Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
fty ¥ i;T^éfono4-7-fl6
REVISTA MUSICAL
HISPANO-AMERIC AN A
lÓ
••••• a
•
CHHSSHIBne FRERES • ••••!
VÍCTOR I.ABADI
^
ÁTgunos agrios comentarios ha producido el juez hábil. Y si no es justo que los viejos juzguen
resultado del Concurso de obras sinfónicas abierto a los nuevos, no es tampoco piudente confiar a
por el Circulo de Bellas Artes, y en verdad las éstos demasiado pronto la facultad de dictaminar
acritudes están justificadas. No se oye en parte al- sobre los demás.
guna más que el deseo de afirmar, de construir, ¿Cómo sostener después de ese tallo negativo
de hacer un ambiente mediante la confesión de la pretensión de apoyos o iciales. Premios pen-
una fé que, voluntariamente optimista, no sepa siones y alientos para ol arte joven U ¿habrá de
ver más que los méritos y no haga más que en- creerse en el egoísmo do que esas peticiones son pa-
salzar las virtudes, y como contestación a ese de- ra beneficiar sólo particularmente al que las pide?
seo de un arte y de una patria artística, se da la Revise ahora serenamente cada autor su pro-
más desconsoladora respuesta. Bien está siempre pía partitura, pida a la divmidaa un juicio claro,
la justicia, y en ella hemos de creer, porque caba- y luminosamente, desapasionadamente examine
Uerosidad obliga; pero no podrá evitarse un pen- si su obra merecía o no el premio ambicionado,
samiento irónico para quienes sólo justicia sepan Si el resultado es negativo, vaya de nuevo hon-
administrar, no habiendo recibido sino benevo- radamente al trabajo a conquistar méritos mayo-
lencias. Además, corrida la voz (bien de creer) de res, y si es positiva la contestación de la con-
que entre esas setenta y cinco obras había una ciencia, aprenda a tener el oigullo de sus obras,
decena magnifica, o por lo menos aceptable, la a llevar la frente erguida y a no dejarse juzgar
decepción ha sido unánime. Y la decisión de los de quienes él no juzgaría.
jurados que nos merece todos los respetos debi- Respecto a los organizadores de concursos, sirva
dos a esa categoría, al chocar contra el fecundo de provecho el ejemplo y vean como el sistema
resultado del último año de la Sociedad Nació- de la Sociedad Nacional —limitadamente, a cau-
nal, consignada en otras columnas, nos hace pen- sa de sus medios exiguos— es una demostración
sar que el mal no está en jueces ni en juzgados, más positiva: es simplemente un campo abierto a
sino en el organismo mismo de la cosa. Estando todo el mundo, donde solo un jurado de admisión
en épocas de renacimiento, de renovación, forzó- se opone al paso del ignorante atrevimiento o de
sámente los criterios se encontrarán radicalmente demasiado verdes impaciencias, y donde se hace
distanciados; ni la diferenciación de tendencias oir todo el que trabaja, que por eso mismo lleva
sostenidas con el ardor de la lucha podrá ser un conquistado ya el derecho a ello.
REVISTA MUSICAL
que se había escrito en música, y es de tal complicación, Las gestiones que anunciábamos en nuestro número an-
dureza y fealdad, dice Turner, que la Sinfonía Doméstica, terior con editores extranjeros han tenido un resultado
que seguía en el programa, fué considerada como un gran satisfactorio. A la hora de cerrar este número recibimos
descanso en el sentido de sencillez y belleza. carta délos Sres. "Perrin et C."", de Paris, aceptando
Reger era también director de orquesta, y Turner le oyó nuestras proposiciones y cediéndonos el derecho de tra-
dirigir la orquesta ducal de Meiningen, que Bülow y ducir la última obra del celebrado escritor
Brahms hicieron famosa. Como director, dice ese crítico, M, G. JEaN-TlüBRY
era inexpresivo, pero muy cuidadoso y decisivo, y sus in- titulada
terpretaciones eran notables por su precisión y claridad.
Dirigía sentado en una colosal silla de brazos construida La Música Francesa Contemporánea,
especialmente para él. para la que se halla escribiendo un prólogo nuestro gran
Las revistas donde encontramos esas noticias dicen que MANUEL DE FALLA
Max Reger murió de una parálisis cardíaca en el pasado
Desde el próximo número comenzaremos la publicación
mes de Mayo, pero no indican el día.
Ad. S. de tan interesante obra.
una libertad de albedrío para dar a la Scheherazada sin- nota por sílaba a una letra previamente escrita? ¿Conde-
fónica la interpretación o interpretaciones que la música narían a Beethoven por haber compuesto la Sinfonía Pas-
pura sugiere o puede sugerir a la fantasía en los vuelos toral, la Novena y Fidelio? ¿Censurarían a Bach, a Mo-
de su capricho. zart, a Schumann, a Brahms... a todos los grandes ge-
¡Y yo, pobre de mí, desprovisto de imaginación duran- nios de la historia musical, ni uno solo de los cuales ha
te mis diez y seis horas diarias de vigilia, que he caído dejado de cultivar la "música literaria" con mayor o me-
"en la inocencia de avalorar más, y con duplicación de nor preferencia?
goce, la música encantadora de Rimsky-Korsakoff al oir- La letra o el programa estorban tan sólo cuando son
ía y verla en su forma magníficamente dramatizada y co- malos..., o cuando lo son la música o los intérpretes. La
reografiada por los rusos! Apurando la teoría, acaso pa- música es arte esencialmente expresivo; ella ayuda y en-
raríamos en renegar hasta de las sinfonías de Beethoven grandece la expresión de la palabra y de las artes plásti-
en toda su intangible pureza, so pretexto de que nx>s im- cas; pero lo vago de su espíritu encuentra refuerzo expre-
ponen una música obligada, a la que son preferibles los sivo en la decoración, el gesto, la actitud, la acción, la
libres esparcimientos de nuestra propia inventiva melódi- danza y la palabra, a condición, por supuesto, de que to-
ca, harmónica, etc. Sólo tropezaríamos con el ligero in- dos estos auxiliares se hallen a la altura de la música,
conveniente de la supresión total de la música para el cuando ésta es digna de su misión.
99.999 por 100.000 de los hombres; la insignificante mi- La música dramática, cuando respetada por composi-
noría, como se ve, indotada de la aptitud cerebral nece- tores, directores e intérpretes, ha sido y será siempre la
saria para la concepción de ideas musicales, con o sin más fuertemente emotiva. Esos compositores, directores
programa. Pues en la misma proporción se encuentran e intérpretes, son los únicos que tan a menudo le roban
los previlegiados mortales capaces para sacar, de cual- su prestigio y rebajan su condición. Un arte de perfecto
quiera de las obras de música pura existentes, consecuen- conjunto en su concepción y manifestación, ha de ser por
cias poéticas, dramáticas o pictóricas superiores, o igua- fuerza arte. Y en esto consiste el superior mérito de los
les siquiera, a la admirable interpretación escénica ima- bailes rusos y la influencia—no sé si objetiva o subjetiva
ginada para la obra de Rimsky-Korsakoff por el genial —que ha ejercido en algunos cerebros propensos siempre
Fokin. a la busca y rebusca de tesis, teorías y generalizaciones.
A ese mismo orden intelectual, aunque en grado me- Joaquín F e s s e r .
nos extremo, pertenece ese ideal naciente de los que, su-
gestionados por los bailes rusos, sueñan ya con la utópi-
ca abolición del drama y comedia musical, para substi-
tuirlos con este resucitado espectáculo que, a su juicio,
ennoblece al arte musical por medio de una relativa inde-
pendencia.
Es un aspecto de la eterna controversia entre la músi-
ca pura y la llamada "de programa". Controversia a mi
juicio inútil. Todo arte es colectividad que vive de todos
los géneros que en él tienen legitima cabida. Todo arte
es uno y múltiple. Cabe la belleza, según se la trate, en
toda la "gama "musical, desde la misa y el oratorio hasta
el couplet. Respetables y hasta convenientes son todas
las preferencias; pero las preferencias con perjuicio de ter-
cero son inadmisibles.
La ópera es una forma o género de arte que puede ser
perfecta, que tiene en su realización mil imperfecciones,
que ha sido llevada a la perfección por muy pocos; pero
el género no es responsable de los desafueros que en su
nombre se cometen. Toda la grandeza de las sinfonías
beethovenianas no puede destruir un átomo de la gran-
deza de los dramas wagnerianos, ni a unas ni a otros pue- Presidida por el Ministro de Hacienda, D. Santiago
den mermar vida los desacatos de sus intérpretes. Aspire- Alba, se verificó el día 11 del corriente en la Real Acade-
mos, sí, en cada género de arte, a la perfección inventi- mia de Bellas Artes la junta pública para dar posesión al
va e interpretativa. En ella consiste exclusivamente el nuevo socio de número D. Antonio Fernández Bordas.
enorme y merecido éxito de los bailes rusos. En condi- Ocupaban el estrado, junto al Presidente, los Sres. Se-
ciones artísticas semejantes a las de la ópera que usual- rrano Fatigati, Aviles, Ferrán y Lozano, y asistieron al
mente padecemos, los bailes serían espectáculo tan des- acto los académicos Sres. Bellver, Vera, Velázquez, Bre-
provisto de interés como aquélla, y de ello tampoco sería tón (D. T.), Ripollés, Mélida, Maura (D. B.), Serrano,
culpable el género. ' Villegas, Garrido, López, Salaverri, Landecho, Larregla,
¡Mú>ica pura! ¡Música impura! Sólo es impura la mú- Tragó, Trilles, Fontanilla, Tormo, Garnelo y Santamaría.
sica mala. Reconozco que el preopinante más arriba alu- También asistieron el Sr. Manrique de Lara, como aca-
dido no es el único ejemplar de esta extraña clase de démico electo, que tomaiá posesión en breve; D. G. G.
purismo. Con él opinan otros a quienes no se puede des- Herrero, senador por la de San Fernando, y representan-
preciar. No es purismo estulto ni ignorante, es purismo tes de las demás Reales Academias.
intelectual si se quiere, pero del que emana cierto tufillo Al discurso del nuevo académico, que ha versado sobre
de fatuidad o de inconsciencia. ¿Declararían, si se les inte- "Los instrumentos de arco.—Tres momentos de su evo-
rrogara, su desdén por la música de Wagner, exclusiva- lución „, contestó el académico y catedrático del Conser-
mente representativa, psicológica, descriptiva, ajustada vatorio Sr. Fontanilla.
6 REVISTA MUSICAL
Comienza su discurso el Sr. Fenández Bordas trazando "En los últimos años de la primera mitad del siglo XIV
la personalidad artística del llorado maestro D. Valentín dice el nuevo académico—aparece el violin, llamado
Ziubiaurre, cuya vacante viene a ocupar, a quien dedica a realizar misión tan soberana en la evolución de la mú-
efusivos elogios como artista insigne y ejemplar caba- sici moderna. Su origen, su patria, el nombre de su in-
llero. ventor nos es desconocido.,,
La primera parte del tema de su discurso inspira al Habla más tarde—nos es imposible seguir minuciosa-
nuevo académico las siguientes frases: mente el hermoso trabajo del Sr. Fernández Bordas—de
"Nuestro Arte contemporáneo, de una grandeza, ampli- la Sonata del Cuarteto de arco, deteniéndose a señalar
tud de formas y elevación de ideal admirables, es el re- las obras gigantescas de Haydn, Mozart y Beethoven, di-
sultado de la evolución gigantesca, lentamente realizada, ciendo de éste que "es quien realiza la transformación del
de la rudimentaria polifonía medioeval. Géneros, formas, genero de cámara en obra hum.ana universal, ensanchan-
tonalidad, procedimientos armóni:os y contrapuntísticos, do su campo expresivo y abriéndole horizontes no vis-
orquestación, subdivisiones estilizadas de música de cá- lumbrados. „
mara, todo cuanto constituye el material técnico y esté- Al cuarteto de arco, suprema manifestación del arte
tico de la música moderna, de los siglos medios procede musical puro, dedica Bordas lo mejor de su discurso, en-
y al calor se engendra de las tres universales aspiraciones salzando el genio de sus cultivadores más excelsos.
que dirigen la organización y constitución social de este El Sr. Fontanilla, profesor de harmonía del Conserva-
periodo histórico: Fe, Amor y Heroísmo, que se exalta torio, leyó un breve discurso de presentación del nuevo
por el culto sagrado de la Patria. académico, encomiando las altas dotes dpi Sr. Fernández
Así, pues, a esa época debemos remontarnos para fra- Bordas como concertista aplaudido y como profesor, ha-
ilar las primeras huellas de un uso artístico de los tipos ciendo atinadas consideraciones sobre el arte wagneriano
instrumentales de arco, cuyo desarrollo, influencias y re- y la significación expresiva del drama lírico de Wagner,
laciones en la evolución de la música nos proponemos que es una sinfonía representada.
bosquejar. „ Concurrió a la recepción de Bordas un público aristo-
Va señalando los momentos más interesantes de ese crático numeroso y selecto, que aplaudió mucho los dos
bello proceso de formación y desenvolvimiento de los discursos, siendo muy felicitado después de la imposición
instrumentos de arco en todo tiempo, y especial- de la medalla por sus admiradores y amigos, artistas, crí-
mente desde su aparición en los primeros siglos del feu- ticos y profesores, que asistieron en gran número.
dalismo. Las simpatías que D. Antonio Fernández Bordas tiene
"Es en las viejas Cortes de I"-ancia—dice el Sr. Fer- en Madrid, se evidenciaron una vez más con motivo de
nández Bordas—, desde el Artois al Loire, y en el Me- su ingreso en. la Academia.
diodía, en la Provenza, Gascuña y Auvernii, donde en- V.
contramos las primeras manifestaciones de un arte instru-
mental como elemento auxiliar del canto profano.»
Los trovadores provenzales y los troveros de la Cham-
pagne y de la Picardía eran compositores y poetas a la Con este número se reparte el noveno suplemento de
vez. " Es en el cielo histórico romántico, que llenan las ''La Harmonía Moderna,, de A. Eaglefield Hull, que com-
Cruzadas, en el que vemos nacer los instrumentos de prenden las páginas 73 a 80.
arco representados por la vlele (viella), con la que los ju-
glares acompañaban las canciones y trovas de los ca-
balleros.,,
Describe la vida romántica del juglar que vagaba so- Una notable revista semanal, órgano de significadas intelec-
ñando siempre en noches floridas, que inspiran sus poé- tualidades, se quejaba a raíz del estreno de los bailes rusos
ticas melodías. de la conducta de los interventores del Teatro Real, que la
habían negado entradas con el pretexto de que sólo los «suel-
Estudia luego el Ars Nova, calificativo que dan los ar-
tos de contaduría» son de importancia y porque los artículos
tistas de principios del siglo xiv a la producción musical
literarios de nada influyen en los ingresos de taquilla. Res-
que inaugura el siglo, y dice:
puesta es esa que sacaría los colores a la cara de quien no
"Realizan en este período los instrumentos de arco
fuese comerciante, pero servirá do consuelo a aquella revista
nuevos progresos, enriqueciéndose la familia de las vio-
el que las publicaciones exclusivamente musicales sufren la
las con tipos correspondientes a los diferentes registros
misma suerte en la mencionada casa. Y a nosotros han sido
de las voces; así, pues, encontramos ya la violeta, la
precisamente periodistas, personas quo ejercen la crítica (es
viola de brazo o viola da braccio, la viola bastarda, la
un decir), quienes nos han dado tales razones. Discutirlas se-
viola de pierna o violón (viola de gamba), lira, tirona,
ría concederlas importancia, y no merecen sino el desprecio,
archiviola y la curiosa trompeta marina. „
pero ocurre que hay quien pregunta el por qué de no hacerse
Señala las causas que impidieion en época posterior el reseña de algunos espectáculos. No notarán, ciertamente, la
progreso de los instrumentos de arco, entre ellas la prefe- falta do los de positivo valor artístico, porque está en ellos
rencia de los amantes de la música por los instrumentos todo nuestro interés particular, pero para otros de orden se-
punteados, el laúd y sus sucesores, la mandora o bandu- cundario, es cuestión de pundonor el no asistir más que cuan-
rria, y más tarde la tiorba o archilaud. do hay que corresponder a la atención de haber sido invi-
Las primeras combinaciones instrumentales de que nos tados.
dan testimonio los monumentos figurados deF siglo XIV
están formadas por el arpa, la flauta y el laúd. El primer
documento que nos da noticia de estas agrupaciones sin-
fónicas contemporáneas del Renacimiento es la admirable Rogamos a los suscriptores que no se hallen al corrien-
serie de grabados atribuida a Alberto Durero, y que re- te con esta administración, envíen lo más brevemente
presenta El triunfo de Maximiliano. posible el importe de sus recibos.
HISPANO-AMERICANA 7
ra», música la más aplicada a la danza, la más concebida den- para de ellos deducir por simple extensión de posibilidad
tro del sentido de la danza y creada exclusivamente a causa plástica de todo momento musical, tanto más cuanto que ape-
de la danza, y en cuya audición (incompletamente, es verdad, nas se concibe una música sin un sentido expresivo (fuente
en piano a cuatro manos) sólo pude percibir un ritmo loco y de donde parte toda esa greguería sobre la música de pro-
avasallador, un vendaval rítmico todopoderoso que daba al grama), y es axiomático que el más simple esquema de ese
traste con las demás circunstancias exigidas por la música. sentido expresivo es el Gesto, y de ahí la definición d'Udi-
Y en ello se verán acaso los argumentos mismos que sirvan niana de que una melodía no es sino una serle de actitudes.
para combatir a esta música; pero para mí veo, por el contra- Y como en todo lo que es arte, no hay más que coordinar, me-
rio, el remedio a los señalados males por el principio del simi- todizar y estilizar para llegar a una realización tangible y
libus curantur, o dicho a la castellana, del «qu) al que no quie- práctica. Ricardo Wagner lo sabía mejor que nadie, y así,
re caldo, taza y media>. cuando llamó a la séptima sinfonía beethoveniana «la apoteo-
Mi intención era la de señalar cómo la danza había sufrido sis de la danza», y cuando expresaba su afán sintético para el
un decaimiento, hasta el estado agónico en que hoy se encuen- drama lírico, no andaba muy lejano de este orden de ideas.
tra, por haber despreciado dos de los elementos que inten- Sólo qu9 en él, el sentido plástico de la danza sufría la misma
gran la música, y al mismo tiempo el de advertir un análogo elevación intensiva que se verificaba en la música. Si se esta-
peligro para la música, que pierde sus elementos danzantes, blece la lineación, música pura—música dramática, que a mi
y después de demostrado, hacer patente que en el espectácu- entender no es sino una evolución en sentido depurativo—, no
lo de los bailes rusos he creído apreciar la existencia de los creo que haya inconveniente en trazar esos mismos pasos evo-
elementos curativos, puestos en presencia sintéticamente de lutivos entre la danza pura y la dama expresiva, progresión
una manera deliciosa y admirable. Pero esto me lleva a una que se verifica en virtud de la humanización del Gesto, del
pequeña digresión: para lo primero, la demostración de las modo mismo que en la música su continua ascensión se ob-
cualidades melódicas y aun de timbre que, como las rítmicas, tiene por la humanización de su sentido expresivo.
sugieren la danza, y para lo segundo, una ojeada retrospecti- Platón y Aristóteles reconocían ya esa división, y así Menén-
va al origen danzante de toda clase do música instrumental. dez Pelayo dice hablando del primíro: <Su danza favorita no
IIÍ.—Be que se admita o de que se niegue el que la danza es la mímica (verdadera poesía reproducida por los movi-
pueda expresar además de los valores rítmicos de una música mientos del cuerpo), sino aquella manera de danzar que ni
sus cualidades melódicas, la interpretación humana de esas expresa afectos ni imita cosa alguna (como no sea la inmuta-
melodías, el sentido de sus armonías y hasta la fuerza y colo- ble idea de lo bello); mientras que hablando del filósofo de
rido de sus timbres, depende, naturalmente, la aceptación o Estagira, dice: «Con el ritmo figurado y destituido de harmo-
el rechazar ese arte. Por mi parte, estaba convencido de ello nía imitan los danzantes las costumbres y las pasiones huma-
antes de ahora que he tenido la comprobación absoluta y al nas »
mismo tiempo el convencimiento de que hay en esos espectá- La potencia expresiva del movimiento está admirablemente
culos mímicos una diferenciación en sus cualidades, ya mera- estudiada por Souriau [UEsthetique du mouvement), quien lle-
mente decorativas, ya intencionadamente expresivas, que son ga a preguntar; «¿Estamos seguros de que la belleza musical
la cualidad misma de la música; esto es, las llamadas «músi- no tiene nada de común con la belleza plástica?» Toda una
ca pura» y «música expresiva». Porque el punto principal de parte de su obra está dedicada a analizar la expresión del mo-
discusión parece ser el de si la danza puede expresar, puede vimiento, y es lástima que pase demasiado rápidamente sin
poner plásticamente de manifiesto las intenciones expresivas sacar consecuencias generales en sus últimos capítulos refe-
de un compositor, mientras que se considera como fuera de rentes al movimiento melódico y a la percepción del ritmo
duda el que a las ondulaciones rítmicas y melódicas de una sonoro.
frase musical «pura», sin significado ulterior, hay una inter- Recurro nuevamente a D'Udine por la esperanza que la
pretación coreográfica admisible que traduce por el paso exac- modestia me dicta siempre, de corroborar mis pensamientos
tamente el valor rítmico, y por el movimiento decorativo del con la fuerza de una opinión más autorizada que la mía. Así,
cuerpo, la guirnalda melódica, de una manera cuya exactitud pues, dice: «Cuando hablo de la danza como el medio de tra-
se confía ya a la intuición tanto del intérprete como del expec- ducción siempre posible de los signos musicales, se entiende,
tador. He creído axiomática a esta parte del problema, puesto desde luego, que aplico aquella palabra en su sentido más
que de negarla se negaría de plano la existencia del baile, y amplio. El director de orquesta danza, mimándola, la sinfo-
derivo de ella las consecuencias en las que apoyo las conclu- nía que dirige; el actor, traduciendo por su juego escénico las
siones ulteriores. Supongamos una interpretación danzada de emociones del drama musical, danza igualmente. Demos si se
un trozo de música pura, estrechamente afín con la danza, por quiere el nombre de gesto a esos reflejos psicológicos, y pro-
ejemplo, de un minué, y supongamos además, para fijar las curemos demostrar que si ciertas entidades musicales, ciertos
ideas, que ese minué es el de la sinfonía en soZ menor, de Mo- signos sonoros, son susceptibles de sugerir gestos a sus au-
zart. A su elegante línea melódica era fácil concebirle un «do- ditorios o a sus intérpretes, es porque esos signos han naci-
ble» interpretado por una bailarina. Ahora puntéense todas las do ellos mismos bajo la influencia do actitudes análogas, pen-
notas de aquella melodía, e irremediablemente se verá a la sadas o tomadas por el compositor.»
bailarina modificando su actitud, cortándola y bailando en
staccato sobre las puntas de los pies; o bien supónganse las La afirmación, que parece excesivamente atrevida para la
a'ítitudes de los brazos y del cuerpo en general, si sobre las dama pura, no es más que obvia para la dama expresiva.
partes fuertes de cada compás ponemos un sforzando que al Recordaré de paso que leí no sé en dónde, que Franck se bai-
mismo tiempo retrase un poco el movimiento. Y así sucesiva- laba su música de Huida antes de decidirse a ponerla en el
mente modifiqúese in mentibus el carácter de aquella melodía, papel. A continuación sigue diciendo el teórico citado; «La
ya en un sentido lánguido, ya saltarín, etc., y dígase si a cada danza nace de la música, pero la música ha nacido en un
modificación no corresponde una nueva y diversa interpreta- principio do la danza y ambas se engendran mutuamente por
ción danzada que corre parejas con el sentido expresivo de la un fenómeno de generación alternante »
primera. Estos parecen razonamientos tan naturales, que se Y en una conferencia dada a principios del año trágico
dirían para uso de los niños; pero es de necesidad trazarlos de 1914 en su escuela de gimnasia rítmica hacía éste aquella
misma triple clasificación (que se presenta en un orden inver-
HISPANO-AMERICANA . 9
so a la anterior): 1.°, la danza en prosa, espeeie de recitativo Oratorio. En cuanto a la simple música instrumental, brota
corporal, a la cual refiere el simple gesto sin coordinación ar- espontánea y fecundamente del terreno de la danza, aun
tística; 2.°, la danza libre, en donde el gesto empieza a organi- cuando otro elemento no menos importante y no ícenos pri-
zarse melódicamente a modo de salmodia, trazando D'Udine mitivo, que nació fundido con ella como mero accesorio suyo
un paralelismo con la melodía continua de Wagner, tipo inter- (Parry), ejerce también hegemonía: la canción. Y desde en-
medio entre el recitativo y el aria de ópera, y por fin, 3.°, las tonces, sólo esos dos elementos presiden en la música del
danzas propiamente dichas, que se apoyan en aires musicales salón como antes en la de ;ia calle: el cantable o el bailable.
definidas—una pavana, un minué, un vals—, y cuyos motivos Las primeras piececillas instrumentales son simples danzas
presentan un máximum de cuadratura y de equilibrio, único de co'rta extensión. Varias danzas juntas dan nacimiento a la
género al que se atribuía u n carácter coreográfico hasta la primera gran forma artística: a la Suite. Fué inútil que la for-
aparición de Isadora Dunean, cuyo genio reiraza la evolución ma evolucionase después, uniendo o haciendo alternar el ele-
de la danza, intensificándola en un orden inverso al de su mento cantable con el de la danza: Sonatas, conciertos, sinfo-
generación. nías, todos se inclinarán ante su poderosa influencia, y a t r a -
/F.—Respecto al origen danzante de toda música instru- vés de los años y do innúmeras obras maestras, la jiga, el
mental, 'procuraré despacharlo en el menor espacio posible» minué, el rondó, serán—con el a r i a - l o s factores constitu-
creyendo que no ofrece grandes 'dudas al músico, conocedor yentes, cuando no ya típicos aires populares como en los cuar-
de la historia de su arte, y luego ensayaré una clasificación tetos Rasoumowsky, de Beethoven, en Haydn mismo, en Schu-
sumaria de los espectáculos que la compañía de danzarines bert, en Brahms, en Dvorak y, por fin, en toda la producción
rusos nos acaba de m o s t r a r . moderna que ha vuelto a abrir sedienia sus brazos al ritmo
¿Nos remontamos a la música más primitiva? Pues veremos popular.
el distraído espectáculo del aporreamiento de unos cachiva- F".—Para mí, pues, la genealogía de estos llamados bai-
ches acompaíiando a unos gestos salvajes, que ya son lasciva les rusos, no tiene dificultad, y no procedería a trazarla
provocación al sexo, o bien exteriorización d« la alegría de en un origen instrumental ni dramático, sino todo lo contra-
una victoria o de otra causa cualquiera. En esa primera y bár- rio. Antes bien, encuentro procedentes de ese género las dos
bara fase, música y danza están unidas e indisolubles. La grandes ramas artístico-musicales: la instrumental, como es-
humanidad primitiva no entiende de abstracciones y no se pecialización, y la dramática, como derivación, esío es, como
anda aún en estas sutiles (e inútiles) controversias de danza decadencia del sentido expresivo del gesto que para ser com-
pura o de música pura. Todo es allí aplicado, y aun hoy hay prendido necesita el auxilio de la palabra, que acabará por
quien sostiene que la aplicación es la única verdad y la única arrinconarle por completo. Pueden continuar cuanto quieran
garantía de sanidad en el arte, con lo que tal vez se viniera al las discusiones enconadas sobre este último; para mí, mien-
suelo de golpe y porrazo todo el arte abstracto de nuestros tras que en el arte sintético de la pantomima (sonido, gesto),
días. el resultado, como tal síntesis, era siempre do claridad absolu-
La necesidad de hacer ruido es la primera actividad aními- ta, todas las tentativas del teatro de ópera (sonido, gesto, pa-
ca del hombre, del modo mismo que el moverse es la primera labra) han sufrido tras de exultaciones momentáneas irreme-
actividad fisiológica, primero por razones utilitarias, que diables fracasos, y la razón no es otra, a mi juicio, que el re-
enseguida se convierten en estéticas. (¡Ahora sí que hemos dundante desdoblamiento del gesto en acción y palabra,
llegado ab ovo Leda, al origen simultáneo de la danza y de triunfante ésta con menoscabo de aquélla, y en total con me-
la música!) Quedamos en que en la infancia de la humanidad noscabo de ambas, puesto que tras de tantos ensayos sólo se
aquel aporreamiento de cachivaches ruidosos, acompañando llega a la conclusión de que la palabra, en la mayoría de loa
a sus movimientos exasperados, es ya una singular revela- casos, poco perceptible en su sentido, no es sino un margen
ción psicológica. Después, por singulares progresos de la fa- de defectos: énfasis, conceptismo y la razón no mínima del es-
cultad auditiva, puede contemplarse cómo el no percibir los tilo, que hoy hace insoportable lo de ayer en boga. Con este
elementos musicales de un conglomerado sonoro (esto es, el motivo, recuerdo que leí en una revista inglesa, que cuando
no percibirlo más que como un ruido), es también una mues- Strawinsky t r a t e j a b a en «El Ruiseñor», abandonó desilusio-
tra del estado afrófico de muchas sensibilidades. nado su trabajo después de terminar el p r i m e r acto: «Puedo
Desde aquel estado salvaje al de la canción danzada, hay escribir música para orquesta y canto—decía-y para orques-
un abismo de distancia. La canción popular llevó a un estado ta y acción, pero para las tres cosas me resulta intolerable.»
perfectamente definido (C. Hubert H. Parry) en ritmo y pe- Y no me extrañó, sabiendo el potente sentido realista del
riodicidad a la música secular, mucho antes de los tiempos gran compositor, que necesariamente tiene que chocar ante
que se consideran generalmente como la aurora de la m í sica. el convencionalismo—para mí lo es, e indudable—de la busca-
Mientras la evolución rítmica progresa, la música religiosa da triple síntesis.
anda abstraída en sus entelequias, tejiendo sutiles telarañas Colocado, pues, en un doble punto de vista, el de la danza
contrapuntales con melodías, que no eran sino descoloridos de la calle y el de la danza del teatro, cabe considerar el e s -
aires antiguos. El ritmo de Ja calle infundió luego sangre pectáculo que nos han presentado los bailarines rusos en un
nueva a la contemplación religiosa, y así dice P a r r y : «Casi re- nuevo aspecto, y éste no es otro sino el del contemplar la de-
pentinamente, dentro de una misma generación, el rítmico im- cadencia a que uno y de otro habían llegado en nuestros tiem-
pulso de la música de danza coral se infundió en la música se- pos, y de ver cómo la pujanza de una escuela musical que se
ria y transformó la vieja chanson mondaine en una tonada basa en el elemento étnico, lleva vida nueva al arte coreo-
de vivo ritmo, y al mismo tiempo, daba al desarrollo del gráfico escénico. Así, pues, la danza de la calle o del campo,
arte en la dirección de la armonía moderna tal impulso, que que con los músicos rusos i r r u m p e el teatro, despierta a la
jamás lo hubiera alcanzado por sus antiguos caminos.> El adormilada y apelillada coreografía italiana y crea un a r t e
Madrigal estaba ya así en puertas y con ello toda la revolu- nuevo: el de la pantomima moderna. La genealogía que que-
ción armónica y tonal. E r a necesario que llegara el siglo xvii ría trazar antes, resalla ahora claramente: 1.°, el arte tradi-
para que la música instrumental comenzara a vivir con vida cional (con todo el gusto y toda la exquisitez de estos artistas
propia, y verse cómo en la Opera naciente la danza ejerce el rusos), el arte clásico del baile, la tradición italiana, que se
predominio de la escena, que no cedía ni aun en el sagrado muestra en las Silfides (con música de danza de Chopin) o en
10 REVISTA MUSICAL
el Espectro de la Rosa (el vals de Weber); 2.°, el arte étnico, de nos decía que el compositor era hijo de un cantante solista
el arte de la raza, la savia nueva que aportaron los músicos de la Corte y que había nacido en Oranienbaum el 23 de Mayo
rusos, y gor virtud de la cual la Academia Imperial de Baile de 1882. Dedicado como todos los compositores rusos a estu-
de retrogrado no fué lo que todas las demás de Europa: las dios intelectuales, trabajaba sin embargo el piano con un dis-
damas del Principe Igor; 3.°, la pantomima clásica: el Gama- • cípulo de Rubinstein, habiéndose revelado ya a los nueve años
val de Schumann (también si se quiere el Espectro de la Rosa como un pianista notable. En 1902 conoció a Rimsky-Korsa-
podía entrar en esta clasificación); 4.°, influencia de la dan- koff, cuya influencia iba a ser decisiva. De entonces datan sus
za étnica en la pantomima clásica: Scheherazada y Tha- primeros trabajos en el estilo clásico: un allegro de sonata y
mar. un andante, scherzo y final. A partir de entonces comienza a
Las clasificaciones 1.* y 2." no son, pues, más quj una exten- trabajar seriamente con Rimsky, hasta 1905, año en que Stra-
sión teatral de lo anteriormente llamado danza pura, mien- winsky se casa y decide dedicarse exclusivamente a la com-
tras que las 3.* y 4.* son los titulados danza expresiva. posición. Termina su sinfonía en mi bemol (1905-1907), aún
Como progresión lícita y perfecta de la evolución así inicia- inédita, y escribe para canto y orquesta el < Fauno y la pasto-
da, se me presentan todas las actividades que a este arte mo- ra^ (1906). En 1908 compone un Scherzo fantástico, algunas
dernísimo se han dedicado, principiando por Strawinsky y ter- melodías y estudios de piano, y por 1908 escribe los ^Fuegos
minando por los bailes de Debussy, Strauss, Ravel, Dukas, artificiales*, destinada a las fiestas nupciales de la hija de
Rimsky con Steinberg. En 1910 termina el '^Pájaro de fuegos,
Schmitt y quien más haya.
encargado poco más de un año antes por Diaghilew, y exacta-
No puedo hablar más que d<í lo que he visto, y puesto que mente un año después, firma Petrouchka en Roma esa deli-
malamente he trazado ya una genealogía y una clasificación ciosa *.Comedia italiana rusificada*, como dice un escritor.
de los bailes rusos, pasaré ahora a hablar de aquel músico, Una especie de evolución mística se produce en el espíritu
que como un cometa ha pasado por nuestro inmutable cielo del compositor y orienta sus investigaciones. Fruto de este
artístico, desorientando terriblemente nuestra brújula y en- estado espiritual son varias melodías y la famosa «Consagra-
volviéndonos en la turbulenta atmósfera de su luminosa ca- ción de la primavera^. Después, como Manuel de Falla nos
bellera. informa en su admirable artículo del 5 de Junio, publicado en
La Tribuna, Strawinsky ha terminado nuevas obras, «J?í Rui-
señor», ópera en tres cuadros; piezas para cuarteto de cuerda,
Igop Sfpawinsky. otras para coros, otras para ambas combinaciones, una pieza
para teatro de polichinelas, <El gallo y la zorra» y unas «^Bo-
FJ.—Una pequeña vanidad periodística sale al paso y es das aldeanas», ballet para gran música de cámara, voces y
fuerza el soltarla para que no nos cause estorbo: és simple- coros, donde cada instrumento guarda un exclusivo carácter
mente el recuerdo de que es en esta Revista y esta misma plu- autónomo.
ma quien dio la voz de alerta sobre una figura que el mundo
musical extranjero discutía con el más ardiente comento. La primera música de Strawinsky, de la que tuvimos cono-
Observador constante del movimiento ruso en todos sus aspec- cimiento por aquí, fueron sus iFuegos artificiales", que si el
tos: político, literario o artístico; entusiasta singularmente de público acogió sin muestras de agrado, produjo una impre-
éste, me esforcé siempre, dentro de mis limites modestísimos, sión favorable en la mayoría de los artistas, y conocedores, sin
en extender mis simpatías. El triunfo positivo y decisivo de la que lo fuera de entusiasmo. Sin echármelas de profeta, me
música rusa en nuestra patria, es para mí, que he hablado in- pareció ver en aquella obra una primera tentativa de decir
cesantemente de ella, una satisfacción cuyo desinterés podrá algo que se había quedado todavía dentro. Con ello mi interés
perdonar tal vez la vanidad de haberlo consignado. Las ten- subía de punto y perseguía por las revistas de arte cuanto
dencias de los primitivos músicos rusos de sanear el ambien- pudiera relacionarse con el nombre de Strawinsky, como hoy
te de su arte, abriendo las ventanas al ancho campo lleno de me ocurre, ppr ejemplo, con Korngold, Ornstein o Schoen-
cánticos y aromas; los procedimientos de los «cinco», enviando berg.
poco diplomáticamente a tomar el viento a los empolvados
Después, la primera música del compositor ruso que tuve
académicos y a los maestros ciruela con sus decálogos tan ño-
ante mis ojos fueron sus iTrespoesias de la lírica japonesa».
ños como estériles; la juventud y lozanía de sus ideas; la be-
He comprobado luego que no era esa otra lo más a propó-
lleza tan amplia y tan rica, a veces llena de campesina rude-
za, a veces exquisitamente lánguida de sus producciones, y sito para formar una idea de un compositor: la impresión era
luego ese brillo, esa policromía de vitral, ese tono oro viejo como la de estar ante un dialecto del que sólo parecen com-
que patina sus producciones, son razones bastantes para se- prenderse algunos vocablos, pero del que se pierde la sinta-
ducir a espíritus aun no calvos ni canos. Así seguíamos con xis, y claro está, el significado total, amén de que la proso-
expectación el movimiento de evolución de la escuela rusa, y dia, el «tonillo», se hacía a primera vista algo fastidioso. No
el anuncio y las discusiones sobre sus últimos vastagos nos mucho más clara creo que haya sido la impresión que mu-
habían llenado de espectación. Algunos Rachmaninoff, Arens- chos de mis amigos sacaran de la audición del <i.Sacre du
líy, Tanneieff o Medtner, nos habían desencantado rompiendo Printempst la noche memorable del 11 del corriente, con la
sus tradiciones. En Scriabin, en su posterior estilo que nos principal colaboración del autor. Posteriormente a aquellas
interesaba potentemente por su fuerza de genialidad y la in- obritas de canto, una ojeada rápida a una transcripción de
tensidad de su emoción, creíamos encontrar cualidades que piano del <Pájaro de fuego» me llenó de entusiasmo. Fué esto
definimos como características del espíritu ruso, pero no las en la habitación de un magnífico pianista que hemos escucha-
que creemos testimonios de la raza. Esperábamos ansiosa- do con deleite este invierno: con amabilidad extraordinaria, y
mente a que nos resolviese el problema Strawinsky, en quien que le agradecerá siempre, tocó íntegra aquella obra y otros
se nos aseguraban íntegros, llenos de toda su pujanza, aque- fragmentos de Strawinsky, ademas de obras soberbias moder-
llos dos elementos, realzados por el más vigoroso ímpetu de nas, con alguna de las cuales se confeccionó un programa que
genialidad y potencia creadora. días después aquél interpretaba en público. Contemporáneo
de ésto fué la admirable interpretación en la Sinfónica de tres
Teníamos noticias biográficas de Strawinsky por el hermo- fragmentos de aquella obra que luego hemos visto por com-
so artículo de Vuillermoz, publicado en 1912 en la S. I. M., don- pleto en la Compañía de bailes rusos pocos días antes del
HISPANO-AMERICANA 11
prodigioso 'Petrouchka.'> ¿Qué pueden ser esas dos obras tan creemos, los que no estamos en el secreto, que se va a hundir
distantes ya entre sí, con relación a este ^Saere du Printemps» el mundo, y luego resulta que ni truena ni nada. Aconsejamos
que tanto nos desasosegó hace pocas noches? No puedo olvi- lealmente imitar la conducta del joven Sigfredo, porque si
dar que el gran Jacques Blanche decía en 1913: «El S. du P. es pudiera haber algún reparillo en lo del dragón, advertimos,
la primera obra verdadera, fuerte y decisiva de nuestros ru- desde luego, que es de guardarropía y que no se come a na-
sos en los momentos en que se hablaba de su decadencia». Y die. ¿Prueba? La de Strawinsky. Todo el mundo se dio a gri-
sin embargo, un año más tarde, refiriéndose al segundo y ter- tar ¡que viene el anarquista!, y luego resulta que nos gusta y
cer acto del ^Ruiseñor', Marnold dice que es cuando se en- que le aplaudimos. Enseguida se no3 dice que es a causa del
cuentra ya a Strawinsky en posesión plena de sus facultades, espectáculo de baile que disimula lo horrendo de la música, y
«de una originalidad personal entre todas, en la que el asia- ya en este terreno, se concede que música y danza forman
tismo de su sensibilidad se adapta sin esfuerzo a las conquis- en el baile ruso un todo inseparable, que aquéllo no es
tas más atrevidas y más refinadas del arte occidental y las música, pero que, junto con lo otro, es una cosa que está muy
prosigue después con la expontaneidad más audaciosa».. bien, muy distraída, etc., etc., pero que es insoportable en el
Esa originalidad y esa audacia son, en nuestro pequeño concierto. Lo mismo, sino que todo lo contrario de los prime-
mundo musical, los tósigos que envenenan a dos grandes par- ros argumentos wagnerianos: que la ópera es muy aburrida,
tes de nuestra afición. Unos, porque después de la aventura pero que es una música preciosa y que en el concierto está
wagneriana, en la qiie de buena ley lucharon, no se conforman muy bien. Argumentos de los cuales hay quien deduce que
con ir pasando a la historia y ponen el veto a todo lo que ven- el teatro wagneriano es un arte sintético, pero que el baile
ga después del inmenso reformador, y otros, por el espanto ruso no.
de caer en el calificativo de snob, que aquéllos esgrimen en El primer colgajito que sale a relucir en estos casos es el
último resultado. Después de estos actuales empujones, las de la ignorancia. Esto se tolera menos que el atrevimiento y
vanguardias wagnerianas se deciden a admitir plenamente al menos aún si es un atrevimiento reussi. Enseguida se piden
revolucionario Strauss, porque todavía éste, al fin y al cabo, los títulos y los sobresalientes. No se perdona que exista
es de la casta, pero ¡nada de anarquismos, ni de esos nihilis- quien no se haya pasado su buena temporada haciendo baje-
mos que navegan del Neva al Sena! Y este inocente mote de tes y persignándose ante el terrible trítono. Luego resulta
anarquista es la primera contestación a esos rudos tirones de que ese señor atrevido podía poner cátedra. Blanche, recuer-
orejas. Pero sabemos el efímero valor de esas objeciones que da el caso de Manet: el pobre no sabía dibujar, no entendía de
caen al día siguiente derribadas por una obra nueva. Y así, el perspectivas, no tenía más mérito que el de haber dejado en-
empujón de hoy hace pasar a lo de ayer, y el mundo marcha. trar en su taller el aire de la calle. Pasan unos cuantos años
Cuando apareció Strauss, la denigración se apresuraba a vi- y entonces aquellos mismos hablan ante otro atrevido e igno-
tuperarle encomiando a Wagner. Por una particularidad un rante, de la distinción, de la maestría, del oficio clásico y se-
tanto extraña, Debussy hizo bueno a Strauss entre nosotros. guro del antes denigrado. Cossi va il mondo..., y añade: el que
Hoy el gran francés no es más que una mosquita muerta ante da un grito nuevo está condenado a 'la soledad. Vuillermoz no
los primeros avances strawinskianos; luego el ^Pájaro de recata sus simpatías al espíritu rebelde de Strawinsky, al
fuego» hizo pasar por insignificantes a los ^Fuegos artificia- lado de sus compañeros de Petrogrado y Moscou que, des-
Zes», enseguida Petrouchka consagró al ígneo pájaro y maña. pués de descubrir la pedagogía alemana, se esfuerzan en
na *.La Consagración de la Primaveras consagrará a Pe- construir sonatas y sinfonías conservatoriales, cuando no una
trouchka, y así sucesivamente. overtura de primer premio como la del Sr. Tanneieff, en Cleo-
patra.
A derechas o a torcidas vamos andando, y a la postre es lo
mismo. Lo que tiene fuerza, equilibrio, verdad y belleza se Strawinsky, que por su técnica desciendo directamente del
sostiene a pesar de todas las negaciones, y no hay coz que de- inconmensurable orquestador Rimsky-Korsakoff, por tempe-
rribe a una estrella. ramento es positivamente el continuador de aquella escuela
Realmente no hay motivo para extrañarse. Durante el últi- fulgurante. Todo -ÍEI Pájaro de fuegos y todo «•Petrouchka!>
mo cuarto de siglo, y después, la sensibilidad ha sufrido cam- están llenos de ese fuerte aroma ruso, penetrante e incisivo,
bios profundos, patentes para cuantos hayan sabido mirar por a la par místicamente contemplativo y de una nostalgia un
encima de los Pirineos; pero después del esfuerzo wagneria- poco indiferente. Si en el Pájaro, primera obra positivamente
no no era extraño que los vencedores reposaran en un bien suya, las influencias extrañas son indudables, en Petrouchka,
ganado sueñecillo, que ya es preciso ir sacudiendo. la seguridad de intención y la decisión expresiva son com-
Entre tanto, la atmósfera ha cambiado. pletas.
Después de la calentura tristanesca y de las profundidades No aseguraríamos que en la primera de esas obras no se
subfluviales o infraterrestres ha salido un sol nuevo, y respi. hubiese dejado algo al acaso. En casos como el de Strawinsky
ramos con voluptuosidad el aire fresco. Gozamos de la clari- el empirismo es una necesidad primera. Su inspiración que,
dad y transparencia del ambiente, y preparamos cánticos go- como Marnold reconoce, es indeleblemente nacional, aun con
zosos. ¿Por qué ese ceño ante el jocoso Petrouchka, exube- un color de canción popular fuertemente marcado, trasciende
rante de verbo y de sanidad, o ante ese Pájaro de fuego, fru- todavía en el Pájaro bastante a Debussy y a Ravel en su ar-
to de una sensibilidad fresca y nueva? monía, bastante también a Rimsky en orquestación, y aun algo
Después de todo no hay más que una/razón única, ni más a Wagner y no sé si aún denota otras influencias como Mar-
cuestión que esa de la sensibilidad, que está por encima de le- nold quiere. De todos modos esa inspiración, un poco entre-
yes, de razones, de morales y de matemáticas. Es cuestión de cortada y fragmentaria del Pájaro, se unifica y se afirma en
salud y de juventud de alma que no tiene miedo al reuma ni Petrouchka, en donde la consecución de la intención expresiva
a los catarros. El Sr. Wotan cierra el paso con su lanza carco- está conseguida de tal modo admirable, que hace pensar de-
mida de prejuicios, de falsas estéticas, de ideas trasnochadas, cididamente en que sea una obra maestra. Si el Pájaro es un
de leyes que no lo son, de razones físicas o químicas que luego maravilloso cuento oriental, en donde toda la orgiástica ima-
resultan sinrazones, de respéteme usted porque sí, de que ginación asiática se ha volcado sobre la orquesta, Petrouchka,
«i patatín y de que si patatán. Pero viene el joven Sigfiedo, después de habernos deleitado hasta lo indecible con su pin-
manda a freír espárragos todo ese decálogo ilusorio, todos tura, prodigiosamente trazada, de una feria petersburguesa de
12 REVISTA MUSICAL
principios del siglo pasado, nos conmueve profundamente de sí. Son esas preciosas tendencias que un divorcio, con la
por el significado humano de aquellos muñecos que, sin de- coreografía, podría bien demostrar su fecundidad.>
jar de serlo jamás en la música, saben mostrarnos, dentro de La aplicación perfeola de Petrouchka me hace considerle
su frágil envoltura, un corazón que siente en analogía con el superior desde este punto de vista; pero precisamente esa
nuestro, y luego, ¡qué vida, qué realidad prodigiosamente plasticidad, esa unificación portentosa con el escenario, qui-
conseguida en aquella danza rusa, en aquella danza de las no- tando a la música todo vestigio de pureza, la hará, probable-
drizas y en el baile de los cocheros! ¡Qué reproducción incom- mente, menos asequible al mero auditor sintónico.
parablemente irónica (de una ironía suave y cariñosa para Strawinsky ha pasado como una llamarada por la,hierática
las viejas cosas) la de aquella saboyana de aristón y toda sala de nuestro teatro. Habremos prote&tado mucho de los
aquella greguería del populacho embriagado de músicas bár- violentos resplandores que así nos deslumhran. Pero mañana
baras, de organillos y de cornetines de pistón! De las cualida- le echaremos de menos y, aceptado o no, la huella que ha de-
des técnicas de esta música hay materia para rato y es mate- jado en nosotros, será una de las más profundas señales en
rialmente imposible meterse por el momento en mayores hon- la historia de la sensibilidad individual. No nos precipitamos
duras, quedando, a Dios gracias, todo el verano por delante como alocadas mariposas tras de ese torbellino ígneo; pero
para posteriores elucubraciones, a las que me remito. Pero nos quedamos sorprendidos ante esa advertencia do que hay
tengo gusto en citar unas líneas de Marnold: «Esta armonía que proceder seriamente a una revisión y ante esa promesa
eá decididamente espontánea, y, por lo tanto, lógica, y el aná- de que aún hay mundos desconocidos. En espera de la reac-
lisis justifica singularmente el placer que el oído gusta en ción que esa impresión determine, permanecemos a la expec-
ella. Su complejidad no es más que aparente; al contrario, tativa un poco deslumhrados y un poco indecisos, pero cons-
se ha simplificado al hacerse natural. Ocurre a veces que esa cientes del porvenir, en la situación que Jaeques Blanche decía
armonía no vaya más allá que lo realizado en un Debussy, ser do «una clarividencia modesta que es menos a desdeñar
un Ravel o un Ricardo Strauss; pero se mantiene más exclu- que el veredicto de los falsos artistas y de los snobs.^
sivamente que en ellos en los grados elevados de la resonan-
cia objetiva, cuyos armónicos explota casi simultáneamente»;
porque, «es evidente que la evolución armónica tiende sin ce- Los escenógrafos y la coreografía.
sar, a medida que se asciende en la serie de los armónicos de-
bidos a la resonancia natural, hacia combinaciones cada vez VII.—Una de las cosas que más sorprendían al público que
más complejas y apretadas, en donde se multiplicarán y se acudió a los bailes rusos eran las decoraciones que servían
multiplican ya los intervalos en cuestión, y en donde aparen- de fondo a estos bailes, al paso que señalaba con interés la
tes apoyaturas se reabsorberán armoniosamente, poco a poco, singular unidad entre decorado y vestuario. Efectivamente,
en acordes homogéneos.» Las razones acústicas que luego adu- sabíamos ya que bajo Ja advocación de Sergio de Diaghilew
ce quedan aplazadas para próximos artículos, en los que nos se reunía la trinidad de músicos, decoradores y danzarines, y
ocuparemos de la inanidad de otros pretendidos argumen- que toda decisión era triplemente sancionada por esos artis-
tos científicos. En cuanto a la construcción de esas obras, tas, de donde era forzoso que el re&uliado obtuviese la ple-
adolecen de lo que Marnold señala también para el Sacre, y nitud y la perfección quejnos presentan en su fusión casi mila-
es lógico que así sea en obras escritas antes que éstas, y e s grosa. Era una hernoandad artística que no nos extraña des-
ello cierto aspecto fragmentario, un poco de marquetería y de pués del caso de los cinco de San Petersburgo, que como aque-
pequeños vuelos en una inspiración mariposeante. Esto, efec- llos florentinos del siglo xvii hicieron salir de su seno una
tivamente, me ha parecido notarlo en el Pájaro, a pesar de música nueva. Todos parecen en ella dispuestos con el obje-
su cuidada trabazón temática, con sus correspondientes leit- tivo único de contribuir al éxito total, sin pretender sobresa-
motivos y sus apuntes de desarrollo sinfónico. lir por encima del vecino y recabar unos aplausos exclusivos.
Pero tal vez el espectáculo total fracasaría completamente sin
Strawinsky estaba entonces en el comienzo de su carrera, y la colaboración del que aparece como el más sacrificado y el
esos procedimientos deberían, tal vez, agradarle, o los em. más modesto: el escenógrafo. Largo tiempo hace que seguía-
plearíacomo medios de cohesión. Las reminiacanoiaa melódi- mos las predicaciones de Gordon Craig y de sus esfuerzos
cas son allí más palpables. Si el motivo de Kostchei nos re- por la reforma de los escenarios. En casi todas partes de
cuerda al fauno debussista, Marnold encuentra no sé qué de Europa, pero particularmente en Rusia, donde el teatro es la
mendelssohniano en el de «Las m^mzanas de oro^, que para pasión nacional, el teatro ha sufrido inmensas innovaciones
mí tengo por popular. de las que aquí estamos todavía ayunos. ¡Cuántas gentes hay
Otra observación de Marnold me parece digna de ser citada todavía que no saben que el drama está en el actor y no en lo
por su justeza. Deda por 1903 el famoso crítico, que «a pesar que le rodea! Y que es la veracidad de su pasión y no la de
de esas reminiscencias persistentes hasta en «Le Sacre», la los accesorios lo que nos interesa... Tardaremos largos años
personalidad del músico parece visiblemente estar en vías antes de que nuestras lamentables escenas, con paredes de
dé definirse muy pronto c jn una espontaneidad más in- cal y canto y muebles de marca, se decidan a volver a la sim-
genua. ple cortina o a las esquemáticas decoraciones de Craig, de
Oliver o de Norman. El máximum de simplificación escénica
La juventud de Strawinsky autoriza todas las esperanzas. Se
nos lo han presentado los bailes rusos, Merced a ello, la aten-
podría sentir, sin embargo, que sea tan hábil para su edad.
ción del espectador está fija y pendiente exclusivamente del
Su maestría técnica y su virtuosismo de escritura, confieren danzarín. La decoración no hace— ni debe hacer— más que
a su música una originalidad de factura, un garbo, un vigor aislar el trozo de escenario del resto del teatro, como el mar-
de colorido, a los que no se podría hacer un suficientemente co del cuadro, y cuando más, situar el momento escénico de
justo homenaje; pero son cualidades que proceden evidente- la más elemental manera y con el más sencillo simbolismo.
mente más de la habilidad brillante de un Rimsky-Korsakoff Esto en cuanto a la forma;' en cuanto al color, la cuestión es
que del robusto genio de un Mussurgsky. Sin embargo, hay necesariamente primordial en este género, donde a veces se
que desconfiar de los juicios temerarios. Strawinsky apenas trata de una verdadera sinfonía de colores. Recuérdense dos
tiene treinta años; está echando todavía sus dientes musicales de los más palpables casos: en Sol de la noche y en el Carna-
y su ahinco juvenil es de rara cualidad. Marcha febrilmente val. En ambos casos, la decoración no era sino el fondo d e
hacia el porvenir procurando cortar todos los puentes tras
HISPANO-AMERICAN A . 13
color sobre el que entonaba el colorido del vestuario. Y el el negro de Petrotichka. Alejandro Benois es el creador de
espectáculo del refinamieato en el matiz y de armonía polí- esta obra maestra d e escena, y tenemos entendido que deco-
croma, era raalm3nt3de una int'íligencia soberana. Creo que rará también la pantomima de nuestro gran Manuel de Falla
se comprenderá inmediatamente cómo sin el rojo uniforme del «El sombrero de tret pieos», que montará en breve la Com-
telón de Sol de la noche, aquel conjunto de tonos chillones, pañía de Diaghilew, así como sus deliciosos <NocturnoS'.
animado por una música deliciosamente alegre, hubiera pali- VIII.—¿Y por dónde empezar para hablar de los artistas?
decido, y se hubiera arruinado una de los más regocijantes La primera observación que se hace es la de que no hay allí
espectáculos presentados. Y el tono azul del Carnaval, some- segundas figuras. Todas son de primera magnitud, aunque
ramente decorado en lo alto por unos florones, no hacía más no puedan brillar como una Tchernicheva, una Lopujova, un
que entonar del modo más exquisito toda aquella gama de Adolf Bolm y un Miassin. Y parece ser, en efecto, que en el
trajes donde sobre el motivo azul y blanco se bordaban unas criterio de la comunidad, presidida por Diaghilew no encajan
deliciosas irisaciones. Y hasta la aparición de los filisteos con las estrellas ni los virtuosismos, y ya la Pawlova, ya Fokin, ya
sus paraguas rojos, tono que disonaba como un agrio trompe- Nijinsky, van desapareciendo por el escotillón. De cualquier
teamiento, es un ejemplo del más sutil humorismo. modo sería injusto no señalar los méritos y cualidades de al-
Estos artistas que dd tan aguda manera escudriñan los la- gunos artistas. Entre ellos hay realmente dos clases: el dan-
zos que unen el sonido al movimiento, no podrían olvidar las zarín clásico y el de carácter. El estilo clásiío está represen-
relaciones íntimas que ambos presentan con el color, relacio- tado por l i Lopujova (no podré olvidar nunca su m a z u r k a d o
nes de un orden muy complejo y de muy difícil análisis que Cliopin), para no señalar más que una figura entre ellas, y
Scriabin quiso armonizar en su Prometeo y que reservan por Gavrilow entre ellos. Idzikowski, el finísimo Arlequín del
para el arte futuro un filón aún inexplotado. Carnaval, bien merece una mención especial a sjí gracia y a
Viendo los bailes rusos recordaba involuntariamente las su talento, rivales sólo de los de su compañera Lydia Sokolo-
páginas tan finamente observadas de Souriau en su libro <La va, aéreo Papillon. La danza de carácter se señala en la Tcher-
sujgestion dans l'arh. A sus capítulos sobre la fascinación nicheva y por Adolf Bolm, indiscutiblemente la figura más im-
visual y al de fascinación auditiva, lo mismo que al libro de portante de cuantos han venido en esta Compañía. P a r a ha-
Udine, maestro en sinestesias, remito al lector curioso en la blar del arte de Bolm sería necesario un solo artículo, no
imposibilidad de ocuparme de esas cuestiones tan estrecha- sabiendo dónde admirarle más, si en el colosal negro de Sche-
mente paralelas a las de la música en su lógica, que pareceni herazada, o en su maravillosa caracterización del otro negro
y para mí lo son, manifestaciones análogas de un idéntico fe- de Petrouchka, o en las danzas del Principe Igor, donde toda
" nómeno. De la teoría de Souriau acerca de la centralización esa música de fuego parece haberse concentrado en él, o
de la luz, o sea de los planos coloridos para valorarlos (una bien aún en el admirable Pierrot schumaniano.
verdadera orquestación de los motivos del color), sólo pondré En cuanto a Leónidas Miassin, de quien tanto hablaron los
un ejemplo, y es el hacer ver por qué maravillosa gradación periódicos franceses a raíz del estreno del «José», de S t r a u s s ,
de matices se llega en el «GarnavaU a presentar a los perso- interpretado por nuestra inmensa María Kousnezoff y por eso
najes principales (Chiarina y Eusebius) en eZ íowo pj-mcipaZ, joven artista, su arte se coloca en el género de carácter, en
blanco y azul, y ésto de una manera alterna: ella, cuerpo blan" un aspecto que si no tiene la fuerza, potencialidad y violen-
cü y falda azul, y él, cuerpo azul y pantalón blanco. Recuerde" - cía del de un Bolm, tiene en cambio una finura y un buen gus-
se también la unidad de tono de Silfides, aunque en rigor to incomparables. Sus verdaderos éxitos son en el Eusehius
este caso es fácil. Mi ejemplo favorito es, sin embargo, el del Carnaval, en su maravilloso papel del protagonista de Pe-
Carnaval, donde podría demostrar el virtuosismo de la esce- trouchka y en el adorable scherzo «S'oZ de la noche» que,
nografía con observaciones'que no acabarían nunca. montado coreográficamente por él, hace ver sus cualidades
León Bakst es el imponderable artista que decora y viste al de maestro. No olvidemos en esta obra al graciosísimo Zwe-
Carnaval, a Scheherazade, a Cleopatra y al Pájaro de Fuego, rew.
cuya profusión de colorines en el vestuario está armonizada En cuanto a la masa general de bailarines, sólo me queda
con una especie de puntillismo decorativo (el decorado es de una observación, y es una que responde a aquellas tan atina-
Golowine), un conjunto informe de cosas con la tonalidad ge- das de Gordon Craig sobre «el artista del teatro futuro», quo
neral de tapiz viejo, en donde la imaginación se entretiene en se referían al movimiento de las masas. De la ordenación do
ver los más absurdos caprichos. La escena de Sol de la no- esos movimientos, de su inteligente disposición, de su armo-
che (el Carnaval de la Sniegoroutchka) es de Larionow, tan nía absoluta, depende no tan sólo el general efecto plástico,
sintética como en el Carnaval schumanniano y evidentemen- sino aun la cantidad aparente de individuos en la escena. A
te hijas de análogos principios, pero en donde a la finura de veces un par de decenas de bailarines concentrados en un
porcelanas de Sajonia de éste se quería oponer un guirigay punto apenas parecen, aparentemente, tres o cuatro en evolu^
de colores. Doboujinsky hizo una linda escena para Silfides, ción; a veces, en cambio, ese mismo número parece inundar
vaporosa y evocadora, ligera y elegante como un abanico de el escenario. Todo el mundo se acordará de la prodigiosa fa-
plumas. cultad de elasticidad de que ese grupo parece estar dotado, y
La escena que menos me interesó (lo mismo también de cómo reúne en un apiñamiento inverosímil y cómo empieza a
música y danza) fué la del Espectro de la Rosa, a pesar de crecer luego hasta desbordarse. Como las observaciones quo
s e r de Bakst, de cuya Cleopatra hubo de, decir el emperador estos movimientos combinados de la masa me llevarían al
alemán que podía servir de texto a todos los arqueólogos ale- infinito, pongo fin, indicando ahora a los compositores plásti-
manes. cos, que así llamaría yo a los inventores de la coreografía do
cada cuadro, ^música muda, pero música que se vé-o, en la
Quedan dos por reseñar: la suprema concepción del Prin-
que, como en la otra, se apreciarían fácilmente los temas, con-
cipe Igor, de intensidad sólo comparable al de esa música or-
trapuntos, modulaciones, y, sobre todo, especialísima arqui-
giástica, debida a Roerich (de quien creo también que es la de
tectura. El gran Miguel Fokin es el g r a n proveedor de estos
la Consagración de la Primavera) y la de Petrouchka, cuyo
bailes, a él se deben obras de todos los estilos, como las Silfi-
mayor acierto está principalmente en los trajes. Becket hu-
des, el Carnaval, el Espectro de la Rosa, Cleopatra, el Prín-
biera podido añadir algunas observaciones a su artículo de
cipe Igor, el Pájaro de Fuego y Petrouchka. De Miassin e s .
The Mask sobre la caracterización del negro en el teatro, ante
14 REVISTA MUSICAL
como se ha indicado, «El Sol de la Noclie». Thaunir. en cam- como las dos partituras de Strawinsky. La singular compe-
bio, es del propio Hakst, mientras que su hermoso decorado tencia del director de orquesta JI. Erncst Ansermet, al que
es de Cliarbey y Smuluraine y los trajes de niadarae ]\[uell6. conocíamos i-omo escritor por algún artículo sobre la gimna-
¿Dónde se escriben, pues, esas prodigiosas partituras plás- sia rítmica do Dalcroze, es acreedora al más caluroso elogio,
ticas? En un solo litu'o: en la cabeza del maestro de baile, nue y éste había de dirigirse, particularmente, a su hábil labor,
debe ensenarlas a cada uno y luego a todos los ejecutantes, y como partícipe del yrttv fodi) armónico (¡ue son los bailes
así saben tan detalladamente el todo y la parte, la síntesis y el rusos, aun cuando sus versiones orquestales distaran bastante
análisis. Ese hombre inaudito es Adolf Bolni, a quirn se debe de satisfacernos.
también la coreografía de Antar, que lastimosamente no he- No olvidemos al joven pianista José Cubiles que, con su
mos visto este año. participación en Peirourhha, lia afirmado que la juventud
Para acabar, un aplauso a esa dúctil y laboriosa orquesta está donde del)e estar: en su puesto de vanguardia; él sabe
del Real, <iue en breves ensayos ha sabido llevar a cabo obras cómo nosntroí, jóvenes en cuerpo y alma, se lo agradecemos.
de tan diversas cualidades, algunas de ellas tan tremendas, Adolfo S a l a z a r ,
LajíO, que ahora, bajo la tutela del gran húngaro, se está nes fueron no sé si este último y la selección de Gretry
haciendo una formidable pianista. Aquel gran artista nos por Mottl, un concierto de Vivaldi, y saltando a la época
concedió las primicias de varias obritas suyas, suaves, moderna una serenata de Dvorak para instrumentos de
inspiradas y conseguidas: una Escena húngara, llena tiene viento. Además primeras audiciones de grandes obras de
de melancolía en la triste evocación de los ecos de su país; la época romántica para piano, dos pianos y piano y vio-
una "MariencliapeHe', grabado de suave dibujo, y un lonchelo.
Estudio de agradables temas. Además nos dio también en Esa es la labor de un ano de la Sociedad Nacional, ca-
primera audición dos transcripciones de Strauss (Serena- llada, modesta, tranquila, pero poderosamente afirmativa
ta) y de Schumann (Erühlingsnachí). Fué muy aplaudido, frente a la pólvora en salvas de tantos charlatanes, y ello,
tanto el intérprete prodigioso de Listz, como el com- con ingresos reducidísimos, en el más aristocrático salón
positor agradable y delicado. de Madrid, consiguiendo pagar decentemente a los artis-
Genoveva V'ix, la admirable artista, tomaba parte en este tas (espléndidamente para sus medios) de lo mejor de la
concierto. Quien sólo conozca a la Vix como cantante de casa (sólo ¿res eran extranjeros, y esos nada menos que
ópera, no s:ibe quién es esta artista deliciosa. El progra- la Vix, Stefaniai y Rubinstein), alternando en sus concier-
ma denotaba su gusto depurado y exquisto: Duparc, Du- tos la orquesta grande con la pequeña, el grupo de arco
pont, K lechlin y Debussy. ¡Que asombroso el recitado de con los solos vocales o instrumentales, y propagando al
Pélleas! ¡Qné deliciosa cancioncilla la de Dupont! A pe- alcance de sus fuerzas pecuniarias e intelectuales la cultura
sar de... tantos, aún hay genio musical por el mundo. La musical y la musicografia -siquiera sea modestamente y
Vix quiso comprobarlo con las tres meloJüís de Manuel sin pretensión alguna—, facilitando la interpretación de
de Falla sobre poemas de Gautier: Co/omhes. alba y tran- las obras mediante el pago de copias de las partes, con la
quila como su vuelo, C/ii loisene, con sus armonías ex- ilusión todavía de nuevos y más grandes propósitos, sin
quisitas como el pais de atorres de kaolín,pies imposibles, más ayuda que el generoso albergue de una Casa editorial
tazas de té, (ortut^as y dragones», y Segaidii/e, estam- y sin más colaboraciones que la de aquellos en quienes
pa antigua en que un humorismo refinado quiere pintar está comprobado que la fé hace milagros.
una reritalüe manóla al gusto de Gautier o Merimée.
«d S.
El último concierto estuvo dedicado a la memoria de
Enrique Granados. Dos discípulos suyos interpretaban un
programa que él mismo trazó para colaborar con ellos al
volver de América perfumado aún de laureles recién cor-
tados.
Concepción Badia, soprano, cuyo talento e intención
superan aún a los encantos de su voz clara y graciosa-
mente timbrada, cantó cuatro tonadillas y seis eanciones
amatorias, aún inéditas, con letra de autores del siglo
XVlli y anteriores. Federico Longas, joven pianista cuyos
frutos en agraz serán mañana dorados y mclificos racimos,
interpretó las cuatro Goyescas (suprimiendo el Fandango
y cambiándolo por el Pelele). Había además algunas com-
posiciones para pequehos grupos orquestales que Grana-
dos habia dejado aún casi sin poner en limpio: un doble
quinteto, final de una Suite de Navidad y dos fragmen-
tos de otra Saite Elisenda, cuyo segundo número trova es
una melancólica evocación de aquel estilo remoto de con-
certó grosso. El Sr. Taltavull cantó muy bien su parte de
violonchelo solo, sus compañeros eran los de la Orquesta
Filarmónica, y el director, la noble y prestigiosa figura de
D. F^artolomé Pérez Casas.
Al terminar quiero echar una ojeada retrospectiva por
esos trece programas: el resultado no puede ser ni más
halagüeño ni más fecundo en consecuencias: cerca de/ÍÍÍ-
venta primeras audiciones de autores de primera fuerza
de los que casi cincuenta son espsñoles. El número total Bilbao.
de obra-- españolas alcanza la cifra exacta ÚQ setenta, y se
comprenden entre éstas una versión de concierto de una Las villas I|UÚ tienen una vida niiisical propia un tanto pre-
obra teatral, una sinfonía, tres obras de pequeña combi- caria se iiültan sujetas a altornativas íle escasez y de hartura.
nación orquestal, cinco cuartetos, un quinteto, un trío, Una (lo estas últimas nos tocó al despedirse ol mes de Mayn, y
con solo un di;, de dpseanso tuvimos que asistir a ocho audi-
dos sonatas de violin y piano, dos suites de piano, treinta ciones. Y úiga audiciones para fíenorali/.ar, pues en esta serie
obras para la voz, y más de veinte para piano solo, piano de actt)s artísticos ha haljitio de toJu, dramas con música, <'tpe-
y violin o piano y violonchelo. Entre los autores moder- i'as y conciertos.
nos extranjeros hay nombres de toda novedad y prestigio: La Sociedad Coral había organizado cinco festivales (1), .|uo
después amplió a seis, <-()n el concurso de la compañía dramá-
tales como Szymanowsky, Medtner, Scriabin, Duparc, tica do Morano. la < trquesta Sinfónica de Üarcelona y varios
Dupont y Koechlin-sin contar entre ellos, casi descono- profesionales y aficionados cantantes.
cidos, a Debussy—con obras de mayor o menor importan-
cia. Admirables interpretaciones de obras antiguas, entre (1) Mejor seria decir un Tesüval en k:I[KO ¡"rriadas. Xo se por tjuí no liabiamos
las que sobresalen la sinfonía en sol menor de Mozart y el de llamar I'^stival, como en Akmania e Inglaterra, al conjunlo de listas musicales
concertó grosso en re menor úeHa^náp-l. Primeras audicio- dispuestas, dentro lie un plan preestablecido, para nna época determinada, en vez
de apli>:ar este calificativo en cada actu de la serie.
16 REVISTA MUSICAL
Primeramente se dieron dos representaciones de La Arlesia- no hubiera ejecutado ya aquí, a excepción de Scheherazada. La
na, el poético drama de Daudet con mftsica de escena de Bizet, Cuarta Sinfonía de Beethoven, la en mi bemol de Mozart, lá in-
y esta novedad artística resultó de un supremo interés. Es sor- completa de Schubert, los tres poemas sinfónicos de StrausS,
prendente la vida que el drama recibe de esta música tan bien Don Juan, Till Eulenspiegel y Muerte y Transfiguración, di-
adaptada a las situaciones, tan incisiva y tan discreta al mis- versos fragmentos wagnerianos, amén de otras piezas del reper-
mo tiempo, así como es de admirar la significación que esta torio corriente han compuesto los programas de estas audi-
sobadísima partitura adquiere al acoplarse a la acción dra- ciones.
mática. Esperamos que otra vez los acontecimientos no cogerán des-
La participación de la orquesta y los coros en estas represen- prevenido a Lamote y sabrá renovar las impresiones de alto
taciones fué irreprochable, pero es lástima que no pueda apli- arte que nos ha dado en anteriores visitas. Aun así, tenemos que
carse este calificativo a la labor de la compañía de Morano, agradecerle, así como a la Sociedad Coral y a la Filarmónica,
quien, además, se encargó de la presentación escénica y nos las que hemos experimentado en lo que algunos chuscos lla-
presentó una Provenza de un convencionalismo irritante. maron «la semana sangrienta».
Las otras dos representaciones lírico-dramáticas se dedicaron I. Zubialde.
a Mendi-Mendiyan, la que sirvió para la revelación de Usan-
dizaga, teniendo estas veladas el carácter de homenaje a aquel
malogrado compositor. La obra se daba ahora en la nueva ver-
sión que hizo su autor para suprimir las escenas habladas, y no Uallaeolia.
sabíamos decir si se ha beneficiado o no de estos cambios, pues
si bien ha ganado en homogeneidad, parece que la intensidad Con una de las mejores veladas musicales, organizada por la
de los números principales pierde un poco al prodigarse en los Sección de Bellas Artes, ha dado este Ateneo por terminadas
añadidos los temas más característicos. Según parece, éste es sus tareas en el presente curso.
un efecto de la precipitación con que tuvo que componer Usan- Esta última estaba dedicada al pianista y compositor Enri-
dizaga estas nuevas páginas, apremiado por una fecha impues- que Granados, víctima inocente de la guerra cruel, y cuya
ta. I ^ s primeras escenas son excelentes, llenas de gracia y sa- muerte ha robado a la naciente escuela española uno de sus
voir faire, pero luego se ve que no ha tenido tiempo de estimu- más genuinos representantes. Vióse además realzada esta fies-
lar su inventiva y ha echado mano de los temas antiguos, que ta con la presencia del limo. Sr. Subsecretario de Instrucción
trata con creciente maestría, pero con prodigalidad. El se daba pública que, habiendo venido para la inauguración del Institu-
cuenta de esto mejor que nadie, y se proponía reformar la obra to Anatómico Sierra, quiso presenciar también la clausura que
antes de dársela a los teatros de Madrid y Barcelona que se la d e este curso hacía la culta Sociedad.
habían pedido; pero tal cual es, Méndi-Mendiyan obtendría Tratándose de un compositor que tan alto ha sabido poner su
ahora, en cualquiera de osas poblaciones, un éxito resonante, nombre, sobre todo en composiciones para piano, el programa
como le ha obtenido aquí, renovando los triunfos de su estreno. se componía casi en general de obras de este género, y el encar-
A nosotros nos sigue pareciendo superior a Las Golondrinas, gado de ejecutarlas era el joven pianista Sr. Gabilondo.
como más jugosa, más fresca, de un contenido temático de ma- No es este pianista de los que se duermen en los laureles, sino
yor musicalidad, y no acabamos de admirarnos de que éste sea que éstos le sirven de acicate para seguir con más f é y entu -
el primer ensayo teatral de un muchacho que llevaba en sí, siasmo en el estudio. Por eso siempre que se presenta al públi-
indudablemente, un prodigioso instinto del color dramático y co es recibido con verdadero cariño, porque se ven los adelan-
una visión clara del efecto. tos que hace. Esta vez sé ha notado claramente que su meca-
La ejecución de Mendi-Mendiyan contribuyó a que en estas nismo va siendo mucho más perfecto y la dicción más de-
representaciones hubiera ese ambiente peculiar de las solemni- purada.
dades, determinado primero por la espectación y luego por el Como la obra pianística de Granados es bastante extensa, Ga-
entusiasmo del público. Es difícil sacar más partido de elemen- bilondo ha tenido acierto en la selección que de ella ha hecho
tos dispersos, entre los que figuraban buen número de aficio- para formar el programa, que consistía en varios números de
nados, aunque inteligentísimos, y pocas compañías de preten- Escenas poéticas, otros cuantos del Libro de horas, algunos'
siones darían igual sensación de equilibrio, de homogeneidad, caprichos sueltos, como Morisca y Canción árabe, tres de las
de compenetración con la obra como ésta formada en poco célebres Danzas Española^ y dos números de Goyescas: La
tiempo por la Sociedad Coral. De los antiguos intérpretes del maja y el ruiseñor y El fandango de candil.
estreno permanecían la Srta. Camino Béjar y los Sres. Ibáñez En todas las obras hizo gala de las condiciones que dejo
y Molina. Del papel de Chiki, antes encomendado a un niño, se apuntadas, arrancando numerosos aplausos, que fueron más
encargó la Srta. Badenes, Joshe Mari fué el Sr. Corts (un valen- nutridos en las Dawsas y Goyescas. Estas se popularizarían
ciano que pronuncia admirablemeutQ el vascuence) y el señor bien pronto si no fuera porque su gran dificultad sólo las hace
Portuondo desempeñó admirablemente el papel de Kaiku, accesibles a los que hemos dado en llamar virtuosos.
antef sin importancia musical. Antes de esta parte de concierto, el culto literato D. Fernan-
Pero lo que dio más relieve a la ópera fué la orquesta, dirigi- do D'Lapé leyó unas sentidas cuartillas, en que explicaba a
da con calor y precisión por Lamote, secundado con entusias • grandes rasgos la biografía y orientaciones del compositor, que
mo por sus músicos. La dirección escénica estuvo tan cuidada es uno de los que mejor han sabido asimilarse el ambiente de
como las primeras representaciones de la obra, y los movimien- la música popular. También leyó una inspirada composición
tos de las masas y el juego de los actores marcharon a maravi- alusiva al acto el poeta D. Eloy García. Como final de progra-
lla bajo el inteligente impulso del autor del libreto Sr. Power. ma figuraban tres preciosas tonadillas llenas de gracia y na
Los otros dos conciertos dados por la Coral y la Sinfónica se turalidad; eran éstas: El majo tímido, El majo discreto y
componían de diversas obras de orquesta y el cuadro final de Tra la la, que fueron cantadas admirablemente por la Srta. Te-
los Mae» ros Cantores. Gran impresión propujo este trozo ma- resa González, luciendo sus envidiables facultades; pues tiene
gistral, y aunque no podamos estar de acuerdo con algunos mo- una extensa y bien timbrada voz. Tuvo que repetir El majo
vimientos tomados por el Sr. Lamote de Grignon, y echáramos discreto.
de menos algunos matices para los que la masa coral estaba * *
muy bien preparada, no se puede negar que el conjunto fiíé
satisfactorio. El segundo concierto fué en honor de Guridi, por También el joven guitarrista húrgales Sr. Sáinz de la Maza
su reciente triunfo en el certamen del Círculo de Bellas Artes. ha dado dos conciertos en el salón de la Unión Musical, cedido
Este dirigió una serie de las bellas melodías vascas tan dies- galantemente por su representante D. Miguel Morales. Es una
tramente arregladas por él, que el coro cantó como nunca y lástima que un instrumento tan íntimo y atrayente como la
que fueron aclamadas y repetidas, y luego su hermosa Leyenda, guitarra tenga un repertorio original tan reducido; por lo que
Vasca para orquesta. Én este concierto cantaron la Srta. Bójí r todos los guitarristas, al hacer sus programas, tienen que echar
y el Sr. Corts el dúo del primer acto de la Walkyria y se dio mano de obras de piano, que al componerlas sus autores para
otra audición de la escena de los Maestros Cantores nada se acordaron de las condiciones y sonoridad de la guita
Entreverados con estos conciertos, la Sinfónica de Barcelona rra, y que, aunque irreprochablemente ejecutadas, como lo hace
ha dado dos para la Sociedad Filarmónica en la sala de ésta. el Sr. Sáinz de la Maza, dan una idea pequeña de lo que es la
La opinión general, en unos y otros conciertos, ha sido la de composición. Sobre todo las de Schumann y Chopin, aparecen
que, esta vez, venía la orquesta catalana a falta de entrena completamente anémicas. Por eso, donde arrancó aplausos
miento. verdaderos,fué en las composiciones deSors y deTárrega,escri-
Una prueba de que no había podido hacer grandes trabajos tas expresamente para este instrumento. Lo mismo le ocurrió
preparatorios es que no nos ha presentado ninguna obra que con una bourrée de Bacb, porque la sonoridad del clavecín tic-
HISPANO-AMERICANA 17
•de Liszt; también tocó admirablemente tres preludios y un Weingarthner maneja con seguridad la orquesta y sabe sa-
<sclierzoj en sí menor de Chopin. La Brta Peczenik escuchó car mucho partido de ella. Pinta ambiente con finura y dis-
cariñosos aplausos de la numerosa concurrencia al terminar tinción. Pero no llega a interesar como Strauss, cuya ópera
cada una de las obras, y especialmente al finalizar una «Dan- cómica quedará en el repertorio de todos los teatros en toda
za española», del malogrado Granados, dicha con el delicadí- época. Es ya un gran paso el dado por ese compositor do
simo arte peculiar de esa artista. romper sus pinceles serios y echar mano de los alegres. Ahí
La. parte de canto, encomendada a madame Bühring, causó está su porvenir, algo tardío ya. Pero más vale tarde que
muy grata impresión. nunca. La actual obra recorrerá muchas escenas, y por nece-
La distinguida cantante francesa nos hizo oir, además de va- sidad, tienen que acogerla aquellas de idioma castellano, si-
rios fragmentos de óperas, lindísimos «Lieder>, de Schumann, quiera para ver cómo honra un célebre director de* orquesta
Brahms, Grieg, Strauss y Hugo Wolf. alemán la memoria de un antiguo genio español. En porme-
Madame Bühring posee una voz agradabilísima y canta ajus- nores no podemos meternos. La primera decoración, sober-
tándose fielmente a los cánones que rigen la escuela francesa. bia, españolísima. Los cantantes, regularcitos, nada más. De
Dicha artista fué muy aplaudida, viéndose obligada a obse- haber sido los del Real, el éxito obtenido habría podido lla-
quiarnos con un número fuera de programa, y fué acompaña- marse franco,^grande. La interpretación fué en la Sala de la
da magistralmente al piano por la Srta. Peczenik, que nos Opera de Chenlrttenburg, enorme para una obra así.
dio a conocer una interesante composición, titulada «Soir dans
les montagnes», obra suya, muy original, que fué calurosa- Dr. P. d e Iñúffio».
mente aplaudida.
A* Ma
Lisboa.
Dada la escasez de material, quizá la crónica de este mes me
Berlín. parecería ya superfina, si no me constase que el número de
iectores con que la «Revista Musical» cuenta en Lisboa tiende
Estreno berlinés de la "Dama duendes. a aumentar; que estos mismos lectores empiezan a interesarse
ya por el movimiento musical universal de que esta publica-
Ante todo, hay que atar cabos para comprender el verdade- ción viene dando cuenta, y, finalmente,quetambién son procu-
ro éxito de Weingartner en la justa medida. radas con curiosa avidez las noticias e impresiones que, so-
Hace ya varios años (parece que fué ayer) fuimos a escu- bre nuestra vida y gestos, la capital lusitana manda a los
char uno de sus célebres conciertos del Real y nos encontra- Madriles.
mos con la ominosa faja verde pegada al programa, quo suele Un joven compositor de grandes esperanzas (y no menor
anunciar la enfermedad de algún artista y su sustitución por arrojo) se nos reveló el martes pasado en la simpática per-
tal o cual otro, tratándose de ópera, por supuesto. Pero en un sona de Antonio Fragoso, que ofreció a un escogido y numero-
concierto, ¿habría de excusarse la ausencia, vervi gracia, del so público todo ün programa debido a su fecunda Musa, y
primer violón? Sería tocarlo a toda orquesta. El anuncio re- compuesto de una Sonata en mi menor, de una Petite Suite,
zaba que el director había ido con la música a otra parte, de- de un Trío para piano, violín y violonchelo y de diferentes
jando en banda a !a orquesta y faltando al contrato. Un rom- piezas para piano solo y para canto y piano. Si bien aun ver-
pimiento en toda regla, con la perspectiva de un pleito ruido- des, indefinidos, vacilantes, los diez y ocho años de este
so, que se sentenció en favor del intendente, condenándose al joven se presentan ricos de risueñas promesas y ambiciones.
osado director a no manejar la batuta en cierto número de le- Lanzarse a los peligros de una sonata, de un trío y de una
guas a la redonda de Berlín. "Hecha la ley, hecha la trampa.,, suite (por petite que ésta sea), sin previa base en que apo-
El hombre dio sus conciertos en un villorrio algo lejano de la yarse, denota ya en su autor una intrepidez que inspira con-
metrópoli, y no pudiendo disponer de su anterior orquesta, fianza. Yo creo que de estas generaciones nuevas y frescas
ni de la segunda, la Filarmónica, apencó con la tercera, la de debemos únicamente esperar la deseada y salvadora regene-
Blüthner, "obteniendo exítazos a pesar de lo pejiguera del via- ración, porque también creo que no es sin fundamento que el
jecito del público berlinés, fiel al batutista. gran Flaubert nos dice:
Tenía que constar esto, por influir grandemente en el extrt- «J'ai mauvaise opinión d'un artiste qui étant jeune, n'a paa
no berlinés de la obra. une ambition trop haute. Pour bien fairo un sonnet, il faut
Si somos todos en España antis, esto es, opuestos a todo lo avoir tenté un poéme épique!» El joven Fragoso obtuvo en
que salte, los berlineses gastan malas pulgas cuando creen, estos primeros pinitos animadores aplausos y merecidas
como D. Quijote, que se trata de un entuerto. Así, pues, el pruebas de simpatía.
público iba dispuesto a palmetear, fuera como fuese, la ópe- Otros dos nombres que merecen los honores de ser mencio-
ra, y a expresar su simpatía al niño pródigo vuelto a su p u e - nados en esta Revista, son los del pianista Várela Cid, que
blo favorito, con cara niñesca aún, aunque ya algo fanée, pues ejecutó con tanto talento como maestría el concierto en sol
el tiempo no tiene consideraciones con ningún mortal. menor de Saint Saens, en la última audición de Ja «Sociedade
El lioro ya lo conocerán muchos lectores. Un lío caldero- de Amadores de Música», y el del violinista Luis Barbosa, que
niano, con desafíos, escondites, un criado temblón, unas da- acaba de dar un concierto en el «Teatro da Trindade», en el
mas coquetas, resplandor de luna, división de escena, una có- que manifestó ricas y variadas cualidades, ejecutando el con-
moda giratoria que comunica dos aposentos y sirve para en- cierto en sol menor de Max Bruch, «Souvenir de Moscou», de
redar y desenredar la embrollada madeja escénica. El oyente Wieniawsky, la «Romance en do^ de Saint-Saens y la manosea-
q u e no se prepare, se hace un ovillo con el libreto. Ahí tuvo da «Ronde des Lutins», de Bazzini, tan festivamente recibida
el compositor ocasión excelente de largar arias, dúos, tríos y siempre por el auditor frivolo que predomina en las masas.
concertantes. Por desgracia no lo hizo, y se puso a d e r r a m a r Las audiciones organizadas por mí en e] Salón del «Gremio
medias tintas orquestales. No hay una caracterización perfec- Literario», terminaron con feliz éxito en 31 de Mayo. En la
ta de personajes. El embrollo del libro ae refleja en la músi- penúltima, a más de las variaciones de Brahms sobre un
ca. Deyez en cuando brilla un pasaje de «Maestros Cantores» tema de Handel, y del Preludio coral y fuga de César Franck
o «Rosen Kavalien>. ¡Ahí sí que hay humorismo y genio musi- (que Ruy Coelho y la señorita Emilia Sabido Costa interpre-
cal! El de Weingartner recuerda al de Strauss en su «Caballe- taron superiormente), fué ejecutado el Carnaval de Schumann,
ro de las Rosas», y hasta da su visto bueno al tiempo de vals por la señorita María Teresa Ferreira, y fueron recitadas
tan deliciosamente manejado, tan fresco, del caballero céle- por Amalia Rey Colado las poetías de Ferdinand Gregh so-
bre y a . bre aquella admirable obra. Yo no soy partidario de la pro-
Los recitados adolecen del defecto atañente al del libro. Com- ducción en un concierto público de esta asociación espiritual
párese, verbi gracia, los del precioso dúo de Hans Sach y a que el gran poeta francés llama «transposition d'Art», y que,
Eva con los calderonianos. Allí hay coquetería alemana; aquí, limitando el campo de la fantasía tanto en el ejecutante como
española, de poco fuste, aunque también graciosa. Y sobre en el auditor, desvía o enfria con la constante interrupción,
ya de un intérprete, ya de otro, la inspiración de ambos; pero
todo, enamorarse de un texto para hacer una ópera, por ser encuentro ventajas grandes en auxiliar con la literatura la
de Calderón nada más, fué una pifia gorda. No lejos de mí es- comprensión de un arte cuya elevación no está siempre al
taba otro compositor, d'Albert. Ese sí que hizo buena pesca alcance de un público de cultura musical insuficiente, como lo
con el libro de Quimera para su «.Tierra Baja?'; como ahora es aún, desgraciadamente, el nuestro.
otra para «Los ojos muertos», y como Schíllings, para «Monna
Lisa». No he de despedirme por este año sin citar las fiestas do
HISPANO-AMERICANA 19
beneficencia oi'ganizadas por diferentes comisiones de seño- les. En los programas figuraron el Carnaval y los Estudios
ritas elegantes, y en las que la música está ampliamente re- Sinfónicos de Schumann, las Variaciones de Brahms, la Balada
presentada. En la que debe tener lugar el próximo día 19, de Grieg, Sonata Apasionatta de Beethoven y varias obras de
presidida por la benemérita Condesa de Sabugosa, cantará el Liszt y transcripciones suyas sobre estudios de Chopin para
tercer acto de «Madame Butterfly» la bella aficionada señorita la mano i/quierda. El simpático artista, a quien tuve el honor
Berta Guimaraes, y serán ejecutados varios coros populares, de tratar particularmente, me habló con gran entusiasmo del
bajo la dirección de Freitas Branco... Y creo que constituirá público madrileño, y se mostraba muy agradecido a las aten-
esta fiesta el cierre de la «season». El calor se echa encima. ciones de nuestros grandes en el arte Fernández Arbós y Tra-
Empieza lo que en Portugal se llama «a esta?ao calmosa», y gó, que fueron sus cicerones durante su permanencia en la Vi-
la música civilizada cede el paso a la callejera. Se aproxima lla y Corte.
la época de las verbenas; las perfumadas noches de San Anto- Dícese que vendrá para la próxima temporada el famoso
nio, San Juan y San Pedro. A la hora avanzada de la noche én Paderewsky y la Orquesta Sintónica de Boston, ¿llegaremos
que termino éstas líneas, mi ventana está entreabierta y por algún día a ver por aquí nuestras grandes agrupaciones mu-
ella penetran, pálidos, los fulgores de la casta Diva; una brisa sicales?
tibia me trae el aroma de las madreselvas vecinas, y por la Benjamín Orbón.
calle silenciosa, un grupo de muchachos, narcotizados en la
tónica y la dominante de una guitarrilla anémica, pasa lenta- Habana, Abril de 1916.
mente, se detiene un instante, y luego se aleja... sollozando el
fado...
Alejandro Rey Colado.
Lisboa, Junio 1916.
Ofpos concienfos
En el teatro de la Princesa se verificó el 30 del pasado el
Habana. segundo de los recitales de violonchelo y piano, por Carmenci-
ta Pérez y Domingo Taltavull, dos jóvenes que hacen bien en
Son altamente halagadores para el arte músico-hispano demostrar su amor por el arte que cultivan y su estudio, pero
los triunfos alcanzados por sus representantes en esta hermo- que tienen olvidados a los autores españoles, que están, por lo
sa tierra cubana. Paco Meana, el artista bien conocido del pú- menos, tan bien como los que incluían en su programa. Car-
blico madrileño, ha ganado en buena lid victoriosas jornadas men Pérez es ya una artista famosa entre nosotros, y sus in-
al frente de la compañía de ópera y zarzuela española que terpretaciones corren pareja de sus facultades técnicas. En
inauguró el nuevo teatro Campoamor, propiedad de la pode- cuanto a Taltavull, sabíamos de sus muchos méritos por sus
rosa sociedad Centro Asturiano (colectividad que cuenta cer- campañas como cuartetista en el «¡Cuarteto Español», y última-
ca de cuarenta mil socios). Del repertorio puesto en escena, mente fué aplaudido con gran entusiasmo en su papel de so-
haremos mención de la ópera Maruxa, de nuestro Vives, que lista en el «Don Quijote^ de Strauss. Las obras a dúo fueron
fué un éxito grande, como lo acreditan los llenos enormes que la <.Sonata en la^, de Beethoven; «Elegí», de Fauré; «Serenata»,
durante muchas noches invadían el hermoso coliseo de la co- de Hans Sitt, y «Allegro appasionato», de Saint-Saens. De pia-
lonia astur. El maestro Vives bien puede agradecerle al Rufo no solo, «Sonata en sí bemol» (op. "), Glazounow; «Improntu»
inimitable el gran interés desplegado en la dirección de la be- (la bemol), Schubert; «Soirées de Vienne», Schubert-Liszt, y
lla obra. Meana figuró también en la serie de conciertos efec- «Rapsodia dozava», de este íiltimo. Ambos artistas oyeron
tuados en La Casa de España - e n el Palacio Social del Casino muy halagüeños plácemes.
Español—cantando algunos números de las Golondrinas, del
malogrado Usandizaga, y Maruxa. En aquellos programas fi-
guraron obras de Albéniz, Bretón, Granados, Turina, A. G. del En el salón Aeolián, un joven compositor alemán, Paul J.
Valle, Pastor, Blanco y otros autores españoles de quien se Haslinde, presentó varias obras suyas para canto, violín y pia-
dieron a conocer obras nuevas. no, y violín, violonchelo y piano. Colaboraban los Sres. Ricar-
te (barítono), Jiménez (violín) y Ellees (violonchelo), que inter-
pretaron con atención las acertadas obras de Haslmde.
Fueron muy celebradas las dos obras en trto tituladas Noc-
En la temporada de ópera en el Gran Teatro Nacional (pro- turno y andante cantabile, otras de violin y piano, Intermezo
piedad del Centro Gallego), fué también objeto de las más en- lírico, Noche de verano, Romanza y Humorada. Para la voz
tusiastas ovaciones el gran tenor español Hipólito Lázaro; figuraban varias canciones, Trova, El jardín del amor y Des-
gracias a él se convirtió en victoria lo que se creía llamado a pedida del jinete, a más de dos fragmentos de una opereta, La
un fraoaso, por estar reciente la actuación de la gran compañía baronesita, muy celebrada en Alemania. El autor y los intér-
que extrenó el teatro Nacional el pasado año, en cuyo elenco pretes fueron muy aplaudidos por el numeroso auditorio que
figuraban artistas del cartel de Titta Rufo, Zenatello, De Luc- escuchó con gran complacencia las obras del joven artista.
ca, y nuestros compatriotas María Gay, Regina Alvarez, Pa-
lét, Aineto, la malograda cantante argentina Juanita Capella *
y el maestro Tulio Serafín. Las obras en que más se distin- En el noveno concierto que *la *Sociedad «Amigos de la Músi-
guió el admirable tenor fueron Puritanos, Gioeconda, Tosca, ca» celebró en el Salón Montano, tomaron parte, entre otros
Iris, de Mascagni y la Fanciulla del West, estas dos últimas jóvenes artistas, la arpista Srta. Keller, la pianista Srta. Ruiz
fueron estrenadas en la Habana, cumpliendo así lo prometido y los Sres. Marchett y Aldecoa, violoncellista y violonista, in-
por la empresaBracanle, que presentó todas las obras 3on una
riqueza y propiedad a la altura de los primeros teatros. Justo terpretando un selecto programa.
será mencionar, pues fueron objeto de grandes celebraciones, *
la soprano ligera A. Galli-Curci, muy aplaudida del público * *
madrileño, así como la soprano dramática Ernestina Poli-Ran- Nuevamente tenemos que alabar el arte exquisito de la so-
daccio y la mezzo-soprano española Regina Alvarez y el bra- prano Sra. Bühring y de la pianista Paula Schulteis, puesto de
vo maestro Dellera, en quien recayó tuJo el peso de la tem- relieve en un concierto celebrado en el Salón Campos.
porada. La Sra. Bühring dijo las preciosas melodías de Schubert, Du-
parc, Saint-Saens Franck y una «chanson de poete», de Sala-
zar, con depurado gusto, oyendo nutridos aplausos que com-
T)d concertistas nos han visitado el violinista Spalding, que partió la distinguida pianista Paula Schultheis, interpretando
dejó grata impresión, sin llegar, claro está, a nuestro inmenso con bello estilo la sonata op. 28 de Beethoven y obras de los
Juan Manen, que nos visitó hace algunos años. Habíase anun- clavesinistas Couperin, Ramean y Daquin, y de los modernos
ciado también que vendría el maravilloso violoncellista Pablo Ravel, Faure y Debussy.
Casáis y el malogrado Granados, pero no quiso Dios conceder- * *
nos esa merced, que hubiera evitado la irreparable desgracia En el Teatro. Español dio un concierto el precoz violinista
que llora la España entera. Damasito Losada, interpretando varias obras de Sarasate, so-
La nota culminante en este pequeño mundo musical la dio bresaliendo en el primero y cuarto tiempo de la «Sinfonía Es-
el gran pianista Godowsky, que con sus estupendas fucultades pañola», de Lalo.
entusiasmó a la selecta concurrencia que acudió a sus recita- Fué muy aplaudido el niño Losada.
20 REVISTA MUSICAL
CAVAILLÉ-COLL
DE PARÍS
Ln fundaeión de la casa CAVAILLÉ-COLL se remonta a cerca de tres siglos. Está colocada en primera línea en
la manufactura de órganos, y su nombre se encuentra mezclado a todos los grandes descubrimientos en el ordon
científico y en el industrial.
En el extranjero, en todos los países del continente y de ultramar, tieno sentada su reputación por importante
numero do ins-trumentos que hnn obtenida inmenso éxito.
Después de largos y detenidoH estudios, la casa CAVAILLÉ-COLL ha llegado a construir instrumentos de Salón
que, dentro de su volumen pequeño, coniienen juegos y recursos en cantidad jnás que suficiente para que el
artista o el amateur pueda interpretar toda la mfisica antigua y moderna. Su mecanismo, muy igual, puede riva-
lizar con el de los pianos más perfeccionados; las tr^ismisiunes pueden ser mecánica simple, pneumáticas, tubula-
res, eléctricas o electro-pneumáticas. El órgano puede colocarse en una o varias partes, con eco, unido a instru-
mentos accesorios o a otros instrumtjntos de teclado. Los fuelles pueden ser C(»locado9 a distancia, y funcionando
automáiicainento por el agua, el aira comprimido o la electricidad. La colocación en la harmonía está extremada"
mente cuidada; cada juego tiene nueva sonoridad, y el conjunto está apropiado a la dimensión del local dond<^ el
instrumento deba estar colocado. Todos los modelos construidos por la casa CAVAILLÉ-COLL pueden hacerse
automáticus mediante un sistema muy perfeccionado que permite utilizar toda date de rollos sin excepción do
fabricación.
REPRESENTACIÓX EXCLUSIVA
UNIÓN MUSICAL ESPAÑOLA
(AXTICS CAHA OOTl^WK»
MWRtD: Carrera de San Jerónimo, 34.—B LBAO: Cruz, 6.—BARCELONA; Puerta ( ^
del Ángel, I y 3.-~3AK TANDER: Wád-^as, 7 . - VALLADOLIO: Santiago, 53 J
La Hacmünía [TladEcna
Q
(Su explicación y modo de emplearla)
POS EL DOCTOR
K ER0LEFIELD HULL
Traducción de R. Barrado y Adolfo Salazar.
Esta obra que venimos publicando como suplemento de regalo á nuestros sus-
criptores, y cuya propiedad exclusiva hemos adquirido para España y América latina,
no intenta reemplazar, sino servir de suplemento á los libros de texto actualmente en
uso. La inmensa evolución del arte tonal, cuyo desarrollo ha tenido lugar en los últimos
quince años, ha dado origen á tal discrepancia entre la practica contemporánea y las
teorías clásicas, que era de necesidad absoluta la publicación de un libro que pudiese
explicarla y manifestar la lógica y paulatina transformación de la harmonía, clásica en
la actual.
No contento el Doctor Hull con explicar teóricamente esta evolución, procura
que su obra tenga una utilidad práctica mediante la adquisición de ejercicios y temas á
defiarroUar y la de un útilísimo glosario de términos musicales.
Indicamos sumariamente las materias tratadas en este volumen para dar una lige-
ra idea de su excepcional importancia.
MHodo de los procedimientos modernos. Su desarrollo paulatino. Sus predicciones en
las obras antiguas. El temperamento. Influencias modales. Las escalas duodécuple, tonal
y otros sistenuis harmónicos. Abandono de la dominante. Abolición de las armaduras de
claves.
Latpolitonia* de Villemtn. Escritura enannónica y por planos. Sistemas empíricos de
formación de acordes. Resoluciones por evaporación 6 eliñón. Impresionismo. Métodos ho-
rizontales. Líneas melódicas independientes. Tonalidades combinadas. El <espejism.o^ har-
mónico. Figuras pedales. Claro-obscuro, ele.
El culto al realismo. La técnica sim,plieista. La melodía ?noderna. Retórica musical.
¡Puntillismo. Combinaciones de ritmos complicados.
Forma: Sinómino de cohesión. Análisis de los poemas sinfónicos de Liszt, del ^Cuar-
feto» de César Franck, de la <Sinfonía de Cámara», de Schonberg, del ^Prometeo», de
Scriabine, del *Aprés-midi d'un Fauné*, de Dehussy. El * Estudio armónico^. Las formas
modernas de ^Miniaturas», tEstampas», ^Pasteles^, etc. Influencia del timlyre ó colorido.
El piano <versiis», la orquesta. Elección de medio, etc.
Apéndice I.-^Ejercicios prácticos (bajos, melodías, diseños melódicos y harmónicos,
composición, análisis y ejercicios de orquestación).
Apéndice II.—Glosario de términos musicales.
NUESTRO SUPLEMENTO DE REGALO
Todos los suscpiptores p a r a 1916 tienen derecho á recibir
los pliegos ya publicados»
PIANOS *'ERARD,,
Los mejores del mundo. ^ ^asa fundada en 1780.
"^ . é^
Sti^ PROVEEDORA DE TODAS LAS REALES CASAS 4V
^ /iV
S|jí EL PIñnO 'ERRRD., ^
^Tr es la misma perfección, Eruto de más de 20 años de estudio y proírreso constSinte ' "
^ ' /f|y
u^ Después de haber gozado de la preferencia de los más célebres mú- X
\i^ sicos que han honrado el último siglo, tales como Spontini, Meyerbeer, ^ k
i^ Herold, Boieldieu, Gouriod, Verdi, Massenet, Saint Saens, Widor, Gabriel ¡¡K
\^^ Fauré, Auber, Alfred Bruneau, Vicent d'lndy, Berljoz, Liszt, Thalberg y ^|y
^ Rubinstein los vemos en nuestros días elegidos por los más grandes maes- ¡/¡¡¡^
i^ tros modernos tales como Paderewski, Sauer, Planté, Busoni, Diemer, /JV
^f Euardo Risler, Viñes y el mundo musical apreciará sin duda que seme- 4V
^ jante consagración es la mejor recompensa que podría ambicionar la 4V
SV casa " E R A R D „ é^
^ EDITORES • W
Jg Carrera de San Jerónimo, 34.-MADRID Jjj
WÉV B l L B ñ O . Cruz. &. v |i S ñ H T R n D E R . Uaó-Ras, 7. X
^kw B R "R' C
»-•• • vE
i-L
. uO
^ jH
i i iR I.. cPuerta óel
uKiiu U ñ nJ g
Ki 1 i i yei cl .i , íi yy 3.
J. i, U
WRI I IL- <LUñ
I JD
L JO
» JLU lI D
L J :. Santiago.
- j u i n i u y u . 533J.. >ii
•aciorj,
Obnei Se vulgapiz^cfóa: masic^ escrita? por atJtopes e^pañoies
* „ Vi
Suav©mertÍ9 íaxantes.
sin psrjudicfir í« ásimi-
ladóti de li^B ali- • TeléToinos núme-
ros 3,0I<5 y $.475.
general y depósito:
\ -•'^•'"-'. ' ' ' ' ' "
y III •I 1 I I ilMiiim I I
«jtffiiwinBijgi^^^gi^-^^^ jír^íTii'^aHHjL'^^arijrai^^
'SS?*