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Asesinato de la lideresa Liliana Patricia Cataño Montoya

Se realizara el análisis del caso del asesinato de la lideresa Liliana Patricia Montoya en Antioquia
para comprender quienes fueron sus presuntos victimarios detrás de la máscara de un simple
delincuente común, su causa directamente relacionada con la firma del Acuerdo de Paz entre el
Estado Colombiano y la entonces guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -
Ejército del Pueblo (FARC-EP), denominado “Acuerdo final para la terminación del conflicto y la
construcción de una paz estable y duradera” (en adelante Acuerdo de Paz), también teniendo en
cuenta el asentamiento de grupos armados en Antioquia a través de los años. En base a esto,
¿Quiénes son los verdaderos victimarios responsables del asesinato de líderes sociales en
Antioquia?

Para empezar, debemos conocer las generalidades del caso de Liliana Patricia Cataño Montoya,
quien era una lideresa trabajaba en distintos proyectos para la comunidad del barrio El Socorro, en
la comuna 13 de Medellín (San Javier). Estaba vinculada desde el año anterior a procesos de
reclamación de predios, tanto en el barrio como en toda la comuna. Además, ayudaba a un grupo
de personas de la comunidad que habían perdido sus casas en un incendio. Su liderazgo estaba
relacionado con temas de tierras y predios de la zona. Igualmente, la lideresa trabajaba y apoyaba
a personas afectadas por el conflicto armado. Algunos medios locales afirman que Cataño había
puesto denuncias porque las bandas delincuenciales de la comuna, se encontraban vendiendo
tierras que pertenecían a la zona.

El 18 de octubre de 2017, Liliana Cataño de 39 años de edad fue encontrada cerca a su casa, en el
barrio El Socorro de Medellín, con cuatro heridas de bala. Sus vecinos la llevaron a la Unidad
Intermedia de San Javier (comuna 13) pero al llegar al lugar, la lideresa ya no tenía signos vitales.

Después del asesinato de Cataño, el Secretario de Seguridad de Medellín, Andrés Tobón, afirmó
públicamente lo siguiente: “Tenemos conocimiento de que la mujer participaba en un proceso de
tierras que no estaba amparado por la norma porque se trataba de una ocupación informal y se
sospecha que este tema puede tener algo que ver, sin embargo serán las investigaciones las que
determinarán las causas”. Tobón Villada señaló además que las investigaciones no apuntan a que
sea un feminicidio (asesinato por la condición de género) y agregó que las autoridades no tenían
registro de amenaza alguna contra la víctima.

Según los datos del Instituto de Medicina Legal, para 2017 el porcentaje de homicidios que se presentaron
en la vivienda de la víctima a nivel nacional fue del 15,4%. Al comparar este porcentaje con el que da cuenta
de las violaciones al derecho a la vida contra líderes y defensores(as) de derechos humanos, el contraste es
evidente: según nuestros registros, al menos 106 líderes y defensores(as) fueron asesinados en su lugar de
vivienda, es decir, un 41,24% del total. Esto evidencia un patrón de planeación con respecto a la violencia
homicida contra líderes y defensores(as) ya que al menos 91 (86,67%) de los asesinatos cometidos en las
viviendas fueron llevados a cabo por hombres armados que les dispararon a sus víctimas en sus hogares o
los sacaron a la fuerza de ellos para dispararles en lugares cercanos, lo cual denota actividades de
planeación y seguimiento a la víctima.
El segundo perfil de liderazgo más afectado, medido en número de asesinatos, es el cívico comunal, con el
20,23% de los homicidios (52 casos). Bajo esta categoría se agrupan una multiplicidad de actividades de
líderes sociales, que sin hacer parte de las JAC y de otras organizaciones formales, desempeñaban
actividades de liderazgo al interior de sus comunidades desde múltiples posiciones. Entre ellos se
encuentran docentes, madres comunitarias, exfuncionarios públicos que actualmente no ostentan ningún
cargo oficial, directivos en cooperativas, entre otros, personas que organizan a quienes conviven con el o la
lideresa para implementar actividades tendientes al mejoramiento de sus condiciones de vida y de sus
derechos como humanos.

Según el registro, de todos los líderes y lideresas asesinados, 19 estaban involucrados de una
manera u otra en actividades de restitución de tierras, y una de ellas era mujer. De estos
asesinatos, 12, que representan el 63,13%, fueron cometidos en sus lugares de residencia. Los
asesinatos se produjeron en Antioquia, con seis homicidios, etc.

El asesinato de líderes de restitución de tierras se incrementó entre 2016 y 2018, ya que en 2016 se
registraron dos asesinatos, en 2017 se registraron nueve y de enero a julio 31 de 2018 se registraron ocho.
Este pico en los asesinatos puede deberse a que en 2017 y 2018 finalizaron varios procesos de restitución
con un resultado favorable a los reclamantes que obligaba a los poseedores de mala fe, en su mayoría
ganaderos y empresarios, a regresar la tierra despojada a los campesinos. Una de las posibles hipótesis es
que, ante las decisiones judiciales que afectan negativamente los intereses de los despojadores, estos
pueden acudir a las estructuras armadas de las regiones para que ejerzan repertorios de violencia como
amenazas y asesinatos para intentar revertir los procesos de restitución.

Es de anotar que las AGC operan en algunos municipios utilizando a estructuras locales como los
denominados “combos”, pandillas, oficinas de sicariato y otras organizaciones delincuenciales, con lo cual se
oculta el carácter de grupo armado del victimario, se confunden las causas de la comisión de estos crímenes
y se invisibiliza su control territorial o su accionar militar.

Teniendo en cuenta estos datos, podemos concluir que la lideresa era reconocida y claramente realizaba su
acción como líder social, por lo tanto encaja perfectamente con este concepto, pero lamentablemente no se
respetó su derecho a la vida o no tuvo la protección necesaria por parte del estado para seguir haciendo su
labor, de esta disfuncionalidad del estado puede estar implícito el autor de este asesinato debido a que este
caso hace parte de las violaciones al derecho a la vida cometidas por grupos armados sin identificar, pero
muy probablemente se trate de un grupo paramilitar, ya que son los más reincidentes en Antioquia y los que
suelen clasificarse como delincuentes comunes y hasta allí llega la investigación.

Esto debe ser analizado en detalle por el nuevo Gobierno nacional, quien debe generar medidas de
seguridad específicas para los líderes de sustitución, pues es evidente que se encuentran en un riesgo
extraordinario.

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