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BERGSON

Las tres bases que cimentaron el pensamiento de Bergson fueron: el espiritualismo francés de la segunda mitad del siglo XIX
(crítico del materialismo positivista de Comte pero afín a su ideal de orden social), el evolucionismo de Spencer (evolución ligada
a una causalidad material que pasa de lo homogéneo a lo heterogéneo tanto en lo orgánico como en lo social) y el anti-kantismo
(critica a la imposibilidad de una metafísica; la apuesta es por un acceso intuitivo e interior a lo absoluto, que no se ubica más
allá de lo temporal). Congenió con las vanguardias estéticas de la época (impresionismo musical y pictórico, simbolismo literario,
etc.)

Primer libro: “Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia” El tiempo aparece a la conciencia como un continuo pasar
(dure), no susceptible de matematizar (tiempo medido). La dure escapa a la medición ya que ninguna de sus partes está todavía
allí, cuando otra se presenta. La ilusión cinematográfica del tiempo medido, en que incurre el pensamiento científico-racional
por el contrario, es la suma de detenciones virtuales del tiempo o una serie discontinua de momentos (conservados iguales
entre sí). La dure, no es (punto, ser, divisibilidad, repetibilidad y homogeneidad) sino está siempre haciéndose (línea, devenir,
indivisibilidad, innovabilidad y heterogeneidad). La duración implica entonces no anclarse en un tiempo presente, sino la unión
de lo pasado, presente y futuro como un continuo, solo posible por la existencia de la memoria. El autor pone el ejemplo de las
campanadas, que de manera inmediata se perciben como cualidad y no como cantidad. Así, las sensaciones interiores, no
presentan diferencias cuantitativas entre sí, sino solo cualitativas. Bergson termina esta obra, criticando la psicología de la
Gestalt, que representa al yo como la suma de átomos mentales que se combinan entre sí de acuerdo con leyes internas. Admite
que esa descripción estaría adecuada para el yo superficial, que realiza de manera automática ciertos hábitos cotidianos, pero
no para el yo profundo que estaría en un fluir, crecimiento y constante cambio. “En la vida psíquica una causa interna profunda
produce su efecto una vez y no lo producirá más. El principio: a causas iguales, efectos iguales o sería aplicable”

Segundo libro “Materia y Memoria” La tesis principal del libro es una autonomía de la conciencia respecto del cerebro. Sobre
las relaciones mente y cerebro, predominaba en el siglo XIX un psicologismo que reducía la actividad espiritual, interior y
conciente, a la actividad cerebral. Este psicologismo de cuna positivista será criticado por Husserl y Bergson en esta obra. Dirá
que os avances científicos de la época mostrarán una indudable solidaridad entre cerebro y mente, pero no una identidad entre
ambos o una dependencia de la mente al cerebro (ejemplo del vestido como la mente y el clavo donde cuelga como el cerebro:
“un vestido puede colgar de un clavo, pero no depende de él, ni podemos predecir por la forma del clavo, la forma del vestido”).
Para Bergson existen dos tipos de memoria: una memoria habito (ligada a las actividades orgánicas y donde el cerebro jugaría
un papel determinante) y una memoria pura (que conservaría todos los recuerdos). Así, la memoria pura, el pasado, no se
conservaría en ningún lugar sino en sí mismo, independiente del órgano cerebral, en un lugar o almacén inconsciente (así el
sueño nos reintroduce en nosotros mismos, debilitándose los lazos que nos unen con el exterior). Nuestro pasado subsiste,
aunque en cada momento solo emerja a la luz de la conciencia aquella pequeña parte que sirve a los intereses de nuestra acción
inmediata y que nuestro cerebro, como órgano de atención a la vida, selecciona y deja pasar. Lo que resultaría dañado en una
lesión cerebral, no son los recuerdos en sí mismos, sino el instrumento mediante el cual éstos, pueden articularse con las
respuestas motoras del sistema nervioso central. Esta teoría, que rechaza el papel del conocimiento como algo puro (anti-
intelectualismo dado en el realismo o idealismo), estaría muy cercana al pragmatismo de James, con quien Bergson compartió
amistad y correspondencia.

Tercer libro “introducción a la metafísica” Esboza el concepto de intuición que venía desarrollando implicitamente. Se busca
superar las distinciones epistemológicas que separan sujeto y objeto. La conciencia debe insertarse dentro del fluir para acceder
a su verdad. La ciencia, por el contrario, siguiendo a Bacon propone obedecer la naturaleza para someterla. Con la intuición, el
filósofo ni la obedece ni la manda sino simpatiza con ella. Los ejes de la intuición serían: una liberación del lenguaje (la duración
no se dejaría detener lingüísticamente, siendo en lenguaje útil para fines prácticos, como los biológicos o sociales pero no los
metafísicos), un rechazo de los conceptos (los conceptos al igual que el lenguaje, son construidos para lo practico-social y en
este sentido, la duración no se dejaría apresar sino por conceptos ad hoc) y una modificación de nuestra actitud (modificar el
interés instrumental de dominar lo material para adoptar una actitud estética de contemplación). Esta intuición, a diferencia de
la propuesta por Schelling o Schopenhauer que apostaba a captar lo atemporal, busca lo temporal durativo de cada objeto.

Existirían entonces a lo largo de la historia del pensamiento cuatro posibles teorías del conocimiento: la empirista (las
representaciones son causadas por los objetos), la idealista (las representaciones rigen a los objetos), la armonía preestablecida
(concordia entre objetos y las representaciones al estilo de Leibniz) y la simpática (armonía alcanzada donde objetos y
representaciones se adecuarían por la intuición)
Cuarto libro “la evolución creadora” Es su obra cumbre y la extensión de la dure, descubierta inicialmente en la conciencia, al
plano cósmico-óntico. En un ajuste de cuentas con Kant (restauración metafísica de lo temporal) y Spencer (evolución no guiada
por un determinismo material sino por un elan vital libre y creador). Bergson realiza una crítica a las teorías evolutivas
materialistas: tanto a mecanicistas como a finalistas. En ambos casos la evolución sería un proceso lineal determinado de atrás
(mecanicistas) o dirigido desde adelante (finalistas), en donde no cabría la libre emergencia de algo nuevo o imprevisible en la
evolución de los seres vivos. Así, el principio sería un impulso originario denominado “impulso vital” que actuaria en diferentes
direcciones, dando lugar a estructuras homogéneas, aun en condiciones materiales distintas (critica a Darwin e idea de evolución
por adaptación al medio) y in que pueda determinarse de antemano la forma que adoptará. En este sentido, las condiciones
materiales no serían las causas directas de la evolución, sino el obstáculo con el que se enfrenta el “impulso vital”. El elan vital
causaría la existencia de os realidades contrapuestas: la materia inerte (estando tensada allí) y lo espiritual (estando extendida
allí). El orden matemático-natural resultaría de la negación del orden espiritual, creador y libre. Atravesando la materia y
comunicándole la vida, esta corriente vital sería entonces atrapada parcialmente por la intuición. Este impulso que, tiende
superar las limitaciones materiales, introduce en la materia mayores grados de indeterminación y libertad, esfuerzo coronado
con éxito en el hombre. Tres resultados habrían alcanzado el impulso vital en el hombre: cerebro, lenguaje y vida social. Esta
visión optimista de Bergson sobre el hombre y lo cósmico, contrasta con un vitalismo pesimista como el de Schopenhauer o con
las corrientes existenciales que muestran al hombre atravesado por la nada, las posibilidades y el caos.

Periodo de la primera guerra mundial Bergson luego de la evolución creadora y con la coyuntura de la primera guerra mundial,
se fue inclinando por desarrollar un sistema ético consecuencia de la duración. Como activista político a favor de Francia,
interpretará la guerra como un conflicto bélico en el que se exteriorizaban las dos tendencias esbozadas en su sistema: la
libertad, el cambio, la flexibilidad, lo vivo (Francia) y lo mecánico y rígido (Alemania). Sin embargo, nunca desarrolló una filosofía
de la historia y se negó a una concepción historicista que pretendiera encontrar en el devenir de las sociedades humanas, leyes
o fuerzas que lo determinaran.

Quinto libro “duración y simultaneidad: a propósito de la teoría de Einstein” Inicialmente, la duración plantea la noción de un
tiempo universal, mientras que la teoría de la relatividad especial implica la existencia de tiempos múltiples en función de los
sistemas de referencia y por tanto la imposibilidad de fijar de modo absoluto la simultaneidad de dos acontecimientos. Sin
embargo, como aclara Deleuze, Bergson establecería múltiples flujos de duración cualitativamente distintos e integrados en el
seno de la Duración real. De manera análoga, los distintos tiempos de la teoría de la relatividad especial, se integrarían en “un
tiempo material único y universal”. Así la hipótesis de la relatividad no contradice sino confirma la duración.

Ultimo libro “las dos fuentes de la moral y la religión” A partir de 1924 y alejado de las actividades académicas, y aquejado por
padecimientos de salud, los problemas morales y religiosos se convertirán en el centro de sus reflexiones. En 1927 le es otorgado
el premio nobel de literatura. Alegría y fuerza son los sentimientos suscitados en la conciencia, frente a una filosofía de la
duración. Alegría frente al espectáculo de la continua novedad que reina en el mundo. Y fuerza al sentirnos participes de una
obra creadora. Los místicos, se configuran como aquellos guías de la conducta moral y creadores de nuevos caminos para los
pueblos, que han tenido acceso a lo absoluto, similar al que se ha tenido a través de la intuición. La moral cerrada, que responde
a la necesidad de coerción social, sería el fundamento de la mayor parte de las normas y códigos de conducta, útiles para
conservar la familia, la tribu o la patria. En contraste, la moral abierta la moral abierta, tendría base en la ejemplaridad y carisma
que ciertos individuos excepcionales (creadores de nuevos valores), ejercerían sobre los restantes seres humanos. La evolución
creadora necesitaría de estos individuos para dar un salto cualitativo adelante, frente a las limitaciones de la moral cerrada.
Presión (moral cerrada) o aspiración (moral abierta), no será la moral asunto de razonamiento. Por otro lado, la religión estática
tiene la utilidad social de ser un antídoto contra el miedo y la sensación de impotencia frente a la muerte, que provocara un
paralizamiento de la acción del individuo y con ello la destrucción del individuo y de la especie. En contraste, la religión dinámica
estará centrada en la figura del místico.

Finalmente, Bergson hace recomendaciones sociales y políticas para asegurar la apertura espiritual del mundo contemporáneo:
desarrollo de la educación, conocimiento mutuo de los pueblos, la constitución de una Sociedad de Naciones e incluso la
restricción del numero de habitantes. El desarrollo material logrado con la ciencia durante el siglo XIX no debe ser rechazado
sino compensado en el siglo XX, con el desarrollo de las ciencias del espíritu.

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