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decir que la demanda (ya sea en consultorio público o privado) va en aumento. Tal
vez para los especialistas con experiencia lo único nuevo será que habrá personas
que requieran sus servicios, pero que hay de las personas que irán a consulta por
primera vez, las dudas que traen consigo acerca de ¿Cómo actuar?, ¿Qué decir?,
¿Qué hacer?, etc. y como incluir también a las nuevas generaciones de
profesionales que se interesan por el rubro de la salud mental, en las interrogantes
que se harán como ¿Cómo debo empezar mi entrevista?, ¿Cuán importante es para
el paciente su salud mental?, ¿Qué hacer para tener una adecuara relación
terapeuta - paciente? Y porque no el si es conveniente atender o no a amigos o
familiares.
Estos factores influirán en la relación tan importante que es la del terapeuta – cliente
en la terapia. Hay que entender que ambos son seres humanos que cumplen roles:
uno como profesional asistencial y el cliente, que se siente incapaz de resolver un
problema. La base de la relación entre terapeuta y cliente es la confianza, en que
los terapeutas los ayudaremos confiar en ellos mismos. Importante además de la
confianza y que ayudará a que esta se logre de mayor manera será el clima
emocional, la mayoría de los clientes describen sus problemas con palabras y
acciones teñidas de emociones que debemos saber gestionar no solo en los clientes
sino en nosotros mismos para poder ayudar y no conflictuar más a los que nos piden
ayuda. Debemos entender que esto es difícil para el paciente, y para quien no lo
seria, el llegar con un desconocido y contarle lo que les sucede, lo que nos aqueja,
hará que ellos se muestren cautelosos y se cohíban en un inicio con el terapeuta,
por eso el especialista debe ser capaz de hacerles entender que el cambio puede
provocar esa angustia que los aqueja.
Caso contrario pasa con aquellos pacientes que son muy cercanos a nosotros
(amigos o familiares), con ellos hay que ser cautelosos, pues al haber una relación
emocional tan estrecha hará que este pierda su rol y papel de autoridad ante los
clientes, perdiendo así el sentido de la objetividad de la terapia, lo que ocasionara
que, en vez de ayudar al paciente, lo único que hagamos es no ayudarlo o empeorar
su situación.