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entendimienro mutuo, de las redes sociales y las estructuras de co-
il nexión y del uso de formas de acción con resonancia cultural. Pero, en
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48 EL PODER EN MOYIMIENTO re eccróN coLECTwA y Los MoyrMrENTos socrAr-Es 49
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mi opinión, yieoen-de¡erminpdas sobre,tqdo por el fluio ), refluio de.la man a la acción colectiva o, más bien, habrían planteado la pregunta
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lucha política. En este capítulo desarrollaré cada uno de estos factorés, como un problema del desarrollo estructural de la sociedad antes
q,"§ñ ,4izados para describir, analizx y plantear preguntas sobre que como un problema de elección individual. Pero aunque consi-
li acciín política colectiva y los movimientos sociales en el resto del deraron la acción colectiva arraigada en la estructura social, M* y
libro. No obstante, antes de hacedo serla conveniente examinar cómo Engels subestimaron gravemente los recursos necesarios para llevarla
concibieron el problema de la acción colectiva las generaciones ante- adelante, sus dimensiones culturales y la importancia de la política.
riores de estudiosos (asociados a cuatro corrientes clásicas), y su rela- Marx y Engels eran estructuralistas clásicos que no dieron gran impor-
ción con los agravios, los recursos, los marcos culrurales y la lucha tancia a los mecanismos concretos que llevan a los individuos a parti-
política. Comenzaremos con los orígenes de la teoría del movimiento cipar en la acción colectiva. La gente se suma a acciones colectivas,
so.ial en la obra de eruditos marxistas y posmarxistas, antes de pasar a pensaban, cuando la clase social a la que pertenece está en contradic-
ia generación actual del trabajo sociológico sobre la acción colectiva. ción, plenamente desarrollada, con sus antagonistas. En el caso clcl
proletariado, esto significaba que el'capitalismo la habla agrupado
en enormes fiíbricas donde había perdido la propiedad de los medic,s
Marx, Lmin, Grarnsci I Tilly
de producción, pero había desarrollado a cambio los recursos para
actuaÍ colectivamente.
Muchos sociólogos sitúan los orígenes del análisis de los movimien- Entre estos recursos se encontraban la conciencia de clase y los
tos sociales en las reacgiones negativas producidas ante los horrores sindicatos. Era el ritmo de la producción socializada en la fábrica lo
de la Revolución Francesa y las atrocidades cometidas por la multi- que convertiría al proletariado en una clase per se, y los sindicatos,
tudl. Aunque escrirores cómo Th¡de (1989) y Le Bon (1977) panen los que darían forma a ésta. Aunque existen formulacic¡nes mucho
de un punto de vista polémico para los teóricos que rechazan sus más elegantes de esta tesis (y menos claras), Marx lo describía sucin-
ideas, lo cierto es que su trabajo fue fruto de la psicología de rnasas. tamente en El Manifiesto Comunista:
En este libro, los conflictos entre las autoridades y quienes les desa-
flan serán considerados parte normal de la sociedad y no una abe-
El avance de la industria, cuyo promotor inyoluntario es la burguesía,
rtadón. Por esta razón comenzaremos con los teóricos preeminentes sustituye el aislamiento de los trabajadores, nacido de la competencia,
que consideraron al conflicto integrado en la esuuctura de la socie- por su unión revolucionaria, debida a la asociación [...] El verdarlero
áad: Karl Marx Y Friedrich Engels. fruto de su batalia radica no en su resultado inmediato, sino en la unión
cadavez mayor de los trabajadores (Tircket 1978: 481,483).
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Mundial- planteaba un nuerro dilema. Si el partido, como
Gramsci ! la hegemanía cahural
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ual colectivo, abordaba un diálogo a largo plazo entre la clase
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Cuando fracasó la extensión de la Revolución Rusa de 19L7 a Occi- jadoray la sociedad burguesa, ¿qué podía impedir que eI poder
que Gramsci llamaba el osen¡ido común de la
dente, manristas comoAntonio Gramsci comprendieron que, al menos ral de ésta
-lo
en las sociedades occidentales, las organizaciones de vanguardia no eran capitalistar- dominara al partido, y no i la inversa?a A
suficientes para llevar adelante urta revolución y que era necesario desa- ,de una teoría de movilización política, la alternaiiva de Grams-
rrollar la conciencia de los propios trabajadores, fazón por la cual con- mostraba vaga sobre la influencia de la política. Gramsci soste-
sideraba el movimiento de los trabajadores un «intelectual colectivor, la batalla debía librarse en las trincheras y fortificaciones de
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una de cuyas pfincipales tareas era la creación de una cultura de clase. ioii.dr¿ capitalista (1971:229-239), pero no proporcionó indi-
Fxta dewiación del leninismo era sutil pero importante. Gramsci acep- ión alguna sobre cómo debía combatirse esa batalla, ni discrirni-
taba el postulado de Lenin de que el partido revoluciona¡io tenla que enffe países con oportunidades y restricciones importantes o dé-
ser unavanguardia (del mismo modo que pensaba que kalia corrtpartía . No obstante, proporcionó ün nexo entre el materialismo
buenaparte de las condiciones sociales de Rusia). Pero, tras ser arrojado ista y el giro constructivista que adoptaría el estudio de los mo-
a las cárceles de Mussolini, añadió dos teoremas a la solución de Lenin. iientos .sociales de los ochenta y los noventa.
En primer lugar, que una tarea fundamental del panido era crear un
bloáue lustórico de fuerzas en torno a la clase obrera (Gramsci, 1971:
i63i y, en segundo lugar, que esto sólo podla ocurrir si en el seno de El modelo político de Tilly
dicha clase se desarrollaba un cuad¡o de nintelectuales orgánicos» para
complernentar a los intelecnrales «tradicionales, del partido (pp.6-23). i maduró durante la Primera Guema Mundial y la agitación de
Ambas innovaciones estaban basadas en una gran fe en el poder de Revolución Rusa. Sería necesario que llegara la generación que al-
la cultu¡a3. La alternativa de Gramsci a la hegemonía cultural burguesa su mayorla de edad tras la Segunda Guerra Mundial para sllpe-
produciría el consenso entre los uabajadores, creaÁala capacidad para ü el tópico marxista que suponía que la política era apenas una parre
.mpr.rrd.r iniciativas autónomas y tenderla puentes entre ellos y hacia la nsuperestructura» y que carecía de autonomía propia. La obra de
otras forrnaciones sociales. El proceso sería largo ylento, aI requerir que §harles Tilly es un buen ejemplo de este relevo. Bajo el influjo de su
el partido luchara denuo de las «trincheras y fortificaciones» de la socie- profesor Barrington Moore Jr. (I965),Til1y recibió la influencia
d*d burgu.s", hiciera prosélitos enue los gruPos no proletarios y desa- i:de mamistas británicos como E. P. Thompson y Eric Hobsbawm y de
rrollara una polltica resPecto a instituciones culturaies como la Iglesia. historiadores sociales franceses corno Fernand Braudel. El primer libro
S Tilly, The Wndre
La solución de Gramsci se vio en el giro reformista que (1964), partla de la premisa marxista de que cier-
-como
italianos al adoptar sus ideas tras la Segunda variables estructurales como la urbanización influ¡,s¡ en ia acción
dieron los comunistas
i.colectiva, pero su atención enseguida se centró en la importancia de la
3 En l924Gramsci escribió: oEl erior del partido ha sido haber dado prioridad de
un modo abstracto al problema de la organización, lo que en la práctica ha supuesto , a_
Esto suponla un peligro especialmente en la periferia del partido de la clase tra-
simplemente la creación de un aparato de funcionarios cuya ortodoxia respecto a la ,,ibajadora, entre la clase media y el campesinado. Véanse Stephen Flellman, «The PCIt
digna de toda confianzar. Véase Antonio Gramsci, Selections frorn the , Alliance strategy and the Case of the Middle class, (1975), y sidneyTa,ow, peasant
ilná oficial es
IXI), en donde se t¡aduce este pasaje. Communism in Southem ba\ 0967).
PrisonNoubooks (1971:
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Resumen
estrucrura del Estado y de los imperativos estratégicos de éste (Ti}ly,
1986, 1990). Entre los principales imperativos potestad del Estado Lenin, Gramsci yTilly-
Cada uno de estos teóricos hizo
estaban los procesos de declaración de guerra, de creación del Esta- -Maff,
hincapié en un elemento diferente de.la acción
do y de extracción, que provocaban uduras negociaciones, enüe los llectiva:
gobernantes y la gente común. Anteriormente, Tilly habla propuesto . Marx se centró en las divisiones internas de l" .o.i.dad capita-
un omodelo polltico, estático dé relaciones entre gobernantes, miem- lista que generaban capacidad de movilización, sin llegar a especifi-
bros internos y externos (1978) que se reproduce en la figura 1 .1. F'ste car los mecanismos por los cuales algunos trabajadores se rebelaban
modelo guraúasu trabajo durante las siguientes dos décadas, Para ser en determinados contextos.
susriilido posteriormente por el nrealismo relacional, que presentafe- . Lenin creó la organizaciónnecesaria para estructurar este poten-
mos más adelante en este libro. cial de movilización en torno a una élite de revolucionarios, para asl
evitar su dispersión en reivindicaciones sindicales cortas de miras.
. Gramsci concentró sus esfuerzos en la necesidad de construir un
Contrinca¡te
consenso alrededor de los objetivos del partido, pero no llegó a espe-
cificar en qué condiciones políticas se podía esperar que unos tra-
bajadores explotados y con escasos recursos fueran a movilizarse en
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beneficio de sus intereses.
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. Los primeros trabajosde Tilly analizaron estas condiciones po-
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líticas, aunque de un modo más bien estático.
Umites de la
ffi A partir de la década de los setenta, las ciencias sociales contem-
poriíneas
-especialmente
los sociólogos y politólogos, con la contri-
iurisdicción
- bución de los economistas- empezaron a proponer soluciones a
'gubunamental
estos problemas.
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Co¿licioncs
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Sociólogos, moaimientos sociales y acción colectiua
Fl cuentayprincipios de los sesenta centraron su trabajo en los agravios organizaday consciente de una pléyade de fenómenos «emergenres»
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;i que desencadenaban las movilizaciones, provocados por las tensio- ' que abarcaban desde los rumores y las modas pasajeras hasta el entu-
nes estructurales subyacentes. siasmo colectivo, los disturbios, los movimientos y las revoluciones.
. Aunque no compartieran el concepto leninista de vanguardia, ár Mientras que los politólogos esrudiaban los gupos de interés como
teórhos de la mouilización de recursos de finales de los sesenta y princi- expresiones nnormales, del proceso político, los tepricos del com-
pios de los setenta se concentraron en la organización y el liderazgo. portamiento colectivo contemplaban los movimientos como excep-
. Al igual que Gramsci,los teóricos d¿ los marcos y de la identid.ad. ciones de los procesos políticos convencionales, casi como muestras
colectiua de los ochenta y comienzos de los noyenta investigaron los de una psicología anormal.
del consenso en el movimiento. En algunas versiones de la teoría (por ejemplo Kornhauser, l95g),
'orígenes
r I partir de la década de los setenta, los *tiricos de los procesos se consideraba que la sociedad estaba desorientada y las movilizacio-
políticos se centraron; siguiendo a Tilly. en las oportunidades y res- nes venían producidas por la necesidad de recomponerla. Esto podría
tricciones poiíticas que estructuran las acciones colectivas. relacionarse con la teoría de Durkhéim, en la que los individuos,
desconectados de sus papeles e identidades tradicionales, se unen a
Examinemos el modo .t qt'r. estas cuatro escuelas de pensamien- los movimientos sociales pára escapar de la anomia de una osociedad
to emergieron del seno de las ciencias sociales y cuál fue su contribu- de masas, (Durkheim, i951; Hoffer, 195L). Otras versiones no pre-
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ción a nuestra comprensión de la acción polltica colectiva y los mo- sentaban ninguna visión de la ruptura, sino que cenrraban su anájisis
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vimientos sociales. en la privación individual (por ejemplo Gurr, 1971). Las versiones il
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vo con una visión funcional de la sociedad en la que las disfunciones li
Teoría de los agrauios y dtl comportamiento colectiuo sociales producían diferentes formas de comportamiento colectivo, ii
Los sociólogos norteamericanos se tomaron un tiempo considerable grupos de interés (Srnelser, 1962;Twner y Killian, l97Z). i*
para desarrollar una teoría de los movimientos sociales conectada AI cont¡ario dé Marx, que tenía una teoría de clase mecanicista rf
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con la polltica, quizrís porque consideraban a estos movimientos para predecir qué colectividades se movilizarían y en qué fases del l;
desde un punto de vista b¿isicamente sociopsicológico. De hecho, capitalismo lo harían,los teóricos del comportamiénto colecdvo no 1f;
dúrante muchos años pensaron que los movi¡qlentos eran:Fruto de la tenlan un sujeto social preferido. Pero, al igual que Marx, aunque
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los situaron fuera de lá-instituciones normales de la por diferentes ra2ones, tendlan a especificar insuficientemente el I
una esüuctura que se dio en llamar ucom- proceso de movilización. Y como asumieron desde el principio que
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pq$amleng_golectgg»5. La teorfa del comportamiento el comportamiento colectivo estaba apartado de las rutinas de la tÉ
postulaba'que los movimientos eran poco más que la parte mejor vida cotidiana, hubo pocos que concreraran su relación con la polí- tÉ
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tica. Esto podría explicar por qué ran pocas variantes de la teoría del !l¡
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' No pretendo resumir aquf esta escuel¿ de pensamiento, sino que remico al lector comportamiento colectivo mantuvieron su popularidad tras el es- iÉ
a la slntesis magistral que realiza Doug McAdam en el capítulo L de The Political Pro-
pectacular ciclo de movimientos sociales en la década de los sesenta, re
ces¡ and the Deuehpment of Black InsurgenE 0999 Í1982)). Para un andisis más ase- 5
quible de las teorías de la «tensión, y la urupturar, véase Buechler, 2004. muy relacionado con la política (véase el capltulo 9).
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r¿ RcclóN com,crrvA Y Los MovIMIENToS SocIALES 59
58 EL PoDER EN MovrMrENTo
teoría marxista del proletariado que crea la revolución y la imagen de pausada e irregular. Irónicamente, durante una década en la que di-
los «auténticos creyentes» en busca de sus ralces en una sociedad cha acción brotaba y florecía por todas partes, él escogió centrarse en
atomizada que ofrecí,gn los teóricos del comportamiento colectivo explicar por qué eia tan poco frecuente (Hirschman, L9B2).Incluso,
eran diflciles de reconciliar con'los decididos jóvenes activistas a falta de una teorla de la participación, pareció limitar los motivos
mayor parte de clase media- de los movimientos a favor de los
-[a para la acción colectiva a los incentivos materiales y personales que
derechos civiles y contra la Guera de Vietnam (Keniston, 1968). pudiera proporcionar (Klanderrnans, 2004). Entonces ¿cuál era la
El estudio de la acción colectiva se vio también afectado por las motivación de las miles de personas que hacían huelgas, protestaban,
tendencias academicistas que estaban convirtiendo a la economla en se rebelaban y se manifestaban en nombre de intereses ajenos a los
la principal ciencia social. Como secuela d. l" *i.t""..t"",t. propios? En último término, aunque denominara a su teoría «acción
oroblema de la acción colectiva llegó a resumirse no en cómo luchat' colectiua», Olson no fue mucho más allá de explicar que se trataba
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lás?ases y gobiernan los Estados, sin@
6 El problerna del tamaño del grupo ha ejercido una gran fascinación enue los
por mezquinos intereses personales. El más influyente investigador estudiosos tanto en la tradición de la elección pública como en la de la teo¡ía de los
juegos. Véanse John Chamberiin, nProvision of Collective Goods as a Function of
de este interrogante fue el economista estadounidense Mancur Groqp Size,; Collectiue Action (1982, cap.3), de Russell Hardin, y The Crhical Mass
Olson. in Cillestiue Action: a Micro-social Theory 0991, cap.l), de Gerald Marwell y Pam
Oliver, que demuesüan teóricamente que el ta-maño del grupo no es Ia variabie crltica
Para Olson y quienes seguían sus ideas (DeNardo, 1985), el pro-
que Olsón creía que era.
blema de la acción colectiva era similar il, del marheting. cómo im- - 7 Asl, según Olson, General Motors tiene suficiente interés en el bien comrim de la
plicar a la mayor proporción posible de un grupo en una actividad producción áutomovilística americana para Ponerse a la cabeza de todos los producto-
ies de coches del pals, incluyendo a aquellos que son demasiado pequeños para adop-
en aras de su bien colectiyo. Sólo de este modo podla el grupo con-
tar medidas por su cuenta. Si un número suficiente de miembros del grupo ngorro-
vencer a sus oponentes de su fuerza. En su libro The Logic of Collec- neá», los ..frr.rro, de ios iíderes no sólo no si¡ven de nada, sino que, de hecho,
tiae Action (1965), Olson postulaba que sólo los miembros impor- fomentarán esta falta de implicación
60 EL PODER. EN MO\4rMrENTO LA ACCróN coLECTrvA y Los MovrMrENTos soclrt_Es 6i
de una suma de individuos en rorno a unos organizadores que les a adoptar lo que se llamó el ugiro culturalr, muchos jóvenes acadé-
aglutinaban. micos encontraron en la cultura un paradigma alternativo a la orga-
¿cómo se podía reconciliar su reoría con el ciclo de movimientos nización que podía servir como relevo aI modelo de la moviri rurión
deladécadade los sesenta? Dos sociólogos, John McCarthyyMayer de recursos flüTilliams, 2004). Seeún esra n@-
Zald, ofrecieron una respuesra que se centraba .n .l *,rm.rrio d. lo, trrrr. t"rrto .r, 1", orgrrrir. cCarüy v Zald,rro ¡i
recursos de los que podían disponer los individuos y los grupos en üéron en cuenta las emociones, v d.i"ffi
las sociedades industriales avanzadas (1973, l9T7).Erto,
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coincidlan con Olson en afirmar que el problema d.Iffiffi- nativo que hacla hincapié en la descentralización del movimienro, la
tiva era real, os lncfemento pardcipación informal y la democracia interna (Fantasia, 19gB; Ro-
. 1'
IOnallzaclon ela financiero el senthal y Schwartz, 1989).
moYlmlentos a ban la o-
62 EL PoDER EN MovrMrENTo
LA ACCIóN coLECTwA y Los MovrMrENTos socrAlEs 63
e Scoft continuó aplicando sus hipótesis a la resistencia campesina en general en su r0 Cuando habiamos de la revolución iraní, incluso un¿ est¡ucturalista compro-
trabqo Weapons of the Weah (1985), antes de abandonar la acción colectiva en pro de medda como Theda Skocpol tuvo que admitir la im¡iortancia de la cultura. Véase su
la formulación de lo que llamó «t¡ansc¡ipciones ocultas, (1990). ensayo uRentier State and Shi'a Islam in the Iranian Revolutionr, en stt obre Spcial
Reuolutions in the Mod¿rnWorld (1994).
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determinados periodos y no en otros, y por qué algunos de ellos ras como Hobsbawn, para quienes el liderazgo dela organiza-
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tienen más capacidad para manejar los símbolos culturales que otros era capial. para el triunfo de los movimientos, y realizaron una
¡7¡ción claruala literatura relacionada con la protesta, resaltancio
mportancia de los actos subyersivos a la hora de ejercer una pre-
efectiva sobre las élkes (1977, cap. 1).
ntos sociales na-
ete inte¡denendiente del au-
y en el funcionamiento del proceso político podrlan ser la respuesra. to de los Estados nacionales consolidados (1984b), rlo
ser estudiados máque en ¿óñAi6ñ con lítica,
variarían en func
El rnodelo d.el proceso político ilpos de Esta perspectiva estaba siendo explorada por
udiosos de la revolución social, cbmo Theda Skocpol (1979), y
Inspirados por el aumento de la importancia de la acción colectiva rápidamente aprovechada por los cornparatiyistas de la ciencia
en el movimiento a favor de los derechos civiles, los académicos es- dca (Kitschelt, 1 986; tríriesi, et d.., 199 5 ; Tarrow, 1 989).
estar basado en el iento social el modelo de
tadounidenses fueron los primeros en aplicar un enfoque mfu políti-
movimientos sociales basado en diferentes ver- era resueltamente es ir, se centraba en llas
co al estudio de lo,g
limitar sus estudios a las oportunidades y olvidar las amenazas. Algu- Lo principal es que e el proceso político no tratab¿
nos las huellas de Eisinger- analizaron el modo en que realmente del proceso de la acción colectiva, porque ia mayoría de sus
-siguiendo t-r
las diferentes estructuras pollticas permiten grados mayores o me- r-
nores de oportunidad a los grupos rebeldes (Amenta et d.., 1992; car los mecanismos que conectaban entre sí a los diferentes elemen-
Kitschelt, 1986); hubo quienes obsewaron la forma en que deterrni-
nados movimientos aprovechah las oporlunidades que ofrecen las macroestructu¡al de un Marx, un Lenin o un Gramsci, el modo en
instituciones (Costain, 1992); otros se fijaron en la forma en que que los diferentes actores de la protesta interactuaban unos con orros
cambian las oportunidades para un rnovimiento particular a lo largo y con otros egentes externos resultaba impllcito en el modelo, pero
del tiempo (Jenkins y Perrow, 1977); y existieron también quienes no se especificaba explícitamente. Hasta la primera década del siglo
estudiaron ciclos completos de Protesta Para comprender cómo el actual no fructificaron los esfuerzos concertados para poner en mar-
desencadenamiento de una ola de movilizaciones afecta a las poste- cha los ptocesos políticos de la acción colectiva a través de los meca-
riores (Koopmans, 2004; McAdam, 199 5 ; Taruow, 1 989a). nismos que los componen (véase el capítulo 9).
A medida que progresaban todos estos trabajos, fueron aparecien- No obstante, el enf-oque centrado en el binomio proceso político/
do a su vez ciertas lagunas y ambiguedadesl3. Por ejemplo, los mo- oportunidades proporcionó una respuesta a la pregunta que arrastra-
delos del proceso polltico casi siempre se ubicaban en las democra- ban anteriores enfoques: ¿por qué la acción polltica colectiua sólo pare-
cias occidentales y s{lo se aplicaron sistemáticamente en otras Partes ce desarrollarse en determinados periodos de la historia? ¿Por qué a ueces
del mundo ? partir de la década de los noYenta (Boudreau, 1996; produce mouirnientos sociales sólidos )t otrds degenera en sectarismo o
Brockett, 1991, 1995; O'Brien y Li, 2006; O'Brien, ed., 2008; represión? ¿Por qué los rnouimientos adoptan distintas formas en dife-
Schneider, 1995). Otra cuestión, si la represión tiene un impacto po- rentes entornos políticos? Con el tiempo resultó que el modelo dei
sitivo o negativo sobre la formación del movimiento, sólo comenzó proceso político no podía pretender-explicar cada uno de los aspec-
a recibir atención en los noventa, gracias a una serie de trabajos sobre tos de la acción colectiva o de los movimientos sociales, por lo que
el comportamiento policial promovidos por Donatella della Porta es mejor considerarlo no una teoría, sino un marco en el que exami-
(1995,1996;Della Porta et al., 1998; Della Porta y Fillieule, 2A0q. nar las dinámicas de la acción colectiva. Pero esto sólo es posible
Ademrís, mientras que algunos estudiosos (McAdam, 1996; Tárrow, mediante una slntesis,pon laq perspectivas procedentes de offas ra-
1996b) trabajaban a partir de una lista limitada de dimensiones de mas de la teoría de tod moyimientos sociales, tal y como propongo a
oportunidad, a medida que surgían más aspectos relativos a los vlncu- continuación.
lo, .ntr.la política y la creación de movimientos, el concePto tendió
a extenderse (véase la crltica de Gamson y Meyer, 1996).
Hacia una síntesis
13 Para una crltica certera, véase «Framing Political Oportunir¡», (1996), de Gam-
son y Meyer. Para un ataque contundente a la teorfa de la oportunidad política, véase El planteamiento principal de este estudio es que la gente pamicipa
nCauehr in a Ilinding Snarlling, Vine: A Critique of Political Process Theoq»,, de Jeff en acciones colectivas como respuesta a un cambio en la pauta de las
Gooiwin y James Jasper, publicado en el volumen editado por los mismos autores, oportunidades y restricciones políticas y, mediante el uso estratégico
Rethinhing Social.Mouements
(2004), li6ro en el que, dicho sea en su honor, invita¡on
a exponer sus opiniones a parddarios de este enfoque, incluyendo al
presente autor. de la acción colectiva, genera nuevas oportunidades, que seriín apro-
68 EL PoDER EN MovIMIENTo ra ecclóN coLECTrvA y Los MovrMrENTos soctrlEs 69
vechadas por otros en ciclos de protesta cadaYezmayores. Cuando binan distintas formas de acción colectiva para estimular el apoyo de
su lucha gira en torno a üvisiones Profundas en el seno de la socie- gente que, en caso contrario;.podría quedarse en casa. El economista
dad, cuando unen a la gente alrededor de símbolos de la herencia Alb.rt Hirschman tenía algo Lsí en mente cuando se quejaba de que
cultural y cuando son capaces de levantar o construir redes sociales y Olson consideraba la acción colectiva exclasiuarnen s un coste, cuan-
estructufas de conexión compactas, en estos casos, en concreto en do para muchos es un beneficio (1982: 82-91). Para la gente cuya
los movimientos sociales, la abción colectiva Produce una interac- vida está hundida en el trabajo agotador y la desesperación, la oÍLrta
ción con sus oponentes. Como cada uno de estos cuatro elementos de una campaña de acción colectiva excirante, arriesgada y poten-
'*t, forma el núcleo de uno de los capítulos de la segunda parte de este cialmente beneficiosa puede ser un aliciente.
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libro, será suficiente con que ahora los Presentemos brevemente. Las formas de acción colectiva son heredadas o infrecuentes, ha-
bituales o poco familiares, aisladas o parte de campañas concertadas.
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Pueden estar vinculadas a temas que o bien están inscritos en la cul-
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sli Repertorio de la accidn coleaiaa tura, o se inventan sobre la marcha ó comúnmente- fusio-
nan elementos conyencionales con nuevos -más marcos de significado.
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La gente no se limita a «actuar colectivamente», sino que vota, hace Según el politólogo Michael Lips§ (1968), la protesta es un recur-
. r::ii.'
.:.:.:::, peticiones, organizaasambleas, huelgas, marchas, ocupa locales, inte- so. Las formas de acción colectiva son en sí mismas un incentivo
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rrumpe el tráfico, enciende hogueras y etecea otros con la intención colectivo para que, en determinadas circunstancias, algunas personas
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.:i11,, de causar dano fisito (Thylor y Van Dyke, 2004). Lo mismo que desaflen a sus adversarios aprovechando los incentivos que sostienen
sucede con los ritos religiosos o las celebraciones cívicas, Ia acción po- sus redes de confianza y solidaridad (Tilly, 2005b).
Iítica colectiva no se origina en las cabezas de sus organizadores, sino Cada grupo tiene una historia una ¡¡srn6¡i¿- propia de la
que se inscribe culruralment€ y se comunica socialmente. Las conven-
-y
acción colectiva. Los trabajadores saben cómo hacer huelga porque
ciones aprendidas de la acción colectiva forman parte de la cultura generaciones de trabajadores la han hecho antes que ellos; los parisi-
pública de una sociedadla. Los movimientos sociales son depositarios nos construyen barricadas porque las barricadas están inscritas en la
del conocimiento de secuencias específicas de la historia de una socie- historia de las revueltas de esta ciudad; los campesinos se apropian
dad, lo que les a1'uda a superar el déficit en recursos y comunicacio- de la tier¡a enarbolando los símbolos que sus padres y abuelos usa-
nes que caracterizaa los desorganizados (Kertzer, 1988: 104-108). ron antes que ellos. Los estudiosos de la política Stuart Hill y Do-
Debido a que los movimientos raravez poseen los incentivos o nald Rothchild lo plantean como sigue:
restricciones selectivas sobre sus seguidores mencionados por Olson,
el liderazgo tiene una función creadva a la hora de seleccionar las Sobre la base de pasados periodos de conflicto con un grupo o grupos
formas de la acción colectiva. Los líderes inventan, adaptan y com- determinados o con el gobierno, los individuos consrruyen un prototi-
po de protesta o motín que describe lo que hay que hacer en circunstan-
ra El concepto aparece por primera vez en el volumer deTrlly From Mobilization cias concretas, además de explicar la lógica de la acción en cuestión
w Reuolution (1978, cap.6), de nuevo en oSpeaking You¡ Mind §Tithout Elections (1992: r92).
Suweys, or Social Movements, (1983) y posteriormente et The Contcntioas Frenclt
(1986, cap. 1). La culminación de sus investigaciones sobre el repertorio es su libro
Contentious Perfornzances, publicado t¡as su mue¡te en 2008. Retomaré estas cuestiones en el capltulo 5.
Ij' ACCIÓN COLECTTVA Y LOS MO\4MIENTOS SOCIALES 71
70 EL PoDER EN MovIMIENTo
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vos solidarios codificados en el seno de las redes, gracias a los que
Redes y estructuras dr mouilización
il surgen y se mantienen los movirnientos.
Las instituciones son enrornos «huésped» particularmente ade-
Aunque quienes deciden Participar o no en una acción colectiva son
cuados para que germinen los ryovimientos. Esto era especialmenre
los individuos, ésta casi siempre es actiYada y mantenida Por sus
cierto en las sociedades de grandes terrarenienres, como la Francia
grupos de contacto directo, sus redes sociales y sus esüucturas de
prerrevolucionaria, en la que los p,¿ilsrn¿nrs provinciales suministra-
ionexión (Diani, 2004;Díaniy McAdam, eds., 2004). Así lo han
ban un espacio institucional donde podían airearse ideas liberales
revelado investigaciones realizadas recientemente, tanto en el labora-
(Egret, 1977). También es cierro hoy en día. En Estados Unidos, el
toriol5 como en el mundo real de las movilizaciones. En la corriente
sociólogo Aldon Morris mostró que los orígenes clel movimiento
de estudio del comportamiento colectivo, se tendía a considerar que
por los derechos civiles estaban vinculados al papel de las iglesias
los principales acrores de la acción colectiva eran individuos aislados
negras (1984). Asimismo, la politóloga Mary Katzenstein averiguó
y disposeldos. Pero a comienzos de la década de 1980 los estudiosos
que las estructuras internas del mundo carólico fueron cómplices
empezaron a descubrir que son los Procesos grupales los que transfor-
involuntarias en la formación de redes de religiosas disidentes (1998;
man el potencial parula acción colectiva en participación en movi-
véanse también Levine, 1990; trrow, 1988). T,os movimientos que
mientos socialesl6. No son las «agrupaciones» en sl mismas las que
pueden apropiarse de tales instituciones para sus propios objetivos
incitan a la movilización, sino las presiones normativas y los incenti
tienen más probabilidades de triunfar que aquellos que crean nuevos
nichos organizativos. Examinaremos el papel de las organizaciones y
15 Los investigadores experimentales estabal asimismo aprendiendo la importan-
las redes en el capítulo 6.
incentiios socialei para la cooperación. En un perspicaz traba.io de investi-
cia de los
gación, §Tilliam Gamson y sus coiaboradofes,mo§traron que resulraba.esencial el
ápoyo de un grupo para poner en ma¡cha la voluntad de los individuos de oPonerse
rotoridád injusta, autoridad que bien podrían tole¡a¡ si tuvieran que enfrentar- Ld construcción de la acci.ón colectiaa
".una
se a ella solos (Gamson et al., 1982)' Del mismo modo, cuando Robyn Dawes y sus
socios desarrollaron una serie de experimentos sobre decisiones colectivas, averigua-
ron que los motivos egoístas y las normas interiorizadas no eran tan fundamentales La coordinación de Ia acción colectiva depende de la confianza y
para producir la acción colectiva como nla satisfacción loca.l de contribuir al propio cooperación que se generan entre los parricipantes merced a los pre-
grnpo d. compaieros» (Dawes et al., 1988: 96). Como defiende¡ s¡ 5u ¿¡¡i6uls «Not
i4e or Thee but Ver, en situaciones de dilemas sociales ola gente comienza inmedia- supuestos e identidades compartidos o, por emplear una categoría
ramente a discutir lo que "deberlamos" hacer y dedican una gran cantidad de tiempo más amplia, delos marcos de acción colectiva que justifican, dignifi-
y energía a convencer al resto de su grupo de que cooperen (¡o se larguen!), incluso en
can y animan la acción colectiva. La ideología, como escribió David
ritrr".i,orr.r en las que la conducta de éstos ¡esulta irrelevante para el resultado de las
propias propuestas, (p. 94). Apter en su ya clásico ensayo ldnlogy and Discontent, dignifica el
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Pór ejemplo, el trabajo del sociólogo Doug McAdam sobre la campaña Free- descontento, identifica un blanco para los agravios y forma un para-
dom Summer (Ve¡ano de Ia Libertad) demostró que, mucho más que su entorno
guas sobre las reivindicaciones concretas de grupos solapados entre
social o sus ideologlas, las redes sociales en las que éstaban inmersos los que solicita-
ban participar desempeñaban un papel clave a la hora de determinar quién participa- sí (1964).
rla en la campaña y quién no (1986, 1988). A1 mismo tiempo, autores euroPeos como Pero el término «ideología» resulta demasiado limitado para des-
Hanspeter Iftiesi (1988) averiguaron que las subculturas del movimiento eran la reser-
,, d. I" que se nutría la accién colectiva. Bto encajaba con las conclusiones que el cribir la mezcla de ideas preconcebidas, emociones e intereses que
sociólogo Alberto Melucci (L989,1996: cap. 4) extrajo sobre el papel de las ¡edes en hace pasar a la gente a la acción. En los últimos años, los estudiosos
la definición de la identidad colectira de los movimientos que estudiaba en ltalia.
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l't considera que las oportunidades y restricciones políticas forman un co que, a su vez, modelan las pautas de interacción entre movimien-
coniunto de mecanismos ante los cuales responden los activistas de ros y parddos políticos. Y, a escala miís general, las oportunidades y
ios movimientos' restricciones son creadas por los reglmenes políticos, como razonaré
en el capltulo B.
. et t ¿. e refiero a dimensiones corno Hansperer Kriesi y sus colaboradores (1995), defenderé
"Ut* "p"tr"r que ranto las estrucuras del Estajb como las divisiones políticas
con
nacionales- del entorno político que fomentan la acción colectiva ofrecen oportunidades relativameíte estables, cuyos ejemplos más
enlre la gente
obvios son las formas de acceso a las instituciones y l" capacidad de
-. Cr""¿" ¿tgo t.ttr represión. sin embargo, son las oportunidades y restricciones cam-
res que desincentivan dicha acción (como la represión, pero también biantes dentro del Estado las que proporcionan los huecos que per-
de presentarse como un bloque sóli- miten a los actores pobres en recursos participar en la acción politica
@ridades
do frente a los rebeldes). colectiva. Que dicha acción llegue a rhadurar hasra converiirr. ..,
movimiento social depende del modo en que las personas actúen
No existe ninguna formula sencilla que nos permita saber cu¿índo colectivamenre, de cómo se organice el consenso alrededor de las
reivindicaciones comunes y de la habilidad de los actores para esra-
surgirá la acción polltica colectiva, debido a las variaciones que pre-
blecer las estructuras de movilizaciino apropiarse de ellas.
senra en las diferentes circunstancias históricas y pollticas y.a que
Para resumir lo que desarrollaremos en capltulos posteriores: la
diversos factores puedán provocar consecuencias opuestas. Como
resultado, el término estructura d¿
acción colectiva se produce cuando se amplían l"s oportunidades
entenderse como un modelo fijo que P
políticas, cuando demuesrra su capacidad para crear alianzas y cuan-
vimtentos , slno como una sefle do evidencia la vulnerabilidad de sus oponenres. La acción colectiva
cristaliza en movimiento social cuando aprovecha las redes sociales y
rnente conducir a una relación mantenida con las las estructuras de conexión para crear marcos de acción colectiva e
dores débiles o dg¡g¡g4nizados contrario que el dinero o el po- para transformar las oportunidades externas en recursos. El reperto-
der-
*--_ pero que de
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nin@n». nr. En el capítulo Bó
ei caprruio rio de acción colectiva, las redes sociales y los marcos culturj.s re-
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defieñffi-que los movimientos sociales se forman cuando los ciuda- ducen los costes de aglutinar voluntades parala acción colectiva,
danos corrientes, a veces animados por líderes, responden a cambios
generan la convicción de que los participantes no se encuenrran so-
los y dotan de mayor significado a sus reivindicaciones. El conjunto
en las oportunidades que reducen los costes de la acción colectiva,
descubren aliados potenciales, muestran en qué son vulnerables las
de estos fa*ores pone en marcha los procesos dinámicos quá h*
élites y las autoridades y ponen en marcha la acción de redes sociales
situado históricamente a los movimientos sociales en el centro del
til e identidades colectivas sobre temas comunes. Las oportunidades
cambio polltico y social.
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i,'l,, po[ticas se crear también aprovechando aspectos del sistema políti-
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el hecho de actuar colectivamente les introduce en redes pollticas
La tercera del libro enlazará con la naruraleza básicamente re- complejas y, por tanto, denrro del ámbito del Estado.
acclon del Los movimientos en concreto las olas de movimientos, que
redecir los resultados son los principales -y
catalizadores del cambio social- no pueden des-
uier episodio de acción ¿oC¿ffi centr:rindonos solamenG ligarse de las luchas nacionales por el póiler. Sin embargo, en la últi-
acciones de un movimiento en un momento dado. Los movi- ma década más o menos, un cierto nírmeio de campañas de protesta
mtentos nes ha trascendido claramente las fronteras nacionales. ¿Qué consecuen-
se con otros cia tendrá esta globalización de la acción colectiva para el futuro del
las fuerzas del orden, todo ello dentro del contexto de! résimen es- sistema internacional? El capítulo 12 utilizará el enfoque desarrolia-
pecurco en el que actuan. do a lo largo del libro para analizar las complejas interacciones enrre
@taremos algunos de los mecanismos y pro- propios y extraños de la polltica mundial.
cesos fundamentales a trayés de los cuales los participantes de accio- El libro concluye planteando cuestiones sobre tres grandes temas
nes colecdvas interactúan con sus adversarios, aliados, terceros e del estudio de la acción colectiva: en primer lugar, cómo se relacio-
instituciones. Pero estas dinámicas interactivas sólo serán visibles nan los movimientos con las instituciones, en particular con las
tras el exarnen de las trayectorias más o menos prolongadas de la instituciones electorales; en segundo lugar, qué pasa con los «movi-
acción colectiva, que versmos en el capltulo 10. En él estudiaremos mientos beligerantes» que amenazan la paz y la estabilidad de la
desde los ciclos de protesras relativamente pacíficos hasta las revolu- gente común, y, -en tercer está convirtiéndose en
ciones propiamente dichas, centrándonos en cómo se movilizan al una nsociedad de
mismo tiempo grupos diferentes de personas y en cómo se extiende yez más borrosa,
la acción colecdva mediante campañas y coaliciones. También se
mencionará un proceso al que no se ha dedicado demasiada aterí- produciendo Estados aún más represivos.
ción: por qué y cuándo se d¿smovtlizan quienes han participado en
acciones colectivas.
El capítulo 11 pasa de la dinámica de los ciclos de acción colecti-
va a los resultados de éstos. En los episodios generalizados de pro-
testa, los dirigentes políticos no responden a las reivindicaciones de
ningún grupo o movimiento concreto, sino a-l nivel general de tur-
bulencias alcanzado y a las demandas de las élites y los grupos de
opinión, que se corresponden sólo parcialmente con las reivindica-
ciones de aquellos a quienes dicen representar. Po¡ esta razón, el
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capítulo tiene el paradójico tírulo de nl.a lucha por la reforma,,, por-
i que los movimientos individuales casi nunca logran satisfacer sus
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mayores ambiciones, Lo principal es que, aunque los movimientos
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