Sunteți pe pagina 1din 3

ESCUELA DE TRABAJO SOCIAL Y DESARROLLO HUMANO

UNIVERSIDAD DEL VALLE

ASIGNATURA: POLITICA Y PROBLEMÁTICA SOCIAL COLOMBIANA


ESTUDIANTE: LINDA MARCELA SÁNCHEZ
CÓDIGO: 201628441

Reseña segundo capítulo del libro “En torno a lo político” de Chantal Mouffe
Referencia bibliográfica: Mouffe, C. (2011). Capitulo II: La política y lo político. En: En torno
a lo político. Argentina: Fondo de cultura económica.

Entre las ideas principales de la autora, está la concepción de lo político como antagónico,
alejándose de las ideas liberales que pregonan la posibilidad un consenso universal amparado en
la negación de la diferencia, lo que según ella, ha tenido un impacto en las ciencias humanas y en
la política. Por su parte, propone una nueva interpretación de la política democrática liberal, donde
existan garantías para que el pluralismo tenga lugar en el escenario político, aun con las reglas del
juego que propone la democracia liberal. A lo largo de este capítulo defiende un enfoque
alternativo de la política democrática, con el objetivo de proponer y visibilizar mecanismos
alternos a la forma tradicional de interpretar y responder ante el conflicto, reconoce que los seres
humanos nos constituimos mediante procesos de identificación y diferenciación entre “nosotros”
y “ellos” y negar esta diversidad es negar lo político, por ello, plantea que la principal tarea de la
democracia actual es transformar el antagonismo en agonismo. Dichos puntos serán profundizados
a continuación.

Inicialmente la autora establece la diferencia entre “la política” y “lo político”. Aludiendo con la
primera a instituciones y prácticas mediante las cuales se organiza de determinada manera lo
social, mientras que lo segundo responde a una perspectiva filosófica que comprende lo político
como un espacio donde emergen conflictos, luchas de poder y antagonismos característicos de las
sociedades humanas. Mouffe se posiciona desde lo político, señalando que la “incapacidad de
pensar de un modo político” (p.16) se debe en gran parte a la hegemonía del enfoque racionalista
propio del liberalismo, dado que los rasgos centrales de este pensamiento son el individualismo y
el racionalismo, principios que, en su apuesta por el consenso universal, niegan lo político en su
dimensión antagónica, es decir, desconocen la naturaleza pluralista del mundo social.

Para argumentar lo anterior, la autora articula su pensamiento con el de Carl Schmitt, politólogo
alemán que afirma que todo “consenso racional” se basa en la exclusión de “otros” por lo tanto,
en la práctica, es imposible consolidar el consenso universal basado en la razón que propone el
liberalismo. Además, comparte con el autor el elemento conflictual de la política propio de la
distinción natural entre ellos/nosotros y amigo/enemigo; aclarando, que contrario a las ideas de
Schmitt, no se cierra a la posibilidad del pluralismo en el marco de la política democrática, lo que
propone entonces es una nueva interpretación de la política democrática liberal, donde si bien la
diferenciación entre ellos/nosotros sigue existiendo, es posible construir interpretaciones que a su
vez sean compatibles con la política democrática, mediante un modo diferente de establecer
relaciones sociales.

Mouffe continúa destacando que toda identidad es relacional, puesto que se construye a partir del
establecimiento de una diferencia con “otro” que es “externo” al grupo de referencia, por lo tanto,
siempre que se instaure un orden político, su estructura particular basada en relaciones de poder,
ha de reflejarse en alguna forma de exclusión. Sin embargo, propone una forma alternativa de
oposición entre ellos/nosotros que no es incompatible con la democracia pluralista. Descalifica el
antagonismo clásico que se ampara en la destrucción del enemigo, y propone el “agonismo” un
tipo de relación donde las partes en conflicto si bien concuerdan en que no existe solución racional
a su discordia, reconocen en el otro un oponente legitimo; la autora plantea que esto es posible
mediante el establecimiento de instituciones y prácticas que operen como canales políticos, un
ejemplo de ello es el sistema parlamentario.

En relación con lo anterior, la autora recoge los pensamientos de Elías Canetti, Sigmund Freud y
Jaques Lacan, articulando sus teorías sobre las “pasiones”, las “pulsiones” y el “goce” como
fuerzas movilizadoras del ser humano que también desempeñan un papel importante en el campo
de la política puesto que son factores que movilizan a los agentes en el ámbito político (la
“dimensión afectiva” en palabras de Freud”), es decir, van más allá de la racionalidad propia del
pensamiento liberal, y responde a un proceso de identificación con los procesos políticos, por lo
tanto “ (…) la política democrática necesita tener una influencia real en los deseos y fantasías de
la gente, (…) deberían ofrecer formas de identificación que conduzcan a prácticas democráticas”
(p.35). La autora concluye este capítulo afirmando que la nueva forma de concebir al adversario
propia del enfoque agonista podría contribuir a una “ (…) revitalización y profundización de la
democracia” (p.39) dando cabida a proyectos contrahegemónicos por ejemplo, que encaren la
propagación del modelo neoliberal.
A modo de reflexión, articulando el documento revisado y la realidad nacional del país, destaco
dos momentos significativos de la historia colombiana, en los cuales fracasa el intento de hacer la
transición hacia un enfoque agonista, donde exista lugar para la diversidad de apuestas políticas
en el marco de una “república democrática”. Una de ellas es la propuesta del partido político de
izquierda “ La Unión Patriótica (UP)”, en un intento de transitar de la confrontación armada a la
vida política que terminó en el genocidio de aproximadamente tres mil de sus militantes entre las
décadas 80 y 90. El segundo evento crucial fue el plebiscito sobre los acuerdos de paz de Colombia
de 2016, que evidencio el rechazo de las mayorías a reintegrar en la sociedad a los exguerrilleros
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En ambos casos, “nosotros”
consensuamos excluir a un “otro” ilegitimo y cuya identidad es entendida como una amenaza
contra “nuestra” propia existencia.

Por último, destaco la pertinencia del enfoque agonista como herramienta de intervención en el
Trabajo Social Comunitario, ya que, entre partidos políticos polarizados, rara vez se da cabida en
el escenario político a la diversidad, especialmente cuando hablamos de formas de organización
políticas y económicas alternativas como las de nuestros pueblos indígenas, lo cual genera más
exclusión y desigualdad, que en cierta medida podrían solventarse mediante canales, instituciones
y prácticas como las propuestas por la autora, ello en pro de mejorar sus niveles de participación
política y la incidencia que estos pueblos tienen en decisiones que claramente implican su bienestar
y el de sus territorios.

S-ar putea să vă placă și