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Pese a lo peligroso que era, Kellner llevó un diario por muchos años escribiendo acerca de lo que
pasaba en Alemania nazi.
En ese entonces no tenía ni idea de que, muchas décadas después, su nieto haría
público el diario que secretamente escribió documentando las atrocidades
cometidas en la Alemania nazi.
En él afirmaba que, desde el principio, sus compatriotas sabían qué era lo que
hacía Hitler y cuáles eran sus intenciones.
Decía que todo se publicaba en los periódicos alemanes.
Kellner decía que los judíos eran más inteligentes que los alemanes.
Documentación de atrocidades
Kellner estaba convencido de que esto pasaba porque los judíos eran más
inteligentes que los alemanes.
Hablaba de jueces, abogados y médicos con posturas antisemitas impulsadas por
celos profesionales.
Dos meses después, reportó que se estaban llevando a los judíos del país. No
sabía a dónde, pero estaba seguro que los iban a matar.
"Estas atrocidades nunca se podrán borrar del libro de la humanidad", escribió en
septiembre de 1942.
El diario que llevaba Kellner era un riesgo para ambos, podían detenerlos,
acusarlos de traidores y ejecutarlos.
Pese a eso, Pauline intentaba, a toda costa, no hacer el saludo nazi. También se
negó en innumerables ocasiones a unirse a grupos nazis pese a la presión que
recibía.
La pareja tenía un hijo, Fred, a quien enviaron a Estados Unidos en 1935 para
tratar de protegerlo de la propaganda nazi.
Frustración
En su diario, Kellner también criticaba el proceder de los aliados. No entendía
cómo no habían detenido a Hitler cuando empezó a armar a Alemania, violando
así el Tratado de Versalles.
Tampoco cómo Francia "observaba con calma" mientras su enemigo se volvía
cada vez más poderoso o cómo Inglaterra no actuaba decisivamente e involucraba
a su ejército.
Mentiras
En abril de 1946, Fred, el hijo de Kellner y su esposa, apareció en Laubach
vistiendo un traje militar del ejército estadounidense.
La pareja nunca llegó a saber lo que hizo su hijo en EE.UU.
En Nueva York se asoció con miembros de un grupo local que apoyaba al
nazismo, por lo que el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en
inglés) abrió un expediente en su contra.
Fred no les contó eso. Tampoco que se le pidió que se uniera al ejército para
probar su lealtad. O que había abandonado a su esposa.
Con el paso del tiempo, Fred empezó a tener problemas mentales, y a los 37 años
se suicidó.
Algunos años después de eso, el nieto de la pareja, Robert, llegó a Laubach con
una fotografía de Fred, su padre, en el bolsillo.