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Desde el momento en el que expuse el proyecto de la presente colección

conté con el apoyo decisivo de los decanos de la Facultad de Arquitectura


y Urbanismo de la PUCP, el Prof. MSc. Frederick Cooper Llosa y el Prof. MSc.
Reynaldo Ledgard Parró. A ellos, mi más profundo agradecimiento.
Finalmente, quiero manifestar mi reconocimiento a los autores de los ensayos crí- PRÓLOGO
ticos que acompañan la presente colección, quienes, con cierta incredulidad escri-
bieron sus textos sin ninguna otra retribución que la de cumplir con una especie
de voluntariado académico. Mi gratitud plena al Prof. Dr. Victor Krebs, al Prof.
Arq. Luis Rodríguez Rivero y al docente Joan Caravedo. Espacio en el tiempo y la construcción de la vanguardia moderna
Toda aventura editorial y académica, como soñar y producir la presente colección, en el Perú. El discurso de Luis Miró Quesada
sería impensable sin la complicidad y el aliento constante de mi familia. A Julia,
Simon y Birgit, mi amor y gratitud. Luis Rodríguez Rivero

Lima, setiembre de 2014


Espacio en el tiempo. La arquitectura como fenómeno cultural, del arquitecto Luis
Miró Quesada Garland (1914-1994), publicado en Lima en 1945, es sin duda
el texto teórico más difundido de la modernidad arquitectónica en el Perú.
Si bien no fue el primero,1 es el único que gozó ―y goza― de cierto recono-
cimiento en el medio cultural local, y por lo tanto es el más influyente para
la definición de la naturaleza y el carácter de lo moderno en la arquitectura
peruana.2 Las razones por las que Espacio en el tiempo ha logrado esta trascen-
Bibliografía dencia varían según el punto de vista de los autores que lo analizan.
Ludeña Urquizo, Wiley Wiley Ludeña avanzó conclusiones interesantes al situar en las
1991 «Historia del pensamiento arquitectónico peruano contemporáneo. Trata- coordenadas de la filosofía hegeliana las ideas que Luis Miró Quesada
dos y ensayos. La idea de arquitectura». En Con/textos. Revista de la Maestría Garland (LMQ) desarrolla en Espacio en el tiempo, y estableciendo la raigambre
de Arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería. Lima, vol. 1, idealista de su noción de arquitectura, más cercana a la del arte y tomando
n.° 1, pp. 53-85. distancia de la simple construcción (1997). Para Ludeña, la trascendencia del
1997 Ideas y arquitectura en el Perú del siglo XX. Teoría-crítica-historia. Lima: ensayo estaría dada por el carácter fundacional, en el Perú, de «aquella tradi-
SEMSA. ción del pensamiento arquitectónico sustentada en la idea de la arquitectura
1986 Aproximaciones a una historia de las ideas en la arquitectura del Perú asumida como una manifestación de “Arte Total“ y como un hecho producto
contemporáneo. El campo de la arquitectura como problema teórico. Mimeo,
separata. Lima: Maestría de Arquitectura. Facultad de Arquitectura, 1
El presente esfuerzo de reedición viene acompañado precisamente por Lo bello en la arquitectura,
Urbanismo y Artes de la Universidad Nacional de Ingeniería. texto de Alejandro Deustua, pionero en analizar, discutir y difundir las ideas de la modernidad
arquitectónica en el Perú.
Sobrevilla, David
1980 «Las ideas en el Perú contemporáneo». En Silva-Santistevan, Fernando
2
Opinión refrendada por otras de importantes críticos e historiadores. Véanse, al respecto, Ideas y
arquitectura en el Perú del siglo XX, de Wiley Ludeña; Arquitectura para una ciudad fragmentada, de Elio
(ed.). Historia del Perú. Procesos e instituciones. Lima: Editorial Mejía Baca, Martuccelli; La crítica en el Perú, de Gustavo Wendorf; y Espacio en el tiempo y el discurso moderno. El
vol. XI, pp. 115-415. utillaje mental de Luis Miró Quesada en la eclosión de la arquitectura moderna en el Perú, de Sharif Kahatt.

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de la pura subjetividad creadora desprovista de todo referente histórico-so- modernidad al contexto local, poniendo especial énfasis en su especificidad
cial» (Ludeña 1997: 47), es decir, como una propuesta en la cual la arquitectura cultural y geográfica.
se desancla de su lógica social. Si bien esta constatación es precisa, aún quedan Esta percepción irá un poco más lejos cuando Sharif Kahatt proponga que
temas pendientes por desentrañar en torno al pensamiento y la obra de LMQ, Espacio en el tiempo constituye una propuesta adelantada en el ámbito local,
como el de la contradicción entre su aspiración y (viabilidad) de estructurar una propuesta que anticipa las revisiones críticas de la modernidad gene-
una visión moderna sin un sentido social, económico y productivo. En otras radas en la década de 1950, como el distanciamiento del maquinismo y la
palabras, cuál era la naturaleza programática de esa modernidad que LMQ valoración de las especificidades regionales, planteadas, entre otros, por el
tenía en mente al escribir el ensayo y en especial, cómo la urde, valiéndose de propio Sigfried Giedion:
qué ideas, razonamientos y con qué objetivos. Finalmente, cuánto del origen
del proyecto en el que se embarcó el autor junto a la Agrupación Espacio está En ello, se ve desarrollar en el texto del joven Miró Quesada una posición
ya presente en Espacio en el tiempo. Desde la perspectiva que considera que en humanista e híbrida con respecto a varias posturas modernas simultánea-
lo urbano, y como consecuencia de cierta actitud acrítica, «demostraron que mente […]. De este modo en su reflexión se adelanta al pensamiento europeo
en esencia lo moderno era apenas una moda antes que una opción social y dominante de posguerra sobre los valores humanistas y regionalistas de la
política específica» (Ludeña 2003: 188). arquitectura, que si bien son enunciados por los maestros, aún no habían
Desde la historia de la arquitectura el libro ha obtenido el mayor número de sido aceptados y adoptados por la mayoría en 1945 (Kahatt 2012: 11).
revisiones; de allí provienen dos ideas recurrentes que servirán de marco ge-
neral. La primera valora el esfuerzo del texto por lograr que se asimile local- La naturaleza híbrida que Kahatt ve en el ensayo pionero de la modernidad
mente la modernidad artística y arquitectónica construida en otras latitudes; peruana tendría el valor de alejarse críticamente de la modernidad original
y la segunda señala que, como producto de este esfuerzo, LMQ arribó a una planteando una opción renovadora en el plano cultural, en la medida en que
interpretación teórica de los principios de esa modernidad desde las condi- se libera de su carácter universal y, por lo tanto, colonial. Esto plantearía que
ciones geográficas, culturales y sociales peruanas: Espacio en el tiempo contiene un llamado a la universalidad, al mismo tiempo
y con la misma intensidad que reclama la incorporación de lo local al discurso
Miró Quesada no puede sustraerse al momento en que la incipiente bur- moderno. Si bien la defensa del carácter universal de lo moderno queda de-
guesía trata de afirmarse en el Perú. En el campo del arte y de la arquitectura mostrada ―por las abundantes referencias que el libro contiene― a las ideas
lo intentará internacionalizando sus modos y sus formas […]. Esto, además y obras de Le Corbusier, Lloyd Wright o Gropius, además de innumerables
incluía categorías como la subjetividad, la libertad creadora, o el de la arqui- autores citados, la defensa de las especificidades locales no tiene la misma
tectura dentro del arte […]. Hay una referencia no abundante pero constante contundencia, no solo en cantidad sino, y especialmente, en profundidad.3
a la arquitectura de esta región y de justificar la pertinencia de la teoría mo- No se puede dejar de mencionar que Espacio en el tiempo es el ensayo más
derna a través de las costumbres propias del país (Martuccelli 2000: 130). ambicioso escrito por LMQ,4 el que, a pesar de haber sido escrito sobre la
base de una serie de artículos previamente publicados, engarza sus partes y
Acertadamente, Elio Martuccelli toma Espacio en el tiempo como parte de logra un grado suficiente de coherencia. Para lograrlo, el libro se divide en
un esfuerzo más amplio, el de la burguesía peruana por modernizar el país dos partes muy claras y equivalentes en extensión. En la primera, el autor
y afirmarse como autora de este proyecto en el ámbito local. Implícitamente
plantea, además, que en esa traducción de lo moderno al contexto local fue
necesario un doble trabajo: por un lado, la explicación del sentido de lo mo- 3
LMQ no se explaya, en ninguna de sus referencias, en aspectos locales específicos; se trata solo de
derno tal como se pensó originalmente, apelando a lo universal y a la imposi- menciones carentes de profundidad y, por lo tanto, sin mayor pretensión. Es importante señalar
bilidad de cualquier país de sustraerse a ello; y por otro lado, como ya en 1945 que, en cuanto a otros aspectos, en el mismo libro y en artículos diversos el autor hace gala de su
la modernidad empezaba a sufrir duras críticas a raíz de su excesivo carác- capacidad de análisis y profundiza en las ideas que le interesa dejar claras.
ter universalista y de la pérdida de relación con lo específico de cada lugar, 4
Sus demás publicaciones son siempre una recopilación de artículos sin la organicidad de Espacio
Espacio en el tiempo habría abordado el trabajo de adaptar los principios de la en el tiempo.

XVI XVII
busca sentar las ideas principales que le servirán para posicionar su discurso En este texto se pretende delinear la naturaleza de ese proyecto cultural mo-
frente al del Movimiento Moderno, en especial desde los temas importantes derno que LMQ buscó contraponer al universalismo de la modernidad impe-
del momento en que lo escribe. Se inicia explicando su preferencia por la ex- rante en la época, intentando comprender la articulación de ese proyecto con
presión arquitectura viviente sobre arquitectura moderna, y seguidamente abor- los aspectos sociales, políticos y económicos. Para esta tarea resulta relevante el
da lo moderno en relación con la cultura, la historia, la tradición, la sociedad subtítulo que el autor le dio a su ensayo, La arquitectura como fenómeno cultural,
y la tecnología, para pasar luego a aspectos más específicos como el clima, el el que nos sirve de punto de partida y nos obliga a concentrarnos inicialmente
aire y la luz. Uno de los esfuerzos más interesantes es su intento de ir desde la en la concepción de cultura ensamblada por LMQ, para avanzar desde ahí ha-
arquitectura hasta el planeamiento urbano. Lo amplio de esta aproximación cia aquellos tema que Espacio en el tiempo trata y que consideramos importantes
evidencia la intención del autor de dejar sentado que la idea de «arte total» para la configuración del sentido de lo moderno en la arquitectura del Perú.
incluye lo urbano, aun cuando, por la naturaleza del ensayo, no se lleguen a
hacer mayores precisiones.5 Cada tema es tratado de manera general, ilus- 1. Cultura y civilización en Espacio en el tiempo
trando las ideas con definiciones cortas y puntuales de autores diversos y con Desde la introducción a Espacio en el tiempo, LMQ expresa su preocupación
edificios construidos o proyectados. De todas las citas, solo una ―el artículo por la falta de comprensión de la sociedad hacia lo arquitectónico. Cree ne-
sobre Bramante en Lima, de Héctor Velarde― se refiere a un autor latinoame- cesario aclarar «la verdad de una nueva arquitectura como expresión de la
ricano, cosa parecida sucede con las imágenes que ilustran el ensayo. LMQ cultura de hoy» (1945: 12). Este llamado de atención ―coherente con el subtí-
prefirió apoyar su discurso en su interpretación de las ideas de los autores tulo del ensayo― define el punto de partida con el que el autor se aproximará
que va mencionando,6 lo que le da al ensayo el carácter de un manifiesto a la arquitectura. La manifestación de esta incomprensión parece llevarlo a
que se esfuerza por transmitir emotivamente su compromiso personal con proponer el concepto de «arquitectura viviente», en oposición al de «arqui-
las ideas presentadas. tectura moderna», un intento por acercar la disciplina al ser humano y su
La segunda parte funciona más como un manual académico-profesional; vivencia, alejándolo de definiciones más abstractas para el público. Desde la
es decir, como una secuencia de capítulos en la que, luego de una reflexión introducción el autor anticipa que su objetivo será dejar sentado «lo espacial
rápida que reitera los conceptos vertidos en la primera parte, se explica cómo como característico de un tiempo, en una concepción cultural» (1945: 13). El
debe proceder un arquitecto frente a los diferentes momentos del quehacer dis- espacio y el tiempo serán entendidos como los puentes que le permitirán vin-
ciplinar, enfocándose en los fundamentos al interior de la propia arquitec- cular arquitectura y cultura.
tura: su doble naturaleza científico-artístico, la abstracción, la proporción, la Con este énfasis en lo cultural, LMQ marca una distancia clara de Hacia una
geometría, la decoración y los estilos. El libro acaba buscando dejar clara la arquitectura, conjunto de ensayos, de Le Corbusier al que Espacio en el tiempo es
capacidad de lo moderno para ocupar el lugar de la tradición, es decir, para siempre referido. Le Corbusier se empeña en un llamado de atención a los ar-
instaurar en la cultura la tradición de lo moderno. quitectos para que sigan la estética de los ingenieros, aquella que, «inspirada
El tema que recorre el libro es la afirmación de una nueva cultura, generada por la ley de la economía y llevada por el cálculo, nos pone de acuerdo con las
como consecuencia de la industria, sus efectos y productos; una nueva cultu- leyes del universo. Logra la armonía» (1964: XXVIII). La entrada culturalista
ra capaz de redefinir la arquitectura. ¿Cómo una cultura así originada puede de LMQ resulta más ambiciosa: mientras que el arquitecto suizo va de las
instalarse en un medio tan distinto y distante como el peruano? Esa es, según particularidades de la ingeniería o el cálculo a una interpretación de la arqui-
Martuccelli y Kahatt, la pregunta que LMQ trata de responder con su ensayo, tectura, LMQ busca construir una definición de cultura de la cual se despren-
y que estas páginas buscarán descifrar. dan los componentes de lo arquitectónico y sus relaciones con las ciencias,
la ingeniería o la tecnología. Ese esfuerzo es el que redunda en la coherencia
5
Con posterioridad a la publicación de Espacio en el tiempo, LMQ participaría en distintos planes y preliminar del ensayo, que nunca pierde su hilo conductor.
proyectos urbanos de la ciudad de Lima y de otros lugares del país. Para comenzar a explicar su sentido de cultura, LMQ explica la naturaleza
6
No hay citas en el sentido académico, por lo que seguir las fuentes que estructura el texto no
del momento que vive, al que describe como el inicio de un «ciclo espiritual»
resulta simple. marcado por una unidad de forma y vida que nace aniquilando «el orden y las

XVIII XIX
costumbres anteriormente existentes» (1945: 31). Este nuevo ciclo espiritual Esto define dos características para el sentido de cultura al que se adhiere
presenta nuevas formas de expresión que «fusionan verdad, espíritu, material LMQ. De un lado, la oposición entre cultura y civilización, que le permitirá
y forma propios» (1945: 31). Estas definiciones asumen el enfoque organicista: sustentar el ataque contra los estilos, expresión muerta de una cultura pasada
las culturas entendidas como ciclos que nacen, se desarrollan y mueren, a la ―una civilización― a consecuencia de la cual «La arquitectura terminó sien-
manera de un ser vivo. Del mismo modo, cada cultura ―o ciclo― es un orga- do un oficio cansado, monótono y mecánico ―el academicismo― en el que
nismo independiente y cerrado, definido por un momento histórico que posee todo verdadero amor creativo habíase anulado» (Miró Quesada 1945: 16) de-
una esencia espiritual, a imagen y semejanza de la cual se construyen sus crea- viniendo esta en pura imitación. La arquitectura construida en la Colonia, por
ciones, como expresión de esta relación entre forma y vida (1945: 25-30). ejemplo, habría pasado de ser viviente y vibrante, expresión de una cultura,
El surgimiento de una nueva cultura, definida por nuevas condiciones a ser marchita y estéril cuando, repetida fuera de su momento histórico ―en
históricas que configuran su esencia y marcan su nacimiento, se asemeja a pleno siglo XX― queda reducida a un estilo. Pierde, entonces, su carácter
lo que sucede con los seres vivos, que al momento del nacimiento les corres- creativo y por tanto su valor. Esta argumentación invalidaría toda producción
ponde el estado de mayor vitalidad y claridad respecto al orden espiritual. En artística inspirada en el pasado.10
este momento es cuando más legibles resultan las relaciones entre forma, vida, El hecho de rechazar la repetición del pasado no implica negar algún rol a
materia y lugar. Para el autor, este nuevo ciclo espiritual ―esta cultura― nace la historia como fuente de conocimiento para la arquitectura; por el contrario,
destruyendo el conjunto ordenado de costumbres de un segundo organismo esta es definida como la correspondencia entre espíritu, materia y forma: «El
que, a diferencia del primero y como se desprende de los ejemplos históricos pasado nos proporciona ejemplos de esta verdad, veámoslo con ojo avizor y
que muestra, se caracteriza por el congelamiento y la reproducción de mo- corazón abierto» (Miró Quesada 1945: 27). La mirada hacia el pasado debe
mentos de esplendor de ciclos vitales anteriores; esto es, de culturas pasadas.7 focalizarse en la manera de articular los aspectos mencionados ―espíritu,
Interesa esta dicotomía entre un momento espiritual vivo y naciente y otro materia y forma― y no en los componentes de la arquitectura. Es interesante
marcado por costumbres a superar y en extinción, que es la misma señalada notar que LMQ está buscando intervenir en el debate general sobre el rol de la
por Oswald Spengler en La decadencia de Occidente para diferenciar cultura de historia en la arquitectura, que sus argumentos discuten los de Le Corbusier,
civilización.8 Desde su perspectiva, las culturas cumplen un ciclo de carácter Giedion y otros.11 Se trata de un debate que no se circunscribe al ámbito local
orgánico: nacen, crecen y mueren; por lo tanto, las hay jóvenes y florecientes y ni tiene como finalidad revalorar el pasado peruano; la historia que busca
también marchitas y que no vuelven a florecer; existen las poderosas y las dé- ponerse en valor es la historia universal.
biles, de acuerdo con el momento en que se encuentren. Se debe entender que El segundo aspecto tomado de Spengler y que caracteriza el sentido de
las culturas no poseen, para Spengler, una finalidad específica ―su propia cultura que expone Espacio en el tiempo está referido a su origen y naturaleza. El
existencia las legitima―, y es que «florecen con vigor cósmico en el seno de origen de una cultura estaría dado por una construcción imaginaria capaz de
una tierra madre, a la que cada una de ellas está unida por todo el curso de
su existencia. Cada una de estas culturas imprime a su materia, que es el se rechaza la ley de causa y efecto; las culturas nacen desde una lógica predeterminada y no pueden
hombre, su forma propia; cada una tiene su propia idea, sus propias pasiones, ir contra su origen o, como lo dice él mismo, contra su sino (Spengler, 1976: 163).La cultura es, por lo
su propia vida, su querer, su sentir, su morir propios» (1976: 48).9 tanto, la que producen los pueblos y las razas. Las extensas descripciones históricas de cada cultura
que el filósofo alemán introduce en La decadencia de Occidente buscan sustentar ese argumento.
10
Ambos autores, LMQ y Spengler construyen la contraposición entre cultura y civilización ape-
7
Es obvio que LMQ está contraponiendo la naciente cultura moderna del Perú de 1945 a las expre-
lando como ejemplo paradigmático a la diferencia entre lo griego como cultura viva y creativa y lo
siones que correspondían a distintos momentos culturales, como el neocolonial, el neoperuano o
romano como civilización repetitiva. La civilización, así entendida, es el final de una cultura; cada
cualquier otro estilo; sin embargo, lo que nos interesa es señalar cómo define cada una.
una tiene su propia civilización, un estado artificioso que «subsigue a la acción creadora como lo
8
Es importante señalar que la primera edición de La decadencia de Occidente fue publicada en ya creado […] a la evolución como el anquilosamiento […] como la decrepitud espiritual y la urbe
1918, en Alemania. mundial, petrificada y petrificante» (Spengler 1976: 61-62).
9
Spengler es uno de los defensores de la noción orgánica de cultura. Para él, la cultura sustenta la no- 11
Es el momento en que Bruno Zevi (1918-2000), por ejemplo, escribe Hacia una arquitectura orgánica
ción de raza, aun cuando modifica el sentido que esta tenía a finales del siglo XIX. En esta definición (1945) y Saber ver la arquitectura (1948)

XX XXI
regir sus productos materiales (la arquitectura, entre ellos) de la que además en el pensamiento del hombre, es el fundamento filosófico de la estructu-
no puede escapar: «Una cultura se inicia con el nacimiento de un mito que ración de un nuevo orden trascendental, supraindividual; retorno a una
sirve de rígido eje de ordenación a la humanidad, y que en concordancia con espiritualidad esencial, «elan» de nuevas tendencias» (Miró Quesada 1945: 31,
ella, y como su mejor expresión, se origina potente un arte nuevo de arquitec- cursivas agregadas). Este aspecto resulta clave para la comprensión del senti-
tura» (Miró Quesada 1945: 32). La cultura, tal como se define, marcada por do de lo moderno al que apela LMQ, una modernidad con una racionalidad
un mito originario, resulta un organismo cerrado, autorreferenciado y con un puesta entre paréntesis, debilitada.13 Este es un aspecto poco analizado del
alto grado de autonomía respecto a su contexto externo como también a las ensayo ―y de la modernidad en el Perú, en general―; se insiste siempre en
energías liberadas al interior de la sociedad que la incuba; por lo tanto, es la racionalidad de sus planteamientos, entendiendo que la espiritualidad en
una construcción reacia a cualquier transformación. Esta manera de entender LMQ es producto de la subjetividad moderna. Sin embargo, la subjetividad
la cultura, «como ciclos cerrados y organismos independientes» (1945: 25) y moderna se enmarca y define en el sistema kantiano, que el autor cuestiona
determinadas por lo que Spengler llamó el sino, le niegan la capacidad de ser citando a Sherer: «El siglo XVIII, Kant inclusive, se equivocó al no advertir
producto de agenciamientos surgidos desde la propia sociedad o introducidos que el espíritu mismo crece realmente en la historia, y que crecen sus formas
desde otras culturas ―con otros sinos y otras esencias― que pueden redundar ―llamadas a priori en el idioma filosófico― de pensar, intuir, valorar, prefe-
en beneficio de los miembros de la comunidad. Theodore Adorno, uno de los rir, amar, etc.» (Miró Quesada 1945: 10).
críticos de este enfoque, observó que también la cultura «surge en la lucha del La espiritualidad en LMQ se define, una vez más, desde las concepciones
hombre por conseguir las condiciones necesarias para la reproducción de su de Spengler, para quien los grandes pensadores no supieron hablar de «ventu-
vida» (1984: 51)12 y no solamente como correlato de una esencia anterior a ella. ra», «devoción» o «desesperación» (1975: 163),14 términos que inevitablemente
Una noción menos cerrada le da a la cultura la posibilidad de intervenir en los refieren a la espiritualidad del ámbito religioso, alejada de la subjetividad mo-
procesos de su sociedad y alterar su curso. derna que, construida desde la experiencia y articulada al pensamiento crítico,
LMQ toma de La decadencia de Occidente la dicotomía entre cultura y civili- forma parte de un sistema mayor. Lo espiritual en LMQ se sustenta además
zación para argumentar la inevitable desaparición de las culturas pasadas y el en la oposición a la causalidad, en tanto la cultura se presenta como dada (por
indetenible arribo de lo moderno, pero al mismo tiempo optó por una noción el sino) y queda a expensas de formulaciones como el «anhelo cósmico», el
estática y cerrada de cultura, incapaz de convertirse en un factor de cambio. llamado al «corazón», al «espíritu» y a la «fe», e insistiendo en asignarle un
Por el contrario, esta podría resultar una herramienta para oponerse a las lugar específico a la racionalidad, siempre supeditada a lo espiritual y con un
transformaciones necesarias para mejorar una sociedad. Al definirla de este carácter meramente instrumental. La extrema confianza en la espiritualidad,
modo va configurando una cultura específica, que se aleja de las coordenadas en detrimento de lo objetivo y lo racional, lo lleva a exclamaciones más cerca-
de la cultura moderna, entendía esta como esa fuerza libre y capaz de subver- nas a las arengas o las oraciones religiosas, una subjetividad sin pensamiento
tir el orden establecido, ese fue el sentido claro de las vanguardias artísticas crítico y, por el contrario, emocional: «Porque creo en la evolución superlativa
de inicios del siglo XX. del género humano, y en ella siento, amo y vibro en ansias de interpretar ar-
quitectónicamente su espíritu» (Miró Quesada 1945: 33).
La superación del racionalismo
Un segundo aspecto clave en la noción de cultura de Espacio en el tiempo es 13
Esta posición se podría entender ―una vez más― como anticipo de las propuestas posmodernas
la postura frente a lo racional: «la superación del racionalismo, omnipotente frente a la crisis de la racionalidad; sin embargo, como veremos más adelante, está lejos de serlo.
Quien se ha ocupado de este tema con más profundidad es Gianni Vattimo (2006), a partir de los
conceptos de razón débil y pensamiento débil. Pero debe entenderse que el sentido de la razón
débil es dar espacio al pensamiento no hegemónico que no puede ejercer su legítimo derecho a
12
De lo contrario, ese sentido macrocósmico y ese destino único acaban cimentando un someti-
expresarse y que acaba «oculto» por la racionalidad.
miento ciego que conduce a la inevitabilidad del dominio ―del hombre por el hombre― y de la
injusticia (Adorno 1984: 52). Una sociedad quedaría conforme ante su destino inevitable ―ante 14
Esta crítica a la racionalidad está presente en La decadencia de Occidente: «Hay una lógica orgánica,
su sino, en Spengler―, apagando la posibilidad de luchar contra él. Adorno pone en evidencia el una lógica instintiva de la vida, segura como un ensueño y opuesta a la lógica de lo inorgánico, de
carácter conservador de la definición de cultura de Spengler y nos permite situar sus coordenadas. la inteligencia, de lo intelectual» (Spengler 1975: 163).

XXII XXIII
Los cuestionamientos a la racionalidad desde el seno de la modernidad se producir coherencia.16 Desde esta perspectiva, la espiritualidad en Espacio en
vuelven un lugar común acabada la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, el el tiempo parece anteceder a la racionalidad y encontrarse muy cercana a la
planteamiento de Espacio en el tiempo, escrito sobre el filo de la posguerra, está que expresa de manera transparente y honesta la dedicatoria de LMQ a su
lejos de seguir esos reclamos. Para LMQ ―como para Spengler y de alguna madre, evidenciando una profunda religiosidad que antecede su ser arqui-
manera para Giedion― el deterioro de la vida misma y de las ciudades tendría tecto y que luego parece impregnar todo el ensayo. Se trataría de un proyecto
su origen en la excesiva racionalidad y la pérdida de lo espiritual. Esto deriva de modernidad que busca construirse desde las creencias y tradiciones pre-
en un continuo tono de reclamo para que la racionalidad ocupe un lugar en modernas en las que vive la sociedad peruana. Una espiritualidad de corte
la vida humana, un lugar que en las páginas del libro va especificándose: el religioso capaz de llenar de sentido un discursos moderno carente de él, en
de la tecnología, los materiales, los medios de transporte o la prefabricación y una sociedad marcada por las tradiciones.
la industria. Sin embargo, la crítica desde la modernidad a la racionalidad se
enfocó justamente en los subproductos de industria, aquellos que al definir la 2. Espacio y tiempo. El fin del tiempo como imperativo categórico
vida cotidiana acabaron alienando al ser humano de su propia naturaleza. Ese El carácter espiritual de corte spengleriano asumido en Espacio en el tiempo
es el sentido del llamado de Heidegger, por ejemplo, que implicó un distancia- lo distancia de Espacio, tiempo y arquitectura, la obra que Sigfried Giedion
miento de lo industrial y lo tecnológico a favor de una racionalidad reconcilia- (2009) escribiera cinco años antes y que fuera sin duda una de sus referencias
da con las tradiciones, el lugar y la cultura vista con ojos críticos. principales.17 No solo la motivación ―una sociedad desestructurada por la
LMQ, por el contrario, muestra en el libro una gran fascinación por la tecno- industria y necesitada orientación―, sino además la estructura y la recurren-
logía y la industria. Los elogios dirigidos a todo lo derivado de la producción cia a ejemplos del pasado para legitimar cada razonamiento, son análogas en
mecánica evidencian la confianza en su capacidad para resolver gran parte de ambos escritos. Tampoco es casual que ambos títulos contengan las palabras
las demandas de lo arquitectónico, lo urbano y la vida misma. Se puede decir espacio y tiempo; sin embargo, el significado que asumen para cada autor es
que la espiritualidad reclamada en Espacio en el tiempo no es necesariamente marcadamente distinto.
producto de un desencanto de la racionalidad. Tampoco debe confundirse el LMQ entiende el espacio y el tiempo como magnitudes impregnadas de esa
trasfondo del ensayo con los manifiestos de la modernidad que reivindican el espiritualidad inherente a la cultura, la que define cierta preeminencia entre
espíritu de la época; está bastante lejos de serlo.15 Mientras que en Le Corbusier, ambas categorías: «el hombre en cada tiempo ha comprendido y definido su
por ejemplo, el reclamo por el zeitgeist va de la mano con el elogio a la ra- espacio de una particular manera. Se ha hecho un espacio en un tiempo; y
cionalidad en sentido amplio ―desde la tecnología, el pensamiento de los según ello ha entendido la vida» (Miró Quesada 1945: 10). Ya no se trata de dos
ingenieros, la ruptura con las tradiciones, la crítica a la sociedad aristocrática magnitudes equivalentes; el espacio pertenece ahora a un tiempo específico,
y a los palacios, etcétera―, LMQ defiende un retorno a la espiritualidad como
superación de una racionalidad devenida en limitante.
No puede dejar de mencionarse que la conjunción entre espiritualismo, re-
ligiosidad y una fuerte crítica a la racionalidad son consecuencia de un vacío 16
Esto supuso la crítica a un tipo de pensamiento retrógrado y conservador que años después
de sentido en el momento de transición de lo premoderno a lo moderno. La
empezaría a predominar en la Europa fascista. Esta fue una de las críticas al pensamiento de
exacerbación de lo espiritual en detrimento de la racionalidad habla de la di- Spengler, quien a través de la espiritualidad y la subjetividad buscaba construir una alternati-
ficultad para explicar y solucionar los problemas fundamentales de la época, va a las ideologías emancipadoras, en especial al socialismo. La espiritualización de la cultura
así como de la imposibilidad de construir principios intelectuales capaces de y el ataque a la racionalidad no fueron una construcción desinteresada ni desideologizada;
constituye, por el contrario, la construcción de una lógica cultural que corresponde a un obje-
tivo ideológico.
15
La abundante carga espiritualista hace difícil incluso la comprensión de los postulados prin- 17
Giedion escribe Espacio, tiempo y arquitectura en 1940. Si bien Giedion plantea una relativiza-
cipales, y le quita la objetividad necesaria para ser tratado como un texto académico; no obs- ción de lo racional y lo subjetivo (1940 [2009]: 51), rápidamente rechaza la idea que considera
tante, algunos autores lo consideran un tratado sistemático. Para los efectos de este ensayo, no que cuando la ciencia y la industria prosperan las artes decaen, uno de los principales sustentos
profundizaremos en este aspecto. de la idea de civilización de Spengler.

XXIV XXV
está en un tiempo, porque debe pertenecer a una cultura.18 Al ser entendido cultura». Este sentido de lejanía/extensión será finalmente el que construya
desde un tiempo, el espacio deja de ser «mera dimensionalidad» para dar sig- el sentido de «espacio». Durante varias páginas ambos autores revisarán las
gnificado a los productos materiales de su cultura. A su vez, el tiempo está principales obras de arquitectura de distintas culturas ―griega, romana, egip-
definido por el sino, esa marca indeleble que designa su futuro y le impide cia, china, medieval― para demostrar la relación entre ese sentir la extensión,
asumir algún rol fuera del que la cultura misma le otorga. la construcción espacial que de esta se desprende y su «espiritualidad».
La noción de tiempo es fundamental para la modernidad; en ella se incuba Esta manera de comprender el espacio requiere, para el autor, la presencia
la noción de progreso (progresión), que acabará definiendo esa capacidad de de un agente mediador ―el arquitecto―, un «artista que da significado y to-
cambio, ese impulso transformador y, en consecuencia, esa condición emanci- que de vida» (1945: 120). El artista/arquitecto debe sentir esa dimensión de
padora inherente a la modernidad originaria. Una noción de tiempo presa del extensión que marca el espíritu, lo debe materializar en una forma arquitec-
sino cultural podría devenir en incapaz de evolucionar ―o revolucionar― y tónica y hacerlo evidente a toda la sociedad, momento en el cual se visibiliza
de ser agente de cambio en la sociedad. Aquí se van estableciendo las dife- el sino común de su cultura. El replanteamiento de las nociones de espacio y
rencias entre los presupuestos del Movimiento Moderno y los de Espacio en el tiempo en términos de autonomía/sujeción operado en Espacio en el tiempo le
tiempo, comprendiéndose mejor la preferencia por hablar de «arquitectura vi- asigna a la arquitectura un margen de maniobra mínimo respecto a la cultura,
viente» antes que de «arquitectura moderna», en tanto que lo moderno invoca una función restringida a materializar lo que la cultura ya es. No le es posible
el cambio, la transformación y la emancipación. a la arquitectura, y por extensión al arquitecto, ir más allá de lo que el sino les
Para Giedion, por el contrario, siguiendo a los cubistas, la física y final- permite. El arquitecto, definido así como el mediador de ese proceso, no pue-
mente a Kant, espacio y tiempo son dos condiciones puras y equivalentes de mirar la realidad sino a través de la cultura ya dada, quedando reducido a
―y, por lo tanto, en tensión permanente―. Es la misma tensión que se plan- un agente sin capacidad de ser partícipe en un proceso de transformación es-
tea entre subjetividad y racionalidad, y que no apunta a una superación del tructural de la realidad. La noción de espacio y tiempo desarrollada por LMQ
racionalismo a partir de una apuesta por la espiritualidad y la emoción, sino le restan al arquitecto la capacidad de agenciamientos políticos mermando su
a establecer una equivalencia entre ambas esferas, entendiendo por ejemplo rol social. ¿Puede una concepción del arquitecto así pensada no contradecir el
que lo espiritual en el arte contiene también una forma de racionalidad. Es en sentido que la modernidad le otorgó a esta disciplina en sus orígenes?
este punto donde se diferencian los planteamientos de ambos libros: al pasar
de la conjunción «y» a la preposición inclusiva «en» se aprisiona el espacio y 3. Arquitectura y sociedad. El Perú de Espacio en el tiempo
esa dependencia pasará a la arquitectura. El punto de partida de LMQ para abordar la relación cultura-sociedad se en-
Espacio en el tiempo plantea para la arquitectura un rol importante en la cuentra en la mirada crítica sobre la civilización occidental y la manera como
consolidación de la cultura; se trataría del primer producto de «toda nueva e las ciencias, la industria y la tecnología han alienado al ser humano, han em-
inconsciente fuerza ordenadora» (Miró Quesada 1945: 31) capaz de materiali- pobrecido su aura espiritual y la han llevado a un estado de desolación.19 El
zar el mito cultural originario, de poner en evidencia eso que caracteriza a una crecimiento urbano debido a la producción industrial que «trastornó los ha-
cultura. El autor utilizará el concepto de «lejanía» (Spengler 1976: 229) o «el bituales modos de vida» (Miró Quesada 1945: 36) será el argumento desde
modo de sentir la extensión» como generador del «símbolo primario de una el cual el ensayo haga frente a la cuestión social. Hay una mirada defectiva

18
Esta definición proviene también de Spengler, para quien el tiempo «evoca siempre algo muy
personal», en contraposición con el espacio, que es externo al ser humano y, como ya se señaló, 19
Así como Spengler busca una respuesta para la crisis cultural de Occidente, Giedion y LMQ lo hacen
cultural (colectivo): «Creamos el tiempo como representación o concepto, y mucho más tarde para la arquitectura. Sin embargo, Giedion se aleja del conservadurismo de Spengler y avanza hacia
es cuando entrevemos que nosotros mismos, viendo, somos el tiempo» (1976: 169, cursivas del donde se dirigían el pensamiento de la época: hacia un enriquecimiento de la racionalidad y, por tanto,
autor y negritas agregadas). Para el filósofo alemán, el tiempo es producto de la inteligencia de la modernidad occidental. En lo social mantiene vínculos con Spengler cuando afirma que el «ideal
cósmica de las culturas superiores; cada cultura tiene el suyo propio y no esa «magnitud de la reintegración de esas personalidades divididas y esas civilizaciones no incluye un programa de
inorgánica, tan errónea» (1976: 169). El tiempo, en Spengler, se encuentra en el terreno de lo cambio social» (Tournikiotis 2001: 42). Su neutralidad en lo social circunscribe sus preocupaciones a
subjetivo y carece de carácter científico. las relaciones del individuo con su exterior a partir de las posibilidades que la época brindaba.

XXVI XXVII
―contradictoria, como ya se señaló― a todo aquello que no responda a la mo- que el artista debería actuar y como causa principal del empobrecimiento del
dernización industrial o el transporte mecanizado, viéndolo como salvaje o arte y la cultura. El autor no perderá la ocasión, a lo largo de su trayectoria, de
bárbaro (1945: 37). Desde esta óptica, y extasiado con el desarrollo industrial, señalar una y otra vez la decadencia del muralismo como una evidencia de lo
el autor reclama la necesidad de una reorganización de las formas sociales; la nefasto de esta relación (1966: 106).
arquitectura y el urbanismo tendrán la «misión de equilibrar y estructurar el Esto resulta una clara contradicción, dado que su defensa de la autonomía
nuevo espíritu nacido de tan rápido y glorioso desarrollo» (1945: 40). del arte y la cultura respecto a la ideología debió llevarlo a entender el declive
Acertadamente, se plantea que desde la atención al problema de la vivien- del muralismo únicamente en términos pictóricos. Se evidenciaría entonces
da y desde el urbanismo sea donde se creen nuevos procedimientos para un que, a pesar de su discurso, los argumentos de LMQ se movían en el plano
nuevo orden. Sin embargo, el trabajo sobre la vivienda es entendido como una ideológico, lo que es más claro si se analiza el lugar desde el que se enuncia
cruzada en la que higienismo moral y lucha contra la tuberculosis se confun- específicamente Espacio en el tiempo. En 1945, el debate ideológico sobre la
den en un solo discurso, como ocurrió a finales del sigo XIX en Europa. Los modernidad iniciado a fines de los años veinte (Castro 2008: 168)20 había que-
argumentos serán circulares: la arquitectura y el urbanismo deberán resolver dado reducido al enfrentamiento de las posiciones radicales del APRA ―sin
los problemas para una sociedad ya dada, la sociedad presenta un desequili- mayor lustre intelectual― frente a un conglomerado de ideas que formaban
brio al que el texto no se aproxima, no existen precisiones sobre su magnitud el discurso de los grupos de poder y que transitaban entre la defensa del li-
ni valoraciones sobre qué aspecto resulta más o menos urgente de atacar o beralismo económico, el idealismo filosófico y, sobre todo, un pensamiento
qué procedimientos a seguir. Parecería que el problema se reduce al creci- tradicionalista-conservador de corte romántico e hispanista encabezado por
miento de la población, que ha expandido la ciudad. El desequilibrio social José de la Riva-Agüero. Esta polaridad es consecuencia de otra mucho más
es sólo un problema de magnitudes y dimensiones, no de exclusión de una evidente y crítica en el plano político: el APRA, representante de los sectores
mayoría a causa de diferencias socioeconómicas criticables. No existe, como populares, estuvo proscrita desde 1935 hasta 1945, y se mantuvo como una
no existieron incluso en los proyectos urbanos de la Agrupación Espacio años amenaza permanente durante los gobiernos de corte oligárquico de Benavides
más tarde, ninguna idea clara de los problemas estructurales de la sociedad y Prado. Durante todo este tiempo, el diario El Comercio ―de la familia Miró
ni de la ciudad peruana (Ludeña 2003: 181). El discurso espiritualista y volun- Quesada, donde escribía en ese mismo instante LMQ― fue el sostén mediá-
tarista, y el repaso de las formas en que a lo largo de la historia universal se tico de las élites económicas y políticas (Klarén 2005: 340-350) y, por cierto,
establecieron relaciones entre arquitectura y sociedad, intentan reemplazar la también, la herramienta más eficiente para la difusión del antiaprismo.
enorme distancia de una realidad inmediata, pero que aparece como impo- LMQ no pretendió introducirse en el debate ideológico. Tanto él como sus
sible siquiera de ser descrita. colaboradores siempre pusieron énfasis en el carácter cultural de la Agrupación
Si bien a lo largo de Espacio en el tiempo se siente el esfuerzo por elaborar Espacio y de su labor antes y después de la Declaración de Principios.21 Como
un discurso desideologizado, defendiendo una perspectiva cultural y desvin- lo recuerda Adolfo Córdova, uno de sus más cercanos colaboradores, «Éramos
culada de la realidad socioeconómica, esto se hace más evidente y crítico en un grupo de arquitectos, pintores y escritores que queríamos actuar moderna-
el capítulo «Nueva forma social, nueva arquitectura», referido específica- mente, no había derecha ni izquierda, son dos momentos distintos. El Social
mente al urbanismo, al problema de la vivienda y la sociedad. El esfuerzo
por soslayar ―o más bien la ausencia de― cualquier mención a la necesidad
de transformar la sociedad, genera esa circularidad del discurso que acaba
20
Debate entre Mariátegui, Haya de la Torre y, más tarde, Víctor Andrés Belaúnde, en el cual se
buscó una interpretación local a las principales ideas modernas. El primero lo entendió desde el
encerrado sobre sí mismo sin señalar ningún camino claro.
problema del indio y el socialismo; el segundo, desde lo latinoamericano y la noción de progreso;
Esta actitud parece legitimada por el contexto cultural latinoamericano, y Belaunde, desde su oposición a lo moderno en defensa de nuestras herencias.
que en esos años buscaba deshacerse de la carga ideológica que desde el mu- 21
Según el testimonio de Adolfo Córdova, la Agrupación Espacio no tenía ningún orden ideoló-
ralismo lo había vinculado al arte, más específicamente a la relación entre gico: «esta era absolutamente cultural, no solo era un grupo de arquitectura, era cultural en los
socialismo y arte. Los argumentos de LMQ contra esta relación apuntarán términos generales de modernidad, de estar al día con la ciencia y el arte. Políticamente no había
siempre a señalar lo ideológico como limitante de la libertad espiritual con la discusión» (Martuccelli 2012: 93).

XXVIII XXIX
Progresismo viene mucho después, diez años después» (Martuccelli 2012: 96). cétera) sin esbozar una sola opinión crítica. Si bien la arquitectura peruana
Parte de la tarea asumida por LMQ consistió en desideologizar el debate se encontraba en la búsqueda de un camino propio,26 la reconstrucción de
cultural y artístico con la finalidad de lograr el convencimiento y el apoyo de la Plaza de Armas luego del terremoto de 1940 pareció darle la hegemonía
la élite socioeconómica que podría mirar el arte moderno como una manifes- al neocolonial, por encima del neoperuano, el eclecticismo o la arquitectura
tación de bolchevismo, como habría sucedido en la década de 1920. El esfuer- moderna, la que por cierto ya exhibía algunos ejemplos sólidos en la obra de
zo por modernizar la escena cultural22 encontraba además la resistencia de Alfredo Dammert,27 entre otros arquitectos locales.
los sectores más acomodados de la sociedad peruana, aferrados a lo que más LMQ debió de entender que la lucha contra los estilos y el academicismo
tarde Salazar Bondy llamaría la Arcadia Colonial, esa «extraviada nostalgia» predominante era en realidad una lucha contra su propio contexto socioe-
por la época virreinal, a la que se había idealizado con la intención de ocultar conómico y familiar, y que esta lucha se daba en el orden ideológico tanto
la voluntad de perpetuar el dominio sobre esa otra parte del Perú no criollo como en el de las mentalidades. En este sentido, él mismo debió de sentirse
(Salazar Bondy 1964). rehén de su medio y, de cierta manera, «obligado» a diseñar proyectos en
Desde esta perspectiva, el prestigio de lo neocolonial en la arquitectura estilo neocolonial ―como los realizados poco antes de 1945 y publicados en
peruana de los años cuarenta se debe entender como manifestación cultural las mismas páginas de El Arquitecto Peruano―, como respuesta coherente a su
de la hegemonía económica y social que detentaba la oligarquía peruana. Esto lugar de origen. El esfuerzo por negar las relaciones entre cultura, ideología y
se hace más claro en la falta de recursos teóricos que el neocolonial exhibía transformación social era un imperativo si se tenía el objetivo de convencer a
localmente,23 evidenciando su origen no intelectual y, por el contrario, basado las élites conservadoras, a las que conocía perfectamente.
en cierto sentimentalismo que iba desde las Tradiciones peruanas de Ricardo La operación de LMQ para modernizar la cultura, el arte y la arquitectu-
Palma24 hasta los valses modernizados de Felipe Pinglo.25 ra tiene, entonces, dos componentes: por un lado, una suerte de «operación
Este espíritu retrógrado sobrepasaba los esfuerzos por modernizar la arqui- de limpieza» de estos conceptos, eliminando el carácter reivindicativo y an-
tectura emprendidos desde El Arquitecto Peruano, revista que, a pesar de sus tiburgués que habían desarrollado en los treinta años anteriores, algo que,
intenciones, parece haberse visto obligada a presentar en sus páginas obras dada el alza de los movimientos populares, se hacía necesario para su acep-
y proyectos neocoloniales o de otros estilos (californiano, ecléctico, tudor, et- tación en los grupos de poder (Lauer 1975: 168). Un segundo componente
tiene que ver con la estructuración de un sentido de cultura moderna, igual
de acrítica, emotiva, subjetiva y espiritualista que la mentalidad nostálgica
22
Destacan como antecedentes la revista El Arquitecto Peruano, que Fernando Belaunde publicara
y prejuiciosa de herencia hispana y criolla. Apelar a una modernidad «a lo
durante más de tres décadas y que se convirtiera en el principal medio de difusión de la mo-
dernidad en arquitectura; los artículos y proyectos de Héctor Velarde y los proyectos de Alfredo Giedion», en la que lo intelectual y lo sentimental se encontraban equilibra-
Dammert. Toda esta década, sin embargo (1935 a 1945), habría resultado insuficiente para asen- dos, podía constituir un exceso para un sector de la sociedad renuente al
tar lo moderno en la arquitectura. Esto, en parte porque, a diferencia del ámbito propiamente cambio. Las concepciones de Spengler en lo espiritual y subjetivo se hallaban
artístico, donde escritores, músicos y pintores militaban en una corriente específica ―naciona- en sintonía con la sensibilidad, nostalgia y religiosidad de los sectores
lismo indigenista, vanguardia abstracta, etcétera―, los arquitectos exhibían obras en uno u otro dominantes. Siguiendo a Theodore Adorno, estas posiciones contienen ―aun
estilo, como se comprueba en la obra de ese período correspondiente a Héctor Velarde, Ricardo
Malachowsky, Rafael Marquina y el mismo Luis Miró Quesada.
23
Se pueden conocer las diferencias entre el neocolonial peruano y el argentino, en especial el 26
El eclecticismo de corte historicista era de uso común. La temperatura de ese momento se pue-
aporte de Martín Noel, en Arquitectura latinoamericana, de Ramón Gutiérrez. En el caso peruano,
de medir en la pluma de Velarde, quien en sus escritos indagaba y cuestionaba todas las opciones
parece ser más influido por las Tradiciones de Ricardo Palma, la nostalgia y el sentimentalismo.
estilísticas, más que defender una dirección para hallar una arquitectura peruana.
24
De 1872 a 1889 Ricardo Palma escribió una serie de relatos costumbristas sobre el Perú prehis- 27
Alfredo Dammert, arquitecto peruano, estudió en Aquisgrán, Alemania, con la metodología
pánico, la Colonia y los primeros años de la República, publicados en conjunto por primera vez
de la escuela de diseño y arquitectura de la Bauhaus. A su regreso al Perú fue el primero en
en Argentina, con el título Tradiciones peruanas.
diseñar proyectos claramente modernos (los principales son los barrios obreros de La Victoria y
25
Músico popular limeño, renovador del vals peruano, género criollo por excelencia en toda la Caquetá), de 1935 a 1937, edificios públicos como el Mercado de Miraflores (hoy de Surquillo) y
primera mitad del siglo XX. numerosas casas unifamiliares.

XXX XXXI
hoy― un carácter ideológico, «en tanto que ponen a priori lo espiritual como a aspectos puntuales como el clima, cuando menciona la posibilidad de usar
algo independiente y superior respecto a las condiciones de su producción techos planos, patios y balcones limeños. Otro indicio de sus reales preocupa-
material» (2004: 300).28 ciones es que de las 144 fotografías que ilustran el libro, solo dos ―una cerá-
Al afirmar la pertenencia de la arquitectura de manera casi exclusiva al ám- mica prehispánica y un balcón limeño― son de origen nacional. ¿Estas pocas
bito de la cultura, pretendidamente desvinculada de lo ideológico y del pro- y ligeras menciones son suficientes para afirmar que Espacio en el tiempo es un
blema de la transformación de la sociedad, LMQ construyó un concepto de libro que busca definir un discurso moderno vinculado al Perú? ¿Su postura
modernidad que permitía preservar ―o que no amenazaba― las condiciones sobre la cultura constituye realmente una reflexión desde lo nacional?
de la sociedad peruana en términos económicos, productivos, sociales e ima- Con el fin de esclarecer este punto revisaremos el pensamiento de LMQ
ginarios, conservando las relaciones de dominación al interior de la sociedad sobre este mismo problema en el campo del arte. El debate en el ámbito artís-
y de dependencia hacia el exterior, mientras se construía la ilusión de moder- tico latinoamericano durante la década de 1940 podría graficarse como un
nidad desde el arte y la arquitectura. entrecruzamiento entre la corriente nacionalista en retirada y la universalista
buscando hegemonizarse. Ambas inician el período con un proceso de mutua
4. El Perú en Espacio en el tiempo influencia ―marcando los debates en Latinoamérica, incluido, más adelante,
el Perú― que culminaría con la consolidación de la abstracción y con esta
Lo analizado hasta aquí nos permite describir la naturaleza del proyecto de
como sinónimo de arte moderno en estas latitudes. Para inicios de la década
renovación cultural que LMQ buscó echar a andar mediante su trabajo de empieza a quedar claro el agotamiento del discurso que buscaba la síntesis
difusor de las nuevas ideas modernas. Su sentido de cultura, maniatado por entre las identidades nacionales y el lenguaje de las vanguardias europeas de
el sino, donde ya todo viene dado, dejando nulas las posibilidades de trans- inicios de siglo. Esto produjo el abandono de las búsquedas alrededor de lo
formación de la sociedad, parece ser una construcción destinada a una so- propio, enraizándose poco a poco la idea de que bastaba ser mexicano, bra-
ciedad como la peruana, tradicionalista, llena de prejuicios sin explicaciones sileño o peruano para hacer una pintura mexicana, brasileña o peruana.29 Mu-
racionales, y religiosa hasta el fanatismo. Aun cuando se trate de una noción chos artistas, sin embargo, mantienen indagaciones alrededor de temas de or-
de modernidad dispensada de su ímpetu emancipador, conservadora y cóm- den nacional; no obstante, para la crítica posterior esto no es suficiente porque
plice de las relaciones de dominación, esta tendría su origen, en palabras de «Si bien alrededor de 1945 la opción de sentirse universales parecía sin duda la
Martuccelli y Kahatt, en la necesidad de adaptar el discurso moderno a la única válida, no deja esta de ser una opción que de alguna manera responde al
realidad local. viejo problema entre identidad y modernidad. Para entonces América Latina
Sin embargo, como ya se señaló, la revisión del texto pone en evidencia ha tomado decididamente el camino de la segunda» (Manrique 1978: 32-33).
que las pocas menciones de LMQ sobre lo peruano nunca llegan a ser es- Este viraje de ámbito continental habría estado acompañado de un cambio
tructurantes de su discurso ni se desarrollan en profundidad, como sí sucede de perspectiva sobre el rol del arte y el artista, liberados ambos de la obliga-
con sus análisis de la función, la tecnología o la historia universal. Los pocos ción de ayudar al cambio de la sociedad, idea recurrente en los países lati-
párrafos en los que el autor habla de la cultura local se refieren de inmediato noamericanos a partir de la Revolución Mexicana (De Juan 1978: 38). El ago-
tamiento y los excesos retóricos del muralismo mexicano habrían abonado el
desplome de todo lo que este representó. Lo que en algún momento fue revo-
28
Cuando Adorno discute la no intencionalidad del arte, explica que su defensa «delata una
lucionario devino en expresión oficial, dejando ese espacio a las corrientes de
autoconciencia inconsciente del arte, de su participación en su contrario; esa autoconsciencia
motivó el giro del arte hacia la crítica de la cultura, que lo libró de ser puramente espiritual»
carácter universalistas, como parte de la oscilación acostumbrada.
(Adorno 2004: 18); es decir, la afirmación de la no intencionalidad social del arte, y por tanto En el Perú, la corriente nacionalista, herencia del indigenismo de inicios de
su ideologización, es simplemente la afirmación ideológica del mismo. Desde el lugar de la en- siglo, se sostenía por la presencia de José Sabogal en la dirección de la Escuela
unciación―el de los sectores dominantes―, la supuesta concepción desideologizada de LMQ de Bellas Artes ―desde 1932 hasta 1943―, extendiéndose a la música y la
significaría, según Adorno, la evidencia de un medio que requería vincular cultura, arte, ideo-
logía y sociedad. Y es que «nada social en el arte lo es de una manera inmediata […]. Lo social
en el arte es su movimiento inmanente contra la sociedad, no su toma de posición manifiesta» 29
Un par de décadas después será José García Bryce el más claro defensor de estas posturas en la
(Adorno 2004: 300). arquitectura peruana.

XXXII XXXIII
literatura30 con el mismo figurativismo de la pintura. Con el regreso al Perú y una unitaria concordancia de espíritu y forma» (Miró Quesada 1961). Las
del pintor Ricardo Grau en 1937 y la fundación de la Asociación de Artistas telas se analizan con prescindencia de su valor arqueológico e histórico y sin
Aficionados (AAA) se inicia un período que Juan Acha denomina «La Escuela considerar su función, origen o rol social. Esto se enfatiza al diferenciarlas
de París» y que significa el primer cuestionamiento duro a la retórica indi- de los tejidos prehispánicos no por su uso o por su producción, sino porque
genista a partir de la introducción de las lógicas y los modos de pintar de estos últimos presentan motivos repetitivos y las telas exponen un motivo
las vanguardias artísticas del siglo XX. Este período se extenderá, según el central, lo que las asemeja a un cuadro y, por tanto, a una obra de arte tal
mismo autor, hasta 1949 ―un año después de la Declaración de Principios de como esta se entiende modernamente. Las pinturas prehispánicas evocarían,
la Agrupación Espacio― cuando se inicia el proceso de consolidación de la en palabras de LMQ, los universos pictóricos de Klee y Miró, «un universo
pintura abstracta; y no será sino hasta finales de la década de 1950 cuando el pre-racional y poético, en donde el humanismo desaparece ante lo religioso,
arte abstracto y la arquitectura moderna se consoliden.31 y las sensaciones ante las creencias o, más exactamente, ante la apetencia de
Para Mirko Lauer Arte en debate (Miró Quesada 1966)32 permite reconstruir sentido y una creencia» (Miró Quesada 1961). El autor encuentra una sintonía
el ideario de las principales posiciones de LMQ respecto al arte, que pronto espiritual entre las expresiones prehispánicas y el arte abstracto, de la misma
serían asumidas por el ambiente cultural peruano. Estas se resumen en «la in- manera como Giedion encontraba relaciones entre el arte rupestre y la pin-
determinación social del arte, como proceso y como producto, la invalidación tura moderna. Para lograr esta asociación, las pinturas deben ser reducidas a
del realismo incluso como búsqueda, y su cuestionamiento como posibilidad, expresiones artísticas que hablen de una visión cósmica, más allá de la situa-
la separación del hecho artístico de toda ideología y la imposición de un deter- ción geográfica específica. Las circunstancias locales no definen la naturaleza
minado criterio de modernidad» (2007: 168). Cada uno de estos puntos corres- artística de los objetos analizados; la definen su geometría basada en líneas,
ponde a capítulos en la selección de Arte en debate; cada uno tiene, por tanto, su cromatismo y todo aquello que exuda el sentido de identificación armóni-
un desarrollo argumentativo que permite entender cómo planteaba LMQ las ca y la espiritualidad.
relaciones del arte con lo ideológico, lo social, lo nacional y la realidad. Revi- Para el autor, la pintura precolombina trascendió por su afinidad con el es-
sarlos permite ampliar su aproximación a la arquitectura, entendida esta por píritu moderno y su lenguaje abstracto. Su valor no reside en el lugar de ori-
el autor como parte de lo artístico. gen; por el contrario, el lugar de origen debe ser desplazado, disuelto, para
Es difícil dilucidar el rol de lo nacional en la definición de cultura subyacente establecer el vínculo entre el objeto y los tiempos modernos. Para disolver el
en Espacio en el tiempo, no solo por sus escasas menciones sino además porque tiempo y convertir el pasado prehispánico en el presente moderno es necesario
estas son de una generalidad inasible. LMQ era un gran conocedor del Perú, que el tiempo asuma ese carácter subjetivo argumentado anteriormente. Pero
de sus manifestaciones culturales y artísticas no solo contemporáneas a él en esa disolución del tiempo, la distancia también acaba diluida; que el tiem-
sino de todas las épocas. La generalidad de sus opiniones no es producto po sea uno solo permite definir un mito de origen. Para esto, el tiempo debe
de una distracción o desconocimiento; debemos entender que se trata de también ser subjetivo, como se señala repetidamente en los escritos de LMQ.
una elección. Es el caso de los comentarios a la exposición Pinturas del Perú No solo el espacio se diluye. En el capítulo «Nacionalismo y arte» (1966), con
precolombino, organizada por el Instituto de Arte Contemporáneo en 1961. el fin de desmontar las retóricas nacionalistas defendidas por Sebastián Salazar
Se trata de la presentación de catorce telas pintadas y mostradas como una Bondy, quien definía el sentido de nación como la integralidad de elemen-
forma de entender el hecho artístico en sí mismo, con prescindencia de su tos ―«hombre, naturaleza, geografía, etcétera, que poseen un denominador
época. LMQ explica en el catálogo que el arte es finalmente un lenguaje for- común consolidado a través de la historia» (Miró Quesada 1966: 146)―,33 LMQ
mal «que no tiene otra taxativa que una riqueza de sensibilidad expresiva se vale del pensamiento del mexicano Jorge Portilla.34 Para este, la oposición a

30
En los cuentos y las novelas de José María Arguedas y Ciro Alegría, entre otros. 33
Los razonamientos de Salazar Bondy son bastante básicos y, como dice Mirko Lauer, el debate
31
Prueba de esta demora es la polémica sostenida por LMQ con distintos críticos, artistas y filóso- no alcanza un nivel intelectual importante, pero no es el fin de este ensayo analizarlo, sino la
fos, entre los que sobresale Sebastián Salazar Bondy. construcción de las ideas de LMQ.
32
Una selección de artículos publicados en distintos medios. 34
LMQ cita el artículo «Crítica de la crítica», de Jorge Portilla, nacido en México y abogado de profesión.

XXXIV XXXV
la universalidad construida desde una particularidad de orden geográfico es acaba también por diluir al hombre que habita en una región. Un segundo as-
inútil, en la medida en que los límites geográficos (políticos) no definen los de pecto es el ideológico. El llamado de Salazar Bondy se encuentra en ese campo,
orden cultural. Hasta aquí, se trata de un punto de vista a favor de una iden- tanto como la defensa de LMQ. No obstante, se trata de un debate en ese orden,
tidad de sentido amplio y diverso;35 sin embargo, luego se pregunta: «¿Puede de dos personas que pretenden no entrar en ese campo. Es ahí donde el debate
realmente alguien creer que Machu-Picchu y Torre Tagle constituyen una línea se empobrece, tal como lo señala Lauer, porque al eludir el carácter ideológico
de tradición? Que ambas se hayan dado en un territorio que hoy constituye el se pierden en afirmaciones de orden seudocultural y no profundizan en los as-
Perú no determina necesariamente que una sea consecuencia de la transmisión pectos sustanciales. En el caso de LMQ, el prurito ideológico de la universali-
cultural; muy al contrario, sus voluntades de forma son totalmente diferentes» dad lo lleva a construir una noción de espacio que va más allá de la delimitación
(Miró Quesada 1966: 147). geográfica. De esta manera, el espacio, al igual que el tiempo, queda disuelto;
Estas afirmaciones parecen entrar en contradicción con un principio una y el mundo, según la lógica moderna universalista, es un solo gran espacio. El
y otra vez mencionado en Espacio en el tiempo, el de una «espiritualidad espacio ha perdido su condición específica y tiene sentido solo en el tiempo, en
construida desde el vínculo con la tierra». La pregunta es clave: ¿qué tienen ese tiempo actual, subjetivo y al servicio del nuevo sentido cultural.
en común Pachacámac, la Catedral de Lima, Machu Picchu y Torre Tagle? Esta digresión nos permite abordar el tercer aspecto, el sentido de lugar y la
Damián Bayón (1974) intentó responderla al hacer un profundo estudio supuesta defensa de las tradiciones locales para ser tomadas en cuenta por la
comparativo entre edificios coloniales y sus referentes hispanos, entre ellos arquitectura en el pensamiento de LMQ. La imposibilidad de encontrar algo
la Catedral de Lima, la del Cusco y la de Puno. La respuesta es afirmativa, en común a Machu Picchu, Torre Tagle y Pachacámac niega las hipótesis de
porque la realidad en amplio sentido, desde la sísmica (absolutamente geo- Kahatt y Martuccelli. Para LMQ no los une ni un sentido cultural, ni espiritual,
gráfica) hasta el carácter productivo (artesanal), pasando por la cosmovisión, ni geográfico ni tradicional. Podría pensarse que uno es el LMQ de Espacio
la religión y la situación de sometimiento de los indios durante el virreinato, en el tiempo y otro el de Arte en debate. Sin embargo, puede verse cómo LMQ
transformaron los edificios hispanos en algo diferente a su referente original. entiende que la tecnología ha permitido la evolución social: el industrialis-
Es esa suma de aspectos materiales e imaginarios lo que hace de los edificios mo, el transporte y las comunicaciones a larga distancia han «determinado
señalados por Salazar Bondy, y retomados en la pregunta por LMQ, peruanos. la interdependencia de los diferentes pueblos, y la difusión de los hechos e
¿Por qué, si la estructura, la construcción, la cultura y las tradiciones ideas nos ha acercado y relacionado a nuestros más lejanos semejantes. Todo
constituyen los aspectos estructurantes de su visión de una modernidad local, concurre a que la conciencia social se intensifique» (Miró Quesada 1945: 38).
no fue LMQ capaz de encontrar esos vínculos que asocian a una misma cultura El vínculo social es entendido también en términos universales, estableciendo
Pachacámac, la Catedral, Torre Tagle y Machu Picchu? Porque, para él, el ar- una relación de semejanza con los habitantes de pueblos lejanos unidos por
raigo o desarraigo no está vinculado a la validez de la obra (en lo que se debe el desarrollo tecnológico. Esta «nueva forma social, de auténtica fraternidad»
coincidir, ciertamente). Debe entenderse el reclamo de Salazar Bondy en tres (1945: 45), está entonces referida a territorios igual de lejanos de aquellos que
niveles. Primero, respecto al rol del intelectual y del artista en la sociedad, en permitieron la transformación de la pintura, aludiendo claramente a Europa
el sentido gramsciano. Cuando le reclama «la labor de procurarle al país una o Estados Unidos, tanto como India o China. La aspiración de pertenencia al
conciencia de sí y de su porvenir» la crítica no va dirigida ―como lo entiende universo de la cultura moderna occidental impulsa la construcción cultural de
LMQ― al hecho de nutrirse de los adelantos técnicos y demás recursos produ- Espacio en el tiempo. Aquí radica también el sentido de las revisiones de la histo-
cidos en el extranjero, sino a que esta asimilación acrítica, para Salazar Bondy, ria universal, en las que el Perú o Latinoamérica están absolutamente ausentes.
acaba «por negar la nacionalidad de cada uno y concluye por borrar al hombre Aquí reside, además, la necesidad de refundar la cultura peruana sobre la base
de carne y hueso del tiempo y su realidad» (Miró Quesada 1966: 150). Es decir, de esa historia universal, el reclamar el derecho a la herencia occidental. En
esa lógica, las pocas menciones a lo peruano aparecen para insertar lo local
desde aspectos que no comprometan el objetivo principal ―adscribir al Perú
35
Estas ideas coinciden, en su esencia, con las expuestas por Amartya Sen en Identidad y violencia al orden cultural universal―, circunscribiéndose al problema de la adaptación
(2007). Sen argumenta contra la identidad cultural como construcción unidimensional y, por lo de la arquitectura al clima como factor inevitable o a temas equivalentes, los
tanto, capaz de construir exclusión y, luego, intolerancia.

XXXVI XXXVII
que nunca invaden el ámbito de la discusión cultural, en la que lo universal 6. Vanguardia y conservadurismo
construye el sentido último y verdadero. El análisis presentado en lo que va de estas páginas lleva a entender la es-
critura de Espacio en el tiempo como la traducción cultural de la modernidad
5. Cambiar un colonialismo por otro arquitectónica al Perú, pero en un sentido diferente al que señalasen algunos
Se entiende ahora que el sujeto al que se dirige el discurso de Espacio en el de los autores antes referidos. Dada la situación del país hacia 1945, el libro
tiempo es aquel «semejante» capaz de sentirse perteneciente al mundo alta- busca específicamente la «abertura de otro lugar político y cultural conten-
mente tecnologizado, capaz de disfrutar de las ventajas de la modernidad y, cioso en el corazón de la representación colonial» (Bhabha 2002: 54).37 En la
por tanto, capaz de sentirse parte del mundo, de comprender por igual «el ra- arquitectura de ese momento, los grupos dominantes tenían como represen-
cionalismo nórdico y el sentimentalismo mediterráneo», asumiéndolos como tación cultural el neocolonial. Este devino en representación simbólica he-
su «pasado cultural substantivo». gemónica, en tanto contaba con un discurso articulado en los distintos ámbitos
Esta construcción discursiva, universal y distante, genera un tipo especial de la vida cultural: lo filosófico, popular, artístico e histórico.38 Esta nostal-
de tradición: la de un «estado cultural menos tangible pero más profundo», gia por la Colonia española parecía afín a los romanticismos nacionalistas
(Miró Quesada 1966: 150), un vínculo no dado por lo geográfico (esto lo hace contemporáneos a la modernidad europea industrializada de finales del XIX
menos tangible) y cuya profundidad espiritual reside en el exhaustivo conoci- e inicios del XX.39 Aparecía como compatible, por tanto, con la modernidad y
miento de la historia universal, es decir, en esa concepción de lo culto caracte- el imperialismo industrial.
rizado por el conocimiento que ennoblece el espíritu (Wendorf 2013). En ese contexto, y siguiendo a Bhabha, la cultura aparece como problema
Si existe un nosotros marcado por la semejanza y ser partícipe de ese mundo cuando existe una pérdida de sentido en la articulación de la vida cotidiana;
tecnologizado, ¿cuál es el lugar de aquellos que, por la lejanía tecnológica y es decir, cuando la vida cotidiana, en este caso marcada por el automóvil, el
cultural, se hallan en los márgenes de esa cultura moderna y universal y no concreto armado y las nuevas necesidades, choca con esta mirada nostálgi-
gozan del acercamiento que entusiasma al autor? Refiriéndose al problema de ca, razón principal esgrimida por LMQ para emprender su ensayo (Bhabha
la arquitectura pintoresca, LMQ recoge una cita de Huxley que podría ayu- 2002: 55).40 Se debe tener en cuenta, además, que el autor se enfrentaba a la
darnos a entrever los lugares desde donde se debe vivir la modernidad de hegemonía de un nacionalismo de doble naturaleza: uno emancipador ―el
Espacio en el tiempo: «que las chozas de los campesinos parezcan haber brota-
do de la tierra a la cual se hallan pegados sus habitantes, es justo, sin duda, y
Unidos empezaba a tener desde la década de 1930 en la redefinición de la vida social, las tradi-
conveniente. Pero la casa del hombre civilizado y viciado no ha de parecer bro-
ciones, diversiones y costumbres, como lo señala Fanny Muñoz en su libro Diversiones públicas en
tada de terrones» (Miró Quesada 1945: 230). La crítica a la imitación ―objetivo Lima, 1890-1920 (2001) y como se colige del proceso de difusión del arte moderno a partir de su
de la cita― va acompañada de una diferenciación entre el campesino y el ser adopción a través del trabajo que el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) desarrolló
civilizado, al mismo tiempo, enfatiza la relación entre el campesino y la tierra desde los años treinta.
a la que supuestamente está pegado, y nombra despectivamente su vivienda. Colonial se usa desde la lógica del estilo neocolonial en arquitectura; luego se usará en el sentido
37

Lo civilizado ―que en la cita corresponde a lo moderno, al hombre de la ciu- de los procesos neocoloniales estudiados por Aníbal Quijano o Homi Bhabha, entre otros.
dad― no alcanza a este mundo no-civilizado ni a este habitante. Este deja, por 38
Como ya se ha indicado, desde los escritos de Víctor Andrés Belaúnde y las Tradiciones peruanas
tanto, de ser el semejante cercano, para convertirse en alguien ajeno al proceso de Ricardo Palma, hasta los valses de Felipe Pinglo y la arquitectura «en boga», la arcadia colo-
de modernización,36 construyéndose de inmediato ese otro no moderno. nial era una construcción bastante articulada.
39
El nacional romántico de Siren en Noruega, de Saarinen en Finlandia, de Tessenov en Alemania,
de Richardson en Norteamérica, etcétera. Estos son la base de los modernismos como desarrollos
36
Vale la pena preguntarse cuál fue el efecto del censo de 1940, que mostró que el Perú había pa-
regionales: Mackintosh en Escocia, Gaudí en Barcelona, Sullivan en Norteamérica, etcétera.
sado a ser un país mestizo, en oposición a aquel predominantemente indígena de los años veinte.
Por otro lado, el estallido de la guerra generó un crecimiento de la industria, aunque menor Bhabha señala que rara vez existe un verdadero debate teórico, y que, cuando los hay, estos quedan
40

que los mostrados por Argentina y Brasil (Klarén 2004: 349), pero suficiente para generar la ilu- en bien intencionadas polémicas moralistas, lo que se aplica perfectamente al debate entre LMQ y
sión de un desarrollo industrial, que venía impulsado, además, por la hegemonía que Estados Salazar Bondy.

XXXVIII XXXIX
indigenismo―, que luchaba contra la imposición de lo moderno extranjero y inmerso LMQ desde antes de escribir su ensayo. Agudo observador de la
buscaba revalorar lo indígena, y que ciertamente se hallaba en declive en toda realidad nacional e internacional, comprende la necesidad de construir una
Latinoamérica; y otro de orden conservador, en plena vigencia especialmente concepción moderna de la cultura, que permita, por un lado, poner al Perú en
en los sectores dominantes ―a los que el autor pertenecía― atados a una el debate de la época; y por otro, construir una noción de modernidad com-
«extraviada nostalgia» por el pasado, del que se encuentra alienado (Salazar patible con la mentalidad, las costumbres y la subjetividad de la élite peruana
Bondy 1964: 15). (o tal vez limeña). En este sentido, comprende lo que más tarde señalará Juan
LMQ tenía claro que ambos nacionalismos carecían de sentido frente a Acha: «se trata de un doble proceso que integra la realidad nacional: el históri-
un proyecto modernizador; pero también tenía claro que ambos, frente a co o evolutivo, que nos relaciona con los centros mundiales de poder, y el
la modernidad, contaban con la ventaja del arraigo. Su intento fue el de re- formativo, que va cohesionando social y culturalmente cada país» (2004: 74).
estructurar las representaciones simbólicas desde la estructura de simboliza- Sin embargo, el «país» al que se refiere Acha y el país que tenía en mente
ción, buscando desarraigar de lo geográfico las representaciones simbólicas LMQ son distintos: en el último es solo una parte del Perú; es lo que podría-
neocoloniales e indigenistas. Para esto, debía debilitar el lugar desde el cual mos llamar una comunidad discursiva, un colectivo capaz de sentirse identi-
se construía la enunciación de esos discursos hegemónicos que apelaban a la ficado con los llamados que hace desde sus diferentes escritos. Ese es el senti-
posición del Perú en términos espaciales y temporales; era urgente esta esci- do del nosotros ―diferenciado del ellos― que se puede leer una y otra vez en
sión simbólica para construir otro sistema de referencias capaz de sustituirlos. Espacio en el tiempo: «No, sigamos nuestra ruta de verdad. Que si el vulgo no
Afirmar que el espacio está en el tiempo va más allá de la noción misma de comprende la [bella] adustez del arte constructivo de hoy, si no se emociona
espacio arquitectónico: tiene que ver con el espacio en su dimensión de dis- con las rotundas y viriles formas de nuestra arquitectura, ni logra identifi-
tanciamiento y, por tanto, con el espacio geográfico de la enunciación. carse con la límpida desnudez de sus proporcionados paramentos; ello no es
Al espacio de enunciación desde lo nacional LMQ le contrapone uno de sino una confirmación de su valimento» (1945: 21).
enunciación desde lo universal, en el que lo nacional no cumple un rol en el El texto se dirige también a aquellos que conocen y disfrutan un tipo
orden cultural propiamente dicho, sino que asume una dimensión espiritual, de experiencia específica, un tipo de arquitectura, que pertenecen a una
casi fantasmática, en el sentido que debe estar presente pero no visible. Esto comunidad identificable, Miró Quesada lo explica así:
lleva a confusión y a entender la propuesta de Espacio en el tiempo como preo-
cupada por rescatar lo propio. Por el contrario, la operación es claramente la Un estudio que en el caso particular de los países hispano-americanos, a la
sustitución de lo neocolonial por un neocolonialismo cultural encarnado en par que nos muestre las glorias humano-europeas, del orden griego y del
una modernidad que no transforma las condiciones de vida de la sociedad ni orden gótico, nos emocione y descubra el espíritu de la voz arcaica y telúri-
las estructuras económicas y de poder. ca de las piedras incaicas, el señero lenguaje del portal señorial, el arrebato
La diferencia fundamental entre la opción de LMQ y la posibilidad de una místico-humano del retablo barroco, el atisbo recatado y femenino de un
«mucharavied» (balcón limeño), la serena placidez hogareña del patio co-
modernidad construida desde el Perú ―y, en consecuencia, híbrida― es que
lonial, el afiligranado poema del encaje de la reja florida, y los encantos y
este tercer espacio de enunciación pasaría por distanciarse de aquello que espejismos de surtidores, doblemente refrescantes en su agua y en sus azule-
impide el sometimiento de una sociedad a otra, esto es, su liberación, en jos, semi escondidos entre naranjos y limoneros, Juana franciscas y ñorbos,
términos productivos, económicos y, finalmente, culturales; así como por la nardos y arrayanes. Es decir, la esencia de un perfume propio de nuestros
ruptura del orden social que mantenía una parte del país sometida a otra. El territorios y nuestras culturas, que perfume a la expresión cosmopolita de la
continuo esfuerzo de LMQ por desvincular la forma del contenido impide actual arquitectura y realice, así, a la par, la estética del adecuacionismo y la
una propuesta en esa dirección; y en consecuencia, constituye el cambio de «estética de la tradición» que dijera M. Noel (1945: 238).
un colonialismo por otro.
No puede dejar de reconocerse que, aun con estos cuestionamientos y limi- El «nosotros» al que se dirige LMQ, que seguirá la ruta de verdad y que
taciones, Espacio en el tiempo logra su objetivo: redefinir la arquitectura dentro sabe del disfrute de las casones coloniales, aparece definido intermitente-
de una redefinición de la cultura en el Perú, labor en la cual se encontraba mente a lo largo del ensayo. Es muy claro el doble objetivo que Espacio en el

XL XLI
tiempo cumple, de manera por demás inteligente: construir un discurso mo- Espacio en el tiempo deviene en soporte teórico de la concepción de una mo-
derno específico y conseguir que sea aceptado por los sectores conservadores, dernidad arquitectónica capaz de ser asimilada por los sectores tradicionales,
su comunidad discursiva y el medio desde el que se enuncia. aquellos que gustan de poner en sus casas balcones, jarrones y patios colo-
La presencia en el V Congreso Panamericano de Arquitectura del joven y niales (Rodríguez 1983: 51), que hacen gala de cierto moralismo y cucufatería
entusiasta LMQ le debe de haber mostrado la necesidad de acelerar ese proce- y que pueden intercambiar espiritualidad por religiosidad. No se trató de una
so de modernización, ciertamente ya en curso y con varias obras «modernas» actitud aislada de LMQ o de los arquitectos peruanos. Como lo señala Silvia
ya construidas. De cara a la organización del siguiente evento panamericanis- Arango, existió una diferencia importante entre las generaciones de arquitec-
ta, que se daría en 1947, LMQ habría asumido la tarea personal de impulsar tos latinoamericanos de las décadas de 1930 y de 1940:
este proceso de actualización (Arango 2012: 294). Esto se verá comprobado
pocos años después en los esfuerzos por contactar a Joseph Luis Sert y Paul Si la primera imagen de lo moderno se podía concretar en una arquitectura
Lester Wiener para el Plan Piloto de Lima en 1948 (Ludeña 2004) y más tarde desnuda y ascética ―como la que preconizaban los jóvenes radicales a co-
en el intenso trabajo realizado para la inserción de los arquitectos peruanos mienzos de los treinta―, la segunda imagen mantenía lazos con la arquitec-
tura anterior, compatible con los sectores más ricos, con el servicio doméstico
en los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM), a través
y la acumulación de objetos entrañables, esta continuidad se aprecia en la per-
del mismo Sert y de Sigfried Giedion (Kahatt 2010). La necesaria inserción de sistencia de tapetes, cortinas, lámparas, fotos de familia y otro tipo de de-
la arquitectura peruana a ese nivel se hacía imposible si para ese mismo mo- coraciones en las salas de las casas (Arango 2012: 278, cursivas agregadas).
mento (1940) la arquitectura predominante era la neocolonial, respaldada por
una cultura predominante nostálgica, antimoderna y anacrónica.
Se trata de un discurso arquitectónico moderno que permitía mantener el
LMQ comprende el esfuerzo que es preciso realizar para revertir esta si-
espíritu nostálgico mediante la decoración y los objetos de la vida cotidia-
tuación y se empeña en una campaña desde el seno mismo del conservadu-
na, pero especialmente a través de la vida cotidiana misma, manteniendo las
rismo: las páginas de El Comercio. Como crítico de arte y arquitectura, em-
relaciones sociales intactas, con el servicio doméstico en un estado de casi
pieza su tarea de demolición, la que constituye en realidad una campaña de
esclavitud y en condiciones de vida incompatibles con los enunciados del
construcción de otro modo de entender la cultura. Para acometer esta difícil
discurso moderno original, que, por encima de todo, predicaba la igualdad
tarea desde el diario más conservador del medio se verá obligado a construir
de derechos para las personas.
un discurso sobre la modernidad, con dos características: una primera, la de-
sideologización de los contenidos del discurso moderno, un discurso de por sí En este sentido, el discurso spengleriano construye la base para la defensa
emancipador, y cuya interpretación marxista y social ―vía la ardua actividad de las tradiciones, para la defensa de una sociedad segregada y desigual, de-
cultural de José Carlos Mariátegui― se había enraizado en el Perú. El proceso fectos que deben ser vistos como su especificidad cultural. Tal manera de ver
de desideologización se sustentaba no solo en la elección de una perspecti- la modernidad deviene en conservadora, en tanto mantiene las condiciones
va cultural así de conservadora como la de Spengler, sino que se apoyaba, sociales de injusticia y disuelve sus efectos enfocándose en aspectos de orden
además, en la filosofía idealista, como lo señala Ludeña (1997: 45-48). La se- más bien formal, como se entiende en una investigación sobre las viviendas
gunda operación constituía el armado de una concepción cultural moder- de la modernidad:
na capaz de anclarse al espíritu nostálgico, subjetivo y conservador de las
clases dominantes, cómodas consumidoras del arte y la cultura academicista Como factor importante de esta identidad en la arquitectura nacional ―y
y neocolonial. En este sentido, hay que entender que el Perú se encontraba en quizás la más importante dentro del movimiento moderno, ya que se da por
un momento en el que el arte empezaba a ser un bien de consumo articulado motivos de función y no de forma― es la distribución de las viviendas mo-
dernas desarrolladas a nivel nacional, la cual muestra espacios destinados
alrededor de un mercado, sistema del que formaban parte las galerías, los
al personal de servicio; aquellos espacios que pudieron ser excluidos en las
marchantes y también los pintores, sus cuadros, la crítica y el público. La his- viviendas modernas del primer mundo (Freire 2008: 30).
toria de la Agrupación Espacio y del Instituto de Arte Contemporáneo (IAC),
promotor de ese mercado, forma parte del mismo esfuerzo.

XLII XLIII
Es sorprendente lo poco que ha variado esa realidad en los setenta años de La naturaleza de esta construcción discursiva y de su propia comunidad se
existencia de Espacio en el tiempo, cómo la modernidad aún puede ser com- hace evidente en esa idea, ya manida pero persistente, según la cual los balnea-
patible con las condiciones más denigrantes de la sociedad peruana y su ex- rios de Asia, al sur de Lima, serían el campo perfecto de experimentación de
presión en la arquitectura, valorándolas como inherentes a su modernidad la arquitectura moderna (Ciriani 2014). Un espacio donde se puede sentir la
incluso en el ámbito académico al que pertenece la investigación citada. paradoja de un discurso que al mismo tiempo es vanguardista y conservador,
Este discurso tuvo su primera crisis en la ruptura de la Agrupación Espacio, a por no decir retrógrado. Al día con la cultura, y anacrónico, moderno y pre-
partir del viaje de algunos de sus miembros a Huarochirí, al lado de José Matos moderno al mismo tiempo. Resulta revelador cómo un arquitecto progresista,
Mar, momento desde el cual empieza una ideologización de su discurso mo- de izquierda y que en Francia ha desarrollado una obra pública coherente con
derno arquitectónico, proceso que culmina en la formación del Partido Social su filiación, como Enrique Ciriani, vuelve al Perú y de inmediato se reintegra
Progresista. LMQ no estuvo lejos de este cambio de dirección: «Entonces a esa comunidad discursiva, evidenciando que esta existe, que persiste y que
Cartucho andaba muy cerca al Social Progresismo. Pero no andaba exhibién- los lazos que la definen se han fortalecido con el tiempo.
dose, por su condición de periodista, de hijo del director de El Comercio» En 1945 este discurso era probablemente el único camino posible en el Perú,
(Martuccelli 2012: 95). Como se desprende de este testimonio de Adolfo Córdova, en especial para LMQ, quien operó como un creador de cultura en medio de
LMQ prefería mantenerse al margen, fundamentalmente por su pertenencia al la más rancia y conservadora oligarquía. De hecho, si seguimos a Juan Acha y
medio social y al periódico que representaba. La conciencia plena de su condi- entendemos que «en nuestro medio no abundaron ni abundan los creadores
ción de clase ponía límites a su discurso y también a sus actos. de cultura» (1967:13), comprenderemos el rol sustancial que en la construc-
ción de la cultura moderna peruana tuvo Espacio en el tiempo. De este ensayo,
Las consecuencias de tal discurso llegan hasta el día de hoy a la arquitec-
tomado como fundacional para la modernidad arquitectónica en el Perú, de-
tura peruana, y es que Espacio en el tiempo acaba finalmente estructurando
bemos aprender la posibilidad de generar un discurso capaz de construir una
una sólida noción de vanguardia moderna que aún persiste, y que si bien en
opción adecuada para una circunstancia específica, de manera inteligente,
1945 estaba pensada desde el núcleo mismo del conservadurismo de las clases
erudita, sistemática y enterada de todo lo que sucede en el mundo y en su
dominantes, hoy se encuentra expandida mucho más allá de esos límites. Se
medio específico.
trata de una noción de vanguardia de actitudes formales radicales, que busca
De su análisis también debemos comprender la urgencia de replantear
hegemonizar los discursos de orden universalista provenientes del exterior,
nuestras nociones de modernidad en la arquitectura, operando como Ernest
pero que, por otro lado, mantiene una actitud conservadora y tradicional en
Nathan Rogers respecto a las vanguardias modernas o como López Soria res-
el orden social. Radicalismo desideologizado, formal y cosmopolita; conser-
pecto a Mariátegui, despidiéndonos de Espacio en el tiempo, cuya vigencia de-
vadurismo socioeconómico, nostálgico y excluyente. En resumen, una van-
bió acabar hace mucho, probablemente a fines de los años cincuenta, con la
guardia conservadora.
aparición del socialprogresismo, por el bien de la arquitectura peruana y de lo
La lógica mediante la cual este discurso ha llegado hasta nuestros días
que esta puede aportarle a su sociedad.
tiene que ver con la construcción de esa comunidad discursiva a la que se
dirige LMQ, no solo desde las páginas de Espacio en el tiempo y de sus escri-
tos en El Comercio, sino desde el conjunto de actividades desarrolladas por 7. Bibliografía
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