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Tiempo
histórico y categorías temporales. El
historiador y sus fuentes. Explicación y
comprensión en la Historia.
1. El conocimiento histórico
Resulta más fácil decir qué no es la Historia que definir lo qué es. La Historia no es
una ciencia hipotético deductiva que tenga modelos de interpretación que pueda aplicar
a priori. La Historia parte de un dato y analiza su comportamiento racional, con lo que
deduce la estructura lógica de su método de una manera empírica.
La Historia ha pasado de ser un relato erudito del pasado a ser una explicación de
cómo vivían las sociedades antiguas, que aclara cómo se vive en las sociedades
actuales. La Historia es fundamentalmente un instrumento ideológico que permite
analizar lo que pasa en nuestro mundo actual. Este instrumento es de vital importancia
hoy en día, ya que Internet es un medio de difusión de la información que no está
filtrado por nadie, y por lo tanto todos debemos tener una herramienta que nos permita
diferenciar entre los mensajes válidos y los que no lo son.
El historiador no pretende revivir los hechos, sino conocerlos; saber cómo fueron
cuando eran presente. Es la situación que vivían como presente las personas del pasado
lo que nos interesa. Reclús expresa la interrelación entre Geografía e Historia con su
frase «la Historia es la Geografía del tiempo y la Geografía es la Historia del espacio».
El tiempo pasado no está aislado sino que ha dado sus frutos y tiene consecuencias en el
presente.
Para Braudel existen tres categorías históricas: el tiempo corto, medio y largo. El
tiempo corto es el que afecta a los acontecimientos, a la medida de los individuos, a la
vida cotidiana. Es el tiempo del cronista y del periodista. Esto, independientemente de la
transcendencia histórica que tengan. La caída del muro de Berlín, por ejemplo. Es la
historia de los acontecimientos, que no suelen tener en cuenta las estructuras
económicas y sociales en las que tienen lugar. El tiempo medio es la duración de la
coyuntura. Este tiempo está plagado de acontecimientos. Sin embargo, es también un
lapso breve caracterizado por el movimiento, y que se desarrolla durante la vida de una
persona. Como por ejemplo una crisis económica, la transición española o una guerra.
La variedad de duraciones efectivas es mucho mayor. El tiempo largo es el que
corresponde a las estructuras, aquellas realidades históricas que permanecen por debajo
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de los acontecimientos y de las coyunturas y que no se modifican con un sólo
acontecimiento. Permanecen durante varias generaciones. En estas condiciones se crean
Estados, países, etc., como el franquismo, el comunismo en Rusia, pero también modos
de entender la sociedad, la política y las relaciones económicas. Los cambios de una
estructura a otra son lentos y afectan a multitud de acontecimientos importantes, por lo
que no es fácil determinar con exactitud y definitivamente cuándo comienzan y cuándo
acaban. También son de larga duración los modos de producción y las edades históricas.
Estas estructuras permanecen por debajo de cambios de Estado y creaciones de países.
Son los tiempos del Antiguo Régimen, la Edad Antigua o la época capitalista. El
movimiento es muy lento, si bien está determinado por situaciones coyunturales. En
realidad instituciones creadas en otras épocas pueden perpetuarse más allá de ellas:
como la familia, la Iglesia, el Ejército, etc. Aunque cambian su naturaleza para dar
respuesta a los nuevos tiempos. Parece que lo que más lentamente cambia son las
estructuras mentales, y las formas de interpretar y comprender el mundo, que incluye
desde la religión a la filosofía, pasando por los mitos, la literatura, el arte, etc. Los
diferentes enfoques de las estructuras que definen las distintas épocas han tenido como
consecuencia la creación de numerosos modelos de periodización histórica.
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Revolución francesa; y Edad Contemporánea, desde la Revolución francesa hasta la
actualidad. A esta escala, es el modo de producción lo que aparece como objeto de
estudio. Evidentemente, esta periodización es arbitraria y eurocéntrica, pero es la más
utilizada. Sin embargo, no es la única manera de dividir la historia.
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modos de producción del pasado, en los distintos países, es lo que permitirá hacer una
Historia no eurocéntrica que explique la realidad del mundo de hoy.
3. Las fuentes
La Historia se hace con fuentes. Una fuente es aquello que nos permite verificar un
hecho histórico. La concepción tradicional de la Historia sólo considera como fuente el
texto escrito. De hecho hemos visto que se divide la historia de dos partes: Prehistoria,
antes de los textos escritos, e Historia, con la aparición de la escritura. Pero,
evidentemente, esta es una visión reduccionista de la historia. Historia es todo lo que
ocurren desde la aparición de la humanidad sobre la Tierra, haya texto o no. La escuela
de los Annales negará el documento escrito como fuente indiscutible y máxima de
conocimiento histórico. Toda realización que parta de la actividad humana será una
fuente.
Por muchos hechos del pasado que se quieran contar, jamás se podrán contar todos.
La historia erudita, en definitiva, es una reducción de la historia, y una reproducción de
la ideología dominante. Esto implica, también, una toma de posición ante los hechos del
pasado que deben ser contados. Además, el mayor número de fuentes las conserva el
poder y las clases dominantes, y estos conservan los documentos que le interesan. Por
eso, el historiador debe intentar comprender cómo era la sociedad del pasado cuando
esta era presente.
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Para los positivistas, la Historia no deja de ser una acumulación de documentos, en
los que toda interpretación no haría más que falsearla. Pero esta visión de la Historia
está totalmente superada.
La Historia no siempre ha sido un saber científico. Hasta el siglo XIX fue un saber
enciclopédico y precientífico, como muchas otras ciencias.
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elabora a partir de los datos seleccionados con objetividad. Existe el peligro de no tener
en cuenta aquello que se ha decidido dejar de lado, pero que existe. La explicación
histórica no debe salir de los límites que la ideología y las fuentes recogidas tienen. No
se puede explicar el arte con documentos económicos, aunque marquen la época.
En definitiva, la Historia sirve para conocer cómo funciona nuestra sociedad, cómo
ha funcionado en el pasado, qué soluciones se dieron y cuáles fueron sus consecuencias,
y también para satisfacer la curiosidad humana. La memoria nos permite progresar
como seres humanos, en sociedad y acumulando cultura. La Historia es un instrumento
de análisis del mundo, de nuestro mundo de hoy.
BIBLIOGRAFÍA
Manuel Tuñón de Lara: Por qué la Historia. Temas Clave. Salvat. Barcelona 1993