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46 EL PoDER EN MovIMIENTo

nante en los espectaculares cambios producidos en Europa Mericlio-


nal en la década de los setenta, en Latinoamérica en los ochenta y en
Europa Central y del Fste tras la calda del comunismo. Pero en los
noventa también se inició una nueva oleada de movimientos «in- CAPÍTULO"I
quietantes», basados en exigencias étnicas y nacionalistas, en el fana-
I"{ ACCIÓX COTBCTIVA
I
tismo religioso y en brotes de racismo, que han conducido al mundo t

a un nivel de turbulencia y violencia desconocido desde hacía mu- i


Y LOS MOVIMIENTOS SOCTALES Ll

chos años. La comunicación electrónica y el abaratamiento del i


{
transporte internacional han reforzado estas conexiones, creando las
iondiciones para una nueva era de movimientos sociales oglobalesr,
pero también han facilitado al Estado una capacidad sin precedentes
para su represión.
En aquellos lugares donde la protesta y Ia acción colectiva son
fiíciles de organizar y están por lo general legitimadas; donde la poli-
claylas autoridades prefieren discutir sus tácticas con los movimien-
tos sociales a reprimirloS; donde asuntos que antes se peleaban en las En este libro defenderé la acción colectiva
calles se solucionan ahora en los rnedios de comunicación o en los testrlcclones
tribunales: bajo estas circunstancias, ¿los movimientos sociales serán a una variedad de incentivos: materiales e i
absorbidos por la polltica institucional, como ocurrió con las huel- l@lpartidistas y grupales, prolongados y episóücos. Las perso-
gas y manifestaciones en el siglo xx? ¿O será el volumen total de las nas que poseen limitados recursos pueden acruar colectivamente,
acciones colectivas el quc *logaráel rudnario proceso de Ia partici- ,,rrrqrr. sea de forma esporádica, aprovechando estas oportunidades
pación de grupos de interés o de electores en un mar turbulento de mediante repertorios de acción conocidos. Cuando estas acciones se
política ingobernable? El futuro dependerá no de lo violenta o gene- basan en redes sociales compactas y estfucturas de conexión eficaces
ruTizada que pueda llegar a ser la acción colecdva, sino de cómo se y udlizan marcos culturales consensuados orientados a la acción,
relacione ésta con los Estados, el capitalismo y el sistema internacio- podrán mantener su oposición en conflictos con adversarios podero-
nal. Estas tres instituciones están sufriendo profundos cambios, por ios. En esos casos sólo en esos casos- estamos en presencia de
lo que quizá en el siglo que tenemos por delante el mundo experi- -y
un movimiento social; cuando la acción colectiva se extiende Por
mente un nuevo poder en movimiento de gran alcance. una sociedad entera, como a veces ocurre, tenemo§ un ciclo de ac-
ción colectiva; cuando dicho ciclo está organizado alrededor de só-
beranlas opuestas o múltiples, el resultado es una revolución.
Las soluciones al problema de la acción colectiya dependen del
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entendimienro mutuo, de las redes sociales y las estructuras de co-
il nexión y del uso de formas de acción con resonancia cultural. Pero, en
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48 EL PODER EN MOYIMIENTO re eccróN coLECTwA y Los MoyrMrENTos socrAr-Es 49

kii.

;1.
mi opinión, yieoen-de¡erminpdas sobre,tqdo por el fluio ), refluio de.la man a la acción colectiva o, más bien, habrían planteado la pregunta
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lucha política. En este capítulo desarrollaré cada uno de estos factorés, como un problema del desarrollo estructural de la sociedad antes
q,"§ñ ,4izados para describir, analizx y plantear preguntas sobre que como un problema de elección individual. Pero aunque consi-
li acciín política colectiva y los movimientos sociales en el resto del deraron la acción colectiva arraigada en la estructura social, M* y
libro. No obstante, antes de hacedo serla conveniente examinar cómo Engels subestimaron gravemente los recursos necesarios para llevarla
concibieron el problema de la acción colectiva las generaciones ante- adelante, sus dimensiones culturales y la importancia de la política.
riores de estudiosos (asociados a cuatro corrientes clásicas), y su rela- Marx y Engels eran estructuralistas clásicos que no dieron gran impor-
ción con los agravios, los recursos, los marcos culrurales y la lucha tancia a los mecanismos concretos que llevan a los individuos a parti-
política. Comenzaremos con los orígenes de la teoría del movimiento cipar en la acción colectiva. La gente se suma a acciones colectivas,
so.ial en la obra de eruditos marxistas y posmarxistas, antes de pasar a pensaban, cuando la clase social a la que pertenece está en contradic-
ia generación actual del trabajo sociológico sobre la acción colectiva. ción, plenamente desarrollada, con sus antagonistas. En el caso clcl
proletariado, esto significaba que el'capitalismo la habla agrupado
en enormes fiíbricas donde había perdido la propiedad de los medic,s
Marx, Lmin, Grarnsci I Tilly
de producción, pero había desarrollado a cambio los recursos para
actuaÍ colectivamente.
Muchos sociólogos sitúan los orígenes del análisis de los movimien- Entre estos recursos se encontraban la conciencia de clase y los
tos sociales en las reacgiones negativas producidas ante los horrores sindicatos. Era el ritmo de la producción socializada en la fábrica lo
de la Revolución Francesa y las atrocidades cometidas por la multi- que convertiría al proletariado en una clase per se, y los sindicatos,
tudl. Aunque escrirores cómo Th¡de (1989) y Le Bon (1977) panen los que darían forma a ésta. Aunque existen formulacic¡nes mucho
de un punto de vista polémico para los teóricos que rechazan sus más elegantes de esta tesis (y menos claras), Marx lo describía sucin-
ideas, lo cierto es que su trabajo fue fruto de la psicología de rnasas. tamente en El Manifiesto Comunista:
En este libro, los conflictos entre las autoridades y quienes les desa-
flan serán considerados parte normal de la sociedad y no una abe-
El avance de la industria, cuyo promotor inyoluntario es la burguesía,
rtadón. Por esta razón comenzaremos con los teóricos preeminentes sustituye el aislamiento de los trabajadores, nacido de la competencia,
que consideraron al conflicto integrado en la esuuctura de la socie- por su unión revolucionaria, debida a la asociación [...] El verdarlero
áad: Karl Marx Y Friedrich Engels. fruto de su batalia radica no en su resultado inmediato, sino en la unión
cadavez mayor de los trabajadores (Tircket 1978: 481,483).

Marx y k lucba de clases


Marx liquidaba sumariamente un problema que ha venido preo-
cupando a los activistas del movimiento desde entonces: por qué
A los primeros teóricos de los movimientos sociales, Manc y Engels,
los miembros de un grupo que «deberla, rebelarse cuando la historia
jamás se les habría ocu¡rido preguntarse por qué los individuos se su-
les proporciona las ncondiciones objetivas, para hacerlo a menudo
I no lo hacen. Le preocupaba la idea de que el rnovimientc, de los tra-
Sob¡e los teódcos para quienes la violencia civil es la antftesis de los procesos
sociales normales,véxe Theories of CiuilViolmce, de James Rule
(1988, cap. 3). bajadores no podría tener éxito a menos que una parte significativa
50 EL PoDER EN MovIMIENTo
LA ACCróN cotECTrvA y Los MovrlvrrENTos socrAlEs 5l

de sus miembros cooperara en una acción colectiva, por lo que desa-


su lugar la creación de uná élite de revolucionarios profesionales
rrolló la teoría de Ia ofalsa, conciencia para explicar que si un traba- (L929: 52-63). Esta «vanguardia, actuaría como autodesignado
jador no acmaba en los términos que la nHistoria, dictaba, se debla
guardián de los nverdaderos, intereses de los trabajadores, ocupando
a que permanecla envuelto en un velo de ignorancia tejido por sus
el lugar del proletariado de Marx. Cuando consiguió alcanzrr el po-
.r.-igo, de clase. La teoría resultaba insatisfactoria porque nadie
der a trayés del partido bolchwique ruso, dicha vanguardia invirtió
habrla podido decir quién tenla una conciencia falsa o verdadera.
la ecuación, poniendo los intereses del partido por encima de los de
Marx pensaba que el problema se resolvería cuando las contradiccio-
la clase obrera (y en último rérmino, en el estalinismo, sustituyendo
nes d.l capitalismo y la solidaridad que habrla de surgir después de
los intereses del partido por los del líder). Pero en 1902 esta involu-
años de vabaprjunto a otros obreros abrieran los ojos de los traba-
ción pertenecía a un futuro remoto; para Lenin, la solución al pro-
jadores a sus intereses reales. No obstante, murió antes de poder
blema de la acción colectiva de la clase proletaria era la organización.
comprobar su tesis.
A posteriori, podemos apreciar que las enmiendas organizativas a
Hoy s*b.*os que el capitalismo, al ir desarrollándose, produjo
la teoría de las clases de Marx inrroducidas por Lenin fueron una
divisiones enüe los trabajadores y mecanismos institucionales que
respuesta a las condiciones históricas de la Rusia zarista. Al superpo-
los integraron'en la democracia capitalista. A través del nacionalismo
ner una vanguardia intelectual a una clase obrera reladyamente pri-
y el prot...ionismo, los trabajadores incluso se aliaban a menudo
mitiva, adaptaba la teoría al contexro polftico de un Estado represivo
con los capitalistas, lo que sugiere que hace falta algo más que la lu-
y de la sociedad atrasada a la que gobernaba, que, para é1, retardaban
cha de clases para gétrerar una acción colectiva en su beneficio. Era
la conciencia de clase'e inhibían la acción colectiva2. Nadie puede
necesario .ra", ,rrr" forma de conciencia capaz detrascender el inte-
saber cómo habrla actuado una clase trabajadora umadura, dentró
rés económico de los trabajadores y transformado en una acción
de un sistemá político liberal si hubiera alci¡zadoel poder de forma
colectiva revolucionaria. ¿Pero quién crearía esta conciencia? Des-
independiente, porque, una vez que el leninismo .. hiro fuerte en
provisto de un conCepto claro del liderazgo y de la cultura de Ia clase
Rusia, todo el sistema internacional sufrió una transformación.
obrera, Marx dejó sin especificar las condiciones pollticas que sumi-
Cuando la teoría de Ia vanguardia se aplicó inüscrirninadamente
nistrarlan las oportunidades para la movilización revolucionaria
al movimiento comunista mundial sin apenas tener en cuenta las
(r963b: r75).
oportunidades y las restricciones sociales y políticas, el resultado fue
un debilitamiento de la socialdemocracia occidental ¡ en Italia y
Europa Central, de la democracia tout czurt. Ngunos de los proble-
Lenin I la mouilización de los recursos
mas planteados por Ia teorla de Lenin fueron abordados por uno de
sus sucesores, Antonio Gramsci, que pagó con su propia vida la
El primero de estos problemas, el del liderazgo, era la mayor preocu-
adopción literal de la teoría de Lenin por parre de los partidos comu-
pación de Yladimir Ilich Lenin, el principai. intérprete de Marx y
nistas occidentales.
padre de la Revolución Rusa de noviembre de L917. Tias aprender
a través de la experiencia europea que, por sl mismos, los trabaja- 2 Lenin criticó la teoría, por aquel entonces popular en algunos
círculos socialistas,
dores sólo actúan en nombre de sus nintereses sindicales,, se negó de que la dirección revoluciona¡ia debe recaer nicbsariameite sbbre los homb¡os de
una fuerza intelectual ext¡emadamente'reducida. uSi lo es, es porque [en Rusia] esta-
a esperar a que las condiciones objetivas macluraran y ProPuso en
mos aüasados., Wbat Is Tb Be Done? (1929, pp. 123-124).
LA ACCIÓN COLECTIVA Y LOS MOVIMIENTOS SOCIAI.E,S 53
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52 EL PODER EN MOVIMIENTO
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Mundial- planteaba un nuerro dilema. Si el partido, como
Gramsci ! la hegemanía cahural
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ual colectivo, abordaba un diálogo a largo plazo entre la clase
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Cuando fracasó la extensión de la Revolución Rusa de 19L7 a Occi- jadoray la sociedad burguesa, ¿qué podía impedir que eI poder
que Gramsci llamaba el osen¡ido común de la
dente, manristas comoAntonio Gramsci comprendieron que, al menos ral de ésta
-lo
en las sociedades occidentales, las organizaciones de vanguardia no eran capitalistar- dominara al partido, y no i la inversa?a A
suficientes para llevar adelante urta revolución y que era necesario desa- ,de una teoría de movilización política, la alternaiiva de Grams-
rrollar la conciencia de los propios trabajadores, fazón por la cual con- mostraba vaga sobre la influencia de la política. Gramsci soste-
sideraba el movimiento de los trabajadores un «intelectual colectivor, la batalla debía librarse en las trincheras y fortificaciones de
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una de cuyas pfincipales tareas era la creación de una cultura de clase. ioii.dr¿ capitalista (1971:229-239), pero no proporcionó indi-
Fxta dewiación del leninismo era sutil pero importante. Gramsci acep- ión alguna sobre cómo debía combatirse esa batalla, ni discrirni-
taba el postulado de Lenin de que el partido revoluciona¡io tenla que enffe países con oportunidades y restricciones importantes o dé-
ser unavanguardia (del mismo modo que pensaba que kalia corrtpartía . No obstante, proporcionó ün nexo entre el materialismo
buenaparte de las condiciones sociales de Rusia). Pero, tras ser arrojado ista y el giro constructivista que adoptaría el estudio de los mo-
a las cárceles de Mussolini, añadió dos teoremas a la solución de Lenin. iientos .sociales de los ochenta y los noventa.
En primer lugar, que una tarea fundamental del panido era crear un
bloáue lustórico de fuerzas en torno a la clase obrera (Gramsci, 1971:
i63i y, en segundo lugar, que esto sólo podla ocurrir si en el seno de El modelo político de Tilly
dicha clase se desarrollaba un cuad¡o de nintelectuales orgánicos» para
complernentar a los intelecnrales «tradicionales, del partido (pp.6-23). i maduró durante la Primera Guema Mundial y la agitación de

Ambas innovaciones estaban basadas en una gran fe en el poder de Revolución Rusa. Sería necesario que llegara la generación que al-
la cultu¡a3. La alternativa de Gramsci a la hegemonía cultural burguesa su mayorla de edad tras la Segunda Guerra Mundial para sllpe-

produciría el consenso entre los uabajadores, creaÁala capacidad para ü el tópico marxista que suponía que la política era apenas una parre
.mpr.rrd.r iniciativas autónomas y tenderla puentes entre ellos y hacia la nsuperestructura» y que carecía de autonomía propia. La obra de

otras forrnaciones sociales. El proceso sería largo ylento, aI requerir que §harles Tilly es un buen ejemplo de este relevo. Bajo el influjo de su
el partido luchara denuo de las «trincheras y fortificaciones» de la socie- profesor Barrington Moore Jr. (I965),Til1y recibió la influencia
d*d burgu.s", hiciera prosélitos enue los gruPos no proletarios y desa- i:de mamistas británicos como E. P. Thompson y Eric Hobsbawm y de

rrollara una polltica resPecto a instituciones culturaies como la Iglesia. historiadores sociales franceses corno Fernand Braudel. El primer libro
S Tilly, The Wndre
La solución de Gramsci se vio en el giro reformista que (1964), partla de la premisa marxista de que cier-
-como
italianos al adoptar sus ideas tras la Segunda variables estructurales como la urbanización influ¡,s¡ en ia acción
dieron los comunistas
i.colectiva, pero su atención enseguida se centró en la importancia de la
3 En l924Gramsci escribió: oEl erior del partido ha sido haber dado prioridad de
un modo abstracto al problema de la organización, lo que en la práctica ha supuesto , a_
Esto suponla un peligro especialmente en la periferia del partido de la clase tra-
simplemente la creación de un aparato de funcionarios cuya ortodoxia respecto a la ,,ibajadora, entre la clase media y el campesinado. Véanse Stephen Flellman, «The PCIt
digna de toda confianzar. Véase Antonio Gramsci, Selections frorn the , Alliance strategy and the Case of the Middle class, (1975), y sidneyTa,ow, peasant
ilná oficial es
IXI), en donde se t¡aduce este pasaje. Communism in Southem ba\ 0967).
PrisonNoubooks (1971:
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IA ACCIÓN COI.ECTIVA Y LOS MOVIMIENTOS SOCIALES 55


54 EL PoDER EN MovIMIENTo

Resumen
estrucrura del Estado y de los imperativos estratégicos de éste (Ti}ly,
1986, 1990). Entre los principales imperativos potestad del Estado Lenin, Gramsci yTilly-
Cada uno de estos teóricos hizo
estaban los procesos de declaración de guerra, de creación del Esta- -Maff,
hincapié en un elemento diferente de.la acción
do y de extracción, que provocaban uduras negociaciones, enüe los llectiva:
gobernantes y la gente común. Anteriormente, Tilly habla propuesto . Marx se centró en las divisiones internas de l" .o.i.dad capita-
un omodelo polltico, estático dé relaciones entre gobernantes, miem- lista que generaban capacidad de movilización, sin llegar a especifi-
bros internos y externos (1978) que se reproduce en la figura 1 .1. F'ste car los mecanismos por los cuales algunos trabajadores se rebelaban
modelo guraúasu trabajo durante las siguientes dos décadas, Para ser en determinados contextos.
susriilido posteriormente por el nrealismo relacional, que presentafe- . Lenin creó la organizaciónnecesaria para estructurar este poten-
mos más adelante en este libro. cial de movilización en torno a una élite de revolucionarios, para asl
evitar su dispersión en reivindicaciones sindicales cortas de miras.
. Gramsci concentró sus esfuerzos en la necesidad de construir un
Contrinca¡te
consenso alrededor de los objetivos del partido, pero no llegó a espe-
cificar en qué condiciones políticas se podía esperar que unos tra-
bajadores explotados y con escasos recursos fueran a movilizarse en
Á--V.-
beneficio de sus intereses.
YrffiB*'fff
I t-IJ
I
. Los primeros trabajosde Tilly analizaron estas condiciones po-
v--l/
líticas, aunque de un modo más bien estático.

Umites de la
ffi A partir de la década de los setenta, las ciencias sociales contem-
poriíneas
-especialmente
los sociólogos y politólogos, con la contri-
iurisdicción
- bución de los economistas- empezaron a proponer soluciones a
'gubunamental
estos problemas.

¡.----- - -- -- - --------
Co¿licioncs
|
Sociólogos, moaimientos sociales y acción colectiua

A pesar de que rararnente queda expllcito, estos cuarro elementos de


FUENTE; Doug McAdem et al., Dyaznics of Contention, p. 11. Copyright @ Cambridge
la teorla clásica de los movimientos sociales dieron origen a cuatro
University Press. Reproducido con su autorización.
corrientes dentro del estudio reciente de la acción colectiva y los
Figura I .1. Modelo sencillo de organización política de Tilly. movimientos sociales.

. Sin llegar a compaftir la fijación dé Marx por el concepto de


clase, los teóricos del comportamiento colectiuo de la década de los cin-
56 EL PoDER EN MovIMIENTo r¡. ¡.ccróN colEcrryA y Los MovrMrENTos socralEs 57
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Fl cuentayprincipios de los sesenta centraron su trabajo en los agravios organizaday consciente de una pléyade de fenómenos «emergenres»
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;i que desencadenaban las movilizaciones, provocados por las tensio- ' que abarcaban desde los rumores y las modas pasajeras hasta el entu-
nes estructurales subyacentes. siasmo colectivo, los disturbios, los movimientos y las revoluciones.
. Aunque no compartieran el concepto leninista de vanguardia, ár Mientras que los politólogos esrudiaban los gupos de interés como
teórhos de la mouilización de recursos de finales de los sesenta y princi- expresiones nnormales, del proceso político, los tepricos del com-
pios de los setenta se concentraron en la organización y el liderazgo. portamiento colectivo contemplaban los movimientos como excep-
. Al igual que Gramsci,los teóricos d¿ los marcos y de la identid.ad. ciones de los procesos políticos convencionales, casi como muestras
colectiua de los ochenta y comienzos de los noyenta investigaron los de una psicología anormal.
del consenso en el movimiento. En algunas versiones de la teoría (por ejemplo Kornhauser, l95g),
'orígenes
r I partir de la década de los setenta, los *tiricos de los procesos se consideraba que la sociedad estaba desorientada y las movilizacio-
políticos se centraron; siguiendo a Tilly. en las oportunidades y res- nes venían producidas por la necesidad de recomponerla. Esto podría
tricciones poiíticas que estructuran las acciones colectivas. relacionarse con la teoría de Durkhéim, en la que los individuos,
desconectados de sus papeles e identidades tradicionales, se unen a
Examinemos el modo .t qt'r. estas cuatro escuelas de pensamien- los movimientos sociales pára escapar de la anomia de una osociedad
to emergieron del seno de las ciencias sociales y cuál fue su contribu- de masas, (Durkheim, i951; Hoffer, 195L). Otras versiones no pre-
rl

ción a nuestra comprensión de la acción polltica colectiva y los mo- sentaban ninguna visión de la ruptura, sino que cenrraban su anájisis
b ti
vimientos sociales. en la privación individual (por ejemplo Gurr, 1971). Las versiones il

más sofisticadas de la teoría relacionaban el comportamiento c<¡lecti- ú

I
vo con una visión funcional de la sociedad en la que las disfunciones li
Teoría de los agrauios y dtl comportamiento colectiuo sociales producían diferentes formas de comportamiento colectivo, ii

algunas de las cuales se transformaban en moyimientos políticos y r;


tt

Los sociólogos norteamericanos se tomaron un tiempo considerable grupos de interés (Srnelser, 1962;Twner y Killian, l97Z). i*

para desarrollar una teoría de los movimientos sociales conectada AI cont¡ario dé Marx, que tenía una teoría de clase mecanicista rf
li
con la polltica, quizrís porque consideraban a estos movimientos para predecir qué colectividades se movilizarían y en qué fases del l;

desde un punto de vista b¿isicamente sociopsicológico. De hecho, capitalismo lo harían,los teóricos del comportamiénto colecdvo no 1f;

dúrante muchos años pensaron que los movi¡qlentos eran:Fruto de la tenlan un sujeto social preferido. Pero, al igual que Marx, aunque
ffi
los situaron fuera de lá-instituciones normales de la por diferentes ra2ones, tendlan a especificar insuficientemente el I
una esüuctura que se dio en llamar ucom- proceso de movilización. Y como asumieron desde el principio que
H
pq$amleng_golectgg»5. La teorfa del comportamiento el comportamiento colectivo estaba apartado de las rutinas de la tÉ

postulaba'que los movimientos eran poco más que la parte mejor vida cotidiana, hubo pocos que concreraran su relación con la polí- tÉ

if
tica. Esto podría explicar por qué ran pocas variantes de la teoría del !l¡
iii
?
' No pretendo resumir aquf esta escuel¿ de pensamiento, sino que remico al lector comportamiento colectivo mantuvieron su popularidad tras el es- iÉ
a la slntesis magistral que realiza Doug McAdam en el capítulo L de The Political Pro-
pectacular ciclo de movimientos sociales en la década de los sesenta, re
ces¡ and the Deuehpment of Black InsurgenE 0999 Í1982)). Para un andisis más ase- 5
quible de las teorías de la «tensión, y la urupturar, véase Buechler, 2004. muy relacionado con la política (véase el capltulo 9).
ffi
lrs

It

r¿ RcclóN com,crrvA Y Los MovIMIENToS SocIALES 59
58 EL PoDER EN MovrMrENTo

rantes de un gruPo grande tienen el suficiente interés en el bien


colectivo de éste como Para hacerse cargo de su liderazgo. No es
La década de los sesenta revializó los movimientos sociales tanto en exactamente la ovanguardia, de Lenin, Pero se le parece bastante. La
Europa como en Estados Unidos. Los cambios de enfoque de los única excepción a esta norma se da en grupo\muy pequeños en los
estudios académicos suelen tener relación con las condiciones histó- que el bien individual y el colectivo están íntimamente asociados
ricas en los que surgen. El modelo marxista de lucha de clases estaba Go. 43-46)6. Cuanto más grande sea el grupo, tantos más «gorro-
profundamente marcado por el advenimiento de la empresa capita- ,',.s, oreferiráilaorovecharse de los esfuerzos de los individuos cuvo
lista en Inglaterra; el interes de la tradición del comportami€nto co- iñf" el bien común está lo suficientemente arraigado como
superar este p
lectivo por la alienación y la anomia estaba influido por los horrores
rantes a ncclones a sus
del estalinismo y del fascismo; en la década de los sesenta, una nueva
generación de académicos, muchos de ellos asociados a los movi- cerles «incentivos

mientos contra la guerra o en pro de los derechos civiles, proporcio- -- mgece


p4rón
nó a los movimientos sociales una imagen nueva y más positiva. La 1a acogida del estudio de la acción política colectiva de Olson fue

teoría marxista del proletariado que crea la revolución y la imagen de pausada e irregular. Irónicamente, durante una década en la que di-
los «auténticos creyentes» en busca de sus ralces en una sociedad cha acción brotaba y florecía por todas partes, él escogió centrarse en
atomizada que ofrecí,gn los teóricos del comportamiento colectivo explicar por qué eia tan poco frecuente (Hirschman, L9B2).Incluso,
eran diflciles de reconciliar con'los decididos jóvenes activistas a falta de una teorla de la participación, pareció limitar los motivos
mayor parte de clase media- de los movimientos a favor de los
-[a para la acción colectiva a los incentivos materiales y personales que
derechos civiles y contra la Guera de Vietnam (Keniston, 1968). pudiera proporcionar (Klanderrnans, 2004). Entonces ¿cuál era la
El estudio de la acción colectiva se vio también afectado por las motivación de las miles de personas que hacían huelgas, protestaban,
tendencias academicistas que estaban convirtiendo a la economla en se rebelaban y se manifestaban en nombre de intereses ajenos a los

la principal ciencia social. Como secuela d. l" *i.t""..t"",t. propios? En último término, aunque denominara a su teoría «acción
oroblema de la acción colectiva llegó a resumirse no en cómo luchat' colectiua», Olson no fue mucho más allá de explicar que se trataba
:ff
lás?ases y gobiernan los Estados, sin@
6 El problerna del tamaño del grupo ha ejercido una gran fascinación enue los

por mezquinos intereses personales. El más influyente investigador estudiosos tanto en la tradición de la elección pública como en la de la teo¡ía de los
juegos. Véanse John Chamberiin, nProvision of Collective Goods as a Function of
de este interrogante fue el economista estadounidense Mancur Groqp Size,; Collectiue Action (1982, cap.3), de Russell Hardin, y The Crhical Mass
Olson. in Cillestiue Action: a Micro-social Theory 0991, cap.l), de Gerald Marwell y Pam
Oliver, que demuesüan teóricamente que el ta-maño del grupo no es Ia variabie crltica
Para Olson y quienes seguían sus ideas (DeNardo, 1985), el pro-
que Olsón creía que era.
blema de la acción colectiva era similar il, del marheting. cómo im- - 7 Asl, según Olson, General Motors tiene suficiente interés en el bien comrim de la
plicar a la mayor proporción posible de un grupo en una actividad producción áutomovilística americana para Ponerse a la cabeza de todos los producto-
ies de coches del pals, incluyendo a aquellos que son demasiado pequeños para adop-
en aras de su bien colectiyo. Sólo de este modo podla el grupo con-
tar medidas por su cuenta. Si un número suficiente de miembros del grupo ngorro-
vencer a sus oponentes de su fuerza. En su libro The Logic of Collec- neá», los ..frr.rro, de ios iíderes no sólo no si¡ven de nada, sino que, de hecho,
tiae Action (1965), Olson postulaba que sólo los miembros impor- fomentarán esta falta de implicación
60 EL PODER. EN MO\4rMrENTO LA ACCróN coLECTrvA y Los MovrMrENTos soclrt_Es 6i

de una suma de individuos en rorno a unos organizadores que les a adoptar lo que se llamó el ugiro culturalr, muchos jóvenes acadé-
aglutinaban. micos encontraron en la cultura un paradigma alternativo a la orga-
¿cómo se podía reconciliar su reoría con el ciclo de movimientos nización que podía servir como relevo aI modelo de la moviri rurión
deladécadade los sesenta? Dos sociólogos, John McCarthyyMayer de recursos flüTilliams, 2004). Seeún esra n@-
Zald, ofrecieron una respuesra que se centraba .n .l *,rm.rrio d. lo, trrrr. t"rrto .r, 1", orgrrrir. cCarüy v Zald,rro ¡i
recursos de los que podían disponer los individuos y los grupos en üéron en cuenta las emociones, v d.i"ffi
las sociedades industriales avanzadas (1973, l9T7).Erto,
"uto..,
coincidlan con Olson en afirmar que el problema d.Iffiffi- nativo que hacla hincapié en la descentralización del movimienro, la
tiva era real, os lncfemento pardcipación informal y la democracia interna (Fantasia, 19gB; Ro-
. 1'
IOnallzaclon ela financiero el senthal y Schwartz, 1989).
moYlmlentos a ban la o-

\ Lo, ,ubrrn, dz k accitin colectiua


trabajos en el oporqué, de la acción colectiva, la teoría de McCarthy
y Z^t¿ ¿" ¿. t Así como el énfasis en los agravios del paradigma del comportamien-
tt",lirr.ió"
que djsponlan los actores +cdvos, en el «cómo, (Melucci, 1988). to colectivo recordába a Marx, y la movilización de ,..rrrro, centra-
EG énfasis puesto et lor@decepción para los da en el liderazgo era una secuela de la teoría de la organización de
críticos que buscaban explicaciones estructu¡ales a los orlgenes de los Lenin, los aspectos culturales de los movimientos sociales más re-
movimientos, Pero apoftó una refrescanre concreción al estudio de cientes guardan reminiscencias de Gramsci. Del mismo modo que el
éstos. Segírn McCarthy y ZaJd, existe una explicaciórr para la para- teórico italiano añadió una dimensión cultural al concepto leninista
doja de Olson del «gorrónr, y ésta recae en la organización. A co- de hegemonía de clase, muchos escritores recientes han intentaclo
mienzos de los ochenta, su teoría de la movilizaciín de los recursos trasladar el foco de la investi os moYlmlentos soc
se habla convertido en el paradigma de fondo dominanre de los so- factores
ciólogos que estudiaban los movimientos sociales.
Pero el énfasis puesto por McCarthy y Zald en su nsolución, ba-
sada en las organizaciones profesionales del movimiento parecía ie- rnarxisra, E. P Thompson, del concepro de clase (1966).
no pretendla tirar por la borda este concepro, sino
_Thompson
.á1. .*á." y o. 0., sólo sustituir el productivismo marxista de sus anrecesores por un
formal cuando surgieron (Evans y Boyte, 1992; McAdam, 19D enfoque de la clase como ailtocÍeación. Esto.le llevó lejos del ierreno
tlrgr¡-ada en l, q,r. *rr.ho, estudiosos empezaban de las f,íbricas, hacia factores como las costumbres, ia apropiación
del grano y las mentalidades del consumidor (1971). 'iho*p.on
8 No resulta sorprendente que la tesis doctoral de Zald y su primer libro (1970)
inventó un concepto enriquecido culturalmente, el de ula econámía
trata¡an de la formación, la uansformación y la polftica del iMCÁ. para una explica-
moralr, para indicar que cuando la gente se'rebela, no lo hace como
dón actualizeda de la movilización de los recursos, véase Edwards y McCanhy, i004. respuesta mecánica ante los agravios, sino sólo cuando dichos agra-
ffi49"ñ1I"-.-

62 EL PoDER EN MovrMrENTo
LA ACCIóN coLECTwA y Los MovrMrENTos socrAlEs 63

vios se ven potenciados por un sentido de la injusticia. Esto relacio-


¡. y sus colaboradores comenzaron a trabajar en los umarcos, de la
na la obra de Thompson con el ugiro cultural, de la historia social
acción colectiva (Snow et al., 1986; Snow, 2004).
más reciente (véase, por ejemplo, Steinberg, tg99) y con el ngiro
IJna tercera influencia fue propiciada por el giro constructivista
constructivista,, de la ciencia política norteamericana (Finnemore y
que dio la teoría social franpesa a los estudios de historia. En este
Sikkink, 1998).
caso, la figura central fue Michel Foucault, a quien le interesaba la
Thompson había utilizado las apropiaciones de cereal que se
resistencia de la sociedad ante la estructura general del poder. Según
produjeron en el siglo xyIII para ilustrar uria teoría básicamente
el resumen de Kate Nash, Foucault sugirió que «comenzarnos a es-
marxista, pero la idea de una economía mdral de la protesta tenía
,.:|: tudiar el poder al estudiar la resistencia», en referencia a las luchas
!:,:: mucha más relación con el cambio cultural que estaba infiltrándose
;¡i!. antiautoritarias de los movimientos sociales. En concreto, Foucault
en esos momentos en el estudio de los movimientos sociales proce-
cree que los movimientos sociales se involuctan en luchas contra la
dente de la antropología,la psicologla social y la historia cultural.
imposición de identidad. nl-a construcción de la subjetividad por
§u énfasis en el significado fue adoptado por un politólogo dotado
parte de quienes nós dicen la "verdad" de quienes somos [...] supone
paralaantropologla, James Scott (1976), que incorporó el concep-
al mismo tiempo la sumisión al poder que ejercenr, (Nash, 2000:3;
to de economía moral de Thompson al estudio de la reacción de los
Foucault, 2000). Los estudios del sociólogo histórico Marc Stein-.
campesinos de subsistencia del sudeste asiático ante las tensiones
berg sobre la transformación de la ideología y la acción de la clase
producidas por la comercializacióne. El trabajo de Scott trascendió
trabajadora en el siglo xvIII (1999) están influidos por el pensamien-
el estudio de los moümientos sociales para adentrarse en las expe-
to de Foucault.
riencias de los estudiosos y activistas del Sur global (Scott y
En las décadas de los ochenta y los noyenta se produjeron trabajos
Kerkvliet, eds., I 986).
que tenlan en cuenta el componente cultural en un área que solía ser
Otra influencia vino del campo de la psicología social: primero ei
decididamente estructuralista, el estudio comparado de las revolucio-
concepto de marco de Erving Goffrnan (L974),y luego la noción de
nes. Primero fue John Foran, en Fragile Resistance: Social Ti"ansfornm-
omovilización del consenior, de Bert Klanderman (1988, 1997),yla
lranfrorn 1500 to the Reuolution (L993),luego Mark Selbin
tions in
de upaquetes ideólógicos, de \Tilliam Gamson (1988). Los estuiio-
en Modern Latin American Reuohttions (1993) y finalmente Jeff
só§'de los movimientos sociales de asumir oue los asravios
Goodwin, en No Other Way Out (2001). Estos autores intentaron
eran las causas de la acción
trascender el discurso estructuralista que habla dominado el estudio
loffiñrentos absorben asravi
de la revolución después de Marx mediante audaces iniciativas para
-p*quetes, cargados d
colocar a los agentes sociales en el punto central de sus estudiosl0.
capaces de convencer a los participantes de gue su causa es justa e
Hasta cierto punto, todos los movimientos construyen significa-
gqgoftan§. Mientras que el trabajo de Goffrnan se centraba en los
dos (Eyerman y Jamison, l99f). No.obstante, los escépticos se pre-
marcos en los que los individuos ubican sus acciones, David Snow
guntan por qué, en ese caso, las oleadas de movimientos surgen en

e Scoft continuó aplicando sus hipótesis a la resistencia campesina en general en su r0 Cuando habiamos de la revolución iraní, incluso un¿ est¡ucturalista compro-
trabqo Weapons of the Weah (1985), antes de abandonar la acción colectiva en pro de medda como Theda Skocpol tuvo que admitir la im¡iortancia de la cultura. Véase su
la formulación de lo que llamó «t¡ansc¡ipciones ocultas, (1990). ensayo uRentier State and Shi'a Islam in the Iranian Revolutionr, en stt obre Spcial
Reuolutions in the Mod¿rnWorld (1994).
i :rt

64 EL PoDER EN MovIMIENTo IE ECC¡ÓN COI.ECTIVA Y LOS MO\'IMIENTOS SOCIALES 65

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;,.
determinados periodos y no en otros, y por qué algunos de ellos ras como Hobsbawn, para quienes el liderazgo dela organiza-
:.J
tienen más capacidad para manejar los símbolos culturales que otros era capial. para el triunfo de los movimientos, y realizaron una
¡7¡ción claruala literatura relacionada con la protesta, resaltancio
mportancia de los actos subyersivos a la hora de ejercer una pre-
efectiva sobre las élkes (1977, cap. 1).
ntos sociales na-
ete inte¡denendiente del au-
y en el funcionamiento del proceso político podrlan ser la respuesra. to de los Estados nacionales consolidados (1984b), rlo
ser estudiados máque en ¿óñAi6ñ con lítica,
variarían en func
El rnodelo d.el proceso político ilpos de Esta perspectiva estaba siendo explorada por
udiosos de la revolución social, cbmo Theda Skocpol (1979), y
Inspirados por el aumento de la importancia de la acción colectiva rápidamente aprovechada por los cornparatiyistas de la ciencia
en el movimiento a favor de los derechos civiles, los académicos es- dca (Kitschelt, 1 986; tríriesi, et d.., 199 5 ; Tarrow, 1 989).
estar basado en el iento social el modelo de
tadounidenses fueron los primeros en aplicar un enfoque mfu políti-
movimientos sociales basado en diferentes ver- era resueltamente es ir, se centraba en llas
co al estudio de lo,g

siones del concepto que se dio en llamar «estructura de oportunidad ), al


hasta la década de ta. Los modelos amerlcanlsras
pollticarll. Tilly puso la primera piedra de esta tradición en su üaba-
más sensibles a los roceso político. Los politólo-
jo clásico del97B From Mobilizatíon to Reuolutionrz. En dicho libro,
Michael Lips\y (1 inger (1973) se centra;on en
Tilly elaboró una serie de condiciones que posibilitaban \a movlliza-
polltica urbana nidense: el imero relacionando los mo-
ción, entre las que se encontraban principalmente la oportunidad/
ientos urbanos de de los actos de protesta
restricción de quienes planteaban el desafio y Ia facilitación/repre-
recurso polltico, estos actos con diferen-
sión de las autoridades (1978, caps. 3, 4, 6). Sirnilar importancia
tes medidas de oportun modo similar, Piven y
rurro en Estados Unidos el innovador trabajo de Richard Cloward y
ard examinaron las entre las pollticas de
Frances Fox Piven, Regulating the Poor (197L) y Poor People?s Moue-
bienestar y las protestas sociales (1993).Sin embargo, fue un soció-
ments (1977). Estos autores cuestionaron las ideas ortodoxas de
logo, Doug McAdam, quien sintetizó estos enfoques en un «modelo
11 Yéase un excelente estudio en lGiesi, 2004. Evidentemente, la fuente de estas del proceso polftico» de los movimientos sociales plenamente desa-
ideas fue la influyente obra de Tilly producida en la década de los setenta. Los princi- rollado, relacionando la evolución del movimiento de los derechos
pales pasos_en el Cesarrollo de este concepto los dieron Eisinger,1973; Kitschelt, 1986;
civiles estadounidense con el cambio político, organizativo y de con-
i«i.ri .* il., ]9yS; McAdam, 1999 Í19 82h Piven y Cloward, l97J ; Tarrow, L989, y
Amenta,2006. :biencia (1999 [1 982]).
1? La reorla de la acción colectiva de Tiliy ha sufrido diversas va¡iaciones desde
',,i Aunque los binomios oportunidadlamenaza y facilitación/repre-
entonces, algunas de las cuales se estudian en este volumen posteriormenre. Pa¡a un
,,§jón formaban parte de la síntesis de Till¡ a lo largo de la década de
esbozo de sus principales contribuciones en este campo, véase mi artlculo «Charles
Tilly and tlie Practice of Contentious Polidcs», 2008. los ochenta los teóricos de los procesos políticos se inclinaron por
66 EL PODER EN MOVIMIENTO ! LA ACCróN coLECTrvA y Los MovrMrENTos socrALES 67

limitar sus estudios a las oportunidades y olvidar las amenazas. Algu- Lo principal es que e el proceso político no tratab¿
nos las huellas de Eisinger- analizaron el modo en que realmente del proceso de la acción colectiva, porque ia mayoría de sus
-siguiendo t-r
las diferentes estructuras pollticas permiten grados mayores o me- r-
nores de oportunidad a los grupos rebeldes (Amenta et d.., 1992; car los mecanismos que conectaban entre sí a los diferentes elemen-
Kitschelt, 1986); hubo quienes obsewaron la forma en que deterrni-
nados movimientos aprovechah las oporlunidades que ofrecen las macroestructu¡al de un Marx, un Lenin o un Gramsci, el modo en
instituciones (Costain, 1992); otros se fijaron en la forma en que que los diferentes actores de la protesta interactuaban unos con orros
cambian las oportunidades para un rnovimiento particular a lo largo y con otros egentes externos resultaba impllcito en el modelo, pero
del tiempo (Jenkins y Perrow, 1977); y existieron también quienes no se especificaba explícitamente. Hasta la primera década del siglo
estudiaron ciclos completos de Protesta Para comprender cómo el actual no fructificaron los esfuerzos concertados para poner en mar-
desencadenamiento de una ola de movilizaciones afecta a las poste- cha los ptocesos políticos de la acción colectiva a través de los meca-
riores (Koopmans, 2004; McAdam, 199 5 ; Taruow, 1 989a). nismos que los componen (véase el capítulo 9).
A medida que progresaban todos estos trabajos, fueron aparecien- No obstante, el enf-oque centrado en el binomio proceso político/
do a su vez ciertas lagunas y ambiguedadesl3. Por ejemplo, los mo- oportunidades proporcionó una respuesta a la pregunta que arrastra-
delos del proceso polltico casi siempre se ubicaban en las democra- ban anteriores enfoques: ¿por qué la acción polltica colectiua sólo pare-
cias occidentales y s{lo se aplicaron sistemáticamente en otras Partes ce desarrollarse en determinados periodos de la historia? ¿Por qué a ueces

del mundo ? partir de la década de los noYenta (Boudreau, 1996; produce mouirnientos sociales sólidos )t otrds degenera en sectarismo o
Brockett, 1991, 1995; O'Brien y Li, 2006; O'Brien, ed., 2008; represión? ¿Por qué los rnouimientos adoptan distintas formas en dife-
Schneider, 1995). Otra cuestión, si la represión tiene un impacto po- rentes entornos políticos? Con el tiempo resultó que el modelo dei
sitivo o negativo sobre la formación del movimiento, sólo comenzó proceso político no podía pretender-explicar cada uno de los aspec-
a recibir atención en los noventa, gracias a una serie de trabajos sobre tos de la acción colectiva o de los movimientos sociales, por lo que
el comportamiento policial promovidos por Donatella della Porta es mejor considerarlo no una teoría, sino un marco en el que exami-

(1995,1996;Della Porta et al., 1998; Della Porta y Fillieule, 2A0q. nar las dinámicas de la acción colectiva. Pero esto sólo es posible
Ademrís, mientras que algunos estudiosos (McAdam, 1996; Tárrow, mediante una slntesis,pon laq perspectivas procedentes de offas ra-
1996b) trabajaban a partir de una lista limitada de dimensiones de mas de la teoría de tod moyimientos sociales, tal y como propongo a
oportunidad, a medida que surgían más aspectos relativos a los vlncu- continuación.
lo, .ntr.la política y la creación de movimientos, el concePto tendió
a extenderse (véase la crltica de Gamson y Meyer, 1996).
Hacia una síntesis
13 Para una crltica certera, véase «Framing Political Oportunir¡», (1996), de Gam-
son y Meyer. Para un ataque contundente a la teorfa de la oportunidad política, véase El planteamiento principal de este estudio es que la gente pamicipa
nCauehr in a Ilinding Snarlling, Vine: A Critique of Political Process Theoq»,, de Jeff en acciones colectivas como respuesta a un cambio en la pauta de las
Gooiwin y James Jasper, publicado en el volumen editado por los mismos autores, oportunidades y restricciones políticas y, mediante el uso estratégico
Rethinhing Social.Mouements
(2004), li6ro en el que, dicho sea en su honor, invita¡on
a exponer sus opiniones a parddarios de este enfoque, incluyendo al
presente autor. de la acción colectiva, genera nuevas oportunidades, que seriín apro-
68 EL PoDER EN MovIMIENTo ra ecclóN coLECTrvA y Los MovrMrENTos soctrlEs 69

vechadas por otros en ciclos de protesta cadaYezmayores. Cuando binan distintas formas de acción colectiva para estimular el apoyo de
su lucha gira en torno a üvisiones Profundas en el seno de la socie- gente que, en caso contrario;.podría quedarse en casa. El economista
dad, cuando unen a la gente alrededor de símbolos de la herencia Alb.rt Hirschman tenía algo Lsí en mente cuando se quejaba de que
cultural y cuando son capaces de levantar o construir redes sociales y Olson consideraba la acción colectiva exclasiuarnen s un coste, cuan-
estructufas de conexión compactas, en estos casos, en concreto en do para muchos es un beneficio (1982: 82-91). Para la gente cuya
los movimientos sociales, la abción colectiva Produce una interac- vida está hundida en el trabajo agotador y la desesperación, la oÍLrta
ción con sus oponentes. Como cada uno de estos cuatro elementos de una campaña de acción colectiva excirante, arriesgada y poten-
'*t, forma el núcleo de uno de los capítulos de la segunda parte de este cialmente beneficiosa puede ser un aliciente.
*:1".j
libro, será suficiente con que ahora los Presentemos brevemente. Las formas de acción colectiva son heredadas o infrecuentes, ha-
bituales o poco familiares, aisladas o parte de campañas concertadas.
i;'iiil
!i?:
$rie,
Pueden estar vinculadas a temas que o bien están inscritos en la cul-
!Íll
sli Repertorio de la accidn coleaiaa tura, o se inventan sobre la marcha ó comúnmente- fusio-
nan elementos conyencionales con nuevos -más marcos de significado.
:;j:1".i:;.1
La gente no se limita a «actuar colectivamente», sino que vota, hace Según el politólogo Michael Lips§ (1968), la protesta es un recur-
. r::ii.'
.:.:.:::, peticiones, organizaasambleas, huelgas, marchas, ocupa locales, inte- so. Las formas de acción colectiva son en sí mismas un incentivo
:':'fii!ii.i : .t
rrumpe el tráfico, enciende hogueras y etecea otros con la intención colectivo para que, en determinadas circunstancias, algunas personas
,:
.:i11,, de causar dano fisito (Thylor y Van Dyke, 2004). Lo mismo que desaflen a sus adversarios aprovechando los incentivos que sostienen
sucede con los ritos religiosos o las celebraciones cívicas, Ia acción po- sus redes de confianza y solidaridad (Tilly, 2005b).
Iítica colectiva no se origina en las cabezas de sus organizadores, sino Cada grupo tiene una historia una ¡¡srn6¡i¿- propia de la
que se inscribe culruralment€ y se comunica socialmente. Las conven-
-y
acción colectiva. Los trabajadores saben cómo hacer huelga porque
ciones aprendidas de la acción colectiva forman parte de la cultura generaciones de trabajadores la han hecho antes que ellos; los parisi-
pública de una sociedadla. Los movimientos sociales son depositarios nos construyen barricadas porque las barricadas están inscritas en la
del conocimiento de secuencias específicas de la historia de una socie- historia de las revueltas de esta ciudad; los campesinos se apropian
dad, lo que les a1'uda a superar el déficit en recursos y comunicacio- de la tier¡a enarbolando los símbolos que sus padres y abuelos usa-
nes que caracterizaa los desorganizados (Kertzer, 1988: 104-108). ron antes que ellos. Los estudiosos de la política Stuart Hill y Do-
Debido a que los movimientos raravez poseen los incentivos o nald Rothchild lo plantean como sigue:
restricciones selectivas sobre sus seguidores mencionados por Olson,
el liderazgo tiene una función creadva a la hora de seleccionar las Sobre la base de pasados periodos de conflicto con un grupo o grupos
formas de la acción colectiva. Los líderes inventan, adaptan y com- determinados o con el gobierno, los individuos consrruyen un prototi-
po de protesta o motín que describe lo que hay que hacer en circunstan-
ra El concepto aparece por primera vez en el volumer deTrlly From Mobilization cias concretas, además de explicar la lógica de la acción en cuestión
w Reuolution (1978, cap.6), de nuevo en oSpeaking You¡ Mind §Tithout Elections (1992: r92).
Suweys, or Social Movements, (1983) y posteriormente et The Contcntioas Frenclt
(1986, cap. 1). La culminación de sus investigaciones sobre el repertorio es su libro
Contentious Perfornzances, publicado t¡as su mue¡te en 2008. Retomaré estas cuestiones en el capltulo 5.
Ij' ACCIÓN COLECTTVA Y LOS MO\4MIENTOS SOCIALES 71
70 EL PoDER EN MovIMIENTo

É'r

br'
a¡,
vos solidarios codificados en el seno de las redes, gracias a los que
Redes y estructuras dr mouilización
il surgen y se mantienen los movirnientos.
Las instituciones son enrornos «huésped» particularmente ade-
Aunque quienes deciden Participar o no en una acción colectiva son
cuados para que germinen los ryovimientos. Esto era especialmenre
los individuos, ésta casi siempre es actiYada y mantenida Por sus
cierto en las sociedades de grandes terrarenienres, como la Francia
grupos de contacto directo, sus redes sociales y sus esüucturas de
prerrevolucionaria, en la que los p,¿ilsrn¿nrs provinciales suministra-
ionexión (Diani, 2004;Díaniy McAdam, eds., 2004). Así lo han
ban un espacio institucional donde podían airearse ideas liberales
revelado investigaciones realizadas recientemente, tanto en el labora-
(Egret, 1977). También es cierro hoy en día. En Estados Unidos, el
toriol5 como en el mundo real de las movilizaciones. En la corriente
sociólogo Aldon Morris mostró que los orígenes clel movimiento
de estudio del comportamiento colectivo, se tendía a considerar que
por los derechos civiles estaban vinculados al papel de las iglesias
los principales acrores de la acción colectiva eran individuos aislados
negras (1984). Asimismo, la politóloga Mary Katzenstein averiguó
y disposeldos. Pero a comienzos de la década de 1980 los estudiosos
que las estructuras internas del mundo carólico fueron cómplices
empezaron a descubrir que son los Procesos grupales los que transfor-
involuntarias en la formación de redes de religiosas disidentes (1998;
man el potencial parula acción colectiva en participación en movi-
véanse también Levine, 1990; trrow, 1988). T,os movimientos que
mientos socialesl6. No son las «agrupaciones» en sl mismas las que
pueden apropiarse de tales instituciones para sus propios objetivos
incitan a la movilización, sino las presiones normativas y los incenti
tienen más probabilidades de triunfar que aquellos que crean nuevos
nichos organizativos. Examinaremos el papel de las organizaciones y
15 Los investigadores experimentales estabal asimismo aprendiendo la importan-
las redes en el capítulo 6.
incentiios socialei para la cooperación. En un perspicaz traba.io de investi-
cia de los
gación, §Tilliam Gamson y sus coiaboradofes,mo§traron que resulraba.esencial el
ápoyo de un grupo para poner en ma¡cha la voluntad de los individuos de oPonerse
rotoridád injusta, autoridad que bien podrían tole¡a¡ si tuvieran que enfrentar- Ld construcción de la acci.ón colectiaa
".una
se a ella solos (Gamson et al., 1982)' Del mismo modo, cuando Robyn Dawes y sus
socios desarrollaron una serie de experimentos sobre decisiones colectivas, averigua-
ron que los motivos egoístas y las normas interiorizadas no eran tan fundamentales La coordinación de Ia acción colectiva depende de la confianza y
para producir la acción colectiva como nla satisfacción loca.l de contribuir al propio cooperación que se generan entre los parricipantes merced a los pre-
grnpo d. compaieros» (Dawes et al., 1988: 96). Como defiende¡ s¡ 5u ¿¡¡i6uls «Not
i4e or Thee but Ver, en situaciones de dilemas sociales ola gente comienza inmedia- supuestos e identidades compartidos o, por emplear una categoría
ramente a discutir lo que "deberlamos" hacer y dedican una gran cantidad de tiempo más amplia, delos marcos de acción colectiva que justifican, dignifi-
y energía a convencer al resto de su grupo de que cooperen (¡o se larguen!), incluso en
can y animan la acción colectiva. La ideología, como escribió David
ritrr".i,orr.r en las que la conducta de éstos ¡esulta irrelevante para el resultado de las
propias propuestas, (p. 94). Apter en su ya clásico ensayo ldnlogy and Discontent, dignifica el
- l'
Pór ejemplo, el trabajo del sociólogo Doug McAdam sobre la campaña Free- descontento, identifica un blanco para los agravios y forma un para-
dom Summer (Ve¡ano de Ia Libertad) demostró que, mucho más que su entorno
guas sobre las reivindicaciones concretas de grupos solapados entre
social o sus ideologlas, las redes sociales en las que éstaban inmersos los que solicita-
ban participar desempeñaban un papel clave a la hora de determinar quién participa- sí (1964).
rla en la campaña y quién no (1986, 1988). A1 mismo tiempo, autores euroPeos como Pero el término «ideología» resulta demasiado limitado para des-
Hanspeter Iftiesi (1988) averiguaron que las subculturas del movimiento eran la reser-
,, d. I" que se nutría la accién colectiva. Bto encajaba con las conclusiones que el cribir la mezcla de ideas preconcebidas, emociones e intereses que
sociólogo Alberto Melucci (L989,1996: cap. 4) extrajo sobre el papel de las ¡edes en hace pasar a la gente a la acción. En los últimos años, los estudiosos
la definición de la identidad colectira de los movimientos que estudiaba en ltalia.
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72 EL P0DER EN MOVIMIENTo IJq. ACCIÓN CoI.ECTTVA Y LoS MoVIMIENToS SoCIAT.ES 73


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de los movimientos han empezado a emplear términos técnicos (Gamson, 2004). Como descubrió el sociólogo Todd Gidin, gran
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FI como rnarcl! clgnhials, bnsnjo ideológicos y discursos cuburales para parte de la información que contribuÉ al desarrollo de la Nueva
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describir los significados compartidos que impulsan a las personas a Izquierda Norteamericana en la década de los sesenta se transmitió a
l'
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la acción colectivarT. Cualquiera que sea la terminoiogla empleada, través de los medios de comunicaciónyroctrpó el lugai de lo que, en
en vez de considerar la ideologla bien una categorla intelectual su- perioclos anteriores de la historia, habrían tenido que ser esfuerzos
perp¡.resta, bien resultado automático de los agravios padecidos, es- árganizativos (1980). Los nuevos medios d. .omunicación que han
tos investigadores están de acuerdo en admitir que los movimientos proliferado q partir de los noventa complican la influencia de los
.,i'.ri dan a las demandas sociaies la forma de reivindicaciones más amplias medios clásicos a la hora de enmarcar los movimientos, pero no la
en un proceso deliberado de «enmarcado, (Snow y Benford, 1988) neutralizan. A través de Internet, de dirrerso, tipos de redes sociales
ri;. y estimulan alrededor de ellos lo que \Tilliam Gamson denomin¿ ia y de medios de comunicación personales, los indiüduos y los gnr-
«cognición caliente» (1992). pos han adquirido una capacidad de ncrear noticias» que supera con
¡iid-.
'al
La creación de marcos no sólo hace referencia ala generalización creces la qLle tienen los medios impresos y audiovisuales tradicio-
de los agravios, sino que define al «nosotros» y aI nellos, dentro de la nales para configurar la acción colectiva, tal y como yeremos en el
'a)ltl:.
..:'l:,
estructura de confiictos y alianzas de un movimiento. Al utilizar las capítulo 7.
identidades colectivas heredadas y dar forma a otras nuevas, los pro- Los Estados se dedican continuamente a enmarcar cuestiones,
: tagonistas del desaflo establecen los lfmites de sus futuras bases de tanto para ganar apoyo hacia sus programas como para rebatir las
apoyo y definen a sus ehemigos adjudicándoles atributos y maldades consignas que los movimientos sitúan en la esfera pública; de hecho,
tanto a través del contenido
reales o imaginadas. Todo ello se realiza pueden llegar a tomar posiciones opuestas en las disputas sobre mar-
de sus mensajes ideológicos como mediante las imágenes que pro- cos. La lucha por los mensajes en la que los movimientos participan
yectan de sus enemigos y de sus aliados (Snow 2004). Esto conlleva continuamente les sitúa generalmente en desventaja con los Esrados,
la necesidad de prestar atención tanto al nvestuario» de los actores que no sólo controlan los medios de represión sino que tienen a su
colectivos cuando aparecen en público como al marco ideológico de disposición importantes instrumentos para la creación de mensajes.
sus reivindicaciones. Intentaremos analizarlo en el capítulo 7. La lucha entre los Estados y los movimientos no sólo tiene lugar en
Pero mientras que los organizadores del movimiento se dedicen las calles, sino a través de las propias consignas (Melucci, 1996; Ro-
activamente a crear este tipo de marco, no todo el proceso de enmar- chon, 1998)
cado se produce bajo sus auspicios. Además de apoyarse en sobren-
tendidos culturales heredados, deben competir con el enmarcado que
se produce continuamente a través de los medios, gue uansmiten Oportunidades 1t restricciones po líticas
mensajes que los movimientos han de intentar controlar y moldear
Anteriormente afirmé que ni los teóricos man<istas ni los culturalis-
17 Algunas de las principales fuentes están recopiladas en Berr Klande¡mans, tas han podido responder a la cuestión de por qué los moyimientos
Hanspeter Íkiesi y Sidney Tárroq eds., From Sm¿crure n Action (1988); y en Aldon
surgen en determinados periodos y no en.otros, o por qué aigunos
Morris y Ca¡ol Mueller, eds., Frontiers of Social Mouement Researcb (1992). Véase un
uso ingenioso del anrílisis de ma¡cos aplicado a las ideas de ciudadanos emericanos movimientos tienen más habilidad que otros para manejar los sísr-
corrientes en Talking Politia, de §lilliam Gamson (1992b). bolos culturales. El modelo del proceso polltico resumido más arriba
Wn:-

MovIMIENTo LA ACCIÓN CoLECTTVA Y LoS MoVIMIENToS SoCIALES 75


74 EL PoDER EN

;?::
ii
l't considera que las oportunidades y restricciones políticas forman un co que, a su vez, modelan las pautas de interacción entre movimien-
coniunto de mecanismos ante los cuales responden los activistas de ros y parddos políticos. Y, a escala miís general, las oportunidades y

ios movimientos' restricciones son creadas por los reglmenes políticos, como razonaré
en el capltulo B.
. et t ¿. e refiero a dimensiones corno Hansperer Kriesi y sus colaboradores (1995), defenderé
"Ut* "p"tr"r que ranto las estrucuras del Estajb como las divisiones políticas
con
nacionales- del entorno político que fomentan la acción colectiva ofrecen oportunidades relativameíte estables, cuyos ejemplos más
enlre la gente
obvios son las formas de acceso a las instituciones y l" capacidad de
-. Cr""¿" ¿tgo t.ttr represión. sin embargo, son las oportunidades y restricciones cam-
res que desincentivan dicha acción (como la represión, pero también biantes dentro del Estado las que proporcionan los huecos que per-
de presentarse como un bloque sóli- miten a los actores pobres en recursos participar en la acción politica
@ridades
do frente a los rebeldes). colectiva. Que dicha acción llegue a rhadurar hasra converiirr. ..,
movimiento social depende del modo en que las personas actúen
No existe ninguna formula sencilla que nos permita saber cu¿índo colectivamenre, de cómo se organice el consenso alrededor de las
reivindicaciones comunes y de la habilidad de los actores para esra-
surgirá la acción polltica colectiva, debido a las variaciones que pre-
blecer las estructuras de movilizaciino apropiarse de ellas.
senra en las diferentes circunstancias históricas y pollticas y.a que
Para resumir lo que desarrollaremos en capltulos posteriores: la
diversos factores puedán provocar consecuencias opuestas. Como
resultado, el término estructura d¿
acción colectiva se produce cuando se amplían l"s oportunidades
entenderse como un modelo fijo que P
políticas, cuando demuesrra su capacidad para crear alianzas y cuan-
vimtentos , slno como una sefle do evidencia la vulnerabilidad de sus oponenres. La acción colectiva
cristaliza en movimiento social cuando aprovecha las redes sociales y
rnente conducir a una relación mantenida con las las estructuras de conexión para crear marcos de acción colectiva e

autoridades y, por tanto, a los movimientos socia-les.


identidades de apoyo capaces de manrener la confrontación con
El concepto d. opot,*rid"d polír sis en los recur- oponentes poderosos. Mediante la organización de formas familiares
de acción colectiva, los movimientos se convierten en punros focales

dores débiles o dg¡g¡g4nizados contrario que el dinero o el po- para transformar las oportunidades externas en recursos. El reperto-
der-
*--_ pero que de
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nin@n». nr. En el capítulo Bó
ei caprruio rio de acción colectiva, las redes sociales y los marcos culturj.s re-
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defieñffi-que los movimientos sociales se forman cuando los ciuda- ducen los costes de aglutinar voluntades parala acción colectiva,
danos corrientes, a veces animados por líderes, responden a cambios
generan la convicción de que los participantes no se encuenrran so-
los y dotan de mayor significado a sus reivindicaciones. El conjunto
en las oportunidades que reducen los costes de la acción colectiva,
descubren aliados potenciales, muestran en qué son vulnerables las
de estos fa*ores pone en marcha los procesos dinámicos quá h*
élites y las autoridades y ponen en marcha la acción de redes sociales
situado históricamente a los movimientos sociales en el centro del
til e identidades colectivas sobre temas comunes. Las oportunidades
cambio polltico y social.
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i,'l,, po[ticas se crear también aprovechando aspectos del sistema políti-
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76 EL PoDER EN Mo\lMrENTo IA ACCIÓN CoLECTIVA Y LoS MoyIMIENTos soCIALEs 77

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.' suelan yerse a sl mismos fue¡a de las instituciones y opuestos a ella.s,
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el hecho de actuar colectivamente les introduce en redes pollticas
La tercera del libro enlazará con la naruraleza básicamente re- complejas y, por tanto, denrro del ámbito del Estado.
acclon del Los movimientos en concreto las olas de movimientos, que
redecir los resultados son los principales -y
catalizadores del cambio social- no pueden des-
uier episodio de acción ¿oC¿ffi centr:rindonos solamenG ligarse de las luchas nacionales por el póiler. Sin embargo, en la últi-
acciones de un movimiento en un momento dado. Los movi- ma década más o menos, un cierto nírmeio de campañas de protesta
mtentos nes ha trascendido claramente las fronteras nacionales. ¿Qué consecuen-
se con otros cia tendrá esta globalización de la acción colectiva para el futuro del
las fuerzas del orden, todo ello dentro del contexto de! résimen es- sistema internacional? El capítulo 12 utilizará el enfoque desarrolia-
pecurco en el que actuan. do a lo largo del libro para analizar las complejas interacciones enrre
@taremos algunos de los mecanismos y pro- propios y extraños de la polltica mundial.
cesos fundamentales a trayés de los cuales los participantes de accio- El libro concluye planteando cuestiones sobre tres grandes temas
nes colecdvas interactúan con sus adversarios, aliados, terceros e del estudio de la acción colectiva: en primer lugar, cómo se relacio-
instituciones. Pero estas dinámicas interactivas sólo serán visibles nan los movimientos con las instituciones, en particular con las
tras el exarnen de las trayectorias más o menos prolongadas de la instituciones electorales; en segundo lugar, qué pasa con los «movi-
acción colectiva, que versmos en el capltulo 10. En él estudiaremos mientos beligerantes» que amenazan la paz y la estabilidad de la
desde los ciclos de protesras relativamente pacíficos hasta las revolu- gente común, y, -en tercer está convirtiéndose en
ciones propiamente dichas, centrándonos en cómo se movilizan al una nsociedad de
mismo tiempo grupos diferentes de personas y en cómo se extiende yez más borrosa,
la acción colecdva mediante campañas y coaliciones. También se
mencionará un proceso al que no se ha dedicado demasiada aterí- produciendo Estados aún más represivos.
ción: por qué y cuándo se d¿smovtlizan quienes han participado en
acciones colectivas.
El capítulo 11 pasa de la dinámica de los ciclos de acción colecti-
va a los resultados de éstos. En los episodios generalizados de pro-
testa, los dirigentes políticos no responden a las reivindicaciones de
ningún grupo o movimiento concreto, sino a-l nivel general de tur-
bulencias alcanzado y a las demandas de las élites y los grupos de
opinión, que se corresponden sólo parcialmente con las reivindica-
ciones de aquellos a quienes dicen representar. Po¡ esta razón, el
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capítulo tiene el paradójico tírulo de nl.a lucha por la reforma,,, por-
i que los movimientos individuales casi nunca logran satisfacer sus
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mayores ambiciones, Lo principal es que, aunque los movimientos
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