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2019
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Lectura crítica
Objetivos
- Desarrollar la capacidad crítica del alumno, ayudándole a desentrañar el propósito
lingüístico del texto, las intenciones pragmáticas y los puntos de vista particulares
que subyacen a los discursos.
- Tras la lectura inferencial, desarrollar la capacidad crítica que le permita adoptar
una postura personal, autónoma respecto de lo leído.
- Utilizar todos los recursos lingüísticos disponibles para conseguir representar
discursivamente sus opiniones a través de esos segundos discursos.
- Ser capaz de construir discursos alternativos, en defensa de sus posiciones
personales, que se vinculan polifónicamente o intertextualmente con los anteriores.
Contenidos
Definición de lectura crítica. Rasgos particulares, según David Klooster. Proceso de la
comprensión lectora. Técnicas para desentrañar los implícitos de un texto. Cómo leer
artículos de prensa. Leer ciencia. Actividades.
Bibliografía
Parodi, G. (coord.) (2010). Saber leer. Madrid, Ed. Aguilar.
Cassany, D. (compil.) (2009). Para ser letrados. Voces y miradas sobre la lectura. Barcelona,
Paidós Ibérica, S.A.
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Lectura crítica
Definición.- Es un tipo complejo de lectura; el que exige niveles más altos de comprensión.
Requiere los planos previos de comprensión (literal, inferencias, intenciones, etc.) del texto,
y exige una suerte de respuesta personal externa del lector frente al texto (frente a su
contenido, intención, punto de vista, etc.).
David Klooster (2001, recogido por Cassany en Aproximaciones a la lectura crítica: teoría,
ejemplos y reflexiones) caracteriza el pensamiento crítico (que incluye la lectura y la
escritura) y aporta cinco rasgos principales:
El sentido general del término se refiere a ‘las habilidades para construir una crítica personal
respecto a todos los temas que nos afecten en la vida, la escuela o el trabajo de modo que nos
ayuden a comprender, observar y controlar la dirección que toma nuestra vida’ (Withers
1989, citada por Green 2001)
El Análisis Crítico del Discurso (ACD) sostiene que los discursos no son neutros ni reflejan
objetiva e inocuamente la realidad, porque siempre son el resultado de la producción
lingüística de un enunciador, en un lugar y un momento concretos, que inevitablemente tiene
unas intenciones, unos puntos de vista y un conocimiento del mundo determinados (que son
particulares e irrepetibles, puesto que no existen seres humanos ni situaciones comunicativas
iguales). Esto es cierto para cualquier texto y lo sería también, por ejemplo, para los artículos
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de investigación científica: por mucha objetividad que se busque, cada investigación se
contextualiza en un momento histórico y en un lugar concreto del devenir de la humanidad.
• recuperar las connotaciones que concurren en las distintas palabras y expresiones del
discurso,
• tomar conciencia del imaginario y de conocimiento del mundo al que se apela —y poder
confrontarlas con otras potenciales opciones—;
• identificar la modalidad (actitud, punto de vista) que adopta el autor respecto a lo que dice
(incluidos los usos de ironía, doble sentido, sarcasmo, etc.) —y poder neutralizar los efectos
que causa en la comprensión del significado-;
• distinguir la diversidad de voces convocadas (citas directas, indirectas, ecos, parodias, etc.)
en el discurso, diferentes a la del autor -y valorar el grado de autoridad que aportan, además
de hipotetizar sobre su contexto de origen y el redireccionamiento que pueden haber
experimentado-;
• identificar el género discursivo empleado, su grado de adecuación a una determinada
tradición de la comunidad de habla —y valorar su idoneidad y efectividad—;
• delimitar la orientación argumentativa de cada apartado del discurso y el propósito
pragmático global que pretende su autor —y poder exponer puntos de vista alternativos a
cada uno—.
Una lectura crítica puede (con más o menos detalle y plausibilidad, según los casos)
hipotetizar sobre lo siguiente:
• el contexto de producción del discurso(parámetros espaciotemporales, comunidad
discursiva en la que se inscribe, disciplina conceptual que trata, etc.);
• los discursos previos al actual (su tema, orientación, contexto, etc.) o las causas y las
circunstancias que pueden estar en el origen de la construcción del discurso en cuestión, o;
• la persona del autor (sexo, edad, nivel cultural, comunidad a la que pertenece, punto de
vista, ideología, etc.)
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2ª Fijaciones oculares. Cuando se empieza a leer, se realizan unos movimientos oculares,
específicamente, unas fijaciones sucesivas y en cada fijación se captan unas palabras, pero la
vista se concentra en unidades superiores que ofrecen más información a la vez.
3ª Tras las primeras percepciones, se empieza a verificar las hipótesis de significado
planteadas antes de leer el texto. La información leída permite confirmarlas o rectificarlas.
Este proceso de formular hipótesis y verificarlas constituye la esencia de la comprensión de
textos; es la interacción entre lo que ya se sabe y lo nuevo que aporta el texto. Este proceso
es instantáneo y activo que se realiza durante la lectura.
4ª Con la lectura en silencio, el lector hace fijaciones amplias, rápidas y selectivas, es decir,
se fija en unidades superiores (frases, oraciones); no repasa el texto letra por letra. El lector
competente no lee siempre de la misma forma, sino que se adapta a cada situación y utiliza
varias microhabilidades de lectura que le facilitan la comprensión del texto.
Se termina el proceso de lectura con la comprensión del texto de parte del lector, además,
identifica las ideas relevantes de cada información, las integra en estructuras textuales y
jerárquicas y distingue lo importante para el autor y lo importante para él, etc.
Microhabilidades de lectura
1. Palabras y frases
1.1 Reconoce el significado de palabras y frases.
1.2 Reconoce la relación entre diversas formas de una palabra.
1.3 Elige el significado de una palabra según el contexto.
1.4 Deja de lado palabras nuevas que no son importantes para entender un texto.
2. Gramática y semántica
2.1 Identifica los elementos básicos de una oración.
2.2 Identifica los referentes de las anáforas y de los deícticos.
2.3 Reconoce las relaciones semánticas entre las diferentes parte de la oración.
3. Texto y comunicación
3.1 Entiende el mensaje global.
3.2 Discrimina las ideas principales de las secundarias.
3.3 Sigue la organización de un texto o libro.
3.4 Comprende las inferencias o ideas implícitas.
▪ uso del contexto, ( todos los elementos que están involucrados en una situación y a la
relación armónica entre ellos para que puedan formar parte de un todo, se le llama
“contexto”.)
▪ familias de palabras y
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▪ uso de sinónimos o antónimos.
Actividad
Descubra el significado de las palabras subrayadas e indique la estrategia empleada.
Ejemplo 1
“Hasta este momento, para el ser humano, el universo es inconmensurable, ya que aún no
se han desarrollado suficientemente los aparatos para medir las distancias que hay en él.” En
esta oración sí hay unas palabras (elementos que conforman el todo) que al relacionarlas nos
pueden orientar sobre el significado de la palabra “inconmensurable”. Por ejemplo las
palabras: “medir distancias que hay en el universo” – “no hay aparatos para medir” – Si
relacionamos esos elementos con “el universo es inconmensurable para el humano” y con
“hasta ahora”, podremos aproximarnos al significado de inconmensurable: como “no
medible”.
Ejemplo 2
Ningún ser humano debería adscribirse mecánicamente a las ideas de otro, sino pensar
cuáles son sus propias ideas, para así tomar la decisión de respaldar aquello con lo que está
de acuerdo.
Ejemplo 3
Por ejemplo, una planta de tratamiento, de última tecnología, cuyos gastos de mantenimiento
son muy altos, no puede ser sustentable en las regiones del mundo con menos recursos
financieros. En este sentido, una planta de última tecnología "respetuosa con el medio
ambiente", con altos gastos de operación, es menos sustentable que una planta
rudimentaria, incluso, si es más eficaz desde un punto de vista ambiental.
Ejemplo 4
Algunas tendencias ecologistas, en contraste, hacen énfasis en las opciones del denominado
“Crecimiento Cero” y pugnan por la aplicación estricta del “Principio de precaución”, que
consiste en dejar de realizar determinadas actividades productivas, en tanto no se demuestre
que no son dañinas. Otros ecologistas, más radicales, defienden el decrecimiento económico,
es decir, sostienen que, el respeto al medio ambiente, no es posible sin reducir la producción
económica ya que, actualmente, se ha rebasado la capacidad de regeneración natural del
planeta, tal y como demuestran las diferentes estimaciones de “huella ecológica”. Además,
también, cuestiona la capacidad del modelo de vida moderno, para producir bienestar. El reto
estaría, de acuerdo con esta visión, en vivir mejor con menos.
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Ejemplo 5
Históricamente, la forma de pensar, que dio lugar a la Revolución Industrial del siglo XIX,
introdujo criterios, esencialmente, de crecimiento económico. En tal sentido, se produjo el
acelerado desarrollo industrial, acicateado por las dos guerras mundiales y las necesidades
de producción industrial intensiva, de tal modo que, hacia los años 1970, en los países
desarrollados, se comenzó a tener conciencia de que, su prosperidad, se basa en el uso
intensivo de recursos naturales finitos, y que, por consiguiente, además de las cuestiones
económicas y sociales, un tercer aspecto estaba descuidado: el medio ambiente.
Para desentrañar los implícitos de un texto y realizar una comprensión crítica, Cassany
ofrece veintidós técnicas agrupadas en tres partes:
1) explorar el mundo del autor;
2) analizar el género discursivo y
3) predecir interpretaciones del lector.
1. Explorar el mundo del autor. Este primer grupo de técnicas explora el mundo del autor,
pues este es una persona real que vive en un lugar, en un momento de la historia, y el texto
sale de su imaginación, de su mundo, de su comunidad. Obviamente, refleja su modo de
percibir el mundo, su propia ideología.
Este primer grupo de técnicas comprenden seis aspectos:
1.1 Identificar el propósito del autor. Significa reconocer los propósitos del autor al escribir
el texto. ¿Qué espera del lector? , ¿qué pretende cambiar?
1.2 Descubrir las conexiones. Implica identificar las referencias del texto a la realidad:
elementos contextuales como deícticos y otros que señalar el lugar, tiempo y a los
interlocutores. Con esto, se puede situar el mundo del autor y delimitar sus fronteras.
1.3 Retratar al autor. Cuando se conoce al autor, facilita comprender su ideología. ¿Dónde y
cuándo nació?, ¿qué formación tiene?, ¿a qué se dedica?, ¿cuál es su ideología?, ¿cómo
lo valora la sociedad?, ¿milita algún partido político o asociación? Pero incluso cuando
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se desconoce al autor, se puede rastrear sus palabras, su prosa y se puede detectar su
ideología.
1.4 Describir su idiolecto. Significa detectar alguna variedad geográfica, social o
generacional que permita desentrañar sus implícitos.
1.5 Rastrear la subjetividad. Permite reconocer las actitudes, opiniones y las realidades del
autor mediante indicadores claros: uso de la modalidad enunciativa, uso de palabras
valorativas (adjetivo: Es una magnífica disertación, Fue muy lamentable su
participación; adverbios de modo: Afortunadamente, no se llegó a firmar el convenio,
verbos: El testigo reveló las causas del accidente; El personal aplaudió la medida; etc.;
sustantivos valorativos: ruina, desastre, desgracia, etc.; sufijos valorativos: -ucho:
pueblucho, -acho: ricacho, -ón: caserón; -illo: directorcillo; usos metafóricos: para
profesor: un genio; para un futbolista: el depredador) .
1.6 Detectar posicionamientos. Es la posición que adopta el autor ante grandes asuntos que
afectan a la sociedad, al margen del tema que trate. Por ejemplo, su punto de vista acerca
de la globalización, la ecología, la eutanasia, los pueblos indígenas, la deuda externa
latinoamericana, la familia, el matrimonio, los roles sociales del varón y de la mujer, etc.
2. Analizar el género discursivo. Este segundo grupo de técnicas enfatiza la relación del
texto con otros discursos: la intertextualidad y la polifonía. Pues se podrá reconocer la
ideología por el uso de voces que incorpora en su discurso o de las que calla o de las que se
opone.
2.1 Identificar el género y describirlo. Implica identificar el tipo de texto: noticia, editorial,
comentario, una carta, etc., así como sus rasgos convencionales de cada género. Para analizar
el género discursivo se tienen en cuenta los siguientes aspectos: denominación, ámbito,
función, contenido, estructura y estilo, citas y polifonía, autoría (el autor cómo se presenta,
si muestra sus opiniones personales, etc.) audiencia (a quién va dirigido, es personal,
impersonal, etc.,)
2.2 Enumerar a los contrincantes. Se escribe sobre un tema de controversia para mostrar el
punto de vista o el enfado del autor. Por tanto, indicar los opositores, porque se han empleado
para refutarlos.
2.3 Hacer un listado de voces. En cualquier texto, se encuentran citas de otros autores. Se
relee el texto y se hace una lista de las citas textuales directas, indirectas y encubiertas. Su
elección aporta información necesaria para revelar los implícitos.
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2.4 Analizar las voces incorporadas. Son las citas textuales de otros autores utilizadas para
enriquecer el discurso con reflexiones de otros autores o también para aprovechar el respaldo
de alguien importante. Aunque también se pueden utilizar para la ironía o el sarcasmo: la
crítica de la propia cita textual.
2.5 Leer los nombres propios. Los nombres de persona delatan el origen del autor. Los
nombres de lugares geográficos y de épocas históricas también sitúan el texto. Por su
egocentrismo, las personas tienden a tomar su mundo como referencia para todo.
2.6 Verificar la solidez y la fuerza del discurso. Se trata de verificar el tipo de argumentos
utilizados, así como del rigor, la fuerza y la coherencia que muestran. Si son pertinentes, si
apelan a la razón o a las emociones, a los sentimientos, si son lógicos, si los datos estadísticos
son claros y completos.
2.7 Hallar las palabras disfrazadas. Se trata de fijarse en la manera de utilizar el lenguaje: si
hay vocablos particulares, si hay metáforas, comparaciones, sentidos figurados, si hay ironía,
sarcasmo o parodia. Darse cuenta de esos matices y los valores que toma cada palabra ayuda
a comprender mejor el texto.
3.1 Definir los propósitos del lector. El propósito del lector dirige la lectura. Antes de
empezar a leer, se debe preguntar el lector lo que busca con la lectura, y al terminar la lectura,
se preguntará si lo consiguió o no y cómo y por qué. Cuando se tiene claro lo que se busca
con la lectura, el lector leerá con más eficacia y conseguirá el propósito de modo más rápido.
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3.2 Analizar la sombra del lector. En la comunicación, cada texto busca sus lectores. Por eso,
adopta un estilo, una forma y una selección de datos particulares; es la sombra del lector. Al
perfilar al lector, también se comprenderá mejor el texto y al autor. De esta manera, se
comprenderán mejor las intenciones del autor.
3.3 Fijar acuerdos y desacuerdos. Al releer cada oración del texto, se observará el número de
acuerdos con el autor o las ideas coincidentes con las del autor, así como los desacuerdos.
De esta manera, el lector podrá su el punto de vista personal respecto a lo que lee, es decir,
creará su punto de vista personal. Leer críticamente es también reaccionar ante los discursos
de los otros.
3.4 Imaginar que eres el lector a quien va dirigido el texto y pensar lo que entendería y cómo
reaccionaría frente al texto leído. Significa darse cuenta de los efectos variados que causaría
un mismo discurso. Implica ser conscientes de la pluralidad de interpretaciones que tiene.
Solo se llega a interpretar un texto, si se conocen las interpretaciones más importantes que
produce. Esta técnica permite reconocer también el significado plural que puede tener una
palabra o una parte del discurso leídos desde otras ópticas. De esta manera, se reconocerán
los elementos ambiguos, oscuros o abiertos. El lector podrá arriesgarse a sugerir otras
posibles interpretaciones.
3.5 Integrar las diferentes interpretaciones posibles en un todo. De esta manera, se podrá
esbozar una mirada de conjunto sobre los efectos que puede tener un discurso en una
comunidad. Con las suma de las diferentes aproximaciones, se alcanzará una mirada más
cercana a lo que realmente ocurre.
3.6 Meditar las reacciones. Tras la lectura de un texto, se reflexionará sobre la reacción más
favorable a los intereses del lector. Quizá responderá con la escritura de otro texto. Por eso,
pensar en lo que se puede escribir después de leer un texto, ayuda al lector a leer.
Para leer de manera crítica un texto periodístico, se debe tener en cuenta lo siguiente:
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1. Autoría.- Quién escribió el texto. Aunque figura un nombre, sin embargo, ha sido
producto colectivo: autor, redactor jefe, subdirector, director, correctores de estilo).
En todas esas etapas puede sufrir modificaciones.
2. Tipo de texto.- El lector debe conocer si el texto es una noticia o un género de opinión
(editorial, comentarios, etc.) En todo periódicos hay géneros informativos (noticia,
crónicas, reportajes) y géneros de opinión (editorial, crítica, artículo, comentario).
3. Espacio otorgado a la noticia, así como su ubicación. A veces a algunas noticias se
desarrollan en páginas enteras o en un pequeño recuadro, y dentro de la página, en el
plano superior más importante o en el plano inferior.
4. Dependencia de periódicos y periodistas.- El periodismo es esencialmente
ideológico. Es un vehículo comunicativo para la trasmisión a una audiencia no solo
de hechos, sino también de creencias, actitudes, supuestos, valores de los dueños del
periódico (línea del periódico) y de los periodistas, es decir, expresan su visión
particular del mundo.
5. Ideología del periódico.- Consiste en una visión particular de la realidad que se
reconoce en el editorial. Con la lectura del editorial, se reconoce cómo se sitúa el
diario respecto a temas importantes o claves de la sociedad: la vida, el aborto, la
eutanasia, la iglesia, el matrimonio, la familia, etc. Ningún medio informativo es
neutral, apolítico, imparcial, objetivo, porque su emisor es una persona con una
ideología particular que se plasma en todo lo que escribe.
Para construir una representación del texto más allá de los contenidos propios
Un modo de evaluar la credibilidad del texto y construir el propio conocimiento frente al
texto leído es mediante preguntas o autocuestionamiento, es decir, poner a prueba lo leído.
1. Decida si está de acuerdo con lo leído.
2. Elabore su propio pensamiento respecto de lo leído
3. ¿Le parece confiable lo que dice este autor del texto?
4. ¿Cuánto de certera y completa le parece la información que se provee en este texto?
¿Y por qué lo cree así?
5. ¿Cuánto de actual le parece que en la información presentada en este texto?
6. Paralelamente, considere la postura del autor, su actitud y prejuicios o creencias.
Actividades
Primera parte
1. Lea los siguientes textos y aplique los tres niveles de comprensión.
2. Desentrañe el significado del texto sobre la base de aplicar las tres microhabilidades
de la lectura:
2.1 Palabras y frases (significado, DLE, contexto, familia de palabras y sinónimos y
antónimos), así como las relaciones entre
2.2 Gramática y semántica del texto
2.3Texto y comunicación
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Segunda parte
Tras la lectura de los textos siguientes, desarrolle lo siguiente:
1. Especifique el tipo de texto.
2. Indique la idea central del texto o la tesis.
3. Señale las ideas principales o los argumentos principales.
4. Determine la estructura del texto.
5. Identifique la intención del autor.
6. Indique la ideología del autor.
7. Identifique los destinatarios.
8. Identifique los dobles sentidos.
9. Capte los sentidos figurados, las metáforas, los simbolismos.
10. Determine las informaciones implícitas.
¿Queda todavía alguien que crea en la «alianza de civilizaciones»? ¿Es posible sostener que
los valores del Islam son compatibles con los occidentales? Fíjense que digo «occidentales»,
no cristianos, pues lo occidental es la suma de muchas cosas, el cristianismo entre ellas, pero
abarca desde los pitagóricos a la Teoría de las Cuerdas. Y el Islam más puro y duro, que se
ha quedado en el medievo, odia esa cultura con la pasión del fanático y el resentimiento del
que disimula su complejo de inferioridad en criminal arrogancia. El Estado islámico nos ha
declarado la guerra y nos combate con nuestras propias armas: la libertad, los móviles,
internet, los trenes, los Metros, las fronteras abiertas, los días festivos y los vuelos baratos,
todo eso que de por sí ellos nunca tendrían. Quieren quitárnoslo, quieren que nos quedemos
encerrados en nuestras casas, las mujeres en la cocina, el padre dueño y señor, como hace
diez siglos. Quieren amedrentarnos, que nos rindamos a base de bombas y de suicidas
descerebrados, golpeándonos allí donde más daño pueden hacer.
B) Estamos en guerra
El presidente francés, François Hollande, y su primer ministro, Manuel Valls, son los únicos
dirigentes europeos que osan llamar a la situación por su nombre: Guerra. Es exactamente lo
que es. Una guerra sucia, cobarde, despiadada, librada contra civiles desarmados por
fanáticos religiosos cuyo único credo es el odio. Una guerra declarada por el islamismo
radical en auge a un Occidente apocado, roído de relativismo, que se debilita a ojos vista.
Estamos en guerra y tenemos al enemigo en casa. Viven entre nosotros, al amparo de nuestras
libertades, gozando del Estado del bienestar levantado con nuestro esfuerzo, protegidos por
las garantías que brinda una justicia democrática, al abrigo de una tolerancia que
nosotros abrazamos como auténtico dogma de fe y ellos desprecian. Esgrimen nuestros
principios para volverlos contra nosotros y golpearnos donde más nos duele. Se mueven sin
restricción alguna por nuestros barrios, hasta el punto de transformarlos, como sucede en
Molenbeek, en guetos más sujetos a sus normas que a las nuestras. Disfrutan de todos los
derechos inherentes a la ciudadanía europea, gracias al trabajo de unos padres que
abandonaron sus países de origen para darles una vida mejor, pero se consideran frustrados,
estafados, violentados por esta sociedad del capricho insatisfecho, hasta el extremo de
hacerla saltar por los aires con un cinturón de explosivos adosado al cuerpo. Son la
versión yihadista, monstruosa, aterradora, de nuestros «indignados de chaise longue». Y ya
es hora de decir ¡basta!
Hace falta unidad política en la lucha contra estas bestias, desde luego, pero la unidad no es
suficiente. Tampoco las declaraciones grandilocuentes y mucho menos los llamamientos a
la calma que alertan contra el riesgo de una islamofobia inexistente en lugar de apuntar al
verdadero problema: La facilidad con la que nos matan. Para impedírselo, es indispensable
firmeza, eficacia, valentía y dinero; mucho dinero, hoy destinado a otras partidas. Hay que
multiplicar la inversión en Defensa y Seguridad, con el fin de dotar a los servicios de
Inteligencia y también a las Fuerzas Armadas y a los cuerpos policiales de medios suficientes
para llevar a cabo su tarea. Infiltrar sus células, aun a costa de pagar altas sumas en sobornos.
Controlar las mezquitas en las que se difunden mensajes radicales y cerrarlas, expulsando a
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esos clérigos o metiéndoles entre rejas. Organizar las cárceles de manera a impedir que
vulgares delincuentes comunes salgan de allí convertidos en terroristas. Vigilar
estrechamente las redes sociales y exigir la colaboración de plataformas como twitter o
Facebook en la detección de estos individuos. Intercambiar información en tiempo real entre
todos los organismos implicados en esta lucha. Desplegar tropas sobre el terreno en la región
que controla el ISIS, hasta destruir ese califato de terror en el que se adiestran los bárbaros
que luego regresan aquí ávidos de sangre occidental. Encarcelar o bien enviar de vuelta a
todos los yihadistas que retornen de Irak, Afganistán, Siria, o cualquier otro lugar de
entrenamiento para la masacre.
Es mucho lo que se puede y debe hacer en términos operativos, pero igualmente apremiante
es el combate ideológico. Tengamos el coraje de afirmar que ciertos valores son
irrenunciables y exigir que quien viva entre nosotros los acate o bien se vaya: Libertad,
igualdad, pluralismo, separación entre los asuntos de Dios y los del César, reciprocidad.
Dejemos de tolerar la intolerancia y respetar lo que no resulta respetable. Nos va en ello la
supervivencia. Isabel San Sebastián, ABC, 25/3/16
En la primera etapa del ciclo de vida de los materiales de construcción, los costes ecológicos
se deben tanto a la extracción de los recursos minerales (canteras, minas, etc.) como a la
deposición de los residuos o restos generados (3). Estas afecciones medioambientales
abarcan las emisiones tóxicas y el envenenamiento de las aguas subterráneas por parte de los
vertederos. Por otra parte, el material fuertemente manipulado y que ha sido sometido a un
proceso de fabricación tiene unos efectos medioambientales muy importantes, especialmente
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desde el punto de vista energético. Entre los materiales con mayor impacto energético
encontramos los materiales cerámicos y los metálicos, especialmente el acero. Y entre los de
menor impacto, los granulados de piedra, el hormigón prefabricado y la madera (4).
La siguiente etapa la hemos definido como la del transporte de los materiales. Éste genera
residuos y contaminación relacionados con el propio medio de transporte como pueden ser
chatarra, derrames de aceite y combustible, o residuos peligrosos como las baterías. Su
contaminación también está relacionada con la emisión de CO2 a la atmósfera.
En la siguiente etapa, la de uso del edificio, al igual que en la previa, estarán presentes las
pérdidas de materiales o productos dado el envejecimiento o deterioro que experimentan.
Para minimizar la generación de este tipo de residuos es necesario fomentar el mantenimiento
y la renovación controlada de los materiales mediante una eficiente identificación del
deterioro y su reparación.
Leer ciencia
Desde una visión sociocultural, según Cassany (2009: 112), “leer y escribir son tareas
culturales, tremendamente imbricadas en el contexto social. Por ello varían a lo largo del
espacio y del tiempo. Cada comunidad idiomática sociocultural, cada disciplina del saber
desarrolla prácticas letradas particulares, con rasgos distintivos (...). Practicar la lectura y la
escritura implica aprender las convenciones culturales propias de cada entorno. Hay muchas
diferencias entre elaborar un diagrama de flujo de ingeniería, presentar una demanda judicial
o redactar una crónica periodística. Puesto que los textos escritos son diferentes en cada
contexto, también varían los procedimientos y los recursos necesarios para leerlos o
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escribirlos. Cada género discursivo y cada ámbito presentan nuevos retos al escritor y al
lector”.
Las habilidades generales que los estudiantes aprendieron en la educación previa, por muy
buenas que hayan sido, no sirven para comprender textos con requerimientos específicos y
sofisticados que se emplean en las disciplinas especializadas en el ámbito universitario. Por
eso, no solo es necesario, sino conveniente ayudar a los estudiantes a comprender y producir
los textos propios de su disciplina.
En las ciencias, concretamente, en Ingeniería, se manejan artículos de investigación
científica. Por tanto, es necesario conocer sus rasgos particulares, estructuras, rasgos
lingüístico-textuales para su mejor comprensión.
Artículo de investigación
Es un texto escrito que informa por primera vez de los resultados de una investigación, y que
es redactado y publicado siguiendo unas normas muy concretas, aceptadas por la comunidad
científica internacional, cuyo uso asegura la comunicación efectiva de la información
científica en todo el mundo. Robert Day define el artículo científico como: “Un informe
escrito y publicado que describe resultados originales de investigación […], que debe ser
escrito y publicado de una cierta forma, definida por tres siglos de tradiciones cambiantes,
de práctica editorial, de ética científica y de influencia recíproca de los procedimientos de
impresión y de publicación”.
Según la UNESCO, la finalidad esencial de un artículo científico es comunicar los resultados
de investigaciones, ideas y debates de una manera clara, concisa y fidedigna; la publicación
es uno de los métodos inherentes al trabajo científico.
A continuación, se explicarán las partes de los artículos científicos, según el planteamiento
de la Universidad Pompeu Fabra, Barcelona.
https://parles.upf.edu/llocs/cr/casacd/articlecs.htm.
Los artículos científicos constan de los siguientes elementos constitutivos en cuanto a su
estructura:
- Título
- Autoría
- Resumen analítico
- Palabras clave
- Introducción
- Material y método
- Resultados
- Discusión
- Agradecimientos
- Referencias bibliográficas
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- Apéndices
Título:debe ser corto, conciso y claro. Se recomienda que sea escrito después de redactar el
núcleo del paper (introducción, material-métodos, resultados y discusión). Los títulos pueden
ser informativos o indicativos.
Resumen: este debe permitir al lector identificar el contenido básico del trabajo. Se debe
componer de 250 palabras y debe redactarse en pasado, a excepción del último párrafo o
frase concluyente. Evita aportar información o conclusión, así como tampoco debe citar
referencias bibliográficas. Debe quedar claro el problema que se investiga y el objetivo del
mismo. Debe plantear los principales objetivos y el alcance de la investigación, describir la
metodología empleada, resumir los resultados y generalizar con las principales conclusiones.
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Por otra parte, los errores más frecuentes en la redacción del resumen son no plantear
claramente la pregunta, ser demasiado largo o detallado.
Resultados:presenta las tablas y figuras que expresen de forma clara los resultados del
estudio realizado por el investigador y deben cumplir dos funciones:
Discusión:a mayoría de los lectores irán después de leer el resumen (a pesar de que los
expertos recomiendan que, tras leer el título, lo primero que hay que leer es el material y
métodos) y la sección más compleja de elaborar y organizar.
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- Comienza la discusión con la respuesta a la pregunta de la introducción, seguida
inmediatamente con las pruebas expuestas en los resultados que la corroboran.
- Escribe esta sección en presente ("estos datos indican que"), porque los hallazgos del trabajo
se consideran ya evidencia científica.
- Saca a la luz y comenta claramente, en lugar de ocultarlos, los resultados anómalos,
dándoles una explicación lo más coherente posible o simplemente diciendo que esto es lo
que ha encontrado, aunque por el momento no se vea explicación. Si no lo hace el autor, a
buen seguro lo hará el editor.
- Especula y teoriza con imaginación y lógica. Esto puede avivar el interés de los lectores.
- Incluye las recomendaciones que crea oportunas, si es apropiado.
- Y, por encima de todo, evita sacar más conclusiones de las que sus resultados permitan, por
mucho que esas conclusiones sean menos espectaculares que las esperadas o deseadas.
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