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SOLEDAD ACOSTA DE SAMPER(1833-1913)

antología de escritos sobre la misión de la mujer


Soledad Acosta de Samper (1833-1913):
Antología de escritos sobre la misión de la mujer
Isabel Corpas de Posada, Selección de textos y presentación
Escritoras Latinoamericanas del Diecinueve- Colección Virtual
Long Beach, California, EE. UU.
Página web: http://eladd.org/ Selección de textos y presentación
ISBN: Isabel Corpas de Posada
Septiembre de 2018, primera edición Doctora en Teología
Imagen de la portada: Bogotá, Colombia
Soledad Acosta de Samper (1833-1913): Antología de escritos sobre la misión de la mujer
Isabel Corpas de Posada, Selección de textos y presentación is licensed under a Creative
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Publicación al cuidado de Claire Emilie Martin


Diseño, Fotocomposición y montaje: LaWeb.pe
PRÓLOGO
INDICE
Desde muchas vertientes se podría organizar una selección de textos de Soledad Acosta
Lugar y comportamiento de las mujeres en la sociedad del siglo XIX ............ 8 de Samper (1833-1913)1 para componer una antología. Sobre todo, dada la extensión y va-
La pregunta sobre la misión de la mujer en las páginas de su diario (1853-1855) ............ 12 riedad de su obra, desarrollada a lo largo de 60 años de actividad escritural durante
La pregunta sobre la misión de la mujer en los primeros escritos públicos (1859-1869) ............ 15
los cuales utilizó todo tipo de géneros para escribir 560 artículos para publicaciones
La misión de la mujer en su primer escrito histórico (1878) ............ 20
periódicas, 24 libros, cuatro memorias presentadas en congresos; además, editó ocho com-
La misión de la mujer en dos escritos de ficción (1876 y 1879) ............ 22
pilaciones de sus revistas y otros proyectos editoriales, y dejó 70 manuscritos —-- algu-
La misión de la mujer en escritos de opinión (1879-1884) ............ 25
nos publicados y otros inéditos—-- y 15 maquetas de futuras publicaciones en volúmenes
empastados2 . Un total de casi 700 títulos, que es el fondo bibliográfico para componer
La misión de la mujer en escritos tardíos de género (1889-1899) ............ 32 la antología.
La misión de la mujer en los últimos años de su actividad escritural (1905-1913) ............ 43

Referencias bibliográfícas de los textos escogidos de Soledad Acosta de Samper ........... 47 Escogí el tema de la misión de la mujer, comoquiera que la pregunta, formulada desde
Otros escritos citados de Soledad Acosta de Samper ............ 49 diferentes horizontes, recorre el conjunto de su obra. Comenzó a planteársela en su es-
Reedición de escritos seleccionados en la antología ........... 51 critura íntima, concretamente en las páginas de su diario, y propuso diversas respuestas
Bibliografía citada ............ 52 e interpretaciones en su escritura pública, lo que evidencia, por una parte, una búsqueda
Antología de textos ............ 53 que la acompañó a lo largo de su vida y, por otra parte, la evolución de su pensamiento.
No fue difícil hacer una selección de textos porque algunos artículos hacen clara refe-
rencia al tema en el título mismo, mientras otros lo hacen al ofrecer a las mujeres conse-
jos, modelos de virtud y heroísmo, reflexiones sobre el trabajo y la instrucción que debían
recibir o sobre su participación en política y su responsabilidad de madres y esposas. En
todo caso, esta preocupación por la misión de la mujer se coló en sus escritos históricos,
en escritos de ficción, en escritos de opinión y en escritos que podrían llamarse de géne-
ro, si bien en todos ellos hay mirada de género, por cuanto Acosta de Samper asumió una
posición respecto a la promoción de las mujeres y la defensa de sus derechos, obviamente
a la manera como podía hacerlo en su entorno social.
1 Una biografía de Soledad Acosta de Samper escrita por Mónica Cárdenas Moreno (Université de Bretagne-Sud /
Ameriber) y una bibliografía preparada por Isabel Corpas de Posada (Investigadora del Instituto Caro y Cuervo,
Bogotá) se pueden consultar en la página web de ELADD
2 Los manuscritos y las maquetas se conservan en el “Fondo Soledad Acosta de Samper” de la Biblioteca José Ma-
nuel Rivas Sacconi del Instituto Caro y Cuervo, sede Yerbabuena, en el Archivo de la familia Samper del Centro
de Documentación del Gimnasio Moderno y en la Biblioteca de la Academia Colombiana de la Lengua
En cuanto al orden temático para esta selección de escritos de Soledad Acosta de Samper
acerca de la misión de las mujeres, me propongo seguir el desarrollo de su producción,
desde la escritura íntima (1853-1855) —--que corresponde a las páginas de su diario—-- y
continúo con la escritura pública (1859-1913), que he agrupado en seis secciones: los pri-
meros escritos públicos (1859-1869); dos escritos de ficción (1876-1879); su primer escrito
histórico (1878); cuatro escritos de opinión (1879-1884); cuatro escritos tardíos de género
(1889-1913); y, finalmente, tres páginas correspondientes a los últimos años de su activi-
dad escritural (1905-1913).
Ahora bien, antes de abordar la selección de textos acerca de la misión de las mujeres
en la obra de Soledad Acosta de Samper, considero oportuno recordar cuál era el lugar
que ellas ocupaban en la sociedad patriarcal del siglo XIX y el comportamiento que se
esperaba de ellas.
Asimismo, creo conveniente precisar los criterios utilizados para la edición de los tex-
tos, siguiendo para ello los que emplearon Montserrat Ordóñez para la edición de Novelas
y cuadros de la vida suramericana 3 y Carolina Alzate en Diario íntimo y otros escritos de
Soledad Acosta de Samper 4 , en José Antonio Galán: Episodios de la guerra de los comune-
ros 5 , y Laura, Constancia y Una venganza . Tres novelas de Soledad Acosta de Samper 6 . En
continuidad con ellas, adapté los textos a las normas de redacción y criterios de edición
en uso respecto a signos de puntuación, mayúsculas y minúsculas iniciales, resaltados y
uso de guiones. Además, quiero anotar que respeté los resaltados originales que aparecen
en los escritos publicados y de los manuscritos.
Y un dato más. Para facilitar la lectura, he preferido no recurrir a citas intertextuales
y, en lo posible, solamente citar la referencia bibliográfica en nota de pie de página.
3 Soledad Acosta de Samper. Novelas y cuadros de la vida suramericana. Edición y notas de Montserrat Ordóñez.
Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2004.
4 Diario íntimo y otros escritos de Soledad Acosta de Samper. Edición de Carolina Alzate. Bogotá: Publicación del
Instituto Distrital de Cultura y Turismo, 2004.
5 José Antonio Galán: Episodios de la guerra de los comuneros. Edición y notas de Carolina Alzate. Bucaramanga:
Universidad Industrial de Santander, 2007..
6 Laura, Constancia y Una venganza. Tres novelas de Soledad Acosta de Samper. Edición, prólogo y notas de Ca-
rolina Alzate. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo y Ediciones Uniandes, 2013.
8 9

hijas, esposas y madres, forzosamente dichas propuestas respondían a los cánones sociales y,
al mismo tiempo que los cuestionaba, los debía asumir.
Lugar y comportamiento de las mujeres en la
sociedad del siglo XIX
A estos cánones sociales corresponden las palabras acerca del comportamiento y el lugar de
las mujeres que el escritor colombiano José María Vergara y Vergara (1831-1872) escribió para
Elvira Silva Gómez: “Para el hombre el ruido y las espinas de la gloria; para la mujer las rosas
y el sosiego del hogar; para él el humo de la pólvora; para ella el sahumerio de alhucema. Él
En la sociedad patriarcal del siglo XIX, la palabra y el saber pertenecían al ámbito público, destroza, ella conserva; él aja, ella limpia; él maldice, ella bendice; él reniega, ella ora”; además
exclusivamente masculino, mientras las mujeres callaban y debían permanecer en el espacio le aconsejaba: “No alces nunca tus ojos sino para mirar al cielo. Si tienes talento escóndelo” 7.
doméstico. Este fue el escenario en el que Soledad Acosta de Samper se arriesgó a tomar También las del autor que se escondía bajo el seudónimo Pilar Segura de Casas en el periódico
la palabra para invadir el espacio de los que sí podían opinar en público, rompiendo así el bogotano El Iris en 1866: “Ella es la que vigila el arreglo de la casa, maneja la despensa, atien-
tratado de límites entre espacios femeninos y espacios masculinos del entorno patriarcal. de a los hijos y tiene en la memoria hasta el último pañuelo del marido”8 . Comportamiento y
lugar sobre los cuales opinaba José María Samper (1828-1888), el esposo de Soledad Acosta:
Otras escritoras de habla hispana, a algunas de las cuales Acosta de Samper conoció per- “La mujer no ha nacido para gobernar la cosa pública y ser política, precisamente porque ha
sonalmente y a otras solo de nombre, estaban dando este mismo paso y con ellas compartió nacido para obrar sobre la sociedad por medios indirectos, gobernando el hogar doméstico y
su preocupación por liberar a las mujeres de su situación de inferioridad respecto al varón, contribuyendo incesante y poderosamente a formar las costumbres (generadoras de leyes) y
como también con ellas coincidía en su interés en que las mujeres pudieran ejercer cualquier a servir de fundamento y modelo a todas las virtudes delicadas, suaves y profundas”9. Ob-
profesión u oficio. viamente, como escribió Emiro Kastos en El Tiempo en 1855, criticando la Constitución de la
provincia de Vélez que otorgaba a las mujeres el derecho a elegir y ser elegidas, las mujeres
De alguna manera son parte del entorno de sus escritos la argentina Juana Manuela Gorriti no necesitaban “de derechos políticos ni de esa emancipación e independencia quiméricas e
(1818-1892); las peruanas Clorinda Matto de Turner (1852-1909), Mercedes Cabello de Carbo- imposibles que en su favor reclaman los novadores modernos”10.
nera (1849-1909) y Lastenia Larriva de Llona (1848-1924); las españolas Emilia Pardo Bazán
(1851-1921) y Concepción Arenal de García Carrasco (1820-1893); las periodistas del canon Algunas de las señoras que escribían compartían estos imaginarios. Por ejemplo, doña Jose-
isabelino María del Pilar Sinués de Marco (1835-1893), Concepción Gimeno de Flaquer (1850- fa Acevedo de Gómez (1803-1861), la primera escritora neogranadina que rompió el silencio
1919) y Faustina Sáez de Melgar (1834-1895); y la escritora viajera Emilia Serrano, baronesa femenino para asumir el papel de orientadora de otras mujeres, proponía que las niñas reci-
de Wilson (1834-1922), quien calificó a la colombiana de “publicista notable”.
7 Vergara y Vergara, José María. “Consejos a una niña”, en: Las tres tazas y otros cuadros. Bogotá: Biblioteca
Ahora bien, aunque las propuestas de Soledad Acosta de Samper para propiciar un cambio Aldeana Colombiana, 1936. 123-125.
8 Pilar Segura de Casas [Seudónimo]. “La misión de la madre de familia”. El Iris I/8 (sep 16/1866): 113-114.
de mentalidad respecto al lugar y al comportamiento de las mujeres pretendían subvertir 9 Samper, José María. Derecho público interno de Colombia. Historia crítica del derecho constitucional colombiano
el tratado de límites entre espacios femeninos y espacios masculinos, y modificar los ima- desde 1810 hasta 1886. Bogotá: Imprenta de “La Luz”, 1886. 33.
10 Kastos, Emiro. “Algo sobre las mujeres”, en: Artículos escogidos. Bogotá: Biblioteca Banco Popular, 1972. 175.
ginarios acerca del rol exclusivo que el entorno patriarcal les atribuía a las mujeres como
10 11

bieran “la educación mujeril necesaria para gobernar una casa con economía, aseo y orden”11. La diferencia que hay entre la vida de un hombre y la de una mujer es esta: la primera es
Por su parte, doña Silveria Espinosa de Rendón (1815-1886) aconsejaba a las mujeres que externa, la otra interna; la una es visible, la otra se oculta; la del hombre es activa, la de
debían mostrar “horror a la inmodestia”12 y recomendaba a una joven que cuando tuviera la mujer, pasiva. Él tiene que buscarla fuera, ella la encuentra en su casa16.
esposo, “por deber y por gratitud debes someterte a su voluntad, acomodarte a sus inclina-
ciones y preferirlas a las tuyas”13.
Era lo que opinaban las plumas masculinas y también las mujeres escritoras, que compartían,
unas y otras, la visión aristotélica acerca de la inferioridad femenina por naturaleza y
la consiguiente superioridad de los varones. Que fue la visión que el cristianismo adoptó
y desde la cual Juan Jacobo Rousseau, en su Emilio, consideraba que “toda la educación de
las mujeres debe ser relativa a los hombres”, mostrándoles, además, “que esos mismos debe-
res constituyen la fuente de sus placeres”14. Por eso, en una sociedad pensada por hombres
y para los hombres, las mujeres eran educadas a la medida de las necesidades de ellos: para
atenderlos y administrar el espacio doméstico, que era el que a ellas les correspondía como
“el ángel del hogar”.
Sirve de síntesis para este comentario acerca del entorno patriarcal del siglo XIX una
cita de un libro publicado en Inglaterra en 185815 , con el que simpatizó Acosta de Samper,
como también con su autora, “una de las más afamadas escritoras modernas de aquel país
tan fecundo en mujeres literatas y escritoras morales”, refiriéndose a Dinah Maria Muloch
(1826-1887), según la presentación que hizo años después de extractos “tomados, traducidos e
imitados” de dicha obra en su artículo “Lo que piensa una mujer de las mujeres”. Las siguien- José María Samper Agudelo (1828-1888)17.
tes son las palabras de la autora inglesa que citó Acosta de Samper:

11 Acevedo de Gómez, Josefa. “Autobiografía de doña Josefa Acevedo de Gómez”, en: Ojeda Avellaneda, Ana Cecilia;
Serrano Gómez, Rocío; y Martínez Carreño, Aida. Josefa Acevedo de Gómez. Bucaramanga: Universidad Industrial
de Santander - Dirección Cultural, 2009. 31.
12 Espinosa de Rendón, Silveria. “Destino de la mujer sobre la tierra”. El Mosaico 8 (1859): 57.
13 Espinosa de Rendón, Silveria. Consejos a Angélica. Obra dedicada a las niñas cristianas. Bogotá: Imprenta de
Silvestre y Compañía, 1887. 126.
14 Rousseau, Juan Jacobo. Emilio. Madrid: Biblioteca Edad, 1978. 408; 417.
15 Muloch, Dinah Maria. A woman’s thoughts about women. London: Hurst and Blackett, Publishers. Successors to
Henry Colburn, 1858. 16 Acosta de Samper, Soledad. “Lo que piensa una mujer de las mujeres”. La Mujer I/1 (sep 1/1878): 16.
17 Galería de notabilidades colombianas. Colección de retratos José Joaquín Pérez. Colec- ción de tarjetas de vi-
sita de personajes históricos colombianos del siglo XIX y primeros años del siglo XX. 2 tomos BLAA Fi. 325.
12 13

La pregunta sobre la misión de la mujer en las Y comencemos por las páginas del diario19 que recogen numerosos comentarios en relación
páginas de su diario (1853-1855)
con la situación de las mujeres y en las cuales, en varias oportunidades, ella se preguntó
cuál era su misión como mujer.
También reflexionó sobre la misión y el destino de cada persona. Lo hizo en una ocasión
después de mirar con unas amigas desde el balcón, a los que llamó “hombres inútiles a la
sociedad” que, ella pensaba, “pasan el día sin haber tenido un pensamiento digno de nuestra
misión sobre la tierra”. Opinaba, escribió a continuación, que “Dios nos ha mandado a este
mundo a cada uno para hacer en su vida un bien aunque sea”20 . En otra ocasión reflexionó:
“¡Será cierto que un destino nos aguarda a todos! ¡Y que en el mundo tenemos que llenar
una misión!”21. Misión y destino, que eran, a su juicio, sinónimos, y sobre los cuales volvió,
proponiendo cómo se podría “cumplir mejor aquella misión misteriosa que cada alma vino a
cumplir sobre la tierra y que llamamos destino”22.
Pero la pregunta acerca de la misión de la mujer se la plantea como parte de lo que podría
llamarse su proceso de formación como letrada —--aunque ella nunca utilice esta palabra—--
que debió hacer por cuenta propia: “Educar mi espíritu”23, escribió, era el propósito de dicha
formación que asumió, desde su enamoramiento por José María Samper, con el fin de ser ama-
da y admirada por él. Su pregunta en las páginas del diario es la de una joven de 20 años
y muy personal: “¿Para qué me hizo Dios inteligente? ¡Para qué todos mis sentidos si no han
de servir para el bien de mi alma y de la humanidad! ¿Pero qué puede hacer una mujer? Mi
conciencia me contesta: si no puedes hacer obras nobles, hechos dignos de memoria por tu

19 Los manuscritos de los diarios de Soledad Acosta, que se conservan en el “Fondo Soledad Acosta de Samper”
de la Biblioteca José Manuel Rivas Sacconi del Instituto Caro y Cuervo, sede Yerbabuena, fueron digitalizados y
Soledad Acosta Kemble. Daguerrotipo (Bogotá, 1854)18. se pueden consultar en la página web de la Biblioteca Nacional de Colombia. Además, fueron publicados en: Diario
íntimo y otros escritos de Soledad Acosta de Samper. Edición y notas de Carolina Alzate. Bogotá: Publicación del
Instituto de Cultura y Turismo, 2004. de Santander - Dirección Cultural, 2009. 31.
20 Diario íntimo 51.
18 Daguerrotipo (1854). Publicado en Registro Municipal 53 (jul 15/1933): 404. 21 Ibídem 291.
22 Ibídem 460.
23 Ibídem 134; 334.
14 15

sexo y tu corta inteligencia, puedes hacer la felicidad de las personas que te rodean”24. A
esta pregunta responde días después desde su patriotismo, que a lo largo de su vida sería
característico de su escritura y de su actividad, pero exaltado por las circunstancias de una
guerra civil que estaba viviendo: La pregunta sobre la misión de la mujer en los
primeros escritos públicos (1859-1869)
¡Yo quisiera ser Carlota Corday, la verdadera heroína que vendió su vida por hacer
algún bien a la patria! Cambiaría con entusiasmo una larga vida de quietud y lo que
llama el vulgo felicidad por vivir recordada como la Pola Salavarrieta. Esto sí, esto
llamo yo vivir. […] ¡Servir a su patria! ¡Qué entusiasmo se apodera de mí al oír estas
palabras! ¿Pero yo que puedo hacer? ¡Mujer! Sí, ¡podría hacer algo! ¡Pero dónde está el
genio, el talento que se necesita para tan santa misión! [.. ] Quién sabe cuál será mi
misión sobre la tierra25
Misión que por el momento no identificó pero que en su enamoramiento centró en la persona
del amado —--José María Samper, con quien se casó en 1855—-- expresándolo en forma de ora-
ción en la que pidió a Dios “poder llenar completamente, con acierto, la gran misión que me
has confiado. ¡Señor!, su porvenir, su felicidad está en mis manos”26.

24 Ibídem 69. Aparte del “Diario de Soledad Acosta desde octubre 1853 hasta 30 de enero 1854. Bogotá”. /f167. Ms.
FSAS-01_pza6. Digitalizado BNC: Soledad Acosta de Samper. Grabado (Lima, 1862)27.
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/57897/0
25 Ibídem 77. Aparte del “Diario de Soledad Acosta desde octubre 1853 hasta 30 de enero 1854. Bogotá”. /f176-/
f177. Ms. FSAS-01_pza6. Digitalizado BNC: 27 Grabado de Diéguez (Lima, 1862). Publicado en El Perú Ilustrado [Lima] III/142 (ene 25/1890): 1309-1310 y repro-
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/57897/0 ducido en Álbum Salón (1902): 99.
26 Ibídem 465-466.
16 17

y agradar” para poder “ejercer, no nuestro imperio, sino nuestra influencia”.


Y fue el esposo quien animó a la esposa a escribir: a escribir para el público. El texto de su reflexión sobre la misión de la mujer en su primera correspondencia desde Pa-
José María Samper, que era periodista —--publicista se denominaba a quienes expresaban su rís para el periódico bogotano Biblioteca de señoritas, con el título de “Prólogo inevitable”,
opinión en público, principalmente a través de la prensa—--y enviaba sus crónicas desde París dice así:
a periódicos de Bogotá y de Lima, sirvió de intermediario con el editor del periódico Biblio- ¿Cuál es la misión de la mujer? Francamente os diré que, no obstante un sentimiento
teca de señoritas para que Soledad Acosta de Samper, bajo el seudónimo Andina, escribiera su
primera correspondencia, fechada en París el 15 de noviembre de 1858, “una correspondencia de profunda gratitud que me anima, no estoy de acuerdo con los filántropos gene-
original de París, de la cual publicamos hoy la primera carta”, según la presentación que hizo rosos que halagando poéticamente nuestra vanidad, solicitan la emancipación de la
el periódico, en la que precisaba: mujer y aspiran nada menos que a convertirnos en ciudadanas y legisladoras, y hasta
en funcionarias públicas, a riesgo de que, mientras estamos sufragando (o más bien
Acerca de esta correspondencia nos escribe de aquella capital nuestro amigo el se- naufragando) en las urnas, los chicos se arañen en la casa unos a otros, las criadas
ñor **, que tanto interés ha tomado por obtener de la bondadosa e ilustre Andina la le metan fuego a la cocina, la despensa caiga en pleno comunismo, y el bello sexo se
condescendencia de honrarnos con sus cartas, lo siguiente: “Ella (Andina) desconfía vuelva feo en las luchas y los estrujones de la plaza pública. No veo la necesidad de
muy justamente de sus fuerzas y teme no satisfacer las esperanzas de usted y de sus que nos emancipen, como tampoco me parece conveniente que nos pongan en estado
de sitio.
suscriptores. Sin embargo, ha convenido en trabajar y enviar cada 15 días una revista Lo único que pido es que nos dejen ser mujeres. ¿Acaso preguntareis los que somos?
y hoy va la primera a disposición de usted”28. El sexo fuerte suele decir en sus momentos lúcidos que somos “ángeles adorables,
Y con estas palabras apoyaba la escritura pública de la esposa pero al mismo tiempo estable- consuelo de la vida”, &. Pero yo tengo mis sospechas de que otras veces y en con-
cía cuál era el comportamiento y lugar que, como mujer, correspondían a la nueva escritora fianza suelen llamarnos por nombres poco galantes, y en cuanto a nuestro”. carácter
en el entorno social al cual ella pertenecía. angelical no me hago ninguna ilusión. Convengamos, pues, en una cosa muy sencilla:
que así como los hombres no son más que un conjunto de cualidades y defectos, las
Por eso la pregunta que Andina se planteó en su primera correspondencia para Biblioteca mujeres igualmente poseen el don de hacer feliz o desgraciada a su familia, y ambos
de Señoritas en 185929—--“¿Cuál es la misión de la mujer?”—-- y su respuesta se enmarcan en el
sexos deben estudiarse mutuamente para seguir en armonía la senda de la vida.
espacio doméstico en que las mujeres estaban recluidas, como era, entonces, lo correcto, lo ¿Cuál es, pues, nuestra misión? Conservar, educar y agradar. De estas tres funciones,
conveniente, lo que debía ser. Sin embargo intuía la urgencia de introducir un cambio para las dos últimas corresponden a las señoritas, pero en más alto grado la tercera.
la situación de las mujeres pero las circunstancias le aconsejaban ir poco a poco: “No veo Es solo a la madre de familia que pertenece el privilegio de ejercerlas todas tres.
Conservar el honor de la familia, la fortuna del esposo, la salud física y espiritual
la necesidad de que nos emancipen, como tampoco me parece conveniente que nos pongan en de todos los que viven bajo el hogar, los hábitos de beneficencia y caridad, el orden
estado de sitio. Lo único que pido es que nos dejen ser mujeres”. Y para responder a su pre- doméstico, el culto del amor y el deber, las relaciones sociales, &. Educar el corazón
gunta, ¿cuál es, pues, nuestra misión?, identificaba tres responsabilidades: “Conservar, educar del esposo y el espíritu del esposo, del hijo y del sirviente doméstico, empleando con
28 “La Biblioteca de Señoritas”, Biblioteca de señoritas II/38 (ene 8/1859): 1. perseverante asiduidad, como medios infalibles, la piedad, la religión, el amor, la dul-
29 Acosta de Samper, Soledad. “Prólogo inevitable”, en: “Revista parisiense”, Biblioteca de señoritas II/38 (ene zura, la paciencia, el consejo, y sobre todo el ejemplo personal. Por último, agradar a
8/1859): 1-2.
18 19

todo el mundo, con mesura y discernimiento según las situaciones a fuerza de gracia, madres de familia pertenecía el privilegio de conservar el honor de la familia, la fortuna
de previsión, de arte, de esquisitas delicadezas, de todo lo que pueda llenar estos dos del esposo, la salud física y espiritual de todos los miembros de la familia […]. Educar el
objetos: crear dulces compensaciones de las penas de la vida; y pulir las asperezas de corazón y el espíritu de sus hijos—-- en la versión original proponía educar el corazón del
la sociedad con el ejemplo del buen gusto y una benéfica seducción. esposo—-- […] y por último, agradar a todos”.
Es así como yo he podido comprender el destino de la mujer en la sociedad. Si acaso
me equivoco, que la buena intención me valga. Y Aldebarán concluyó con un párrafo nuevo sobre lo que correspondía a los hombres y a las
mujeres según el tratado de límites de la sociedad patriarcal:
Reprodujo esta reflexión sobre la misión de la mujer con el seudónimo Aldebarán, en dos
artículos que llevan por título “Misión de la mujer”: uno30. Fechado en Bogotá en 1869, apa- Este es el deber y el destino de la mujer en la sociedad: es decir que le toca la parte
reció en enero de 1870 en el periódico El Valle de San José de Cúcuta; el otro31 apareció en más noble y más bella. Los hombres se afanan en los negocios públicos, en fundar es-
un periódico que no he podido identificar y que encontré recortado, sin fecha, y pegado en peculaciones, en trabajar visiblemente impulsando el progreso del mundo; en resumen,
una maqueta de futura publicación que contiene escritos publicados entre 1869 y 1870, y en la parte material de la vida. Las mujeres cultivando su corazón, embelleciendo su
letras doradas sobre el lomo de cuero rojo dice “Cuadros y artículos”. espíritu, serán la vida, el alma y el centro puro del hogar doméstico. Así será como
podremos ejercer nuestro imperio, lo que no debemos ambicionar y es ilusorio, sino
Entre estos dos artículos las diferencias son insignificantes y no puedo decir cuál de los nuestra influencia; pero una influencia eficaz que no debe hacerse sentir, procurando
dos fue publicado primero. Lo que sí puedo anotar son los cambios introducidos, algunos no lastimar ninguna susceptibilidad ni vanidad de las personas que nos rodean.
solamente de redacción, respecto a la versión de 1859 y, consiguientemente, lo que prefirió
conservar. Aunque algunas de estas idea las había publicado Andina diez años atrás. Lo que hizo Alde-
barán fue precisar el tratado de límites: a la mujer “le toca la parte más noble y más bella”,
Por ejemplo, volvió a decir en estos dos artículos que no estaba de acuerdo “con los gene- que consistía en ser “la vida, el alma y el centro puro del hogar doméstico” y a los hombres
rosos filántropos que halagando nuestra vanidad solicitan la emancipación de la mujer y les correspondía lo público, “la parte material de la vida”. Agregó entonces, para resaltar
aspiran nada menos que a convertirnos en ciudadanas y legisladoras, y hasta en funcionarias los roles diversos de hombres y mujeres en el entorno de la sociedad a la cual pertenecía y
públicas”, lo cual le parecía peligroso. Repitió: “No veo la necesidad de que nos emancipen, en la que la línea divisoria entre lo público y lo doméstico estaba claramente establecida:
como tampoco me parece conveniente que nos pongan en estado de sitio.
La mujer puede y debe ser la que cuida del fuego sagrado de la poesía de la vida, no
Lo único que pido es que nos dejen ser mujeres”. Y concluyó el párrafo sobre cómo califican hablamos de la poesía rimada, por decirlo así, sino de aquel sentimiento de lo bello,
los hombres a las mujeres, proponiendo: “Vale más estudiarnos mutuamente para compren- de lo grande, de lo bueno, que le toca a ella conservar y hacer nacer en los corazones
dernos, que esperar elogios que no merecemos tal vez”. Asimismo repitió para el periódico que la rodean.
de Cúcuta que la misión de la mujer era “conservar, educar y agradar”, y precisó que “a las
Cerró su escrito destacando el papel de las mujeres en el futuro de la patria:
30 Acosta de Samper, Soledad. “Misión de la mujer”. El Valle [San José de Cúcuta] II/23 (ene 28/1870): 1. Firmado:
Aldebarán. Fechado: “Bogotá, 1869”. .
31 Acosta de Samper, Soledad. “Misión de la mujer”, en: “Cuadros y artículos”. Maqueta de futura publicación en La futura grandeza de nuestra patria está indudablemente en manos de la mujer
volumen empastado. Dice en el lomo “S. A. de S.”. Academia Colombiana de la Lengua. Sin catalogación. /f36-/f37. colombiana; que ella comprenda su verdadera misión y eso bastará para salvar la
20 21

La misión de la mujer en su primer escrito propias del sexo femenino, lisonjeando las malas inclinaciones inherentes a la naturaleza
histórico (1878)
humana, y procurando ensalzar aparentemente a la mujer para dominarla y corromper su
espíritu con ideas erróneas y culpables principios”. Por ello consideraba indispensable “hacer
penetrar mucha instrucción en el espíritu de la mujer, abrir las ventanas de la inteligencia
femenina para que penetre en ella mucha luz, pero luz benéfica y no la luz devoradora de
Volvió a ocuparse de la misión de la mujer dos años más tarde, en 1878, esta vez en su primer los llamados emancipadores y partidarios de los derechos de la mujer —--filosofillos de una
escrito histórico32. Se trata de la página que escribió como “Prólogo” a la serie “Estudios escuela de sofistas—-- porque eso que llaman luz no es sino llama que quema y ofusca, pero
históricos sobre la mujer en la civilización”, publicada en La Mujer, la primera revista que que no instruye en realidad, ni produce otra cosa sino el descontento, la desilusión y la
Soledad Acosta de Samper fundó y dirigió. desgracia”. Y terminaba el “Prólogo” citando un autor que pensaba “que en manos de la mujer
está la suerte de las naciones”:
En dicha página expresó cuál era su propósito en relación con la misión de la mujer, más allá
de la exposición de los hechos históricos: “sin la ciencia histórica, sin el conocimiento de lo “Todavía (dice el señor Rada y Delgado 33) y a pesar de la gran revolución que en
que hicieron las pasadas generaciones, la mujer no podrá jamás ejercer una influencia prove- el destino de la mujer produjo el civilizador cristianismo, la compañera del hombre
chosa y legítima sobre la sociedad que la rodea”. Y resaltaba el motivo: “Dios le ha dado una no ha llegado a la plenitud de su incontrastable importancia en la sociedad; y es
gran misión: la de inspirar y conservar en el corazón humano el sentimiento de la virtud necesario que la mujer aprenda de otras mujeres cuán altos son su fin y su destino,
y de la más delicada moral, sin lo cual las sociedades se corrompen y las naciones se per- para que pueda realizarlos”.
vierten y aniquilan”. Por eso, deducía, y justificaba así la serie que se proponía publicar: “La  
mujer necesita, para llevar a cabo esta grande y sublime misión, una instrucción moral muy
sólida y una virtud muy acrisolada; por consiguiente, nada hay más adecuado a su espíritu
que los estudios históricos”.
En los párrafos siguientes exponía lo que pretendía con esta serie. Juzgaba que no se había
destacado la influencia de las mujeres y, por lo tanto, se proponía demostrar con hechos la
necesidad de que “la mujer se manifieste y sea no solamente virtuosa y buena, sino digna,
instruida, enérgica y respetable”. Y no podía faltar su llamado de atención a las mujeres
“para no dejarnos arrastrar por la florida y amena vía que nos indican los autores de las
obras corruptoras y perniciosas que inundan nuestra sociedad [y] huir de aquellas falsas
ideas con que algunos hombres nos quieren degradar y envilecer, halagando las vanidades

32 Acosta de Samper, Soledad. “Prólogo”, en: “Estudios históricos sobre la mujer en la civilización. La Mujer I/1 33 Se refiere al escritor español Juan de Dios Rada y Delgado (1827-1901) y probablemente la cita es de su libro
(sep 1/1878): 2-4. Firmado: “S. A. de S.”. Mugeres [sic] célebres de España y Portugal. Barcelona: Casa Editorial de Víctor Pérez, 1868. 2 volúmenes.
22 23

La misión de la mujer en dos escritos de ficción sino satisfecha y no pido ni deseo más, sino el apacible cariño de mi esposo y el amor de mis
(1876 y 1879)
hijos. Para la mujer el amor es el fondo de la vida, la tela que sirve para bordar su existen-
cia, para el hombre no hay amor como el que nosotras comprendemos”.
En paralelo con esta conclusión de una de las protagonistas de “Elisa”, en la otra novela,
El tema de la misión de la mujer está presente en los escritos de ficción de Soledad Acosta “Emilia, Matilde y Leonor”, una de las amigas les confiesa a las otras que para su esposo “no
de Samper pero escogí solamente dos de ellos, ambos inéditos, en los que aparece en forma había nada más odioso que una mujer leguleya y que gustara de poesías y otras cosas del
explícita. Las novelas, que su autora calificó como “novelas psicológicas”. La primera34 es mismo jaez”37. Entre líneas la autora de la novela escribió: “(Véase Elisa pág. 42)”, refiriéndose
“Elisa” —-- firmada por Aldebarán en 1876—-- y la segunda35, “Emilia, Matilde y Leonor”, que a que también en dicha novela, una de las protagonistas confiesa que el esposo “sin cesar pro-
fechó en enero de 1879 en “Los Nogales”, en los alrededores de Ubaque, y firmó con su nombre curaba arrancarle aquel sentimentalismo falso, aquel romanticismo exagerado, según él, que
completo: Soledad Acosta de Samper. la hacía desear entre los dos una simpatía completa en su modo de pensar, sueños imposibles
entre un espíritu masculino y otro femenino”38. Imposibles, porque los esposos esperaban que
En el marco de las confidencias propias de amigas que se reúnen e intercambian historias del las mujeres atendieran a sus necesidades y, según lo que a ellas les correspondía, adminis-
corazón, las dos novelas se refieren al ideal de mujer y a su misión, al mismo tiempo que plan- traran y cuidaran el hogar.
tean y denuncian la situación de la mujer respecto al hombre y sus diferentes expectativas.
Interpretación masculina que cuestiona la segunda novela39: para su esposo, confiesa una de
Según la primera novela, “Elisa”36, la misión de la mujer “consiste en encontrar la felicidad las protagonistas, “el bello ideal de la esposa […] era aquella que pensaba sólo en las como-
en su hogar sin tratar de buscar un ideal que no existe en el mundo y para el cual no naci- didades, el bienestar y la dicha de su esposo dentro de su hogar; aseguraba que el idealismo
mos”, como lo reconoce una de las protagonistas en una carta dirigida a Elisa, refiriéndose en la mujer despertaba en ella mil curiosidades malsanas que la hacían inútil para cumplir
a que otra de las amigas, Virginia, “es la que mejor ha comprendido la misión verdadera de con su misión”. Y les contó a sus amigas que a la pregunta que, “atónita y sorprendida” le
la mujer” y “ella se ha contentando con las apariencias y es feliz”. A su vez, la autora de la hizo —--“¿Y cuál es su misión?”—-- respondió el marido en representación de lo que los hombres
carta confiesa a su amiga cómo se vio obligada a asumir la tarea que le correspondía: “Com- consideraban que era la misión de las mujeres:
prendí que yo sería para él la tierna madre de sus hijos [.. ] pero que yo jamás conquistaría
su alma”, no obstante lo cual, continuaba en su carta, “no solamente me encuentro resignada ¿Cuál es la misión de la mujer que ama a su esposo, preguntas?, contestó; ¡cuál ha de
ser! La más sublime, la más benéfica y provechosa del mundo: la de cuidar, consolar,
enjugar el sudor de la angustia, ¡sí! La de hacer olvidar las penas pasadas, haciéndole
de la vida material un paraíso terrenal, de tal suerte encantador que no pueda sino
34 Acosta de Samper, Soledad. “Elisa o los Corazones Solitarios. (Novela Psicológica) por Aldebarán, 1876”. Ms
bendecir a Dios que le dio mujer prosaica, racional y buena; mujer sencilla, humilde y
FSAS-012. El manuscrito, de 155 folios, se conserva en el Fondo Soledad Acosta de Samper de la Biblioteca José
Manuel Rivas Sacconi del Instituto Caro y Cuervo, sede Yerbabuena.
35 Acosta de Samper, Soledad. “Emilia, Matilde y Leonor (Confesiones de tres mujeres). Novela psicológica”. Ms
FSAS-023. El manuscrito, de 85 folios, se conserva en el Fondo Soledad Acosta de Samper de la Biblioteca José 37 Emilia, Matilde y Leonor”. /f51.
Manuel Rivas Sacconi del Instituto Caro y Cuervo, sede Yerbabuena.
36 “Elisa”. /f140; /f146. 38 “Elisa”. /f42.
39 “Emilia, Matilde y Leonor”. /f55-/f56.
24 25

modesta, que no se acuerda jamás que existieron poetas, que sea todo corazón y sen-
timientos de abnegación, que nada tenga de intelectual y no se meta jamás a juzgar
en cosas que no la deben convenir. La misión de la mujer en escritos de opinión
(1879-1884)
La amiga confesó, también, que hubiera querido “decir llena de dolorosa indignación, ‘¡sí la
mujer ideal es la mujer de la ley de Mahoma!’ pero […] me convencí de que yo era la esposa
elegida para vivir en su hogar, la madre de sus hijos, la señora de la casa, su mujer en fin,
pero que su alma y la mía no hermanarían jamás!”, confesión que mezclaba la crítica a una si-
tuación injusta al mismo tiempo que la aceptación de dicha situación como un modus vivendi
que las mujeres terminaban asumiendo.

Soledad Acosta de Samper. Fotografía (Bogotá, ca. 1880-1890)40.

40 Galería de notabilidades colombianas. Colección de retratos José Joaquín Pérez. Colección de tarjetas de visita
de personajes históricos colombianos del siglo XIX y primeros años del siglo XX. 2 tomos BLAA. Fi. 330.
26 27

Pero lo que pretendo destacar es que en su comentario al libro de Leroy-Beaulieu, Acosta


de Samper planteaba el derecho de las mujeres a trabajar, para lo cual creía necesario “dar
instrucción útil, dar buenos principios de moralidad, dar una religión que sirva de freno a
sus pasiones y consuelo a sus desgracias y darle una industria que le proporcione los medios
para subsistir”. Señalaba, por eso, que “el trabajo manual, adecuado a sus fuerzas, y en el in-
Escogí para esta selección de textos cuatro escritos de opinión publicados entre 1879 y 1884 terior de su casa, siempre ha hecho honor a la mujer, y sólo los que pretenden degradar al
en los que se ocupó del derecho de las mujeres al trabajo, de su deber de participar en polí- sexo femenino para pervertirlo han podido avanzar la idea de que la mujer no debe servir
tica y en obras de beneficencia, como también defendió sus derechos frente a quienes querían sino para adornar la casa de su esposo”. Y para cuestionar esta afirmación subrayó la impor-
reducirlas al espacio doméstico. Dos de dichos artículos fueron publicados en la revista La tancia del trabajo de las mujeres:
Mujer, que ella fundó y dirigió, y los otros dos en la revista La Familia, también fundada y
dirigida por ella. La mujer del pueblo (y aun las de las clases elevadas) debería aprender siempre un
oficio lucrativo, útil y que pudiera en todo tiempo darle con qué subsistir, para que
En el primero41, “La educación de las hijas del pueblo. El trabajo de las mujeres en el siglo sepa que es libre y que no necesita absolutamente del trabajo del hombre.
XIX. Obra escrita en francés por Pablo Leroy-Beaulieu42”, se proponía “examinar con nuestras Completó esta idea al afirmar que “la mujer es libre porque sabe trabajar con indepen-dencia
lectoras el muy interesante libro cuyo título encabeza este artículo”, considerando que la y hacerse respetar y honrar”.
obra era “desconocida entre nosotros y estamos seguras de que ninguna de nuestras lectoras
lo ha leído”. Y volvió, en su crítica a los programas vigentes de educación para la mujer, a insistir en la
En su comentario inicial, Acosta de Samper abordó la instrucción y capacitación de las mu- instrucción y capacitación de las mujeres. Propuso, además, una sociedad que promoviera la
jeres, asunto que se había convertido, escribió ella, en “cuestión de partido”. Por eso, desde ocupación industrial de las mujeres:
sus convicciones, cuestionaba los programas de educación que pretendían que “la manera de ¿No sería obra digna de la atención de los gobiernos el tratar de educar en las es-
elevar y dar felicidad a la mujer de las clases pobres era darle una instrucción intelectual, cuelas públicas, no señoritas cantatrices y sabias botánicas y físicas, sino honradas
cultivando en ella ciencias y artes perfectamente inadecuadas para la vida que debe llevar trabajadoras que salieran de esos planteles de educación sabiendo hábilmente un ofi-
en el mundo”, crítica que expresó en varias oportunidades en sus escritos. cio como el de bordar, hacer encajes, trabajar en obras de cos-tura?
El segundo artículo43 lleva por título “La mujer en política”, en el cual reprodujo un artí-

41 Acosta de Samper, Soledad. “La educación de las hijas del pueblo. El trabajo de las mujeres en el siglo XIX.
Obra escrita en francés por Pablo Leroy Beaulieu. (Coronada por la Academia de ciencias morales y políticas de
Francia. Primer artículo. I-III”. La Mujer III/25 (oct 1/1879): 15-19. Firmado: “S. A. de S.”.
42 Leroy-Beaulieu, Paul. Le travail des femmes au dix-neuvième siècle. Paris: Charpentier et Cie. Libraires-Édi- 43 Acosta de Samper Soledad. “La mujer en la política”. La Mujer V/59-60 (may 15/1881): 285-287. Firmado: “S. A.
teurs, 1873. de S.”.
28 29

culo escrito para un periódico “ahora algunos años” —-- artículo que no he ubicado—-- y que alarde y que distingue a nuestras mujeres es tan notable que no titubeamos en impu-
nuevamente reprodujo en 1906 en Lecturas para el hogar, con el mismo título y sin informar tar a este estado de cosas gran parte de la degradación en que han caído los negocios
que había sido anteriormente publicado44. públicos en Colombia, y no creemos exagerar al decir, puesto que es cosa reconocida,
que toda sociedad se eleva y purifica cuando en ella tiene influencia la mujer. La
La pregunta que Acosta de Samper se planteaba en el artículo es si las mujeres deberían mujer no deberá injerirse en la cosa pública, no deberá por supuesto mezclarse en las
mezclarse en la política, cuestión que, según el mismo artículo, se debatía en Irlanda entre maquinaciones e intrigas que entre nosotros se llama política, pero ella tiene el de-
dos arzobispos católicos, uno de los cuales opinaba “que no es propio de una mujer modes- ber de comprender lo que quieren y a lo que aspiran los partidos. Bastaría esto para
ta y virtuosa andar por calles y plazas, rodeada del populacho, pronunciando discursos y salvar las buenas ideas, porque entonces indudablemente ejercerían su influencia
ayudando en la agitación política”. En lo cual la autora del artículo estaba de acuerdo, para hacer que muchos hombres hoy indiferentes a estas cuestiones, las estudiaran, y
aprovechando para criticar el papel de algunas mujeres que eran miembros de las sociedades estudiándolas se penetrarían de que todo hombre honrado de una república tiene el
secretas, que estaban implicadas en la muerte del Zar, o que aplaudían el asesinato de los deber de darse cuenta de lo que sucede en el Gobierno de su patria. República quiere
reyes y gobernantes. Pero enseguida anotó: “Todo esto es verdad en Europa, pero también decir gobierno de todos, pero entre nosotros ha mucho tiempo que significa solamen-
cuántos bienes no resultan de una influencia sensata y racional de la mujer en la política, te ministerio de pillos, de los audaces y de los que, sin pararse en medios, quieren
influencia pacífica y cuerda que muchas veces produce grandes bienes”. Y recordó el escrito conquistar los destinos lucrativos que ambicionan.
que había publicado “ahora algunos años [.. ] en un periódico de esta capital” cuya reproduc-
ción hizo a continuación. Lo novedoso es que proponía que las mujeres deberían ser “el ángel de la conciencia en cada
hogar”, por lo cual, insistía en “que la falta de la influencia de las mujeres buenas en la po-
Se quejaba en dicho artículo de la ausencia de las mujeres en “los negocios públicos”, lo que lítica proviene de la ignorancia que en estas materias afectan tener las mujeres”, precisando
consideraba un error, y le echaba la culpa de la corrupción política del país a dicha ausen- cuál es su misión: que “es eminentemente moral, y que no consiste tan solo en ser virtuosas
cia. Obviamente sus argumentos correspondían a su entorno y necesitaba mantenerse dentro y económicas en su casa, y cuidar con esmero la parte material de la vida”, comoquiera que
del tratado de límites y los imaginarios de la sociedad patriarcal: “su misión es mucho más grande y mucho más digna, deben purificar la atmósfera moral de su
hogar, dar el tono a las ideas y un giro noble y elevado al carácter de su esposo y de sus
Lejos de nosotros está la idea de abogar por la absurda emancipación de la mujer, hijos, trabajando incesantemente para que cumplan con su deber, no solamente con respecto
ni pretendemos pedir que ella aspire a puestos públicos ni que se la vea luchando a sus familias, sino como buenos ciudadanos que hagan honor a esta patria que nos legaron
en torno de las mesas electorales, no; esa no es su misión, e indudablemente su cons- nuestros abuelos”. Y concluía el artículo con una súplica a la mujer a “abandonar el papel
titución, su carácter y naturales ocupaciones no se lo permitirían jamás. Pertenece fútil que hasta ahora ha hecho en nuestra sociedad”:
sin disputa al hombre la parte material y visible del negocio público, pero quedaría
a la mujer, si ella quisiera, la parte más noble, la influencia moral en las cuestiones Concluiremos apelando al buen sentido que distingue a la mujer para suplicarle que
trascendentales y fundamentales de la sociedad. El golpe de vista de la mujer inte- procure abandonar el papel fútil que hasta ahora ha hecho en nuestra sociedad y
ligentes es generalmente claro y perspicaz, y por eso debería penetrar en los antros convenciéndose de que la futura suerte de la República, es decir, la de sus familias,
de la política para limpiarla y acrisolarla. Sin embargo, la prescindencia de que hace está en gran parte en sus manos, se resuelva a darles un tono de elevación y digni-
44 Acosta de Samper Soledad. “La mujer en la política”. Lecturas Para el Hogar 1/12 (mar 1/1906): 381-384. Sin firma. dad a sus ideas, lo que inspiraría a sus compañeros valor y energía para salvar esta
pobre patria amenazada de ruina total.
30 31

En su respuesta al periodista del Diario de Cundinamarca, después de criticar las opiniones


El tercer título45 corresponde a la serie “Misión de la mujer en la época actual” que publicó liberales respecto a la educación de las mujeres porque les quitaba “el apoyo de la religión
en la revista La Familia, también fundada y dirigida por ella. En la página introductoria y la moral”, asunto sobre el cual había escrito en repetidas ocasiones, se defendió desde su
expuso sus criterios respecto a la misión de la mujer en las obras de beneficencia, entendida actividad de escritora cuestionada con una página en defensa de los derechos de las mujeres:
dicha misión como solidaridad con el que sufre: “las mujeres se han lanzado en la arena y
han tomado la defensa de todo el que sufre”. Estas mujeres cuyo trabajo se proponía destacar Cuando una mujer llega a descubrir las llagas sociales que carcomen el bien público;
eran “Las hermanitas del jornalero”, “Las Hermanitas de los Pobres”, “Las Damas del Calva- cuando alguna mujer se atreve a estudiar con imparcialidad la historia del pasado;
rio”, la obra “Hospitalidad para el trabajo”, y “El Hospicio de jóvenes tísicas”. cuando levanta en alto la antorcha de lo que fue para iluminar el presente; cuando
una mujer se atreve a arrojarse sobre la brecha que han abierto las olas de la in-
Y hacía notar en la página introductoria que “estas obras de caridad son ejecutadas por mu- moralidad y las pasiones desencadenadas en la sociedad para ver de impedir que se
jeres ricas, nobles y que pertenecen al gran mundo, el cual no abandonan porque se dedican acabe de sumergir en el fango; cuando procura llamar la atención de sus compatrio-
a auxiliar al pobre, amparar al huérfano, socorrer al indigente y cuidar con sus manos al tas sobre las causas de nuestros males sociales, no en nombre de una secta sino en el
enfermo”. de la familia, que corre el peligro de desaparecer en un cataclismo espantoso; cuando
en favor de la moral pública condena el crimen en donde quiera que lo encuentra,
El cuarto artículo46, “¿En qué debe ocuparse la mujer?”, parece anunciar planteamientos acer- y sin miedo señala los primeros autores de los males públicos que nos aquejan hoy…
ca de la misión y el destino de las mujeres. Pero en realidad es un escrito político que res- entonces los que tanto han alabado la emancipación de la mujer y la instrucción del
ponde a las críticas que la directora de la revista había recibido de un periódico bogotano, sexo débil, levantan una grita y una vocería atronadoras; entonces exclaman que la
Diario de Cundinamarca, por “ocuparse de la política, que es oficio de hombres”, y que citando mujer no debe ocuparse en aquellas ciencias que no entiende, que debe pensar tan
a un autor inglés, Buckle47, pretendía demostrar “que semejantes materias están enteramente solo en los quehaceres de su casa, que su sola misión en el mundo es la de cuidar de
fuera de su alcance; que ellas debieran limitarse a la vida práctica, moral y doméstica, que su marido, pedacear las medias de su familia y no averiguar los medios criminales
es su esfera, y la cual están llamadas a dignificar y embellecer; que ellas no pueden ejercer de que se han valido los fundadores de cierta escuela política para subir al poder y
influencia, directa o indirecta, sobre el progreso de la instrucción general, y que cuando mantenerse en él.
traten de ejercerla, no solo no conseguirán su objeto, sino que, al contrario, restringirán el  
campo de su actividad realmente útil y legítima”; sobre todo, le aconsejaban quedarse “en las
medias, la costura y la rueca”48.

45 Acosta de Samper, Soledad. “I [Página introductoria]”, en: “Misión de la mujer en la época actual”. La Familia
I/1 (may/1884): 34. Firmado: “Soledad Acosta de Samper”.
46 Acosta de Samper, Soledad. “¿En qué debe ocuparse la mujer?”. La Familia I/4 (ago/1884): 227-228. Firmado: “So-
ledad Acosta de Samper”. Fechado: “Bogotá, 12 de julio de 1884”.
47 Parece referirse al autor inglés Henry Thomas Buckle (1821-1862).
48 “Hechos diversos”. Diario de Cundinamarca XV/3422 (jul 11/1884): 202.
32 33

La misión de la mujer en escritos tardíos de De los últimos años del siglo XIX, que considero los de su producción tardía, escogí cuatro
género (1889-1899) escritos propiamente de género, en los que aborda la misión de las mujeres como escritoras
y como profesionales, su capacidad de trabajar para ganarse la vida para ser libres y su
derecho al voto.
El primero de los escritos escogidos para esta sección50 lleva por título “Misión de la escri-
tora en Hispanoamérica” que escribió para la revista Colombia Ilustrada en 1889.
“Hacía muchos días que deseábamos escribir alguna cosa acerca de lo que nos parece que
debería ser la misión de la escritora en Hispanoamérica”, comienza el artículo y el haber
recibido tres novelas que le enviaron las escritoras peruanas Mercedes Cabello de Carbonera
y Lastenia Larriva de Llona —--“Blanca Sol51 y Sacrificio y recompensa52, de la primera, y
Un drama singular53, de la segunda”, escribió—-- le dio pie para abordar el tema, pero antes
precisó lo que ella consideraba que era la misión de la mujer.
Para lo cual repitió la pregunta que se había hecho en anteriores ocasiones: ¿Cuál es la mi-
sión de la mujer en el mundo? Y desde su interpretación de dicha misión abordó la pregunta
que orienta este artículo:
La cuestión que desearíamos —--no diremos dilucidar—--pues no nos alcanzarían las

Soledad Acosta de Samper. Fotografía tomada por el señor Huerta (Madrid, 1892)49.
50Acosta de Samper, Soledad. “Misión de la escritora en Hispanoamérica”. Colombia Ilustrada 8 (oct 15/1889): 129-
132.
51 Cabello de Carbonera, Mercedes. Blanca Sol (Novela social). Lima: Imprenta y Librería de Universo de Carlos
49 Grabado hecho a partir de fotografía tomada en Madrid por el señor Huerta (1892) y Prince, 1889
52 Cabello de Carbonera, Mercedes. Sacrificio y recompensa. Lima: Imprenta de Torres Aguirre, 1888.
publicado en La Ilustración Española y Americana XLII (nov 15/1892): 340. 53 Larriva de Llona, Lastenia. Un drama singular.
34 35

fuerzas para tanto, es esta en primer lugar: ¿Cuál es la misión de la mujer en el mun- se mira a la mujer como a un ser inferior, como a un niño y se la elogia cuando se eleva un
do? Indudablemente que la de suavizar las costumbres, moralizar, y cristianizar las poquito sobre la medianía”. Lo cual rechazó, y nuevamente planteó que “la misión de la cual
sociedades; es decir, darles una civilización adecuada a las necesidades de la época, debemos encargarnos” es “la moralización de estas sociedades”. Lo que aprovechó para apun-
y al mismo tiempo preparar la humanidad para lo porvenir; ahora haremos otra in- tar a la responsabilidad de las escritoras, que “deben difundir buenas ideas en la sociedad”.
terrogación: ¿cuál es el apostolado de la escritora en el Nuevo Mundo?
Entonces propuso, sin poder escapar al tratado de límites de la sociedad patriarcal: “Mien-
Para responder a su pregunta repasó el ideal de mujer correspondiente a cada sociedad tras que la parte masculina de la sociedad se ocupa de la política, rehace las leyes, atiende
según “el señor de Varigny”54: “Para nosotros, los franceses, la mujer personifica y encarna al progreso material, ordena la vida social, ¿no sería muy bello que la femenina se ocupase
en sí todas las exquisitas y delicadas perfecciones de la civilización; para el español es una en crear una nueva literatura? Una literatura sui generis, americana en sus descripciones,
virgen en una iglesia; para el italiano, una flor en un jardín; para el turco, un mueble de americana en sus tendencias, doctrinal, moralizadora, artística, provechosa para el alma, [en
dicha; el inglés, precursor del americano, ve sobre todo en la mujer ‘la madre de sus hijos la que] no se encontrarían descripciones de crímenes”. En su opinión, que le interesa sentar
y la señora de su casa’; [.. ] para el americano del norte, su ideal es igual al del inglés”. Es para poder comentar los libros que recibió de las escritoras peruanas, “la novela puede in-
decir, cómo eran pensadas las mujeres por los hombres de cada país. teresar a pesar de ser moral y debe pintar gráficamente la existencia humana y al mismo
tiempo la ideal, lo que debería ser, lo que podrían ser los hombres y las mujeres si obraran
Desde este repaso dedujo cuál era el ideal de la mujer para el hispanoamericano, que “más bien”.
adelantado en esto que el español, su antepasado, ve en la mujer algo más que una virgen en Concluyó su artículo con una pregunta, “¿Qué misión más bella para una mujer que propor-
una iglesia”. Y señaló, a continuación, que “en las Repúblicas que se formaron después de la cionar solaz y dulces lecciones a la sociedad?”, con la cual respondía a la pregunta inicial
Independencia se ha tratado desde su principio de dar a la mujer una educación mejor y un que orientaba su reflexión: “¿cuál es el apostolado de la escritora en el Nuevo Mundo?”. Y
papel más amplio en la vida social”, respaldando esta afirmación con datos acerca de dichos expresó, finalmente, su opinión, como siempre moralizante:
esfuerzos en Colombia, para concluir que “una vez que la mujer ha conquistado la importante
posición que ocupa en la sociedad hispanoamericana, es preciso que medite en ella y sepa qué La misión de la mujer hispanoamericana, repetimos, es cristianizar, moralizar y sua-
se espera de esa influencia que va a ejercer”. Por ello se proponía en su escrito “reflexionar vizar las costumbres, y la escritora debe morir sobre la brecha, si es preciso, más
maduramente acerca del papel que hará la mujer en el nuevo orden de cosas que se prepara”. bien que hacer parte del ejército ateo que procura, inspirado por el genio del mal,
Que consistía, en ese momento, en la construcción de “una nación con elementos encontrados, destruir las sociedades de que ella hace parte.
heterogéneos y distintos”.
El segundo escrito seleccionado es la memoria55 “Aptitud de la mujer para ejercer todas
En desarrollo de su reflexión, Acosta de Samper comparó nuevamente prototipos de mujer: la las profesiones” presentada al Congreso Pedagógico Hispano-Lusitano-Americano reunido en
de Estados Unidos “goza de una inmensa y reconocida influencia”, que es respetada “porque
sus acciones, su carácter, su valor moral la hacen respetable”, mientras “entre nosotros aún
55 Acosta de Samper, Soledad. “Aptitud de la mujer para ejercer todas las profesiones”, en: Memorias presentadas
54 Parece referirse al autor francés Charles de Varigny (1829-1899). No encontré datos respecto a la fuente de en congresos internacionales que se reunieron en España durante las fiestas del IV centenario del descubrimiento
donde tomó la cita. de América en 1892. Chartres: Durand, 1893: 73-84.
36 37

Madrid en 1892. estudio de la economía política y de la marcha de la cosa pública”; a “mujeres políticas que
En su exposición retomó la pregunta que tantas veces se había hecho, “¿Cuál es la misión enarbolaban la bandera de la emancipación femenina”; a viajeras, predicadoras religiosas, ar-
de la mujer en la época actual?”. Más de treinta años habían pasado desde que la formuló tistas que brillaron en la Exposición de París de 1892, literatas, músicas como la venezolana
en su primera correspondencia para el periódico bogotano Biblioteca de señoritas en 1859 y Teresa Carreño y la colombiana Teresa Tanco de Herrera.
debía planteársela teniendo en cuenta que “con las luces que se han difundido al fin de este
siglo es preciso que la educación que reciba la mujer sea más adecuada a las necesidades de Y concluía su repaso: “No se puede negar, pues, que la mujer es perfectamente capaz de seguir
la época, al grado de civilización de que se disfruta y a las obligaciones que nos impone la las carreras profesionales, así como todas aquellas en que se necesite ejercitar el entendi-
patria”, enmarcando su respuesta en las palabras que citó de Aimé Martin56: “El porvenir de miento”.
la sociedad se halla en manos de la mujer, y ella será el agente de la revolución moral que
hace tiempo empezó y que aún no ha concluido”. Dejó en claro que las extravagancias y el ridículo en que se habían puesto algunas mujeres
no probaba que carecieran de aptitudes, pero la propuesta seguía enmarcada en el tratado
Desde esta doble perspectiva consideró necesario, para responder a su pregunta, “averiguar de límites de la sociedad patriarcal que encerraba a las mujeres en el espacio doméstico:
si la mujer es capaz de recibir una educación intelectual al igual del hombre, y si sería con-
veniente darle suficiente libertad para que pueda (si posee los talentos necesarios) recibir Ya esa época ha terminado; las preciosas ridículas no son de este siglo; en adelante,
una educación profesional”. Su propósito era “probarles que no carecen de inteligencia y que la mujer española e hispanoamericana sabrá situarse en el lugar que le tiene señala-
a todas luces son capaces de comprender lo que se les quiera enseñar con la misma claridad do la Divina Providencia. Las mujeres que se encuentren con fuerza para ello se po-
que lo comprenden los varones”. Para lo cual consideraba necesario “inculcar a las jóvenes drán entregar a estudios serios y si poseen dotes adecuados seguirán carreras en las
que la mujer es capaz de transitar por todas las veredas que conducen al bien; que se han profesiones al igual de los hombres. Entretanto la gran mayoría continuará dedicada
visto en el siglo que concluye ya miles que han desempeñado brillantemente todas las profe- a las labores femeninas, al cuidado de su hogar y a hacer la dicha de la humanidad
siones sin que por eso hayan tenido que renunciar a la religión de sus mayores, a las dulces ejerciendo las cualidades que le son propias.
labores de su hogar, al cuidado de sus familias y a la frecuentación de la sociedad”.
Su intervención se cerraba con un nuevo interrogante: “Queda pendiente ahora la cuestión
Para sustentar su afirmación, recogió en la memoria huellas de inteligencias femeninas en de si será conveniente, si será justo, si será razonable, si será discreto, dar a la mujer la
los últimos cien años, deteniéndose en el servicio prestado por mujeres que escribían para libertad suficiente para que ejercite sin trabas la inteligencia que Dios le ha concedido”.
la prensa, entre quienes destacó a Concepción Arenal de García Carrasco, que “de un salto Para responderlo, hizo equilibrios entre la visión tradicional del entorno patriarcal y su
se puso a la cabeza de todas las escritoras filántropas y moralistas”. También se refirió a las propuesta transgresora —--protofeminista—--, pues necesitaba quedar bien con las opiniones
médicas y las científicas, que “no son aficionadas no más a estudios serios sino profesoras tradicionalistas y de avanzada. Pero las dos alternativas, según Acosta de Samper, plantea-
cuya opinión es acatada por los sabios”; a mujeres contemporáneas que “se han dedicado al ban a las mujeres un dilema:
56 Se refiere al escritor francés Louis-Aimé Martin (1782-1847) autor del libro De l’éducation des mères de famille Creo que lo justo, lo equitativo será abrir la puerta a los entendimientos femeninos
ou de la civilization du genre humain par les femmes. Bruxelles: Meline, Cams et Comp., 1837. para que puedan escoger la vía que mejor convenga a cada cual. Ellas podrán enton-
ces elegir entre dos caminos igualmente honorables sin duda, pero muy diferentes.
Unas continuarán bajo la dependencia casi absoluta de la voluntad del varón y en
38 39

cambio cosecharán aquellas consideraciones, aquel respeto que rinde el caballero a trabajadoras, que se han abierto por sí solas un camino hacia la fama unas, hacia la virtud
la mujer y al niño, con la generosidad con que todo ser fuerte trata al débil. activa y útil para la humanidad otras, haciéndose notables en todas las profesiones, las ar-
Otras penetrarán a los recintos científicos que hasta el día sólo frecuentaban los tes, los oficios y las obras pías; ejemplos de mujeres que han vivido para el trabajo propio,
hombres, y allí al igual de ellos ganarán las palmas del saber humano. En cambio, em- que no han pensado que la única misión de la mujer es la de mujer casada, y han logrado por
pero, de ese privilegio, de esa independencia de acción, perderán indudablemente las vías honradas prescindir de la necesidad absoluta del matrimonio”.
prerrogativas que en premio de su sumisión y humildad habían gozado en el mundo
civilizado desde la edad media. Y podría, además, suplir el olvido de Smiles en su libro:
En el siglo que en breve empezará la mujer tendrá libertad para escoger una de esas
dos vías, pero jamás será respetable, nuca será digna del puesto que debe ocupar en En este concierto de artesanos de la civilización, Smiles olvidó la parte que ha te-
el mundo si renuncia a ser mujer por las cualidades de su alma, por la bondad de nido y que en adelante tendrá la mujer en esa grande obra. Ya no se la permitirá
su corazón, y si no hace esfuerzo para personificar siempre la virtud, la dulzura, la cruzarse de brazos y dejarse llevar por la corriente masculina; es preciso que tome
religiosidad y la parte buena de la vida humana. parte en la lucha y quizás salve a la sociedad del cataclismo de inmoralidad, de im-
piedad, de corrupción que la amenaza. A la mujer toca una ardua tarea en la grande
El tercer escrito57 que escogí para esta sección es la “Introducción” que escribió para su obra de la regeneración: que ella se prepare para cumplir su cometido.
libro La mujer en la sociedad moderna, en el que se proponía presentar “ejemplos de mujeres
que han vivido para el trabajo propio, que no han pensado que la única misión de la mujer es En la “Introducción” de su libro planteó su pensamiento acerca de la misión de la mujer como
la de mujer casada, y han logrado por vías honradas prescindir de la necesidad absoluta del lo había hecho en la memoria que presentó en el Congreso Pedagógico Hispano-Lusitano-Ame-
matrimonio”, con lo cual cuestionaba la visión que definía la misión de la mujer en función ricano reunido en Madrid en 1892, citando al escritor francés Aimé Martin: “El porvenir de
del hombre, como esposa y madre de sus hijos, al mismo tiempo que refutaba la obligación que la sociedad, dice A. Martin, se halla en manos de la mujer, y ella será el agente de la revolu-
tenían las mujeres de casarse como único medio de subsistencia. ción moral que hace tiempo empezó y que aún no ha concluido”. Y a renglón seguido comentó:
Para este libro, que recogía y completaba escritos anteriormente publicados, se había inspi- Es cierto que la mujer moderna ha transitado por todas las veredas de la vida hu-
rado en el libro Self-Help de Samuel Smiles58 que había leído. Sintonizaba con este autor que mana; que ha sabido dar ejemplos de virtud, de abnegación, de energía de carácter,
ilustraba “por medio de biografías de hombres notables por sus virtudes, su gran carácter y de ciencia, de amor al arte, de patriotismo acrisolado, de heroísmo, etc., pero aún le
la perseverancia que tuvieron en el bien y el trabajo, hasta lograr hacerse célebres en el falta mucho para cumplir la misión que la tiene señalada la divina Providencia, y
mundo” y “promover civilización”. Podría hacer lo mismo —--lo que de hecho venía haciendo es preciso enseñarle el camino que otras han llevado, para que pueda escoger el que
desde sus primeros escritos—-- para motivar a sus lectoras con “ejemplos de mujeres activas, conviene a cada una.
La vida aislada de una mujer virtuosa, sabia, patriota, etc., no basta para que se com-
prenda lo que se pide a todas, es preciso presentar un conjunto razonado de biogra-
fías, de bocetos de mujeres ejemplares para despertar en el espíritu de las jóvenes la
57 Acosta de Samper, Soledad. “Introducción”, en: La mujer en la sociedad moderna. Paris: Casa Editorial Garnier
Hermanos, 1895. vii-xi.
58 Smiles, Samuel. Self-Help with Illustrations of Charac¬ter and Conduct. London: John Murray, Albemarle
Street, 1859.
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emulación y el deseo de imitar alguna o algunas de ellas. Estos ejemplos buenos no baje para darle la subsistencia, porque ella misma se la ganará fácilmente por medio
surten el efecto que se desea sino cuando las que lo dan son de nuestro mismo siglo, de labores honorables.
pues no se pueden imitar a las que vivieron en sociedades enteramente diferentes de
las que conocemos actualmente. El derecho al voto que las mujeres pedían al Parlamento inglés es el tema del último artí-
culo de esta sección59, “La mujer en Inglaterra”, publicado en 1899 en El Domingo, revista que
Por eso, a la manera de Samuel Smiles, se proponía presentar “breves biografías femeninas” también fundó y dirigió Acosta de Samper.
y anunciaba que en el libro iba a “estudiar uno a uno la mayor parte de los más nobles ca-
racteres de mujeres de este siglo: desde la reina en su trono hasta la artista en su taller; Comienza su escrito afirmando que así como el siglo XIX vio el fin de la esclavitud, “lucha
desde las bienhechoras más grandiosas de la sociedad, hasta la humilde hermana de la ca- que había durado el mismo lapso de tiempo que ha durado la pretendida inferioridad de la
ridad en su hospital o asilo; desde la gran señora hasta la pobre criada; desde la mujer de mujer”, el XX será “el de la emancipación de la mujer”, y tras reconocer que la cuestión de la
culta educación hasta la sencilla labriega. En todas las naciones la mujer ha señalado su igualdad de la mujer y el hombre se prestó al ridículo pero que la situación había cambiado,
huella haciendo el bien en todas las carreras, y cada cual puede escoger alguna como ejem- concluye el artículo con una nueva afirmación: “La civilización cristiana, que consiste en la
plo y norma de su vida futura, según se sienta con más o menos fuerza, con mayor o menor armonía completa entre todos los seres humanos, no llegará a su apogeo hasta que la mujer
disposición para tal o cual carrera”. educada convenientemente conquiste un puesto igual al lado del hombre”.
Quiero subrayar en estas líneas el salto que alcanzó a dar la escritora, atreviéndose a cues- Y entre las dos afirmaciones hizo dos planteamientos novedosos dado el entorno patriarcal:
tionar el matrimonio como “única misión” de las mujeres y proponer “ejemplos de mujeres que el derecho al trabajo y el derecho al voto de las mujeres inglesas.
han vivido para el trabajo propio, que no han pensado que la única misión de la mujer es la
de mujer casada, y han logrado por vías honradas prescindir de la necesidad absoluta del En cuanto al primero, escribió que “las mujeres en Inglaterra ya no peroran: trabajan, y
matrimonio”. Por eso les planteaba a las mujeres el trabajo como alternativa al matrimonio se han exhibido en punto a la educación y en las universidades en un lugar completamente
con los siguientes argumentos: igual al hombre. Nadie se ríe de los libros que escriben, de las tesis que presentan”. Asimis-
mo, escribió, “empiezan a clamar por una emancipación que no se funda sino en el derecho de
¡Cuántas mujeres desdichadas no hemos visto, solamente porque han creído indispen- trabajar y ganar al igual de los hombres”. Y escribió, también, que las mujeres en Inglaterra
sable casarse a todo trance para conseguir un protector que ha sido su tormento y “quieren ganar una independencia que no las obligue a buscar siempre en el matrimonio y
su perdición! ¿No es acaso suficiente protección para una mujer la virtud, unida al aun en la vida airada una posición que las exima de morir de hambre”.
amor al trabajo, a la laboriosidad?
Este es el tema que procuraremos desarrollar en este libro, el cual podrá servir de En cuanto al segundo, escribió que entre las pensadoras se discute “la cuestión de si las mu-
lectura a las niñas de todas las esferas sociales, y las hará comprender que si el jeres deben tomar parte activa en la política, si deben obtener del Parlamento el derecho de
matrimonio es ley santa de la Providencia, él no es indispensable para la dicha de
la mujer; que esta, olvidándose de las pasiones terrestres, podrá vivir honradamen-
te, aunque sea pobre, si es activa, laboriosa é instruida; le enseñará a valerse por sí 59 Acosta de Samper, Soledad. “La mujer en Inglaterra”. El Domingo Serie II/ Entrega 19 (jun 11/1899): 328-330.
misma, de manera que, si no encuentra un hombre virtuoso para unirse a él, la mujer Firmado: “S. A. S.”.
puede existir sin los lazos matrimoniales y sola, sin necesidad de que un hombre tra-
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acercarse a las urnas electorales [.. ] y se han resuelto pedir el derecho del voto, en unión La misión de la mujer en los últimos años de su
del sexo masculino”. actividad escritural (1905-1913)
Ahora bien, respecto al derecho al voto, Acosta de Samper opinó “que esta innovación será
de gran provecho entre los pueblos de la raza sajona [.. ] pero tendrá muchos años en plan- De los tres escritos escogidos para este último periodo, solamente uno de ellos se refiere a
tearse entre las naciones de origen latino, en donde a la mujer costará gran trabajo conquis- la responsabilidad de las mujeres en el espacio público. Se trata del artículo “La mujer en la
tar unan posición digna y honrosamente libre, como la debe tener todo ser humano rescatado política”60 , que apareció en 1906 en Lecturas Para el hogar, revista fundada y dirigida por
de la esclavitud con la sangre de un Dios”. Por eso escribió también para cerrar su artículo: Soledad Acosta de Samper en el que reprodujo un artículo que con el mismo título también
“pasarán muchos años antes de que nuestras hermanas de Hispanoamérica sientan necesidad había reproducido en 1881, en La Mujer, la primera revista que fundó. Ahora bien, como antes
de tomar parte en la cosa pública, y la presente y varias generaciones más de hombres con- se dijo, no hay referencia de la primera versión publicada y por lo tanto no se ha ubicado.
servarán un predominio completo sobre el llamado sexo débil”.
A la versión publicada en La Mujer, Acosta de Samper agregó un epígrafe de Virgilio
  —--“Felix qui potuit rerum cognoscere causas”—--, modificó algunos signos de puntuación y eli-
minó varios renglones que probablemente consideró innecesarios o no pertinentes. En todo
caso repitió lo que ya había planteado acerca del lugar que le correspondía a las mujeres
según el tratado de límites de la sociedad patriarcal y la responsabilidad que para ellas
implicaba:
Lejos de nosotros está la idea de abogar por la absurda emancipación de la mujer,
ni pretendemos pedir que ella aspire a puestos públicos ni que se la vea luchando
en torno de las mesas electorales, no; esa no es su misión, e indudablemente su cons-
titución, su carácter y naturales ocupaciones no se lo permitirían jamás. Pertenece
sin disputa al hombre la parte material y visible del negocio público, pero quedaría
a la mujer, si ella quisiera, la parte más noble, la influencia moral en las cuestiones
trascendentales y fundamentales de la sociedad. El golpe de vista de la mujer inte-
ligente es generalmente claro y perspicaz, y por eso debería penetrar en los antros
de la política para limpiarla y acrisolarla. Sin embargo, la prescindencia de que hace

60Acosta de Samper Soledad. “La mujer en la política”. Lecturas Para el Hogar 1/12 (mar 1/1905): 381-384. Digita-
lizado BNC.
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alarde y que distingue a nuestras mujeres es tan notable que no titubeamos en impu- casada65. Algunos de dichos artículos volvió a publicarlos en la serie “Consejos a las muje-
tar a este estado de cosas gran parte de la degradación en que han caído los negocios res” en Lecturas Para el Hogar, con el subtítulo “La soberanía de la mujer en su casa”.
públicos en Colombia, y no creemos exagerar al decir, puesto que es cosa reconocida, A este serie pertenece el primero de los dos artículos66. Acosta de Samper comienza citando
que toda sociedad se eleva y purifica cuando en ella tiene influencia la mujer. La a la baronesa Staffe67, para quien “no hay nada tan envidiable como la soberanía que ejerce
mujer no deberá injerirse en la cosa pública, no deberá por supuesto mezclarse en las la mujer en el interior de su hogar”. Esta afirmación le da pie para decir que la ambición de
maquinaciones e intrigas que entre nosotros se llama política, pero ella tiene el de- las mujeres “debería fundarse [.. ] en hacer la felicidad de los que ella ama y que la aman” y
ber de comprender lo que quieren y a lo que aspiran los partidos. Bastaría esto para que “dar felicidad a los suyos debe ser el objeto de la vida en la mujer, y en ello fundará
salvar las buenas ideas, porque entonces indudablemente ejercerían su influencia toda su dicha”.
para hacer que muchos hombres hoy indiferentes a estas cuestiones, las estudiaran, y
estudiándolas se penetrarían de que todo hombre honrado de una república tiene el Y precisó en el párrafo final que “no basta para la mujer el arte de hacerse amar, es preciso
deber de darse cuenta de lo que sucede en el Gobierno de su patria. que sea un miembro útil en el hogar doméstico”, lo cual consiste en “saber gobernar su casa
con suma prudencia, y si así lo hiciera, llevará no solamente la alegría sino la prosperidad
Los otros dos escritos se ocupan de las responsabilidades propias de las mujeres en el espacio material a la casa de su esposo. Ella debe ser el alma de aquel hogar; lo embellecerá, lo or-
doméstico, subrayando que ellas eran soberanas en dicho espacio. Asumió en estos escritos denará y sabrá dirigirlo”.
el género de los consejos que había utilizado para artículos que publicó en sus revistas como
consejos y cartas a una recién casada61, a las madres62, a las mujeres63 y a las señoritas a También pertenece a este tipo de escritos el último artículo que publicó Soledad Acosta de
su entrada al mundo64 , consejos que que recopiló y editó en 1893 en el libro Consejos a las Samper en 1913, el mismo año de su muerte, y el último de esta antología: “La soberanía de
mujeres; consejos a las señoritas, seguidos de los consejos a las madres y cartas a una recién la mujer en su casa”68. Apareció en el periódico El Faisán de Aránzazu, Caldas.
El artículo subraya las diferencias entre los hombres y las mujeres relacionadas con el tra-
tado de límites entre espacios femeninos y espacios masculinos en la sociedad patriarcal con
sus correspondientes responsabilidades:
61 Acosta de Samper Soledad. “Cartas a una recién casada”. El Domingo de la Familia Cristiana I/5 (abr 21/1889):
79-80; I/6 (abr 28/1889): 95-96; I/7 (may 5/1889): 110-111; I/8 (may 12/1889): 126-127; I/9 (may 19/1889): 142-144; I/12
(jun 9/1889): 188-189; I/13 (jun 16/1889): 207-208; I/14 (jun 23/1889): 222-223. Firmado: “S. A. de S.”. Digitalizado BNC.
62 Acosta de Samper Soledad. “Consejos a las madres”. La Mujer V/51 (dic 15/1880): 59-62; V/53 (feb 1/1881): 112-113;
V/54 (feb 15/1881): 146-147; V/55 (mar 1/1881): 167-168; V/56 (mar 15/1881): 192-194; V/58 (abr 15/1881): 230-231; V/59-
60 (may 15/1881): 262-263. Firmado: “S. A. de S.”. Digitalizado BNC; “Cartas a una madre”. El Domingo de la Familia 65Acosta de Samper Soledad. Consejos a las mujeres; consejos a las señoritas, seguidos de los consejos a las madres
Cristiana I/16 (jul 7/1889): 255-256; I/21 (ago 11/1889): 335-336; I/23 (ago 25/1889): 367-368; I/24 (sep 1/1889): 383; I/28
(sep 29/1889): 32; I/30 (oct 13/1889): 64; I/31 (oct 20/1889): 75. Firmado: “S. A. de S.”. Digitalizado BNC.
63 Acosta de Samper Soledad. “Consejos a las mujeres”. La Familia II/9 (ene/1885): 542. Sin firma. Digitalizado BNC;
y66 cartas a una recién casada. Paris: Casa Editorial Garnier Hermanos, 1896. 174 p. Sin digitalizar.
Acosta de Samper Soledad. “La soberanía de la mujer en su casa”, en: “Consejos a las mujeres”. Lecturas para el
“Consejos a las mujeres. La educación de la niñez”. Lecturas para el hogar II/7 (sep 1/1905): 64-67; II/8 (oct 1/1905): hogar I/1 (mar 1/1905): 63-64. No están digitalizadas las páginas en BNC.
67Se refiere a Blanche-Augustine-Angèle Soyer (1843-1911), escritora francesa, que utilizó el seudónimo Barone-
127-129; II/9 (nov 1/1905): 192-194; II/10 (dic 1/1905): 257-260; II/11 (feb 1/1905): 320-323 [No están digitalizadas las
páginas 309-324]; II/12 (mar 1/1905): 369-371. Sin firma. Digitalizado BNC. sa Staffe. Entre otros libros, escribió Usages du monde: règles du savoir vivre dans la societé moderne (Paris:
64 Acosta de Samper Soledad. “Consejos a las señoritas en su entrada al mundo”. La Mujer I/7 (dic 15/1878): 152- Victor-Harvard, Éditeur, 1891) y La Maîtresse de Maison et l’art de recevoir chez soi. (Paris: Victor-Harvard,
153. Firmado: “S. A. de S.”. Digitalizado BNC; “Consejos a las señoritas a su entrada en el mundo”. El Domingo de la Éditeur, 1892)
68Acosta de Samper Soledad. “La soberanía de la mujer en su casa”. El Faisán [Aránzazu, Caldas] 1/4 (feb 22/1913):
Familia Cristiana I/31 (oct 20/1889): 75-77. Firmado: “S. A. de S.”. Digitalizado BNC.
1. Firmado: “Soledad Acosta de Samper”. Digitalizado BNC.Éditeur, 1892)
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La mujer debe saber que cuando el hombre funda un hogar no es solamente porque ama Bibliografía
a la que ha escogido para señora de su casa: es porque necesita tener un hogar propio,
un sitio a donde junto con el pan de cada día pueda llevar sus afanes, sus angustias, Referencias bibliográfícas de los textos escogidos de Soledad Acosta de
sus tristezas, y en donde encontrará un ser querido que debe saber consolarlo, alen- Samper
tarlo, comprenderlo. La mujer se casa generalmente en nuestra tierra porque ama 1. Apartes del manuscrito del “Diario de Soledad Acosta desde octubre 1853 hasta 30 de
con todo su corazón a un hombre y desea pasar el resto de su vida a su lado; para el enero 1854. Bogotá”. /f167; /f176-/f177. Ms. FSAS-01_pza6. Digitalizado BNC:
hombre (persuádanse de esto las niñas) el amor es secundario; antes que él están sus http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/57897/0
ambiciones, su posición social, sus comodidades. 2. “Prólogo inevitable”, en: “Revista parisiense”. Biblioteca de Señoritas II/38 (ene 8/1859):
1-2. Firmado: “Andina”. Fechado: “París, 15 de noviembre de 1858”.
Y en esta división de responsabilidades, a la mujer le corresponde hacer la felicidad del ho- 3. “Misión de la mujer”, en: “Cuadros y artículos”. Maqueta de futura publicación en volu-
gar “por medio de su prudencia, su tranquila abnegación y ocultos sacrificios”, para lo cual, men empastado. Dice en el lomo: “S. A. de S.”. Sin catalogación. f/36-/f37. Firmado: “Alde-
subraya, “que sepa la mujer que ella siempre tiene que sacrificar sus gustos —--aunque sin barán”. Sin fecha. Digitalizado BNC:
hacer alarde de ello y sin que su marido lo sepa siquiera—-- en aras de su dicha doméstica”. http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/57882/0
Lo cual responde —--no sobra repetirlo—-- al imaginario patriarcal acerca del lugar del hom- 4. “Misión de la mujer”. El Valle [San José de Cúcuta] II/23 (ene 28/1870): 1. Firmado: “Al-
bre y de la mujer en la sociedad y en la familia, con sus correspondientes comportamientos, debarán”. Fechado: “Bogotá, 1869”. Digitalizado BNC. Pendiente el link.
responsabilidades y virtudes. 5. “Prólogo”, en: “Estudios históricos sobre la mujer en la civilización”. La Mujer I/1 (sep
1/1878): 2-4. Firmado: “S. A. de S.”. Digitalizado BNC:
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/162106
6. Apartes de “Elisa o los Corazones Solitarios. (Novela Psicológica) por Aldebarán, 1876”.
[Novela inédita]. Firmado: “Aldebarán”. Fechado: “1876”. 21,6 x 17. 156 /f. Ms. FSAS-012. Di-
gitalizado BNC:
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/57931/0
7. Apartes de “Emilia, Matilde y Leonor (Confesiones de tres mujeres). Novela psicológi-
ca”. Tachado el subtítulo “El bosquecillo de las confidencias”. [Novela inédita] Firmado:
“Soledad Acosta de Samper”. Fechada en “Los Nogales”, enero de 1879. 21, 4 x 16,7. 85 f. Ms.
FSAS-023. Digitalizado BNC:
http://catalogoenlinea.bibliotecanacion.gov.co/client/es_ES/search/asset/57918/0
8. “La mujer en la política”. La Mujer V/59-60 (may 15/1881): 285-287. Firmado: “S. A. de S.”.
Reproduce un artículo escrito para un periódico “ahora algunos años” [que no se ha loca-
lizado] y reproducido en: Lecturas para el hogar 1/12 (mar 1/1906): 381-384. Digitalizado
BNC: http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/162099
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9. Apartes de “La educación de las hijas del pueblo. El trabajo de las mujeres en el siglo Otros escritos citados de Soledad Acosta de Samper
XIX. Obra escrita en francés por Pablo Leroy Beaulieu. (Coronada por la Academia de
ciencias morales y políticas de Francia. Primer artículo”. La Mujer III/25 (oct 1/1879): “Cartas a una madre”. El Domingo de la Familia Cristiana I/16 (jul 7/1889): 255-256; I/21
15-19. Firmado: “S. A. de S.”. Digitalizado BNC: (ago 11/1889): 335-336; I/23 (ago 25/1889): 367-368; I/24 (sep 1/1889): 383; I/28 (sep 29/1889):
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/162104 32; I/30 (oct 13/1889): 64; I/31 (oct 20/1889): 75. Firmado: “S. A. de S.”. Digitalizado BNC.
10. “¿En qué debe ocuparse la mujer?” La Familia I/4 (ago/1884): 227-228. Firmado: “Soledad “Cartas a una recién casada”. El Domingo de la Familia Cristiana I/5 (abr 21/1889): 79-
Acosta de Samper”. Fechado: “Bogotá, 12 de julio de 1884”. Digitalizado BNC. 11. “I [Página 80; I/6 (abr 28/1889): 95-96; I/7 (may 5/1889): 110-111; I/8 (may 12/1889): 126-127; I/9 (may
introductoria]”, en: “Misión de la mujer en la época actual”. La Familia I/1 (may/1884): 34. 19/1889): 142-144; I/12 (jun 9/1889): 188-189; I/13 (jun 16/1889): 207-208; I/14 (jun 23/1889):
Firmado: “Soledad Acosta de Samper”. 222-223. Firmado: “S. A. de S.”. Digitalizado BNC.
12. “Misión de la escritora en Hispanoamérica”. Colombia Ilustrada 8 (oct 15/1889): 129-132. “Consejos a las madres”. La Mujer V/51 (dic 15/1880): 59-62; V/53 (feb 1/1881): 112-113; V/54
Digitalizado BNC: (feb 15/1881): 146-147; V/55 (mar 1/1881): 167-168; V/56 (mar 15/1881): 192-194; V/58 (abr
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/158465 15/1881): 230-231; V/59-60 (may 15/1881): 262-263. Firmado: “S. A. de S.”. Digitalizado BNC.
13. Apartes de “Aptitud de la mujer para ejercer todas las profesiones”, en: Memorias “Consejos a las mujeres. La educación de la niñez”. Lecturas Para el Hogar II/7 (sep 1/1905):
presentadas en congresos internacionales que se reunieron en España durante las fiestas del
IV centenario del descubrimiento de América en 1892. Chartres: Durand, 1893. 73-84.
64-67. La nota de pie de página informa: “(1) A petición de algunas personas vamos a
publicar en las Lecturas Para el Hogar una serie de artículos que insertamos en El Co-
14. “Introducción”, en: La mujer en la sociedad moderna. Paris: Casa Editorial Garnier Her- lombiano ahora años, pero corregidos y ensanchados considerablemente” (64). [Las biblio-
manos, 1895. vii-xi. Digitalizado BNC: grafías no citan estos artículos publicados en El Colombiano.]; II/8 (oct 1/1905): 127-129;
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/88188/0 II/9 (nov 1/1905): 192-194; II/10 (dic 1/1905): 257-260; II/11 (feb 1/1905): 320-323 [No están
15. “La mujer en Inglaterra”. El Domingo II/19 (jun 11/1899): 328-330. Firmado: “S. A. S.”. digitalizadas las páginas 309-324]; II/12 (mar 1/1905): 369-371. Sin firma. Digitalizado BNC.
Digitalizado BNC: “Consejos a las mujeres. La soberanía de la mujer en su casa”. Lecturas Para el Hogar I/1
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/161823 (mar 1/1905): 63-64; I/2 (abr 1/1905): 122-123; I/3 (may 1/1905): 183-186; I/4 (jun 1/1905): 250-
16. “La soberanía de la mujer en su casa”, en: “Consejos a las mujeres. Lecturas Para el 255 [La revista ubica este artículo en la sección “Consejos a las mujeres”, pero se trata
Hogar I/1 (mar 1/1905): 63-64; I/3 (may 1/1905): 183-186. No están digitalizadas estas dos de un escrito acerca de la obra de beneficencia “Infancia Desamparada”]; I/6 (ago 1/1905):
páginas de la revista en BNC.] 373-375. Sin firma. Digitalizado BNC.
17. “La mujer en la política”. Lecturas Para el Hogar 1/12 (mar 1/1906): 381-384. Sin firma. “Consejos a las mujeres”. La Familia II/9 (ene/1885): 542. La nota de pie de página infor-
Digitalizado BNC: ma: “Extractado de las Conferencias a las madres cristianas, por el abate Carlos Gay”. Sin
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/162158 firma. Digitalizado BNC.
18. “La soberanía de la mujer en su casa”. El Faisán [Aránzazu, Caldas] 1/4 (feb 22/1913): 1. “Consejos a las señoritas a su entrada en el mundo”. El Domingo de la Familia Cristiana
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/189821/0  I/31 (oct 20/1889): 75-77. Firmado: “S. A. de S.”. Digitalizado BNC.
50 51

“Cartas a una madre”. El Domingo de la Familia Cristiana I/16 (jul 7/1889): 255-256; I/21 Reedición de escritos seleccionados en la antología
(ago 11/1889): 335-336; I/23 (ago 25/1889): 367-368; I/24 (sep 1/1889): 383; I/28 (sep 29/1889):
32; I/30 (oct 13/1889): 64; I/31 (oct 20/1889): 75. Firmado: “S. A. de S.”. Digitalizado BNC.
“Cartas a una recién casada”. El Domingo de la Familia Cristiana I/5 (abr 21/1889): 79- “Aptitud de la mujer para ejercer todas las profesiones. Memoria presentada en el Con-
80; I/6 (abr 28/1889): 95-96; I/7 (may 5/1889): 110-111; I/8 (may 12/1889): 126-127; I/9 (may greso Pedagógico Hispano-Lusitano-Americano reunido en Madrid en 1892” [Reedición].
19/1889): 142-144; I/12 (jun 9/1889): 188-189; I/13 (jun 16/1889): 207-208; I/14 (jun 23/1889): Revista de Estudios Sociales 38 (ene-abr/2011): 169-175.
222-223. Firmado: “S. A. de S.”. Digitalizado BNC.
“Consejos a las madres”. La Mujer V/51 (dic 15/1880): 59-62; V/53 (feb 1/1881): 112-113; V/54 “Aptitud de la mujer para ejercer todas las profesiones” [Reedición], en: Soledad Acosta de
Samper: Escritura, género y nación en el siglo XIX. Carolina Alzate y Montserrat Ordóñez
(feb 15/1881): 146-147; V/55 (mar 1/1881): 167-168; V/56 (mar 15/1881): 192-194; V/58 (abr (Compiladoras). Madrid / Frankfurt: Iberoamericana / Vervuert, 2005. 83-94.
15/1881): 230-231; V/59-60 (may 15/1881): 262-263. Firmado: “S. A. de S.”. Digitalizado BNC.
“Consejos a las mujeres. La educación de la niñez”. Lecturas Para el Hogar II/7 (sep 1/1905): “Misión de la escritora en Hispanoamérica [Reedición]”, en: Soledad Acosta de Samper:
Escritura, género y nación en el siglo XIX. Carolina Alzate y Montserrat Ordóñez (Compi-
64-67. La nota de pie de página informa: “(1) A petición de algunas personas vamos a publi- ladoras). Madrid / Frankfurt: Iberoamericana / Vervuert, 2005. 77-82.
car en las Lecturas Para el Hogar una serie de artículos que insertamos en El Colombiano
ahora años, pero corregidos y ensanchados considerablemente” (64). [Las bibliografías no “Mission of the Woman Writer in Spanish America”, en: Nineteenth Century Nation Buil-
citan estos artículos publicados en El Colombiano.]; II/8 (oct 1/1905): 127-129; II/9 (nov ding and the Latin American Intellectual Tradition. A Reader. Janet Burke y Ted Humphry
1/1905): 192-194; II/10 (dic 1/1905): 257-260; II/11 (feb 1/1905): 320-323 [No están digitaliza- (Editores). Cambridge, Indianapolis: Hackett Publishing Co., 2007. 269-274. Traducción de
das las páginas 309-324]; II/12 (mar 1/1905): 369-371. Sin firma. Digitalizado BNC. Marie Louise Pratt.
“Consejos a las mujeres. La soberanía de la mujer en su casa”. Lecturas para el Hogar I/1 “Mission of the Woman Writer in Spanish America”, en: Rereading the Spanish American
(mar 1/1905): 63-64; I/2 (abr 1/1905): 122-123; I/3 (may 1/1905): 183-186; I/4 (jun 1/1905): 250- Essays. Translations of 19th and 20th Century Essays. Doris Meyer (Editora). Austin: Uni-
255 [La revista ubica este artículo en la sección “Consejos a las mujeres”, pero se trata versity of Texas Press, 1995. 71-76. Traducción de Marie Louise Pratt.
de un escrito acerca de la obra de beneficencia “Infancia Desamparada”]; I/6 (ago 1/1905):
373-375. Sin firma. Digitalizado BNC.
“Consejos a las mujeres”. La Familia II/9 (ene/1885): 542. La nota de pie de página infor-
ma: “Extractado de las Conferencias a las madres cristianas, por el abate Carlos Gay”. Sin
firma. Digitalizado BNC.
“Consejos a las señoritas a su entrada en el mundo”. El Domingo de la Familia Cristiana
I/31 (oct 20/1889): 75-77. Firmado: “S. A. de S.”. Digitalizado BNC.
“Consejos a las señoritas en su entrada al mundo”. La Mujer I/7 (dic 15/1878): 152-153. Fir-
mado: “S. A. de S.”. Digitalizado BNC.
“Lo que piensa una mujer de las mujeres”. La Mujer I/1 (sep 1/1878): 16.
Consejos a las mujeres; consejos a las señoritas, seguidos de los consejos a las madres y cartas
52 53

Bibliografía citada

“Hechos diversos”. Diario de Cundinamarca XV/3422 (jul 11/1884): 202.


“La Biblioteca de Señoritas”, Biblioteca de señoritas II/38 (ene 8/1859): 1.
Acevedo de Gómez, Josefa. “Autobiografía de doña Josefa Acevedo de Gómez”, en: Ojeda
Avellaneda, Ana Cecilia; Serrano Gómez, Rocío; y Martínez Carreño, Aida. Josefa Acevedo
de Gómez. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander - Dirección Cultural, 2009.
Espinosa de Rendón, Silveria. “Destino de la mujer sobre la tierra”. El Mosaico 8 (1859): 57.
_____ Consejos a Angélica. Obra dedicada a las niñas cristianas. Bogotá: Imprenta de Sil-
vestre y Compañía, 1887..
Kastos, Emiro. “Algo sobre las mujeres”, en: Artículos escogidos. Bogotá: Biblioteca Banco
Popular, 1972. 175.
Leroy-Beaulieu, Paul. Le travail des femmes au dix-neuvième siècle. Paris: Charpentier et Antología de texto
Cie. Libraires-Éditeurs, 1873.
Muloch, Dinah Maria. A woman’s thoughts about women. London: Hurst and Blackett, Publi-
shers. Successors to Henry Colburn, 1858.
Pilar Segura de Casas [Seudónimo]. “La misión de la madre de familia”. El Iris I/8 (sep
16/1866): 113-114.
Rada y Delgado, Juan de Dios. Mugeres [sic] célebres de España y Portugal. Barcelona: Casa
Editorial de Víctor Pérez, 1868. 2 volúmenes.
Rousseau, Juan Jacobo. Emilio. Madrid: Biblioteca Edad, 1978.
Samper, José María. Derecho público interno de Colombia. Historia crítica del derecho cons-
titucional colombiano desde 1810 hasta 1886. Bogotá: Imprenta de “La Luz”, 1886.
Smiles, Samuel. Self-Help with Illustrations of Charac¬ter and Conduct. London: John Mu-
rray, Albemarle Street, 1859.
Vergara y Vergara, José María. “Consejos a una niña”, en: Las tres tazas y otros cuadros.
Bogotá: Biblioteca Aldeana Colombiana, 1936.
54 55

Transcripción 7. Apartes de “Emilia, Matilde y Leonor (Confesiones de tres mujeres).


Novela psicológica”. Tachado el subtítulo “El bosquecillo de las con-
fidencias”. [Novela inédita] Firmado: “Soledad Acosta de Samper”. Fe-
chada en “Los Nogales”, enero de 1879. 21, 4 x 16,7. 85 f. Ms. FSAS-023.
Transcripciones
Transcripción 8. “La mujer en la política”. La Mujer V/59-60 (may 15/1881): 285-287.
Firmado: “S. A. de S.”. Reproduce un artículo escrito para un perió-
Transcripción 1. Apartes del manuscrito del “Diario de Soledad Acosta desde octubre dico “ahora algunos años” [que no se ha localizado] y reproducido en:
Lecturas para el hogar 1/12 (mar 1/1906): 381-384.
1853 hasta 30 de enero 1854. Bogotá”. /f167; /f176-/f177. Ms. FSAS-
01_pza6.
Transcripción 9. Apartes de “La educación de las hijas del pueblo. El trabajo de las
Transcripción 2. “Prólogo inevitable”, en: “Revista parisiense”. Biblioteca de Señoritas mujeres en el siglo XIX. Obra escrita en francés por Pablo Leroy Beau-
II/38 (ene 8/1859): 1-2. Firmado: “Andina”. Fechado: “París, 15 de no- lieu. (Coronada por la Academia de ciencias morales y políticas de
viembre de 1858”. Francia. Primer artículo”. La Mujer III/25 (oct 1/1879): 15-19. Firmado:
“S. A. de S.”
Transcripción 3. “Misión de la mujer”, en: “Cuadros y artículos”. Maqueta de futura
publicación en volumen empastado. Dice en el lomo: “S. A. de S.”. Sin “¿En qué debe ocuparse la mujer?” La Familia I/4 (ago/1884): 227-228.
catalogación. f/36-/f37. Firmado: “Aldebarán”. Sin fecha. Transcripción 10.
Firmado: “Soledad Acosta de Samper”. Fechado: “Bogotá, 12 de julio de
1884”.
Transcripción 4. “Misión de la mujer”. El Valle [San José de Cúcuta] II/23 (ene 28/1870):
1. Firmado: “Aldebarán”. Fechado: “Bogotá, 1869”. Transcripción 11. “I [Página introductoria]”, en: “Misión de la mujer en la época actual”.
La Familia I/1 (may/1884): 34. Firmado: “Soledad Acosta de Samper”.

Transcripción 5. “Prólogo”, en: “Estudios históricos sobre la mujer en la civilización”. “Misión de la escritora en Hispanoamérica”. Colombia Ilustrada 8 (oct
La Mujer I/1 (sep 1/1878): 2-4. Firmado: “S. A. de S.”.
15/1889): 129-132.

Transcripción 12. “Misión de la escritora en Hispanoamérica”. Colombia Ilustrada 8 (oct


Transcripción 6. Apartes de “Elisa o los Corazones Solitarios. (Novela Psicológica) por
Aldebarán, 1876”. [Novela inédita]. Firmado: “Aldebarán”. Fechado: 15/1889): 129-132.
“1876”. 21,6 x 17. 156 /f. Ms. FSAS-012.
56 57

Transcripción 13. Apartes de “Aptitud de la mujer para ejercer todas las profesiones”,
en: Memorias presentadas en congresos internacionales que se reunie- 1
ron en España durante las fiestas del IV centenario del descubrimiento de
“Diario de Soledad Acosta desde octubre 1853 hasta 30 de enero 1854. Bogotá”
América en 1892. Chartres: Durand, 1893. 73-84.
Apartes

Transcripción 14. “Introducción”, en: La mujer en la sociedad moderna. Paris: Casa Edito- Del manuscrito del “Diario de Soledad Acosta desde octubre 1853 hasta 30 de enero 1854.
rial Garnier Hermanos, 1895. vii-xi. Bogotá”. El manuscrito se conserva en el “Fondo Soledad Acosta de Samper” de la Bi-
blioteca José Manuel Rivas Sacconi del Instituto Caro y Cuervo, sede Yerbabuena, Bogo-
tá. FSAS-01_pza6. /f167; /f176-/f177.
Transcripción 15. “La mujer en Inglaterra”. El Domingo II/19 (jun 11/1899): 328-330. Fir- Digitalizado en Biblioteca Nacional de Colombia:
mado: “S. A. S.”. http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/57897/0

Transcripción 16. “La soberanía de la mujer en su casa”, en: “Consejos a las mujeres. Lec- ¿Para qué me hizo Dios inteligente? ¡Para qué todos mis sentidos si no han de servir para
turas para el hogar I/1 (mar 1/1905): 63-64; I/3 (may 1/1905): 183-186.
el bien de mi alma y de la humanidad! ¿Pero qué puede hacer una mujer? Mi conciencia
me contesta: si no puedes hacer obras nobles, hechos dignos de memoria por tu sexo y tu
corta inteligencia, puedes hacer la felicidad de las personas que te rodean” (/f167).
Transcripción 17. “La mujer en la política”. Lecturas Para el Hogar 1/12 (mar 1/1906): 381-
384. Sin firma. Digitalizado BNC: ¡Yo quisiera ser Carlota Corday, la verdadera heroína que vendió su vida por hacer al-
gún bien a la patria! Cambiaría con entusiasmo una larga vida de quietud y lo que llama
el vulgo felicidad por vivir recordada como la Pola Salavarrieta. Esto sí, esto llamo yo
Transcripción 18. “La soberanía de la mujer en su casa”. El Faisán [Aránzazu, Caldas] 1/4 vivir.
(feb 22/1913): 1. ¡Pero adónde está la fama de patriota! ¡Ay de mí, que la patria ya no reconoce héroes!
¡Servir a su patria! ¡Qué entusiasmo se apodera de mí al oír estas palabras! ¿Pero yo qué
puedo hacer? ¡Mujer! Sí, ¡podría hacer algo! ¡Pero dónde está el genio, el talento que se
necesita para tan santa misión!
¡Dios me ha concedido bastante entendimiento para conocer la necesidad del talento,
para saberlo apreciar! ¡Para admirarlo! ¡Pero aquella admiración sublime que viene del
cielo para llenar de felicidad a los que tienen la dicha de oírla!, ¡la elocuencia! [.. ] ¡Y el
talento me lo ha negado el Ser Supremo, dispensador de todas las dichas del mundo! Quién
sabe cuál será mi misión sobre la tierra (/f176-/f177).

58 59

esposo, del hijo y del sirviente doméstico, empleando con perseverante asiduidad, como
2 medios infalibles, la piedad, la religión, el amor, la dulzura, la paciencia, el consejo, y
“Prólogo inevitable”
sobre todo el ejemplo personal. Por último, agradar a todo el mundo, con mesura y dis-
cernimiento según las situaciones a fuerza de gracia, de previsión, de arte, de exquisitas
delicadezas, de todo lo que pueda llenar estos dos objetos: crear dulces compensaciones de
En: “Revista parisiense”. Biblioteca de Señoritas II/38 (ene 8/1859): 1-2. Firmado: las penas de la vida; y pulir las asperezas de la sociedad con el ejemplo del buen gusto
“Andina”. Fechado: “París, 15 de noviembre de 1858”. y una benéfica seducción.
Digitalizado en Biblioteca Nacional de Colombia: Es así como yo he podido comprender el destino de la mujer en la sociedad. Si acaso me
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/search/asset/191005 equivoco, que la buena intención me valga.
Pero vengo a mi propósito. Los hombres se afanan en construir ferrocarriles, telégra-
¿Cuál es la misión de la mujer? Francamente os diré que, no obstante un sentimiento de fos y vapores; fundan fabricas y especulaciones; discuten los intereses más altos de la
profunda gratitud que me anima, no estoy de acuerdo con los filántropos generosos que sociedad, e impulsan el mundo vigorosamente. Eso les está muy bien, y yo los bendigo. Y
halagando poéticamente nuestra vanidad, solicitan la emancipación de la mujer y aspi- nosotras las mujeres, ¿qué haremos para cumplir la tercera parte de nuestro programa,
ran nada menos que a convertirnos en ciudadanas y legisladoras, y hasta en funcionarias que es agradar? Tenemos que cultivar nuestro corazón, nuestro espíritu, nuestra persona
públicas, a riesgo de que, mientras estamos sufragando (o más bien naufragando) en las bajo todas sus condiciones para hacerla tan bella, tan agradable, tan seductora como sea
urnas, los chicos se arañen en la casa unos a otros, las criadas le metan fuego a la cocina, posible. Es así como podemos ejercer, no nuestro imperio, sino nuestra influencia; pero una
la despensa caiga en pleno comunismo, y el bello sexo se vuelva feo en las luchas y los influencia, que sea palpable y eficaz sin hacerse sentir, es decir, sin afectar con dureza
estrujones de la plaza pública. No veo la necesidad de que nos emancipen, como tampoco ninguna susceptibilidad.
me parece conveniente que nos pongan en estado de sitio. Y para eso necesitamos estudiar, aprender y practicar el arte de la elegancia, y adquirir
Lo único que pido es que nos dejen ser mujeres. ¿Acaso preguntareis los que somos? El tanto como nos sea posible la noción y el sentimiento del buen gusto, tal como el estado
sexo fuerte suele decir en sus momentos lúcidos que somos “ángeles adorables, consuelo de la sociedad lo reconoce, relativamente. De aquí la necesidad de leer o de ver todo lo
de la vida”, etc. Pero yo tengo mis sospechas de que otras veces y en confianza suelen lla- que se refiere al canto, la danza, la música, la poesía, la pintura, la escultura, la moda
marnos por nombres poco galantes, y en cuanto a nuestro carácter angelical no me hago (en su acepción más lata), los teatros, la crónica, el romance, el bordado y cuanto puede
ninguna ilusión. Convengamos, pues, en una cosa muy sencilla: que así como los hombres conducir a darnos la gracia y el pulimento que nos aseguran el puesto de honor en los
no son más que un conjunto de cualidades y defectos, las mujeres igualmente poseen el círculos donde se trata de especulaciones, de ciencias o de asuntos de gobierno.
don de hacer feliz o desgraciada a su familia, y ambos sexos deben estudiarse mutuamente Estudiemos, pues, el arte de embellecernos, que no es como piensa el vulgo, el de coque-
para seguir en armonía la senda de la vida. tear, pintarnos y hacer ostentación de vanidades, sino el de ser agradables, sencillamen-
¿Cuál es, pues, nuestra misión? Conservar, educar y agradar. De estas tres funciones, las te, y esparcir en la sociedad un perfume de amor, de bondad y de alegría, que encierre
dos últimas corresponden a las señoritas, pero en más alto grado la tercera. Es solo a la siempre aunque sea un átomo de bien para los demás y para nosotras mismas.
madre de familia que pertenece el privilegio de ejercerlas todas tres. Conservar el honor [.. ]
de la familia, la fortuna del esposo, la salud física y espiritual de todos los que viven Andina
bajo el hogar, los hábitos de beneficencia y caridad, el orden doméstico, el culto del amor  
y el deber, las relaciones sociales, etc. Educar el corazón del esposo y el espíritu del
60 61

espíritu de sus hijos, infundiéndoles hábitos de orden y amor a la ocupación, sin lo cual
3 no serán nunca honrados ni felices, y por último agradar a todos, ganándose los corazo-
“Misión de la mujer”
nes a fuerza de gracia, previsión, arte, buen gusto y tacto.
Este es el deber y el destino de la mujer en la sociedad: es decir que le toca la parte
más noble y más bella. Los hombres se afanan en los negocios públicos, en fundar espe-
culaciones, en trabajar visiblemente impulsando el progreso del mundo: en resumen la
En: “Cuadros y artículos”. Maqueta de futura publicación en volumen empastado. Firmado: parte material de la vida. Las mujeres cultivando su corazón, embelleciendo su espíritu,
“Aldebarán”. Sin fecha. Se conserva en la Biblioteca de la Academia Colombiana de la serán la vida, serán el centro puro del hogar doméstico. Así será como podremos ejercer,
Lengua. Sin catalogación. f/36-/f37. no nuestro imperio, lo que no debemos ambicionar y es ilusorio, sino nuestra influencia;
Digitalizado en Biblioteca Nacional de Colombia: pero nuestra influencia eficaz que no debe hacerse sentir, procurando no lastimar ninguna
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/57882/0 susceptibilidad ni vanidad de las personas que nos rodean.
La mujer puede y debe ser la que cuida el fuego sagrado de la poesía de la vida, no ha-
¿Cuál es la misión de la mujer? Diré francamente que, no obstante el sentimiento de blamos de la poesía rimada, por decirlo así, sino de aquel sentimiento de lo bello, de lo
gratitud que me anima, no estoy de acuerdo con los generosos filántropos que halagan- grande, de lo bueno, que le toca a ella conservar y hacer nacer en los corazones que la
do poéticamente nuestra vanidad, solicitan la emancipación de la mujer y aspiran nada rodean.
menos que a convertirnos en ciudadanas y legisladoras, y hasta en funcionarias públicas, ¡Sursum corda! Elevemos nuestros corazones, elevemos nuestras almas, elevemos nues-
a riesgo de que, mientras estamos sufragando (o más bien naufragando) en las urnas, los tros pensamientos, y veremos que nuestro círculo aceptará el ejemplo, y la sociedad se
chicos se arañen en la casa unos a otros, las criadas incendien la cocina, la despensa fortalecerá y seguirá la senda del deber, de la virtud, del saber y de la ilustración. La
caiga en pleno comunismo, y el bello sexo se vuelva feo en las luchas y los estrujones de futura grandeza de nuestra patria está indudablemente en manos de la mujer colombiana;
la plaza pública. que ella comprenda su verdadera misión y eso bastará para salvar la República y hacer
No veo la necesidad de que nos emancipen, como tampoco me parece conveniente que nos la felicidad de la nación entera.
pongan en estado de sitio. Lo único que pido es que nos dejen ser mujeres. ¿Acaso pregunta- Aldebarán
reis los que somos? El sexo fuerte suele decir en sus momentos lúcidos que somos “ángeles  
adorables, consuelo de la vida”, u otras dulzuras por el estilo; pero tengo mis sospechas
de que otras veces nos califican con nombres menos tiernos, y en cuanto a aquello de que
somos ángeles, hurís, etc., no me hago muchas ilusiones y dudo de que lo crean en reali-  
dad. Vale más estudiarnos mutuamente para comprendernos, que esperar elogios que no
merecemos tal vez.
¿Cuál es, pues, nuestra misión?
Conservar, educar y agradar. A las madres de familia pertenece el privilegio de conservar
el honor de la familia, la fortuna del esposo, la salud física y espiritual de todos los
miembros de la familia, empleando con perseverante asiduidad, como medios infalibles, el
consejo prudente, la religión, el amor, la dulzura y la paciencia. Educar el corazón y el
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a fuerza de gracia, previsión, arte, buen gusto y tacto.


4 Este es el deber y el destino de la mujer en la sociedad: es decir que le toca la parte
“Misión de la mujer”
más noble y más bella. Los hombres se afanan en los negocios públicos, en fundar espe-
culaciones, en trabajar visiblemente impulsando el progreso del mundo: en resumen la
parte material de la vida. Las mujeres cultivando su corazón, embelleciendo su espíritu,
serán la vida, serán el centro puro del hogar doméstico. Así será como podremos ejercer,
El Valle [San José de Cúcuta] II/23 (ene 28/1870): 1. Firmado: “Aldebarán”. Fechado: El Valle
no nuestro imperio, lo que no debemos ambicionar y es ilusorio, sino nuestra influencia;
“Bogotá, 1869”.
pero una influencia eficaz que no debe hacerse sentir, procurando no lastimar ninguna
susceptibilidad ni vanidad de las personas que nos rodean.
La mujer puede y debe ser la que cuida el fuego sagrado de la poesía de la vida, no ha-
blamos de la poesía rimada, por decirlo así, sino de aquel sentimiento de lo bello, de lo
¿Cuál es la misión de la mujer? Diré francamente que, no obstante el sentimiento de gra- grande, de lo bueno, que le toca a ella conservar y hacer nacer en los corazones que la
titud que me anima, no estoy de acuerdo con los generosos filántropos que halagando poé- rodean.
ticamente nuestra vanidad, solicitan la emancipación de la mujer y aspiran nada menos ¡Sursum corda! Elevemos nuestros corazones, elevemos nuestras almas, elevemos nuestros
que a convertirnos en ciudadanas, legisladoras, y hasta en funcionarias públicas, a riesgo pensamientos, y veremos que nuestro círculo aceptará el ejemplo, y la sociedad se forta-
de que, mientras estamos sufragando (o más bien naufragando) en las urnas, los chicos se lecerá y seguirá la senda del deber, de la virtud, del saber y de la ilustración.
arañen en la casa unos a otros, las criadas incendien la cocina, la despensa caiga en ple- La futura grandeza de nuestra patria está indudablemente en manos de la mujer colom-
no comunismo, y el bello sexo se vuelva feo en las luchas y disgustos de la plaza pública. biana; que ella comprenda su verdadera misión y eso bastará para salvar la República y
No veo necesidad de que nos emancipen, como tampoco me parece conveniente que nos hacer la felicidad de la nación entera.
pongan en estado de sitio. Lo único que pido es que nos dejen ser mujeres. ¿Acaso pregunta- Bogotá, 1869
reis los que somos? El sexo fuerte suele decir en sus momentos lúcidos que somos “ángeles Aldebarán
adorables, consuelo de la vida”, u otras dulzuras por el estilo; pero tengo mis sospechas  
de que otras veces nos califican con nombres menos tiernos, y en cuanto a aquello de que
somos ángeles, hurís, etc., no me hago muchas ilusiones y dudo de que lo crean en reali-
dad. Vale más estudiarnos mutuamente para comprendernos, que esperar elogios que no
merecemos tal vez.
¿Cuál es, pues, nuestra misión?
Conservar, educar y agradar. A las madres de familia pertenece el privilegio de conser-
var el honor de la familia, la fortuna del esposo, la salud física y espiritual de todos los
miembros de la familia, empleando con perseverante asiduidad, como medios infalibles, el
consejo prudente, la religión, el amor, la dulzura y la paciencia. Educar el corazón y el
espíritu de sus hijos, infundiéndoles hábitos de orden y amor a la ocupación, sin lo cual
no serán nunca honrados ni felices, y por último agradar a todos, ganándose los corazones
64 65

una esperanza frustra otra esperanza, un deseo otro deseo; cuando los afectos se oponen
5 mutua resistencia, y cuando las más brillantes ilusiones se disipan como los ensueños de
“Estudios históricos sobre la mujer en la civilización” una noche”.
“Prólogo” En los estudios que nos proponemos seguir aquí, procuraremos delinear, siquiera de paso,
la marcha de las diferentes civilizaciones que se han manifestado sobre la haz de la tie-
“Prólogo” a la serie “Estudios históricos sobre la mujer en la civilización”. La Mujer I/1 rra, y que tienen algún lazo con la nuestra, fijándonos particularmente en la influencia
(sep 1/1878): 2-4. Firmado: “S. A. de S.”. buena o mala que haya tenido la mujer en el progreso, poderío, bienestar y decadencia
Digitalizado en Biblioteca Nacional de Colombia: de las naciones.
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/162106 En todas las historias que hasta ahora se han escrito solo vemos la historia de la par-
te masculina de la humanidad y en ellas se pasa por alto casi siempre la parte, a veces
“El estudio de la historia, dice Legouvé”1, debe ponerse en primera línea en la educación importantísima, que ha tenido la mujer, directa o indirectamente, en el progreso o ruina
de la mujer”. Esta es la verdad; sin la ciencia histórica, sin el conocimiento de lo que de las sociedades. No queremos decir por esto que no se hayan escrito innumerables bio-
hicieron las pasadas generaciones, la mujer no podrá jamás ejercer una influencia pro- grafías de mujeres antiguas y modernas, en todas sus fases; que no pululen en todos los
vechosa y legítima sobre la sociedad que la rodea. Dios le ha dado una gran misión: la idiomas muchísimas obras acerca de la vida física, moral e intelectual de la mujer; pero
de inspirar y conservar en el corazón humano el sentimiento de la virtud y de la más no hemos visto hasta ahora ninguna historia que la examine en el punto de vista en que
delicada moral, sin lo cual las sociedades se corrompen y las naciones se pervierten y nos proponemos hacerlo aquí.
aniquilan. Siendo nuestra tarea tan ardua y trabajosa, y careciendo, como carecemos, de las luces
La mujer necesita, para llevar a cabo esta grande y sublime misión, una instrucción moral y los conocimientos necesarios para un objeto tan elevado, suplicamos a los lectores que
muy sólida y una virtud muy acrisolada; por consiguiente, nada hay más adecuado a su no miren tanto a la manera como ponemos manos a la obra sino a la buena intención que
espíritu que los estudios históricos. “Aun cuando la historia (dice Cantú2 en su admira- nos anima y al ardiente deseo que tenemos de contribuir en algo al bien de nuestras
ble discurso acerca de la Historia universal) no produjese otro bien sino el de mitigar compatriotas.
el cobarde egoísmo, gangrena de la sociedad moderna, e impulsarnos a una generosidad Con la Historia en la mano recorreremos rápidamente la parte que ha tenido la mujer en
activa y consoladora, indudablemente su importancia sería grande”. Las mujeres se ven a la civilización*3 y con hechos demostraremos cuán necesario es para las naciones que la
menudo combatidas por secretos desengaños y disgustos que diariamente asaltan su cora- mujer se manifieste y sea no solamente virtuosa y buena, sino digna, instruida, enérgica
zón, y entonces no tienen otro asilo, sino el tratar de buscar fuera de lo presente algo y respetable. Probaremos que la mujer es más culpable cuando no se resiste al mal y es
que distraiga sus penas y consuele sus almas. Volviendo al mismo autor, encontramos débil e ignorante, que cuando comete crímenes; pues las criminales son naturalmente des-
estas palabras que elucidan nuestra idea: “¡Y cuán útil no es la historia para lograr la preciables y despreciadas por todos los hombres, en tanto que las débiles e ignorantes,
armonía de la razón con la inteligencia y la imaginación; armonía en que estriba tanta que no comprenden el mal, dan alas a los perversos y autorizan los malos procedimientos
parte de la felicidad! Ella es la que llenando el vacío desconsolador de afectos reales, de los depravados.
da noble objeto de ocupación al amor y la admiración, que ignorados y mal comprendidos, “La vida es lucha”, ha dicho un grandes escritor y la vida de la mujer no consiste sino
ocasionan tantos tormentos. La activa fuerza que derrumba imperios y destruye institu- en secretas y calladas luchas desde que tiene uso de razón: luchar para vencer los ma-
ciones en apariencia, ofrece un consuelo al hombre, cuando en el transcurso de su vida les que la rodean; luchar para comprender la vida; luchar para instruirse; luchar para
1 Parece referirse al escritor francés Ernest Legouvé (1807-1903) considerado precursor del feminismo por sus 3 * La idea fundamental de la palabra civilización es la del progreso y el desarrollo: es decir, el perfecciona-
escritos en defensa de la educación de las mujeres. miento de la vida civil, el desarrollo de la sociedad propiamente dicha, de las relaciones de los hombres [grafía
2 Se refiere al historiador italiano César Cantú (1807-1895). ilegible] (Véase Historia de la civilización en Europa de Guizot).
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resignarse a su suerte; luchar para domar sus naturales inclinaciones… Y hoy día, sobre no hay duda que olvidaríamos las contiendas del momento presente, los desengaños de
todo, debemos luchar sin tregua ni descanso para no dejarnos arrastrar por la flori- ambición personal y de partido, y no nos afligiríamos al contemplar nuestros pequeños
da y amena vía que nos indican los autores de las obras corruptoras y perniciosas que temores y pequeñas esperanzas”.
inundan nuestra sociedad. Debemos a todo trance huir de aquellas falsas ideas con que En resumen, creemos con Legouvé que la Historia es el estudio más interesante que puede
algunos hombres nos quieren degradar y envilecer, halagando las vanidades propias del hallar la mujer para solazarse y distraer su ánimo. Así, suplicamos a nuestras compa-
sexo femenino, lisonjeando las malas inclinaciones inherentes a la naturaleza humana, y triotas que protejan nuestra empresa y procuren acompañarnos en nuestros estudios con
procurando ensalzar aparentemente a la mujer para dominarla y corromper su espíritu buena voluntad. Si en un principio os pareciere el asunto árido y fastidioso, no culpéis
con ideas erróneas y culpables principios. por eso a la ciencia que nos ocupa, sino al inhábil historiador que no es capaz de cap-
El único medio que hay en el mundo para corregir los males que resultan de esa lite- tarse vuestra atención; pero cobrad paciencia, que a medida que entremos mejor en ma-
ratura corruptora, veneno que penetra sin sentirse en todos los hogares, especie de tifo teria, introduciremos en las narraciones anécdotas verídicas e historietas interesantes,
social que se respira en el aire mismo que nos rodea; el único remedio para esta enfer- ilustrativas, de las épocas que tratemos de pintar. Además, no se crea que pretendemos
medad es hacer penetrar mucha instrucción en el espíritu de la mujer; abrir las ventanas jactarnos de historiadores, sino de simples estudiantes en la materia, y proveedores de
de la inteligencia femenina para que penetre en ella mucha luz, pero luz benéfica y no la ella en cuanto esté a nuestro alcance. Ya que otras personas más competentes no se han
luz devoradora de los llamados emancipadores y partidarios de los derechos de la mujer tomado la pena de señalar el camino de esta ciencia a las mujeres de la patria colombia-
—--filosofillos de una escuela de sofistas—-- porque eso que llaman luz no es sino llama que na, se nos perdonará tamaño atrevimiento, en obsequio de las buenas intenciones y sanos
quema y ofusca, pero que no instruye en realidad, ni produce otra cosa sino el descon- deseos que nos animan. Cicerón llamaba la Historia la maestra de la vida; permitidnos
tento, la desilusión y la desgracia. recomendárosla como tal.
“La fuerza moral en la mujer (dice Carolina de Barrau*4 ) se desarrolla con la educación Para concluir, nos atrevemos a citar un autor de mucha importancia: aqueste piensa que
y la instrucción, es decir, con el acopio de conocimientos útiles; estos le procuran medios en manos de la mujer está la suerte de las naciones.
para cumplir con sus deberes diarios y preferir el bien a todo en la vida”. Y entre todos “Todavía (dice el señor Rada y Delgado6) y a pesar de la gran revolución que en el desti-
los estudios agradables, ¿cuál podría serlo más que la historia, que se dirige directamen- no de la mujer produjo el civilizador cristianismo, la compañera del hombre no ha llegado
te a la viva imaginación de la mujer? Allí encontrará ella un ancho campo donde sacar a la plenitud de su incontrastable importancia en la sociedad; y es necesario que la mujer
a lucir las más bellas facultades del alma femenina y despertar en esta aquella innata aprenda de otras mujeres cuán altos son su fin y su destino, para que pueda realizarlos”.
curiosidad que Dios puso en la mujer, no para emplearla en futilezas, sino para inspirarle S. A. de S. 
el deseo de saber e instruirse en todo lo bello y los bueno.
¡Cosa rara!, en nuestro país la ciencia que menos se estudia, enseñada tan superficialmente
en los colegios que podría decirse que no se enseña, es la Historia: no hablamos solamente
de los colegios femeninos, sino también de los masculinos. ¿Por qué es esto? Lo ignora-
mos. Sin embargo, dice Agustin Thierry**5 : “No sé si me equivoco, pero creo que nuestro
patriotismo ganaría mucho en pureza y en firmeza, si el conocimiento de la historia se
hiciera más popular entre nosotros. Al echar una mirada retrospectiva sobre la larga 6 Se refiere al escritor español Juan de Dios Rada y Delgado (1827-1901) y probablemente la cita es de su libro
serie de siglos en que vivieron nuestros abuelos, y hacia lo porvenir de nuestros nietos, Mugeres [sic] célebres de España y Portugal. Barcelona: Casa Editorial de Víctor Pérez, 1868. 2 volúmenes.
4 * “La mujer y la educación”.
5 ** Cartas sobre la historia de Francia.
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dos] que yo poseía su afecto y su persona pero que él era incapaz de amar como yo me lo
6 figuraba; y cuando me persuadí de esto no diré lo que sufrí… Comprendí que yo sería para
“Elisa o los corazones solitarios (Novela Psicológica)” él la tierna madre de sus hijos a quien profesaría grandísimo respeto a sus cualidades,
Apartes por quien daría abnegado su vida, pero que yo jamás conquistaría su alma. Repito que
aquello me dolió en el fondo del alma, pero al fin el Todopoderoso me ha oído… no pedí
“Elisa o los corazones solitarios. (Novela Psicológica)”. [Novela inédita]. Firmado: sino a [/f146] nuestra santa Religión el consuelo que tanto necesitaba y puedo decirlo
“Aldebarán”. Fechado: “1876”. 21,6 x 17. 156 /f. El manuscrito se conserva en el “Fondo con sinceridad no solamente me encuentro resignada sino satisfecha y no pido ni deseo
Soledad Acosta de Samper” de la Biblioteca José Manuel Rivas Sacconi del Instituto Caro más, sino el apacible cariño de mi esposo y el amor de mis hijos. Para la mujer el amor es
y Cuervo, sede Yerbabuena, Bogotá. FSAS-012. . el fondo de la vida, la tela que sirve para bordar su existencia, para el hombre no hay
Digitalizado en Biblioteca Nacional de Colombia: amor como el que nosotras comprendemos.
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/57931/0 Después de esta franca confesión no puedo decirte sino que medites en lo que te he confia-
do y no diré que me imites, pues esto sería demasiado orgullo, sino que procures apoyarte
. . [/f143] La carta que incluía Virginia era la siguiente que transcribimos: en algo que no sea humano y elevar a Dios tus miradas, las que no serán perdidas, pues
“Muy amada Elisa mía: él se complace en proteger al que se apoya en él y se conforma con su voluntad.
Tu carta no me ha sorprendido aunque tú te lo figuraste así. Aunque ausente, yo com- Me tienes pues, querida amiga a la disposición, ocúpame en lo que necesites por estos
prendía tus sufrimientos y temblaba ante el [/f144] peligro que yo descubrí tanto en tus mundos. Escríbeme con frecuencia y recibe el corazón de tu inalterable amiga.
propias cartas como en las de Clemencia, quien jamás dejaba de hablarme de ti con cierta Eloísa”
malevolencia, tal vez involuntaria, cuya causa he comprendido después… Sí, amiga mía,  
tú como yo, como todas las mujeres, buscamos primero la dicha en el amor de los maridos
que nos deparó la suerte. Virginia es la que mejor ha comprendido la misión verdadera
de la mujer, que consiste en encontrar la felicidad en su hogar sin tratar de buscar un
ideal que no existe en el mundo y para el cual no nacimos. Ella se ha contentando con
las apariencias y es feliz; tú trataste de idealizar una amistad que no podía ser pura en
ningún hombre, abandonando el verdadero y grande amor de un marido que lo manifesta-
ba en sus acciones, y no en palabras huecas y falsas como las de aquel que consideraste
como un ser diferente de todos los demás, hasta que hallaste que era de vil lodo… Yo…
pero de mí te hablaré con algunos pormenores y te haré una confesión que a nadie he
hecho y que la mereces en cambio de tus confidencias.
Recordarás que me casé cuando apenas había salido del convento y no había tenido ni
tiempo de visitar ni saber lo que es el mundo. Mi marido era un hombre encantador, de [/
f145] talento, de alta posición y rico, además yo lo admiraba y amaba ciegamente. Sin em-
bargo él no me amaba con pasión sino con tranquilo y tierno cariño, pero sin entusiasmo.
Yo luché mucho tiempo conmigo misma, antes de persuadirme de [varios renglones tacha-
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La más sublime, la más benéfica y provechosa del mundo: ¡la de cuidar, consolar, enjugar
7 el sudor de la angustia, sí! La de hacer olvidar las penas pasadas, haciéndole de la vida
“Emilia, Matilde y Leonor (Confesiones de tres mujeres). Novela psicológica” material un paraíso terrenal, de tal suerte encantador que no pueda sino bendecir a Dios
Apartes que le dio mujer prosaica, racional y buena; mujer sencilla, humilde y modesta, que no se
acuerda jamás que existieron poetas, que sea todo corazón y sentimientos de abnegación,
“Emilia, Matilde y Leonor (Confesiones de tres mujeres). Novela psicológica”. Tachado el que nada tenga de intelectual y no se meta jamás a juzgar en cosas que no la deben con-
subtítulo “El bosquecillo de las confidencias”. [Novela inédita] Firmado: “Soledad Acosta venir.
de Samper”. Fechada en “Los Nogales”, enero de 1879. 21, 4 x 16,7. 85 f. El manuscrito Iba a decir llena de dolorosa indignación, “¡sí la mujer ideal es la mujer de la ley de
se conserva en el “Fondo Soledad Acosta de Samper” de la Biblioteca José Manuel Rivas
Sacconi del Instituto Caro y Cuervo, sede Yerbabuena, Bogotá. FSAS-023.
Mahoma!” pero [/f56] comprendí que si me dejaba llevar por esas tristes y amarguísimas
emociones estaba perdida, medí con la mirada del espíritu la distancia que me separaba
Digitalizado en Biblioteca Nacional de Colombia: de Jorge, y por primera vez me convencí de que yo era la esposa elegida para vivir en
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/57918/0 su hogar, la madre de sus hijos, la señora de la casa, su mujer en fin, pero que su alma y
.[/f54] Durante el poco tiempo que duramos comprometidos yo era tan tímida y retraída la mía no hermanarían jamás!… ¡Acaso, amiga mías, esto no sucederá en la vida, porque la
que rara vez me había oído hablar. No fue sino como unos dos meses después de casada vida sería un paraíso y olvidaríamos a Dios!
que por primera vez me atreví a hablar a mi marido con alguna confianza. Cuando quise Matilde se calló durante algunos momentos, las otras dos imitaron su silencio: todas es-
hablarle del gusto que tenía por la poesía y las ideas románticas que pululaban en mi taban conmovidas.
mente, él trató aquello como un capricho pasajero y me dejó hablar sin escucharme, como —No podría explicarles cuál fue mi pena y mi hondísimo desengaño. A pesar de mi juven-
se hace con un niño mimado. Pero como yo insistiera en confiarle mis ensueños, me miró tud y mi poco mundo pude, sin embargo, contener mi dolor delante de Jorge. Él murió
con repentina severidad diciéndome que me dejara de niñerías y que tuviera entendido para mí desde aquel instante, y en su lugar encontré a otro, pero sin cesar lloraba a
que para él no había nada más odioso que una mujer leguleya y que gustara de poesías y solas sobre aquel ser ideal que amaba cuando me casé. No crean que mi pena duró una
otras cosas del mismo jaez. Añadió que mi principal cualidad para él había sido la senci- semana, un mes. ¡No! Cuatro años permanecí luchando conmigo misma, hasta que Dios en su
llez y mi educación poco esmerada, que antes de pretender a mi mano se había informado infinita misericordia me hizo hallar consuelo en él y en el seno de la Religión derramé
de mis gustos y propensiones, y lo que más le había llamado la atención en mí era mi aquel sobrante de amor ideal que colmaba mi alma hasta ahogarme. Pero no solamente [/
poca imaginación y la prosa de mis sentimientos, que en eso fundaba su futura felicidad. f57] hallé consuelo y resignación sino que aprendí a amar a mi esposo casi tanto como a
Así, confiaba que lo que acababa de decirle era una broma, pero había bromas que podían mi ideal. Aquello me hacía sufrir, sin embargo, porque aunque es fino, amable, complacien-
hacerse muy amargas. te, siempre fue retraído y metido dentro de sí mismo, nunca he tenido con él la menor
[/f55] El bello ideal de la esposa, para él, añadió, era aquella que pensaba sólo en las expansión, pues su seriedad me retrae, aunque, ¡cosa rara!, no sucede así con mi hijos, que
comodidades, el bienestar y la dicha de su esposo dentro de su hogar; aseguraba que el le aman y gustan estar con él más que conmigo. Poco a poco los quehaceres de una larga
idealismo en la mujer despertaba en ella mil curiosidades malsanas que la hacían inútil familia, la vida metódica que llevábamos (pues nuestra existencia, según lo quiere Jorge,
para cumplir con su misión. es casi tan rígida como la de un convento), los deberes que me he impuesto me han cal-
—¿Y cuál es su misión?, pregunté atónita y sorprendida al oírle hablar así, pues su acento mado y ya rara vez me acuerdo de mis pasadas angustias.
era irónico y amargo y parecía muy agitado.  
—¿Cuál es la misión de la mujer que ama a su esposo, preguntas?, contestó; ¡cuál ha de ser!
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los cuales reproducimos por parecernos que vienen al caso:


8 “Uno de los errores que más se han arraigado entre nosotros es el de que la mujer debe
“La mujer en la política” estar siempre retirada de la política de su patria, y este es el error que nos proponemos
rebatir, tratando de probar que no solamente el estado de corrupción política a que he-
mos llegado en Colombia proviene de la ninguna influencia que el elemento mujer tiene
“La mujer en la política”. La Mujer V/59-60 (may 15/1881): 285-287. Firmado: “S. A. de S.”.  en los negocios públicos, sino que si a esto no se le pone una inmediata enmienda bien
Reproduce un artículo escrito para un periódico “ahora algunos años” [que no se ha loca- pronto llegaremos al último grado de vileza y confusión.
lizado] y reproducido en: Lecturas para el hogar 1/12 (mar 1/1906): 381-384. Lejos de nosotros está la idea de abogar por la absurda emancipación de la mujer, ni
Digitalizado en Biblioteca Nacional de Colombia: pretendemos pedir que ella aspire a puestos públicos ni que se la vea luchando en tor-
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  no de las mesas electorales, no; esa no es su misión, e indudablemente su constitución,
su carácter y naturales ocupaciones no se lo permitirían jamás. Pertenece sin disputa
¿Deberán o no mezclarse las mujeres en la política? al hombre la parte material y visible del negocio público, pero quedaría a la mujer, si
Esta cuestión se debate hoy agriamente en Irlanda, nada menos que entre dos arzobispos ella quisiera, la parte más noble, la influencia moral en las cuestiones trascendentales y
católicos, el de Dublín y el de Cashel, y en verdad que semejantes discusiones entre dos fundamentales de la sociedad. El golpe de vista de la mujer inteligentes es generalmente
prelados, dos pastores de la Iglesia, trae turbados los ánimos. El arzobispo de Dublín dice claro y perspicaz, y por eso debería penetrar en los antros de la política para limpiarla
que no es propio de una mujer modesta y virtuosa andar por calles y plazas, rodeada y acrisolarla. Sin embargo, la prescindencia de que hace alarde y que distingue a nues-
del populacho, pronunciando discursos y ayudando en la agitación política. En esto tie- tras mujeres es tan notable que no titubeamos en imputar a este estado de cosas gran
ne gran razón, y por cierto que el papel que últimamente ha desempeñado en Europa es, parte de la degradación en que han caído los negocios públicos en Colombia, y no creemos
además de ridículo, profundamente odioso. exagerar al decir, puesto que es cosa reconocida, que toda sociedad se eleva y purifica
Una gran parte de los miembros de las sociedades secretas son mujeres. Y varias mujeres cuando en ella tiene influencia la mujer. La mujer no deberá injerirse en la cosa pública,
fueron las que prepararon las bombas que estallaron sobre el Zar produciéndole la muer- no deberá por supuesto mezclarse en las maquinaciones e intrigas que entre nosotros se
te. Una de estas ha sido arrestada, y los nihilistas han hecho saber al mundo que si por llama política, pero ella tiene el deber de comprender lo que quieren y a lo que aspiran
orden de Alejandro III esta mujer muere en el cadalso, en el acto el nuevo Zar pagará los partidos. Bastaría esto para salvar las buenas ideas, porque entonces indudablemente
la sentencia con su vida. ejercerían su influencia para hacer que muchos hombres hoy indiferentes a estas cuestio-
La infame comunista francesa Luisa Michel continúa haciendo de las suyas y en una junta nes, las estudiaran, y estudiándolas se penetrarían de que todo hombre honrado de una
reciente pronunció un discurso aplaudiendo el asesinato de los reyes y gobernantes. Dí- república tiene el deber de darse cuenta de lo que sucede en el gobierno de su patria.
cese que en Roma una mujer pidió audiencia al Santo padre para avisarle que ella sabía, República quiere decir gobierno de todos, pero entre nosotros ha mucho tiempo que sig-
por medio de una amiga afiliada en una sociedad secreta, que se preparaba una conspira- nifica solamente ministerio de pillos, de los audaces y de los que, sin pararse en medios,
ción para asesinar al Papa y a su primer Ministro. quieren conquistar los destinos lucrativos que ambicionan.
Todo esto es verdad en Europa, pero también cuántos bienes no resultan de una influen- Si las mujeres aprendieran a discernir entre lo que vale un buen ciudadano y lo despre-
cia sensata y racional de la mujer en la política, influencia pacífica y cuerda que muchas ciable que es un traidor a su patria, si no desterraran de sus conversaciones las ideas
veces produce grandes bienes. trascendentales y elevadas de la política, si no repugnaran aquellos asuntos que les pa-
Ahora algunos años publicábamos en un periódico de esta capital los siguientes párrafos, recen áridos, porque no los entiende, si tuvieran la abnegación de obligar a sus hijos a
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que tomasen parte en las elecciones y a sus esposos a que tomasen parte en los negocios pública es mal dirigido y perjudicial.
públicos, si fueran, en una palabra, las verdaderas compañeras de los hombres, como el Concluiremos apelando al buen sentido que distingue a la mujer para suplicarle que
elemento más puro de integridad y elevación de sentimientos, si no los empujaran (como procure abandonar el papel fútil que hasta ahora ha hecho en nuestra sociedad y con-
lo hacen muchas) por la vía del egoísmo cobarde, haciendo un dios del interés y del di- venciéndose de que la futura suerte de la República, es decir, la de sus familias, está
nero; si fueran el ángel de la conciencia en cada hogar, ¿quién duda que dentro de poco en gran parte en sus manos, se resuelva a darles un tono de elevación y dignidad a sus
se acabarían tantas intriguillas miserables, tantas ventas y compras descaradas de la ideas, lo que inspiraría a sus compañeros valor y energía para salvar esta pobre patria
conciencia y tantas vilezas que últimamente nos han obligado a avergonzarnos de ser amenazada de ruina total”.
colombianos? S. A. de S.
Sin embargo, repetimos que la falta de la influencia de las mujeres buenas en la política  
proviene de la ignorancia que en estas materias afectan tener las mujeres, olvidando
que su misión es eminentemente moral, y que no consiste tan solo en ser virtuosas y
económicas en su casa, y cuidar con esmero la parte material de la vida: su misión es
mucho más grande y mucho más digna, deben purificar la atmósfera moral de su hogar,
dar el tono a las ideas y un giro noble y elevado al carácter de su esposo y de sus hijos,
trabajando incesantemente para que cumplan con su deber, no solamente con respecto a
sus familias, sino como buenos ciudadanos que hagan honor a esta patria que nos legaron
nuestros abuelos.
Un hombre honrado no es solamente aquel que se ocupa exclusivamente en sus negocios
con integridad y no roba descaradamente, no; un hombre honrado es el que cumple siem-
prey en todo caso con sus deberes no solamente de hijo y padre de familia, sino con los
de buen ciudadano, impidiendo que se apoderen del gobierno sujetos despreciables que no
den garantías a la honra y a la dignidad de su patria. Una mujer debe amar mucho más
la honra de los suyos que a su vida; así, en lugar de impedir que en tiempos de revueltas
públicas expongan su vida para salvar la patria, deberían obligar a los hombres a cum-
plir con su deber de ciudadanos de un país libre. Diráse con razón, que entre nosotros,
cuando los partidos están muy excitados, y en tiempos de revolución, las mujeres necesa-
riamente toman una parte activa en las polémicas políticas, pero entonces ya la política
se convierte en cuestiones personales, y las mujeres se ocupan de aquello bajo ese punto
de vista, sin discernimiento ni verdadero sentido de justicia, inspiradas solamente por
aquel entusiasmo nervioso que distingue al sexo y por amor a sus familias comprometidas
en los acontecimientos. La influencia que ejercen entonces, es preciso confesarlo, es más
bien funesta, y en ninguna manera les dan buen giro a los sentimientos políticos, porque
no conociendo el fondo de las cuestiones, el resultado que tiene su injerencia en la cosa
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tión de partido, veamos lo que dice el autor del libro que deseamos presentar a nuestras
9 lectoras como muy digno de su atención.
“La educación de las hijas del pueblo. El trabajo de las mujeres en el siglo XIX. [.. ]
Obra escrita en francés por Pablo Leroy Beaulieu. (Coronada por la Academia de El trabajo manual, adecuado a sus fuerzas, y en el interior de su casa, siempre ha hecho
ciencias morales y políticas de Francia. Primer artículo” honor a la mujer, y sólo los que pretenden degradar al sexo femenino para pervertirlo
Apartes
han podido avanzar la idea de que la mujer no debe servir sino para adornar la casa de
“La educación de las hijas del pueblo. El trabajo de las mujeres en el siglo XIX. Obra
su esposo. La mujer del pueblo (y aun las de las clases elevadas) debería aprender siem-
escrita en francés por Pablo Leroy Beaulieu. (Coronada por la Academia de ciencias mo-
pre un oficio lucrativo, útil y que pudiera en todo tiempo darle con qué subsistir, para
rales y políticas de Francia. Primer artículo”. La Mujer III/25 (oct 1/1879): 15-19. Firma- que sepa que es libre y que no necesita absolutamente del trabajo del hombre. Ese es el
do: “S. A. de S.”. bello ideal de la civilización cristiana, en la cual el deber es el que impera y en donde
Digitalizado en Biblioteca Nacional de Colombia: la mujer es libre porque sabe trabajar con indepen¬dencia y hacerse respetar y honrar”.
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/162104 Esa es la verdadera libertad, la verdadera independencia, la del allma, porque esa nadie
nos la podrá quitar, ni las cadenas, ni el cautiverio, y esa es la mayor satisfacción que
Pensamos en una serie de estudios examinar con nuestras lectoras el muy interesante puede experimentar el ser pensador. ¿Y cuál es esa libertad del alma? El convencimien-
libro cuyo título encabeza este artículo. Aunque la obra no es nueva en Francia, puesto to de que no necesita de nadie para subsistir; que con el trabajo de sus manos o de su
que fue publicada en 1873, creemos que es desconocida entre nosotros y estamos seguras mente la mujer se vale por sí sola y puede hacerse respetar. Esa es la verdadera idea de
de que ninguna de nuestras lectoras lo ha leído. libertad que se debe inculcar a las mujeres: todo lo demás no conduce sino a su ruina y
¡El trabajo de las mujeres en el siglo XIX! Qué horizontes se presentan a nuestra vista a su perdición.
solo con la lectura de este título! La mujer, es decir, la madre de la humanidad, debe ser [.. ]
para el legislador, el político, el moralista, el filósofo, el estudio más interesante de este ¿No sería obra digna de la atención de los gobier¬nos el tratar de educar en las escuelas
siglo; siglo que tiende a sumirse en la ruina, que se precipita en un mar de desmorali- públicas, no señoritas cantatrices y sabias botánicas y físicas, sino honradas trabajadoras
zación y que no podrá levantarse del cieno y de la corrupción en que yace, sino por la que salieran de esos plan¬teles de educación sabiendo hábilmente un oficio como el de
influencia de la madre, que dará trabajadores para los campos de la verdad. bordar, hacer encajes, trabajar en obras de cos¬tura según las reglas del arte? [.. ] ¿por
La educación y el trabajo de la mujer del pueblo es un asunto muy importante en la ac- qué no podríamos unirnos algunos para fundar una sociedad promovedora de la ocupación
tual civilización. Habíase creído entre nosotros que la manera de elevar y dar felicidad industrial de la mujer?”.
a la mujer de las clases pobres era darle una instrucción intelectual, cultivando en ella  
ciencias y artes perfectamente inadecuadas para la vida que debe llevar en el mundo.
Dar ins¬trucción útil, dar buenos principios de moralidad, dar una religión que sirva de
freno a sus pasiones y consue¬lo a sus desgracias y darle una industria que le propor¬-
cione los medios para subsistir, he aquí el objeto racional que deberían tener en mira
todos los filántropos, los amigos del pueblo y los cristianos que desean ver en la patria
una población verdaderamente trabajadora, industriosa y moral.
Antes de entrar en esta cuestión ardiente, que en mala hora se ha convertido en cues-
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nuestros males sociales, no en nombre de una secta sino en el de la familia, que corre el
10 peligro de desaparecer en un cataclismo espantoso; cuando en favor de la moral pública
“¿En qué debe ocuparse la mujer?” condena el crimen en donde quiera que lo encuentra, y sin miedo señala los primeros
autores de los males públicos que nos aquejan hoy … entonces los que tanto han alabado
la emancipación de la mujer y la instrucción del sexo débil, levantan una grita y una vo-
“¿En qué debe ocuparse la mujer?”. La Familia I/4 (ago/1884): 227-228. Firmado:
cería atronadoras; entonces exclaman los mismos que han aplaudido antes que la mujer no
“Soledad Acosta de Samper”. Fechado: “Bogotá, 12 de julio de 1884”. debe ocuparse en aquellas ciencias que no entiende, que debe pensar tan solo en los que-
Digitalizado en Biblioteca Nacional de Colombia:
haceres de su casa, que su sola misión en el mundo es la de cuidar de su marido, pedacear
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/search/asset/160358 las medias de su familia y no averiguar los medios criminales de que se han valido los
fundadores de cierta escuela política para subir al poder y mantenerse en él. Entonces
Mucho han perorado los señores amantes del llamado progreso liberal acerca de la edu- se les olvida cuanto han dicho antes, y traen de los cabellos a su amigo Buckle7, y no
cación de la mujer y sin cesar la convidan a que tome parte en lo que ellos apellidan sólo llegan hasta encruelecerse (no será la primera vez) contra la mujer que se atrevió
banquete intelectual. Se ha invocado, en nombre de la emancipación del espíritu humano, la
a escribir historia, sino que sacan a colación a sus parientes y piensan ¡los infortunados!
libertad de educar a la mujer con tanta despreocupación como al hombre, y han preten- que con eso harán secar la pluma con que se ha atrevido a recordar ciertos hechos de la
dido abrirla todas las puertas del saber. Aplauden con estrépito a la mujer fiera como a historia de su patria, hechos verdaderos, documentados y a los cuales no pueden contes-
la moderna Luisa Michel, sucesora de Theroigne de Mericourt, Olimpia de Gouges y otras, tar sino con lo que ellos creen que son ofensas, pero ofensas que jamás podrán llegar al
y levantan en alto a la mujer cuyos escritos inmorales pueden corromper la sociedad. sitio en que se halla quien escribe estas líneas.
Pero temerosos de que la educación llegue a hacer alguna luz en las mujeres acerca de Soledad Acosta de Samper
aquello que ellos quieren dejar en la oscuridad, les cubren los ojos quitándolas el apoyo Bogotá, 12 de julio de 1884
de la Religión y la Moral, faros que no pueden extraviarlas en el camino de la virtud.  
Como lo que ciertas sectas llamadas falsamente liberales desean obtener de la educación
de la mujer es nuevos campeones en apoyo de su causa impía, lo que anhelan es conseguir
esclavas para que trabajen en pro de sus ideas, y procuran engañarlas bajo el pretexto de
emanciparlas, y las arrancan la idea religiosa para poderlas perder mejor. Ciérranles la
puerta que conduce a la vida eternal, obligándolas a que sólo se ocupen de lo que sucede
en este mundo precario y las llaman a su lado para que trabajen en esparcir las ideas
que ellos preconizan…
Pero cuando una mujer llega a descubrir las llagas sociales que carcomen el bien públi-
co; cuando alguna mujer se atreve a estudiar con imparcialidad la historia del pasado;
cuando levanta en alto la antorcha de lo que fue para iluminar el presente; cuando una
mujer se atreve a arrojarse sobre la brecha que han abierto las olas de la inmoralidad y 7 Parece referirse al autor inglés Henry Thomas Buckle (1821-1862).
las pasiones desencadenadas en la sociedad para ver de impedir que se acabe de sumergir
en el fango; cuando procura llamar la atención de sus compatriotas sobre las causas de
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“Misión de la mujer en la época actual” “Misión de la escritora en Hispanoamérica”
“I [Página introductoria]”

“I [Página introductoria]”, en: “Misión de la mujer en la época actual”. La Familia I/1 “Misión de la escritora en Hispanoamérica”. Colombia Ilustrada 8 (oct 15/1889): 129-132.
(may/1884): 34. Firmado: “Soledad Acosta de Samper”. Digitalizado en Biblioteca Nacional de Colombia:
Digitalizado en Biblioteca Nacional de Colombia: http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/158465
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El fin del siglo XIX es la época tal vez, desde que existe la presente civilización, en que Hacía muchos días que deseábamos escribir alguna cosa acerca de lo que nos parece que
la mujer ha tenido una parte muy activa en las obras más arduas del progreso de la be- debería ser la misión de la escritora en Hispanoamérica. Tres motivos nos han alentado
neficencia en el mundo. La mujer civilizada ha comprendido que, en el estado de desmora- últimamente para llevar a cabo nuestra intención: 1º. el haber recibido en meses pasados
lización y de miseria que produce la marcha misma de los progresos físicos, -solo su mano tres preciosas novelas que han tenido la bondad de enviarnos sus ingeniosas autoras, las
era capaz de hacer el bien, solo sus consuelos serían aceptados con gusto por el desgra- escritoras peruanas Mercedes Cabello de Carbonera y Lastenia Larriva de Llona: Blanca
ciado,- y sin vacilar, las mujeres se han lanzado en la arena y han tomado la defensa de Sol8 y Sacrificio y recompensa9, de la primera, y Un drama singular10, de la segunda, de las
todo el que sufre, llevando por única arma el cristianismo, la bondad, la dulzura de la fe cuales hablaremos más adelante; 2º. el que el insigne literato y académico español don
y una paciencia y constancia en la senda del bien, realmente maravillosas. Juan Valera nos mandara su última obra: Cartas Americanas; y 3º. que leyésemos en la
En la Revista de Ambos Mundos, el literato y académico francés Máximo Du Camp ha pu- Revista de Ambos Mundos un artículo del señor C. de Varigny11 titulado La mujer en los
blicado una serie de estudios en que relata las obras de caridad privada en París, y en Estados Unidos.
otra revista, el Catholic World, de Nueva York, también hemos encontrado un interesante La cuestión que desearíamos —no diremos dilucidar— pues no nos alcanzarían las fuerzas
artículo acerca de otra institución fundada con el objeto de socorrer y moralizar las para tanto, es esta en primer lugar: ¿Cuál es la misión de la mujer en el mundo? Induda-
clases de los artesanos y jornaleros en Francia. blemente que la de suavizar las costumbres, moralizar, y cristianizar las sociedades; es
En Colombia se dan noticias siempre de las obras literarias y de teatro, generalmente decir, darles una civilización adecuada a las necesidades de la época, y al mismo tiempo
inmorales, que se representan y se publican en Francia, pero rarísimamente llegan hasta preparar la humanidad para lo porvenir; ahora haremos otra interrogación: ¿cuál es el
nosotros los ecos siquiera de los hechos nobles, de los actos de virtud que tienen lugar apostolado de la escritora en el Nuevo Mundo?
allí. Háblase de los escándalos, de los crímenes e infamias que se cometen en los centros Estudiemos primero lo que el señor de Varigny dice de la mujer norteamericana: “Cada
civilizados, pero nunca de lo bueno, de lo santo, de lo heroico. Procuraremos en las si- raza, escribe, se ha formado un ideal particular de lo que debe ser la mujer. Las ideas,
guientes páginas enmendar este error, y referir, aunque sea brevemente, algo de lo mucho como las lenguas, varían, y para explicar mi pensamiento veamos cuál es este. Para no-
bueno que llevan a cabo en Francia algunas mujeres. Varias de estas obras de caridad son
ejecutadas por mujeres ricas, nobles y que pertenecen al gran mundo, el cual no abando- 8 Cabello de Carbonera, Mercedes. Blanca Sol (Novela social). Lima: Imprenta y Librería de Universo de Carlos
nan porque se dedican a auxiliar al pobre, amparar al huérfano, socorrer al indigente y Prince, 1889.
9 Cabello de Carbonera, Mercedes. Sacrificio y recompensa. Lima: Imprenta de Torres Aguirre, 1888.10 Larriva de
cuidar con sus manos al enfermo. Llona, Lastenia. Un drama singular.
11 Parece referirse al autor francés Charles de Varigny (1829-1899). No referencia del artículo que cita.
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sotros, los franceses, la mujer personifica y encarna en sí todas las exquisitas y delica- va a ejercer en estos países nuevos (que ya abandonan las revoluciones, turbulencias y
das perfecciones de la civilización; para el español es una virgen en una iglesia; para el conjuraciones que durante ochenta años oscurecieron el horizonte político de las nuevas
italiano, una flor en un jardín; para el turco, un mueble de dicha. No olvidemos la queja Repúblicas) para entregarse al trabajo y al progreso; debemos reflexionar maduramente
candorosa de la joven árabe: ‘¡Antes de ser mi esposo besaba la huella de mis plantas, y acerca del papel que hará la mujer en el nuevo orden de cosas que se prepara.
ahora me engancha con el asno a su arado y me hace trabajar!’. El inglés, precursor del Concluyó para estos gobiernos su estado de fermentación, indispensable, según las leyes
americano, ve sobre todo en la mujer ‘la madre de sus hijos y la señora de su casa’”. de la naturaleza, para que se produzca una nación con elementos encontrados, heterogé-
“Al abandonar a Inglaterra (la mujer que fue a establecerse en la América del Norte) neos y distintos. “Compararía voluntariamente, decía Carnot (el padre del actual Pre-
no dejó en Europa sus costumbres y sus tradiciones. Todo emigrante, rico o pobre, lleva sidente de Francia), un país revolucionado a nuestros grandes cubos de vendimia; en el
un mundo consigo, mundo invisible de ideas, resultado de la primera educación, herencia cubo de las pasiones todo se agita, de la superficie hasta el fondo, desde el vino más ge-
de las anteriores generaciones, cosas que no abandona cuando todo lo abandona, sino al neroso hasta las heces más inmundas; pero la fermentación purifica y ennoblece el licor”.
cabo de mucho tiempo y que casi siempre conserva piadosamente”. Así para el americano De aquí para adelante no hay duda que se verán trastornos públicos, cambios de gobier-
del norte, su ideal es igual al del inglés, pero allí la mujer es todavía más señora de su nos y quizás de sistemas, pero las naciones se salvarán en brazos de la civilización, cuyas
casa que en Inglaterra. leyes impedirán que se vuelva atrás en las veredas del progreso por las cuales transitan
El hispanoamericano, más adelantado en esto que el español, su antepasado, ve en la mujer con conocimiento de causa, y los gobiernos se reconstruirán en breve sobre bases sólidas
algo más que “una virgen en una iglesia”. Se ha notado que en todas las Repúblicas que se y respetables.
formaron después de la Independencia se ha tratado desde su principio de dar a la mujer Los Estados Unidos, en donde la prosperidad es tan asombrosa, nos debe dar, en esto,
una educación mejor y un papel más amplio en la vida social. Los gobiernos han hecho ejemplos saludables; y en aquel país que en adelantos materiales se halla a la cabeza de
grandes esfuerzos para redimirnos de la situación secundaria, y no diremos secundaria todos los demás, la mujer goza de una inmensa y reconocida influencia. ¿Por qué es así?
sino ínfima, a que nos condenaban las costumbres coloniales, hijas de las españolas. Porque es respetada por todos. ¿Y por qué es respetada? Porque sus acciones, su carácter,
En Colombia, por ejemplo, se da una educación bastante adelantada en las Escuelas Nor- su valor moral la hacen respetable; porque a más de cumplir sus deberes como esposa y
males a las señoritas que después son maestras de escuela para niños de uno y otro sexo, como madre, es real y positivamente la compañera del hombre; no es una flor, un ensue-
y se ha observado que en las escuelas de primeras letras superan en mucho a los hombres ño, un juguete, un adorno, una sierva; es igual a su marido y a su hermano por la solidez
en instrucción, orden, etc. En Bogotá hay una academia de música para niñas, de la cual de su instrucción, la nobleza y firmeza de su carácter, por sus dotes espirituales, y por
han salido ya maestras de primer orden; y hubo en años pasados otra de dibujo y pintura; consiguiente para ella todas las carreras le están abiertas, menos una, la menos envi-
de la escuela de telegrafía, regida por una señora maestra en la materia, han resultado diable: la de la política. En Norteamérica, no solamente son empleadas públicas, aboga-
empleadas muy notables que sirven al gobierno en muchas oficinas de la República. En das, médicas, agricultoras, banqueras, etc., etc., sino que hacen competencia a los hombres
la Escuela de Medicina de esta capital se ha dado entrada a dos señoritas que asisten en esos puestos de igual a igual. No se les da ninguna cosa por favor; no se las elogia
a las clases con los estudiantes y son altamente respetadas por ellos. Se abre, pues, un sino cuando lo merecen; no se les concede premio, ni son elevadas a un puesto honorable
horizonte más extenso a las aspiraciones de la mujer en Colombia y en otras naciones sino porque pueden ocuparlo mejor que cualquier hombre. Esta es la verdadera justicia,
hispanoamericanas, y en breve sucederá en esta sección del mundo civilizado, como en y a ella debemos aspirar, si queremos ejercer una verdadera y benéfica influencia sobre
Norteamérica, que se contará con su influencia para la buena marcha de la sociedad. nuestros conciudadanos; pero para merecerla es preciso que trabajemos con seriedad, que
Una vez que la mujer ha conquistado la importante posición que ocupa en la sociedad his- renunciemos a favores especiales y que no pidamos sino estricta justicia y nada más.
panoamericana, es preciso que medite en ella y sepa qué se espera de esa influencia que Entre nosotros aún se mira a la mujer como a un ser inferior, como a un niño, y se la
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elogia cuando se eleva un poquito sobre la medianía con una exageración que abochorna. todas las mujeres que se sienten llamadas a ello, estas deberían fijarse en una cosa: en
Debemos, empero, rechazar cierta clase de ponderaciones como una ofensa casi, porque el bien que pueden hacer con su pluma. Si Dios nos ha dado cualidades intelectuales,
estas prueban que se aguardaba tan poco de nosotras, que cualquiera cosa que hagamos, y aprovechémonos de ellas para empujar a nuestro modo el carro de la civilización; no
que prueba algo de instrucción o de talento, es extraña a nuestro sexo y se debe aplaudir imitemos el estilo de moda hoy día en literaturas extranjeras, y mucho menos el francés;
como una rareza fuera de lo natural. No nos envanezcamos, pues, con elogios pasajeros que no pintemos vicios ajenos sino virtudes propias de nuestro suelo. No en vano el Altísi-
se lleva el viento, porque no tienen peso, y ocupémonos en la misión de la cual debemos mo ha prodigado en América todos los dones de la naturaleza más bella del mundo para
encargarnos. que desdeñemos describirla; no nos ha puesto Dios en estos países nuevos, que trabajan
La moralización de estas sociedades agriadas y enconadas por largas series de revolucio- en formarse, para que no estudiemos su historia y sus costumbres, y de ellas saquemos
nes, de desorden y de malos gobiernos, está indudablemente en manos de las mujeres, cuya enseñanzas provechosas.
influencia, como las madres de las futuras generaciones, como las maestras de los niños Mientras que la parte masculina de la sociedad se ocupa de la política, rehace las leyes,
que empiezan a crecer y como escritoras que deben difundir buenas ideas en la sociedad, atiende al progreso material, ordena la vida social, ¿no sería muy bello que la femenina
deberán salvarla y encaminarla por la buena vía. se ocupase en crear una nueva literatura? ¿Una literatura sui generis, americana en sus
Pero, se dirá, aunque hay escritoras hispanoamericanas, son estas tan pocas, en realidad, descripciones, americana en sus tendencias, doctrinal, moralizadora, artística, provecho-
tan contadas, confían tan poco en sus facultades intelectuales, que será imposible que sa para el alma, una literatura tan hermosa y tan pura que pudieran figurar sus obras
tengan influencia, ni la más pequeña, en la marcha de la sociedad. Así parece realmente, y en todos los salones; que estuvieran en manos de nuestras hijas; que elevaran las ideas;
sin embargo hubiera muchas más mujeres escritoras si fueran menos tímidas, si se persua- que instruyeran y que fueran nuevas y originales como los países donde hubiesen nacido?
dieran de que tienen una misión benéfica que desempeñar, pues la mujer siempre quiere ser En esta literatura de nuestros ensueños no se encontrarían descripciones de crímenes y
útil cuando es buena, y olvida todo si se persuade de que en su mano está hacer el bien. escenas y pasajes que reflejaran las malas costumbres importadas a nuestras sociedades
En Colombia y en otras repúblicas hispanoamericanas no sucede, ¡a Dios gracias!, como en por la corrompida civilización europea; pues digan lo que quieran los literatos de nuevo
España, en donde, según dice don Juan Varela, “toda mujer que se lanza a ser autora hay cuño, la novela no debe ser solamente la descripción exacta de lo que sucede en la vida
que suponer en ella valentía superior a la valentía de la Monja Alférez o a la propia real entre gentes de mala ley; la novela puede interesar a pesar de ser moral y debe
Pentesilea. Cada dandy, si por acaso la encuentra, será contra ella un Aquiles, más para pintar gráficamente la existencia humana y al mismo tiempo la ideal, lo que debería ser,
matarla, que para llorar su hermosura después de haberla muerto. Quiero decir, dejando lo que podrían ser los hombres y las mujeres si obraran bien.
mitologías a un lado, que en literatura suelen ver los solteros algo de anormal y de ¿Qué misión más bella para una mujer que proporcionar solaz y dulces lecciones a la so-
vitando, de desordenado e incorrecto, por donde crecen las dificultades para una buena ciedad? Nótese que todas las obras que sobreviven en el ramo de la bella literatura tie-
boda, etc.”. nen no solamente un fondo de moralidad, sino que también su lenguaje es pulcro, elegante
No, entre nosotros no sucede esto y una mujer que escribe para la prensa no es mal mira- y que solamente despierta imágenes puras y hermosas.
da en la sociedad, al contrario, se la atiende y respeta. Esto sin duda debe provenir de Nuestros países empiezan a formarse, es preciso que como el árbol pequeño que puede
que las poetisas han sido todas mujeres de su casa, que no la han descuidado porque acaso enderezarse o torcerse, nuestras costumbres crezcan derechas y bien formadas, y que
en sus horas perdidas emborronan papel. Con este motivo no solamente se les permite podamos presentarnos las mujeres escritoras del nuevo mundo sudamericano con todo el
sin dificultad escribir versos y prosa, sino que se las anima y aun se las elogia mucho, realce y la vitalidad sana y benéfica de las de la América de Norte.
demasiado, como ya dijimos antes. En sociedades que no solamente han llegado a su madurez sino que empiezan a bajar por
Una vez que la carrera de escritora está abierta y pueden abrazarla sin inconveniente la pendiente que lleva a su ocaso, el escritor puede detenerse en el camino para coger
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flores envenenadas, señalar los lodazales, describir las sentinas del vicio que encuentra miado por la Municipalidad de Lima), así como el siguiente: Independencia de Cuba, que
a su paso. Allí hay lectores de todas clases y muchos cuyas inteligencias estragadas por obtuvo el primer premio en un certamen literario, y además de muchas notables poesías,
el exceso de la civilización necesitan un alimento condimentado con descripciones cada algunas de las cuales sí hemos leído; esta señora, con su estilo acabado, su facilidad de
día más violentamente exageradas, y cuadros que apelen a sus sentimientos embotados expresión, la redondez de su frase castiza, la evidente instrucción de su espíritu cultiva-
por un refinamiento cercano a la corrupción, pues toda fruta demasiado madura toca ya do con las más bellas flores de las literaturas europeas, y que posee el conocimiento de
a la podredumbre. Pero nuestras sociedades no han llegado a este punto: están creciendo, la sociedad de su patria y de los sentimientos y pasiones del corazón, podría indudable-
no han acabado de formarse, necesitan alimentos intelectuales sanos e higiénicos, y ¡qué mente encabezar en el Perú el movimiento literario de que hemos hablado, junto con la
gloria sería para la mujer hispanoamericana el de poder proporcionar a nuestras inci- bella y dulce autora de Un drama singular. Una y otra podrían dedicar su pluma y sus
pientes sociedades la literatura que necesitan para vivir con el alma, después de emplear privilegiados ingenios a pintar con gráficos colores la hermosa naturaleza de nuestra
sus facultades en trabajar, en la parte por decirlo así material de nuestras instituciones América, las costumbres curiosas que en ella hay, los hechos históricos acaecidos en es-
sociales y políticas! tos países en los siglos pasados y en el presente, y no hacer la descripción pormenorizada
No creemos que se moraliza a los lectores poniendo ante sus ojos cuadros de vicios y de las costumbres depravadas y de las pasiones desordenadas de una clase de la sociedad
corrompidas costumbres, aunque después se quiera señalar los inconvenientes de esos limeña, remedo de la corrupción europea; ni presentarnos personajes cuyos caracteres
vicios. El lector lee con avidez las descripciones que llaman la atención, y olvida con son indudablemente tomados del natural, porque viven y se mueven en el cuadro que les
frecuencia la moraleja del cuento, y no las escenas de desórdenes y malos ejemplos, cui- señalan, pero que en el fondo son idénticos a los que se encuentran a cada paso en París
dándose poco o nunca del castigo del vicio que se trata de enseñarle. y en Madrid.
Hay la preocupación de que las virtudes y la abnegación de almas nobles, los percances y La autora de Blanca Sol (novela que ha tenido dos ediciones en Lima en pocos meses,
aventuras de personas buenas no pueden presentar drama, interés, y que solamente lan- cosa excepcional en Hispanoamérica) posee las más notables aptitudes como escritora,
ces de amor llaman la atención, y eso si estos son pecaminosos; que no se leen con gusto como pensadora, como moralista, para dar a luz libros hermosísimos americanos y que no
sino intrigas rebuscadas que ofenden el pudor y no deben ser leídas por las doncellas; sean tristes cuadros de las tristísimas pasiones desenfrenadas; espejo de las costumbres
pero esta es preocupación y nada más; la verdad unida a un estilo ameno será siempre dañadas de la alta sociedad limeña, según nos asegura ella misma, aventuras de mujeres
más popular y tendrá más larga vida que toda narración que se dirige a esas pasiones apasionadas y culpables, que pecan no por ignorancia sino con el cinismo más increíble,
falsas, inconstantes, ligeras, que pasan como las modas, sin dejar rastro ni huella, y que ataviadas de sedas y terciopelos, habitando palacios de mármol y rodeadas de todo el
se olvidan como se olvida el corte del vestido del año pasado. No: las escritoras ameri- esplendor de una cultura refinada. La señora Cabello de Carbonera podría escribir nobi-
canas deberían dedicarse con toda seriedad a hacerse un nombre imperecedero, haciendo lísimas obras literarias que llenasen de entusiasmo a sus lectores por el bien y el deseo
el bien con obras dignas de la misión que tienen en la nueva literatura hispanoamericana de imitar los ejemplos que describiese; así también nuestra talentosa amiga la señora de
que empieza. Llona —0que tuvimos el honor de tratar íntimamente en Bogotá—, la cual se distingue
Entre muchas escritoras, de las cuales no hablaremos hoy, deseamos ocuparnos de las dos tanto por sus virtudes domésticas como por el estro poético y dotes de prosista al mismo
que mencionamos al empezar este artículo, a saber, las señoras Mercedes Cabello de Car- tiempo; ella, la madre abnegada, la cariñosísima esposa, la amiga fiel y constante, ¿cómo
bonera y Lastenia Larriva de Llona. no había de escribir hermosísimas páginas describiendo lo que en sus viajes por las sec-
La primera es autora, no solamente de varias novelas, Eleodora, Amores de Hortensia, ciones más bellas de la América del Sur pudo ver y admirar? ¿Por qué no dar al público
Sacrificio y recompensa y Blanca Sol, sino de varias obras serias (que no conocemos) como aquellos nobles y puros sentimientos que la animan, encarnándolos en personajes de su
Influencia de las bellas letras en el progreso moral y material de los pueblos (trabajo pre- invención que pudieran no solo deleitar al lector profano sino proporcionar a sus hijas
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ejemplos de virtud? señal de nuestro próximo desquiciamiento, de una completa descomposición social, y se
A pesar de la sonrisa un poco sarcástica que ya desde aquí vemos dibujarse en los labios entronizaría en todas partes ese desorden, esa corrupción, ese vicio casi inconsciente, esa
de aquellas personas que creen que la virtud es pesada, enojosa, simple y sin interés; que falta total de pudor que distingue a la heroína de la novela Blanca Sol, obra postrera
piensan que es preciso que toda novela tenga escenas de amor culpable siempre para que de la señora Cabello de Carbonera. Esa niña desventurada, que carecía completamente de
sea leída; y que dicen también que si en Francia y en España se escriben libros en que se piedad religiosa y de moralidad, no podía obrar de otra manera que como nos la pinta la
pinta a las claras las pasiones más vergonzosas, es porque así lo demanda la gran mayo- autora, ni era posible que tuviese otro fin que el que tuvo. La lógica condujo a la señora
ría de los lectores; a pesar de esa risa sarcástica, no es en realidad así en Francia, por Cabello de Carbonera a aquella catástrofe final de su heroína que acabó por perder “su
lo menos; leímos hace poco, no recordamos si en la Revista de Ambos Mundos o en otros honor y su reputación”; pero su autora nos la pinta y no nos dice el porqué de aquella
periódico igualmente respetable que no se puede tachar de escrupuloso, que cada día se desgracia, y no nos lo dice porque ella misma no lo piensa así, puesto que en el prólogo
traducen más y se venden millares de ejemplares de novelas inglesas, norteamericanas emite estas ideas con las cuales no podemos simpatizar:
y alemanas, en que se cuida particularmente no solo de la moralidad de la trama sino “El arte se ha ennoblecido, su misión no es ya cantar la grandiosidad de las catedrales
también de las expresiones y de las ideas, novelas que podemos entregar a nuestras hijas góticas, ni llorar sobre la fe perdida, hoy tal vez para siempre; y en vez de describirnos
con toda seguridad. ¿Por qué es esto? Porque se siente la necesidad absoluta de purificar los horrores de aquel infierno imaginario describamos el verdadero infierno, que está en
la atmósfera de la literatura calenturienta francesa soplando sobre ella la corriente el desordenado curso de las pasiones. Nuevos ideales se le presentan a su vista; él puede
pura de la de otros países en que no es moda tratar de asuntos que no podríamos discutir ser colaborador de la ciencia en la sublime misión de procurarle al hombre la Redención
públicamente en un salón de buen tono y delante de personas respetables y de costumbres que lo libre de la ignorancia y el Paraíso que será la posesión de la verdad científica”.
puras. ¡No, y mil veces no! Si el arte ha perdido la fe en Dios, el arte no se ha ennoblecido sino
Repetimos, la misión de la escritora hispanoamericana podría ser muy hermosa, saludable, degradado.. Pero no, el verdadero, el ideal, el puro, el grande, aún canta “la grandiosidad
brillantísima, si todas las que han recibido de Dios el don de escribir para el público se de las catedrales”, en donde se adora al verdadero Dios y evoca esa fe que no se ha per-
propusieran ante todo hacer conocer su país, ya en la historia, ya en la naturaleza física, dido sino en ciertos corazones maleados o extraviados; y si no se creyera en la existencia
ya en las costumbres curiosas y originales, tan diversas en las diferentes comarcas, y de ese infierno que llama “imaginario”, ¿por qué serían desordenas las pasiones, y por qué
que abandonasen los senderos de la novela llamada social o de estudios de las costumbres no habría cada cual de tratar de gozar en este mundo de un Paraíso que no se encuentra
pervertidas, de intrigas —naturales si se quiere—, pero que no poseen el cuño original fuera de la “verdad científica”?
americano por excelencia, puesto que pueden suceder en todas partes, en donde hay hom- Sentimos en el alma que la señora de Carbonera siga la escuela de aquellos que dice ella
bres y mujeres y corazones apasionados que no los detiene ningún freno para lanzarse por “pueden hacer de la novela un medio de investigación y de estudio, en que el arte preste
el mal camino. Dejemos a los novelistas llamados del naturalismo esos estudios odiosos su poderoso concurso a las ciencias que miran al hombre, desligándolo de añejas tradicio-
de pasiones y crímenes, estudios que en lugar de corregir y moralizar solo sirven para nes y absurdas preocupaciones”.
propagar el mal con la lectura de esos cuadros. Pero lo más importante, según creemos, Nosotras confesamos una fe enteramente contraria a la de la ilustrada novelista perua-
en la literatura femenina netamente americana debería estar en que fuera cristiana, que na, y declaramos con el literato español don Pedro Antonio de Alarcón que “la moral
estuviera siempre llena de fe en Dios y en el culto de la Divinidad. ¡Ah, desdichadas de verdadera es la predicada por Jesucristo; la redentora del alma, la de la humildad, la de
estas naciones si por querer imitar a la titulada ciencia europea abandonamos los sende- la paciencia, la de la caridad, la del perdón de las injurias, la que dijo: alteri ne feceris
ros que nos conducen al Cielo! El día en que la mujer —esa Vestal encargada de guardar quod sibifieri [sic] non vis; pues yo creo y confieso que esa moral es la escrita ab initio por
el fuego sagrado en el hogar— dejara de ser religiosa en nuestras sociedades: sería la Dios en el corazón humano y oscurecida después por la concupiscencia que hoy llamaría-
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mos materialismo: la propia palabra de Dios hecha hombre; la que nos levanta y sublima
sobre el resto de los seres creados; la que vence y anula nuestros instintos brutales; la 13
que despierta y ejercita todas las fuerzas de nuestro espíritu imperecedero”. . . “Por lo “Aptitud de la mujer para ejercer todas las profesiones”
que a mí toca, añade más lejos el afamado académico, mientras aliente y pueda escribir o Apartes
hablar, seré el paladín del alma. Ella es mi Dulcinea. En la religión, en la Historia, en la
Poesía, en las Artes, veré siempre lucir su maravillosa hermosura! . .” (112).
Y esa literatura inspirada por Dios es la única duradera y útil en las sociedades, la que Apartes de “Aptitud de la mujer para ejercer todas las profesiones”, en: Memorias
consuela de las amarguras del alma, de los dolores que debilitan nuestro entendimiento presentadas en congresos internacionales que se reunieron en España durante las fiestas
del IV centenario del descubrimiento de América en 1892. Chartres: Durand, 1893. 73-84.
y oscurecen la vida; sin ella volveremos a la barbarie y caerá la civilización que se ha
levantado sobre los cimientos del cristianismo: arrancad esas piedras fundamentales que
forman la base de la cultura y todo el edificio se vendrá abajo, y los mismo que se han
entretenido en esa obra de destrucción llorarán con lágrimas de fuego la corrupción de
un mundo material, sin más ley que las pasiones brutales de la parte animal de la huma- ¿Cuál es la misión de la mujer en la época actual? He aquí una de las cuestiones más de-
nidad. batidas en los últimos cincuenta años y una de las que más han apasionado los espíritus,
La misión de la mujer hispanoamericana, repetimos, es cristianizar, moralizar y suavizar sobre todo entre las razas sajonas y anglosajonas, en donde la mujer manifiesta más inde-
las costumbres, y la escritora debe morir sobre la brecha, si es preciso, más bien que pendencia, y es también más perita y más capaz de hacer uso de ella.
hacer parte del ejército ateo que procura, inspirado por el genio del mal, destruir las La mujer española americana ha heredado un sentimiento de dependencia semioriental,
sociedades de que ella hace parte. que es indudablemente uno de los principales atractivos que tiene el bello sexo respecto
Bogotá, septiembre de 1889 al fuerte, cuando este prefiere la belleza a la inteligencia. Pero ya con las luces que se
Soledad Acosta de Samper han difundido al fin de este siglo es preciso que la educación que reciba la mujer sea más
  adecuada a las necesidades de la época, al grado de civilización de que se disfruta y a
  las obligaciones que nos impone la patria.
“El porvenir de la sociedad (dice un escritor13 que se ha ocupado de estas materias) se
halla en manos de la mujer, y ella será el agente de la revolución moral que hace tiempo
empezó y que aún no ha concluido”.
Se trata aquí de averiguar si la mujer es capaz de recibir una educación intelectual al
igual del hombre, y si sería conveniente darle suficiente libertad para que pueda (si po-
see los talentos necesarios) recibir una educación profesional.
La mujer del siglo que expira ha transitado por todas las veredas de la vida humana: ha
sabido dar ejemplo no solamente de virtud, de abnegación, de energía de carácter, sino
también de ciencia, de amor al arte, de patriotismo acrisolado, de heroísmo. Pero aun le
12 (1) Discurso sobre la Moral y el Arte. 13 Aimé Martin. [Se refiere al escritor francés Louis-Aimé Martin (1782-1847) y la cita probablemente es tomada
de su libro De l’éducation des mères de famille ou de la civilization du genre humain par les femmes (Bruxelles:
Meline, Cams et Comp., 1837).
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falta mucho por cumplir la misión salvadora que le tiene señalada la Divina Providencia, fijeza sino cuando obedecen a su capricho”.
y si deseamos hacerle comprender e instruirla en lo que se aguarda de ella, conviene A estos cargos me limitaré a contestar con ejemplos recientes, fundados en hechos lle-
enseñarle el camino que han llevado otras para que sepa escoger el que concuerde mejor vados a cabo por personas vivas actualmente, lo que prueba hasta la evidencia que el
con el carácter especial de cada una. talento no es patrimonio exclusivo de los hombres.
[.. ] [.. ]
Centenares de mujeres se han distinguido en este siglo por los servicios de toda suerte III
que han prestado a la humanidad, a saber: desde la Reina en la excelsitud de su posición No se puede negar, pues que la mujer es perfectamente capaz de seguir las carreras pro-
hasta la artista en su taller; desde las bienhechoras que han legado inmensas fortunas a fesionales, así como todas aquellas en que se necesita ejercitar el entendimiento.
los pobres, hasta las abnegadas Hermanas de la Caridad, que encierran en sí mismas los Si con frecuencia hemos visto a muchas mujeres extravagantes que se han puesto en ridí-
tesoros de su alma; desde la gran señora hasta la humilde sirvienta; desde la dama de culo cuando han abrazado las carreras literarias, científicas y artísticas, esto no probará
educación más culta, hasta la sencilla labriega. En todas las naciones las mujeres han jamás que la mujer carece de aptitud para consagrarse a ellas. No; no debemos juzgar a to-
señalado su huella haciendo el bien en todas las carreras, de manera que las niñas desde das por unas pocas que en lugar de ser realmente doctas son presuntuosas, bachilleras y
su más temprana edad podrían escoger alguna de ellas, según se sientan con más o menos marisabidillas, y que, ignorantes en el fondo, están llenas de tontas pretensiones. Pero ya
fuerza, con mayor o menor disposición para tal o cual carrera. esa época ha terminado; las preciosas ridículas no son de este siglo; en adelante, la mujer
Si el buen ejemplo es el arma más poderosa para promover el progreso, ¿por qué no se española e hispanoamericana sabrá situarse en el lugar que le tiene señalado la Divina
ha de hacer uso de él señalando a la presente generación cuáles han sido en este siglo Providencia. Las mujeres que se encuentren con fuerza para ello se podrán entregar a
las mujeres que más bienes han hecho a la humanidad? Podríamos nombrar a aquellas que estudios serios y si poseen dotes adecuados seguirán carreras en las profesiones al igual
activas siempre y animosas, han sabido abrirse campo por sí solas hacia la fama; dar a de los hombres. Entretanto la gran mayoría continuará dedicada a las labores femeninas,
conocer a las que se han distinguido en el camino de una virtud benéfica para la sociedad; al cuidado de su hogar y a hacer la dicha de la humanidad ejerciendo las cualidades que
señalar a las que se han hecho notables en las profesiones y artes liberales, en los oficios le son propias. Así como no todos los hombres han nacido para las carreras profesiona-
remunerativos y sobre todo en las obras que tienden a aliviar y mejorar a sus hermanas. les, literarias y artísticas, no todas las mujeres pueden abrazarlas con buen éxito; pero
Desearíamos, pues, inculcar a las jóvenes que la mujer es capaz de transitar por todas la educación pone en evidencia las inclinaciones naturales de cada ser humano; ninguno
las veredas que conducen al bien; que se han visto en el siglo que concluye ya miles que debe carecer de aquella que le permita cultivar su entendimiento, dejando después en
han desempeñado brillantemente todas las profesiones sin que por eso hayan tenido que libertad para consagrarse a la carrera que más le incline.
renunciar a la religión de sus mayores, a las dulces labores de su hogar, al cuidado de Queda pendiente ahora la cuestión de si será conveniente, si será justo, si será razona-
sus familias y a la frecuentación de la sociedad. ble, si será discreto, dar a la mujer la libertad suficiente para que ejercite sin trabas la
“¡Ah!, me dirán acaso, todo eso es imaginario y teórico, una cosa es decir que las mujeres inteligencia que Dios le ha concedido.
se han distinguido en todas las profesiones y que son capaces de elevar su inteligencia Muchos preguntan si la mujer que se pone en la misma línea con el varón no perderá aca-
hasta las ciencias y las bellas artes, y otra es probarlo con hechos: se ha reconocido ya so los privilegios excepcionales de los que ha gozado hasta el día. Creo que lo justo, lo
que ellas carecen de ánimo y valor personal, de perseverancia; de juicio; de juicio; de equitativo será abrir la puerta a los entendimientos femeninos para que puedan escoger
seriedad en las ideas; que la imaginación las arrastra siempre; que no saben dominar las la vía que mejor convenga a cada cual. Ellas podrán entonces elegir entre dos caminos
situaciones difíciles, sino que al contrario se dejan llevar siempre por las impresiones igualmente honorables sin duda, pero muy diferentes. Unas continuarán bajo la dependen-
del momento, y que con el vaivén de sus sentimientos cambian sin cesar, y nunca tienen cia casi absoluta de la voluntad del varón y en cambio cosecharán aquellas considera-
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ciones, aquel respeto que rinde el caballero a la mujer y al niño, con la generosidad con
que todo ser fuerte trata al débil. 14
Otras penetrarán a los recintos científicos que hasta el día sólo frecuentaban los hom- La mujer en la sociedad moderna
bres, y allí al igual de ellos ganarán las palmas del saber humano. En cambio, empero, de “Introducción”
ese privilegio, de esa independencia de acción, perderán indudablemente las prerrogati-
vas que en premio de su sumisión y humildad habían gozado en el mundo civilizado desde “Introducción”, en: La mujer en la sociedad moderna. Paris: Casa Editorial Garnier
la edad media. Hermanos, 1895. vii-xi.
En el siglo que en breve empezará la mujer tendrá libertad para escoger una de esas dos Digitalizado en Biblioteca Nacional de Colombia:
vías, pero jamás será respetable, nuca será digna del puesto que debe ocupar en el mundo http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/search/asset/160364
si renuncia a ser mujer por las cualidades de su alma, por la bondad de su corazón, y si no
hace esfuerzo para personificar siempre la virtud, la dulzura, la religiosidad y la parte “El porvenir de la sociedad, dice A. Martin14, se halla en manos de la mujer, y ella será
buena de la vida humana. el agente de la revolución moral que hace tiempo empezó y que aún no ha concluido”. Es
París, agosto de 1892 cierto que la mujer moderna ha transitado por todas las veredas de la vida humana; que
  ha sabido dar ejemplos de virtud, de abnegación, de energía de carácter, de ciencia, de
amor al arte, de patriotismo acrisolado, de heroísmo, etc., pero aún le falta mucho para
  cumplir la misión que la tiene señalada la divina Providencia, y es preciso enseñarle el
camino que otras han llevado, para que pueda escoger el que conviene a cada una. La vida
aislada de una mujer virtuosa, sabia, patriota, etc., no basta para que se comprenda lo que
se pide a todas, —es preciso presentar un conjunto razonado de biografías, de bocetos de
mujeres ejemplares para despertar en el espíritu de las jóvenes la emulación y el deseo
de imitar alguna o algunas de ellas. Estos ejemplos buenos no surten el efecto que se
desea sino cuando las que lo dan son de nuestro mismo siglo, pues no se pueden imitar a
las que vivieron en sociedades enteramente diferentes de las que conocemos actualmente.
En los cuadros que a continuación presentamos, hemos de estudiar uno a uno la mayor
parte de los más nobles caracteres de mujeres de este siglo: desde la reina en su trono
hasta la artista en su taller; desde las bienhechoras más grandiosas de la sociedad, hasta
la humilde hermana de la caridad en su hospital o asilo; desde la gran señora hasta la
pobre criada: desde la mujer de culta educación hasta la sencilla labriega. En todas las
naciones la mujer ha señalado su huella haciendo el bien en todas las carreras, y cada
cual puede escoger alguna como ejemplo y norma de su vida futura, según se sienta con
más o menos fuerza, con mayor o menor disposición para tal o cual carrera.
14 Se refiere al escritor francés Louis-Aimé Martin (1782-1847) autor del libro De l’éducation des mères de famille
ou de la civilization du genre humain par les femmes (Bruxelles: Meline, Cams et Comp., 1837)
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Deseosa de dar a los padres de familia, a las maestras de colegio, un libro que sin ser ella misma se la ganará fácilmente por medio de labores honorables. Una vez que la mujer
demasiado serio, pueda considerarse instructivo y al mismo tiempo presente ejemplos comprenda que puede rechazar al hombre vicioso, egoísta, de mal carácter y malo, y al
provechosos, y produzca en los tiernos y maleables espíritus de las niñas el deseo de la mismo tiempo alcanzar a hacerse respetar por sus virtudes y su laboriosidad, la sociedad
imitación, resolví tratar de hacer un ensayo de breves biografías femeninas, procurando se reformará indudablemente; los hombres sabrán que hay quien los juzgue, que la mujer
(aunque de muy lejos, por supuesto, pues no poseo sino buena voluntad y nada más) se- que algo vale premiará al bueno, desdeñará y despreciará al malo, y que no será amado
guir la idea de Smiles15 en el precioso libro llamado Self-Help16. En esta obra, explica el y respetado sino aquel que valga moralmente; entonces, si no todos los jóvenes, al menos
autor con mano maestra la conducta, el carácter y la perseverancia que debe el hombre muchos se verán en la necesidad de abandonar las veredas del vicio para buscar las que
tener en la vida, e ilustró su tema por medio de biografías de hombres notables por sus conducen a la virtud. Si acaso nos equivocamos, si la corrupción de las costumbres está
virtudes, su gran carácter y la perseverancia que tuvieron en el bien y el trabajo, hasta demasiado avanzada, y nuestro trabajo es trabajo perdido, siquiera se habrá intentado
lograr hacerse célebres en el mundo. poner un dique al mal; si este no ha valido, Dios sabrá ponerlo cuando convenga y a su
Si el buen ejemplo es el arma más poderosa para promover la civilización, ¿por qué no tiempo, pero al menos aceptará nuestra buena voluntad y la pesará en lo que vale en la
se ha de presentar a la mujer hispanoamericana, cuya educación ha sido tan descuidada, balanza de su misericordia.
excelsos ejemplos de mujeres activas, trabajadoras, que se han abierto por sí solas un ca- “Ayúdate, que Dios te ayudará”, dice Smiles en la obra arriba mencionada; esta máxima
mino hacia la fama unas, hacia la virtud activa y útil para la humanidad otras, hacién- tan conocida encierra en un exiguo cuadro el resultado de una vasta experiencia. El espí-
dose notables en todas las profesiones, las artes, los oficios y las obras pías? La lectura ritu de espontaneidad individual es la fuente de todo desarrollo normal en el individuo,
de las biografías de hombres grandes y virtuosos es excelente, pero esta nada enseñará y cuando surge en gran número de personas constituye el verdadero fundamento de la
a la niña para su propia conducta, y la mejor para la joven de estos países será aquella fuerza y del vigor nacional.. El progreso nacional es el conjunto de las actividades, de
que le presentará ejemplos de mujeres que han vivido para el trabajo propio, que no han las virtudes de todos, así como la decadencia nacional es la reunión de las cobardías,
pensado que la única misión de la mujer es la de mujer casada, y han logrado por vías los egoísmos y los vicios de todos.. El gobierno de una nación no es por lo general sino
honradas prescindir de la necesidad absoluta del matrimonio, idea errónea y perniciosa la imagen que reflejan en él los individuos que la componen. “A las labores físicas e in-
que es el fondo de la educación al estilo antiguo. ¡Cuántas mujeres desdichadas no hemos telectuales de generaciones sucesivas es que debemos lo que somos hoy. Trabajadores pa-
visto, solamente porque han creído indispensable casarse a todo trance para conseguir cientes y perseverantes de toda clase y condición, cultivadores de la tierra, excavadores
un protector que ha sido su tormento y su perdición! ¿No es acaso suficiente protección de las minas, inventores y exploradores, obreros y manufactureros, artesanos y poetas,
para una mujer la virtud, unida al amor al trabajo, a la laboriosidad? políticos y filósofos, todos han contribuido a ese gran resultado.. ”. En este concierto
Este es el tema que procuraremos desarrollar en este libro, el cual podrá servir de lec- de artesanos de la civilización, Smiles olvidó la parte que ha tenido y que en adelante
tura a las niñas de todas las esferas sociales, y les hará comprender que si el matrimonio tendrá la mujer en esa grande obra. Ya no se le permitirá cruzarse de brazos y dejarse
es ley santa de la Providencia, él no es indispensable para la dicha de la mujer; que esta, llevar por la corriente masculina; es preciso que tome parte en la lucha y quizás salve a
olvidándose de las pasiones terrestres, podrá vivir honradamente, aunque sea pobre, si la sociedad del cataclismo de inmoralidad, de impiedad, de corrupción que la amenaza. A
es activa, laboriosa e instruida; le enseñará a valerse por sí misma, de manera que, si no la mujer toca una ardua tarea en la grande obra de la regeneración: que ella se prepare
encuentra un hombre virtuoso para unirse a él, la mujer puede existir sin los lazos matri- para cumplir su cometido.
moniales y sola, sin necesidad de que un hombre trabaje para darle la subsistencia, porque  
15 Se trata del escritor escocés Samuel Smiles (1812-1904).  
16 Smiles, Samuel. Self-Help with Illustrations of Charac¬ter and Conduct. London: John Murray, Albemarle
Street, 1859.
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Las mujeres en Inglaterra, aún entre los labradores del campo, han recibido una educa-
15 ción que les permite ocuparse y comprender las cuestiones prácticas de la política, y
“La mujer en Inglaterra” estas, como sus hermanas de las ciudades, quieren ganar una independencia que no las
obligue a buscar siempre en el matrimonio y aun en la vida airada una posición que las
exima de morir de hambre. Como en Inglaterra la población femenina es mayor que la
“La mujer en Inglaterra”. El Domingo II/19 (jun 11/1899): 328-330. Firmado: “S. A. S.”.
masculina, por fuerza tienen muchas que permanecer solteras y necesitan ganar su vida
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honradamente y con una independencia que les haga honor.
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Entre las mujeres pensadoras (que las hay muchas en Inglaterra) se discute la cuestión
de si las mujeres deben tomar parte activa en la política, si deben obtener del Parlamen-
to el derecho de acercarse a las urnas electorales. Aunque aquello a muchas repugna, en
El siglo XX transcurrirá en luchas serias en pro de la emancipación de la mujer. El siglo gran manera créese que si no lo hacen perderán indudablemente las cuestiones de vida
XIX vio el fin de la esclavitud, lucha que había durado el mismo lapso de tiempo que ha y muerte en bien de las mujeres que cursan en el Parlamento, y se han resuelto pedir el
durado la pretendida inferioridad de la mujer. Al cristianismo debemos la idea de la derecho del voto, en unión del sexo masculino.
igualdad del hombre delante de Dios; el alma del último negro vale tanto a los ojos del Creo que esta innovación será de gran provecho entre los pueblos de la raza sajona, los
Creador de todas las cosas, como el hombre de más alta alcurnia, y poco a poco el mundo cuales ha mucho tiempo que están enseñados a respetar y acatar a la mujer, pero tardará
ha ido comprendiendo que la inferioridad del ser humano no proviene sino del grado de muchos años en plantearse entre las naciones de origen latino, en donde a la mujer cos-
civilización que tiene, y si aún tenemos ciertas preocupaciones invencibles con respecto tará gran trabajo conquistar una posición digna y honrosamente libre como la debe tener
a razas y familias, estas desaparecerán durante el trascurso de los próximos cien años. todo ser humano rescatado de la esclavitud con la sangre de un Dios.
En igual punto de vista se halla la cuestión de la igualdad de la mujer y del hombre en La civilización cristiana, que consiste en la armonía completa entre todos los seres hu-
la sociedad. Uno y otro sexo tiene caminos diferentes por donde transita, pero ambas manos, no llegará a su apogeo hasta que la mujer educada convenientemente conquiste un
carreras son igualmente nobles, elevadas y benéficas. Como todo movimiento es siempre puesto igual al lado del hombre. No es este derecho el tonto prurito que animaba ahora
exagerado en su principio, la cuestión de la igualdad de la mujer y el hombre ante los años a ciertas mujeres vanidosas que deseaban lucir prestadas habilidades, es la necesi-
ojos de la sociedad tuvo jefes cuyos discursos y hasta su vestido se prestaron al ridículo; dad absoluta que tiene todo ser pensador en tomar parte en la política, a la cual llevará
pero esto ha cambiado, las mujeres en Inglaterra, sobre todo, ya no peroran: trabajan, y se sus luces, sus talentos, su juicio práctico. Sin duda muchos espíritus atrasados y otros
han exhibido en punto a la educación y en las universidades en un lugar completamente envidiosos se escandalizarán con estas ideas, pero no deben temer nada por ahora: pasa-
igual al hombre. Nadie se ríe de los libros que escriben, de las tesis que presentan, de los rán muchos años antes de que nuestras hermanas de Hispanoamérica sientan necesidad
honores sólidos y verdaderos que alcanzan; las mujeres de la alta sociedad han tomado de tomar parte en la cosa pública, y la presente y varias generaciones más de hombres
el primer rango, y en realidad cada día saben más, pero no así las obreras; en la Gran conservarán un predominio completo sobre el sexo llamado débil.
Bretaña las trabajadoras se encuentran en la peor condición posible. Los hombres han he- Entretanto en el Parlamento inglés se gana terreno paulatinamente, y se cree que cada
cho sus huelgas y han obtenido grandes ventajas, y estas mismas ventajas han empeorado día se obtiene mayor número de votos en favor del derecho de sufragio para las mujeres.
la posición de las mujeres que trabajan más largo tiempo y más barato que los hombres. S. A. S.
Estas son hoy las que empiezan a clamar por una emancipación que no se funda sino en el  
derecho de trabajar y ganar al igual de los hombres.
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Pero no basta para la mujer el arte de hacerse amar, es preciso que sea un miembro útil
16 en el hogar doméstico. Ella debe saber gobernar su casa con suma prudencia, y si así lo
“La soberanía de la mujer en su casa” hiciera, llevará no solamente la alegría sino la prosperidad material a la casa de su
esposo. Ella debe ser el alma de aquel hogar; lo embellecerá, lo ordenará y sabrá dirigir-
lo. No será despilfarradora ni tampoco avarienta, será siempre arreglada en sus gastos,
generosa, caritativa, nunca exigente ni caprichosa; no será jamás huraña ni tampoco mun-
“La soberanía de la mujer en su casa”, en: “Consejos a las mujeres. Lecturas Para el Hogar dana, escogerá el justo medio en todas las cosas. Este justo medio es el que debemos estu-
I/1 (mar 1/1905): 63-64; I/3 (may 1/1905): 183-186.
No están digitalizadas estas dos páginas de Lecturas Para el Hogar en Biblioteca Nacional
diar y del cual nos proponemos ocuparnos en las próximas entregas de esta publicación.
de Colombia.

No hay nada tan envidiable como la soberanía que ejerce la mujer en el interior de su
hogar, dice la baronesa Staffe17. Su ambición debería fundarse no en ejercer dominio so-
bre los suyos sino en hacer la felicidad de los que ella ama y que la aman.
Sorprende, es cierto, que a pesar de que nuestra sociedad adolece de tantos defectos y
errores, aun la mujer más humilde, la que posee escasa fortuna, puede aspirar siempre a
la soberanía, porque en sus manos está difundir la dicha en torno suyo.
Su hogar puede ser pobre, modestísimo cuanto lo rodea; pero goza siempre de la facultad
de hacerlo resplandeciente con una sonrisa de sus labios.
Ese resplandor proviene del amor y la bondad que llena su corazón, puesto que ella se
siente capaz de hacer la felicidad de su familia por medio de un exquisito tacto y una
abnegación ante la cual hasta los más culpables se inclinan y admiten gozosos su influen-
cia bienhechora.
Los hijos de una madre tierna, el esposo de una mujer buena, llevan estampados sobre la
frente la aureola de la felicidad y en sus ojos luce la alegría; porque esa madre y esa
compañera ha sabido hacerles dulce la existencia.
Dar felicidad a los suyos debe ser el objeto de la vida en la mujer, y en ello fundará toda
su dicha. No es con arranques de orgullo y con exigencias tontas, de aquellas que pide la
moda, que una mujer podrá ser feliz. ¿Qué importa la admiración pasajera de la sociedad,
qué las ponderaciones falsas de los indiferentes, qué los triunfos de la vanidad? 17 Se refiere a Blanche-Augustine-Angèle Soyer (1843-1911), escritora francesa, que utilizó el seudónimo Barone-
Los elogios del mundo nunca son sinceros y se convierten, al pasar la juventud y la lo- sa Staffe. Entre otros libros, escribió Usages du monde: règles du savoir vivre dans la societé moderne (Paris:
zanía, en tristezas incurables al verse abandonada por aquellos que pudo la mujer vana Victor-Harvard, Éditeur, 1891) y La Maîtresse de Maison et l’art de recevoir chez soi. (Paris: Victor-Harvard,
tener siempre a su lado si hubiera sabido manejarse con cordura, prudencia, caridad Éditeur, 1892)
cristiana y benevolencia.
102 103

nes, las estudiaran, y estudiándolas se penetrarían de que todo hombre honrado de una
17 república tiene el deber de darse cuenta de lo que sucede en el gobierno de su patria.
“La mujer en la política” Si las mujeres aprendieran a discernir entre lo que vale un buen ciudadano y lo despre-
ciable que es un traidor a su patria, si no desterraran de sus conversaciones las ideas
trascendentales y elevadas de la política; si no repugnaran aquellos asuntos que les pa-
recen áridos, porque no los entienden; si tuvieran la abnegación de obligar a sus hijos a
“La mujer en la política”. Lecturas Para el Hogar 1/12 (mar 1/1906): 381-384. Sin firma. que tomasen parte en las elecciones y a sus esposos a que tomasen parte en los negocios
Digitalizado en Biblioteca Nacional de Colombia: públicos; si fueran, en una palabra, las verdaderas compañeras de los hombres, como el
http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/162158 elemento más puro de integridad y elevación de sentimientos; si no los empujaran (como
lo hacen muchas) por la vía del egoísmo cobarde, haciendo un dios del interés y del di-
Uno de los errores que más se han arraigado entre nosotros es el de que la mujer debe nero; si fueran los ángeles de la conciencia en cada hogar, ¿quién duda que dentro de
estar siempre retirada de la política de su patria, y este es el error que nos proponemos poco se acabarían tantas intriguillas miserables, tantas ventas y compras descaradas de
rebatir, tratando de probar que no solamente el estado de corrupción política a que he- la conciencia y tantas vilezas que últimamente nos han obligado a avergonzarnos de ser
mos llegado en Colombia proviene de la ninguna influencia que el elemento mujer tiene colombianos?
en los negocios públicos, sino que si a esto no se le pone una inmediata enmienda bien Sin embargo, repetimos, la falta de la influencia de las mujeres buenas en la política pro-
pronto llegaremos al último grado de vileza y confusión. viene de la ignorancia que en estas materias afectan tener las mujeres, olvidando que su
Lejos de nosotros está la idea de abogar por la absurda emancipación de la mujer, ni misión es eminentemente moral, y que no consiste tan solo en ser virtuosas y económicas
pretendemos pedir que ella aspire a puestos públicos ni que se la vea luchando en tor- en su casa, y cuidar con esmero la parte material de la vida: su misión es mucho más
no de las mesas electorales, no; esa no es su misión, e indudablemente su constitución, grande y mucho más digna, deben purificar la atmósfera moral de su hogar, dar el tono
su carácter y naturales ocupaciones no se lo permitirían jamás. Pertenece sin disputa a las ideas y un giro noble y elevado al carácter de su esposo y de sus hijos, trabajando
al hombre la parte material y visible del negocio público, pero quedaría a la mujer, si incesantemente para que cumplan con su deber, no solamente con respecto a sus familias,
ella quisiera, la parte más noble, la influencia moral en las cuestiones trascendentales y sino como buenos ciudadanos que hagan honor a esta patria que nos legaron nuestros
fundamentales de la sociedad. El golpe de vista de la mujer inteligentes es generalmente abuelos.
claro y perspicaz, y por eso debería penetrar en los antros de la política para limpiarla Un hombre honrado no es solamente aquel que se ocupa exclusivamente en sus negocios
y acrisolarla. Sin embargo, la prescindencia de que hace alarde y que distingue a nues- con integridad y no roba descaradamente, no; un hombre honrado es el que cumple siem-
tras mujeres es tan notable que no titubeamos en imputar a este estado de cosas gran pre y en todo caso con sus deberes no solamente de hijo y padre de familia, sino con los
parte de la degradación en que han caído los negocios públicos en Colombia, y no creemos de buen ciudadano. Una mujer debe amar mucho más la honra de los suyos que a su vida;
exagerar al decir, puesto que es cosa reconocida, que toda sociedad se eleva y purifica así, en lugar de impedir que en tiempos de revueltas públicas expongan su vida para sal-
cuando en ella tiene influencia la mujer. La mujer no deberá injerirse en la cosa pública, var la patria, deberían obligar a los hombres a cumplir con su deber de ciudadanos de un
no deberá por supuesto mezclarse en las maquinaciones e intrigas que entre nosotros se país libre. Diráse con razón, que entre nosotros, cuando los partidos están muy excitados,
llama política, pero ella tiene el deber de comprender lo que quieren y a lo que aspiran y en tiempos de revolución, las mujeres necesariamente toman una parte activa en las
los partidos. Bastaría esto para salvar las buenas ideas, porque entonces indudablemente polémicas políticas, pero entonces ya la política se convierte en cuestiones personales, y
ejercerían su influencia para hacer que muchos hombres hoy indiferentes a estas cuestio- las mujeres se ocupan de aquello bajo ese punto de vista, sin discernimiento ni verdadero
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sentido de justicia, inspiradas solamente por aquel entusiasmo nervioso que distingue al
sexo y por amor a sus familias comprometidas en los acontecimientos. La influencia que 18
ejercen entonces, es preciso confesarlo, es más bien funesta, y en ninguna manera les dan “La soberanía de la mujer en su casa”
buen giro a los sentimientos políticos, porque no conociendo el fondo de las cuestiones,
el resultado que tiene su injerencia en la cosa pública es mal dirigido y perjudicial.
Concluiremos apelando al buen sentido que distingue a la mujer para suplicarle que pro-
cure abandonar el papel fútil que hasta ahora ha hecho en nuestra sociedad y conven- “La soberanía de la mujer en su casa”. El Faisán [Aránzazu, Caldas] 1/4 (feb 22/1913): 1.
Digitalizado en Biblioteca Nacional de Colombia:
ciéndose de que la futura suerte de la República, es decir, la de sus familias, está en gran http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/189821/0
parte en sus manos, se resuelva a darles un tono de elevación y dignidad a sus ideas, lo
que inspiraría a sus compañeros valor y energía para salvar esta pobre patria amenazada
de ruina total. La mujer debe saber que cuando el hombre funda un hogar no es solamente porque ama
  a la que ha escogido para señora de su casa: es porque necesita tener un hogar propio,
un sitio a donde junto con el pan de cada día pueda llevar sus afanes, sus angustias, sus
tristezas, y en donde encontrará un ser querido que debe saber consolarlo, alentarlo,
comprenderlo. La mujer se casa generalmente en nuestra tierra porque ama con todo su
corazón a un hombre y desea pasar el resto de su vida a su lado; para el hombre (per-
suádanse de esto las niñas) el amor es secundario; antes que él están sus ambiciones, su
posición social, sus comodidades. Esos primeros entusiasmos del novio —--quien jura que
durarán toda la vida—-- pasarán; temprano o tarde pasarán aunque asegure que no es así;
pero si en su hogar encuentra siempre un ángel de la paz —--que no exige lo imposible, que
no pide razón masculina—-- si la esposa es para el marido indispensable, porque ha sabido
proporcionarle una dicha tranquila, sin tempestades, entonces ella obtendrá también su
galardón y conseguirá hacerla siempre suya, porque él encontrará que no hay otra en el
mundo que se la pueda comparar.
Es preciso que las mujeres comprendan que la vida es seria; que una casada lleva sobre
sus hombros una cruz pesada, pero que puede cubrirse de flores para que no parezca de
hierro; es necesario que sepan que la responsabilidad de lo que en su casa sucede cae
sobre ella; pero que usando de un justo medio, es decir, sin demasiada severidad ni una
exagerada condescendencia, logrará conservar la paz, tanto con respecto al marido como
con sus paniaguados y sirvientes.
Nada de despilfarro, aunque sean grandes las riquezas de que goce; nunca tampoco mani-
festará mezquindad y avaricia, aunque sufra pobreza. Con orden, con método, se logrará
siempre que el interior del hogar presente un aspecto agradable: no es por medio del lujo
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como los aposentos parecerán bellos. Estos, como la persona de la mujer y de los sirvien-
tes, deben estar siempre limpios, jamás se verá un acto, un arrancón, una mancha: para
remediar esto, debemos tener siempre a mano aguja, hilo y jabón en abundancia.
Jamás una mujer consentirá en ciertas familiaridades que vienen a parar en que se les
pierda el respeto ni se presentará delante de su marido con vestidos sucios y desaliña-
dos, si no quiere que más pronto vea este caída la aureola que hacía bello y poético el
ídolo de sus ensueños de la luna de miel. Aunque al fin se oscurezca esta, la esposa debe
tratar de prolongarla durante el mayor tiempo posible: y en su mano está el que suceda,
por medio de su prudencia, su tranquila abnegación y ocultos sacrificios. Debe procurar
que con los años ese amor vehemente se convierta en una amistad tierna y amable, la
cual durará toda la vida; que el marido comprenda que nadie puede tener más cariño y
más interés por él que la compañera de su existencia: que no encuentre en su casa jamás
tempestades domésticas, disgustos y molestias, y que sepa la mujer que ella siempre tiene
que sacrificar sus gustos —--aunque sin hacer alarde de ello y sin que su marido lo sepa
siquiera—-- en aras de su dicha doméstica.
Solo así la mujer casada tendrá una felicidad duradera, no ficticia “y para la exporta-
ción”.
“Fulana es muy feliz” —--suele decirse—-- “porque su marido le ha dado mucho lujo y le
lleva joyas y objetos artísticos a pesar de que es poco acomodado”.
¿Sabemos acaso cómo ha conseguido todo eso y si la ostentación que alabamos no sirve
sino para encubrir faltas que, si conociera la mujer, desearía arrojar a la calle esos ob-
jetos costosos?
Soledad Acosta de Samper

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