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La organización y movilización de
los indígenas en otras regiones
Las palabras del indio Macuritofe*

V ic e n t e M ac u r i to f e R a míre z

El presente discurso de Macuritofe Ramírez, capitán de la comunidad


witoto de Monochoa, fue pronunciado ante una comisión compuesta por
funcionarios del Ministerio de Gobierno, del Instituto Colombiano para
la Reforma Agraria (Incora) y del Instituto Colombiano de Recursos
Naturales Renovables (Inderena). El texto fue publicado en la revista
trimestral de la División de Asuntos Indígenas de la Dirección General de
Integración y Desarrollo de la Comunidad, del Ministerio de Gobierno.

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Amazonas, 3 de agosto de 1973

Se habla de crear una reserva de tierras, y está bien. En un principio


ya nuestros antepasados, es decir, los primitivos que habitaron esta
región, venían trabajando aquí, cuando no existía el Perú ni los Arana
ni los colombianos habían llegado. Es que nosotros los indios tene-
mos leyes, como ustedes los blancos tienen. En esas leyes indígenas
nuestras se respeta lo que se ha explotado, lo que se ha trabajado, y
esas leyes siguen aquí, reposan aquí donde reposan nuestros abuelos,
donde han vivido y muerto nuestros compañeros y todos nuestros
antepasados. Por eso, nosotros tenemos que seguir trabajando donde
han trabajado ellos. Y entonces nosotros ya tenemos marcada nuestra
tierra, bien marcada, donde reposan nuestros abuelos, que es lo que
queremos. Queremos todo lo que era antes de entrar los españoles, los
peruanos, los Arana y los colombianos. Es decir, porque eso primero

* Fuente: Indigenismo colombiano, nº 2 (Macuritofe Ramírez, 1974: 5-8).


era de los indígenas, antes de la Conquista, y entonces esas leyes, es
decir, ese orgullo, todavía nosotros llevamos tanto como decreto de
gobierno. Porque nosotros decretamos esas leyes, por eso esas leyes
siguen y seguirán hasta… hasta… no puedo decir hasta cuando…
Entonces si para ese estudio de reserva la cosa es así. La cosa está
bien.
Y otra cosa: el internado. Es cierto, el estudio hace conocer el
idioma, el español, pero nosotros tenemos también religión nuestra,
como ustedes tienen una escrita, como la de nosotros no se ve, como
no está escrita, como está en la cabeza, y entonces tenemos la historia
nuestra, tanto como ustedes tienen. Por eso nuestro orgullo nunca
vamos a dejar, como ustedes nunca dejan su orgullo, es decir, nuestro
idioma, nuestro propio estudio. Pero por ir a estudiar al internado
los niños aprenden castellano y ahí se les olvida lo que es nuestro
idioma, nuestro dialecto y nuestro cuento. Por eso queremos hacer
 una escuela en mitad de nuestra tierra o sea en la comunidad, para
que pueda ser que [el] mismo indio interprete castellano y enseñe en
Vicente Macuritofe Ramírez

lengua nuestra. Ese es el proyecto que tenemos. ¡A ver qué respuestas


nos dan sobre esas frases!
Y otra cosa: antes teníamos trabajos en ambos lados del río hasta
que llegó la colonia de Araracuara. Ella nos ajuntó en un solo rincón,
nos quitó una parte de tierra y entonces nos quedamos sin tierra.
En ese tiempo había mucha gente, los primitivos todos se murieron.
Quedamos muy pocos y además llegaron esos guardias y penados y,
entonces, una parte de las mujeres se fueron con ellos, es decir, se
ajuntaron. Entonces, esta tribu se mermó y no cuenta hoy sino con
cuarenta y dos familias. En un tiempo sí había mucha gente, pero esos
guardias cogían a las mujeres, las llenaban de familia y las dejaban
luego que se fueran. Entonces hoy en día pa’ ayudar esas familias,
¿de dónde vamos a conseguir, si no tenemos de dónde? Derechos sí
tenemos desde que nacemos, pero ninguna ayuda ni apoyo del Go-
bierno. Promesas tenemos de la Comisaría. ¡Tanta promesa!... que el
Gobierno ayuda, que por aquí. Bueno eso todo son promesas, pero
ya hoy en día nosotros queremos quitarnos esas promesas de encima
porque no queremos vivir cuentiaos: que la Comisaría, bueno que el
Gobierno. No hay sino que ver tanta comisión que viene a esta tribu a
comprometerla. De esas comisiones hay una que vino y dijo la verdad
y esa sí vino y dijo la verdad: que nosotros no podemos comprometer
a hacer nada: apenas le estamos cosquillando.
Y otra cosa. Por lo de la autoridad, claro que aquí hay una auto-
ridad competente, pero a nosotros nos trata de indios y analfabetas
y siempre nos coge de primeros la autoridad: en cambio hay así un
caso entre ellos mismos y como tienen plata con qué pagarles….
Pero a uno sí lo castigan, le ajustan todo; entre ellos no. Las cosas
son así. Claro que la ley dizque viene por parejo: que un tipo puede
ser un señor, puede ser más pesado y entonces si comete una falta
eso es parejo. Pero aquí no es así. Y eso es lo que no queremos enton-
ces cuando uno vaya a informar; porque el corregidor no hace caso
a uno. Le dice sí, lo escribe… después queda olvidado. Entonces,
¿cuál es la ayuda que presta la autoridad? No tenemos ninguna aco- 
gida frente a ella.

Las palabras del indio Macuritofe


Y en eso de promesas ya tenemos demostración. Porque la pri-
mera promesa que nos pusieron es hacer un bote: tan pronto el bote
esté en el río, el motor ya estará en el bote. Pasó el tiempo. Está el
bote en el río y hasta el sol de hoy el bote no [se] está moviendo
sino [se] está pudriendo. Bueno, después de eso ya tumbamos como
veintitrés hectáreas de montaña a puro esfuerzo de nosotros, porque
ustedes saben que para tumbar así se necesita herramientas buenas,
machetes y hacha y entonces, ¿de dónde vamos a conseguir eso? Pero
trabajando con esfuerzo y pobremente tumbamos unas hectáreas.
Después quemamos, y ¿dónde estaban las semillas? Después cayó
una plaga y para destruir esa plaga, ¿dónde estaban las bombas? Por
eso, de ahí nosotros ya venimos desanimando y no vamos a recibir
otros con más promesas.
Ahora vino otra comisión cuando no estaba el presidente sino yo
solo aquí. Bueno, entonces llegó el Dr. Álvarez que es auditor fiscal y
el Dr. Reyes, el secretario. Él llegó y me preguntó por el presidente.
«Doctor –le dije–, el presidente no hace mucho que se fue al monte,
pero aquí estoy yo». El Dr. Álvarez me dijo: «Yo vengo a firmar un
contrato con ustedes a ver si se puede». Entonces yo dije: «Estoy muy
cabriao de hacer tanto contrato. Además no tengo herramientas». En-
tonces comprometió a que le hiciera los botes. Yo le dije: «Muy bien,
doctor, pero si me entrega la herramienta completa, entonces yo haré
el bote que usted necesita; si no me entrega nada yo no puedo hacer
el bote. Eso me queda muy difícil: me falta una cosa, después pido
otra cosa, me hace falta pido otra cosa, me hace falta bueno en fin».
Me dijo que qué herramientas necesitaba y yo dije: «Necesito serru-
cho, necesito machete, necesito villamarquín, broca, todo lo que uno
necesita». Él se fue. Había dicho que sí, que mandaba muy pronto,
que bueno… en fin. Hasta el sol de hoy. Y ese bote me tocó hacer un
esfuerzo con un pedazo así de suela. Y entonces, con esa forma de
trabajo con promesas, ¿a dónde vamos a ir?
Y otra cosa en asunto de comercio: es cierto, es la realidad que
 aquí llegan los comerciantes a explotarnos. Vienen a llevarse lo que
tenemos y traen artículos muy recargaos. Esos artículos a uno lo
Vicente Macuritofe Ramírez

dejan endeudándose y ¡cuándo paga uno esa cuenta! Ellos nos com-
prometen a hacer fariña, que caucho y no sé qué, bueno… en fin, toda
esa vaina. Siempre nos están diciendo una y otra cosa y uno ve para
adelante pero no tiene quién lo oriente. Así lo van llenando a uno de
deudas. Pasa un año. Pasa otro. Y claro, vence el contrato y agrega
para el otro año y la deuda sigue y sigue y así, ¿cuándo tiene uno
tranquilidad? Ahí ya queda uno es de esclavo de ellos. Ellos lo pueden
tratar como quieren. Entonces usted, ¡ay!: que déjeme hacer esto, que
lo otro, que los voy a hacer castigar del corregidor. Lo amenazan con
autoridad. Y esto no nos gusta porque acaba nuestra aspiración. Hay
otra tribu, por ejemplo la Andoke, los de Puerto Zablo, esos todavía
están explotados.
Y otra cosa porque aquí en mi tribu hay unos como cinco mu-
chachos que todavía trabajan siringa. Yo les he dado un consejo. Pero
esos muchachos que trabajan la siringa tienen cuentas, como acabé de
contar, y esas cuentas vencen un año y otro año. Cada contrato es un
año y la cuenta de uno la agrega para otro contrato. Yo quiero librar
esos muchachos que tengo en mi tribu. ¡A ver ustedes qué respuesta
me dan para eso!
Todo eso ha sucedido aquí y muchas cosas más que el Gobierno
no sabe; muchos engaños que el Gobierno no sabe, como en asunto
de política. Aquí nombran un representante que viene a obligar hacer
votar por el partido que a él le provoque para coger la plata de ese
partido. Y aquí votamos y votamos y suben y suben presidentes y
siempre estamos con las manos limpias. Eso ha sucedido aquí en esta
tribu y por este motivo quiero hablar con el Presidente para infor-
marle porque no [se] está dando cuenta de lo que ha sucedido aquí.

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Las palabras del indio Macuritofe

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