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DIRECTOR:
P. VÍCTOR M. MARTÍNEZ MORALES, S.J.
DOCTOR EN TEOLOGÍA
PONTIFICIA UNIVERSIDAD GREGORIANA DE
ROMA.
NOTA DE ACEPTACIÓN
_________________________________
Presidente del Jurado
__________________________________
Jurado
__________________________________
Jurado
DEDICATORIA
AGRADECIMIENTOS
Al ex-ministro Provincial Fray Francisco Leonardo Gómez Verges, Ofm., (2001-2007) por
el apoyo a mis deseos formativos en la teología, como también a Fray Fernando Garzón
Ramírez, actual Ministro de la Provincia Franciscana de la Santa Fe. A ambos Ministros
Provinciales y sus gobiernos, les agradezco la confianza depositada en mí, por el respaldo y
apoyo económico durante el tiempo de estudio de esta Maestría. También la orientación y
el aporte investigativo, junto con la calidad humana de los que fueron mis profesores en
todo el proceso de formación en la Maestría en Teología.
De manera especial al P. Víctor M. Martínez Morales S.J., por su pericia, colaboración y
disponibilidad en la revisión de este trabajo investigativo.
6
Contenido
pág.
Introducción 9
1. Concepción del poder, siglo I de la era cristiana, desde Lucas 22,24-27 12
1.1. El autor 13
1.1.1 Fecha y destinatarios 13
1.1.2 Estilo característico 13
1.1.3 Finalidad del evangelio de Lucas 14
1.1.4 Puntos básicos de la teología de Lucas 14
1.2 Nivel literario o análisis lingüístico-sintáctico 15
1.2.1 Contexto situacional 16
1.2.1.1 Texto de Lc.22,24-27 16
1.2.1.2 Diálogo con el texto 16
1.2.1.3 Contexto próximo 17
1.2.1.4 Contexto remoto 17
1.2.2 Lc.22,24-27 y sus paralelos 18
1.2.2.1 Clasificación de líneas de sentido 21
1.2.2.2 Comparación de textos 22
1.2.2.3 Diferencias 22
1.2.2.4 Antecedente de Lc.22,24-27 23
1.2.2.4.1 Lc.9,46-48 24
1.3 Introducción al texto de Lc.22,24-27 24
1.3.1 Segmentación del texto 25
1.3.1.1 Preocupación por ser el mayor 25
1.3.1.2 Modo de ser el mayor 25
1.3.1.3 Reorientación 26
1.3.1.4. Jesús como servidor 26
7
pág.
1.3.2 Características de la perícopa 26
1.3.2.1 Inventario del léxico 27
1.3.2.2 Líneas de contraste 28
2. Líneas de sentido o análisis semántico 29
2.1 El altercado 29
2.1.2 Ser el mayor 30
2.1.2.1 El mayor: Jerarquía de poder 30
2.1.2.2 Los reyes 32
2.1.2.3 El Dominio de los reyes 33
2.1.2.4 Como señores absolutos 34
2.1.2.5 El ejercicio del poder de los reyes 37
2.1.3 Los llamados bienhechores 38
2.1.3.1 No así entre vosotros 40
2.1.3.2 El más joven 40
2.1.3.3 El que gobierna como el que sirve 41
2.1.3.4 El mayor es servido 41
2.1.3.5 Jesús como el que sirve 41
2.2 Jesús y el poder como servicio 43
2.2.1. El poder/autoridad como servicio 45
2.2.1.1 El poder, una realidad necesaria 46
2.2.1.2 El poder/autoridad y la espiritualidad del servicio 47
2.2.1.3 Identidad de quien asume el poder/autoridad 49
2.2.1.4 El poder/autoridad para decidir 51
2.3 Deformación del poder/autoridad 52
2.3.1 El poder/autoridad para obstaculizar 53
2.3.2 El poder/autoridad para dominar 54
2.3.3 El poder/autoridad para manipular 56
2.3.4 El poder/autoridad y el “amiguismo” 58
2.3.5 El poder/autoridad como fin en sí mismo 59
pág.
8
Introducción
Entrar en un tema específico, planteado por el texto bíblico como el de Lc.22,24-27 que
lleva por título ¿Quién es el mayor? hace referencia al poder destinado al servicio desde la
perspectiva de fe, da pié para entrar en el significado de las palabras, los verbos, adjetivos
-entre otros- con los que se compone cada una de las oraciones de sentido completo que
compone la perícopa. Y en la medida que se profundiza en el texto se recibe todo el peso de
la comprensión de lo que significa tener poder, ser jefe o ser el “mayor” en la comunidad,
teniendo presente sus sinónimos, en contraste con aquello que pide el Señor a los apóstoles:
“El mayor entre vosotros sea como el más joven”, es decir, el mayor ha de ser como el
servidor. Detrás de cada concepto hay un contexto histórico con significados y que
generalmente resultan ser opuestos a la novedad del evangelio que propuso Jesús con su
enseñanza y ejemplo de vida para iluminar el contexto de la vida eclesial, específicamente
el papel de quienes tienen la responsabilidad de ser autoridad en las comunidades de vida
religiosa institucional.
Para realizar este trabajo investigativo asumiré el método de interpretación hermenéutico
con el siguiente esquema:
Como punto inicial de la investigación se presenta el nivel histórico del evangelio de Lucas
y, el nivel literario de Lc. 22,24-27. Esta primera parte pretende entrar de forma breve, en
las características del evangelio de Lucas, como obra teológica, sus enfoques peculiares con
el fin de ubicar sus propósitos relevantes. Al mismo tiempo, enfocar el texto de estudio en
sus contextos próximo y remoto para una ampliar el sentido del texto y su orden dentro de
la misma obra. Al seguir el camino de la especificación, se hace un esfuerzo por entrar en el
texto y las partes que lo conforman, confrontando sus paralelos en los evangelios de Mateo
y Marcos para identificar sus similitudes y diferencias. Una vez realizado este ejercicio se
verifica la estructura del texto, la coherencia gramatical, las líneas de sentido, las relaciones
de oposición, y sacar lo que nos quiere decir el texto en sus mismos elementos, para tener
claro los elementos relevantes, que en últimas son los cristológicos, es decir, los que
caracterizó el Señor Jesús en en la dimensión del poder como servicio. Estos mismos
elementos fundantes deben ser punto de referencia para la comunidad de fe y en especial
para quienes ejercen el servicio de la autoridad en la vida religiosa institucional hoy, para
10
que apropiándose de ellos sea medio de edificación de lo que el Señor Jesús vivio y enseñó
a los apóstoles como a la iglesia, pero en especial a quienes hacemos parte de la vida
religiosa hoy.
La segunda parte de esta investigación presenta dos momentos: En la primera parte se
profundiza en las líneas de sentido de Lc.22,24-27, definidas en el apartado anterior, que
también se puede llamar “análisis semántico” y, tiene como fin dar a conocer a partir de la
realidad que describe del texto, ir a la realidad extratextaul, es decir, del ambiente cultural y
social que trata de describir el mismo texto y así tener una comprensión sobre lo que se
quiere decir. Para conseguir este resultado se investiga el significado de los conceptos, del
conjunto de las palabras que hacen parte de la estructura del texto, enfatizar en las lineas de
sentido, investigar el significado en el contexto cultural propio, para así ir al mensaje
general que quiere decirnos el mismo texto.
Tiene que ver esto con la preocupación de los apóstoles por quién sería el “mayor” entre
ellos y la similitud de tener el poder/autoridad en la vida política y social del siglo I de la
era cristiana, los cuales eran tenidos también como “mayores” que dominaban con
autoridad a los pueblos. El contraste que Jesús presenta sobre cómo ser el “mayor” desde la
figura del más joven, es decir, como el que sirve. Por eso la estrategia del método que
fundamenta esta parte de la investigación: El texto en sí mismo es la referencia primera.
Y en la segunda parte de este capítulo, propongo un análisis teológico como profundización
del poder/autoridad desde Jesus, el Señor y, que debe identificar a quienes obstentan este
cargo en las instituciones de vida religiosa, como también algunas de sus distorsiones más
comunes y que son una realidad en la institucionalidad religiosa, a fin de ser modificadas
una vez que se tenga conciencia de ellas.
El tercer capítulo presenta el nivel actualizante, o análisis pragmático que tienen que ver
con la aplicación de sugerencias propositivas a la realidad problemática y que es a la vez el
aporte que se hace al tema del “Servicio de la Autoridad en la Vida Religiosa, una
aproximación a ser superior(a) hoy desde Lc.22,24-27”. El texto tiene un mensaje que
comunicar, es un texto del pasado, pero que quiere hablar hoy a las situaciones
problemáticas desde la fe. Quiere iluminar la realidad conflictiva y iluminar la práctica
actual de la autoridad como servicio, es decir, actualizar lo que se dice, pasando lo que se
dice en el texto bíblico al contexto cultural-existencial del hombre hoy en su actuar y
11
responder al ¿Qué mensaje me revela a mí hoy este texto bíblico? La pragmática estudia las
instrucciones para la acción y la orientación que se efectúa por medio del texto. Sugiere
ideas, conduce a determinadas formas de conducta, mueve a participar en sentimientos a
partir del para qué y por qué. Para este fin se sugieren los siguientes medios: Dar
instrucciones, concientizar en la necesidad de renovar la comprensión de lo que significa la
autoridad como servicio hoy en la iglesia para llevar al cambio de conducta, al cambio de
ideas.
En todo este contexto se aplicará el método hermenéutico de análisis Estructural o
semiótico, cuyas características son: Sincrónico porque se proyecta sobre el texto mismo
con el interés de hallar las relaciones entre los elementos constitutivos y su sentido.
Descubrir lo que el texto quiere decirnos en virtud de su propio lenguaje, con sus tres
momentos: 1) Análisis linguístico, 2) Análisis semántico y 3) Análisis prágmático o
aplicación a la realidad, herramientas que me ayudarán para llegar a los resultados y
conclusiones deseadas.
El tema de la Autoridad como Servicio es un tema actual. Tanto es así, que ha sido motivo
para que la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida
Apostólica, haya presentado el 11 de mayo del 2008 un documento con el tema “El servicio
de la Autoridad y la Obediencia” en la vida religiosa. El tema es actual porque se ha venido
analizando el contexto evangélico de la autoridad como servicio, como tambien se ha
venido cuestionando profundamente su práctica en la vivencia, marcada por los desbordes
autoritarios y los abusos de poder. Hoy, por los avances que ha traido el rigor del análisis
académico en la teología, se investiga para proponer más objetividad entre lo que se dice y
lo que se hace, obviamente se ha tocado temas que anteriormente eran inabordables y, se
está “presionando” al menos desde la producción de documentos al respecto para que el
poder/autoridad en las instituciones religiosas obedezcan precisamente a lo que el Señor
Jesús pidio a los apóstoles: “(…) el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que
gobierna como el que sirve” (Lc.22,26), es decir, que sea tenida como servicio y no como
medio para dominar a los demás.
A pesar de la abundante bibliografía sobre el tema, aun hay muchas realidades que faltan
por especificar y esto es lo que pretende realizar este trabajo.
12
1
Browm. E. Raymond. Introducción al Nuevo Testamento 1. Cuestiones preliminares, evangelios y obras
conexas. Madrid: Editorial Trotta, 2002.
13
2
Segalla, Giuseppe. Panoramas del Nuevo Testamento. Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino, 2000.
3
Cepedal, Tirso. Curso de Biblia. Claves para leer el Libro Sagrado. 3ª edición. Madrid: Editorial PS., 1999.
4
Segalla, Panoramas del Nuevo Testamento 197.
5
Brown, E. Raymond. Introducción al Nuevo Testamento I, 314.
6
Segalla, Panoramas del Nuevo Testamento, 224.
14
7
Ibid., 198.
8
Cepedal, Curso de Biblia, 317.
9
Dillman, Rainer, Mora, A., César. Comentario al Evangelio de Lucas. Estella (Navarra): Editorial Verbo
Divino, 1999.
15
El Espíritu Santo: Jesús actúa siempre bajo el influjo del Espíritu Santo: Es el protagonista
en el libro de los Hechos, pero también es notablemente presente en la vida de Jesús:
“Lucas está siempre convencido de que en la persona y obra de Jesús está siempre el
Espíritu”10. A diferencia de los otros evangelios, es el que más nombra al Espíritu Santo.
Alegría espiritual: El gozo, la alegría es una realidad que viene por la salvación en la
persona de Jesús: “No temáis, pues os anuncio una gran alegría,(…)” (Lc.2,10);
“Regresaron los setenta y dos y dijeron alegres (…)” (Lc.10,17); “(…) mientras que toda la
gente se alegraba por las maravillas que hacía” (Lc.13,17); Jesús mismo se llena de gozo:
“En aquel momento se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo (…)” (Lc.10,21). En Lucas
la alegría viene por la salvación que trae Jesús, él es portador de la alegría y es
consecuencia de la salvación en los discípulos y en la comunidad.
La Salvación es universal: La salvación no es para un grupo privilegiado de creyentes: “La
Salvación de Dios, al entrar en la historia humana, crea un movimiento dinámico que
desborda las viejas fronteras de aquel pueblo que siempre se había tenido por el único
destinatario de la elección divina”11. La salvación en Jesucristo se desbordó extendiéndose
a todos los pueblos de la tierra por la misión que encomienda a los apóstoles: “Así está
escrito: que el Cristo debía padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día y que se
predicaría en su nombre la conversión para el perdón de los pecados a todas las naciones,
empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas” (Lc.24,46-48). La
salvación llega a todos los hombres mediante el llamado a la conversión.
Por otra parte, el evangelio de Lucas forma una sola obra con el libro de los Hechos de los
apóstoles: El evangelio acaba con la ascensión de Jesús (24,50-53) y los Hechos en sus
inicios hace mención de ese mismo acontecimiento (1,9-10). Lucas en su obra muestra
desde un contexto histórico la Salvación de Dios en la persona de Cristo Jesús.
10
Ibid., 18.
11
Fitzmyer, Joseph A. El evangelio según San Lucas I. Introducción general. Madrid: Editorial Cristiandad,
1986.
16
palabras que ubican el contexto, confrontación con textos paralelos, con otra edición para
captar las diferencias, similitudes y particularidades.
1.2.1 Contexto situacional
En el contexto de la celebración de la Cena Pascual entre Jesús y los apóstoles aparecen dos
temas que contrastan: La traición de Judas y la discusión entre los apóstoles por quién de
ellos sería el mayor. El contraste está en que los apóstoles no habían comprendido el
contexto de la celebración de la Cena Pascual: “Este es mi cuerpo que se entrega por
vosotros, (…) mi sangre que se derrama por vosotros” (Lc.22,19-20), señalando la entrega
de Jesús, su cuerpo y su sangre por la salvación del hombre. Contrasta el amor de Jesús con
la traición de uno de sus discípulos y la discusión por ser el primero entre los apóstoles.
El contexto es de no corresponder al significado de los acontecimientos: El signo de la
eucaristía, la vida que se da en servicio correspondida con la traición de Judas y la
inquietud por quien será el “mayor” entre el grupo.
1.2.1.1 Texto: Lc.22,24-27
24Entre ellos hubo también un altercado sobre quién de ellos parecía ser
el mayor.
25Él les dijo: Los reyes de las naciones las dominan como señores
absolutos y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar
bienhechores;
26pero no así entre vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como
el más joven y el que gobierna como el que sirve.
27Porque, ¿Quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es
el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que
sirve12.
12
Nueva Biblia de Jerusalén. Bilbao: Editorial Desclée de Brouwer, 1998.
13
Fitzmyer, Joseph A. Evangelio según San Lucas. Vol. IV. Traducción y comentario. Capítulos 18,15-24,53.
Madrid: Editorial Cristiandad, 2005.
17
El tema central tiene la finalidad de educar en el ejercicio del poder como servicio, en
contraste, como medio de dominación, que era la forma conocida y aceptada por el mundo
social de la época de Jesús histórico.
1.2.1.3 Contexto próximo
El texto de estudio se encuentra inserido en Lc.22. Este capítulo da inicio a la narración de
la pasión del Señor. El texto de Lc.22,24-27 está precedido de los acontecimientos de la
celebración de la cena pascual (Lc.22,14-18), de la institución de la eucaristía (Lc.22,19-
20) y del anuncio de la traición de Judas (Lc.22,21-23). Hasta aquí el contexto próximo es
de celebración de la cena pascual e institución de la eucaristía como memorial del cuerpo y
la sangre de Jesús entregada por la comunidad: “(…) derramada por vosotros” (Lc.22,20).
Entrega que había sido anunciada anteriormente: “Pero antes tendrá que padecer mucho y
ser reprobado por esta generación” (Lc.17,25). Esta entrega personal de Jesús a la pasión
pasará primero por la traición de uno de sus discípulos: Judas. La entrega de su vida, por
“vosotros”, es correspondida no solo con la traición, sino también por la incomprensión de
sus más cercanos; se dibuja claramente el contexto del amor, la entrega de la vida del Hijo
de Dios, correspondido con la ingratitud humana.
Los temas que le siguen corresponden a: La perseverancia en la fe en el Señor, la
recompensa del Reino que se promete a los apóstoles como algo que se recibirá tanto en la
vida presente como en la eterna (Lc.22,28-30) y que ya se había hecho mención en
(Lc.18,29-30), y el anuncio de la negación de Pedro (Lc.22,31-34).
1.2.1.4 Contexto remoto
El evangelio de San Lucas, según la Biblia de Jerusalén, se encuentra estructurado así:
El Prólogo 1,1-4.
I. Nacimiento y vida oculta de Juan el Bautista y de Jesús 1,5-2,52.
II. Preparación del ministerio de Jesús 3,1-4,13.
III. Ministerio de Jesús en Galilea 4,14-9,50.
IV. La subida a Jerusalén 9,51-19,27.
V. Ministerio de Jesús en Jerusalén 19,28-21,38.
VI. La Pasión 22,1-23,56. Es aquí en este bloque donde se encuentra inserto el texto de
estudio de esta investigación, en el contexto de la narración de la celebración de la
18
Los personajes son “ellos”; Los personajes son los doce Aparte de hacer mención de
tienen un altercado; la causa y, entre ellos se hace los diez, se menciona el
es quién de ellos “parecía mención de dos hermanos, nombre de los dos
ser el mayor”. Entre los dos sin nombrarlos. Los diez hermanos: Santiago y Juan.
términos: Altercado e apóstoles tienen indignación Los otros diez apóstoles
indignación de Mt., y Mc., hacia los dos (Santiago y sentían indignación hacia
hay una diferencia de Juan); la causa de la los dos hermanos. La causa
significados: Altercado es indignación se encuentra en de la indignación es por la
una disputa que se puede Mt.20,21, la madre de los presión que venían
llevar a cabo a partir de hijos de Zebedeo pide ejerciendo Santiago y Juan
confrontación de ideas, privilegios para sus hijos en (Mc.9,34.10,35), sobre
mientras que indignación es el reino de Jesús. quien de ellos iba a ser el
enojo o enfado por alguna mayor.
ofensa a la dignidad
19
personal.
“25Él les dijo: Los reyes de “25Mas Jesús los llamó y“42Jesús, llamándoles, les
las naciones las dominan dijo: Sabéis que los jefes de
dice: Sabéis que los que son
como señores absolutos y las naciones las dominantenidos como jefes de las
los que ejercen el poder como señores absolutos, y
naciones, las dominan como
sobre ellas se hacen llamar los grandes las oprimen con
señores absolutos y sus
bienhechores”; su poder”. grandes las oprimen con su
poder”.
Se omite el nombre de Se nombra a Jesús que A diferencia de Lc., aquí se
Jesús, y se utiliza el aparece “llamando” y muestra a Jesús lo mismo
pronombre personal “Él”, “diciendo” a los apóstoles. que en Mateo.
que “les dijo”. Se acentúa el realismo.
El elemento común a los
tres: “Las naciones son
dominadas por los señores
absolutos”.
Los señores absolutos que Los señores absolutos son Los señores absolutos que
ejercen el poder son los los jefes que ejercen el ejercen el poder son los
reyes. poder son quienes “oprimen jefes.
Ellos se hacen llamar con su poder”. No utiliza el Estos son quienes “oprimen
“bienhechores”. Hay un estilo irónico de Lucas. con su poder”. No utiliza el
contraste entre dominadores estilo irónico de Lucas.
y bienhechores.
“26pero no así entre “26No ha de ser así entre 43Pero no ha de ser así
vosotros, sino que el mayor vosotros, sino que el que entre vosotros, sino que el
entre vosotros sea como el quiera llegar a ser grande que quiera llegar a ser
más joven entre vosotros, será vuestro grande entre vosotros, será
y el que gobierna como el servidor”. vuestro servidor”,
que sirve”.
Prohibición de Jesús de no Prohibición de Jesús a los Prohibición de Jesús a los
asemejarse a jefes o apóstoles de no asemejarse a apóstoles de no asemejarse a
gobernadores según lo jefes o gobernadores según jefes o gobernadores según
establecido, a partir de la lo establecido. lo establecido.
conjunción adversativa: Se abrevia la conjunción Se abrevia la conjunción
“(…) pero no así entre adversativa en “(…) sino adversativa en “(…) sino
vosotros” y la que”. que”.
correspondiente
modificación, “(…) sino Propone realizar el ser Propone realizar el ser
que”. “grande” como “servidor”. “grande” como “servidor”.
Propone realizar la forma de
ser “mayor” como el más
“joven”, para designar a los
20
jefes.
“27Porque, ¿Quién es “27Y el que quiera ser el “44y el que quiera ser el
mayor, el que está a la mesa primero entre vosotros, será primero entre vosotros, será
o el que sirve? ¿No es el que vuestro esclavo”; esclavo de todos”,
está a la mesa?
Pues yo estoy en medio de
vosotros como el que sirve”.
Hay dos cuestionamientos: Presentan el esquema: El Presentan el mismo
El primero es una regla de primero será el esclavo de esquema de Mateo: El
uso normal en la sociedad. todos. Hacen síntesis, no primero, este será el esclavo
El segundo cuestionamiento hay cuestionamientos para de todos.
es la confirmación de esa sacar luego conclusiones.
regla por Jesús. Pero como
conclusión propone lo
contrario: Jesús es el que
sirve, no es como el mayor
que es servido.
Lucas conserva términos que lo hacen diferente de los otros dos sinópticos, como:
Hace alusión a “Altercado” (v.24), Mientras que Mateo (v.24) y Marcos (v.41) hablan de
“indignación”. Altercado es de disputas. Indignación tiene contexto de ofensa personal.
Lucas es irónico al hacer referencia a “los reyes como dominadores absolutos y aun así se
hacen llamar biehechores” (v.25). Es más incisivo.
Mientras que Mateo (v.25) y Marcos (v.42) hacen referencia a los “Jefes de las naciones
como dominadores absolutos que oprimen con su poder”. Ellos omiten la ironía.
21
Lucas se caracteriza porque utiliza comparaciones con el fin de hacerse entender bien con
respecto al tema: “El mayor entre vosotros sea como el joven (…) el que gobierna como el
que sirve” (v.26). Mientras que Mateo (v.26) y Marcos (v.43) son escuetos al utilizar el
mismo esquema: “(…) el grande entre vosotros será vuestro servidor”.
Lucas, para aclarar el tema del poder como servicio desde Jesús, introduce dos preguntas
(v.27). En la primera pregunta utiliza la figura de dos personajes en el contexto de la
comensalidad y sus posiciones dentro de las costumbres sociales: “Quién es el mayor, el
que está a la mesa o el que sirve”. El “mayor” es servido por el “menor”. Desde aquí
elabora y lanza la pregunta para responder con otra pregunta, sugiriendo la respuesta en los
receptores: “¿No es el que está a la mesa?”. Es obvio que el mayor en importancia es
sevido; pero termina dando él mismo la respuesta final cambiando el esquema: “Yo estoy
en medio de vosotros como el que sirve”. Lucas recurre a estas figuras narratorias, lo que
hace que se asemeje a la realidad del contexto y que se amplie el giro de comprensión para
los apóstoles.
Mateo (v.27) y Marcos (v.44) presentan un esquema conciso, polarizado así: “El primero
será el esclavo de todos” (primero-esclavo), y se prolonga en cuanto al final del tema, para
terminar haciendo énfasis en Jesús como el servidor que da su vida como “rescate por
muchos”.
Con esto podemos situarnos en el contenido de la situación, para desde los tres evangelios
sinópticos saber hacia donde se orienta el tema, aun cuando pueden tratarse con palabras
diferentes para querer decir el mismo mensaje. Además que nos da certeza de que fue un
tema polémico al inicio de la comunidad de fe, como lo es hoy.
1.2.2.1 Clasificación de líneas de sentido
Desde Lc. 22,24-27, así:
Se hace énfasis desde este contexto sobre la realidad del poder, la forma como es ejercida
en la vida social del siglo I de la era cristiana y el giro inversamente proporcional como lo
enseña y propone Jesús a la comunidad.
1.2.2.2 Comparación de textos
Breve paralelo desde una edición bíblica diferente a la Biblia de Jerusalén:
Biblia, Nácar Colunga, Lc.22,24-2714 Biblia de Jerusalén Lc.22,24-27
24Se suscitó entre ellos una contienda 24Entre ellos hubo también un altercado
sobre quién de ellos había de ser tenido por sobre quién de ellos parecía ser el mayor.
mayor.
25Él les dijo: Los reyes de las naciones 25Él les dijo: Los reyes de las naciones las
imperan sobre ellas y los que ejercen la dominan como señores absolutos y los que
autoridad sobre las mismas son llamados ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar
bienhechores; bienhechores;
26pero no así entre vosotros, sino que el 26pero no así entre vosotros, sino que el
mayor entre vosotros será como el menor, y mayor entre vosotros sea como el más joven
el que manda como el que sirve. y el que gobierna como el que sirve.
27Porque ¿Quién es mayor, el que está 27Porque, ¿Quién es mayor, el que está a la
sentado a la mesa o el que sirve? ¿No es el mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la
que está sentado? Pues yo estoy en medio mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros
de vosotros como el que sirve. como el que sirve.
Lo subrayado son los elementos comunes que establecen similitudes entre las dos
ediciones.
1.2.2.3 Diferencias
Biblia edición Nácar Colunga Biblia de Jerusalén
Utiliza el término “contienda” (v.24). De Prefiere “altercado” (v.24), que viene de
contender, lidia, pelea. altercar, para significar disputar, porfiar.
Los reyes “imperan” sobre las naciones Los reyes de las naciones “dominan” y
(v.25 a) y sus similares, los que ejercen la agrega, “como señores absolutos” (v.25 a).
autoridad (v.25b), (se omite el calificativo Y sus similares los que ejercen el poder
de señores absolutos), estos son llamados (v.25b), se hacen llamar bienhechores
bienhechores (25c). Define que son (v.25c), ¿se hacen llamar por la fuerza?
14
Sagrada Biblia. Versión directa de las lenguas originales. Por Eloíno Nácar y Alberto Colunga. Madrid:
Editorial BAC., 1958.
23
Las similitudes indican que la traducción de los textos desde el original coincide con la
edición del texto de estudio, a excepción de algunos términos, pero sin diferencias
irreconciliables. Con estas similitudes en los dos textos se adquiere la confianza de saber
que los elementos significativos del tema se mueven en un mismo contexto y que se está en
el contexto del tema a tratar.
1.2.2.4 Antecedente de Lc.22,24-27
Lc.22,24-27 tiene similitudes con Lc.9,46-48, en cuanto que tratan el mismo tema: “¿Quién
es el mayor?” (v.46); los personajes son los mismos: Jesús, los apóstoles y se le agrega otro
personaje: Un niño. Pero con diferencias en lo que tiene que ver con el contexto geográfico
en el que se desarrolla los acontecimientos: Ministerio de Jesús en Galilea, es decir, fuera
de Jerusalén, en una situación de misión y seguimiento, mientras que en Lc.22,24-27 es en
Jerusalén, el momento de la Cena pascual, después de la traición de Judas.
La narración de Lc.9,46-48 presenta el tema menos elaborado que Lc.22,24-27, en cuanto a
detalles, por ejemplo, excluye personajes como reyes, señores absolutos, bienhechores,
gobiernos. Omite la utilización de verbos como: Dominar, poder, servicio.
En el desenlace de la narración presenta la condición humilde y sencilla del niño, modelo
que debe asimilar quien se postula como el mayor entre la comunidad: “La presencia de un
24
El Señor Jesús pide a los apóstoles que quienes lo representan desde el poder asuman las
carácterísticas de la humildad, la sencillez, la docilidad en la forma de ser y que sean
propias del niño(a) (v.48). La utilización directa del modelo del niño como tipologia es
punto de referencia para quien quiere ser el primero.
15
Fitzmyer, Joseph A. El Evangelio de San Lucas. Vol III. Traducción y comentario, capítulos 8,22-18,14.
Madrid: Editorial Cristiandad, 1986.
25
Es una realidad marcada por los elementos de amor e ingratitud: Entrega de la vida por
amor, correspondida con la traición y el interés de ser el principal entre ellos: “Las dos
primeras partes del discurso de Jesús desenmascaran dos actitudes demasiado humanas en
sus elegidos: la infidelidad (o traición) y la lucha por alcanzar la mejor posición y la
mayor estima”16, es decir ante el ofrecimiento del servicio por amor, los apóstoles
descubren sus ambiciones personales. Es la incomprensión de los apóstoles ante el amor
generoso de Dios en Jesucristo.
1.3.1 Segmentación del Texto
La utilidad de este proceso de la segmentación del texto es adentrarnos y comprobar su
estructura y coherencia interna, para realizar una posible descripción de sus componentes.
Lo anterior exige mirar de cerca el texto para comprobar sus componentes internos:
Introducción (v.24), nudo (vv.25-26) y desenlace (v.27).
1.3.1.1 Preocupación por ser el mayor
24Entre ellos hubo también un altercado
a. sobre quién de ellos
b. parecía ser el mayor.
La introducción sitúa al lector en una disputa entre los apóstoles. Se obvia los nombres
entre quienes sucede el altercado, pero identificados como Santiago y Juan en (Mc. 10,41).
a. Sobre quien de ellos, es decir entre el grupo de los apóstoles, conformados por: Pedro y
Andrés, Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo y Tomás, Santiago de Alfeo y Simón,
Judas de Santiago y Judas Iscariote.
b. “Parecía ser el mayor”. De parecer ante los demás (El mayor o jefe).
1.3.1.2 Modo de ser el mayor
25Él les dijo:
a. Los reyes de las naciones las dominan
a1. como señores absolutos
b. y los que ejercen el poder sobre ellas
b1. se hacen llamar bienhechores;
Él les dijo: Acción exhortativa de Jesús.
16
Fitzmyer, Evangelio según San Lucas. Vol. IV, 357.
26
a. Los reyes de las naciones las dominan. Los reyes: Referencian el ejemplo de gobierno
en el medio social como dominadores.
a1. como señores absolutos, es decir, únicos, sin par.
b. y los que ejercen el poder sobre ellas: Los reyes titulares, y los que son como ellos y
que están a la cabeza de las naciones.
b1. se hacen llamar bienhechores: Por imposición, se hacen llamar bien hechores.
1.3.1.3 Reorientación
26pero no así entre vosotros, rechaza ese modo de ejercer el gobierno.
a. sino que el mayor entre vosotros, reorientación de ser el más grande.
a1. sea como el más joven. Presentación del modelo para gobernar: Joven.
b. y el que gobierna Un funcionario público. b1. como el que sirve. Que sea similar al que
sirve: El joven.
1.3.1.4. Jesús como servidor
27Porque,
a. ¿Quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? El mayor es sevido en la
mesa.
a1. ¿No es el que está a la mesa? Confirmación de lo anterior, de la posición del
mayor en la mesa, es la norma social.
b. Pues yo estoy en medio de vosotros.
b2. Como el que sirve. Jesús se declara servidor entre los apóstoles.
1.3.2 Características de la perícopa
1. Interviene Jesús exhortando y coloca como punto de referencia a los reyes y los que
ejercen el poder en las naciones, como dominadores y señores absolutos, aun así se hacen
llamar bienhechores (V.25).
2. Jesús se sigue dirigiendo a los apóstoles y después de presentar el modelo civil de
gobierno, da un giro opuesto, reorientando el modo de ejercer el poder en la comunidad de
fe: Pide que el mayor sea como el joven y el que gobierna como el que sirve. Son dos
grupos de figuras que guardan una relación de opuestos (V.26). Estos dos momentos de los
versículos 25 y 26 hace parte de lo que forma el nudo.
3. A partir de la regla de los comensales, donde hay posiciones, uno que está a la mesa y es
servido (el mayor) y otro que se encarga de servir (el menor), a partir de estas dos
27
posiciones, Jesús se presenta como el que sirve a la mesa, con su vida es el servidor de
todos (V.27).
En los tres momentos el protagonismo lo recibe Jesús, los apóstoles desarrollan el rol de
quienes escuchan la enseñanza y son invitados a la práctica de la exhortación del Maestro.
Presenta el modo de conducirse los reyes y sus similares con respecto a las naciones en el
ejercicio del poder; los apóstoles en forma opuesta deben ejercer el poder, a partir del
servicio y del ejemplo que Jesús les da. Vemos como los tres momentos a pesar de los
diferentes períodos narrativos conformados por las frases principales y secundarias tienen
unidad y coherencia interna.
1.3.2.1 Inventario del léxico
Cita Sustantivo Adjetivo Artículo Pronom- Verbo Adver Prepoci- Conjun-
bre bio sión ción
V.24 Altercado. Mayor. Un, el. Ellos, Hubo, Pare- Entre, de,
quién. ser.
cía. sobre.
V.25 Reyes, Absoluto Les(as), Él, ellas. Dijo, Sobre. Y, que.
naciones, s, los, de. Ejercer,
señores. biehechor dominar,
es poder.
V.26 Gobierno. Mayor, El. Vosotro Sea (Ser). Pero no
Joven, s.
así, sino
Sirve.
que,
entre.
V.27 Mesa (2). Mayor. A, la. Quién, Es (Ser), Porque.
vosotros Está (2),
. sirve (2),
estoy.
Se destaca a partir de los adjetivos y los verbos que el texto esta cargado de términos que
reconocen posiciones de poder. Frente a estas características aparece la idea opuesta que
reclama otra visión del poder desde los términos joven y servicio:
Sustantivos Sinónimos
Reyes. Monarcas, soberanos, majestades, emperadores, príncipes.
Señores. Amos, dueños, propietarios, jefes, patrones.
28
Adjetivos Sinónimos
Mayor. Cabeza, superior, caudillo, jefe.
Absolutos. Dominante, déspota, autoritario, arbitrario, imperioso.
Joven. Nuevo, reciente, tierno, servidor.
Verbos Sinónimos
Ser. Individuo, persona.
Ejercer. Ejercitar, realizar, desplegar.
Dominar. Someter, subyugar, oprimir, esclavizar.
Poder. Realizar, tomar, obtener.
Servicio. Gracia, ayuda, asistencia, favor, auxilio.
17
Fitzmyer, Evangelio según San Lucas. Vol. IV, 359.
30
18
FITZMYER, Joseph A. El Evangelio de San Lucas. Vol III, 162.
31
Traconítide (4 a.C.-34 d.C. Mt.14,3); Arquelao fue etnarca de Judea, Samaría e Idumea.
Los tres eran hijos de Herodes el grande y habían recibido en herencia el dominio de Judea.
Poncio Pilatos (26-36 d.C.) se encuentra entre los que fueron procuradores a raíz de la
destitución de Arquelao por autoritario, del cual se hace mención en la parábola (Lc.19,14).
Este era el contexto histórico-político que representó ser “el mayor o los mayores” que
regían a la comunidad.
Las características administrativas de estos gobiernos no es siempre la mejor: Herodes el
grande aparece en el evangelio como un ser desconfiado y apegado al poder, eso lo muestra
el relato de la matanza de los niños inocentes en la región de Belén y toda su comarca (cfr.
Mt.2,1-16) pretendiendo quitar la vida al futuro “rey sucesor” que estaba recien nacido.
De Herodes Antipas o el Tetrarca, fue quien en una fiesta compromete con su palabra la
vida del profeta Juan el Bautista y lo manda decapitar (Mc.6,17-29). Fue también quien
despreció y se burló de Jesús cuando quiso entrevistarse con él, previo a los momentos de
la pasión: “(…) le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato” (Lc.23,11), vistiéndolo
con atuendos cómicos. Era un personaje no digno de admiración por la tiranía hacia sus
gobernados. De Arquelao, etnarca de Judea, Samaría e Idumea, se dice que fue impositivo:
“El gobierno de Arquelao fue autocrático y suscitó el odio de sus súbditos hasta el punto
que éstos enviaron una delegación a Roma para pedir su destitución”19, esto indicaba los
presendentes negativos en su administración de gobierno.
De Poncio Pilato: Fue el juez del proceso contra Jesús, lo entregó a los jefes judíos para que
fuera azotado y crucificado, para quedar bien con ellos (Mc.15,15). Por esto se considera un
jefe servil, porque permitío la entrega del Inocente al suplicio de la cruz para contentar a las
autoridades judías y asegurarse para si la estabilidad en el poder: “(…) a pesar de
reconocer la no peligrosidad de Jesús, sino más bien de su debilidad, se arroga el derecho
de decidir de su vida y de su muerte, sin pensar nada más que en la instancia política.
Cobardía, porque el poder se pone al servicio de la posición partidista, por miedo a dejar
el poder”20. Según la referencia que se hace de él con respecto a la administración política,
desde Filón de Alejandría se denuncia: “Su aceptación de sobornos, latrocinios, ultrajes,
19
Brown, E. Raymond. Introducción al Nuevo Testamento 1, 112-113.
20
Duquoc, Christian. Cristología. Ensayo dogmático sobre Jesús de Nazaret. Salamanca: Ediciones Sígueme,
1992.
32
21
Brown, E. Raymond. Introducción al Nuevo Testamento 1, 113, nota de pie de página #15.
22
Fitzmyer, El Evangelio de San Lucas. Vol. IV, 360.
33
Las comunidades de Asia Menor tributaban a los monarcas, emperadores, reyes, faraones el
culto de adoración, a excepción del pueblo de Israel. A ellos se les atribuían características
divinas: “Los soberanos en la antigüedad eran exaltados e idolatrados hasta ser
considerados como divinidades”23. Esto es un indicativo para decir que la máxima cúspide
del poder era un medio para manipular a los pueblos desde lo religioso y lo psicológico,
aparte del poderío económico y militar que tenían. Estos medios les facilitaban el trabajo
para manejar una imagen y presentarse como “salvadores” o “soter”, y así que les aplicasen
características de divinos. De esta manera imponían a las provincias su dominio exigiendo
altas sumas de impuestos como contribución para el sostenimiento de la corte imperial y de
los ejércitos: “(…) impuestos de policía, de protección, de baños, además de las tasas
individuales. El fiscus iudaicus entró en vigor cuando Vespasiano ordenó que los judíos
pagaran a favor del templo de Júpiter Capitolino la cantidad de medio Shekel, o una
dracma, que era lo que pagaban anualmente para el culto del templo de Jerusalén”24. El
brazo largo del César llegaba hasta las regiones más remotas del imperio por medio de sus
delegados: Reyes menores, prefectos, procuradores, legados quienes hacían sentir el
dominio con autoritarismo de estilo más exacerbado que el mismo emperador: “(…) los
romanos eran tradicionalmente muy desconfiados con respecto a los reyes, por su propia
experiencia del régimen tiránico que ejercieron tales gobernantes a comienzos de la
historia de Roma”25. La imagen que el pueblo tenía de ellos era la de representantes tiranos,
abusadores del poder, insensibles frente a las necesidades reales de la comunidad, opresivos
antes que servidores.
Aunque la historia puede dar datos positivos de algunos césares o gobernantes, como por
ejemplo el ambiente de paz mundial durante el reinado de Cesar Augusto (27 a.C.–14 d.C.)
o las grandes construcciones arquitetócnicas de Herodes el Grande (73-4 a.C.), esto queda
minimizado ante las grandes oportunidades que tuvieron de hacer el bien.
2.1.2.3 El dominio de los reyes
Dominar, que somete bajo su dominio, sujetar con autoridad. Desde una posición de
gobierno, dominar, aparte de someter es también tiranizar y esclavizar. Dominar es ser
23
Rosanno, P., Ravasi, G., Girlandad A. Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, 1610.
24
FITZMYER, Joseph A. Evangelio según San Lucas. Vol. IV, 448.
25
Ibid., 448.
34
a los maestros venerados. La repetición señor, señor (mari, mari), igual que la de rabbi,
rabbi, se consideraba como una tención de respeto”26.
Los discípulos, inicialmente, al referirse a Jesús, lo llaman como “señor”, pero sin
contextualización en sentido divino: “Y si alguien os dice: ¿Por qué hacéis eso?, decid: El
Señor lo necesita” (Mc.11,3), lo llaman respetuosamente “señor”.
Pero esta relación se hace progresiva en la medida que Jesús va mostrando su identidad
divina: Enseñando con autoridad, perdonando los pecados, curando enfermos, liberando a
los atormentados por los demonios, cuando la muchedumbre lo reconocía como alguien
excepcional entre los hombres, con poder sobre los fenómenos naturales, hasta llegar a
decir: “Pues ¿quien es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?” (Mc.4,41).
Descubren que en Jesús actúa alguien que está por encima de un “señor” normal. En él
había algo más que hace que trascienda un formalismo de “señor” entre los hombres. Se da,
entonces una evolución en la comprensión del título “señor”. Pasa de un mero formalismo
hacia un reconocimiento de la divinidad. Jesús es reconocido por los apóstoles como el
Señor (Kyrios) de carácter divino: “(…) desde el momento en que el rabbi Jesús llega a ser
objeto de culto, el maestro y señor que habla y obra con autoridad debe necesariamente
convertirse en el único Señor”27. Pero esto se hace mucho más evidente con el
acontecimiento de la resurrección.
Después de la Resurrección ya se da el reconocimiento oficial por parte de la comunidad
apostólica, que Jesús es Señor o Kyrios: “Sepa pues, con certeza todo Israel que Dios a
constituido Señor y Cristo a ese Jesús a quien vosotros habéis crucificado” (Hch.2,36). Y
que una vez constituido Señor, todo le queda sometido en el cielo y la tierra, con pleno
poder, juez de vivos y muertos (Hch.10,42), con todo poder, cabeza de toda dominación y
potestad. Llegó a este título por su anonadamiento, por la humildad en el hecho que no se
enalteció, no buscó su interés personal, sino que con su vida se puso al servicio de sus
hermanos y por la obediencia al cumplimiento de la voluntad del Padre, hasta llegar a la
muerte en la cruz, por eso, su nombre y la persona son exaltados. Jesús es reconocido
Señor, de una forma diferente a como es el común de reconocimiento en la vida formal de
26
Cullmann, Óscar. Cristología del Nuevo Testamento. Salamanca: Ediciones Sígueme, 1998.
27
Ibid., 276.
36
28
Ibid., 268.
29
Ibid., 269.
30
Obermayer, Heinz, Speidel, Kart, Zieler, Vogt, Klaus. Diccionario Bíblico manual. 4ª edición. Barcelona:
Editorial Claret, 1975.
37
En este contexto de la vida social del siglo I de la era cristiana, era que el “señor”, tenía los
suficientes medios para imperar sobre los que estaban en una posición desfavorable en
cuanto al poder y por la fuerza hacía que se produzca los efectos que necesitaba. El “señor”
es considerado una figura con supremacía sobre los otros y en especial sobre el siervo que
le correspondía con la obediencia y dependencia.
En cuanto al calificativo de “absolutos” se considera como un lenguaje figurado para
designar al que ocupa la cima de la jerarquía social sin alguien que le haga sombra, único,
sin restricción alguna en el ejercicio de la extensión de su poder.
2.1.2.5 El ejercicio del poder de los reyes
Los datos bíblicos del Antiguo Testamento son reiterativos en la concepción que el poder
pertenece en el sentido estricto solo a Dios porque es el dueño de todo cuanto existe: “En
manos del Señor está el gobierno de la tierra” (Ecl.10,3), porque él es soberano de todas
las naciones y todo cuanto existe él lo gobierna: “Porque de Yahvé es el reino, es quien
gobierna a los pueblos” (Sl.22,29), nada se escapa de su poder.
Este poder se ha hecho explícito en Jesús resucitado, poder que es otorgado por el Padre:
“Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt.28,18) y, ese poder se
concretará plenamente en este mundo cuando someta el último enemigo del hombre que es
el mal y la muerte. El poder de Jesús, el Señor, es poder en dimensión de servicio, es un
poder que renunciando a sí mismo se pone a favor de los otros: “La verdadera autoridad
cristiana no es poder, sino servicio. No es dominio sino amor”32.
El hombre también ha recibido de Dios poder para dominar la tierra y los seres vivientes, le
participa esta facultad de modo que pueda servirse de la creación: “Les concedió el dominio
sobre la tierra (…) les revistió de una fuerza como la suya” (Ecl.17,2-4). De allí que esa
voluntad de poder está en el corazón de cada ser humano con deseo de exteriorizarse y
ejercitarse en la realidad bajo modalidades diversas. Desde lo social, el grupo de personas
que se identifican bajo una colectividad requiere de la autoridad: “Toda asociación dentro
31
Segalla, Panoramas del Nuevo Testamento, 92-93.
32
Alonso, Severino-María, cmf. La autoridad en la vida consagrada. Un carisma de animación-comunión.
Madrid: Publicaciones Claretianas, 2008.
38
33
Heinz, Peter. Comp. Sociología del poder. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 1960.
34
Fitzmyer, Evangelio según San Lucas. Vol. IV, 165.
35
Compagnoni, F., Piana G., Privitera, S., Vidal, M. Nuevo Diccionario de Teología Moral. Madrid:
Ediciones Paulinas, 1992.
39
un carácter religioso, pues nace del amor que Dios reclama a quienes escuchan su Palabra:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev.19,18), aunque este precepto era solo para los
connacionales judíos, había normas, en donde estos estaban llamados a ser sensible a las
necesidades de los extranjeros a quienes se les debe respetar y hacerles el bien: “(…) no te
desentiendas de él préstale ayuda” (Lev.23,5).
El Señor Jesús pasó haciendo el bien a los hombres de su tiempo con hechos concretos. No
fue indiferente a las necesidades apremiantes de la vida como la enfermedad, el dolor, el
pecado, la marginación, la muerte, la ignorancia, la pobreza y la miseria. Se acercó a la
realidad humana, herida por el pecado y se puso a su servicio: “(…) que tampoco el Hijo
del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos”
(Mc.10,45). Desde la fe en el Señor Jesús se diseña el ser bienhechor como es hacer obras
buenas por los demás: “El obrar cristiano encuentra su orientación justa inspirándose en
la forma que Jesús actúo en semejantes ocasiones”36, obrar como él, actuar como él lleva a
hacer el bien a todos con generosidad. Este es el punto de referencia inmediato en la ética
del cristiano.
Dentro de la cultura griega, a la dirigencia política se les tenía como bienhechores de la
comunidad: “Bienhechor es un término que el griego helenístico atribuía frecuentemente a
los dioses, a los príncipes, incluso al emperador romano”37, esto por los medios
económicos a su alcance para realizar obras que beneficiaban a la comunidad y que hoy se
entiende como una obligación de quienes gobiernan. Ahora, no era que de hecho fueran
bienhechores, sino que se hacían “llamar bienhechores”. Tiene entonces un significado
irónico, y no era para más porque sometían a las provincias judías al pago de impuestos por
medio de los recaudadores de impuestos, sofocando a la comunidad con incomodidades
económicas: “Cuando Pompeyo conquistó el país en el año 63 a.C. impuso a los judíos de
Palestina una contribución para el fisco romano que, según Flavio Josefo, pronto se elevó
a la suma de diez mil talentos. A continuación, Julio César redujo el impuesto y permitió
que no se cobrase a los judíos durante los años sabáticos”38. Al tener estas características,
difícilmente podrían ser aceptados como bienhechores, más bien todo lo contrario, aquellos
que utilizan el poder para su beneficio personal. ¿Cómo entender que un gobernante que no
36
Rosanno, P., Ravasi, G., Girlandad A. Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, 1319.
37
Fitzmyer, El Evangelio de San Lucas. Vol IV, 360.
38
Ibid., 167.
40
posibilita el bien político y económico de un pueblo sea llamado bienhechor? Esto sería
como llamar a los que obran el mal como hombres buenos.
2.1.3.1 No así entre vosotros
Es la indicación de Jesús que determina el giro que ha de hacerse desde la nueva
concepción sobre el poder. Es decir, rechaza el modelo social vigente que es el practicado
por los reyes y poderosos de este mundo y que tiene sus efectos negativos. En consecuencia
es preciso en la declaración, prohibiendo esa manera de ejercer el poder.
2.1.3.2 El más joven
El joven, en el contexto del evangelio de Lucas, representa un modo de conducta
especificado en el servicio. Por el marcado protagonismo del padre en la familia judía, el
joven o los jóvenes eran tenidos para los oficios humildes, especialmente de servicio. Por
eso Jesús lo coloca de ejemplo para el que quiera ser el más importante en la comunidad,
paraque este ejemplo de vida sea el modelo como inspiración de servicio a los otros: “(…)
el mayor entre vosotros sea como el más joven” (Lc.22,26). El joven es una etapa de
apertura a la vida. El joven no es un adulto en el sentido de la palabra, tampoco es un
adolescente, ni un niño menor de edad. Es una etapa que requiere del cuidado formativo en
los valores para llegar a una estructuración de la personalidad. Mientras se llega a este
alcance, tiene una dependencia con el marco de valores de los adultos a los cuales se
muestra con disponibilidad al aprendizaje, el servicio, la apertura. Si ser “primero” en el
contexto social, es el más importante, el “último”, el más joven, es el que carece de
prestigio porque no tiene poder. De otro modo, el término joven, está íntimamente ligado a
la simplicidad que lo hace apto para la obediencia: “Yo os aseguro: si no cambiáis y os
hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los cielos” (Mt.18,3). No es volverse
niño sino mostrarse libre de la autosuficiencia y del orgullo que hace del yo un ídolo: “Él
niño es un símbolo claro de la carencia de poder, de fuerza y de autoridad; es el prototipo
de la humildad y del servicio”39. Así ha de ser el que quiera servir, que aunque sea mayor
de edad, ha de ponerse al servicio de los hermanos como el más joven, como el último, sin
pretensiones de poder ni de fuerza. Jesús propone a los apóstoles esta alternativa como
modelo a seguir.
39
Rosanno, P., Ravasi, G., Girlandad A. Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, 1300.
41
40
Ibid., 420.
42
pecados” no fue entregado por él sino por nosotros (Rm.4,25). “A quien no conoció pecado,
le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él” (2Cor.5,21).
De modo que él es servidor por excelencia a favor de nuestra causa: “Mas fue herido por
nuestras faltas, molido por nuestras culpas. Soportó el castigo que nos regenera y fuimos
curados con sus heridas” (Is.53,5), para justificar a quienes debíamos la culpa ante el
mismo Dios: “Mi siervo justificará a muchos, pues la culpa de ellos soportará” (Is.53,11).
El transfondo de Jesús, como el que sirve a la mesa, fue la entrega de su vida en la cruz por
el hombre pecador, es decir, su muerte expiatoria y que se celebra en cada eucaristía: “El
Hijo del hombre paga con su vida en lugar y a favor de muchos que han caído en la
perdición. De esa manera, se convierte en redentor de ellos”41. Este gran servicio, que no
puede hacer el hombre por sí mismo, lo realizó Jesús por nosotros de forma libre.
El servicio está implícitamente ligado a la obediencia. Jesús se mostró obediente a la
voluntad de Padre, antepuso la suya a la voluntad del Padre: “(…) no se haga mi voluntad
sino la tuya” (Lc.22,42), y esta obediencia fue llevada hasta el extremo de entregar la vida
por todos: “Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros (…) Esta copa es la Nueva
Alianza en mi sangre, que se derrama por vosotros” (Lc.22,19-20). El “por vosotros”,
señala la muerte como su destino, en vez de nosotros, es decir, en lugar nuestro,
sustituyéndonos: “La preposición por, en lugar de, que es esencial para la idea de
sustitución desempeña un papel muy importante”42. Jesús entrega su vida en la cruz por
nosotros, dándose en servicio a sus hermanos: “(…) el Hijo del hombre ha venido (…) a
servir y a dar su vida como rescate por muchos” (Mc.10,45). Esta es la expresión más
significativa de la dimensión de servicio, en la que el beneficiario es el hombre pecador.
Y a ejemplo de esta entrega, Jesús pide a los apóstoles que se den al servicio en beneficio
de la comunidad: “(…) el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos” (Mc.10,43).
Desde este contexto se entiende el servicio como signo de amor a los hermanos, vivir para
los demás es estar en función de las personas que de alguna manera esperan algo como
signo del amor. Desde Jesús se entiende el servicio como auto-donación o auto-entrega por
la salvación de los hombres y el perdón de los pecados. Jesús coloca a consideración este
ejemplo que va a marcar una nueva perspectiva en la vida de sus seguidores. Este es el
41
Gnilka, Joachim. El evangelio según San Marcos. Mc.2,27-16,20 (Vol. II). Salamanca: Ediciones Sígueme,
2005.
42
Cullmann, Cristología del Nuevo Testamento, 119.
43
punto fundamental que debe iluminar la jerarquía del poder como servicio: “Los miembros
de la comunidad y sus dirigentes tienen que guiarse por el servicio y por la entrega de la
vida del Hijo del hombre”43, si es que de verdad quieren asumir parámetros de fe con
respecto al poder. Por lo tanto es evidente que no es para utilizarlo al servicio personal, sino
que es una jerarquía que se caracteriza por el amor, para ponerse al servicio de los
hermanos, dar vida, ayudar, no para que le sirvan sino ponerse a servir al otro.
Se ha recorrido esta primera parte del segundo capítulo el camino trazado desde Lc.22,24-
27 para identificar desde las líneas de sentido o análisis semántico y sus consecuentes (nivel
literario o análisis sincrónico) para identificar los elementos que iluminen el que-hacer del
poder como servicio desde la propuesta de Jesús junto con los elementos opuestos y que se
han hecho perceptibles a través de la investigación. Los cuales son puestos a consideración:
La preocupación de los apóstoles por quien sería el mayor entre ellos, como una expresión
de la ambición de poder en el corazón del hombre ante el amor de Dios manifestado en
Cristo Jesús.
Quienes ejercen el poder en la vida política social del siglo I de la era cristiana eran los
emperadores a los que les atribuían características divinas: Los reyes, gobernadores,
procuradores. Estos eran tenidos por amos, jefes, señores, mayores, que dominaban con
autoridad a los pueblos.
La enseñanza que Jesús presenta sobre cómo ser el mayor entre la comunidad es desde la
figura del más joven, es decir, como el que sirve.
Jesús es el modelo de servidor por excelencia. Su servicio es un servicio hasta dar la vida
por amor a los hombres, sin ninguna pretensión de poder al estilo de los hombres.
Estos cuatro aspectos son sugerentes en el siguiente espacio, para iluminar el contexto del
poder y dar pautas definidas sobre el cómo ejercer el poder en la vida religiosa
institucional.
43
Gnilka, Joachim. El evangelio según San Marcos, 121.
44
jerárquica tiene prerrogativas y, eso hace que sea deseado. Por ende se duda de quienes lo
deseán y lo tienen, porque no hay claridad si es para servir o beneficiarse de él.
Este deseo de tener poder/autoridad es un interés natural en el corazón de las personas, y
por eso, en el grupo de los apóstoles aparece el anhelo común de ser el primero entre ellos:
“Entre ellos tuvieron un altercado sobre quien les parecía ser el mayor” (Lc.22,24).
En aras de una mayor claridad, se nos exige realizar una distinción entre los términos poder
y autoridad.
Poder: Es una realidad que hace parte de la naturaleza humana y de la cual es una de sus
muchas capacidades: “(…) la ambición o la voluntad de poder es propia de cada persona,
bien con acentos y modalidades diferentes”44. No hay ser humano que no sienta esta
tendencia de imponer por medio de la palabra o de la acción hacia sus semejantes u otros
seres de la naturaleza. Desde la fe, el poder viene al hombre participado por Dios para
someter la creación: “(…) sometedla (…) mandadla (…)” (Gn.1,28). Esta capacidad es uno
de los constitutivos del hombre como señor de la creación: “(…) señor los hiciste de las
obras de tus manos, todo lo pusiste bajo sus píes” (Sl.8,7). Esto, además es uno de los
muchos indicativos que lo hace superior a todas las demás criaturas de la naturaleza y por
ende sometidas a él, no como dueño sino como imagen y semejanza de Dios, de “dominar”
y ser señor del mundo creado. El hombre al recibir la capacidad de dominar la naturaleza se
impone y la somete de acuerdo a la voluntad y las motivaciones que lo determina y
soluciona sus necesidades básicas de subsistencia, haciendo que la vida sea más humana o
más cómoda.
El ejercicio de poder entre los hombres se identifica con hacer que otros obedezcan la orden
impartida y obtener resultados esperados, mediante la fuerza, la palabra, por acuerdos
consensuales, políticos o por leyes naturales. No se entiende el que manda sin el que
obedece, ni viceversa, por eso el fenómeno del poder es relacional: “El poder es una
actividad propia de las relaciones humanas. Quiere decirse que toda relación social tiene
la dimensión de poder: el poder es una realidad relacional”45. El poder se entiende así
como potestad, fuerza o dominación y llega a su máxima expresión en los poderes
constituidos como autoridades civiles, cuando son legítimamente elegidos.
44
Compagnoni, F., Piana G., Privitera, S., Vidal, M. Nuevo Diccionario de Teología Moral, 1426.
45
Ibid., 1428.
45
Autoridad: Es un sustantivo que viene del verbo latino “augeo”, “auxi”, “autum” que
significa “hacer crecer”, “acrecentar”, “aumentar”, “desarrollar”, “volver mas fuerte”,
“más intenso”; entonces se deduce que autoridad es cuando se busca el crecimiento de los
demás, contribuir para que el otro crezca, se desarrolle en toda su dimensión de persona, de
manera que el débil se haga más fuerte.
La manera como se llega a la autoridad legítima es desde varias opciones. En el concepto
de Max Weber, hay tres tipos de dominación legítima, una de ellas es la autoridad racional
o dominación legal: “En el caso de la autoridad legal se obedecen las ordenaciones
impersonales y objetivas legalmente estatuidas y las personas por ellas designadas (…)”46.
Al poder/autoridad legal se llega por elección, por decreto, por nombramiento y
esporádicamente por el carisma personal que es reconocida por aclamación popular.
Haciendo una aproximación de los términos poder/autoridad en cuanto figuras de una
institución, ellos son para orientar y guiar un programa de gobierno: “El objetivo del
poder/autoridad es garantizar la cohesión del grupo. Se trata de simbolizar la unidad del
grupo y la unidad de la orientación personal de cada uno de sus miembros”47. Se fusiona
así en un solo contexto los vocablos poder y autoridad, llamándoles de forma similar,
cuando se les quiere nombrar haciendo alusión a la organización social o institucional. El
que tiene autoridad es el que tiene poder para hacer que se cumplan las órdenes: “Para
alcanzar los propósitos señalados es necesaria la intervención de la voluntad de todos (…)
esta es la razón por la cual en toda sociedad o comunidad surge siempre la autoridad, que
es la que marca las instrucciones para el grupo, dándole unidad y consistencia (…)”48. Por
lo tanto, en el contexto de este trabajo, al hablar de “autoridad” se hace referencia a la
dimensión de “poder” como dos realidades idénticas de quien gobierna.
2.2.1. El poder/autoridad como servicio
Miremos la contextualización del poder según la mentalidad política del siglo I de la era
cristiana, caracterizada por los excesos y abusos. Aunque se hacían llamar “bienhechores”
de la comunidad, hoy desde otra lectura se constata que estaban lejos de esta realidad.
46
Heinz, Sociología del poder, 23.
47
Licheri, Lucie. Cara a Cara. Fundamentos y práctica de la obediencia en la vida religiosa apostólica.
Madrid: Ediciones San Pablo, 2001.
48
Fingerman, Gregorio. Relaciones humanas. Fundamentos psicológicos y sociales. 3ª edición, Buenos Aires:
Editorial el Ateneo, 1970.
46
49
Heinz, Sociología del poder, 82.
47
necesidad en todo grupo organizado para guiar y decidir: “La autoridad es siempre una
propiedad de la organización social. Donde no hay organización no hay autoridad”50.
Sin embargo, lo que genera dudas, es cuando aparece la ambición desmedida para asumir el
rol de poder/autoridad, sabiendo que desde la fe esta es una misión de servicio, de entrega a
los otros que implica la negación de sí mismo. Entonces: ¿Cómo explicar tanta disposición
para este oficio, cuando exige sacrificio personal? ¿Por qué ese desmedido deseo de
asumirlo? Algo tendrá de “bueno” para quien lo asume, una vez que son muchos los que
buscan tener los puestos de autoridad y poder. Eso da a pensar que tener poder/autoridad en
la comunidad no es tanto para prestar un servicio que requiere abnegación personal, sino
para aprovechar las posiciones de la autoridad y beneficiarse de ella.
2.2.1.2 El poder/autoridad y la espitiualidad del servicio
Se ha dicho que la comunidad organizada requiere de la autoridad para orientar y guiar. Si
hay organización interna en la comunidad, lo más lógico es que alguien presida esa
organización, constituyéndose como poder/autoridad. Se ha dicho también que los puestos
de autoridad son apetecidos porque son medios para servir, pero aparte de eso también es
una oportunidad para beneficiarse del poder. Esto se da cuando la finalidad del poder pierde
su significado como servicio a la comunidad, por la falta de un volver sobre el fundamento
que lo ilumina, es decir, desde la conversión o nuevo giro que pidió el Señor a la
comunidad: “El espíritu de conversión quien nos hace hombres nuevos, exigencia constante
de cambio, manteniéndonos siempre dispuestos a “volver sobre”, a revisar, a evaluar”51.
Pero al darse por hecho una comprensión, viene entonces la acomodación, y se olvidan del
llamado a dejarse iluminar por aquello que le da fundamento al que-hacer, sin un volver a
revisar desde la referencia u su origen en la fe.
Es en Jesús el Hijo de Dios, que al asumir la condición humana, oculta su divinidad, la
condición gloriosa, se somete a los contextos humanos, con todo lo que esto significa y
llega hasta someterse a la muerte en la cruz, con el fin de traer la vida divina a los hombres
(Kénosis). Enseñando así, con las palabras y el ejemplo de vida el significado y la finalidad
del poder/autoridad en la dimensión de servicio. Y desde esta enseñanza, hace énfasis en
50
Ibid., 85.
51
Martínez, M. Víctor. SJ. Fidelidad Creativa en la vida Consagrada. Bogotá: Instituto Misionero Hijas de
San Pablo, 2004.
48
que el “mayor” o el jefe, ha de ser como el “menor” o servidor de los suyos, sin mostrar
pretensiones de jerarquía superior a fin de ser accequible a todos. El “menor” viene a ser un
calificativo que significa condición humilde: “(…) la humildad se considera bien como
moderación de la auto-presunción, del orgullo (…) como abnegación y renuncia que el
hombre se impone o acepta, o bien como calificativo de la libertad que madura en el modo
de vivir las tensiones y los conflictos”52. Es necesario entrar en el contexto de la humildad
de Jesús el Señor, de su abajamiento, a partir de la encarnación, pasión, muerte y exaltación
para entender la manera evangélica de asumir la categoría del poder/autoridad.
Y si entre el los apóstoles alguno de ellos quería ser el “mayor” o tener primacía entre ellos,
este se ha de destacar por el servicio: “(…) el mayor entre vosotros sea como el más joven
y el que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26). El que gobierna ha de asemejar al que
sirve en la mesa: Disponible, atento, que a nadie falte nada, pronto a las necesidades de
quien lo requiera en torno a la edificación y crecimiento de los otros como personas. Hacer
esto a ejemplo de Jesús que con su entrega en la cruz ha servido al hombre, vendido al
pecado, facilitándole la salvación a cambio de la fe en él. En este contexto se entiende el
poder/autoridad desde Jesús, el Señor: “El poder es poder del amor (…) Es lo que
manifestó Jesús en su vida, por eso renunció al poder dominación; por eso prefirió morir
débil, antes que usarlo para someter a los hombres y hacerles aceptar su mensaje”53. Por
lo tanto, la dirección y la guia de la comunidad no es un puesto de prestigio, sino de
servicio. Esto es lo que va a reorientar una nueva comprensión en la forma de asumir la
mediación del poder/autoridad en la comunidad. Este es el nuevo campo de comprensión
para quienes aspiran a tener el poder/autoridad para que sea asumido de esta manera.
Jesús mismo enseñó la manera de ejercer el poder desde diversas perspectivas; con su poder
se acercó a la humanidad afligida por múltiples circunstancias: “Pasó haciendo el bien
(Hch.10,38), y este obrar suyo se dirigía ante todo a los enfermos, y a quienes esperaban
ayuda. Consolaba a los afligidos, alimentaba a los hambrientos, liberaba a los hombres de
la sordera, de la ceguera, de la lepra, del demonio y de diversas disminuciones físicas; tres
veces devolvio la vida a los muertos. Era sensible a todo sufrimiento humano, tanto al
52
Fiores, S., Goffi, T., Guerra, Augusto. Nuevo diccionario de Espiritualidad. Madrid: Ediciones San Pablo,
1991.
53
Boff, Leonardo. Iglesia: Carisma y poder. Ensayos de Eclesiología militante. Santander: Ediciones Sal
Terrae, 1981.
49
cuerpo como del alma”54. Jesús, con el poder se mostró liberador, sanador, misericordioso,
se manifestó servicial; dominando las fuerzas hostiles que someten al hombre al
sufrimiento, a la enfermedad, a la muerte. Jesús, con su poder divino somete el mal,
haciendo clara distinción que este poder es para servir al hombre, para liberarlo de la
opresión que le hace esclavo. En consecuencia, es un poder de amor, en función de dar la
vida, de servir, de amar. Es el poder de sacrificio personal, que no reclama protagonismo, ni
beneficio para sí, todo está en función del otro como punto de referencia. El poder está
referido para ayudar, de dar, compareciéndose de las necesidades del oprimido.
La plenitud del servicio de Jesús a los hombres se manifestó en la entrega de su vida: “Yo
soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas” (Jn.10,11), este servicio se
hace explícito en cuanto que su muerte trajo la salvación a los hombres. Esta es la
expresión más significativa del servicio realizado en el amor. Es un servicio tenido como
auto-donación o auto-entrega por la salvación de los hombres y el perdón de los pecados.
Jesús prolonga su obra salvadora a través de los apóstoles, dándoles su poder y autoridad:
“(…) les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda
enfermedad y toda dolencia” (Mt.10,1). Es un poder sagrado para utilizarlo en servicio de
los hermanos en el amor, hasta llegar a dar la vida por los hermanos. Desde este contexto,
se supone ha de abordarse el poder/autoridad en la vida religiosa.
2.2.1.3 Identidad de quien asume el poder/autoridad
Es obvio que quien asuma la dirección en un instituto de vida religiosa debe tener como
punto de referencia a Jesús, muerto y resucitado, su evangelio, sus dichos y hechos. Desde
este contexto, se supone, ha construido su proyecto personal de vida, formado en los
valores del evangelio de forma que exista en el perfil personal una identidad como
discípulo. Ahora, como religioso(a), que se supone, que “sigue más de cerca a Jesús”, ha
de caracterizarse por los valores evangélicos por los cuales optó, pues estos deben ser más
concretos en cuanto a actitudes. Por lo tanto, el proyecto personal de vida tiene una
identidad cristiana: “El proyecto personal de vida se entiende como el núcleo central del
sujeto formado por los valores en torno a los cuales va estructurándose su identidad (…)
El proyecto está constituido, en consecuencia, por el conjunto de cosas o realidades que
54
Juan Pablo II. Carta sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano. 2ª reimpresión, Bogotá: Ediciones
Paulinas, 1999.
50
son importantes para la persona, por sus valores y modo de vida”55. Ahora, estos valores se
han venido constituyendo a partir de los procesos iniciales de formación en la fe, como:
Escucha de la Palabra de Dios, la acogida al evangelio que llama a la conversión y con ello
renovación de la mente, cambio de actitudes, una transformación de los sentimientos que
vienen del corazón, una espiritualidad propia del fundador del instituto. Es un camino
recorrido en pos de una identidad evangélica que le da sentido a la vida. Es una persona con
experiencia de vida, en proceso de conversión, en la lucha consigo mismo por superar los
vicios y pecados con el fin de ser criatura nueva en Cristo y dar una mejor respuesta: “No
os acomodéis a este mundo; al contrario, transformaos y renovad vuestro interior, a fin de
discernir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto” (Rm.12,2).
Cristo Jesús, es el modelo del hombre perfecto y es el punto de referencia inmediato para la
comunidad de fe, en él se ha de formar la manera de obrar, de pensar y de vivir, hasta
alcanzar “los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús” (Flp.2,5). Él es el punto de
llegada de una vida en búsqueda constante de perfección. Por consiguiente, para la
realización de este proyecto se requiere la buena voluntad, el don de la fe, el abrirse al
cumplimiento de la voluntad de Dios. Colocarse en la dinámica del seguimiento a Jesús el
Señor: “Una vida cristiana según el seguimiento es vida y vida radical. Es absoluta
obediencia a la voluntad de Dios, sea cual fueren sus exigencias (…) teniendo como
modelo al mismo Jesús en su modo de vida y destino”56. Desde lo cual se espera vivir el
espíritu fraterno, que incluye, aceptar a los otros como hermanos, la práctica de la justicia,
del respeto por la dignidad humana, la solidaridad, asumir compromisos de testimonio de
fe, la celebración de los sacramentos y en especial la eucaristía como centro de la vida
cristiana, reconociendo que todo es don de Dios. Estos son aspectos básicos del discipulado
mediante el cual se testimonia la vida de seguimiento común a todos los bautizados y con
mayor énfasis a la vida religiosa institucional. El discípulo se caracteriza por el seguimiento
al Maestro y por ende, da identidad a la vida con matices de cristiano: “Cada árbol se
conoce por su fruto” (Lc.6,44). Por lo tanto, es una persona que trabaja por sus
motivaciones religiosas, confirmando día a día sus convicciones en la vida religiosa. El
55
Meza, R., José Luís. Arango, A., Óscar Albeiro. Discernimiento y proyecto de vida. Dinamismos para la
búsqueda de sentido. Colección Fe y universidad #9. 4ª edición. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana,
departamento de Teología, 2008.
56
Floristán, Nuevo Diccionario de Pastoral. Madrid: Ediciones San Pablo, 2002.
51
ideal es que tenga un proceso de vida real que lo lleve a lo que está llamado a ser, alguien
que comporte en sí unidad personal, madurez, armonía, estabilidad en su perfil personal,
integridad de vida: “Que no esté sujeto a instintos, deseos y proyectos al margen de una
vida de fe. Esto hace que haya compromiso, que se manifiesta con amor hacia los demás
hombres, capacidad de oblación, escasa ambivalencia, estabilidad y se concreta en un
compromiso para la renovación”57. Una vida íntegra habla de coherencia en el decir y el
actuar, que lo hace, además, persona confiable en responsabilidades significativas. La
coherencia es indispensable en un superior mayor provincial; es deplorable encontrar que
quien oriente y anime la vida de un grupo de religiosos(as) no oriente la suya propia. Son
lamentables las decisiones de una persona con poder/autoridad sin la autoridad moral que lo
acredite.
2.2.1.4 El poder/autoridad para decidir
La dirección de la autoridad en una comunidad de vida consagrada es una necesidad,
porque como institución necesita de una persona que la represente como cabeza visible,
responsable ante la vida jurídica y social: “La comunidad cristiana no es un grupo
anónimo, sino que está presidida desde su mismo origen por sus dirigentes, para los cuales
el Apóstol pide consideración, respeto y caridad”58. La autoridad se hace necesaria para el
funcionamiento del que-hacer como institución. Esta, con su grupo de colaboradores lleva a
cabo los oficios administrativos que le competen por ley. Y para esto se apropia de su papel
para realizar consejos de gobierno, planear proyectos de trabajo, proyectos de vida
institucional, personal, y ejecutarlos, como también, disponer sobre propiedades inmuebles,
el dinero, asumir situaciones conflictivas institucionales y personales, decidir sobre
personas, así sea con el consentimiento de ellas o sin él.
En razón del oficio, hará uso del poder/autoridad. Y este es el punto que lleva a dudar de la
autoridad, porque aunque puede decir que lo está haciendo como servicio a la comunidad,
no se descarta también que en algunas ocasiones lo pueda estar haciendo para “satisfacer
primitivos instintos de dominio y de auto-engrandecimiento”59, manifestados con hechos
concretos en la acción administrativa. De allí las razones para mirar este oficio con
57
Ibid., 848.
58
Juan Pablo II, La vida fraterna en comunidad. 3ª edición, Bogotá: Edicionas Paulinas, 2001.
59
Boff, Iglesia: Carisma y poder, 116.
52
mentalidad crítica, a raíz de que se suele utilizar el poder para asegurarse un “pedestal
sagrado”, y desde allí disponer al antojo personal, lo cual, es discutible ya que es contrario
al evangelio. Se comprende que hay una tergiversación del mandato del Señor de la
autoridad como servicio a la comunidad.
Ahora, el ideal es no utilizar la fuerza del poder y por lo tanto hacer que se obedezca por
convicción, por sentido de pertenencia a una institución o por una espiritualidad; pero
necesariamente tendrá que verse en la situación de hacerse obedecer, utilizando el poder. Y
para no desentenderse de la autoridad como servicio, debe recordarse continuamente la
enseñanza de Jesús a los apóstoles y a la comunidad, como un distintivo del amor a los
hermanos. La experiencia en el ejercicio del poder/autoridad es algo que se va adquiriendo,
y lo más probable es que al inicio de un mandato se cometan errores, pero lo más sensato es
cambiar para no seguir repitiendo los mismos errores del pasado. Por carecer de
experiencia, algunos superiores(as), una vez recibida la dignidad de la autoridad, obran con
prepotencia, arrogancia, autoritarismo, tornándose totalmente ajenos a lo que se esperaba de
ellos. Esto se ha constatado muchas veces, cuando se recibe una posición de
responsabilidad en la institucionalidad eclesial: “(…) debemos constatar que la iglesia
institución no ha superado la prueba del poder (…) conforme a las exigencias evangelicas
(…) el ejercicio del poder en la iglesia ha seguido los criterios del poder pagano, que se
expresa en términos de dominación, centralización, marginación y triunfalismo (…)”60. Por
falta de experiencia, de asumir la misión sin espiritualidad, esta realidad ha quedado
grande, en el sentido que se ha utilizado para el protagonismo y obviamente para el
beneficio personal.
A continuación las muchas maneras de descontextualización del poder/autoridad como
servicio en la vida religiosa institucional.
60
Ibid., 109.
53
es un motivo para que se le crítique, porque tuvo el poder y los medios institucionales a su
servicio, la colaboración de las personas que tuvo a su disposición y dejó de hacer lo que
debío hacer; porque dejó escapar las oportunidadades y más que solucionar problemas,
obstaculizó la salida de estos. Hay quienes desde las estructuras del poder pueden hacer que
la vida sea más fraterna: Conciliar diferencias, destruir muros creados por las discordias,
reinvindicar a los marginados, sanar heridas, aclarar las dudas en los manejos de la
economía, motivar los ánimos ensombrecidos por la displicencia de algunos hacia la misma
institución, llamar al sentido de pertenencia a la institución a quienes la han perdido.
Pueden si así lo quieren solucionar problemas pertinentes, como también evadir problemas
reales. Por eso la misma crítica interna calificará el período del superior(a) provincial como
bueno, razonable, regular o pésimo.
En muchas ocasiones, en instituciones de la vida religiosa, en donde el superior(a)
provincial está caracterizado(a) por una mentalidad según criterios de dominación, de
supremacía, de eficiencia productiva, en realidad está obstaculizando la vivencia de valores
evangélicos y obviamente desecha las oportunidades de ayudar evangélicamene a los otros.
Esto depende de los criterios y valores que determinen la manera de pensar y de obrar de
quien está en el poder. Si la mentalidad del superior(a) provincial no tiene el rasgo
evangélico existe el peligro de que se repliege en sí mismo como punto de referencia, de
una forma egoísta hacia los demás y actue como los tiranos, los autoritarios y ególatras que
al margen de la vida de fe, utilizan el poder para servirse de él.
2.3.2 El poder/autoridad para dominar
La dominación se encuentra contextualizada con la imposición de una persona sobre
otra(s), y se carácteriza por los siguientes aspectos:
(…) da órdenes al grupo sin consultarlo y exigirle que sean obedecidas
plenamente. Es él quien establece las normas, determina los
procedimientos y fija las etapas de su realiziación. Es un hombre que no
explica a sus subordinados los planes con vistas al futuro, sino que se
concreta a dar indicaciones para la ejecución de las tareas en el
momento preciso de cada etapa (…). Inflexible y estricto, señala el
trabajo para cada uno, dirige el grupo pero no participa efectivamente en
su actividad. En realidad no dirige, manda.61
61
Fingerman, Relaciones humanas, 154.
55
Vemos que la tipología de este tipo de personajes se caracteriza por: Dar las órdenes, exigir
la perfección a los demás, establecer normas unilateralmente, no consulta y no da
explicaciones de sus hechos a nadie, fija los procedimientos a seguir, es psico-rígido, se
siente por encima de todos, no participa con los otros, sino que manda y obviamente
participa de forma distante, desprovisto del calor humano que como líder está llamado a
proyectar. Las consecuencias son lamentables en las relaciones con los demás, en cuanto
que afecta comunión del grupo, la auto-estima personal, obstaculiza el crecimiento
psicológico, hace sujetos serviles, subvalora el valor de la libertad.
Desde la fe de la Iglesia, la autoridad como poder tiene la característica evangélica del
servicio en el amor: “(…) no es poder al estilo humano, sino que es poder en el amor”62. La
experiencia demuestra que el ejercicio del poder/autoridad sin un fundamento digno que le
sustente, lleva a apropiarse de las personas y de sus conciencias como si estas fueran
objetos de posesión. Ahora, el poder desde el amor es todo lo contrario: Es tratar al otro
como una persona que es capaz de responder desde sus criterios, la buena voluntad en la
libertad de conciencia: “El superior ha de amar desde el respeto a la libertad. Se trata de
hacer sentir a cada miembro de la comunidad único, autónomo y suficientemente capaz de
responder por sí mismo y por sus demás hermanos en comunidad. Cuanto más amamos nos
volvemos más respetuosos del misterio del otro; aprender a amar es aprender a recibir del
otro desde lo que es y tiene, desde su autenticidad”63. Amar al otro es tenerle confianza,
tratarle como persona adulta.
Las instancias de poder/autoridad tienen los medios propicios que la misma institución les
da y, llegan con ellos, en algunas oportunidades, a intimidar. Esto sucede cuando condenan,
enaltecen, cuando aprueban o rechazan; como por ejemplo en decisiones tan diferentes en
distintos gobiernos provinciales: Lo que para el gobierno pasado era tan necesario, para el
de turno es algo nimio o no tiene sentido y por lo tanto es rechazado. El que para el
gobierno anterior era como un “genio” o la “estrella” del momento, para el presente es
“subvalorado” en cuanto a la prestación de un servicio en la misma comunidad. Entonces
cabe la pregunta ¿Dónde está la objetividad en las decisiones? Y lo que pasa es que las
decisiones pasan por el subjetivismo de quien o quienes gobiernan. Entonces: ¿Qué papel
62
Boff, Iglesia: Carisma y Poder, 115.
63
Martínez, Fidelidad Creativa, 77.
56
tiene la persona sobre la que se decide? ¿Son solo fichas que se mueven de acuerdo a las
situaciones? ¿Fichas que no tienen perspectivas, sueños, proyectos, trabajos por realizar en
el lugar donde están? Frente a las administraciones dominadoras, los que sufren son los que
salvaguardan sus criterios, expresan sus opiniones y dicen lo que piensan con criticidad. No
se entregan y en consecuencia son relegados, estigmatizados, y es allí cuando se percibe,
en algunos casos, cómo la instancia de poder/autoridad se utiliza para dominar.
2.3.3 El poder/autoridad para manipular
Cuando una institución religiosa tiene un considerable número de integrantes diseminados
en lugares distantes unos de otros, se requiere de un medio para informar a todos los
miembros de lo que pasa a nivel institucional, de proyectos de trabajo, de inversión
económica o de situación de la vida pastoral de determinada comunidad. Mantener una
adecuada información hacia los dirigidos es un elemento necesario para que exista un
conocimiento oportuno de los acontecimientos que interesan a todos. Pero guardar silencio
y ocultar la verdad de lo que sucede, generalmente tiene una intencionalidad. Porque con
esto se busca callar sobre la forma cómo se lleva el poder/autoridad, y esto favorece la
manipulación, pues no hay nada qué reclamar por el mismo desconocimiento de los hechos;
cuando no hay información, todos los actos, las decisiones, lo que se hace y se deja de
hacer por parte de quien gobierna son buenos y este no hace más que pregonarlos. Y lo que
no se hizo o se hizo equivocadamente deja de tener una valoración con su consecuente
responsabilidad. Una desinformación es un medio propicio para cambiar la realidad
administrativa a favor de quien tiene el poder/autoridad. Cuando se mantiene este tipo de
actitud frente a los dirigidos se incurre en una falta de respeto en cuanto que todos tiene los
mismos derechos, es una falta de estima al hermano, una falta de confianza en cuanto que
no se comparte una información que les interesa a todos, se esconde la verdad de los
hechos. La falta de confianza en una relación interpersonal hace que no exista sinceridad y
sin ella las relaciones no son creibles. Y esto es común en muchos que manejan
información de primera mano, pero con una cautela misteriosa, meticulosos con la
información, pero la utilizan sin ningún menoscabo cuando les conviene.
Por eso quien está al frente de la institución debe suministrar información oportuna, real y
actualizada sobre el estado de la situación para conocer de forma global los hechos
sucedidos y, ser críticos con respecto a las finalidades que a toda una institución le
57
64
Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 24.
65
Ibid., 24.
58
66
Quijano Ponce, Andrés. Liderazgo. Trabajo monográfico presentado a la Universidad el Rosario, en
Bogotá, año 2003.
59
perfiles aquellos que son calculadores, serviles y quieren sacar beneficios del poder: “Se
trata de individuos oportunistas que, por interés personal, se muestran sumisos,
complacientes, aduladores, y tratan de agradar para obtener por estos medios alguna
ventaja, aunque en el fuero interno piensen de un modo totalmente opuesto. Es una traición
a sus propias convicciones (…) Se agachan y aceptan todo lo que dice el superior (…)”67.
El poder/autoridad que así prefiere a sus colaboradores, indica que necesita de aduladores,
en vez de colaboradores, compra a las personas, haciéndolas sumisas, no les ayuda a crecer,
le pone precio a sus ideales y ellos por una buena vida venden la dignidad, acrecientan su
mediocridad y por ende se someten a las críticas despiadas, porque se excluye a personas
con idoneidad y reconocimiento.
El poder se convierte así en un medio de favorecimiento para un grupo de personas que se
ven como amigos, socios, cuyo vínculo se fundamenta en la afectividad utilitarista: Me da
reconocimiento/le doy el puesto. Así se deja por fuera a los que tienen los suficientes
criterios para ocupar posiciones de poder.
2.3.5 El poder/autoridad como fin en sí mismo
Se había dicho que es innata la tendencia del hombre hacia el poder, como es natural
ejercerlo, pero el hombre debe tener una posición ética hacia éste, porque el ejercicio del
poder no es fin en sí mismo, es solo un medio. Hay quienes hacen de este un fin, a
sabiendas que les reclama el tributo de la adoración : “Te daré todo ese poder y la gloria
que implican esos reinos (…) Por tanto, si me rindes homenaje, todo será tuyo” (Lc.4,6-7),
el “si me rindes homenaje”, si te postras ante mí, si me das culto y reverencia, es decir, si se
hace de esto la única prioridad, la “búsqueda” de poder como única motivación en la vida,
sin importar los medios para obtenerlo; no es más que idolatría, egoísmo, búsqueda de sí
mismo, sopena de cerrarse a la vida eterna: “Pués ¿de qué le sirve al hombre haber ganado
el mundo entero si él mismo se pierde o se arruina?” (Lc.9,25).
Se cae en el pecado de la idolatría, porque se adora el ejercicio de poder/autoridad y desde
él determinar a los demás: “(…) creer que su autoridad le confiere el poder y el derecho de
hacer de sus propios deseos, de sus ideas preferidas, etc., órdenes obligatorias para los
67
Fingerman, Relaciones humanas, 115.
60
68
Concilium. Revista internacional de teología #15. Moral, Año 2, tomo II. Madrid: Ediciones Cristiandad,
1966.
69
Rodríguez, Carballo, José fr. Ofm. Ministro General. La Autoridad al Servico de la Animación.
Conferencia a los neo-provinciales, 18 enero de 2007.
61
70
Heinz, Sociología del Poder, 28.
71
Ibid., 202.
63
72
Ibid., 205.
73
Ibid., 206.
64
74
Ibid., 208.
75
Boff, Iglesia: Carisma y poder, 105.
65
76
Código del derecho canónigo. Edición anotada. 5ª edición. Pamplona: Ediciones EUNSA, 1992.
66
77
Heinz, Sociología del Poder, 31.
78
Ibid., 28
67
79
Congregación para institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica. Perfectae Caritatis.
Cuarenta años después. Madrid: Publicaciones Claretianas, 2006.
80
Martínez, Fidelidad Creativa, 33.
68
El poder/autoridad que delega funciones representativas debe tener presente en sus cuadros
de mando la suficiente madurez religiosa para conciliar lo carismático con lo institucional,
que guarden el sano equilibrio, entre lo que está llamado a obedecer en la institución como
una respuesta a la voluntad de Dios, sin que esto se convierta en un obstáculo para
testimoniar la vida religiosa; que lo institucional no apague la fuerza que impulsa a la
continua búsqueda de la realización de una vida en el evangelio, que la institución no se
convierta en una burocracia reinante, sino un medio para vivir la fe y del servicio a los
demás.
La vida burocrática en las instituciones religiosas lleva a fundamentarse en seguridades
humanas, caracterizadas por el prestigio, dinero, poder y, que contrasta con aquello que le
da identidad a la vida religiosa y es hacerse plenamente conforme a Cristo obediente (cfr.
LG. #42), modelo de desprendimiento que no tuvo donde recostar la cabeza (Lc.9,58b). Si
existe burocracia en las instituciones religiosas, que sea utilizada para llevar el mensaje del
evangelio y servir a las personas en la formación para que lleguen al conocimiento de su
dignidad e integridad y alcancen la realización, a la medida del “hombre perfecto” que es
Cristo Jesús (Ef.4,13). El poder/autoridad en las instituciones de vida religiosa debe tener la
característica evangélica y, debe valerse de las ciencias humanas para una mejor
administración: “(…) la autoridad es motor que pide a otros ser motores también. Su oficio,
efectivamente, es promover en todos un dinamismo portador de la visión evangélica”81. En
consecuencia, el o las religosas(os) que tienen un trabajo significativo en la institución,
quienes desempeñan una misión en un puesto confiado debe cuidarse de no caer en la
burocracia para no terminar siendo un burócrata, porque tarde o temprano la vida le hará
ver cuál es la identidad de su misma vida: Un religioso(a) seguidor de Jesús o un empleado
burócrata, que ha recibido el pago por sus servicios por el amo de este mundo: El dinero.
Los anteriores temas son maneras distorsionadas de entender la autoridad como servicio y
de una u otra forma se convierten en un problema para aquellos que les corresponde
mandar como obedecer, como también para aquellos que la perciben como servicio, pero
ven y la experiementan en la práctica con otra realidad que desdice de ella por no ser
evangélica.
81
Ibid., 207.
69
82
Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 38.
83
Juan Pablo II, La vida fraterna en comunidad, #49.
70
que Dios los ama”84. Con apreciaciones enfáticas como: “Ejerzan los Superiores con
espíritu de servicio la potestad que han recibido de Dios (…)” (cfr. CIC. #618). Se muestra
así en varios documentos del magisterio de la Iglesia, la preocupación constante de la
autoridad como servicio en la vida institucional. Como doctrina, está clara la línea
evangélica en que ésta se entiende y, hay un empeño en la reflexión, pero otra es la
realidad; y es que en la realidad se presenta un divorcio entre el decir y el actuar, entre la
teoría y la práctica, lo que lleva a que este oficio sea apreciado con escepticismo.
Otro documento exhorta en esa misma línea: “(…) se insiste en que la autoridad del
superior religioso (…) debe caracterizarse por el espíritu de servicio, a ejemplo de Cristo
„que no ha venido a ser servido sino a servir‟ (Mc.10,45”85. Otro: “Ejercer la autoridad en
medio de los hermanos significa servirles a ejemplo de „Aquel que ha dado su vida en
rescate por muchos‟ (Mc.10,45), para que también estos den su vida”86. Esto indica el
modo de ejercer la autoridad en la vida religiosa. Todos los documentos citados expresan
esa preocupación por iluminar evangélicamente la autoridad como servicio.
El poder como servicio implica cercanía en el amor hacia los dirigidos, lo cual es asumir el
ser pastor desde el evangelio: “Apacentad la grey de Dios que os esta encomendada (…) no
forzados, sino de corazón (…) siendo modelos de la grey” (1Pe.5,2-3), es decir, con buena
voluntad. Si así no es, termina siendo un poder rígido, encargado de exaltar las leyes
jurídicas, el orden y, por consiguiente las personas quedan en un segundo plano.
La enseñanza del mismo Señor Jesús, servidor por excelencia, es que el mayor o jefe ha de
ser servidor de la comunidad, sin pretensiones de poder o dominio sobre los demás: “(…) el
que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26).
3.1 El amor: Fundamento de la autoridad
El amor está a la base del ejercicio de la autoridad: Es el amor a la obediencia recibida, a la
persona y palabras del mismo Señor Jesús (Jn.14,23); amor a la vocación religiosa, a la
misión asignada, a los hermanos(as) de comunidad confiados a la autoridad. Desde allí nace
el sentido de pertenencia no solo a la Iglesia sino también a la institución religiosa. Sin
estos elementos, la autoridad será según los criterios del mundo, en donde el otro es
84
Documentos del Vaticano II. Constituciones. Decretos. Declaraciones. Madrid: Ediciones BAC., 1968.
85
Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. El Servicio de la
Autoridad y la Obediencia. Bogotá: Ediciones Paulinas, 2008.
86
Ibid., #17.
71
utilizado como un medio para los fines e intereses personales y en algunas veces
institucionales, es decir para que proporcione ganancia y utilidad. Es la instrumentalización
del otro, y esta posición se encuentra en el lado opuesto de la autoridad desde el evangelio.
El mandamiento del amor es el distintivo de todos los cristianos: “Os doy un mandamiento
nuevo: Que os améis los unos a los otros” (Jn.13,34), y este amor a ejemplo de Cristo, es
entrega por los hermanos, posibilitar los medios para que el otro sea lo que está llamado a
ser como persona: “Gobernar cristianamente es amar, porque es buscar y procurar
eficazmente no solo el bien, sino lo mejor para cada persona”87; gobernar desde el
evangelio es procurar que los hermanos cambien de lo bueno a lo mejor en cuanto a ofrecer
horizontes de referencia humanos y cristianos que posibiliten una mejor calidad de vida.
El amor es determinante desde la autoridad. Si no hay amor, aparece la fragilidad humana,
la persona se hace servir, se muestra como el protagonista, se hace inflexible, no cumple la
misión de la autoridad como servicio porque no manifiesta el amor de Dios en su vida.
Pero ¿Cómo ha de proyectar el amor de Dios aquel que es autoridad en la comunidad?
¿Cómo ha de manifestar este servicio a los hermanos? Exige la calidad humana a partir de
actitudes concretas correspondientes al hecho mismo del amor y sus contextos afines: “El
amor es respeto, educación, cortesía, paciencia, comprensión, servicialidad, entrega,
donación de sí mismo, búsqueda sincera del bien de los demás, calor humano, fidelidad
(…) es sobre todo confianza. La confianza es el lenguaje más inequívoco del amor”88.
Quien gobierna necesita formarse en estos aspectos, prepararse para tener buena calidad en
las relaciones interpersonales. Necesita tomar conciencia de lo que significa cada uno de
estos temas, ya que el oficio requiere del trato continuo con los dirigidos y desde el cultivo
de la empatía, colocarse en la situación de cada uno. Así se hace práctico, a partir de una
base evangélica.
La práctica de estas virtudes viene por la formación en la fe, del seguimiento al Señor Jesús
llevando a cabo valores concretos sobre el amor al prójimo: “Por tanto, cuanto queraís que
os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos (…)” (Mt.7,12). Estamos todos
llamados a practicarlo como norma de valor moral. Esto puede adoptarse como una
metodología concreta, desde la fe para superar el egoísmo, la vanidad, el sentirse superior a
87
Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 45.
88
Ibid., 46.
72
los otros. Así como Jesús el Señor, se dio en servicio como auto-donación o auto-entrega
por la salvación de los hombres y el perdón de los pecados, también coloca a consideración
este ejemplo que va a marcar una nueva perspectiva en la vida de sus seguidores, como
punto fundamental que ilumina el poder como servicio. Hay elementos que pueden venir de
fundamentos diferentes al evangelio, pero elementos como servicio, amor, donación de sí
mismo -entre otros- necesitan estar impregnados de un gran sentido de amor a Dios, porque
es Dios que nos ha amado primero y, sintiéndose amado es como se ama al prójimo.
3.2 La autoridad como servicio humilde
“El que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26). El servicio implica ponerse en función de
los demás, dejar de pensar en sí mismo por cuidar al otro con respecto al bien. Esto requiere
colocarse en movimiento descendiente, dejar el “status” de prestigio y revestirse de la
humildad, hasta llegar a “lavar los píes de los hermanos”. Es hacer el desplazamiento desde
la posición elevada al oficio humilde, es descender de lo alto hasta llegar cerca de la tierra
en razón del otro, es realizar un camino descendente a ejemplo de Jesús, que siendo de
condición divina, se anonadó, humillándose hasta la muerte en la cruz, como el que sirve
(Flp.2,6-7). Igualmente, desde la realidad de la vida humana y a ejemplo de Jesús, se es
humilde cuando hay sencillez, abnegación, obediencia a la Palabra de Dios, moderación del
orgullo, sin pretensiones de prestigio o superior frente a los demás. Simplemente uno más
entre los hermanos: “La autoridad es paciente, tolerante, servicial. El superior ha de evitar
ser intransigente, la autoridad no se argumenta, no se impone (…). Se esfuerza por una
conversión que le permita salir de sí, despojarse de todo prejuicio y eliminar el egoísmo”89.
Los servicios humildes son reservados a personas sencillas, al “menor”. Hacer este
movimiento descendente requiere una sana psicología, madurez personal y religiosa de
modo que no vaya a tener complejos de sentirse envilecido o que está renunciando a la
dignidad personal en razón de este oficio. La humildad no está relacionada con sentirse
inferior, eso es un complejo de inferioridad, que es sentirse menos que los demás en razón
de una subvaloración personal de jerarquía, inteligencia, posición social o económica, raza
o belleza física. La humildad que se muestra por no tener estas prerrogativas es formalismo,
una insana sumisión, un servilismo, pobreza personal, que en algunos casos, con la menor
oportunidad de ser autoridad, la persona cambia totalmente en sus relaciones con los demás
89
Martínez, Fidelidad Creativa, 79.
73
y compensa lo que cree le hace falta, tornándose autoritario y creyendo que eso es
seguridad en sí mismo, reclamando afecto y el respeto por derecho, cuando es algo que se
gana por la calidad humana. El poder y el complejo de inferioridad son elementos en la
misma persona que le lleva a una desestabilización emocional: “(…) en todas sus formas, el
autoritarismo obedece a un verdadero complejo de inferioridad y revela una real
inseguridad interior (…)”90. La necesidad de acentuar rígidamente la autoridad, sus
opiniones y criterios sin dar apertura a otras opciones es porque desconfía de sus razones,
de su capacidad y no admite la crítica, es intolerante: “Los débiles son casi siempre
autoritarios, mientras que los fuertes y seguros de sí mismos dejan mayor libertad a los
otros”91. Por eso, quienes están llamados a ejercer la autoridad deben ser personas sanas en
su mente y en su psicología.
La humildad es un modo de ser en relación con Dios y las personas. De frente a Dios
reconociendolo como el Hacedor y fuente de todo bien que llama a caminar por sus sendas:
“Buscad a Yahvé, vosotros humildes de la tierra, que cumplís sus mandatos (…)” (Sof.2,3).
Con respecto a los demás, cuando se muestra libre de todo orgullo y autosuficiencia,
teniendo a los otros en alta estima, hasta considerarlos superiores a sí mismo (Flp.2,3), sin
que esto le signifique un sacrificio extenuante.
Entendiendo el gobierno como servicio desde la fe, necesariamente debe involucrarce en la
virtud de la humildad a ejemplo de aquel que siendo de “condición divina no codició el ser
igual a Dios” (Flp.2,6) y como él, abajarse desde el poder hasta hacerse el siervo: “(…) las
responsabilidades propias de la autoridad (…) requiere la humildad de hacerse siervo o
sierva de los otros (…) El que en el propio oficio busca un medio para hacerse notar o
afirmarse, para hacerse servir o esclavisar, se pone abiertamente fuera del modelo
evangélico de autoridad”92. Desde el ejemplo de Jesús deberá renovar su forma de entender
el poder como servicio: Humilde en su apariencia, humilde en sus mandatos, humilde en
sus palabras cuando exhorta, cuando amonesta, cuando acompaña, cuando comparte con los
otros, fomentando la conciliación antes que las discordias.
El superior(a) de la comunidad religiosa, desde esta connotación, buscará no abusar del
poder, reconocerá que no siempre tiene la razón, no se creerá imprescindible, tendrá
90
Ibid., 87.
91
Ibid., 88.
92
Ibid., 54.
74
93
Martínez, Sierra. Alejandro. Antropología teológica fundamental. Serie Manuales de Teología. Madrid:
Ediciones BAC., 2002.
75
94
Juan Pablo II, La vida fraterna en comunidad, #48.
95
Congregación para los Institutos, El Servicio de la Autoridad y la Obediencia, #13c.
76
3.3 Propuesta
Propongo los siguientes puntos a continuación para ayudar a solucionar algunas
distorsiones, descritos en los diversos contextos del ejercicio del poder/autoridad, a partir
96
Documentos del Vaticano, PC. # 2.
97
Castillo, José María. El seguimiento de Jesús. Salamanca: Ediciones Sígueme, 2005.
78
98
Ibid., 832.
99
Fiores, S., Goffi, T., Guerra, Augusto. Nuevo diccionario de Espiritualidad, 1127.
100
Floristán, Nuevo Diccionario de Pastoral, 834.
79
positivas y desde las cuales se hace discernimiento para sacar las enseñanzas formativas
sobre el estado de una personalidad.
Con respecto a la madurez personal de quien obstenta el poder/autoridad en las
instituciones religiosas, se debe tener presente otros aspectos: “Que tenga una percepción
más adecuada de la realidad. Espontaneidad y sencillez, sentimientos de comunidad,
Concentración en los problemas. Estructura democrática del carácter. Capacidad de
diferenciar entre medios y fines. Sentido del humor. Creatividad”101. Selecciono estos
elementos, entre varios aspectos, como los determinantes en la madurez humana y en el
perfil personal de quien está llamado a desempeñar una función de superior mayor regional.
Esto influye positivamente en los dirigidos porque se sienten acogidos y dignamente
liderados en el cumplimiento de los objetivos institucionales.
3.3.2 Percepción clara de la realidad
Al superior institucional mayor le corresponde la jurisdicción de una comunidad provincial.
Debe decidir sobre ella, asesorado del equipo de gobierno. Para tomar decisiones
pertinentes debe por consiguiente conocer la realidad de las comunidades locales, sus
circunstancias vitales, como: Personas disponibles, preparación, capacidades, proyectos de
trabajo y su realización, los presupuestos económicos, hechos, lugares, los intereses
manifiestos y ocultos que se tejen en las relaciones interpersonales de los miembros de la
comunidad, estados de ánimo en los perfiles personales, causas y efectos, posibles
reaciones de los implicados, todo esto de una forma aproximativa para ser pertinentes en la
respuesta. Debe ser un pastor a ejemplo de Jesús el Señor, como también alguien formado
académicamente con elementos de análisis para abordar la realidad. Necesita tener
“criterios de peso”, es decir que haya razones considerables por las cuales realiza tal
decision: “La palabra criterio significa juicio, discernimiento (…) o medida que permite
conocer la verdad y distinguir entre dos o más alternativas”102. El discernimiento ayuda a
ser objetivo, claro en las apreciaciones, sin alterar ni subvalorar acontecimientos, de modo
que cuando decida sobre obediencias, trabajos, personas, proyectos, las decisiones
respondan a la eficacia de la situación, es decir, que sea pertinente. Cuando decida sobre lo
101
Ibid., 832.
102
Fuentes M., Antonio. Aprender a Madurar. Un reto para el hombre de hoy. Madrid: ediciones Rialp, S.A.,
2006.
80
que tiene que decidir, las decisiones tengan una sustentación en la realidad y no a
suceptibilidades que llevan a pérdida de dinero, trabajo, sacrificios, tiempo: “Ser veraz
obliga a ir con la verdad por delante, sin camuflarla por ocultos intereses, rectificando
cuando por negligencia se ha podido causar daño”103. Tener apreciación clara de la
realidad es sujetarse a ella, abordarla desde la reflexión, y esto exige que sea sano
emocional y mentalmente, libre de apasionamientos, subjetivismos e ideologías. Tener
percepción clara de la realidad tiene que ver con no dejarse ilusionar por el poder, con las
muchas suceptibilidades que entorpecen una percepción objetiva, teniendo presente,
además que es una misión por un tiempo determinado y que es a modo de servicio, sin creer
que es dueño de las personas a los cuales siente la tentación de irrespetar, como por
ejemplo: “Intimidar a los contestatarios, echar mano de represalias contra los rebeldes,
aislar al que resulta crítico, gratificar a los sumisos, practicar el amiguismo, rendirse ante
los fuertes, compensarse con los débiles, reducir al mínimo el ámbito de la libertad (…)
todo esto con el afán de concentrar todo el poder y dominio”104. Una persona así tiene los
criterios influenciados por el egoísmo, la desconfianza, la sospecha y no tiene la capacidad
para diferenciar hasta donde le está permitido llegar. Tener percepción clara de la realidad
es ubicarse en el puesto que le corresponde, con paz en el corazón y desde allí, sentirse
discípulo del único Maestro, Jesús el Señor, y hermano entre los hermanos, sin pretensiones
de grandeza.
3.3.3 Espontaneidad y sencillez
El superior(a) regional mayor es investido de autoridad y representa una posición de
dignidad por lo cual se le debe conceder atención y respeto. Hay unas designaciones para
referirse a él o ella: Ministro Provincial, Madre Provincial, Madre Ministra, Padre Ministro.
Estas designaciones incluyen también una actitud de cultura y delicadeza de modales hacia
ellos, los cuales se les reconce por la dignidad que representan. Sin embargo hay quienes
hacen excesivas consideraciones a estos aspectos, como también, quienes las piden para sí,
aun entre los suyos, entrando en situaciones de solemnidad en el trato interpersonal y que
lleva a la prevención, al distanciamiento por formalismos psicorígidos, susceptibles al que
103
Ibid., 182.
104
Aláiz, Atilano. ¿Son libres los religiosos? La libertad, don y tarea. Madrid: Publicaciones Claretianas,
1988.
81
105
Fiores, S., Goffi, T., Guerra, Augusto. Nuevo diccionario de Espiritualidad, 914.
106
Juan Pablo II, La vida fraterna en comunidad, # 27.
82
situación del o de los otros, celebración de los eventos de la vida de la familia, como
aniversarios, triunfos, recrearse en comunidad sanamente. Estos aspectos identifican los
sentimientos de comunidad.
3.3.5 Concentración en los problemas
Toda obra requiere dedicación, tiempo, trabajo y hasta dinero para sacarla adelante. Ahora,
dedicar esfuerzos y sacrificios personales tiene que ver a su vez, con el asumir
compromisos pertinentes en orden la realización de proyectos, deja ver que es un signo de
personalidades maduras. Por lo tanto, en este orden, la autoridad debe asumir las
dificultades que tiene dedicando tiempo, esfuerzos, adoptando actitudes estratégicas en el
tiempo: “(…) no puede ser rígida, inflexible o dura. Pero tampoco puede ser débil,
complaciente o cabarde. Tiene que ser delicada y respetuosa, pero también firme y
coherente, sin dejarse intimidar por voces altaneras y sin abdicar nunca de su propia
responsabilidad”107. Es obvio que cada una de las partes anteriores requiere de dedicación,
tiempo, disciplina, pues difícilmente se aplican todas en un solo tiempo.
En las instituciones de vida religiosas, en algunas ocasiones, hay situaciones complejas que
indican corrupción, abuso de poder, escándalos morales, y quien puede cambiar las
situaciones no lo hace por evitar fricciones y dificultades con los implicados, posponiendo
la solución a las autoridades que lo reemplazarán en el futuro, es decir evade, pospone por
no enfrentar la realidad conflictiva. En otras palabras, no soluciona y por tanto hace que el
problema continue y se prolongue. Una autoridad debe ser conciente de su papel, de su
responsabilidad y aunque estas intimidan, precisamente debe dejarse ayudar del grupo
asesor, “ocuparlo” en cuanto a dar soluciones desde diversas perspectivas y tomar tales
decisiones. Pero ante todo asumir los retos y dar respuestas a las necesidades apremiantes
con disciplina, dedicación y eficiencia.
3.3.6 Estructura democrática
Quien obstenta el poder/autoridad debe ser un líder conciliador y persuasivo para que
cuando de una orden, el que obedece se sienta incluido en las razones por la cual obedece.
Quien manda debe contar con la buena voluntad de quien obedece, y para esto debe
ganársela por la vía de la conciliación. Por lo tanto, debe evitar en lo posible la imposición
107
Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 45.
83
por medio de la invitación a los otros. El líder conciliador hace que: “Todas las normas que
se adoptan han sido previamente discutidas, en forma amistosa, bajo su dirección, y es él
quien se encarga de que las decisiones sean aceptadas colectivamente por el grupo”108. La
autoridad/poder que se preocupa por suscitar la conciliación, por dar confianza al grupo que
dirige, hace que este se sienta acompañado, no dominado. Los efectos positivos son la
colaboración, la eficacia, el sentido de pertenencia a la institución, al grupo, la convicción
de compromiso por una responsabilidad asignada sin que esté mediada por intereses
económicos. Con estos elementos, la autoridad promueve la comunión, potencializa a otros
en el compartir responsabilidades, alcanzar logros institucionales y por tanto no se cree
imprescindible en la institución, deja que otros actuen, respetando los límites que a cada
uno le corresponde.
Unir voluntades para un fin institucional es propio de los líderes carismáticos. Desde esa
labor influye para que haya una respuesta positiva a la obediencia y esta no sea vista como
una imposición, porque quien obedece sabe que obedece a proyectos comunitarios y no al
capricho de una persona: “Gobierno y comunidad no son dos realidades independientes
entre sí o simplemente paralelas. Son dos dimensiones complementarias e integrantes de la
misma realidad”109. Así, se supone sería ejercer la autoridad, fomentando la sumisión
voluntaria, dejando al otro la cooperación con obediencia activa y responsable: “(…) se
promueve de verdad a una obediencia (…) cuando se hace intervenir eficazmente a la
persona interesada en todo el proceso de búsqueda, de discernimiento y de decisión”110. Y
es obvio que se requiere del diálogo, del intercambio de padeceres, de respeto por la
posición diferente, de la conciliación y algunas veces llegar a la negociación. La
participación comunitaria incluye la madurez personal, confianza, excluye, además, todo
deseo de protagosnismo y autoritarismo.
3.3.6.1 Diferenciar entre medios y fines
La institución y todos sus recursos son medios que el mismo hombre en su vida social ha
creado para servirse y ayudarse de ellos. Las instituciones están en función de la persona,
este es el fin de toda institución humana. El fin es la promoción de la persona humana para
108
Fingerman, Relaciones humanas, 154.
109
Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 76.
110
Ibid., 102.
84
que llegue a la realización de una vida digna: “Porque el principio, el sujeto, y el fin de
todas las intituciones sociales es y debe ser la persona humana (…)”111.
En la iglesia, las instituciones religiosas vienen haciendo énfasis en rescatar la dignidad de
sus integrantes, en cuanto a la promoción desde la educación y del crecimiento en las
dimensiones humanas: Condiciones positivas de la personalidad, capacidad de relacionarse
bien con los otros; aspectos básicos de las relaciones humanas; solidaridad con los pobres,
identidad con la espiritualidad del fundador. Los medios tales como: Construcciones
materiales, plantas físicas, obras pastorales, reglamentos, leyes, economía, derecho
canónico, todos estos elementos están referidos al servicio de las personas. La fortaleza de
la institución reside en las personas, en la promoción del sentido existencial de sus
miembros. Pero, aun así hay secuelas de una pseuda humildad como herencia de una
espiritualidad de la negación de sí mismo, que obstaculizan este fin: “Sin embargo, hay
que reconocer que todavía hoy, en muchos casos, sigue habiendo una clara subordinación
de la persona, de su plena realización humana y espiritual a otros valores, y a otras
realidades”112 y por eso muchos son los que subvaloran la dignidad de las personas,
dándole prioridad a las cosas materiales. En muchas ocasiones el ejercicio de la autoridad
hace énfasis en que se cumplan las leyes, las constituciones, el orden, la disciplina, el
horario, la observacia a las normas. Al hacer énfasis en este estilo, es como si la autoridad
le correspondiese hacer las veces de fiscales, de vigilantes que cuidan la menor desatención
de la norma y allí ocupan gran parte de sus esfuerzos. Aunque esa es una parte de la labor,
hay que reconocer que ese no es el fin de su misión. El punto central son las personas, los
integrantes de la institución, el crecimiento personal, la compañía, el diálogo, las
perspectivas personales y el cumplimiento del proyecto de vida, lo que hace que debe tener
como fin a las personas en sí mismos, y la institucionalidad física como un medio.
3.3.6.2 Buen humor
El buen humor hace alusión al carácter de la persona, habla de lo que la persona es por
dentro, de su armonía interna y del optimismo. Se sabe de las bondades del buen humor y
más si es estable. El buen humor en la vida religiosa habla de la vida fraterna: “Una
fraternidad sin alegría es una fraternidad que se apaga (…) una frternidad donde abunda
111
Documentos del Vaticano II, GS. #25.
112
Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 128.
85
la alegría es un verdadero don de lo alto a los hermanos que saben pedirlo (…) Este
testimonio de la alegría suscita un enorme atractivo hacia la vida religiosa (…) La alegría
es un espléndido testimonio de la dimensión evangélica”113. La alegría habla de la felicidad
interna de la persona, hace surgir la espontaneidad, la sencillez y la naturalidad. El gesto
serio es positivo, pero también se puede tornar intimidador y más cuando es seco en sus
expresiones, dando a entender que se está tomando en serio el papel de la autoridad;
obviamente, a esta se le debe respeto, pero también cuando hay una énfasis excesivo se cae
en solemnidad y sus consecuencias inmediatas como introvertido, cauteloso, distante,
impersonal, llevando al distanciamiento en las relaciones interpersonales. Esto hace que los
dirigidos reaccionen defensivamente y se forme un ambiente rígido. Puede ser constructivo
en personas maduras, pero puede obstaculizar otras facetas de la personalidad igualmente
sanas. Ahora, unas actitudes serías son en cada cual respetables por lo que pertence al perfil
y carácter de cada ser humano. Por otra parte, tener presente que el buen humor no es
precisamente estar con la sonrisa en los labios en todo momento; es más bien un carácter
social, afable, cálido, acogedor, de apertura al diálogo. El buen humor posibilita las
relaciones con los demás, haciendo que la comunicación personal sea espontanea, con la
calidez de sentirse recibido y escuchado en las inquietudes: “En las grandes empresas
industriales y comerciales, en los bancos, en las oficinas públicas y en otras
organizaciones de toda índole, los tipos extrovertidos, sociales, de facilidad elocutiva, su
espíritu conciliador hace que sean los más indicados para ocupar cargos ejecutivos”114.
3.3.6.3 Creatividad
La vida, las personas y los eventos se encuentran en movimientos dinámicos permanentes
que trae consigo situaciones y problemáticas siempre nuevas. Los procesos tienen marcados
los momentos de su comienzo y su final. Los procesos dan inicio a nuevas novedades, otras
propuestas, a nuevos proyectos, y que a su vez requieren de nuevos métodos para
solucionar su complejidad. Por eso, toda administración de gobierno pone a prueba la
capacidad creativa, en cuanto asumir nuevos desafíos que traen consigo situaciones
conflictivas de orden moral, de doctrina, de fe, a nivel económico, de vida fraterna. La
solución de los problemas que de aquí surgen depende de la idoneidad, de la capacidad
113
Juan Pablo II, La vida fraternal en comunidad, # 28.
114
Ibid., 93.
86
115
Heinz, Sociología del Poder, 400.
116
Documentos del Vaticano II, PC. #14.
117
Martínez, Fidelidad Creativa, 79.
87
por la bondad y la empatía, es decir, tener sensibilidad por la situación del otro: “Con nadie
tengaís otra deuda que la del mismo amor” (Rm.13,8). Se requiere de un giro y tener
presente que el superior no es el centro de la comunidad. La comunidad religiosa toda, tiene
su mirada en Jesús, muerto y resucitado, la comunidad escucha el llamado del Maestro que
se descubre en su Evangelio y en la vida de la iglesia. Por tanto, el superior(a) debe morir al
deseo de ser el centro de todo, de hacer prevalecer los criterios personales, dejar la
rivalidad. Morir a la despiadada competencia a todos los niveles, al deseo de utilizar la
fuerza del poder para presentarse como el protagonista central. Es lo que pide el Señor a sus
discípulos: “(…) el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el
que sirve” (Lc.22,26). Y desde aquí vivenciar este don manifestando en la prudencia al
decir al decir las declaraciones, la alegría, la paz, longanimidad (entereza, temple,
serenidad, resignación, ecuanimidad), benignidad, bondad, fe, mansedumbre, continencia
(Gál.5,22-23), para el cumplimiento de esta misión.
La tarea es vivir en el amor a Dios y a los hermanos (Ef.5,2). Ahora, desde el amor, como
fuente para las relaciones interpersonales hay fundamentos para acentuar la cordialidad, el
diálogo, la empatía, que es ponerse en los “zapatos” del otro para comprenderlo mejor,
caminar con el otro, preguntar y a su vez dar la posibilidad de ser cuestionado, sin enojarse
por esto (Hay superiores(as) que por el hecho de tener ese puesto se creen infalibles y no
aceptan cuestionamientos), creerles a los mismos hermanos de comunidad, confiar en lo
que dicen, saberles escuchar, respetar sus opiniones, tener paciencia con los defectos del
otro, tener conocimiento del contexto en que el otro se encuentra, tener apertura en el trato
con las personas. Estas son cualidades para tener presente en las relaciones interpersonales:
Como presupuesto necesario para vivir en intercomunión, hay que
valorar a todos y cada uno de los miembros de la comunidad como
persona. Por consiguiente, cada uno debe ser considerado y tratado
siempre:
Como persona que debe realizarse en sí misma (…)
Como persona que está destinada directamente a Dios.
Como persona que no está dominada por „nada‟ ni por nadie, ni
manipulada o utilizada como instrumento en orden a una empresa.
Una viva conciencia de la dignidad del otro como persona (…) tomar
encuenta sus ideas y puntos de vista, aunque no se compartan.
Este respeto se traduce en educación, comprensión, delicadeza.
Sinceridad en las actitudes y en el trato con los demás, especialmente en
el amor. Interés por comprender, en cada momento las circunstancias
psicológicas de cada hermano.
88
De estos elementos descritos debe apropiarse y tomarlos como una constante quien ejerce
la autoridad como servicio en una institución religiosa, si de verdad quiere hacer el bien a
quienes dirige, si quiere dar el tinte evangélico a la misión que le confiaron, de lo contrario
realizará esta misión según los criteriores de los dominadores según el mundo.
En esta parte del trabajo he investigado, desde el ejemplo de Jesús a la comunidad creyente
la orientación del poder/autoridad como servicio con actitudes concretas y el “cómo” esta
llega a ser creible en su desarrollo.
118
Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 175-176.
89
4. Conclusiones
He recorrido este tema del poder/autoridad desde el texto de Lc.22,24-27 para identificar
desde el análisis exegético su contexto. He utilizado el método hermeútico, teniendo
presente los niveles histórico, literario, teológico para llegar luego a la actualización de
contenidos y ofrecer otras pautas, de las muchas que ya existen en la abundante
bibliografía. Pero para ser más específico abordé la metodología que propone el
Estructuralismo o teoría del texto, propuesto por Wilhem Egger en su obra119, en el tercer
capítulo, desde la perspectiva diacrónica, en tres momentos: Análisis lingüístico-sintáctico,
análisis semántico y análisis pragmático. Herramientas que me ayudaron para abordar el
tema “El servicio de la autoridad en la vida religiosa, una aproximación a ser superior(a),
desde Lc. 22,24-27” y llegar a los resultados y conclusiones expuestas.
Al concluir este trabajo investigativo queda la justificación por escrito de los siguientes
aspectos:
4.1 Lo que significa se el mayor
En el contexto de la cena pascual entre Jesús y el grupo de los apóstoles se dan dos temas
que constrastan con la eucaristía; el tema que nos interesa es la motivación del grupo por
quién va a ser el “mayor”. Mientras que la celebración de la cena pascual anticipaba lo que
iba acontecer a Jesús en la cruz: “Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros, (…) mi
sangre que se derrama por vosotros” (Lc.22,19-20), ellos pensaban en quién tendría el
poder. Esta tensión que florece en Lucas 22,24-27, tenía sus presedentes de una forma
sucinta en Lc.9,46-48 en donde aparece la misma inquietud “Quién es el mayor”. Y allí,
desde versículos anteriores (Lc.9,28) se descubre a Pedro, Juan y Santigo, como los más
“cercanos” a Jesús, y quienes seguramente eran los principales interesados en ser el mayor.
La cuestión es que en ese contexto de la celebración de la cena pascual, a la actitud de Jesús
que se da en servicio como salvación para todos, es correspondida por los apóstoles con la
preocupación de quién será el “mayor” entre el grupo y por la traición de Judas.
119
Egger W. Lecturas del Nuevo Testamento. Estella (Navarra): Ediciones Verbo divino, 1990.
90
4.1.1 Contextualización
Al entrar en el texto bíblico de estudio y analizar los conceptos que conforman las líneas de
sentido, se descubren los elementos característicos de la manera de gobernar del siglo I de
la era cristiana. Se descubren términos como reyes, señores o “mayor”; estos son los jefes
absolutos que ocupaban la cima de la jerarquía social y quienes ejercían el poder en las
naciones, cuyas características de gobierno eran de dominación, autoritarismo y
sometimiento. Estos se convierten en punto de referencia para desde ellos re-orientar lo que
debe ser el ejercicio del poder en la comunidad de fe.
4.2 Exhortación de Jesús a los apóstoles
Jesús al exhortar a los apóstoles pide no obrar de esa manera, sino todo lo contrario. Pide
que el “mayor” sea como el joven y el que gobierna como el que sirve. Y para una mejor
comprensión de esta enseñanza coloca como ejemplo su misión de dar su vida en rescate
por muchos: “Este es mi cuerpo que se entrega por muchos (…) mi sangre, que se derrama
por muchos”, (Lc.22,19-20), él se coloca como el joven que está a la mesa, entregándose
por los demás, en una dimensión de servicio, que se perpetúa cada vez que se celebra el
sacrificio de la eucaristía.
Así debe ser el discípulo de Cristo que tiene la misión de gobernar, a ejemplo del Maestro
que entregó su vida por los hombres: “El que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26). La
ambicíon del poder como un hecho de la condición humana se debe cambiar desde el
contexto de la capacidad de servicio a los hermanos en la fe. Esta es la re-orientación que
pide el Señor a los apóstoles.
4.2.1 El gobierno como poder/autoridad
En el hombre existe el deseo de poder. Hace parte de su naturaleza, pues a él le fue
entragada por Dios la creación, para que la domine: “(…) henchid la tierra y sometedla;
mandad (…)” (Gn.1,28). Y eso explica el deseo lantente de tener poder/autoridad para
dirigir.
Ahora, todo grupo humano organizado requiere de un gobierno que viene a condensar en sí
el poder/autoridad con el fin de guiar civilmente a la comunidad. Quien recibe el gobierno
por delegación orienta y guia al mismo grupo. Pero este debe fundamentar su que-hacer
desde valores para hacerlo digno y, desde la fe en Cristo Jesús ha de formarse y recordarse
que la finalidad del poder/autoridad está referida al servicio de la comunidad. Por lo tanto,
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que fundamenta a una persona “que sigue más de cerca” a Jesús el Señor. De forma que en
el ejercicio del poder/autoridad no se identifiquen con el perfil pagano, caracterizado por la
dominación. Esta forma de comprender el poder/autoridad marca la diferencia en la manera
de entenderla la cultura del mundo en la época del siglo I de la era cristiana y la manera de
enterderla hoy.
4.3 Características evangélicas del poder/autoridad como servicio
Quienes sean constituidos como poder/autoridad en las comunidades de vida religiosa, a
ejemplo de Jesús, el buen Pastor que da la vida por las ovejas (Jn.10,11), el que gobierna
está llamado a ser una persona de una gran caridad fraterna especificada en actitudes
concretas: Formación en la vida de fe, amor a los hermano(a)s, a la institución, capacidad
de diálogo, de comprensión, de espíritu fraterno, respeto, delicadeza, sinceridad, donación
de sí, humildad, gran calidad humana, madurez de vida personal, coherencia de vida,
creatividad, una persona crítica consigo mismo y con su entorno, capaz de solucionar
problemas, de proponer alternativas de compromisos a los dirigidos, se espera también de
él una percepción clara sobre la realidad. Debe tenerse por lo que es, un líder que esté a la
altura de los desafíos que la misión le puede presentar.
Estas son la conclusiones que se extraen del trabajo, es decir, partiendo desde el contexto
bíblico de la autoridad como servicio, denunciando algunas de sus deformaciones más
comunes y proponiendo desde la enseñanza del evangelio, en la persona de Jesús, opciones
que iluminen este horizonte en su práctica, especícamente en la vida religiosa institucional
hoy.
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