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“El brillo, la parodia, Hollywood y la modestia” – Beatriz Sarlo

Escribe sus novelas con los materiales de la industria cultural (la cultura de
Hollywood, del radioteatro, de los géneros sentimentales). Su originalidad es un
lugar común.

Puig actuaba como si la literatura del SXX no tuviera nada que decir, hay que
desaprender lo que ya está escrito. Hay una distancia desinteresada respecto de las
vanguardias clásicas.

No hay ironía, intención polémica de la parodia o uso despiadado de la cita, porque


estas estrategias conservan la confianza en un poder de literata como critica moral
o estética.

Como los artistas Pop, lleva a cero las marcas personales de la escritura y se opone
al expresionismo. Practica un estilo liso en el que se esconde. La ausencia de estilo
se señala “espectacularmente”.

Puig no propone un modelo de producción, siempre se presenta con la soltura con


que se exhibe un gusto y no una posición moral de un estilo.
A Puig se lo busca en el museo imaginario de sus gustos (no en las citas; esos son
los gustos de los personajes) en el ideal de un arte que abarque los deseos de
artificiosidad placer y reconocimiento.

No hay marcas expresivas de personalidad (antipsicologica) ni emblemas del gusto


cultivado. Hay un gesto pudoroso y exhibicionista: no esconde sus fuentes pero si
se esconde él tras ellas.

Hizo del lugar común cultural un espacio de legitimidad igualitaria (de los lectores,
de los autores, de los géneros, del material). Allí borra sus huellas.

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