Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
1.- Identificar la o las propuestas filosóficas del texto y citar la frase o frases
que las recogen, glosándolas brevemente.
Existen otros talentos, otras cualidades del espíritu, como pueden ser el
entendimiento, el gracejo, el juicio, el valor, la decisión, etc. etc., que pueden ser
buenas y deseables (líneas 3-5), pero también pueden ser dañinas, si la voluntad
con la que utilizamos esos dones no es buena (líneas 5-7). Analiza después los
dones de la fortuna: el dinero, el poder, la honra, incluso la salud y la felicidad,
pueden dar arrogancia o no seguir un fin universal, si no se utilizan con buena
voluntad. (Líneas 7-11). Todas estas virtudes no tienen valor absoluto, sino que
dependen de la voluntad con la que se actúe. Si la voluntad es buena, ellas serán
buenas.
Termina poniendo el ejemplo de un espectador razonable e imparcial, que
no puede quedar satisfecho, ni feliz, si los bienes de que disponemos no ostentan
el rasgo de una voluntad pura y buena.(Líneas 12-15) Luego la buena voluntad es
condición sine qua non, indispensable para ser dignos y felices. (final del texto).
2.- Relacionar el contenido del texto con el pensamiento del autor y exponer
sistemáticamente las principales líneas de su pensamiento.
Kant parte de que en el hombre hay una conciencia moral, la ley moral, que
le hace plantear cómo debe actuar, ¿ qué debo hacer? Es el plano de la razón
práctica que se plantea no lo que las cosas son, que pertenece a la razón pura
teórica, sino cómo deben ser. Ésta es la función práctica de la razón, preguntarse
por los principios del obrar humano.
Así como la razón pura formula juicios, como veremos, la razón práctica
formula imperativos, mandamientos que deben ser universales, necesarios,
sintéticos a priori. Estos son los imperativos categóricos. Este imperativo es además
formal y autónomo, con lo que ya tenemos las características de la ética kantiana.
Kant propone una ética válida para todas las personas y para todos los
tiempos, es decir una ética universal. Esta ética tiene que ser formal, no material,
como han sido las anteriores. No contiene ningún contenido material, ni la felicidad,
ni el placer como metas; no nos dice lo que tenemos que hacer, sino cómo debemos
que obrar. Es autónoma, nadie fuera de nosotros puede decirnos cómo debemos
comportarnos; en ese caso sería heterónoma, y es categórica, no parte de ninguna
hipótesis: si quieres conseguir esto, tienes que hacer aquello, porque no sería
universal, sino válida solo para los que quisieran conseguir ese objetivo.
Las ciencias constan de juicios, que son sintéticos a priori. Los juicios
sintéticos son aquellos cuyo predicado no está incluido en el sujeto y enseñan algo
nuevo, al contrario de los juicios analíticos, en los que el predicado sí está incluido
en el sujeto. Ejemplo: Un cuadrado tiene cuatro lados. El predicado cuatro lados ya
está incluido en el sujeto cuadrado, puesto que cuadrado significa tener cuatro
lados. “Los jóvenes de mi pueblo beben cerveza”. Beber cerveza no se encuentra
incluido en jóvenes de mi pueblo, por lo que nos enseñan algo nuevo.
Los juicios a priori son los que no proceden de la experiencia, sino que la
preceden y la hacen posible. El ejemplo de cuadrado es a priori; no es necesario
recurrir a la experiencia, a comprobar caso por caso, para saber que es verdadero.
Juicio a posteriori es el que procede de los datos de la experiencia y es particular.
El ejemplo de los jóvenes de mi pueblo solo podemos saber si es verdadero si
vamos a comprobarlo.
Luego los juicios necesario y válidos para las ciencias son sintéticos, que
enseñen algo nuevo, y a priori, que sean universales, necesarios y no dependan de
la experiencia. Por ejemplo: “Todo lo que comienza a existir tiene una causa”, propio
de la física. Es sintético, el predicado no está incluido en el sujeto y enseña algo
nuevo; y es a priori, no tenemos necesidad de ir comprobando caso por caso en la
experiencia.
La propuesta más importante de este texto es que “el concepto del deber
contiene el de una buena voluntad”(línea 6). Es decir que la voluntad buena obra
por deber y no por otro fin. Una segunda propuesta es que la buena voluntad es
estimada por sí misma sin ningún propósito ulterior (Líneas 1-2). Este concepto de
buena voluntad no necesita ser enseñado, sino que lo tenemos en nuestro
entendimiento de forma natural, solo explicado (líneas 3-4), por lo que es universal.
Termina restringiendo las condiciones de la buena voluntad, restricciones que,6
lejos de ocultar esta verdad natural, la hacen resaltar. (líneas 7-9)
Kant afirma que las acciones humanas pueden ser de tres clases: contrarias
al deber, conformes al deber, y por deber. Comienza el texto analizando las
acciones contrarias al deber. Ante este tipo de acciones ni se plantea que puedan
ser éticas, por deber, puesto que vemos que son contrarias al mismo. (Líneas 1-3).
Pasa después a analizar las acciones conformes al deber, que el hombre realiza no
por una inclinación inmediata, natural, sino por otro fin distinto. (Líneas 3-7. Algunas
acciones conformes al deber las realiza el hombre por una inclinación inmediata y
en este caso es más difícil de saber si es ética o no. (líneas 8-10). Para explicarlo
pone el ejemplo del mercader que no cobra precios abusivos al comprador, sino que
mantiene el precio fijo, por lo que actúa honradamente. (líneas10-14). Pero no
sabemos si este modo de obrar es ético, por deber,, por amor a los compradores o
porque su provecho así lo exigía.. (líneas 15-18) Termina afirmando que el obrar
conforme al deber esta intención egoísta hace que la acción no sea por deber, por
lo que no es buena.
Toda ley práctica representa una acción posible como buena y, por tanto,
como necesaria para un sujeto capaz de determinarse prácticamente por la razón.
Resulta, pues, que todos los imperativos son fórmulas de la determinación de la
acción, que es necesaria según el principio de una voluntad buena en algún modo.
Ahora bien, si la acción es buena sólo como medio para alguna otra cosa, entonces
es el imperativo hipotético; pero si la acción es representada como buena en sí, esto
es, como necesaria en una voluntad conforme en sí con la razón, como un principio
de tal voluntad, entonces es el imperativo categórico”.
Así como la Razón Pura tiene juicios, la Razón Práctica emite imperativos,
mandatos. Estos imperativos pueden mandar de forma hipotética y
categóricamente. Es decir los imperativos pueden ser hipotéticos o categóricos. Los
imperativos hipotéticos obligan a obrar “como medio para conseguir otra cosa que
se quiere”. El imperativo categórico manda hacer una acción por ella misma, “sin
referencia a ningún otro fin”. (Líneas 1-5).
En las líneas seis y siete dice que un ser capaz, racional, percibe la
necesidad y la bondad de lo que la ley práctica le ordena. Lo que ordena la ley, los
imperativos, son “fórmulas de la determinación de la acción”. Es decir que estamos
obligados a cumplir. Si la acción es buena “para alguna otra cosa”, el imperativo es
hipotético, pero si la acción es buena en sí misma, conforme a la razón, como un
principio de la buena voluntad, entonces el imperativo es categórico. (Líneas 10-
14).
4.- “Ahora yo digo: el hombre, y en general todo ser racional, existe como fin
en sí mismo, no sólo como medio para usos cualesquiera de esta o aquella voluntad;
debe en todas sus acciones, no sólo las dirigidas a sí mismo, sino las dirigidas a los
demás seres racionales, ser considerado siempre al mismo tiempo como fin. Todos
los objetos de las inclinaciones tienen sólo un valor condicionado, pues si no hubiera
inclinaciones y necesidades fundadas sobre las inclinaciones, su objeto carecería
de valor. Pero las inclinaciones mismas, como fuentes de las necesidades, están
tan lejos de tener un valor absoluto para desearlas, que más bien debe ser el deseo
general de todo ser racional el librarse enteramente de ellas. Así, pues, el valor de
todos los objetos que podemos obtener por medio de nuestras acciones es siempre
condicionado. Los seres cuya existencia no descansa en nuestra voluntad, sino en
la naturaleza, tienen, empero, si son seres irracionales, un valor meramente relativo,
como medios, y por eso se llaman cosas; en cambio, los seres
racionales llámanse personas porque su naturaleza los distingue ya como fines en sí
mismos, esto es, como algo que no puede ser usado meramente como medio, y,
por tanto, limita en ese sentido todo capricho (y es un objeto del respeto)”.
Comienza afirmando la tesis del texto: “el hombre, y en general todo ser
racional, existe como fin en sí mismo”, y no solo como medio. (Líneas 1-2). Continúa
después explicando que en todas las acciones, en todas, “debe ser considerado
siempre como fin” (Línea 3).
VOLVER