieras internacionales (Ofls) defienden
3. A partir de la década de 1 980, las élites políticas de todos los países la necesidad de un cambio radical de orientación (Deacon, 1 997).
empezaron a ser i nte1·peladas, en diferentes niveles, por la simplicidad La seguridad social ya no es considerada u n objetivo legítimo, sino
y carácter aparentemente i ncontestable de las ideas neoliberales. Como u n obstáculo al desarrollo de la economía de mercado. El modelo pro­
postulado inicial, se puede afirmar que, a principios del siglo XXI. la dis­ puesto es el de un sistema puramente liberal, en el cual lo social es mera­
puta va más allá de los arreglos técnicos, hacia cuestiones de permanen ­ mente una red de protección mínima, mientras sus riesgos (o eventuales
cia o fin de una filosofía social que construye una relación social de ing¡·esos) recaen sobre los ciudadanos. En la práctica, el grado y la tem­
derecho entre el i ndividuo y su Estado. La "remercantilización" de la poralidad de las reformas dependen de las preferencias de las élites en
sociedad implica un cambio total de perspectivas o, en otros términos. el pode¡� de la relación de fuerzas entre élites sociales y élites financieras
un nuevo paradigma: la sustitución de u n sistema de derechos objetivos Y de la situación social, demográfica, financiera y presupuestaria de los
por una sel"ie de disposiciones con vistas a responsabilizar al ciudada­ diferentes países. En América Latina, la grave crisis de los afias 1 980 oca­
no por su destino. sion ó una reevaluación completa de las políticas social-desai-rollistas

208 209
ÉTICA E C O N Ó M I CA 1 E
E 1 ESTADO SOCIAL

seguidas desde la década de ¡ ?SO y una tendencia hac i� polí:ica� socia­ ks. La justificación, legitimidad ,. alcance de las normas éticas están aso­
les más individualizadas y residuales (Mesa-Lago '! Cl_uz-Saco, 1 998). ciados a los procesos civilizadm:es y no a la pretensión de determinados
grupos, clases o segmentos sociales. cuyos intereses y objetivos políticos
B i b l i ografía ,. económicos no tengan un carúctcr universalizador.
Concepciones circunscriptas de ética casi siempre se reOejan en
BEI I Rc N DT,S.; StGG , R. (Ed.) (2003 ), La sécurilé socia/e dw zs le village glo­ redu cciones palticularistas. representando, en algunos casos, meros códi­
bal, Bcrne : Peter Lang . gos de conducta autoproclamados o deontologías, que buscan, no obstan­
DEAC ON , B. ( 1 997) , Global social policy, Londs on: S�ge. . te, legitimidad por referencia a principios éticos generales. Exactamente
t-provzclence, Pans :
.

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PUF. cando identificar sus pdncipios y coherencia in tema, sus valoraciones prag­
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m
. tencia y congruencia internas en su construcción lógica, de su significado
lzealth care systems in Latín A e rica m . Pittsburgh: Umvensty of_ Pitts- como consolidación del poder en el cierne de las organizaciones, de su
burgh Press. . . extensión hacia esferas no económicas y de su influencia antiutópica.
PI ERSO N , P. (Ed. ) (200 1 ), The new polit
ics of the We/fare Sta t e, Oxfo rd:
2. Las designaciones economía natural, economía positiva y economía pura
Oxford University Press. .
za{:üo : as onge ns da nossa epoc a. se remiten al pensamiento utilitarista formulado en el siglo XIX y repro­
,

POLA NYl, K. ( 1 980) , A gran df trmzsfi:mJ


3. ecL, Sao Paulo : Camp us. ducido contemporáneamente en los preceptos neoliberales, cuya idea cen­
REV U E INTE RNAT IONA LE D E S É C U R ITÉ
Soci ALE. (200 1 ), Europe Central e et tral es la evaluación perentmia del ser humano consider;do libre v
Orientale, Tran sitio n et perspcctives, Geneve: Pete r Lang , avt:ls
ep. consciente del conjunto de normas y leyes morales que adopta en su exi ;­
Numéro spécial. . . tencia social. Esa concepción antropocéntrica, pilar esencial que sostie­
SCHA RPF, F. ; SCHM IDT, V. (Ed. ) (200
0), We/fare eme! work the ope11 eco-
111 ne a todo el andamiaje teórico subsecuente, incluve a los individuos como
110111)', Oxfo rcl: Oxfo rd University Pres �
. idénticos y siempre con base en la igualdad, coro� seres dotados de racio­
ctric e de l'Eta t, París : PUF. nalidad pura y uniforme, ejerciendo continuamente el libre albeddo y bus­
SWAA N , A. ( 1 995) , Sous l'a ile prote
canelo maximizar las utilidades, es clecil; manejando, ele forma pragmática
y eficiente, los medios con arreglo a los fines anhelados. De acuerdo con
los principales teóricos de esa corriente interpretativa, la razón se refiere
ÉTICA ECONÓMICA al conocimiento natural, diferente del conocimiento revelado, cuyos orí­
genes están en la fe o en el dogma. Suponiendo la inexistencia de condi­
ANNE 5ALMON - ANTONIO DAVID (ATTAN I cionamientos previos, de origen político o económico, el ejercicio de la
razón sería, por ende, universal y objetivo, correspondiendo a la verdad
1. En su acepción más amplia, se define la ética c�mo el conju�to de prin­ de los fenómenos . Las formulaciones subsecuentes, que conforman la
cipios, valores y obligaciones que rige climensi?r:e� esp� c¡ficas �le la denominada ciencia económica, son solamente el resultado de un enca­
acción humana y la vida social. Los supuestos y JUICIOS etJcos . motJvan, denamiento axiológico a partir de la ficción del hamo ceconomicus. Las
disciplinan y pautan los comportamientos � ndividuale� y socwles e? � •
teorías del libre mercado autorreguladm; de la empresa, del consumidor
vista a la consecución ele la máxima armoma, excelencia o perfectlbih­ .
soberano con sus ót·denes de valores, se sostienen en esa concepción par­
clad en términos crecientemente universales e impersonales. De a�u.�r­ ticular de la acción humana, hedonista, autosuficiente y egoísta, siendo
do con las doctrinas racionalistas, esa acepción corresponde a una VISIO� solamente creencias, discursos que revelan intereses específicos. Para legi­
progresista, orientada hacia el f·uturo y no atada a .las au�oridades r�h­ timar las razones del poder, la economía "pura" necesita abstraer el m un-
giosas, a la tradición y, principalmente, a i ntereses mmedmtos o parcia- . do real, borrando las paradojas, negando la violencia y la dominación y
210 211
E 1
1 E
ÉTICA ECONÓMICA
ÉTICA ECONÓMICA

escondiendo las contradicciones y las desigualdades ya constituidas. La de origen, pero no en el Tercer Mundo. Así, declaraciones de respeto a
construcción ideológica echa mano del poder de los sustantivos Y adjeti­ los códigos de trabajo o a la legislación ambiental sirven en Europa o en
vos positivos: racional, pragmático, equilibrado, eficaz (que pr�duc� e� ef�c­ Estados Unidos y Canadá, pero no son adoptadas en los demás países.
to deseado), eficiente (que produce los mejores resultados) y, aun, dmmmco En un respeto tardío por los consumidores del Pri mer Mundo, las mul­
v competente, para idealizar situaciones materiales y sociales m m·cadas tinacionales farmacéuticas sacan del mercado los medicamentos conde­
jJor la iiTacíonalidad productívista, por el consumo enajenado y por la mer­ nados por los servicios de salud y siguen vendiéndolos en África o en
cantilización de todas las dimensiones de la vida humana. América Latina. Mientras proclaman su misión redentora internaciona­
La más grave incoherencia de esa construcción teórica se ubica lista, dividen a los seres humanos en ciudadanos de primel-a clase (blan­
entre el principio de la igualdad de los sujetos y la propiedad de los cos noroccidentales, merecedores de respeto ético) y de segunda (el resto
medios de producción, que asegura la apropiación privada de la produc­ del mundo, indigno de consideración). Una ética económica bajo las con­
ción social. Garantizando derechos de sucesión, la sacralización de la pro­ diciones del capitalismo realmente existente es meramente una pieza
piedad privada imposibilita la igualdad de oportunida� es, exten �ie �� o publicitaria, estrategia indirecta para asegurarse el objetivo principal del
sus reflejos al mercado ele trabajo y a la esfera productiva. El pnnc1p1o capitalismo, la maximización de las ganancias (Bakan, 2008).
de la act;mulación ilimitada refuerza e intensifica los desequilibrios. Lej�s
3. A partir de la década de
r
de materializar un proceso unitario, con resultados homogéneos co� qws­ 1 990, la expansi ón capitalis ta estuvo marca­
tados por el mérito, el capitalismo crea y recrea continuamente desigual­ da por la reducció n del Estado de bienestm� la precariz ación laboral y
dades, puniendo y marginalizando a los más vulnerables. Ahora, un �rden la multiplicación de los escándalos corporativos. Las desigualdades soci �­
social justo se asocia obligatoriamente a la idea de igualdad y eqmdad. les que acompai1an ese crecimie nto se ampliaron debido al significa ti­
La ra ¿ionalidad capitalista actúa en sentido opuesto, const�uyendo Y vo aument o de la concent ración del ingreso . Además de los graves
redefiniendo jerarquías, particularismos, privilegios y exclusiOnes. impactos ambient ales, ese fenómeno reavivó una infinitud de movimie n­
En el capitalismo, se debe entender la ética económica como un tos de la sociedad civil que reforzaron an q guas resisten cias, abriend o
conjunto de principios, prácticas y valores definido en t�n marco ��e par­ nuevos frentes contra la domina ción del sistbna capitalis ta. En ese fren­
te de la injusticia y resulta en ella. Sólo se puede considerar legJtli110 el te se puede entender el desarro llo de las práctica s denomi nadas de "bue­
carácter amoral del capitalismo, tal como lo hace un influyente �1ósofo na goberna nza corpora tiva", de "respons abilidad social empresarial" y
contemporáneo, Comte-Sponville (2004), si se acepta la explotaciOn - del de "ética económ ica". Ésta expresa con declaraciones de principi os atro­
trabajo considerado fungible, la irracionalidad del productivisn1 o forza­ nadores ampliam ente divu lgados por los medios , aparece en los balan­
do v la relación deletérea con la naturaleza y si se ignora, principalmen­
_ ces sociales , en las accione s de respons abilidad empresa rial y social
te, las dimensiones predatorias de las corporaciones (Bakan, 200 � ).
· y,
muy particula rmente, en el desarrollo de la neofilan tropía.
Afirmar que el capitalismo está guiado por un orden autónomo, des: w­ Aunque la "ética económ ica" se encuent ra más bien en el campo
culado de las otras dimensiones de la vida, permite designar como efic¡en­ discursivo y se refleja menos en compor tamient os, se puede sentir sus
tcs v eficaces conductas que, de hecho. son antihumanas Y antisocial es. impactos en los ambient es de trabajo. Se observa con graveda d la cues­
· Considerando sólo el poder proveniente de las d i ferencias incon· tión del adoctrin amiento de la fuerza de trabajo y de las formas de coo­
mensurables entt·e el tamaño de las empresas, se puede señalar otra peración, es decic de la regulaci ón de las interacc iones en la esfem
inconsistencia lógica presente en las teorías utilitaristas y del l ibre mer­ económica, cuando la desarticulación entre lo económico v lo social cues­
cado. A pa1·tir de cierto tamaño o de una posición privilegiada en el �1er· tion a el sentido de la particip ación de cada uno en el p myecto económ i­
cado, las empresas pueden defraudar todos los pri ncipios d e la h brc co, que se vuelve cada vez menos justificab le humana y socialme nte.
competencia, de la igualdad de oportunidades y de las racionalidades Asimismo, las mutacio nes observad as en el ámbito de la producc ión y
admi nistrativa y productiva (Galbraith, 2004; Mathers, 2004; Nordstro!ll . la tercerización de la economía refuerzan la necesida d imperativa
de que
2007 ). Lo más impmiante es que dichas prácticas no se reducen a exce8)p­ los actores se involucren en el sistema, dado que las habilidades para rela­
ciones, sino que son cotidianas en el "supercapitalismo" (Reich, 200 . cionarse y comunicarse son más y más solicitada s en las organizaciones.
Otra incoh erencia lógica puede ser encontrada en la adopción, por �a�·� En u n período en que la racionali dad capitalist a busca movilizar ya no
t e de empresas multinacion ales, de "cartas éticas" válidas en sus pa! St:!> al gesto, sino a la persona global como recurso al servicio del aumento

212 213
E 1 ÉTICA ECON Ó M ICA ÉTICA ECO N Ó M I CA 1 lE

de las riquezas, se espera que haya una motivación extra po¡· parte de Se puede extender el mismo significado al resto de la sociedad. Las
los asalariados. Hace falta, entonces, inventar nuevas formas de coope­ empresas movilizan y ofrecen valores positivos (respecto al otro , desarro­
,·aci6n que no pueden ¡·cclucirse a las formas de integración funciona­ llo pers? nal, s?lidari?ac!, etc.) a los individuos "en búsqueda de sentido".
les de b organización taylorista. Es necesario agregar a la hipótesis de Se p rctbe, as1, una forma de privatización de los valores vinculada a las

la erosión de la creencia en el progreso la suposición de que las trans­ propias m ?tivaciones ele adhesión más comerciales y publicitarias v

formaciones operadas en la sociedad requieren menos la restauración _


met:o� estnctamente Ideológicas y ele propaganda. La eficacia de esos pro­
de esa fe más una ideología de reemplazo que acompañe esos cambios. ced imientos, más allá de las lógicas de seducción, reside en las lógicas de
u topersuasión. La publicidad ele los bienes y valores mantendda, �1eclian­
v

La nueva organización dd trabajo redefine "la unidad del traba­


l c un stmulacro, el vínculo entt·e lo real y la metaética, el sistema v el mun­
a

_iaclor" con base en una "gestión" ele los inte1-cambios, en oposición a una _
.
economía de los movimientos alcanzada por una división cada vez más do vivenciaclo, entre los medios y los fines. La ética inmanente al orden
cuidadosa ele los gestos y, por ende, por la especialización y fragmen­ económico queda reducida a pura mística social, cuva vocación sería la
tación de las tareas. En este sentido, si la ética progresista ayuda a for­ de sostener una acció �1 humana desprovista de sentici o y de valores, pero
jar el lzonw faber, se puede proponer la h ipótesis de que la ética que es gestada, orgamzada y controlada por la economía, aún cuando es
económica de las empresas busca esencialmente reformar el i ndividuo una merca ebt�l �ición sin !in para el hombre. La solidaridad es distorsio­
por y para el deseo ele intercambio de conocimientos, de savoir-faire y nada Y se mamhesta sólo como efecto ele poder (Demo, 2002).
de una comunicación creciente en las organi zaciones. Como se espera
la evolución ele las relaciones de la empresa con su medio y el e las rela­ 4: C�n vistas a preservar o recuperar la legitimidad de las prácti­
ciones entre los diferentes servicios y entre los asalariados, el control cas cap1tahstas, además ele los procedimientos analizados anteriom1en­
no debe incu1-rir sólo sobre el\ proceso ele producción, sino también sobt·e te, empresarios e ideólogos i nstrumentalizan principios éticos para
la personalidad de los productores. _
probar la capaCJdad de autorregulación y ele perfeccionamiento del sis­
El intento de establecer formas ele control y regulación por el mer­ t� ma. Como los argumentos basados en la racionalidad v eficiencia téc­
cado, dentro de la misma empresa, no ha generado los resultados espe­ mca no son suficientes, se glorifican las dimensiones hu� anas, éticas v
rados. Al poner fin a l as solidaridades y las referencias tradicionales, la responsables. La ofensiva busca desclasificar los intentos libertarios e �
i ndividualización creciente ele la nueva gestión, que reduce el intercam­ cons :rucci�n, �ompitienclo en el mismo espacio disputado por las eco­
bio a su dimensión mercantil, ¡·esulta en el debilitamiento ele l as bases nomtas sohdana, autogestionaria o cooperativa.
sobre las cuales descansa la 1coordinación el e la acción colectiva. Conse­ . yInicialmente, la economía dominante ignoró los esfuerzos alterna-
cuentemente, la empresa se enfrenta al problema ele una conciliación, L!vos altermunclialistas, luego, los trató con ironía y desdén para, final­
entre, por un lado, las lógicas ele competencia y competitividad (intro­ mente, contraatacar en el campo ético. No obstante, la tentación ética del
ducidas en nombre el e los valores liberales individualistas), ele las cua­ capitalismo (Salman, 2007) es antiutópica. Refuerza la participación pmt­
les espera mayor eficacia y, por otro, entre el mantenimiento de las formas tada p�r los valores e _l �tereses dominantes, promoviendo la participación
de cooperación del cual se benefició cuando la producción ele las rique­ e n el Sistema que se qlllere tal cual está. En su visión empobrecida del cles­
zas sociales se refería a objetivos identificados. L!_ � o humano, seüala la economía capitalista como un hecho ineluctable
La "oferta ética" dirigida a los asalariados surge de esa necesidad. e �ns �tperable. Antiutópica, la manifestación empresarial ele la ética eco­
La ética económica ele las empresas sería la respuesta "técnica" conc·e­ non: tca busca atender pragmáticamente a los intereses in·estrictos del
bicla por la gestión para suplir el déficit de regulación que ellas mismas c�p1tal, cotTompienclo el imperativo categórico del deber moral v distm·­
ayudan a instaura�·. Esa Nica retrabajada por las lógicas económicas stonanclo el principio del respeto a la dignidad humana univers� l.
encuentra una expresión paroxística en las cartas y en los códigos de las
empresas. En ellos, la ética se establecería como medio ele regulación por Bibliografía
valores y fines. No obstante, las motivaciones a la adhesión residen, esen­
cialmente, en la afirmación de un "deseo i rracional de creer en algo" y BAKAN, J. (2008), A C017JOra{:iio, Sao Paulo: Novo Conceito.
ele sentirse estructurado por normas que l as instituciones tradicionales, CoiVtTE-SPONVILLE, A. (2004), El capitalismo es moral? Madrid: Paiclós
afectadas por la "pérdida ele autoridad", realmente no proveen. DEMO, P. (2002), Solidariedade como efeito de poder, Sao Paulo: Corte� .
.
214 215
E 1 ÉTICA ECONÓM ICA

GALBRAITH, J. K. (2004), A economia das fi·audes hwcen.tes, Sao Paulo: Cia.

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MATHERS, C. (2004), Crime school: money laundering, Buffalo: Firefly
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SALMON, A. (2007), La te11lation éthique du capitalisme, París: La Décou­
vcrte.
FINANZAS SOLI DARIAS

RUTH M U ÑOZ

l. Las finanzas se refieren a la utilización del dinero, su precio, su ren­


dimiento, su protección, transferencia y control, su préstamo y, en gene­
ral, a todas las actividades que hagan al flujo ele ingresos y egresos
monetarios a lo largo del tiempo. Ahora bien, esta conceptuali zación
no hace referencia a quiénes son los actores i nvolucrados, los objeti­
vos que persiguen, etc., preocupaciones que cobran sentido en tanto
que las finanzas hegemónicas·, en su desarrollo "normal", captan recur­
sos .�e muchos para producir una crecient1 concentración y centraii­
zacJon entre pocos.
Es en respuesta a esta lógica que surgen diversas modalidades
financieras, muchas veces denominadas "finanzas solidarias" (FS), las
cuales consisten en un enfoque que se propone democratizar los recur­
sos financieros encarando y problematizanclo las funciones financieras
principales de manera sustantiva, para poner las finanzas al servicio de
las necesidades de todos. Algunas consecuencias de este enfoque a nivel
de intervención son: el tratamiento conjunto de instrumentos financie­
ros con instrumentos no-financieros (estratégicamente utilizados según
el entramado socioeconómico); una compleja evaluación de los proyec­
tos a nivel ex-ante y ex-post; el respeto por la racionalidad socioeconó­
mica de las actividades con que se trabaja, entre otras.
2. Las FS se encuentran en un estado incipiente, nutridas por diver�as
modalidades financieras con orígenes y enfoques heterogéneos (aunque
con tecnologías financieras similares), todo lo cual constituye una inte­
resante hibridación.
Como hemos reseiiado en otro trabajo (UNGS, 2007), entre esas
modalidades financieras encontramos, en primer lugar, al histórico
perativismo de ahorro y crédito , que toma como referencia los principios
coo­

216 217
F 1 F I N A NZAS SOLI DARIAS F I NANZAS SOLIDARIAS 1 F

ck· la Alianza Cooperativa Internacional (ACl-W\\W.ica.CQQ.JJ.). En su For­ la pobreza" y su población objetivo son la población excluida del sis­
mula.:iún mús L�lemental. se basa en cooperativas con socios/propieta­ tema financiero formal, aunque entre los usuarios pt·eclomina n las
rios que son mutua alternativamente acreedores v deudores entre sí
v v
mujeres. Si bien el "microcrédito" es el instrumento m icrofinanciero
funcionan, al meno � Formalmente, de manera dem �>crútica. ya que cae\ � más conocido, existe una gama de servicios entre los que se encuen­
socio tiene un voto. tran "n1icrodepósitos", "microseguros", remesas, "microlcasing",
Esta modalidad da lugar a distintas formas cooperativas cuyo sta­ "micropensiones", etc.
tus kgal y regulación dependen mucho de cada país, siendo las más Operan aplicando principalmente tres tipos ele tecnologías crediti­
comunes la banca cooperativa , las cooperativas de ahorro y/o crédito , las cias, dos de ellas ele carácter grupal, los llamados ''grupos solidarios" y la
caias cooperativas de ahorro y/o crédito y las secciones de crédito ele coo­ "banca comunal", y· la "tecnología individual no-convencional" basada en
perativas no especializadas que utilizan esta forma para financiar acti­ la adaptación ele los servicios a la situación socioeconómica del potencial
vidades o adquisiciones acorde con el objeto de la cooperativa. Algunas prestatario (se diferencia ele la bancar-ia, basada en documentación y garan­
son "cen·adas" ya que Funcionan sólo con los aportes de sus socios, mien­ tías tradicionales). Brevemente describimos las dos primeras:
tras que otras son "abiertas" al captar fondos del público; unas funcio­ - Los grupos solidarios consisten en el otorgamiento de présta­
nan individualmente y otras i ntegradas a redes con distintos tipos de mos a postulantes i ndividuales que deben formar un grupo, haciéndo­
organización, distinguiéndose un modelo "atomizado-competitivo" y otro se cada uno mutuamente responsable por el pago ele los créditos ele todos
"federado" (Fischer, 2005) más cercano al espíritu de las FS ya que pro­ los miembms. Existen dos enfoques predominantes: el ele ACCION lnter­
híbe la competencia entre desiguales (como las cajas de crédito del pri­ national (www.accion.org), desarrollado en América Latina y que pro­
mer piso y los bancos cooperativos del segundo) y funciona con esquemas mueve la adaptación ele su metodología al contexto así como la
ele estricta división técnictt y territorial que hace al funcionamiento del vinculación entre organizaciones ele base con el capital financiero glo­
conjunto cooperativo. bal (algunos casos reconocidos son: el Banco Compartamos ele México
Esta moclaliclacl financiera se originó durante la revolución indus­ -www.compartamos.com , el Banco Solidario de Ecuador -www.ban­
trial en Alemania, por parte de artesanos, pequeñas empresas y cam­ co-soliclario.com- y BancoSol de Bolivia -www.bancosol.com.bo-); por
pesinos cuya única fuente ele financiamiento disponible eran los otro lado, el enfoque Grameen (w\\'w.grameen-info.org), fundado por
usureros. Raiffeisen (Internationale Raiffeisen Union-IRtJ-www.iru.clc) Muhammacl Yunus, el cual prevalece en Asia y que, a partir de la mis­
y Schulze Delitzsch fueron impulsores ele esas primeras cooperativas ma tecnología financiera que ACCION, se difunde a través ele "réplicas"
ele ahorro y crédito, ele las cuales derivarían luego las "cajas populares" ele la experiencia originaria y sus usuarios son en su mayoría mujeres.
creadas por Desjardins cri Canaclú en 1 900 ( www.dcsjardins.cooJ2) para - La banca con umal consiste en la conformación ele grupos de 30-
fomentar el ahorro sistemático y permitir atender las necesidades ele sus 50 miembros propietarios que gestionan los bancos a través ele un comi­
asociados. té que recibe capacitación ele una agencia promotora. Promueve la
La segunda modalidad financiera enmarcable en las FS son las movilización de ahorros junto con el otorgamiento ele los créditos y la
m icroji'na11z.a s . entendiendo por ellas a "servicios financieros dirigidos realización de reuniones periódicas ele los miembros. Los bancos se fman­
a unidades socioeconómicas ele pequeña escala, que son llevados a cabo cian a partir ele una "cuenta externa", basada en préstamos ele la agen­
a través ele una multiplicidad ele arreglos institucionales, basados en cia promotora por un monto igual a la suma de las solicitucle; ele
relaciones ele proximidad y cuya operatoria utiliza mecanismos inno­ préstamos individuales (al igual que en los "gn.tpos solidarios", los miem­
vadores para lograr altas tasas de repago y dar soporte al m anejo de bros firman una garantía colectiva y, luego, se otorgan los préstamos indi­
la liquidez y ele los riesgos ele las unidades socioeconómicas atendidas, viduales) y ele la "cuenta interna", constituida por la movilización ele
estableciendo relaciones duraderas aunque en base a actividades, por recursos de los m iembros (ahorros, intereses, multas cobradas a los
lo general, de corto plazo" ( Mui'í oz, 2007: 2 7 7 ) . Comienzan a surgir miembros, ganancias ele otras actividades, pagos parciales a la cuenta
masivamente en la década ele los 70 en Bolivia, Banglaclesh e Indone­ externa, etc.). Fue creada en América Latina en los años 80 por m iem­
sia, presentúndose como una propuesta superadora ele las políticas de bros ele la Fundación para la Asistencia Comunitaria Internacional (FIN­
crédito subsidiado implementadas a partir ele los años 50 por los Esta­ CA -www.villagebank.ing&rg). Un modelo similar es el del Grupo Asociativo
dos nacionales de los "países en desarrollo"; se proponen el "alivio de Centro Intemacional ele Desarrollo e Investigación (CIDR -www.cich:org)

218 219
F 1 FINANZAS SOLIDARIAS FINANZAS SOLIDARIAS 1 F

con base en Francia y que opera principalmente en ÁfTica, el cual difiere 3. En este punto final plantearemos algunas cuestiones al respecto de
de FINCA porque los bancos se conforman a partir de la comunidad como la situación actual de las FS, sei'ialando en primer lugar que existe un
un todo y no de diversos grupos. creciente desarrollo de debates específicos aunque ellos generalmen­
La tercera modalidad fi nanciera que identificamos son las deno­ te se constituveri y cobran sentido dentro de la propia modalidad finan­
minadas fz11(mz.as éticas que comienzan a difundirse a fines ele los 80 en ciera, en lug�r d� abarcar al conjunto de modalidades e instrumentos
países del Norte, a pm·tir de la idea del "ahorro ético" y la "inversión de las FS.
socialmente responsable" aplicando una serie de "criterios-positivos" para Esto se ilustra en el caso del cooperativismo de ahorro y crédito
promover determinadas actividades (como el financiamiento de activi­ con el tema de l a govemance inte rn a y la relación que tienen las coo­
dades de comercio justo y solidario) y "criterios negativos" para casti­ perativas con su entorno, junto con la tendencia entre el riesgo de dcs­
gar actividades (como la producción de armamento), a partir de mutual ización y la revitalización de las reglas cooperativas o, en el
esquemas que consideran a todos los actores involucrados (ahorristas ámbito de las microfinanzas, con las discusiones sobre el énfasis que
que fijan prioridades para el destino de sus ahorros). se le otorga a los componentes del denominado "triángulo de las micro­
Este tipo de modalidad suele operar en instituciones financieras finanzas", compuesto por la auto-sosteni bilidacl financiera de las insti­
tradicionales que a su i nterior aplican volun tariamente esta serie de cri­ tuciones microfinanc ieras (IMF), su impacto y alcance, todo lo cual tiene
terios y reglas. Gran parte de sus actores son miembros de la Asocia­ implícita determinada opción de ser\'icios a <ilfreceJ� la población a aten­
ción Internacional de Inversores en Economía Social (INAISE de!� el uso ele subsidios, la necesidad de evaluacione s de "desempeii o
-www.inaise.org), siendo alguno de los casos más reconocidos la Ban­ social", etc.
ca Ética italiana (www.bancaetica.coop) y la Asociación de Financia­ Como parte de lo mismo, poco hemos avanzado en abordajes que
miento Ético y Solidario (www.fets.org) . . traten a las FS en su conjunto. Por ejemplo, cuál sería el papel más ade­
En cuarto lugar encontramos una serie de i nstrumentos mone­ cuado para cada modalidad y los distintos disei'ios posibles, la forma
tarios y financieros como la emisión de monedas sociales, sistemas loca­ en la que se relacionan con las finanzas hegemónic as, etc., aunque exis­
les de intercambio a través de trueque con o sin dinero, bancos de horas, ten abordajes en este camino, como los ri portes del Centro Walras
oferta de créditos sin i nterés a partir de sofisticados sistemas de aho­ "Exclusion et liens financiers" (Servet, Vrdlat, Blanc, Guerin, entre
JTos previos, círculos de ahorro vecinales, asociaciones ele capital de ries­ otros), trabajos del Instituto Brasilero ele Administra ción Municipal
go de proxi midad, garantías de alcance vecinal, financiamiento a través (Fontes, Días Coclho) �' trabajos como el realizado por Mendell, Levés­
de la hibridación de recursos del Estado, del mercado, de las donacio­ quc y Rouzier (2005).
nes Y de los socios, etc. los cuales, a su vez, se nutren y entremezclan Por otro lado, s i bien hay iniciativas de alcance global (como el Sis­
con las modalidades anteriores y dan lugar a prácticas complejas e inno ­ tema Global de FS planteado en el Foro Social Mundial), cabe desatacar­
,·;¡ d oras, como el Banco Palmas de Brasil (www.bancopalmas.org.br); se que predomina n las de tipo micro o meso, muchas veces desarticuladas
1:1 R e d d e Útiles Financieros Alternativos y Soli darios de Espaiia ele una perspectiva sistémica. En este sentido, no caben dudas de que dclx>
( \\ \\'''· 1�\� D s n e t .cnmh·ufas) v la FIDUCIE del Chantier de l 'économie social mos profundizar el conocimie nto y los abordajes prepositivos que sean
l k· C a J J a d ú (�_ww.fiduciejuchantieJ�qc.ca). políticame nte viables sobre cuestiones como el aumento del alcance de
p , •r ú 1 t i o, son destacables las políticas públicas basadas en las FS,
m las iniciativas de FS actualmen te existentes a nivel regional y m u n d i al .
,¡,.l lll( ) B r: l :-- i l u n país inspirador en este sentido .v Paul Singer uno de sus cómo frenar el avance de "nuevas" formas de prof1.m clización de la lib,.:­
P' ' • 1 1 1 < • t • •res. q u i e n consid era que una política de este tipo d ; bería redistri­ ralización financiera (como la eliminación ele los techos a las tasas tk
h u J r 1 1 '!� rc · :-- • 1 l l 1 h a t i r la pobreza y ampliar el mercado interno de masas, interés a fin de que las IMF puedan cobrar tasas que les permitan " a u t o­

p�1!':1 1" C l l : i l sostenerse "); los contenidos de una mayor y más eficaz regulación ck los
• s . L' <

e·�. liL'L"L'saria una nueva arquitectu ra financiera ; en sus térmi ­


nos " u n : l rnl c< • n n � n i taria de FS, con fuerte presencia en las comunida d es movimien tos de capitales a nivel mundial; cómo lograr el control de la�
mús pohrc·;.. c . t p:l c l t ad a pa m captar el ahorro de los socios v ofrecerles cr ­
é remesas de los inmigrant es por parte de las familias y comunida des
dito par�: pb l h':-- d L· d c�a �Tol l o ( . . . ) y bancos públicos de los.gobiem �s fede­ receptoras; soluciones para la situación de las deudas externas de los ¡xlí­
ral. prm·mc �aks ' . l\ H i l l l L'Ipa.les, especial izados en crédito populm� para suplir ses del Sur; acuerdos sobre reformas tributarias progresivas en muchos
fondos de l m a n c·J : I L. l ! 111 d L· l l l \'<.Tsi ones de mavor monto" (SingeJ� 2005: 7).
. �
países, entre otras.
220 221
F 1
FINANZAS SOLI DARIAS 1 F
F I N ANZAS SOLI DARIAS

Cabe resaltar por último que, especialmente en América Latina, la iVI L ' :\! 0/. ,
R. (2007 ) "Alcance de las microlin anzas par<1 el desarrol lo local.
institucionalización ele las microflnanzas está produciendo una concen­ i'vlicrocréclito en el Conurba no Bonaere nse: el Banco Social More­
u·ación en el microcrédito sobre otros instrumentos y modalidades f1nan­ no Horizon te" en VERBEK E G.; C\ RBON ETTI, C.; Ozo,\ IEK, S . ;
.v
ci<:: ras, lo que afecta una adecuada diversificación ele modo tal ele poder M u i\!oz, R. (2007). Las finmz:::as y lo economía social. Experien cias
construi1· sistemas que efectivamente movilicen ahorros, asignen recur­ argeJitiu a s . UNGS. Buenos Aires, Ecl. Altamira .
sos. gestionen el riesgo v Faciliten el intercambio de bienes y servicios en
.
SINGER, P. ( 2005 ). "Contrib ución para una política nacional de crédi to
función de las necesidades sociales. popular" en op. cit.
A vez, es cuestionable el tipo de concepto de "solidaridad" en UNGS (2007). "Cartillas de Economí a Social N° 1 : Finanzas para la
el que se erigen, ele base individual y sesgada a los excluidos del siste­
su

nomía social". Los Polvoi·incs , UNGS. Disponible en www. I"ilcss.org


eco­

ma linanciero que ulilizan microcréditos (actividades de baja escala,


ciclos pmductivos cortos, etc., discriminando por ejemplo a los acto­
res cohxtivos, ele mayor escala y nivel ele organización que tampoco tie­
nen acceso al sistema financiero formal -como las empresas
recuperadas-). Una solidaridad que, por otro lado, muchas veces no pro­
blematiza quiénes deciden qué cosas o cómo se reparten los beneficios
v costos (la técnica ele "grupo solidario", en (tltima instancia, se trata
�le una transFerencia de los prestamistas ele g¡·an parte de los riesgos de
rL.'cuperación hacia los prestatarios). Y que, a su vez, plantea un riesgo
liltente en los nuevos se1·vici� s microfinancieros (como los "microsegu­
rus de salud" o las "micropensiones") que encarados escindidos de l a
lucha por una seguridad social solidaria, profundizan un contenido polí­
tico que cercena la construcción de una economía basada en la repro­
ducción de la vida ele todos.
En ddinitiva, las FS deben estar necesariamente encastradas en la
disputa por otra economía y otra sociedad, todo lo cual es impensable si
no se avanza en politizarlas de una forma acorde con dicha utopía.
B i b l i ografía

B LANC, J .
( ce\ . ), (2006), Exclusion et liens financiers: Monnaies sociales,
Rapport clu Centre Walras 2005-2006. Paris, Economica.
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111anejo de los recursos solidarios. OSDE-UNGS. Buenos Aires, Ecl .
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MENDELL, M . ; LEVÉSQUE, B. ; RouztER, R. (2005). "Nuevas formas ele finan­
ciamiento ele las empresas y organizaciones de la economía social
en Quebec" en op. cit.
222 223
1
I DENTIDAD

MARfLIA VER[SSIMO VERONESE - EGEU GóMEZ ESTEVES

l . Desde una perspectiva psicosocial. el concepto de identidad se con­


cibe como la relación psicológica del individuo con sistemas específicos
ele categorías sociales. La identidad es considerada una coyuntura del
individuo con lo social, a la vez estable y provisional, individual y colec­
tiva, biográfica y estructural. La misma se configura en el proceso de las
transiciones del yo (identidad biográfica/subjetiva) con el otro (identi­
dad relacional/objetiva) y con el mundo (identidades culturalmente dis­
ponibles). Las múltiples identidades ele una\ persona (género, raza/etnia,
sexo, clase, grupos minoritarios y otras) se construyen a través de un pro­
ceso de negociación intra e interpersonal dentro de los sistemas socia­
les específicos en las que se encuentran i nmersas (Dubar, 2005; Frable,
1 997) . Tratándose de un concepto complejo y multifacético, es impor­
tante resaltar que, en el campo ele las ciencias humanas y sociales, las
discusiones acerca ele la identidad se dividen en dos vertientes: la psico­
dinámica y la sociológica.
La primera vertiente enfatiza la constitución ele una estructu­
ra psíquica que tiende a establecerse de una forma niás menos esta­
o

ble, entendiendo po1· identidad la aptitud del sujeto de permanecer (él


mismo) en medio ele Jos constantes cambios relacionados a la fase de
su vida, manteniendo la fuerza de su personalidad como un todo cohe­
ren te. Esa fórmula conlleva la idea de individuación (el proceso
mediante el cual se forman y diferencian los seres individuales; en par­
ticu l ar, el desarrollo del individuo psicológico como un ser distinto,
de la psicología colectiva general) por autoclescubrim iento, acaecien­
do alguna mediación de alteridad, pero sin que ésta tenga una mayor
im por1 ancia.
La segunda vertiente considera a la identidad como una instan­
cia que se constituye en una relación dialéctica con la sociedad, for-
225
1 1 I D E NTIDAD I D ENTIDAD 1 1

macla por procesos y relaciones sociales que la mantienen , remoclclan bajo como algo digno y a la legitimación religiosa de la acumulación de
v transforman. La identidad vendría a ser la fase socializada de lo incli­ riq uezas.
� iclual, siempre asimilada por medio de un proceso ele interacció n con La concepción ele la psicoclinámica se origina, en un primer
los otms, volviéndo se, así, real para el individuo que la vive. La líne a mo1::e1: to, e � 1� teoría freudiana ele la identi!1cación, pmceso por el cual
tradicional de la socioloda descdbe un camino para la construcc ió n el nmo mtenonza aspectos del mundo externo. Así, se producen las bases
ele la identidad basado e71 la idea ele socializac ión e interacció n, atri­ dt' s u estructura psíqu! ca, expresada en una identidad continua, aunque
.
postblcmente .
conflictiva (Plumme¡� 1 996).
buyendo a la alteridad el papel preponde rante en la construcc ión de En la tradición sociológ ica encontra mos la concepci ón d e iclenti­
la identidad de alguien. Según esta idea, la incliviclual ización se reali­
za por la socializac ión, o sea, son los otms los que posibilita n la sin­ l�ad asociada .al concepto de self'(o sí-mismo ), categoría constitui da a par­
l l r del lenguaJe y de la comunic ación. El se!¡; como una estructur
gularidad. a social
Los planteos acerca de la iclenticlacl que valorizan la tensión entre sólo se concibe mediante las interacci ones, siendo el acto comunic ati �
la dimensión individual y la colectiva pueden ser relacionados a las situa­ vo la unidad básica ele las ciencias sociales. Esas ideas están presente s
ciones ele trabajo. En su articulación con la construcción ele iclenticlac\es, en George Herbert Mead ( 1 963 ) . A partir de este autm� Herbert Blumer
se entiende el trabajo como locus del establecimiento ele relaciones en acuñó el término de "interac ción simbólic a", por el cual la i dentidad no
que las dimensiones cognitivas y afectivas del sujeto son puestas a prue­ sería fija, sino que estaría sujeta a las transform aciones ocurridas a lo
ba, desarrolladas e intensamente vividas en las múltiples experiencias lm·go ele los pr.oc :sos de interacc ión del i ndividuo con l os grupos socia­
que le proporciona el contexto laboral. En la esfem ele la intersubjetivi­ l�s. Las enunc1a cwnes de Berger & Luckma nn (2007), representan muy
dad generada por el trabajo, viYencias y aprendizajes se incorporan a la b1en a la corrient e sociológ ica, según la cual la identida d es un el m e �­
e

dimensión de la identidad\de los sujetos en interacción, .c� e tal mocl? qu.e to clave de la realidad subjetiva que se encuentra en relación dialéctica
formas de trabajar que se Fundamentan en la cooperacwn y la sohdan­
·

con la sociedad.
dad posiblemente llegarán a tener un impacto significativo sobre la iclen­
ticlacl ele los tmbajadores asociados. 3 . Según Bauman (2005), se consideró a la identidad una cuestión rele­
van.te en . Función de la "crisis de pertenencia", una ruptura mode1·na con
2. El concepto ele identidad tiene una larga historia filosó!1ca, asocián­ las JdentJdades, comunidades y formas de pertenencia tradicionales, pro­
dose en la modernidad al desarrollo del individualismo, y populal'izaclo ducto ele la exposición del i ndividuo frente a la posibilidad de afiliarse
en Occidente a partir de la segunda mitad del siglo XX (Plummet� 1 996). a las nuevas comunidades y construir nuevas identidades, propio del
Un ejemplo de este proceSo ha sido la notoriedad del término "crisis de mundo contemporáneo, policultural y pleno ele diversidad. El autor aña­
identidad", acuñado por Erikson ( 1 968), término que describe fenóme­ de que la aceleración de la globalización acarreó, en medio ·de su serie
nos de desajuste social en la adolescencia. Junto a dicho término, se hicie­ ele consecuencias, la ruptura de la clase social trabajadora como elemen­
mn populares términos psicológicos correlativos, como "auto-imagen" to de identificación que "ofrecía un seguro para las reivindicaciones clis­
.v "auto-estima". crepantes Y dih.t sas". "El efecto i mprevisto fue una fragmentación
La noción de identidad como individualidad, para Gergen a�elerad � de la disensión social, una progresiva desintegración del con­
( 1 997), surge en d pensamiento social de fines del siglo XVIII; antes las lhct<;> soc¡ �! en una multiplicidad de enfrentamientos intergrupales y una
personas tendían a concebirse como pertenecientes a categorías más .
pr�ldera�wn de campos de batalla" (ibid., p. 42). Dichos "campos de bata-
generales, como miembros de una religión, clase social o profesión. Inclu­ 1!� s� reheren a. los choques contra los efectos de exclusión de la globa­
so, sus almas individuales eran posesión de Dios (no ele sí mismas) y esta­ hzacwn, - cuyo mstrumento es la afirmación de identidades locales ' '
ban en la Tierra transitoriamente por obra divina. A pat·tir del étnicas, racia les y sexuales, entre otras.
Renacimiento y progresivamente copiada en la ideología del "hombre Para Silva (2?04), la identidad y la diferencia se reflejan activa­
hecho por sí mismo" (sel¡:nwde man), se pmduce un cambio sustancial mente en el l enguaje, en la cultura y en lo social. El autor r·efiere a
las mism�s como "creaturas del lenguaje". y se basa en la referencia ele
se

en la auto-representación de los sujetos sociales. Para eso, han sido


importantes los procesos de laicización ele los Estados nacionales y la los Estuchos CultUI·ales. Las identi dades híbridas, múltiples, plurales (en
ascensión del ethos capitallsta, éste favorable al individualismo, al tra- <:: 1 campo de la preferencia sexual, por ejemplo) m uestran que ya 110 hay
226 227
I D E NTIDAD 1 1
1 1 I D E NTIDAD

espacio para las oposiciones binarias, simplistas, que delimitaron iden­ estructural -fTuto de l a globalización y de la nueva división internacio­
tidades fijas en el pasado, más allá de haber servido para definir cuál nal �el trabajo (Pochmann, 200 1 )- ocasionó el resurgimiento de las fm·­
sería la identidad "válida", "normal", a partir de la cual las otras serí­ macJOnes autogestionarias (Singer y Souza, 2000) como una lucha
an "diferentes". Concepciones normal izadoras de identidad estuvieron defensiva de los trabajadores en el rol de los "campos de batalla" sobre
fuertemente vinculadas a las relaciones de poder asimétricas, reprodu­ los cuales escribe Bauman (2005). Si la economía solidaria se estructu­
ciendo la desigualdad y colocando en el campo de la "anomalía" pre­ ra como un nuevo "sistema social específico", en los términos de Frable
ferencias sexuales, culturales o ideológicas constitutivas de las ( 1 997), de esto se desprende una nueva identidad, en el seno de ese movi­
identidades de los sujetos. miento económico social cuya afirmación es también una forma de resis­
Las transformaciones sociales, económicas, tecnológicas y geopo­ tencia a los efectos perversos de la globalización sobre los intereses de
líticas a escala mundial trajeron implicaciones sobre los modos de ser los trabajadores. Si esa nueva forma, solidaria, de organizar el trabajo
Y la producción aportan un nuevo sujeto social (socio trabajador, co�­
v de vivir de los sujetos y sus formas de actuar en la sociedad. Según Hall
( 200 1 ), podemos hablar del sujeto del Iluminismo, del sujeto sociol?gi­ peradoc trabajador asociado, etc.), nos preguntamos: ¿cuál sería la lis­
co v del sujeto posmoderno. El primero representa al individuo unihca­ ta singular de características identitarias que lo distinguirían de los
do,- dotad� de razón, de conciencia y de acción, que posee una identidad s �1jetos sociales del capitalismo (capitalista, inversm� empresario, admi­
esencial, más o menos estable a lo largo de su existencia. En el segun­ mstradm� patrón, etc., de un lado, y empleado, funcionario, sirviente, etc.,
do ' la identidad es consecuencia de la interacción entre el individuo Y ele otro)?
su mundo cultural, pleno de significaciones. El tercero es un sujeto sin La respuesta no es fácil y requiere nuevas i nvestigaciones. Sin
identidad fija, esencial o permanente, poseyendo múltiples identidades, embargo, las investigaciones reali zadas en el ámbito de la economía soli­
eventualmente contradictorias, transformadas con relación a las formas clm·ia todavía no han abordado directamente esa cuestión, sino que vmias
históricas de los sistemas culturales en los cuales se inserte. A medida veces la desvían recurriendo a descripciones de los modos como gene­
que los sistemas sociales de significación y representación cultural se ralmente actúan los cooperadores, piensar o sienten dentro y f-uera de
transforman, el sujeto se encuentra con múltiples identidades posibles, las �ooperat! vas. Además, se hizo común l:onjeturm� entre ¡¿s propios
con las cuales puede identificarse temporalmente. socws-traba_¡adores y las personas que reali zan con ellos algún tipo de
trabajo o investigación, acerca del "modo ele actuar" o del "modo de ser"
conformación de los cooperadores.
4. En lo que conci erne a la partic ipació n del trabajo en la viven
o que se sabe que las cias con� ­ De manera inconclusa y poco sistemática, es posible señalar algu­
de la identidad, ya hace much o tiemp tivas, afecti­ nas. características identitarias que forman parte de ese nuevo sujeto
partid as entre los trabajadore s abarc an dimen siones cogni
iones de socwl, un personaje distinto y singulm� portador de una identidad psi­
vas y polític as. Éstas posib ilitan que se construyan representac ones del cos�cial pr? pia. Los socios-trabajadores de cooperativas de auto proce­
uno mism o ligadas direct amen te a las situaciones y a las relacies, 20�2). samiento tienden a aceptar ciertas características psicosociales como
trabajo, que son también atributos definidores de un "yo" (Jacqu s for­ propias de un socio-trabajador y, al mismo tiempo, refut�r otras como
Consi derando que la divisió n del trabajo es compl eja -hay mucha ar opucst�s a esa �ondición. Así, alguna de las caracte1·ísticas esperadas por
mas contra ctuale s de trabaj ar, innum erables posibi lidade dad vinzcu­
s de organi
los socJo-traba_tadores ele sus pares son: compromiso y solidaridad con
identi
el contex to laboral-, son e1�ormes las posibi lidades de ocupa cion es. el grupo de cooperadores (dentro y f·uera de la cooper�tiva); compromi­
ladas a esa activid ad huma na tan esenci al. Más allá de las , y que po r so Y responsabilidad con el trabajo; prontitud para considerar opinio­
oficios profesi ones propio s de la divisió n social del trabajo
v
ció n de nes e intereses aparentemente opuestos (presentes dentro de la
sí misn� as va demue stran la importancia del mismo en la forma identid ad�:� cooperativa); y preocupación por las condiciones de vida (sociales, sani­
identid adc.s colectivas e individuales, encontramos mucha scautiv o , si � r­ tarias, económicas, ambientales, etc.) en la comunidad (villa o ciudad)
relativas a la modal idad de "contr ato de trabajo ": esclavo o
o asocw ­ donde esté localizada la cooperativa.
vo 0 criado . empleado o asalar iado, autónomo o libera l; socio Estas son sólo algunas de las características que confori11an la iden­
do ' en tre otras. de r­ tid ad psicosocial y es posible que no se encuent¡·en en todas las coop.:­l
En los aiios de 1 990, simultá neamen te a la crisis de la Posm opko rativas y en los proyectos autogestionados. Asimismo, esta lista tiene e
nidad , observamos la crisis del trabajo (o del empleo ). El desem
228 229
I NCU BACIÓN D E R E D ES DE E CON O M fA S O LI DARIA 1 1

1
1 1 I D E NTIDAD

ión de. trabaJ·o, ras- INCUBACIÓN DE REDES DE ECO N O M ÍA SOLIDARIA


mén. to ele revelar que en conc¡ ·tcwnes ele atttopr·oducc
· .
mtso Y sohclm tela�!, par-
. · ' _.

ciales tan importantes com o compro


'ú ació n y responsabi liclacl, pro ntitud para op� rar c?n � l�et: t_clac� Y
gos psic oso G E NAUTO (ARVALHO DE fRAN<;:A f i L H O - E DUARDO VIVIAN D A (UNHA
cip se viva o se trabaJe, �stan. ch�sms_ t ps¡
preocu pac ión por el lug ar don de vo
ol l.�n­
_ co- l . La incubación en el ámbito ele la economía solidaria presenta signifi­
nto ele las tcl e nttd acle
close cristali zándose en un nue ele me
v cativas diferencias con relación a la incubación empresarial. En pti mer
soc iales, o del socio-trabaj ado r. lugar, generalmente se vuelca a un público ele bajo ingreso, organizado
en la mayor parte ele los casos, en pequeñas cooperativas. En segundo
Bibliografía lugm� en ese proceso, normalmente, no hay tasas que i ncidan sobre los
: Jorge Zah ar. . proyectos incubados, las cuales dejan ele ser un i mportante componen­
(20· 05) , Ide ntidade, Rio ele Janeiro
_

BA UMA N , z. _ de.. tr a- te ele los subsidios. En tercer lugar, las instalaciones ele las i ncubadoras
p . L T. (20 07) , A cot?stnt(:ÜO socwl da realtda
- ER,
BERG �·
· LUC
. , KM ANN •

nto , Petrópohs: Vozes . . .


.
no cobijan a las iniciativas incubadas, con excepción de algunos casos ele
taclo de soc iolo aia do con hec ime;:ao das identiclacles soctms e pro- incubador�s públicas. Una cuarta diferencia, mucho más cercana a la pri­
DUBAR, c. (20 05) , A sodaliz.a(:üo: rtin cqnstrw
tes. mera y de fundan: en tal importancia, reside justamente en el enfoque por
fiss ion ais, Sao Pau lo: Ma s Fon soc ial. En : SILLS, D. L. (Ecl .), lntell-. ­
_ _
el cual la mcubac1ón en economía solidaria explica los proyectos solida­
ERIKSON, E. H. ( 1 968 ), lcle ntit y, psx cho cm _
_ preferentemente
nos, en el formato ele las cooperativas, incitando a la
Sci ences, New York: The Ma
llati ona l EHcvclopedia of Social constitución de procesos de autogestión en los proyectos creados.
llan Com pa�y; The Free Pre ss. sim v. 7, p. 6 1 -65 .
la autogestto� Y el:
. ,
Las cooperativas individuales y, más específicamente, las incuba­
La con stm cci ón ultá nea ele
EST EVE S E. (20 07) , ta solz- doras tecnológicas ele cooperativas populares (ITCPs), cumplen roles de
SE, M. V. (Org.), Eco nom
la 'identidad psicosocia l. En: VERONE suma importancia en d campo ele la economía solidaria. Primeramen­
daria -v subjetividad, Buen os
Aires: Alt am ira. .!cle ntl-. te, capacitan los proyectos, sacando a muchos de la informalidad v de
r rac ial. eth nic , sex ual , anc l cla ss
Gencle
of Psychology, v. 48, 223 P· 1 3
F RABL E, D E . s · ( 1 997 ) ' la precariedad y proporcionando un i ngreso d igno a sus participa � tes.
·
'
- .
, 9- 1 62 ·
ties . Amwal Revtew ent icla cl en el mu ndo Un segundo rol es el ele articular nuevas políticas públicas en el área ele
G ERG EN, K. ( 1 997 ),
Elyo sat urado: dile ma s ele incl la reproducción de trabajo y del ingreso. Por otro lado, un tercer rol tie­
contemporfmeo, Bu eno s Airres: na Pai clós . . .
zdade, Rto de Jan ei- ne que ver con el proceso de organización ele las propias ITCPs, que se
.

cul tu al pós mo dem


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ade reúnen alrededor ele las redes nacionales, lo que le otorga estabilidad a
ro: DP&A.
021) , Icle ntidacle � t_raba_l � o, En : �ATT;�N.l, A: �: la propuesta y soporte a la propia dinámica ele organización política de
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(Org.), Ihtballw e tecnologia: dic ion ano La incubación de emprenclimientos individuales puede presentar
Porto Alegre: Edi tora da UFG RS.iety, Par ís: PU F. algunas limitaciones que la incubación ele redes pretende resolver. La
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_ .

PLU MM ER, K. ( -1 996


. . . 'czl ,¡0 se'cztlo Rto ele Janetro. J. yecto, todo el esfuerzo se deposita en las capacidades ele ese provecto para
Dzcwrzarw o perzsam en to socz
· •
e
e .

. - 111 sobrevivir, en la mayoría de los casos, en un ambiente de co�1petición


Zah ar. iza(:c'io: a nova e¡ 1vts · ao · t er- del mercado. Las dificultades ele los gmpos incubados son ele todo tipo,
M 1 ) o emprego na glo bal
P OCH MAN N, · (20 0 •

o Bras1'l escolh eu, s-ao P'll por ejemplo: déficits de formación de las personas, condiciones de
nacional do trabalho e os caminhos que
' I-

infraestructura y tecnologías inadecuadas o insuficientes en los locales


lo: Boitempo. . . re1 a. E n ..
A pro du<;: ao soc ial da icle ntid acl e e � a chfe :� _ . ele implantación ele muchos proyectos o, i ncluso, el marco regulador de
SILVA, T. T. (2004) ,
, K. (Or g.), /de 11tld ade e dzfe rerz ya · funcionamiento de los proyectos es insatisfactorio para su realidad, entre
SILVA , T. T.; H A LL, S . ; WüüDWARD ais, Pet:ópo� is; '!oze . . . o­ s. otras. Además ele las ya mencionadas, al actuar de forma aislada, estos
a perspectiva dos estuclos cul tur eco rzorma solzdarw no Bmsd. aut �royectos se enfrentan a las mismas dificultades de las micro y peque­
SIN GER P: SouzA, A. R. (Org.) (20cles 00) , A
texto. nas empresas, lo que reduce sus posibilidades ele supervivencia en las con­
�es�ao como resposta ao emprego, Siio Pau lo: Con diciones del mercado. De esta situación surgen dos efectos negativos: una
231
230
1 1 I N CU BACIÓN DE R E D ES D E E CO N O M ÍA SOLIDARIA I NCUBACIÓN D E R E D ES D E ECO N O M ÍA SOLIDARIA 1 1

cierta prolongación del tiempo de incubación, en virtud de los subsidios la expansión de sus actividades. Aunque sea propio de estas redes extra­
aportados; y la existencia de casos en los cua� es el � xito de! proyecto polar su dimensión territorial, tratándose de una economía solidaiia dicha
depende de l a incorporación de lógicas de funcwnam.1e�1:o �nvado, q� e extrapolación se concretiza a partir de raíces solidarias muy asentadas
comprometen el propósito y la finalidad original de la u:nciatJva. Adem.as, localmente, mediante un crecimiento de la economía local.
como la lógica de la incubación es sólo la de cooperativa, los be�1efi��os Se puede ver a las redes de economía solidaria como una comple­
del proyecto pueden lünitarse al grupo que componga 1� orgamz� c10? , ja estrategia de cooperación para el desaiTollo local. Al fomentar la cons­
no extendiéndose necesariamente al público más ampho del terntono titución de circuitos propios de comercialización y producción, esas redes
do�de la iniciativa se haya gestado. crean una nueva modalidad de regulación económica, lo que supone otro
modo de funcionamiento de la economía real. En esta otra economía, deja
2. Una red de econo mía soli daria i mplica una asocia ción o una articu ­ de tener sentido la competición en tanto principio regulador de la rela­
lación de vario s proyectos y/o i niciativas de economía solida ria con vis­ ción entre los agentes, pues la construcción de la oferta se articula a par­
tas a la const itució n de un circu ito propio de relaci onesobjeti econó micas Y tir de las demandas previamente existentes en determi nado contexto
ele intercambio de experiencia y saberes formativos. Los vos prin­ territorial. Los contratos y los acuerdos se establecen segú� principios,
de
cipales ele una red de esa índole son dos: perm itir la P rticul soste . ar;dad
nibili
Y
valores y reglas que van mucho más allá de los i mperativos de rentabili­
los proyectos y/o inicia tivas de econo mía solida ria en �
.wn
fOt :­ dad econóniica de la actividad. Para ello, se consideran los criterios de
relac a su capac i­ ciudadanía en té!"minos de acceso a derechos, redistribución equitativa
talecer el poten cial endógeno de un territorio con nos tipoló gicos , las de los beneficios, remuneración digna, efectos ambientales y compromi­
dad de prom over su proceso el<; desarrollo. En térmi
formas de mani festación de una red de economía solida ria pued en deno ­ so con el eontexto local de desarrollo de las actividades, entre otros. Es
mina rse de tres mane ras: transterritorial, territ orial o m ixta. importante remarcar el potencial con el cual cuenta esta nueva forma de
En el nivel transterrit orial, una red de ese tipo pued e inclu ir una hacer economia referente a la institucionalización de nuevos estándares
articu lación de varios proyectos opera ndo en la caden a produ ctiva de de relación con los poderes públicos en lo que se refiere a compras guber­
a puede llegar a con ens s y contr a.tos I:amentales y contratos n :gocia�os. �on esta .\dea de otra economía a par­
determina do producto. La mism � ?
zacw nes, en dife­ tir de redes de economws sohdanas se piensa en nuevas formas de
bilate rales (o multi latera les) entre inicia tivas u orgam
rentes úreas o niveles de acció n, por ejemp lo, en el come rcio justo . Ese acciones institucionales incluyendo proyectos de economía solidaria e ins­
tipo de red puede inclui r tamb ién proyectos de un mi �!en mo tipo q�Ie com­ tituciones públicas, gubernamentales o no gubemamentales.
partan princi pios, saberes y un modo de funcio nan: �� npr?mc!Iv pi �), . aun­ Desde el punto de vista de una lógica del desarrollo, la opción por
que prese rven su auton omía como una orgam zacio idual las redes de economía solidaria rompe de manera contundente con las
deriva da de un contexto particu lar. soluciones más conocidas y predominantes de luchar contra la falta de
En el nivel territorial, una red de economía solidaria abarcdaa, �n en L� na trabajo. Éstas giran en torno a lo que denominamos aquí concepción inser­
ivas de econo mía solida d.Ife­ cional-competitim, en oposición a la concepción sustentable-solidaria.
mism a base teiTitodal, proyectos o iniciat as sohda nas, La concepción insercional-competitiva tiene que ver con las solu­
rentes ámbitos de acción, por ejemplo: consu mo ético, finanz
tecnologías libres, comercio justo, producción autogestiontearia y servicios ciones vinculadas a la idea de inserción por la vía económica. En esa
locales, entre otros. En este sentido, ese tipo de red permiconóm que haya u�1a concepción, se pretende incluir a la población desempleada en los lla­
socu�­
articulación entre iniciat ivas de distinta naturalez.:'l - socioe e o, laicas, achm -
mados circuitos formales de la economía, fundamentalmente consti­
políticas , socioculturales y socioambientales. Además de �stentered .
tuidos por los puestos de trabajo generados por empresas privadas en
la economía de mercado. Basada en una ética de la competencia como
te diferentes niveles ele acción con la economía locals mixto preexi .
Finalm ent e, el tercer tipo, que denom inamo , supone la exi s­ condición para el éxito, la vía Í11sercional-competitiva recurre a las ini­
tenci a de una dime nsión territorial que involucra acuerdos y accio n�s ciativas individuales corno una solución al problema de la falta de tra­
transterrit oriales. En la práct ica, las redes localeque s de econ omía solid a n a bajo. Históricamente, en la llamada economía de mercado, se

tiend en hacia el carácter mixto, por el hecho de rarm:nente hay algt�­ enfatizó siempre la cualificación profesional para el empleo. Sin embar­
na experiencia limitada a un ámbi to geográfico tarse ífico,
espec inclu so el� sos: go, al reconocer los límites del propio mercado para genei-ar suficien­
tenib ilidad de la propia red, que tiende a conec con otras med w ntc te oferta de empleo para atender a una demanda cada vez may01� el

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1 1 I N C U B ACIÓN DE REDES DE ECONOMÍA SOLIDARIA I N CUBACIÓN D E R E D E S D E ECON O M ÍA SOLIDARIA 1 1

discurso i nser� ional-competitivo desplaz a el objetivo de la consecu�ión del Desarrollo Territorial. de la Universidad Federal de Bahía
del empleo hacia el auto-em pleo, exaltando la idea de proyectos pnva­ (ITES/UFBA). Esta metodología concibe el territorio como una comuni­
clos como la solució n definitiva. Al convertir ex-asalariados desemp lea­ dad, un barrio o un pequeño municipio, y define la incubación a partir
dos en nuevos propietarios ele micro y pequeños negocios, la perspectiva de una relación dialógica y ele interacción prof1.mcla entre los miembros
insercio nal-competitiva obvia el hecho ele que, como el mer�ado de tra­ ele la universidad (profesores, técnicos y estudiantes) ;¡ los sujetos socia­
bajo es cada vez más compe titivo para los individ uos que disputa n pla­ les en los teiTitorios (\·ecinos, profesionales, líderes comunitarios. repre­
za� . tampoco hav espacio para que todas las micro y pequeñas empresas sentantes ele los poderes públicos y otras i nstituciones). La red local de
establez can un ;égimen de compet ición económ ica. Queda comproba­ la economía solidada conforma un proceso que incluye iniciativas de dife­
da la fragilid ad de los proyectos privados por la corta existen cia de �os rentes tipos ele economía solidaria, entre formas socio-productivas y socio­
micro y pequeñ os negoci os en Brasil: el 90% de ellos no llegan a los cm­ organizativas. Tratándose del enfoque territorial, es necesario abordar no
co años ele funcio namien to, según datos del Servicio Brasile ño de Apo­ sólo a los proyectos socioeconómicos, sino también a las iniciativas de
.vo a las Micro v Pequeñas Empresas (SEBRAE ). naturaleza socio-cultural, sociopolíticas y socio-ambientales. Resulta ele
La concepción susten table-solidaria considera que las salidas o solu­ fundamental importancia la construcción o crecimiento de una dinámi­
ciones a la falta de trabajo no pueden darse de forma individ uaL basa­ ca asociativa en lo local, hacia la consolidación de espacios públicos nece­
da en una supuesta capa�iclacl de la iniciativa privada. Si las razones para sarios para la trayectoria del proceso ele incubación. La gran relevancia
el desem pleo son ante todo estructurales y relativas a la propia � atura­ de esos espacios públicos reside en el hecho de que las redes se articu­
leza intrínsecamente excluyente del sistema económ ico predom mante , lan en el interior de un tejido de relaciones sociales, económicas, políti­
entonc es es preciso sustitu ir la inserc ión o la inclus ión e �1 ese sistem a, cas y culturales preexistentes. En téi-minos socioeconómicos, por ejemplo,
para dar lugar a la elaboraciÓn de otra economía. Las soluciOnes de lu��a la red encuentra foi·mas y caminos de relación con el comercio local, en
contra la falta de trabajo deben ser colectivas, basadas en la regula cwn­ aras a su crecimiento. En ese sentido, la metodología da importancia al
de las relacio nes econó mico-sociales. Tal c'o ncepc ión enfatiza la impor , papel de las prácticas de finanzas solidarias, sobre todo para las experien­
tancia de los tenitorios, valorando la capacidad de ser auto susten tables cias ele bancos comunitarios ele desarrollo, por su carácter al mismo tiem­
incluso los que son aparentemente más pobre s. La premi sa funda men­ po pedagógico y catalizador de la dinámica socioeconómica de la red, al
tal de esta vertie nte es la valorización de las soluciones endógenas, pues financiar muchas iniciativas.
toda localid ad barrio o comun idad, por más pobre que sea, puede pre­ ar
Son cuatros los ejes ele intervención que estructuran el proceso de
sentar soluci o�es a sus prople mas. Esa posibi lidad permi te c�:estion de las
incubación de las redes locales de economía solidaria: la formación, la
las formas de desarrollo basadas exclusivamente en la atracc wn oli­ investigación, la planificación y la pmeba. La formación constituye una
invers iones extern as. La concreción de esa concepció11 susten table-smí­ permanente necesidad y se da en diferentes niveles a lo largo del proce­
daria se concil ia con la idea de reorga nizació n de las llamad as econo so de incubación. La importancia es directamente proporcional a las
as locales , con base en la afirmación del concepto de red de econo mía la
características del público inc1,1bado, que suele presentar graneles baches
solida ria como estrategia compleja e innovadora de cooperación para el pro­
educativos. La formación se realiza en diferentes niveles: capacitación
promo ción del desarrollo locaL La incuba ción tiene exacta m � nte técnica para la gestión de iniciativas de economía solidaria; capacitación
pósito de contri buir con la elaboración de esta otr� economm. L '::I com­ profesional relativa al área ele actuación del proyecto en la red; y Forma­
prensi ón ele los funda mentos ele tal concep ción, asi c?:no de esteVISI�?neleo ción general en ciudadanía; asociación y economía solidaria. La forma­
estrategia, se muest ra viable sólo media nte la aclopc wn de ot�a mr� n­ ción abarca simultáneamente la dimensión de sociabilidad y ele gestión
paradigma de entend imiento del he��o _e_conómic_o y _de su_ �ncwn� � del conocimiento, en la construcción de una cultura ele trabajo demo­
to real, proporciona ndo una redefimcwn o re-srgmficacron del sentido crático y autogestionario.
del actuar económ ico. La investigación tiene que ver con el conocimiento sobre la realidad
local necesaria para la constmcción de la red, y debe tener el propósito
3. Las siguientes consideraciones se refieren a los aspect? s metodol¿gi­ ele diagnosticar el contexto socioeconómico y los aspectos históricos-cul­
cos de incubación ele redes, las cuales se basan en la reciente expen� n­ turales del territorio. Apoyada en un análisis ele la producción, servicios
cia de la Incubadora Tecnológica ele Economía Solidaria Y de Gestión y consumo local, esa investigación permite conocer; en profundidad, la
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I N CUBACIÓN D E REDES D E ECONOMÍA SOLIDARIA 1 1
1 1 I NCUBACIÓN D E R E D E S D E ECONOMÍA SOLIDARIA

socioeconomía del lugar. Es exactamente a partir de ese conocimiento espacio d e auto-organización política o un espacio público de proximi­
con el que se puede proyectar la red que será constituida, indicándose da� (L �v¡J_ _I e, 1 99� ; �r�nc;a Filho y Laville, 2004) fundamental para el
las iniciativas o proyectos que serán creados o fortalecidos. En esta eta­ �pt endizaJe y el eJet·cicio de la democracia local. Dicha instancia asocia­
pa ya es posible vislumbrar la dimensión de la planificación, la cual tiva puede constituirse como un lugar de formación en diferentes nive­
envuelve la definición de los contornos de la red, esto es, la indicación l �s: técnico-profesional y de formación general en economía solidaria,
de iniciativas o proyectos que serán creados y fortalecidos en base a los ciudadana, educación ambiental y consumo consciente, entre otros.
criterios de viabilidad técnico-económica y asociación señalados por la La p resenci� del banco comunitario en un CAES cumple el papel
investigación. La planificación concretiza l a idea de reorganización de de d �. semmm� un SI �t�ma de financiaciones �olidarias en el territorio por
las economías locales como fundamento de otra economía y de una con­ medw cle� !mcrocredito popular solidario. Este puede estm· dirigido a la
_
financiacwn de la producción, servicios y consumo local, además del
cepción sustentable-solidaria de desarrollo. Un proceso con estas carac­ fomento de las acciones de las finanzas de proximidad, tales como la
terísticas permite que todo teJTitmio, sea una comunidad, un barrio, sea moneda social �' el ahorro comunitario.
un pequei'ío municipio, tenga su planificación estratégica de desarrollo El infocentro comunitario cumple uno de los papeles importan­
local, que puede ser u n plan estratégico de desarrollo comunitario tes en la formación de redes. Representa un espacio de inclusión diai­
(PEDECO) o territorial ( PEDETE). Un plan de este tipo redefine y reo­ tal Y el� sopor� e tecnológico para que la investigación se lleve a cab; v
rienta la oferta y la demanda en un contexto territorial, hacia su cons­ se realice el diagnóstico ele la realidad socioeconómica local. Tambié;1
trucción conjunta como sentido de esta otra economía. puede constituirse como dispositivo de conexión de la red local con otras
Si la planificación muestra cómo será la red creada, es la implemen­ redes, con el propósito de fortalecer el comercio y facilitar intercambios
tación, a su vez, la que permite su ejecución, aunque ésta ya pueda iniciar­ ele aprendizaje y articulaciones institucionales. Finalmente, el infocen­
se durante el período de la planificación, intercalada con la i nvestigación tro comunitario puede ser un dispositivo de gestión de la información
y miiculada con el propio proceso de formación mediante el experimen­
to. Éste se conforma en la vivencia de la economía solidaria mediante pro­ en la red local de la economía'solidaria, ya sea en el ámbito de activida­
yectos que pueden establecerse antes de la conclusión de l a i nvestigación des de asesoría de comunicación, o en la c �nstitución de un banco ele
y de la planificación, puesto que hay iniciativas indispensables para cual­
elatos de registros que ¡·ecoja el perfil socio-profesional de los vecinos.
quier red. A modo de ejemplo, pueden citarse las prácticas de finanzas soli­ El núcleo corporativo, cuarto pilar de un CAES, representa la instan-
. � e desmTollo
darias (como los bancos comu nitarios), las iniciativas en el área de la cm de los gmpos productivos, en las diversas áreas que cons­
_ - muchos de los principales eslabones que componen la red local.
tltlllran
tecnología de la información de base comunitaria o también ciertas ini­ El CAES se define como el embrión de una red cuyo desarrollo
ciativas socio-productivas o socioculturales, según la función de cada teni­ su�o�1c la construcción ele un orden institucional más amplio, el cual pue­
tolio. El experimento tiene un carácter de fortalecimiento del proceso de de I mcmrse_ por el funcionamiento del núcleo cooperativo a través de los
formación y permite una apropiación efectiva de la idea de red en el ámbi­ _
van os proyectos productivos. Evidentemente, una metodología de incu­
to comunitario, por su carácter pedagógico de estar aprendiendo, en la _ ele esa magnitud implica un proceso permanente de supervisión
práctica, principios, valores y procedi mientos de la economía solidaria. baCión
Metodológicamente, se puede i niciar la construcción de una red � de evalu �� ión de las actividades realizadas, hasta llegm· al proceso de
de ese tipo por medio del montaje de un centro asociativo de economía Implantacwn de la red y su consolidación para, luego, pasar a la clesin­
solidaria (CAES). Ese centro es una estructura organizativa de bas e cubación.

1
comunitari a anclada en cuatro pilares principales: una instancia asocia­ Como base para la construcción de otra economía, la incubación
tiva, una iniciativa de base tecnológica, como un "infocentw" comuni­ de redes ele economía solidaria incluye algunos pasos vitales en el pro­
tario, una práctica de fi nanzas de proximidad, por ejemplo un banco ceso de reorganización de las economías locales. En primer lucrar "' hav
comunitario, que es un núcleo cooperativo. una movilización y capacitación de los actores locales, seguida cle un' pr�­
Una asociación o entidad local representativa encama una instan­ ceso de discusión pública de sus problemas comunes, conjuntamente con
cia sociopolítica de organización comunitaria jurídicamente constituida. la realización de un diagnóstico sobre la situación socioeconómica del
lo que es particularmente importante, pues otorga el marco jurídico nece­ territorio. Seguidamente, mediante planificación y pruebas, se orienta la
creación de actividades (las ofertas) en función de demandas genuinas
sario para las iniciativas informales. Además, esa instancia representa un
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1 1 I N C U B ACIÓN DE REDES DE ECONOMÍA SOLIDARIA

que son expresadas específicamente en esos foros asociativos. Se instau­

J
ra, así, un proceso ele construcción ele órdenes institucionales ele un nue­
vo tipo y con un fuerte potencial ele referencia para políticas públicas
reorganizadas en el campo del desarrollo local.
Son muchos los desafíos que se presentan en este proceso. Uno ele
ellos incluye la propia metodología ele incubación en lo referente al per­
feccionamiento de los instrumentos didácticos pedagógicos y de la ges­
tión con perspectiva a la consolidación ele la tecnología social de
referencia. Es importante, además, el escenario político local en lo que
concierne a las sociedades necesarias para encauzar las actividades. En JUSTICIA COGN ITIVA
este caso, la ausencia de un marco legal representa un obstáculo consi­
derable. Es importante mencionar las características del contexto en tér­ MARIA PAULA M E N ESES
minos de la historia ele organización local, perfil ele los líderes y
condiciones más generales ele infTaestructura y recursos disponibles. Al l . La conformación mutua del Norte y del Sur globales y la naturaleza
evaluarse el grado de sustentabiliclacl en un proceso ele incubación ele esta jerárquica ele las relaciones Norte-Sur permanecen atadas a la raciona­
naturaleza el conjunto ele todos estos aspectos debe tomarse en consi­ lidad moderna, generadora no sólo ele la ciencia v ele la técnica sino tam­
deración. bién ele la lógica capitalista, impersonal y deva� taclora, caus� nte de un
Ol·clen político y económico desigual y reconociclamente monocultural.
B i b l i og rafía En tanto desafío ético, la justicia cognitiva es una condición para el cam­
bio radical de la monocultura ele la ciencia que, en vez ele ser funclamen­
FRAN<;:A FILHO, G.; LAV!LLE, J.-L. (2004), Economía solidária: uma abor­ talista, es absorbida, negociada y dialogada con otros saberes, a modo
dagem internacio nal, Porto Alegre: Editora da UFGRS. c�e crear un mundo plural y dinámico ele infinitas posibilidades cogni­
LAV!LLE, J.-L. (Org.) ( 1 994), L'économie solidaire: une perspective inter­ tivas, en la cual se enfoca la i nteracción/traducción ele prácticas y sabe­
nationale, París: Desclée de Brouwer. res (Santos, 2006).
La relación del proyecto imperial del Norte global comparado al
Sur global -metáfora ele la explotación y exclusión social- es parte ele la
relación global capitalista. En el campo del conocimiento, la división radi­
cal entre saberes atribuye a la ciencia moderna el monopolio universal
ele distinción entre lo verdadero y lo falso, generando profundas contra­
dicciones que persisten aún hoy en el fondo de los debates epistemoló­
gicos (Santos, 2000, 2007).
En el Norte global, las otras ramas del conocimiento, otras expe­
riencias, más allá de la ciencia y la técnica, son considerados no existen­
tes y, por ello, radicalmente excluidos de la racionalidad moderna. Esta
jerarquización de saberes y sistemas económicos y políticos, así como
la predominancia de culturas de raíz eurocéntrica, ha sido desafiada des­
de perspectivas subalternas. Estas perspectivas no sólo muestran la inca­
pacidad de las viejas dicotomías, sino también exigen la descolonización
del conoci miento, que pasa, necesariamente, por la descolonización del
pensamiento económico. Estas cuestiones epistemológicas, suscitadas
yor el período el e transición en el que vivimos, i mponen la urgencia de
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.J 1 JUSTICIA COGN ITIVA J USTICIA COG N ITIVA 1 .J

un pensamiento alternativo, que Boaventura de Sousa Santos caracte­ La economía moderna, celebrada como una "ciencia" de la acu­
riza como un pensamiento alternativo de alternativas (2006, 2007). mulación material, sancionó y celebró históricamente la explotación y
la colonización ele recursos y saberes del mundo. La economía, en un sei�­
2. Pensar otra economía, como parte una idea más amplia de concebir ticlo dominante, puede ser caracterizada, por lo tanto, como una gramá­
el mundo como pluriversal, es un tema problemático (Hountondji, 2007). tica colonial, cuyo discurso genera la exclusión y el pago ele lo que no
"Otra" economía, solidaria, participativa, alternativa, informal, pl·esupo­ e � familiar -aunque explotable: las "otras" prácticas sociales y subjeti­
ne la existencia de un modelo dominante. Paralelamente, la "otra" eco­ VIdades. Ello no significa que el pensamiento económico se hava man­
nomía busca suplantar o reemplazar los modelos económicos dominantes. tenido estancado. Al contrario, han ocurrido diversas innovacion�s. desde
Esta perspectiva afirma, esencialmente, la hegemonía de la racionalidad el nuevo institucionalismo hasta la economía solidaria. No obstante, es
moderna, implícitamente vista como la forma dominante del saber eco­ importante cuestionm� en la búsqueda de una mptura con un pensamien­
nómico, en la cual el positivismo matemático es lo que garantiza un aura to único y teleológico, el sentido de lo "nuevo", si estamos ante una reno­
de verdad universal, incuestionable. vación del discurso económico o si, de hecho, se buscan cambios hacia
El pensamiento económico dominante se basa en el supuesto de la amplificación -en la diversidad de alternativas- ele un desafío al pam­
que la modernidad y el capitalismo surgieron en Europa en un determi­ digma dominante.
nado período de la historia, expandiéndose por el globo con el tiempo Por ejemplo, la moderna historia ecvmómica de África podrá ser
(Dussel, 1 994 ). En ese movimiento, esta expansión se enfTentó con ampliada explorando la tensión entre los intentos ele "formalización" eco­
encuentros, negociaciones y apropiaciones violentas. Esta narmtiva tele­ nómica (especialmente, en lo referente a los intentos de "establecimien­
ológica se basa en el supuesto de la existencia de un tiempo lineal, es to" de medidas económicas y sociales mediante documentos y otras
decü� que la historia se mueve hacia un fin definido y concreto, hacia el medidas cuantitativas convencionales), y las lógicas vemáculas vigentes,
progreso, y que algunas sociedades llegaron a esta etapa final con algún que sospechan y desafían estos reduccionismos y establecimientos. Mien­
retraso (especialmente los pueblos colonizados). Por ejemplo, en los tex­ tras los planificadores, sean coloniales o sean contemporáneos, afirman
tos fundadores de la Economía Política, la "humanidad" recorre varias que un sistema "moderno" basado en la ló&ica formal del documento v
etapas económicas (caza, pastoreo, agricultura y, finalmente, comercio), ele las previsiones científicas reemplazaría haturalmente la tradicion � l
cada una de estas etapas caracterizada por un determinado tipo de pro­ Á ti·ica indómita y desorganizada, la historia demuestra una imagen bas­
piedad y por formas culturales específicas. Esta concepción del desarro­ tante más compleja: islas ele "formalización" en un medio donde domi­
llo ele la economía presenta una narrativa clara de la función histórica nan lógicas extraordinariamente vitales ele negociación informal, de
organizativa de la propiedad como principio estructurante de la cultu­ conversión y manipulación del valor (Guye¡� 2004).
ra y de la sociedad, justificando, paralelamente, la lógica histórica de la Es impOI-tante ir más allá, entonces, y superar la situación pam­
alteridad que la sostiene. Como varios autores han afirmado, el hecho dójica observada en el campo de la teorización económica acerca ele las
ele que un crítico capitalista tan poderoso como Marx haya insistido en alternativas a la economía neoliberal: mientras se amplía -a través de
la réplica de las imágenes del "otro" en tanto un espacio de retraso (jus­ múltiples iniciativas como la economía solidaria, la informal, etc.- una
tificando, así, la colonización británica) revela que las operaciones de alte­ gramática cuantitativa importante, es marcada la condescendencia de
ridad tanto subalternidad están profundamente impregnadas ele la
en Iá economía ante el positivismo. Un ejemplo de esto, es rehusar a cues­
moderna est¡·uctum del pensamiento económico. tiona�· categorías económicas centrales como "capital" o "trabajo" (Cha­
El desarrollo moderno integró el proceso de construcción del Esta­ krabarty, 2000). Términos como subdesarrollo y neocolonialismo siguen
do Nación . Su gramática estaba inmersa en el modelo de tmnsferenci a siendo usados aunque sus orígenes teóricos l a"s mezclen con una t� I e ­ o

de tecnología de las metrópolis hacia las periferias coloniales, transfor­ logía y determinismo incongruentes con las críticas post-coloniales a la
mando la invención e innovación en desarrollo (Visvanathan, 2006). Si modernidad (Zein-Elabdin, 2004). No obstante, no se pueden compren­
el proyecto del desarrollo resume el paradigma monocultural del cono­ der cuestiones centrales como la globalización neoliberal, los rápidos
cimiento, las críticas al desarrollo y a las políticas económicas que lo cambios tecnológicos, la desregularización financiera y la creciente subor­
estructuran deberán igualmente pasar por un cambio pragm ático, que dinación de las sociedades del Sur global a las instituciones·de Bretton

J
permite la descolonización. Woods sin la atención sistemática de una perspectiva crítica económica.
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J 1 JUSTICIA COGN ITIVA J USTICIA COGN ITIVA 1 J

Profundizando aún más, una apertura a la pluralidad de expedencias eco­ experiencias como formas comprensibles o relevantes ele ser y estar en

nómicas, lejos de sólo revelar una resistencia al modelo hegemónico neo­ el mundo; cleclaraclos como reminiscencias del pasado, son más bien con­
liberal sostenido por el monopolio sobre los recursos económicos, exige denados al inevitable olvido o a ser procesados por el saber científico
ensanchar el pensamiento alternativo hacia las alternativas, sobre lo que dom inante.
significan las economías alternativas.
'· El conocimiento, en vez ele ser una entidad abstracta, es una for­
En este sentido, se debe ver lo post-colonial como el encuentro ele ma ele explicar formas de vida, ocupaciones y redistribuciones. En las
varias perspectivas y concepciones acerca ele la hegemonía del conoci­ relaciones entre el Norte y el Sur globales, entre el centro y las perife­
miento moderno, un idioma crítico que busca rcl1exionar acerca ele los rias del sistema mundial, la colonialiclacl del poder es hoy más que mm­
procesos de descolonización, en las zonas creadas por la violencia del un efecto ele la colonialiclacl del saber científico. Con la globalización
ncoliberal -y las estrictas recetas ele la globalización económica y el tipo
ca

encuentro colonial. Se debe ver el cuestionamiento de esta hegemonía


como una posibilidad contingente de cambio hacia direcciones que no de desarrollo tecnológico que ésta promueve- se alcanza el paroxismo
reproducen la subordinación cultural, política y económica. Este cues­ de la destrucción de otros saberes y prácticas, munclividencias, univer­
tionamiento crítico no es un fin en sí mismo, sino un estímulo a una com­ sos simbólicos y modos ele vida que ellos acreditan y legitiman . El ata­
prensión más amplia de los diversos intentos y múltiples procesos que intensivo a la diversidad epistemológica del mundo ha producido una
económicos. Ocultar o aniquilar la clíversiclad implica siempre la vuel­ pauperización e incluso la destrucción dramática ele la experiencia social
ta de la exclusión. y cultural. En este sentido, ampliar el canon ele los saberes (Santos et al.,
El contraste entre un discurso hegemónico liberal y las prácticas 2005 ) es un intento ele ensanchar la ciencia moderna hacia posibilida­
económicas cada vez más heterodoxas permite identificat� ele Forma cada des que ésta ha suprimido no sólo internamente sino que más allá ele la
vez más precisa, la presencia del cuestionamiento post-colonial a la eco­ misma ciencia. No obstante, los escenarios post-coloniales vigentes son
nomía. Esta perspectiva recurre explícitamente a una historia subalter­ extraordinariamente distintos. La cliversiclacl ele América Latina es dis­
na ele la economía moderna, al análisis de los problemas resultantes del tinta ele lo que ocurre en África o de los contextos europeos y, dentro de
cruce cultural y de la naturaleza de las economías solidarias (y ele las cada uno ele esos macrocosmos, existe una infinitud de microcosmos
socializaciones que ésta posibilita y promueve), afirmando, en una pers­ todos infinitamente distintos entre sí. Sin embargo, si esta diferencia
pectiva ele justicia cognitiva, el refuerzo de otras expedencias Y rel1exio­ espacio temporal recurre a la diferencia dentro del Sur, la experiencia
nes, subalternizadas y marginalizadas porque son consideradas impuras colonial común permite la conformación ele un Sur global, donde la con­
o atrasadas. dición post-colonial se impone más y más en el análisis y caracterización
de las condiciones políticas específicas. Es común a este Sur global una
3. El conocimiento, lejos de s'er una entidad o sistema abstracto, es una crítica que busca identificar y radicalmente sobreponerse a la persisten­
forma de estar en el �unclo, vinculando saberes, experiencias y formas cia ele la colonialiclad del poder y del saber (dominación, explotación, mar­
ele vida. La idea ele una economía alternativa, en plural, es una búsque­ ginalización y opresión), más allá del proceso de las independencias
da para abrir la ciencia moderna más allá ele sus límites, con el objeti­ políticas.
vo ele (re)construir la cartografía ele los saberes ele la Humanidad. La problemática ele la post-colonialiclad exige una revisión críti­
El inicio del siglo XXI exige un análisis más sofisticado, que haga ca ele conceptos hegemónicamente definidos por la racionalidad moder­
visibles alternativas epistémicas. Uno de los elementos críticos ele este na, como los ele historia, cultura o conocimiento. Revisar estos
desafío es la m isma estructura disciplinar del conocimiento moderno. conceptos integi·a varias demandas: la histórica, es decir, la necesidad
Las disciplinas académicas simbolizan una división ele saberes, una ele repensar todos Jos pasados y perspectivas futuras a la luz ele otras pers­
estructura organizativa que k>usca gestionar y hacer comprensible y orde­ pectivas, que Ro son las del Norte global; la ontológica, que pasa por la
nado el campo del sabet� mientras lo controla, endosando y justifican­ renegociación de las definiciones del ser y ele sus sentidos; y, finalmen­
do las desigualdades entre. saberes y generando otras formas de opresión, te, la epistémica, que contesta la comprensión exclusiva e imperial del
que perpetúan la división abismal de la realidad social (Santos, 2007). conocimiento, desafiando el pdvilegio epistémico del Norte global.
La desaparición o subalternización ele otros saberes e interpretaciones En el fondó de esa multiplicidad ontológica, y de la consecuente
del mundo significa, ele hecho, que no se consideran dichos saberes y posibilidad permanente ele configuraciones alternativas, es importante
242 243 .
J 1 JUSTICIA COG N ITIVA
J USTICIA COG N ITIVA 1 J

evaluar modos de coexistencia entre los saberes y las formas de su legi­ oportunidades" a los diferentes conocimientos en disputas epistemológi­
timación. El énfasis en la pluralidad resulta del reconocimiento de la cas cada vez más amplias, con el objetivo de maximizar la contribución
enorme diversidad de experiencias, cuya riqueza, en términos de posi­ de cada uno ele ellos a la construcción de una sociedad más democrática
bilidades de cambios, no puede ser resumida en un único horizonte dis­ y justa y también más equilibrada en su relación con la naturaleza. No se
ciplinar, en una única forma de pensar la alternativa. trata de atribuir igual validez a todos los conocimientos, sino más bien de
permitir una discusión pragmática entre criterios alternativos de validez
4. Pensar la descolonización de la economía requiere necesariamente el que no descalifiquen desde el principio todo lo que no se encuadra en el
reconocimiento de que no hay justicia social global sin justicia cogniti­ canon epistemológico de la ciencia moderna (Santos et al., 2005).
va global. El concepto de justicia cognitiva se basa exactamente en la bús­ La justicia cognitiva, en tanto nueva gramática global, contra hege­
queda de un abordaje igualitario de todas las formas de saberes y de los mónica, necesita urgentemente hacer visibles otras formas de conoci­
que Jo poseen y trabajan, abriendo el campo académico a la diversidad miento y experimentación del mundo, especialmente de los saberes
epistémica en el mundo. Este llamamiento a la descolonización requie­ marginalizados y subalternizados.
re, simultáneamente, la identificación de procesos mediante los cuales
la epistemología y la racionalidad hegemónicas producen la "ausencia" B i b l i og rafía
de saberes, mientras se intenta eonceptualizar la creación de un nuevo
tipo de relación entre los saberes del mundo. CHAKRABARTY, D. (2000), Provincializing Europe: postcolonial thought and
Para asegurar que cualquier nueva participación política no con­ historical clifference, Princeton: Princeton University Press.
lleve, nuevamente, la destrucción epistémica que se busca superar, es DussEL, E . ( 1 994), 1492 - El encubrimiento del Otro: hacia el origen del
importante reconocer la diferencia que hace la diferencia, desenmasca­ 'mito de la modernidad' , La Paz: Plural Editores.
rando las estructuras de poder que todavía caracterizan la relación cien­ G UYER, J. I. (2004 ), Margi11al Gains: monetary transactions in Atlantic
tífica con otros saberes, mientras se busca tmnsformar esas estructuras Africa, Chicago: Unive�·sity of Chicago Press.
y, consecuentemente, los términos del diálogo. Plasmar las situaciones H oUNTONDJI, P. J. (2007), La Rationalité, zme 'pu p/urielle? Dakar: CODES­
contemporáneas en una homogeneidad presupone el reconocimiento RIA.
mutuo, que deberá ser creado a partir de la descentralización de las narra­ SANTOS, B. S. ( 2000), A Crítica da Raziio Indolente: contra o desperdício
tivas dominantes producidas en el Norte global, apostando en un aná­ da experiencia, Sao Paulo: Cortez Editora.
lisis basado en una ecología de saberes en tanto red compuesta ele ( 2006), A gramática do Tempo: para uma nova cultura política, Sao
múltiples narrativas interconectadas. Otro dogma que se debe desafiar Paulo: C01·tez Editora.
es el tiempo lineal, que legitima los estadios del progreso cultural en el (2007), Para além do pensamento abissal: das linhas globais a uma
espacio-tiempo de la modernidad. En el caso afTicano, la tradición, en ecología de saberes. Revista Oitica de Ciéncias Sociais, n. 78, p. 3-46.
la medida que se otorga cierta especificidad a la realidad africana, se SANTOS, B. S.; MENESES, M. P.; NUNES, J. A. ( 2005), lntrodw;:ao. Para
transforma en el artificio ideológico que ha justificado no sólo la inven­ amplia¡· o dinone da ciencia: a cliversiclacle epistémica do mundo.
ción del mundo local, sino también la naturalización de la no contem­ En: SANTOS, B. S. (Org.), Sernear oz.lfras solw;:oes: os caminhos da
poraneidad ele África con los tiempos del Norte global. Aceptar la biodiversiclade e dos conhecimentos rivais, Rio de Janeiro: Civiliza­
presencia ele diferentes lógicas y diferentes fm·mas ele pensar exige la posi­ <;:ao Brasileira, p. 25-68.
bilidad de diálogo y de comunicación entre culturas, incluyendo, luego VISVANATHAN, S. ( 2006), Alternative science. Theo1y, Culture & Sociel_\; v.
de reconfiguradas, las experiencias ele conocimiento del Norte. 23, n. 2-3, p. 1 64-1 69.
Promover una justicia cognitiva global sólo será posible mediante ZEIN-ELABDJN, E. O. (2004), Articulating the postcolonial (with economics
la sustitución de la monocultura del saber científico por el ensanchamien­ i n m ind). En: ZEIN-ELABDIN; E. 0.; CHARUSHEELA, S. (Ed.), Postco­
to de los saberes y ele las experiencias. Dicho ensanchamiento epistémi­ lonia/ism meets economics, Cambridge: Routledge, p. 2 1-39.
co hacia la diversidad -las epistemologias del Sur- incluye, en la propuesta
de Boaventura de Sousa Santos, la revelación ele otros saberes, y la
construcción de un diálogo entre éstos que garantice la "igualdad de
244 245
M
MACROECO N O M ÍA Y ECONOMÍA POPULAR

RICARDO DIÉGUEZ

l . La comprensión del funcionamiento macroeconómico ele una forma­


ción económico social capitalista es esencial para analizar las posibili­
dades ele otra economía. Como parte integrante del sistema social, el
subsistema económico nos remite a la producción, distribución, circu­
lación y consumo ele bienes y servicios. Bajo la hegemonía del capital.
el capitalismo aparece como un "sistema total que articula la reproduc­
ción material y social" (Cattani, 2004). En este "sistema total" distingui­
mos: a) El subsistema capitalista, que responde a la lógica ele
reproducción del capital; b) El subsistema estatal, que responde a la lógi­
ca de reproducción del poder político y e) El subsistema ele la economía
popular, que responde a la lógica de reproducción de la vida.
La articulación de estos tres subsistemas con sus lógicas entrela­
zando a las unidades micro sociales en las que se constituyen, (Coraggio,
1 999) ha caracterizado al capitalismo desde su propio nacimiento y su
separación es sólo analítica. En este sentido hablamos de economía mix­
ta, toda vez que las estmcturas de interacción e intercambios entre uni­
dades ele una o varias lógicas, manifiestan la base económica de las
sociedades contemporáneas, y a su vez la producción 1 reproducción ele
su tejido social. Es mixta por la confluencia de tres colectivos, cada uno
de ellos con tres lógicas diferentes, y no en el sentido convencional de capi­
tal y estado interviniendo en el mercado.
En una economía predominantemente de mercado, éste actúa
como el principal organizador de estas articulaciones, las cuales se con­
figuran a través de los precios. La confluencia/confrontación en el mer­
cado de los procesos sociales de producción y circulación construyen
el sistema de precios ele las mercancías que componen el producto
social. Aceptada analíticamente esta reducción de la organización de la
vida social, sin ignorar los otros aspectos ele la vida del hombre, podemos
.
247
M 1 MACRO ECONOMÍA Y E CO N O M ÍA POPULAR MACROE CO N O M ÍA Y E CO N OM ÍA POPULAR 1 M

examinar la forma en que se enlazan las relaciones sociales mediadas nía social, vemos que los gastos estatal es tienen un doble sentido : a)
por cosas, donde los precios ofician como articuladores, tal y como suce­ capital estatal , que se dirige a garanti zar la rentab ilidad genera l del
de en la moderna sociedad capitalista. Desde este punto de vista, es posi­ capital y b) gasto social, que se dirige a garant izar la armon ía social
ble identificar transacciones y transferencias entre los tres subsistemas. y su propia legitim idad, como, por ejem plo, la asisten cia social. A su
Analicemos entonces cada uno de ellos, observando su participación en vez, el capital estatal puede diferen ciarse en: i ) inversió n estatal: acti­
la prodücción de satisfactores de necesidades. vidades realizad as por el Estado que increm entan l a produc tividad de
Al observar las industrias organizadas por el capital privado, es una determ inada cantida d de la fuerza de trabajo , aument ando el
necesario realizar una distinción que determina el funcionamiento de benefici o del sector privado -como por ejemplo l a creación de parques
este subsistema. La observación simple de lo real permite distinguir entre industr iales que son financiados por el Estado- y ii) el C071SW1W esta­
industrias organizadas por el capital concurrencia! e industrias organi­ tal: activida des que disminuyen el costo de reprodu cción de la fuer­
zadas por el capital concentrado (O'Conno1� 1 983). Mientras las prime­ za de trabajo, contribu yendo también a aument ar la tasa de gananci a
ras llegan al mercado como "tomadoras de precios", las segundas lo del sector privado -como la segurid ad social , los sistema s de salud o
hacen como "formadoras de precios" mediante lo que se denomina "pre­ la educac ión.
cios administrados" y forman sus precios "fuera del mercado", según la En la Econom ía Popular y su unidad micro social, la Unidad
ganancia después de impuestos que pretenden obtener. Esto no signifi­ Doméstica (UD) (Coraggio, 1 999), incluimos el trabajo asalaria do, el tra­
ca que la "demanda con capacidad de pago" no tenga ningún rol; sim­ bajo domésti co, otros trabajos que generan valores de uso pero no valo­
plemente estas agencias capitalistas están en condiciones de estimar la res de cambio, los emp¡·en dimient os productivos no orientad os por el
cantidad de bienes que, dada su capacidad instalada, pueden realizar lucro a través de diferentes formas asociati vas v las activida des involu­
efectivamente en el mercado al precio que les asegure la rentabilidad cradas en "la pequeí1a producción de mercancías;' , (productores por cuen­
esperada. ta propia que vuelcan su producción en el mercad o). Visto desde la
Las industrias organizadas por el capital concurrencia), en tanto "producción de mercancías", en· este subsistema se "produce" la mercan­
tomadoras de precios, obtienen la determinación de su tasa de ganan­ cía "fue1:za de trabajo" . En rea! idad, lo que ptpcluce/reprocluce la UD es
cia en el mercado. Así, en este subsistema vemos que el capital concen­ la capacJdad de hombres y muJeres de trabajm� indepen dientem ente que
trado se apropia de una porción mayor del producto social por su esa capacid ad sea vendida como mercancía o utilizad a en otras activi­
condición de formador de precios. Esto determina que el capital concen ­ dades. Esencial mente, la producción/reproducció n de la fuerza ele tra­
trado sea el único qué puede reflejar en sus ganancias los aumentos de bajo es una actividad colectiva en la que confluyen el trabajo (gasto de
productividad generados por innovaciones tecnológicas, mientras que cerebro y músculo humano ) de todos los integrantes de la UD (va sea en
los incorporados por el capital concurrencia! van a tender a expandir­ la concepc ión restring ida de la misma -la familia nuclear- o e;1 su con­
se por todo el sect01� reflejándose en la baja de sus precios. cepción ampliad a -los vínculos y entrelaz amiento s de la unidad fami­
En el subsistema estatal encontramos las industrias organizadas liar con su entorno y 1 o con la familia 'ampliad a', esto es la confluen cia
por el capital estatal. Se distinguen aquellas que producen bienes y ser­ de varias 'unidades de familias nucleares ' vinculadas por lazos de paren­
vicios y son organizadas directamente por las agencias estatales (el petró­ tesco, vecinda d u otros).
leo, la electricidad, los servicios postales, la educación, la salud, etc.) Y Al definir así el funciona miento de la Econom ía Popular, desde su
aquellas que producen mediante contratos con el Estado (los sumini s­ unidad socioeco nómica, la Unidad Doméstic a y su articulac ión con dis­
tros militares, la construcción de viviendas y carreteras, etc.). En éstas tintas instituciones sociales (escuela, sistema de salud, sindicato s, etc. ),
el sector privado también opera con precios administrados, pero en esa puede verificarse que esta lógica opera más allá de los niveles de ingre­
administración confluye el capital privado -organizado en busca de bene­ sos que las mismas detenten y de las pautas de consumo que puedan
ficio- con el Estado -que no i nvierte en busca de lucro-, y corresponde caracteriz adas. Es decir, no nos estamos refiriend o a una "econom ía de
distinguirlas de las del sistema anterior. pobres para pobres", sino que esta lógica opera, de acuerdo a la defini­
Asumiendo que las funciones básicas del Estado capitalista ción de Coraggio , en cualquier unidad doméstica cuya reproduc ción
(O'Conn or, 1 983) son garantizar las condiciones de rentabilidad de l depen de de la realización continuad a de sus capacidad es de t1:abajo, sea
capital pl"ivado y establecer las condiciones que garantizan la armo- cual sea su condici ón social.
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M 1 M
1 MACROECONOMÍA Y ECONOMÍA POPULAR MACROECONOMÍA Y ECONOMÍA POPULAR

2. Estos tres subsistemas el e la economía capitalista -del capital, del esta­ excedente", es decir personas demandadas por el subsistema estatal
do y de la ecm� omía popular- interactúan pem1anentemente en la co n­ o el subsistema capitalista concurrencia! (a salarios más bajos) o
fluencia/confrontación entre el proceso social ele producción y el proceso excluidas del proceso social de producción capitalista. Sin embargo
social de circulación dentro de un marco institucional históricamen te esto no significa que necesariamente sean excluidos como consumi­
clctcrminaclo. En esa interacción se determinan los precios ele las mer­ dores (ele Jesús y Manee, 2004) donde, por la vía ele los precios, con­
cancías y las cantidades de remesas ele transferencias (subsidios, impues­ tribuyen al financiamiento ele la i nversión estatal en innovaciones
tos, etc . ) definiendo así la forma en que, en última instancia, se clistl"ibu.vc tecnológicas.
el plus producto social. Los precios son una "unidad de medida" expresada en dinero;
Los precios de mercado expresan no sólo los costos ele produ c­ esto obliga a mirar cómo opera la restricción monetaria dentro del agre­
ción :-· la ganancia del capital. entendida como un mark up sobre aque­ gado macroeconómico que estamos describiendo. La moneda, en tan­
llos. sino también los impuestos, tanto los que afectan al consumo, co mo to homogenizaclora de heterogenidades, opera en forma endógena
l os que, teniendo que estar a su cargo, el capital privado concentrado articulando las transacciones y transferencias en el mercado. La cre­
transliere mediante los "precios administrados" a los consumidores, car­ ación ele moneda, tanto pot· el Estado como por las insti tuciones finan­
gando éstos con la carga tributaria, y aumentando la ganancia ele las cieras, determina el límite superior del volumen del proceso social de
agencias capitalistas. circulación (el l ímite inFerior estará dado por la propensión a consu­
Este traslado de la carga impositiva hacia los consumidores resul­ mir, la pre ferencia por la liquidez y las alternativas ele desviar dint:ro
ta, además ele un gasto mayor en la búsqueda ele satisfactores ele necesi­ hacia los met-caclos financieros especulativos y no hacia el consumo),
dades, una degradación permanente ele la equidad social. Basta observa¡; ya que éste rem ite a la demanda efectiva, es clecit� a la demanda con
por ejemplo, que en gran medida los alimentos son producidos por empre­ capacidad ele pago.
sas organizadas por el capital lconcentraclo, para tener una idea ele las trans­ Los bancos, al ct·e ar moneda a través ele los préstamos, operan
ferencias que el subsistema ele la economía popular realiza hacia el aumentando dicha capacidad de pago. En tanto generadores ele crédi­
subsistema del capital a través del sistema de precios. Precios y mercado tos, es decir de capacidades de "demandar", los bancos aumentan la capa­
se constituyen así en la herramienta del capital concentrado para trasla­ ciclad existente ele realización ele las mercancías que el capital vuelca en
dar una parte de su carga tributaria al subsistema ele la economía popu­ el mercado. A su vez los créditos se vinculan con la "capacidad de devo­
lar, al tiempo que por la vía el e la inversión estatal socializa costos, lución" que el sistema bancario considera que posee el solicitante del mis­
aumentando sus ganancias. mo. Así los emprenclimientos productivos ele la economía popular y, en
La combinación ele un,a estructura tributaria regresiva con una dis­ menor medida, los del capital concurrencia! son "menos atractivos" para
tribución del ingreso ele inequiclacl media a alta y el predominio ele mer­ el sistema financiero que los organizados por el capital concentrado,
cados oligopólicos, hace que la presión tributaria caiga en mayor determinando así el rumbo de la mayor parte del dinero creado por los
proporción sobre los decilcs inferiores ele la distribución del ingreso que bancos con destino a las inversiones productivas.
en el superior (Santiere, 2002). Así, el mercado, a través ele los precios, Mirado desde el consumo final, los sectores ele mayores ingresos
prorundiza las desigualdades sociales, situaciones bastante caracterís­ del subsistema de la economía popular se presentan con mayores posi­
ticas de los países de América Latina. Si bien esta situación puede ser bilidades de aumentar su "capaciclacl ele pago" mientras que para los sec­
mitigada por políticas sociales adecuadas, eso no significa que sea eli­ tores de menores ingresos esa posibilidad es prácticamente nula, lo que
minada. En el mejor ele los casos se mantendría sin profundizarse la des­ permanentemente aumenta la brecha en la capacidad de alcanzar los
igualdad social. Esto da cuenta que en estas situaciones, y a través ele los satisfactores que garantizan un nivel m ínimo ele calidad de vida entre
precios de mercado, la func ión de redistribución del Estado opera, en unos y otros. Entonces, la restricción monetaria no opera de igual mane­
ra en las agencias capitalistas más concentradas y los sectores ele la eco­
una medida nada desdeñable, desde los sectores ele menores recursos
hacia el capital concentrado. nomía popular ele mayores ingresos que en l �s sectores del capital
A su vez. las innovaciones tecnológicas tienden a aumentar la concurrencial, los emprenclimientos de la economía popular y la capaci­
producción y, al mismo �iempo, disminuir la demanda ele fuerza ele tra­ dad ele consumo ele los sectores de menores i ngresos. Y estos diferencia­
bajo (desempleo tecnológico), generando permanentemente "población les actúan ele Forma tal que las diferencias tienden sistemáticamente a
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M 1 MACROE CONOMÍA Y ECONOMÍA POPULAR MICROCRÉDITO 1 M

profundizarse en mercados donde el dominio del capital concentrado es sociedad se convierte en un elemento indispensable para que el capital
hegemónico y la diferencial de ingresos entre los actores de la economía monopólico no socialice sus costos (pensemos también en las "externa­
popular sigue un ritmo creciente, tal como lo muestran los procesos his­ lidades" como el deterioro del medio ambiente), logrando que el estado
tóricos que dan cuenta de la economía realmente existente. transfiera esos recursos para sostener y ampliar las actividades encami­
nadas hacia esa construcción.
3. Incluimos en el subsistema de la Ecmwmía Popular toda la produc­
ción ele bienes y servicios (fuerza ele trabajo como mercancía y como B i b l i ografía
valor de uso, producción para el autoconsumo, producción ele servicios,
ele.) que permiten la reproducción de la vida de sus miembros. En esa CATTANI, Antonio David (2004) La Otra Economía: Conceptos Esenciales
tarea, se recurre, entre otras cosas, a "mercancías cosa" que han de con­ en CATTANI, A. D. (2004) La Otra Economía, Editmial Altamira, Uni­
vertirse en satisfactores. Buena parte de esas mercancías no se vuelven versidad Nacional de General Sarmiento, Fundación OSDE, Bue­
satisfactores sin el trabajo doméstico. Este trabajo es imprescindible para nos Aires
que esas mercancías que las agencias capitalistas ponen en el mercado CoRAGGIO, José Luis, ( 1 999) Política social y economía del trabajo, UNGS,
sean susceptibles de satisfacer necesidades. Basta pensac nuevamente, Miño y Dávila Editores, Buenos Aires
en los alimentos para tener una idea de lo que acabamos de afirmar. Pero -- (2009) Economía del JJ-abajo en esta n1isma obra
el capital no remunera ese trabajo, no lo carga a sus "costos de produc­ DE JEsus, Paulo y MANCE, Euclides André; Exclusión / lnclusió11 en CAT A­ T

ción", sino que lo transfiere directamente a las Unidades Domésticas, por NI, A. D.(2004) La Otra Economía, Editorial Altamira, Universidad
lo que puede apreciarse que las agencias capitalistas y las organizadas Nacional de General Sarmiento, Fundación OSDE, Buenos Aires
por el Estado no se hacen cargo, mediante el pago ele salarios, del cos­ O'CoNNOR, James. ( 1 973) La crisis fiscal del estado. Nueva York, Edito-
to de reproducción de la fuerza de trabajo, sino de una parte de él, mejo­ rial Península.
rando la ganancia o el excedente del que se apropian. Si a esto le POLANYI, Karl ( J 944) La gran irans(onnación. Madrid, Ediciones de la
sumamos el tt·abajo de producción para el autoconsumo, los trabajos de Piqueta 1
cuidado, etc., vemos que esa porción es aún menor y que todo ese tra­ SANTJERE, J. J. (Coord.) (2002) Impacto de los impuestos sobre la distri­
bajo se "transfiere" hacia la valorización del capital. Esto es el resulta­ bució11 del ingreso en la Argentina 1 997 en http://wwvv.mecon.gov.ar/
do de la articulación de lo económico por medio de los precios a través Qeconomica/basehome/documento.P.df
del mercado.
Si los mercados autorregulados responden al "gobierno de los pre­
c i os" ( Polanyi, 1 944), que aquellos no estén completamente "autorregu­
lados" no invalida l a función central que ocupan los precios, ya que es M I CROCRÉDITO
m ed i a n t e los precios que las relaciones sociales mediadas por cosas se
opacan _\' valores generados por unos son apropiados por otros. J EAN-MICHEL SERVET
Estas rdlexiones sólo pretenden contribuir a pensar algunos aspec­
tos para bosquejar un sendero hacia otra economía/otra sociedad. El aso­ l . El término microcrédito se refiere a préstamos de pequeiio importe

1
c i n l i \' Í s m o la organización democrática de los procesos de producción
v otorgados a grupos de personas solidarias, o a prestatarios inclivicluaks,
son u n a herra m i e n t a fuerte para pensar en la construcción de ese sen­ por instituciones que pueden ser organizaciones no gubernamentales.
d ero. Pero en la medida que el conjunto de la producción pase por el me r­ bancos o programas públicos. El público meta de los programas de
cado h q.! c n l n n i zado por In empresa capitalista, la subsunción form al microcréclito se compone de personas o grupos con bajos ingresos o que
c o n t i n u a rú o¡wra n d o en beneficio de la misma, permitiéndole apropia r­ sufren discriminaciones sociales y culturales. En países donde amplios
se d e b rn a v o r pa rt e del plus pmducto social, en desmedro de la produ c­ segmentos de la población sufren un empobrecimiento marcado (por
c i ón o rg. a n i i'. a d a bajo criterios no utilitaristas. ejemplo, Argentina o Estados de la Europa Central y Oriental), el micro­
La acci <'lll po l í t i c a sobre el Estado por parte de los actores soci a­ crédito se destina ampliamente a los "nuevos pobres" de las capas m ü s
les q ua e p rt i i pa n de la creación del sendero h a c i a otra economía/ot ra
c instruidas. En los países "en desarrollo", gran parte de la población se

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M 1 M I CROCRÉDITO MICROCRÉDITO 1 M

encuentra en situación de exclusión financiera v- constituve una cliente­ 3. Bajo el término microcrédito se oculta, ele hecho, una diversidad de
la potencial del Ó1icrocrédito. En los países "cle� arrollad �s", donde pre­ modelos. Las organizaciones tienden a vincular cada vez más servicios
domina el número de asalariados, el microcrédito se destina a una además del crédit o. particularmente el ahon·o. los seguros y las transfe­
proporción limitada ele trabajadores, y el autoempleo es solamente una rencias, lo que resulta en la referencia a las microfinanzas. Las metodo­
solución limitada a la cuestión del desempleo y de los trabajadores logías privilegiadas pÓr las instituciones ele microfinanzas (microcrédito
pobres. solidario, préstamo individual, garantía bancaria, cte.) están fuertemen­
te determinadas por incentivos públicos. En cada país, prevalece ésta o

2. El Grameen Bank, ele Banglaclesh. suele ser considerado la prime­ aquella metodología. según los apoyos financieros ofrecidos por los pode­
ra organización en practicar el microcréclito contemporáneo. No obs­ res públicos y la imposición de normas reglamentarias.
tante, sus actividades tuvieron inicio en ! 976, mientras que la Los neoliberales piensan el microcrédito como un estímulo al tra­
Opportunity International, organización sin fines de lucro, ele origen bajo a través del autoempleo y como un m edio particularmente insidio­
cristiano, empezó a otorgar pequeños préstamos en Colombia desde so ele desarmar las políticas ele auxilio a los desempleados y a las personas
1 97 ! , y la organización no gubernamental Accion International ofre­ desfavorecidas, en las áreas más marginadas. Esos auxilios representa­
ció sus pri meros créditos en 1 973, en Brasil. El Grameen Bank tam­ dan gastos sociales pasivos, mientras el apoyo dado en la forma ele micro­
poco es la organización de microfinanzas con el mayor número de préstamos entraría entre los gastos sociales activos, más eficaces para
prestatarios (4 millones) si se lo compara con el National Family Plan­ el desarrollo económico local. El crecimiento de las microempresas,
ning Coordinating Board, de Indonesia (5,2 millones), o al programa cuyas actividades podrían competir con el sistema salarial, también pre­
de Nabarcl, en India, con 24 millones ele miembros organizados en gru­ senta el riesgo ele contribuir para el desmantelamiento ele los sistemas
pos de ayuda mutua. Si se concibe la caja ele ahorros también como tradicionales ele soliclariclad y ele protección, presionando hacia la baja
actividad de una institución q�te practica el microcrédito, el Grameen ele las remuneraciones, desechando las normas ambientales y las con­
parecerá aún más pequeño ante los 28 millones ele ahorristas del BRI, diciones ele producción, además ele estimular el trabajo infantil.
el banco "popular" indonesio. La creencia en la posibilidad ele i mplementación rápida de i nsti­
Prácticamente desconocido a principio ele los años 1 990 fuera de tuciones rentables ele microcrécl i to resulta atractiva. Para lograr ese obje­
un círculo estrecho ele especialistas, el microcrédito f·uc objeto ele una tivo, se definen normas ele buena gestión de las instituciones de
popularización creciente. Luego empezó a ser presentado como un ins­ microfinanzas que deben privilegiar ampliamente los criterios financie­
trumento, entre los más eficaces, para erradicar la pobreza o garantizar ros. Se hacen campañas, a veces muy exitosas, en aras de suprimir el lími­
el desarrollo local. Es operacipnalizaclo, principalmente, por los pode­ te ele las tasas ele usura a favor ele las organizaciones de microcrédito.
res públicos en el ámbito de las estrategias establecidas para alcanzat� Esos créditos son caros, se admite, pero ese costo es el precio del servi­
en 20 1 5, los Objetivos del Milenio de lucha contra la pobreza. cio prestado. Para el prestatado, la capacidad de adquirir un préstamo
Su difusión se vio muy beneficiada por las cumbres del microcré­ para realizar un proyecto importaría más que la tasa de interés. Junto
dito y por su réplica en los niveles continentales y nacionales con el apo­ a los fondos ele tipo no lucrativos y ele las i nversiones éticas, las institu­
yo del Banco Mundial. La primera cumbre reunió en Washington, en ciones ele microcrédito se vuelven objeto ele competencia y de apuesta
febrero de 1 997, a más de 2900 participantes de 1 37 países. Un aspecto -pueden convertirse en objeto ele inversión (en la forma de participación
culminante ele las manifestaciones públicas de apoyo al microcrédito fue o préstamo) que puede rendir hasta 1 5% al año, como se promete. Asi­
el conjunto de conferencias llevadas a cabo en 2005, declarado el Año mismo, organizaciones de formación que divulgan los criterios ele eva­
Mundial del Microcrédito por la Organización de las Naciones Unidas. luación de las i nstituciones ele microfinanzas ganan con esa ideología,
El último encuentro sucedió en noviembre ele 2006, en Canadá, en Hali­ captando una parte ele la ayuda dirigida a las microfinanzas.
fax (Nueva Escocia), para consagrar el éxito de esas campañas con vis­ Paralelamente a ese discurso, se acciona una extraordinaria máqui­
tas a alcanzar 1 00 millones de pobres y definir nuevos objetivos para las na mediática para atraer a los fondos de cooperación multilateral, coo­
campañas ele movilización alrededor del microcréclito. Es sorprenden­ peraciones bilaterales, donantes privados, bancos e inversores privados.
te el contraste que hay entre el lujo que se suele ver en esos encuentros En 2005, de acuerdo con los elatos disponibles, la ayuda pública al clesa­
y su finalidad expresa de contribuir para la lucha contra la pobreza. p-ollo dirigida a las microfinanzas no pasaría de los 1,2 mil millones de
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M 1
1 M
M I CROCRÉDITO M I CROCRÉDITO

dólares, el Banco Mundial otorgaría solamente el l % de sus recursos a tus de las mujeres explicaría el aumento de sus capacidades de produc­
las microfinanzas y el PNUD un 3%. En una fase de supuesto crecimien­ ción, intercambio y financiación (entre las cuales estaría el préstamo).
to del monto de la ayuda, el riesgo está en permitir que se desvíen medios La creencia en que esas organizaciones tengan la capacidad de ser
que puedan ser más eficaces que el microcrédito en la lucha contt·a la financieramente autónomas causa considerable presión sobre ellas en
pobreza. Además, es muy posible que el microcrédito no cumpla sus pro­ el sentido de ser rentables. La búsqueda de un equilibrio financiero por
mesas. parte de las instituciones crediticias explica, a menudo, los datos que
muestran una disminución de la fi·acción de pobres, aunque la misma
4. El microcrédito no sedujo sólo a los adversarios del neoliberalismo. definición de pob1·eza aún sea poco clara. Por las mismas razones, se
La creencia en sus éxitos se basa en la divulgación de historias de pres­ observa aún, en innumerables organizaciones, el reemplazo del présta­
tatados (en general, mujeres) que alcanzan, gracias a pequeñas sumas, mo solidario de grupo por préstamos individuales. En este sentido, el Gra­
un cambio de vida significativo. Ellos -pero principalmente ellas- aumen­ meen Bank fue obligado, en 2002, a abandonar lo que era una de sus
tan sus ingresos de modo sorprendente y realizan pequei1as inversiones opciones fundadoras.
no sólo productivas, sino también personales: envían a sus hijos a mejo­ Conviene subrayar una última idea falsa: la de que las principa­
res escuelas, se tratan mej01� tienen éxito en la lucha contra el alcoho­ les instancias financiadoras del microcrédito se caracterizarían por su
lismo masculino, ganan autonomía de acción. Anclados en la idea de que tamai'ío pequeño. Ahora se observa una concentración muy grande de
las mujeres son mejores clientes que los hombres en lo que concierne a clientes, reforzada por la presión de los linanciadores, que fomentan la
la tasa de devolución, se presentan los éxitos financieros de determina­ normalización del microcrédito. Según la Campai'ia de las Reuniones de
das organizaciones como prueba del efecto positivo del crédito sobre los la Cumbre del Microcréclito, cerca de quince organizaciones reúnen apro­
beneficiarios de los préstamos. ximadamente la mitad de los prestatarios. Esa concentración es marca­
La imagen del microcrédito transmitida por los medios y las espe­ da en lo que concierne a los clientes "pobres".
ranzas depositadas en él por los poderes públicos se fundamentan en dog­
mas v en un conocimiento equivocado de sus servicios prestados a las .
5. Frecuentemente se presentan 1 as micro fi1nanzas
1 como una .Il11CiatJV�l
. . .

pobl<�ciones y de sus efectos reales. Según una de esas aeencias, la nece­ económica, pues se reducen al microcrédíto con vistas a la creación ele
sidad esencial de las poblaciones más pobres sería la del crédito. Ellas autoempleo o microempresa. Su objetivo principal sería el aumento del
manifestadan su preferencia por una actividad que implica la creación ingreso a través del incentivo al microemprendedurismo. En verdad, la
personal, en detrimento del trabajo asalariado. El microcrédito sería efi� acia de los micropréstamos dirigidos al desarrollo de las actividades
necesario porque las instituciones financieras carecerían de recursos sufi­ económicas de los más pobres se muestra limitada, principalmente por­
cientes para p1·estar ante las demandas casi ilimitadas de crédito de esa que esos créditos son otorgados a corto plazo y po1·que es bastante res­
clientela. Sería posible crear instituciones de microcrédito rápidamen­ tringida la rentabilidad del capital ele esas unidades de producción. El
te rentables cuvos clientes fuemn personas pobres e incluso muy pobres. otorgamiento de crédito no es suficiente para que se desarrolle el micro­
Eso sólo es ver�lad en circunstancias bastante excepcionales y difícilmen­ emp7·endedurísmo; hace falta destinar grandes montos para el acompa­
te reproducibles. I'i<�miento profesional, técnico y comercial de los creadores de actividad,
En 2 005, más de 92 millones de prestatarios (de los cuales 66 millo­ desencastrarlos de su medio de vida, darles capacidad para informarse
nes de personas son consideradas "pobres") habrían sido clientes de una mejor acerca ele los potenciales clientes y desarrolla¡· la protección social
de las 1 O mil organizaciones de microfinanzas activas en el mundo, de las institucionalizada para que disminuya la presión social ejercida sobre
cuales sólo el 1 % sería financieramente rentable. Los resultados de los las microemprcsas.
estudios sociocconómicos sobre el impacto del microcrédito se muestran Es suficiente comparar el número ele empresas que podría haber
contradictorios y no permiten afirmar que descmpei'ía un papel positivo sido creado por el microcrédito en los países denominados "desarrolla­
para )as capas más pobres de la Tierra. Es dudoso aún ubicm· la eman­ dos", con la masa de desempleados y de trabajadores pobres. existentes
cipación de las muje¡·es en términos de acceso al crédito, así como afir­ allí para percibir los límites de ese tipo de política y, más que nada, sus
mar que el microcrédito, en sí mismo, es promotor de emancipación y

1
peligros. El apoyo a las microfinanzas puede contribuir a una precari­
de poder social. Conviene cuestiona�� igualmente, si la evolución del esta- zación generalizada de los derechos laborales sí son presentadas como
256
M 1 MICROCRÉDITO M ICROE M PRENDED U RISMO 1 M

la principal alternativa o incluso la única. Apoyar las capacidades ele los Bibliografía
que desean cre;r merece todo el apoyo posible, pues se trata de una cues­
tión de derecho. Establecer los incentivos para los económicamente ARNIEN ?ARIZ DE AGHION , B.; MORDUCH, J. (2005), Tlze eccmom ics of"nzicro­
excluidos que quieran crear representa una política innovadora; hacer fmance, Camb ridge; Lonclo n: MIT Press.
ele eso una solución única es una estrategia distorsionada ele desman­ CENTRE W�LRAS (2005) , Rapport exclusion et lie11s financie!; París: Eco­
telamiento ele los sistemas de autoclefensa de los asalariados y ele inter­ nomJc a.
dicción ele la usura, los cuales llevaron casi dos siglos para consolidarse. DALEY-HARRlS, S. (2005), State o(the microcredit s1mzmi t campaion Report
2005. Washi ngton, dec. o '

6. Los resultados de las evaluaciones realizadas acerca del impacto ele DJEFAL , S. (2004 ), Les ressorts de la nz icro(illance: entre march é et soli­
las microfinanzas en general, y del microcrédito en particular sobre la c!arité, impac t et pérenn ité eles systemes financ iers décentn.llisés .
pobreza, aún no son conclusivos. Más que meros instrumentos de desa­ Et �1cle ele cas en Afl·iqu e ele l 'Ouest ( 1 980-20 00). These (Docto rat
rrollo ele recursos productivos (algo que es una ilusión ampliamente Scrences Écono mique s), Université Lumiere Lvon 2.
diFundida), las microfinanzas, entre las cuales está el microcréclito, con­ DouGEZ, F. (200�) . lmzovationsJinancieres, financemer;t du développeme11f
forman alternativas a los más desfavorecidos para administrar mejor sus et dynann ques rurales. Etucles compa rées au Bénin en
Guiné e et
recursos en el largo plazo. Es peligroso hacer ele los pequeños préstamos au Nicaragua. These (Sciences Écono mique s), Univ�rsité París X,
a co1to plazo una herramienta centr·al para el desarrollo, sino que es fun­ Nanten·e IX, Paris.
damental actuar clirectamente en las cuestiones ele salud, educación, for­ GUÉRIN , I.; �ARIU S-GNAN OU, K.; PAlRAU LT, T. (Ecl.). (2006) , ¡VJicro(immce
mación y defensa ele los derechos. en Asw: entre tracliti ons et innova tions, Paris; Ponclic hérv;
tala: FIP; IRD. . Kbar-
Para enmarcarse en una lógica ele soliclariclacl, el microcréclito debe
contribuir a la lucha contra 1� exclusión financiera. En este campo, la REVUE TIERs MONDE (2002 ), Micmfi nance: petites sommes, grancls effets,
eficacia ele las prácticas ele ahorro y seguro, ele transferencias ele los Pans:_ n. 1 72, oct./déc.
migrantes y ele la garantía ele devolución suele ser mayor, particularmen­ SERVET, J-M. (2006) , Bmzqu ieres et banquiers a ux p ieds m1s, París: Ocli­
te en las poblaciones que prácticamente no tienen acceso a servicios le Jacob.
financieros formalizados. Las necesidades deben ser definidas por las pro­ TECHNIQU ES FINANC IERES ET DÉVELO PPENIEN T (2005) , La microfi nance· un
pias poblaciones. Además del microcréclito, otros servicios financieros essai a transfonner? Paris: Epargne sans Fronti eres, n. 78, m�r.
resultan inclispens�bles para el desarrollo del microemprenclecl u risrno. VALLAT, D. ( 1 999), f!xc�usion et liens flnmzciers de proxin zité ((inanc ement
Se debería enfatizar la forma¡::: i ón, así como la microseguridacl, la pro­ de n l_ ro-act ltes).
_ These (Doctorat Scienc es Econo mique s), Uni­
:� ��
tección social ele los bienes y de las personas. versrte LumiCrc Lyon 2.
El microcréclito puede fl.mcionar como una palanca para el desa­
n·ollo local, creando una sinergia entre diferentes actores públicos y pri­
vados. Así, el microcrédito se mostró muy eficaz para restablecer vínculos
sociales a través ele lazos financieros y para obtener recursos indispen­ MICROEMPRENDEDURISMO
sables en situaciones post-conflicto o post-crisis, como en Banglaclesh,
Uganda, Cambodia, Bosnia o Kosovo. En las relaciones Norte-SU!� el PEDRO H ESPANHA
microcrédito también puede concretar nuevas soliclariclacles, principal­
mente cuando los fondos prestados no provienen ele inversiones externas l. En general. s� �onsiclera el concepto de microemprencledurismo como
expresadas en monedas f·uútes, prometiendo alta rentabilidad, pero apo­ _
u na espec1ficacwn del concepto ele emprencleclurismo referido a situa­
yándose en fondos asegurados que permiten una movilización responsa­ _
cwnes de pequeñfs �m� escala. En muchos países se estipuló, por cues­
bilizada ele recursos locales. En situaciones muy diversas, el microcrédito _ s ele a oyos pubhcos, un límite máximo ele dimensión definido a
twn : �
puede constituir un instrumento eficaz ele lucha contra diferentes for­ t!·aves del numero de personas involucradas o del volumen de negocios.
mas de exclusión siempre que sus potencialidades y sus límites sean bien Este es el caso el e los Estados Unidos, donde se suele definir una m icro­
comprendidos. e �presa como un negocio con 1 O empleados o menos y con un volumen
2 58 259
lVI 1
1 M
M ICROEMPRENDEDURISMO
M ICROE M PRENDEDURISMb

de negoci os a n u a l d e h asta 1 00.000 dólares. La Com is i ó n E u ro pea usa uso de una nueva fuente ele materia prima o ele produc
el m i s 110 criterio de 1 O trabajadores, pero extiende el volu m en de nego­
� tos semi industr ia­
l i zado s; y S) cambio s en l a forma de organización de
cios hasta los 2 m i l l on es de euros. la activid ad, como
l a con formac ión o desman telam iento de un m onopo
N o obstante, defin i r la m i croe m p resa a través de su escala escon- l i o . A pesar ele con­
s iderar l a in novació n una predi sposici ón que disting
de una d i versidad de situaciones que desafía cualquier i ntento de encon­ ue a l empren dedor
d e l ad m i n istrado r, Schum peter n u nca produjo algún
trar rasgos comunes de índole más substantiva. Vendedores ambu ntcs, lé.� pautas por las cuales el em prende dor tuviera que orienta
cuerpo ele regl as o
';
pequeí'í s campesinos , a rtesanos tradicionales o 1:1odemos, modistas, rse, s i n o que
_ consid eró la conduc ta reflexiv a como l a más adecua
operadores de máquinas, cartoneros, jóvenes creativos son sol da para tratar con
� al � unas l o nuevo (S\\·edb erg, 2000, p.
de las s i tuaciones que asoci a m os a la m icroempresa. Sus motivaciOnes
1 2).
La conduc ta d e los empren dedores sólo l e i n teresó como
son las más d i versas, aunque l a gran mayoría de esas p e r� on � s sean un aspec­
pobres y tengan d i fi cu l tades ele acceder a recursos. E1: tenm nos de
to ele una nueva teorfa económ ica centrad a en el cambio
y en el desarro ­
l l o económ ico. El emprendedor estaría en el migen de los
empleo, los pequeños negocios ocupan una parte substancial de la p�bla­ más importantes
cambio s de la econom ía, alteran do el sistema económ
ción activa y representan una proporción altísima de e mpresas: por eJem­ ico desde dentro,
a través de la creació n de nuevas [·uncion es de produc ción
plo, más de 80% en A mérica Lat i na y 7 9% en la U E (Lesmes, 200 �). que marcar í­
an los c i clos ele negocio s. Más tarde, subraya ría el papel
Asi m i s m o , esos negocios consti tuyen para m uchas personas lll� mediO ele la fu nción
_ empres arial en e l proceso de destruc ción creativa que,
según él, caracte ­
de escapar al desem pleo a la pobreza, y contribuyen a l crccumento de
y riza el propio capitali smo: l o nuevo reempla za lo viejo.
l a economía v l a estabilidad social . M ientras tanto,
dad e i ntuición .
. el cmpren deduris mo se define por sus atributos de creativi
La cue � t ión que se plantea es l a de saber en qué medida esos 1111cr?
Schu m peter analiza también las motivac iones del empren
cm pre n d i m i entos o negocios conforman el concepto que se ha ge I: erah­ dedor, en un
registro más cercano a l a psicología que a la teoría económ
zado de e mprendedurismo. Aunque el recorrido de la constn.IccJon _ del ica, para con­
c l u i r que h ay t res motivac iones principa les: el a nhelo de poder
concepto haya sido l a rgo y sesgado, y su semántica dudo s� , se ha ge ne­ y de auto­
nomía, el deseo ele obtener éxito y l a satisfacc ión de crear algo.
ralizado, principalmente desde la década de 1 990, una �lOCJOn _ de emp1_eJ ­ Una lectura
: desaten ta de este cuadro motivac ional rest�tó en la d ifusión
.
ded u rismo que lo tiene como s i n ó n i m o de u n a capaCidad refi nada pa1 .1 de una i m a-·
gen heroica del empren dedor que hoy es harto celebrad a
detectar v aprovechar oportunidades de negocio d ispon iendo de recur-
por diversos
: autores . El m ismo econom ista luego corregiría su desenfo que
sos propws o no. p opu 1 aJ ¡za el a p01 e t e1 Dl"'ICl<ei·
·
·
... ( 1 98 5 ) fue1·temento:
P ·
admitie n­
. do, entre otras cosas, que el rol del em prended or podría ser desempe
·
.
'

d i fu n d i d a por las business schools de todo e l m undo con buena ac� g1d.1 iia­
do por una organiza ción, que nadie sería emprend edor para toda
en los i n formes de las organ i zaciones i n ternacional es Y declarac i ? n �s
la vida
(sólo m ientras desarro llara actividades i nnovado ras) y lo que
importa ría
sol em nes de los gobiernos, esa aceptación restricta del concepto de.Jarw sería el compor tam i ento y no el actm:
al m a rgen indudablemente l a m ayor parte de las pequeíias e�1 p rcsas.
Tal como el requisito ele detecció n de oportun i dades, el req u
O t ras acepciones ele e mprendeclurismo que se con soh daron a lo isi­
to el e i n n ovación tam poco está present e en gmn pa¡·te e l
e los pequ c iios
l a r0.o del t i e mpo , como la de Joseph S c h u mpeter, l i m i tan igu a l m en te el negoci os o el e l a m icroemp resa . S i a ell o se agregan , además
, l os req u i ­
i
u n verso de su apl icación . Considerado el fundador de l ?s estucli � s sob r� si tos el e capacida d d e asu m i r riesgos y de generar va lor, propues
el e m ¡xenck d u r i sm o , a parti r de su obra The Theory of Ecm iOII / IC Del _v
tos por
jean Baptiste Sa:-.' (el em prended or desplaza los recursos econ
lo¡¡nn'lll . publ i cada en 1 9 1 1 (aunque traduc1"d a a¡ mg
· l e' s rec1 e: n en 1 93 4 ) ·

hacia las úreas de mayor producti vidad y mayor rend i m iento),


ó m i cos
y e l de
. ·

Sc h u m pc t c r \' a J o ró sobre m a n e ra la i n novaci ó n com o u n atributo � u n ­ desenvol tura en la gestión y en la aceptació n de la i ncert idum bre
d ;u1 1 c n t n l clcl c m prcndecl u r i s m o . Al permi t i r 1 ranscen� er l a s con ocJ �I �� � , i n t ro­

¡·eviste de gran m1portanc1 a P·11 ••


_ d u c i do por Fra nk Knight (y más tarde rea firmado por Howard St en·n­
. t c nci as al cambio, la i n n ovación se
rc·si�
. so n ) , t a m poco adquiere mayor consisten cia e m pírica este t i po ideal
· ele
L'l é x i t o d e l c· m prcncl i m iento. Se manifiesta en u n a combinació1: cl derc n em prended or.
te de medios de producción puede tener d i ferentes formas: 1 ) I n t ro clu v
La rea l i cbd muestra que ele l os negocios creados por· i n cl h·iduos
1 , 1m n u c \ 'O ¡)roe1 ucto con e cual 1 os· consum ·
_
y
. · ·

, 1 ¡' clo¡·es no csta n , aisl ados o por pequciios grupos muchos no cumplen con _todos estos
_p
· - -

m u oc1 �� cJO
'

fa m i l i ariz ados o ck u n a nueva \:anedad del producto; .


C I O il ( C

. �
2)
' ' n dL', • . . requ isi tos: o no manifiesta n una disposic ión para asu m i r riesgos, ni i m·o­
procl u cc10n;
de 3) .
apertura ele u n nuevo m e 1 cado ,
u n nuevo m étodo l u cran una operación de alto rendim iento; o no ¡·ep¡·esentan n i ngull<l
;}
260
261
1
M 1 M ICROEMPRENDEDURISMO M ICROEMPRENDEDURISMO 1 M

innovaci ón en términos de aestión y ele producto ; o no resultan de una microcréclito para armar un pequeño negocio; y e) personas que quieren
capacid ad ele clefectar opor�midacles , antes que una opción inducida o tener una actividad independiente e invierten en eso todo su capital mate­
tomada como alternat iva a otra menos factible, tal como tener un empleo rial y relacional, muchas veces sin ayudas institucionales.
bajo la gerenci a ele otros; o, finalme nte, el emprendedor :e muestr� muy
atado a una forma ele gestión rutinaria y cautelosa. Lo mtsmo poc�ra oc:t­ 2. Es posible distinguir diferentes situaciones referentes a la innovación.
rrir con los emprenclimientos ele mayor dimens ión, aunque la_ evtclenct� al sentido de oportunidad y a asumir riesgos. La decisión de crear una
empíric a permita defender que la probab ilidad ele que no � sten los atn­ empresa -elección por el autocmpleo en detrimento ele trabajar para ter­
butos ele una noción estricta ele emprendecluris mo varía mversamente ceros- por parte de un individuo resulta de dos tipos de impulsos de índo­
con la escala del emprenclim iento. . le económica: la oportunidad y la necesidad.
La cuestió n es particu larmen te pertine nte en soc�eclacles donde El emprendeclurismo de oportunidad, en el sentido propuesto por
proliferan las formas de pequeña producc ión poco vincu.laclas al merca­ Schumpeter ( 1 934 ), abarca a los iudividuos con capacidades emprende­
do, movida s por una raciona lidad económ ica no lucrattva y llevada� a doras que identifican una oportunidad ele negocio potencialmente lucra-·
cabo por personas con limitado s recursos, como es el �aso ele las socte­ tivo, plasmado en un mayor conocimiento de las tecnologías o mercados,
dacles ele la periferia y semi periferia del sistema muncha l. De �ma forma mayores capacidades de gestión, menor aversión al riesgo u otra carac­
sintética , hav al menos cuatro estáudares arzalítica mente margmales a los terística personal que lo vuelva más inclinado al cuentapropismo. Este
del emprcncleduris mo típico: l . el ele las actividades con reducida c.r�­ tipo de iniciativa en la cual el individuo se siente atraído hacia el auto­
ación de valor en sectores económ icos tradicio nales; 2. el de las acttvt­ empleo se denomina ernpremledurismo de oportun idad.
clades con reducid a innovac ión en término s de gestión o producto; 3. el A su vez, el enzprendedurismo de necesidad se refiere a los indivi­
de las iniciativas generadas por la necesidad y no por el. a�r�vecham ien­ duos que, ante la ausencia de oportunidades de trabajo para terceros o,
to de las oportun idades; y 4. elide las actividades que mmtmtzan la acep- al menos, ele puestos de trabajo con características adecuadas a sus com­
tación del riesgo. . . petencias específicas, eligen el autoempleo no por detectar una oportu­
La existen cia ele estándares de microe h1prendeclunsmo anahttc a-
,

nidad ele negocio, sino por la falta de alternativas más favorables a su


mente margin ales no significa que haga falta analizar esas realidades sobrevivencia. El individuo se ve empujado hacia el autoempleo que es
.
separadam ente ele las típicam ente empresariales Más importante que considerado como un refugio ele las condiciones desfavorables del mer­
la pureza clasificatoria ele las situaciones parece se1: �or un lado, su abor­ cado de trabajo.
daje como estadio s de un proceso de transformac10n que � onduce o n_o Estas situaciones de creación del propio empleo por personas con
a las formas típicas de empresflrialidad y, por otro, la capactdad de medtr difícil inserción en el mercado laboral regular son promovidas y apoya­
y comprender el alejamiento entre unas y otras. das, en los países desarrollados, por políticas activas de empleo, aparen­
Las situaciones reales pueden combin ar -y de hecho a menud o lo temente sin observar los requisitos del emprendedurismo y sólo porque
hacen- más de uno de esos estándares. Algunos ejemplos son: a) jóvenes favorecen una reducción del desempleo y, consecuentemente, un alivio
recién egresados o con altos niveles educativos que, al no encontrar un financiero de los sistemas de previsión social. Paralelamente, los gobier­
empleo fácilmen te con vínculo laboral, deciden �o: sí mism_os .crear su nos promueven y apoyan la creación de PME debido a los cambios que
propio empleo, principalmente en el sector de serviCIOS ( economtcos, cul­ éstas pueden introducir en la reestructuración ele los mercados
turales, de turismo, ambientales o relacionados a las TIC) Y muchas veces mediante la innovación y la competencia. Como son complementarias,
estimulados por las mismas escuelas donde se recibieron; b� personas con estas dos perspectivas ele las nuevas políticas públicas -"activación" (jinnz
experiencia profesio nal en ámbitos especializados que dectc�en pon�r un wel{are to vvork) y "crecer e innovar"- no siempre tienen coherencia entre
negocio por cuenta propia usando su experiencia y red de clientes (sttu�­ sí y. por ello, frecuente.mente conducen a una orientación workfare ele la
ción muv frecuente entre personas que pierden el empleo en edades m �s activación, o al fomento del surgimiento de pequeñas empresas escasa­
avanzacl;s); e) personas que buscan un empleo sin tener éxito, es d�cn� mente innovadoras, como se verá más adelante.
personas difícilm ente empleables, que termina n p.onienclo un ne��c10, a
menud o estimul adas por los consejos y asistencias ele los serviciOsn de 3. Se puede cuestionar en qué medida el microemprendedurismo es el
empleo ; el) personas pobres o sin recursos suficientes que recurre al : oncepto más adecuado para definir estas prácticas empresariales (en
262 263
M 1 MICROE M PRENDEDURISMO MICROEMPRENDEDURISMO 1 M

sentido etimológico) movidas por la necesidad, que otros conceptos tra­ ele gene1:ar empl eo e ingresos para personas invol
dicionalmente usados, tales como la economía popular, economía de carac tenza n por el b�1j? �� ivel de organ izació n y la ucrad
peque
as en ellas. Se
lia escala , por
.
la es��sa o m ngun a c!JVISIO
sobrevivencia, economía moral. O también en qué medida, al usar el con­ . n entre trabaj o y capital como factores de pro­
cepto de microemprendedurismo, desconsideramos dimensiones de esas du�cJOn, Y por el hecho de que las relaciones labor ales, cuand o existe
cstan basadas e1: su ma.voría en empleos ocasionales, relaci n,
prácticas que son verdaderamente explicativas ele su existencia, como el ones de paren
ethos de subsistencia, la racionalidad de la seguridad o la condición de tesco o en relac iOnes personales o socia les, en vez de arreglos contr ­
tuale s con garan tías formales" (OIT, 2006) . � ac-
modo de vida.
Las perspectivas sociológica y antropológica acerca del empren­ Los aspec tos negativos de esos emprenclim iento
dedurismo han generado algunos tópicos que pueden ayudar a respon­ harl ? c � nocid os, por conformar casi siemp re el aspec tos inform
más
ales son
clinJ!E
der estas cuestiones. del lcnom eno: su carácter ilegal (no cump limien to de leves v nun� ado
Un primer tópico critica el supuesto universalismo del espíritu vas).; su carác te¡· fTaud ulento (no contribuyen con la ha�ie n da lati­
emprended01� El espíritu emprendedor no es una característica innata clebicl � a la evasi ón de impu estos ); su carácter de comp etenc ia públic deslea
a
(com pi :en ci: desig ual�lad con empresas forma les al evitar costos l
de los individuos, sino que resulta más bien de una socialización en a Jos
ambientes de fuerte cultura empresarial e implica una predisposición a q� e esta�1 � u_¡ elas) ; y su carácter eventualm ente delic
correr riesgos. Por eso, es más fácil para unos que para otros volverse VIdad es m lorma les son ilegales o, inclus o, erimi nales)tivo .
(algunas acti-
�-

empresarios o poner un negocio por cuenta propia. De modo muy esque­ � o obsta nte, las actividades inform ales y, princ ipalmente, las de
mático, existen en todas las sociedades grupos sociales o medios socia­ pequ ena escal a son, en su gran mayoría, la altern ativa posib le para
les más distantes ele ese ambiente, como lo ejemplifican las comunidades much a gente , una oport unida d de obten ción de ingresos para
pobres en las cuales el riesgo de emprender es demasiado alto y la prio­ otra forma , no conta rían con medio s de subsi stenc ia. Lo que loseque, obser
ele
ridad reside en la seguridad básica ele las familias, las comunidades con va es q � e en esas personas no hay una prefe¡·enci a por lo informal, ­
una cultura obrera fuertemente arraigada, los grupos étnicos que cuen­ que lo m forma l es su elecci ón más racion al. Para los que carec sino
tan con un mercado natural para ciertos productos entre sus miembros r�?m·�os (no sólo mone�ari ?s, sino tamb ién e� ucativos o sociales) en de
CJon l ? rmal pued e se¡· mvw ble. La incer tidum bre respecto al éxito la solu­
pero que no puede crecer más allá de una determinada dimensión (Wal­
dinger et al., 1 980) y los agentes del sector ele la burocracia pública o pri­ n.e_gocJO ha �e prohi bitiva y muy arriesgada la inversión en la forma del
vada con una arraigada cultura ele servicio. CJon (auto nzaci ones, licenc ias, impuestos) ele ese negoc io. El sistemrtliza­
� cal Y el de segur idad socia l, así como las .leyes laborales son dema lis­
re�tn. � t1vos
Un segundo tópico critica el supuesto incl i viclualismo de los . o comp siado
emprendedores vertido en cualidades personales y en una elevada capa­ lejos para un emprenclimiento de peque ña dimensión.
cidad ele decisión autónoma. De hecho, el emprencleclurismo exitoso invo­ Asums mo, como la client ela no está asegurada y el ambi ente come
lucra, en general, la contribución ele más actores sociales además del suele ser hostil para el inicio , crecim iento y desarrollo de neaoc iosrcial
emprenclcd01� y el activismo de este último resulta mucho más del apo­ ve el paso tra�1sit01:io por un período ele infom 1alida d como la 1� ejor. 'se
yo que aquellos les clan. En los microemprenclimientos, rara vez el n: a ele reduc u· el nesgo de no tener clientes y no domi nar.el mercaior­
emprendedor está solo al iniciar una actividad, aunque a menudo las per­ �maln� ente, la f�l �a de r�cur�os materiales y de bienes de propiedad do.
tan la I espon sabihd ad e Impid en el acceso al crédito institu ciona l. abrien limi­
sonas que lo apo.v an se quedan en la sombra ele la formalización buro· ­
crática del negocio (Sweclberg, 2000; Portela et al., 2008). do la �uerta �! crédit o fiduci ario de las redes social es prima rias
. .
tambi en al credit o usurero, tal como observó Muha mmad (sinP
Un tercc¡· tópico concierne al emprendedurismo informal. La eco ­
nomía in formal constituye un contexto muy favorable al desarrollo de gl�cles h). Sólo razon �s ? e este tipo explican la inseguridad Yunusy el
en Ban­
riesgo que
pequei'íos negocios y, más que ello, suele ocurrir en un período de con­ los e�lprcndecl ores mlnrmales soportan: multas fiscales, conlis cació
n,
solidación de esos negocios, conformando una etapa para la adquisición penalid ades por delito econó mico, conde na por ilicitu d, cte.
de experiencia �' construcción de la clientela, resultando, más tarde, en Un argum ento bastaría para incluir las iniciat
el surgimiento de nuevas actividades en el sector formal de la economía . n: al de la econo mía en este conju nto de moda lidadeivas del sector infor­
s empresariales a t í­
� Picas q:te manti enen una relación procesal con el empren cled�n·i smo:
La OIT define esas pequei'ías actividades en el sector informal como
"unidades de producción de bienes y servicios con el objetivo primord ia l potenci al para desarrollar la capacidad de emprc ndimic nto, innovación
su

264 265
M 1 MICROEMPRENDEDURJSMO MICROEMPRENDEDURJSMO 1 M

v creatividad. De hecho, las actividades informales permiten que sus pro­ cia, Italia, Bélgica y España. La característica más sobresaliente es la plu­
�1otores opet·eh con un alto grado ele flexibilidad, se familiat"icen con el ralidad y novedad de formas: antiguas y nuevas formas cooperativas y
negocio en lo que se refiere a la organización y mercados (gestión de mutualcs, organizaciones socio caritativas, empresas sociales y solida­
recursos y comercialización de los productos), y ayuden a consolidar una rias, empresas autogestionadas y alternativas, iniciativas colectivas ele
relación estable con el mercado. alojamiento, sistemas ele trueques locales, comercio justo, instituciones
La reestructuración ele las economías y de los mercados de traba­ financieras solidarias, producción-consumo y otras iniciativas rurales,
jo ha favorecido el recrudecimiento ele las actividades informales inclu­ empresas ele inserción y otras formas de iniciativas ele economía solida­
so en los países más desarrollados. Los gobiernos hoy son concientes de ria aclministmclas o conducidas por desempleados, mujeres, minorías
que esas actividades cumplen un papel importante de adaptación a las étnicas y otras personas desfavorecidas social o económicamente.
situaciones ele crisis y, por ese motivo, se hace una evaluación menos Por regla, esas iniciativas movilizan gran cliversiclacl ele recursos
neaativas ele ellas. En algunos países, se busca incluso otorgar cierta pro­ y, a menudo, cuentan con apoyos importantes por parte ele las entida­
tec�ión al sector informal sin promoverlo y, específicamente, ofrecer más des públicas y, específicamente, ele las autarquías locales, justamente por
incentivos a las empresas informales a través ele la reducción de costos la capacidad que tienen de encontrar una salida para problemas que las
v del aumento ele los beneficios para que entren y pemmnezcan en la lega­ políticas públicas convencionales no resuelven. Su relación con la socie­
l idad. Los que quieren poner una microempresa en general no tienen dad civil y con el Estado es, por ende, muy cercana, aunque pautada por
acceso a servicios ele marketing, ele formación en competencias básicas principios ele solidariclacl y ele reconocimiento mutuo.
o ele transferencia ele tecnologías. Una tendencia reciente busca facili­
tar el acceso a esos servicios y ayudar la formalización ele las empresas. Bibliog rafía
Un cuarto tópico se refiere al emprendeclurismo económico soli­
dario. En esta categoría, se iqcluyen todas las formas ele asociación pro­ DRUCKER, P. ( 1 985), Ini-wvation and entrepreneurslzip, New York: Harper
ductiva entre trabajadores como alternativa al desempleo, falta de Collins.
ingresos y marginal ización por el mercado ele trabajo. Ubic� �as en el
ámbito ele lo que se ha convenido denominar como autogestiOn Y coo­
GRANOVETfER, M.; SWEDBERG, R. (200 1 ), The Sociology o(Economic Li(e,
Boulcler, Colorado: Westview Press.
peración, estas formas se caracterizan por un conjunto de principio.s que .HÉBERT, R.; L INK, A. ( 1 982), The Entrepreneur: mainstream views ancl radi­
les permite distinguirse ele otras modalidades ele emprende�unsmo. cal critiques, New York: Praeger.
Entre esos principios, se resaltan: la autogestión y la coo� �rac1ón en el LESMES (2007), Analysis ofConzpetitiveness, Brussels: European Commis­
trabajo, la participación, el igualitarismo, la autosust�ntabihclacl, el cles�­ sion, Enterprise and Inclustry DG, Communication ancl Informa­
n·ollo humano y la responsabilidad s_ocial. Su filosofm se basa en la soli- tion Unit.
daridad, no en el dinero o el poder administrativo. . . Orr (2006), A OIT e a Ecmwmia Informal, Lisboa: OIT.
La relac ión entre la veta solidaria y la emprendedora ele estas Ini­ PORTELA, J.; HESPANHA, P.; NOGUEIRA, C.; TEIXEIRA, M.; BAPTISTA, A. (2008),
ciativas se explica por la necesidad de nuevas modalidades de asociati­ Microempreendedorismo em Portugal, Lisboa: INSCOOP .
vismo en un período marcado por la globalización económi.ca, el sis�ema SAY, J. B. ( 1 963), A Treatise orz Political Economy, New Jersey: Augustus
de las cadenas productivas y la crisis del sistema de trabaJO asalana?_o, M. Kelly Pubs. ( l . ecl. 1 82 1 ).
s
y por la preocupación de escapar al fuerte desempleo y � la ex�lu�10n SCHUMPETER, J. ( 1 934 ) , Theory of Ecmwmic Development, New York:
social de los trabajadores a que estos factores han conducido, pnncipal­ Oxforcl University Press.
·

mente en la periferia del sistema mundial. La salida emprendeclorista SWEDBERG, R. (Ed.) (2000), Erztrepreneurship: the social science view,
representa una valoración simultánea ele las v� n.tajas de 1� cooperación Oxford: Oxford University Press.
para alcanzar objetivos ele mejoría de las condiciones de v1da y de la efi­ WALDINGER, R.; ALDRICH, H.; WARD, R. ( 1 980), Ethnic Entrepreneurs, Lon­
cacia económica para u n uso más adecuado y flexible de los recursos, clon: Sage.
i ncluso el trabajo. · ·

La economía solidaria se ha desarrollado mucho en todo el mun-


do, incluso en los países clesan·ollados de la Unión Europea, como Fran-
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M 1 MONEDA SOCIAL MONEDA SOCIAL 1 M
l.
'

MONEDA SOCIAL ne (tampoco tiene sentido que lo tenga) base en moneda nacional. pero
puede llegar a tener relación de valm� paridad, con ella.
ClAUDIA lúCIA BISAGGIO SOARES Las reglas ele cada experiencia son claras, compartidas y posibles
de discusión, aunque algunos principios sean considerados inmutables:
l. La moneda social es una forma de moneda paralela instituida y admi­ a) la democracia participativa, lo que implica la gestión de la moneda por
nistrada por sus propios usuarios, de modo que su emisión se origina el usuario, transparencia administrativa y responsabilidades comparti­
en la esfera privada de la economía. Entre ésta y la moneda nacional no das; b) la cominuidad de las operaciones de intercmnbio, que posibilita
hay cualquier vínculo obligatorio y su circulación se basa en la confian­ la aceptación de la moneda, asegurando una opm·tuniclacl para que se
za mutua de los usuarios, participantes ele un grupo circunscrito por equiparen las demandas y ofertas pendientes (guardadas en forma de
adhesión voluntaria. "dinero"); e) la confimzz.a en el grupo como tal, lo que respalda el "valor"
Es i mportante observar que los ideadores de esa experiencia y la ele la moneda (que es exactamente el ele servir como medio de intercam­
mayoría de sus participantes la aceptan como un ejercicio de voluntad, bio entre el grupo); el) el carácter de se1vicio "público " de la moneda, que
reflejo de una búsqueda de reubicación de la economía al servicio de las favorece la circulación y la producción de mercancías, no la especula­
lina Údades sociales y la reintegración de sus valores a la esfera sociocul­ ción o cualquier otro tipo de lucro estéril -no hay cobro de interés o pre­
tural. En estos términos, se debe considerar la moneda social como una mios por la retención ele moneda, sino más bici\, en algunos casos, una
institución de carácter decididamente normativo, a la cual se asocian los punición (intereses inversos) por la acumulación; e) la actividad eco¡zó­
que comparten valores similares. En cada experiencia, la combinación núca como proveedora de bienestar, lo que supone que no se busque el
de elementos del conjunto total de valores a ser alcanzado puede cam­ "lucro", en el sentido de aprovecharse ele un trabajo no remunerado de
blm� aunque, en general, se atribuyen dos significados recurrentes a la tercems o de cualquier tipo de especulación.
moneda social: 1 ) "medio de i ntercambio" alternativo o complementa­ Tal como cualquier otro "equivalente universal ele i ntercambio",
rio, capaz de generar mejores condiciones ele vida a los participantes; y/o la moneda social debe cumplir (y tiene condi ciones para ello) las fun­
2) práctica ele reinvención de la economía, anhelando reconstmirla según ciones el e : a) medida ele valor/unidad de cuenta ¡facilita el acuerdo refe­
pautas responsables y participativas, de forma integrada con las otras rente a valores ¡·eJativos de las diversas mercancías; b) medio de pago­
esferas de la vida. En cualquier case, esa moneda merece se!" interpre­ permite que los i ntercambios ocurran diferidos en el tiempo, espacio y
tada como una relación monetaria que busca desenmascarar y poner entre agentes distintos; e) reserva de valor -si la moneda social está bien
en evidencia las relaciones el e poder que comúnmente subyacen a las administrada, permite que su valor altere muy poco, o moderadamen­
actitudes mercantiles y, más específicamente, al instrumento moneta­ te, de forma que podrá ser utilizada para fines el e ahorro.
rio tradicional. Ahon·ar o no, retener la moneda o no, constituye una decisión gru­
Discutir el carácter social de la moneda no es, como se supone, sólo pal e i ndividual, pues la posibilidad ele servir como reserva de valor es
una cuestión de crear un sistema que permita la inclusión social a tra­ parte integrante de la tecnología social "moneda", función consecuen­
vés de una "producción más grande y más descentrali zada" de masa te de una . buena administración del medio circulante y de la cultura del
monetaria, tampoco de la gestión colectiva y transparente ele ese nuevo grupo. Sólo una decisión consensuada entre los usuarios puede alterar
dinero de los "desposeídos", incluso porque empresas de todos los tama­ ese cuadro. La utilización de la práctica de cobro de intereses inversos
iios utilizan monedas sociales. La idea también contiene un aspecto más sirve para explicar esa "voluntad colectiva" e incentivarla, pero dicho
radical: se busca rescatar el dinero, la institución monetaria, en tanto ins­ recurso sólo será realmente eficiente si hay consenso entre los partici­
titución social completa, cuya forma y procedimientos trasponen deter­ pantes acerca de la cuestión.
minada fase para el ámbito de la lucha de poder, estimulando ciertos La aceptación ele la moneda social se limita a la confianza existen-
valores sociales y reprimiendo otros (respectivamente, l a responsabili­ te ent1·e sus usuarios. .
dad y el individualismo , por ejemplo). Además, dichas formas y proce­ Cuando los grupos son pequeños y homogéneos, es más fácil que
dimientos crean o destru:-•en hábitos, pues interactúan simultáneamente las cuestiones administrativas se equilibren, aunque a veces fa.l te varie­
en todas las esferas de la vida, i mbricada en el modus opera11di del sis­ dad en los ítems negociados. En contrapartida, cuando las experiencias
tema social. De hecho, técnicamente hablando, la moneda social no tic- adquieren mayor escala, se superan más fácilmente las necesidades
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MON EDA SOCIAL
MONEDA SOCIAL

En resumen, los límites de sobrevivencia y duración de una ins­


materiales de lo.s participantes. A pesar de esas consideraciones , grupos titución de cualquier naturaleza tienen que ver con cuatro criterios: auto­
más grandes tienden a recurrir a otras prácticas, además de la confian­ punición, hábito, comodidad (North, 200 1 ) y conectividad (Soares, 2006).
za mutua inicial, para mantener la aceptación y el valor estable ele su �eferente a la moneda social, cuando las reglas formales y los códigos
moneda social. Normalmente, se alcanza ese esfuerzo mediante acuer­ t � formales que pautan las relaciones de la institución se rompen, el cas­
dos o reglamentos pasibles ele cobro judicial. tigo para ellos no surge en el seno de la institución, en el ámbito de su
2. La experiencia contemporánea con moneda social se ha dado más propio funcionamiento; al contrario, las desviaciones tienden a ser inter­
comúnmente en los clubes de trueque (pdncipalmente en América Latina), namente recompensadas. La falsificación de moneda, por ejemplo, resul­
que funcionan a través de la emisión física del bono. Algunos llegan a extra­ �a e�1 m �1yor poder de compra para el falsificador, así, excepto que otras
polar la escala del "club", abarcando a toda una región, como las "Horas", mstttucwnes sean movilizadas para punido, él se beneficiará al no cum­
de Ithaca. Otra n1odalidad referente a la moneda social son las redes de com­ plir las reglas. En esas circunstancias, la institución no es autopunitiva.
pensación mutua, que ocurren cuando un gntpo de personas o empresas c.uando 1 � situación involucra la moneda nacional, se suprime el défi­
se reúne para realizar el intercambio de bienes y servicios a través de una ctt recur�·tendo al Estado. En el caso de la moneda social, dicho sopor­
unidad ele cuenta instituida por el grupo. Pan1 ello, se utiliza una contabi­ te . no e�tste, pues ella es definida justamente por la negación de la
e� t � tencta de ese apoyo extra-institucional, 1 ? que la vuelve no autopu­
lidad propia, que transforma las transacciones realizadas en débitos y cré­ mttva, tal como er� n l �s n: onedas antiguas. Estas, a su vez, eran sopor­
clitos para los agentes respectivos, creando, automáticamente, el "medio tadas por otras mstttucwnes, provenientes de esferas sociales no
circulante" del gmpo (comunes en Europa y en Norte América). El siste­ econó�1icas, tal como la religiosa y la cultural. Se deduce que la mone­
ma LETS o SELs, como es conocido en Francia, es un ejemplo ele esa for­ da soct �l (como cualquier otra moneda) encuentra un primer límite en
ma de actuación, así como el sistema WIR, nacido en Zurich, Suiza, en 1 934, la necestdad de estar acoplada a otras instituciones que le permitan punir
aún en funcionamiento principhlmente entre empresas medianas. También (lo q�te choca con sus mismos valores instituyentes) o entonces de estar
se pueden incluir los bancos de tiempo, creados en Italia a principio de los asoctada. a gmpo� de usuali�s homogéneos entre los cuales la ideología
90, y con gran concentración en Europa, principalmente Italia, España y comparttda funciOne como mstmmento de desestímulo al fraude.
Portugal. Queda claro que todas esas expeliencias respetan la mecánica bási­ Con relación al hábito, se debe recordar que la metamorfosis sufTi­
ca de una moneda social: trabajan con un equivalente general de circula­ da por el dinero .en su interpretación moderna -como equivalente gene­
ción resttingido, sin ningún otro lastre que no sea la confianza y la ral- estuvo asoctada a la consolidación de la sociedad de mercado. Esa
continuidad esperada en el trabajo y en las mercancías intercambiadas, con­ asociación implica que, si en el pasado había formas diferenciadas de cline­
tando con la gestión participativa en el cuadro del grupo. ro . . en la. �ociedad de mercad.o moderna el estándar se caracteriza por la
umficacwn, as1,, en esta reahdad social, cualquier otra forma de dinero
3. A pesar de originarse en una cooperación voluntaria, la moneda social
será inusi.t�tda. Se �hocará con costumbres fuertemente arraigadas, aun­
sufre la fragilidad inherente a las instituciones que rompen una antigua que tamb1en sea evtdente que, cuando más híbdda es la economía en cues­
tradición o rutina (como la relación heterónoma y reificada engendra­ tió� , co� templ�ndo la presencia de otros arreglos económicos, como la
da por el dinero nacional), pues las instituciones ya incorporadas al ima­ rectproctdad. e eluso la redistlibución (Polanyi, 1 980, 1 994 ), mayor será
m
ginario pueden presentar fuerte resistencia a nuevos modelos. Al la b �echa. extstente en el imaginario social (Castoriadis, 1 982) para que
proponerse como una escuela de autonomía (Castoriadis, 1 982, 2002), se cl m amtcen las experiencias en el campo monetario.
la moneda social eleva la demanda por la madurez y la actitud ética de A su vez, el criterio de comodidad nos señala que hay otras situa­
los participantes a un grado capaz de dispensar la interferencia del Esta­ ciones que limitan las posibilidades de utilización de la m�neda social
do o de cualquier otra institución externa con vistas a promover el cum­ con: o 1� pu �ición legal o el aislamiento, según sea la interpretación, po1:
plimiento de las reglas y contratos establecidos. Ello ocurre en una las .mstltucwnes del s � stema dominante, ele que exista mayor 0 menor
situación en la que el rompimiento de esas reglas y contratos (como la pehgro. En el escenano contemporáneo, adoptar una moneda diferen- ·

promoción de fraudes y falsificaciones, o aún de la especulación) pue­ t� de 1.� estatal i i?plica estar sujeto a pagar un alto precio por la insubor­
de generar ganancias personales poco despreciables (en detrimento de
los agmpamientos, evidentemente).
�macwn, por eJercer una voluntad diferen te de l a dominante porque,
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para que sean válidos los valores compartidos por los usuarios de la ti1; de organizar la división social de pode1� ele ordenar el trabajo e imple­
moneda social, éstos tendrán que convivir con el rechazo de su mone­ mentar las responsabilidades, que pueden resultar en un mavor acerca­
da por los demús miembros de la sociedad. Si, por un lado, los usuarios miento entre las autonomías personal y colectiva (Castod �1dis, 1 982,
de la moneda social tienen opciones reducidas de intercambio, l os de la 2002). Al integra¡· un proyecto de esa naturaleza, se desmitifica la mone­
moneda nacional (el equivalente general), al contrario, tienen todas las da nacional mientras las relaciones económicas tradicionales son per­
institucionalicladcs tradicionales a su favoc mediante las cuales asegu­ cibidas como un ejercicio de poder.
ran la validad de sus contratos. Los experimentos realizados con la moneda social permiten eleve­
No obstante esas limitaciones, el grado de conectividad de la mone­ lar ideologías, pues explicitan la disputa de poder llevada a cabo al!·cdc­
da social. como el de todas las otras, es bastante alto, y este criterio pro­ clor ele su forma y proceso, así como el poder concentrado en la
mueve su durabilidad, siempre que los vínculos ulteriores sean, de hecho, institución monetaria. Trabajar con moneda social implica la toma ele
constmiclos. Después de maduradas las conectividades a posteriori, como posición por parte del utilizador que, como mínimo, empieza a reflexio­
el sistema de fijación de precios y el de relaciones de proveeduría y envío nar acerca de la "naturalidad" impuesta con el dinero -dado que tendrú
de mercaderías y servicios orientados por la respectiva moneda, se hace que administrarlo-, lo que es de por sí bastante subversivo y, por ende,
mús difícil al integrante desvincularse del sistema. creativo. Finalmente, al ser un proyecto conjunto, la moneda social ter­
Las potencialidades de la moneda social no están desconectadas mina por estimular nuevos contextos de sociabilidad (Lisboa, 2004 ), nue­
de los objetivos y criterios reguladores de la experiencia en cuestión, aun­ vos agrupamientos y nuevas acciones colectivas.
que muchas de las potencialidades generales nazcan justamente en sus
puntos límite. El primer punto reside en el hecho de que, al no ser auto­ Bibl iografía
punitiva, la moneda social estimula la creatividad y el ejercicio ele la polí­
tica y la responsabilidad en los ámbitos privado y social, además del BLANC, J. ( 1 998), Les monnaies paralleles: évaluation et enjeux théoriques
ejercicio ele la autonomía. El segundo consiste en que, al no ser cómo­ du phénomene. Revue d'Econonzíe Financiere, n. 49, p. 8 1 - 1 02, sep.
da, esa moneda ofrece la maduración individual . Finalmente, por ser CASTORJADJS, C. ( 1 982), A instituirxio imaginá1�a da sociedade, Rio ele Janei­
conectiva en esencia, aunque no tenga esa característica plenamente ro: Paz e Terra.
madurada, puede incentivar la creatividad trabajada colectivamente e (2002), A democracia como proceclimento e como regime, En: CAs­
in terrelacionacla. TORIADIS, C., As encruzilhadas do labirinto IV. Rio ele Janeiro: Paz
Generalmente, todos los tipos de experimentos realizados con e Terra.
moneda social motivan discusiones acerca ele la ética y los criterios de LISBOA, A. M. (2004), Econonzia solidária, economía barroca: a emergen­
desarrollo y se transforman en espacio para reco1Te1· hacia la reintegra­ cia da socioeconomia soliclária na América ibédca. Tese (Douto­
ción de los objetivos económicos a los imperativos ético-sociales, desa­ rado), Instituto Superior ele Economía e Gestao, Universidade
rrollando y discutiendo desde la solicladdad social hasta las nuevas Técnica de Lisboa.
racionalidades económicas. Los propios valores comulgados por las NOR.TH, D. C. (200 1 ), Instituciones, canzbio institucional y desempdio eco­
experiencias determinarán gran parte ele sus límites y potencialidades. nómico, México: Fondo de Cultura Económica.
La otra parte, vinculada a las relaciones externas ele la experiencia, se POLANYI, K. ( 1 980), A grande trmzsformarao: as odgens da nossa época,
relaciona con la capacidad de articulación alrededor de esas f-inalida­ Rio de Janeiro: Campus.
des. Meramente cambiar el instrumento monetario en sí no es capaz ele --
( 1 994), El sustento del hombre, Barcelona: Biblioteca Moncladori.
determinar el mundo social o aún el económico en el cual se vive, lo que, SOARES, C. (2006), Moeda social: uma análise interdisciplinar ele suas
al contrario, puede ocurrir en la interacción establecida con el dinero . potencialidades no Brasil contemporaneo. Tese (Doutorado), Cen­
o a l ra vés de él. tro ele Filosofia e Ciencias Humanas, Universiclade Federal de San­
La utilización de la moneda social se compara a un gran labora­ ta Catal"ina.
torio, del ctwl ¡·estdtan, tal como los ensayos de laboratorios, algunas nue­
\·�¡st e c n o l ogías sociales y experimentos de alternativas. De esos procesos
se or ig i n;m \"i\-encias, aprendizajes y ejemplos ele otras formas de cxis-
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M 1 MOVIMIENTO SOCIAL MOVIMIENTO SOCIAL 1 M

MOV I M I E NTO SOCIAL e inicio de la década de 1 970, critica el paradigma tradicional marxista
y los planteas utilitaristas y funcionalistas. Autores como Touraine (Fran­
ANA M E RCEDES SARRIA ICAZA cia), Offe (Alemania) y Melucci (Italia) han desarrollado planteas impe­
rativos que consideran la cultura, la solidaridad y los valores como
1 . El término nzovilniel'ltO social remite, en un sentido amplio, a las luchas elementos indispensables a la acción ele los movimientos sociales. Igual­
sociales entabladas colectivamente, proponiendo cambios en diferentes mente, apuntan a la decadencia de la sociedad industrial y el surgimien­
esferas (política, cultural, económica, social) y niveles (local, sectorial, to de una sociedad post-industrial, marcada por nuevos movimientos
macrosocial). Este concepto aporta la idea de una acción colectiva q ue sociales, otro concepto para demarcar la emergencia ele nuevos actores
plantea cuestionamientos al sistema o a las nor.m as específicas, desig­ colectivos que, a diferencia del "viejo movimiento social", no provienen
nando, así, eventos ele distintos arreglos y alcances. de las relaciones productivas y reivindican autonomía, reconocimiento
En un sentido más restricto, el movimiento social es una catego­ de las diferencias y nuevos valores culturales, centrados en la justicia y
ría analítica construida para entender esas acciones colectivas, tanto en la solidaridad.
internamente, en su proceso ele configuración, como externamente, en Alain Touraine, uno ele los autores europeos con una vasta produc­
su rol en la sociedad. Se puede definir el movimiento social como la ción acerca de esa temática, construyó una definición de movim iento
acción de un conjunto ele personas que se identifican con códigos, valo­ social definiéndolo como una acción conflictiva de agentes ele clases
res, necesidades o ideas comunes, presentan un proyecto ele cambio y sociales, defendiendo el control del sistema ele las grandes orientaciones
se movilizan para otorgar visibilidad y legitimidad social a aquello por históricas de la sociedad. La acción se construye por la presencia ele un
lo que luchan. actor que se define por su identidad, reconociendo, al mismo tiempo, una
relación de oposición y un campo que cl a n significado al objeto ele la
2. Se empezó a usar el término \movimiento social en el siglo XIX p � ra lucha o a las privaciones del actoc Son principios ele interpretación de
referirse a las revueltas, manifestaciones y diferentes formas de acciO­ los movimientos sociales la icl e nticlacl, la oposición y la totalidad que, a
nes colectivas que representasen la expresión cie los profundos cambios su vez, se refieren a los tres elementos constitutivos de todo movimien­
económicos y políticos de ese período, relacionados a la expansión del to social: el actm� el adversario y lo que esté en juego en el conflicto.
capitalismo y a la organización de la clase trabajadora. A partir ele los Otros autores, como Melucci, cuestionan la visión historicista y de
años 1 970, se desarrolló una i mportante producción teórica acerca ele unicidad de Touraine acerca ele los movimientos sociales. Superando lo
los movimientos sociales, ganando espacio y fomentando i nterés i nves­ que denomina "una visión global y metafísica de los actores colectivos",
tigador sobre ellos, estimulada por la intensificación de d iversas formas Melucci (200 1 , p. 23) afirma que "los movimientos no son personajes que
de disputas sociales en todo el mundo. . tdentlfi
. . ar se mueven con una unidad de fines que los ideólogos les atribuyen. Son
En la producción sociológica sobre el tema, es pos1ble � sistemas de acciones, redes complejas ele relaciones entre niveles y sig­
dos graneles perspectivas para la comprensión de los movimi� ntos socl�­ nificados diversos de la acción social".
les. La primera, predominantemente estadounidense, denommada movz­ En América Latina, la categoría movimiento social pasó a ser refe­
lización de recursos, explica la acción colectiva como un proceso ele rencia central en análisis y reflexiones, bastante influenciada por las cons­
elecciones racionales y el cálculo ele costos y beneficios de algún recur­ trucciones teóricas europeas. En los años 1 980, se acuñó el término
so realizado por actores sociales privados. Esa escuela propone un aná­ movimiento popular, una categoría latinoamericana para referirse a una
lisis estratégico de esos movimientos, insistiendo en su carácter racional amplia gama de movimientos reivindicativos, sumamente diversos y frag­
y en sus orientaciones institucionales. Son diversos los trabajos asocia­ mentados, que remiten principalmente a demandas de acceso a derechos
dos a esa corriente, abarcando desde algunos más economicistas hasta sociales y a la democracia (cf. Doimo, 1 995).
otros más preocupados en mostrar variables h istóricas y sociológicas. En el contexto del capitalismo globalizaclo ele los años 90, las pers­
La segunda perspectiva, predominantemente europea, enfatiza los pectivas analíticas, tanto de los nuevos movimientos sociales como del movi­
procesos de identidad y su preeminencia en toda acción colectiva. Con­ miento popular, presentaron señales de agotamiento, dando lugar a otro
siderando las nuevas formas colectivizadas de movilización, tales como sesgo interpretativo que empezó a favorecer el concepto de sociedad civil
los movimientos ecológicos, feministas y estudiantiles de fines de los 1 960 y a i ntegrar las teorías de la democracia. En este sentido, conforme

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1 M
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MOVI MIE NTO SOCIAL
MOVIM I ENTO SOCIAL

sociales han sido uno de los elementos constitutivos ele la sociedad


Arato y Cohen ( 1 994 ), "el éxito de los movimientos sociales va no es con­ modcn:a, e.� la cual cumplen t� n importante rol, sea el de garantizar la
cebido como inclusión en el poder estatal (reforma) o com� destmcción con: urucaciOn de problemas (Ede1� 2002) o anunciar lo nuevo que está
del Estado (revolución)". Los segmentos más reflexivos de los movimien­ naciendo (Melucci, 200 1 ). sea el de actuar como activadores de proce­
tos sociales nos ven "en tanto reconstrucción de la sociedad civil y el con­ sos de radicalización democrática (Cohen y Arato, 2000).
trol de la economía de mercado y del Estado burocrátic-o ". Esa U � debate importante tiene que ver con el cuestionamiento ele las
perspectiva afectó a gran parte de los autores que estudian los movimien­ el;;��(: r�ciOne� a �erca de l.os nuevo� movimientos sociales, en oposición
tos sociales en Brasil, los cuales han desarrollado una selie de trabajos acer­
ca de la democracia participativa y la cuestión de la ciudadanía, desafiados al VIeJo movumento socml .. , asocmdo a la clase obrera y a los sindica­
tos. En ese sentido, cabe reconocer que las interpretacio1�cs de los movi­
por el nuevo contexto de democratización y por la globalización econó­
mica. Según Santos y Avritzer (2002), la gran participación ele los movi­ �;1ientos implican, como lo afirma Santos (200 1 , p. 1 78), una crítica tanto
mientos sociales en los procesos de democratización latinoamericanos :Je la regulación social capitalista como de la emancipación social socia­
puso en evidencia el problema de la necesidad de lo que llaman una "nue­ hs.ta, tal como fue definida por el marxismo". Según el autOI� esos movi­
va gramática social", es decÍI� una nueva forma de relación entre Estado mi �ntos muestran su radicalización al "abogar por un nuevo paradigma
socml. basado menos en la riqueza y bienestar material y más en la cul­
y sociedad.
La activación ele una onda inédita de movilizaciones y protestas tura Y en la calidad de vida". En contrapartida, es necesario subravar la
n.eces � dad de profundización de esa crítica, superando algunas vis.iones
en los primeros años del siglo XXI, dirigida contra la globalización neo­ sm1phstas entre lo "viejo" y lo "nuevo" y transcender un romanticismo
liberal hacia la búsqueda de alternativas, reenciencle la discusión acer­ que, muchas veces, i mpide que se analicen en profundidad los desafíos
ca de los movimientos sociales y las perspectivas de transforn1ación social para la construcción de nuevos procesos emancipadores.
en el mundo contemporáneo. Uno de los símbolos de esa nueva menta­ Históricamente, los movimientos sociales han sido concebidos
lidad pasó a se1· el Foro Social Mundial y su slogan "otro mundo es posi­ baJo. UJ:a pers �ectiva de acción política, visualizados principalmente en
ble". En ese momento, la economía solidaria adquirió fuerzas y puso en �� co� f-r ont�ci ón c.on el �parata est�tal y 1 n la búsqueda por apropiar­
debate a la propia lógica económica dominante y la necesidad de rein­ se de �1 en as_ ele Impulsar el cambiO socwl. No obstante, los cambios
m
sertar la economía en la sociedad. ocu.rndos desde fines del siglo XX, tanto la configuración económica v
En este proceso, diversas perspectivas ganan espacio entre los s?cwpolítica mundial como en las propias formas de la acción cole¿­
movimientos sociales en América Latina. La primera yace en el énfasis tlva, generaron nuevas dinámicas y pe¡·spectívas analíticas diferencia­
autonomista con relación al Estado, inspirado en las ideas de autores das: La m �t�oría de esos análisis empezó a rescatar el concepto de
como Jolm Holloway (2003). La otra corresponde a la reanudación de sociedad CIVIl y a enfatizar el desafío democrático observado en socie­
una línea ele interpretación que mantiene los supuestos centrales del mar­ d� des caracterizadas por un alto grado de fragmentación y diferencia­
xismo, entre los cuales están la lucha de clases derivada de la relación CIÓn, por la ampliación de las desigualdades y por el descrédito en las
capital-trabajo, la necesidad imperativa de unificación de las luchas socia­ utopías totalizadoras.
les alrededor ele esa contradicción central y la necesidad de los apara­ La economía solidaria presupone formas de acción colectiva que
tos ele Estado como instrumento privilegiado de las clases subalternas expresan claramente las nuevas configuraciones e impulsos de los nue­
para inducir los cambios sociales y superar el capitalismo. vos movim ientos sociales llevados a cabo en las últimas décadas del
siglo XX . Desde sus primeras manifestaciones, reúne ideales más
3. La falta ele acuerdo interpretativo con relación al término movimie11- amplios de contestación y transformación social. Vinculada a las luchas
ro social deja entrever las dificultades conceptuales de su utilización. Las
de la clase obrera en Europa del siglo XIX, integra en los últimos aüos
oscilaciones en el interés ele estudio e investigaciones acerca del tema, del siglo XX redes de movimientos sociales, nacionales e intemacio­
desde los ai'ios 1 970, muestran que uno de los graneles problemas está nales, movilizando actores sociales e ideas. Buscando reincorporar
en el hecho de que el concepto sigue atado al contexto en el que se ha debates ace¡-ca de la economía en la sociedad, crea recursos ele poder
elaborado, pasando de momentos de gran optimismo a períodos de cues­ c� paces de cuestionar los estándares culturales y los an'eglos institu­
tionamiento acerca de su uso y su función explicativa ele la realidad. Inde­ CIOnales existentes.
pendientemente de esas oscilaciones, lo cierto es que los movimientos
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276
M 1 MOVI MIENTO SOCIAL

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ley Publishing Company. act� r:� Y sus Estados esquivan fácilmente la soberanía ele los Estados
penfencos; por otro, la l ibertad de uso ele los espacios intemacion ales
TOURAINE, A. ( 1 978), La voix et le regard, París: Seuil. (alta mar, por eje:,nplo) termina funcionando según una lógica del "first
.
come, first servecl Y permite, así, una apropiación i ndividual efectiva ele
los respectivos recursos. (v. Régimen de propiedad)
La alternativa del patrimonio común ele la humanidad a este mode­
lo Y a sus resultados selectivos es esencialme nte normativa. Se revela en
tres cl � � en� iones esenciales. Primeramente, u n principio ele apropiació n
Y gestwn directamen te por la humanidad como un todo (y no a través ele
u.� club ��n·aclo, como en la Antárticla), según una lógica de cliscrimina­
cwn positiva ele los países más pobres en el acceso a los resultados ele la'
ex� lo �a � ión de esos bienes y espacios comunes. En segundo lugar, e l
�n nc1p10, � e l a _reserva del � atrimonio común ele la humanidad para
fi � es pacificas mcluye no solo un contenido minimalis ta (desarme y
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278
P 1 PATRIMONIO COM Ú N D E LA H U MANIDAD PATRIMONIO COM Ú N DE [,A H U MANIDAD 1 P

desnuclearización), sino más que eso, una prohibición de la explotación ánicos más lejanos (más allá de las plataformas continentales) y con el
de los recursos del patrimonio común de la humanidad para cualquier espacio extra-atmosférico. La exterioridad de esos espacios en lo que con­
utilización relacionada directamente a fines militares. Tercero. el princi­ cierne a las dinámicas de territorialización nacional competitiva deter­
pio de la salvaguarda de los derechos de las generaciones futuras, lo que minó que, en estos casos, más que contestar la lógica territol"ialista. se
dctcrrnina que la gestión del patrimonio común de la humanidad adop­ haya observado una complementarieclacl entre ella y el régimen de patri­
te como criterio esencial la justicia intergeneracional, con las inherentes monio común. En verdad, los espacios calificados, en esta fase. como
restricciones ecológicas al desgaste de ese patrimonio. patrimonio común no eran más que la remanencia de apropiaciones
La novedad radical del régimen de patrimonio común de la huma­ nacionales de dimensión siempre creciente (como, por ejemplo, la ampli­
nielad reside, por lo tanto, en la adopción de un modelo de estos espacios tud extraordinaria de la ampliación que, en menos de medio siglo, se dio
�' recursos en beneficio de toda la humanidad presente y futura. Ahora, a los espacios marítimos bajo jurisdicción el e los Estados costeros -de
este criterio implica una transformación profunda en la propia concep­ 3 para 2 0 0 , o aún 350 millas marítimas). En este contexto, la consagra­
ción de soberanía: de poder unilateral y autocentrado hacia un agrega­ ción del régimen de patrimonio común de la humanidad en espacios
do de competencias vinculadas por obligaciones positivas determinadas situados más allá de las fTonteras de esas apropiaciones nacionales, aun­
por el interés general y por el bien común de toda la humanidad. que haya aportado un elemento de contraste con la regulación dominan­
La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar te, no vino a disputar su hegemonía allí dQnde se había consolidado, es
-tratado fundamental en la consagración de este régimen- concretó los decir, dentro de las fronteras territoriales de los Estados.
principios referidos asociándolos a una orientación planificada y centra­ El modelo de la primera edad del régimen de patrimonio común
lizada en una organización internacional (la Autoridad Internacional ele reproduce, por lo tanto, la misma filosofía en la que se basa la dinámi­
los Fondos Marinos), a la cual se otorgó poderes ele monopolio en la ges­ ca de segmentación de la gestión ele los bienes por las soberanías n:Kio­
tión de los fondos marinos calificados como patrimonio común y com­ nales: apropiación por el respectivo Estado de los prolongami�e· ntos
petencias extraordinarias de explotación directa de esos recursos, naturales del territorio terrestre (en mar o espacio aéreo) y apropiación
convirtiéndola en una verdadera empresa pública internacional. En este por una organización representativa de la humanidad del remanente ck
sentido, la tnlclicional libertacl de i niciativa de los Estados en la explo­ ese movimiento. La lógica es la misma: e A ambos casos, está claro que
tación de los recursos ele los espacios internacionales quedó severamen­ la única alternativa considerada viable a la clesregulaeión sería el Esta­
te impedida. Lo mismo estuvo en la base de una intensa contestación de do -en la dinámica de territorialización, cada Estado individualmente;
la Convención por los países más industrializados (y, dentro de ellos, por en el patrimonio común de la humanidad, una organización suprana­
los grupos económicos interesados en la explotación de los recursos cional que surgiría como anticipo de un verdadero gobierno mundial.
minerales de los fondos oceánicos) que culminó, en 1 994, en la adopción La segunda edad del régimen de patrimonio común de la huma­
de un acuerdo adicional que desfigura y vacía totalmente el modelo de nidad incluye sus aplicaciones a bienes y recursos ubicados precisamen­
1 9 8 2 , redirigiéndolo, en lo esencial. a la prevalencia del libre comercio te adentro de las [Tonteras de los Estados. Por eso, se trata evidentemente
v de los derechos de apropiaCión por los agentes económicos privados de un juego de fuerzas completamente diferente del anterim: Está en mar­
de los países más desarrollados. cha un conjunto de regímenes internacionales acerca de la gestión de
Es indiscutible que el régimen de patrimonio común de la huma­ bienes culturales o de bienes materiales que, aunque manteniéndolos
nidad contrasta radicalmente con la regulación del acceso a los bienes como objeto de jurisdicción de los Estados, los somete, por fuerza ck su
v
. recursos donde prevalece una matriz territorialista, se pueden clctec­ calificación como interés de la humanidad en su conjunto, a reglas con­
tar en la travectoria de este récrimen plasmada en las manifestaciones
. • cretas de administración y gestión completamente diferente de las (j U L'
de su positiddad jurídica, dos fases diferentes que sei'íalan las dos cela-
b

los mismos Estados aplican a la generalidad de los espacios �· recursos


des del régimen de patrimonio común. intrafronteras. Véansc los ejemplos ele la Convención de la UNESCO de
La pri mera celad se basó en las consagraciones de aquel régimen 1 972 acerca de la protección del patrimonio mundial natural �- cultural
para la regulación de espa cios comunes que no habían hecho sentir de o de la Convención de Ramsar de 1 9 7 1 , acerca de la pmtección de las
mod o signific ativo, la a firm ación de pretensiones soberanas por parte de zonas húmedas de relevancia internacional. En ambos casos, los prin­
l os Estados nacionales. Así sucedió, precisamente, con los fondos oce- cipios inspiradores del régimen de patrimonio común de la humanidad
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P 1 PATRIMONIO COMÚ N DE LA H UMANIDAD POLÍTICAS PÚB LICAS 1 P

pasan a actuan;lentro del dominio ele la soberanía territorial ele los Esta­ Bibliografía
dos. Aunque en este tipo ele situaciones no S Lilja explícitamente la desig­
nación ele "patrimonio común ele la humanidad", lo que surge es Lll;a B LANC ALTEMIR, A. ( 1 992), El patrimonio com ú n de la hw11a 1 1 idad. Hacia
inlluencia ele los tres graneles principios antedichos, identificadores ele un régimen jurídico internaciona l para su gestión, Barcelona:
aquél régimen, bajo formas matizadas, en la regulación de la admi nis­ Bosch.
tración ck recursos o espacios considerados ele interés para la humani­ BROWN WEISS, E. ( 1 98 9 ) , In faimess to future gé11érations: intemational
dad en su totalidad. En este sentido, el significado más importante de law, common patrimony ancl intergenerational equity, Tokyo/New
la consagración ele este plincipio es la profunda transformación ele la l ógi­ York: Unitecl Nations University/Transnational Publishers Inc.
ca de ejercicio de la soberanía del Estado sobre dichos bienes y recur­ DUPUY, R.-J. ( 1 986), La conmzwwuté intemationale entre le nzvtlze et l'his-
·

sos. El territorialismo competitivo entre los diversos Estados -que, en toire, Paris: JulliarcL
rig01� se puede considerar una adecuación ele escala de la tradicional K1ss, A.-C. ( 1 98 2 ) , La notion ele patrimoine commun ele l'humanilé.
construcción del derecho ele propiedad individual sobre la articulación Recueil des Cours de I'A cadémie de Droit hztemationa l de La Have, ·

entre jus fi·uendi, u tendi el abutendi- da lugar, en este nuevo contexto, a vol. II.
una administración parsimoniosa ele los bienes, basada en la idea de fun­ PUREZA, J. M. ( 1 99 8 ) , O patrimórzio conzwn da lzwnanidade. Rumo a u m
ción social - la función social ele soberanía, ampliación planetaria ele la Direito Internacion al da soliclarieclad e? Porto: Afrontamen to.
Función social de propiedad. La ¡·eferencia inspimclora y vinculativa de
esa función social ele la soberanía es la humanidad como un todo, leí­
da a par·tir de los ejes de la transtemporalidad y de la transespacialidacl .
"El rol ele los Estados corre el riesgo ele volverse el ele agentes ele ejecu­ POLÍTICAS PÚBLICAS
ción, guardianes o, en la hipó�esis más favorable a la comunidad inter­
nacional, en trustees" (Kiss, 1 98 2 ) . Ello significa que, en esta vertiente, VALMOR 5CHIOCHET
el régimen de patrimonio común de la humanidad se materializa en la
transformación ele la soberanía-dominio en la soberanía-servicio. l . Se pueden entender las políticas públicas como un <1rea de conocimien­

Lo que se denomina la segunda edad del régimen de patrimonio to o como el propio objeto ele esas políticas. En tanto área del conoci­
común es, pues, una reformulación ele la filosofía de fondo ele régimen, miento, corresponden a un conjunto ele estudios y análisis ace¡·ca de
quitándole un marco ideológico de perfil planificador y centralizadO!� aún cucs.tiones y temas relativos al Estado, su rol y sus instituciones (pcn­
manteniendo su fondo normativo supuestamente comunitarista y eco­ samtento europeo), o enfatiza más específicamente la pmpia "acción o
lógico. En este contexto, se entiende que la dimensión institucional pre­ producción de los gobiernos" (reflexión teórica estadounidense) (Sou­
sentada en la Convención acerca del Derecho del Mar haya perdido lugar za, 2006). Dichas reflexiones ofrecen modelos, tipologías y conceptos para
central en esta etapa más reciente. De algún modo, el rechazo del cen­ comp �·ender l a i ncorporación de esas acciones del gobierno (o Estado)
tralismo y del intervencionismo antedichos a la Autoridad Internacio­ y sus tmpactos sobre la sociedad.
nal ele los Fondos Marinos refleja el rechazo actual ele un modelo de La política pública es la propia iniciativa del gobierno (o del Esta­
regulación que otorgue protagonismo a un mecanismo institucional fuer­ do) que se organiza en planes, programas y acciones. Es i mportante reco­
te y haga que dependa ele él la garantía ele cumplimiento ele la substan­ nocer que tambi �n conforma este concepto la "no acción", la negligencia
cia nom1ativa del régimen ele patrimonio común. En esta versión más c�el Estado o gobierno. En el Estado moderno y sus gobiernos clemocrá­
modesta del régimen de patrimonio común ele la humanidad, el núcleo ttcos, el ámbito ele la política pública es la ciudadanía, entendida como
esencial pasa a se1� entonce� . el equilibrio del ejercicio de la soberanía la relación entre Estado y sociedad civil mediada por los derechos.
territorial ele los Estados mediante un conjunto de obligaciones positi­ Una ele las características del movimiento en defensa de la eco­
vas que establecen vínculos reforzados hacia la comunidad internacio­ nomía solidaria ha sido su capacidad ele i ncluir la problemática ele la
nal en su conjunto y que, ele acuerdo con los términos ele la Declaración autogestión colectiva en la agenda pública, transformándola en lucha
ele Río ele Janeiro sobre el Medioambiente y el Desarrollo de 1 992, son por derechos (derecho al trabajo asociado y a la promoción ele formas
"obligaciones comunes pero diferenciadas". s oliclarias ele organización económica y ele procesos de desarrollo, por

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1 P
P 1
POLÍTICAS ?UBLICAS
POlÍTICAS PÚBLI CAS

yo � l econ o m ía s o l i daria y a sus sujetos. D i chas "acciones de gobier­



eje mplo). De esa forma, la economía solidaria recoloca la defensa de la no . aun no se i nsti tucionalizan como derechos (de la soci edad ) debe­ ;.
autogestión como p ri ncipio de organización social. económica y política. res (del Estado) s i n o que son políticas de gobierno y rw pol ít i cas ele
:
Estado. De esta f orma, l a inclusión de l a economía soli dari3. en la ::w:cn­
2. El ca m b i o de las carencias y necesidades prop i a s de l a eco n o m ía s o l i ­ da guberna mental depende ele la progresiva voluntad política ce sus a e p­
daria en derechos h i zo q u e la actuación de los gobi ernos (gestores) y los
d
_ No obstante, r m plcmentadas por gobiernos const i tuidos a p a rt i r ck
.
tos.
cam bios en las estru c l u ra s del Estado asum i e ra n c e n t ra li d a d para las pmc sos electorales, sus s i m patizantes quedan dependientes d�, las al ter­

perspectivas el e l os ernpren d i m i en tos au togestionarios. Al m is m o t i e m ­ nancras ele gobierno periódicamente realizadas en los regímL'11es d e m o- �
p o en que s e v a const i t uyendo c o m o identidad, movim iento social y como crü t i cos represent a t i vos.
cuestión pública, la eco n o m ía solidaria reivi ndica y propone p o l í t icas
Esa s i t u a ción no puede justificar la falta ele debates más espec ífi­
públicas específicas, a la luz de experiencias s e m ejantes.
cos acerca de la peninencia de la institucionalización de la e conomía soli­
d a r: a �omo política pública. Hay recelos m uy claros referentes a la
E n tanto política p ú b l ica, l a economía s o l i daria s e d e fi n e p o r los .
con textos h is tóricos d e su s u rg im iento. E n el caso e u ropeo, se l a puede .
e n tender c o m o u n a búsqueda d e reconfigurac i ón d e l rol del Estado
:
po J br hdad de q u e el creciente control estatal y la subordinación buro­
.
c ratJca e � t a rían en con t radicc i ón con lps potencialidades emanci pado­
( poder p ú b l i co) para gara n t i za r l a cohesión y l a p rotección socia l basa­
ras ?ropias el e la econo m ía soli daria. Al m is m o tiempo, aut ores como
das e n nuevas formas ele solid a ridad, ante la crisis d e la s o c ie d a d sala­
rial y las m e t a m o rfosis actuales ele la cuestión soc i a l.. En el caso
Lav l l
.
l<;, Y Fran�a Fil h o i d e n t i fican la existencia el e espacios p ú b l i cos, es

l a t i n o a m ericano, la econo m ía solidaria resu l t a d e la c r i s i s del m odelo


decn� � :
c pa ios i n termedi os, en e l sen t i d o de que se refuerzan . en aras
de co n t nbl! l r para la regulación d e un campo ele prácticas de e s t ím u l o
a las m t e racciones entre l a s i n i ciat h·as y los poderes públ icos" ( Fr:mt,:a
ncoliberal que orientó la acción gubernamental en la década d e 1 990, .

como pos i bi l i da d de m antenim i ento ck b ;m t o­


con s t i tuyéndose, a l a vez. e n al ternat i va crítica a e s e m is m o modelo. _
Fdho e t a l . , p.
2006, 30 1 )
n o m ía de la econo m ía soli daria ante el Estado.
3. Uno d e los principa les debates establec idos a lred e d o r d e la econo
m ía
c o n l a s poten­
Es posible cuestionar el alcance Je l a econo m ía soli dari;l en tan­
sol i d a r i a como política p ú b l i ca tiene q u e ver justa me n te to nueva política pública. Coraggio, por eje m plo, constata que progra­
para l a i n s t i tuciona l i zación de una nueva socia b i l i d a d , d e la
c i a l i d ades mas gubernamen tales ele apoyo a formas cooperativas autogest ionaclas
Y a redes d e e m p rend i m ientos fam il iares pueden ser c;nsider tdo:-; mcca­
v
o m p r o m i sos
solidarid ad y d e l a acción pública a n te los l í m i les d e l os c �
e l a s p o líticas .
propi os ele la s ocial d e m ocra c i a , así como l a s u peración d ;; J.smos m era mente integradores ele los pobres a l mercado exclun�nte.
pública l a eco­
ncoli beralcs. E l consens o es que solamen te como política �s tos !Jro�ram a s n o son efectivamente una nueva política ecorH� m i c1,
i e n to ( Fran�a F i l h o et a l . ,
n o m ía s o l idaria podrá sal i r de su con fi n a m smo m a:' b r en u n a política social e n focada en los pobres como una nue­
con fo r m a r u n a f·ue rza c o n t ra­
2 006) y "experi menta l i s m o social" para va matnz ele sentido: i n t egrarlos como t rabajadores au tónomos a l mis­
2007, p . 57).
"otra economí a", p l u ra l para u nos, socia­
hegemón ica capaz d e constru i r mo m ercado q u e los excluyó" ( Comggio,
l i s t a y au togestion aria para otros. Existe una clara d i me n s ión normativ
a
I n ves t igadores brasilei1os también constataron l o m i s m o cuando
en el nnúl isis ele b econ

a n a l i zaron l os programas gubernamentales locales de fomento a la eco­
o m ía solidaria como política p ú b l i c a , q u e corre

p o n d e a u n a i d e n t i ficación e n t re las políticas públ i ca s d e eco n o


m ía soli­
n o m ía sol i d a ria y verificaron que esas i n i ci ativas pueden ser !ü n d a n l l' ll ­
d a ri n v determi y a l gobi ern o
tadas e r � o �1ccpciones meramente i n c l u s i vas d e los pob res e n
políticos que l legan
nados partidos grupos
; 1;¡
( por e j e m plo, rad i ca l es , soc i a listas, ambiental istas). e con<? lll t<t J J t l ?rmal mediante la pro m oc i ón del em prcndedurismo l i be ­
La i n c orporació n ele la economía sol idari a a la agend a
gubcrn<t ­
ral ( F ran<;:a Fr l h o et a l . , 2006). La crít ica m üs i n c i s i va la h i zo B rb o s ¡
s t i tuc io­
a ;
a l , i n
m c n t a l todavía es i nocua, d i s persa �· fragmen tada territ o ri (�007) recientemente, al analizar la incipiente actuación del gobierno bra·
nal Y t c m po ra l m en !L' . Esas caracterí sticas jus t i fican m
uchas d udas acerca
s l l e i'i o en l a econ o m ía sol idaria. Para la au tora, l a economí ; solkl:í ria
de l a p rop i a c o n d i c i ó n d e l a econo m ía solidaria c
b l i GL
mun
e�
a p ú
do del
o m o p o l í t i c
una ¡� olít i ca pübl ica ideada con base en la precarización del
e c o­
trabaJo Y q u e la rch.1erza al enmarcarse en un contexto el e aCtwlci(lll esta­
hay p o l ít i cas el e
E m píri ca m e n t e , hace fal ta reconoc er que, d e hecho,
de gob i e rnos , p u e s se puede
n o m ía s o l i d a ri a a l m e n os en t anto acción
observa r o p c i o n e s rL·a l i 1.adas program ática �· concret
tal d é b i l en l o concerni en t e a políticas de desarrollo e inversión p{r bl i ­
a m e n te p o r gobi e r­
c a e n la protección soc i a l . Au nque esas eva l u a c iones estén bas;tdas L'll
nos locales , re g io n al e s �· n a c i o nales en l a adopció
n d e accione s d e apo·

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284
P 1 POLÍTICAS PÚBLICAS POLÍTICAS P Ú B LICAS 1 P

evidencias históricas, ellas traducen solamente una realidad que form a ticas hegemónicas f1.teron las de índole liberal, que enfatiza la precari­
parte ele un movimiento más amplio, en aras ele construir una nueva polí­ zación y la desregulación del mercado ele trabajo y el emprencleclurismo
tica pública dedicada a la inclusión y emancipación ele los pobres y tra­ individualista como formas ele ampliar la demanda ele fuerza de traba­
bajadores. jo en el mercado. Las consecuencias de esas políticas fueron evidentes
Al menos en el aspecto normativo, los actores involucrados en las en cuanto al aumento de la pobreza y la desigualdad.
políticas públicas han mostrado que, ante la posibilidad de los riesgos Se creó la economía solidaria como alternativa tanto a las políti­
compensatorios y meramente "reproductivos" de la lógica excluyente, hace cas de empleo (típicas del modelo keynesiano), como a las políticas ele
falta fundamentar la economía solidaria en una concepción adecuada de trabajo e ingresos neoliberales. En lo que concierne a la política ele tra­
política pública. Por ejemplo, la I Conferencia Nacional de Economía Soli­ bajo, la economía solidaria se dedica a la ampliación de los puestos de
daria realizada en Brasil, en 2006, definió que, como política pública, la trabajo organizados de forma colectiva y autogestionmia. Definida, enton­
economía solidaria: a) no puede ser considerada residual, subordinad a ces, como política activa de trabajo e ingreso, la economía solidaria
o, como mucho, como medida compensatoria de los impactos de las cri­ enfrenta un doble desafío. Debe apoyar y fomentar esas formas organi­
sis del capitalismo, pues, ele esta forma, imposibilita la necesaria ruptu­ zativas, para que se viabilicen y se fortalezcan en el interior de una eco­
ra con la reproducción ele la pobreza o ele precaria sobrevivencia; b) forma nomía capitalista cada vez más restringida y centralizada. Al mismo
parte ele la construcción de un Estado republicano y democrático, pues tiempo, el fortalecimiento ele las organizaciones no se puede dar en detri­
reconoce la existencia ele esos nuevos sujetos sociales, nuevos derechos mento de las condiciones de vida y dignidad de los participantes asocia­
a la ciudadanía y nuevas formas ele. producción, reproducción y distribu­ dos a ella. Esa doble actuación implica la búsqueda de regulaciones para
ción social. además ele facilitar el acceso a los bienes y recursos públicos garantizar que los derechos ele los trabajadores sean asegurados también
para su desarrollo; e) debe ser una política de desarrollo orientada hacia para los que "viven del mundo del trabajo colectivo y autogestionario".
un público históricamente exclt�ido que busca crear un contexto ele eman­ Para ello, hace falta reconfigurar las políticas ele trabaj o con vistas a
cipación y sustentabilidacl; y, el) para ello, debe reconocer y fortalecer la garantizar que los trabajadores que participan ele esas nuevas formas de
organización social de los trabajadores y la constitución del sujeto polí­ organización del trabajo sean socialmente protegidos.
tico como elementos claves para la institucionalización de los derechos Como política activa ele trabajo, la economía solidaria demanda
y para el fortalecimiento ele las esferas públicas democráticas en el país. la incorporación ele estrategias más amplias de actuación gubernamen­
En este sentido, el control social ele las políticas públicas es cuestión ele tal o estatal. Parte ele la función desempeñada por el capital en la orga­
principio y debe ser paulatino y permanente. nización del trabajo pasa a ser ejercida por el Estado. Considerando que
El carácter emancipador ele la economía solidaria en términos ele la economía solidaria involucra a los desposeídos ele los medios de pro­
política pública sólo puede se � comprendido a partir de la dimensión ducción para su existencia, es importante asignar activos para hacer via­
normativa e ideológica tanto ele sus detractores como de sus críticos. bles a los procesos ele trabajo. Las políticas distributivas de i ngresos son
No existe consenso acerca de ello y los conflictos reflejan contradiccio­ insuficientes si a ésas no le siguen políticas que i ncidan sobre la propie­
nes propias ele la sociedad, ele la cual la economía solidaria forma par­ dad ele los medios de producción o sobre la distribución patrimonial. La
te, construyendo nuevas realidades y, al mismo tiempo, reproduciendo ubicación ele tierras y de medios de producción (fábricas, oficinas, etc.).
realidades existentes. así como la infraestmctura requerida para la distribución y comercio de
Las políticas de economía solidaria son definidas como generado­ los productos, además de la adquisición gubernamental ele la producción
ras de trabajo e ingresos. En el contexto de crisis de la sociedad salarial son parte integrante de esa política. Igualmente, es fundamental consi­
(Castel. 1 998), las tradicionales políticas ele empleo empezaron a ser insu­ derar las exigencias ele democratización del acceso al crédito, la adop­
ficientes o inadecuadas. Teorías relativas al mundo del trabajo y a las "cla­ ción ele políticas de educación y formación social y profesional y los
ses que viven del trabajo" (Antunes, 1 999) adquirieron nuevo ímpetu. Sin desarrollos científico y tecnológico adecuados, entre otros.
considerar las proposiciones que sostienen la posibil idad de un nuevo Del punto de vista sectorial. se puede configurar la economía soli­
modelo social ya no centrado en el trabajo, una de las preocupaciones daria como una política complementaria o estmcturante. Se pueden
políticas más evidentes en las últimas décadas f·ue la búsqueda de alter­ constatar ejemplos de esa realidad en las políticas de distribución de
nativas a las políticas ele empleo propias del modelo keynesiano. Las polí- ingresos, de seguridad alimenticia, saneamiento básico, de agricultura
286 287
P 1 POLfTICAS PÚBLICAS POLITICAS PÚBLICAS PARA LA ECONOM[A SOCIAL Y SOLIDARIA/GESTIÓN 1 p

familim� de reforma agraria, de salud y vivienda, entre otras. En este sen­ política vinculada estrechamente a la economía" (Coraggio, 2007) v cre­
tido, se puede afirmar que la economía solidaria no es una política sec­ ar, así, nuevas i nstitucionalidades, valores y bases para el proce� o de
torial, es decil� que no corresponde a sólo un sector de la sociedad o ele desarrollo.
la economía. La economía solidaria es una política de desarrollo social
�· económico fundamentada en la organización colectiva, asociativa y
B i b liografía
autogestionaria de pe1·sonas. Así, ella incorporaría "la acción del gobier­
no" en diversas cuestiones y sectores que forman parte de la agenda públi­ ANTUNES, R. ( 1 999), Os sentidos do trabalho: ensaio sobre a afirma�ao e
ca. Esa nueva configuración estratégica propiciaría en los beneficiarios nega<;ao do trabalho, Sao Paulo: Boitempo.
de las políticas de transferencia de ingresos la inserción en el mundo del BARBOSA, R. N. C. (2007), Economía solidária como política pública: ten­
trabajo, como alternativa de organización económica de los ex presidia­ dencia de gera¡;ao de renda e ressigni-fica¡;ao do trabalho, Sao Pau­
rios, los recolectores de material reciclable, los agricultores familiares lo: Cortez.
y pobladores de asentamientos, entre otros.
·
BRASIL. Ministério do Trabalho e Emprego (2006),
Todavía existen controversias acerca de este aspecto de la econo­ CASTEL, R. ( 1 998), As metamor{oses da questcio social: uma crónica do
mía solidaria, pdncipalmente en lo que se refiere a la función de la posi­ salário, Petrópolis: Vozes. 1

bilidad de transferencia de responsabilidades públicas hacia la sociedad CONFERENCIA NACIONAL D E EcoNOMIA SOLJDÁRIA, I, Economia solidcíria
y de los riesgos de desregulación de la actuación pública y universal del como estratégia e política de desenvolvimento: documento final Bm- '

Estado. La economía solidaria puede ser adoptada como una nueva for­ sfl ia. ·

ma de organización y ele gestión de la misma política pública. En este CORAGGJO, J. L. (2007), Economía social, acción pública y política: hay vida
·

sentido, son ejemplares los efectos positivos de la política ele crédito a después del neoliberalismo, Buenos Aires: CICCUS.
los agricultores familiares, cuya implementación reemplaza el sistema FRANCA FlLl-10, G. C.; L AVI U..E , J.-L.; MEDEIROS, A.; MAGNEN, J.-Ph. (Ürg.)
bancario tradicional por las cooperativas ele crédito de los propios agri­ (2006), Af·cio pública e eco11omia solidária: uma perspectiva int ;r­
cultores familiares. Las compras públicas son otro ejemplo, dado que, nacional, Porto Alegre: Ed. da UF�GS.
al adquirir insumas y alimentos de asociaciones o cooperativas de pro­ SouzA, C. (2006), Políticas públicas. Üma revisao da literatura, Sociolo­
ductores, el Estado ejerce la política de otra forma. En este caso, lo nove­ gias, Po1·to Alegre, ano 8, n. 1 6, p. 20-45, jul./dez.
doso no es la mitigación de la responsabilidad estatal, sino un nuevo
arreglo en la articulación entre el Estado y la sociedad, mediada por orga­
nizaciones colectivas y autogestionarias y no sólo por empresas priva­
das o directamente por la burocracia estatal. POLÍTICAS PÚBLICA S 1 GESTI Ó N
En un aspecto más opemcional, todas esas cuestiones compleji­

1
zan la discusión acerca de la propia institucionalidad de la economía soli­ S U SANA HlNTZE
daria como política pública. Otras indagaciones conciernen el lugar
institucional más adecuado, al conjunto de programas, pi·oyectos y accio­ l . Las políticas públicas confom1an las condiciones en las que se desarro­
nes que caracterizan la política de economía solidaria y cuáles son los 1 lla la actividad económica y, a su vez, son por ella condicionadas. Tal como
mecanismos más adecuados de participación y control �ocia!. Lo que la plantea Polanyi un cierto sistema económico sólo es posible en cierta
experiencia ha demostrado es que esos arreglos se configuran a partir sociedad, en la que debe insertarse (echar raíces, entretejerse, generan­
de especificidades del proceso histórico de desarrollo y reconocimien­ do asf un funcionamiento regular). Y esa inserción sólo es viabilizada por
to de la economía solidaria como política pública. la mediación de instituciones y políticas que impulsan y favorecen cier­
En este contexto de eludas y controversias, es necesario recono­ tas prácticas de sujetos y agentes muy variados en el mediano y largo pla­
cer que la economía solidaria como política públ ica se caracteriza tam­ zo, regenerando sus condiciones de perdurabilidad, vale decir, su
bién por su dependencia de la voluntad de los gobiernos de incorporar rutinización (Polanyi, 1 989).
a su agenda actores que practican esa forma ele economía. Dicha cir­ Las políticas públicas son expresión de la particular relación entre
cunstancia no impide la constatación de su potencialidad en "hacer sociedad/economía y Estado en una coyuntura determinada. De acuerdo
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POLÍTICAS PÚBLICAS 1 G ESTIÓN 1 P
P 1 POLÍTICAS PÚBLICAS 1 GESTIÓN
.
do, al mismo tiemno ,. ' es lttch ar pm. . . represtvas
1 ausurar sus mstancms .
con Lechner se considera que "el Estado repite y reproduce la sociedad; . e v
amphar lo que t !ene de_ �ocialidacl colectiva" (Thwaites Rey, 2 004: 80). -
la re-presenta. No es agente ele uno u otro grupo social sino la represen ­ En la con formacwn ele un proyecto que dispute la hegemonía capi­
tación simból ica del proceso social en su conjun to". Esta perspectiva pre­ . . . , la tmpo1
tahstd _ _tancm_ del Estado es central: sin eluda otro Estado dife­
supone la no separa ción "0rgánica" entre socieda d y Estado, entre lo rente � 1 ac tual, participativo, flexible a las cuestiones que emergen de las
económi co y lo político y rechaza la idea de "la existen cia ele una socie­ _
ot·g am �acJ�ne � ele la sociecla� civil. Con intervenciones públicas que se
dad civil previa e indepe ndiente del Estado" (Lechn er, 1 98 1 : 1 099). _
clemoct � ttcen JUnto con los SIStemas de representació n política -v social
En el marco de estas consid eracion es las política s públic as son (Coraggw, 2007; Kapron y Fialho, 2004).
entend idas aquí "como conjun to ele accion es y omisio nes" (iniciat ivas
y respue stas, manifi estas o implíc itas) que expres an
"una determ inada 2. Las olíticas públicas orientadas a la promoción y sostenibilidad de
una cuestió n que �
modali dad de interve nción del Estado en relació n con
actores en la socie­ u � subsistema de economía social y solidaria demandan entonces ele una
concita la atenció n, i nterés o moviliz ación ele otros t�1t r�:la no ce ntr�da _en el Estado, sino situada en los espacios ele inte-
dad civil" (Oszlak y O ' Donne ll, 1 995 : 1 1 2- 1 1 3 ) . En conjun to la política _
1 ac_�I �n entre mstitucwnes estatales y de la sociedad civil. Entre sus carac­
estatal indica las "tomas de posició n del Estado respec to de cierta cues­
tensttcas pueden mencionarse:
tión, y si este conjun to tiende a variar tanto a través de diverso s orga­
a a) Constit_uyen políticas públicas en sentido amplio. Trascienden el
nismos estatal es como a lo largo del tiempo , es evidente que tal polític as ele subconJunto de las políticas sociales (dentro ele las cuales se las ubi­
no puede ser entend ida ni explica da prescin diendo de las polític ca en muc �os � aíses de América Latina). Siguiendo a Danani, se
otros actores" (Oszlak y O 'Donnell , 1 995: 1 1 5 ) . _
reserva el termmo de polt'IL·ca soc1•a ¡ pm.a ague11 as mtervencwnes
"· .

S i bien las tomas el e posici ón del Estado n o "son sustan cialme nte .
socmles ��l Estado" que producen y moldean ele manera directa
diferentes a las de otros actor<r s" consideran que tienen dos característi­ las condicJ? nes ele vida Y ele reproducció n ele la vida de distintos
cas que constituyen una diferehcia fuerte: por un lado cuentan con el res­ g �upo� sociales, Y lo hacen operando sobre "el momento de la clis­
paldo de normas de cumpl imient o supuest�mente obligatorio y condad el tr�buci.�_ n secundaria del ingreso" a través de mecanismos ele redis­
control de medio s de coacci ón física, por el otro tienen mayor capaci t �Ibucwn. Esto _ las distingue de las laborales que regulan
ele repercusión social (Oszlak y O'Donnell, 1 995: 1 1 5). Esta perspectiva per­ dire � tamente los mgresos del capital y el trabajo 0 la distribución
mite entend er al Estado como institu ción f·undam ental y al mismo tiem­ del mg �·eso que deriva de manera inmediata ele la producción
po t·econocer la i ncorporación ele otros actores, que tambié n adquieren (Danam, 2004: 1 1 - 1 2) . En esos términos incluyen v exceden el cam­
capacielacl de hacer relacio nes, disput ar sentid os, imponer cuestiones en po de _las ? olí�i �as s �ciales, en tanto sus efectos operan también en
tanto necesidades y demandas socialm ente problematizadas. 1� J_edtstnbucJo � pnmaria ele los i ngl·esos vía apoyo a otms mocla­
En un proceso transi cional ele constm cción ele otras moda lidades hdades ele tn�baJo generadoras ele ingreso por fuera de la relación
de organi zación ele la reprod ucción de la vida a partir del trabajo auto­­ _
capital-trabaJo . . . ·

gestion ado, en el cual se recono ce la relevancia ele lo estatal , es imporla b) S? n in tersectodales ya que requieren de la acciÓn de diversos orga­
tante enfatizar la natura leza pública de la acción estatal, para referir � Ismos, n� pudiendo ser resuelt�s por un sector específico del apa­
a lo colectivo, a los i ntereses mayoritarios que debe necesariamen te con­ � dto del �stado (gobierno, _ admmistración). Refieren a diferentes
frontar con la lógica desigu aladom y excluyente del Estado capita lista mterve� c1 ones que se corresponde n con responsabil idades atribui­
(Thwaites Rey, 2004 ) . das a clistm _ t s sectores del aparato estatal: a_lgunas son inniedia­
El Estado -que se consti tuye por medio de las relaciones sociales t � mente dJr _ �1 1das
_ a la producción -distribució n-consumo de
a distin­ �
pero tambié n las consti tuye-; en cada momento histórico expreshomog é­
.
b�enes Y serv1cws (por lo tanto incluibles en las políticas económi­
tas correla ciones de fuerzas. Pero en tanto ningun a socied ad es
nea tampoco el Estado es u n bloque. En cada coyun tura la hegem onía se �as); otras como las ele ��ucación, capacitació n, salud, vivienda,
io de las mfraestn1c. tura, proteccwn y seguridad ' son llevadas a ca b o por
construye y se disputa como resultado del carácter contradictor el et�rmmadas áreas sociales; las de cuidado del medio a mbiente y
relacio nes sociale s y del Estado . Propo ner actuar en y sobre el Estado en de 1gualdad de género son eons1· c1era el as en a1 gunos pmses - como
la constm cción de un proyec to altema tivo recono ce esta dimen sión con­ transversales y en otros como funciones de organismo s específicos.
tradic toria (ele la fom1a y del aparato Estado): "luchar en y contra el Esta-
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e) Las organizaciones socioeconómicas solidarias en las cuales se s: encuentran con otra. Basada en un conjunto ele principios compar­
exp1·esa el trabajo autogestionado asociativo están territorial men­ tidos, modos tácitos ele percibir, pensar y reaccionm� es -pam este autor­
te instaladas, y su mayor o menor potencialidad se relaciona con un � de las más po? e.r?sas y estables fuerzas que operan en las organi­
su grado de imbricación en procesos de desarrollo local o endóge­ zaciOnes. Esto pos1bdita que, una vez internalizada por sus miembros,
no. los cuales no constituyen fenómenos aislados sino resultado de con.forme un soporte básico en la construcción de identidades organi­
proyectos de mayor alcance. En esos ténninos son políticas que cm­ zacwnales. Pero también que constituya un lastre duro de remontm· en
zan, son transversales a los diferentes niveles del aparato del Esta­ procesos de cambio organizacional.
do: el nacional, estadual!provincial y el municipal/local. En las políticas de promoción de la economía social .v solidaria con­
d) Más que el énfasis en lo vertical y jerárquico que implica la distin­ fluyen dos tipos de cult � ras -qt�e no co�1s:i tuye�1 internamente conjun­
ción entre políticas de arriba-abajo o abajo-arriba, las políticas para tos: homogeneos-
_ y que t1enen ra1ces y practicas difet-entes: la que proviene
la economía social y solidaria conforman "un proceso horizontal del Estado y las que lo hacen de organizaciones ele la sociedad civil. La
y dinámico, que implica a diversos actores sociales". Proceso que c.onstntcción de una nueva cultura compartida será resultado de la ins­
no puede ser lineal ni estático y que requiere de un diálogo y apren­ titucionalización ele valores, normas y asunciones que soporten una nue­
dizaje continuo a diversos niveles, desde lo nacional a lo local (Men­ va forma ele en tendel- y actuar la relación entre los funcionarios públicos
clell, 2007: .'57). Y actm�es de la mamía social y soliclaria, 1 generacla a través de proce­
(�l · ,

sos de � nter�cc1on 1:egular entre ambos a partir del desarrollo de proyec­


3 . En tanto públicas el sentido de estas políticas trasciende entonces lo tos de mteres comun, de la conformación de una relación basada en la
estatal y refiere tanto a la representación del interés colectivo, de las nece­ confianza y respeto mutuo. Ello presupone el cambio, hacia una mavor
sidades de los actualmente excluidos, pero también a la ampliación del transparencia, en las prácticas públicas de gestión y el reconocimie;1to
campo de responsabilidad de quienes intervienen en su diseii.o, imple­ ele 1 ? que cada uno puede aportar en el desarrollo ele programas ele acción
mentación y evaluación (a cuyo conjunto se hará referencia con la deno­ con�t� nta (pr�yect�s, innovación, saberes, capacidades, disposiciones,
minación genérica ele gestió11 ) incorporando a los actores sociales hab1hclacles, fmancwmiento, recursos matedales, información, etc.).
involucrados en estas acciones. 1
Entendiendo que no hay procedimientos ni tecnologías de gestión 4. N? hay todavía suficient es estudios empírico s que tomen como obje­
independientes ele las concepciones políticas que los orientan -si bien to como se crea, instituci onaliza y difunde a todos los niveles una cul­
esto no habilita a cancelar el análisis de las especificidades de cada cam­ tura compart ida que dé respuesta a las tres cuestion es mencion adas.
po- se sei'ialan algunos problemas organizacionales y técnicos que hacen Respecto ele los vínculos simétricos es casi una obvieclad postular
a la gestión de tales políticas, cuya resolución contribuiría al proceso de que desde el sector público, la superación de orientac iones clientcla res
Y patemal istas -sumada a práctica s organiza tivas
construcción de ése otro Estado. poco bumcrat izadas
Y jerárquic as, con mecanis mos decisorio s ele negociac
En el contexto de políticas que pretendan asumir la participación ión v consenso ­
más allá de lo discursivo, tres tipos de cuestiones resaltan desde la pers­ son condicio nes para romper la relación de asimetría y st; balterniclad
pectiva de la gestión: la simetría en los ví11culos entre agentes públicos entre sujetos de derecho y agentes instituci onales que en general carac­
y actores de la sociedad civil, la mtlo11omía y la cooperación (S. I-Iint­ teriza a la� políticas públicas: relación de proveedor/dador versus recep­
ze, 2007 ).
to.res pas1vos de los bienes y se1vicios de los programas públicos.
Tales cuestiones afectan la eficiencia organizativa y la eficacia soci al D1sei'iaclos por especialistas a los que se les atribuye el manejo ele sabe­ ',1

en el uso de los recursos v los resultados de las acciones y llevan a una res técnicos frente a integrantes de organizaciones responsables del hacer
cuestión ele ma�·or entid;.�c\ que los engloba: el ele la cultura organiza t i ­ concreto (cuando las intetvenci ones refieren al desarrollo ele cmprencli-
va. De acuerdo con Schein ( 1 996) la cultura se compone ele normas, valo· 111J. entos autoges tionado s).
res v asunciones sobre los cuales éstas funcionan; por debajo de ellas se'

1,¡�
Para establecer relaciones horizontales y de cooperación entre pro­
cnc�tentran profundos conjuntos de presunciones que la mayoría ele l os gramas públicos y organizaciones ele la economía social v solidaria el
integrantes nunca cuestiona o examina, lo cual hace que los miembros nivel más adecuado es aquel en que los actm-es están en n�avor contac­
de L�la organización no sean concientes de su propia cultura hasta que' to Y posibilidad de diálogo. Al respecto Fraisse (2005) conside1 a que, para

y,
...

¡'
292 293
.
P 1 POlÍTICAS PÚBLICAS 1 G ESTIÓN
POlÍTICAS PÚBLICAS 1 G ESTIÓN 1 P

superar una institucionaliclad frágil y encontrar una legitimidad dura­


ble en los medios políticos y frente a la opinión públ i�.:a , el desafío es cons­ que �e e � fTenta la gestión de políticas públicas para la economía social
tmir unü acción pública a favor de la economía social y solidaria que no Ysohdana democráticas, participativas y, a la vez, socialmente eficaces.
descanse principalmente en el juego de alianzas de las redes políticas y
administrativas nacionales, sino que establezca su legitimidad a partir Bibl iografía
ele las dinámicas territoriales.
Mirado desde las organizaciones el e la economía social y solida ­ CORAGGro, José Luis (2007) Economía social, acción pública y política. (Hav
ria, a la construcción de relaciones simétricas contribuiría su conforma­ vida después del neoliberalismo). Buenos Aires: Edic i ones CICCUS .
ción con integrantes dotados de compromiso, disposición a la DANANI, Claudia (2004 ) "Introducción. El alfiler en la silla: sentidos, pm­
_ en el debate ele las políticas sociales v la eco­
yectos y alternativas
participación y a la relación dialógica pero a la vez de niveles educati­
vos, formación, disponibilidad ele saberes y de información, así como nor:1ía social" en �ANANI, Claudia (comp.) Política social y e�onomía
experiencia organizativa previa. Claramente esto no es esperable en socwl. Debates fwulamentales . Buenos Aires: UNGS-Altamira­
emprendimientos individuales y aislados entre sí, sino de aquellos que OSDE.
forman patte ele movimientos por la economía social y de organizacio­ FRAISSE, Laurent (2005) "Los desafíos de una acción pública a favor de
nes sociales que la asuman como propuesta. la economía social y solidaria". En LAVILLE, MAGNEN y MEDEIROS:
Respecto de la autononzía, como "facultad de decidir sin condicio­ "Acción pública y economía solidaria. Una perspectiva il'lternacio­
namientos externos de ningún tipo" es como señala Thwaites Rey "un nal". París, Ediciones Eres
territorio a conquistar más que una cualidad natural a dejar fluir: Se gana I-IINTZE, Jorge (2007) "Modelos organizativos y redes institucionales".
en el proceso de lucha y en el debate ideológico que le otorga sentido" Ponencia presentada en XII Congreso Internacional del CLAD sobre
(Thwaites Rey, 2004: 55). Para l fs organizaciones de la sociedad civil este la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Santo
proceso implica superar el riesgo de la cooptación política y el del iso­ Domingo, República Dominicana, 30 de octubre-2 de noviembre
morfismo institucional, que las mimetice con las del Estado. I-IINTZE, St�sana (2007) Polític�s sociales argentinas en el cambio de siglo.
En lo que hace a la cooperación en la gestión de políticas hay rela­ Con¡eturas sobre lo postble . Buenos Aires: Espacio Editorial.
ciones cooperativas cuando en la práctica los actores involucrados actúan KAPRON, Sergio y FIALHO, Ana L. (2004) Políticas públicas para la econo­
en común para el logro de fines ele modo tal ele minimizar el esfuerzo y los mía solidaria. En CATTANI, A.D. (organizador) La otra economía.
costos ele transacción. A la vez, las relaciones ele cooperación requieren la Buenos Aires, UNGS-OSDE, Altamira.
presencia ele dos condiciones: transparencia (simetría ele información sobre LECHNER, Norbert ( 1 98 1 )'"Acerca del ordenamiento de la vida social por
los procCsos necesarios para el �ogro ele los fines comunes) y confianza en medio del estado" en Revista Mexica11a de Sociología . México' Vol.
que las reglas ele juego serán respetadas por todos (J. Hintze, 2007). 43, N" 3, julio - setiembre.
La gestión en red parece ser la forma más adecuada para estas polí­ MENDELL, Marguerite (2007) "Econom ía social y políticas públicas: el
ticas en la medida e n que i ncorpora a su funcionamiento las tres cues­ caso de Québec" en Vuorro, Mirta (coord.) La co-co11strucción de
tiones. Las redes institucionales constituyen conjuntos de organizaciones políticas p úblicas en el campo de la economía social. Buenos Aires:
o instituciones que son cm-responsables en procesos de trabajo: "se inte­ Prometeo.
gran en redes institucionales los actores que trabajan juntos para lograr ÜSZLAK, Osear y O' DoNNELL, Guillermo ( 1 995) "Estado v políticas esta­
fines compartidos". En las redes se asignan recursos "según acuerdos no tale� en América Latina : hacia una estrategia ele i �vestigación" en
esporádicos y formalizados" y en los cuales los integrantes pueden exi­ _ Universidad Nacional de Quilmes Vol.
Revtsta Redes. Buenos Atres: '
girse mutuamente cuentas acerca ele su cumplimiento. La esencia de las 2, N" 4.
·redes se encuentra en que "no se trata ele acuerdos sólo sobre los pro­ POLANY!, Karl ( 1 989) La gran transformación. Madrid: Ediciones ele La
ductos sino sobre la i11tegración en los procesos " (J. Hintze, 2007: 5-6). Piqueta.
La gestión de políticas en red es un tema que ha comenzado recien­ SCHEIN, Edgarcl ( 1 996) "Culture: the missing concept in organization stu­
temente a ser discutido y es poco estudiado empíricamente en América cl i es". Administrative Science Quarterly, 4 1 .
Latina. Su desarrollo constituye uno de los desafíos organizacionales con THWAITES REY, Mabel (2004) La autonomía como búsqueda, el Estado
como con tradicció n . Buenos Aires: Editorial Prometeo.

294
295
R
REDES DE COLABORACIÓN SOLIDARIA

EUCLIDES ANDRÉ MANCE

l . La noción de red es propia de la teoría éle la complejidad, con rasgos


provenientes de la cibernética, de la ecología y de otras elaboraciones sis­
témicas en diferentes áreas. Pone énfasi s en las relaciones entre diver­
sidades que se integran, en los flujos de elementos que circulan en esas
relaciones, en los lazos que potencian la sinergia colectiva, en el movi­
miento de autopoiesis en que cada elemento concurre para la reproduc­
ción de otro, en la potencialidad de transformación de cada parte según
su ¡·elación con los demás y la transformac\ón del conjunto según los /lu­
jos que circulan a través de toda la red. Así, la consistencia de cada miem­
bro depende ele cómo él se integra en la red, de los Hujos en los cuales
participa, de cómo acoge y colabora con los demás.
Los elementos básicos ele una red son sus actores, células o nodos
constituyentes, las conexiones entre ellos y los flujos que los entrecru­
zan. Sus propiedades básicas son la autopoiesis, intensividad, cxtensi­
vidad, diversidad, integmlidad, retroalimentación, flujo de val01� flujo de
información, flujo de materias y agregación.
La noción de red de colaboración solidaria resulta de la refl exión
acerca de la� prácticas de actores sociales contemporáneos, compren­
dida desde la teoría de la complejidad y de la filosofía de la liberación.
En tanto categoría analítica, denota la existencia de conexiones entre los
emprendimientos e iniciativas de economía solidaria y la circulación cola­
borativa entre ellos de informaciones, valores y materiales. Sus flujos pue­
den ser retroalimentados de forma centralizada, descentralizada o
distribuida, aunque su formación siempre sea compleja y se retroali mcn­
ten simultáneamente flujos de muy diversos tipos.
En tanto categoda estratégica, la red de colaboracióJJ solidaria es
un elemento central de la denominada revolución de las redes, en la cual
acciones de carácter económico, político y cultural se retroalimentan ,

297
R 1 REDES D E COLABORACIÓN SOLIDARIA REDES D E COLABORACIÓN SOLIDARIA 1 R

subvirtiendo patrones y procesos hegemónico� que mantienen �1 c��i­ clucción capitalista, que es lo que ocurre cuando emprenclimientos soli­
talismo, y avanzándo en pos de una construcción de una globahzac10n darios compran bienes y servicios de emprendimientos capitalistas; (e)
solidaria. generando nuevos puestos de trabajo y d istribuyendo ingresos, con la
organización de nuevos emprenclimientos económicos para satisfacer
a las demandas ele las mismas redes; (el) garantizando las condiciones
económicas para el ejercicio ele las libertades públicas y privadas éti­
camente ejercidas. La reinversión colectiva ele los excedentes posibili­
ta reducir progresivamente la jornada de trabajo ele todos los
miembros, elevar el tiempo libre para el bienvivir y mejorar el n ivel ele
consumo ele cada persona.
La gestión ele una red solidaria debe ser necesariamente cle mocn1-
tica, ya que la participación ele los miembms es enteramente libre y res­
peta los contratos firmados entre ellos. Entre sus características están:
la descentralización, gestión participativa, coordinación y regionaliza­
ción, que buscan asegurar la autodeterminación y la autogestión ele cada
m·ganización y ele la red como un todo.

Flujos Flujos Flujos Formación 2. En las últimas décadas surgieron en todo el mundo, en los campos ele
distribuidos compleja
la economía, la política y la cultura, varias redes y organizaciones en la
1
centralizados descentralizados
esfera de la sociedad civil, luchando por la pmmoción ele las l ibertades
públicas y privadas éticamente ejercidas, conformando embrionariamen­
te un sector público no-estatal. Redes y organizaciones feministas, eco­
�ómi co,
En esta segun d� acepc ión, consi deran do su _aspec to ec?
I ones ya extste nt�s Y lógicas, movimientos en el área ele la educación, salud, vivienda y muchos
se trata ele una estrat egia para poten ciar las cone� - .
a­ otms en el área ele la economía solidaria y por la ética en la política -sólo
ucciO n, de omer cmhz
conec tar empr endim iento s solida rios ele prod _ � para citar algunos- se van multiplicando, dando surgimiento a una nue­
y otras orgam zac10 e popu la-
ción, de financ iación , de consu midores � � va esfera del contrato social. El avance de una nueva conciencia y de nue­
res (asoc iacion es, sine¡·Icatos ,1 ONG s, etc ) , en u n
·
· movi mien to de
. · , . vas prácticas en lo que se refiere a las relaciones de género, al equilibrio
table , antag omco
retro alime ntació n y creci mien to conju nto, autos usten ele los ecosistemas y a la economía solidaria, por ejemplo, no emergen
al capitali smo. . ..- rec1 es. ( a) de las esferas del mercado o del Estado. El consenso respecto a esas nue­
Son cuatro los criterios básic os ele parti Cipac iOn en esa� _
·•

vas prácticas ha sido construido en el i nterior de redes en las que per­


tac10n del tr�­
que en los emprenclimientos no exista ningú n tipo ele explo � sonas y organizaciones de diversas partes del mundo colaboran
se prese rve el eq I­
bajo, opres ión política o domi nació n cultural; (b) que nclo a activamente entre sí, proponiendo transformaciones en el mercado y en
ue r speta
librio medi oamb ienta l de los ecosi stem as (aunq , � ente sus­ el Estado, en las diversas relaciones sociales y culturales a partir de una
sean ecolo g1cam
trans ición ele emprenclimiento s que todavía no para defensa intransigente de la necesidad de garantizar universalmente las
tentables)· (e) que se comp artan montos signifi cativ os de exced ente
condiciones requeridas para el ejercicio ético de las libertades públicas
de los fin�s � auto­
la expa nsiÓn ele la mism a red; (el) autod eterm i nac_i ?n - . y privadas.
itu ele coop erac1 0n y colab m ac10n
gestió n de los medi os, en el espír as produ�­ La integración progresiva y compleja de esas diversas redes, cola­
El objet ivo básic o de estas redes es remo ntar l as _cad�� borando solicladamente entre sí, ubicó en el horizonte de las posibilida­
el bienvivir de todos.
tivas ele manera solid aria y ecológica para asegurar des concretas la realización planetmia de una nueva revolución a lo largo
q e ellas todavi,� c?n­
Esto se logra: (a) prod ucien do en las redes todo lo � ele las próximas décadas, en el sentido histórico ele la palabra -un pro­
m�um os, servi cios,
sume n del mercado capit alista (productos finales, ceso progresivo y continuo de cambios estntcturales del modo de pro­
ahme ntar a la pro-
etc.); (b) corri giend o flujo s ele valor es, evita ndo retro ducción económico y ele organización social, política y cultural ele las
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1 R
R 1
REDES DE COLABORACIÓN SOLIDARIA
REDES D E COLABORACI Ó N SOLI DARIA

3. Para que esas redes colaborativas crezcan dentro del desarrollo sus­
sociedades. Esa revolución se¡·á capaz de subvertir la lógica capitalista tentable, se subraya la i mportancia de la difusión del consumo solida­
de concentración de dquezas y de exclusión social. así como de superar
diversas formas específicas de dominación, en virtud de su avance orgá­ do, de reinversiones colectivas de excedentes y de la colaboración
s�lidaiia entre todos. En una red, las organizacion �s de consumo, comer­
nico y tendencialmente hegemónico en los campos de la política, de la cio, producción y servicio se mantienen en permanente conexión en tlu­
economía y de la cultura. jos de materiales (productos, insumos, etc.), de información de valorv '
Esas redes empezamn en los campos de la cultura y de la polí­ que circulan a través de la red.
·

ti�a, y avanzaron paulatinamente hacia el campo de la economía, afir­ De hecho, cuando están estratégicamente organizadas, las redes
mando la necesidad de una democracia total, que solamente se realiza locales de este tipo operan en aras de atender a las demandas inmedia­
a través de la introducción y la implementación de mecanismos de auto­ t�s de la población por trabajo, mejoría en el consumo, educación, rea­
gestión de las sociedades en todas las esferas que la componen. No se f� rmación de la dignidad humana y de su derecho al bienvi vil� al mismo
trata, por lo tanto, sólo del control político de la sociedad sobre el Esta­ t!Cmpo en que combaten a las estructuras de explotación y dominación
do, sino igualmente del control democrático de la sociedad sobre la eco­
nomía, sobre la c¡·eación y flujos de información, ante todo aquello que responsables por la pobreza y la exclusión. Comienzan, así, a implemen­
afecte a la vida de todos y que pueda ser objeto de decisiones huma­ tar un 1: ue�o modelo de producción, consumo y convivencia que ubica
nas, en aras de promover las libertades públicas y privadas éticamen­ a la sohdandad en el fondo de la vida y promueve un desarrollo ecoló­
te ejercidas. gicamente sustentable, socialmente justo y económicamente viable. Las
Desde las últimas décadas del siglo XX se dio el surgimiento y/o redes de colaboración solidaria, por lo tanto: (a) permiten aglutinar din?r­
propagación de diversas p1·ácticas de colaboración solidaria en el cam­ sos actores sociales en un movimiento orgánico con fuerte poteilL·ial
po de la economía, entre las cuales están: renovación de la autogestión transformador; (b) atienden demandas inmediatas de esos actorL'S por
de empresas por los trabajadadores, cooperativismo popular, fair trae/e empleo de su fuerza de trabajo, por la -satisfacción de sus demandas de
o comercio justo y solidalio, organizaciones solidarias de marca y eti­ consumo y por la afirmación de su singularidad étnica o de género. cnrre
queta, agricultura ecológica, consumo crítico, consumo solidario, siste­ otras; (e) niegan las estructuras capitalis\as de explotación del trab�1io,
de expropiación en el consumo y de dominación política y cultural; '" ( d)
mas locales de empleo y comercio (LETS), sistemas locales de trueque
(SEL), sistemas comunitari os de intercambio (SEC), bancos de tiempo, pasa� a implementar una nueva forma pos-capitalista de producir y ·con­
sistemas de intercambio con monedas sociales impresas en papel u ope­ su m u� de organizar la vida colectiva afirmando el derecho a ]a diferen­
radas en formato digital con SmartCards o por sitios web, economía de cia Y a la singularidad de cada persona, promoviendo solidariamente las
comunión, sistemas de microcrédito, bancos del pueblo, bancos éticos, libertades públicas y p1·ivadas éticamente ejercidas, con el objetivo de ase­
bancos comunitarios, gmpos de compras solidarias, movimientos de boi­ gurar el bienvivir de todos.
cot, difusión de sofiwares l ibres, ferias solidm;as, portales de economía Actuando sobre las condiciones necesarias al ejercicio de las liber­
solidaria y comercio electrónico solidario, entre otras. Muchas de las tades, en las esferas de la economía, política, educación y cultura, esas redes
organizaciones que se inscriben en estas prácticas y que, en su conjun­ de colaboración solidaria pueden estratégicamente avanzar hacia la cons­
to, abarcan a los diversos segmentos de las cadenas productivas (consu­ tJucción de una nueva formación sqcial capaz ele desconcentrar la rique­
mo, comercio, servicio, producción, finanzas y desarrollo tecnológico) za entre todas las naciones y e n".:rt:: e>] " c,onjunto de las sociedades.
comenza ron a despertarse recientemente hacia acciones conjuntas en eliminando la "exclusión" económica . I-fistóiicalnente, ésta ha acompaJia­
red, mientras que otras ya actúan en esa forma hace más de tres déca­ do a los procesos de "concentración" écÓnómica propias al capitalismo.
das. Se han creado d iversas redes nacionales e internacionales referen­ Económicamente, las redes promueven la difusión del consumo
Y la labor solidarios. El consumo· solidario significa seleccionar los bie­
tes a la economía solidaria a principio del siglo XXI, en diversos nes de consumo o servicios que satisfagan nuestras necesidades .v deseos
continentes. El crecimiento m undial de esas redes indica la ampliación
de nuevos campos de posibilidades para acciones solidarias estratégica­ del consumidm� en tanto una modalidad del consumo pam el bÍ enviviJ:
mente articul adas, con el objetivo de promover las libertades públicas f:s': consumo busca alcanzar el libre bienvivir personal, promover el bien­
y privadas y el bienvivir de todos. v�v� ¡· de los trabajadores que elaboran o comercializan el producto 0 ser­
VICIO Y proteger el equilibrio de los ecosistemas. A su vez, la labor solidaria

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1 R
R 1
REDES SOCIALES
REDES D E COLABORACIÓN SOLIDARIA

implica, además ele la autogcstión y la corresponsabiliclacl social ele los autoestima ·v otros elementos ele índole ética y estética, imprescindibles
trabajadores, que el excedente del proceso productivo -que bajo la lógi­ al bienvivir �!el individuo y de la colectividad.
ca capitalista es acumulado por grupos cada vez más pequeños- sea rein ­ Éticamente, las redes ele colaboración solidaria promueven la soli­
vertido solidariamente en el financiamiento ele otros emprendimicntos , daridad, es decir, el compromiso por el bienvivir de todos, el deseo ele
ampliando las oportunidades de trabajo y la cliversiclacl ele oferta de bie­ la aceptación del otro en su valiosa diferencia, para que cada persona
nes . servicios solidarios, expandiendo las redes ele productores y con­ pueda aprovechar, en las mejores condiciones posibles, ele las libertades
v

sum iclorcs y mejorando las condiciones de vida ele todos los que practican públicas y privadas. Anhelar la diferencia significa acoger la diversidad
la economía solidaria. ele etnias, de religiones y creencias, ele esperanzas, ele artes y lenguajes,
Con los excedentes generados en los emprenclimicntos solidarios , resumiendo, adoptar las más variadas formas ele realización singular ele
nuevos cmprenclimientos ele producción, comercio y servicio pueden ser la l ibertad humana, personal y colectiva, que no nieguen las l ibertades
organizados, creando oportunidades de trabajo para los desempleados, públicas y privadas éticamente ejercidas. Promover las libertades signi­
fica garantizar las condiciones materiales, políticas, informativas y edu­
ofreciéndoles un ingreso estable que se convierte, gracias al consumo soli­ cativas a las personas en pro de una existencia ética y solidaria.
clario practicado por esos mismos trabajadores, en aumento ele consu­
mo final ele productos ele la misma red, generando así más excedentes Bibl iografía
que serán invertic!os. Los nuevos emprendimientos que serán organiza­
dos buscan producir aquello que todavía es adquirido en el mercado capi­ ESPINOLA SORIANO DE MELLO, R. (2001 ), A nova economía das redes soli-
talista por los miembros ele la red, tanto bienes y servicios para el clárias. loma! de Economistas do Estado do Rio de Jmzeiro, set.
consumo final o insumos, materiales ele mantenimiento como otros ítems MANCE, E. A. (2000), A revolu(:iio das redes, Petrópolis: Vozes.
demandados en el proceso productivo, adaptándolos a los horizontes ele (2002), Redes ele colabora(:ii.O solidária, Petrópolis: Vozes.
sustentabiliclacl ecológica y soci :.\1, propias ele la economía solidaria. Esa
--

actividad -acompañada ele una crítica a los niveles capitalistas ele pro­ PAULI, J. (2006), O poder nas redes de economía solidária. Dissertar;ao
(Mestraclo em Sociología), Instituto ele Filosofia e Ciencias Huma­
ducción y consumo, ecológicamente insostenibles- busca corregir los flu­ nas, Programa de Pós-Gracluar;ao em Sociología, Universidacle
jos ele valm� con el objeto ele que el consumo final y el consumo Federal do Rio Grande do Sul, Porto Alegre.
productivo no desemboquen en la acumulación privada f-uera de las
redes, sino que puedan retroalimentar la producción y el consumo soli­
darios, completando los segmentos de las cadenas productivas sobre los
cuales las redes todavía no tengan autonomía. REDES SOCIALES
Políticamente, las redes ele colaboración solidaria defienden la ges­
Y
tión democrática del poder, buscando asegurarles a todas las personas B RENO F O NTES SiLVIA PORTUGAL
iguales condiciones ele participación y decisión, no sólo sobre las acti­
vidades ele producción y consumo practicadas en las redes, sino también l . Se puede definir una red social como "un conjunto ele unidades socia­
en las demás esferas políticas ele la sociedad, con miras a combatir toda les y ele relaciones directas o indirectas entre dichas unidades a través
forma ele explotación de trabajadores, expropiación ele consumidores y ele cadenas ele dimensión variable" (Mercklé, 2004, p. 4). Las unidades
dominación política o cultural, enfatizando el valor ele la ciudadanía acti­ sociales pueden estar conformadas p9r individuos o grupos ele i ndivi­
va en la búsqueda del bien común y ele la cooperación entre los pueblos. duos, informales o formales, tales como asociaciones, empresas, países.
En el campo ele la información y la educación, las redes ele colabo­ Las relaciones entre los elementos ele la red pueden ser transacciones
ración buscan promover, de la' mejor manera posible, la circulación ele monetarias, i ntercambio de bi ene.s y servicios o transmisión ele infor­
la información y la generación ele intérpretes que no sólo permitan maciones, y pueden involucrar la interacción cara a cara o no, ser per­
ampliar los conocimientos de cada persona, sus habilidades técnicas y manentes o periódicas.
dominios tecnológicos o su habilidad ele producir e interpretar nuevos El abordaje a partir ele las redes sociales ubica a los actores en
conocimientos necesarios para las tomas de decisión en todas las esferas contextos sociales, lo que permite percibir que esas trayectorias ele los
ele su vida, sino que además de ello permitan recuperar la sensibilidad, la
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302
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individuos no están determinadas i ntegralmente por su posición en la es antigua y la historia de sus utilizaciones describe un largo recorrido
estructura social, ni tampoco sólo por.los resultados de sus decisiones. desde el siglo XVII (Mercklé, 2004; Ruivo, 2000).
La inserción en una estmctura de redes, aunque esté de cierto modo con­ En la literatura de las ciencias sociales, encontramos registros de
dicionada por la posición estructmal, gamntiza un grado de libertad en importantes estudios acerca de las redes desde Simmel. A partir de la idea
la elección de estrategias de acción, lo que posibilita los despl azamien­ de una sociología formal. cuyo objetivo es estudiar los fenómenos socia­
tos en la estructura social. Al mismo tiempo, el diseño de l a red social les a partir de las interacciones entre los individuos, Si mm el presenta una
ofrece diferentes posibilidades en el acceso a recursos. amplia serie de estudios acerca de los tiempos modernos, en los cuales inves­
Wasserman y Faust identifican cuatro principios f-undamentales tiga los cambios de los procesos de sociabilidades decurrentes con los cam­
en la teoría de las redes sociales: 1 ) los actores y sus acciones son con­ bios observados en los procesos de industrialización y urbanización.
siderados interdependientes y no como unidades independientes y autó­ Estudios como la "Filosofía del Dinero", "La Metrópoli y la Vida Mental"
nomas; 2) los lazos relacionales entre actores son canales por donde o "Grupos Sociales" han sentado imp01iantes bases para la construcción
circulan flujos de recursos (materiales e inmateriales); 3) los modelos de de la teoría de las redes sociales. En esta agenda de investigación, predo­
redes centrados en los individuos conciben las estmcturas de relaciones minan las temáticas de las sociabilidades, por un lado, y de los procesos
como medios que configuran oportunidades o constriñen la acción indi­ de movilización de recursos (políticos y qrganizaciones), por otro.
vidual; 4) los modelos de red conceptualizan la estructura (social, eco­ También es indiscutible la contribución de la antropología social
nómica, política, etc.) como patrones constantes de relaciones entre británica de posguerra. Entre los diversos estudios, subrayamos a dos
actores (Wasserman y Faust. 1 999). ele los pioneros: el de John A. Barnes y el de Elizabeth Bott. Al estudiar
Como lo afirman Degenne y Forsé ( I 994 ), el análisis de las redes la importancia de las interacciones individuales en la definición de la
permite pasar de las "categorías" a las "relaciones". Gran parte de los estructura social comunitaria, Barnes aísla dos campos (territorial e
sociólogos admite que el comportamiento y l as opiniones de los indivi­ industrial) con base en los cuales se establecen las relaciones entre los
duos dependen de las estructuras en las que estos se insertan. No obs­ individuos. No obstante, el autor llega a la conclusión de que la mayo­
tante, no se concibe la realidad en términos de relaciones, de modo que ría de las acciones individuales no pueden\ ser comprendidas según la per­
los datos empíricos son elaborados a partir de categorías construidas a tenencia terdtodal o industrial. Aísla, entonces, un tercer campo,
priori a través de la agregación de individuos con atributos semejantes formado por los lazos de parentesco, amistad y conocimiento, concebi­
- los hombres, los jóvenes, los obreros, los licenciados, los países desarro­ do como una red: red de relaciones, flexible y discreta, en la que los dife­
llados, etc. En los abordajes sociológicos que incot·poran la noción de red, rentes miembros pueden o no conocerse e interactuar entre sí (Barnes,
los individuos pet·tenecen no sólo a categorías, sino también a redes rela­ 1 977). El concepto se mostró importante no sólo para la descripción de
cionales, mientraslas categorías son meramente reflejos de las relacio­ la estmctura de la comunidad, sino también para la comprensión de pro­
nes estructurales que los vinculan entre sí (Degenne y Forsé, 1 994 ). Ellas cesos sociales fundamentales como el acceso al empleo o a cargos polí­
no pueden ser dadas a priori y definitivamente, sino más bien deben sw·­ licos. Poco después del trabajo de Barnes, los estudios de Elizabeth Bott,
gir del análisis de las relaciones entre los elementos que componen la publicados pot· primera vez en 1 957, llamaron definitivamente la aten­
estntctura. El punto de patiida de la investigación no debe set� enton­ ción de la comunidad científica al concepto de red social. La investiga­
ces, un conjunto de unidades independientes, sino, al contrario, el con­ ción de Bott acerca de la familia y las redes de relaciones sociales tuvo
junto ele relaciones que las entrelaza. No se puede querer comp1·ender especial importancia por ser la primera en reconocer la relación entre
b estructura e ignorar las relaciones entabladas entre sus elementos. Esta el carúctcr intemo de una relación y la estructura de una red: Bott defen­
t ra m pa es la que el ailálisis d � las redes pretende evitar, buscando encon­ día la idea de que la dinámica de la estructura familiar depende no sólo
trar regula ridades. grupos, categorizaciones, de modo inductivo . a tra­ del compot·tamiento de sus miembros, sino también de las relaciones que
vés del análisis del conjunto de relaciones. estos establecen con otros, o sea, que la estmctura de la red de parien­
tes, amigos, vecinos y colegas influye directamente en la definición ele
2. El término "red" es hoy abundantemente usado en el lenguaje coti ­ las relaciones familiares (Bott, 1 976).
diano, académico o político para designar una gran variedad de objetos A pesar de haber surgido tempranamente en las ciencias sociales.
y fenómenos. No obstante, está lejos de ser un neologismo: l a palabra el concepto de red social fue inicialmente utiliz�do más que nada en un
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R 1 REDES SOCIALES REDES SOCIALES 1 R

sentido metafórico. La agenda de investigación acerca ele redes sociales instrumentales


. ,
. , .
serían
. .
. . ' . , el con teme· 1 o prec¡ ommante
poi· lo. t·tnto
' • · ¡ las e e
adquiere un impulso bastante importante con la incorporación de mode­ pt acttcas de socmbdidad societanas.
los matemáticos y de la informática y la consecuente capacidad ele pro­
. Esta dic?tomía se desarrolló y fue problematizacla por los más
cesamiento de datos en larga escala. La utilización de algoritmos que "'
vanaclos estuchas No obstant , e1 e .s Imme · 1 1lasta 1 a Escuela de Chtcauo ·
· ·

· c1 a por SOCia )1 ¡ 1(¡


· l
e e,
permiten procesar grandes volúmenes de información, posibilita cons ­ prevalece la idea de que la Inocle1·111 dacl ·'· 10m111a e e ·
SC1 1d C a-
truir elegantes modelos matemáticos (basados en la teoría de los grafos des . se�t.tncldl las, mstrumcntal!zadas por intereses, v sustitutas
• . ' . • •• • . •

de las
y el álgebra matricial), formalizando conceptos ya anunciados anterior­ ·
soclabdJdacles primarias típicas de las soc1' edacles t ra c1·!ClOna

• ' e 1 e · CS.
mente por Simmel, Barnes, Bott y otros autores. Los trabaJos realizados en el ámbito ele la teoría de las redes traen
Durante la segunda mitad del siglo XX, el concepto de red social entonc.es, nuevas contribuciones a esa discusión, subrayando cómo el�
se volvió central en la teoría sociológica y dio lugar a diversas discusio­ .
las sociCdac� �s m odernas siguen prevaleciendo los lazos primarios en la
nes acerca de la existencia de un nuevo paradigma en las ciencias socia­ esti:L� ctun.tcwn de las sociabilidades. En este ámbito, los estudios del
les. A lo largo de las últimas décadas, la sociología de las redes sociales socwlogo Barry Wellman son referencia ( 1 985; Wellman et al., 1 99 1 ) .

se conformó como un dominio específico del conocimiento, se institu­ Wellm � n rescata la discusión acerca ele "la pérdida de comunidad" en
cionalizó progresivamente y ganó creciente visibilidad. La creación de lc.�s sociecl �cles contemporáneas para conclui1· que los habitantes ele las
asociaciones de investigadores, la edición de revistas especializadas, la c �uclacles Siguen activando un vasto conjunto de lazos sociales en lo coti-
realización de seminarios y congresos, el aumento creciente del núme­ chano . Pe1·o estos no tienen ltn't' base geog1·a' f1' ca el e pi OXImi < · · c1ac1 ' so b re-
' .e ·

ro de publicaciones acerca de esa materia revelan una ampliación sig­ •

nificativa del interés académico en este ámbito. �asanclo. _ampliamente los límites de la vecindad e, incluso , ele Ja
mteraccwn cara a cara.
L� u � iliza � ión de la teoría de las redes en los estudios en este ámbi-
3. Actualmente, se construye 1'\ agenda ele investigación acerca ele redes to. permite Identificar carnpos ele sociabilidad anclados sea en lazos fuer­
sociales a partir de dos grandes campos ele interés: (a) la organización tes, sea e � lazos débil �s -para seguir la definición originaria ele
de las sociabilidades; (b) los procesos de movilización ele recursos. Granovette1 � 1 9� 3 ) cuestwnando los análisis tradicionales acerca ele los
-

En el primer campo, destacamos los llamados estudios de comu­ lazos comun� tanos. Se pueden replantear los cuestionamientos de Well­
nidad, que buscan responder a una cuestión ya relativamente antigua: m an hoy_ temendo en cuenta los ambientes virtuales. Las interacciones,
el impacto ele las actuales transformaciones socioeconómicas en las pau­ aun _ aquell s a nclaclas en lazos f1.1ertes, pueden darse sin que haya un
� .
. terntonal
tas ele sociabilidad. En el segundo campo, partiendo ele la constatación arratgo Y comunicación cara a cara. La base territorial es �eem­
ele que las redes son importantes instrumentos de movilización ele recur­ plazacla por el irtu al settlen-zent" o ciber-lugm� espacio virtual donde se
" v
sos (o de formación ele capital Social). diversos estudios analizan la rela­ des�r�·�llan las sociabilidades. Tenemos ambientes donde se desarrollan
ción entre las características estructurales de las redes y el acceso a posl ? l�ld.ade� ele co.municació? ya sean ancladas en sociabilidades pri­
recursos. Resaltamos aquellos que se dedican a la organización del mer­ manas (mtercambw de e-mmls entre amigos, parientes y amantes) 0
cado ele trabajo, la movilización política, la formación de redes ele apo­ a �uellas done!� se reunen _ personas con intereses (profesionales, econó­
yo social y los procesos organizacionales. micos) en comun. En un caso, predominan campos ele sociabilidad ancla­
Los estudios sobre sociabilidades retoman la discusión acerca del dos en l�zos fu�rtes, en �tros, pr�valecen los lazos débiles. Análogamente
destino ele la comunidad en las sociedades modernas, remontando a lo que oct� rre con las mteraccwnes cara a cara, los recursos que cir­
hacia la discusión iniciada por Tonnies, con su tipología Gemeirzs­ culan son cl1versos.
chaft!Gesellsch.aft (comunidacl/socieelad). Max Weber problematiza esta 71 seg�mdo cam!?o que domina la agenda ele investigación acerca
dicotomía en Economía y Sociedad, donde especifica estos conceptos � s � �mle�_conc1erne a la acción ele las redes en tanto instrumen­
ele 1·celes
a partir de su tipología ele acciones sociales. Estructuraciones de socia­ tos de moV!hza� wn ele recursos. En este dominio existe una gama impor­
bilidad comunitarias remitiendo a prácticas en las cuales los sentimien­ t�nte .de estudws, .con tem �ticas bastante diferenciadas: mercados de
tos afectivos y tradicionales serían los predominantes, y sociabilidades t1 abaJo, apoyo soc1al, estuclws organizacionales, estudios en el área de
del tipo societarias caracterizadas por la formación de i ntereses a par­ salu�, entre o.tros. �a . iclea central es que las estructuras ele redes tienen
tir de acciones sociales racionales. Acciones racionales sustantivas o L�na mfluenc1a decisiva en la asignación ele recursos. 0 sea, diseños
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R 1
1 R
REDES SOCIALES
RÉGIMEN DE PROPIEDAD

específicos de redes serían más o menos funcionales para alcanzar emple­ [ 1 977], Social Networks. A dc\'�,.' lnping paradig m, New York: Aca­
os, tener apoyos, conseguir servicios o favores. clemic Press, 347-367).
En relación al mercado de trabajo, el estudio clásico de Granovet­ GRANOVETTER, M. S. ( 1 974), Getti11p, f,>b. A study of contacts and can�­
a
ter ( 1 974) muestra cómo el uso de diferentes tipos de lazos sociales res­ e¡·s, Chicago: The University of Chicago Press.
ponde a la p1·egunta de cómo las personas encuentran empleo. El auto¡· MERCKLÉ, P. (2004), Sociologie des r.·sca t tx sociaux, París: La Décou­
mostró que, cuando alguien busca trabajo, los lazos débiles son más efi­ verte.
caces que los lazos fuertes porque permiten salir del medio social L'n el Rutvo, F. (2000), O Estado labiríntico. O poder rclacion ai cnt1·e poderes
cual se inserta el individuo y acceder a informaciones y contactos que local e central em Portugal, Pot·rn: Afrontamen to.
se ubican en otros medios. SrMMEL, G. ( 1 999), Sociologie, Pari s: PUF.
En el ámbito del "apoyo social" existe una amplia literatura que WASSERMAN, S.; FAUST, K . ( 1 999), Socia l network analvsis. Methods ami
revela cómo las redes sociales son elementos fundamentales para el applications, Cambridge: Ca mbt·idgc Univers Úy Press.
soporte de los individuos, a nivel material y afectivo, con impactos muy WELLMAN, B. ( 1 985), Stuclying per::;ona l communit ies. En: M AR SDEN , P.
V. · L!N, N. (Ed.), Social structl ll·._, ancl netwo rk analys is, Bcvcrl
claros en su salud física y mental. Los estudios en este ámbito permiten
v
identificar formas de circulación de recursos basadas en prácticas de H i lls: Sage, 6 1 - 1 03. · ·

sociabilidad f·uera del mercado y del Estado, revelando cómo la acción WELLMAN , B.; CARRINGTON, P. J.; HA L L :\. ( 1 99 1 ), Networks as persona l
,

ele las redes se relaciona con el fenómeno del don. communities. En: WELLMA N, B.: B ERKOWITZ, S. D. (Ed.), Social
Finalmente, en el ámbito de los estudios organizacionales, hay stmctures. A nctwork approac h. Ca mbridge: Cambridge U n i vc1·­
variadas investigaciones que muestran cómo las nuevas estrategias de sity Press, 1 30- 1 84.
gestión se basan en el concepto de red. Un modelo flexible, policéntri­
�o y clesterritorializaclo se hizo posible con las innovaciones tecnológi­
ca; ocurridas a partir ele la década de 1 970: revolución informática y de
las comunicaciones, baja de los costos de los servicios telefónicos y de RÉG I M E N D E PROPIEDAD
transporte, generalización del uso de Internet.
Estos procesos permitieron la "sociedad en red" (Castells, 1 996), sos­ FRANZ J. H IN K ELAMMERT - H ENRY MORA JIMÉNEZ
tenida en est¡·ucturas organizacionales que se basan en circuitos innova­
dores de producción y de consumo, y que observan, a la vez, condicionantes 1 . La sociedad capitalista asume la propieda d privada sobre los mt.:dios
locales y rrlobables. Estas formas organizacionales reticulares permiten la de producció n como la clave para la soluci ón de todos los problemas eco­
aclapta�i Ón a la pluralidad de un mundo cada vez más glocalizado y son nómicos y sociales, sin discutir siquiera e l hecho de que la solución de
características de una nueva fase de acumulación del sistema capitalista. problemas diversos exige también form as diversas de propiedad. No
admite, por tanto, ningún pluralismo de las formas de propieda d. El
se

Bibl iografía socialismo histólico hizo algo análogo, aunque a la inversa. Casi no admi­
tía ninguna pluralidad ele las formas de propiedad, pues consideraba la
BARNES, J. A. ( 1 977), Class and committees in a Norwegian island parish. propiedad socialista -en última instanc ia estatal- como la solución de
En: LEINI-IARDT, S. (Ed.), Social Networks. A cleveloping paradigm, todos los problemas. En ambos casos esta mos fTente a una "terribiL� sim­
New York: Acaclemic Press, 233-252 (edir;ao original: Human Rela­ plificación" (Jacobo Burckhar dt). En los tiempos ele la Guerra Fría, la
tions, 7, 1 954). cuestión de la propiedad se ¡·eclujo a la simple fórmula: propiedad pri­
BOTT, E. ( 1 976), Familia e rede social, Rio de Janeim: Livraria Francis- vada o propiedad del Estado; de donde brotó la supuesta única disyun­
co Al ves (Tradu�iio de Fami�v and Social Netvvork, 2 . ed., 1 97 1 ). tiva: economía de "Jib¡·e" mercado o socia lismo centralista.
CAST E LLS, M. ( 1 996), The rise o(network society, Malclen, MA: Blackwell.
s

Nuevas estrategias económi cas y sociales frente a la actual estra­


DEGENNE, A.; FoRSÉ, M. ( 1 994), Les réseaux sociaux, París: Armand Colin. tegia ele acum ulación ele capital (la llam ada globalizac ion), implican,
GRANOVETTER, M. S. ( 1 973), The strength ofweak ties. American Joumal como una consecuencia necesaria, transfo n11aciones ele las actuales for­
o( Sociology, 78, 1 360- 1380 (republicado en LEINHARDT, S. [Org.] mas de propiedad. Un cambio de las form as ele propiedad no modifica
308 309
RÉGIMEN D E PROP I E DAD 1 R
R 1 RÉGIMEN DE PROPIEDAD

Sería anacrónico imaginarse la polis como un mercado integra­


necesariamente la estrategia, empero, un cambio hacia estrategias alter­ do con leves económicas modernas. Las actividades económicas propia­
nativas de clcsarrollo buen vivir implica necesariamente mutacion es
y
mente cli � has en el sentido moderno, como la producción agrícola, los
d e las formas ele prot� ieclacl. Podemos inclusive afirmar que si no ocu­ oficios urbanos, el comercio, los negocios ele dinero, son ejercidas por
ITL'n tales transformaciones , no es posible poner en práctica estrateg ias los no ciudadanos (esclavos, liberados y metecos). Allí el dinero comien­
alternativas. No obstante, el punto ele partida es la estrategia, no la trans­ za a desempeñar un papel creciente en los asuntos ele créditos, lo mis­
l"o rmación de las formas de propiedad. Luego, como resultado de nue­ mo que en la organización contractual ele la división urbana del trabajo.
vas estrategias alternativas habrá de surgir un novedoso pluralismo ele La condición ele ciudadano pleno se refiere a relaciones económicas como
Formas de propicclacl. propietario ele tierra, arrendatario de m inas y en el otorgamiento ele cré­
Han ele excluirse, por consiguiente, todos los intentos ele una dito para el riesgoso comercio maríti mo (Miasen, 1 998: 70).
deducción "principalista" ele cualquier forma ele propiedad, sea del tipo Ya en la antigua polis, empero, se obser'Van algunas evoluciones
de la cleclucción de la propiedad privada en la sociedad capitalista de hoy. que muestran que la propiedad no solo es la base ele la libertad ele los
sea del tipo de la deducción ele la propiedad estatal o pública como en campesinos-ciudadanos frente a la nobleza, sino que también produce
el socialismo soviético. Tenemos que superar estos "principalismos" para efectos que dividen a la sociedad. Esto lo evidencian las reformas ele
determinar con libertad las modalidades ele propiedad más adecuadas Salón del año 594 a. C.
a los problemas específicos que debemos enfrentar y solucionm� y res­ En muchos casos se exige la abolición ele la propiedad privada y
pecto a los cuales buscamos alternativas. la introducción ele la propiedad comunitaria -en Platón, para la clase alta
ele los guardianes y guerreros-. Aristóteles, en cambio, postula modali­
2 . Existen diferentes teorías sobre el origen ele la propiedad privada, sin dades ele propiedad paralelas: la privada y la comunitaria. No obstante,
embargo, una cosa es segura: 1una primera forma ele propiedad privada la propiedad privada está igualmente supeditada a la exigencia ele un uso
surgió en el tardío siglo VIII a. C., haciéndose presente de manera pro­ moderado y generoso. Es decir, solo si el ciudadano tetTateniente con­
gresiva en Grecia y en todo el Cercano Oriente. Asimismo hay certeza tribuye con sus aportes a las tareas comunitarias ele nivelación social,
ele que simultáneamente comienza a aparecer el dinero (al inicio no en a las ele culto y a las militares, vive una vida buena.
forma ele monedas). Y si bien tampoco hay consenso acerca ele las cir­ Cuando se rebasó el pequeño horizonte ele la polis y se fue gestan­
cunstancias ele su creación, cabe suponer que ambas instituciones -la do, a partir ele Alejandro Magno, el gran imperio helenístico (después del
propiedad y el dinero- guardan una estrecha relación. aii.o 333 a. C.), se produjeron desarrollos totalmente n uevos. Sin la suje­
Para nuestros fines, no es necesario responder con precisión a la ción político-moral, la ambición de posesión y riqueza se i ndependizó
pregunta concerniente al origen histórico ele la propiedad privada Y del cada vez más. A esto se sumó la obligación ele pagar tributo ele parte ele
dinero. Sea donde y como fuere que estas instituciones y los mecanis­ los pueblos S'ometiclos frente a la respectiva potencia hegemónica y sus
mos con ellas relacionados surgieran, en todo caso son cada vez más evi­ administraciones, lo que agravó las contradicciones sociales. El helenis­
dentes a partir ele mediados del siglo VIII a. C., tanto en Grecia como en mo unifica, por tanto, dos modos de explotación: la monárquica-impe­
el Cercano y el Medio Oriente, y más tarde en los graneles reinos hele­ rial y la basada en la propiedad, el pago ele intereses, el endeudamiento,
nísticos y en el Imperio Romano. Lo que interesa es resaltar las respec­ la pérdida ele la tierra y la esclavización.
tivas constelaciones específicas en lo económico, político, social y cultural Lo que empezó en Grecia y en los reinos helenísticos, se agudi­
en Grecia, Roma y en el antiguo Israel, ya que ele ellas se derivan las bases zó en el Imperio Romano; sobre todo su codificación tuvo graves con­
categoriales par� el desarrollo moderno de la propiedad y del dinero secuencias. La diferenciación capital i ntroducida por el derecho
actualmente vigentes, pero de igual modo las opciones en la lucha por romano es la ele posesión ("possessio") y propiedad ("dominium" o "pro­
alternativas. . prietas"). La posesión es la tenencia ele hecho de un objeto. Significa,
Simultáneamente con las instituciones ele la propiedad y del dine­ entonces, toda clase ele derechos ele uso -también parciales o tempo­
ro aparece la polis griega. Para comprender este proc.eso que acontece rales- de un objeto. La propiedad, en cambio, constituye un derecho
en el siglo VIII a. C. tardío, y sobre todo en el siglo VII a. C., es impor­ general, no limitado en el tiempo, sobre u n objeto, ei "derecho pleno".
tante tener claro que polis no significa una ciudad, sino una región agrí­ Sigue existiendo aun cuando se ceda la posesión, por ejemplo por
cola con una ciudad: en el caso ele Atenas, Ática.
311
310
R 1 RÉGIMEN DE PROPIEDAD RÉGIMEN D E PROPIE DAD 1 R

alquile1� arrendamiento o entrega como prenda. Posibilita gravar un obje-· "Luego, tenemos ante nosotros leyes preventivas y correctivas. Por
to como garantía de un crédito. una parte, no ha de pedirse ni prenda ni intereses, para de forma gene­
Al ;mpliarse el dominio patriarcaÍ-despótico al emperador (fren­ ral evitar la pérdida ele la tierra y la esclavitud debido a un sobrcendeu­
te al período republicano de Roma), el concepto de dominiwn adquie­ damiento. Por otra parte, si �un así se produjera esclavitud (por
re un componente imperial. El sistema de los grandes reinos helenísticos endeudamiento), ha de realizarse una liberación periódica."
se formó gracias a una expansión territorial ilimitada y a relaciones de
mercado sin fronteras, mediadas por el dinero de propietarios unidos por 3. El mercado capitalista solamente funciona con las instituciones fun­
la figura divina del emperad01� El sistema del Imperio Romano es asi­ damentales ele la propiedad y del contrato. Acorde con esto, la propie­
mismo una pirámide de propiedad-dominio , cuya base está conforma­ dad es de importancia central para el desarrollo de las relaciones de
da por esclavos y animales (la naturaleza), aunque constituida de manera producción, del dinero, el capital, el trabajo y la tierra.
.jurídica. Este dominio constituido jurídicamente es absoluto en un doble La transformación decisiva y más temprana del señorío feudal a la
sentido: excluye a todos los que no se le someten e incluye de modo expre­ propiedad burguesa tuvo lugar en Inglaterra. Acontece en el siglo XIV, al
so la posibilidad de abuso y destrucción. Este punto de partida será reto­ tiempo que se hacen efectivos otros factores que impulsan el comienzo de
mado en el capitalismo temprano y en la Modernidad y es, si bien con la Modernidad (el levantamiento de la prohibición del cobro de intereses
cambios característicos , central para la sociedad de mercado ele propie­ en tiempos de las cruzadas, y los traumáticos cambios en la relación entre
dad capitalista burguesa. los seres humanos ocasionados por la péste y la invención de las armas
El surgimiento y la propagación de la economía de propiedad y cré­ de fuego). Un impulso esencial provino de un enfTiamiento del clima que
dito en el tardío siglo VIII y el VII a. C. en Israel, se topó con un contex­ provocó que los campe:;inos del norte ele la isla perdieran su base de sus­
to totalmente diferente al griego. La liberación de los hebreos de la tento, con lo que el equilibrado sistema de tributos existente hasta ese
esclavitud del gran imperio egipcio y de los campesinos de la obligación momento entró en crisis. A esto se sumó la disminución del campesina­
de tributar a los reinos urbanos de Canaán, había ocurrido alrededor de do por obra de la peste. En 1 ?.� 1 estalló la rebelión de los "lolardos", que
1 250 a. C. Los liberados se habían asentado en los montes palestinos y orga­ según Heinsohn y Steiger representa el inicio de la sociedad de propiedad
nizúnd• .-....: en grupos de familias y tribales independientes. Sus asuntos moderna, pues tuvo como consecuencia que por primera vez en la época
comunitarios los regulaban igualitariamente en una asamblea popular con moderna siervos de la gleba fueran liberados, mientras que al mismo tiem­
expresa referencia al Dios al que debían su liberación ("qu'hal: Yavé"). po sus amos, despojados de su servidumbre, se convirtieron lisa y llana­
A partir de aproximadamente 1 000 a. C., a pesar de la resistencia mente en propietarios de tierra (Heinsohn y Steiger, 1 996: 1 08ss)
de círculos campesinos y proféticos, el pueblo se decidió por la monarquía. EJ cambio hacia la propiedad burguesa de la tierra que se inau­
Una consecuencia de ésta fue la creciente represión y explotación del pue­ guró en este tiempo supuso una transformación del conjunto de las rela­
blo campesino por la corte, sus funcionarios y los militares (cf. 1 Sam. 8). ciones ele la vida, difícil de valorar en toda su magnitud, hecho que f·uc
En esta situación, el nuevo mecanismo de propiedad-interés-dine­ clave para la Modernidad posteri01� El ejido comunal que los campesi­
ro significó sobre todo para los (pequeños) productores campesinos una nos medievales trabajaban en común se convirtió, con el surgimiento del
amenaza adicional su base de vida. Si hasta ese momento debían pagar
a cercamiento ("enclosure"), en tierra privada. Kad Polanyi (Polanvi, 1 957).
de su producción, aparte de los costos de su propia reproducción, las con­ describe minuciosamente cómo a raíz de ello cambim:on toda� las rela­
tribuciones al rey, al Templo y para financiar el lujo de la clase alta aris­ ciones tradicionales entre las personas. La ayuda mutua y el trabajo en
tocrática, ahora brotó una competencia entre ellos m ismos. La conjunto de los campesinos se volvieron relaciones de contrato \r" com­
consecuenc ia era que perdían su tierra a manos de los terratenie ntes petencia, mediadas por el dinero. Como no todos los campesinos fueron
-quienes concentraban cada vez más tierras-, a los que además debían exitosos en esta nueva modalidad de economía, tuvieron que se1-vir como
servirles como esclavos por endeudamiento. trabajadores asalariados, en tanto hallasen trabajo en el campo o las ciu­
Probablemente es en esta situación que el Libro de la Alianza intro­ dades. Al mismo tiempo, el sei'iorío feudal se trocó en latifundio, lo que
duce varias regulacion es referidas al septenio y algunas otras leyes eco­ en el nuevo contexto brindó ventajas a los sei'iores feudales, quienes com­
nómicas, las cuales combinan criterios sociales y ecológicos con criterios praban ejidos municipales con la ayuda de comerciantes y banqueros de
teológicos: holgada capacidad financiera, para convenidos en tierra ele pastoreo para
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1 R
R 1
REGIMEN D E PROPI EDAD
RÉGIMEN DE PROPIEDAD

Dos años después de la Revolución Gloriosa apareció el Segundo


ovejas con miras a la producción de lana para la industria textil. En toda tratado sobre el gobienzo ( 1 690) de John Locke, que no solamente legi­
Europa las relaciones humanas, en todos sus aspectos, comenzaro n a timó el dominio de la gran propiedad en Inglaterra, sino que sentó las
comercializarse de modo creciente. bases para las constituciones de la mayoría de los Estados occidentales,
Simultáneamente se desarrollaron el comercio y las manufactu- en primer lugar ele la estadounidense de 1 787. Todas las constituciones
ras, sobre todo alrededor ele la producción de textiles. Y� en ese � nton­ del mundo capitalista aceptan hoy la propiedad privada como un "dere­
ces suroieron fábricas con división ele trabajo, con trabaJO asalanado Y cho fundamental", aunque encontramos una gran diversidad en las limi­
con trabajo a domicilio. En la producción de car?� n Y acem la org�� i­ taciones impuestas a la misma, tanto en su forma de responsabilidad
zación cooperativa se fue transformando en un reg1men de proclucc wn social, como, más recientemente, en su forma de responsabilidad ambien­
capitalista. . tal o ecológica frente a la in·estricta propiedad privada.
En este contexto maduraron las instituciones centrales de la socie-
dad capitalista, la propiedad y el contrato, mientras que las. c�rtes de jus­ 5. El objetivo y el criterio básico del proceder económico capitalista radi­
ticia empezaron a defender de modo creciente el libre .arb!tno absolL.Ito can en la maximización de la ganancia, o sea en la acumulación de capi­
del propietario . La jurisprudencia reaccionaba más b1�1; a los can:?ws tal (propiedad). Esta meta se alcanza mediante la competencia exitosa
socioeconómicos, es decir en especial a la transformac1 ? n de los e.J ld? s en la producción de mercancías y su comercialización frente a otros pro­
municipal es en propiedad privada mediante los cercam1e �1tos �e la tl �­ pietarios ele capital.
rra ("enclosures"). Dentro de estos cercamien tos los prop1etano s poc\1- Después de 500 años ele desarrollo y explotación del trabajo (asa­
an actuar con la tierra conforme su parecer, sin tener que tomar en lariado, campesino, femenino, etc.), el capital se ha topado con el espí­
consideración a la comunidad. Con el transcurso del tiempo, el derecho ritu, el alma, el cuerpo y la cultura del propio ser humano como medios
de propiedad absoluto se fue 1extendiendo sob�e objetos no corp�r�o_s para el fin de la acumulación, y los ha incluido en su estrategia. Es esta
como pagarés, patentes y derechos de autor, as1 como sobre � a posibili­ la tesis central del libro de Jeremy Rifkin, The Age of Ac cess (Rifkin,
dad de reclamar judicialmente por todo tipo de contrat.o pnvado rela­ 2000).
cionado con asuntos de derecho patrimonia l, cualesqwera fueran sus Rifkin afirma que la categoría básica del capitalismo clásico, la
con tenidos. propiedad (property), sería reemplazada en el capitalismo nuevo (el
hipercapitalismo) por el "acceso" (access) . No obstante, los ejemplos
4. Thomas Hobbes ( 1 588-1 679) fue el primer filósofo que d� scri?i ? en
téi·minos precisos las nuevas circunstancias econ?�1icas, ps1col ?g�ca; :
con los cuales él explica su tesis, muestran que entiende baj o "pro­
perty" los bienes ele producción y de consumo materiales. É stos se
sociales y políticas ele una matnera abarcadora, o:1gmal Y con :nu� t�pl s
vuelven menos estratégicos para los "Global players" del capital . Con
derivaciones posteriores. El ser humano es defimdo como u � mchv1duo todo, en las nuevas modalidades ele actividad de la economía capita­
calculador, más precisamente como una máquina que examma todo en lista sigue tratándose, y de manera creciente, de la acumulación d e la
Función de su utilidad para la satisfacción de sus deseos Y que se auto­ propiedad de capital. De igual forma, jurídicamente la propiedad es
rreaula en sus acciones acorde con esto. definida como valor de patrimonio. Multiplicarlo graci as a la comer­
o Una argumentación diferente se encuen�ra posteri �rmente en Ber: cialización de los últimos ámbitos de la vida, hasta hoy no ocupados,
nard de Mandeville y en Adam Smith. Desde finales del s1glo XVI!, el as1 continúa siendo el objetivo invariable del nuevo paradigma hiperca­
denominado humanism o burgués había criticado el efecto negatJ.vo qt�e pitalista.
la com.ercialización de la sociedad ejercía sobre las virtudes Y el mteres El núcleo de la transformación es la colonización del espíritu, de
ueneral de la sociedad. A esto Mandevill e respondió , a comienzos del la subjetividad, de la vida y de la cultura por el capital en su proceso de
�iguiente siglo, con el argumento ele que el bienes:ar creado �or e � com:r­
acumulación. La "economía del conocimiento" privatiza a este último,
cio beneficiaba a toda la sociedad. En su famosa fabula de las abeJas desa­ pese a que por su esencia el conocimiento siempre se constmye con base
rrolló la afirmación de que precisamente cuando todos actúan con en la experiencia y el trabajo el e las generaciones anteriores y actuales,
asiduidad conforme su propio interés, el resultado final es un acre,�en­ y que las instituciones ele enseñanza e investigación son financiadas con
tamiento del bienestar común. Resumió estas ideas en la fórmula: Los fondos públicos provenientes de los impuestos .
vicios privados son ventajas públicas".
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R 1 RÉGIMEN D E PROPIEDAD RÉG I M E N D E PROPIEDAD 1 R

El camino directo es mantener el secreto industrial, tal como las damiento a la que eran sometidos, mientras que los te1-ratenientes viví­
empresas privadas lo hacen, y luego solamente arrendar sus procedimien­ an en el lujo incipiente de las ciudades.
tos ("franchising"). La vía indirecta es ob'tencr la patente de la propiedad La resistencia más vehemente contra esta situación se desarrolló en
intelectual con su posterior mercadeo, en aras de suculentas ganancias. el antiguo Israel y en las comunidades cristianas primitivas. El punto el e
El hecho de patentar está definido por las dos características deci­ partida ele cada situación histólica, en ese entonces caracterizada por cstmc­
sivas de la propiedad capitalista: la exclusión de otros y el empleo como turas ele dominio monárquicas y de una primera modalidad ele mecanis­
medio para la acumulación de valores patrimoniales. La patente eviden­ mos ele propiedad y dinero, es la expeliencia de que en el sistema dominante
cia su impmiancia básica en la nueva fase del capitalismo global con miras existen ganadores y perdedores. Los ganadores presentan el sistema como
hacia la así nombrada industria de las ciencias ele la vida ("life sciences necesario, bueno para el bien común y legitimado por la divinidad. El enfo�
industrv"), la industria que se ocupa ele las plantas, los animales y del ser que crítico, en cambio, asume por principio la óptica de los perdedores, ele
human� mismo. Rifkin compara la privatización de la vida valiéndose de la amenaza, y de hacer posible sus vidas. Esto significa que cada análisis
las patentes y sus dramáticas implicaciones de largo alcance con el cer­ de un sistema existente comienza con el análisis crítico de la negatividad.
cado de los "commons", o sea, de la tierra comunitaria, lo cual inició, Al mismo tiempo, también la perspectiva del bien común se define básica­
como sabemos, el desarrollo capitalista de la modernidad temprana. mente desde los miembros más débiles y amenazados de la comunidad. Si
El instrumento básico con el cual el capital transnacional, con la ellos pueden vivÍ!� todos pueden vivÍ!: La justicia y la vida son, por consi­
ayuda de los países industrializados ricos, ha impuesto en el plano inter­ guiente, los puntos ele vista primordiales y �1 hilo conductor de esta tradi­
nacional la privatización de la vida, es la Organización Mundial del ción. En cada situación tenemos que decidir sí asumimos la óptica del "statu
Comercio (OMC), más precisamente el Acuerdo sobre derechos relacio­ quo" o la óptica crítico-constructiva de la emancipación. Pmiiendo de ella
nados con la propiedad intelectual (Tracle Related Intellectual Property es preciso evaluar qué es compatible con la vida y con lo bueno para t( Jclos.
Rights/TRIPs). Creada en 1 994 como resultado ele la ronda GATT-Uru­ El filósofo Enrique Dussel describe este tipo de ética de la \·ida y
guay, la OMC tiene como objetivo principal la liberalización del comer­ del bien común en su obra Ética de la liberación en la edad de la globali­
.

cio. Su norte es el siguiente: el "libre comercio" ha de apartar todos los z.ación y de la exclusión (Dussel. 1 998). Sin embargo, no basta con reco­
impedimentos para la totalización del mercado capitalista, esto es, para nocer el carácter necesario de la ética � la vida y del Bien Común,
una acumulación desenfrenada de ·la propiedad de capital, sin obligación tampoco alcanza con desarrollarla de manera crítica en contra del "sta­
respecto de la vida. En la medida de lo posible, todas las rest1·icciones tu quo" y sus legitimaciones: ella debe esforzarse asimismo por demos­
sociales y ecológicas han de desaparece!� trar la factibilidad de las alternativas propuestas (Hinkelammert, 1 984:
229ss). Entre el reconocimiento del "statu quo" y la utopía de las posibi­
6. Debido a la acumulación desenfrenada del capital, el capitalismo neo­ lidades ilimitadas se abre el ámbito de las alternativas reales posibles. Solo
liberal global y su forma imperial de imponerse a través de sus efectos con alternativas fácticamente posibles puede la ética de la liberación,
indirectos, están programados para la destrucción de la vida y la de sus como orientación práctica de la acción, contraponerse con eficacia al pro­
propios fundamentos. Esta lógica de la muerte debe ser -y puede ser­ yecto capitalista incapaz de mantener con vida a todos y a la Tierra.
quebrada en favor de la vida de todos los seres humanos y de la natura­ Cada propuesta concreta ele instituciones y acciones alterna! ivas
leza. Para ello es menester un cambio fundamental de perspectiva, así debe ser examinada y juzgada con base en el inte1-rogante de si, de hecho.
como la implantación concreta de instituciones económicas y políticas es útil para la vida concreta y si nadie resulta excluido en su elaboración
v de formas de actuar alternativas. En esto, un reordena miento del régi­ y con respecto a sus efectos.
;llen de propiedad que supere la ideología privatizadora desempei'íará Esto vale por aí1adidura para la fundamental institución de la pro­
un papel central. piedad. Aquí no puede haber ningún a priori, ninguna prioridad prees­
Ya la primera forma helénica y romana de la economía de la pro­ tablecida absoluta en favor de una modalidad determinada de la
piedad, basada en la mediación del dinero y promotora de la acumul.a­ propiedad. Ni puede haber un derecho natural para la propiedad priva­
ción del valor pecuniario, actuó destructivamente sobre la cohesión socwl da (capitalista), como tampoco la propiedad estatal de los medios de pro­
.v la vida de los seres humanos y las sociedades afectadas. Los campes i­ ducción como única alternativa. Precisamente es esta falsa alternativa
nos perdieron su tierra y su libe¡-tad mediante la servidumbre por endeu- absolutizada la que condujo al mundo a la situación casi desesperada en
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R 1 RÉGIMEN DE PROPIEDAD 1 RESPONSABI LIDAD SOCIAL EMPRESARIAL RESPONSABILI DAD SOCIAL EMPRESARIAL 1 R

la que se encuentra, y que lo sigue acercando al abismo. Po�· lo tanto, c�cla clrían la intención de asumir los riesgos sociales y ambientales generados
alternativa ha ele ser examinada de manera rigurosa en VIrtud del ente­ por sus actividades productivas y la capacidad ele prevenirlos.
río necesario ele la vida y la participación ele todos, así como ele su posi­ El compromiso voluntario ele las empresas con valores y prácti­
bilidad ele realización. Para ello, han de tomarse en cuenta todos los cas que buscarían el "bien común", en la mayoría absoluta de los casos
factores históricos, culturales, técnicos, políticos, jurídicos y económi ­ no pasa ele una intención retórica. El deseo ele "mejorar la sociedad" cho­
cos. Los resultados, además, deben quedar abiertos para su revisión. No ca con la lógica inexorable del agente económico, pautado por la obsti­
hemos de contraponer otro funclamcntalismo al funclamentalismo del nada defensa ele los derechos ele propiedad y por la lógica ele la
mercado. sino la plenitud y la diversidad ele la vida concreta. acumulación y del procluctivismo exacerbados. De esas concepciones
resultan la explotación del trabajo humano y la apropiación privada ele
B i b l iografía la riqueza social.
DuCIIROW, Ulrich. ( 1 998) Alternativas al capitalismo global. Extraídas de 2. El desarrollo reciente de la responsabilidad social empresarial (RSE)
la historia bíblica y diseñadas para la acción política. Quito, Edi ­ puede ser interpretado bajo dos ángulos divergentes, ubicándola o como
ciones Abya-Yala, una evolución espontánea ele la gestión empresarial o como una respues­
DUCI-IROW, U\rich y HINKELAMMERT, Franz. (2003) La Vida O el Capital. ta a la demanda social, ofrecida por las corporaciones. Lo primero otor­
Alternativa� a la dictadura global ele la propiedad. DEI, San José, ga primacía absoluta a las iniciativas empresariales, luego, la RSE
Costa Rica. resultaría del perfeccionamiento constante de la gestión de las empre­
DussEL, Enrique. (2000) Ética ele la Liberación en la Edad ele la Globa- sas. Súbitamente, las grandes corporaciones se habrían despertado para
lización y de la Exclusión. Madrid, . . dimensiones extra-económicas y adoptarían espontáneamente valores y
I-IEINSOHN, G. ( 1 984) Privatei&entum, Patriarchat, Geldw1rtschaft. Eme técnicas en aras ele contribuir para el bien común. El segundo punto de
sozialtheoretische rekonstruktion zur Antike. Frankfurt: Suhrkamp vista subraya la importancia ele manifestaciones diversas de asociacio­
HEINSOHN, G. y STEIGER, 0. ( 1 996) Eiclentum, Zins, Gelcl. Hamburg, Unge­ nes ele consumidores, sindicatos e incluso del poder público, que ya no
laste Ratsel cler Wirtschaftswissenschaft. aceptan ser penalizados en función de externalidades causadas por las
HINKELAMMERT, Franz. ( 1 984) Crítica a la razón utópica. San José, DEI empresas, presionándolas a asumir los costos de prevención de los ries­
HINKELAMMERT, Franz y MoRA, Henry. (200 1 ) Coordinación social. del tra­ gos o a reducir los daños económicos, sociales y ambientales.
bajo, Mercado y reproducción ele la vida humana. Prelucho a una Al analizar la evolución de las experiencias de RSE (Capron y Quai­
teoría crítica de la racionalidad reproductiva. San José: DEI. rel-Lanoizelée, 2004; Salmon, 2002), se pueden identificar los motivos del
POLANYI, Karl. ( 1 957) The Gréat Transformation. Boston, Beacon. cambio adoptado por las empresas. El agravamiento de la crisis social
RIFKIN, J. (2000) The Age of Access: The New Culture of Hypercapitalism, motivada por la precalización laboral y por el aumento ele las desigual­
Where Al! of Life is a Paid-for Experience. New York, Routledge. dades, los desastres ambientales originados por la exploración desmedi­
da de la naturaleza y escándalos económicos involucrando cormpción e
ineficiencia empresarial, comprometieron la legitimidad del capitalismo
neoliberal, hasta entonces prácticamente incontestada, y provocaron reac­
RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL ciones de diversos segmentos sociales y de instituciones internacionales
(Cattani y Salmon, 2006). Si, en un primer momento, las empresas sólo
ANNE 5ALMON - ANTONIO DAVID (ATIANI reaccionan a las demandas sociales, ellas presentan esas respuestas como
actos ele buena voluntad originados en su propia iniciativa.
1. La noción de responsabilidad social corresponde a estrategias desarro­ Con vistas a certificar esa iniciativa, las empresas pueden referir­
lladas, principalmente, por grandes corporaciones. Estas de�nen, de se a los principios nor·mativos ele códigos externos o a otros compromi­
manera unilateral, normas y conductas que supuestamente tienen en sos definidos directamente, sea en el ámbito de su política de desarrollo
cuenta a los impactos sociales, económicos y ecológicos de su� activida­ sustentable, sea en la esfera de su carta ética o ele cualquier otro docu­
des. El discurso dominante es el de que, con ello, esas corporaciOnes ten- �mento (como las directrices de gestión o de relación con los clientes y
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R 1 RESP ONSABILIDAD SOCIAL E M PR ESARIAL RESPONSABILIDAD �OUAL I:IVWKI:�AKIAL 1 K

el balance social). De hecho, las empresas tejen una red de compromi- • los poderes públicos. "El bien para la sociedad" y "el interés general" esta­
sos, mezclando así sus propias iniciativas con las que están basadas en blecidos como nuevas finalidades ele las empresas justificarán, a los ojos
los derechos humanos y en las jurisdicciones nacionales o internaciona­ ele éstas, una ampliación ele sus prerrogativas. Ellas tendrían ahora la legi­
les. Estas son seleccionadas con base en su aplicación en los países en timidad para asumir una parte de las atribuciones tradicionales del Esta­
desarrollo donde estén i mplantadas. do por medio ele prácticas voluntarias y directas de redistribución, en
Se debe recordar que esos compromisos no son jurídicamente otras palabras, flexibles, en la ausencia de sanciones legales.
coercitivos y que las sanciones suponen una movilización constante ele Asumiendo las atribuciones del Estado, la RSE va más allá ele la
las partes involucradas para contestar las prácticas en una confTontación mera cuestión del resurgimiento de una figura modernizada del pater­
directa con las empresas denunciadas. A menudo afirmado por los nalismo con vocación "filantrópica globalizacla". La RSE pone en relie­
medios, en los cuales se basa esa contestación, el boicot a un producto ve el problema de una regulación de la economía globalizacla asumida
representa un intento de sanción del mercado. Resistentes a la crítica, por empresas cada vez más poderosas. Desde una perspectiva y según
preocupadas con preservar su i magen que se volvió un "activo esencial sus intereses, ellas pretenden tener condiciones de regular la economía
en el sentido capitalista más estricto del término" (Duval, 2003, p. 1 53 ) tan eficazmente como los poderes públicos, en la medida que concilia­
las trayectodas buscan la restauración d e una legitimidad que puede esta­ rían, de modo pragmático, las exigencias de su propio crecimiento con
blecerse a partir ele un nuevo acuerdo social, cuyo sentido todavía nece­ aquellas del progreso social. En este caso, la RSE asumiría necesariamen­
sita ser elucidado. te formas mucho müs sistemáticas que le¡. caridad tt·adicional, vincula­
A veces, se atribuyen significados diferentes a la responsabilidad da a la figura personal del "patrón benevolente".
social empresarial, según los niveles ele clesmTollo económico de los con­
tinentes. Se la puede concebh� por ejemplo, ya sea como un ejercicio tec­ 3. El examen crítico de la cuestión no debe detenerse en la calificación
nocrático o como una expresión democrática ele la responsabilidad. En moral ele los cuadros directivos y en la autenticidad de sus compmmi­
los países del Norte, se entiende a la responsabilidad social empresarial sos, tampoco en la evaluación del desempefio societario ele las empre­
como un retroceso comparado con los sistemas ele protección social. sas. La calificación técnica· cle la RSE sobre la cual insisten, a su vez, las
muchísimo m ás ambiciosos y coercitivos que los códigos de buena con­ empresas ele auditoría especializadas, puede ocultar la necesidad de lle­
ducta. En compensación, en países del Tercer Mundo, se la puede con­ var a cabo un análisis de la significación bolítica ele las técnicas ele RSE
siderar como un progreso, sobretodo en aquellos Estados donde la sugeridas por las empresas. De hecho, en nombre de la demanda social
flexibilidad del trabajo no ofrece cualquier garantía a los tmbajaclores. emergente, que las empresas tienden a reducir a una exigencia ele efica­
En el segundo grupo, la RSE propiciaría un reequilibrio entre lo cia, ellas pueden justificar una respuesta estrictamente tecnocrática a pro­
económico y lo social, con vistas a alcanzar una armonización mínima blemas que competen a decisiones democráticas.
de las protecciones sociales iniciadas ele modo voluntario y directo por Decidida unilatemlmente por los directivos, la RSE empieza, aun­
las empresas internacionales en tanto actores económicos privados y no que tímidamente, a ser objeto de negociaciones con los sindicatos. Los
sólo en tanto contribuyentes. Nada más equivocado que esa interpreta­ directivos de la compañía estatal fTancesa ele energía eléctrica EDF y de
ción. Teniendo en cuenta a los países ele América Latina en el análisis, la multinacional Rhodia, por ejemplo, recientemente firmaron acuerdos
e s posible identificar la RSE como uno de los más demagógicos inten­ con los socios sociales, pero las cláusulas no clasifican las prerrogativas
tos de ocultar la explotación de la fuerza ele trabajo, especialmente en extensibles a los países del Tercer Mundo. Asimismo, la participación ele
los casos de subcontmtación y tercerización (Torres, 2000, 2005). El dis­ los trabajadores se limita a áreas restringidas y las reformas planteadas
curso empleado por sus defensores es convincente: La ét�ca, el desarro­ buscan favorecer la consideración de los intereses ele diversas partes invo­
llo sustentable y la responsabilidad social se fortalecerían mutuamente lucradas sin que su representación esté verdaderamente organizada. En
en las políticas de soporte a una orientación global, pues las empresas ambos casos, el poder del emprendedor para determinar las finalidades
va no se clcclicarían exclusivamente a producir riquezas, dejando la cues­ ele las acciones sociales queda intacto.
Ú ón ele la armonía social al cuidado de las instituciones públicas. Ellas Ante la ausencia de un marco jurídico que estipule y estabilice los
estarían invirtiendo en proyectos que las instaurarían como agentes inevi­ poderes entre las diferentes partes involucradas, las decisiones relati­
tables de la regulación ele lo económico y de lo social, juntamente con vas a los aspectos sociales y ambientales siguen siendo el resultado de
320 321
R 1 RESPO NSABILIDAD SOCIAL E MPRESARIAL RESPONSABI LI DAD SOCIAL E MPRESARIAL 1 R

un proceso cuyos interlocutores, aún cuando haya negociación no se DUVAL, G. (2003) , Le libéralisme n 'a pas d 'aven ir: big business, marchés
encuentran en igualdad. Luego, se puede dudar de la legitimidad demo­ et démoc ratie, Pads: La Découverte.
crática de las propuestas ele las empresas que, no obstante, conciernen SALMO � , A. (2002) , Ethiqlle et ordre économique: une entreprise de séduc­
a la vida ele los ciudadanos. tiOn, Paris: CNRS Ecl i tions.
La responsabilidad social empresarial puede quitarles a los ciuda­ TORRES, C . (2000) , Entre o benz-estar social e o lucro. Disscrta<;:ao (Mes­
danos una parte importante de su propia responsabilidad en términos trae!� ), Pro�ram � de Pós-G radua<;:ao em Antropologia e Cienci a
ele solidaridad social y de elecciones ambientales. Por un lado, los Esta­ Polilica, Umversidade Federal Flumi nense , Rio de Janeiro.
dos están tentados a reducir los encargos fiscales para atraer a los inver­ (2005) , Respo nsabil iclacle social empre sarial: o espírit o da
sores. Por otro, favorecen la participación de las empresas en tanto mudan<;:a e a conservac;:ao da hegem onía, En: ADDOR, F.; LIANZA, s.
agentes económicos privados, incitándolas a asumir una parte más o ( Org.), Tecnologia e deserzvolvimento social e solidcírio, Porto Ale­
menos importante de la redistribución, de modo voluntado y directo. Ello gre: Editora da UFRG S.
significa que la fraternidad, como preconiza Bastiat ( 1 848), en su rigu­
rosa crítica a la "fraternidad legal", surgirá cada vez menos de la libre
y espontánea deliberación ele los ciudadanos.
Además de los pmblemas de estabilidad, de dependencia e inclu­
so de cm-rupción, en caso que la responsabilidad pet·manezca como poder
arbitrario y unilateralmente determinado, el riesgo más grave sigue sien­
do el despojo ele los ciudadanos ele su poder para influir sobre las for­
mas de redistribución -y de tener en cuenta el bien común. Cuando una
potencia cualquiera se encarka de satisfacer el interés general, sin que
haya un control democrático, resurge, entqnces, el espectro del despo­
tismo esclarecido.
Se debe hacer el análisis ele la RSE separando las realizaciones
puntuales, eventualmente positivas, ele su significado general. En su con­
junto, ella conforma un emprendimiento de seducción con vistas a la
renovación de la legitimidad del sistema, recuperando y neutralizando
las críticas sociales y motivam:lo la participación y la simpatía ele segmen­
tos sociales importantes que quieren contribuir para la mejoría ele la
sociedad. Las dimensiones positivas ele la RSE deben ser cuestionadas
considerando su carácter instrumental ele subordinación de la ética y ele
la generosidad de los individuos al orden y a la racionalidad económi­
ca dominantes.
B i bl iografía

BASTIAT, F. ( 1 848), Justice �t fraternité, Joumal des Economistes, 1 5


Junho.
CAPRON, M.; ÜUAIREL-LANOIZELÉE, F. (2004), Mythes et réalités de /'entrepri­
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nologia, Porto Alegre: Editora da ÜFRGS, p. 244-248.

322 323
S
SABERES DEL TRABAJO ASOCIADO

MARIA CLARA B UENO FISCHER - LiA TIRIBA

l. Se utiliza la expresión saberes del traluajo asociado para referirse a los


saberes producidos por los trabajadores en los procesos de trabajo que
se caracterizan por la apropiación colectiva de los medios de producción,
por la distribución igualitaria de los frutos del trabajo y por b gestión
democrática de las decisiones referentes a la utilización de los exceden­
tes y a los rumbos de la producción. El término concierne al conjunto
de habilidades, informaciones y conocimientos originados del trabajo
vivo, ct·eados en la propia actividad de v·abajo y engendrados y acumu­
lados a lo largo de la experiencia histórica de los trabajadores y traba­
jadoras que se asocian de forma autogestionaria en la producción de
bienes y servicios, contraponiéndose a la lógica del sistema de capital.
Abarca a los saberes formalizados en los foros colectivos que articulan
las experiencias de trabajo asociado, así como en el ámbito de la inves­
tigación y producción científica del conocimiento acerca de las dimen­
siones técnicas, políticas, económico-filosóficas y culturales del
hacer/pensar/rehacer la cotidianeidad del trabajo asociado y su relación
con el proceso más amplio de producción de la vida social.
Se utiliza la palabra saber como sinónimo de co1Íocimie11to, inclu­
yendo los aspectos materiales, intelectuales y subjetivos presentes en la
actividad del trabajo, entendido como resultante de los procesos prác­
tico-teóricos de transformación y comprensión de la realidad humano­
social. El concepto se relaciona con las ideas de praxis, saber popular,
saberes de la experiencia, conocimiento tácito, trabajo como principio
educativo, producción de saberes en situación ele tmbajo, producción y
legitimación de saberes del/en el trabajo.
2. El concepto de saberes del trabajo asociado remite ál análisis de las
relaciones históricas entre trabajo y educación y, específicamente, entre
325
S 1 SAB ERES DEL TRABAJO ASOCIADO SABERES DEL TRABAJO ASOCIADO 1 S

trabajo y producc ión de saberes . En su sentido ontológ ico, se entiende sos de trabajo asociado, la fuerza de trabajo no se caracteriza po1· ser una
el trabajo como mediació n de los seres humano s con la � atura_Ie�a Y ele­ mercancía, sino que presupone relaciones económico -sociales opuestas
mento clave ele la formació n humana . A través del trabaJO, obJetiva n las a las relaciones capitalistas, se puede inferir que uno de los objetivos de
cosas de la naturaleza y les otorgan humanid ad, humaniz ándose c ?n las la educación de trabajadores asociados "consiste en elaborar críticamen ­
creaciones .v represen taciones que produce n sobre el mundo; trabaJan ele te la actividad intelectua l que existe en cada uno en determinado grado
acuerdo co n determi nada cultura y, al trabajar, produce n cultura . En lo de desarrollo , modificando su relación entre el esfuerzo de intelectual ­
que se refiere a la activida d del trabajo como fuente ele saberes Y su for­ cerebral y el esfuerzo muscular-nervioso, en tanto elemento de una acti­
malización en conocim ientos científicos/escolares, Saviani (2007) rect��r­ vidad práctica general, que innova continuam ente el mundo físico v
cla que la producción de la existenc ia humana pres': pone la apr:h.ensi? I: social, para que sea el fundamen to de una nueva e integral concepció �
de las leyes de la naturaleza (lo que luego se constituye como . ? Jen_cws de mundo" (Grasmci , 1 982, p. 8).
de la naturaleza" o "ciencias naturales"), así como la compren swn Siste­ Las experiencias históricas de autogestió n revelan que, en la lucha
mática ele las relaciones que los grupos y clases sociales entablan entr_c contra la explotaci ón y la degradación del trabajo, no es suficiente que
s í ("ciencia s sociales" ). E n estos términos , e 1 "1 enguaJe . " � 1 a " 1�1 ate m a' t J - los trabajadores se apropien de los medios de producció n. Esas prácti­
ea" son instrumentos el e expresió n, codificac ión Y decochfic acwn d e los
- cas muestran que hay una necesidad de articulaci ón de los saberes del
conocim ientos de las leyes que rigen la naturale za Y la sociedad . trabajo, fTagmentados por el capital, y de apropiación ele los instn.Jme n­
Tal como el trabajo, las relacion es entre trabajo, educaci ón Y pro­ tos teórico-metodológicos que les permitan comprend er los sentidos del
ducción de saberes ganaron diferente s configur aciones a � o } m �? o de la trabajo y seguir con la construcción de una nueva cultura del trabajo y
La dicotom ía "mundo del trabaJO Y mundo de una sociedad de nuevo tipo. En sus escritos sobre el movimien to obre­
historia de la humanid ad.
de la cultura" se constituye como una marca de la socieda d de clase� y, ro ocurrido en Turín, entre 1 9 1 9 y 1 92 1 , Gramsci analiza los consejos de
en especial, de la sociedad capital�sta, en la cual los que poseen los mechas fábrica, afirmando que. las experiencias en las cuales los trabajado res tie­
de producc ión y sus represen tantes son conside rados los pose�dor�s del nen el control sobre la producción representan una "escuela maravillo­
saber científico, mientras a los vendedores ele f·uerza de t�abaJO les toe� sa de formación de experiencia política y administra tiva" (Grasmci y
el saber práctico, adquirid o en l a experien cia del trabajo vivo. Con . la ?n­ Bordiga, 1 977, p. 36). En la "escuela del trabajo" y, especialm ente, en las
mera Revoluc ión Industr ial, ocurrida en el siglo XVIII, los conocm 1Ien­ vivencias de trabajo asociado, las personas otorgan sentido a lo vivido o
tos científicos v tecnológ icos pasaron a ser incorporados como fuerza realizado; así, de forma más amplia, es fundamental que transforme n sus
motriz de la pr�ducción capitalis ta. En ese contexto , la escuela � que, en vivencias anteriores y actuales en experiencias propiamen te formadoras.
pequena. parte

griego sicrnifica "lugar de ocio", o sea, local donde
' "'
econom ' . una e el omman
1cament t e,
Experiencia es una palabra provenien te del latín experientia , del ver­
de la població n, pertene ciente a la clase bo experire, que significa experimentar. Lo que se vivencia deja marcas
podría pasar el " tiempo l ibre") se volvió una instituc ión e n
_ � l que la cla­ éticas, políticas, culturales y existenciales, además de innumerab les sabe­
se trabajadora y sus hijos deberían aprehen der los cor:ocmuen t_os_ :. valo­ res. Colectiva mente también se vivencian modos de ser, producir y de
res y actitudes estricta mente necesarios para el trabaJO en 1� fabi tca . .
¡
reproducirse material, social y culturalm ente. En esas vivencias , se cre­
Sobre las relacion es entre trabajo y educac ión, Antomo Gramsc 1 an saberes y tradiciones de un grupo, institució n, pueblo o clase social.
analiza que, aunque la división capitalis ta del trabajo i nsista en separar Marie-Ch ristine Josso (2002) distingue experienc ia de una vivencia cual­
el Hanzo (aber del Hanzo sapiens, no hay activida d humana de �:\ c �,tal �-e quiera. Para la autora, la toma ele concienc ia del sujeto con respecto a
pueda excluir totalme nte la interven ción intelect ual . I:a expresw n g01 J­ vivencias significa tivas las hace experienc ias propiam ente dichas: expe­
la amaestr ado", de Taylm� sería una metáfora para senalar que, en_ c�ml­ riencias formadoras . Una forma de transform ación de las vivencias en
quier trabajo físico, aún en el más mecánic o y degradado, hay �m :nm1mo experiencias ocurre mediante la comprensión del cómo y del por qué se
de activida d intelect ual creador a. De acuerdo con el filósofo J tal_�ano , en dan determinados modos de hacer, pensar o sentir. Vivencias compren ­
el capitali smo, "el operario u obrero, por ejemplo , no .se caractenza espe: didas y apropiadas pueden ayudar a cada trabajado r y cada colectivo de
cíficam ente por el trabajo manua l o instmm ental, smo por el hech � de trabajadores en la construcción o modificac ión de sus proyectos de vida
que este trabajo se realiza en determ inadas condici ones y en determ ma­ o de formació n. Concepci ón y práctica estarían conciente mente articu­
das relacion es sociales " (Grams ci, 1 982, p. 7). Dado que, en los proce- ladas en una base sólida para pensar el pasado y el presente y proyectar
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1
CIAD O 1 S
S SAB ERES D E L}RABAJO ASOCIADO SAB ERE S D E L TRA BAJ O ASO

. .

el futuro. Así, en la perspectiva de una nueva cultura del trabajo, los sabe­ 1 o " nue vo, (ele mod os de pro duc ción
de lo "nuevo" que está naciendo en el seno de la exis t�n �I. ? ) en otras palabras,
res del trabajo asociado necesitan ser identificados, reconocido s y legi­ . ;,
timados. Esa búsqueda se ubica en la lucha histórica de la clase tinu iclad es .,v disc onti nuid ades ],¡· s·tónca . s. Eelel 1o VIeJo o, aún
tra b. �Jo . o, de las. con-
, ms tJ-.
tuycn , ?os e en el pro pio con text · aso�Iad e sta
trabajadora por el reconocimi ento y (re)apropia ción de los saberes del o de la formacw n social cap ital . ista . v
trabajo producidos a lo largo de su historia colectiva y, por lo tanto, en nece sita conq uista r su espa cio e n tant o a l tern'ativ
·
·
,a par a ¡ a e¡ ase traba-
su afirmación en tanto clase social (Puiggrós y Gagliano, 2004; Revi�ta .J·ael ora de liberación de las diversas tOJ mas de trab
_ d JJ·ect . a o indi e •
a]·o eJ1•d.J·enano. Los suje-

educac;:ao . . . , 2006). tos . rect ame nte inv 1 uc1.ael os en exp J

asocia do están vivie ndo un p¡·oceso el e el'Jsputa- po¡ enen


o .
· , cws · de t m bajo
En la empresa capitalista, las tecnologías de gestión de la fuerza
· - n socm · la Iegi · y va¡ i-
-

de trabajo, de base toyotista, estimulan intencionalm ente al trabajador el acw . ¡ de ese mod o de . , el e . Stene t'
1111a cwn
. ' prod UCC JOn Ja eXI, , Ja. D J'
a reconocer su capacidad activa y creativa en la resolución de problemas ta tam blen ocurre d e forma subj et'� �. �ct �· �. du ' C h a el lspu' -
sujetos. Son procesos de legit imac i �� y a I acw_ · � ? l y cole ctiv a ent re esos
que surgen en el trabajo cotidiano. Así se da la incorporaci ón más rápi­ n de una forma nueva
da de nuevas ideas tanto al proceso como al producto del trabajo, resul­ de .prod ucir el trabajo -v la vida so Cla . l o el
tando, consecuent emente, en mejorías de los niveles de competitivi dad baJo asa 1 anad 0 y a Ja cultu ra capi tal'
. e ma nte ner se apega
, IS ta que 1 e corresponde. el os a 1 tra-
y productivid ad del capital. Ello requiere la movilizació n intensiva de la
inteligenci a y de la subjetividad del trabajador por el capital. Contradic­ 3. Con la crisi s estn lctural del emp leo . · . cwn
entre capital y trabajo' decurrentes de lay ree la 11exlb.· lhza . , ele las relacion
es
toriamente, ese contexto propicia condiciones para que el trabajador pue­ ,sm.Ia .
· a 1 re, gimen de acum ulac ión fl ex¡, 'bl e 1 stru ctu rac ió �: pl.oc¡.uctJva nece- ·

da · ampliar la percepción de su capacidad de trabajo y de creaciones . wnes . , lay. una pral 1 eeracJOn ' de orga-
individuale s y colectivas, lo que puede, a su vez, contribuir para la auto­ mzac. económicas asociativas d. e tra . . baJa clor es/a s el
cmel ael . Para reemplazm· o contrapon erse 1a log e 1 cam po y el e la
valoración del trabajador y la legitimación y validación de sus saberes, . api
de la década de 1 980 , a través de 1 a acc�-
, lca � talista, desde fines
no sólo en los cursos de formación, sino además en los procesos de nego­ wn colectiva y au toeestw -· nan. a,
1as el e 1 me rca do de
1 os·JI as trabapela . res/as expu o- ,
ciación colectiva o individual de trabajo. La apropiación por parte de los , ocupando fábricas cerra' da s, . lsad os .
tra baJo ::tsa 1m·iado
cstan
trabajado res ·de los saberes producidos en situacione s de trabajo asala­
·
CJaCIOne ·
actIva\1el o su produce·IOn
· , � , Consu mo y crédito. ' Y Crl!andO aso-
riado y asociado prof-undiza su significado histórico y político siempre s y cooperativas de prod clo
que esos saberes sean articulados críticamente con los f-undamen tos cien­ jadores/as m·ticulan redes de pr��ll ccJon . Y com Los/las traba-
cooperativos Y cadenas de produccio' n a1 1.eel e el or de
·
erc iali
' zac ·
wn , com p¡ ejos
tífico-tecnológicos del proceso laboral (Santos, 2003). un mo vim· ·
En las sociedades ele clase, en general, los trabajadores interrum­ ·
nacwna¡ e mter ·
· . nacionalm ente' se el eno .
- mm a eco nom m , salidm .·ient Ja.
o que,
pen su escolariza ción para poder sobrevivir y, así, dejan de apropiarse . ·l· ctos_ flo de m.tlcu lar .los sab
El tra baJo asoc iado les presenta el el esa .
. , neredes
_ '

del saber formal; no obstante, durante esa trayectoria , producen otros de la expe rienc ia anter iorm ente adq Ull
y en otras
tra b aJ . o asala riado . y producidos en Sltuacw
saberes, valores y hábitos relacionados al trabajo y a la vida fuera de la . ' instane Jas el e 1 as rel'aci o nes soc m . 1 es. Las
escuela. Esos saberes quedan pendientes de crítica y formalización, como mves _ . wnes
tJgac . mues tran que el con oci. mie . nto rep
un derecho a ser conquistad o. Para sujetos comprometidos con inicia­ AqUI· ¡ es el e 1 as orga nizac iones econ ómi cas asoc . . res en ta. e 1 ta1 on , de
gmn m edida,- al hecho de que la clas mtivas
. dora' pri · , y ello se debe, en
tivas de trabajo asociado, ocurre la identificación, reconocim iento, aná­ e ncos . del capit ' e t1 .abaJa nc 1pa 1men te en 1 os
lisis, crítica y legitimació n de saberes y experienci as producidos en pm,ses pent"e· ' '
alism o no 11a ct 1s· fTutado del el erec ¡lO a 1 a
actividades anteriores de trabajo a salariado (empleo o subempleo ), en cacw . , n baslca, . publi , ca y amtu ' ita (ensen

, - anza pri ma ria ·v- secunc1 ana. ) eclu -


metl ) o por el Estado de bienestar soc·la 1 . �amb'Ien
. o

la relación de continuida d y de ruptura con la experienci a y los saberes ·ct , es Jmp . ort '
pro -
en el ambiente ele trabajo asociado. Se trata, entonces, del que, 1Jstm .. ,
.·lcam ente, como expre sió n el e l as
.--,-,
. . an te- su bJ.a_va. ¡.
.
producidos . con ti.acll ccw t 1.e cap l-.
desarrollo de la praxis crítica . taI y. t1.abaJo, se o fTeCla

, . .
. , a la uran
o ma"oría ele 1a e1ase trabaJad
J
.'nes .en a una eel u-
El desarrollo ele una cultura propia del trabajo asociado se da CdcJOn cuyo objetivo es aJ·usta, rla, a 1as necesi'el acles del m
.
el e1 capit. al (Fisc her, 2004 ).
"
me1.caelo,, es clecn�
mientras se reconoce la cultura del trabajo asalariado, sus posibilida desl
y sus límites históricos, desde la perspectiva de la clase trabajadora. Ae La educ ación/form ación en economía (p opuJ ar).
. 1, que s�h dan. a se con-
reconocer los procesos de continuidad y ruptura, se construye co11 y entr trapone a los proyectos educativos del capita .

los trabajadores el análisis ele las relaciones históricas entre lo "viejo" Y mas el e educación para la empleabilidad (JlaCel se presen tan en 1as f'or- •
que la fuerza de trabajo
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S 1 SABERES DEL TRABAJO ASOCIADO
SEGURIDAD SOCIAL 1 S

sea vendible en el mercado), educación para el emprendedurisn�o (para esti­ FtSCHE R, M. C. B. ( 2004), Notas sobre saberes da experiencia e a cons­
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Trabal­
ha e educa<;üo: arqui tetos, abelh as e outros tecel6
los saberes de la expetiencia, generados en la actividad de trabaJO. E� ter­
cero se refiere a las disposiciones ética y epistemológic� �e l�� SUJetos popu lar solidária, Aparecida, Icléias e Livros. es da econo mía
involucmdos en los otros dos polos para recon�c.er la hmtta�10n el� su
conocimiento y, así, aprender con el otro, permitiendo cuesttona �Ien­
tos mutuos de los conceptos y de los saberes producidos en la actividad .
SEGURI DAD SOCIAL
de trabajo.
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� las sociedades modernas (capitalistas), a las que se reconoce origen en
330
331
S 1 SEGURIDAD SOCIAL SEGURIDAD SOCIAL 1 S

las formas de organización y funcionamiento de éstas; y al conjunto de un s.istema que introdujo como novedades la permanencia, el alcance
intervenciones e instituciones, principalmente estatales, diseñadas para nacional y la obligatoriedad (ele Swaan, 1 992: 1 76). En segundo luga1�
enfTentarlas. Las condiciones de vida incluidas en el campo y la proble­ desde el punto de vista político e ideológico desplazó la idea de "solida­
mática de la seguridad social se caracterizan por su contenido sociola­ ridad de clase", propia de las organizaciones obreras, y puso en su lugar
boral y económico y por su directa vinculación con el terreno de las la ele "solidaridad entre clases" (por la obligatoria contribución de los
necesidades sociales. Por tal motivo, la seguridad social compromete empleadores). Debido a esos contenidos político-ideológicos, puede decir­
aspectos como el trabajo, la igualdad y desigualdad sociales y la solida­ se que la iniciativa f1.1e parte ele los intentos de despolitización de la cues­
ridad; campos como el de las políticas e instituciones estatales (princi­ tión social y de las condiciones ele vida, transformando los riesgos de la
palmente la política laboral y la política social), y el de los derechos vida obrera en cuestión de contrato entre particulares v de cálculo actua­
sociales; y actores sociopolíticos como el sindicalismo. ria! (Donzelot, [ 1 984] 2007). Ello f11e particularmente � ignificativo en un
país como Alemania, intensamente convulsionado por una movilización
2. Dado que la industrialización capitalista significó simultáneamente la de las clases trabajadoras que excedía lo reivindicativo, ya que existía allí
movilización de la fuerza laboral como mano de obra libre y la destruc­ el Partido Socialista más organizado y numeroso de Occidente. En los
ción de las fonnas tradicionales de trabajo y subsistencia, la incertidum­ cincuenta at1 os siguientes el seguro social alemán inspiraría innumera­
bre (i11seguridad) respecto de la reproducción de la vida es un rasgo de las bles experiencias en Europa y América, principalmente.
sociedades modernas. Así, la desorganización y eliminación de las fonnas Al término ele la Primera Guerra Mundial, en 1 9 1 9 f1.1e creada la
de trabajo agrícola, la caducidad de la regulación de los gremios, herman­ Organización Intemacional del Trabajo. Su Carta Constitutiva recogió
dades y cofradías; la limitación de los alcances de la protección familim� algunas lecciones aprendidas por las potencias mundiales alrededor del
de la ayuda parroquial o del paternalismo del señor; todos ellos fueron pro­ peligro que las malas condiciones de trabajo y ele vida acarrealx111 para
cesos que dieron por resultado que entre los siglos XVI y XIX esas capas la paz mundial y para la sobrevivencia de los propios gobiernos nacio­
institucionales fueran aJTasadas (de forma total o parcial, según el caso; nales, habida cuenta de que al término ele la guerra había triunfado la
paulatina o súbitamente) por la constmcción de las sociedades de merca­ Revolución Bolchevique. Ese reconocimiento y aprendizaje se expresa­
do y por la consolidación de los mercados de trabajo. Sobre la base de ese ron en la declaración de que eran propó�itos de la organización la pro­
proceso histórico general, los antecedentes más precisos de la seguridad moción ele protecciones contra el desempleo, las enfermedades, los
social (también como proceso histótico y como expresión) suelen ubicar­ accidentes de trabajo y la vejez; y la defensa de la libertad sindical y del
se entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, remontándose en el salario. Cuando ya casi terminaba la Segunda GueiTa Mundial, en la Con­
primer caso a la creación del seguro social en la Alemania bismarckiana ferencia Intemacional del Trabajo realizada en Filadelfia se aprobaron,
v en el segundo a la adopción del tém1ino por parte de organizaciones intcr­ entre otras, las recomendaciones N° 67 y No 69 de la OIT (las recomen­
�1acionales, especialmente al finalizar la Primera Guerra Mundial. elaciones son acuerdos que, una vez aprobados, se convierten en referen­
El aseguramiento fue consagrado como seguro nacional por pri­ cia para los países miembros, aunque no son obligatorios como sí lo :;;on
mera vez en Alemania en 1 883, bajo la denominación de seguro social. los convenios). Esas recomendaciones estipularon el reconocimiento del
La historia atribuye su creación al Primer Ministro Otto von Bismarck derecho a la seguridad social y a la atención médica, r<;!spectivamente,
en los momentos iniciales de la fundación del estado alemán. Desde y se han convertido en referencia obligada en la historia del desarrollo
entonces su característica fue el haber constituido una forma colectiva ele la seguridad social mundial.
y obligatoria de ahon·o en la que confluyeron trabajadores, empleado­ Finalmente, suele mencionarse al Informe Bevelidge como hito en
res y, eventualmente, el Estado, para proveer protección a los primeros el desarrollo ele la seguridad social moderna. Se trató ele un informe ela­
ante los riesgos a los que los somete la vida laboral. Considerado como borado y presentado al gobierno británico en diciembre de 1 942 por
"técnica", el aseguramiento realizó dos tareas simultáneamente: en pri­ William Beveridge, conteniendo un plan de protección social para toda
mer lugm� sustituyó el mutualismo obrero, que había tenido amplia difu­ la población, a poner en marcha en la segunda posguerra. Aunque en los
sión hasta entonces pero que se hallaba debilitado por defectos de cálculo, últimos años se debate acerca del carácter efectivamente protector y uni­
por las desigualdades entre grupos ocupacionales o de edad, etc. que no versalista de la propuesta, suele reconocerse en este documento un ante­
pudieran ahorrar o proveer a su propia protección; e instaló en su lugar cedente de importancia por su propuesta ele un niínimo nacional
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S
S
SEGURIDAD SOCIAL 1
1 SEGURIDAD SOCIAL

indiferenciado, con servicios financiados mediante contribuciones Y otros te de los derechos de ciudadanía. En este caso, se considera que la segu­
(como la salud) mediante rentas generales. Habida c �enta de es:e desa­ ridad social se corresponde con la tradición socialista o social-demócra­
ta y que, inspirada en ideales democrático-igualitarios, se contrapone con
n·ollo, en la actualidad el concepto de seguridad socml es considerado
desde distintas perspectivas: una perspectiva sociopolítica, c�esde �a. pers­ el seguro social y la asisterzcia social. La contraposición con el seguro
pectiva de las políticas públicas y de la sociología y filosofta pohtlcas . social obedece a que sus características organizativas, en las que suele
Desde una perspectiva sociopolítica, en cuyo caso su opuesto -la tener fuerte presencia el sindicalismo, hacen que se lo conciba como una
inseauridad social- subraya el hecho de que las incertidumbres Y garan­ forma de protección social asociada a corrientes conservadoras, pues
tías �ara la reproducción- ele la vida se distribuyen desigualmente en la recoge la forma de organización gremial (estamental) de la Edad Media
(por esa razón, denominada corporativa) . La contraposición con la Asis­
sociedad, siendo las clases trabajadoras (o no propietarias) las que estmc­ tencia Social, finalmente, deviene ele considerar a esta última como una
turalmente enfrentan más y mayores incertidumbres y goza� de me�?s
y menores garantías. En esta acepción cobra máxima relevancia ! a noc on
modalidad ele intervención social propia de la tradición liberal, en la que
. ms tancm, socml­ : la protección social no es un derecho sino una "respuesta" frente a nece­
ele riesgo social, al que puede entenderse como toda circ � . . sidades comprobables (comúnmente conocida como residual).
mente generada, que compromete la capacidad de los mdividuos ele lle­
var adelante su propia vida. Beck afirma: "Las riquezas se acumulan 3. Las discusiones sobre la seguridad social participan de los debates
arriba, los riesgos abajo" ( 1 998, p.25), con lo que marca el hecho de que acerca del sentido histórico y la "función" que se imputan a las políti­
la seguridad e inseguridad social es una parte de las lucha: seculares entre cas estatales en su conjunto. Se destacan algunas corrientes en ese cam­
condiciones de igualdad y de explotación. Esta perspectiva po�� el te � a po ele análisis.
en el marco de las discusiones contemporáneas sobre la cuestwn sacra l. Las corrientes liberales postulan el carácter redistributivo y protec­
Desde la perspectiva de 'r� _r olíti �as �úbl.icas, 1� segw·i�lac� social tor ele las políticas e instituciones de seguridad social, valorándolo positi­
designa al área estatal cuyas poht1cas e mst1tucwnes s.e especmhzan .en vamente siempre que se mantenga la moderación de esa distribución de
el desarrollo de intervenciones que organizan. la atencwn , de las contm­
gencias mencionadas anteriormente, mediante formas diversa� de distri­ riesgos y que los beneficios se vinculen con el esfuerzo personal. Por con­
bución de las consecuencias económicas de padecer los nesgas. La traposición, las corrientes radicales, principalmente ele inspiración marxis­
ta, atribuyen a la seguridad social la función de aumentar la productividad,
seguridad social constmyó esa atención como c�er� cho a la protección " . . . elevar la moral y reforzar la disciplina . . ." (O'Connor, [ 1 973] 1 98 1 : 1 90);
(derechos de distintos tipos y alcances) y asume d1stmtas formas de orga­ con ello se sitúa a la seguridad social en el marco de las dos principales fun­
nización (aseguramiento, asistencia o ambas), de fina.nci ��1iento (con­ ciones del Estado capitalista: la acumulación y la legitimación.
tributivo, por rentas generales) y de cobertura (mutuahzacwn co�1pleta, Otro aspecto alrededor del cual se aglutinan puntos de controver­
cajas separadas), todas ellas más o menos predominantes o c � mbmadas. sia es el de los procesos históricos que han dado lugar a la conformación
En esta perspectiva, la Seguridad Social (generalmente cons1gn � da con de estos sistemas. Al respecto, se registran posicionamientos con cier­
mavúscula) constituye un sector de las políticas públicas y, especmlmen­ to parecido con los identificados en el caso anterior. Así, las corrientes
te, �le las políticas sociales, que ha tendido a desarrol��rse a la par. q.ue se liberales definen a estos sistemas como ejemplos de la evolución y racio­
afianzaba el carácter público (estatal) que se reconocw a las conchc � ones nalidad crecientes de las sociedades modernas, en el marco de las cua­
de vida; ese proceso significó a su vez la estatalización �e intervencwnes les las instancias gubernamentales y las clases dirigentes van ampliando
hasta entonces asumidas por la filantropía. Cabe mencwnar que en esta y mejorando las condiciones de vida ele las clases populares. Por su par­
misma perspectiva a menudo se utiliza el término seguridad social como te, la tradición radical la entiende como resultado ele las luchas llevadas
sinónimo de política social, confundiendo la parte con el todo. adelante por las clases trabajadoras, que acceden a las protecciones espe­
Desde la perspectiva de la sociología y filos� fía polít �cas en cuyo

cíficas como derechos conquistados. Tal como señala Topalov (2004) para
caso se hace referencia a la relación entre principios doctnnanos Y for­.

la política social, una correcta conceptualización de la seguridad social


mas de organización, estableciendo una relación con las tradiciones del debe considerar el carácter complejo y contradictorio ele estos procesos,
pensamiento político y social. Cuando se utiliza el c?ncepto en esta pers­ identificando en cada caso los elementos -siempre presentes- de inicia­
pectiva, se hace alusión a una corriente de pensamiento que propone la tivas "desde arriba" y demandas "desde abajo" .
provisión de garantías de medios de vida de manera universal, como par-
335
334
S 1 S E G U RI D AD SOCIAL SOCIEDAD PROVI D E NCIA 1 S

4. En el inicio del siglo XXI la seguridad social enfTenta un reto princi� DE SWAAN, A. ( 1 992): A cargo del Estado. Ediciones Pomares-Corregidor.
pal que atraviesa todas sus perspectivas: la de provcet· garantías y cer­ Madrid.
tidumbres a los más amplios sectores de' la población, en condiciones de DONZELOT, J. ([ 1 984], 2007): Ln inve11ció11 de lo social. E11sayos sobre la
accesibilidad y calidad compatibles con la capacidad de satisfacción de declinación de las pasio11es políticas. Buenos Aires, Nueva Visión.
necesidades de las sociedades modernas. En este aspecto, la seguridad ESPING-ANDERSEN, G. ( [ 1 990] 1 993): Los tres 111l171dos del Estado de Bie­
social constituye un problema central para la economía social y solida­ nestm: Edicions Alfons El Magnánim/Generalitat Valenciana/Dipu­
ria, como conjunto de prácticas que pugnan por una economía institu­ tació Provincial de Valéncia. Valencia.
cionalizada de manera más solidaria, con predominio de los principios MESA-LAGO, C. ( 1 978): Ln seguridad social en América Latina. Pittsburgh.
de reciprocidad y redistribución progresiva por sobre el de mercado, University of Pittsburgh
En las últimas décadas la urgencia de dar cumplimiento satisfac­ O'CoNNOR, J. [( 1 973) 1 98 1 ): Ln crisis f-Iscal del Estado. Península . Buenos
torio a este desafío se ha incrementado por la profunda transformación Aires
que el neoliberalismo impuso en las condiciones de trabajo y de vida y POLANYI, K. ( [ 1 957] 200 1 ) La gra11 transformación. Los origen es politicos
en los sistemas de protección; en efecto, el deterioro general de la con­ y eco11ómicos de 11uestro tiempo. Fondo de Cultura Económica.
dición laboral ha alcanzado niveles de gravedad inusitada, tanto por las Buenos Aires.
condiciones inmediatas de trabajo como por la destrucción de institu­ SKOCKPOL, T. ( 1 995): Social Policy in the United States. Future Possibili­
ciones que, aún contradictoriamente, habían sido mínimamente protec­ ties in I-Jistorical Perspective. Prin¿eton University Press. Ncw Jer­
toras durante el ciclo del Estado social. (ídem) Específicamente para la sey.
seguridad social, esa "transformación destructiva" de las instituciones SoJo, A. (200 1 ): "El combate a la pobreza y la diversificación ele riesgos:
se expresó en las propuestas del "social risk mcmagemmt" [gestión del ries­ equidad y lógicas del aseguramiento en América latina". En: Revis­
go social] presentado por el Banco Mundial, por las cuales se incentivó ta Socialis N°5. Rosario, Argentina.
el mercado de seguros privados, con altos costos sociales por la selec­ TOPALOV, Ch. (2004): "De �a cuestión social a los problemas urbanos: los
ción adversa y la pulverización de mecanismos solidarios sobre la que reformadores y la población de las metrópolis a principios del siglo
se asentó (Sojo, 2001 ). Adicionalmente, una parte muy importante de ese XX". En: DANANJ, C. (compiladm\a): Politica Social y Economía
deterioro: y que impacta principalmente en los sistemas de seguridad Social: debates jimdame11tales. UNGS/Fundación OS DE/Editorial
social, es el referido a los niveles de desempleo y a la precarización del Altamira. Buenos Aires. Pág. 4 1 -7 1 .
trabajo, pues ambas constituyen vías por las cuales contingentes nume­
rosos de trabajadores y sus familias son privados de sistemas institucio­
nalizados, públicos y colectivos de protección.
En virtud de ello, desde principios de la década de 1 990 se ha SOCI EDAD PROVIDENCIA
intensificado el debate acerca de cuál debería ser el disei'ío de un siste­

1
ma de seguridad social que sea capaz de brindar protección indepen­ PEDRO H ESPANHA - S fLVIA PORTUGAL
dizándose de la condición salarial, a la vez que evite que ello implique
la legitimación de las condiciones de ilegalidad, no registración y pre­ l . El concepto de Sociedad providencia es un concepto relacional en el
carización que afectan a muy importantes segmentos de trabajadores sentido de que su contenido se define por relación con el concepto de
en todo el mundo. Estado providencia. Si éste se refiere a la forma del Estado moderno
caracterizada por la provisión de un conjunto más o menos extenso ele
Bibliografía ayudas sociales a sus ciudadanos, la Sociedad providencia se refiere, a
su vez, a la parte de la sociedad civil (familias, grupos sociales, comu­
BECK, Ulrich. ( 1 998): Ln sociedad del riesgo. Hacia una nueva moderni­ nidades territoriales y organizaciones) que cuida de sus miembros en
dad. Paidós . Espaiia complemento o sustitución del Estado. Es más, el destino de la Socie­
CASTEL, R. Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del sala­ dad providencia parece depender de los cambios y refprmas ocurridos
riado. Paidós. Buenos Aires en el propio Estado: ella tenía un rol casi exclusivo de protección social
336 337
1
1
S SOCIEDAD PROVIDENCIA SOCIEDAD PROVIDENCIA S

hasta el surgimiento del Estado providencia (Sociedad providencia pre­ que la Sociedad providencia no puede ser sino otra cara del Estado. Aho­
moderna), en el período ele consolidación de éste, la Sociedad providen­ _ puec�e se1� tal como los movimientos sociales que están en su ori­
ra, esta
cia reduce su acción limitándose a complementar la ayuda estatal gen.' ema � c1�adora y orientada por preocupaciones pos-burguesas v ·
(Sociedad providencia mode rna) y, por fin, con la crisis y las reformas an tt m atenahstas.
del Estado providencia se convoca nuevamente a la sociedad civil para � l. rol qL�e las teorías políticas le reconocen al Estado en términos de
(re)asumir muchas de las [-unciones que el Estado enajena (Sociedad pro- protcc�t.on s.octal detenninó cómo analizan la Sociedad providencia. La teo­
videncia posmodema). r�_a pohtiC�l lt ?eral defiende un rol residual, de intervención correctiva excep­
En tanto concepto relacional, una primera observación es que no ctm: al Y hmit �da, al cual le corresponde la idea de que la esencia de la
resulta útil aplicarlo a las sociedades donde no haya un Estado providen­ S�cJedad proVIdencia es liberar; autonomizar y responsabilizar la sociedad,
cia o donde éste sólo esté en una fase embrionaria. En esas sociedades, ev1tando que el Estado destruya las solidaridades en las relaciones huma­
la ayuda no proviene del Estado sino de otras fuentes -redes sociales, gru­ na� Y convi.erta a los c.iuda �anos en dependientes de sí mismos. Para algu­
pos primarios, sistema clientelístico, organizaciones internacionales, cte.­ nos, la Sociedad pro.videncm confo1111a la antítesis del Estado providencia
Y no una parte constttuyente de su evolución (Rodget� 2000). Sea como sea,
y en ellas predominan sistemas informales de protección, quizá pobres,
pero en general eficientes. Sólo en algunas partes del mundo, principal­ la argumentación _ de que los gobiernos utilizan para fundamentar las refor­
mente en aquellas afectadas por guerras, epidemias o cataclismos, no se mas, los cortes y las privatizaciones en las políticas sociales es bastante
pudo consolidar sistemas informales de apoyo y prevalecen regímenes menos sofisticada e invoca casi exclusivamente la ineficiencia del Estado
ele inseguridad (Gough y Woocl, 2004). No obstante, lo más común es la en la respuesta a las necesidades sociales de los ciudadanos.
coexistencia de sistemas ele welfare estatal con sistemas societales de pro­ A su vez, las social-democracias han concebido el rol del Estado
tección informal y, en esas circunstancias, el concepto ele Sociedad pro­ como u � a m _ tervención de primera línea, basada en derechos universa­
videncia puede ser adecuado pa'fa poner en evidencia las interrelaciones les que este debe respetar y cumplil: Dada esta centralidad del Estado,
y porosidades que interceden entre la ayuda pública y la ayuda informal, _
más que nada en la escala m icro de la utilización ele las ayudas por los a la sociedad le corresponde un rol providencial muy reducido, esperán­
individuos y familias. Varios estudios han mostrado precisamente cómo dose que, de este modo, quede liberada para desatTollar formas más avan­
�ad.as de �e �nocr�cia y de bienestar: No obstante, como se señaló, la
las familias logran maximizar el efecto de las ayudas combinando varias so�te ��d c �vil s �cwl-de �ocr�tica quedó muy por debajo de lo esperado,
Y se
fuentes públicas y privadas de rendimiento (empleo garantizado, empleo - hizo demasiado pasiva, sm encontrar formas creativas ele asociación
precario, trabajo informal y prestaciones sociales). c ? n el Estado.' sin renovar las formas de participación e inici ativa local,
En este sentido, son preferibles las conceptualizaciones más antro­ sm tampoco mvolucrar suficientemente al tercer sector.
pológicas de Sociedad providen�ia. Es el caso de la de Boaventura de Sou­
sa Santos, pensada para analizar una sociedad -la portuguesa­
caracterizada, precisamente, por combinar una provisión estatal débil 2
.El .concepto de
.

pnnctpalmente
Sociedad providencia h a sido aplicado con éxito
en los análisis acerca de la especificidad de un mode­
con una fuerte presencia de la protección informal. Éste definió la Socie­ lo (semi)pe.riféri �o ele producción de bienestar, donde gran parte de
dad providencia como "las redes de relaciones de interconocimiento, de la p rot �ccw _ n s ctal no pasa por el Estado. Su utilización ha permiti­
reconocimiento mutuo y ele entreayuda basadas en lazos de parentesco � _ de la protección social informal cuestio­
y de vecindad, a través ele los cuales pequeños gmpos sociales intercam­ . aym. la Importancia
do subt
bian bienes y se1vicios según pautas no mercantiles y con una lógica de nanc�o los análisis tradicionales, construidos fundamenta Í mente a
reciprocidad semejante a la ele la relación ele don estudiada por Maree! trav�� de un � nfoque en la provisión estatal. La valoración de la pro­
Mauss" (Santos, 1 993, p. 46). teccwn _o frectda por los lazos informales permitió cuestionar mode­
·

El concepto de welfare society se ha expuesto a diversos equívocos los anahtt_ � os y rema:car la complejidad de los arreglos institucionales
en la p rovrswn _ , � el btenestar, que distinguen a las sociedades de desa­
provenientes, en su mayoría, de los propios equívocos de la distinción _
rrollo mtermedro.
entre Estado y sociedad civil. Éstos introdujeron el pensamiento moder­
no occidental, específicamente los supuestos de que la sociedad civil ree­ . A p �sar de
contnbucwne
la controversia existente entre los juicios acerca de las
s ele la Sociedad providencia que , por un lado , sena
mergente es de la misma índole que la sociedad civil l iberal clásica y de - 1an
· 1·d
� su v1ta 1 ael e Importancia
· y, por otro, la muestran como un recurso
338
339
S 1 SOCIEDAD PROVIDENCIA SOCIEDAD PROVIDENCIA 1 S

esporádico, diversos estudios han demostrado su rol activo en la satis­ Reciprociclacl , obligación, igualdad, autonomía -las normas son
facción de las necesidades de bienestar de los individuos. claras, pero su análisis detallado revela contradiccio nes, resistencias y
Las investigaciones empíricas en este dominio han revelado el rol conflictos. La norma de la reciprocidad choca con la asimetría de los
preponderante de la Sociedad providencia en el acceso a recursos como intercambio s observados hoy, por ejemplo, en las relaciones intergene­
la vivienda y el empleo, identificado su capacidad de respuesta en el ámbi­ racionales, en las cuales el desequilibriO es patente v favorece las aene-
- b
to de los cuidados a la población dependiente (niños, personas mayores, raciones más jóvenes. El sentimiento de obligación y deber hacia el otro
discapacitados, enfem1os mentales) y subrayado la diversidad de su inter­ entra en conflicto con el primado ele la libertad y la afectividad que actual­
vención v su versatilidad. Ellas muestran que la acción de la Sociedad mente moviliza a las relaciones sociales. La dependencia de los apoyos
provide n"cia permite suplir necesidades en ámbitos en los cuales el Esta­ pone en cuestionamiento la autonomía individual. El principio de igual­
do y el mercado no flguran o son deficitarios, y permite, además, acce­ dad es aplastado por las desigualdades sociales y sexuales que pasan por
der a recursos que, ele otro modo, serían inaccesibles a los individuos. toda la intervención de la Sociedad providencia.
Las descripciones de la intervención de la Sociedad providencia La cuestión de la reproducción de las desigualdades es un elemen­
en los países del Sur y, especialmente en Portugal, han permitido iden­ to fundamental para la discusión ele este concepto. Por un lado, las inves­
tificar algunas ele las principales características de la provisión informal tigaciones empíricas revelan que la protección informal reproduce las
de bienestm� así como identificar a los actores más activos del proceso. desigualdades sociales entre individuos zr familias, sea en términos ele
Las investigaciones han revelado, sistemáticamente, que los lazos ele cantidad de apoyos prestados, sea en términos de contenidos �� signifi­
parentesco y las solidaridades familiares son los grandes sostenes de la cados ele las ayudas. Por otro lado, muestran cómo la obligación de "cui­
Sociedad providencia y que, en el seno de la familia, las mujeres son los dar a los suyos" se encuadra en las representaciones de todos, pero sobre
elementos cruciales por el trabajo que llevan a cabo, así como por el rol todo en las prácticas de las mujeres.
que cumplen en la movilización ele las redes. Los costos ele la acción de la Sociedad providencia recaen, esen­ l
Comparada a la provisión ofrecida por otras esferas, la Sociedad cialmente, sobre las mujeres, a quienes se les sigue otorgando la respon­
providencia resulta flexible, espontánea y autónoma. No obstante, al estar sabilidad del trabajo doméstico y el cuidado de los dependient es. Los
Fundada sobre relaciones sociales particularistas, de parentesco, vecin­ estudios han mostrado claramente el moJo como las solidaridades feme­
dad, amistad y otras, la protección ofTecida es restringida y excluye a los ninas sostienen a la producción informal de bienestm� asegurando la
que están afuera del lazo relacional. De este modo, se ha subrayado la reproducción cotidiana ele las familias y fomentando las redes de ayu- ·

importancia de no ver sus contribudones como sustitutos de la provi­ da mutua.


dencia estatal, basada en derechos sociales y en reglas de equidad. De este modo, el desafío puesto hoy en el análisis de la Sociedad
Las virtudes de la Sociedad providencia son, en gran medida, las providencia consiste en evaluar en qué medida su acción tiene o no poten­
principales responsables por sus problemas. Por un lado, si la plastici­ cialidades ele emancipación. Si los análisis provenientes del Sur ele Euro­
dad y espontaneidad sostienen una elevada capacidad de ¡·espuesta de pa han remarcado la dimensión ve¡·tical y la asimetría, subrayando la
los lazos sociales, a la vez demuestran una enorme fragilidad, dado que importancia del clientelismo y del particularismo en el acceso a los recur­
los arreglos informales en los cuales se basa la acción de la Sociedad pro­ sos, sabemos también que las relaciones basadas en el don pueden gene­
videncia están sistemáticamente sujetos a contingencias e i mprevistos rar relaciones horizontales de asociación. Es importante debatir esta
que hacen que la protección of-recida sea errática, ele modo tal que no cuestión junto con una reflexión acerca de la articulación ele la Socie­
se permite desechar otras formas de provisión de bienestar. dad providencia con otras esferas de producción ele bienestm� más espe­
Por otro lado, las interacc;iones y los intercambios sujetos a la inter­ cíficamente la estatal, así como una identificación de los contextos en los
vención ele la Sociedad providencia obedecen a modelos complejos de que su acción es más dinámica.
normas, cuyos principios son, muchas veces, contradictorios entre sí y Los trabajos de campo en este área muestran, por un lado, que
generadores
' de tensiones y conflictos. Si los estudios empíricos mues­ en contextos ele extrema precariedad, la Sociedad providencia es inope­
tran que la triple obligación de "dm� recibir y retribuir" estructura las rante. Faltan las condiciones mínimas que permiten el desarrollo ele las
prácticas y representaciones ele los actores, ellos revelan además la com­ ayudas solidarias: disponibilidad de tiempo para ayuda-r (se dedica el
plejidad por detrás de este enunciado. tiempo a actividades ele sobrevivencia básica), disponibilidad de recursos
340 341
1
SOCI EDAD PROVI D E N CIA 1 S
S SOCIEDAD PROVIDENCIA

materiales para viabilizar la ayuda (para ayuda1� hace falta tener algu ­ nc:s a acoger las reivindicaciones sociales más elementales de la pobla­
. tal como ocurre en los países donde el Estado providencia es débil
Clon,
nos recursos) y cohesión social (diversas comunidades tradicionales pue­ o poco fiable (Jacobi, 1 993). Allí, la institucionalización de los movimien­
blerinas o barriales urbanas presentan una fragmentaci ón que debilita tos sociales democráticos a través de organizaciones no gubernamenta­
el espíritu ele ayuda mutua). En estos contextos, los costos de oportuni­
dad para la inversión en solidaridades son demasiado elevados v cleses-
les o. del tercer sector es particularmente visible en el ámbito de las
.
_
polit1cas s � ciales, donde diversas organizaciones se movilizan para ase­
timulan esa inversión (Hespanha ct al., 2000). gu!·ar las diferentes modalidades ele protección social ele que las franjas
Por otro lado, los estudios revelan también la existencia de contex­ mas pobres de la población carecen (Gohn, 1 997).
·

tos socio-espaciales donde se acumulan factores limitantes para el fun­ Existe el riesgo de cooptación por el Estado, en el sentido ele rever-
cionamiento de la Sociedad providencia, a la par de otros contextos que . en su propio beneficio el trabajo ele las organizaciones, pero éstas Jo
tir
l'avorezcan ese funcionami ento. Por ejemplo, cuando la Sociedad pmvi­ .
dencia se basa en un modelo ele desarrollo estancado -con una propor­ � ontracl1cen. Esto se da, por un lado, a través de una práctica de traba­
ción relativamente elevada de la población viviendo de la agdcultura y
JO en asociación involucrando a redes ampliadas de socios cliriaidas al
aumento ele su poder de negociación, por otro, a través ele un fuer�e m-rai­
con una proporción igualmente alta ele mujeres realizando tareas clomé�­ go en los � ovimientos que .Ias originaron o en las comunidades que los
ticas- y, simultáneamente, en estándares demográficos conservadores, apoyan pm a que no se clesvmculen de su base social. Según Santos esta­
entonces estamos claramente ante una combinació n regresiva ele facto­ mos ante "una Sociedad providencia transfigurada que, sin dispe�sar el
¡·es que afectan gravemente el rol providencial ele la sociedad. Cuando, Est�do de las prestaciones sociales que lo obliga a la reivindicación de
al contrario, la tasa ele actividad femenina es más elevada y se consigue la Clllda� anía social, sabe abrir cambios propios de la emancipación v
conciliar trabajo fuera del hogar con trabajo doméstico, al existir medi­ n� se rcs1gna � la tarea de llenar � �s brechas del Estado y, así, participa;·,
das ele política y apoyos institucionales favorables, entonces nos encon­ de :�'.',;1a benevola, ele la ocultacwn ele la opresión y del exceso de regu­
tramos ante una combinación \claramente progresiva en la cual la lac!On (Santos, 1 994, p. 239).
Sociedad providencia se muestra más activa (Hespanha y Portugal, 2002).
La Sociedad providenc ia enfTenta desafíos inconmen surables en Bibliog rafía
esta fase ele reestructuración del Estado providencia y no está claro cuán­
to le impactará a mediano plazo esta creciente reducción de la función GOJ.iN, M. G. ( 1 997), Teorías dos movinzentos sociais, Sao Paulo: Edi<;:ó­
providencial del Estado, tanto en países de tradición liberal como en paí­ es Loyola.
ses de tradición social-democrática. Hay señales ele que ella va a encar­ G ou GH , l.; Wooo.' G. (20?4), Ins�curity mul ovel(are regimes in Asia, Afi·i­
garse de parte ele las funciones de.sechadas por el Estado, principalmente ca and Latm Amenca. Socml policy in development contexts, Cam­
si ello conlleva compensaciones financieras, y en este caso es importan­ .
bndge: Cambdelge University Press.
te saber si la naturaleza y calidad de los servicios prestados van a sufrir HESPA� �IA, P. ; Po.RTUGAL, S. <.2 �02�, A transfornza9iio da f'amília e a regres­
cambios visibles. Dado que prevalecerá la lógica de mercado, se espera sao �la Soc1edade-ProvLdencw, Porto: Comissao de Coorelena<;:ao da
que la clientela de esos servicios se constituya de las capas menos afluen­ Reg1ao Norte.
tes de la sociedad y que las organizaciones que los prestan sean obliga­ HESPANHA, P.; MONTEIRO, A.; FERREIRA, A. C.; RODRIGUES, F.; NUNES, M. H.;
das a depender de la ayuda financiera del Estado. Siempre que eso no HESPANHA, M. J.; MADEIRA, R.; �OVEN, R. V. D.; PORTUGAL, S. (2000),
sea posible, la reducció n del Estado puede desencadenar una reacción Entr: o Est�do e o mercado. As fTagiliclades das institui<;:óes de pro­
defensiva ele la Sociedad providencia a través ele una reanudación ele los tec<;:ao socml em Portugal, Coimbra: Ed. Quarteto.
procesos ele producci ón informal con un retroceso irreparable ele la filo­ JACOBI, P. ( 1 993), Movinzentos s�ciais e políticas públicas, Sao Paulo: Cortez.
sofía universalísta y un enorme 'i mpacto negativo en la vida de las fami­ RODGER, .J. (2000), From a welfare state to a welf'a re society, London: Mac­
lias y de las comunidades, como ocurrió en Inglaterra después ele las Miilan.
reformas conservadoras de los años 80. SANTOS, B. S . ( 1 � 93), O Estado, as rela<;:óes salaríais e o bem-estar social
.

Sin embargo, el retroceso del Estado social puede desencadenar na penfena: o caso portugues. En · SANTOS, B S ., (Org ) , p0 ·tuga z..
una mayor movilización de la sociedad a través de la irrupción de movi­
• • • 1

m ientos sociales que presionen las instituciones políticas y los gobier-


um retrato smgular, Porto: Afrontamento.
343
342
1 S
S 1
SOCIOLOGÍA ECONÓMICA
SOCIEDAD PROVIDENCIA - SOCIOLOGÍA ECONÓMICA

SANTOS, B. S. ( 1 994), Pela máo de Alice, Porto: Afrontamento. Sociología), Durkheim demuestra que, en su transcurso efectivo, se tra­
( 1 995), Socicdade-Providcncia ou autmitaJismo social? Revista Crí­ ta de representaciones, creencias y valores.
tica de Ciencias Sociais, n. 42, p. i-vii. La So.ciología Económica cuestiona la delimitación realizada po1•
los econom1stas que reducen la economía al cálculo racional referente
a recursos raros que deben ser asignados a necesidades consideradas ili­
mitadas. Más positivamente, ella propone una definición más amplia ele
SOCIOLO G ÍA ECONÓM I CA
la economía, como representaciones sociales en la tradición durkheimía­
na, actividades sociales que se refieren a una racionalidad ampliada en
B ENOIT LÉVESQUE la tradición weberiana, relaciones sociales ele producción, distribución
Y c � nsumo co� forme la tradición marxista y actividades basadas en prin­
.
que CipiOs económ1cos plurales -mercado, redistribución, reciprocidad -v don­
l. La Sociología Económica se define como el conjunto de las teorías socio­ en una perspectiva polanyiana. En suma, se puede definir la Soci oloaía
buscan explic ar los fenómenos económicos a partir de eleme ntos
socio­ Económica como "el conjunto ele las teorías que buscan explicar los fe�ó­
lógicos y como discip lina capaz de pensar los hechos econó micos medid a que menos económicos a partir ele elementos sociológicos" (Sweclberg, 1 987)
lógica mente . Es inseparable de la Sociología gener al, en la
es presen tarse bajo la apa­ o como la disciplina capaz de "pensar lps hechos económicos socioló­
"el rasgo característico de la sociedad moderna ión acerca gicamentc"(Gislain y Steine1� 1 995).
rienci a de una socied ad econó mica" , de modo que la "reflex
terizada La definición ele la Sociología como disciplina, en el siglo XIX, estu­
de las relaciones entre lo económico y lo social puede ser carac es" (Caillé , vo precedida por la formación de la teoría política moderna (J\laquiave­
como la tarea central de la sociología y de las cienci as social
puede identi ficar una "socio logía lo en el siglo XVI, Hobbes en el siglo XVII y Monstesquieu el siglo
1 994, p. 9). Desde esta persp ectiva , se XVIII) y ele la teoría económica, con los Iisiócratas v Smith en la seo-un­
en

general de la economía" y' una "socio logía econó mica" (Cusin y Benam ou­
a una sociol ogía del capita lismo como da mitad del siglo XVIII. La conformación de esas esferai sepa melas :ería
zig, 2004). La primera corresponde r ( 1 959) deno­ f1.� ertcmente cuestionada por More, a principios del siglo XVI, por los uto­
"sistema económico y social" (Trigilia, 2002) , o lo que Webe misch e Wisen s­ pistas C ? wen y Fourier) y por los pre-sol iólogos (Saint-Simon y Com­
minaba "cienc ia de la econo mía social " (die sozial olw11o
remonta igualm ente te) del s1glo XIX. Esos pensadores propusieron simultáneamente "otra
clzafi }. La segun da, la Sociología Económica, que s�cied�d y otra :conomía", r�currienclo �1ás a la solidaridad que al incli­
a los fundadores de la Sociología, busca dar cuent a "de los princ ipales
ndole s "una pers­ vlduahsmo, y a .otro abordaJe de la soc1edad y de la economía", a par­
hecho s ident ificados por la cienc ia económica", aplicáto de análi sis ins­ tir de una visión sintética y holística ele la sociedad.
pectiva radic almen te diversa y un tipo bastante inédi
No obsta nte, como la Fundada a partir ele esa herencia, la Sociología clásica, formada
tituci onal" (Sme lser y Swedberg, 1 994, p. 65).
cada acció n eco­ a fines del siglo XIX, se encuadra en un contexto de "graneles cambios",
Sociología supone que "el mundo social está prese nte el1
ra fija entre la "socio logía gene­ caracterizado por la predominancia ele una economía ele mercado ancla­
nómica" (Bourdieu, 2000) , no hay fronte da en una filosofía clel laissez-faire. Ella se presentó, entonces, como res­
ral de la econo mía" y la Sociología Econ ómica .
puesta a las pretensiones hegemónicas de la escuela neoclásica,
formulada a principio ele los aüos 1 870 y centrada "en el intercambio
2. Weber y anali zaron la posib ilidad ele un abordaje socio ló­
· Durk heim, tal mercantil entre agentes supuestamente racionales, en la formación del
gico de la economía como fue delim itada por los econ omis tas neo­ sistema ele los precios y en el análisis matemático de las cóncliciones de
ias Sociales ( 1 959), dond e
�lásicos. En Ensavos sobre la Teoría de las Ciencias y ele las cien­ equilibro general" (Cusin y Benamouzig, 2004, p. 437). Como la Socio­
examina los mét;dos respectivos ele las cienc naturales a de los métodos logía cuestionó los postulados de base de esa nueva ciencia, sería vista
cias de la cultu ra, Weber pone fin a la discu sión acerc econ ómic a no es pura como una anti-economía, al menos hasta los ai1os 1 970, cuando la "socio­
(methodenstreit). A la vez, mues tra que la cienc
ia
, sino tipos ideal es, cu?'O logía de la elección racional" empezó a consolidarse.
espe culac ión y que sus leyes no son naturales e generalid ad. Del m � s­ Para dar cuenta del desarrollo de la Sociología Económica, los ana­
su enorm
valor preclictivo es limitado en virtud de concierne, a prim era VIS­ listas identifican al menos tres grandes períodos, cuyas fechas v evalua­
mo modo, luego de observar que la economía moral o para la ciones vadan según se enfoque la mirada en Europa o en Estado� Unidos.
ta, sólo a cosa s (por ende , sin ser ele interés para la
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1 S
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SOCIOLOGÍA ECONÓMICA
SOCIOLOG ÍA ECONÓMICA

Se reconoce el período 1 890-1 920 como cnicial, debido a la contribución mo, la Sociología Económica Pos-Segunda Guerra Mundial no logró
de los �undadores de la Sociología. Para ciertos analistas, entre los cua­ "encontrar espacio en el campo económico" compartido por la microeco­
les �sta Swedberg ( 1 987), los m1os 1 920- 1 960 representan un segundo nomía neoclásica, con sus modelos matemáticos aplicados al mercado, y
_ por la macroeconomía de inspiración keynesiana para el estudio de las polí­
pcnodo p� co mteresante. La Sociología Económica se contentaba enton­ ticas económicas (Cusin y Benamouzig, 2004).
ce� c_on simplemente retomar ideas antiguas", introduciendo, así, el cles­ Dos hechos extraordinarios -uno a fines ele los años 1 960 y otro
CI�echto de sus postulados, ele fines de los años 1 930 hasta el inicio de los en los aüos 1 980- favorecieron el nacimiento de una nueva Soci�logía
ano: 1 _960 .. A lo largo de ese período, se fragmentó cada vez más en subes­ Económica. El primero f·ue resultante de la formación ele nuevos movi­
peciahza� IOnes: Sociología del trabajo, del desarrollo, de la empresa, de mientos sociales (estudiantiles, femeninos, ecologistas), que empezaron
las m_·�amzaci � nes.' ent1·e otras. Una institucionalización más tardía co n a luchar por la autogestión, calidad de vida, creatividad y autorrealiza­
t�elaci� n a l�l C1enc! a Económica y a la Ciencia Política explicaría por qué ción. Esas reivindicaciones, cuya satisfacción va más allá ele la distribu­
Id S�� I ?Iog_m habna entrado en las universidades norteamericanas como ción de las ganancias ele productividad, contribuyeron a la ruptura del
una Ciencia ele los restos". compromiso forcl i sta, invalidando imparcialmente los abordajes de Key­
At � nquc
. m Económica su institucionalización en Europa haya sido posterior, la nes y de la reproducción funcionalista y marxista. El segundo hecho fue
So� 10lo � allí hab!Ía seguido siendo interesente, pemlanecien­ motivado por las políticas neoliberales, que sei'íalan la intervención del
do mscnta en una Sociología general y manteniendo relaciones más estre­ Estado como causa principal de los problemas económicos. Aunque la
chas COI� los economistas heterodoxos. Se destacan, así, los trabajos de la cdsis de los Estados providencia y el aumento del desempleo ¡·epresen­
escuel_a lrancesa ele Sociología, principalmente los de Mauss, sobre el inter­ taran amenazas para las conquistas anteriores, ellas también llevaron a
cambio Y la dádiva ( 1 923- 1 924), de Halbwachs, sobre las clases sociales la resistencia y a la búsqueda de alternativas, como atestiguan la alter­
Y el c:m sumo ( 1 933), y ele Simia :\d ( 1 932-1 934), sobre la evolución de los
mundialización y la altereconomía (Laville, 1 994). En este contexto de
�alanos, la moneda y las mentalidades económicas. Del mismo modo, se "gran transformación", la Sociología Económica reanudaría con la tra­
� �:pone la c � ntrib�Ici?n sociológica del economista austríaco Schumpe­ Llición clásica y elucidaría la diversidad de las configuraciones "Estado,
�t:I ( 1 83 �- 19::>9), pimcipalmente sobre el capitalismo, el emprendedor y las mercado y sociedad civil".
I:lnovaciOn � s, siguiendo la obra de Weber. Después de emigrar par� los
Estados Ur� 1dos, en 1 932, el economista austríaco constituiría, en los aüos 3. Al admitir que la ciencia económica neoclásica provee a los actores
1 980, L� na. h.1ente de inspiración para los neo-schumpeterianos y para los clave del capitalismo representaciones que contribuyen a la realización
evoluc1omsta.s (Nelson y Winte1� Freeman, Perez, Dosi, Lunclwall), sobre de sus progresos, la nueva Sociología Económica responde a una doble
todo en la cuestión de los sisten1as de innovación (Lévesque, Bourque y demanda -una crítica al neoliberalismo y una búsqueda de alternativas
Porgues, 2001 ) Fue1tcmente inspirado por la Antropología, Polanvi ( 1 886-
.
concretas. Ella 'aclara, además, de forma pertinente, los cambios ele los
1 964 ) , que dejó Austria en 1 934, después Inglaterra en 1 943, mudándose a11 os 1 990, sobre todo ante el surgimiento de una nueva economía y de
a los Es�aclos Unidos, contribuye con un conjunto ele nociones alineadas un "nuevo espíritu del capitalismo" (Boltanski y Chapiello, 1 999).
con l?s fundadores, pl·incipalmente las de encastra miento social de la eco­ Una economía relacional que esté basada en el saber y los servi­
nomm Y de principios económicos plurales. La Gran Transformación ( 1 944) cios moviliza más que nada factores extra-económicos v no mercanti­
rcp�·esenta,_ as�. una fuente de inspiración importante para la nueva Socio­ les, como la investigación, la formación y la calidad del n�edioambiente .
logta �conom1ca Y para otra economía (Laville, 1 994 ) . En fin, Economía Esa movilización supone la existencia de una reconfiguración del Esta­
Y Socwdad ( 1 956), escrito por Parsons y Smelser, reubica el análisis de la
econ? mía en el ámbito ele una teoría general ele la sociedad basada en cua­ do y de sus modalidades de intervención centradas en una o ferta inte­
tro sistemas (sistema económico, sistema político, sistema cultllral sis­ grada, nuevos modos de regulación y recurren a la sociedad civil, modos
tema de integración social), interconectados por relaciones de int�rca�bio
v
de gobernanza más horizontal y nuevas solidaridades. La Sociología Eco­
que producen una especie ele equilibrio general. Además ele presentar cier­ nómica revela, igualmente, que las formas de coordinación son múlti­
to sesg? económico, esa Sociología estructural-funcionalista permaneció ples, incluyendo no sólo el mercado (la mano invisible) y la jerarquía
(mano visible de los administradores), sino también el Estado, las aso­
d�_masmclo abstracta para fomentar un verdadero programa de investiga­ c ':ciones, las redes, las comunidades. La importancia de la complejidad
cion. A pesar ele esas contribuciones mayores y la influencia del marxis-
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S 1 SOCIOLOGIA ECONÓMICA SOCIOLOGIA ECONÓMICA 1 S

.
y de la diversidad de la configuración "Estado, mercado y sociedad civil" nes de Polanyi ( 1 983) ace¡·ca del clesencastramiento ele la economía
muestra muy bien la "diversidad de los _capitalismos" y de los "modelos moderna, y ele Granovetter (2000) acerca ele su encastramiento en las
nacionales de desarrollo", incluso en las comparaciones Norte-Sur. redes pueden reconciliarse, ya que el primer autor considera el "mismo
Del mismo modo, los trabajos acerca de la economía social y soli­ principio de mercado" como tipo ideal, tal como es definido por los eco­
daria ¡::iermiten comprender cómo la actividad económica descansa en nomistas, mientras el segundo se dedica a los "mercados concretos" cuvo
diversos principios económicos (mercantiles, no mercantiles y no mone­ funcionamiento rnoviliza a las redes y las relaciones personales. Desd e
tarios) cuya articulación no garantiza el bien común, excepto recurrien­ un punto de vista político, esas dos posiciones divergen: una cuestiona
do a la democracia representativa y deliberativa, lo que muestra las una "economía de mercado", convertida en "sociedad de mercado" al
dimensiones políticas de la otra economía. Esos principios plumles tam­ paso que la otra acepta que el mercado "instrumentalice" las relacio�cs
bién están presentes en el capitalismo, pero no son reconocidos por fal­ sociales para sus propias finalidades. Esa controversia muestra claramen­
ta ele democracia económica. Las asociaciones, las empresas sociales y te la importancia de considerar el mercado en el ámbito ele un capita­
las iniciativas ele la sociedad civil, en el área de la economía, suscitan lismo responsable por la cuestión social, por intermedio de la
cuestiones relativamente nuevas no sólo acerca ele las relaciones entre autonomización de la esfera económica.
la economía y lo político, sino también de la naturaleza de cada una de
esas esferas y su permeabilidad. Así, la economía es manifiestamente B i b l i og rafía
ampliada para incluir lo no mercantil y lo no monetario, mientras lo polí­
tico se expresa tanto a través del espacio público como por la relación BOLTANSKI, L.; CHAPIELLO, M. E. ( 1 999), Le nouvel esprit du capítalisme,
con el Estado, ele modo que la cuestión' social pueda ser relacionada a París: Gallimarcl.
la economía. En fin, los nuevos riesgos económicos y sociales propician BOURD!EU, P. (2000), Les stmctures sociales de l'économie, Pads: Seuil.
el inicio de un desarrollo sustentable y justo, por intermedio ele la regu­ CAILLÉ, A. ( 1 994 ), Prefácio. En: SWEDBERG, R, Une h istoíre de !a sociolo­
lación del mundo asegurada por instituciones internacionales que res­ gie écmwmique, Pa,r is: Desclée de Brouwe1:
peten a la democracia. CuSIN, F.; BENAMOUZIG, D. (2004 ) , Economíe et sociologie, París: PUF.
La Sociología Económica ha hecho progresos indudables desde DURKHE!M, E. ( 1 895), Les regles de la 11lflhode sociologique, París: PUF;
fines del siglo XX, interesándose por el núcleo duro de la Economía. No Quadrige 2.
obstante, diversos abordajes y subespecializaciones siguen fTagmenta­ GISLAIN, J. J.; STEINER, P. ( 1 995), La socio[ogie écorzomique, 1890-1 920,
dos, haciendo más compleja y difícil la integración de los nuevos sabe­ París: PUF.
res así producidos (Smelser y Swedberg, 1 994 ). El desafio de integración GRANOVETrER, M. (2000), Le marché autrement: les réseaux dans I'écono­
permanece todavía más difícil porque no hay consenso acerca de la mie, Pads: Desclée de Brouwet:
dirección que se debe tomm� como señalan propuestas a menudo clis­ LAVILLE, J.-L. (Die) ( 1 994 ), L'économie solidaire: une perspective interna­
cordantes acerca de la formación de una Sociología General ele la Eco­ tionale, París: Desclée ele Brouwet:
nomía, de una Sociología Económica que se erigiría como disciplina, LÉVESOUE, B.; BoURQUE, G.; FORGUES, E. (2001 ), La nouvelle sociologie éco­
de u na Socioeconomía abierta a las diversas disciplinas interesadas en nomique: originalité et cliversité des approches,. París: Desclée de
la Economía. Brouwe1:
Conviene indagar, una vez que toda Sociología Económica se PARSONS, T.; SME.LSER, N. J. ( I 956), Eco110my ami society in the integra­
encuadra en una Sociología general, si la tarea de integración de los cono­ lían o(economic and social theo¡y, Glencoe III: Free Prcss.
cimientos sociológicos no abarcaría igualmente a la Sociología general, POLANYI, K. ( I 983 ), La grcmde transf"o rmation: aux origines poli tiques et
ella misma fragmentada en diversas tradiciones. Por otro lado, se pue­ économiqucs de notre temps, París: Gallimard.
de preguntar si las nociones de economía social y de encastramiento SMELSER, N. J.; SWEDBERG, R. (Ecl.) ( 1 994), The ha11elbook o(Economic
social ele la economía, cada vez más empleadas, no serían tan ambiguas Sociology, Pdnceton: Princeton Unive¡·sity P1·ess; New York: Rus­
como la corriente "economía y sociedad". sell Sage Foundation.
Además, esas nociones no suponen que la economía es externa a SwEDBERG, R. ( 1 987), Une lzistoire de la sociologie écOI107!1Íque. París: Des­
la sociedad, sino que afirman justamente lo contrario. Las pmposicio- clée de Brouwe1:
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S 1 SOCIOLOGÍA ECONÓMICA - SOLIDARIDAD SOLIDARIDAD 1 S

TRIGlLIA, C. (2002), Sociologie écm10mique: état, marché et société clans có la historia francesa y la ele otros países europeos y sudamericanos,
le capitalisme contemporain, Paris: Armancl Colin. comparándolas con contextos anglosajones.
WEBER, M. ( 1 959), Essai sur la théorie de la science ( 1 9 1 8), París: Plon.
2. En lo que se refiere a la historia del concepto de solidaridad demo­
crática en Francia, se pueden distinguir dos etapas. La solidaridad es un
término introducido por Leroux en la Filosofía para demarcar el víncu­
SOLIDARI DAD lo social-democrático de caridad. Según el autor, "la naturaleza no creó
un único ser para sí mismo [ . . . ] ella los creó los unos para los otros y puso
J EAN-LOUIS LAVILLE entre ellos una solidaridad recíproca" (Leroux, 1 84 1 , p. 1 70). A pesar del
tiempo que pesa sobre esa teología política, es importante resguardar su
1 . El concepto moderno ele solidaridad se remite a dos proyectos diame­ fuerte crítica, tanto de la filantropía como de una visión organicista ele
tralmente opuestos, de modo que es imposible presentar una acepción la sociedad. Para sustraerse a un individualismo competitivo, así como
unificada. La solidaridad filantrópica corresponde al primer proyecto que a un estatismo autoritario, Leroux insiste en el establecimiento de una
se refiere a la visión de una sociedad ética en la cual los ciudadanos, moti­ comunicación entre el Estado y la sociedad que supone grupos interme­
vados por el altruismo, cumplen sus deberes unos hacia los otros volun­ dios. El autor cuenta con redes de solidaridad que pasan por el taller y
tariamente. La segunda forma es l a versión de la solidaridad como con asociaciones o la prensa para mantener el espíritu público indispen­
principio de democratización societal, resultando de acciones colectivas. sable a la democracia. Su pensamiento coincide con los movimientos de
La solidaridad filantrópica se concentra en la "cuestión ele la urgen­ la época que se aventuran en la búsqueda de una nueva economía: la
cia" v en la preservación de la paz social, concepción que tiene por obje­ organización del trabajo a ser encontrada dará la oportunidad ele cons­
to ayudar a los pobres y su moral�zación a través de acciones paliativas. tituir entidades productivas que inscriban la solidaridad en la economía.
La dádiva aquí no se somete a otras reglas capaces de estabilizar sus con­ Ante los límites i mpuestos a ese primer abordaje después de los
diciones de ejercicio sino a aquellas estipuladas por los donantes, ele hechos de 1 848, otra concepción de solidaridad democrática lo sucede,
modo que puede convertirse en instrumento ele poder y dominación . La a la vez ensanchándola y rompiendo con ella (La Revue Du Mauss, 2000) .
inclinación a ayudar a otros, valorada como un elemento constitutivo ele Es verdad que l a solidaridad democrática sigue demostrando un recha­
la ciudadanía responsable, i mplica la amenaza ele una "dádiva sin reci­ zo a la posición liberal, que reduce el vínculo societario al intercambio
procidad" (Ranci, 1 990). La única contrapartida posible es la gratitud sin contractual. A pesar ele eso, el solidarismo defendido por políticos, juris­
límites, estableciendo una deuda que los beneficiario� jamás pueder: ho�­ tas o sociólogos es diferente. Reside en la idea de una deuda social adqui­
rar. Los vínculos de dependencia personal promovidos por la sohdan­ rida por el individuo al ser miembro ele. la sociedad y que lo lleva a asumir
dad filantrópica asumen el riesgo ele poner a los donatarios en situaciones un "cuasi contrato" con sus semejantes. No se trata de un compromiso
ele inferioridad. En otras palabras, ella cuenta con un dispositivo de jerar­ interindividual voluntario, sino un compromiso firmado ante la colec­
quización social y de mantenimiento de las desigualdades apoyado en tividad, cuyo respeto el Estado debe asegurar por obligación.
las redes societarias ele proximidad. Como lo señala Bourgeois ( 1 998, p. 2223), "el deber social no es
La segunda forma de solidaridad se basa tanto en la ayuda mutua pura obligación ele consciencia, es una obligación fundada en derecho,
como en la expresión reivindicativa, alcanzando la auto-organizació n Y de cuya ejecución es imposible sustraerse sin violar una regla precisa ele
el movimiento social a la vez. Esta segunda versión supone una igualdad justicia", y el Estado puede imponer dicha regla "a la fuerza, si fuera nece­
de derecho entre los involucrados. Con base en l a libe¡-tad ele acceso al sario" , a fin de garantizar "a todos, así, su legítima parte en el trabajo y
espacio público para todos los ciudadanos, ella se dedica ·a profundizar en los producto·s ". La intervención del Estado emancipa las dependen­
la democracia política mediante una democracia económica y social. cias personales al viabilizar el acceso al derecho, pero refuerza "su poder
Es verdad que la solidaridad filantrópica desempeñó un rol impor­ tutelar" y "su papel central de dar forma a la sociedad" (Lafore, 1 992).
tante, como lo muestran las variadas formas de patronato y paternalis­ La noción de soliclmidad tiene un nuevo sentido y muestra, para los repu­
mo desarrolladas en el siglo XIX. Sin embargo, la amplitud de la blicanos, ser el medio ele reconciliar los derechos individuales con la res-
movilización del registro ele la solidaridad democrática fue lo que mar-
�ponsabilidad del Estado; en contrapartida, avala la preeminencia ele la
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S 1 SOLIDARIDAD
SOLIDARIDAD 1 s

economía de mercado, en la cual el Estado se apoya para llevar a cabo la �dop ció n de criterios de mercada o cua .
su responsabilidad de captar los medios necesarios para la realización venficar la efic aci a y la efic ien cia . . si. mercado' u, mcos capaces de
o .
de las funciones sociales a través de la redistribución pública. caso , su acción deberá tei1er un a' lcarneiceVInsum d rcan su sm gul aridad. En es te
Ilustrando el triunfo de la segunda concepción, el derecho del tra­ en las poblaciones empobrecidas Je mod 'ame nte. llm · i"taelo, cen trado
.
bajo reemplaza el debate acerca del derecho al trabajo. El pago de la deu­ el servici o púb lico deberá ser co;11pletad o que 1a .asistencm prestada por
da social ahora incluye el trabajo, que no es un contrato más sino un el e o t r.as aso cia . ciO
. nes de a por ] a mtervenc ión carI·ta f!va ,
carácter privado (M ede f 200 2)
status, pues proporciona derechos sociales. A partir de la segunda mitad En esta con cep ció n de presa privada , .

es alte rna tiva a la ing ere nci'a em l a r�sponsabrh . .dad


del siglo XIX, la solidaridad, en la condición de principio organizad¿r púb ]¡
· ca. A
'_
social
de la resistencia a la expansión sin límites del mercado, se expresa sobre­ nuevas reg ula cio nes púb lica s in e¡ uso mt nte e l su
. e ·na .rgr mi ent o mcipi
·
· · · ente 1 e e

todo por las protecciones vinculadas al empleo asalariado en un ámbi­ sab ilización de la empresa' e¡; lo que con � cwnales, la auto-respon-
· ¡ es v

to nacional (Castel, 1 995). En la actual condición, la solidaridad no puede , . cas , sug iere que una vía bas
eco 1 ogi ' '
cierne a cue stio nes. so cia
limitarse a este aspecto, si tenemos en cuenta a los obstáculos para la ad a en
ta étic a puede ser la má' s 'adecua' d a. Esa e1 vo1 untariado de la condu ¿-
consecución de un trabajo "digno". Tampoco puede ser lograda por ca reestructurar la lógica de potenci a ele gra auto-respons abi li zacw · · n lm· p1 ¡_
n el es· gru pos int ern aci on
medio de una redistribución indexada por el crecimiento del mercado. mo strándoles que su cap ' 'ac¡" dad e autocontro l p. uec1e evi· tar � . ales,
ven ció n externa virtualmente 'pe¡jeludi
·

Los desgastes ecológicos sólo pueden ser combatidos a través de una ar sus metas. La relegi� tun � a m ter-
intervención que supone arreglos internacionales. Eso pone en duda la de actores eco nóm ico s cuyas eleci. sJO . cial . aciteón
em p1 eo son contestadas también tiennes respecto al me e!·JOa m bIen
f;m eran I. �1terna (Sa lm
expansión de la solidaridad horizontal con relación a los pobres y la con­ e . �
o

a los fenó men os de exc lusi ón y de ries o� � �: cuestwn arse respecto
sideración de la solidaridad vertical, entre las generaciones. El "princi­ 200 2): tran qui liza r a los asalariados que an ,
pio responsabilidad" (Jonas, 1 998) requiere una intensificación de la ��gic o. La e?1presa ofrece
solidaridad a partir de esos dos ejes, implícitos en la idea de desarrollo pruebas de su ben evo len cia a la socied �d ec 1 0 que l a au ton za' a enu n c

sustentable. Aunque exista un consenso aparente, hay dos proyectos obl"


. Iga cw · nes morales referentes la actitud ele ·
�ar
divergentes con respecto a las formas de solidaridad implicadas: uno se cm a la abstracción de las declaraacion . �aela em pl.ead o. Se aso-
men elacw . nes re ·ere es soore ta¡_laS un COnJUn to de- reca-
basa en la reactualización de una versión filant¡·ópica de la solidaridad; f n tes a la vida cotidiana del . s 1 m
el otro se sostiene en una adaptación de la versión democrática. fi lant róp ico, el desarrollo s usten table pu�de r:�u� tm.·� aend o. En ese m.arco
enc uad re por el mercado doi1de 1 as empresas asu una esp ec¡ e de
3. 1 aeles
'

En el proyecto basado en el regreso de la solidaridad filantrópica, las negatJv . as •

y se presentan com o respo nsa me n ex t e¡.na¡·c1


. ad
variables sociales y ecológicas constituyen externalidades. Sólo se inte­ La c? nce pc¡. ón dem ocrática de la. soli bles ant e 1 a soc 1ed
dar ida d' a su vez, I.em
, .
. ser
], eco nom ra en su pap el de med io dest .
el
gran a ese proyecto mediante su internalización, es decir; la determina­ a
a ta
socia l y de sus ten tab ilid ad ecológica � � a al��? zar fin es ?e jus tici a
ción tele oló gica acerca de la convive;1cia;a -= :�el clon : n �na mt erroga­
ción de un equivalente monetario (creación de mercado de derechos de
asegure em píri cam ente al men as dos con�d· � . s ho mbJ es supon e que se
polución, medidas fiscales de incentivos, etc.). El objetivo de esa "inde­
xación" es influenciar a los agentes económicos con respecto a sus elec­
ciones de producción y de consumo. Se puede superar la contradicción dro inst itucion al en el cual se encu ent¡·a la l CiOnes �on respecto al cua-
entre dinámica económica y variables socioecológicas mediante meca­ L�. pnm · era con dic ión señala que un con e cono m1a .
rI Vo sea soc iali zar jun de rea"'l'as. cuyo o b.1.�­
nismos correctivos inherentes a la economía de mercado, única capaz " el me ¡·cado .y restringir su accto
� eso a elotacw . nes .
de generar los antídotos para los problemas causados por ella misma. tadas de recursos no .e lIm !-
q.ue �mpl ica arbitraje� ;l��l�co:� r��d��:��:U���t ��1�: te ta b!ecid � , 1�
bl 1
Esa creencia en la capacidad de auto-reforma del mercado es reem­
plazada por la afirmación de que sólo la empresa crea riquezas. El scc­ t cwnec reguladm·a . que no se 1 .Imit.
Itu ���pa��bles con ms-
tm- público y las formas de empresas en las cuales la propiedad no se
.
nal d ad s
"' ,

·
, s

s
an a una inte ¡-na "]¡"zac¡· a·n ele las exter
�,

inscrib i � er;:���� �· ni1oeqluoe-dma ectiv� el�


1

reserva a los dueños de capitales -agrupadas bajo la denominación de


n ifiestan ci erta voluntad col
' en democratic , . o Se el e be o mp
cados, adem ás con un ;t1·ans1betormd·o�!
" t
economía social- se considera que disponen de privilegios que con vie­ encuadre" inst ituc iona l de los mer
( call on 1 999) provem
nen reducir para restaurar una competencia justa y transparente. O los •
. , y de · ent e de la movilización de una plunl i dad el . 1 • .

sectores público y social se alinean a las empresas privadas, medi ante cas ele acc wn
la act�i�!�
pri nci pio s económicos. El surgim ien to de
3 52 3 53
S 1 SOLIDARIDAD SOLIDARIDAD 1 S

económica únicamente a partir del mercado resulta, ele hecho, en la adop­ la economía. En ella, la dimensión ética ya no queda delegada a la empre­
ción de una perspectiva "incliviclualista", "atomista". Esa perspectiva pue­ sa, sino que es objeto ele una deliberación y negociación colectivas.
de ser relativizada por la cliversiclacl ele los principios económicos y formas Lo que alimenta concretamente ese debate es la pluralidad de las
de propiedad, emiquecienclo la gama ele acciones de índole económica . lógicas económicas. Asociado a éstas, se debe considerar la economía en
En el proyecto de la concepción democrática de la solidaridad, un sus medios social y natural, tal como lo evoca el abordaje que Polanvi
desarrollo sustentable sólo puede ser traducido en avances constatables clasificaba como sustantivo, en el cual la economía es concebida sói o
por la óptica ele la revitalización ele los ámbitos no mercantiles y no mone­ como un medio al servicio ele finalidades humanas que dependen ele una
tarios articulados a mercados regulados. Al contrario del proyecto ante­ elección política. En la acepción democrática de la solidaridad, la reJle­
rior, que defendía la unicidad ele la empresa y del mercado, esta versión xión moral no podría desvincularse del debate acerca ele los fines legí­
del desarrollo sustentable tiene condiciones ele fundar discusiones públi­ timos en el espacio público. Sea la filantropía o democracia, se trata ele
cas acerca ele las evoluciones económicas en favor del fortalecimiento una alternativa recurrente hace dos siglos, cuya persistencia se confir­
de una economía plural. Esta economía se presenta como el vector i ndis­ ma por la amplitud de las cuestiones sociales y ecológicas.
pensable para instaurar una forma ele desarrollo más solidaria. Una eco­
nom ía plural, tanto por los principios económicos como por l as formas B i b l i og rafía
ele propiedad, y cuya pluraliclacl sea valorada como una riqueza, puede
delinear los caminos de una solidariclacl democrática reorganizada. Des­ BouRGEOrs, L. ( 1 998), Solidarité, París: Presses Universitaires el u Septen­
ele ese punto ele vista, la posibilidad ele relegitimar el servicio público tt·ion.
democratizando su funcionamiento puede anclarse en la estabilización CALLÓN, M . ( 1 999), La sociologie peut-elle enrichir l' analyse économique
ele una economía social y solidaria, cuyos componentes más dinámicos des externali tés? Essai sur la notion ele déborclement. En: FoRAY,
fueron creados para insertar la e �onomía en normas sociales y ecológi­ D . ; MAIRESSE, J. (Ecl.), Innovatiorzs et perfornzcmces: approches
cas. La solidaridad democrática ya no puede restringirse al nivel nacio­ interdisciplinaires, París: Éclitions ele I'École des Hautes Études en
nal y al trabajo; aunque siga en estas áreas, sólo puede alcanzar su Sciences Sociales.
finalidad de justicia al ampliarse a los niveles local e i nternacional, ejer­ CASTEL, R ( 1 995), Les métmnmphoses de la question socia/e, París: Fayarcl.
.
cida siempre en favor ele los pobres y entre generaciones. Cr-rANIAL, P.; LAVILLE, J.-L. (2002), L:économie soliclaire: une question poli­
tique. Mouvel/lellts, París: La Découverte, n . 1 9, jan./fév.
4. La elección reactualizada entre las formas de solidaridad culmina en lONAS, H . ( 1 998), Le príncipe responsabilité, Paris: Garnier-Flammarion .
el cuestionamiento ele la definición formal ele la economía (Polanyi, 1 977), LA REVUE Du MAUSS (2000), L'autre socialisrne: entre utilitarisme et tota­
aceptada desde el surgimiento (le la economía neoclásica. M ientras litarisme, París: La Découverte, n. 1 6, seconel sem.
dimensiones como productividad y crecimiento, emblemáticas de esa LAFORE, R ( 1 992), Droit cl'usage, clroit eles usagers: une problématique
dellnición, pierden su relevancia e incluso su pertinencia, la cuestión de a dépasset: En: CI-IAUVIERE, M.; GooBom� J. T., Les usagers entre mar­
las consecuencias sociales y ambientales de la actividad económica prác­ ché el citoye12neté, París: L:H armattan.
ticamente va no puede ser iganorada. Una primera respuesta al proble­ LEROUX, P. ( l 84 1 ), Aux philosophes, París: Lesourcl.
ma está en internalizar las externalielacles y completar la reorganización MEDEF (2002), Concurrence: marché unique, acteurs pluriels. Pour ele
del mercado a través ele una ética fomentada por empresas concientes nouvelles ¡·egles clu jeu, París: Mouvement eles Entreprises ele
de sus responsabilidades sociales y ambientales. En este caso, por pri­ France.
mera vez, se concibe la ética -antes proveniente del ámbito religioso o POLANYI, K. ( 1 977), The livelihood ofman. Ecl. by Harry W. Pearson, New
filosófico- a partir del ámbito económico. Esa ética a la cual la empre­ York: Acaclemic Press.
sa ahora recurre, fragiliza l a i ntervención ele las instancias políticas en RANCJ, C. ( 1 990), Doni senza reciprocita. La persistenza clell'altruismo
el mundo económico. Luego ele una larga historia de la limitación ele la sociale nei sistemi complessi, Rassegna Italiana di Sociología,
economía por la solidaridad democrática, se propone una solidaridad XXXI, n . 3, luglio/sett.
filantrópica marcada por la conciencia de la responsabilidad ciudada­ SALMON, A. {2002), Ethique et ordre économique: une entreprise ele sécluc­
na de las élites. La otra respuesta concierne a un abordaje extensivo de tion, París: CNRS Editions.

3 54 355
S 1 SOSTENIB ILIDAD SOSTENIB ILIDAQ 1 S

SOSTE N I B I LI DAD justicia; viii) el derecho de asociación; ix) el derecho a la apmpiación legí­
tima de medios esenciales de vida y/o de producción en f·unción de la
JOSÉ LUIS (ORAGGIO racionalidad reproductiva (Hinkelammert y Mora, 2009) v no del inte­
rés de las elites, x) el reconocimiento de la diversidad cult�u·al y de for­
1 . El proble ma de la sosten ibilida d suele ser plan:
ea? o a n iv�l de un mas sociales legítimas de propiedad (colectivas o no); (v. Régl men de
con c ?�1-
empre ndimie nto, sólo vincul ado con otros empre ndimi e �tos o Propiedad) xi) el derecho a la información fidedigna; xii) la regulación
nes de compe tenc�a /coope racwn
sumid ores fin ales a través de relacio social y política de los mercados para evitar la formación de poderes asi­
media das por el merca do, y expres ada, tal sosten ibili ? ad, en m : a c :ten­ métricos, xiii) la regulación social de la libre iniciativa individual v la
ta de "capit al" simpl ificada (Webe r, 1 964), que regist ra en termm os acción de fundaciones, ONGs, corporaciones gremiales y muchas o tras
monet arios las previs iones de los movim ientos y form � s de los �·ecur­ organizaciones de l a sociedad, xiv) el derecho a participar en la gestión
sos y flujos econó micos . Está muy instal �do en el s: ntido
comu n, I: o de los recursos públicos; etc. La sostenibilidad dependerá, en adición a
de los mis­
sólo del públic o, sino de técnic os y profes iOnale s as1 como las instituciones mencionadas: (a) de las capacidades y disposiciones
las cuei: :
mos empre ndedores, que sosten ibilida d significa qu � "cierr �
e generales de los trabajadores que cooperan a nivel micro, (b) particular­
tas" y event ualme nte que quede u n saldo mone tm 1 0 fav01 able ent1 e mente de sus disposiciones a cooperar y coordinarse entre unidades
ingr�sos y gastos (efect ivos y/o imput ados) . ., microeconómicas (nivel meso). Estas condiciones de la sostenibilidad
No se trata aquí de ignor ar el criter io de la evolu cwn d
� los sal­ amplían notablemente la agenda de l�chas pe1iinentes para construir una
proce so produ ctivo como
dos mone tarios . Sin emba rgo, lejos de ver todo economía social y solidaria.
meno s comp leto, más o me nos
un proceso (más o meno s eficien te, más o .
grand e) de valorizació n del capita l-dine r?, pl �� tearem os � ue, e1: lo fun­ 2. Aún bajo la hegemonía del capitalismo como proyecto civilizatorio,

dame ntal . la génes is, desar rollo y conso hdacw n de c':�aCida


des huma ­ es necesario ir construyendo criterios diferenciadores y anticipadores de
nas e instit ucion ales bajo nueva s forma s de produ c � wn basad as en la lo nuevo que no existe! plenamente todavía. Para poder aplicar un crite­
del trabaj o por los trabaj adore s Y en la ges­ rio coherente de sostenibilidad que contrarreste la idealización de la
oraanizació n autogestion aria
ti ÓJ1 consc iente del sistem a de neces idade s (orien tadas _POI� l a � ·eprod uc­ empresa mercantil en un mercado ¡)erfecto, la teoría crítica de la eco­
pnnc ipalm ei :te
ción ampl iada de la vida de todos ), depen den no sólo m nomía social debe desarrollar un criterio de sostenibilidad socioeco­
untad y co nsis­
de esos saldo s, sino de, entre otras condi cione s: a) la vol . nómica, que sea el concepto propio de una economía social y solidaria
tencia de las accio nes socia les, políti cas y econó micas
de � os traba jado­ en un proceso de transición, y que admita la vía de apare mes "subsidios"
res v sus comu nidad es inmediata s, b) un conte xto que �
m luye como económicos generalizados (educación, capacitación, exceptuación de
con� ponen te princ ipal el acceso a biene s públi cos no mon �tizad os ¡�ro­ impuestos, sistemas de salud, etc.) a partir del principio de redistribu­
Estad � en s us d iversos I: I �e­
vistos en parte, pero no solam ente, por el . , no o mpetiti a ción progresiva por parte de la economía pública, así como aportes de
les. Entre otros bienes públicos inclui mos: la canah zacw n � � trabajo u otros recursos (trabajo voluntario, redes de ayuda mutua uso
ele una parte del poder de compra del Estad o en sus divers os mvele s hac1 � de la vivienda para la producción, etc.) a partir del pri �cipio de ¡·ec lpro­
esiva que limite políti came nte el enn­ cidad. Tales "subsidios" no deben ser computados como costos. Los
este sector; una política fiscal progr
quecim iento partic ular y redist ribuya. de l ?s �� e m ás a. l
?s qu � m eno� emprendimientos deben poder cubrir sus gastos monetarios efectivos (sin
de norm ativas JUndi co-ad mmis trativ as_ qu.e imputaciones ele valores a capacidades y recursos no comprados en el
tienen ; la imple menta ción
el acces o a: 1)
recon ozcan v promuevan estas formas autogestion adas; mercado) y lograr su objetivo de lograr la reproducción de sus miembros
1: al ?esarro­
Ja educa ció1; en todos sus nivele s y con calida d y a �e �uació o comunidades de referencia (si esa reproducción es simple o amplia­
Jlo de capac idade s de empr endim iento; ii) el conoc im iento
Ciei _Jtifico-t�c­ da, es otra cuestión). (Coraggio, 2004)
nológico; iii) las condiciones que hacen a la salu �; iv) una
.
s : gunda d �acial Una condición dinámica de la sostenibilidad es la extensión con­
mdefe nswn (redu cJCnd o
ue social iza riesgos y asiste en situac iones de reserv as
tinua de las relaciones asociativas solidarias, internalizanclo así condi­
la neces idad de ten er
� o sólo el impacto de las catástrofes sino re); v) la segun
.
d � d P �� ·so­
ciones de reproducción que ahora dependen del capital . y la ampliación
para cubrir las en un contexto de incert idumb diversificada del espectro social que incorpora, pues no se trata de una
nal y de los bienes ; vi) la ciudad como un valor de
uso compleJo; vu) la economía pobre para pobres. Otra condición, fundamental para una

356 357
S 1 SOSTENIBILIDAD
SOSTENIBILI DAD 1 S
visión estratégica, es e1 cure. l ado 1 e 1 as. b·ls naturales -humanas o no-
c. ' 'S
e ' '

de la producción y reproducción. plazo y no se define a nivel micm, depende del comportamiento varia­
No tiene sentido pensar en lograr otra ecm�on: Ia p� r- m �,c1 ro ' ' �1 e>1 ble de un conjunto multi-actoral y multi-institucional. En tanto la pro­
individualismo metodológico (cada microemprenclnmento m :er :1�m e7 � ductividad y todas las capacidades que están detrás de ella se aprenden.
te solidario debe ser viable, y por agregación toda la economra . soc ra · · hace falta tiempo para que los nuevos emprendimientos la adquieran,
y esto justificaría un período de incubación "subsidiada". (El Comple­
resultaría . . bl
solidana y vra e . cam 1 ) El b'o del contexto estructura l es-
. . , ser
concl rcron pa r·a la' vr' 'abilidad y sostenimiento de las • •• • .•
micratrvas pm •
tlcu- _
jo de Cooperativas de Mondragón da un pmmeclio de 5 ai1os para pro­
'
lares. Sin construcción de un contexto mesosocioeconomrco , · consrs· ten bar la sostenibilidad de una nueva cooperativa).
t� es poco pmbable sostener los emprendi mie�tos de e�te nuevo sect��� En relación a los tiempos y ciclos de consolidación y desarrollo,
.
Por lo ele más' ' lo que puede no ser viable m raciOnal par a el concept� , el crédito adecuado puede jugar un papel crítico en superar pmblemas
sostenibilidad mercantil estricta puede ser cond ·rcwn · ' d e 1 � produccwn
, • -
_ _ de acceso a medios de producción de alto costo, al tiempo de madura­
�le muchas otras actividades. (Como puede ser la produccwn d e at r_oz ción del proyecto, a las variaciones estacionales, a crisis ocasionales, etc.
no competitivo detrás de los talleres de producción ele artesamas , com­ pero desde la perspectiva de la construcción y sostenibiliclacl ele un sec­
petitivas en Tailandia.) tor ele economía solidaria no es lo mismo ac� eder al microcr·écli to ges­
tionado como parte del proceso de extensión del ciclo del capital
3 En todo caso sei1alamos la comp 1 eJIC1 ac¡ sr· es que no imposibilidad
.. de f1nanciem que hacerlo como parte de un sistema ele socialización de los
. -
h �cer estos n'tlc�rlos (condición de la r�cionaliclacl económrca pa. ra 1 � -�'el��
. -

ahorros y de subsidios cruzados por parte del sistema fiscal y financie­


oloaía neoliberal -v para Weber: "El calculo en dmero . -no e1 us_ � e e��� ro. Por lo demás, el microcrédi to no permite financiar obras de inh·aes­
vo � �smo- es . . . el medio específico de la ec.on.omía de pr�oe �Iccron tructura, sistemas colectivos regionales, que hacen al contexto de
racional con arreglo a fines") y quó los emp�·enchmrent?s econ�mrcos �le viabilidad de los microemprendimientos. En la emergencia actual, ele cri­
los trabajadores pueden no tener , beneficiOs e � sentrdo e_str rc to _Y . � m sis de reproducción de cientos de m illones ele personas, deberíamos estar
embargo ser .justi fica bles economrcame · nte . Esto supone.otr a cle fi mcwn, luchando por una profunda -no marginal ni cosmética- reingeniería del
nl dS am pJ¡' a , ele economía: el sistema que se da una socree 1 ae1 p� r.a. e1 efi sistema financiero, que se adecúe a los requerimientos y tiempos de sub­
nir' movilizar, distribuir y organizar recursos con e1. fin e1 e proe1 ucn,· mter
.' . � ' 1-

. conjuntos articulados de emprendimientos solidarios, para crear condi­


cam b'mr v t tilizar bienes y .servicios útiles para satisfacer cada vez meJor
. ,
-

ciones favorables a la consolidación y articulación del contexto en que


Y transg�neracionalmente las necesiclae1 es 1 egtti. �11as e1 e t oclo s. sus ciuda- '
l

, se desenvolverán las iniciativas de los tmbajadores. (Muñoz, 2008)


�lanos.(Coraggio, 2004) (v. Econop1ía del Tra?aJ? � . Por otm lado, puestos a competü� el capi tal exige una tasa ele
Además, aunque es un dato de referencra utt! sr se lo pone en con­ . , _
ganancia que carga al precio y por la cual tiene que responder ante sus
texto ' aquella cuenta ele ingresos y egresos monetan_ �s se s �Iele �alcu l accionistas o inversores. Ese margen ele ganancia que no reclamarían los
la ;. para un dado producto y una dada técnica e e p r�c .uccron - � emprendimientos familiares o solidarios, ni muchas cooperativas, o la
. .
comrenzo c1 e 1 a m ¡'ciativa como un test
' ' • , . de su eventual vrabrhdad. Per o posibilidad de subsistir con ingresos menores por hora ele trabajo, les da
las capacidades, los productos, las tecmcas y las conel'� crones
· . y opo :tu- una franja de competitividad para compensar en parte la menor produc­
nidadcs de mercado variarán, como variarán las necesrdacle�, can:bran- tividad física (aquí lo cuantitativo juega un papel central). Otra diferen­
do por tanto la productividad y los resultados en valo:�s ele uso : el� valm­ cia es que estos emprendimientos solidarios, al ponerse como límite ético
ele cambio, lo cual conlleva un proceso de aprenehzaJ. � _Y otr o ;lempo el uso socialmente racional de recursos naturales, no podrían cargar en
mucho mayor que los seis meses o el ai1o de maduract ?n qu � a v:c�s otros sectores sus cleseconomías externas. Como parte de la ortodoxia
se revén en los programas de p'romoción ele la economra soc � al Y soh­
_
que se quiere aplicar a estas iniciativas para integrarlas a la economía
cla� a Esto se hace evidente cuando muchas i ncubad? ras mstrtucwna­ _ de mercado homogeneizada por el capital (a diferencia de la concepción
lizad�s, trabajando en condicione� altame �te excepciOnales, dan entre ele una econom ía mixta, donde existen lógicas diversas que pueden ser
dos y cuatro ai1os para la incubacwn. _ (Umtrabalho) contradictorias o funcionales según la coyuntura) (Coraggio, 2007) debe­
En todo caso, la sostenibilidad económtca . ele t n Istema . de eco -
ría, por coherencia lógica, exigirse comparabilidad en base a igualdad
� � _
nomía basado en el trabajo autogestionario es un objetivo de meehano de trato a Ias empresas (castigar su elusión y evasión de impuestos, no
� otorgarles subsidios ni tratos especiales, controlar los costos que pasan
358
359
SOSTENIBILI DAD 1 S
S 1 SOSTEN I B I LIDAD

del ca�italisn:o en un �ía. Si tenemos que dar una fecha, al menos hay que
a la sociedad como deseconomías externas, no admitir que unas divisio­ pensm en vemte o tremta anos, _ pues se trata de cambios institucionales
nes de un conglomerado financiero subsidien a otras, etc.). culturales, de relaciones de pode1� de constitución de nuevos sujetos colee�
Está impl ícita en buena parte de la literatura sobre economía soli­ _
t1vos, de reformas profundas del Estado y de la cultura política. Y no hav
daria la hipótesis de que, si bien los objetivos reales son distintos (maxi­ un modelo organizativo ya listo, sino que hay que ir aprendiendo al hac;;.
mizar ganancias vs. reproducción ampliada de la vida de los miembros, Y pensm� Sin embargo, no se �J�ede pretender que se tome como plausi­
si no es que de toda una comunidad o sociedad), la existencia del mer­ ble m: a propuesta que no es VISible en lo inmediato y que, sobre todo, no
cado fuerza, de todas maneras, a aplicar un mismo concepto de compe­ �:enmte expe,·iJ�1�ntar sus �-esultados positivos. Pm· ello hay que sistema­
titividad. Esto supone, entre otras cosas, que los productores tienen fines tizar Y el�¡- VISibihdad
_ _ a las mcontables experiencias existentes, generar un
de lucro y que los comportamientos de los consumidores de sus produc­ pensamiento y unas prácticas que atiendan a la racionalidad instrumen­
tos siguen siendo individualistas, desinfmmados y cortoplacistas y no han tal pero subordinadas a la racionalidad material. (Coraggio, 2004b)
sido transformados desde la nueva economía y sus estrategias de implan­
tación. Por otra parte, en algunas actividades la producción autogestio­ 4. Cuando �e pla � tea la c_ons �rucción conciente de un sistema orgánico
nada puede ser más eficiente y preferida (por ejemplo en algunos servicios de �conomm socml y sohdana surge la cuestión de la sostenibilidad ele
de proximidad), pero no se puede decidir en general y a priori en qué en las l:ormas no capitalistas de producción y reproducción que se dice pro­
orden de competitividad se ubican las empresas capitalistas, los empren­ mover. La elucidación de esa noción t'i.ene consecuencias sobre el dise­
dimientos familiares, los proyectos asociativos solidarios . . . En todo caso, ii.o e implementación de las políticas y programas, así como sobre la
como señala H inkelammert, aceptar la competitividad como criterio autoper�epción ele los trabajadores que emprenden autónomamente la
supremo conlleva un sistema de valores que prioriza el valor de cambio producción de bienes y servicios para el mercado y/o la satisfacción direc­
por sobre el valor de uso, y la ganancia por sobre la satisfacción de las ta de necesidades.
necesidades para la buena vida. A lo que agregamos que comprar según El �entido común �e la sociedad capitalista, centrado en la empre­
el principio de la ventaja inmediata implica no tener en cuenta las con­ . el � capital y en la utopm del mercado perfecto, indica que no tendría
sa
diciones indeseadas del comportamiento de masa (por ejemplo: si com­ se � tit�o sostei:er actividades "artificia\mente" mediante subsidios , y ese
pramos productos importados por que son más baratos podemos estar cnteno no deJa de estar presente entre los campeones de la econ� mía
socavando las posibilidades de obtener nosotros mismos un empleo y un soli��ria. Esa noció� el� sostenibilidad puede llevar a caracterizar la pro­
ingreso para seguir comprando). �110�Ion de emprendm: Ientos autogestionados por los trabajadores como
Esto presupone también la (supuesta) soberanía del consumidor: _
mtnnsecamente IrraciOnal (o como "social", "no-económica"), desde el
empresas capitalistas y empresas del sector social y solidario compiten por p� nto de vista instrumental, viéndola como una política asistencialista
la decisión de los consumidores de adquüir a uno u otm oferente. Pem esas disfTazada de "política económica para pobres". Se reitera una -v otra vez
decisiones no se reducen a comparar precios, ni siquiera a las combinacio­ la cuestión: ¿No es más eficiente distribuir un ingreso de sobre\·ivencia?
nes precio-calidad, sino que hay elementos simbólicos o sociales que la Eco­ Por tm: to, se hace necesario plantear el análisis crítico de esa
nomía Social y Solidaria debe explicitar como parte de su producción: efecto .,
I�::c10n, PI:opm de los esquemas mentales de los agentes de la reproduc­
sociedad, efecto status, efecto ciudadanía, efecto medioambiente sano, efec­ _
cwn amphada del cap1tal. Para ser eficaz, ese análisis requiere tener como
to sinergia sob1·e el desmTollo local y el entorno social de la propia vida de pers �ectiva más geneml alguna otra totalidad utópica (v. Utop{a y Eco-
los consumidores . . . Y la información sobre estos aspectos tiene un costo _ y reubicar
1101�71a del traba¡o) _ al paradigma de la empresa capitalista com­
que pocos pueden cubrir (tanto demandantes como oferentes de l a econo­ - �on; o 1� que es: un tipo-ideal no representativo ni siquiera del
petJtiva
mía social y solidaria) por lo que es una función pública -a cargo del Esta­ _
Sistema _
l�stitucio��hzado 1:cal de �rganización y reproducción del capi­
do o de la sociedad organizada- proporcionarlo (así como proporcionar tal. lmphca tambien cambiar el mvel de análisis y de intervención de
información negativa sobre otms productos y organizaciones económicas: lo micro a, por lo menos, lo mesosocioeconómico. Cuestionar v susti �uir
no cumplimiento de leyes sociales, fiscales, superexplotación, contamina­ el esq:1e1;1a mental de la sostei: ibilidad de vertiente neoliberal �s parte de
ción ambiental, pérdida de soberanía, etc.). las practicas de Economía social y solidaria, porque el desan:ollo de otras
En esto, es fundamental tener en cuenta los tiempos. No se cons­ formas innovadoras de producción requiere voluntadés concertadas que
truye un sector orgánico de la economía en contradicción con las fuerzas
361
360
S 1 SOSTENIBILI DAD
SOSTENIBILIDAD 1 S

compartan criterios, valores y expectativas, así como una valoración


social que las reconozca como formas legítimas y socialmente valiosas �
"ecol ogía de sabe. res" pucd , set. · e 1-dVe pdt d e¡ ar otro a 1 canee a las estra-
e , · .,

de organización del trabajo, para la integración en la sociedad así como tegtas de sobrevtve
.

ncia y resis tenci a al capi talis mo.


para responder a las necesidades particulares .
Bibl iografía
5. Por todo lo sucintamente expuesto, para la otra economía el concep­
to de sostenibiliclad no es un concepto propio de la microeconomía sino CüRA GGIO • José Luis (2004 ) "U na a 1 ternat tva · conóm ica neccs
· soctoe
la Economía Soci al"• en DANI\ NI • C · (C0111p . ) (?00 "ariT
del nivel meso sociopolítico-económico y, en todo caso, debe desprender­ - 4) po l't"tea S ocm· ' 1.
Y Econ omía Socia l, UN G S/ALTAMIR
1

se de la matriz cognitiva que supone el paradigma economicista de la A/OS DE, Buen os Aires
empresa de capital como forma superior de organización ele la produc­ (2004 b) P e la Emergenci a a la Estra tegia . Más allú del "alivi o la
ción social. Por lo n1ismo, debe pugnarse porque las políticas socioeco­ pobr��a, Espacio Editorial, Buenos Aires, particularm ente la Intro­
a

nómicas de los gobiernos definan su sentido en conjunto con los actores clucc wn y el Epílogo.
colectivos de la economía social y solidaria, creando condiciones de cre­ (�007 ) "La ec?nomía �ocia) y la búsqueda de un prog rama socia ­
dibilidad ele que serán políticas de Estado fundamentadas en la experien­ ltsta para el stglo XXI _ , en Los Socia lismo s del Sialo XXI Revis
ta Foro No 62, Bogotá Sept iembre "" ' - '

cia antes que series ele respuestas improvisadas a los problemas que van HINKELAM MERT, Franz .y MO RA , H enry, "Econom ta para la vtda
surgiendo desde una lectura de gobernabilidad. (En esa línea es preciso . a obra.
- '
· " , inclui -
construir plataformas multiactorales, locales o regionales, cleclicadas al c1o en esta mtsm
Mu � oz, Ruth , "Fina nzas solid arias ", inclu en esta mism
seguimiento continuo y la prestación ele servicios a los emprendimien­
tos de la economía social y solidaria.) A esto ayudará que la pmfesión de U N I I RABA LI IO, http: //www.un itrab alho .org. ido
br/
a obra .
los "expertos" en economía abra st\s esquemas mentales y se descoloni­ WEBER, Max (_1 964) Economía Y Socie dad, Fondo de Cultu
ca, Mext; co. ra Econ ómi­
ce de la utopía de la economía del mercado perfecto y del pragmatismo
que la lleva a tomar "esta globalización comandada por el capital" como
"la globalización" y a las políticas sociales (aunque se las llame "sociopro­
ductivas") como medios de alivio a la pobreza inevitable.
La lucha por la participación popular en la reconfiguración de
las instituciones y en la definición de las políticas públicas, así como
los comportamientos solidarios o competitivos ele los movimientos
J
sociales y, en particular, el modo de resolución de las inevitables con-
tradicciones ele intereses inmediatos dentro del m ismo campo popu­
lar (por ejemplo, entre trabajadores cooperativistas y trabajadores
asalariados que resuelven los mismos problemas -a través del met·ca­
do y la subcontratación o desde el interior- de las empresas capitalis­
tas) son condicionantes de la sostenibilidad de un n aciente sector de
economía centrada en el trabajo como sujeto emancipado del capital.
La propuesta de insertar las iniciativas macroeconómicas de la econo­
m ía social y solidaria en el marco de un desarrollo sociopolítico, eco­
nómico y cultural progresivo desde lo local o lo regional, implica
sostener un proceso que, basado en el nivel experiencia! inmediato, faci­
lite la conformación de una subjetividad colectiva que acompañe las
prácticas de definición de objetivos estratégicos, de coordinación de
iniciativas y de cooperación a nivel mesoeconómico. En ese proceso
habrá un encuentro con la teoría, con el conocimiento científico, y esa
362 .
363
1:
. ..

'": '

T
TECNOLOGÍA S OC IAL

R ENATO DA GNI NO

l. La tecnología social (TS) resulta de


la hcción de un grupo de producto­
res referente a determi nad o proceso
de trabajo engendrado por la propie­
dad colectiva de los medios de produc
ción, por el control autogestionario
y la coopera ción voluntaria y particip
ativa, per mit iend o la redu cció n del
tiempo necesario de fabricación de los
productos y la divi sión consensua­
da de los resultados. Este concepto,
generado en Brasil, abarca "produc
tos, técnicas o metodologías reaplica ­
bles, desarrolladas en la interacción
con la comunidad y que representen
efeqtivas soluciones de transforma­
ción social" (Rede, 200 8). Dic ha definici
ón refleja la con·ela ción de fue¡·zas
presente en el conj unt o ideológicamente
heterogéneo de actores involucra­
dos con la TS, lo que abarca desde los
que enti end en la TS como un ele­
men to vinculado a las propuestas de
responsabil idad social empresarial
hasta los que luchan a favor de la con
strucción de una sociedad socialis­
ta. Esa heterogeneidad quizá explique
por qué la TS se difunde tan amplia­
men te en Brasil, aun que no haya un
concepto adecuado para abordar su
objetivo principal de desarrollo de tecn
ologías alternativas a la tecnología
convencional (TC ) producida por y para
la emp1·esa privada.
soc iale s y, esp ecia lme nte, a la
Aunque asociada a los movimientos
economía solida¡·ia, la definición de TS
presenta una níti da frag ilida d ana
lítico-conceptua l. Tod avía no sei'i ala los ­
elem ento s ese ncia les que garan­
tizarían su plena apli cab ilidad (que
no se resume a la dim ens ión
eco nóm ica) . Eso s elem ento s se refieren
a un con jun to de ind icac ione s
de carácter soc ioté cnic o alternativo al
actu alm ente heg emó nico cap az
de orie ntar las acc ione s de fomento, plan
ifica ción , cap acit ació n y des a­
n·ol lo de TS de los invo lucrados en eso s
empren dim ien tos: ges tore s de
las polí tica s soc iale s y de C&T, profeso
res y alum nos actu ante s en las
incu badoras de cooperativas, técnicos
de inst itut os de inve stig ació n, tm­
baja dor es u otro s age ntes .

365
TECNOLOGÍA SOCIAL 1 T

T 1 TECN OLOG ÍA SOCIA L


de poder indeseables . Otros argumentaban que la TA podría convertirse en
. . rca proce­
Otro inco nve nien te de esa 1 r t c l ónelres .. ide. en que abativo
e e m
.
algo signitlcativo por el simple paso del ambiente políticamente correcto
un vínculo con. am l)I e'nte pro
· · duc (o con de los científicos bien intencionados de los países avanzados hacia el espa­
o mng .
dimientos con escaso
.
. e e ¡·ect tva me, t1t � esta ble ce
las relac io- cio ele la policy y de la politics ele la C&T de los países periféricos, revelan­
1
) que . es lo qu · '

' . 'lUS 'lntes ele a . . 1 U . I· O. y. deb


el proceso <.¡e t1 a b aJO '
e
-
ncs. econon1t , . co-s octa . 1 es · '
CXC S 11 e ser transfo
cw. , nrma el e 1
do el posicionamiento ele que, si la TA no fuera "elemanelacla" por un actor
do a través de la TS. Esa rtsc�I. ·lan cta respec·to 'a la' '·un plia
e,
con fuerza política, restaría como una curiosidad tecnológica. En el con­
e e '
a; qui zás los mo vi- texto sociopolítico latinoamericano ele entonces, ese actor sería el Estado .
con cetJ to ele .tecnolog ía es espectalm en t_e: ·obl em átic

. · en , "tecno l og1 as �. � . l·ts 111e t· o doloaí "" as alte rna ti- La reflexión que siguió a ese momento ele crítica al movimiento
mie ntos socwles cleno nHn
d '

. e1 apo � \•o "' res. peto que merecen . de la TA se desdobló en dos vertientes. La primera mantenía la idea de
vas que proponen pm·a' conseglllr . e1 e·fim ic.. ; I1 no cor res pon de con 1 a rur- concebir por exclusión o negación, las características que la TS debería
Por último , se afirma que esa lO ve s a s ins tan cias . Se des-
:

J
S en I 1· poseer a partir de las que posee la TC. Al adoptar la perspectiva de los
m a radical en que se es t �. t1.a ta nclo1 OSl a 1Tu�,u · '
e • .

S U ten , . . .e 'S
. don de se la ado pta com o Estudios Sociales ele la Ciencia y Tecnología (ESCT), esa vía pudo poner
taca n los foros que la d i : el:Y� los esp
C
. ,.lciOS "'aubern am ent aJes c\on-
agenda .e1 e mvestig
·
· acw · nv

"' ext , ens. wn ·

·ta¡ '
en discusión los obstáculos al desarrollo ele la TS y las acciones que se
.a p romover la inc lus ión soc
, VIS. ·t a omo un me 10 pat 1
deberían llevar a cabo para alcanzar su neutralización. Por entender la

de emp teza a ser e


. , ele los aut ore s que a b or- C&T como construcciones sociales "negociadas", esa vertiente sugeriría
aun que no este con sign ada
.
·
com o proe uccwn · '

. la concientización de los actores involucrados en la producción y la uti­


clan la Eco nom ía Sol idan a (ES ) . lización del conocimiento tecnocientífico. Además, su defensores, al per­
. . TS co� o. ,tecnol1oaí "' a alte rna tiva a lancip con ven cio - cibir la necesidad ele que la TA fuera "demandada" por actores con fuerza
2 . El surgm1Ient o de la a pri ios de la
' se dio en Bra sil don de rec JblO
esa en · na' ción política, señalaban a las cooperativas y fábricas recuperadas como alia­
ocum� pd�os con
e
tnl . Ía
' cre cie nte 1
exclu- das en el campo productivo; en el político, a los gestores ele las políticas
décad a ele 120 00 . Sus ac t0re .est. --•''IVI�an1prc
'S
._ . n baJ·o y
. m otiva c os por
. . a iza cw n del •
t , sociales y ele C&T y en el cognitivo a los profesores, alumnos y técnicos
sión soc ia ., prccanzacJO' n e mform ' ·

1 a fa
, que pud iera con tri wr b 1
.
ele institutos de investigación, especialmente a los que militaban en las
la percepcwn . el1 que 1· cía falt a
1
una tec no o"'
tica a la tec no o-,
, es prob em as. . soc·t,aJes . La crísus
e •
1<1 ' ' '
incubadoras universitarias ele cooperativas. Subrayaban la existencia ele
a la solu cwn e e esos gr. ·av
. • '

o·""ía convencion al, con Mah atma Gh anel i �n t �·e unome s ele pioneros, est a un espacio agregador para esos y otros actores y preocupaciones, los
1 no logta 1 nter clia, de Schu mach .
er Emprenclimientos Solidarios (ESs), entendidos como un motor crucial
aso ciad a a a propuesta de la tec '
1 . · nto ele la ' tecnologí . . a- a apr opi ele la TS.
( 1 973 ) y a¡ can za su . a' pic e con e mo. vtm ie
. w . das , . por ese mo vim ten to Los ESs eran concebidos, entonces, como sumamente "demandan­
da (TA) en. .EE .UU ., aun que las ?ccw nes .� mc
1
e1e os
acia. tes" de TS, que eran, a su vez y en el mismo ámbito ele la producción mate­
fueron cnt lcaclas ele· b"1 do 'a su poca. elefic r cl •t a das , en los cír cul os rial, participantes ele su generación. Asimismo, los ESs significaban una
. YStec
Algu nas crític. as ya h. 'abían o e xp
I l oat�a (Ste\V'll"l' 1 987 '· Sachs, 1 976 ;
no1 . .I- alternativa radical, dado que actuaban en ese ámbito esencial para el cues­
.
analista s ele la poh ' tlca d e cien cia e liW
Lat ma , e tem"" a ··au
SI"' ió prá ctic am ent tionamiento estructural de la forma ele producción capitalista. Si se apo­
Dag nino, 1 976) E n América' . l de mve
·
. s·tiaación. La crítica a la TA tem, a vaban en la TS, los ESs podrían introducir una revitalización de las formas
e e igno rad o por la corn um dac
sibl
· ! l a ide a¡ el e que poc���a 1 1 ser producida por"i nvesli- �sociativas y autogestionarias que la clase trabajadora históricamente pri­
com o en foque pnncipd .iC1 a" por me diO e e b ancas ele d'atos .. "demand ada por ¡os
· '
• '

f
. '
vilegiaba para organizar la producción material y resistir al avance del
"
v

aad
"' ore s, 1
o TeC . ' bién la noc ión 1 e que ,
pobres el e campo Y ele la cmela' el ·\TStze�arteac,
aba ' t·lm e
capital. En [·unción ele esas consideraciones, esa vertiente consideraba a
¡ conocimiento "almacenaelo" en
'

los ESs como la vanguardia del movimiento social brasileño.


para desarrollar la TA, bastaba utl o � ·mplificarlo) para que su apl ica ­ La segunda vertiente proponía un marco analítico-conceptual para
la u niversidad, bus can do adapt�vos. � t talm ' . ent e causados por
· la TC , abordar a la TS y partir ele ideas que habían surgido y diseminado en el
ció n evitara los impacto s negati
1 cle ob1 1�a cal 1fic1 a' cla" el alto cos to de cap i- campo de los ESCT luego del auge del movimiento de la TA. Se desta­
entre ellos, la clemane a ele m ano
' •
.�. L

n 1 ' e elesemp eo, la' ma rgi nac ión , e l uso caban ocho contribuciones teóricas que, aunque generadas independien­
tal por puesto de t1.,dbaJ·.0 g��e clo
'
'

' ación am bie nta l, etc . te y clesvinculaclamente del movimiento ele la TA, permitían avanzar rumbo
inte nsivo de insu ma s smt etic os, a _elegrad ' 1· ngenuo suponer que una a lo que se deseaba construir. Se trataba del mencionado conjunto de
. autore s sos tem an que sel
: ·¡a
Determmaelos . puc¡·Je'ra mocli ficar pra, ct1ca . s cultun' les y estructuras
tecn olo gía alte rna tiVa . 367
366
1 T
T 1 TECNOLOGIA SOCIAL TECNOLOGIA SOCIAL

j) indicar que los ESs serían sustentables siempre que funcionaran


indicaciones de carácter socio-técnico para el desarrollo de la TS, las cua- en redes ele producción y consumo (cadenas productivas) crecien­
les permitían: ·

- temente independientes del mercado; y, finalmente,


a) recuperar la noció n, hoy obscurecida por la teoría de la innova k) sugeri1� mediante propuesta de adecuación sociotécnica (Dacrni­
ción y po1· el neoliberalis mo, de que la TC tendrí a como objeti vo
no; 2008), un camino posible para-transitar de un ambiente h :ae-
aumen tar la plusva lía adueñada por el empresario y, recién des­ momza. el o por 1 a "cu1 tura" d e 1 a TC hacia otro que hiciera viable
b

pués de eso y en caso le pareciera conveniente , estimular la com­


peten cia intercapital ista, que podría elevar la comp etitivi dad del la construcción de la TS.
país y evitar el desem pleo;
b) explic itar la releva ncia de la propiedad privad a de
los medio s de La difusión de esas dos vertientes, especialmente de la segunda.
produ cción en la determ inació n de las característic as de la TC representó una inflexión en el largo proceso de desarrollo ele las ideas
(Brave rman, 1 987); referentes a la TS. No obstante, tal como se discutirá en seguida, no se
e) mostm r cómo la cienci a (Blom� 1 998) y la tecnol
ogía (Pinch y Bij­ generó una tendencia capaz ele influenciar la construcción ele "otra eco­
ker, 1 990) serían const ruccio nes social es negoc iadas entre acto­ nomía". Persisten obstáculos que se interponen al movimiento ele la TS.
res y no un result ado de una búsqueda por la verda d y eficie ncia; Una ele esas trabas está en que parte de los actores involucrados
d) fon�en tar la reflexión acerca de las altern ativas a la TC, la idea ele con el Estado o con la construcción cl 9 "otra economía" aún conocen poco
la percep ción del marxi smo orto­ ace1·ca del papel que la TS puede asumir en ese proceso. En un primer
tecnociencia; a través de la cdtica a tecnoló­ nivel más concreto e inmediato, la TS es un elemento que posibilita las
doxo sobre la neutralidad de la cienc ia y el determ inism o
gico, negar la posib ilidad de que la tecno logía capita lista pudiera "sustentabiliclacles" ele los ESs. En un segundo, ella se presenta como un
proye cto polític o altern ativo; poli­ elemento articulador ele formas de producción y organización de la socie­
\ servir para la construcción de un
n social de la tecno logía media nte la dad, alternativas a las engendradas por el capital. En un tercer nivel, más
tizar la idea de la construcció e deter­ amplio y ele largo plazo, la TS opem como el núcleo del sustrato coe-ni­
incorporación de la Teoría Crític a y, negan do su comp onent
tivo que cl �berá tomar el lugar de la tecnociencia, que amalgama y gal­
minis ta, argum entar que actores sociales contra-hegemón; icos po­ vamza_ la m fTaestructura económido-productiva y la superestructura
drían alterar las características de la TC (Feenberg, 2002) ño (redesig­ político-ideológica del capitalismo, en el escenario en construcción de
e) incor porar un conte nido de clase al proceso de redise la "otra economía".
ning) ele la TC, que debería ocurrir media nte la conta mina ción de
con valor es e inte­ La orientación eficaz ele la promoción de la TS, en el plano de las
los ambi entes donde la C&T fuera producida, polí�icas públicas y en el plano cognitivo, supone alter.ar la estrategia
reses distintos a los del capital (Lacey, 1 999);
habitualmente adoptada. Esa estrategia parte de las impl;icaciones socia­
f) sci1al ar los obstá culos prove niente s del mode
lo cogni tivo y de la
la políti ca de C&T y ele enseí'i an­ les, económicas, políticas y ambientales negativas de la TC, buscando,
dinám ica de funci onam iento de
za universitaria para el avanc e del movi mien to ele TS y para su por exclusión o negación, el desarrollo de la TS. Así, anhela una tecno­
logía que no determine esas implicaciones, poniendo a los involucra­
desar rollo (Varsavsky, 1 969); den­ dos en la frágil situación ele intentar desarrollar "algo que no es" lo que
g) introducir el diagnóstico acerca de los obstáculos que la depen
cia cultu ral y la "cond ición perifé rica" latino amer icana s interp o­ queremos.
En este sentido, se ha intentado, sin desechar la construcción de
nían a la ge ;1erac ión autóctona ele tecnología (Herrera, 1 975);
una utopía que caracteriza el movimiento ele la TS, adoptar una estra­
h) adver tir s�bre el modo como el desconocim iento de los
factores
a mante ner obs­ tegia inversa, formulando un abordaje a la vez genérico, dado que per­
presentados por los aportes menc ionados tendía socia­ mite el entendimiento ele cualquier tecnología, y específico, dado que está
curec idas a las oport unida des, los desafíos y las relaci ones
les y cognitivas, que los actores vinculados a la TS necesitaban alineado con los principios de la TS. Esa estrategia no busca explicar la
"desnatu ralizar" (Dagnino , 2008); dinámica de la innovación (o tecnología) de producto, t;; Í no la de proce­
contri bucio­ so que más le interesa al campo de la TS. Pdmero considera el proceso
i) sci'tala r la necesi dad de que la disem inació n de esas
priorit aria, dado que son una condic ión de trabajo en el cual participan los individuos en el ambiente de la pro­
nes fuera asumi da como ducción, para derivar analíticamente las características que debe asumir
para la convergencia de las política s sociale s y ele C&T;
368 369
T
T
1 TECNOLOGÍA SOCIAL TECNOLOGÍA SOCIAL 1

a modo de volverse ll.mcional a un contexto socioeconómico específico del contexto sociocconórnico, del acuerdo social del ambiente prodttc­
y al acuerdo social que éste engendra.
v

tivo, ese actor puede provocar un cambio e n � proceso en el sen t i do


de reducir el tiempo necesario para la fabricación ele u n detcrm i n ado pro­
es ·

ducto y de hacer que la producción resultante sea dividida de acuerdu


Contexto
Actor Contrato social Ambiente de l a producción con su interés.
socioeconómico
En la primera línea del cuadro, están los tres e pa i o de cuvas
Forma e!>
s c s

Coerción Control Cooperación peculiaridades resultarían los tipos ele tecnología. En la segunda, los cu,t­
de propiedad tro elementos vinculados a esos espacios. En la primera columna, se
Productor d i recto - i n d iv i d u a l - encuentran los actores típicos (uno individual y tres grupales) de las cua·
G ru po d e colectiva asociativismo a utogestión volu ntaria
tro situaciones abordadas. El cuadro resume cómo se puede, en cada u n a
productores participativa
de las cuatro situaciones, obtener las características de la tecnología.
Esclavos privada física, por los coercitivo forzada
propietarios

taylorismo, Forma de Control:


propiedad:
Vendedores de privada ideológica. I m posición
fuerza d e trabajo por e l Estado asimétrica toyotismo imposición
Privada
.1 \ \
', ', /� asimétrica

:�
\ \
/
� p�
,l Cooperación:
\ \
1

D�s � ués de explicar el .aborp aje y mostr��r que � st� eluci �a 1.�� /
Trabajo
mu rto Lucro \
: Coerción

1
/ taylorismo
toyotismo
l ideológica l ' 1
camctenstlcas ele la TC a partir del contexto socweconom1co capttahs
Capitalismo f (Estado) f
,

ta, se expone un procedimiento inverso a aquél pr.opuesto por la trayec­ , f TECNOLOG[A


l
'

toda hasta ahora recorrida, apuntando las peculiaridades que las TS \ / / CAPITALISTA
Trabajo \ Salario/1
deberían tener para ser funcionales a la "otra economía". El cuadro y el vivo
/ t'
\
/ /
diagrama presentados ilustran, partiendo del ambien.te productivo, s:1
primer y más importante elemento: el control. Entendido como la habi­ � � Fuerza de,'
o •
/

lidad de utilizar un conocimiento intangible o incorporado a artefactos \�


tecnolórricos constituye
e ' . un rasgo inherente a cualquier proceso ele tra- CONTEXTO ACUERDO AMBIENTE PRODUCTIVO
bajo. El segundo, que también pertenece al ambiente productivo, �s �1 SOCIOECONÓMICO SOCIAL
Em p resa
de cooperación (actum- en conjunto con otro(s) buscando un benehc10 Privada
percibido como mutuo), verificado en procesos ele trabajos grupales. El
tercero, relativo al contrato social engendrado por un dado contexto El diagrama presenta otra visualización del abordaje, ahora par­
socioeconómico, es el ele coerción (acto de compeler a alguien a una ticularizada para la tecnología capitalista (o TC). Muestra que la propie­
acción o elección clirecta�ente o por medio de mecanismos ideológicos). dad privada ele los medios de producción no es la responsable directa de
El cuarto, perteneciente a ese contexto, corresponde a la forma de pro­ las características de la TC. Es un elemento exógeno al ambiente produc­
piedad ele los medios ele producción o del trabajo muerto (que puede ser livo, que pem1ite el establecimiento ele tipos específicos ele coerción y con­
colectiva o privada, en los procesos de trabajos grupales, resultando, en trol. Estos, a su vez, implican una forma de cooperación que encabeza
este caso, de la venta ele la fuerza de trabajo o de trabajo vivo). El abor­ la concepción y utilización ele la TC, tecnología que -y esta es la cues­
daje conduce a un concepto genérico de tecnología que, aunque hetero­ tión central que nos interesa resaltar desde el principio- puede conlle­
do-xo y casi herético, permite entenderla ele modo más coherente con la var esos tipos ele control y cooperación aún cuando aquel momento
idea de TS. exógeno deje de existir.
Tecnología es el resultado ele la acción ele un actor social sobre un TC es el resultado de una acción del capitalista sobre un proceso
proceso ele trabajo por él controlado. En función de las características ele trabajo en el sentido ele reducir el tiempo necesario a la fabricación
370
371
T 1 TECNOLOGIA SOCIAL TECNOLOGÍA SOCIAL 1 T

de dado producto y de hacer que u na parte de la producción resultante PINCH, T.; B u KER, W. E. ( 1 990), The social construction of facts and arti­
pueda ser adueñada por él. Ese proceso es viable en un contexto socioe­ facts: or how the Sociology of Science and the Sociology of Tech­
conómico que engendre la propiedad privada de los medios de produc­ nology might bencfit each othe1: En: Bu KER, W.; HUGHES, T.; PINCH,
ción y de un acuerdo social que legitime una coerción ideológica a través T. (Ed.), The Social COI1slruction o{teclmologícal syste111s. Cambrid­
del Estado, que i ntroduce en el ambiente productivo una cooperación ge: MIT Press.
de tipo taylorista o toyotista y un control impuesto y asimétrico. REDE DE TECNOLOGI A SocrAL, Tecnología social. Disponível em:
La comparación entre ese concepto y el de TS presentado inicial­ .bJ:.!n://www.rts.org.br/tecnologia-social . Consulta en: 2 1 jul. 2008.
mente, proveniente del abordaje desarrollado pone en evidencia lo que SACHS, L ( 1 976), The discove1y o(tlze Third H'orld, Cambridge, Mss.: MIT
ésta tiene de original y prometedm: Específicamente, se trata de la i dea Press.
ele que el control es un atributo inherente a cualquier forma de pmdu­ SCI IUMACHER, E. F. ( 1 973), Small is beauti(ul: a study of economics as if
cit; formulación coherente con la obset·vación ele que no basta, para cons­ people mattcred, London: Blond & Briggs.
truir formas solidarias ele producción, la abolición de la propiedad STEWART, F. (Ed.) ( 1 987), Macro-policies for appropriate teclmolog_v in deve­
privada ele los medios ele producción. El tipo de control que la relación loping cow1tries, London: \t\lestview Press.
social fundamentada en la propiedad privada impone queda i mpregna­ VARSAVSKY, O. ( 1 969), Cíéncia, política y cientificismo, Buenos Aires: Cen­
do en la forma ele producir tecnología capitalista y funciona con un obs­ tro Editor de América Latina.
táculo al cambio social. Tener en cuenta ese control adquiere una
relevancia desproporcionada a la poca importancia que ha merecido has­
ta ahora.

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372 373
u
UTOPÍA

ANTONIO DAVID (ATTANI

l . Utopía significa anhelo de la alteridad, es una i nvitación a la trans­


Formación que construye lo nuevo, es la búsqueda de la emancipación
social, es la conquista ele la libertad. La utopía no es un concepto ni un
marco teórico, sino una constelación de sentidos y proyectos. La verda­
dera utopía es la visión crítica del presente y de sus límites y una pro­
puesta para transformarlo positivamente.

2. Etimológicamente u topía es un término creado por el estadista y filó­


sofo inglés Tomás Moro ( 1 477- 1 535) para intitular su obra mayor, publi­
cada en Holanda en 1 5 1 6. El término f-ue fmjado a partir de dos palabras
griegas ("o", del adverbio ele negación, y "topos", lugar). Utopía sería un
"no lugar", un lugar que no existe o, simplemente, un lugar imaginario.
En su obra, Moro se refiere a un lugar ideal que ampara una sociedad
igualitaria, justa y feliz, es decit� un "buen lugar". Esta acepción positi­
va del térmi no fue vigente durante dos siglos, afirmando la posibilidad
del perfeccionamiento del ser humano y de sus realizaciones. A partir
de mediados del siglo XVII, adquiere un sentido despreciativo que per­
manece hasta hoy. Según el Diccionario Michaelis, utopía "es lo que está
fuera de la realidad, lo que nunca fue realizado en el pasado y tampoco
podrá venir a serlo en el futuro. Plan o sueño irrealizable". En este sen­
tido, el término es usado corrientemente para desacredi tar y condenar
proyectos ele superación ele la realidad. Recientemente, se registra su uti­
lización en un sentido libertario, como crítica del presente y conciencia
anticipadora ele otro futuro. Este término será desmTollado tomando uto­
pía en el sentido de explotación de las virtualidades, de revuelta y rup­
tura y, sobretodo, de superación de los límites sociales y económicos
i mpuestos.

375 .
U 1 UTOPÍA
UTOPÍA 1 U

3. El término utopía encuentra su lugar también en tanto género lite1:a- •

rio. La obra de Tomás Moro retoma la pt:eocupación de la filosof1, a gne­ notablemente, los i ngleses Wil liam Morris ( 1 834-1 896), autm· de News
ji·onz nowhere, y Edward Bellamy ( 1 850- 1 898), autor ele Looking bacl<­
ga clásica con los modelos de Estado ideal, preocupación e �pecialmente
ward 2000- 1887. Se trata de ejercicios de i m aginación buscando escu­
profcmdizada en la República de Platón. Moro inaugura el ctclo moderno
de textos de ficción, entre los cuales se destacan T. Campanella, autor de drii'iar posibilidades técnicas, tecnológicas y societarias positivas para
La ciudad del Sol ( 1 602), v Francis Bacon, autor de La Nueva Atlántzda
_ la humanidad.
( 1 627). Esas obras tienen, �omo característica principal, el he��10 de colo­ Después ele la Primera Guerra el utopismo como género l iterario
car la posibilidad de organización diferenciada del poder p �htico Y de l �s específico se extinguió y fue sustituido por obras de ficción científica, ele
relaciones sociales en un momento que el absolutismo monarqmco _ domi­ novelas de futurología o de propuestas visionarias, pero que no se acer­
naba plenamente y en el cual las relaciones sociales permanecían rígida­ caban para nada a la ·complejidad y profundidad registrada en los tex­
mente estratificadas. tos publicados en los dos siglos precedentes. En las obras clásicas de la
Con la expansión del capitalismo al final del siglo XV�II Y a lo lar­ literatura utópica, la referencia a situaciones i maginarias, a condiciones
o·o de· ! XIX se registra una serr
irreales y a procesos visionarios estaba acompaí1ada por el debate sobre
osio·lo bu nda ola de textos propomendo mocle-
la justicia, el bien común, el sentido y el destin o de la vida en sociedad.
los cerrados de sociedades planificadas y armónicas. Frente a 1 a VI<�
"' b ' �

o 1 encm o
El rasgo común era la crítica a la civilización, a los valores y a las pnic­
.v a la anarquía del crecimiento capitalista, especialmente en_ Franela, I ta­ ticas dom inantes, desafiando al lector � pensar diferente y anhelar dife­
lia, Inglaterra y Alemania, diversos autores propus�eron vers10nes roman­ _
ticas v obsesivamente técnicas de ciudades utóptcas, donde la paz Y el rente. Esas obras tienen valor en la medida que no se circunscriben a la
equil ibrio social permitirían generar una nueva especie c� e indivi ? t�os. dimensión l iteraria, sino que remiten a la historia ele las ideas y a los ejer­
El pensamiento utópico aparece, claramente, como denuncia ele las 111JUS­ cicios intelectuales que rechazan a la resignación. Sus límites están dados
ticias, de los privilegios y de las múltiples caras del poder. por el espíritu a veces pan lletario, doctrinario o incluso totalitario; las
En 1 838 Wilhem \•Veitlinrr formulaciones son, en general, desvinculadas de los movimientos socia­
"' ( 1 808- 1 87 1 ), considerado el fundador del les concretos i mpulsores de las reales transformaciones.
comunismo al �mán, lanza con gran repercusión el manifiesto de � a Li��
de los Justos, intitulado "La Humanidad como ella es y como Debena Ser .
4. Puede establecerse una relación entr� la razón utópica y corrientes ele
pensamiento que impulsaron múltiples transformaciones prácticas y teó­
seouido en 1 842 de "Garantías de Armonía y Libertad", inaugurando así
la:reflexiones que fomentaban experiencias concretas. Weitling fundó más ricas que hicieron que avanzara la civilización. El eslabón entre la razón
utópica y el espíritu iluminista y la filosofía ele la praxis puede ser esta­
tarde, en los Estados Unidos, la colonia autogestionaria C� munia .
.
Otro au tor que ejerció gran influencia en las expenmentacwnes
sociales alternativas fue Charles Fourier ( I 77 1 -1 837). En El Nuev� �hm­ blecido en tanto que tales corrientes compatien los siguientes principios:
do Industrial v Societal ( 1 829), él u ne una concepción cosmogomca a
el ser humano puede (condicional ) ser libre y desarrollar todo tipo ele
prescri pcion �s precisas acerca de l a constru �ción d � la soci :� ad i: cal. � actividad creativa y autocreativa; puede (nuevamente condicional) lle­
gar a tener conciencia ele sí y de la sociedad y esta conciencia puede ser
Armon ía es una ciuclacl moclelo de progreso mdustnal, vcrswn te1 1 �na
del paraíso, en la c11al las pulsiones y las pasiones l;uma �1as esta��a �1
ampliada
. a través de la acción crítico-práctica, superando, de esta mane­
ordenadas de manera racional y placentera. ArmonJa sena m ateJ.iah­ ra, la alienación y la operación , la permanencia y la pseudo inmu tabi­
lidad de las cosas y de hts relaciones. El proceso civilizatorio es entendido
como el progreso de la libertad y de la conciencia de dicha libertad. La
zada en los falanslerios (de falange, formación de combate ? grupo estre­
libertad y la autonomía (segl!n el sentido kantiando de actuar no ele
chamente unido, compuesto por 1 .800 miembros) . Founer detall � las
condiciones de la producción material (cooperativas ele produccwn Y
.
consumo), de la vida cultural, social y amorosa, la arquitect� ra y el urba­
acuerdo a la ley, sino de definir uno la propia ley) no se limitan a la esfe­
ra individual o de la subjetividad, sino que remiten siempre a lo colec­
nismo de los falansterios, que serían construidos en espacios v_1_rg�nes,
tivo, a la emancipación social amplia que garantiza el bien común y la
lejos de las enfermedades urbanas ya provocadas por el cap1tahsmo
vida en sociedad. Para entablar una mejor conexión entre razón utópi­
ca y el pensamiento no-conformista, progresista y libertario, hace fa lta
emergente.
trazar un paralelo entre las antiutopías y las utopías de ruptura, de supe­
Más sobre el final del siglo XIX, se publicaron centenares de obras
ración y ele c1·cación.
que pueden ser clasificadas como literatura de anticipación. Se destacan,

376
377
1 U
U 1
UTOPÍA
UTOPÍA

Es necesaria la referencia al proceso civilizatorio para distinguir


El inverso de la utopía se maniflesta de muchas formas: en la lite­ a los auténticos avances sociales y humanos de cambios inespccíFicos.
ratura ( por ejempl� . 1 984 ele Georges Orwell, Un i\!Jundo F�liz ele Aldo.us " La civilización es un acto de justicia", afirmaba el revolucionario .V
Huxlev); en la filosofía, en autores como Scbopenhauer, N1etzsche, CJO­ constituvcnte Mirabeau, durante la Revolución Francesa. Civilizado es
ran; c1� el anúlisis histórico (Oswald Spenglcr); en el análisis político de el "ciud ; dano del mundo". La derivación de civilis "expresa el proce­
la teoría de las elites (Vilfredo Pareto, Gaetano Mosca). Pero su dimen­
sión mús prol'unda, la que vincula dominación ideológica con senti.do so social de creación, de aFirmación humana superior al destino y al
común, la antiutopía se expresa en la comprensión del mundo y de la v1da tiempo cíclico. La civilización es la negación ele la violencia, de las tute­
de acuerdo a perspectivas fatalistas y resignadas. El entendimiento ele las paternalistas o mesiánicas, de los paternalismos aristocráticos o cau­
que la esencia humana y las realizaciones sociales son inmutables (el eter­ dillcscos, de los racismos, de los prejuicios y ele los privilegios que
componen el submunclo ele los particularismos excluyentes. La civi li­
no retorno a un orden t'terno), que la vida política no es nada más que
una sucesión de poderosos, que las jerarquías sociales y las injusticias zación es: (a) la universalización de los proced im ientos y de ciertos
resultantes son naturales y, por lo tanto, necesarias, puede ser clasiflca­ derechos, sin que ello signifique nivelación o imposición tiránica; (b )
do como la forma más nefasta del pensamiento antiutópico. Permanen­ el ensanchamiento substancial de la política a través de la participa­
cia, inmutabilidad, repetición e impotencia hacen referencia a ción consciente y el consecuente aumento ele responsabilidades; (e) la
percepciones sobre la realidad que legitiman la dominación, que conh­. sociedad i ntemacional que asocia cosmopolitismo e identidades a cul­
turas locales; (el) la posibilidad ele realización, ele emancipación indi­
-guran la "servidumbre voluntaria".
El liberalismo, más precisamente en su versión económica recien­ vidual sin que eso signi fique el comportamiento autosu ficiente y
te, es un ejemplo complejo de esta visión de corto plazo y de m .uy c.�r­ predatorio. En fin, civilización es el respeto al otro, respeto fraterno
to alcance: la vida fragmentada es el horizonte posible ele la real!zac1on a su libertad v diferencia" (Cattani, 1 99 1 , p. 20, 21 ). Así quedan exclui­
humana. La fetichización ele la me1\cancía y la sacndización del merca­ dos los proc �sos erróneamente identificados como utópicos como lo
do auto regulable deflnen la rutina narcisista del �onsumo y del indivi­ hace Armand Matterlart en el libro Historia de la Utopía Planetaria (Mat­
dualismo 7\búlico. Conjugados con el pensamiento posmodemo, ?' telart, 2002) . Las tecno-utopías, las expansiones imperiales, las revolu­
liberalismo v el neoliberalismo aflrman que la situación actual es defi­ ciones gerenciales de tipo forclista-taylorista, la sociedad informacional
ni tiva y que ;1o hay más trascendencia. La realidad es naturalizada y pre­ promueven cambios, pero no son necesariamente avances civilizatorios.
sentada como un horizonte insuperable para los i ndividuos y para las Sobre todo, quedan excluidos los proyectos y procesos de cambio de
instituciones. Ella puede ser contemplada, gozada, pero no cambiada. índole totalitaria, dogmáticos, elitistas y, tambi(�n. el liberalismo regre­
El espíritu de las luces, la Auflan.mg, la sociabilidad asociativa ins­ sivo. La verdadera utopía, anticipación creativa que conjuga "la COJTien­
pirada en Baeuf, el socialismo utópico, el anarquismo y la filos�!'ía. ele te fría del conocimiento científico con la corriente caliente de la
la praxis, están en la contracorriente de las antiutopías. El desaho du­ esperanza" (Bloch, 1 972), no alimenta concepciones ni pro�rcctos refor­
minista, supere aude (ose conocer). se despliega, inmediatamente, en ose mistas, pal iativos y anestésicos para los mecanismos reproductores de
la desinualdad v de la in¡' usticia. La utopía civilizatoria no se resigna a
imaginar lo diferente, ose cambia1� ose crem: Las categorías del enten­ b � .

mirar la realidad social. Al proponer la refundación del mundo, rom­


dimiento (dialéctica, praxis, contradicción, contingencia, conciencia, pe con las teorías del derecho natural (incluyendo el derecho a la apro­
acción) los procesos (poder, conflicto, lucha ele clases, movimientos
v
piación privada de la producción social), transformándose en un proceso
sociales : creación histórica) no son meramente contemplativos. La razón de conquista del lugar y del tiempo.
utópica está asociada a la acción, al cuestionamiento del hecho y ele lo
dado. La comprensión no es suficiente, es necesaria la realización del S. Se puede hablar de una lenta y parcial concreción de la utopía, de la
deseo. El resultado ele los movi1� ientos libertarios y autonomistas tie­ libertad creadora del género humano, aunque no en tanto un proceso
ne sentidos específicos. Todo el movimiento ele la acción crítica/acción ineluctable. El avance de la civilización jamás ha sido lineal, sino que
práctica es animado por valores verdaderamente civiliza torios: p ac ifis­ estuvo marcado por bterrupciones y, a veces, por tristes retrocesos. El
mo, cosmopolitismo que preserva las identidades locales (es deci1� la
sociedad de las naciones) y, sobre todo, la sociedad democrática, igua­ verdadero progreso no es. un proceso pacífico, pues está marcado por la
litaria, justa y rralerna. dinámica social definida por la dialéctica de los conflictos y del poder.
379
378
UTOPÍA 1 U
U 1
.
UTOP[A
aumentó la concentración ele ingreso y h' man ' .lpu 1 acJOn de la opinión
izada anteriormen te, no se pre­
,

pública por los medios· el ind¡" v¡· 1 Ud: l 1sn1o .


La civi liza ción , tal com o fue con cep tual ibili dad o virtuali dad .
ecrmsta, .y p¡·ed a· tOl iO mtenta
• e _. .

soterrm· Ia socialización libe¡·ta¡·¡· 'a · peto se


o

senta como inm ane ncia , sino como pos ón utópica, se puede cita r
. t rata ele un re fl LIJO seguramen- -

Entre los ejemplos encpntrados de aspiraci u­ te provisorio


. en la medida que la
, razo
, - 'J1 , . es. atemporal
utOplca . ' .v e 1 sueno
.
blos de las Mis s (Kem, 1 994) la Com de l 1 berta el es perma11entc 0 OS ejemp1 OS más· j n� �O ·tant- es senalan la
. -

ione
b utopía misionera de los 30 Pue
.
-

recuperación del "pri nci pio esperan ·- - "· ] - 1 IZacJ �n ele los :oros soci � ­
rtar ias que pro lifer aro n en el sigl o e • l

na de PaiÍs de 1 87 1 , las comunidades libeCon nte, en


XIX , en los Estados Uni dos
y en Eur opa tinental y, específicame y les m � ndiales en Porto Alegre a p�rt�; de ���� y las mnumeJ_.tbles mam-
Colo nia Cec ilia, entr e 1 88 8 1 889 ),
1 <ll-·Ja t 1-ata. el as en este libro.
América Latina (en Paraná, Brasil, la la obra ele Fourie1� los soviets msos kstacJOnes de la economía
. sol"cl·
los eFímeros falansterios insp irados enTurín ( 1 9 1 9- 1 920 ), las formas de la La supe! ficJe mmechata de los hechos. rf v�,1 � un m un ��o opresiv<� ,
, . . :
( 1 905 - 1 9 1 7) , los consejos obreros
ele que promueve a los más astutos y �rrastnl a s e e l:1,\S -' l1a��a un cam J­
auto-organización proletmia dur ante la Gue1Ta Civil Espaí'iola ( 1 936 - 1 939 )
te, ocu­ no marcac�o por la apatía, servicl�imbre � con �� 1 mJsmo �henack� . �aJo
_ . .
y los prim eros tiem pos de
los kibutz.im en Isra el. Más reci ente men tivis ta del la superficie permanece la voluntad ele s t���.acw- n, el d �seo de en
y la fra­
coo pera V I VII"

rrieron experiencias sociales que reav ivaron el espíritu


s, más apro piad o hab lar de aspi­ una soci edad planetaria cosmopolita crea � on de la
te rn iclacl sean pri ncip i os ma.yores el; �on ��ru�� i n ele la ClvJ)¡zacJón.
I I �c rta cl
. . . Per-
pionero Robert Owen. En todos esos caso es

an sob revi vido por .


raciones utópicas, ya que aunque alguesnos ejem plos hay
geo y polí ­ manentemente ' resuro·"'e el espn , , ·1· t u ¡ 1· ¡)Crtano c!J nueva � ¡·-armas de < " � .

parciale s y vuln erab les,


décadas, se tratan de mat eria lizacion ión no desmerece para nada lo que movilización social, demostrando que o t· 1-o m un o es pos¡ ble.
tica men te circunscriptas. Esa evaluac s, se trató de un fracaso impues­
fue realizado, incluso porque, en varios caso ia inau dita , como f·ue el caso de la
Bibliografía
to desde el exterior a través ele violencesp
Com una de París y de la autogestiónconcrec ai'iola. BLOCI I , E. ( 1 972), Le principe espera¡¡ce' Paris·· · G.-.])¡" ¡1 -el
ión de la uto pía en una esfe ­
"'

C'rrrAN 1 , A D . ( l 9 9 1 ) , A arcio coletiva dos trabalhadores, Porto Al ·cr - -· · S ·


1m .

Es más apropiado hab lar ele


nte. La libertad creadora que bus ­
• eo l e .

ra más gen éric a y no men os imp orta man ifiesta en la luch a con tra ser­ los M. Cultura; Palmarinca.
ca la ema ncip ació n soc ial se rmi (2006), Autonomía. En: CATn N\ ' A · D \, I-I OLZ/vi , A N N ' L· (Org · ) '
dogmatismos, mes iani smo s y dete tranism os estructur ales , con tra la " · ·

de fl·aballzo e tecnologia, Port; Alcor' · a ela Um-.


'" ·

Du:wnano
-

e, E .¡ 1t01
inio ele las min oría s reac­
e . _ ·
o

vidu mbre y la viol enc ia, en fin, con el dom versidade.


KER A . ( 1 994) , (;'lcJ1 ws e 171/ssoes ¡eswtlcas, Po¡·to Ale"re·. Ed"t
ortantes real izac iones hoy N '
.
cion aria s tute lare s. Entre las másal imp
• •

.
• , .

1 Ol " d a U 111-
• -
J •

cipio eran con side radas utó­


o o d

incorporadas a la vida social, pero que traprin ajo esclavo y el emp leo
versJelacle.
M,\lTEI-ART' A (2002)' ]"I ' tslOI
" ' .Ja da utopw planetária' Porto Al eg- .e: Suhna.
el trab · .
pica s, se puede subrayar la luch a con
·

. !

lega l ele la tort ura . Dife ren tes movlos imie nto s soc iale s a lo largo ele déc a­ R I OT-SARCEY, M.; BOUCI I E"I; T; PleON ' A . (D"11.· ) (?
. .
-002 ), DJcttomwtre des uto-
ilegios heredit ario s, el sufra­ ¡Jie �· p ¡ ¡· s · La¡ ·ousse...
das con quis taron la red ucc ión de derpriv echos hum ano s aso ciad os a una
• • -
¡ ·
< ' • <

So us,\ , J. T. ( 1 999), Reiuvcn�·óes da u tapia S'io P-ILilo· I-I ac·1·,e¡ Ed 1tores


gio uni vers al, una amp lia gam a de o obr "
TF I X F I RA A · (0 g. ) (200 2 ) Utoptcos, herétic(Js . · 11 10¡(¡1·ta·s· · 0 . pn.'Clll"SOres·
, .

ero conquistó, para mil lon es ele


' " < • . •
·
étic a universalizant e. El mo vim ientron con
ej o pens<�mento
,

sist enc ia a la vers ión incl usi­


- • - • 1· ,
,
" · • S
· de nossa é¡Joc-1 ' R1· 0 e¡ . Janen· o· Record .
trabajadores, derechos que oto rga te, las luchas contra el raci smo , con­ social .
" ,
"
_

U1·O PI A. E M I C I I A E L I S ( 1 998), Moderno dicionário de Lt'¡-¡ o ¡ ¡cz /) ·¡ l/ 0lle-


e

va del Wel{are Sta/e. Má s reci ente men echo a la infa ncia , a la educación
:e n : - o¡

' s-ao pau 1 o: Me 11 1oramentos.


"' ·"

t ra el trabajo infa ntil , la lucha por eldeder ión sexual, en defensa de min o­
.';(/,

v al esp arci mie nto , por la libertad opc vo patrón de tole ran cia y libe rtad .
rías, etc. , fueron imponi end o un nuenta tiva tam bién fue una con qui sta
Fin alm ent e, la dem ocr acia represe rebalsa hac ia una dem ocracia par­
imp orta nte, ant e tod o a med ida quetrat avances sobre la dom inac ión
Licip ativa. En todos estos cas os, se os dea de minorías.
cliti sta �' sobre priv ileg ios en man siglo XX y al inic io del sigl o
XX I.
En las últi mas dos década s del
cret ame nte,
se ¡·eg i s t m nm retr oce sos sign ifica tivo
s en esta pugna. Con
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