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ARTICULO 23 DE LA RESOLUCION
No.13 DE JULIO DE 1946
“La universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus alumnos en sus
trabajos de tesis. Sólo velará porque no se publique nada contrario al dogma y a la moral
católica y porque las tesis no contengan ataques personales contra persona alguna, antes
bien se vea en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”
3
A mis padres José Antonio y Matilde
A mi hermano Gabriel
A mi primera esposa Martha Lucía
A mi hijo Alvaro Felipe
A mi esposa María Teresa
4
AGRADECIMIENTOS
Al doctor Pablo José Quintero Delgado, Decano del Medio Universitario y Profesor de la
Cátedra de Derecho Comercial de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia
Universidad Javeriana, por la asistencia y el apoyo permanentes.
Al doctor Roberto Carlos Vidal López, Director Departamento de Filosofía e Historia del
Derecho de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana, por la
sabia dirección.
A Zully Andrea Bernal Herrera, por la activa contribución en la elaboración de este trabajo.
5
OBJETIVOS
Conocer el pensamiento de Séneca en sus fuentes originales, esto es, en sus obras, con
respecto de la estructura de la persona, de la sociedad y del estado.
Especificar la razón del carácter sociable del hombre, mediante la interrelación y vigencia
del derecho humano.
Justificar la presencia del estado como necesario para la realización completa de la persona,
dentro del marco de las instituciones políticas.
6
CONTENIDO
Pag.
INTRODUCCION 11
1. CONTEXTO HISTORICO 13
2. ESTRUCTURA DE LA PERSONA 26
7
2.3 Atributos Específicos 33
2.3.1 Educación 35
2.3.2 Libertad 37
2.3.3 Equidad 38
2.3.4 Felicidad 39
2.3.5 Sabiduría 41
2.3.6 Trascendencia 43
3. ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD 49
3.1 Concepto 50
3.2 Interacción 52
8
3.3.1 Bienes inmateriales 54
4.1 Fundamento 64
4.2.1 Solidaridad 65
4.2.2 Avaricia 66
4.2.3 Honestidad 67
4.2.4 República 68
4.2.5 Monarquía 72
4.2.6 Tiranía 75
9
4.3 Ius Quiritium o Civilis 79
CONCLUSIONES 92
BIBLIOGRAFIA 72
10
INTRODUCCION
Lo cierto es que Séneca posee una dimensión filosófica universal, definitiva en la época
del imperio romano en que vivió y en los períodos posteriores de la humanidad:
invitando a reflexionar, a adoptar posiciones de grandes retos personales, sociales y
políticos; las obras de Séneca no se han quedado empolvadas y olvidadas en los estantes
de las bibliotecas: sus enseñanzas demandan de las mentes inquietas, el examen de su
contenido, con el fin de ponerlas en práctica por cada persona, las sociedades y los
gobernantes, tal como ha acontecido, cuando surgen crisis, para las que aparentemente
no se encuentran respuestas o soluciones inmediatas o adecuadas.
Por todo eso Séneca vale la pena. Más aún en estos tiempos, cuando predominan el
egoísmo, la avaricia, la insolidaridad, la concentración de los bienes de fortuna en pocas
manos, la carencia de oportunidades de realización personal para un porcentaje
considerable de individuos; la equivocación de los gobiernos en el desarrollo de
programas sociales, tendientes a resolver las dificultades básicas de las personas y
comunidades más golpeadas por factores de marginación, pobreza o violencia; convoca a
la práctica de las virtudes, al desprendimiento, al amor, al diálogo, a la comprensión de
todos los hombres, con esa misma vehemencia con que reclamó los derechos de los
sometidos a esclavitud.
11
1. CONTEXTO HISTORICO
Es obvio que una existencia tan agitada, le llevara a señalar recorridos que posibilitaran
al hombre la búsqueda de la felicidad a través del ejercicio de actos de resignación,
solidaridad y de comunión entre los hombres y los pueblos, tratando de menguar las
inclinaciones naturales a las pasiones, a las riquezas y al poder, como cuando aconseja la
necesidad de alejarse del bullicio mundano, el no malgastar el tiempo en asuntos vanos y
el disfrutar de la amistad sincera.
Los viajes que plasmó o exilios que soportó, le dieron acceso a la adquisición de una
amplia cultura bebida en las obras de Platón y Aristóteles y por su conducto de Sócrates,
como de los neoplatónicos, cirenaicos y principalmente de los estoicos, cuyo ejemplo de
vida, acogió. Su muerte fue similar a la de Sócrates y la soportó estoicamente.
12
1.1 Vida y obra
De las variadas lecturas que sobre la vida de Lucio Anneo Séneca realicé, se infiere que
se da por seguro su nacimiento en Córdoba (Andalucía) perteneciente a la provincia de
España del imperio romano en el año 4 a.C., en el seno de una familia considerada por
entonces dueña de suficientes recursos económicos y por lo demás, culta; fue su padre
Lucio Anneo, distinguido retórico de la época y su madre Helvia, a la que el hijo le
dedica una de sus obras denominada A la Madre Helvia, mujer inteligente y audaz; tuvo
dos hermanos, uno mayor que él de nombre Novato, quien sobresalió como declamador
y, otro menor, Mela, quien alcanzó a ocupar el cargo de Procurador Imperial, pero uno y
otro corrieron la misma suerte del filósofo cordobés, ya que Nerón los condenó a muerte.
Se sabe que muy niño viajó a Roma y joven aún se trasladó a Egipto, en compañía de
una tía casada con el prefecto G. Galerio, por la que sentía gran aprecio y a quien
enaltecía como su segunda madre, circunstancia que aprovechó para estudiar aspectos
diferentes de los que había estudiado en Roma, relacionados con gramática y retórica; ya
en Roma, da los primeros pasos en su carrera política, cuando ocupaba el trono el
emperador Calígula, lapso en el que muere su padre y él es duramente golpeado con la
muerte de un hijo y como si fuera poco es desterrado a la isla de Córcega, sindicado del
presunto delito de adulterio con una hija de Germánico que respondía al nombre de Julia
Livila, por un período de ocho años, al cabo de los cuales Agripina lo llamó a Roma para
que se encargase de la educación de su hijo Nerón, juntamente con Burro.
Agripina, por ese tiempo cumplía en la corte romana un papel de ingerencia exagerada
en los asuntos del Estado, con una ambición insaciable de poder, que la llevó a
envenenar y ocultar el cadáver de Claudio, con el fin de que su hijo Nerón accediera al
trono, tal como sucedió; Séneca al observar la influencia de esta mujer sobre su
discípulo, buscó la fórmula para deshacerse de ella, para lo cual aconsejó que ordenara
su detención, situación ante la cual, enceguecida por la cólera, Agripina se volvió contra
su hijo y sus maestros Séneca y Burro, coyuntura que aprovechó su hijo Nerón para
envenenarla; con la muerte de Burro las cosas se le complicaron a Séneca y pensó
retirarse de la vida pública, entregando previamente su inmensa fortuna a Nerón, pero sin
que éste le permitiese abandonar la ciudad de Roma; Séneca se retiró a su casa, recinto
en el que lo visitaban sólo algunos amigos, dado que se había entregado al estudio y a la
meditación.
Este pensador pasó a la historia no tanto por su calidad de gran escritor sino más bien
como literato y sobre todo como filósofo moralista; además de la obra dedicada a su
13
madre Helvia, ya nombrada, son muy conocidas las siguientes: Cuestiones sobre la
naturaleza, en ocho libros, relacionadas con asuntos físicos; nueve dramas, referentes a:
Medea, Agamenón, Edipo, Troya, Hércules Furioso, Hércules Eteo, Fedra, Tistes y
Octavia; sobre filosofía y moral; Escritos Consolatorios, Sobre la Cólera; los siete libros
de la sabiduría: De la Pobreza, De Consolación, De la Brevedad de la Vida, De la
Tranquilidad del Animo, De la Constancia del Sabio, De la Bienaventuranza y De la
Divina Providencia.
Desde luego que estas obras son interesantes, aunque infortunadamente algunas han
llegado a nuestros días, fragmentadas, pero eso sí trayendo el mensaje conmovedor de su
autor.
Los romanos no imitaron la forma de gobierno griega y, por lo tanto, no fue cosa
difícil librarse de sus reyes, descendientes de los antiguos caudillos de la tribu. Pero
una vez los reyes fueron expulsados de la ciudad, los romanos se vieron obligados a
admitir el dominio de la nobleza, habiendo sido necesario que transcurrieran varios
siglos para alcanzar finalmente un sistema que a todo ciudadano libre de Roma le
permitiera tomar interés personal en los asuntos de la ciudad.
Los romanos aventajaron a los griegos en la forma de conducir los asuntos del país al
ser menos retóricos y prefirieron la acción a la elocuencia. Entendían perfectamente
la tendencia de las muchedumbres y por ello no malgastaron el tiempo con
argumentos retóricos. Como procedimiento ágil, encomendaron todos los asuntos de
la ciudad a dos “cónsules” que a su vez eran asistidos por un consejo de ancianos
llamado Senado. Por costumbre tradicional basada en determinadas facilidades, los
14
senadores eran elegidos entre la nobleza. Pero su jerarquía estaba estrictamente
definida. 1
1
ALVAREZ LONDOÑO, Luis Fernando, Historia del Derecho Internacional Público,
Bogotá, Fundación Cultural Javeriana de Artes Gráficas, 2000, p. 55
2
Cuerpos de infantería romana, décima parte de la legión
3
Hijo de Claudio y Mesalina, 41-55 d.C.
4
PIRENNE, Jacques, Historia Universal, Barcelona, Editorial Éxito, 1972, v.1, p. 304-310
15
1.3 Marco filosófico
En esa preocupación por el hombre, de guiarle para la conquista día a día de la libertad,
se encuentra el pedestal filosófico de Séneca.
El lenguaje de Séneca, en especial en sus libros de consolación, es religioso: cuenta con
los dioses, como un piadoso pagano, según su carácter romano; desarrolla un sentimiento
de solidaridad cósmica que enlaza a los hombres con los hombres y a éstos con el
mundo. Es una cosmovisión por conducto sentimental e instintivo, más que científico o
racional; propendía, por carácter y por la peculiaridad de la organización social y
5
GALVAN ESPINOSA ,M.M.Santiago,www.msnr.org/Español/paises/seneca/seneca9.htm
6
Vivir bien
16
económica romanas, a privilegiar la actividad práctica y los deberes, pues la norma
suprema era la voluntas 7 . Esa ideología de resignación separa al ser humano en dos
planos: la vida interior y la vida social, talante de los filósofos estoicos.
Con él se escucha una última voz de la filosofía romana del derecho, pues en los tres
siglos siguientes se destacaron en Roma juristas de la talla de Celso, Juliano y Ulpiano,
quienes consiguieron y desarrollaron el derecho práctico, como ars boni et aequi. 11 Sus
más destacadas creaciones, las conocemos a través del corpus juris civilis. 12
El estoicismo floreció en Grecia, fundado por Zenón, nacido en el año 340 a.C., en
Citium, pequeña población de la isla de Chipre; su conocimiento de Sócrates 13 despertó
en él, el amor a la filosofía; fue discípulo de Crates de Tebas y anduvo errante de escuela
en escuela durante veinte años, hasta cuando fundó la suya en un pórtico de Atenas
(stoa) que en griego significa puerta, razón por la cual sus discípulos se llamaron
estoicos. Se suicidó en el año 250 a.C.
Para el Licenciado José Luis Dell'Ordine, el estoicismo fue muy influyente en el mundo
antiguo, y sigue resonando en muchos pensadores modernos. De él proviene la expresión
española: “tomarse las cosas con filosofía”. Esta escuela mostraba una actitud práctica,
orientada a la felicidad, entendida como contento de la vida; había en ella también un
matiz medicinal: el ser humano padece, sufre a causa de sus errores, necesita ser curado,
liberado de los males de la vida. Hay en esto un carácter próximo al que se encuentra en
las teosofías orientales, como el hinduismo, el budismo 14 y aun cristiano.
7
Voluntad
8
Llamado Saulo, Apóstol de los Gentiles, Tarso de Cilicia, Roma +64 o 67 d.C.
9
Padre y doctor de la iglesia 347-420
10
BASTIDAS, Patricia Inés, http://www.salvador.edu.ar/ua1-ir-1.htm
11
El arte de lo bueno y de lo equitativo
12
El cuerpo del derecho civil
13
Filósofo griego 470-399 a.C.
14
DELL’ORDINE, José Luis,http://www.monografias.com/trabajos11/tema/tema2.shtml
17
Era atractivo porque se interesaba en los problemas relativos al obrar humano, tratando
de formular un cuerpo de preceptos morales, cuyo objetivo principal consistía en
alcanzar la sabiduría y responder a cuál sería la actitud del sabio frente a una situación
determinada; en la obra Cicerón, Séneca y Plotino en Roma de Patricia Inés Bastidas, su
pensamiento sobre el Estoicismo Heleno, considera que éste se refiere a que la única
guía consistía en vivir de acuerdo con la naturaleza, entendiendo por tal, la fuerza, la
providencia, la razón universal, que ordena las cosas de un modo inexorable; pregonaba
la unidad, la hermandad y la igualdad potencial entre los hombres. Los estoicos se
llamaban a sí mismos ciudadanos del mundo.
Los postulados principales eran: ni la desgracia ni las tribulaciones afligen al sabio, que
erigido en arquetipo del obrar, es indiferente a la pobreza o la riqueza, a las críticas o a
las alabanzas, bondadoso con sus amigos, compasivo con sus enemigos y generoso en su
clemencia; respeta a sus vecinos en la ciudad y en el estado; abandonará este mundo con
la conciencia de que ha soportado con serenidad tanto sus alegrías como sus tristezas;
podrá evitar la adversidad, sometiéndose al destino y así el suicidio, es mirado como un
último acto de valentía.
Séneca figura entre los filósofos estoicos más destacados de Roma; su principal
preocupación era la ética, pero sus creencias eran más espirituales que las de los
primeros filósofos estoicos. Sus tragedias en verso ejercieron una influencia notable
en la posterior evolución del teatro clásico en Italia. Otros dramaturgos de épocas
posteriores también se sintieron atraídos por el estilo retórico y florido de Séneca, su
15
BASTIDAS, Patricia Inés, http://www.salvador.edu.ar/ua1-ir-1.htm
18
coherencia formal, su capacidad analítica e introspectiva, el fatalismo estoico de sus
personajes y la fuerza de los temas que abordaba: el asesinato, el horror y la
venganza.
Epicteto, siglo I d.C., término que significa adquirido, era un esclavo nacido en
Hiérapolis-Grecia, de reconocida cultura. A la muerte de su amo, se residenció en Roma
en calidad de liberto. El manual de Epicteto escrito por su discípulo Arriano, contiene
máximas morales cuya observancia debe hacer del hombre el verdadero filósofo estoico,
imperturbable en cualquier circunstancia de la vida.
De otro lado, Marco Aurelio cuyo nombre era Annio Vero, de familia igualmente
española como Séneca, nació en el 121 y murió en el 180 d.C. y fue adoptado por el
emperador Antonino; cuando emperador sostuvo largas y victoriosas guerras contra los
bárbaros que amenazaban el imperio romano. En su obra Pensamientos se refiere al
hombre en sus calidades humanas de tristeza y desolación. Hay que aceptar que no
habido unanimidad, entre muchos de sus biógrafos, con respecto de datos cronológicos,
sitios que visitó, personajes con quienes mantuvo contacto, aparentes contradicciones
entre la práctica de su vida y lo que enseñaba.
Lo cierto es que del contenido de sus obras, traducidas del idioma latino, por autores,
unos más rigurosos que otros, se deduce no obstante, la profundidad de su mensaje,
atrayente no solo para sus contemporáneos, sino para las personas de cualquier lugar y
todo tiempo.
No hay que olvidar que se da una coincidencia que llama particularmente la atención: la
vida de Séneca transcurrió en el período inicial de expansión con inusitada fuerza de la
doctrina cristiana y algunas posiciones del pensamiento senequista, guardan demasiada
similitud con el contenido y principios de aquélla e incluso se habla de un hipotético
encuentro entre él y el apóstol Pablo; de ahí que haya tenido acogida dentro de la
16
GALVAN ESPINOSA M.M., Santiago,www.msnr.org/Espanol/paises/seneca/seneca9.htm
19
ideología de los denominados doctores y padres de la iglesia cristiana, como de la
influyente filosofía escolástica.
Es curioso que cuando se dialoga con personas con cierta formación humanística y se
hace referencia al gran pensador de Córdoba, apuntan a él con admiración y respeto, a no
dudarlo, porque sus preceptos, consejos, aforismos o frases son accesibles a todo
entendimiento: a los humildes, a los desamparados, a los desplazados, a los intelectuales,
a los políticos y a los sabios.
Esa universalidad y agudeza de sus conocimientos penetran en las distintas mentes con
relativa facilidad, pero que en la mayoría de las ocasiones no encuentran el eco que
debiera darse por cada persona, sociedad, organización política territorial o globalizada;
he ahí la motivación, por la que hay que volver insistente y continuamente sobre este
gran filósofo, para desentrañar diligentemente la recóndita riqueza conservada en sus
perennes enseñanzas.
20
2. ESTRUCTURA DE LA PERSONA
La posición favorable del hombre, al tener la sensación de generar ideas, emitir juicios y
correlacionar no sólo el medio en el que se despliega, sino de aceptar la necesidad de
atender su parte corpórea como de cultivar la mente, con el fin de configurar una
personalidad que lo ubique como amo y señor de sus actos intelectuales, en el afán del
crecimiento integral, ocupa el interés de Séneca; en ese proceso descubre que en su
trasegar cotidiano, debe proponerse metas y obtener los propósitos de construir caminos
en su crecimiento individual que dejen huella, tanto en la práctica de las virtudes como
en el sometimiento de los vicios, hasta lograr la posición del hombre sabio que se
prepara para prestar sus servicios al Estado y retirarse oportunamente a disfrutar de la
paz solariega.
Este capítulo se ha dividido en cuatro partes, a saber: noción de persona, misión cósmica,
atributos específicos y ius humanum, subdividiendo la tercera en séis acápites que son:
educación, libertad, equidad, felicidad, sabiduría y trascendencia, con la finalidad de
demostrar la forma en que Séneca revela las fisonomías constitutivas de cada realidad,
21
ponderables en la manifestación de los pasos actuantes de la persona, para una
realización vital satisfactoria con respecto de cada persona y las demás.
“El individuo humano es, pues el de las otras especies y el concepto de persona lleva
implícito el de individuo racional”. 19
“No hay animal más irascible que el hombre. Ninguno que deba recibir un trato más
dedicado que él.” 22
Para él, el destino de los hombres no es diferente al que incumbe a sus obras y a los
fenómenos de la naturaleza:
17
Ciudad de Macedonia, hoy Stavros, patria de Aristóteles
18
Sustancia individua de naturaleza racional
19
NARANJO VILLEGAS, Abel, Filosofía del Derecho, 4 ed. Medellín : Editora Beta, 1975.
p. 238
20
Cacharro, cachivache, trebejo
21
SENECA, Escritos Consolatorios, Madrid: Alianza Editorial, 1999. p. 70
22
SENECA, Sobre La Clemencia, Madrid: Editorial Tecnos, 1988. p. 38
22
“No sólo se vienen abajo los productos de la mano del hombre, ni el tiempo sólo
abate las obras construidas por el arte y la industria humanas: las crestas de los
montes se diluyen, regiones enteras se han hundido, han sido cubiertos por las olas,
lugares que antes se alzaban lejos de la vista del mar; la fuerza enorme de los fuegos
erosionó las colinas por las que resplandecía y rebajó a ras de suelo promontorios 23
altísimos en otro tiempo, auxilios de los navegantes y atalayas.” 24
No únicamente la persona termina su ciclo vital, si no que aun las obras materiales
grandiosas del hombre, como las siete maravillas del mundo antiguo, han desaparecido,
cuando se pensaba que resistirían el paso inmisericorde del tiempo y la acción
destructora de la naturaleza:
Las ciudades y monumentos construidos con piedra, si los compararas con nuestra
vida, son firmes, si los confrontaras con la condición de la naturaleza que destruye
todas las cosas y las llama de nuevo al mismo lugar de donde las sacó a la luz, son
caducos. ¿Pues las manos mortales qué han hecho inmortal? Aquellas siete
maravillas y si algunas obras mucho más admirables que esas alzó la ambición de los
años siguientes, se contemplarán algún día niveladas a ras del suelo. Así es: nada hay
perpetuo, pocas cosas duraderas; cada ser es frágil a su manera, varían los finales de
las cosas, pero por lo demás cuanto empezó también terminará. 25
Según las referencias que se han expuesto sobre su prolongación filosófica, en algunas
de sus obras y, en particular en los Escritos Consolatorios, De La Cólera y Diálogos,
rotula con fuerza y angustia la tarea que debe cumplir en el mundo la persona:
“Solemos decir que el mayor de los bienes es vivir de acuerdo con la naturaleza; la
naturaleza nos engendró para ambas cosas: la contemplación y la acción.” 26
23
Alturas considerables de tierra
24
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit, p.194
25
SENECA. Escritos Consolatorios. Op. Cit., p. 150-151
26
SENECA, Diálogos, Madrid, Editorial Tecnos, 2003, p. 269
27
Existencialista noruego 1813-1855
28
Axiólogo alemán 1875-1928
29
Humanista francés 1905-1980
23
2.2 Misión cósmica
Desde cuando el hombre emerge como realidad existencial, lo primero que se pregunta
qué cometido, qué destino cumple en la tierra y de esta manera, como ser pensante
delinea una serie de principios sobre los que edifica su comportamiento personal; así ha
concluido que bueno moralmente es lo que guarda relación con su naturaleza y malo lo
que no le conviene, coligiendo entonces que hay acciones intrínsicamente buenas o
malas.
“Las personas y las cosas esperan el último día, aunque el fin de unas y otras no sea
el mismo.” 30
“El valor más intenso es aquel provocado por el peligro de muerte. Es conveniente
que el miedo nos deje alguna seguridad y nos muestre mucha más esperanza que
peligro.” 31
Las pasiones, razona, son propensiones violentas de las personas, que tratan de absorber
otras inclinaciones importantes, rompiendo el equilibrio síquico; la vida humana
resplandece en gran parte, como un proceso de acción sobre las cosas, la que no siempre
depende de la voluntad:
Séneca describe una realidad que padece la humanidad con demasiada frecuencia: la de
los fenómenos naturales que azotan los diversos territorios, sin contemplación alguna:
Nadie, enfatiza, está exento del sino inexorable del fin de su existencia:
30
SENECA, Los siete libros de la Sabiduría. Barcelona , Edicomunicación, 1995, p. 203
31
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 31
32
Fuerzas irresistibles sobre hombres y sucesos
33
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 155
34
Ibid., p. 207
24
“A cada uno cogerán los hados a su tiempo, a nadie dejarán a un lado: esté en pie el
ánimo y ceñido y lo que es necesario nunca lo tema, lo que es incierto siempre lo
espere.” 35
“No existe ningún puerto, a no ser el de la muerte”. Así pues, no mires con aprensión
a tu hermano: descansa en paz. Por fin es libre, por fin seguro, por fin eterno.” 36
“Todos nacemos para morir y cualquiera que viene a la vida está destinado a la
muerte.” 37
“Nadie muere demasiado pronto, porque no había de vivir más de lo que vivió. El
término está fijado para cada uno: permanecerá siempre donde ha sido puesto y no lo
hará avanzar más allá la diligencia o el favor. Ten así por cierto que tú lo has pedido
de acuerdo con un plan: llevó lo suyo y llegó a la meta del tiempo que le fue dado.” 38
“Lo cierto es que la vida que se nos dio no es breve, nosotros hacemos que lo sea.” 39
“¿Para qué nos quejamos de la naturaleza, pues ella fue benigna con nosotros? Larga
es la vida, si la sabemos aprovechar.” 40
“Aquél que aprovecha para sí todo su tiempo y el que ordena todos sus días, ni desea
ni teme al día venidero.” 41
La vida del hombre alcanza su auténtico sentido, no por su tiempo de duración, sino por
sus ejecutorias positivas:
¿De qué le sirven a aquél los ochenta años pasados en la inactividad? Ese no vivió,
sino que permaneció en la vida, y no murió tarde sino durante mucho tiempo. “Vivió
ochenta años.” Depende fundamentalmente de a partir de qué día cuentes su muerte.
“Aquél, en cambio, murió en la flor de la vida.” Pero cumplió hasta el fin de los
35
Ibid., p. 167
36
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 163
37
SENECA, Los siete libros de la Sabiduría, Barcelona , Edicomunicación, 1995. p. 202
38
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 97
39
SENECA, Los siete libros de la Sabiduría, Op. Cit., p. 156
40
Ibid., p. 156
41
Ibid., p. 165
25
deberes de buen ciudadano, de buen amigo, de buen hijo; en ningún aspecto faltó;
puede que su edad sea imperfecta, su vida es perfecta. 42
Aunque para Séneca, el hombre viene al mundo con un destino prefijado, tiene la
posibilidad de realizarse, de cumplir con su destino, mediante el ejercicio permanente de
las acciones virtuosas, luchando contra las pasiones y ahogando los vicios propios de su
naturaleza mortal; la persona en sus manifestaciones existenciales, posee una gama
sorprendente de particularidades específicas, entre las cuales, en el pensamiento de
Séneca, vale la pena destacar la educación, la libertad, la equidad, la felicidad, la
sabiduría y la trascendencia que naturalmente desembocan en un principio reconocido
universalmente, cual es el ius humanum.
Ante todo, la persona concibe su cuerpo como portador de apetitos y sentimientos, que
desea y siente para su yo, lo que ejerce una función de control, definitiva para el
crecimiento de la personalidad pero conservando el manejo de la acción y de la
autoconciencia, unidas a la memoria:
Admite Séneca, conflictos internos en los cuales en muchas ocasiones, predominan las
pasiones en el manejo de situaciones de la vida:
“¿Pues qué diferencia hay, si la pasión resulta ser un supuesto irresponsable sin la
razón igual que la razón es ineficaz sin la pasión?” 44
“Yerra quien aduce como ejemplos para el hombre a estos seres en los que el instinto
está en lugar de la razón: en el hombre en vez de instinto hay raciocinio. Pero ni
siquiera a todos aquellos les aprovecha lo mismo.” 45
42
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 200.
43
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 14
44
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 49
45
Ibid., p. 87
26
odio, habría amistad y rivalidad, enemistad y acuerdo; y de éstos también en ellos
hay algunos vestigios, pero de los sentimientos humanos es exclusivo lo bueno y lo
malo.” 46
“De todas esas cosas, no importa en qué medida progresen o se expandan son
mezquinas, miserables, viles; sólo sublime y excelsa es la virtud y nada es grande
sino lo que al mismo tiempo es apacible.” 47
“Todos los sentidos han de ser dirigidos hacia la firmeza: por naturaleza son
resistentes, si a ellos ceja en corromperlos el espíritu, el cual todos los días a rendir
cuentas ha de ser convocado.” 48
“Cada cual juzga acertadamente de lo que conoce, y de estas cosas es buen juez. Pero
así como cada asunto especial demanda una instrucción adecuada, juzga en conjunto
sólo puede hacerlo quien posea una cultura general. Esta es la causa de que el joven
no sea oyente idóneo de lecciones de ciencia política, pues no tiene experiencia de
las acciones de la vida, de las cuales extrae la ciencia política sus proposiciones y a
las cuales se aplican estas mismas. Y además, como el joven es secuaz de sus
pasiones, escuchará estas doctrinas vanamente y sin provecho, toda vez que el fin de
esta ciencia no es el conocimiento, sino la acción.” 50
Los enunciados de Séneca de una ponderada educación, fueron legados imborrables para
la posteridad:
46
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 39-40
47
Ibid., p. 67
48
Ibid., p. 154
49
Filósofo griego, 384-322 a.C.
50
ARISTOTELES, Etica Nicomaquea, Medellín , Editorial Bedout, 1977, p. 15
27
“La educación requiere la máxima diligencia, la cual ha de aprovechar muchísimo,
fácil es, efectivamente, ajustar los espíritus todavía tiernos, con dificultad se
cercenan los defectos que han crecido con nosotros” 51
“Muy mucho, afirmo, aprovechará que los niños sean instruidos sanamente desde el
principio; a decir verdad, arduo es su gobierno, puesto que debemos aplicar nuestro
esfuerzo para no alimentar en ellos la cólera o para no reprimir su carácter. De
escrupulosa atención precisa el asunto, pues ambas cosas, la que debe ser extirpada y
la que debe ser rebajada, de elementos muy semejantes se alimentan, fácilmente,
empero, las cosas semejantes engañan incluso al que está pendiente.” 53
En la formación de los jóvenes, juzga Séneca que el preceptor debe ser exigente, pero
abstrayéndose de la irascibilidad:
“Ciertamente debe ser corregido quien yerra y con un apercibimiento y con energía y
con suavidad y con dureza y debe hacérsele mejor tanto para sí como paras los
demás, no sin castigo pero sin cólera.” 54
“Pero estas cosas afectan a nuestros hijos: en nosotros, a decir verdad, la condición
de nuestro nacimiento y la educación no guardan lugar ya ni para el vicio ni para la
recomendación: sus consecuencias es lo que hay que ordenar. Así pues, contra las
primeras causas debemos luchar: empero, la causa de la cólera es la suposición de un
atropello, a la cual no debe dársele crédito fácilmente.” 55
En verdad los principios senequistas sobre la educación del niño, del joven y aun del
adulto, han contribuido a través de la historia a inspirar programas y proyectos
educativos, encaminados a que cada persona no sólo adquiera conocimientos universales
y particulares, sino que fortalezca su voluntad para su bienestar personal y el de la
comunidad.
51
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 88
52
Ibid., p. 129
53
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 91
54
Ibid., p. 56
55
Ibid., p. 93
28
2.3.2 Libertad Es entendida como la facultad, originada en la voluntad de querer o
no querer hacer una cosa, sin que exista una determinada fuerza extraña que incline a
obrar en una u otra forma.
Sin embargo, es fatalista: admite el destino, esto es, una cadena inmensa de
acontecimientos, en la que se enlazan todos los anillos que ligan a dioses y hombres;
nadie parece ser más partidario de la libertad que un estoico como Séneca, pero eso sí
que la persona se aísle de las pasiones y acepte el destino, pues la virtud es el bien
supremo, que debe seguir en todo a la razón; la providencia permite que el hombre obre
a voluntad y juzga como única y verdadera esclavitud, la circunstancia de que sea
poseído por deleites y debilidades:
“La libertad no como un don que conservar, sino como tarea que realizar.” 58
56
ABELLON José Luis y MARTINEZ GOMEZ Luis, El Pensamiento Español, Madrid,
Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1977, p. 32
57
SENECA, Los siete libros de la Sabiduría, Op. Cit., p. 103
58
ABELLON, Op. Cit., p. 31
59
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 125
29
“Pues tan cruel es perdonar a todos como a ninguno. Debemos mantener un punto
medio. Pero como el equilibrio es difícil, siempre que haya que inclinar en un
sentido la balanza, debe hacerse hacia la parte más humana.” 60
La naturaleza del hombre tiende a conservar la equidistancia en sus actos, de tal manera
que propende a la ejecución por hacer el bien a los demás que desea para sí mismo,
trazado igualmente vigente en el mundo de hoy, pleno de conflictos que interfieren el
recto quehacer humano:
Para el gran pensador español, sus disquisiciones sobre la equidad son de una gran
profundidad y generalidad, ya que debe ser ejercitada por cada persona e igualmente
cobija a los gobernantes, para la debida convivencia:
60
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 8
61
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 98
62
Ajusta, acomoda
63
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 43
64
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 187
30
“En cambio, aquél que tiene a su alcance la venganza, pasándola por alto alcanza
un elogio seguro a su mansedumbre.” 65
“La felicidad, además, parece consistir en el reposo, pues trabajamos para reposar y
guerreamos para vivir en paz.” 66
“El vivir siempre en felicidad, y el pasar la vida sin algún remordimiento de ánimo,
es ignorar la parte de la naturaleza.” 67
La virtud basta para fundamentar la verdadera felicidad, aunque no sea fácil alcanzarla,
ni siquiera para quienes poseen bienes de fortuna:
Guárdate mucho viendo a alguno colmado de honores o alcanzar las más elevadas
dignidades, de considerarle, arrastrado por tu imaginación, como un hombre feliz.
Porque si la esencia del verdadero bien está en las cosas que dependen de nosotros,
ni la envidia, ni la emulación, ni los celos, podrán anidar en tí y no desearás ser
general, ni senador ni cónsul, sino libre. Y piensa que para alcanzar esta libertad sólo
hay un camino: el desprecio de las cosas que no dependen de nosotros. 68
Para Séneca, es esa predisposición a la posesión eterna, dado que los valores del alma
deben convertirse en objetivos de la vida:
“Vivir felices, Galión, todos lo quieren, pero andan a ciegas tratando de averiguar
qué es lo que hace feliz una vida; y hasta tal punto no es fácil alcanzar la felicidad en
la vida que, cuanto más apresuradamente se dejan llevar hacia ella, tanto más se
alejan si se desvían del camino.” 69
“Por tanto, una vida feliz la que va de acuerdo con la propia naturaleza; esta vida no
puede existir más que si, en primer lugar, la mente es cuerda y no pierde jamás la
cordura.” 70
65
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 17
66
ARISTOTELES, Op. Cit., p. 224
67
SENECA, Los siete libros de la Sabiduría, Op. Cit., p. 27
68
SANCHEZ, Alvaro, Resumen de la Historia de la Filosofía y Antología de Pensadores, Bogotá,
Librería Voluntad, 1944, p. 88
69
SENECA, Diálogos, Op. Cit., p. 226
70
Ibid., p. 230
31
Por tanto, en la virtud reside la verdadera felicidad. ¿De qué te va a persuadir esta
virtud? De no considerar bueno ni malo nada que no derive de la virtud o de la
maldad; después, de ser inamovibles frente al mal, a favor del bien, para, en la
medida de lo posible, imitar a dios.” 71
“La asidua infelicidad tiene un solo bien, el que acaba por endurecer a los que sin
interrupción veja.” 72
“Así pues, alabemos y coloquémoslo en el número de los felices a aquél que invirtió
bien cuanto tiempo, el que fuere, le tocó. Vio, en efecto, la verdadera luz; no fue uno
de tantos; no sólo vivió sino también floreció.” 73
2.3.5 Sabiduría Es la condición de la persona que logra dominar las pasiones como
la cólera, ama a sus semejantes, es útil a la sociedad y al Estado, practica las virtudes y
se aleja de los vicios, aun retirándose de la azarosa vida pública y entregándose al ocio,
en su acepción positiva:
“El sabio jamás pierde lo que le puede causar sentimiento, pues sólo posee la virtud,
de la cual no puede ser desposeído.” 76
“El sabio, después de poseídas las riquezas, si bien las desprecia, no las desecha;
antes bien las guarda, con el propósito de ser cada vez más virtuoso.”77
“Además, la justicia no puede sufrir nada injusto, porque los elementos opuestos no
casan, y la injuria no puede hacerse más que de modo injusto; por tanto, al sabio no
puede hacérsele una injuria.” 78
“El fin de la injuria es hacer algún mal, pero la sabiduría no la deja entrar.” 79
71
SENECA, Diálogos. Op. Cit., p. 244
72
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 110
73
Ibid., p. 200
74
Tagaste-Armenia 354 Hipona 430
75
Roca-Seca-Italia 1225-1274
76
SENECA, Los siete libros de la Sabiduría, Op. Cit., p. 134
77
Ibid.,p. 65
78
SENECA, Diálogos. Op. Cit., p. 43
32
“Seamos respetuosos, os lo ruego, con este propósito, y asistamos con espíritu y oído
imparcial al espectáculo del sabio sustrayéndose a la injuria.” 80
“En las cosas que no vienen de fuera hay una influencia leve y que no podría
entrañar un gran refuerzo en uno u otro sentido: ni las circunstancias favorables
encumbran al sabio ni las adversas lo hunden; se esforzó siempre, en efecto, para
invertir en sí mismo lo más posible, para obtener de sí todo gozo. 81
“El que vive bien, con sólo eso es útil a otros, porque los encamina a lo que le es
provechoso” 82
“Pero esta mirada y conducta del hombre la da sólo la sabiduría, “sabiduría que es,
solo ella, la libertad””. 83
En palabras de Séneca, el sabio siente gran amor por la templanza: gusta de la cama no
adornada ambiciosamente, una comida que ni hayan tenido que preparar todos los de la
casa, ni admire a los convidados, ni tenga que ser ordenada con muchos días de
anticipación, ni servida por manos de muchos; guste del criado culto y del esclavo tosco
y de una mesa que sólo baste para el uso y no retenga voluptuosamente los ojos en
ningún convidado, ni encienda su envidia; que, sin embargo, le agrade seguir los
mandatos de los maestros y alcanzar honores, lanzarse a la política, no por andar vestido
de púrpura y rodeado de ostentaciones sino para ser más útil a sus semejantes:
Con todo, si creemos que ni el enfado grande ni frecuente en el espíritu del sabio
tienen cabida, ¿qué motivo hay para que no lo liberemos totalmente de esta pasión?
Medida, en efecto, no puede haberla, si a causa del comportamiento de cada
individuo hay que irritarse; pues o será injusto si por igual se aíra ante delitos
desiguales, o del todo irascible, si tantas veces se sulfura cuantas su enojo las faltas
hayan merecido. ¿Y qué motivo hay más indigno que el que el sentimiento del sabio
dependa de la maldad ajena? Dejará él, Sócrates, de poder traer a su casa el mismo
semblante con el que de su casa había salido. 84
“El sabio consumado no tiene nada del ser contraído, voluntario, obsesionado que
podía imaginarse; hasta es lo contrario; ya no hace esfuerzo, vive en la alegría y en
79
SENECA, Los siete libros de la Sabiduría, op. Cit., p. 133
80
SENECA, Diálogos, Op. Cit., p. 45
81
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 113
82
SENECA, Los siete libros de la Sabiduría, Op. Cit., p. 80
83
ABELLON, Op. Cit., p. 40
84
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 75
33
una semiconciencia, estado que la antigüedad consideraba superior a los tanteos de la
conciencia que busca.” 85
Conseguir el grado de sabiduría, es un proyecto de vida, en Séneca; sería loable que todo
humano alcanzara un nivel, al menos aproximado de sabiduría.
La providencia envía males a los hombres de bien para mostrarles que en el fondo no lo
son, sino que constituyen oportunidad para los justos de probar su excelencia, para que
triunfen contra las desdichas, comoquiera que si los soportan, consiguen la sublime
práctica de la virtud que, incluso justifica el suicidio.
La muerte es la disolución de todos los dolores y lindero más allá del cual nuestros
males no pasan, ella nos vuelve a colocar en aquella tranquilidad en la que yacimos
antes de nacer. Si alguien se compadece de los muertos, que se compadezca también
de los no nacidos. La muerte no es ni un bien ni un mal, pues puede ser un bien o un
mal aquello que es algo, pero lo que por sí mismo es nada y devuelve todo a la nada,
eso a ninguna fortuna nos entrega. Los males y los bienes, en efecto, versan sobre
alguna materia: no puede la fortuna tener cogido en sus manos lo que la naturaleza
ha despachado, ni puede ser desdichado el que no es nadie. 87
Y cuando llegue el tiempo en que el mundo se extinga para renovarse, las cosas que
ahora ves se destrozarán con sus propias fuerzas y chocarán astros con astros y en
esa conflagración universal de la materia bajo un único fuego arderá cuanto ahora
según un plan previsto luce. También nosotros, ánimas bienaventuradas y que por
suerte han alcanzado las realidades eternas, cuando a la divinidad le parezca bien
fabricar de nuevo esas cosas, al venirse abajo todas siendo también nosotras mismas
un pequeño aditamento de la ingente ruina, nos transformaremos en los antiguos
elementos. 88
85
VEYNE, Paúl, Séneca y el Estoicismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 114
86
SENECA, Los siete libros de la Sabiduría, Op. Cit., p. 39
87
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 91-92
88
Ibid., p. 107
34
La mano de dios, en expresión de Séneca, está en todo:
Con razón, en efecto, lo pondrá en el debe: le devolvió una vida mejor que la que
recibió. Estableció un modelo de hombre bueno, puso de manifiesto cómo y cuán
grande era; si hubiera añadido algo de tiempo, hubiera sido similar al pasado. ¿Y, sin
embargo, hasta cuándo vivimos? Hemos disfrutado del conocimiento de todas las
cosas: sabemos desde qué principios se alza la naturaleza, de qué modo ordena el
mundo, por qué estaciones sucesivas vuelve a llamar al año, de qué modo tiene
encerradas todas las cosas que en cualquier lugar existirán y se ha puesto a sí. 89
89
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 201
90
Filósofo griego, 428-347 a.C.
91
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 101
35
“Aun estando todo permitido contra los esclavos, hay algo que el derecho natural
impide autorizar sobre los seres humanos.” 92
“Mandar con mesura sobre los esclavos es un timbre de gloria. También, cuando
se trata de un esclavo, hay que pensar no cuánto es capaz de aguantar sin
consecuencias, sino cuánto te permite la naturaleza de lo justo y lo bueno, que
ordena incluso perdonar a los cautivos y a los que se han obtenido con dinero.” 94
“Aquel fundador del derecho humano no nos distinguió con los nacimientos ni con la
nobleza de los nombres, sino mientras existíamos, mas cuando se llegó al final de
nuestros seres mortales, “márchate –dijo- ambición: sea exactamente la misma la ley
de todos los que hollan la tierra”. Somos iguales para sufrir todos los males; nadie es
más frágil que otro, nadie más seguro de sí cara el mañana.” 95
“Cuando se tiene el máximo poder éste es el verdadero control del espíritu, y éste
el amor que incluye a todo el género humano.” 96
Séneca describe al hombre como lo vio en su tiempo: rico o pobre, esclavo o no, servidor
público o no, alegre o triste, acompañado u olvidado, golpeado o no de la fortuna,
rebosante de salud o enfermo, radicado en su ciudad o desplazado, el mismo que ha
vivido en el transcurso de la historia, así las condiciones de vida hayan mejorado.
Por esta razón, el modelo de sociedad que se propone, debe constituirse con un definido
criterio de comunidad, para que responda en lo posible a la mejor construcción de cada
persona en sus anhelos, angustias y lucha constante para sobrevivir con relativa
solvencia intelectual y económica en un mundo poco solidario y cada día más
competitivo; no hay duda que esa persona ya desenvuelta en una sociedad en la que
92
SENECA, Sobre la Clemencia, Op. Cit., p. 39
93
Combatiente, legionario
94
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 39
95
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 196
96
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 28
36
puede participar con el bagaje moral, adquirido por su sólida formación, extiende sus
principios, experiencias y manera en expresiones vitales que llegan a los miembros de la
comunidad con mensaje auténtico de mejoramiento en lo que atañe a cada uno y a la
comunidad en general.
De ahí que el capítulo tercero, conociendo el tipo de persona que conforma la sociedad,
se imponga el saber qué es la sociedad, cómo interactúan las personas, cómo se da ese
desarrollo comunitario, para lo cual se tiene que indagar de qué manera los bienes
inmateriales y materiales influyen en el comportamiento social, de conformidad con la
concepción senequista, hasta entender cómo el amor entre los hombres permite la
cohesión social invariable e indestructible.
37
3. ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD
Es natural que antes de emprender la tarea sobre cómo se cimienta la sociedad, sea
imperioso rondar brevemente sobre cuál es su comienzo: cómo nace a partir de la
persona analizada y caracterizada en el anterior capítulo; un individuo que por naturaleza
es sociable y desde luego requiere de otros de su especie para que sus emociones,
sentimientos y demás manifestaciones derivadas de su carácter único puedan coexistir
sin que se presenten demasiadas fricciones que atenten contra la libre actuación de cada
condición e impidan el forzoso enlace social.
Cada humano con sus virtudes y defectos debe moverse dentro de esa gran ciudad que
predica Séneca, en la que participe o no de la gestión pública, ha de conformar el perfil
de su yo para ser feliz, sabio y previsor en medio de los demás que posiblemente no
posean los atributos indispensables para el cumplimiento de una función vital sistémica;
es la persona dentro de la sociedad que idea, crea y procura descubrimientos que forjan
un mejor vivir para sí misma y otros integrantes de la sociedad de acuerdo con el
momento histórico que se advierte, tal como se ha comprobado en los procesos decisivos
de la evolución material e intelectual del hombre.
Sin embargo, el manejo ponderado de los bienes materiales por parte del hombre lo
acerca más a la perfección moral que lo forja usufructuario de los bienes inmateriales
propios de su esencia humana, comoquiera que la riqueza más grande radica en
encontrarse investido de ellos y no de los materiales que implican generalmente su
destrucción y de muchas comunidades conforme se colige de pasajes del pensamiento
senequista.
3.1 Concepto
“Como está ya sugerido, el tema central de Séneca es el hombre, él, Séneca, y todo
hombre, cada uno en su circunstancia, amenazado, en riesgo permanente de ser
engullido por un entorno que le sorbe su ser personal” 97
38
En criterio de Séneca, la sociedad está compuesta de individuos que se conectan entre sí,
a través de la organización social y política; parece que no estuviere muy convencido de
la organización social que existió en su tiempo; por el contrario, es más bien pesimista
en lo que tiene que ver con el desarrollo del crecimiento ético de la persona que debe
trascender el modelo y contenido de las instituciones sociales.
Por tal motivo recurre al estado natural del hombre, pues los primeros hombres vivían de
acuerdo con su naturaleza: sus acciones se plegaban a su expresión, ligadas más al
instinto que a la razón, estableciéndose una especie de comunidad absoluta, en la que se
destacaban siempre las jerarquías, que se medían inicialmente por el matriarcado.
Habla Séneca de que en la época primigenia del hombre no existían artes o técnicas que
posibilitaran mejores resultados en la agricultura y la navegación, en razón de que no
conocía otro mar o río que el de las costas de los terrenos que habitaba; el hombre
primitivo, por necesidad natural vivía el comunismo, fase que lo caracterizaba por la
solidaridad social y en el que los bienes que daba la naturaleza se compartían
armónicamente.
Para él el modelo ideal de sociedad es la Roma cosmopolita que acoge a los ciudadanos
del mundo entero; las fronteras políticas no pueden aceptarse como realidades
significativas, si se tiene en cuenta la grandeza del universo, el que desemboca en el
origen de la república diseñada incluso para que los ciudadanos de bien sufran
inclemencias y los dioses formen parte de ella, posición destacable, dado que el hombre
no solo forma parte de la pequeña comunidad en la que nace sino que es ciudadano del
orbe, otra razón para que su pertenencia al mundo entero reclame el acatamiento a esa
prerrogativa.
En una organización social de este modelo, opina Séneca el derecho del ciudadano aun
del esclavo es igual, pues emana de la igualdad de naturaleza si se mira su principio y
destino final: el amor que encuentra su expresión en el beneficio recíproco entronca
profundamente los lazos de amistad y deferencia entre los heterogéneos miembros como
se expone en el siguiente subtítulo.
39
3.2 Interacción
“Hay que reconocer que ninguna de las virtudes es más afín al hombre, puesto
que ninguna es más humana, y esto no sólo hay que reconocerlo entre nosotros
que defendemos que el hombre es un animal social, engendrado para el bien
común.” 98
El Cardenal Zeferino González Díaz de Tuñón, asevera que Séneca es quizá el único
filósofo de la antigüedad que entrevió con meridiana claridad, la existencia de la ley del
progreso humano en las áreas social y política y, sobre todo, en las de las ciencias y
artes; la verdad, señala, se obtiene por la investigación de todos; pero nadie la domina,
antes bien, queda mucho por descubrir a las futuras generaciones, puesto que llegará el
tiempo en que por repetidas y diligentes observaciones, se revelarán ciertas realidades
que hoy se ignoran: no basta para ello una sola época; la condición del hombre con su
naturaleza e historia constituyen el gran complejo de su estructura. Este es uno de sus
mayores aportes, al vislumbrar proféticamente los grandes avances en las ciencias y
artes, ya que se presentarían nuevos descubrimientos y surgirían nuevas verdades. 99
40
por voluntad natural, por ejemplo, la familia e, igualmente hay clases de comunidades
más profundas: las religiosas.
3.3.1 Bienes inmateriales La denominación de bien inmaterial tiene que ver con
los bienes espirituales: honor, fama, justicia, que se pueden predicar de la persona como
tal o de un núcleo social, en relación con la estima de los valores, dado que poseen una
connotación que se escapa de una cuantificación material:
“Las cosas buenas dan grandeza de ánimo y las riquezas dan insolencia.” 101
Platón creó un mundo original con sus ideas generales sobre el bien y después de él, los
pensadores se han esforzado en buscar el soberano bien, cuando se da el caso en el que el
hombre remonta las cimas de la fortuna, del poder o de la fama, a que Séneca referencia
así:
41
“Después, cuanto mayores son los bienes que hay que tener, tanto mejores y más
deseables son. Si la justicia es un bien, nadie dirá que será preferible si se le quita
algo. Si el valor es un bien, nadie deseará que se vea disminuido en parte.” 102
Todo lo que de mejor tiene el hombre, eso está colocado fuera del poder humano y
no puede darse ni quitarse. Este mundo, mayor que el cual y más dotado no engendró
nada la naturaleza, y el alma contemplativa y admiradora del mundo, parte de él
magnificentísima, son bienes propios para nosotros y perpetuos y que han de
permanecer con nosotros tanto tiempo cuando nosotros mismos permanezcamos. 103
Esta clase de bienes que, en cierta forma podemos calificar de intangibles, en el contexto
vivencial son palpables y, por tal motivo, merecen la emotiva mención del gran filósofo
estoico romano.
Es oportuno precisar que en la primera etapa del hombre, como todo estaba acorde con la
naturaleza, no se podía hablar de inocencia, como tampoco de sabiduría o trascendencia:
todo era espontáneo, no producto de la reflexión, en cuanto que el raciocinio es un
ejercicio del animal que ha conseguido mayor desarrollo intelectual.
Nuestros padres han visto siglos cándidos, muy alejados de todo fraude. Cada cual
bordeaba apaciblemente sus riberas natales, y envejecido en el paterno fundo, rico de
su pobreza, no conocía más opulencias que las que le deparaba el nativo suelo. Mas
las sabias leyes del Universo y el deslinde conveniente de sus costas las amalgamó el
pino de Tesalia y obligó el piélago a sufrir el golpe de los remos y a que fuese parte
de nuestros pavores el mar disociado. 104
“El mejor medio de que dispone dios para desacreditar las cosas deseadas, es darlas a
los malos y negarlas a los buenos.” 105
“Es reducido el equipaje de los que emprenden largos viajes y, cuantas veces la
urgencia de un desplazamiento exige celeridad, se despide el tropel de
acompañantes. ¡Qué parte de sus bienes tienen consigo los que están en el ejército,
siendo así que la disciplina castrense rechaza todo aparato!” 106
42
“No están permitidas muchas cosas a los más humildes y a los que están postrados
en un rincón: una fortuna grande es una esclavitud grande.” 107
“A muchos les fue el adquirir riquezas, no fin de las miserias, sino mudanzas de
ellas; porque la culpa no está en las cosas, sino en el ánimo.” 108
Es demasiado rotundo con respecto de las desventajas que acarrea la posesión de bienes
materiales en exceso:
“Las riquezas, los honores, los mandos y todas las demás cosas que por opinión de
los hombres son estimadas, abstraen de lo justo.” 109
“Todos esos bienes que nos deleitan con un placer vistoso pero falaz, el dinero, la
dignidad, el poder y otros muchos ante los que se pasma el ciego deseo del género
humano, se poseen con esfuerzo, atraen las miradas con envidia, aplastan por último
también a estos mismos a los que adornan; amenazan más que aprovechan; son
resbaladizos e inciertos, nunca se tienen bien cogidos; pues, aunque nada se temiera
del futuro, es preocupante sin embargo la tutela misma de una felicidad grande.” 110
“Restringe en demasía sus goces quien piensa que él sólo disfruta de aquellos bienes
que tiene y ve, y estima en nada el haberlos tenido; pronto, en efecto, nos abandona
todo placer, el cual fluye, pasa y se nos va casi antes de venir.” 111
“Estrechos límites pone a los frutos de las cosas quien sólo se alegró con los
presentes: tanto las futuras como las pasadas originan deleite, aquéllas con su
expectación, éstas con su memoria, pero lo uno está pendiente y puede no llegar a
ser.” 112
Desde luego, en la perspectiva de Séneca, los bienes materiales cumplen con una función
determinante en el diario quehacer humano, indispensable para la subsistencia de la
persona y de las comunidades.
En Séneca, se trata de una unidad genérica de bienes que proviene del amor universal
entre los hombres, ya que quien ama pone en común con el amado sus bienes, como
tendencia natural del hombre a vivir en sociedad; las riquezas reitera, que la naturaleza
107
Ibid., p. 158
108
SENECA, Los siete libros de la Sabiduría, Op. Cit., p. 217
109
SENECA, Los siete libros de la Sabiduría, Op. Cit., p. 219
110
Ibid., p. 163
111
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 164
112
Ibid., p. 205
43
produce, prodiga a manos llenas como madre generosa: tiene para todos y deben
disfrutarse en común; nadie trabaja el campo, ni se considera lícito señalar límites o
poner costos a la tierra, que es más fértil no cultivada, siempre dadivosa para con las
necesidades de las gentes, pues nadie debe arrebatar los frutos a otros.
Con un espíritu enternecedor, Séneca rememora esa gran edad de oro de la humanidad,
en la que el hombre compartía los bienes materiales sin egoísmos, sin antagonismos, sin
mayores esfuerzos, como lo recalca Miguel de Cervantes Saavedra en su inmortal obra
El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha:
¡Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre
de dorados; y no porque en ellos el oro (que esta nuestra edad de hierro tanto se
estima), se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque
entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío!. 113
“Se hablaba con envidia de la libertad que conoció la gente del clan. No había
imperialismo, no había colonialismo, no había esclavitud. Vivían libremente
recogiendo frutos, cazando, hasta que alguien inventó un garrote para buscar
alimentos.” 115
113
DE CERVANTES, Saavedra Miguel, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Casa
Editorial Ramón Sopena, Barcelona , 1931, p. 121
114
Abogado y político cubano, 1927-
115
BORON, Atilio A., Nueva Hegemonía Mundial, 1 ed., Buenos Aires , Clacso, 2004, p. 169
44
Es evidente la influencia que Zenón y la escuela estoica ejercen sobre su pensamiento en
la organización social ideal; Zenón escribió un libro, La República, en el que habla de un
Estado sin familia, sin leyes, sin dinero, sin escuelas, sin templos, en el que todos se
confunden en una común hermandad cosmopolita: es incuestionable la ascendencia
platónica en Zenón:
Menciona el Estado ideal como algo no determinado, no normativo; aparecen los vicios
entre los hombres y con ellos pobreza de todos, riqueza de algunos, inmoderadamente
mantenida; Séneca es duro con estos pocos ricos: no acepta bienes superfluos, sólo
admite y defiende lo requerido para una vida tranquila y provechosa, como se refleja en
sus obras, máximas y consejos diseminados en ellas, tildando las riquezas inmoderadas
como las enemigas de la paz interior, específicamente en su obra De la Tranquilidad del
Animo:
“Ningún género de hombres dejó de concurrir a la urbe que pone elevados precios
tanto para las virtudes como para los vicios. Ordena citar nominalmente a todos esos
y pregúntales “¿de qué casa?” es cada uno: verás que la mayor parte es la que tras
116
Ley eterna, ley natural, ley humana
117
GARCIA MAYNEZ, Eduardo, Filosofía del Derecho, 7 ed., México, Editorial Porrúa,1994,p.499
118
SENECA, Los siete libros de la Sabiduría, Op. Cit., p. 105
119
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 161
45
dejar sus propias sedes vino a la urbe más grande, ciertamente, y más bella, pero no
la suya.” 120
Pero que debe tomar precauciones para que ese contacto que experimenta no lo lleve a la
disipación, al despilfarro y al encaminarse por un rumbo que lo aleje del ejercicio de las
buenas virtudes del ciudadano, habitante de esa gran metrópoli que es el cosmos; es esa
persona que con sus angustias y afanes, debe colaborar en la construcción de esa
sociedad en la que habita, contribuyendo con el uso moderado de los mismos, en razón
de que mediante esa comunicación o emanación panteísta que tiene con los dioses, han
sido puestos para disfrutarlos comunitaria y no individualmente.
120
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 115
46
4. ESTRUCTURA DEL ESTADO
47
Clemencia, aplicable con mucha propiedad a la Roma imperial de su época, dado que no
se impone por la fuerza sino que se justifica por las exigencias de la naturaleza.
A Roma le correspondió el desarrollo del ius quiritium o civilis de una forma tan
ordenada y metódica que señaló un hito en la historia de la civilización humana que aún
en nuestros días algunas de sus instituciones conservan plena vigencia; este aspecto
normativo ocupó la mente de Séneca, para quien el legislador o quien deba expedir las
leyes debe atender a requerimientos especiales de tiempo, modo y lugar para que puedan
aplicarse exitosamente, sin abusos y sin atropellar la dignidad de cada persona y quien va
a imponer una sanción ha de ser justo, mirar la personalidad del delincuente para
dosificación de las penas.
En nuestros días cuando los sistemas de normatividad jurídica civil y penal han entrado
en profunda crisis por muchos factores, como son la aparición de fenómenos nuevos en
los que los modelos y leyes son anacrónicos, las expresiones de comunicación social
cambian en todo momento, las conductas delictivas no encajan dentro de los marcos
legales y los recursos económicos destinados a la solución de esa problemática son
exiguos o no existen, la posición filosófico-jurídica de Séneca recupera plena validez.
4.1 Fundamento
48
“Muchas razones los obligan a esta manifestación que es la que más cuesta al
hombre: la profunda, progresiva seguridad del Estado, el derecho que se han
impuesto sobre toda injusticia.” 121
“El ager romanus 124 enriqueció al Estado y a los ciudadanos, sobre todo a la clase
senatorial, en cuyas manos caían también hombres, ganado y dinero, creciendo aún
más su fortuna en el gobierno de las nuevas provincias.” 125
49
aprendido en Oriente tanto en la agricultura crematística 126 como en las
manufacturas, todo ello sobre la base de grandes concentraciones de mano de obra
esclava, especialmente en los siglos II y I a.C.” 127
“Entorno (sic) al dinero se forma mucha algarabía: él agota el foro, a padres e hijos
enzarza, venenos macera, espadas tanto a sayones como a legiones entrega, él está de
nuestra sangre empapado, por él las noches de esposas y maridos chirrían de disputas
y los tribunales de los magistrados agobia la turbamulta, los reyes se ensañan y
roban, y ciudades, gracias al largo esfuerzo de generaciones levantadas, arrasan con
el objeto de rebuscar el oro y la plata por entre las cenizas de sus construcciones.” 128
La avaricia lleva al fracaso no sólo a las personas, sino a los mismos Estados; como la
avaricia separa los bienes de la comunidad para reservarse una proporción con el
distintivo de propios y exclusivos, por alguien perteneciente al grupo humano, se
perturba el orden social y como es obvio se resquebraja la unidad natural.
“No te arrastró al número de los más el máximo mal del siglo, la deshonestidad; no
te doblaron las gemas, no las perlas; las riquezas no resplandecieron para ti como el
máximo bien del género humano; no te torció a tí, bien formada en una casa antigua
y severa, la imitación de las peores, peligrosa incluso para las honradas; nunca te
avergonzaste de tu fecundidad, como si fuera un reproche de tu edad.”129
La virtud –dice- al igual que mira favorablemente las actuaciones honestas, debe
enfurecerse con las inaceptables. ¿Y si se dijera que debe ser una virtud humilde e
importante? Ahora bien, dice esto el que quiere que se la ensalce y se la detracte, ya
126
En economía política: negociación
127
PUENTE OJEA, Op. Cit., p. 126-127
128
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 151-152
129
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 140
50
que la alegría consecuencia de una acción recta es noble y extraordinaria, la ira
consecuencia de un fallo ajeno es sórdida y propia de un pobre hombre. 130
La honestidad que reclama como programa de los gobiernos, no deja de ser una quimera,
pero que para Séneca es base insustituible del progreso de los pueblos.
4.2.4 República El rex, 131 era entre los romanos de carácter vitalicio, sumo
sacerdote, supremo juez, jefe de los ejércitos, cabeza visible de la dirección de la ciudad:
“Que sea más agradable al dios de las alturas, que gobierna todo el universo, que
aquellas asambleas y comunidades de hombres unidas por una común participación
en la ley, que se conocen por el nombre de Estado: sus gobernantes y guardianes
(rectores et conservatores) proceden del cielo y al cielo retornan.” 132
Poseía como cuerpo asesor el senatus, 133 integrado inicialmente por ancianos,
provenientes de familias distinguidas de la ciudad de Roma; más tarde, el rey queda con
la condición de rex sacrorum 134 , hasta cuando fue sustituido por el pontifex maximus. 135
130
SENECA, Diálogos, Op. Cit., p. 97
131
Rey
132
PUENTE OJEA, Op. Cit., p. 162
133
El senado
134
Rey de las cosas sagradas
135
Gran pontífice
136
PUENTE OJEA, Op. Cit., p. 165-166
51
La conformación del concepto de república, 137 se debe inicialmente a la agudeza de los
pensadores griegos, quienes diseñaron las polis 138 como entidades de una gran
participación ciudadana, mediante instituciones que sirvieron de modelos, no sólo para el
imperio romano, sino como inspiración de organización política de los Estados, a través
de la historia.
“Son conscientes día tras día de que su preocupación por el bienestar de cada
individuo y de la colectividad no descansa, y cuando se presenta no escapan
desordenadamente, como si saliera de su guarida un animal malo o dañino.” 139
Es tan ilimitada la ambición de los hombres, afirma, y son tantos los calumniadores, que
retuercen en el peor sentido, las cosas más rectas, siendo preferible entonces retirarse del
foro o de los cargos públicos y retornar a la actividad privada, pues no sólo aprovecha a
la república quien apadrina a los candidatos, defiende a los reos y da su opinión en las
cosas de la paz y de la guerra, sino también a quien exhorta a la juventud, a quien en
tanta escasez de buenos preceptores inculca la virtud en los espíritus, a quien retiene o
retrae a los que corren a precipitarse en las riquezas; quien hace esto, aun en privado,
cumple con una función pública:
Entiende que lo mismo sucede en los menesteres públicos y privados. Los asuntos
sencillos y fáciles secundan a su ejecutor, los descomunales y más allá de la
capacidad del agente ni se dan fácilmente y, si han sido abordados, abruman y
desorientan a su administrador y ya parecen controlados cuando con el sujeto mismo
se vienen abajo; de esta forma sucede que frecuentemente frustrada queda la
137
Cosa pública
138
Ciudades
139
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 10
140
SENECA, Los siete libros de la Sabiduría, Op. Cit., p. 183
52
voluntad del que emprende cosas que no son hacederas, pero quiere sea hacedero lo
que él ha acometido. 141
Quien tiene el cuidado de todas la cosas, prosigue, quien no deja de nutrir ninguna parte
de la república, como si fuera una parte de su propio organismo, quien, propenso a las
medidas más suaves, demuestra, cuándo es necesario el castigo; quien no tiene en su
corazón hostilidad, ferocidad; quien ejerce el poder apacible y saludablemente; quien
desea que sus súbditos aprueben sus mandatos; quien es afable en la conversación, fácil
al acceso; quien tiene un rostro amable; quien fácilmente conquista el amor del pueblo,
propenso a los deseos equitativos, es por toda la ciudad amado, defendido, venerado; de
él, se habla lo mismo en público que en secreto:
“Nunca un ser humano fue tan querido para otro ser humano como tú lo eres para
el pueblo romano: tú, su más largo y duradero bien.” 144
“Nadie podrá imaginar nada que sea más adecuado a un gobernante que la
clemencia, sea como sea el gobernante y sea cual sea el derecho que lo ha puesto
por encima de los demás” 147
La república, desde los griegos y aun en otros pueblos del mundo antiguo, fue mirada
como la modalidad de gobierno de equilibrio de fuerzas, con participación de los
ciudadanos, que garantizaba paz perdurable y estabilidad política, razón por la cual es un
aspecto relevante del pensamiento senequista.
141
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 121-122
142
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 43
143
Ibid., p. 12
144
Ibid., p. 5
145
Ibid., p. 14
146
Ibid., p. 17
147
Ibid., p. 40
53
4.2.5 Monarquía En los siglos I y II a.C., la solidez del imperio romano sufre graves
alteraciones en la vida política, social y económica: los golpes de Estado se suceden unos
a otros, en los que ni Lucio Cornelio Sila 148 ni Cneo Pompeyo Magno 149 , consiguen
éxitos en sus propósitos de pacificar el imperio; tan solo Octavio César Augusto, al
triunfar sobre Marco Antonio 150 alcanza gran popularidad y adhesión absoluta que le
posibilita iniciar un prolongado reinado monárquico, favorable para la solución de las
grandes dificultades por las que atravesaban las provincias que integraban el poderoso
imperio romano.
En esta época, el monarca era dominus et deus 151 . El senado se convierte en un simple
organismo municipal y el Estado se confunde con la persona del monarca, de manera
absoluta, no obstante el que no comparta el criterio de la sucesión en el trono vía
hereditaria, por la experiencia observada en algunos gobernantes de su época como en el
caso de Claudio, a quien calificaba de incapaz y sí era partidario de que subiera al mismo
su discípulo Nerón, a quien por el contrario tildaba de capaz; pero esbozaba una
justificación mayor: la permanencia prolongada de familiares en los reinos, apareja
corrupción e induce a la criminalidad.
En su obra De Clemencia, refiere que la realeza ha sido instituida por la naturaleza; cree
verla en la organización que existe entre otros animales, preferentemente la dominante
dentro de las abejas, cuya reina ocupa la cámara más ancha colocada en el sitio central y
más seguro; una vez que se pierde la reina, la colmena se desmorona; en esta
organización singular le relata a Nerón, que las abejas jamás toleran más de una reina.
Reitera, la idea del más fuerte.
“Yo soy árbitro de la vida y la muerte de los pueblos, en mi mano está la suerte y
situación de cada cual; por mi boca, la fortuna manifiesta qué quiere conceder a
cada uno de los hombres” 152
“No hay ornato más digno de la alta coacción de un soberano, ni más bello, que
la corona que se concede por salvar la vida a los ciudadanos” 153
148
Dictador romano 138-78 a.C.
149
General de Sila, 106-48 a.C.
150
Noble romano, 83-30 a.C., triunviro con Octavio y Lépido
151
Señor y dios
152
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 4
153
Ibid., p. 52
54
Las enseñanzas que adquiere Séneca de su incursión por el mundo de las abejas, las
vierte en las cualidades que deben adornar al gobernante en su persona, en sus gestiones,
en su posición; la unión de gobernante y Estado, es imprescindible, hasta tal punto que
su rompimiento o la desaparición del gobernante, traería inevitablemente la pérdida de la
paz y la ruina de cualquier pueblo:
“El inequívoco significado ideológico de esta doctrina del Estado, desde el punto de
vista de las relaciones de producción, se delata paladinamente en la tesis de Panecio
que afirma que el origen de la institución estatal radica en la eminente función de
defender y asegurar la propiedad privada.” 154
No admite la anarquía, pues señala que el pueblo estará tanto más tiempo lejos de su
destrucción mientras haya dominación, grandeza y bienandanza.
Dentro de esa unidad, destaca, el deber del padre es el deber del gobernante, a quien se
llama padre de la patria, no por espíritu de vana adulación como sucede con otros
sobrenombres, puramente honoríficos: grandes, felices, augustos, sino para que se sepa
que se le otorgó la patria potestad, la facultad más moderada, pues vela por sus hijos,
posponiendo su propio bien; el gobernante, consolidado por su beneficencia, no tiene
necesidad de guardias y las armas las tiene como simple decoración; el soldado sufre
glorioso y con gusto los trabajos, pues es consciente que sirve al bien público en calidad
de centinela de sus conciudadanos; no es menester erigir altas ciudadelas, ni fortificar la
pendiente de fragosos carros, ni hender los flancos de las montañas, ni rodearse de muros
y torres: la clemencia mantendrá seguro al monarca a la vista de todos:
“Puedes, César, proclamar con toda seguridad que aquéllo que se ha confiado a tu
tutela está seguro, que no preparas ningún ataque contra el Estado, ni abierta ni
solapadamente.” 156
“La clemencia propiciará al rey una seguridad sin poner obstáculos. Unica
protección inexpugnable es el amor de los ciudadanos” 157
154
PUENTE OJEA, Op. Cit., p. 155
155
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 42
156
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 5
157
Ibid., p. 42
55
Para él, es el gran modelo de dirección de los destinos del Estado, siempre y cuando se
gane el amor de sus súbditos y expida normas que los beneficien y otras que sancionen a
los criminales.
4.2.6 Tiranía Es el gobierno del déspota que no conoce más leyes que su capricho,
que se apodera de los bienes de sus súbditos, los subyuga y compromete para que se
apoderen de los bienes de otros pueblos; puede existir la tiranía de uno o de muchos.
En la era del imperio romano se distinguía con el término tirano a quien sabía conquistar
la autoridad, al usurpar el gobierno legítimo con actos de violencia:
Tenía que imperar, hacer efectivo su imperio, tenía que pedir el poder para poder
subsistir. El poder, el poder que llegó no fue por cierto éste de los filósofos, el
que haría del mundo su casa, la casa de la razón, ya que no la casa de Dios, sino
el poder sin más, el poder apoyado en sí mismo. Y con el Imperio Romano el
poder sin más justificación que el poder, borrando su ligazón con la justicia y el
derecho, con la libertad. 158
En la voz de Séneca, al infiltrarse los vicios, los reinos degeneran en tiranías, el gobierno
del monarca con el consentimiento general, querido, deseado por todos, fundamentado
en el amor paternal, en el cuidado y en la defensa, en la clemencia y en la recta
dirección, se transforma en un gobierno de dureza, sangre, armas y fuerza ruda, sin
signos tutelares, en el que impera la depravación:
“Séneca nos ilustra en el fondo sólo sobre lo triste que resulta la impotencia del
individuo bajo un régimen del terror y cuánto fracasa con todo lo que hace, con todo
lo que dice, aun con las palabras mejor intencionadas.” 160
“En primer lugar, la cólera, si en la medida en que amaga, prevalece, por esto mismo
de que es terrible, es también odiosa; más peligroso es, ciertamente, el ser temido
que el ser despreciado.” 161
158
ZAMBRANO, María, El Pensamiento Vivo de Séneca, Madrid, Ediciones Cátedra, 1992, p. 21
159
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 48
160
ADOMEIT, Op. Cit., p. 151
161
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 80
56
¿Qué diferencia hay entre un tirano y un rey –pues aparentemente su suerte y libertad
son semejantes-, sino que los tiranos se ensañan a placer, los reyes no, a no ser por
motivos inevitables?” 162
Pero cuando hayas conocido todos esos aspectos, su estío pesado e insalubre echará a
perder los beneficios del clima invernal. Estará allí el tirano Dionisio 164 , exterminio
de la libertad, de la justicia, de las leyes, ansioso del poder incluso después de
Platón, de la vida incluso después del destierro: quemará a unos, azotará a otros,
ordenará que otros sean decapitados por una leve ofensa, citará para el placer a
hombres y mujeres y entre los asquerosos rebaños del desenfreno regio le sabrá a
poco acostarse con dos al mismo tiempo. 165
Asienta Séneca, el monarca suele matar y ser cruel, pero lo hace por apremio y guiado
por la razón, cuando lo demanda e impone el bien común.
En su obra De Clemencia, establece una gran distinción entre el rey y el tirano, aunque
uno y otro anden escoltados de armas; el uno las tiene y se sirve de ellas para guardar la
paz y el otro, para reprimir con gran terror:
“De momento, la clemencia logra lo que yo estaba diciendo: que exista una gran
diferencia entre el rey y el tirano, aunque ambos se protejan igualmente con las
armas. Pero el uno tiene las armas y las utiliza para proteger la paz, el otro para
reprimir los grandes odios con grandes temores.” 166
Un mal le empuja a otro, relata, pues siendo odiado porque es temido, quiere ser temido
porque es odiado y se apropia de aquel execrable verso, que llevó a tantos a la perdición:
162
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 29
163
Ibid.,p. 93-94
164
Dionisio El Joven, tirano de Siracusa-Sicilia 367-343 a.C.
165
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 86
166 SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 30
167
ADOMEIT Op. Cit., p. 149
57
“Que odien, con tal de que teman. Sábelas escritas en la época de Sila. No sé cuál de
ambas cosas se deseó peor para sí, a saber: el vivir en el odio o el vivir en el temor.
Que odien. Se le avecina un porvenir para que lo maldigan, lo acosen, lo acorralen.
¿Qué apostilló 168 ? ¡Que los dioses lo malogren! Hasta tal punto halló un remedio
digno de aborrecimiento. Que odien ¿Y qué? ¿Con tal de que obedezcan?”169
Piensa que el tirano, más que los reos, pasa penas y tribulaciones, porque teme a los
hombres y a los dioses: a aquéllos, porque son objeto y a éstos porque son testigos de sus
delitos; se requiere que tema tanto como quiere ser temido y que vigile a todos; aun en
tiempos en que no es perseguido, se imagina que lo es y no goza de instantes libres de
temores; llega a un estado tal que no puede cambiar de costumbres.
Sin renegar de su monarquismo de principio, Séneca reconoce que las tiranías son
catástrofes, especies de sismos como a veces ocurren en una naturaleza que, empero,
está bien hecha; la misma página (VII, 20), de una audacia sin igual, ¡aprueba el
principio del tiranicidio! Otras páginas no menos fuertes (VI, 30 y ss.) pintan la
ceguera de los poderosos que, rodeados de consejeros que no pueden ni querrían
informarles de su posición, corren al abismo con los ojos cerrados. Séneca, consejero a
quien no se escucha, siente que Nerón va a la catástrofe; niega su responsabilidad
sobre el porvenir y hace, implícitamente, una autocrítica; en efecto, es sabido que hasta
entonces, mientras tuvo esperanzas de poder dirigir al joven soberano, exaltó las
virtudes de Nerón – y hasta su bella voz de cantante.170
El ius quiritium o ius civilis, aparece poco después de fundada Roma y se nutre de reglas
formalistas, elementales, rígidas y de origen consuetudinario; el derecho es de contenido
político y dada la importancia institucional de la familia, se explica el inmenso poder del
pater familias, no solamente sobre los bienes sino también sobre las personas.
Roma, denominada la ciudad eterna, fundada según la tradición más que por un hecho
históricamente comprobado por Rómulo y Remo, en el año 753 a.C., fue creada como la
168
Glosó, adicionó
169
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 65
170
VEYNE, Op. Cit., p. 233
58
civitas 171 , grupo de personas libres que participaban en las decisiones de interés
comunitario.
Los quirites 172 eran sólo los que pertenecían a las gentes patriciae o patricii 173 . Los
integrantes de la plebe 174 , tan sólo a mediados del siglo 4 a.C., adquieren figuración
política y jerarquía en el orden del derecho privado; la plebe gana el derecho de vetar
cualquier ley que atente contra sus derechos y alcanza la mayoría en las decisiones,
aunque los patricios a través de la creación de nuevos cargos, imponen un equilibrio;
continúa en sus luchas tras la supresión de muchas diferencias sociales, ocupa cargos
antes reservados a los patricios y accede al sacerdocio y al culto.
Las normas del Colegio Fecial y del pretor peregrino van conformando el ius quiritium
que va a regir entre los ciudadanos romanos.
Hay que observar lo siguiente: mientras Aristóteles nos habla de la bifurcación del
derecho público –lo justo político-, los juristas romanos apelan al derecho privado
como fundamento de la juridicidad. Igualmente, cuando abordan el concepto
“naturaleza”, no entienden por ésta la esencia como principio de operación, sino el
destino evidente de las cosas. El romano, en lo jurídico, quiere instaurar un arte
totalmente ajeno a la divagación filosófica, en áreas de la objetividad necesaria para
la regulación de la conducta social. No es el “bien”, lo que buscan, sino algo más
práctico: el orden social fundado en el ius. 175
59
muere. En ello sólo de los médicos será diferente, por cuanto éstos a quienes no han
podido prolongar la vida les facilitan una muerte llevadera, aquél a los condenados
con ignominia y exhibición pública la vida demanda, no porque se goce en el castigo
de nadie (lejos está, en efecto, del sabio tan inhumana ferocidad) sino a fin de que
queden como aviso de todos y de la muerte, al menos, de estos que a nadie quisieron
hacer el bien, la república saque provecho. 176
“Pues un juez ecuánime no dicta una sentencia en su causa y otra en la ajena. Nadie,
afirmo, se hallará que pueda absolverse así mismo, e inocente cada uno se proclama
mirando al testigo, no a su conciencia. ¡Cuánto más humanitario es ofrecer un talante
afectuoso y paternal ante los que delinquen y no perseguirlos sino atraerlos! Al que
vaga a través de los campos por desconocimiento del camino, mejor es traerlo al
itinerario buscado que alejarlo.” 177
Despide, por regla general, a éste cuya falta sorprende; si el pesar por su acción avala
una razonable expectativa, si entiende que de lo hondo no procede la maldad, sino
que está adherida, como dicen, a la superficie del corazón, concederá la impunidad
que no va a perjudicar ni a los que la reciben ni a los que la otorgan; alguna vez
reprimirá delitos grandes con más suavidad que otros menores, si aquéllos han sido
cometidos por un desliz, no por sevicia, en éstos está latente, solapada e inveterada la
malicia: idéntico delito en dos personas no lo castigará con igual pena, si uno lo ha
cometido por descuido, si el segundo procuró el ser dañino. En todo escarmiento
observará esto siempre de modo que entienda que uno se aplica para corregir a los
malos, otros para suprimirlos. 178
Pase luego, prosigue, a un lenguaje más severo con el cual amoneste y reprenda, si es
preciso; más tarde, acuda a la punción 179 , leve al principio y fácilmente revocable;
reserve el último suplicio para los delincuentes en grado último, de tal forma que nadie
muera si no aquél cuya muerte es para él mismo, un beneficio:
“¿Cuántos de los jueces instructores no caerán precisamente bajo esas leyes que ellos
aplican?” ¿Cuántos acusadores están exentos de culpa? Y no sé si hay alguien más
reacio a conceder el perdón que el que más veces necesito solicitarlo.” 180
176
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 44-45
177
Ibid., p. 55-56
178
Ibid., p. 63
179
Operación consistente en punzar, pinchar
180
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 15-16
60
subsiguiente arrebato que la sensación de injusticia no tanto ha captado sino que ha
admitido, es la ira, una excitación del espíritu que se encamina por propia voluntad y
decisión hacia la venganza. 181
“Que nadie sea tan despreciable para el gobernante que éste no advierta su muerte:
sea quien sea, es parte de su pueblo.” 182
“Lánguido –dice- es el ánimo que carece de ira. Verdad es, si nada posee más recio
que la cólera. No es bueno ni ser ladrón ni victima, ni compasivo ni cruel: de aquél
es demasiado débil su alma, de éste demasiado dura; templado sea el sabio y a la
hora de realizar con total entereza sus tareas aplique no la cólera sino la energía.” 183
Que el gobernante sea, ratifica, para los ciudadanos como quiere él que los dioses sean
con él:
“Y, con todo, a ninguno de los mortales le es más adecuada la clemencia que al
gobernante.” 184
“De modo que el hombre poderoso debe usar generosamente de un don tan
grande de los dioses como lo es el conceder o quitar la vida” 185
Tres son los fines que se propone el castigo, impuesto por ley: la enmienda de aquél a
quién castiga; la mejoría de los otros por escarmiento suyo y que con la extirpación de
los malvados, puedan vivir los otros más confiados:
181
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 71
182
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 36-37
183
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 88
184
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit.,p. 9
185
Ibid.,p. 45
186
PUENTE OJEA, Op. Cit., p. 160-161
187
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit.,p. 43
61
“La sanción suele tener dos consecuencias: o aporta alivio al que ha recibido la
ofensa, o seguridad con vistas al futuro.” 188
En lo referente a la corrección, propone una pena menor, ya que un individuo vigila más
su conducta si le queda algo que perder y no respetaría su dignidad, si ya la ha perdido
por completo:
“De modo que incluso hay que tener consideración con los ciudadanos que
merecen reproches, al igual que con los miembros del cuerpo que están
débiles” 189
“A los implicados los corregirás con más facilidad con un castigo menor, pues
vive con más prudencia aquél al que le queda algo a salvo. Nadie siente respeto
por su dignidad perdida; un tipo de impunidad es no tener ya nada que perder.” 190
Una pena menor produce mejores efectos que una máxima y, mientras más sobria sea la
pena, existe mayor proclividad de la persona a la corrección:
“Así pues, para la corrección de los que yerran y de los criminales no es menester de
un encolerizado censor; pues, dado que la ira es una falta del alma, no conviene
corrija los yerros quien en ellos yerra.” 192
“No son menos vergonzosos para un soberano los muchos castigos, que para un
médico los muchos entierros” 193
“No es, por consiguiente, la naturaleza del hombre deseosa del castigo; por lo tanto,
tampoco la ira es conforme a la naturaleza del hombre, ya que es deseosa de
castigo.” 194
188
Ibid., p. 44
189
Ibid., p. 13
190
Ibid., p. 46
191
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 45-46
192
Ibid., p. 57
193
SENECA, Sobre La Clemencia, Op. Cit., p. 48
194
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 45
62
A propósito, atractivo y didáctico es el caso referido por Voltaire:
“Nada de estas cosas es para indignarse: hemos entrado en este mundo en el que se
vive con esas leyes. Te gusta: sométete. No te gusta: sal por la vía que quieras.” 196
“Un gran asunto estaba en cuestión: si los reos podían perder el derecho a la muerte;
mientras se delibera, mientras los acusadores acuden de nuevo, aquél se había
absuelto.” 197
“La razón concede a las dos partes su turno; luego solicita también para ella un
plazo, a fin de tener tiempo de averiguar la verdad; la ira se aloca. La razón quiere
fallar lo que es justo: la ira quiere parezca justo lo que ha fallado. La razón no
considera nada fuera de aquello mismo de lo que está tratando: la ira se deja llevar
por cosas vanas y que pululan al margen de la causa.” 198
195
Voltaire, Diccionario Filosófico, Buenos Aires, Editorial Sophos, 1960, p. 113
196
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 196
197
Ibid., p. 101
198
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 61
63
4.4 Ius Gentium
El pueblo romano distinguía entre el ius quiritium o ius civilis, aplicable a sus
ciudadanos y el ius gentium, a los extranjeros; el ius gentium es de origen natural, tal
como lo perfilaron los griegos, lo que indujo al romano Gayo a precisarlo como lo que la
razón natural instituyó entre los hombres.
En cuanto al sentido del derecho de gentes los escolásticos más modernos entienden
por él, aquellas leyes que son tan conformes con la naturaleza humana, que de hecho
casi todos los pueblos las han observado, aunque han sido introducidas, no por la
sola razón natural sino más bien por la costumbre de los pueblos. Para Santo Tomás
en cambio, el derecho de gentes es parte de la ley natural, pues estaría constituída por
aquellas leyes positivas que contienen conclusiones necesarias de los principios
universales de la ley natural, v. gr., no hay que robar. También recibe el nombre de
derecho de gentes el derecho internacional. 199
El ius gentium es tan universal como el imperio romano: el formalismo cede a favor de
la amplitud, las instituciones jurídicas son tanto para los romanos como para los
extranjeros, las cuales se renuevan y revitalizan; las relaciones con los extranjeros, se
efectuaban con súbditos que dependían del Colegio de los Feciales, lo que desembocó en
unas normas de guerra y concedió al pretor peregrino la facultad de resolver si la guerra
era justa y si se debía o no llevar a cabo, aunque la declaración de guerra la aprobaba el
senado romano con el visto bueno del Colegio Fecial.
“¿Qué hay más magnífico que trocar la ira en afecto? ¿Qué aliados más leales el
pueblo romano tiene que los que tuvo como enemigos más encarnizados? ¿Qué sería
hoy el imperio si una beneficiosa previsión no hubiera mezclado vencidos con
vencedores?” 200
El jesuita Luis Fernando Alvarez Londoño, describe con acierto en su ya citada obra, el
punto de vista de los romanos sobre esta materia:
199
BARON, Fernando, Nociones de Ética, 4 ed. Medellín, Editorial Bedout, 1959, p. 86
200
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 107-108
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“desde los tiempos más remotos existían en Roma un colegio de sacerdotes, los
fetiales, cuyo concurso era necesario para comenzar una guerra, concluir la paz o
reclamar la reparación de una injuria inferida a Roma en la persona o en los bienes
de los ciudadanos. Así nació el juis fetiale, de carácter sagrado, aunque su valor
acabó siendo más bien formal. De todos modos, la reclamación previa a la obtención
de una satisfacción reparadora de un daño sufrido, fue considerado como un requisito
de un recurso legítimo a las armas y de la protección de los dioses. Ello implica una
noción de “guerra justa” (bellum justum), llamada a desarrollarse con el cristianismo.
Si el comienzo y el fin de la guerra estaban regulados, la forma de conducirla, por el
contrario, no lo estaba. Los ejemplos de crueldades hacia los vencidos no escasean
en la historia de Roma. Estos, a falta de una capitulación en regla (deditio), estaban a
la merced del vencedor.
Con relación al futuro, la creación del jus gentium tuvo una mayor importancia que
la del derecho fecial. El jus gentium vino a rellenar el vacío jurídico existente frente
al extranjero, cuando un tratado suscrito con su ciudad no le aseguraba una
protección expresa. En ausencia de un tratado de este tipo, el extranjero carecía de
todo derecho, no siéndole aplicable el jus civile. El jus gentium, por obra de un pretor
de los extranjeros (praetor peregrinus), fue enriqueciéndose a medida que el tráfico
con el exterior se hizo más y más complejo y regía las relaciones en la que, al menos
una de las partes, no era ciudadano romano. Es sabido que el jus gentium, aun siendo
parte del derecho interno romano, se encontraba en el origen del derecho gentes
moderno, llamado más tarde derecho internacional. El jus gentium, en efecto, se
diferenció bien pronto del jus civile por su mayor flexibilidad, surgida del hecho de
que el praetor peregrinus- libre, en relación con el riguroso formalismo del jus
civile- disponía de un amplio margen de libertad para su elaboración, en función de
las necesidades de la práctica cotidiana. El carácter mismo de estas necesidades,
comunes a los miembros de los pueblos diversos que la actividad comercial ponía en
contacto con Roma, y el papel jugado dentro de la actividad del pretor por
consideraciones acerca de la “equidad natural”, tendían hacia la universalidad de sus
reglas. A esta tendencia se añadió la influencia de la filosofía estoica, ampliamente
difundida en Roma, y gracias a la cual el jus gentium llegó a constituir una especie
de derecho común para el conjunto de los pueblos, derecho que para algunos, se
confundía incluso con el derecho natural, heredado del pensamiento griego.
Desde esta óptica, el jus gentium era aquél que, en respuesta a las necesidades
comunes de todos los hombres, se practicaba por todos los pueblos, o por casi todos:
como lo escribe Gayo, “el derecho establecido por la razón natural entre todos los
hombres”, o, según Ulpiano, aquel que las “gentes” (en el sentido de naciones)
humanas practican”. 201
201
ALVAREZ LONDOÑO, Op. Cit., p. 61-62.
65
Esa es la importancia del aporte de Séneca al ius gentium, 202 derivado de la recta razón,
apartándose de la teocracia tradicional.
Como es bien sabido, trascurrió una época de su vida en Egipto, en la que ocupó cargos
públicos y fue también desterrado a la isla de Córcega, lapso que aprovechó para escribir
algunas de sus más importantes obras; esta experiencia le sirvió de reflexión para
comprender el sentido de la universalidad del hombre, que para su realización personal y
gestión pública, no requiere de lugar delimitado, pues el hombre es una molécula no
insignificante, sino trascendente del cosmos:
“El que estés privado de la patria no es una desdicha: tanto te has imbuido de
estudios que sabes que para el hombre sabio todo lugar es su patria” 203
“El exilio no es nada, la pobreza no es un mal, somos ciudadanos del mundo y nuestra
patria está por doquier...” 204
Vas a entrar en una ciudad común a los dioses y a los hombres, que abarca todo,
vinculada por leyes ciertas y eternas, que impulsa en circular movimiento el
incansable oficio de los cuerpos celestes. Verás allí brillar innumerables estrellas,
verás llenarse todo de un solo astro, el sol que con su curso cotidiano señala los
espacios del día y de la noche y con el anual divide equitativamente veranos e
inviernos. Verás la evolución nocturna de la luna, que recibe en préstamos de los
rayos fraternos una luz tenue y refleja y está ora oculta ora suspendida con la cara
completa sobre las tierras, variable en sus crecimientos y menguas, siempre diferente
a la anterior. 207
202
Derecho de gentes
203
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 125
204
VEYNE, Op. Cit., p. 193
205
SENECA, Escritos Consolatorios, Op. Cit., p. 193
206
SENECA, De La Cólera, Op. Cit., p. 103
207 SENECA, Escritos Consolatorios. Op. Cit., p. 7-88.
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Admirable en su aprehensión universalista del mundo: que los pueblos sean grandes,
acojan a los habitantes de los diferentes territorios, armonicen sus desavenencias y
propendan por una paz duradera.
Es imperativo en el enjuiciamiento de Séneca sobre las leyes que éstas se expidan con
claridad y oportunidad, con miramiento de la naturaleza humana, llamado que desde
luego se ha atendido, comoquiera que se ha reflejado en la actualización y en la
aplicación de normas; el sistema oral acusatorio que regía en sus tiempos, se ha acogido
ya por la mayoría de los países del mundo y hace poco en los latinoamericanos como
Argentina, Ecuador, Chile, Guatemala, Honduras y a partir del 2005 se ha iniciado su
implantación en Colombia, experiencia que ha tenido algunos tropiezos en su inicio pero
que seguramente va a traer muchos beneficios en la descongestión judicial y en el trato
más humano para víctimas y victimarios.
Notable la perspectiva de Séneca acerca de la universalidad del hombre, hoy más que
antes, en la inmediatez de las comunicaciones y el acceso al instante de los
conocimientos a través de tecnologías avanzadas, erigiéndose de esta manera como uno
de los más grandes visionarios de la humanidad.
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CONCLUSIONES
Talvez por esta constante histórica, las naciones de nuestros días, procuren acudir a
personas adornadas con calidades especiales de liderazgo; creyérase que la preocupación
de Séneca por la limitación síquica e intelectual de cada persona, dentro del ámbito de la
convivencia social, encajara mucho mejor en la selección de regímenes fuertes que
resistan los avatares provenientes de individuos o grupos sociales y políticos contra la
estabilidad de los Estados.
A Séneca le cupo en suerte contribuir con sus escritos a que se mirara al hombre como
sujeto llamado a practicar las virtudes y a dominar sus inclinaciones viciosas, para bien y
felicidad de la persona y de los gobernantes; continúa vigente con la misma grandeza,
espíritu providente, dimensión universal, hablándole al oído a cada persona, a las
sociedades, a quienes corresponde el manejo de los destinos del Estado, para que cada
día, sean mejores y contribuyan con sus acciones a la construcción de un mundo más
justo.
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Es el hombre, por su posición privilegiada en el mundo, el llamado a la revolución, no en
su acepción de violencia, sino de cambio y transformación, a ser el protagonista de una
realidad nueva, de mejores resultados para beneficio de sí mismo y sus semejantes.
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BIBLIOGRAFIA
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